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Estructuralismo_Hermenéutica_acción_Rodriguez_Manrique_2009

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Bogotá, D.C., 2009Bogotá, D.C., 2009Bogotá, D.C., 2009Bogotá, D.C., 2009 
 
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TABLA DE CONTENIDO 
1. LA POLÉMICA EXPLICAR-COMPRENDER EN EL PENSAMIENTO D E WILHELM 
DILTHEY 5 
1.1 EL SURGIMIENTO DE LA POLÉMICA 5 
1.2 CONFIGURACIÓN Y CARACTERÍSTICAS DE UNA TEORÍA DE LA 
COMPRENSIÓN 8 
2. HACIA UNA TEORÍA DEL TEXTO 14 
2.1 EL MODELO LINGÜÍSTICO-ESTRUCTURAL Y EL SURGIMIENTO DEL 
ESTRUCTURALISMO 14 
2.2 IMPLICACIONES DEL MODELO LINGÜÍSTICO-ESTRUCTURAL 23 
2.3 EL LENGUAJE COMO DISCURSO 29 
2.4 DEL DISCURSO ORAL AL DISCURSO ESCRITO 32 
3. TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN TEXTUAL 36 
3.1 FRIEDRICH SCHLEIERMACHER Y EL SURGIMIENTO DEL CÍRCU LO 
HERMENÉUTICO 37 
3.2 DE REGRESO AL PLANTEAMIENTO COMPRENSIVO DILTHEYANO 41 
3.3 HEIDEGGER Y EL GIRO ONTOLÓGICO DE LA HERMENÉUTICA 42 
3.4 GADAMER Y EL PROBLEMA DEL DISTANCIAMIENTO ALIENANTE 44 
4. TEORÍA DEL TEXTO, HERMENÉUTICA Y TEORÍA DE LA ACCIÓ N 46 
CONCLUSIONES PROVISIONALES 50 
BIBLIOGRAFÍA 52 
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ESTRUCTURALISMO, HERMENÉUTICA Y ACCIÓN: APORTACIONE S AL 
DEBATE EPISTEMOLÓGICO EN LAS CIENCIAS DEL HOMBRE DE SDE PAUL 
RICOEUR 
 
«Una filosofía que rompe el diálogo con las 
ciencias ya sólo se dirige a sí misma» Paul 
Ricoeur : La tarea de la hermenéutica. 
 
Si bien la discusión que se circunscribe bajo lo que podría denominarse “la 
polémica epistemológica” en las ciencias del hombre no es un asunto reciente ni 
mucho menos superado, es más bien y precisamente por esto mismo un tema de 
la mayor importancia y que incumbe, de seguro, no solo al científico social, sino 
igualmente al filósofo y a la filosofía, disciplina desde la cual se procurará en lo 
sucesivo abordar la sugerente problemática, cuya tarea en esta discusión se 
piensa en el orden de «[…] su capacidad de subordinar la idea misma de método 
[entiéndase aquí una cierta polémica epistemológica] a una concepción más 
fundamental de nuestra relación de verdad con las cosas y los seres»1. 
 
Pero la aproximación que a continuación se acomete solo tiene la modesta 
pretensión de bosquejar los elementos centrales objeto de la polémica y presentar 
un intento de superación de la misma, cuyos dos extremos, para anticiparlo desde 
ahora, lo constituyen por un lado las Ciencias Naturales, aunque en otro momento 
de la discusión tomará su lugar el estructuralismo; y por el otro las Ciencias del 
Hombre, aunque posteriormente la discusión se concentrará en una teoría del 
texto y una teoría de la interpretación de textos, todo ello a la luz del planteamiento 
manifiesto en la obra del filósofo y teólogo protestante francés Paul Ricoeur (1913-
2005), alrededor de la consideración hermenéutica de la acción, que asume al 
 
1 RICOEUR, Paul. Explicar y comprender. En : ________. Del texto a la acción : ensayos de 
hermenéutica II. Buenos Aires : Fondo de cultura económica, 2006. p. 150. 
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texto escrito como paradigma analógico para la superación de algunos escollos en 
torno al sustrato epistemológico de las Ciencias Sociales. 
 - 5 - 
1. LA POLÉMICA EXPLICAR-COMPRENDER EN EL PENSAMIENT O DE 
WILHELM DILTHEY 
 
Para reseñar brevemente el debate, será necesario hacer un corte en la espesura 
de la discusión epistemológica en las ciencias que tienen los fenómenos de lo 
humano por objeto, que ponga al descubierto un punto estratégico de refracción 
del problema, que permita realizar una lectura concisa, pero que con suficiente 
claridad logre condensar sus proporciones y algunos matices. Y será el mismo 
Ricoeur quien pondrá sobre la pista esta indagación para elegir ese lugar que se 
busca, al relacionar la cuestión con el nombre de Wilhelm Dilthey (1833-1911). 
 
De hecho, es en las reflexiones epistemológicas sobrellevadas por Dilthey donde 
esa polémica encuentra el “locus” refractario, reflexiones que a principios del siglo 
XX ya configuraban una ruptura radical entre Ciencias de la Naturaleza y Ciencias 
del Espíritu, polémica que cuajaría en la relación antagónica explicar-comprender. 
Desde esta perspectiva, la consideración ontológica y epistemológica adquiere 
una doble dimensión problemática relacionada, por un lado con la constitución del 
objeto de estudio de las Ciencias del Espíritu —según la nomenclatura de la época 
que hoy se reconoce como Ciencias del Hombre—; pero por otro lado con el 
problema del método de las mencionadas Ciencias del Espíritu en contraposición 
al de las Ciencias Naturales. 
 
1.1 EL SURGIMIENTO DE LA POLÉMICA 
Con Dilthey se pisa el denso terreno del historicismo de la segunda mitad del siglo 
XIX, heredado de la tradición romántica alemana. Es el filósofo alemán, uno de los 
principales representantes de la teoría de la comprensión, en la que se centra la 
aludida discontinuidad entre las ciencias. 
 - 6 - 
La tesis a partir de la cual se moviliza la discusión puede sintetizarse como sigue: 
la fundamentación de la investigación en el campo de las Ciencias del Espíritu, es 
desde todo punto de vista improcedente e ilegítima si parte del injustificado 
traslado del método propio de las Ciencias Naturales, cuyo contenido es por 
principio de constitución distinta a los hechos espirituales o hechos de la 
conciencia inherentes a las Ciencias del Espíritu. Objetos de constitución distinta, 
implican necesariamente una actitud metodológica distinta y configuran campos de 
investigación cabalmente diferenciados. A este respecto Dilthey es categórico: «la 
naturaleza la “explicamos”, la vida anímica la “comprendemos”»2. 
 
Y es que los éxitos alcanzados por las Ciencias Naturales frente a los siempre 
vacilantes resultados de las Ciencias del Hombre —situación que produciría en 
éstas una cierta crisis de fundamento epistemológico*— no dejan de provocar en 
el investigador de los hechos humanos un esfuerzo por apropiarse, acomodar, e 
instrumentalizar el metódico camino seguido por el físico, el químico, o el biólogo. 
Pero tal asunto no deja de generar sospecha, ya por el fundamento de dicho 
traslado, ya por la naturaleza misma del contenido de las Ciencias del Espíritu. 
Los intentos de trasposición de los métodos desde las ciencias físico-matemáticas, 
resultaban de un esfuerzo de fundamentación científica que pretendía con ello 
asegurar los resultados y procurar los mismos éxitos, ahora en el ámbito de las 
ciencias de la cultura. Es precisamente éste el lugar de la críticadiltheyana frente 
a tal pretensión. 
 
En un estudio de 1894 intitulado Ideas acerca de una psicología descriptiva y 
analítica, Dilthey se esfuerza en exponer las objeciones suscitadas por dicho 
 
2 DILTHEY, Wilhelm. Ideas acerca de una psicología descriptiva y analítica. En : Obras de Wilhelm 
Dilthey : psicología y teoría del conocimiento. 2 ed. México : Fondo de cultura económica, 1951. 
Vol. VI. p. 197. 
* Esta aludida crisis de fundamento epistemológico, procede específicamente del hecho de que la 
Ciencia Natural contaba con un método que le permitía explicar los fenómenos naturales, asunto 
que la anunciaba como la única forma de conocimiento de validez general, lo que produjo una 
subestimación del saber propio de las Ciencias del Espíritu carentes de método propio y definido. 
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proceder efectuado en la, por él denominada psicología explicativa. Allí opone a 
las ciencias explicativas, las ciencias descriptivas y analíticas, y las distingue por 
el procedimiento de aquéllas, consistente en la «[…] subordinación de un campo 
de fenómenos a una conexión causal por medio de un número limitado de 
elementos […] determinados unívocamente»3. Ahora bien, el fructífero recurso 
para las Ciencias de la Naturaleza de la formulación de hipótesis, que tiene como 
fin completar la conexión causal oculta a la captación sensitiva entre los hechos de 
la naturaleza, empuja ineludiblemente, en este caso particular a la psicología 
explicativa y por la misma vía al resto de las ciencias del espíritu, a imitar las 
formulaciones hipotéticas en ese mismo sentido explicativo*. 
 
No es posible esbozar aquí todas las consecuencias que se desprenden de tal 
actitud metodológica bajo la aguda observación del filósofo alemán, pero bastará 
mencionar dos de ellas que se consideran decisivas para la elaboración ulterior de 
este estudio. 
 
