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La dieta para el dolor 3 4 Laura Isabel Arranz 5 La dieta para el dolor Artrosis, fibromialgia, dolor lumbar y otras dolencias crónicas que pueden mejorar con la alimentación 6 © Laura Isabel Arranz, 2018 © Profit Editorial I., S.L., 2018 Amat Editorial es un sello editorial de Profit Editorial I., S.L. Diseño de cubierta: XicArt Maquetación: Víctor Marimón ISBN: 978-84-17208-31-8 Primera edición: mayo, 2018 Producción del ebook: booqlab.com No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal). Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; teléfono 91 702 19 70 – 93 272 04 45). 7 http://www.booqlab.com http://www.conlicencia.com Referencias Sobre la autora Laura Isabel Arranz es doctora en alimentación y nutrición, farmacéutica y dietista-nutricionista. Profesora del Departamento de Nutrición, Ciencias de la Alimentación y Gastronomía de la Universitat de Barcelona, es también consultora en nutrición y legislación alimentaria, y asesora personal y familiar. Especializada en nutrición, obesidad y dolor crónico, es autora de varios libros, fundadora del proyecto “Gana Nutrición” y creadora de la página web “Dieta Lógica y Alimentación Emocional”, que promueve los beneficios de la dieta mediterránea Más información sobre Laura Isabel Arranz Sobre el libro El dolor es una señal de alerta que, si se prolonga en el tiempo, pierde su función y reduce seriamente la calidad de vida de quien lo padece. Cefaleas, lumbalgia, problemas de artritis o de articulaciones son las patologías más asociadas al dolor crónico y tienen la inflamación como factor común. Adoptar unos correctos hábitos nutricionales que prioricen los alimentos con propiedades antiinflamatorias y antioxidantes ayuda a reducir el dolor de forma natural. La Dra. Laura Isabel Arranz nos descubre en este libro su dilatada experiencia nutricional con pacientes que sufren de dolor crónico y analiza la relación entre dieta, enfermedad y dolor. Una guía práctica que ofrece la información más actualizada sobre la materia, así como consejos sobre alimentación saludable para mejorar la salud y restablecer el bienestar. Más información sobre el libro y/o material complementario Otros libros de interés 8 https://www.profiteditorial.com/autores/laura-isabel-arranz/ https://www.profiteditorial.com/libro/la-dieta-dolor/ https://www.profiteditorial.com/categoria-producto/libros-para-vivir-mejor/alimentacion/ Web de Amat Editorial 9 http://www.profiteditorial.com/ 10 Agradecimientos Dicen que publicar un libro es como tener un hijo, uno de papel, claro. Yo, que tengo dos maravillosos hijos, de los de carne y hueso, quiero agradecerles la comprensión, el cariño y la paciencia que me han regalado mientras gestaba este trabajo que ahora ve la luz y que, como ellos bien saben, espero que sea de ayuda para las personas que viven con dolor. Para Lídia y Adrià 11 12 Índice Prólogo Introducción 1. La importancia de una buena alimentación Alimentación y nutrición Dieta mediterránea Tipos de alimentos Nutrición, el juego de las piezas 2. Dieta y salud 3. Microbiota intestinal 4. Emoción y dolor: disfrutar con la comida 5. El dolor crónico Estrés oxidativo Inflamación crónica Sobrepeso y obesidad Elementos disparadores y perpetuadores del dolor 6. Causas más frecuentes del dolor crónico Fibromialgia Artrosis Dolor lumbar crónico 7. Alteraciones gastrointestinales 13 https://booksmedicos.org Dispepsia Flatulencia/meteorismo/distensión abdominal Diarrea/estreñimiento Disbiosis intestinal Síndrome de colon irritable Intolerancia a la lactosa Intolerancia a FODMAP Celiaquía Sensibilidad no celíaca al gluten 8. Dietas propuestas para el dolor crónico Dieta sin gluten Dieta sin lactosa Dieta baja en FODMAP Dieta vegetariana 9. Dieta lógica para no alimentar el dolor Dieta, macronutrientes y otros factores relacionados con el dolor y la obesidad Ingesta de calorías Grasas: el rol importantísimo de los omega-3 Proteínas: requerimientos mínimos y función del L-triptófano Carbohidratos: ingesta saludable, contenido en fibra e intolerancias alimentarias Cuando nos alimentamos bien, nuestro organismo se nutre adecuadamente y funciona de forma óptima ¿Es recomendable tomar suplementos nutricionales? 10. Alimentación emocional para la salud y el bienestar 11. Ideas clave 14 https://booksmedicos.org 15 https://booksmedicos.org Prólogo «Omnívoro» procede del vocablo latino compuesto omnivŏrus, que combina los términos omnis (que se traduce como «todo») y vorāre (cuyo significado se entiende como «comer»). Aunque hay un amplio debate sobre la naturaleza alimentaria del ser humano, es innegable la capacidad omnívora desarrollada en su evolución y la posibilidad de asimilar nutrientes de origen mineral, vegetal o animal. Esta habilidad nos ha permitido una gran capacidad de adaptación mediante diferentes perfiles nutricionales, que han sido fruto de la proximidad facilitada por la agricultura y el pastoreo, y las características climáticas y demográficas del entorno, con la matización determinante de nuestras reglas socioculturales. Probablemente, su objetivo final sea simplemente modular la fuerza biológica que a través de nuestro olfato, gusto y necesidad se realiza sobre la selección natural, conduciendo nuestro comportamiento y determinando así nuestras diferencias genéticas más adaptativas. El desarrollo y la explosión de la comunicación colectiva de los últimos años están impulsando una globalización en la forma de alimentarse, cambiando la producción, el procesamiento, la distribución, la preparación y el consumo de alimentos. Este cambio en la conducta alimentaria podría tener un efecto importante en nuestra nutrición y en la influencia que esta ejerce en el mantenimiento de la salud y en el desarrollo o empeoramiento de las enfermedades. Cuál será su efecto final y en qué medida se está facilitando una desadaptación nutricional en términos genéticos individuales son preguntas que abren algunos foros de discusión. Laura Isabel Arranz nos habla desde la lógica (ella la llama «dieta lógica») de conocer los nutrientes que necesitamos individualmente para incorporarlos de una forma equilibrada y proporcionada, apostando por los alimentos del entorno cercano, fruto de la relación con nuestra identidad biológica y genética: una identidad biológica reflejada en la individualidad de nuestra propia microbiota, masa bacteriana o microorganismos que 16 https://booksmedicos.org nos acompañan y que ejercen de forma simbiótica un papel fundamental en la preparación de nuestros nutrientes y el desarrollo de los productos secundarios; una identidad genética responsable de nuestros procesos celulares, que se desarrollan a partir de los mecanismos de selección natural evolutiva sobre aquellos genes con mayor capacidad de adaptación al entorno y con menor coste en términos de salud. Es indudable la existencia de una relación bidireccional entre nuestro perfil nutricional y nuestro estado de salud. La alimentación es un suceso capaz de incorporar nutrientes a nuestras cadenas metabólicas. Sin embargo, este hecho se desarrolla bajo el efecto de emociones relacionadas con el placer, el bienestar y la seguridad, dirigidas al mantenimiento vital y tan desterradas en los procesos de enfermedad. Estas emociones sufren una verdadera distorsión en las personas afectadas de dolor crónico, lo que les hace vulnerables y puede precipitar una incorporación nutricional inadecuada, excesiva o deficitaria. Es conocida la relaciónentre la alimentación y las alteraciones intestinales, endocrino-metabólicas y la influencia sobre diversas enfermedades, especialmente cardiovasculares. Pero ¿qué les ocurre a las personas con dolor crónico? ¿Qué cambios se producen en la conducta alimentaria de estas personas? ¿Son más frecuentes los trastornos alimentarios como anorexia, bulimia, alimentación selectiva en las personas que tienen o tendrán dolor? ¿Presentan estos pacientes más obesidad, más síndromes metabólicos o más trastornos intestinales que la población general? ¿Pueden algunos alimentos mejorar o empeorar las enfermedades que producen dolor? ¿Pueden algunos alimentos empeorar o mejorar la calidad de vida de las personas con dolor? Estas preguntas están necesitando respuestas más contundentes, pero los estudios realizados hasta el momento indican que las personas con dolor crónico padecen con frecuencia sobrepeso, obesidad, cambios en su conducta alimentaria, alteraciones gastrointestinales y síndromes metabólicos. Los investigadores intuimos que gran parte de estos efectos son la consecuencia de los procesos emocionales y físicos que se desarrollan con el mantenimiento del dolor, pero desconocemos con exactitud qué papel desempeñan los cambios de alimentación, la incorporación inadecuada de nutrientes y las intolerancias adquiridas en el empeoramiento de la enfermedad y la calidad de vida de las personas que la padecen. La doctora Laura Isabel Arranz condensa en este libro la experiencia de muchas horas dedicadas al estudio de los nutrientes y la lectura de las dietas que sus pacientes relatan. Con su habilidad y el compromiso que la caracteriza, ha iniciado la exploración de este conocimiento, apuntando algunas respuestas adecuadas a la alimentación saludable, y especialmente aquellas dirigidas a todas las personas que sufren dolor. DR. ANTONIO COLLADO CRUZ Director Médico Barnadolor 17 https://booksmedicos.org Presidente Sociedad Española de Fibromialgia y Síndrome de Fatiga Crónica (SEFIFAC) 18 https://booksmedicos.org 19 https://booksmedicos.org Introducción Sin duda, todos deseamos tener salud, aunque es un valor al que no atendemos demasiado hasta que lo perdemos. Las personas con dolor crónico saben bien qué significa esta pérdida de bienestar. En general, empezamos a pensar en cómo cuidarnos cuando algo falla, a pesar de que lo ideal es preservar nuestra «maquinaria» en todo momento y cuanto antes mejor. Por