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Victimizacion

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Victimización 
 
Para comenzar es preciso preguntarse: ¿qué entendemos por Psicología de la 
victimización criminal? Para la Psicología social, la victimización criminal hace 
referencia a aquellos colectivos o personas que sufren o han sufrido las 
consecuencias del delito. Así mismo, deben considerarse a otras personas o 
colectivos susceptibles de padecer los efectos de la dominación (producida por las 
instituciones, sistemas sociales, ideología, discursos, etc.), que condicionan y 
marcan formas de vidas marginadas, desarraigadas, hostiles, etc. También la 
victimización criminal es un proceso, en el sentido de que en muchas ocasiones 
comienza antes del acto delictivo en sí (se genera a partir de unas condiciones 
sociales, del entorno, del sujeto vulnerable), y continúa después del mismo (por 
los efectos que comporta). 
En Psicología, la victimización criminal focaliza las secuelas sobre la persona 
victimizada, pero es necesario considerar su indisociable relación con victimario y 
contexto donde se produce el daño (que va desde el contexto local, in situ, hasta 
el contexto sociohistórico, político, económico, etc.); contexto que actúa como 
marco de la acción delictiva. En este sentido, será imprescindible considerar tanto 
el significado que adquiere el daño para la persona directamente afectada y la 
sociedad, como la relación e implicación que mantienen con esta persona las 
instancias sociales que se ocupan de prevenir y tratar el delito y sus 
consecuencias. 
 
Qué es y cuál es el objeto de la Psicología de la victimización criminal 
 
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Condiciones de producción sociocientíficas de la psicología de la 
victimización 
Aparición de la víctima 
 
Con el nacimiento de la Victimología como ciencia, a partir de los años 40 (Hans 
Von Hentig, 1948, y Benjamin Mendelsohn, 1946), se instala un período que se 
caracteriza por un espíritu positivista-etiológico, centrado en el análisis del 
causalismo victimal y de las eventuales responsabilidades de la víctima. 
Von Hentig introduce el concepto de interacción víctima-agresor, concepto a partir 
del cual se articularan las futuras producciones de la Psicología victimal. 
Considera la víctima un actor participante y configurador de su ofensor, así como 
de las condiciones de su ofensa en la situación delictiva. Surge una preocupación 
por la prevención, intervención y apoyo victimal. 
En coherencia con la idea del papel de la víctima en la interacción, hay un interés 
creciente por localizar el perfil victimal, por lo que proliferan múltiples sistemas de 
clasificación (por ejemplo, la clasificación reduccionasta de Faltah: víctima “no 
particpante”, “latente o predispuesta”, “provocativa”, “participante”). 
En los años 60, a raíz de los cambios sociales, se produce un creciente interés por 
las víctimas, acompañado de tres circunstancias (Aguado, 1994). 
1. Los marcos teóricos creados por la Psicología social que pueden ser 
aplicados (indefensión aprendida, teorías de la atribución, categorización 
social, desarrollo moral, etc.), así como la difusión en congresos, simposios, 
etc. 
2. El interés por la víctima que se despierta en EEUU a partir del asesinato de 
Kitty Genovese (asesinada en la calle sin que ningún vecino la ayudara o 
llamara a la policía) y las primeras “Encuestas nacionales de 
Victimazación”. 
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3. El movimiento feminista, que exige mayor atención hacia la violencia contra 
las mujeres y que dirige fuertes críticas al enfoque etiológico de la 
victimología y al reduccionismo exagerado de las tipologías establecidas, 
especialmente al de “víctima provocadora”. 
Enajenación de la víctima 
En los años 70 comienza a considerarse la victimización no sólo producida por el 
hecho delictivo, sino también como una consecuencia de la forma de intervención 
por parte de las instituciones. 
Autores como Ziegenhaguen, (1997); Chistie, (1981), y Weis (en Bustos y Larrauri, 
1993) cuestionan la apropiación del conflicto y el problema por el Estado, y que 
además, parta de la suposición que lo resuelve a satisfacción de sus actores. Si 
bien el Estado vela por el bien público y por el de la víctima, también es cierto que 
impone una pena (derivada del interés público) bajo unas leyes, una determinada 
forma de investigar y acusar, realizada sólo por expertos, y a pesar de que sea la 
víctima la que da pie al proceso, se le resta capacidad de acción. La víctima pasa 
automáticamente a la situación de “débil”, se convierte en una “prueba” y no en 
participante ni agente de la resolución de su conflicto; deja de ser dueña de lo que 
le ocurrió y pasa a ser dueña, simplemente, de su sufrimiento. 
En este período emerge una corriente crítica que cuestiona el reduccionismo de 
las anteriores aportaciones positivistas (principalmente la clasificación de la 
víctima, el escaso papel en la justicia y el olvido de los factores 
macrovictimizadores). 
“A la nueva victimología le compete el estudio de fenómenos de 
victimización como son las formas variadas de patriarcalismo y 
colonialismo, la tergiversación del etiquetado psiquiátrico, la facilidad para 
suprimir el disentimiento y la oposición o el comportamiento heterodoxo o 
innovador; la aceptación y apoyo a las ideologías justificadoras de la 
opresión y las distintas variedades de discriminación por edad, sexo y 
raza, el escamoteo de la información y demás variedades y maniobras de 
manipulación de la opinión pública, la repulsa de las actividades terroristas 
de grupos concretos” (Viano, E. C., enHerrera, M., 1996; p. 116) 
 