En primer lugar, habrá de tenerse presente que toda formulación hipotética, 
incluso en la Ciencia Natural, siempre ha de comportar un carácter problemático. 
Dicho en otras palabras, una inferencia explicativa permanece siempre como 
formulación hipotética, aun cuando, aparentemente, haya alcanzado su 
formulación definitiva luego de descartar otra serie de hipótesis explicativas 
referidas a un mismo hecho. Toda vez que en las ciencias histórico-culturales, en 
 
3 Ibíd., p. 193. 
* Dilthey distingue con claridad otro sentido de la formulación de hipótesis, ahora relacionado con el 
razonamiento inductivo característico de todo conocimiento científico y que podría llamarse 
hipótesis inductiva: «todo razonamiento que trata de completar inductivamente un conjunto de 
experiencias debe designarse, en principio, como hipótesis. Porque la conclusión contenida en él 
encierra una expectativa que se extiende, por encima de lo dado, a algo no dado» (Ibíd., p. 193.). 
Este mismo uso de la hipótesis inductiva, que pretende completar extensivamente una conclusión 
hacia otras experiencias no dadas, es también característico de las Ciencias del Espíritu, y por 
ende, de la psicología descriptiva de la que en concreto aquí se ocupa «sería también injusto 
reprochar a la psicología explicativa el empleo de tales elementos [entiéndase aquí la hipótesis 
inductiva], ya que tampoco la psicología descriptiva podría prescindir de ellos» (Ibíd., p. 194). No 
así ocurre con aquel otro sentido de la hipótesis que pretende completar una conexión de 
causalidad y que podría denominarse hipótesis explicativa. 
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concreto de la psicología explicativa, de acuerdo con la discusión aquí 
sobrellevada con Dilthey, jamás se ha logrado excluir una sola hipótesis 
explicativa de todo un haz de otras hipótesis que convergen en la explicación de 
un mismo campo de fenómenos, la transpolación del método científico-natural a 
las Ciencias del Espíritu solo ha tenido como resultado, según afirmara Dilthey en 
tono irónico: «hipótesis, nada más que hipótesis por todas partes»4. 
 
En segundo lugar, aunque en firme conexión con la consecuencia precedente, ya 
que «[…] el predominio de la psicología explicativa o constructiva que funciona por 
analogía con el conocimiento natural [léase: que ha transpolado el método 
científico-natural a la región de las Ciencias del Espíritu], implica consecuencias 
extraordinariamente dañosas para el desarrollo de las Ciencias del Espíritu»5, 
Dilthey encuentra la apremiante necesidad de buscar en y para las Ciencias del 
Espíritu sus propios métodos. Las Ciencias del Espíritu tendrán que mirar 
detenidamente la naturaleza particular de su objeto, a fin de ajustar métodos de 
estudio apropiados. 
 
1.2 CONFIGURACIÓN Y CARACTERÍSTICAS DE UNA TEORÍA D E LA 
COMPRENSIÓN 
Será necesario efectuar una aproximación a la noción “Ciencias del Espíritu” y a 
su carácter comprensivo que aparece en contraposición al explicativo. La siguiente 
pregunta constituye el medio para la aproximación: ¿por qué Dilthey afirma que en 
las Ciencias del Espíritu se comprende?, ¿qué significa esto? Principalmente y 
definido negativamente, tal afirmación significa que las Ciencias del Espíritu no 
están necesitadas de formulaciones hipotético-explicativas. La razón: los hechos 
del espíritu, objeto de las ciencias al que legan su designación, son percibidos por 
 
4 Ibíd., p. 196. 
5 Ibíd., p. 198. 
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la vida psíquica interior como un todo que no necesita de explicación alguna 
respecto de sus conexiones causales internas*. 
 
El recurso de las hipótesis explicativas, necesario en la observación de la 
naturaleza toda vez que un fenómeno exterior a la conciencia aparece a los 
sentidos sin conexión causativa alguna y dicha conexión causal solo se origina en 
su captación, conduce, en el campo de los hechos de la cultura, a la explicación 
de cosas que no se explican, ya que los fenómenos de la vivencia psíquica 
espiritual aparecen en sus conexiones como algo dado, no es necesario 
reconstruirlas como sucede, en efecto, con los fenómenos naturales. En síntesis, 
en las Ciencias del Espíritu se comprende. 
 
A esa experiencia interior, a ese campo indisolublemente conectado con la vida 
que genera los hechos de conciencia, es a lo que propiamente denomina Dilthey 
espíritu. Y su estudio, el estudio de las operaciones espirituales del pensamiento y 
su conexión con la experiencia externa creadora del mundo social, histórico, 
jurídico... es lo que se designa como Ciencias del Espíritu. Sin embargo, debe 
prevenirse sobre el hecho de que las Ciencias del Espíritu no quedan reducidas a 
la pura subjetividad, pues, en cuanto ciencias, buscan y de hecho encuentran su 
referente empírico. 
 
Es importante hacer énfasis nuevamente en esto: el principio psicológico-
comprensivo que subyace como fundamento y que legitima la independencia del 
 
* A este respecto es oportuna una cita de Dilthey, reproducida aquí in extenso, a fin de precisar: 
«[…] en las ciencias de la naturaleza se nos ofrece la conexión natural solo a través de 
conclusiones suplementarias, por medio de un haz de hipótesis. Por el contrario, en las ciencias del 
espíritu tenemos como base la conexión de la vida anímica como algo originalmente dado. La 
naturaleza la “explicamos”, la vida anímica la “comprendemos”. Porque en la vida anímica se nos 
dan también los procesos de causación, de los enlaces de las funciones, como miembros 
especiales de la vida psíquica, en un todo. […] este hecho condiciona la gran diferencia de los 
métodos con los cuales estudiamos la vida psíquica, la historia y la sociedad respecto a aquellos 
otros métodos que acarrean el conocimiento de la naturaleza. […] las hipótesis no desempeñan en 
modo alguno dentro de la psicología el mismo papel que dentro del conocimiento natural» (Ibíd., p. 
197.) 
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ámbitode las Ciencias del Espíritu, parte siempre de la experiencia vital y busca la 
imbricación de la misma con la experiencia externa. De hecho, Dilthey define la 
psicología descriptiva también como una disciplina empírica. 
 
La comprensión o «método hermenéutico» —denominación que acuña un año 
más tarde, en 1895, en un estudio intitulado Sobre psicología comparada6— 
comporta esa doble tensión psicologista-empirista. Para mayor precisión sobre 
este aludido aspecto empirista de la comprensión, se podrá seguir de cerca la 
lectura ricoeurtiana del pensamiento de Dilthey. 
 
Según Ricoeur*, en Dilthey se establece una cierta distinción entre comprensión e 
interpretación. A ésta se la entiende como una región particular de aquella: 
«llamamos comprensión al proceso por el cual conocemos algo psíquico con la 
ayuda de signos sensibles que son su manifestación»7. Estos aludidos signos 
sensibles son aquellos fijados de forma perdurable y constituyen la expresión de 
una psiquis extraña a la propia, además de que ellos encuentran su carácter 
distintivo en la escritura, en el texto escrito. Es aquí donde surge la paradoja en el 
corazón mismo de la actividad comprensiva diltheyana, planteada como la 
búsqueda de la apropiación de una psiquis ajena por medio de una serie de 
referentes empíricos, pues «la interpretación es […] el arte de comprender 
aplicado a tales manifestaciones [que se entienden “objetivaciones” del psiquismo 
ajeno]»8. La interpretación introduce esa exigencia de objetivación en el estudio 
 
6 DILTHEY, Wilhelm. Sobre psicología comparada : contribuciones al estudio de la individualidad. 
En : Obras de Wilhelm Dilthey : psicología y teoría del conocimiento. 2 ed. México : Fondo de 
cultura económico, 1951. Vol. VI. p. 197. 
* Aquí se sigue a Ricoeur desde varios artículos que abordan la polémica explicar-comprender, en 
los que retoma el pensamiento diltheyano. Algunos de ellos son: La tarea de la hermenéutica : 
desde Schleiermacher y desde Dilthey. En : ________. del texto a la acción : ensayos de 
hermenéutica II. Op. cit., p. 71-94; ¿Qué es un texto? En : Ibíd., p. 127-148; Explicar y comprender. 
En : Ibíd., p. 149-168; El modelo del texto : la acción significativa. En : Ibíd., p. 169-196. La 
explicación y la comprensión. En : teoría de la interpretación : discurso y excedente de sentido. 
México : Siglo XXI, 2006. p. 83-100. 
7 DILTHEY, Wilhelm. Origine et développement de l’herméneutique, citado por RICOEUR, Paul. 
¿Qué es un texto? Op. cit., p. 132. 
8 RICOEUR, Paul. ¿Qué es un texto? Op. cit., p. 132-133. 
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mismo de las Ciencias del Espíritu. Se está aquí frente al aludido carácter 
empírico de las Ciencias del Espíritu. 
 
Es posible así percibir cómo Dilthey se propone fijar como estrato epistemológico 
de las Ciencias del Espíritu el arte de comprender. La hermenéutica es para las 
Ciencias del Espíritu, lo que la matemática para las Ciencias Naturales, según el 
filósofo alemán. La hermenéutica en este panorama, aparece como el método 
propio de estas ciencias que se entienden como interpretativas y comprensivas de 
las producciones historico-culturales del espíritu humano. Las Ciencias Naturales 
explican los fenómenos, las ciencias histórico-culturales buscan penetrar al 
espíritu que anima la producción de su objeto de estudio. Comprender el 
significado de la obra es alcanzar el conocimiento. El significado se comprende a 
partir de la interpretación. Lo que se interpreta es el dato como producto del 
espíritu humano. Aquello que se comprende son las expresiones de la vida fijadas 
en la obra. 
 
Con todo, la pretensión clara del examen de las objetivaciones psíquicas para el 
pensamiento de Dilthey, sigue fuertemente arraigada del lado psicologista de la 
balanza. Comprender al autor mejor de lo que él se comprendía a sí mismo, 
penetrar a profundidad en la psiquis ajena para encontrar la configuración vital del 
proceso que dio lugar a la obra, conforma el propósito fuerte del momento 
interpretativo de la comprensión en Ciencias del Espíritu. En este sentido Ricoeur 
comenta: 
 
[…] Dilthey busca en la psicología el rasgo distintivo de la 
comprensión. Toda ciencia del espíritu —y según él, todas las 
modalidades del conocimiento humano que implican una relación 
histórica— presupone una capacidad primordial, la de colocarse en la 
vida psíquica de los demás. En el conocimiento natural, el hombre 
solo incorpora fenómenos distintos de él, cuyo carácter fundamental 
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de cosas se le escapa. En el orden humano, por el contrario, el 
hombre conoce al hombre por más extraño que el hombre nos 
parezca, no es algo ajeno en el sentido que puede serlo la cosa física 
incognoscible. La diferencia de estatuto entre la cosa natural y el 
espíritu preside pues la diferencia de estatuto entre explicar y 
comprender9 *. 
 
