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2019-Clínica y experiencia- Baur y Scandalo

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CLÍNICA Y EXPERIENCIA 
Vanesa Baur- Rosana Scandalo 
Ficha de cátedra- Psicología Clínica- Facultad de Psicología UNMdP 
 
“Pretendemos mostrar en qué la impotencia para ejercer 
auténticamente una praxis se reduce, 
 como es corriente en la historia de los hombres, 
al ejercicio de un poder” 
Lacan, 1985, p.566 
 
 
 
Comenzamos esta presentación de la concepción de la clínica que transmitimos con un epígrafe, 
una breve cita de Lacan que se encuentra en “La dirección de la cura y los principios de su poder” (1966). 
Es un pasaje que nos parece elocuente, apunta al corazón de los fundamentos desde los cuales se ejerce 
una praxis. En este caso, la clínica. Práctica para la cual habilita el título de grado en Psicología y que es 
uno de los ámbitos que, en el ejercicio liberal de la profesión, más accesible resulta para quien se ha 
graduado. 
Tal como proponemos en el programa de la asignatura, la capacitación para el ámbito clínico implica 
brindar una especial atención a los fundamentos de nuestra práctica. Es en relación a estos que podemos 
dar cuenta de las variadas intervenciones que pueden llevarse a cabo de acuerdo a la inserción profesional 
(en lo público, en lo privado, en el marco de una institución, en el consultorio particular) y los dispositivos en 
que el psicólogo participe o diseñe (grupal, individual, con niños, con parejas, etc.). Incluso, los fundamentos 
que sostienen la práctica clínica se encuentran implicados en los espacios de carácter interdisciplinario, los 
que requieren de cada profesional dar cuenta de la especificidad de su posición de modo que desde allí 
pueda intervenir en el diálogo posible con los otros discursos. La concepción de la clínica que planteamos 
no se encuentra en ningún modo aislada en una elucubración teórica, los fundamentos a los que nos 
referimos son aquellos que interrogan dialécticamente la experiencia, nutriéndose de ella para poner en 
cuestión los saberes que pueden de otra manera cristalizarse, ofreciendo un cómodo reposo en lo ya sabido, 
tanto respecto de los conceptos como de las técnicas. 
 
 
La pretendida unidad instrumental 
 
Como ya habrán advertido a lo largo de la carrera que están finalizando, la Psicología está aquejada 
por su aspiración a la unidad y a la integración, bienes a los que no logra acceder por su naturaleza misma. 
Esta situación ha sido descripta por importantes teóricos de la Psicología y por epistemólogos interesados 
en dar cuenta de sus particularidades. Nos referiremos en este caso a Georges Canguilhem. 
En su conferencia “¿Qué es la psicología?” (1966) Canguilhem se detiene en esa misma pregunta, 
cuya respuesta o búsqueda de respuesta implican consecuencias en el hacer. No se encuentra una 
respuesta uniforme en términos de método y objeto, lo que da cuenta de una tensión interna; la que resuena 
con otra tensión, entre ciencia y profesión, a la que no puede responder una unidad de proyecto. El autor 
describe las diferentes corrientes imperantes en psicología. Por una parte, las que buscan o sustentan sus 
afirmaciones en referencias neurobiológicas (que se remonta a la psicofisiología y hunde sus raíces en el 
estudio aristotélico del alma, a la que podía considerarse un objeto natural de estudio). En segundo lugar, 
las psicologías herederas del mecanicismo, en cuyo marco emerge la ciencia de la subjetividad, aquella que 
ubica al sujeto de la experiencia como posible fuente de engaño y distorsión de los aparatos perceptivos. 
Finalmente, a Canguilhem le preocupa otro campo de la psicología, menos enraizado en su herencia 
filosófica que en la biología y en el cual el psicólogo se ubica como instrumento, aún sin saber de qué o de 
quien. Lo describe del siguiente modo: 
… aceptando convertirse, sobre el patrón de la biología, en una ciencia objetiva de las aptitudes, 
de las reacciones y del comportamiento, esta psicología y esos psicólogos olvidan totalmente de 
situar su comportamiento específico en relación con las circunstancias históricas y con los medios 
sociales dentro de los cuales son llevados a proponer sus métodos o técnicas y a hacer aceptar 
sus servicios. (Canguilhem 1966, p.7) 
 
