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1 La teoría de la semiosis

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La teoría de la semiosis. 
Construcción semiótica de la realidad. 
 
Marcela Lonchuk 
 
 
Las categorías de primeridad, segundidad y terceridad 
 
Peirce se propuso concebir una teoría del conocimiento capaz 
de explicar la acción recursiva, incesante, inscripta en la 
intersubjetividad y en la cultura, por medio de la cual los seres 
humanos conocemos, interpretamos y hasta creamos la realidad. 
 
 Las categorías de primeridad, segundidad y terceridad le 
permiten analizar el cruce entre los aspectos con los que se presenta la 
realidad y la representación que la mente produce de la misma. 
 
 A la primeridad pertenece la percepción instantánea de la 
cualidad a través de los sentidos, cualidad sentida que sólo es una 
cualidad posible de algo posible. 
 
 A la segundidad pertenece la experiencia del esfuerzo ante la 
irrupción de algo en la conciencia, algo que se resiste porque tiene una 
duración, persiste y se incrementa. 
 
 A la terceridad pertenece todo lo que es determinado desde el 
pensamiento, el conocimiento o la legalidad. El pensamiento aparece 
siempre como un sistema de regularidades que permiten relacionar la 
cualidad con un algo y efectuar predicciones para poder decidir cómo 
actuar de cara al futuro. 
 
Este esquema triádico será luego constitutivo de la semiosis 
peirceana. 
 
 
Semiosis 
 
Peirce dice que la semiosis es un proceso en el que: “Un signo 
o representamen es algo que para alguien está en lugar de algo en algún 
aspecto o capacidad. Se dirige a alguien, es decir, crea en la mente de 
esa persona un signo equivalente, o quizás un signo más desarrollado. 
Ese signo que crea es, para mí, el interpretante del primer signo. El 
signo está por algo, su objeto. Está por ese objeto no en todos los 
aspectos, sino por referencia a un tipo de idea a la que he llamado 
algunas veces el ground del representamen” (CP 2.228). 
 
La semiosis es una acción orientada e intencional, que permite 
conocer, interpretar, actuar y crear. En la semiosis intervienen tres 
entidades: el representamen, el objeto y el interpretante. 
 
El representamen es un signo que está en lugar de algo, el 
objeto. El representamen representa al objeto, pero lo hace sólo desde 
determinados puntos de vista, es decir, en algunos de sus aspectos. 
 
El objeto no es una simple cosa que puede hallarse andando por 
el mundo, sino que es una construcción semiótica. El objeto inmediato 
es uno de los aspectos del objeto que el representamen es capaz de 
representar en una semiosis determinada, en tanto que el objeto 
dinámico está conformado por un conjunto de objetos inmediatos 
construidos por un conjunto de semiosis. El objeto dinámico, justamente 
por su dinamismo, puede ser representado por diversos signos o 
representamena, en distintas semiosis, o explicado desde otra 
perspectiva, los diversos aspectos del objeto son construidos por medio 
de distintos procesos de semiosis, pues en cada semiosis se selecciona 
una perspectiva desde la cual analizar, entender y explicar el objeto. 
Entonces, el objeto dinámico resulta ser el conjunto de objetos 
inmediatos que surgen de múltiples semiosis, que sólo puede conocerse 
parcialmente cada vez, que puede presentar múltiples configuraciones 
culturales y que puede construirse a lo largo de la historia. Muestro lo 
que acabo de decir a través de dos ejemplos. En el primero de los 
ejemplos quiero mostrar el proceso de construcción de un objeto 
dinámico desde las múltiples perspectivas de múltiples objetos 
inmediatos, que son el resultado de múltiples semiosis. Sigamos a un 
niño muy pequeño que está construyendo lo que serán sus 
conocimientos acerca del fuego. Seguramente ya ha visto la llamita en 
el extremo del fósforo y ya sabe que es una luz brillante, que baila y se 
apaga si la sopla, pero también sabe que es posible volver a encenderla. 
Todo ese conjunto de aspectos configuran el objeto dinámico “fuego” 
que el niño posee hasta ese momento. Es más, el fuego es algo amable y 
es un juguete, pero un día toca la llama, se quema y llora 
desesperadamente. Lo que sucede ahora es que ha aparecido un nuevo 
objeto inmediato asociado al fuego: su aspecto dañino y peligroso. El 
fuego se asocia ahora a un representamen que es la sensación de dolor, 
que desemboca en un interpretante que es una acción, la de llorar. 
Obviamente , no terminarán aquí las experiencias del niño con el fuego 
y su objeto dinámico “fuego” seguirá enriqueciéndose indefinidamente 
a lo largo de su vida. En el segundo de los ejemplos, me interesa poner 
énfasis en los aspectos histórico y cultural involucrados en la 
construcción de un objeto. En la época en que Cristóbal Colón 
emprendió sus viajes a América, existían dos representaciones del 
objeto “Tierra”. Quienes pertenecían a las clases más educadas sabían 
que la Tierra era un objeto redondo, es más, contaban con una imagen 
gráfica de la Tierra, el planisferio de Ptolomeo del siglo II, en el que ya 
podían leerse la redondez de la tierra y una distribución, forma y 
proporción de los continentes bastante aproximadas a las consideradas 
como válidas por la geografía en la actualidad. 
 