Como se puede apreciar, las Ciencias del Espíritu aparecen en franca oposición a 
las Ciencias de la Naturaleza en el pensamiento diltheyano, y la función de las 
nociones explicar y comprender, es la de demarcar tajantemente una 
discontinuidad entre ambas. 
 
Ahora bien, Ricoeur10 ha entendido su itinerario intelectual siempre en vías de 
reconciliar posiciones que aparecen al pensamiento como aporéticas, haciéndolas 
trabajar en su propia superación y, en ese sentido, se dirige a la polémica 
epistemológica así planteada para ponerla en cuestión y finalmente disolverla. 
 
Para tal propósito, el filósofo francés aborda el problema, introduciendo en la 
discusión dos elementos que constituirán su propia aportación a la hermenéutica 
post-heideggeriana, a saber y en primer lugar, una teoría del texto forjada, en un 
primer momento, desde una impetuosa disputa con el estructuralismo y sus 
métodos de análisis del texto en abierta contienda con la actividad interpretativa 
hermenéutica, que ya en Dilthey ha puesto su énfasis en la exégesis como se ha 
visto, pero que en un segundo momento recurre a las teorías anglosajonas de los 
 
9 RICOEUR, Paul. La tarea de la hermenéutica: desde Schleiermacher y desde Dilthey. Op cit., p. 
78. 
* También Jean Grondin, al comentar la obra de Dilthey anota a este respecto: «aunque todas las 
ciencias son ciencias empíricas, argumenta Dilthey, la experiencia encuentra su coherencia y su 
validez en el apriori estructurante de nuestra conciencia» (GRONDIN, Jean. Introducción a la 
hermenéutica filosófica. Barcelona : Herder, 1999. p. 129.) 
10 RICOEUR, Paul. Autocomprensión e historia. En : CALVO M., Tomás y AVILA C., Remedios. 
Los caminos de la interpretación : symposium internacional sobre el pensamiento filosófico de Paul 
Ricoeur. Barcelona : Antropos, 1991. 
 - 13 - 
actos de habla, bajo la influencia de los trabajos del británico John Austin (1911-
1960) y el norteamericano John Searle (1879-1962). 
 
En segundo lugar, estas mismas teorías de los actos de habla junto con las teorías 
anglosajonas de la acción, inspiradas por la irlandesa Elizabeth Anscombe (1919-
2001) y el norteamericano Donald Davidson (1917-2003), serán los instrumentos 
para la formulación, ya no tan original, de una teoría de la acción. 
 
Así pues, desde una teoría del texto y una teoría de la acción, allana Ricoeur el 
camino para desvanecer la polémica epistemológica en la dialéctica explicación-
comprensión, que constituye el punto de llegada del presente estudio: «por 
dialéctica entiendo la consideración según la cual explicar y comprender no 
constituirían los polos de una relación de exclusión sino los momentos relativos de 
un proceso complejo que se puede llamar interpretación»11. Esas teorías son 
abordadas a continuación. 
 
11 RICOEUR, Paul. Explicar y comprender. Op. cit., p. 150. 
 - 14 - 
2. HACIA UNA TEORÍA DEL TEXTO 
 
En torno a la teoría deltexto, de entrada habrá que retomar una observación clave 
para la consideración de la actitud explicativa: se trata de la evidencia del origen 
de dicha actitud al interior mismo de las Ciencias del Hombre, específicamente en 
el ámbito del análisis del texto escrito, en donde la discusión explicar-comprender 
se traduce en la de estructura-hermenéutica del texto. Aquí, el examen de la 
estructura textual, adopta la actitud explicativa objetivante, cuyo método llegaría a 
constituir un elemento decisivo en las ulteriores formulaciones epistemológicas de 
las Ciencias del Hombre. 
 
2.1 EL MODELO LINGÜÍSTICO-ESTRUCTURAL Y EL SURGIMIE NTO DEL 
ESTRUCTURALISMO 
Hablar de la estructura del texto, implica dirigir la discusión hacia ese prolijo 
“fenómeno” —si se permite la nomenclatura— para las Ciencias del Hombre, cuyo 
énfasis en desentrañar el funcionamiento de las estructuras, en este caso las 
estructuras lingüísticas, lega su nombre, esto es: el estructuralismo. La noción 
aparece compleja como de hecho es el fenómeno mismo que desborda la década 
de los 60, que parece tener en Francia su gran bastión y cuyo alcance va desde la 
lingüística hasta la matemática, pasando por la crítica literaria y del arte, la 
biología, la economía, la antropología, los estudios etnológicos, la sociología, la 
psicología, la epistemología, entre otros ámbitos. Pero antes que su complejidad o 
probablemente a causa de la misma, abruma su obscuridad. 
 
Para dimensionar este asunto, bastará, a manera de ejemplo, detenerse 
sucintamente en un par de obras que movilizadas hacia el esclarecimiento del 
fenómeno del estructuralismo, forzosamente involucrarán no pocos autores 
 - 15 - 
dedicados cada uno a diversas actividades y disciplinas, pero que convergen en el 
rótulo de estructuralistas. La primera: Claves del estructuralismo12, por Pierre Daix, 
se moviliza a partir de una pregunta tácita: ¿Qué es eso del estructuralismo? La 
segunda es una obra conjunta: Sentidos y usos del término estructura en las 
ciencias del hombre13, que reúne entre otras personalidades a Roger Bastide, 
Émile Benveniste, Claude Lévi-Strauss y Henri Lefebvre. 
 
Comentando un estudio realizado por Jean Piaget (1896-1980) sobre la materia 
intitulado precisamente El estructuralismo, señalará Daix que el estructuralismo 
«[…] es considerado como un hecho a comprender y no como una ideología a 
juzgar»14, y continuará: «[…] cuando se reduce el estructuralismo a una doctrina 
es, en resumen, para negar el método, vale decir la dialéctica, vale decir la 
apertura necesaria, el desenvolvimiento»15. 
 
El problema que se manifiesta en el anterior comentario, no es otro que el de la 
naturaleza misma de eso que se ha tenido a bien denominar “estructuralismo”; 
pero en especial se pone expreso énfasis en una frecuente oposición que oscila 
entre dos opuestos en este contexto, a saber, el estructuralismo entendido como 
un cuerpo de doctrina por un lado, y el estructuralismo entendido como un método 
por el otro. El asunto no sorprendería si no fuera por el hecho de que Piaget 
elabora una «reflexión total»16 sobre el “hecho” estructural, bastante extendido ya 
para el año de publicación del estudio (1968). En efecto, si el fenómeno reviste 
gran complejidad para ser conceptualizado en un ámbito determinado del saber, 
cualquiera que este sea, lo mínimo que se podría esperar de semejante empresa 
de reflexión total, es cierta dilatación conceptual además de las consecuentes 
contradicciones a que dicha dilatación conllevarían, tal y como se evidencia en el 
 
12 DAIX, Pierre et al. Claves del estructuralismo. Buenos Aires : Calden, 1969. 153 p. 
13 BASTIDE, Roger et al. Sentidos y usos del término estructura en las ciencias del hombre. 
Buenos Aires : Paidos, 1968. 142 p. 
14 DAIX, Pierre. Estructura del estructuralismo (I). En : DAIX, Pierre et al. Op. cit., p. 36-37. 
15 Ibíd., p. 37. 
16 Ibíd., p. 36. 
 - 16 - 
tratamiento del asunto por algunos especialistas, que, por lo demás, discreparán 
de una acepción homogénea —universal, si se quiere— del estructuralismo*. Así, 
pues, su índole es —a decir de Piaget— método, acepción antagónica al de 
doctrina. La oposición se hace más clara aún si se tiene en cuenta que entender el 
estructuralismo como método implica principalmente un interés epistémico; es 
entenderlo, según su raíz griega, como un camino, como un conjunto de 
procedimientos ordenados que sigue una ciencia para hallar y mostrar la verdad; 
pero al tiempo se niega su calidad de concepción dogmática que explica el mundo. 
Pero en la negación, —y este es el punto crítico de tal perspectiva— al mismo 
tiempo se afirmaría que el estructuralismo tampoco puede ser sencillamente 
identificable con un método, pues hacerlo también reduce el radio de acción del 
método a ésta o aquella rama del saber y, por el contrario, comporta el grave 
problema de determinar cómo un mismo método tiene aplicaciones tan amplias en 
disciplinas bastante dispares, al punto de hacer sospechosa toda indicación 
estructural en la ciencia. 
 
Bien puede ser esta la razón por la que Pierre Daix se abstenga, a fin de cuentas, 
en definir en conjunto el polimorfo fenómeno estructuralista. Abordar el problema 
como «reflexión total» del “fenómeno”, posiblemente solo permita señalar aquello 
que no-es el estructuralismo y, en el mejor de los casos, algunos puntos de 
convergencia en el dilatado empleo del término “estructuralismo”. Diferente resulta 
el asunto, cuando se dispone la noción de acuerdo al reducido uso del término en 
una particular disciplina o en un autor determinado. Por eso Émile Benveniste 
(1902-1976) no encontrará problema alguno en señalar que el estructuralismo ha 
venido a ser un «cuerpo de doctrina» en lingüística. 
 
