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596 Endocrinología de la reproducción, esterilidad y menopausia
SECCIÓ
N
 2
Si bien es posible que incremente la densidad ósea, de modo 
específi co en los sitios hacia donde se orienta el ejercicio, es impor-
tante subrayar que probablemente los benefi cios del ejercicio se 
deben a otros factores distintos de la BMD (Carter, 2002). Por 
ejemplo, se ha publicado que existe cierta relación entre el ejercicio 
y una menor cantidad de caídas. Indudablemente al mejorar el 
equilibrio, la fuerza muscular, el tono muscular y un hueso más 
fuerte y fl exible, se reduce el número de fracturas.
Estrategias para evitar las caídas
Las caídas originan más de 90% de las fracturas de cadera (Carter, 
2002). Al parecer las más nocivas son las caídas de costado; en el 
estudio de Greenspan et al. (1998) se observó una relación estrecha 
con las fracturas de cadera. Por tanto, es muy importante prevenir 
las caídas en las mujeres con osteopenia u osteoporosis (cuadro 
21-8, pág. 569). Las características de la vivienda se deben modifi -
car para llevar al mínimo las caídas y tomar algunas medidas, como 
poner orden para evitar áreas atestadas de objetos, colocar mosaicos 
antiderrapantes, alfombras sin dobleces y luces nocturnas.
 ■ Tratamiento de los problemas sexuales
Dispareunia
Sustitución estrogénica. La concentración reducida de estra-
diol genera atrofi a y resequedad vaginal y dispareunia ulterior. 
Los resultados del Yale Midlife Study demuestran que existe una 
relación entre la concentración sérica de estradiol y los problemas 
sexuales. En este estudio, muchas más mujeres con concentracio-
nes de estradiol menores de 50 pg/ml manifestaron sequedad vagi-
nal, dispareunia y dolor en comparación con las mujeres con un 
estradiol mayor de 50 pg/ml (Sarrel, 1998). Los registros prospec-
tivos de la conducta coital y el análisis concomitante de esteroides 
revelaron que las mujeres con un estradiol menor de 35 pg/ml 
manifi estan una reducción considerable de su actividad coital.
La sustitución estrogénica invierte de manera específi ca los cam-
bios atrófi cos. De éstos, la atrofi a vaginal y la hipoelasticidad de la 
mucosa vaginal, la secreción de líquido vaginal, el riego sanguíneo 
y las respuestas sensorimotoras mejoran con la aplicación tópica o 
la administración parenteral (Dennerstein, 2002). Además, en un 
metaanálisis se valoraron los estudios clínicos comparativos y con 
asignación al azar de 1969 a 1995 y se encontró que, comparados 
con el placebo, los estrógenos orales o vaginales mejoran de forma 
considerable los síntomas de atrofi a vaginal, la dispareunia y el pH 
vaginal (Cardozo et al., 1998). Al comparar los estrógenos orales 
con los vaginales, los productos vaginales fueron mejor aceptados 
y, aunque la concentración general de estradiol fue menor, origina-
ron mejoría más notable de la dispareunia y en los cambios del pH.
De los productos tópicos vaginales, existen cremas, anillos de 
liberación continua y óvulos (cuadro 22-6). Al comparar estas 
variedades durante un periodo de 12 semanas, Ayton et al. (1996) 
observaron que el anillo vaginal que libera lentamente estradiol 
ofrece un alivio similar al de la crema vaginal con CEE. Además, 
las pacientes consideraron que el anillo vaginal es más aceptable 
que la crema. Este anillo se prescribe por unidad. Cada unidad 
contiene 2 mg de estradiol, permanece dentro de la vagina durante 
90 días y posteriormente se sustituye.
