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TEMA 20.- Variedades lingüísticas. Variación social y registros de habla Introducción La variedad es un concepto inherente a las lenguas. Primero pensemos en la cantidad de lenguas existentes en el mundo: más de 6000 millones de personas utilizan 2700 lenguas para comunicarse en sus propias comunidades. Nadie duda de que la diversidad lingüística del mundo aporta riqueza multi- cultural, es un legado, una herencia preservable, pero también una dificultad para la comunicación global entre los habitantes del planeta. La diversidad de lenguas no necesita ser demostrada, es una realidad evidente que se puede dar hasta dentro de una misma nación. Es importante reconocer la incidencia de los factores sociales en el hecho lingüístico, así como también que la diversidad social de los individuos se manifiesta en su uso de la lengua. Veremos los factores que inciden en el comportamiento lingüístico de individuos y grupos de individuos. La adecuación del registro a la situación comunicativa cobra una relevancia especial como garantía del éxito del intercambio. Debemos entender que el comportamiento lingüístico forma parte del prestigio social y en dicho comportamiento incide el conocimiento que se tiene de la lengua. La variación en la lengua Las lenguas también varían con el paso del tiempo, evolucionan dentro del propio dominio de sus hablantes a través de la historia. Existen en la lengua tres circunstancias que hacen que la lengua presente variaciones importantes: las variantes geográficas (dialectales) o diatópicas, las variantes socio-culturales (de nivel de instrucción) o diastráticas y las variantes situacionales (registros de habla según la situación) o diafásicas. La forma ideal de uso de la lengua es la lengua estándar, que es la aceptada genéricamente por la comunidad lingüística. Ya en el español actual existe diversidad geográfica. Es preciso distinguir entre lengua y dialecto. Es preciso, además, analizar la variación que se produce en la lengua, pero en su ámbito social, cuando los hablantes atienden a las situaciones en las que producen sus enunciados. Nos interesan espe- cialmente las modificaciones que se dan en la lengua como respuesta a la adecuación contextual y social de sus hablantes. A estudiar las relaciones existentes entre la lengua y la sociedad se dedica la Sociolingüística, disciplina bastante moderna. Las variantes propias de un individuo (personales y privadas) se denominan idiolecto. 1.- La Sociolingüística y sus elementos La Sociolingüística analiza los sociolectos, es decir, las modificaciones de la lengua, ya sean éstas de índole fonética, gramatical o léxica, asociadas a determinantes sociales: las personas y sus circunstancias, el lugar, el tema, etc. Esta disciplina lingüística se encarga de describir fenómenos de variación en el acto comunicativo y todos los factores que determinan esa variación. Así, un determinado comportamiento lingüístico en un hablante puede estar condicionado por diferentes factores de tipo geográfico (procedencia natural del hablante: rural o urbana), social y cultural (nivel sociocultural del hablante: bajo, medio o alto), etario (generaciones), sexual (hombres y mujeres) o contextual (registro: formal e informal). Algunos de estos factores pueden modificarse en un individuo con el paso de los años y la incidencia de componentes como la instrucción, la adquisición de cultura, la promoción económica y social, etc. Así, una persona puede adquirir mayor nivel sociocultural a medida que tiene más edad y alcanza otros grados académicos (licenciatura, doctorado, etc.) o de reconocimiento social (es ascendido a puestos de trabajo mayor responsabilidad y sueldo, tiene un nivel de vida más alto, etc.). No todas las comunidades sociales son iguales y ello se manifiesta en el uso de la lengua; las hay más rígidas, individualistas, o más conformistas. Depende de cómo establezcan los individuos de esa sociedad el contacto entre ellos. En español, los factores sociales no son tan tajantes en la determinación del uso de ciertos registros como lo pueden ser en otras culturas. En Japón, por ejemplo, es conveniente saber de una persona dónde trabaja y el puesto que ocupa en cuanto se le conoce, por ello se intercambian tarjetas de presentación rápidamente. Esto se debe a que el