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GINECOLOGIA (1020)

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999Consideraciones transoperatorias 
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exacto depende del tipo de sutura y de que se forme un nudo 
plano o uno deslizante. Hasta cierto punto, las lazadas adicionales 
brindan más seguridad a los nudos, pero este benefi cio debe equi-
librarse con el riesgo creciente de infección correspondiente por el 
mayor volumen del nudo (van Rijssel, 1990).
ELECTROCIRUGÍA
La electrocirugía es uno de los recursos quirúrgicos más utilizados y 
permite a los cirujanos coagular vasos y cortar tejidos con rapidez. 
La familiaridad con sus principios básicos aumenta su uso efi caz y 
reduce la lesión de tejidos.
Desde el punto de vista semántico, electrocirugía difi ere de 
electrocauterio, aunque los términos a menudo se intercambian 
in correctamente. Con electrocauterio, la corriente eléctrica pasa 
por un objeto metálico, como un asa de alambre, con una resis-
tencia interna. El paso de la corriente por la resistencia calienta 
el asa, que puede usarse en la intervención quirúrgica. El fl ujo de 
corriente se limita al metal que se calienta, no penetra los tejidos 
quirúrgicos.
En cambio, con la electrocirugía, se dirige el fl ujo de corriente 
a los tejidos mismos, donde produce calentamiento y destrucción 
localizada. Como resultado, la corriente eléctrica debe pasar por los 
tejidos para generar el efecto deseado (Amaral, 2005). El circuito 
electroquirúrgico contiene cuatro partes principales: el generador, 
el electrodo activo, el paciente y el electrodo de retorno.
 ■ Electrocirugía monopolar
La corriente eléctrica es el fl ujo de electrones a través de un cir-
cuito (fig. 40-34). El voltaje es la fuerza que impulsa esas cargas 
alrededor del circuito. La impedancia es la combinación de la resis-
tencia, la inductancia y la capacitancia de una corriente alterna 
en su trayecto (Morris, 2006). En la electrocirugía monopolar, el 
electrodo de retorno, en la aplicación clínica, es la placa de tierra. 
La corriente fl uye: 1) del generador, que es la fuente de voltaje; 
2) a través de la punta electroquirúrgica al paciente, la fuente de 
impedancia y luego, 3) a la placa de tierra, donde se dispersa. La 
corriente sale de la placa para regresar al generador y el circuito se 
completa (Deatrick, 2010).
En la electrocirugía, la impedancia del tejido convierte la 
corriente eléctrica en energía térmica que eleva la temperatura hís-
tica. Este calentamiento produce los efectos electroquirúrgicos en 
el tejido.
La corriente de una toma de pared que impulsa los generadores 
eléctricos tiene una frecuencia de 60 Hz (en Estados Unidos) o 
50 Hz (en otras partes del mundo). Esta frecuencia baja puede 
causar una estimulación neuromuscular extrema, como en la elec-
trocución. Sin embargo, con frecuencias mayores de 100 Hz, las 
membranas excitables no se despolarizan, por lo que se evitan 
las respuestas nerviosas y musculares. Para que el uso sea seguro 
durante la electrocirugía, los generadores quirúrgicos modernos 
elevan las frecuencias a más de 200 Hz (Valleylab, 2006).
Efectos quirúrgicos
Se obtienen efectos diferentes cuando se altera la forma en que se 
produce y aplica la corriente. Primero, la alteración del patrón de 
onda de la corriente afecta las temperaturas del tejido. Por ejem-
plo, la onda sinusoidal continua de alta frecuencia producida en el 
general, está demostrado que los nudos deslizantes tienen mayor 
tasa de falla que los nudos planos (Hurt, 2005; Schubert, 2002).
Para formar los nudos deslizantes idénticos, se sujeta una hebra 
a tensión constante y se repiten maniobras de atado idénticas con 
la otra mano. Por desgracia, estos nudos deslizantes idénticos con-
llevan una elevada tasa de falla y no se recomienda su uso general 
(Schubert, 2002; Trimbos, 1984, 1986).
Los nudos deslizantes no idénticos se forman cuando una hebra 
de la sutura se mantiene con tensión constante y una mano alterna 
el atado hacia la derecha y a la izquierda alrededor de esta hebra 
(Trimbos, 1986). Este nudo es el más frecuente y práctico en la 
cirugía vaginal. Aunque estos nudos pueden desatarse, las lazadas 
adicionales mejoran mucho su seguridad (Ivy, 2004a; Trimbos, 
1984; van Rijssel, 1990).
La variación entre asa y hebra en el nudo corredizo no idéntico 
se usa cuando el asa fi nal de una línea de sutura se mantiene bajo 
tracción y se elaboran lazadas alternadas alrededor del asa con la 
hebra sobrante. Hay pocos datos sobre la valoración de las propie-
dades de este tipo de nudo en la cirugía ginecológica, pero en fecha 
reciente se reconoció que tiene una tasa muy alta inaceptable de 
falla cuando se hace con sutura de monofi lamento (Hurt, 2005).
Por último, en un nudo deslizante paralelo, la hebra de sutura 
a tensión se alterna en cada lazada, con los que se generan lazadas 
alternadas que descienden por la otra hebra en cada ocasión. Los 
estudios existentes demuestran que este nudo tiene fuerza y confi a-
bilidad excepcionales (Ivy, 2004b; Trimbos, 1986).
Eficacia del nudo quirúrgico
La efi cacia de los nudos quirúrgicos depende sobre todo de dos pará-
metros: la seguridad del asa inicial y la seguridad del anudado. La 
seguridad del asa describe la capacidad para mantener una puntada 
de sutura alrededor del tejido mientras se forman las lazadas para 
anudar (Lo, 2004). Las asas de sutura que al principio están fl ojas 
no aseguran los tejidos, sin importar la fuerza con la que se ate el 
nudo y esto produce nudos inútiles, que de forma coloquial se lla-
man “nudos al aire” (Burkhart, 1998). Tres maneras de aumentar 
la seguridad del asa incluyen conservación de la tensión en ambas 
puntas de la sutura durante el atado, uso de una lazada de cirujano 
inicial y nudos corredizos (Anderson, 1980). Si los nudos corre-
dizos se colocan al principio, pueden convertirse en nudos cua-
drados o reforzarse con un nudo cuadrado una vez que se asegure 
el pedículo o el vaso. Un dato importante es que debe limitarse la 
tensión hacia arriba en ambas puntas de la sutura en la profundi-
dad de una cavidad corporal. La fuerza excesiva puede arrancar 
el pedículo o causar arrancamiento completo del asa de sutura 
(Nichols, 2000).
Respecto de la seguridad del nudo, lo más importante es la ten-
sión con la que se realice una lazada determinada. Es menos pro-
bable que un nudo formado a gran tensión se deslice que uno con 
más lazadas atadas fl ojas con la misma confi guración (Gunderson, 
1987).
El número y el tipo de nudos necesarios para asegurar los dis-
tintos tipos de material varían. Estas recomendaciones dependen 
de cualidades, como la elasticidad, la plasticidad y la memoria del 
material. En general, las suturas de varios fi lamentos son más fáci-
les de manejar y tienen menor memoria, mientras que las suturas 
sintéticas de monofi lamento o multifi lamento con cubierta tienen 
mayor memoria y preservan menos el nudo. Para la mayoría de las 
suturas, cuatro a seis lazadas parecen adecuadas, pero el número 
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	SECCIÓN 5 ASPECTOS DE CIRUGÍA GINECOLÓGICA����������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������������
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