complicada que sea la situación, siempre hay algo que se puede hacer, y no hacerlo puede acelerar la progresión de una enfermedad o acentuar sus síntomas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene una definición muy clara y completa de «salud». Según la OMS, la salud no es solamente la ausencia de enfermedades, sino que se trata de un estado de completo bienestar, tanto físico como mental y social. Esta definición muestra una visión global de la salud que es muy importante que no perdamos de vista, pues en situaciones de enfermedad es básica para mejorar al paciente de una forma integral. La misma OMS define «enfermedad» como el proceso y estatus consecuente de afección en un ser vivo, caracterizado por una alteración de su estado de salud. El estado y/o proceso de enfermedad puede ser provocado por diversos factores, tanto internos o propios del organismo como externos a nosotros. Por tanto, se trata de un mero equilibrio en el que podemos estar más cerca de la salud completa o de la enfermedad en función de nuestra situación y de cómo nos cuidemos. También la percepción de cada persona respecto a su estado de salud o enfermedad es muy importante, puesto que condiciona la forma en que se enfrenta a ello y su modo de vivir con la situación en que se encuentra. Las actitudes positivas y optimistas siempre son más favorables a decantar el equilibrio hacia la salud, y por el contrario, las actitudes negativas y pesimistas juegan en contra de ella. Por eso, cada vez se le da más importancia, sobre todo en el caso de dolencias crónicas, a ayudar al paciente a conocer su enfermedad y a afrontarla de la mejor manera posible, para contribuir a que se 20 https://booksmedicos.org encuentre mejor y también para que sea capaz de hacer cambios favorables en algunos de sus hábitos, como puede ser la dieta. En general, los principales condicionantes del estado de SALUD son: • Genética: no es modificable, pero sí modulable por factores externos, como la alimentación, la actividad física, etcétera. Nuestros genes funcionan mejor en un entorno saludable. • Medio ambiente: es limitadamente modificable, dependiendo de si podemos escoger lugares para vivir menos contaminados y más naturales. • Estilo de vida: es casi totalmente modificable; siempre lo podemos mejorar. La alimentación se encuentra en este cajón, pero también la actividad física, el descanso, la relación con el entorno y otros elementos que, en parte, están igualmente condicionados por el medio ambiente que nos rodea. Todos ellos son importantes, pero sin duda la alimentación es uno de los pilares básicos sobre los que se asienta nuestra salud. No son en absoluto inciertas aquellas frases o dichos como «somos lo que comemos» o «que el alimento sea tu medicamento», ya que realmente lo que ponemos a diario en nuestro plato influye profundamente en la composición de nuestro cuerpo y en su funcionamiento. Y gracias a la ciencia de la nutrición y a los miles de estudios sobre la relación de los alimentos y la salud, podemos decir que lo que comemos afecta a todos los niveles de nuestro organismo: composición corporal, órganos, tejidos, células, genes e incluso a los microorganismos que viven en nuestro interior. Por todo ello, es el momento de darle a la nutrición el lugar que merece en el abordaje de la salud, teniendo en cuenta el rol de nuestra dieta tanto en la prevención como en el tratamiento de enfermedades. En la medicina convencional, la terapia dietética se contempla tan solo en algunas ocasiones, cuando el problema está muy relacionado con lo que comemos; por ejemplo, si hay una intolerancia o alergia, si es necesario perder peso, si se debe regular el colesterol o el ácido úrico, etcétera. Sin embargo, en cualquier circunstancia de pérdida de salud, esta se puede mejorar con una buena alimentación, y cuando digo «buena» quiero decir correcta respecto a las necesidades individuales y apetecible respecto a los gustos, costumbres, posibilidades, preferencias y aversiones de la persona. La dieta es una herramienta terapéutica, pero también es un elemento cultural del que debemos poder disfrutar, estemos sanos o no. Uno de los motivos de pérdida considerable de la salud, en todas sus dimensiones, es el padecimiento de dolor de forma crónica. El dolor crónico es una experiencia sensorial negativa debida a una posible lesión en alguna parte del cuerpo, que involucra al sistema nervioso y que persiste durante semanas, meses o incluso años. Muchas personas 21 https://booksmedicos.org padecen dolor crónico en el mundo y su prevalencia se sitúa alrededor del 30 % en la población adulta, siendo mayor entre las mujeres que entre los hombres. Los tipos más comunes de dolor crónico en pacientes adultos son el dolor lumbar (DL), la osteoartritis o artrosis (OA) y la fibromialgia (FM). Todas estas patologías son incapacitantes en algún grado, de manera que las personas con dolor crónico pierden calidad de vida y capacidad para realizar las actividades que llevaban a cabo habitualmente. La situación es aún peor en las personas que tienen más de un padecimiento de dolor crónico, lo que conduce a una capacidad funcional muy pobre y a una disminución drástica de la calidad de vida. El impacto del dolor crónico se mide principalmente con escalas de percepción de los síntomas por parte de los pacientes, de manera que son ellos los que conocen o pueden conocer qué factores o hábitos les resultan positivos y cuáles negativos. Pero para poder guiar a las personas que sufren este tipo de enfermedades es necesario tener un buen conocimientode todos los factores relacionados y, por consiguiente, de cuáles son o pueden ser las estrategias de salud más adecuadas y seguras para cada uno. En las personas con enfermedades crónicas, en general, y en especial con aquellas que cursan con dolor, la alimentación desempeña un papel principal. Normalmente, en estos casos se tiene muy en cuenta la medicación que deben tomar para controlar la sintomatología o la evolución de la enfermedad. Muchos fármacos son obviamente necesarios; sin embargo, en ocasiones se utilizan unos cócteles que también pueden llegar a perjudicar la salud por varios mecanismos. Así, debería tenerse en cuenta que algunos fármacos al interaccionar con los alimentos provocan, por ejemplo, disminución de los niveles de magnesio o de algunas vitaminas básicas para nuestra salud. Si el profesional sanitario tiene esta información, puede mejorar la salud y la vitalidad del paciente disminuyendo la dosis del fármaco a la mínima efectiva y procurando una dieta en la que no falten aquellos nutrientes que puedan estar en riesgo de deficiencia por la interacción con el medicamento. Además, como veremos en detalle más adelante, una alimentación adecuada proporcionará a la persona con dolor crónico todos los elementos necesarios para minimizar el estado inflamatorio que retroalimenta el dolor. No hay que olvidar que si aportamos todos los nutrientes en la cantidad correcta, la persona se sentirá mejor, más vital y su salud intestinal resultará beneficiada. ¿Qué tiene que ver esto último con el dolor? También lo trataremos a lo largo de este libro, pero como avanzadilla cabe decir que el papel que tiene la microbiota (flora) intestinal en los procesos inflamatorios e inmunitarios es muy importante. Los estudios actuales apuntan a que la gran prevalencia de intolerancias alimentarias o alteraciones gastrointestinales en pacientes que tienen patologías con dolor crónico, como la fibromialgia, no es una casualidad. Así pues, en cualquier caso, nuestra dieta debe aportar también aquellos elementos necesarios para 22 https://booksmedicos.org tener a nuestras bacterias intestinales en plena forma, es decir, favorecer una microbiota beneficiosa para nuestra salud. Lo importante es que los profesionales de la salud y los pacientes seamos conscientes de que no se puede tener un resultado cien por cien óptimo con una terapia para el dolor crónico si no valoramos también los factores que inciden en la dieta, como el peso, la composición corporal, las necesidades nutricionales, las posibles intolerancias o el bienestar gastrointestinal. La alimentación tiene que proporcionar una base que favorezca el efecto antiinflamatorio del resto de terapias y también debe aportar todas las vitaminas, minerales, fibras, aminoácidos, antioxidantes, omega-3, etcétera, necesarios para que nuestra «máquina» funcione bien y no se estropee más en el futuro. ¿De qué sirve tratar el dolor crónico de una persona si sigue una dieta incorrecta, que esté aumentando el dolor y provocando otras enfermedades? La alimentación debe ser coherente con las necesidades y circunstancias de cada persona, y también con el conocimiento científico actual. A mí me gusta hablar de «dieta lógica y alimentación emocional» como concepto que reuniría estas ideas en estos cinco principios básicos: 1. Principio de la nutrición. Sin duda, es el principal, pero no el único. Los alimentos, una vez ingeridos, se convierten en nutrientes que nuestro organismo utiliza para su crecimiento, funcionamiento y recuperación. Nuestra máquina es muy compleja y necesita muchos elementos para mantenerse en buen estado; es por eso por lo que la alimentación debe ser variada para aportar el máximo contenido nutricional. Hay que comer lo suficiente para que no nos falte ninguna «pieza». Asimismo, nuestra dieta es también un elemento de prevención, pues si es adecuada, puede protegernos de enfermedades futuras como la diabetes, la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, etcétera. La propuesta de la dieta lógica es utilizar como base las características de la dieta mediterránea, adaptándola siempre a cada persona y a sus circunstancias y patologías, a fin de obtener el mayor beneficio para las personas con dolor crónico. Todo ello es posible gracias a una buena densidad y equilibrio nutricional, a la gran variedad de alimentos, al contenido