Otra opción corresponde a los óvulos de 17β-estradiol para su 
aplicación vaginal. A diario se introduce un óvulo durante las pri-
meras dos semanas de tratamiento y luego se aplica dos veces por 
semana. Se ha observado que estos óvulos y la crema vaginal son 
Los complementos de vitamina D invierten muchos de estos 
efectos y reducen de forma considerable las caídas y las fracturas 
de cadera. En un gran estudio de pacientes de 70 años y más, no se 
logró demostrar que las fracturas de cadera disminuyan al utilizar 
400 UI diarias de vitamina D durante tres años, pero en otros estu-
dios en los que se administraron 800 UI diarias de vitamina D, se 
observó protección contra las fracturas (Dawson-Hughes, 1997).
Alimentación. Se dice que hay una relación entre el consumo de 
proteínas y la BMD, pero no se ha descrito ninguna vinculación 
con las fracturas. Según los resultados del Th ird National Health 
and Nutrition Examination Survey (NHANES III), Kerstetter et 
al. (2000) demostraron que existe una relación importante entre 
el consumo de proteínas y la BMD total del fémur entre mujeres 
caucásicas de 50 años y más. Además, la administración de comple-
mentos proteínicos (20 g diarios) cinco veces por semana durante 
seis meses después de padecer una fractura de cadera redujo 50% 
la pérdida del hueso femoral a un año en comparación con los 
resultados obtenidos con placebo.
No es posible establecer recomendaciones específi cas con base 
en la información tan limitada, pero es indicado que el médico 
se cerciore que las pacientes se alimentan sanamente y reciben el 
DRI diario de proteínas. Tal y como lo estableció el Institute of 
Medicine, la alimentación debe contener por lo menos 46 g diarios 
en mujeres (Dawson-Hughes, 2002). El consumo ideal de proteí-
nas también tiene un límite superior, puesto que se ha observado 
una excreción urinaria excesiva de calcio con la acidez que genera 
la alimentación con abundantes proteínas (Barzel, 1998). Aunque 
todavía no se ha comprobado, quizás esta pérdida de calcio pone 
en peligro la fuerza del hueso.
Al parecer el consumo de cafeína no afecta la salud ósea en las 
mujeres posmenopáusicas sanas que ingieren sufi ciente calcio y vita-
mina D. Sin embargo, en un estudio longitudinal se demostró que 
incluso una cantidad moderada de cafeína (de dos a tres raciones de 
café al día) genera pérdida de hueso en aquellas con un consumo 
insufi ciente de calcio (menos de 800 mg diarios) (Harris, 1994).
La resorción de calcio es directamente proporcional a la de 
sodio en los túbulos renales. Por tanto, se ha observado que el 
aumento de sodio en la alimentación eleva la excreción urinaria 
de calcio y, por tanto, los indicadores bioquímicos de recambio 
óseo. De manera específi ca, se ha descrito que existe una relación 
entre el consumo elevado de sodio (más de 1 768 mg diarios) y 
una menor densidad ósea (Sellmeyer, 2002). En apariencia, este 
efecto del sodio es independiente del consumo y la actividad del 
calcio. Al igual que con la cafeína, sería práctico que las mujeres 
moderen el consumo de sodio como medida de precaución hasta 
que se conozca bien esta relación.
Actividad física. Se ha observado un incremento pequeño pero 
importante desde el punto de vista estadístico en la BMD de las 
posmenopáusicas que participan en algún programa de ejercicio, 
incluido el ejercicio aeróbico y de resistencia (levantamiento de 
pesas con pocas repeticiones). En un metaanálisis reciente de 18 
estudios clínicos comparativos y con asignación al azar, se con-
cluyó que el ejercicio tanto aeróbico como de resistencia es efi caz 
para incrementar la BMD de la columna vertebral. De éstos, se 
observó que la caminata benefi cia a la BMD de la columna verte-
bral y la cadera y el ejercicio aeróbico también aumenta la BMD de 
la muñeca (Bonaiuti, 2002).
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	SECCIÓN 2 ENDOCRINOLOGÍA DE LA REPRODUCCIÓN (...)�������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������
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	TRATAMIENTO DE LOS PROBLEMAS SEXUALES�������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������

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