* Baste recordar, para tal efecto, los siguientes comentarios: «el término “estructura” ha tomado en 
lingüística, en el curso de los últimos veinte años, una extensión considerable, a partir del momento 
en que adquirió un valor doctrinal y en cierto modo programático» (BENVENISTE, Émile. 
“Estructura” en lingüística. En : BASTIDE et al. Op. Cit., p. 25. Mis cursivas) «[La noción 
“estructura” ha sido tomada] en las acepciones más diversas e incluso, a veces, contradictorias» 
(LÉVI-STRAUSS, Claude. Los límites de la noción de estructura en etnología. En : BASTIDE et al. 
Ibíd., p. 31. Mis cursivas) 
 - 17 - 
 
Ahora bien, una definición de la estructura ofrecida por Piaget, abre el horizonte a 
un segundo problema antinómico: «[…] una estructura es un sistema de 
transformaciones […]»17. Evoca tal definición el consabido problema de la 
temporalidad, que se expresa en los contrarios diacronía-sincronía, cuestión que 
en principio, definida del lado sincrónico —como se verá más adelante— redunda 
en el ocultamiento del principio estructural de transformación, básico y 
estrechamente ligado a la noción psicológica de “desarrollo humano” piagetiana. 
 
De esta situación puede anticiparse que la preferencia por la perspectiva 
sincrónica cumple un cometido importante en el que-hacer “científico” —si se 
quiere— entre las ciencias que adoptan el punto de vista de las estructuras, a 
saber, la reconstrucción a manera de réplica del modelo del objeto de estudio que 
además de permitir descifrar su funcionamiento involucra los elementos que 
posibilitarían la predicción. 
 
De esta manera, a partir de una exploración general en ambos documentos de la 
conceptualización de la noción “estructuralismo”, se advierte una rara y vertiginosa 
descripción polisémica donde se le define como: un título de librería, una moda, un 
fenómeno, un proceso de desbanalización y limitación del sentido de la noción 
“estructura”, una ciencia, “la ciencia” en el ámbito de los estudios del hombre, unos 
métodos inherentes a las Ciencias del Hombre,una nueva concepción del mundo. 
Pero también se hallan las definiciones negativas que parecen, a criterio de 
algunos, más convenientes al estructuralismo debido a la amplitud semántica del 
término, como se ha visto. Entonces el estructuralismo no es una nueva 
concepción del hombre, no es una ideología, no es una doctrina; pero aparece la 
que podría considerarse la más radical de las aseveraciones: el estructuralismo no 
existe: 
 
 
17 DAIX, Pierre et al. Op cit., p. 38. 
 - 18 - 
El estructuralismo es una categoría que existe solo para los otros, 
para los que no lo son. Es desde el exterior que puede decirse: Tal o 
Cual son estructuralistas. Es a Sartre a quien debe preguntársele qué 
son los estructuralistas, pues considera que los estructuralistas 
constituyen un grupo coherente (Lévi-Strauss, Althusser, Dumézil, 
Lacan y yo [Michel Foucault]). Un grupo que constituye una especie 
de unidad, pero a esta unidad, puede usted decirlo, nosotros no la 
percibimos18. 
 
Mejor conviene rastrear el fenómeno desde su epicentro: los estudios de 
lingüística general de Ferdinand de Saussure (1857-1913), lingüista suizo que, 
como señala Benveniste, «[…] ha sido llamado, con razón, el precursor del 
estructuralismo moderno»19. Su famoso Curso de lingüística general20 —
publicación póstuma— es la obra estructuralista por antonomasia. Indudablemente 
el componente central que moviliza la amplia introducción de la obra, está 
íntimamente asociado, nuevamente, a una complicación epistemológica, ahora en 
lingüística, que presenta una doble configuración: por un lado, una cuestión 
metodológica: la de procurarse un método propio para la investigación en 
lingüística; por otro lado, una cuestión “ontológica”: la de determinar el objeto de la 
lingüística. 
 
El más importante resultado que en general se le ha reconocido a los estudios de 
Saussure, ha sido el de trasladar la lingüística al estatus científico, el de hacer de 
 
18 Ibíd., p. 13. Esta cita de Michel Foucault retomada por Daix, recordará la discusión suscitada 
entre el estructuralismo y el existencialismo francés, quizá con Jean Paul Sartre a la cabeza, que 
se opondrá radicalmente a la reducción estructural del hombre, donde no hay lugar para la libertad, 
pero tan solo al condicionamiento inconsciente de la voluntad por las estructuras de orden 
lingüístico, económico, sociales… estructuras que definen de antemano al sujeto sin que éste logre 
sobreponerse. La consideración estructural del hombre, bastante polémica como puede 
observarse, le valió el título de “anti-humanista” al estructuralismo y sus representantes, tal y como 
ya se ha anotado atrás. 
19 BENVENISTE, Émile. “Estructura” en lingüística. En : ________. Problemas de lingüística 
general. 5 ed. México : Siglo XXI, 1975. p. 92. 
20
 SAUSSURE, Ferdinand de. Curso de lingüística general. Buenos Aires : Losada, 1945. 378 p. 
 - 19 - 
la lingüística una ciencia*. De hecho, desde Saussure, a la lingüística se le ha 
denominado “la ciencia piloto” de las Ciencias del Hombre. Desde esta 
perspectiva, hay estructuralismo cuando se adopta el modelo lingüístico en una 
disciplina, y estructuralista será quien procede conforme al modelo lingüístico. 
 
El modelo lingüístico surge a partir de la fundamental distinción saussureana entre 
lengua (langue) y habla (parole), y la consecuente cadena de implicaciones 
producidas desde allí para los estudios en Ciencias Humanas, luego que desde la 
lingüística, se expandiera el modelo hacia diversas disciplinas. 
 
Es precisamente en un intento por definir y precisar el objeto de estudio de la 
ciencia del lenguaje que Saussure llega a la distinción antedicha. Tradicionalmente 
la lingüística se ha ocupado de los denominados hechos de lenguaje en su 
conjunto. Pero los fenómenos lingüísticos presentan siempre, según Saussure21, 
«dos caras»; podría decirse que los hechos del lenguaje revisten cierta dualidad 
aparentemente infranqueable que, resumidamente, se expresa en parejas de 
contrarios así: impresión acústica – articulación bucal; sonido – pensamiento o 
idea; lado individual del lenguaje – lado social del lenguaje; el lenguaje como 
representación de un sistema establecido y permanente – el lenguaje considerado 
como producto de una evolución temporal, como producto de la historia, del 
pasado, remontándose incluso a sus orígenes. 
 
Así, pues, para Saussure la lingüística deberá abstraer de la totalidad de los 
hechos del lenguaje su objeto de estudio, toda vez que su heterogeneidad no 
 
* Aunque sin hacer una alusión directa al trabajo saussuriano, Levi-Strauss destaca el 
preponderante papel de la lingüística estructural moderna, en la constitución epistemológica de las 
Ciencias del Hombre sobre “terreno seguro”, cuando señala: «En el conjunto de las ciencias 
sociales, del cual indiscutiblemente forma parte, la lingüística ocupa sin embargo un lugar 
excepcional: no es una ciencia social como las otras, sino la que, con mucho, ha realizado los 
mayores progresos; sin duda la única que puede reivindicar el nombre de ciencia y que, al mismo 
tiempo, ha logrado formular un método positivo y conocer la naturaleza de los hechos sometidos a 
su análisis» (LEVI-STRAUSS, Claude. El análisis estructural en lingüística y en antropología. En : 
________. Antropología estructural. Barcelona : Paidos, 1995. p. 75) 
21 SAUSSURE, Ferdinand de. Op. cit., p. 49. 
 - 20 - 
permite reducir el análisis a una sola y particular perspectiva. Su objeto no puede 
ser el lenguaje en toda su generalidad, pues como dirá: «tomado en su conjunto, 
el lenguaje es multiforme y heteróclito; a caballo en diferentes dominios, a la vez 
físico, fisiológico y psíquico, pertenece además al dominio individual y al dominio 
social; no se deja clasificar en ninguna de las categorías de los hechos humanos, 
porque no se sabe como desembrollar su unidad»22. 
 
Frente a este hecho evidente, Saussure23 propone la disyuntiva: o la lingüística se 
aplica decididamente al estudio de un solo lado del problema o bien a todo el 
conjunto. Cada camino tiene sus consecuentes riesgos. Finalmente el lingüista 
adopta una postura radical: 
 
A nuestro parecer no hay más que una solución para todas estas 
dificultades; hay que colocarse desde el primer momento en el terreno 
de la lengua y tomarla como norma de todas las otras 
manifestaciones del lenguaje. En efecto, entre tantas dualidades, la 
lengua parece ser lo único susceptible de definición autónoma y es la 
que da un punto de apoyo satisfactorio para el espíritu24. 
 
Aquí se tienden las bases que definirán para la lingüística estructural no solo su 
objeto, bien determinado por lo demás, sino también el método que le confiere su 
talante objetivador y que heredará posteriormente el estructuralismo. Los demás 
principios se enraízan definitivamente en esta distinción. 
 
En efecto, las características de la lengua, rompen con las problemáticas 
dualidades de los demás hechos de lenguaje. Para precisar estas características, 
es necesario definir la lengua y percibir los alcances del hecho mismo de ser 
establecida como objeto de la lingüística; optar por la lengua e instaurarla como 
 
22 Ibíd., p. 51. 
23 Ibíd., p. 50-51. 
24 Ibíd., p. 51. 
 - 21 - 
paradigma de los demás hechos del lenguaje, es ya tomar posición por las 
impresiones acústicas sobre la articulación bucal, por la idea sobre el sonido, por 
el carácter social del lenguaje sobre el individual, y finalmente por la consideración 
del código y el sistema cerrado de signos permanente sobre su historicidad. 
 
