Logo Studenta

Carta

¡Estudia con miles de materiales!

Vista previa del material en texto

Haciendo caminos: Provea Enero-Febrero 91 Venezuela. 
APUNTES PARA LA REFLEXIÓN 
CARTA ABIERTA A UN MAESTRO TRADICIONAL 
Reproducimos una carta aparecida en la sesión Debate Pedagógico de la revista Colombia Hoy 
(No 76, Feb, 1990). 
“Carta abierta a un maestro tradicional” intenta abrir una reflexión sobre el desempeño del 
docente en lo que a la planificación anual se refiere, lo cual es un aspecto que debe ser 
considerado dentro de la educación en derechos humanos en el aula. 
 
El propósito de la siguiente lectura es contribuir a la reflexión 
sobre la práctica de Planificación del proceso E-A-, la cual 
usted desarrolla y/o desarrollará como docente. 
 
 
Querido maestro: 
 
Recibe un cordial saludo y mis deseos porque este nuevo año te depare éxitos 
personales y profesionales. 
 
Te escribo esta carta con el fin de rogarte un favor muy especial, que en 
realidad no es para mí beneficioso, sino para tí (ojalá que no sea demasiado, 
pues sé que cuando leas ya habrás empezado las clases; pero no importa, de 
todas maneras, vale). El favor es que planees a conciencia el año escolar. 
Me da pena contigo tener que pedirte esto, pero es que, como dicen por ahí: 
“yo te conozco mosco”. 
 
Tu no tienes por costumbre planear en rigor las actividades del año porque 
consideras una pérdida de tiempo escribir lo que ya sabes. Si tienes las mismas 
materias que el año pasado, si los programas son los mismos, si el texto 
escolar que vas a exigir a los alumnos tiene los mismos contenidos (sin importar 
que ya está escrito por otros autores y editado por otra empresa), si, en fin, un 
año se parece tanto al otro y no brilla nada nuevo bajo el sol, entonces, no le 
encuentras sentido a malgastar tu tiempo en la llamada “planeación”. 
 
Tu parcelas, eso sí. Te lo exigen. Incluso el colegio te obsequia el formato que 
debes llenar, aquel que siempre te pareció tedioso, al que denominas “el 
mentiroso”, “formalismo ridículo”. 
 
Con el tiempo has adquirido habilidad para llenar el parcelador. Es simple: 
transcribes el del año anterior en el nuevo formato, cambiando sólo las fechas y 
unas cuantas frases, por si a alguien se le ocurriera compararlos. O copias el 
índice de tu libro de texto en la columna titulada contenidos, y a cada tema le 
pones un objetivo específico, aprovechando que en la normal, bajo la amenaza 
de repetir el curso de práctica docente, lograste gran facilidad, agilidad para 
redactar objetivos y mecanizaste la técnica de los verbos en infinitivo, las 
conductas observables y medibles, entre otros. 
 
Por eso te gustan tanto los programas que llaman de Renovación Curricular, 
esos que vienen ya con todo programado, todo previsto, todo bien planeadito. 
No es más sino ponerle fechas y ya. Esos programas te evitan el trabajo de 
pensar en lo que vas a hacer durante el año, y por eso estás agradecido con los 
técnicos que pensaron en tu lugar. 
 
No le prestas mucha atención a los que critican la reducción del maestro a la 
condición de “administrador del currículo”; no te parece del todo malo, entre 
más fácil sea el trabajo, mejor. Además posees el texto que te obsequió el 
vendedor de aquella editorial. Con solo seguirlo (al texto y al vendedor), 
consigues cubrir el programa sin mayor complicación-tú no te complicas la vida. 
 
Es que tú, maestro tradicional, no sientes culpa por no asumir con 
responsabilidad la tarea de planeación, porque estás convencido de que lo 
importante es cumplir con el requisito de la entrega de la planeación a las 
directivas del plantel. (Entregas parceladas. Tu parcelas la materia porque a los 
dueños del terreno les gusta ver parcelada su propiedad bien cuadriculada, en 
lo posible milimetrada. En sus cuadrículados cerebros no admiten surcos libres, 
no toleran los espacios en blanco) 
 
Es probable que no sepas que dedicar unos cuantos días a diseñar actividades 
significativas para los alumnos, puede hacer más estimulante y agradable el 
oficio de enseñar. A decir verdad, al principio de tu carrera docente, planeabas 
el año y preparabas cada una de tus clases con esmero. Eso era antes de caer 
en la rutina de repetir los mismos rituales día tras día, año tras año. Ahora no 
necesitas preparar la clase, pues ya lo hiciste años atrás y esas “preparaciones” 
todavía te sirven. 
 
Tal vez no has intentado meterle creatividad al oficio, y por lo tanto no sabes lo 
grato que resulta para los alumnos lo inesperado. Como no los sorprendes sino 
para censurarlos, no has visto sus expresiones de asombro ante las nuevas 
propuestas. Estás acostumbrado a leer en sus ojos el letargo que produce la 
repetición incesante de la escena, y no puedes alegrarte al percibir sus caras 
expectantes ante la iniciativa del maestro. No lo haces conscientemente, pero te 
has privado de grandes satisfacciones. 
 
Si emplearas el tiempo destinado a la planeación de las actividades académicas 
y extraacadémicas, en planearlas, te aseguro que tu trabajo cobraría la 
dimensión de la frescura. Pero desde luego, a condición de que la planeación 
no sea esa camisa de fuerza que tu mismo te fabricas y con la que te amarras 
en esa suerte de suicidio de la creatividad. 
 
La planeación. Lee bien, debe ser flexible, debe permitir la posibilidad de que el 
camino trazado se bifurque o se multiplique, que incluso conduzca a diferentes 
destinos, que sus viajeros vayan por atajos, que se detengan por momentos 
para observar el paisaje, para mirar hacia atrás, para caminar mejor. Planear no 
es colocar fechas inmodificables a actividades estáticas y frías. Es darle curso a 
la inventiva, a la imaginación, es derrotar la intención esquematizadota y 
homogeneizante de la tecnología educativa y el conductismo; es seleccionar y 
definir los contenidos (no sólo la metodología y los recursos, también los 
contenidos). “Deja que tu gusto decida”. 
 
También puedes planear conjuntamente con tus compañeros de trabajo, 
diseñar unidades integradas, organizar proyectos, estudiar e intentar resolver 
problemas de tu barrio o región, varias cabezas piensan más que una. Otro 
enemigo a derrotar además del aislamiento y la fragmentación a que te obliga la 
escuela es al individualismo. Que todos participen en tu planeación ¿Le has 
preguntado alguna vez a tus alumnos que quisieron hacer durante el año? ¿Y a 
los padres de familia? La llamada “planeación institucional” puede ser algo más 
que llenar un cronograma y programar izadas de bandera. Bueno, querido 
maestro, me atreví a escribir estas observaciones porque confío en que todavía 
atiendes los comentarios que te hacen por medio de misivas como esta. 
 
 
 
 Juán Francisco Aguilar Soto 
 
 
INSTRUCCIONES: 
 
Imagine que usted es el docente a quien le han enviado esta 
carta; se le invita a que responda: 
 
-Después de leída la “carta” que sentimientos y/o emociones le 
produjo? 
 
-Le genera alguna(s) reflexiones personales? ¿Cuáles?

Continuar navegando