calórico justo y necesario (no excesivo), a la correcta proporción entre los diferentes tipos de grasas, a la abundancia en vitaminas, minerales, antioxidantes y sustancias antiinflamatorias, y, cómo no, al consumo mínimo de azúcares añadidos, harinas refinadas, grasas saturadas o sal. 2. Principio de la individualización. Una buena dieta es aquella que está adaptada a las características de cada persona, por ejemplo, a su edad, a su actividad física, a su estado de salud, a sus posibles intolerancias o alergias alimentarias, a sus afinidades y aversiones, a su estilo de vida, a sus creencias e incluso a su situación social, 23 https://booksmedicos.org económica y personal. No se puede comparar lo que come una persona con lo que come otra, ya que cada una de ellas tendrá un metabolismo diferente y una forma distinta de aprovechar los nutrientes de los alimentos. Las raciones tampoco pueden ser exactamente iguales para todos, pues las sensaciones de saciedad o la eficiencia en obtener energía de la comida también son distintas. La dieta debe ser diferente para cada uno y ha de adaptarse a cada persona con el objetivo de lograr los mismos beneficios, como mantener el peso corporal, un buen estado nutricional, una buena salud, y prevenir al máximo enfermedades relacionadas con la alimentación. Además, con una propuesta dietética hay que conseguir motivar a la persona a cambiar y mejorar sus hábitos, de manera que no deje de disfrutar con la comida y entienda por qué, en ocasiones, es incluso conveniente reeducar el paladar. Deleitarse con lo saludable es posible, y cada uno de nosotros debe tener información suficiente para saber lo que es positivo para la salud y lo que no lo es. 3. Principio de la microbiota intestinal. Los estudios actuales revelan lo importante que es mantener una flora intestinal beneficiosa a partir de una dieta saludable. Tenemos diez veces más bacterias y otros microorganismos conviviendo en nuestro cuerpo que células propias, y la mayor parte de ellos se encuentran en nuestro intestino. Esto hace pensar que su presencia no es casual ni trivial, sino que detrás de toda esa cantidad de seres vivos ajenos a nosotros hay un sentido y una funcionalidad: están ahí y afectan a nuestra salud. Se sabe, por ejemplo, que la microbiota intestinal desempeña un papel primordial en el sistema inmunitario, en el metabolismo de muchos nutrientes y algunos fármacos, en la síntesis (o formación) de algunas vitaminas y en la generación de moléculas bioactivas. Es importante aportar nutrientes básicos a nuestras células, pero también a los millones de bacterias que forman nuestra microbiota para propiciar el predominio de especies beneficiosas. No están ahí por casualidad; la microbiota forma parte de nosotros y la dieta es el factor externo que más influye sobre ella. 4. Principio de la genética. La ciencia nos ha enseñado que la herencia genética condiciona nuestra salud, pero no de una manera tan inamovible como se pensaba inicialmente. Los genes pueden expresarse a favor o en contra de la salud en función de la alimentación y de los hábitos de vida. Esto era algo impensable hace unos años, pero ahora sabemos que tener una predisposición genética a alguna patología no es sinónimo de sufrirla de forma segura o de que «no hay nada que hacer». Una buena alimentación siempre influye positivamente en el resultado de lo que expresan o no nuestros genes; por tanto, con la dieta siempre podemos optimizar nuestra 24 https://booksmedicos.org salud, también a través de nuestro genoma. 5. Principio de la proximidad. La dieta debe ser coherente con nuestro entorno y adaptarse al medio, al lugar yal momento en el que vivimos. Cada población está preparada para asimilar de forma óptima los alimentos propios de su entorno geográfico. La globalización nos permite comer productos de cualquier lugar del mundo, pero tomar alimentos de proximidad y de temporada aporta mayores beneficios nutricionales, sensoriales y medioambientales. Conociendo la información de los productos y dependiendo de nuestras posibilidades, podremos escoger entre alimentos ecológicos, de producción integrada o convencionales, y también entre los que son de temporada y los que no lo son, pero, en cualquier caso, siempre con una intención saludable. Así, la dieta lógica y la alimentación emocional es mi manera de plantear nuestra forma de comer con el objetivo de obtener el máximo beneficio para la salud, teniendo en cuenta que no debemos buscar una alimentación ideal igual para todo el mundo, sino los mismos beneficios para cada uno de nosotros. Las personas que sufren dolor de forma crónica pueden paliar los síntomas y vivir mejor a través de algunos cambios en su alimentación. 25 https://booksmedicos.org 26 https://booksmedicos.org 1 La importancia de una buena alimentación ¿Por qué los alimentos son tan importantes para la salud? ¿Cómo afecta la nutrición a las diferentes etapas de la vida? ¿Qué o de qué modo deberíamos comer para estar lo más sanos posible? La alimentación tiene muchos aspectos relevantes, y el nutricional, sin duda, es prioritario. Todo lo que comemos nos debe aportar la energía y los nutrientes (vitaminas, minerales, fibra, etcétera) para el buen funcionamiento y, cuando somos niños, crecimiento del organismo. Una dieta adecuada contribuye a una correcta nutrición, que no es solo aquella que evita carencias de nutrientes, sino la que proporciona los nutrientes y las calorías en su justa medida, para que ejerzan un papel clave y óptimo en el funcionamiento de nuestro organismo a pleno rendimiento y no simplemente al ralentí. Por ejemplo, la vitamina C es esencial para todos nosotros, pues, a diferencia de otros animales, no somos capaces de sintetizarla. Sin embargo, aunque la dosis diaria recomendada está en torno a los 80 miligramos al día (lo que evitará claramente que padezcamos escorbuto, una enfermedad derivada de la falta de esta vitamina), muchas personas precisan una ingesta algo superior debido a factores que aumentan las necesidades (contaminación, estrés, tabaco, ejercicio físico, etcétera). Por eso, hay que valorar cuidadosamente qué nivel de nutrientes es óptimo para cada persona y también qué contenido calórico le va a convenir. Así, la fórmula ideal es aportar con la alimentación todos los nutrientes imprescindibles en cantidades adecuadas, siempre con las calorías justas y necesarias, ya que el exceso o el defecto tienen efectos negativos para la salud. Hay un concepto interesante que ayuda a entender todo esto, que es el de «densidad» o «riqueza nutricional». El objetivo es la salud, y para una buena salud se requieren muchos nutrientes, pero por otro lado es indispensable mantener nuestro peso corporal en valores apropiados, pues de lo contrario esto será un factor más que nos perjudicará. 27 https://booksmedicos.org El gran problema hoy en día en los países desarrollados es el exceso de calorías en la dieta y el aumento de peso. En general, consumimos demasiada energía, y no siempre es debido a ingerir mucha cantidad. El fallo suele estar en comer mal, a veces incluso comiendo relativamente poco, pero tomando alimentos con un elevado contenido calórico, de forma que el resultado es una ingesta de muchas calorías y de pocos nutrientes. Lo que necesitamos es todo lo contrario: tomar pocas calorías, las justas para mantener nuestro peso y nuestro ritmo de actividad, y una buena cantidad de nutrientes, como vitaminas, minerales, antioxidantes, fibras, etcétera. Precisamos densidad nutricional, de tal manera que el valor energético de lo que comamos cada día nos proporcione cantidad y calidad de elementos vitales. Si tuviéramos que escoger entre lo que nos aportan 30 gramos de galletas o 30 gramos de frutos secos, deberíamos decantarnos por la segunda opción, pues además de menos azúcares y menos grasas saturadas o trans, también encontraríamos muchos más nutrientes interesantes. Somos como somos, pero también somos lo que comemos. En función de nuestra dotación genética, no es lo mismo comer una cosa que otra, y a través de la alimentación podemos potenciar en gran medida la salud. En este sentido, no cabe pensar que una persona con una enfermedad crónica no deba tener en cuenta su alimentación. Contrariamente, en situaciones de patología, la dieta ayuda a disminuir algunos síntomas, a mejorar el resultado de los tratamientos y la evolución de la enfermedad, y también a reducir el riesgo de padecer otros trastornos. Si no gozamos de una salud plena, ¿cómo no vamos a procurar darle lo más idóneo a nuestro organismo? Además, es necesario entender que otros factores del estilo de vida, como el estrés, el descanso y la actividad física, influyen en cómo nos alimentamos, en nuestro estado nutricional y en la forma en que funciona el organismo. Hay muchos elementos que afectan al modo como nuestro cuerpo aprovecha o utiliza los nutrientes, gestiona la energía (quemando o guardando más o menos), da señales de saciedad, etcétera. Al final, todo está relacionado y conviene saberlo para seguir una buena alimentación y cuidarse en un sentido muy global. Alimentación y nutrición Cuando hablamos de alimentación y nutrición no nos referimos exactamente a lo mismo. Sin alimentación no hay nutrición, y sin nutrición no hay vida. Entonces, ¿cuál es la diferencia? La alimentación es el proceso voluntario y consciente por el que las personas comemos o ingerimos alimentos. Es un acto necesario que realizamos varias veces al día. 28 https://booksmedicos.org La nutrición, en cambio, son todos aquellos procesos involuntarios y no conscientes que el organismo realiza para llevar a cabo las funciones de aprovechamiento de nutrientes y de eliminación de sustancias de desecho que no le son útiles. Por otra parte, para el ser humano la alimentación no es solo un acto de supervivencia, como en el caso de los animales, sino que además tiene otras implicaciones y funciones que son también muy