Para Saussure, la lengua «[…] es de naturaleza homogénea*: es un sistema de 
signos en el que solo es esencial la unión del sentido y de la imagen acústica,y 
donde las dos partes del signo son igualmente psíquicas»25 
 
La importancia de la caracterización de la lengua como sistema de signos, obliga a 
la precisión de las nociones “sistema” y “signo” respectivamente, asunto 
fundamental para el estructuralismo, en el primer caso, y para el indicado 
surgimiento de una nueva ciencia —la semiología, según refiere Saussure en el 
curso de lingüística general— en el segundo caso, pero ambos relevantes para la 
configuración ricoeurtiana de una teoría del texto. 
 
La noción de “sistema”, como bien señala Benveniste26, es el núcleo primordial en 
el curso de Saussure, quien no emplea, por lo demás, la noción “estructura”. Allí, 
sistema, asociado a la lengua, se refiere permanentemente a un conjunto 
determinado orgánica y solidariamente relacionado de signos. 
 
Por su parte, frente a la noción de “signo”, afirmará Saussure27 que se trata de una 
unidad compuesta. Denomina signo a la unidad lingüística compleja, resultado de 
la unión entre un concepto y una imagen acústica. Esta bina puede sustituirse, 
para dar mayor claridad, por otra en la que concepto e imagen acústica 
 
* Nótese cómo bajo la afirmación de “homogeneidad”, percibe Saussure en la naturaleza de la 
lengua un principio que, antes de deshacer las múltiples dificultades presentes en el estudio de los 
hechos del lenguaje y descritas por él, adopta una perspectiva particular de estudio, una vía 
posible de aproximación, pero que desde todo punto de vista no es la única. Esa homogeneidad 
radica en la consideración de la lengua como sistema cerrado y permanente de signos. 
25 Ibíd., p. 58-59. (Mis cursivas) 
26 BENVENISTE, Émile. Op. cit., p. 92. 
27 SAUSSURE, Ferdinand de. Op. cit., p. 127-130. 
 - 22 - 
corresponden respectivamente a significado y significante28. La imagen acústica o 
el significante, se define como la impresión psíquica del sonido, y se diferencia del 
sonido propiamente que es algo puramente físico. De hecho, en la referencia a 
esta imagen acústica, es necesario evitar el habla, que indica la idea de una 
acción vocal y muscular, o, si se prefiere, de la actividad fonatoria, para quedarse 
con la actividad mental de hablarse a sí mismo, según describe Saussure29, 
situación en la que la imagen acústica aparece claramente ante sí. Esta forma de 
comprender el signo deja por fuera toda posibilidad de que en la lengua, en el 
código lingüístico, se establezca vínculo alguno entre el mundo y una palabra 
determinada —dos términos puramente físicos— en lugar de lo cual vincula dos 
términos eminentemente psíquicos. 
 
El estudio del signo precisa atender a dos principios que se derivan de su doble 
naturaleza: (1) el signo es arbitrario, es decir, no existe una relación interna entre 
una idea y una secuencia de sonidos que le sirve de significante. Así, por ejemplo, 
la relación entre el significante “arbor” o “tree” es enteramente convencional con la 
idea árbol. Es por esta razón que el significante nunca puede ser considerado un 
símbolo, ya que la naturaleza de éste no es la arbitrariedad; la relación 
significante-significado en el símbolo es racional, interior. (2) El significante 
comporta un carácter lineal. La naturaleza “auditiva” del significante hace que éste 
se desenvuelva en el tiempo de manera que toma los caracteres del tiempo 
mismo. Representa una extensión y esa extensión es mensurable en una sola 
dirección, es una línea. Sus elementos se presentan uno tras otro formando una 
cadena, tal y como se refleja en la disposición de los signos en la escritura30. 
 
 
28 Ibíd., p. 127-130. 
29 Ibíd., p. 127-130. 
30 Ibíd., p. 127-130. 
 - 23 - 
2.2 IMPLICACIONES DEL MODELO LINGÜÍSTICO-ESTRUCTURA L 
Ricoeur ha comentado suficientemente el surgimiento del modelo lingüístico-
estructural saussureano*, y ha extraído y analizado algunas implicaciones no poco 
problemáticas en lo que respecta a una teoría de la interpretación textual. La 
lectura ricoeurtiana de Saussure, adquiere un matiz, que aunque aproximado, 
toma una especificidad respecto al análisis precedente. Por ejemplo, la oposición 
lengua-habla se traduce en las oposiciones código-discurso y estructura-acto**. 
 
La preeminencia lingüística por el código en oposición al uso del lenguaje, produjo 
ciertos descubrimientos secundarios a partir de los cuales se configura todo el 
modelo lingüístico-estructural, como se refiere a continuación. 
 
En primer lugar, mientras que por un lado el código forma parte de un colectivo 
social, podría decirse, mientras que el código comporta un cierto carácter 
universal, siempre que se refiere a una misma comunidad lingüística, por otro 
lado, el uso del lenguaje, el habla, es estrictamente individual y se relaciona con el 
particular uso que tiene el código cuando es actualizado por un sujeto que habla. 
Desde el punto de vista social, según Saussure31, el grupo de sujetos que hablan 
 
* Consúltese entre otros artículos: RICOEUR, Paul. Estructura y hermenéutica. En : ________. El 
conflicto de las interpretaciones : ensayos de hermenéutica. Buenos Aires : Fondo de cultura 
económica de Argentina, 2003. p. 115-144; RICOEUR, Paul. La función hermenéutica del 
distanciamiento. En : ________. Del texto a la acción : ensayos de hermenéutica II. Op. cit., p. 95-
110. RICOEUR, Paul. Del conflicto a la convergencia de los métodos en exégesis bíblica. En : 
RICOEUR, Paul et al. Exégesis y hermenéutica. Madrid : Cristiandad, 1976. p. 33-50. RICOEUR, 
Paul. El lenguaje como discurso. En : ________. Teoría de la interpretación : discurso y 
excedente de sentido. México : Siglo XXI, 2006. p. 15-37. 
** Estas oposiciones son detenidamente examinadas en: RICOEUR, Paul. El lenguaje como 
discurso. En : ________. Op. cit., p. 15-37. Allí, la oposición lengua-habla se analiza a partir de la 
pareja de opuestos estabilidad-acontecimiento. Si algo estable y permanente puede identificarse en 
los hechos del lenguaje, es precisamente su código y su estructura interna. Código-mensaje es una 
reformulación de la primigenia distinción saussuriana, solo que ahora es observada en el contexto 
de una teoría de la comunicación. En al análisis de esta oposición, Ricoeur retoma la teoría de la 
comunicación del lingüista ruso Roman Jacobson (1896-1983). Estructura-acto, por su parte, es 
una oposición que puede identificarse en los análisis de la filosofía anglosajona, como por ejemplo 
en John Searle (1932-) y su teoría de los actos de habla. Para Searle, el acto de habla es la unidad 
mínima de la comunicación lingüística. El habla es un acto, toda vez que es una forma de la 
conducta intencionada y gobernada por reglas. Estructura y acto aparecen, pues, en oposición. 
31 SAUSSURE, Ferdinand de. Op. cit., p. 193-194. 
 - 24 - 
establece el código al tiempo que es incapaz de modificarlo; desde el punto de 
vista del individuo el sistema le es preestablecido e impuesto desde fuera. 
 
En segundo lugar, mientras que en la lengua el conjunto de signos que configuran 
el sistema es completamente sincrónico, el uso del código por el sujeto hablante 
es un acontecimiento evanescente y fugaz, realizado en el tiempo, es decir, el acto 
de hablar es siempre diacrónico. Esta oposición —diacronía-sincronía—, comporta 
desde el principio en el mismo desarrollo saussuriano, una cierta prevalencia por 
el aspecto sincrónico. 
 
En tercer lugar, mientras que el código está definido en el inconsciente estructural 
y permanece siempre anónimo en tanto que no es intencionado, el habla siempre 
comporta una intencionalidad, es decir, es pensada por alguien. 
 
Finalmente, mientras que el código es siempre necesario y sistemático, el uso del 
código es siempre arbitrario y no comporta necesidad alguna, es siempre 
contingente32. 
 
Por otro lado, el efecto sistemáticoy la aplicación de estas consecuencias de la 
distinción saussureana entre lengua y habla, y la preeminencia concedida a 
aquella sobre ésta, caracterizó el modelo estructural a partir de tres reglas o 
principios constitutivos. 
 
En primera instancia, se trata de la preponderancia dada a la sincronía, donde la 
diacronía aparece subordinada y solo comprensible a partir de los estados 
sincrónicos del lenguaje. Esto se debe fundamentalmente a que un sistema 
estático es más comprensible que las contingencias propias del cambio. En este 
 
32 RICOEUR, Paul. El lenguaje como discurso. En : ________. Teoría de la interpretación : 
discurso y excedente de sentido. Op. cit., p. 16-17. Según Ricoeur, la consecuencia necesaria de 
la preeminencia del punto de vista estructural, dio origen al abandono del análisis del discurso en el 
estudio contemporáneo del lenguaje. 
 - 25 - 
sentido, en la lengua no se perciben inmediatamente sus alteraciones evolutivas, 
sino el estado de la lengua en un momento determinado; los análisis diacrónicos 
de la lengua —lingüística diacrónica— proceden de la comparación de diferentes 
estados de la lengua. Este hecho, Saussure lo refiere como sigue: «[…] el aspecto 
sincrónico prevalece sobre el otro [el diacrónico], ya que para la masa hablante es 
la verdadera y única realidad»33. 
 
En segunda instancia, el estudio estructural de la lengua encuentra en ella una 
unidad compleja de signos que no poseen valor por sí mismos, no poseen 
significación propia. Su valor está determinado por la oposición existente entre los 
elementos del conjunto, por su posición dentro del conjunto: «colocado en un 
sintagma, un término sólo adquiere su valor porque se opone al que le precede o 
al que le sigue o a ambos»34. 
 