Reparación de la víctima 
En el periodo de los años 90, se hace sentir la decisiva influencia de los 
movimientos sociales de las víctimas, que se convierten en colectivos de opinión y 
de presión, y nuevas instancias sociales de consulta política imprescindible. En el 
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ámbito de la asistencia y tratamiento, adquiere relevancia la superación del estado 
de víctima. Las víctimas no desean sólo la venganza, la fuerza contra la fuerza, 
sino más bien buscar una forma de solución, un recurso que no es tanto una pena 
o castigo, sino una forma de resarcimiento, de reparación. Se trata de una forma 
de recuperar aquello perdido (especialmente la dignidad, seguridad, honra, 
autoestima, etc.). Destacamos la consolidación en la década de los años 80 de 
casas, organizaciones y centros de atención (psicológica, social, etc.) a víctimas, 
principalmente en Inglaterra, Alemania y Norteamérica. 
A partir del periodo de los 90 hasta la actualidad, las nuevas formas de 
tratamiento, como la mediación, los servicios de atención a víctimas y familiares, 
las respuestas civiles y penales coordinadas, etc., aportan un papel activo a la 
Psicología victimal; sin embargo, esta Psicología adolece de centrar su atención 
en la terapia. Con ello, se está situando el conflicto en lo individual o, como 
mucho, en lo interindividual, dentro de un contexto clínico o jurídico-civil, cuando 
en realidad haría falta situarlo en la esfera social e institucional donde se produce. 
Las experiencias en materia de víctimas y familiares de víctimas de violaciones de 
derechos humanos en dictaduras latinoamericanas muestran la necesidad de 
situar el conflicto en una esfera que trascienda lo clínico, pues el contenido 
traumatizante se encuentra en la sociedad (Retamal, 2003). 
Principios psicosociales para una comprensión victimológica 
Victimización y efectos psicosociales 
 
