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GINECOLOGIA (1132)

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1111Cirugía de mínima invasión 
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la aguja y revisar su libre tránsito interior. En 
esta etapa será mejor no desplazar la aguja de 
un lado a otro, porque el movimiento de ese 
tipo creará desgarros del epiplón o dañará el 
intestino.
Una vez que con los métodos menciona-
dos se confi rma que la aguja está en el sitio 
preciso, los tubos para insufl ar CO2 se unirán 
a la aguja. Se escoge un fl ujo bajo de CO2 y 
los registros de la tensión intraabdominal ini-
cial deben ser <8 mmHg en tanto la pared 
abdominal se eleva de modo manual. Si la 
tensión aumenta habrá que extraer inmediata-
mente la aguja. La tensión inicial es el índice 
más sensible de que se colocó en forma precisa 
dentro del peritoneo la aguja de Veress (Vilos, 
2007). Con la aguja en la posición precisa se 
puede aumentar la tensión y el fl ujo de gas. 
Simultáneamente, el operador debe vigilar con 
gran cuidado los parámetros del insufl ador 
electrónico y asegurar que el incremento de 
la tensión es uniforme y el fl ujo continuo. Si la 
tensión intraperitoneal aumenta rápidamente 
antes de insufl ar 1.5 a 2 L de gas, el operador 
debe sospechar que la insufl ación fue prepe-
ritoneal.
Durante la insufl ación hay que observar 
el abdomen en busca de distensión uniforme 
y matidez a la percusión en el área hepática. 
El volumen total necesario para insufl ar de 
manera apropiada el abdomen varía con base 
en la complexión corporal de la paciente. Sobre 
tal base, deberá utilizarse la tensión intraperi-
toneal y no el volumen total de gas para valo-
rar si la insufl ación peritoneal fue adecuada. 
Durante la insufl ación normal no se permitirá 
que el trócar perfore dicha capa; en vez de ello, 
el trócar todavía distiende más y desplaza el 
peritoneo en sentido interno. Por fortuna, el 
problema mencionado suele ser resuelto en un 
segundo intento con la aguja por arriba del 
ombligo (fig. 42-1.23).
La introducción preperitoneal de la aguja 
de Veress constituye una complicación fre-
cuente de la penetración en el abdomen y 
puede hacer que el operador abandone la téc-
nica laparoscópica; por esa razón, es de suma 
importancia confi rmar que la aguja esté situada 
en un sitio preciso en la cavidad peritoneal. 
Para la confi rmación se une una jeringa de 
10 ml con 5 ml de solución salina al conector 
de la aguja insertada. Con la aspiración en el 
interior de la jeringa se identifi can burbujas de 
aire. Si se aspira sangre o contenido intestinal, 
hay que sospechar fuertemente la posibilidad 
de penetración de vasos o vísceras y en estos 
casos debe dejarse la aguja en su sitio para loca-
lizar el punto de punción y que actúe como un 
tapón vascular.
En circunstancias normales, después de la 
aspiración debe inyectarse fácilmente solución 
salina sin topar con resistencia. El cirujano no 
podrá aspirar de nuevo tal solución porque se 
ha dispersado en la cavidad abdominal. En 
forma similar, cabe recurrir a la prueba de la 
gota colgante y en esta técnica se colocan unas 
cuantas gotas de solución salina en el extremo 
externo de la aguja de Veress, y si la punta 
mencionada está en el sitio preciso, desapare-
cerá el líquido, ante la tensión negativa dentro 
de la cavidad abdominal. Si se sospecha que la 
penetración fue equivocada, habrá que extraer 
dad abdominal el obturador se retrae todavía 
más para evitar que la aguja lesione vísceras 
abdominales.
La aguja de Veress debe ser revisada para 
corroborar el libre tránsito, al hacer pasar solu-
ción salina por ella y después extraer el líquido. 
También hay que revisarla para asegurar que 
funciona de manera apropiada el mecanismo 
del resorte. La paciente y la mesa operatoria 
están en plano horizontal y se eleva la pared 
anterior del abdomen. La aguja de Veress se 
introduce con un ángulo de 45 a 90° según 
la complexión de la paciente y el espesor de 
la pared abdominal. En personas con índice 
de masa corporal normal, angular la aguja 45° 
permite la penetración en el abdomen y lleva 
al mínimo el riesgo de daño de un gran vaso 
(fig. 42-1.21). Con la aguja de Veress angu-
lada hacia la concavidad de la pelvis en la línea 
media se sentirán dos pequeños “tronidos” 
conforme la punta de la aguja penetra en la 
aponeurosis y después el peritoneo. Como se 
muestra en la fi gura, en personas con sobre-
peso y obesas se necesitan ángulos menores de 
introducción para la penetración satisfactoria 
en la cavidad abdominal. 
Confirmación de la colocación intra-
peritoneal de la aguja y el trócar. El 
hecho de no poder introducir la aguja o el 
trócar por lo común proviene de que se coloca 
la punta de la aguja dentro del espacio pre-
peritoneal (fig. 42-1.22). El fl ujo de gas por 
la aguja genera la infl ación extraperitoneal y 
dicha disección gaseosa del peritoneo, que lo 
aleja de la pared anterior del abdomen, impide 
A B
FIGURA 42-1.20 La aguja de Veress tiene un segmento afilado externo (A), en cuyo interior está un estilete de punta roma y con un resorte (B).
Normal Sobrepeso Obesidad
FIGURA 42-1.21 Ángulos apropiados necesarios para que la aguja de Veress penetre en el abdomen sin lesionar la aorta. Varía con el espesor 
del panículo de grasa anterior del abdomen.
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