Finalmente, tal juego de oposiciones le confiere a la lengua el carácter de sistema: 
«[…] esta facultad [de asociación y de coordinación de los signos] desempeña el 
primer papel de la lengua como sistema»35. Pero esto mismo significa, ni más ni 
menos, que el conjunto de signos que configuran el sistema es cerrado, no admite 
ninguna relación externa: el signo no tiene relación alguna con el mundo. Cada 
signo se refiere a otro u otros elementos del sistema, lo cual hace del lenguaje un 
sistema cerrado de signos «el lenguaje ya no aparece como la mediación entre 
mentes y cosas. Constituye un mundo en sí mismo, dentro del cual cada elemento 
solo se refiere a elementos del mismo sistema, gracias a la interacción de 
oposiciones y diferencias constitutivas del sistema»36. De esta manera, el modelo 
estructural dará lugar a una ciencia de los signos que, según Ricoeur37, tendrá 
 
33 SAUSSURE, Ferdinand de. Op. cit. p. 161. 
34 Ibíd. p. 207-208. 
35 Ibíd. p. 56. 
36 RICOEUR, Paul. El lenguaje como discurso. En : ________. Teoría de la interpretación : 
discurso y excedente de sentido. Op. cit., p. 20. 
37 Ibíd. p. 22. 
 - 26 - 
como punto de apoyo la división del lenguaje en partes constitutivas y que se 
contrapondrá a la semántica, a saber, la semiótica. 
 
Las implicaciones de estos criterios de análisis son múltiples para las Ciencias 
Humanas, así como múltiples son las álgidas controversias suscitadas. La 
consideración predominante del punto de vista sincrónico sobre el diacrónico, llevó 
a algunos a percibir en el estructuralismo otra especie enmascarada de eleatismo, 
un procedimiento para fijar aquello que permanece, que se mantiene invariable, 
inmutable «[…] el acento está puesto sobre las estructuras y no sobre la evolución 
y el movimiento»38 señala Pierre Daix. La lengua como sistema, con todo su 
conjunto de relaciones y oposiciones considerada independientemente del habla, 
des-implicó al sujeto hablante, lo suprimió. Es cierto que la lengua es lengua de 
una comunidad lingüística y es quien la actualiza por su uso en el habla. Pero esto 
mismo también significa que en su dimensión social, la lengua atraviesa al sujeto y 
se le impone desde fuera; virtualmente, el sistema de la lengua aparece 
inmodificable. Ésta des-implicación del sujeto también dio lugar a la problemática 
del sujeto que, inclusive ha significado “la muerte del hombre”, la necesidad de 
eliminar al hombre para que emerja el saber científico; es nuevamente Pierre Daix 
quien toma la palabra comentando la obra de Lévi-Strauss: «en las ciencias 
humanas el hombre es su propio observador […] Pero la necesidad de constituir 
hechos científicos independientes del observador no es menos imperiosa. ¿Cómo 
eliminar, entonces, al hombre en ciencias que tienen al hombre por objeto? Este 
es exactamente el programa del estructuralismo en Lévi-Strauss»39. 
 
 
38 DAIX, Pierre et al. Op. cit. p. 20. 
39 Ibíd. p. 27. Esta consecuencia de la actitud explicativa del estructuralismo también aparece 
adecuadamente condensada por Javier Bengoa al comentar: «el paradigma del movimiento 
estructuralista era la distinción saussuriana entre lengua y habla y la primacía de la primera sobre 
la segunda. Esto significa que toda actividad del sujeto, de la que el habla es a su vez el 
paradigma, se enraíza en una estructura presubjetiva y preindividual de signos, de modo que, más 
que hablar —es decir, tener la iniciativa y disposición de sí mismo— el sujeto es hablado, es decir, 
dirigido por las múltiples estructuras de todo tipo depositadas en su lenguaje» (BENGOA, Javier. 
De Heidegger a Habermas : Hermenéutica y fundamentación última en la filosofía contemporánea. 
Barcelona : Herder, 1992. p. 87.) 
 - 27 - 
Sin embargo, la consecuencia más importante de la sistemática aplicación del 
modelo estructural para la teoría de la interpretación del texto, será el hecho 
evidente del paulatino desplazamiento del análisis lingüístico hacia la lengua, 
hasta reducir el estudio del lenguaje exclusivamente al código, produciendo un 
enfoque unidimensional del lenguaje que impide completamente la instancia del 
acto, del acontecer, del habla, del discurso. 
 
Un ejemplo interesante que permite ver la aplicación del modelo y sus 
implicaciones en el campo del análisis de los textos escritos, se verifica a partir de 
lo que Roland Barthes (1915-1980) denominará: el análisis estructural del relato. 
Este tipo de análisis, refleja todas las consecuencias de las distinciones del 
estructuralismo en lingüística. En el análisis estructural del relato, lo primero que 
se hace notar es la impertinencia de la pregunta ¿Quién habla? ya que por 
homología a la distinción entre lengua y habla en lingüística, y, como es de 
esperarse, a la opción por y el predominio de la lengua y a la configuración de ésta 
como sistema, el análisis estructural del relato no se refiere, en ninguna de las 
diferencias de sentidos, o si se prefiere, de significados que puedan estar 
presentes en el texto, a otro lugar distinto del mismo texto. El texto aparece como 
autorreferencial en el sentido de que se dirige siempre hacia sí mismo. En 
palabras de Barthes esto mismo se refiere como sigue: «[…] El sentido no es un 
significado total, tal como se podría encontrar en un diccionario, aunque fuera del 
relato; es esencialmente una correlación, o el término de una correlación, un 
correlato o una connotación. El sentido para mí […] es esencialmente una cita 
[…]»40. 
 
El lector, en el análisis estructural, se encuentra frente a un texto sin autor y sin 
referencia al mundo. Esto mismo Ricoeur lo explica como sigue: «como lectores, 
 
40 BARTHES, Roland. El análisis estructural del relato. En : RICOEUR, Paul et al. Exegesis y 
hermenéutica. Op. cit., p. 147. 
 - 28 - 
podemos permanecer en la suspensión del texto, tratarlo como texto sin mundo y 
sin autor y explicarlo tan solo por sus relaciones internas, por su estructura»41. 
 
Entonces, deconformidad con el análisis estructural, el sentido que podría 
denominarse “profundo” o interpretativo del texto, no se despliega, no acontece: 
«el análisis estructural no puede ser un método de interpretación»42. La razón del 
desinterés por el sentido profundo del texto, parece radicar en el propósito mismo 
del análisis estructural, tal y como lo concibe Barthes, quien considera que por el 
principio de formalización a partir del cual se pretende establecer una lengua del 
relato, el análisis estructural no se aplica, porque no se puede ni se quiere 
aplicarlo a un solo texto en sí mismo43. Lo que aquí se designa como “lengua del 
relato” y que Barthes también conviene en denominar translinguística* toma, 
nuevamente por homología al modelo lingüístico, la convergencia de las frases, 
que constituyen a todo relato y en cuyo interior se encuentran puestas en relación 
igual que los signos en la lengua, como el punto focal del análisis, prescindiendo 
de toda referencia exterior. 
 
Hasta aquí se ha visto sumariamente cómo el estructuralismo suscita en su interior 
una actitud explicativa de los textos escritos que resulta de los modernos estudios 
lingüísticos y de los signos. Esto permite concluir que el modelo estructuralista ya 
no es, en definitiva, una transpolación. Estas observaciones dan al traste con la 
supuesta transposición de métodos desde campos divergentes y escindidos de las 
ciencias y destruye la función de separación que a las categorías explicar-
comprender les fueran atribuidas por Dilthey. 
 
 
41 RICOEUR, Paul. ¿Qué es un texto?. Op. cit., p. 135. 
42 BARTHES, Roland. El análisis estructural del relato. En : RICOEUR, Paul et al. Exegesis y 
hermenéutica. Op. cit., p. 149. 
43 Ibíd. p. 145-146. 
* Quizá resulte más conveniente el concepto “meta-lingüística” si se entiende esta empresa, por 
como la presenta Barthes, un intento de construcción de una “lengua de la lengua”. 
 - 29 - 
Pero si el estructuralismo terminó por excluir la actitud comprensiva quitándole al 
texto la característica básica de ser un signo sensible expresado por una psiquis, 
la actitud hermenéutica, que —desde Dilthey— reclamaría por su parte el derecho 
de hacer de la lectura del texto un “diálogo” con el autor, terminó por resistir todo 
intento de análisis estructural llegando a considerarlo un “antihumanismo”, 
calificativo que se estableció como una ideología que sería propia de los autores 
incluidos bajo la etiqueta de estructuralistas. Nuevamente aquí la polaridad 
explicar-comprender resurge, pero ahora en el interior mismo de las Ciencias del 
Hombre. 
 
2.3 EL LENGUAJE COMO DISCURSO 
A la reducción del lenguaje como código puro —perspectiva estructural—, con 
miras a su configuración de una teoría textual, Ricoeur opone, en principio, la 
consideración del lenguaje como habla, a fin de asumir la reflexión del habla como 
principio de destrucción de la antinomia suscitada hasta ahora entre la actitud 
estructural y la hermenéutica44. En este contexto, será necesario retomar, sin lugar 
a dudas, las características propias de la lengua como habla extraídas del análisis 
estructural, pero ahora trabajando en la superación de los factores que le hacían 
débil para el estudio científico pretendido por el estructuralismo. Es probable que 
antes que una debilidad factual del habla, Ricoeur perciba un mal entendido de la 
perspectiva estructural, que pierde de vista la primacía ontológica del 
acontecimiento del habla por sobre la pura virtualidad del código, que no existe 
sino tan solo a partir de su actualización en el proferir un mensaje por el hablante. 
 