importantes. En ella confluyen muchos aspectos sociales, culturales, emocionales y fruitivos. Por medio de la alimentación, nos relacionamos con los demás y disfrutamos alrededor de una mesa o de un alimento. Cocinamos para que además de nutrirnos, los alimentos produzcan placer a los sentidos; muchas veces utilizamos alimentos específicos para celebraciones o simplemente para degustar y gozar. En ocasiones, estos no son los más adecuados nutricionalmente por tener demasiadas grasas o azúcares, pero no pasa nada reprobable cuando los tomamos solo en momentos especiales. Lo que importa de la alimentación son los hábitos que tenemos en el día a día; ahí la riqueza nutricional sí que es fundamental, y la constancia también, pues al final, queramos o no, somos lo que comemos y nuestra salud refleja el «combustible» habitual que usamos para nuestra máquina. La nutrición proporciona todos aquellos elementos necesarios para funcionar lo mejor posible, hasta tal punto que esta ciencia está pasando a un primer plano como un componente determinante de la salud y como un factor primordial en la prevención de enfermedades crónicas y en la mejora de su evolución. ¿Qué son los alimentos? Un alimento es cualquier sustancia o producto destinado a ser ingerido por los seres humanos, tanto si ha sido transformado completa o parcialmente como si no lo ha sido. Los alimentos nos proporcionan los nutrientes que el organismo necesita para funcionar. ¿Qué son los nutrientes? Son las sustancias que contienen los alimentos y que el organismo puede extraer y aprovechar para su funcionamiento. Muchos de los nutrientes son esenciales, lo que quiere decir que solo los podemos obtener mediante lo que comemos, puesto que nuestrocuerpo no los puede sintetizar. Los nutrientes se dividen en dos grupos principales, los macronutrientes y los micronutrientes, todos necesarios para el organismo, unos en mayor cantidad que otros. Una dieta desequilibrada, insuficiente o poco variada puede hacer peligrar el aporte correcto de nutrientes, comprometiendo nuestras necesidades y condicionando el buen mantenimiento del estado de salud. Los macronutrientes son los hidratos de carbono, las proteínas y las grasas, y los micronutrientes son básicamente las vitaminas y los minerales. Además, el cuerpo también necesita agua para hidratarse y otras sustancias que contienen los alimentos, como los antioxidantes de diferentes tipos que están presentes en los vegetales. Todos los nutrientes están contenidos en las distintas clases 29 https://booksmedicos.org de alimentos que constituyen nuestra dieta. Dieta mediterránea Según el principio de la nutrición, la dieta debe aportar los beneficios máximos para nuestra salud presente y futura. Y si hay un patrón alimentario que ha demostrado de forma contundente su potencial como protector de la salud, ese es la dieta mediterránea. Este tesoro nutricional lo es también a nivel cultural, ya que el 16 de noviembre de 2010 fue declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Se conoce como «dieta mediterránea» el modo de alimentarse basado en modelos dietéticos de los países mediterráneos, especialmente España, Portugal, sur de Francia, Italia, Grecia y Malta. Pero la dieta mediterránea no es solo un patrón alimentario, sino que es un estilo de vida, que combina ingredientes de la agricultura local, productos de temporada, recetas y formas de cocinar propias de cada lugar. Compartir comidas, celebraciones y tradiciones, junto a un clima benigno que favorece la práctica de ejercicio físico moderado a diario, aporta un claro beneficio para nuestra salud. De hecho, la palabra «dieta» viene de la antigua palabra griega diaita, que significa «estilo de vida equilibrado», y esto es exactamente lo que es la dieta mediterránea, en realidad, mucho más que «solo» una pauta nutricional. Sus principales características como dieta son un alto consumo de productos vegetales (frutas, verduras, legumbres, frutos secos), pan y otros cereales integrales (el trigo como alimento base), el aceite de oliva como grasa principal, la presencia de proteínas en forma de huevos, pescado azul y carnes blancas, la baja ingesta de carnes rojas, el uso del vinagre y especias locales, y el consumo regular de vino en cantidades moderadas. ¿Lo hace todo ello mejor que otros tipos de dieta? Además de aportar los nutrientes necesarios en un excelente equilibrio, la dieta mediterránea es el patrón alimentario más estudiado y el que cuenta con mayores evidencias respecto de sus ventajas en la prevención de enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, sobrepeso y obesidad, y otras. Pero ¿qué componentes son los que están involucrados en estos beneficios? Sabemos que la dieta mediterránea es especialmente rica en nutrientes y en otras sustancias que tienen efectos positivos en nuestro organismo. Los diferentes tipos de fibra alimentaria, la gran cantidad de sustancias antioxidantes como el resveratrol del vino y las uvas, o el licopeno del tomate, los ácidos grasos omega-3, el ácido oleico, etcétera, hacen de esta dieta un verdadero cóctel de salud. 30 https://booksmedicos.org • Aceite de oliva (virgen extra) • Cereales integrales • Pan integral • Legumbres: garbanzos, judías, lentejas • Frutos secos: nueces, almendras, avellanas, pistachos • Frutas • Verduras y hortalizas • Derivados de la leche: queso y yogur • Vino • Pescado • Condimentos: ajo, cebolla, perejil, orégano, tomillo, romero, menta... Tabla 1.1. Ingredientes principales de la dieta mediterránea. Los beneficios para la salud que ofrece la dieta mediterránea se consiguen cuando seguimos fielmente este patrón alimentario. Sin embargo, por motivos diversos, esta situación ideal no siempre se produce. Si cada uno de nosotros analizara si realmente está comiendo a diario según el modelo, la mayoría observaría que se encuentra lejos de su seguimiento. ¿Tomo dos o más raciones de verdura y dos de fruta cada día?, ¿un puñadito de frutos secos y un yogur diariamente?, ¿pescado como mínimo tres veces a la semana y, por lo menos, una es pescado azul?, ¿carne solo algunos días de la semana?, ¿los cereales son integrales?, ¿el aceite de oliva es virgen extra? Habitualmente consumimos demasiados alimentos de origen animal, productos procesados e industriales, y cantidades insuficientes de alimentos de origen vegetal. El resultado de todo ello es que ingerimos muchas calorías, un exceso de azúcares y grasas, y menos micronutrientes de los que en realidad necesitamos. No perdamos de vista que el consumo de todos estos alimentos y de algunos otros está organizado de manera que en esta dieta abundan los de origen vegetal frente a los de origen animal. Esta es una recomendación que beneficiará a las personas con dolor crónico, pues se eliminan de la dieta elementos que perjudican y se potencian otros que son beneficiosos. La forma gráfica más utilizada para representar la frecuencia de consumo que deberíamos tomar de cada grupo de alimentos es la pirámide alimentaria, que en el caso de la dieta mediterránea sería la que se muestra en la figura 1.1. 31 https://booksmedicos.org Figura 1.1. Pirámide de la dieta mediterránea: un estilo de vida actual. Fuente: Pirámide de la Fundación Dieta Mediterránea, 2010. La pirámide de los alimentos representa la frecuencia correcta con la que hemos de consumir los alimentos. En la base de nuestra alimentación, como consumo diario, tienen que estar básicamente las verduras, las frutas, los cereales integrales, los frutos secos, el aceite de oliva y los derivados lácteos como el yogur. Como consumo semanal, deben incluirse las legumbres, el pescado, las carnes blancas, y las carnes rojas y procesadas en menor proporción. Y de forma muy ocasional, aparecen dulces y otros alimentos con poco valor nutricional. La Fundación Dieta Mediterránea ha actualizado recientemente esta pirámide para incorporar también aspectos importantes del estilo de vida actual, y sitúa en la base factores como la hidratación, la actividad física, el componente social de las comidas en familia o en grupo, la cocina casera y los productos de proximidad. Es interesante comentar que en esta versión revisada y actualizada de la pirámide de 32 https://booksmedicos.org la dieta mediterránea ha habido un cambio importante en el primer escalón de alimentos. Antes se consideraba que en la base debían estar todos los cereales (pan, harinas, pasta, arroz, cereales de desayuno...) y las patatas, es decir, los alimentos relevantes como fuente de hidratos de carbono. ¿Por qué se ha modificado este criterio? Básicamente, por el problema de sobrepeso que, en general, nos afecta, asociado a una tendencia al sedentarismo en la población. Hoy se considera que es beneficioso disminuir un poco el aporte de estos alimentos energéticos a favor de una mayor ingesta de verduras y frutas, que, por otro lado, son las grandes olvidadas en la alimentación de muchas personas. Esta recomendación de disminuir los alimentos ricos en hidratos de carbono por verduras y frutas como base de nuestra dieta es aplicable también a las personas con dolor crónico, pues es una manera de reducir el contenido calórico y mejorar el peso corporal. Además, con una ingesta mayor de alimentos vegetales del grupo de las verduras y las frutas obtenemos muchas vitaminas imprescindibles para nuestro organismo. La pirámide explica también que es recomendable consumir cada día pequeñas raciones de frutos secos, semillas, aceitunas y especias o alimentos como el ajo y la cebolla. Además, es asimismo conveniente tomar diariamente alguna ración de un derivado lácteo, con especial énfasis en el yogur y en el queso. Por otra parte, se aconseja que alguna vez a la semanase incluyan legumbres, carnes blancas, pescado y huevos. Se limitan a un consumo más ocasional las carnes rojas y los derivados cárnicos, y en la punta de la pirámide están los alimentos muy grasos o dulces, que deberíamos comer tan solo