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Reporte de lectua Variación linguistica

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Reporte de lectura: Variación y adquisición lingüística.
Lingüística general II
Docente: Karina Díaz Barajas
Alumno: Raúl Martín Hernández Juárez
Sección: 02
Facultad de Letras
Escuela de Lengua y Literaturas Hispánicas
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
¿Por qué cambian las lenguas?
El cambio: ¿es bueno o malo? Muchas veces el cambio, en general en nuestro aspecto físico, es fastidioso. Está presente en todo el mundo, tanto orgánico como inorgánico, aunque en elementos inorgánicos, por su condición natural de falta de vida, suele notarse menos que en los vivos. El principio general de cambio nos dice que aquello que está vivo tiende a cambiar, y en el lenguaje, que es también un elemento vivo, es decir, en movimiento, activo, se puede ver de muchas formas, una es la pérdida de información: ciertos términos pierdes su fuerza léxica al ser utilizados repetidamente por los hablantes y tienen que ser sustituidos por otros que nos den la información precisa que queremos transmitir; aspecto que se ve reflejado de igual manera en la gramática.
Hay lenguas que no cambian, ciertamente, pero para que una lengua no cambie no puede usarse, incluso el latín, que es una lengua no hablada, ha tenido que modificarse para poder traducir textos; existen 15.000 nuevas palabras latinas introducidas por la oficina correspondiente de El Vaticano, con el fin de poder hablar de cualquier cosa ahora mismo.
“Al principio del tiempo existió una edad de oro”, esta frase es una mentira, no vale la pena discutir sobre la bondad de lo antiguo y la corrupción de lo moderno. Centrémonos en el lenguaje. Ahora no se habla ni mejor ni peor que antes, simplemente diferente, pero la idea de que el cambio en las lenguas es signo de corrupción está tan enraizada que resulta muy difícil luchar contra ella. 
Las lenguas cambian porque se usan y porque el uso impone unas condiciones que necesariamente producen inestabilidad. En primer lugar, las lenguas sufren cambios porque entran en contacto unas con otras; cuanto más intenso sea el contacto, más rápido y drástico será el cambio. El usar una lengua es un asunto complicado, por lo que favorece al que habla, puede perjudicar al que oye, y no hay más remedio que buscar un equilibrio. Se da el caso de que el hablante prefiere decir las cosas de la manera más fácil[footnoteRef:1], pero el que intenta encontrar sentido a lo que dijo la otra persona necesita tener toda la información posible, así se esforzará, también, menos. Este equilibrio perfecto que debe ser logrado entre el hablante y el oyente es imposible, siempre habrá algún desajuste por alguna de las partes que nos llevará a buscar otras formas de expresión. [1: Principio de economía lingüística: decir lo mismo, pero con menor esfuerzo.] 
El problema en toda explicación de cambio lingüístico es cómo pasar de lo individual a lo general, de lo que afecta a dos hablantes a lo que se reflejará en el conjunto de los hablantes, en la lengua. El mecanismo de cambio social y lingüístico se basa en acciones individuales sin necesidad de acuerdo ni consulta ni nada parecido; de manera individual, algunos hablantes empiezan a introducir una innovación, esta es tomada por los demás y al poco tiempo la pandilla o, mejor dicho, grupo social, utiliza la misma palabra.
Otro proceso de cambio es la denominada gramaticalización, que no es más que la transformación de una palabra en un elemento gramatical. Es una opción bastante natural y, en muchas lenguas, permite al hablante tener más precisión en la comunicación. Hoy en día se considera la gramaticalización como una de las formas de cambio lingüístico más importantes, incluso la que más. Como todos los cambios lingüísticos, la gramaticalización va por fases, poco a poco, de modo que el resultado final no surge de un día para otro.