La otra representación, teñida por el folklore popular, era la que 
tenía la gente menos educada, quienes pensaban que la Tierra era un 
plano y que al llegar a los extremos de ese plano, el agua se precipitaba 
al vacío y por cierto, las naves también. 
 
Hoy en día contamos con tecnología que nos permite obtener 
imágenes satelitales de la Tierra, en las que la vemos como una esfera 
azul, podemos focalizar zonas de la misma, e incluso, por efectos del 
zoom, somos capaces de acceder a imágenes detalladas de la calle y 
hasta de la casa en la que vivimos. 
 
Pero de lo que trataba este ejemplo, era de manifestar que el 
objeto Tierra, aunque es de una materialidad y una realidad 
apabullantes, -si es verdad que estamos de pie sobre él-, es una 
construcción semiótica que ha ido variando a través del tiempo junto 
con los avances científicos y tecnológicos. 
 
Ahora bien, continua y recurrentemente aparece la mención a 
una perspectiva o a un punto de vista, que diseña un tipo de relación 
entre el representamen y su objeto y que determina la consideración de 
distintos aspectos de ese objeto, que es dinámico. Esa perspectiva o 
punto de vista, seleccionada por la mente que efectúa la semiosis, es lo 
que se denomina ground. El ground determina la orientación o el curso 
de la semiosis y determina así el aspecto desde el cual es considerado y 
construido el objeto. Peirce enfatiza que: “El signo está por algo, su 
objeto. Está por ese objeto no en todos los aspectos, sino por referencia 
a un tipo de idea a la que he llamado algunas veces el ground del 
representamen” (CP 2.228). 
 
Respecto del interpretante, su función es la de explicar al 
representamen y asegurar el conocimiento y la comprensión del 
mismo. Es un signo equivalente o más amplio que el representamen, de 
modo que puede ser un signo equivalente perteneciente a un sistema de 
signos diferente, puede ser un sentimiento, un esquema de acción o una 
paráfrasis, una regla o una inferencia o todo un discurso. Su índole 
depende del ground de la semiosis, esto es, de la orientación, del 
rumbo, que imprima a la semiosis la perspectiva seleccionada. 
 
Peirce distingue tres tipos de interpretante: inmediato, dinámico 
y final, al que llama también normal. El interpretante inmediato es el 
interpretante relacionado con el objeto inmediato de una determinada 
semiosis. El interpretante dinámico reproduce el dinamismo del objeto 
(dinámico) con el que se relaciona, de modo que son los posibles 
interpretantes que construyen desde múltiples perspectivas al objeto y 
entre los cuales la mente que interpreta puede seleccionar uno, para 
sentir, para comprender, para desarrollar un esquema de acción. Estonos sitúa al mismo tiempo en la dimensión del representamen, ya que 
no sólo el objeto, por su carácter dinámico, puede ser representado por 
signos distintos, sino que el mismo signo o representamen puede 
relacionarse con distintos interpretantes. Y el interpretante final o 
normal es un producto desarrollado por el pensamiento a partir de la 
incidencia del signo. A este último volveré a hacer referencia al tratar 
el tema del carácter ilimitado de la semiosis. 
 
Parece imprescindible enfatizar que la concepción de signo de 
Peirce sólo puede entenderse desde una perspectiva procesual. Es ésta 
una concepción en la que el signo es pensado, no como algo estático, 
sino como algo dinámico, como algo en movimiento, que cada vez se 
relaciona con otros dos signos, y los tres se van situando, dicho 
metafóricamente, en tres estaciones, denominadas representamen, 
objeto e interpretante. Este signo sólo puede pensarse como parte de la 
semiosis (Lonchuk, 2003, pág. 24). Pero aún quiero señalar algo más, 
este signo que se relaciona siempre con otros dos, que siempre es una 
semiosis, se halla en el continuo del pensamiento, entre otras semiosis 
que avanzan en paralelo y de manera recursiva y envolvente, pues 
siempre el interpretante, que permite explicar un objeto de manera más 
compleja y más acabada o adecuada a los parámetros de la cultura, es 
el resultado de una semiosis que tiene la huella de semiosis anteriores, 
esto es, de la intersubjetividad, de la historia, de la cultura. 
 