eventualmente. Sobre las legumbres merece la pena comentar que es necesario cambiar el concepto de ración y preparación. Actualmente, se sugiere que estén en la dieta semanal, pero en raciones moderadas y siempre con recetas que no añadan grasas de origen animal. Si seguimos esta pauta de consumo de alimentos, lograremos un reparto de la cantidad de macronutrientes similar al que se muestra a continuación, teniendo en cuenta que estos cálculos están hechos para una dieta promedio de 2.000 kilocalorías al día y, por tanto, no es más que un ejemplo orientativo. Cada uno de nosotros necesitará más o menos cantidad de energía y macronutrientes en función de nuestra edad, la actividad física que realicemos, si somos hombre o mujer y, por supuesto, si tenemos dolor crónico y nos es preciso conseguir un peso saludable. Grasa total: 66 gramos Grasas saturadas: 17 gramos Grasas monoinsaturadas: 38 gramos Grasas poliinsaturadas: 11 gramos 33 https://booksmedicos.org Hidratos de carbono: 275 gramos Proteínas: 34 gramos Tabla 1.2. Contenido en macronutrientes de la dieta mediterránea. Se puede observar que, en este patrón de consumo que es la dieta mediterránea, la mayor parte del aporte energético total proviene de los hidratos de carbono, pero recordemos que estos tienen que proceder principalmente del consumo de verduras, frutas, frutos secos y legumbres. Se suele indicar que el aporte sea del 50 % al 55 % para la población en general, algo inferior para las personas con dolor crónico o que necesitan bajar de peso, y algo superior para las que practican deporte. Los porcentajes aconsejados de macronutrientes principales son los que se muestran en la tabla 1.3. La grasa total y las saturadas, los hidratos de carbono y los azúcares, el colesterol y la sal deben limitarse a las recomendaciones o, mejor todavía, a los requerimientos de cada persona, pues tomados en exceso pueden perjudicar la salud, ya que aumentan el riesgo cardiovascular y también promueven la inflamación y el dolor. Nutriente % de la energía total Grasas totales 30-35 % Grasas saturadas 7-8 % Grasas moninsaturadas 15-20 % Grasas poliinsaturadas 5 % Ácido alfa-linolénico 2 gramos DHA 200 miligramos Hidratos de carbono 50-55 % Azúcares < 10 % Colesterol < 300 miligramos Fibra > 25 gramos Sal < 6 gramos Proteínas 12-15 % Tabla 1.3. Reparto de la energía diaria entre los diferentes componentes de la dieta, según el modelo de dieta mediterránea. 34 https://booksmedicos.org Alimentos clave de la dieta mediterránea y nutrientes que aportan Hablar de nutrientes es muy científico, pero poco práctico. Necesitamos saber dónde están esos componentes de la dieta para saber qué alimentos debemos consumir. La dieta mediterránea es un patrón alimenticio que aporta un perfil de grasas muy saludables, por la inclusión de ácidos grasos monoinsaturados procedentes del aceite de oliva y ácidos grasos poliinsaturados omega-3 procedentes del pescado azul, los frutos secos y las semillas. Además, si la seguimos bien, proporciona muchos antioxidantes a través de los alimentos de origen vegetal, que también suministran fibra, lo que favorece nuestra salud intestinal. Los beneficios principales de la dieta mediterránea para personas con dolor crónico son los siguientes: • Proporciona una gran cantidad y variedad de nutrientes de todo tipo de una forma equilibrada. • Es antiinflamatoria, pues aporta muchos antioxidantes. • Provee también de grasas saludables, como las del aceite de oliva, monoinsaturadas y las del pescado azul y frutos secos, los omega-3. • Favorece el mantenimiento y la pérdida del peso corporal. • Es beneficiosa para la salud, en general, y para la salud cardiovascular, en particular. • Aporta gran cantidad de fibra de todo tipo, con lo que se favorece el tránsito y la flora intestinal. • Es una dieta cercana a nosotros, de modo que el cambio de hábitos es más sencillo y también más fácil de mantener en el tiempo. • Tenemos gran disponibilidad de alimentos para llevarla a cabo. En la siguiente tabla (1.2), se resumen las fuentes alimentarias naturales de los nutrientes de la dieta mediterránea. Los alimentos procesados o industriales no están contemplados en esta tabla porque, aunque forman parte de nuestra alimentación habitual, apenas se incluirían en un modelo de dieta mediterránea genuino. Nutrientes Alimentos Grasas totales Grasas comestibles, aceites vegetales, alimentos de origen animal, semillas, frutos secos, lácteos Grasas saturadas Alimentos de origen animal, lácteos, algunas grasas vegetales (coco y palma) Grasas monoinsaturadas Aceite de oliva virgen extra 35 https://booksmedicos.org Grasas poliinsaturadas n-6 Aceites vegetales, semillas Grasas poliinsaturadas n-3 Semillas, frutos secos, pescado azul Ácido alfa-linolénico Semillas, frutos secos EPA y DHA Pescado azul Colesterol Alimentos de origen animal Hidratos de carbono Cereales, legumbres, frutas, verduras, frutos secos Azúcares Frutas y verduras Proteínas Carnes, pescados, huevos, legumbres Fibra Legumbres, verduras, frutas, frutos secos, semillas, cereales integrales Tabla 1.4. Fuentes alimentarias naturales de los nutrientes de la dieta mediterránea. Pero ¿seguimos actualmente una dieta mediterránea auténtica? ¿Qué ha cambiado en los últimos años? En los últimos cincuenta o sesenta años, se han producido muchos cambios en nuestra sociedad que han influido profunda y negativamente en la forma de comer. La dieta mediterránea es algo que tenemos realmente a mano, pero que en general no seguimos bien. También es importante destacar que en las últimas décadas, además de las variaciones en la alimentación, ha tenido lugar un descenso dramático de la actividad física a favor de una sociedad sedentaria en extremo. Las tablas 1.4 y 1.5 muestran algunos de los cambios más importantes. Sociedad agrícola rural (hasta mediados de 1950) Sociedad industrial (desde 1960 hasta ahora) Disponibilidad de alimentos Baja Alta Ingesta de lácteos Baja Alta Ingesta de carne Baja Alta Ingesta de frutas, verduras, legumbres, huevos, pescado y marisco Alta Baja Ingesta de azúcares Muy baja Alta 36 https://booksmedicos.org Consumo de vino Baja y a diario Alta ocasionalmente Tabla 1.5. Alimentación (1): sociedad agrícola versus sociedad industrial. Fuente: Balanza, 2007, ENIDE, 2011, ENCAT, 1992-2003. Sociedad agrícola rural (hasta mediados de 1950) Sociedad industrial (desde 1960 hasta ahora) Ingesta total de energía (E) Baja Alta % E aportada por grasas Baja Alta % E aportada por grasas animales Baja Alta % E aportada por hidratos de carbono Alta Baja % E aportada por proteínas Baja Alta Ingesta de fibra Alta Baja Tabla 1.6. Alimentación (2): sociedad agrícola versus sociedad industrial. Fuente: Balanza, 2007, ENIDE, 2011, ENCAT, 1992-2003. No es difícil darse cuenta de que las cosas han cambiado mucho en poco más de medio siglo. Nuestros padres o abuelos, como miembros de una sociedad rural, consumían muchas menos calorías, menos azúcares, menos grasas, más hidratos de carbono, menos proteínas (especialmente, las de origen animal) y mucha más fibra. Ahora, en comparación, apenas nos movemos y, sin embargo, ingerimos más calorías, más grasas, más hidratos de carbono y azúcares, más proteínas de origen animal y menos fibra. Esto no nos favorece, y aún nos perjudica en mayor medida si padecemos una enfermedad o dolor crónico. Tipos de alimentos No hay alimentos buenos y alimentos malos. Cada uno tiene diferentes características debido principalmente a su composición o a la forma en que se elabora. De acuerdo con ello, los consumiremos con una determinada frecuencia, o bien diariamente, o alguna vez a la semana, o de manera ocasional (unas pocas veces al mes o menos). Casiningún alimento es perjudicial en sí mismo si lo tomamos en la proporción que le corresponde. Es una cuestión de cantidades y frecuencias. Como dice el refrán, «la dosis hace el veneno». 37 https://booksmedicos.org La información que aporta la representación gráfica de la pirámide alimentaria es cualitativa y no nos dice nada acerca de las cantidades que son recomendables para cada tipo de alimento. Sobre esta cuestión, podemos consultar tablas de raciones de alimentos, como la que se incluye a continuación, que nos indican la cantidad que representa una unidad de consumo normal. Las medidas de las raciones son siempre orientativas, ya que cualquier intento de generalizar las cantidades que se han de tomar de cada alimento es vano, puesto que cada persona tiene sus propias necesidades. En cuanto a las personas con dolor crónico, las raciones de alimentos ricos en hidratos de carbono, como el pan, los cereales, la pasta, el arroz y las patatas, y los ricos en grasas saturadas, como las carnes rojas, deberían ajustarse un poco a la baja, mientras que en el caso de los alimentos vegetales, las raciones pueden ser más abundantes o moderadas pero más frecuentes. Así, evitamos un exceso de calorías y además procuramos un aporte generoso de antioxidantes, que también lo obtendremos si tomamos cada día aceite de oliva virgen, tanto para aliñar como para cocinar. Grupo de alimentos Raciones recomendadas Medida de una ración (orientativo) Pan, cereales, pasta, arroz y patatas de 4 a 6 raciones al día 3 o 4 rodajas de pan, 1 panecillo, 1 plato normal, 1 patata grande Verduras y hortalizas 2 o más raciones al día 1 plato de ensalada o verdura, 1 tomate grande, 2 zanahorias Fruta 3 o más raciones al día 1 pieza mediana, 2 rodajas de melón o sandía Lácteos de 2 a 4 raciones al día 1 vaso de leche, 2 yogures, 125 gramos de queso fresco, 75 gramos de queso seco Pescado blanco 2 o más raciones a la semana 125-150 gramos Pescado azul 2 o más raciones a la semana 125-150 gramos Huevos de 3 a 4 raciones a la semana 1 huevo grande o mediano, o 2 pequeños Legumbres de 3 a 4 raciones a la semana 1 plato normal (60-80 gramos en crudo) Frutos secos de 3 a 7 raciones a la semana 1 puñadito (alrededor de 30 gramos) Carnes magras de 3 a 4 raciones