Son los efectos inducidos sobre la víctima y su entorno socialcomo consecuencia 
de una serie de actos interpersonales y sociales tipificados penalmente como 
delito. 
Soria (1993), desde una perspectiva psicológica, además de considerar el papel 
de la víctima en el hecho delictivo, contempla factores del contexto social, legal y 
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comunitario, de la red social de la víctima, del victimario, que es fundamental tener 
presentes para evaluar los efectos psicosociales de la victimización. El citado 
autor no propone considerar seis ejes: 
 El sistema básico afectado por el delito. 
 La conducta desarrollada por la víctima durante el mismo. 
 Los costos de la victimización. 
 La relación previa con el agresor. 
 La duración del hecho delictivo. 
 La actitud penal. 
Landrove, G. (1990) señala algunos aspectos que a nuestro entender también 
competen a la psicología, como son: 
 La indagación de los temores profundamente sentidos en determinados 
grupos sociales a la victimización. 
 El examen de la criminalidad, a través de informes facilitados por víctimas 
de delitos no perseguidos. 
 La importancia de la víctima dentro de los mecanismos de reacción de la 
justicia punitiva y de determinación de las penas. 
Víctima jurídico-penal y víctima social 
Las “víctimas sociales” son personas, miembros de colectivos o grupos 
marginados o débiles social y económicamente, personas restringidas o privadas 
en sus derechos humanos que suelen ser objeto de situaciones sociales de 
injusticia. Tales situaciones suponen un estado de sometimiento, atentados contra 
su dignidad, supresión de derechos o discriminación. Existen multitud de ejemplos 
al respecto: prostitutas, emigrantes, ciudadanos de regímenes políticos represivos, 
toxicómanos, etc. Hay una estructura social (económica, política, cultural, etc.) que 
produce sujetos víctimas. Tomemos como ejemplo las revueltas y 
comportamientos violentos (incendiar coches, destruir locales, lanzar piedras, 
objetos a la policía, etc.) iniciadas en el mes de noviembre de 2005 en muchas 
ciudades francesas a cargo de grupos de jóvenes de barrios marginados, 
poblados por terceras generaciones de inmigrantes, barrios pobres, con pocas 
expectativas de futuro para los jóvenes. ¿Qué tipo de política se ha practicado 
durante tiempo en este país?, ¿qué tipo de medidas se han tornado para 
solucionar el problema? 
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Sabemos cómo las víctimas pueden convertirse en victimarios, cómo la violencia 
genera más violencia, y que sus efectos pueden manifestarse en diferentes 
ámbitos, a veces no necesariamente relacionados con aquel en el que se originó. 
La guerra de EEUU en Irak ha provocado muertos directamente en la población 
civil iraquí, entre los militares, etc., pero a la vez ha desencadenado una espiral de 
violencia: prisiones de alta seguridad en Guantánamo donde se practica la tortura, 
terrorismo islámico creciente en diferentes partes del mundo, conflictos y 
atentados entre grupos de población iraquí para ostentar el poder, estigmatización 
de sectores de la población asociados a la religión islámica, etc. Además, una 
situación de violencia genera víctimas de diverso orden que no deben quedar en la 
invisibilidad. 
Las “víctimas jurídicas” son aquellas que, a través del tratamiento jurídico, 
adquieren legitimidad para reclamar, incorporar, mantener y mejorar una serie de 
derechos para sí mismas y su entorno. El estatus de víctima jurídica es positivo 
para la defensa de sus derechos y para el ordenamiento del sistema social y la 
convivencia, aunque deben prevenirse los efectos secundarios a la intervención 
institucional (victimización secundaria). 
Se desprende de esta diferenciación que la psicología victimal debe evidenciar 
cuáles son las condiciones sociohistóricas, políticas y económicas que definen lo 
que es delito o no en distintos momentos y, consecuentemente, qué se entiende 
por víctima y victimización. 
Tipos de víctimas 
Los distintos tipos de víctima van en la orientación de las relaciones entre el 
delincuente y su víctima. 
Víctimas no participantes, son las denominadas víctimas inocentes o víctimas 
ideales: los niños, los débiles mentales, entre este grupo sueles distinguirse: a) las 
víctimas accidentales, la persona que se encuentran al azar en el sitio equivocado, 
en el momento equivocado, cuando se está cometiendo un robo en una institución 
bancaria o cuando al tratar de cruzar la calle, es víctima de un arrollamiento 
derivado de la conducción imprudente de un vehículo de motor, por parte de un 
chofer irresponsable. b) las víctimas indiscriminadas, no sostienen en momento 
alguno, vínculo con el autor. Modelo: los atentados terroristas (11 de septiembre 
de 2001 en Nueva York; en Madrid el 11 de marzo, y en diciembre 20008 en la 
India). 
Víctimas participantes, estas víctimas van a desempeñar papel de diversa 
importancia en la génesis del delito. Dentro de este grupo tenemos: 
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a) Las de conducta omisiva, aquella que omite las precauciones más 
elementales, facilitando con ello la conducta criminal: dejar abierta las vías 
de acceso a la vivienda, dejar objetos valiosos a la vista, en el automóvil 
(abierto o cerrado, pues al nada más observar el objeto se produce la 
acción violenta contra los vidrios para alcanzar el objeto), transitar a altas 
horas de la noche por una zona de conflicto (zona roja o zona sensible), el 
que de noche hace uso del telecajero (con la finalidad de retirar suma de 
dinero). 
 
b) Las víctimas provocadoras, son las víctimas de su propia provocación, 
ejemplo el uso de joyas valiosas; el trato despótico y tiránico. 
Estas pueden ser víctimas con resultado de lesiones o muerte, por surgir el 
delito, precisamente, como represalia o venganza, por la previa intervención 
de la víctima. Son personas que se exponen, u ofrecen a un grave riesgo. 
c) Las alternativas, son aquellas que deliberadamente se colocan en posición 
de serla. Ejemplo en el caso de negociación de rehenes, cuando surge 
alguna persona que se ofrece a tomar el lugar del capturado. 
 