Una vez planteada la semiosis y su carácter de acción entre tres 
signos, queda por hacer algunas aclaraciones acerca de su carácter 
ilimitado, para luego referir a la tipología de las semiosis planteada 
por Peirce, que debe ser entendida como una serie de herramientas de 
análisis o de puntos de vista desde los cuales es posible observar y 
analizar los procesos de interpretación. 
 
Semiosis ilimitada e interpretante final 
 
El proceso de semiosis, desde el punto de vista de Peirce, es en 
sí mismo un proceso ilimitado, ya que todo interpretante tiene la 
capacidad de convertirse en el representamen de un nuevo interpretante 
y así infinitamente. 
 
Pero aún hay algo más, todo interpretante, al intentar explicar 
un signo o representamen, produce desplazamientos en el significado 
de ese signo, es decir, desplaza los límites del signo, aunque sea 
mínimamente. 
 
En esos desplazamientos, en esas diferencias, radica el secreto 
de la riqueza del proceso de semiosis, que permite comprender la 
afirmación de Peirce: “Un signo es algo que, al conocerlo, nos hace 
conocer algo más” (CP 8.332). El proceso de semiosis posibilita el 
conocimiento y es un proceso de conocimiento que nos permite 
avanzar indefinidamente incorporando cada vez nuevos saberes. 
 
Pero si bien es cierto que el proceso de semiosis es virtualmente 
ilimitado, que los interpretantes se multiplican indefinidamente en el 
marco de diferentes contextos, sucede que en el interior de un contexto 
determinado, se despliega un juego semiótico, un proceso de semiosis, 
que no es ilimitada, porque existe un interpretante final en el que se 
detiene (Lonchuk, 2003, págs. 47-48). 
 
¿Cómo se explica que un proceso en sí mismo ilimitado se 
detenga en un interpretante final? Es que la mente que interpreta, 
evalúa y decide cuál es el interpretante que se adecua a sus intereses u 
objetivos, cuál es afín a sus afectos, o cuál resulta en consonancia con 
su contexto socio-histórico-cultural. 
 
A continuación revisaré la tipología de las semiosis planteada 
por Peirce. 
 
Tipos de semiosis según Peirce 
 
Peirce desarrolla una lógica semiótica que permite establecer 
una relación entre los fenómenos que sentimos y el ser real de las cosas 
del mundo, esto es, un modo de juzgar el grado de realidad de lo que 
creemos percibir, más aún, una forma de construir conocimiento y de 
crear realidad. Considera diferentes semiosis, establece una tipología 
de esas semiosis y la concibe a partir de tres parámetros a los que 
denomina primera, segunda y tercera tricotomía, cada una de los cuales 
involucra a un conjunto de tres tipos de semiosis. 
 
Las semiosis de la primera tricotomía 
 
Las semiosis de la primera tricotomía son presentativas. 
Presentan directamente la cualidad (sensible) posible de algo posible 
(cualisigno), la ocurrencia de la cualidad en un algo singular (sinsigno) 
y finalmente, la recurrencia y regularidad de la cualidad en un algo, 
que se constituye así como objeto permanente (legisigno). 
 
Peirce considera así tres tipos de semiosis, denominadas 
cualisigno, sinsigno y legisigno. 
 
• El cualisigno es una cualidad que funciona como signo 
de algo, de un posible objeto. Por ejemplo, cualquier sensación (visual, 
auditiva, táctil, olfativa o gustativa) puede funcionar como cualisigno. 
 
• El sinsigno surge en el momento en que se advierte que 
la cualidad existe en una cosa que ocurre en un aquí y en un ahora, o 
para decirlo con mayor claridad, el sinsigno es una ocurrencia 
conformada a partir de determinados cualisignos. 
 
• El legisigno surge en el momento en que una mente 
advierte que una cualidad aparece regularmente en un algo, entonces 
hace su aparición el objeto, que es un objeto permanente en el mundo 
en que se vive. 
 
 
Las semiosis de la segunda tricotomía 
 
Las semiosis de la segunda tricotomía son representativas. 
Operan con signos que representan de manera mediata al objeto, y lo 
representan por medio de alguna analogía sensible (icono), indicando 
su existencia (índice) o por medio de convenciones intersubjetivas y 
culturales (símbolo). Se consideran así tres tipos de semiosis: icono, si 
se trata de una semiosis que opera en base a una relación de analogía 
del signo respecto del objeto, índice, si se trata de una semiosis 
fundada en una relación de coexistencia entre el signo y el objeto, y 
símbolo, si la relación entre el signo y su objeto depende de una 
convención. 
 