a la semana 1 filete pequeño, ¼ de pollo 38 https://booksmedicos.org Carnes rojas Ocasional (alguna vez al mes) 1 filete de unos 100 gramos Embutidos Ocasional (alguna vez al mes o alguna vez por semana, en poca cantidad; para los bocadillos) De estos alimentos no hay tamaño de ración (cuanto menos mejor) Dulces, snacks, refrescos... (fruitivos) Ocasional (alguna vez al mes o menos) De estos alimentos no hay tamaño de ración (cuanto menos mejor) Tabla 1.7. Grupos de alimentos, raciones recomendadas para población adulta y medida orientativa de una ración. Fuente: Adaptado de Dapcich y cols., 2004. Estas raciones nos ayudan a hacernos una idea de si lo que comemos es mucho, normal o poco. Habitualmente no nos planteamos si comemos bien, mucho o poco, pues nos alimentamos según los hábitos que hemos adquirido a lo largo de nuestra vida. Tan solo en situaciones específicas prestamos un poco más de atención a los alimentos que vamos a tomar, con el objetivo de mejorar nuestra nutrición; por ejemplo, en el embarazo, si practicamos deporte o si pretendemos perder peso. Salvo en estas circunstancias, no es común abordar cambios dietéticos importantes para mejorar la salud. Si padecemos enfermedades como la artrosis, la fibromialgia, el dolor lumbar crónico, la artritis reumatoide o sufrimos dolor crónico por alguna otra causa, debemos tener en cuenta qué y cómo comemos. ¿Cómo regula el cuerpo lo que comemos? ¿Por qué tenemos inclinación por determinados sabores? Nuestro cerebro controla las funciones del gusto y del olfato, que son las más directamente relacionadas con la toma de alimentos. El gusto es un sentido que nos sirve para detectar sustancias químicas peligrosas para nuestra salud. Lo que ocurre es que ya hace muchos años que el ser humano dejó de utilizar esta función por necesidad al consumir alimentos conocidos y preparados por él mismo. Además, en las primeras etapas de la vida, el sabor dulce es el que se reconoce como seguro, puesto que es el primero que se ha aprendido durante la lactancia materna. Lo expresan claramente las caras de los bebés cuando prueban por primera vez la fruta, con su acidez, o la verdura, con su toque insípido comparado con la leche. Posteriormente, poco a poco vamos aprendiendo a aceptar los alimentos con diferentes sabores. Este proceso nos suele resultar placentero y, por tanto, disfrutamos probando una nueva receta, un nuevo restaurante o una nueva cultura culinaria. Cocinamos y elaboramos los alimentos para deleitar el gusto; por tanto, este sentido y su relación con lo psicológico es muy importante. El placer es esencial. A menudo nos preguntamos: ¿por qué me gusta lo que no me conviene? Esto tiene dos explicaciones básicas. La primera es que la tendencia natural de nuestro organismo es tener cierta propensión a los alimentos más calóricos, dulces y ricos en grasas, debido 39 https://booksmedicos.org a que aún funcionamos con los genes ahorradores, esos que hacen que el cuerpo guarde reservas para las épocas de escasez. La cuestión es que en nuestro contexto actual, en los países desarrollados, este mecanismo ahorrador no nos sirve de mucho y nos hace engordar. La otra explicación es que probablemente no hemos educado lo suficiente nuestro paladar y, por ello, no está acostumbrado a disfrutar de lo que es saludable. También es conveniente saber que, aunque nuestro cuerpo genera señales de saciedad para poder parar de comer cuando ya hemos tomado una cantidad suficiente de alimento, en ocasiones estas no funcionan. Debemos distinguir entre la verdadera sensación de hambre, que aplacaríamos normalmente con cualquier tipo de alimento que tuviéramos a mano, y la sensación de «apetito», que es más caprichosa en relación con determinados alimentos y genera impulsos de ansiedad como los que nos hacen picotear cuando no corresponde. Siendo consciente de todo esto, la persona que cambia sus hábitos alimentarios y los hace más sanos difícilmente vuelve hacia atrás. Y la buena noticia es que siempre estamos a tiempo para aprender disfrutando de la comida. ¿Y qué hacemos con el entorno que nos ofusca? La información y el conocimiento son las mejores herramientas para que el contexto no sea una limitación para comer bien. A partir de ahí podremos realizar elecciones saludables, decidir qué voy a tomar y qué no, y determinar también cuánta cantidad es la que quiero. El cuerpo es muy sabio y la mente muy poderosa. Debemos escuchar a nuestro organismo para reconocer si tiene hambre o ansiedad, o si ya está lleno después de una comida. Son matices, pero las pequeñas diferencias en la alimentación del día a día llevan al gran cambio. Esto es aplicable también a esos momentos en los que nos ponemos a dieta para perder unos kilos. Si restringimos mucho las calorías que vamos a tomar, nuestro organismo notará un salto desmesurado que no entenderá y reclamará comer más, lo que provocará más sensación de hambre y un mayor almacenamiento de reservas «por si acaso». Nuestra mente también tiene un poder enorme en esta situación. Si nos privamos de algo en gran medida, no haremos otra cosa que desearlo. Por eso, lo que funciona son las pequeños variaciones y siempre de forma paulatina. Lo mismo pasa cuando un niño debe aprender a comer; no conseguiremos que, si no come nada de fruta o verdura, cambie de un día para otro, porque hay que ir despacio. Educar la alimentación en adultos es algo muy similar. ¿Cómo se agrupan y qué aportan los alimentos? Pan, cereales, arroz, pasta y patatas. Aportan básicamente hidratos de carbono, que es la principal fuente de energía para el organismo, nuestro combustible. Más del 50 % de las calorías que ingerimos tendrían que venir de los hidratos de carbono. En general, el 40 https://booksmedicos.orgconsumo de estos productos está por debajo del recomendado, puesto que hemos dado más importancia a otros alimentos, como las carnes. Es mucho mejor escoger, siempre que sea posible, los productos integrales porque aportan más minerales, más fibra y ayudan a un aprovechamiento más lento y saludable de los hidratos de carbono. Verduras y hortalizas. Proporcionan principalmente agua, fibra y muchas vitaminas y minerales. Son esenciales en la composición de la dieta, ya que sin estos elementos muchas funciones de nuestro metabolismo no se podrían llevar a cabo. Como la mayoría de las vitaminas se destruyen parcialmente por el calor, es aconsejable que una de las raciones de verduras u hortalizas del día sea en crudo (sin cocinar, pero muy bien lavadas). Frutas. Al igual que las verduras y las hortalizas, las frutas son fuente de vitaminas, minerales y fibra, y también otras sustancias, como, por ejemplo, algunos antioxidantes. Hay frutas, como los cítricos y los kiwis, que son especialmente ricas en vitamina C, que además de ser una vitamina antioxidante, desempeña muchas funciones importantes para el sistema inmunitario y otros tejidos de nuestro organismo. En general, las frutas tienen mucha agua y un contenido energético muy bajo; por eso, comer fruta significa tomar muchos nutrientes con muy pocas calorías, de la misma manera que en el caso de las verduras y las hortalizas. Lácteos. Tienen muchas propiedades nutricionales, ya que aportan proteínas, vitamina D y, sobre todo, calcio, indispensable en la etapa de crecimiento para la formación de un tejido óseo que debe mantenerse fuerte toda la vida. La fijación del calcio en los huesos se da principalmente en la infancia, pero el aporte de calcio y vitamina D es necesario siempre. En el caso de los adultos, y en especial en aquellos con enfermedades inflamatorias como la fibromialgia, es recomendable tomar derivados lácteos desnatados para contribuir así a disminuir las grasas saturadas de la dieta. Entre estos alimentos, los que tienen un especial interés son los yogures, porque con sus bacterias lácticas vivas contribuyen a una flora intestinal sana. Dos yogures son una ración de lácteo, así que dos yogures al día es una buena recomendación. De hecho, las leches fermentadas se han consumido desde muy antiguo, sobre todo en Oriente. En Occidente, no fue hasta el siglo XX cuando se empezaron a introducir, al principio como un producto medicinal algo excepcional que se vendía en farmacias para las diarreas de los niños, pero años más tarde, hacia la década de los sesenta, se extendió su uso y comercialización como producto alimenticio. En cuanto a la vitamina D, cabe apuntar que no solo la obtenemos de los alimentos, sino también de la exposición solar, puesto que gracias a la luz que incide en nuestra piel, esta puede sintetizarla. De hecho, es más importante la cantidad de vitamina D que 41 https://booksmedicos.org producimos en nuestro organismo que la que conseguimos a través de la dieta. Por eso, los paseos al aire libre son muy positivos en todos los sentidos. Pescado blanco. El pescado, en general, resulta una buena fuente de proteínas de igual calidad que las de la carne, a pesar de que el contenido en hierro es un poco inferior. Como ventajas, hay que destacar que las proteínas del pescado acostumbran a ser más fácilmente digeribles y que la cantidad de grasas suele ser bastante menor que en las carnes y, además, de mejor calidad (son más saludables por ser menos saturadas). El pescado también aporta algunas vitaminas y minerales, como fósforo, zinc y yodo. Son pescados blancos la merluza, el rape, el lenguado, el gallo, la maira (bacaladilla, lirio), la pelaya (peluda), etcétera. El bacalao, a pesar de ser un pescado blanco, por sus características nutricionales, especialmente porque contiene más grasa que el resto, se puede encontrar clasificado dentro del grupo del pescado azul. Lo ideal es consumir pescado blanco dos o tres veces por semana. Así, conseguiremos también reducir el consumo de carnes, que habitualmente es superior a lo recomendado. Contaminantes en el pescado Sin duda, habrás oído hablar de que el pescado contiene contaminantes como el mercurio. El