Desde la perspectiva del código, el lenguaje recibe como unidad característica el 
signo. Pero por otro lado, desde la perspectiva del habla la unidad característica 
es la oración. Sin embargo, signo y oración son objetos completamente distintos, 
 
44 RICOEUR, Paul. El lenguaje como discurso. En : ________. Teoría de la interpretación : 
discurso y excedente de sentido. Op. cit., p. 20-22. 
 - 30 - 
al punto que, si bien la oración está compuesta por signos, su totalidad es 
irreductible a la simple suma de sus partes45. Que la oración esté hecha de signos 
no quiere decir que ella misma sea un signo: es oración. El signo está integrado 
en la oración. Es la semántica la disciplina que se encargará del análisis de ese 
carácter integrador del lenguaje. Semántica se opone a semiótica, toda vez que 
esta última es entendida como disociadora en partes constitutivas del lenguaje46. 
Todo el problema del lenguaje desde estas consideraciones, según afirma 
Ricoeur47, pude ser abordado con claridad si se entiende plenamente la distinción 
entre semántica y semiótica. Ahora bien, para distinguir el habla desde esta 
particularidad integradora semántica donde su acontecer recobra primacía 
ontológica, de esa otra particularidad disociadora semiótica donde el habla resulta 
solo como un aspecto residual de la ciencia de la lengua, Ricoeur prefiere 
reemplazar el término habla por el de discurso. 
 
Puede inferirse de esta importante observación ricoeurtiana que todo discurso, 
teniendo como unidad básica la oración, es irreductible, por este mismo hecho, a 
todo intento de análisis semiológico, so-pena de echar a perder su sentido. Y la 
razón de dicha pérdida, como resulta claro, reside en la destrucción de la síntesis 
irreductible entre la función de identificación del nombre y la función predicativa. 
Ya anotaba Ricoeur la procedencia griega de este principio48 desconocido por el 
análisis estructural que requiere, no obstante, un examen a partir de los modernos 
estudios de la lingüística de la oración, de los estudios lingüísticos 
contemporáneos de la filosofía anglosajona y de la fenomenología del sentido en 
el Husserl de la primera investigación lógica. 
 
 
45 Ibíd. p. 21. 
46 Ibíd. p. 21. 
47 Ibíd. p. 22. 
48 «[…] esta distinción es simplemente un revalorización del argumento de Platón en el Cratilo y el 
Teeteto de acuerdo con el cual el logos descansa en el entrelazamiento de al menos dos diferentes 
entidades: el nombre y el verbo» Ibíd. p. 22. 
 - 31 - 
Establecida la oración como unidad básica del discurso, asoma la distinción 
semiótica-semántica y se asegura el primer paso de superación del modelo 
estructural. Con todo, la principal debilidad epistemológica del discurso —su 
evanescencia— aún amenaza la posibilidad de constituirlo en objeto del análisis 
semántico. El discurso es el acontecimiento del lenguaje. Ese estatuto de 
temporalidad del discurso, esa debilidad epistemológica que parece imposibilitar 
su estudio y, por lo mismo, justifica ser obviada por la ciencia, requerirá de una 
serie de estrategias que logren superarla49. 
 
El primer recurso utilizado consiste en reconocer lo que Ricoeur denominará la 
prioridad ontológica o la realidad del discurso50. La realidad del mensaje surge en 
el acontecer del habla: el acontecer, la duración y la sucesión del discurso en el 
habla le confieren realidad. Dicha realidad se opone a la virtualidad estática y 
sincrónica del sistema de la lengua. 
 
Ahora bien, este primer paso, resulta aún frágil, pues persiste la fugacidad propia 
del acontecer, si bien ahora se le otorga una prevalencia por su factualidad. Un 
segundo intento de superación de la debilidad epistemológica del discurso, se 
condensa en la premisa «si todo discurso se actualiza como acontecimiento, todo 
discurso es comprendido como sentido»51. En este punto, se está ante un 
elemento decisivo para la superación de la debilidad epistemológica del discurso: 
una característica fundamental del discurso estriba en que el acontecimiento se 
supera al ser retenido por la comprensión de su sentido. Es lo que Ricoeur 
denominará dialéctica del acontecimientoy el sentido52. Esta característica es la 
que permite, por ejemplo, que el mensaje sea identificado y re-identificado a sí 
mismo para ser dicho en otras palabras, e incluso comporta que pueda ser 
 
49 Ibíd. p. 23. 
50 Ibíd. p. 23. 
51 Ibíd. p. 26. 
52 Ibíd. p. 26. 
 - 32 - 
traducido de una lengua a otra sin que dichas transformaciones impliquen una 
pérdida de su identidad. 
 
La alusión a la oposición originaria lengua-habla en la dialéctica acontecimiento-
sentido se percibe como un principio de resquebrajamiento y superación de la 
aporía, pero sobretodo, el paso que permite la constitución de la teoría del texto 
ricoeurtiana que se trata enseguida. 
 
2.4 DEL DISCURSO ORAL AL DISCURSO ESCRITO 
La teoría del texto para Ricoeur, requiere un análisis de las significativas 
transformaciones que adquiere el discurso al pasar a la forma escrita. ¿Qué es un 
texto y cómo se relaciona con la situación dialogal? ¿es la lectura un modo 
particular del diálogo? Un texto, todo texto, es un discurso fijado por la escritura, lo 
que no necesariamente implica el paso del discurso primero por el habla, e 
incluso, una teoría del texto tendrá que partir de la consideración de que discurso 
oral y discurso escrito ya no se identifican, son objetos o instancias del lenguaje 
drásticamente diferenciadas, situación que se enfatiza en la afirmación de que «la 
relación escritura-lectura ya no es un caso particular de la relación habla-
escucha»53 
 
Prescindiendo de algunas transformaciones en el paso del habla a la escritura, se 
destacarán aquí tres principales. En primer lugar, la modificación de la relación 
entre el mensaje y el hablante en el caso del discurso oral, probablemente sea una 
de las más significativas. En esta instancia del discurso, la situación de 
interlocución pone el sentido propio y externo del discurso oral en plena identidad 
con la intencionalidad del hablante. Según Ricoeur54, el paso de la modalidad oral 
a la escrita, separa el sentido que comporta la oración pronunciada en el entorno 
 
53 RICOEUR, Paul. Habla y escritura. En : Teoría de la interpretación : discurso y excedente de 
sentido. Op. cit., p. 42. 
54 Ibíd., p. 42-43. 
 - 33 - 
de la interlocución, con la intención subjetiva del hablante. Quiere decir esto que, 
una vez escrito, un texto adquiere una independencia semántica de su autor, 
queda liberado del horizonte finito de su autor y en condición de abrirse a un 
público imprevisible que trasciende al destinatario primario para dirigirse, aunque 
potencialmente, a todo aquel que sea capaz de leer. Así, intención del autor y 
significado del texto se desconectan al punto que la intención del autor no será 
más criterio de interpretación. Es la autonomía de la obra respecto del autor. 
Ahora al ejercicio hermenéutico interesará más recuperar la significación del texto 
que la intención de un autor oculta tras del texto —despsicologización de la 
hermenéutica. 
 
En segundo lugar, se considera importante entre la serie de transformaciones 
sufridas en el paso del discurso hablado al escrito, el hecho mismo de fijación del 
discurso en la escritura, o en otras palabras, la pérdida del carácter evanescente 
del habla, la superación de su carácter de evento pasajero que, a juicio del 
estructuralismo, es la debilidad epistemológica del habla. La inscripción destruye 
el carácter de acontecimiento y lo supera. Lo que se fija del acontecer del discurso 
es algo que se dice respecto de algo más. 
 
Ahora bien, la fijación del discurso es posible en tanto que se exterioriza la 
intención desde la psicología de un hablante y ese exteriorizar se concreta en el 
decir. En el decir algo ya hay presente una acción: decir algo. Siguiendo en esto 
la teoría anglosajona de los actos de habla de Austin y Searle, Ricoeur retoma los 
tres niveles de acción identificados en el habla como aquellos elementos en que 
se exhibe la capacidad de exteriorización de eso que se dice. En un primer nivel, 
el acto locutivo, responde a la verbalización de la oración. Pero además en el 
habla, por medio de ciertos elementos ejecutantes, no solo se dice algo sino que 
incluso, en un segundo nivel, se llega a comprometer el mismo interlocutor del 
mensaje en una acción específica además del decir. Ejemplo de ello puede ser 
proferir una promesa: al ser dicha, no solo se dice algo sino que se hace algo al 
 - 34 - 
decir, esto es, se compromete el interlocutor en un acto del habla a sí mismo: 
promete —acto ilocutivo. Sin que baste aún con esto, en un tercer nivel, al ser 
dicho algo —dar una orden, por ejemplo— no solo se hace algo al decir —
ordenar— sino que se produce un efecto al decir —temor— y a tal efecto 
resultante del decir se denomina acto perlocutivo. 
 
Finalmente, y esta posiblemente es la más importante cuestión en la hermenéutica 
ricoeurtiana, el paso del discurso oral al escrito transforma la relación mensaje-
referencia. Para Ricoeur55, mientras que en la instancia del diálogo la significación 
expresada en el “querer decir” trasciende el lenguaje y se dirige a objetos, 
situaciones o hechos —toda vez que cuando se habla se dice algo acerca de 
algo— y que esos elementos extralingüísticos encuentran como criterio de 
referencia último la mostración de la cosa que se refiere —el gesto de señalar con 
el dedo, por ejemplo— por su parte: «es esa fundamentación de la referencia en la 
situación dialogal la que se hace añicos en la escritura»56. Es el efecto de la 
distancia producida ahora entre el autor y el lector, ya manifiesta en la distancia 
semántica anteriormente aludida entre intensión del autor y significado del texto. 
Aquí se dice que el texto abre y lega al lector un mundo, que ya no está sujeto 
más a la mostración ostensible. 
 