Pero no cambia sólo la gramática, la fonética es a veces más llamativa. Muchas veces, en cualquier aspecto, lo que se aprecia como un simple cambio puesto en marcha se nos presenta como una incorreción. Tal es el caso que se presentó en el siglo XVI, donde el castellano no tenía zeta, es decir, el sonido estaba presente, pero no estaba tan generalizado como para verse reflejado en la escritura. Según parece había tres tipos de ese, como estaban tan próximos, la gente intentaba marcar más claramente la diferencia y resultaron varios sonidos, mismos que, vistos desde la perspectiva lingüística, no son mejores o peores, sino simplemente distintos.
En principio, las causas últimas de cambio son las mismas que en cualquier otro cambio lingüístico: el desequilibrio entre los intereses del hablante y del oyente. Pero también hay aspectos muy específicos, exclusivos de la fonética. Hay fonemas más complejos que otros y la complejidad está por lo general en relación inversa con su frecuencia en las lenguas y con su probabilidad de cambio. Fonemas más frecuentes son menos complejos y, podemos suponer, serán más estables. De modo que complejidad fonética no es lo mismo que dificultad. Esta es una cuestión de hábitos y de cada lengua en particular; aunque el aprendizaje puede convertirse en fácil lo que antes era difícil. Cabe decir que no pronunciamos los fonemas separadamente unos de otros, sino en un conjunto que, comúnmente, afecta a más de una palabra a la vez. Esto hace que algunas características de un fonema se adelanten e impregnen fonemas anteriores, y a la inversa, rasgos de un fonema se mantienen un tiempo afectando a los siguientes. Con esto se puede introducir un principio general de cambio fonético: la articulación de los fonemas puede cambiar por el efecto de otros fonemas próximos.
Las cosas pequeñas son más manejables que las grandes; si una palabra es muy larga y tiene que usarse con frecuencia, habrá tendencia a abreviarla. Este es también un principio general pero que puede afectar tremendamente a la gramática. Cuando se pierden partes de una palabra, puede que la pérdida no deje rastro alguno, pero lo más habitual es que se busquen formas de conservar algo de lo perdido que nos resulte de especial importancia. Esa tendencia a abreviar las palabras es clara en castellano, donde son siempre más cortas que las latinas correspondientes. A largo plazo, el proceso se puede ver obscurecido por la morfología y el efecto de la gramaticalización, que nos permitirá volver a tener palabras muy largas con mucha información morfológica. 
Igual sucede con la dificultad de los fonemas, la longitud de una palabra no es una magnitud absoluta, sino relativa a cada tipo de lengua; pero la correlación estadística entre frecuencia y brevedad, así como la tendencia a que las palabras se acorten, parece universal. Como puede verse, los principios del cambio lingüístico que hemos visto no son leyes inexorables, sino simples tendencias, cuya realización no depende de muchas cosas.
Para entender y explicar los cambios lingüísticos hay que tener en cuenta una multitud de factores. Las razones del cambio no solo tienen que buscarse en las estructuras, sino que, al tomar en cuenta el uso del lenguaje y las condiciones en que tiene lugar, habrá que considerar otras muchas cosas. Un factor importante es el aprendizaje de la lengua por los niños. Estos escuchan expresiones lingüísticas que intentan comprender, pueden llegar a equivocarse, pero al final el niño hablará igual que los adultos aunque algunas cosas habrán cambiado, la acumulación de pequeños efectos puede desembocar en cambios radicales.
Sabemos que las lenguas influyen unas en otras, a veces hasta el punto de transformarlas radicalmente o eliminarlas para siempre. Las lenguas suelen tomar “préstamos” de otras lenguas, ellas nunca devuelven lo que toman prestado, pero está tan arraigado que no vale la pena intentar cambiarlo; sin embargo, existen hablantes de algunas lenguas que tiene poca afición a los préstamos.
En realidad, hay muy pocas lenguas que carezcan de préstamos extranjeros reconocibles. En español hay muchos, como en cualquier otra lengua occidental, aunque probablemente es superado por elinglés. Normalmente las palabras se toman de otras lenguas porque representan objetos, acciones, etcétera, antes desconocidos: al incorporar el objeto incorporamos también la palabra. Otras muchas veces, los préstamos parecen inútiles, porque ya tenemos otras palabras que se refieren a lo mismo; puede ser cuestión de moda o de que los hablantes perciban su utilidad para establecer ciertos matices diferenciales de significado, de modo que podemos decir que cuando un préstamo es realmente inútil, los hablantes dejan de usarlo y desaparece.