trato social está muy jerarquizado en esa cultura, y de esa información dependerá un determinado comportamiento lingüístico con el interlocutor. La variación entre los individuos Los individuos se distinguen por el uso que hacen de la lengua, es decir, todos y cada uno somos diferentes en cuanto a una forma muy personal en la que nos expresamos. Esto significa que no somos exactos, pero sí lo suficientemente parecidos a los demás como para hacer y decir lo mismo en determi- nadas circunstancias. Hay factores, naturales y adquiridos, que nos identifican con unos y nos distinguen de otros. Hablemos más detenidamente de cada uno de ellos. La procedencia Aquí usamos procedencia en una dimensión local, no de variedades geográficas del español, sino en el sentido de la oposición campo/ciudad y las creencias de prestigio asociadas a ella. Cuando un hablante tiene una serie de marcas lingüísticas que muestran cierta rusticidad en el lenguaje o usos locales, podemos identificarlo como de procedencia rural de una u otra zona si son muy característicos los rasgos-. Pero estas peculiaridades pueden modificarse por el traslado del hablante a una ciudad y la asimilación progresiva de los rasgos urbanos. Este proceso puede verse incrementado por la pérdida de contacto con su zona de procedencia, la propia creencia (valoración) del hablante hacia sus rasgos autóctonos y la disposición a imitar los nuevos hábitos lingüísticos. Generalmente, una persona modifica los rasgos lingüísticos autóctonos cuando está fuera de su entorno lingüístico; es un proceso natural. Aunque, cuanta más edad se tiene, resulta más difícil perder los rasgos propios. 2.- Variaciones diastráticas (El nivel sociocultural) Los niveles socioculturales (NSC) se establecen de acuerdo con la instrucción del hablante, es decir, con su nivel de escolaridad, y se conocen como variedades sociales o diastráticas. Inciden en el grado de conocimiento que se posee de la lengua y que se demuestra en su habilidad de uso y corrección. El entorno en el que se ha desarrollado como individuo viene marcado por un ambiente social y cultural, en el que también desempeñan un papel importante los recursos económicos de que dispone y que le permiten tener acceso a productos culturales. Se distinguen varios niveles el alto, el medio y el bajo: Los hablantes de nivel alto usan un código elaborado, una lengua más cuidada cuya marca es la corrección. Para ser incluido dentro de un nivel culto hay que tener una pronunciación esmerada, sin excesiva gesticulación, un buen dominio de la gramática (variedad, aprovecha- miento y propiedad en el uso de sus recursos), madurez en la construcción sintáctica (complejidad y orden) y una demostrada riqueza léxica. Es usual atribuir a hablantes de este nivel la producción literaria y científica de una lengua. Los hablantes de nivel medio están dentro de los marcos de la corrección. A veces pueden estar considerados dentro del nivel alto, pero se caracterizan por usos más sencillos de la lengua, fundamentalmente en el léxico, por estructuras sintácticas menos complejas... Lo podemos encontrar representado en los medios de comunicación, en documentos de las instituciones y de los organismos oficiales. Es lo que se asocia con el estándar de una lengua, es decir, con lo normal. El nivel bajo está marcado por un código restringido. Es propio de personas con pocos estudios y menor nivel cultural. Las incorrecciones que en él se presentan revelan escaso conocimiento de la norma lingüísticay se manifiestan en los diversos niveles de la lengua: la pronunciación, la morfología verbal, la construcción sintáctica en frases y oraciones, la repetición de palabras debida a la pobreza de vocabulario, la gestualidad muy frecuente, etc. Los niveles socioculturales altos están marcados por una búsqueda del cuidado estilístico o la precisión. Los rasgos que oponen a los códigos usados por los niveles extremos, alto y bajo, pueden detallarse en el siguiente cuadro: Código elaborado Nivel sociocultural alto Código restringido Nivel sociocultural bajo Pronunciación Normativa, pausada, tensión articulatoria que pro duce sonidos perfectamente reconocibles. Articulación relajada que produce sonidos poco reconocibIes, confusos. Incorrecciones fonéticas. Léxico Variado, preciso y rico. Variedad de significados a través de adjetivos, uso de sustantivos abstractos. Matizaciones verbales con adverbios. Se usan eufemismos y frases corteses. Alternancia de Repetitivo, poca variedad en matices de significado, pobre. Uso de palabras baúl (cosa, chisme, rollo).Frecuentes impropiedades léxicas (coger por caber, etc.). Exceso de deícticos (ahí, esto). Mayor presencia de palabras 2.