d) La víctima voluntaria, se da cuando la víctima participa instigado, por 
ejemplo, en la eutanasia o en la mutilación solicitada para eximirse de la 
obligación militar de alistamiento en tiempos de guerra. 
Relación específica delincuente-víctima 
Es la elaboración que estamos siguiendo de Hans von Heting, en la cual él se 
refirió a las relaciones de reciprocidad que existen en ciertos casos, entre el 
delincuente y la víctima, se cita que una atracción recíproca, puede unir a dos 
sujetos pertenecientes a tipos constitucionales complementarios (la pareja sado-
masoquista, cuando tiene como resultado de sus actividades sexuales, las 
lesiones o la muerte), la pareja prostituta-proxeneta. 
En estos casos se trata de relaciones específicas y sobre la descripción a partir de 
las diferentes situaciones pre-criminales. 
Se tra9ta de categorías de situaciones pre-criminales en las cuales se establecen 
las relaciones del delincuente y su víctima: 
 Situaciones específicas. 
 No específicas o peligrosas. 
 Intermedias. 
Las situaciones específicas son aquellas en las cuales la ocasión está presente, 
se refiere esta modalidad a las personas que por su comportamiento provocan 
actos desastrosos para ellas mismas, que pueden provocar la muerte o la 
violación, o el robo con violencia, examinado ya, el ejemplo que trae, el autor es el 
parricidio (la víctima deun padre autoritario y odiado). Son los torturadores de 
esposas verdugos de hogares se relacionan con estos resultados. La ocasión no 
es buscada por el delincuente. Las situaciones no específicas, la ocasión es 
buscada por el delincuente, así tenemos el caso del extorsionador, él se comporta 
como un cazador, goza persiguiendo a su presa, mientras que la víctima, la 
consume la angustia y el tormento. 
En el marco de situaciones intermedias: es el delincuente sometido a extorsión por 
sus cómplices o explotado por personas que están en regla con la ley. 
Situaciones en las cuales la relación del delincuente con su víctima se encuentra 
implícita en los tipos dominantes de situaciones pre criminales, sus víctimas son 
conocidas, existe una relación previa, entre el delincuente y su víctima. 
Los factores que influyen en las relaciones del delincuente y su víctima son de 
tipo: a) Biológico; b) Social. 
a) Entre los factores de tipo biológico: la edad: los infantes, quienes son 
víctimas de muerte temprana (infanticidio, por la madre, pero muchos 
mueres en manos de las cuidadoras), la infancia está expuesta (sea de 
clase alta o baja), claro que la miseria los expone más a maltratos, a 
explotación y delitos sexuales, a la pornografía y hasta abusos de los 
vigilantes, cuidadores, dentro de los colegios, maestros e instructores. La 
adolescencia sometida a incitaciones y la ancianidad expuesta al despojo. 
b) El sexo 
c) Los débiles mentales (desde el punto de visto psicopatológico), están 
expuestos a ser explotados, seducidos; igual que los alcohólicos, que 
pueden ser objeto de robo y asesinato más fácilmente que uno que no lo 
esté. Con frecuencia el alcohólico es un delincuente-víctima (es torturador 
de su esposa). 
El deprimido o melancólico está sujeto a dejarse arrastrar, el paranoico, es 
explotado a causa de sus persecuciones imaginarias. Es una víctima real, bien 
señalada, a quien no se creerá cuando venga a quejarse. 
Los factores sociales en los que se consideran el oficio y la situación oficia. 
1) El oficio puede implicar peligros diversos, los taxistas, centenares de ellos 
han sido asesinados para robarles el automóvil o la ganancia del día, (en 
las principales ciudades de Venezuela). Corren igual peligro los 
comerciantes establecidos por su cuenta, los gandoleros que transportan 
mercancías a lo largo del país (versión actualizada de otrora asaltantes de 
caminos de las novelas caballerescas), los mesoneros, los hoteleros, los 
guardianes, los médicos asesinados por pacientes (erotomaníacos y 
paranoicos); lo mismo ocurre con los abogados en los casos de divorcios 
en los que hay contención y litigio por la custodia de los menores hijos y la 
materia de los bienes Patrimoniales, y la pensión de alimentos. 
 
2) La situación social: esta agrupación contiene: los extranjeros, los 
inmigrantes, las minorías étnicas o religiosas. Son situaciones en las cuales 
se exponen igualmente, ya que el aislamiento social de la víctima favorece 
la acción del delincuente.

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