Como podemos ver, Canguilhem alude a la importancia de los fundamentos, los que se pierden si 
aceptamos reducirnos a una función instrumental. Resuena también en estas líneas una perspectiva 
marxista acerca de la dominancia ontológica de la forma mercancía, que, como vemos, involucra a todos los 
participantes de los procesos de la psicología. 
Pero para una psicología en la que la palabra alma hace huir y la palabra conciencia, reír, la verdad 
del hombre está dada en el hecho de que no existe más la idea del hombre en tanto que valor 
diferente del de una herramienta. (Canguilhem 1966, p.7) 
 
Podríamos establecer una analogía entre la perspectiva instrumental acerca de la función del 
psicólogo y la caracterización de su rol como aplicación de técnicas. Esta perspectiva instrumental se vincula 
estrechamente con las consecuencias éticas de la acción profesional. Canguilhem concluye que 
… el comportamiento del psicólogo del comportamiento humano encierra casi obligatoriamente 
una convicción de superioridad, una buena conciencia dirigista, una mentalidad de manager de las 
relaciones del hombre con el hombre. Es por eso que debemos volver a la pregunta cínica; ¿quién 
designa a los psicólogos como instrumentos del instrumentalismo? ¿en qué se reconoce a los 
hombres que son dignos de asignar al hombre-instrumento su rol y su función? ¿quién orienta a 
los orientadores? (Canguilhem, p. 8) 
 
Estas últimas incómodas preguntas provenientes de un filósofo de la ciencia obran de presentación 
de los problemas que enfrenta una psicología clínica si se reduce a su faz instrumental, si no se interroga 
por sus fundamentos, si no atiende al concepto de ser humano que involucra, si no está advertida de que 
una praxis puede reducirse al ejercicio de un poder. 
Asimismo, el psicólogo clínico necesita estar advertido de que muchas veces ideales acerca de su 
acción (vg. la brevedad de las terapias, la resolución rápida de problemas) no se encuentran sostenidos en 
criterios clínicos sino que se basan en necesidades del mercado de la salud, dónde se prioriza la ecuación 
tiempo-dinero. Esto no implica desconocer estas demandas sino poder pensar de qué manera responder a 
las mismas sin dejar de lado los criterios clínicos. De la misma manera, el psicólogo clínico que participa en 
instituciones del Estado donde se elaboran, se implementan o se transmiten políticas de salud, necesita 
poder pensar si su praxis puede quedar reducida el ejercicio de un poder aunque este sea, y más aún, por 
la carga de ideal que conlleva, el bien común. Lacan (2015) afirma que “…la referencia de un discurso es lo 
que manifiesta querer dominar”, (p. 73) es decir, no hay ningún discurso que no sea de dominación. 
 
Nacimiento de la clínica 
 
Avancemos ahora respecto de lo específico de nuestro ámbito ¿Qué es la clínica? El término clínica 
proviene del griego kliniké, cuya significación alude al lecho, a atender a quien se encuentra en el lecho, 
inclinándose hacia él. En su origen, el término remite a la terapéutica y el padecimiento y su surgimiento 
como campo propio de la psicología es fechable a fines del siglo XIX, con las primeras aplicaciones o 
intervenciones de la psicología en USA. 
Según H. Carpintero (2008) 
El campo clínico ha sido, tal vez, el primero en constituirse como ámbito profesional; también 
el más amplio, y el que atrae la atención de un mayor número de profesionales (…) la figura 
del profesional clínico debe mucho a Lightner Witmer, fundador de la primera clínica en 
Pennsylvania, en USA, en 1896, que abrió la marcha de la vía profesional del psicólogo en este 
campo1. 
Desde un punto de vista estructural, la psicología clínica hereda no solo el nombre sino una tradición 
en la clínica médica.Descripta magistralmente por M. Foucault en su libro “El nacimiento de la clínica” 
(2001), vemos que esta práctica y discurso supone una radical transformación de la medicina. Cobra una 
importancia radical aquel que ejerce su práctica que procura aliviar el padecer de quien está en el lecho, 
conjugando ver y decir, observar y producir un saber. 
Es una mirada (ojo clínico) que conjuga ver y decir (“¿Dónde le duele a usted?”) Es una mirada que 
recorre un cuerpo y busca llegar, a través del desciframiento, a una verdad que le permita enunciar un 
nombre y producir una elucubración de saber. La clínica nace entonces en la medicina a finales del siglo 
XVII dónde para curar es necesario, antes, determinar científicamente en qué consiste el padecimiento y 
cuál es su tratamiento. 
La clínica psicoanalítica hereda de la clínica médica la atención a la singularidad pero se diferencia 
en el desplazamiento pulsional que va de la mirada a la escucha. No se dedica a observar y objetivar los 
síntomas de la enfermedad, la fenomenología del síntoma, sino a la escucha atenta acerca de lo que el 
sujeto dice de su síntoma, de su padecimiento. 
 