pescado azul, que tiene más grasa, acumula más los contaminantes, y en especial, los ejemplares de mayor tamaño. Esto es muy importante y debe tenerse en cuenta, pero no es motivo suficiente para dejar de comer pescado, pues los beneficios nutricionales pesan mucho más. Pero ¿qué podemos hacer? La solución es la variedad; comer todo tipo de especies, de diferentes orígenes, de diferentes técnicas de producción (extracción o cultivo) y de diferentes dimensiones. ¡La variedad es una gran aliada y un elemento clave! Otro elemento contaminante que hemos de tener en consideración en el pescado es la posible presencia del parásito anisakis, que reside en las tripas de los peces. Cuando el pez es capturado y muere, el gusano pasa al tejido muscular, y ahí está el mayor peligro de consumirlo. Son muchas las especies que pueden contenerlo y, al parecer, debido al cambio climático, este parásito está proliferando en los últimos tiempos. La infección puede provocar molestias gastrointestinales de diversa índole, que en ocasiones pueden llegar a ser graves y requerir cirugía para extraer el parásito que ha quedado adherido a la pared intestinal. Otro problema cada vez más frecuente es la alergia al anisakis. Ciertas personas, cuando se infectan, además de las molestias gastrointestinales, pueden presentar síntomas alérgicos. En estos casos, hay que ser muy cautos, pues un segundo contacto con el parásito podría 42 https://booksmedicos.org provocar una reacción grave. Para su prevención es muy IMPORTANTE: • Cocinar bien el pescado de manera que toda la pieza llegue a temperaturas elevadas, lo que no sucede a veces con las cocciones suaves al vapor o al microondas. • Congelar el pescado durante al menos dos días a temperaturas inferiores a –18 ˚C, puesto que así se destruye el parásito. • Se debe tener mucho cuidado con las preparaciones de pescado crudo, como los boquerones en vinagre. Antes de consumirlos, deberíamos asegurarnos de que han sido congelados. • Al preparar el pescado en casa, conviene separar rápidamente las vísceras e inspeccionar cuidadosamente la carne más cercana a ellas para verificar que no haya ningún gusano anisakis. Si lo hay, puede retirarse para eliminar el peligro de infección. Pescado azul. Además de lo explicado para el pescado blanco, hay que destacar como característica específica del pescado azul que tiene más cantidad de grasa, pero que se trata de un tipo de grasa muy saludable, los omega-3. Estos pertenecen a la categoría de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga, y los más importantes son el DHA (ácido docosahexaenoico) y el EPA (eicosapentaenoico). Los omega-3 desempeñan un papel relevante en el desarrollo del sistema nervioso y visual desde etapas tan tempranas como la fetal y los primeros meses de vida. En los niños pequeños, sobre todo en los menores de tres años, se consideran un nutriente básico para un óptimo crecimiento, y en los adultos, han quedado demostrados sus efectos antiinflamatorios, que son beneficiosos para disminuir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, cognitivas, degenerativas, etcétera. En efecto, los omega-3 son unos nutrientes básicos en nuestra alimentación, tengamos la edad que tengamos, y especialmente interesantes en el supuesto de enfermedades inflamatorias crónicas, como la fibromialgia, la artrosis y otras. Son pescados azules las especies: sardina, salmón, bonito norteño, atún, boquerones, caballa, castañuela, jurel, lubina, besugo, etcétera. El consumo ideal es de dos o tres raciones a la semana, variando el tipo de pescado y el tamaño para así minimizar al máximo la ingesta de contaminantes, que suelen concentrarse en los ejemplares más grandes. Huevos. Es un alimento infravalorado y que, lamentablemente, incluso se ha ganado mala fama, lo que en realidad no se merece. Estose ha debido principalmente a su contenido en colesterol, pero hay que tener en cuenta que, de hecho, todos los alimentos 43 https://booksmedicos.org de origen animal (carnes, embutidos, productos lácteos, etcétera) lo contienen. Los huevos también contienen otros grandes nutrientes que vale la pena destacar; por ejemplo, proteínas, grasas poliinsaturadas, vitaminas A, D, y E, hierro, zinc, yodo, etcétera. Cada huevo tiene aproximadamente 180 miligramos de colesterol, pero las evidencias científicas más recientes están demostrando que su consumo normal casi no influye en los niveles de colesterol de la sangre. Por tanto, si no hay un problema cardiovascular o una alergia alimentaria al huevo, se pueden comer tranquilamente tres o cuatro a la semana. Si queremos consumir huevos de mayor calidad, tenemos que fijarnos en un detalle. Los huevos que se comercializan actualmente llevan impresos unos códigos de números y letras de diferente significado. Vale la pena saber que el primer número del código nos indica el modo como han sido criadas las gallinas que han puesto el huevo. Este dígito puede ser un 0, un 1, un 2 o un 3, y el significado es el siguiente: 0: Huevos de producción ecológica. 1: Huevos de gallinas camperas (criadas al aire libre). 2: Huevos de gallinas criadas en el suelo (encerradas). 3: Huevos de gallinas criadas en jaulas (en poco espacio y sin pisar «suelo»). Desde luego, por calidad nutricional, y también por un mínimo de respeto a los animales y los productos que nos ofrecen, la recomendación más coherente es consumir huevos del número 0 o del 1. Legumbres. Conocidas bajo el sobrenombre de «carne de los pobres», en realidad las legumbres resultan un alimento excelente. Son ricas en proteínas e hidratos de carbono y también proporcionan gran cantidad de fibra, muchos minerales y componentes iguales o similares a las isoflavonas de la famosa soja. Garbanzos, lentejas, judías, habas, guisantes, todas ellas son interesantes nutricionalmente y menos calóricas de lo que se cree, por lo que su consumo debería ser habitual durante la semana. Es justo decir que las proteínas de las legumbres no tienen tanta calidad como las de la carne, pues les falta un aminoácido (componente de proteínas). Pero si se combinan con cereales, como el arroz, entonces se obtiene un plato con una proteína de alta calidad, ya que los cereales disponen del aminoácido que les falta a las legumbres. También cabe destacar que el hierro que contienen es difícil de absorber por nuestro organismo, lo cual ocurre siempre con el hierro de los alimentos vegetales (llamado hierro «no hemo»), pero es posible solventar este problema tomando en la misma comida una fruta cítrica, rica en vitamina C. La vitamina C facilita la absorción a nivel intestinal 44 https://booksmedicos.org del hierro que proviene de los alimentos vegetales. Otro elemento que tener en cuenta es que si el consumo de legumbres ocasiona malestar abdominal por producción de gases durante su digestión, podemos reducir la ración y ayudarnos de infusiones a base de anís, hinojo o cominos después de la comida. Es mucho mejor consumir legumbres dos o tres veces por semana en raciones pequeñas, como acompañamiento de verduras, de pescados o de carnes, que no tomar un plato completo tan solo una vez a la semana. Frutos secos. Aunque el contenido calórico es elevado, se insta a su consumo en raciones pequeñas porque están repletos de propiedades positivas. El tipo de grasa que contienen resulta muy saludable, pues es poliinsaturada, y son especialmente ricos en ácido alfa-linolénico, un ácido graso omega-3. Se trata de un precursor, una forma sencilla que en nuestro organismo se transformará, solo en parte, en ácidos grasos omega-3 de cadena larga, como el EPA y el DHA, que tienen efectos beneficiosos. Los frutos secos también encierran muchos minerales, vitaminas, fibra y otros componentes que les confieren notables propiedades antioxidantes. Es conveniente destacar que se ha comprobado que la pérdida de peso es más eficaz cuando en las dietas de adelgazamiento se incorporan frutos secos, además de controlar las calorías ingeridas. Esto es así porque, aparte de la cantidad de calorías que tomamos cada día, también importan los alimentos de las que provienen. El organismo funciona mejor cuando las calorías que le aportamos están llenas de nutrientes. Hay que procurar tomar las calorías que nos corresponden y que proporcionen el máximo contenido de nutrientes. No es lo mismo comer 100 kilocalorías de fruta que de bollería, o un puñadito de frutos secos que unas cuantas galletas llenas de azúcares y pobres en vitaminas y minerales. Los frutos secos son superalimentos que nutren al máximo nuestro organismo por medio del aporte de muchos minerales, vitaminas, antioxidantes, grasas saludables omega-3 y fibra. En general, se consumen poco, ya sea porque se les considera demasiado calóricos o sencillamente porque no se encuentra su espacio adecuado en la dieta. Un puñadito de frutos secos es ideal para el desayuno o para media mañana, para media tarde o para complementar una ensalada. Un gran paso en esta dirección es empezar a cambiar algunas costumbres; por ejemplo, en un momento en el que uno se comería tres galletas, puede optar por unas cuantas almendras o nueces (crudas o tostadas, sin sal añadida). La diferencia es enorme: las calorías son solo un poco superiores en el caso de los frutos secos, pero estos aportan más fibra, más grasas saludables, más vitaminas y minerales (calcio, magnesio, potasio, fósforo...), menos azúcares, mucho menos sodio (sal) y nada de colesterol (véase la tabla 1.8). 