- La variación condicionada por el sexo y la edad 1. El sexo La diferenciación lingüística asociada al sexo resulta más significativa en unas lenguas que en otras -como también lo es la posición social de la mujer y la jerarquía de poderes en su sociedad-. En la lengua española no existe una marca demasiado evidente entre hombres y mujeres. No obstante, es más frecuente entre mujeres -según apuntan los especialistas- suavizar los calificativos negativos (un poco tonto), intensificar la positividad (estupendamente por bien), relativizar las opiniones, los deseos, las propuestas (yo casi prefiero...), usar más estructuras y frases corteses, tener una entonación más acompasada, utilizar más eufemismos, hablar de temas más personales y afectivos, apoyar más los temas propuestos por otros, hacer menos superposiciones de turnos de palabra, usar menos partículas que sólo sirven para llenar la expresión o expletivos, estructuras más conservadoras en la sintaxis, etc. La distinción sexual también se manifiesta en la lengua. Esto sucede porque los roles sociales están bien diferenciados entre hombres y mujeres desde tempranas edades. En sentido general, el habla de las mujeres se considera más conservadora, con formas más antiguas y el empleo de menos palabras tabú. De ahí que se les suela asociar la variante de más prestigio de su comunidad, la más correcta. Esta situación no es más que una reacción a la presión social que ha incidido durante siglos sobre las mujeres, a quienes se les ha exigido un comportamiento social más "correcto", menos permisivo; esta corrección también han tenido que manifestarla en su variante lingüística. Las investigaciones parecen demostrar que las mujeres suelen estar atentas a lo que la comunidad marca como prestigioso. Mientras, los hombres manejan más términos y fenómenos en general que no son estándar. 2. La edad Las generaciones se distinguen por el uso que hacen de la lengua. Las experiencias vividas por una persona que tenía veinte años en 1955 no coinciden con quien tiene esa misma edad en 2006. El entorno ha cambiado, pertenecen a dos momentos cronológicos diferentes del desarrollo social y, si ahora comparten la misma comunidad de habla, sus posiciones son diferentes. Entre jóvenes y mayores suele haber una distancia que supone cierta incomunicación. Según estudios sociolingüísticos, las personas mantienen en su adultez la norma que aprendieron en su temprana juventud. Las investigaciones hechas permiten apuntar que las generaciones mayores suelen usar más eufemismos, términos más antiguos (botica por farmacia, aeroplano sinónimos. tabú. Sintaxis Corrección en la construcción oracional y variedad de estructuras. Complejidad en la subordinación. Variedad de nexos y Conectores. Sencillez sintáctica, donde abunda la coordinación, la yuxtaposición y las oraciones simples. Errores de construcción (me se dijo). Pocos nexos y repetidos. Vacilaciones y muletillas (eh, este). por avión); en cambio, las generaciones jóvenes emplean más palabras comodines (tío/a, colega), de significados muy amplios (rollo, cosa), neologismos (emplear, listero), apócopes (profe, anarco), germanías (marión, muermo), etc. 3. Las jergas Las llamadas jergas son formas de hablar de grupos cuyos miembros comparten un estatus social, profesión, afición. Las utilizan cuando hablan dentro de su grupo y resultan un tanto inaccesibles para los demás. Las jergas profesionales se distinguen por un campo léxico- semántico muy específico, el de su profesión, mayoritariamente con tecnicismos. Es propio de matemáticos, arista, dodecaedro, elipse; de vinateros, bocoy, oloroso, varietal; del medio tauri- no, afarolado, diestro, manoletina, etc. Los jóvenes también suelen tener una forma peculiar de hablar. De las jergas juveniles suelen venir voces que se ponen de moda por algún tiempo, como guay, la caña, etc. Otros términos de su léxico han tenido más larga vida en la lengua (empollar; molar). Existe una jerga argótica (<argot o germanía), propia de grupos sociales marginados. La utilizan como un código secreto, a modo de aislamiento y autoprotección frente a la sociedad (búho 'soplón', pulir 'robar, vender, b/vasca 'náusea'). A veces, la comunidad toma términos de germanía y los hace comunes, como currar, estar al loro, abrirse. etc. 3.