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1111Cirugía de mínima invasión CA P ÍTU LO 4 2 la aguja y revisar su libre tránsito interior. En esta etapa será mejor no desplazar la aguja de un lado a otro, porque el movimiento de ese tipo creará desgarros del epiplón o dañará el intestino. Una vez que con los métodos menciona- dos se confi rma que la aguja está en el sitio preciso, los tubos para insufl ar CO2 se unirán a la aguja. Se escoge un fl ujo bajo de CO2 y los registros de la tensión intraabdominal ini- cial deben ser <8 mmHg en tanto la pared abdominal se eleva de modo manual. Si la tensión aumenta habrá que extraer inmediata- mente la aguja. La tensión inicial es el índice más sensible de que se colocó en forma precisa dentro del peritoneo la aguja de Veress (Vilos, 2007). Con la aguja en la posición precisa se puede aumentar la tensión y el fl ujo de gas. Simultáneamente, el operador debe vigilar con gran cuidado los parámetros del insufl ador electrónico y asegurar que el incremento de la tensión es uniforme y el fl ujo continuo. Si la tensión intraperitoneal aumenta rápidamente antes de insufl ar 1.5 a 2 L de gas, el operador debe sospechar que la insufl ación fue prepe- ritoneal. Durante la insufl ación hay que observar el abdomen en busca de distensión uniforme y matidez a la percusión en el área hepática. El volumen total necesario para insufl ar de manera apropiada el abdomen varía con base en la complexión corporal de la paciente. Sobre tal base, deberá utilizarse la tensión intraperi- toneal y no el volumen total de gas para valo- rar si la insufl ación peritoneal fue adecuada. Durante la insufl ación normal no se permitirá que el trócar perfore dicha capa; en vez de ello, el trócar todavía distiende más y desplaza el peritoneo en sentido interno. Por fortuna, el problema mencionado suele ser resuelto en un segundo intento con la aguja por arriba del ombligo (fig. 42-1.23). La introducción preperitoneal de la aguja de Veress constituye una complicación fre- cuente de la penetración en el abdomen y puede hacer que el operador abandone la téc- nica laparoscópica; por esa razón, es de suma importancia confi rmar que la aguja esté situada en un sitio preciso en la cavidad peritoneal. Para la confi rmación se une una jeringa de 10 ml con 5 ml de solución salina al conector de la aguja insertada. Con la aspiración en el interior de la jeringa se identifi can burbujas de aire. Si se aspira sangre o contenido intestinal, hay que sospechar fuertemente la posibilidad de penetración de vasos o vísceras y en estos casos debe dejarse la aguja en su sitio para loca- lizar el punto de punción y que actúe como un tapón vascular. En circunstancias normales, después de la aspiración debe inyectarse fácilmente solución salina sin topar con resistencia. El cirujano no podrá aspirar de nuevo tal solución porque se ha dispersado en la cavidad abdominal. En forma similar, cabe recurrir a la prueba de la gota colgante y en esta técnica se colocan unas cuantas gotas de solución salina en el extremo externo de la aguja de Veress, y si la punta mencionada está en el sitio preciso, desapare- cerá el líquido, ante la tensión negativa dentro de la cavidad abdominal. Si se sospecha que la penetración fue equivocada, habrá que extraer dad abdominal el obturador se retrae todavía más para evitar que la aguja lesione vísceras abdominales. La aguja de Veress debe ser revisada para corroborar el libre tránsito, al hacer pasar solu- ción salina por ella y después extraer el líquido. También hay que revisarla para asegurar que funciona de manera apropiada el mecanismo del resorte. La paciente y la mesa operatoria están en plano horizontal y se eleva la pared anterior del abdomen. La aguja de Veress se introduce con un ángulo de 45 a 90° según la complexión de la paciente y el espesor de la pared abdominal. En personas con índice de masa corporal normal, angular la aguja 45° permite la penetración en el abdomen y lleva al mínimo el riesgo de daño de un gran vaso (fig. 42-1.21). Con la aguja de Veress angu- lada hacia la concavidad de la pelvis en la línea media se sentirán dos pequeños “tronidos” conforme la punta de la aguja penetra en la aponeurosis y después el peritoneo. Como se muestra en la fi gura, en personas con sobre- peso y obesas se necesitan ángulos menores de introducción para la penetración satisfactoria en la cavidad abdominal. Confirmación de la colocación intra- peritoneal de la aguja y el trócar. El hecho de no poder introducir la aguja o el trócar por lo común proviene de que se coloca la punta de la aguja dentro del espacio pre- peritoneal (fig. 42-1.22). El fl ujo de gas por la aguja genera la infl ación extraperitoneal y dicha disección gaseosa del peritoneo, que lo aleja de la pared anterior del abdomen, impide A B FIGURA 42-1.20 La aguja de Veress tiene un segmento afilado externo (A), en cuyo interior está un estilete de punta roma y con un resorte (B). Normal Sobrepeso Obesidad FIGURA 42-1.21 Ángulos apropiados necesarios para que la aguja de Veress penetre en el abdomen sin lesionar la aorta. Varía con el espesor del panículo de grasa anterior del abdomen. 42_Chapter_42_Hoffman_4R.indd 111142_Chapter_42_Hoffman_4R.indd 1111 06/09/13 22:1606/09/13 22:16
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