• En el caso del icono es la cualidad que posee el icono 
lo que hace de él un representamen, sin que importe si el objeto que 
representa existe o no. Un icono puede ser signo aunque el objeto no 
exista (CP 4.447), ya que el icono determina al interpretante en virtud 
de alguna de sus propiedades intrínsecas y no de la presencia del 
objeto. Existen así iconos de objetos, seres o lugares legendarios, 
mitológicos o de ficción. 
 
• El índice es un signo que necesita de la coexistencia y 
conexión real con su objeto, pues si su objeto desaparece, desaparece el 
signo índice; y en segundo lugar, para que un índice devenga tal, debe 
ser advertido por una mente que le atribuya un interpretante. 
 
• El símbolo es un signo que para ser representativo 
necesita de una ley, convención o hábito que le permita ser 
interpretado, es decir, un símbolo funciona como una ley o una 
regularidad de interpretación hacia el futuro. 
 
Las semiosis de la tercera tricotomía 
 
Las semiosis de la tercera tricotomía son interpretativas, son 
semiosis que interpretan y explican a otros signos (icono, índice y 
símbolo), que son los que representan a los objetos. Dentro de esta 
tercera tricotomía también hay tres tipos de semiosis: rhema, decisigno 
y argumento. Para determinarlas, es imprescindible observar hasta 
dónde puede extenderse la producción de interpretantes en cada una de 
ellas. 
 
• El rhema es una semiosis capaz de generar múltiples y 
posibles interpretantes, sin que exista posibilidad alguna de seleccionar 
un interpretante en particular. 
 
• El decisigno es una semiosis que actualiza un 
interpretante en un contexto según el ground seleccionado por la mente 
que interpreta. En consecuencia, la producción de interpretantes 
comienza a limitarse. 
 
• El argumento es una semiosis que determina 
específicamente un interpretante. Eseinterpretante es el resultado de 
un proceso de razonamiento dentro de un sistema y sujeto a la 
legalidad de ese sistema, que funciona como contexto. Esto significa 
que “sobre cada objeto incide una pluralidad de argumentos, de los 
cuales se actualizan tan sólo uno por vez, al utilizarlo como signo 
proveniente de un determinado sistema e incluirlo en un contexto 
particular” (Magariños de Morentín, 1983, pág. 104). Una calavera 
envuelta con un trapo negro puede ser la Parca, pero su sentido variará 
según se integre al sistema de pinturas de los muralistas mejicanos o al 
sistema icónico de la fiesta de Halloween, pues un conjunto de 
interpretantes argumentativos construirán el sentido de muerte en el 
panorama de enfrentamientos armados de la revolución mejicana o el 
de un ánima que vaga por la tierra cumpliendo eternamente con su 
castigo. 
 
Esas semiosis han sido presentadas en una gradación de 
complejidad, en la que la del tipo del cualisigno es la de menor 
complejidad y la del tipo argumentativo es la de mayor complejidad. 
Esta última involucra y subsume a las nueve anteriores, porque para 
llegar a ella, la mente ha efectuado el proceso de resolver los sentidos 
de las nueve anteriores. La mente opera procesos de semiosis cada vez 
que necesita conocer o interpretar o crear realidades. Esas realidades 
comienzan siendo un algo indefinido que se va poniendo en foco desde 
el cualisigno hasta el argumento y va ganando la precisión, nitidez y 
definición de un objeto simbólico. 
 
El objeto simbólico es un objeto construido por medio de 
argumentos, dentro de la legalidad de un sistema cultural, histórico e 
intersubjetivo. El objeto simbólico “zombi”, por ejemplo, es un objeto 
convencional, tramado por un conjunto de argumentos constitutivos de 
creencias e imaginarios acerca de la supervivencia más allá de la 
muerte en un contexto socio-histórico-cultural. 
 
 
Referencias 
 
Liszka, J.J. (1996). A General Introduction to the Semeiotic of Charles 
Sanders Peirce. Bloomington and Indianapolis: Indiana 
University Press. 
Lonchuk, M. (2003). Semiosis e interpretación. En Lonchuk, M. y 
Rubione, A., Lecturas sobre la abducción de Charles Sanders 
Peirce. Un modelo de interpretación textual. Buenos Aires: 
Ethos. 
Magariños de Morentín, J. A. (1983). El Signo. Las fuentes teóricas de 
la semiología: Saussure, Peirce, Morris. Buenos Aires: 
Hachette. 
Peirce, C. S. (1933-1948). Collected Papers. Cambridge: Harvard 
University Press.

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