El préstamo es un rasgo universal, ha existido siempre en todas las lenguas y seguirá existiendo, de modo que la tinta que se usa para batir la conveniencia o no de aceptarlo, cuáles sí y cuáles no, es una tinta malgastada. Suele pensarse que el préstamo está limitado a los sustantivos y algún raro adjetivo y verbo; es cierto, pero solo en parte, ya que el préstamo de elementos no nominales es menos frecuente, pero no por ello inexistente, tal es el caso de préstamo de elementos gramaticales.
Lo principal que conviene recordar es que nadie ha podido descubrir límites a lo que puede pasar de una lengua a otra aunque es cierto que los sustantivos que se refieren a objetos son los que más viajan, y los elementos morfológicos los que menos.
Variación lingüística
Existe una variación temporal o diacrónica, pero también se manifiesta en la dimensión geográfica y social. Estos tres modos de variación actúan constantemente y contribuyen a creas los dialectos. La lengua como tal es una abstracción, ya que cualquier manifestación suya corresponde a un dialecto.
Aunque el cambio lingüístico es constante, la frecuencia e intensidad de comunicación entre los miembros de la comunidad de habla contribuye a mantener cierta homogeneidad. La asociación de ciertos rasgos lingüísticos con personas de prestigio tiende a valorarlos positivamente, en cambio, la identificación de un rasgo con un nivel sociocultural de escaso prestigio pueden estigmatizarlo.
La norma lingüística castellana, codificada por la Real Academia Española, constituyó hasta mediados del siglo XIX el actual estándar de la lengua, pero hoy día, se reconoce que además de una norma general internacional, existe en cada país hispanohablante una norma culta basada en el habla de las personas instruidas. Al extenderse a otras regiones, el español adquirió nuevos rasgos que a la larga formaron las siguientes grandes modalidades regionales:
· Variantes peninsulares (norteño, andaluz, extremeño, riojano, murciano, canario, entre otros.
· Español hispanoamericano
· Judeoespañol
· Habla de tipo criollo (papiamento, palanquero)
· Español de Guinea Ecuatorial
· Español de Estados Unidos de América
En el caso del judeoespañol, es una variante que se originó debido a un caso extremo de discriminación étnica y religiosa, a raíz de un decreto real que expulsaba de España a los judíos que no quisieran convertirse al cristianismo. Este es un caso que demuestra lo que puede suceder cuando una parte de una comunidad lingüística se divide y los grupos resultantes pierden el contacto directo con la comunidad original. Aunque sea una lengua viva, el judeoespañol se encuentra en recesión, calculándose el número de hablantes alrededor de 350.000. Un factor preponderante ha sido la presión de los idiomas nacionales, como el turco o el inglés, cuya adopción ha limitado drásticamente su ámbito de uso y probabilidad de conservación por las nuevas generaciones.
El castellano se originó en la región del norte de Burgos y se extendió por la Península, y al establecerse en el sur de esta, la lengua desarrolló unos rasgos diferenciales, originando las variantes conocidas genéricamente como castellano meridional, cuya modalidad más extendida es el andaluz, formado entre los siglos XIII y XVI; este es de particular interés por su influencia en la formación del español hispanoamericano. La razón que influyera no es solo que la mayoría de los colonizadores eran originarios de Andalucía, sino que los de otras regiones, generalmente, tenían que quedarse semanas o meses en la zona esperando transporte.
Existen términos que designan un conjunto de variantes regionales de una lengua, tal es el caso de español de América, español americano, hispanoamericano, y por tanto no designan una modalidad homogénea de la lengua. 