 
Experiencia, terapéutica, clínica 
 
La psicología clínica es un campo íntimamente ligado al ejercicio profesional. Tal como advertimos 
en el recorrido apoyado en Canguilhem, nos interesa una perspectiva diferente a la instrumental. Pero 
entonces ¿dónde encontramos la clínica? Nos serviremos de una distinción fecunda, entre experiencia, 
terapéutica y clínica. 
 
1 Witmer inició su labor clínica con la atención de niños con dificultades de aprendizaje. 
La experiencia es fundamento, piedra de toque, un real… que se pierde. Ya la transmisión de lo que 
pasó en alguna escena de la práctica del psicólogo clínico implica una elaboración de esa experiencia -sea 
en formas institucionalizadas como la historia clínica, el informe; o más íntimas como el relato realizado en 
una supervisión; la preparación del caso para su presentación entre colegas. Justamente en la elaboración, 
en la puesta en discurso, reside lo propio de la clínica que es una disciplina de discurso, una elucubración 
de saber sobre “lo imposible de soportar” que es la clínica como experiencia de lo real. Disciplina de discurso 
que articula la práctica terapéutica con la elaboración de saber (tal como lo muestra Foucault en el caso de 
la clínica médica) y no se deduce naturalmente de la aplicación de procedimientos curativos. Esta otra 
dimensión, la terapéutica, la de las técnicas y su aplicación, no alcanzan el estatuto de discurso. O, en otros 
términos, atender solo a ellas deja a nuestra práctica en un nivel pre profesional en tanto es el profesional 
el que puede discernir merced a su conocimiento, medios y fines adecuados a la resolución de problemas 
(algo más que la aplicación de un procedimiento) y dar cuenta de las razones y efectos de su proceder. 
En palabras de Gabriel Lombardi: 
La clínica no es la experiencia entonces. No es tampoco la acumulación de experiencia. Tal 
acumulación tiene sus ventajas por supuesto, pero en la perspectiva radical sostenida por 
Lacan “lo propio de la experiencia es preparar casilleros”2: al mismo tiempo que uno aprende 
el oficio, sus trucos, un saber hacer, se consolidan esquemas y clasificaciones que tejen el lazo 
entre los prejuicios del propio fantasma… (Lombardi, 2000, p. 2) 
 
La clínica refiere a un campo práctico, a un saber en estrecha relación con la práctica de hacer 
respecto al padecimiento. En el dominio del hacer encontramos el procedimiento o método para curar la 
enfermedad, en términos de la medicina una terapéutica que busca restablecer un estado anterior a la 
enfermedad, es decir, que implica una idea de salud y enfermedad atravesada a su vez por las nociones de 
lo que se considera normal o patológico. El campo médico realiza sus procedimientos clínicos con un criterio 
de objetividad, es decir, ajeno al sujeto y extraño al padecimiento en términos subjetivos, sólo atendiendo al 
dolor en términos de signo, pero en sus procedimientos la revisación clínica, el interrogatorio clínico es 
fundamental en cada paciente. 
La clínica psicoanalítica en su terapéutica establece desde sus comienzos la máxima oposición 
posible entre el análisis y los métodos psicoterapéuticos que utilizan técnicas sugestivas 
 