Las anteriores tres consecuencias se encontrarán en el desenlace final de la 
polémica epistemológica, a partir de su articulación con una teoría de la acción y 
movilizadas por una tesis central sostenida por Ricoeur en un breve artículo 
intitulado El modelo del texto57, que puede enunciarse como sigue: el objeto a 
cuyo estudio se aplican las ciencias humanas, tiene una relación de equivalencia a 
la descrita fijación del discurso en signos materiales, razón por la cual se ajusta al 
paradigma del texto. Traducido, esto significa que el objeto de las Ciencias del 
 
55 Ibíd., p. 46-50. 
56 Ibíd., p. 48. 
57 RICOEUR, Paul. El modelo del texto : la acción significativa. En : ________. Del texto a la 
acción : ensayos de hermenéutica II. Op. cit., p. 169-195. 
 - 35 - 
Hombre comporta una homología con el texto que le otorga un carácter de 
legibilidad y lo hace susceptible para ser leído. La actividad de las Ciencias 
Humanas consiste eminentemente en hacer “lectura de su objeto”. De allí que 
pueda hablarse de las Ciencias del Hombre como Ciencias Hermenéuticas, toda 
vez que, en estricto sentido, por hermenéutica entiende Ricoeur una teoría de la 
interpretación de textos escritos. 
 - 36 - 
3. TEORÍA DE LA INTERPRETACIÓN TEXTUAL 
 
Así establecida, una teoría del texto, abre forzosamente el camino para la 
consideración minuciosa de una teoría de la interpretación del texto escrito, que 
Ricoeur aborda nuevamente a partir de la tradición hermenéutica romántica 
germana, desde Friedrich Schleiermacher. 
 
Las contingencias en el ámbito hermenéutico también entrañan un doble problema 
que ya Ricoeur ha puesto de presente: por un lado, se trata del campo de 
aplicación de la hermenéutica; por otro lado, se trata nuevamente, de la refracción 
del problema epistemológico que en la tradición romántica se relacionó 
principalmente con la cuestión del método de las Ciencias del Espíritu. 
 
A partir de este planteamiento preliminar, resulta comprensible que el problema 
hermenéutico,tal y como llega hasta nuestros días, es eminentemente moderno. 
Su historia reciente se relaciona con los nombres de Friedrich Schleiermacher 
(1768-1834), Wilhelm Dilthey, Martín Heidegger (1889-1976), Hans-Georg 
Gadamer (1900-2002) y Paul Ricoeur. Y será nuevamente el mismo Ricoeur quien 
demarque los puntos neurálgicos de la cuestión, a partir, principalmente, de dos 
artículos suyos: el primero intitulado La tarea de la hermenéutica: desde 
Schleiermacher y desde Dilthey58 referido al desarrollo de la hermenéutica desde 
Schleiermacher hasta Gadamer, y el segundo: La función hermenéutica del 
distanciamiento59, a partir de los cuales se buscan las aportaciones del filósofo 
francés a la tradición hermenéutica y los lugares de convergencia del punto de 
vista estructural y hermenéutico del texto. 
 
58 RICOEUR, Paul. La tarea de la hermenéutica: desde Schleiermacher y desde Dilthey. En : Del 
texto a la acción : ensayos de hermenéutica II. Op. cit. p. 71-94. 
59 RICOEUR, Paul. La función hermenéutica del distanciamiento. Ibíd. p. 95-110. 
 - 37 - 
3.1 FRIEDRICH SCHLEIERMACHER Y EL SURGIMIENTO DEL C ÍRCULO 
HERMENÉUTICO 
La hermenéutica en Schleiermacher se manifiesta a partir del problema suscitado 
a propósito de la pretensión de generalizar el procedimiento para la interpretación 
de textos; este filósofo y teólogo alemán, se encuentra en sus trabajos filológicos 
con los inconvenientes propios del ejercicio de la interpretación de textos diversos. 
La tarea fundamental a la que le llevará tal situación, es la de formular una teoría 
general de la interpretación del texto escrito. 
 
La interpretación de los textos procedía de conformidad con el ámbito regional de 
aplicación. Se hablaría, entonces, de teorías particulares o regionales de la 
interpretación en los ámbitos: teológico, con la exégesis de los textos sagrados —
Antiguo y Nuevo Testamento—; y el estudio filológico de los textos clásicos y 
literarios, y la interpretación de los textos jurídicos principalmente. En otras 
palabras, antes de Schleiermacher había filología y exégesis. Este trabajo 
consistía en un conjunto de normas, de procedimientos que debería seguir el 
intérprete si pretendía llegar a la comprensión de un texto. 
 
La formulación de una teoría general de la interpretación será el punto de partida 
de la hermenéutica contemporánea. Este movimiento procede a la 
“desregionalización” por medio de «[…] elaborar reglas universalmente válidas de 
la comprensión»60. Se hace claro el espíritu de la crítica kantiana en tal pretensión. 
Pero el espíritu del romanticismo alemán, por otro lado, lleva a Schleiermacher a 
establecer como intención necesaria del arte de comprender, penetrar, trasladarse 
a la psiquis misma del autor de la obra, penetrar su espíritu que es, según la 
tradición romántica, lo inconsciente creador. Frente a esta actitud, afirma Ricoeur: 
 
60 RICOEUR, Paul. La tarea de la hermenéutica: desde Schleiermacher y desde Dilthey. En : 
________. Del texto a la acción : ensayos de hermenéutica II. Op. cit., p. 74. 
 - 38 - 
 
Quizá toda hermenéutica se halla marcada para siempre por esta 
doble filiación romántica y crítica, crítica y romántica. Crítico es el 
propósito de luchar contra la mala comprensión, en nombre del 
famoso adagio: “hay hermenéutica cuando hay mala comprensión”; 
romántico es el propósito de “comprender a un autor tanto y aún mejor 
de lo que él se ha comprendido a sí mismo”61. 
 
Según Conesa y Grondin62, en este sentido Schleiermacher significa para la 
tradición hermenéutica su propio “giro copernicano”, un cambio radical que se 
constituye en un distanciamiento respecto de la tradición hermenéutica anterior. 
En efecto, la hermenéutica schleiermachiana responde a unas nuevas condiciones 
epistemológicas occidentales: el sujeto se vio necesitado de interpretación. El 
ejercicio hermenéutico ya no se restringe tan solo a desentrañar el sentido, el 
significado literal del texto y la interpretación no se restringe aquí a un ámbito 
disciplinar específico, sino que se dirige a toda intelección de los signos 
expresivos de la creatividad espiritual humana, principalmente a la forma del 
discurso escrito. 
 
El proceso comprensivo en Schleiermacher se subdivide en dos momentos 
interpretativos, un primer momento gramatical y un segundo momento técnico que 
convendría definir como psicológico. 
 
El primer momento —gramatical— se concentra en el texto, en su literalidad, en la 
relación gramatical de los signos, en desentrañar su significación de conformidad 
con el momento histórico en que se ha producido. Retomar el marco histórico se 
 
61 Ibíd. p. 74-75. 
62 CONESA, Francisco y NUBIOLA, Jaime. Filosofía del lenguaje. Barcelona : Herder, 1999. p. 
218-220. También: GRONDIN, Jean. Introducción a la hermenéutica filosófica. Barcelona : 
Herder, 1999. p. 103-118. 
 - 39 - 
hace necesario por cuanto en éste se determina un uso específico de las palabras. 
En este nivel interpretativo, se hace la distinción entre una hermenéutica laxa o 
débil y una rigurosa. 
 
La tradición anterior ha seguido la línea ingenua de la interpretación al considerar 
que «[…] la comprensión se produce por sí misma y formula el objetivo en 
términos negativos: hay que evitar el malentendido»63. Se afirma que se trata de 
un uso ingenuo puesto que supone que el malentendido es, en la comprensión de 
un texto, lo aislado, lo accidental, lo contingente, en lo que se corre el riesgo 
ocasional de caer. Schleiermacher representa la práctica interpretativa rigurosa, 
en la que el malentendido deja de ser la excepción para convertirse en la norma; 
en tanto que la comunicación es la «apropiación de algo ajeno»64, está expuesta y 
casi orientada a la incomprensión. Habrá, pues, que considerar que «[…] el 
malentendido es lo obvio y que el entender debe ser en todo punto lo que se 
pretende y se busca»65. Así Schleiermacher pone el malentendido en el terreno de 
lo universal, sacándolo del reducido círculo de lo privado y particular. La 
hermenéutica es así el arte de evitar el malentendido. 
 
Al mismo tiempo, el malentendido movilizará constantemente al intérprete a 
precisar toda comprensión posible del texto, toda reconstrucción de lo otro, de lo 
que se quiere decir y comunicar, teniendo como punto de partida el malentendido, 
lo cual exige volver a ella, profundizándola sin que se obtengan nunca resultados 
definitivos. Se alcanzará alguna certeza pero siempre será provisional y sujeta a 
revisiones, reformulaciones, e incluso, giros interpretativos radicales. 
 
 
63 GRONDIN, Jean. Op. cit. p. 111. 
64 CONESA, Francisco y NUBIOLA, Jaime. Op. cit. p. 219. 
65 SCLEIRMACHER, Friedrich Ernst Daniel. Hermeneutik und kritik, citado por, GRONDIN, Jean. 
Op. cit. p. 112. 
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Surge inmediatamente la pregunta: siendo el malentendido un principio desde el 
que toda comprensión se hace relativa y re-formulable ¿Qué sentido tiene un que-
hacer hermenéutico cuando toda comprensión es perfectible, siempre inacabada, 
siempre un proyecto? 
 
Antes de sugerir que la tarea de aplicarse a la comprensión es una actividad vana 
por dicho carácter perfectible, afirma Grondin «el principio de la mejor 
comprensión como meta inalcanzable del entender pone de manifiesto que el 
entender siempre incompleto es un estímulo y que siempre merece la pena seguir 
profundizando en lo que se está interpretando». Desde ésta perspectiva, se 
pueden distinguir dos particularidades de la hermenéutica de Schleiermacher: 
primero, la hermenéutica es un arte sin reglas o métodos cual fórmulas 
matemáticas —lo cual se ratifica en el segundo momento comprensivo 
schleiermachiano—, que conduzcan a la comprensión de las formas de discurso;

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