45 https://booksmedicos.org ALMENDRAS (50 gramos) GALLETAS (50 gramos) Energía 290 kilocalorías 234 kilocalorías Hidratos de carbono 3 gramos 32 gramos Azúcares 2 gramos 6,5 gramos Proteínas 10 gramos 3 gramos Grasas 27 gramos 10,5 gramos Grasas saturadas 3 gramos 4,3 gramos Grasas monoinsaturadas 17 gramos 4,5 gramos Grasas poliinsaturadas 7 gramos 1 gramo Colesterol 0 gramos 20 gramos Fibra 4,5 gramos 2,3 gramos Vitamina E 12 miligramos 1,5 miligramos Folatos 35 µg (microgramos) 6.5 µg (microgramos) Biotina (vitamina B8) 32 µg (microgramos) 0 µg (microgramos) Calcio 224 miligramos 46 miligramos Hierro 2 miligramos 1,6 miligramos Potasio 383 miligramos 85 miligramos Magnesio 129 miligramos 11,5 miligramos Sodio 5 miligramos 300 miligramos Fósforo 262 miligramos 44 miligramos Cobre 0,5 miligramos 0,1 miligramos Yodo 1 µg (microgramo) 0 µg (microgramos) Selenio 2 µg (microgramos) 0 µg (microgramos) Zinc 2 miligramos 0,2 miligramos Tabla 1.8. Composición nutricional de 50 gramos de almendras y de 50 gramos de galletas tipo digestivas. Fuente: BEDCA (Base de Datos Española de Composición de Alimentos). 46 https://booksmedicos.org Carnes blancas. En este grupo, encontramos la carne de pollo, pavo, conejo y cerdo, principalmente. En general, la carne es sobre todo fuente de proteínas y de minerales como el hierro. Al hierro que contienen las carnes se le denomina hierro « hemo» porque se parece al que tenemos en los glóbulos rojos de la sangre y se absorbe muy bien en el intestino. Es necesario, sin duda, un consumo adecuado de proteínas, dado que estas contienen los elementos básicos (aminoácidos) para formar muchas de nuestras estructuras corporales (tejido muscular y otros tejidos) y también para otras funciones. Idealmente, las proteínas deberían tomarse en un 50 % de origen vegetal (legumbres, en especial) y en el otro 50 % de origen animal (carne blanca y pescado, mayormente). En la actualidad, la población de los países desarrollados acostumbra a consumir muchas más proteínas de origen animal de lo que es preciso, fundamentalmente porque se introduce demasiada carne en la dieta. Las carnes blancas se pueden consumir tres o cuatro veces por semana (siempre variando la especie animal entre pollo, pavo, conejo y otras) y son preferibles a las carnes rojas porque tienen menos grasa saturada. El cerdo magro estáa caballo entre la carne blanca y la roja. Nutricionalmente es más parecido al pollo que a la ternera, y la ventaja es que la grasa suele ser fácilmente eliminada. Carnes rojas. La ternera, el buey, el cordero, el caballo, etcétera, al igual que las carnes blancas, son fuente de proteínas, vitaminas del grupo B y hierro «hemo». A pesar de esto, no es cierta la creencia de que comer carne roja sea imprescindible para recuperar el hierro cuando hay un déficit del mismo, ya que la cantidad que contiene es bastante más baja que la de otros alimentos, como los moluscos, por ejemplo. En casos de anemia o déficit de hierro, es recomendable incrementar la ingesta de este mineral a través de diferentes tipos de alimentos y no solo con las carnes. Las carnes rojas se caracterizan, además, por un contenido de grasa mayor que las carnes blancas, y es por eso por lo que se aconseja un consumo ocasional. Entre ellas, la de cordero es la que tiene un contenido en grasa especialmente elevado. El tipo de grasas predominantes de estas carnes son las llamadas «grasas saturadas», que son las más perjudiciales si las consumimos en exceso, pues, entre otros efectos, contribuyen a aumentar el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares. Como norma, es adecuado que cuando se consuma carne roja, se elimine en la medida de lo posible toda aquella grasa visible que sea fácilmente separable de la carne. Embutidos. Se trata de derivados cárnicos, generalmente de cerdo pero también de pavo, que se han picado, condimentado e introducido en tripa de animal o sucedáneo sintético, y que se someten a procesos o bien de curado, o bien de cocción. Son embutidos curados, entre otros, la longaniza, el fuet, el salchichón y el chorizo, y 47 https://booksmedicos.org embutidos cocidos, la butifarra y la mortadela, por ejemplo. Indudablemente, se recomienda un consumo ocasional, pues tienen un elevado contenido en grasas saturadas. Si los consumimos formando parte de un bocadillo, conviene que pongamos poca cantidad y que predomine el pan y no el embutido. Si es posible, escojamos las opciones pobres en grasa y en sal que se ofrecen de algunos productos. Para el relleno de los bocadillos, cabe recordar que hay alternativas que no son embutido: jamón serrano, jamón dulce o York, jamón de pavo, atún y queso. Fruitivos. Se da este nombre a los alimentos que no necesitamos por su contenido en nutrientes, sino que los comemos por una cuestión de placer. Por tanto, son para disfrutar y resultan nutricionalmente prescindibles. Lo que suele ocurrir es que acostumbran a ser ricos en azúcares, grasas y sal, y por eso el consumo tiene que ser ocasional y especial, para que no haya efectos negativos para la salud. Ya hemos visto que el paladar tiene una especial inclinación natural por lo dulce y lo graso; es algo que nos queda como remanente de nuestra historia, ya que estos alimentos altamente calóricos nos pueden salvar de morir de hambre, aunque esto no es real en un contexto como el actual, en el que la disponibilidad de viandas es tan grande. Por otra parte, también es muy recomendable no vincular la toma de este tipo de alimentos con momentos emocionales difíciles o de estrés, y conviene mentalizarse de que podremos disfrutar de ellos en fiestas y celebraciones. Su consumo excesivo puede llevar a verdaderos problemas de sobrepeso y obesidad que no son nada favorables para una vida saludable, y que en el caso de las personas con dolor crónico empeoran la sintomatología. Nutrición, el juego de las piezas ¿El juego de las piezas?, ¿de qué estamos hablando? Nuestro organismo requiere para su funcionamiento muchos tipos de nutrientes que obtiene de los alimentos. Como en un juego de piezas, en el que, si falta alguna, o no hay el suficiente número de una de ellas, el resultado puede llegar a ser una construcción frágil, el organismo también tiene ciertas exigencias en cuanto a cuáles y cuántos nutrientes precisa. En general, es indispensable tomar una cantidad adecuada y una gran variedad de alimentos para poder asegurar que no falta ninguna pieza para la actividad correcta del cuerpo, sea cual sea su situación. Asimismo, es fundamental el concepto de la proporción, pues no todos los elementos que nuestro cuerpo utiliza los necesita en la misma cantidad. Por eso, de algunos alimentos debemos tomar más raciones que de otros, aunque todos ellos sean importantes. Aquí entran en escena los distintos grupos de alimentos y el concepto de la 48 https://booksmedicos.org «frecuencia de consumo». Esto es clave para una buena alimentación, y haciendo una analogía con el juego de las piezas será más fácil entenderlo. Imaginemos un juego de construcción nuevo, con piezas suficientes de todos los tipos, y que construimos una casa muy completa, con cimientos, paredes con ventanas, puertas, techo, tabiques interiores y otros elementos. Es seguro que hemos empleado piezas muy variadas, pero no en igual cantidad; de algunas han sido necesarias muchas, y de otras, no tantas o incluso muy pocas, pero todas han contribuido al resultado final. Todas las piezas son importantes, aunque de algunas precisemos muy poca cantidad. Ahora traslademos lo anterior a los alimentos y a los nutrientes. En realidad, el organismo necesita muchos tipos de nutrientes (piezas) para crecer, regenerar tejidos y funcionar; de unos requiere más y de otros solo cantidades muy ínfimas, pero igualmente esenciales. Si no le damos la cantidad suficiente y la proporción adecuada de cada nutriente, no podrá crecer y funcionar de forma óptima. Y lo que nos puede aportar esta cantidad o proporción óptima de cada uno de ellos no es más que una dieta variada, con unas frecuencias de consumo determinadas para cada grupo de alimentos. Por ejemplo, las verduras y las frutas deben ser la base y predominar en la dieta, por eso se recomiendan unas cinco raciones al día, mientras que los huevos deben estar en la dieta con una frecuencia de consumo inferior, unas tres raciones a la semana. Así, los nutrientes son todas aquellas sustancias que nuestro organismo obtiene de los alimentos y que le sirven para su crecimiento y para su buen funcionamiento, ya sea en situaciones de completa salud o no. Los nutrientes principales se dividen en dos grupos: macronutrientes y micronutrientes. Entre los macronutrientes, están los hidratos de carbono, los azúcares, las proteínas y las grasas, y entre los micronutrientes, se encuentran las vitaminas y los minerales. Además, hay otras sustancias importantísimas en los alimentos, como el agua, la fibra y también los antioxidantes presentes en los alimentos vegetales, que son primordiales para nuestro organismo. Veamos información más detallada de estos grupos de nutrientes. Hidratos de carbono. Los hidratos de carbono, también llamados «glúcidos», son moléculas que nuestro organismo utiliza básicamente para obtener energía, pues actúan como el combustible principal de nuestras células y deben aportar entre el 50 y el 55 % de la energía que necesitamos cada día. Existen dos tipos principales, los hidratos de carbono complejos y los simples. Los primeros son moléculas grandes y complicadas, normalmente en forma de cadenas, que contienen muchas unidades de glucosa. Son los típicos de alimentos como los cereales, el arroz, la pasta, las patatas, el pan, las legumbres... Una vez que los tomamos se digieren de forma lenta y paulatina hasta convertirse en unidades de glucosa que se absorberán en el intestino, pasarán lentamente a la sangre y, después, alimentarán a las 49 https://booksmedicos.org células. Los hidratos de carbono simples o azúcares son moléculas más pequeñas, como la glucosa, la fructosa, la sacarosa y la lactosa. La sacarosa es el azúcar común, formado por una unidad de glucosa y una de fructosa; la lactosa es el azúcar de la leche, formado por una unidad de glucosa y una de galactosa. La glucosa y la fructosa se encuentran de forma libre y natural, por ejemplo, en las frutas. La fructosa es más dulce que la glucosa o la sacarosa, y es
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