En América, además, los peninsulares interactuaron con los indígenas y con los africanos traídos como esclavos, y más tarde con los inmigrantes europeos y asiáticos. Dentro del debate sobre las modalidades hispanoamericanas, de modo que se derivan dos grandes variantes, por un lado las conservadoras, que se desarrollaron en el área de las capitales coloniales, tales como México, Bogotá o La Paz, que eran centros culturales que ejercían una influencia lingüística conservadora; y por otro lado las variantes radicales, que se desarrollaron en el Caribe, principalmente en Cuba, donde hay un fuerte parecido con el español de Andalucía.
Cuando un grupo de personas comparte determinada actividad, profesión o sistema de vida, es normal que desarrollen un lenguaje informal, llamado jerga o argot, comprensible para los miembros del grupo pero no necesariamente para los demás, estas variantes incluyen un vocabulario especializado que describe los objetos de uso del grupo. Pero con el tiempo, algunos elementos jergales pueden incorporarse al lenguaje de una comunidad lingüística más amplia, tal es el caso del lunfardo rioplatense, en Argentina. Si se da el caso en que los hablantes de idiomas distintos se comunican mediante un idioma común, decimos que tienen una lengua franca. Una de las consecuencias del contacto prolongado de dos o más idiomas es la transferencia de rasgos, que puede resultar un simple préstamo o en otros casos puede llegar al bilingüismo, e incluso a un nuevo idioma.
En el caso de que dos hablantes tengan que simplificar el uso de sus expresiones lingüísticas, se da una lengua simplificada, que recibe el nombre de pigdin, caracterizados por su simplicidad, morfología casi inexistente y estructura gramatical igualmente simplificada; de estos se mencionan dos principalmente: el palanquero, que es un criollo de base española hablado en Palenque de San Basilio, y papiamento, hablado en la región de las Antillas Holandesas, teniendo estatus de lengua nacional y medio de cultura, no solo popular, sino también literaria.
Por otro lado, también tenemos presente el fenómeno del bilingüismo, que es entendido como la capacidad de entender y usar dos idiomas, es una característica individual y no colectiva, de modo que solo se puede hablar de pueblos o ciudades bilingües de manera figurada. Es una condición gradativa y no absoluta. El bilingüe completo, capaz de usar ambos idiomas con igual proficiencia, es relativamente extraño, ya que es difícil, aunque no imposible, tener una vivencia equivalente en ambos idiomas en todos los contextos en que se hablan.
Por otro lado, la diglosia se aplica a la relación que existe entre las lenguas. Está presente cuando en una comunidad coexisten dos variantes de una lengua o dos lenguas distintas que cumplen funciones comunicativas complementarias. Aunque una lengua no siempre debe estar en desventaja ante la otra, llegan a existir casos, principalmente con las lenguas indígenas, carentes de prestigio social, donde esta se subordina a la otra. 
Aunado a estos factores, también influyen en la variación lingüística ciertas características comunicativas. Una de estas es la formalidad, que obliga al hablante a elegir, entre dos o más posibilidades, la más apropiada a la comunicación, pero la dimensión de formalidad depende estrictamente del consenso de la comunidad del habla. Están desde el registro más formal, denominado protocolar, ya que su uso se limita precisamente a los protocolos; también se presenta el registro informal, donde los individuos intercambian información a título propio y no en función de sus roles sociales, existe también un registro llamado íntimo, caracterizado por la interacción personal,mínimo de fórmulas y mayos espontaneidad. Por eso es natural que reciba el caso de “lenguaje familiar”; mediando entre estos registro, se encuentra el consultivo, que abarca una amplia área donde la interacción se hace sin intimidad, pero también sin informalidad. 
La capacidad de ajustar automáticamente el registro según el grado de formalidad del contexto comunicativo es una parte de nuestra competencia lingüística que sólo se adquiere mediante la práctica. Esto explica por qué suelen presentarse dificultades al conversar informalmente con los hablantes nativos en situaciones reales, usando un idioma aprendido en un contexto escolar. Por eso una de las contribuciones más relevantes de la pragmática al aprendizaje de idiomas consiste en identificar las características de la comunicación oral para que puedan incorporarse a los materiales de enseñanza.

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