- Variantes diafásicas (la variación en el individuo): los registros Los registros son la adecuación del uso de la lengua a la situación comunicativa en la que se encuentran los hablantes. Se denominan variaciones diafásicas o funcionales. Los registros están identificados por el grado de formalidad que impere en el intercambio. Van desde los grados más altos de formalidad hasta los más informales. Al registro formal también se le conoce como culto, y al informal, como coloquial. El hecho de que el hablante opte por uno u otro depende de varios elementos dignos de consideración, como el espacio físico donde se desarrolla el acto comunicativo, la relación de poder entre los interlocutores, de (des) conocimiento o confianza, el tema tratado... Veamos un caso que combina varias circunstancias: para un hablante que se encuentra en un juzgado, ante un juez y declarando sobre un asunto de acoso laboral, es evidente que elegirá su registro más formal, acorde con una actitud de seriedad y respeto. Sin embargo, la naturaleza del propio intercambio es quien determina el registro por encima de otras consideraciones. Aunque estemos en un juicio y el abogado sea nuestro amigo, la formalidad será inviolable. Cuando un hablante selecciona el registro formal/culto, usa sus mejores habilidades y recursos lingüísticos, se esmera por tener una pronunciación correcta, un léxico preciso y rico, y una adecuada corrección gramatical. En un registro informal/coloquial, que es el más frecuente en la vida cotidiana, la familiaridad situacional propicia comodidad al hablar. Esta produce un efecto psicológico que permite relajarse en la pronunciación, emplear formas más simples en el vocabulario y la gramática. Debemos observar que lo coloquial está precisamente limitado por la informalidad, pero que debe ser distinguido de la vulgaridad, que constituye su nivel más bajo. La vulgaridad se consideraría ya lo malsonante u ordinario, de uso muy restringido a situaciones de mucha confianza o de gran tensión (ira, histeria, amenaza, etc.), nunca en lugares públicos o contextos formales, donde sería incorrecta. En los buenos diccionarios podemos encontrar información acerca del registro al que pertenecen las palabras. Estas indicaciones de uso son marcas que aparecen acompañando al término. Por ejemplo,en el Diccionario de la RAE, mogollón aparece con la indicación abreviada coloq. (coloquial), que precede a las acepciones 'gran cantidad de algo' y 'lío, jaleo'; mientras que la frase cagarla viene acompañada por la marca vulg. (vulgar) para la acepción 'cometer un error difícil de solucionar'. Si bien el registro formal busca atender a los requerimientos de protocolo de la situación, del acto comunicativo y sus participantes con la intención de alcanzar un determinado objetivo, el registro informal (coloquial) prefiere exteriorizar las emociones permitidas por el confort de una conversación relajada. En cuanto a los registros formal e informal, el adoptado por el hablante suele ser mantenido por su(s) interlocutor(es), que lo detecta rápidamente por la selección del propio tono de las intervenciones, el cuidado o atención que se pone en lo que se dice, el nivel de corrección gramatical y fonética, la selección de las palabras, el tempo de emisión del habla, la frecuencia de fórmulas corteses, etc. Ambos registros pueden darse en lengua hablada y escrita, pero es más frecuente que el registro coloquial lo encontremos en la lengua oral. Se distinguen fundamentalmente por: Registro formal (culto) Registro informal (coloquial) Coincide con los rasgos que caracterizan las formas que reconoce cada hablante como rasgos más cultos (según su propio conocimiento y nivel sociocultural). Es frecuente en lengua escrita. Está marcado por la relajación y la sencillez en todos los niveles de la lengua. Su relación con la lengua oral caracteriza la aparición de vacilaciones, superposiciones, exclamaciones, interjecciones, onomatopeyas, apelativos, llamadas de atención, etc.
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