2 J. Lacan. “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”. Intervenciones y textos 2. Manantial. Buenos Aires. 
1988. 
El procedimiento psicoanalítico se distingue de todos los métodos sugestivos, persuasivos, etc., 
por el hecho de que no pretende sofocar mediante la autoridad ningún fenómeno anímico. 
Procura averiguar la causación del fenómeno y cancelarlo mediante una transformación 
permanente de sus condiciones generadoras. (Freud, 1996, p. 246). 
En este sentido el psicoanálisis es tanto el procedimiento que sirve para investigar los procesos 
anímicos inconscientes como el método terapéutico fundado en dicha investigación, pero también la teoría 
elaborada a partir de ambos. Estos aspectos teóricos no son especulativos, todo lo contrario son producto 
de la investigación clínica, están construidos sobre la interpretación de la empiria “no son el cimiento sino 
el remate del edificio íntegro, y pueden sustituirse y desecharse sin perjuicio” (Freud, 1996b p.750). Por su 
parte, Lacan se refiere a que “el psicoanálisis no es una terapéutica como las demás” (1985b), no establece 
una cura-tipo y considera que no se puede abordar una terapéutica sin referencia a una ética. 
Como epígrafe de estas líneas tomamos una frase de Lacan de “La dirección de la cura…”. En dicho 
artículo encontramos también distinciones que nos permiten situar diferentes niveles que se ponen en juego 
en la cura, como la analogía con la postulación estratégica de von Clausewitz. Lacan se sirve de una 
diferenciación entre política, estrategia y táctica, en la cual la primera determina a las demás. O, abordado 
a la inversa, a nivel de las tácticas somos libres, vale decir, las intervenciones en sí mismas pueden ser 
cualquiera, no obstante lo cual no se determinan en sí mismas sino que están sometidas al nivel que le es 
superior: la estrategia. Con la estrategia Lacan analoga al lugar que ocupemos en la transferencia, ya que 
el efecto de nuestros procederes “técnicos” está influido por ese lugar que es inconsciente (vale decir, 
escapa a nuestra buena voluntad e incluso a la de quien consulta). La política, finalmente, es una que se 
sostiene y que sostiene las estrategias que se definen y las tácticas relativas a esa política. Vale decir que 
el nivel de mayor determinación es a su vez el más determinado, en el que no somos libres sino que nos 
sujetamos a una dirección. En el caso de la clínica podemos ubicar allí nuestra concepción del sujeto y del 
síntoma, que orienta nuestras acciones y define nuestra ética. Si en la política no somos libres (es decir, no 
somos relativistas, no varía la concepción de sujeto y síntoma desde la cual nos ubicamos en la práctica 
acomodándonos al trastorno o a la demanda), lo somos en mayor medida en la estrategia (la maniobra 
transferencial) y en las tácticas… sin olvidar que se trata de tres niveles de determinación jerárquica. 
 
 
Conclusión 
 
Estas páginas se presentan como una introducción que sitúa la concepción de la clínica con la que 
vamos a trabajar. Mencionamos conceptos complejos que recibirán un tratamiento específico a la largo de 
la cursada. Finalmente, hacemos nuestra una no-tan-académica (pero no por ello menos verdadera) 
descripción de nuestro trabajo: 
No fui cirujano, como mi padre había esperado, pero acabé dedicándome a atender el 
mostrador de esta oficina de objetos perdidos, donde acude la gente creyendo que aquí va a 
recuperar el suyo. Es una oficina muy especial, porque aunque en realidad aquí no está lo que 
busca, en el trámite de averiguarlo encuentra otras cosas que ni siquiera sabíaque existían. Y 
lo más extraordinario es que eso les cambia la vida (Dessal, 2018) 
 
 
Bibliografía 
 
Canguilhem, G. (1966) “¿Qué es la psicología?” Ficha de cátedra Fac. Psicología UBA 
Carpintero, H. (2008) “Un paseo por la historia de la psicología clínica y de la salud: entrevista a Helio 
Carpintero” en Clínica y Salud vol.19 no.1 Madrid abr./may. 2008. Recuperado el 10/12/2017 en 
http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1130-52742008000100006 
Dessal, G. (2018) “El caso Anne. Lecciones para sobrevivir a la noche más larga”. Interzona: Bs. As. 
Freud, S. (1996) “El psicoanálisis” en Obras Completas vol. XVIII. Amorrortu: Bs. As. 
Freud, S. (1996b) “Introducción del narcisismo” en Obras Completas vol. XIV. Amorrortu: Bs. As. 1914 
Lacan, J. (1985) “La dirección de la cura y los principios de su poder” en Escritos II. Siglo XXI: México. 1966. 
Lacan, J. (1985b) “Variantes de la cura-tipo” en Escritos I. Siglo XXI: México. 1966. 
Lacan, J. (2015) El Seminario. Libro 17. El reverso del psicoanálisis. Paidós: Bs. As. 1969-70. 
Lombardi, G. ¿Qué es la clínica psicoanalítica?. Material de circulación interna. Texto redactado sobre la 
base de la presentación del Colegio Clínico de Buenos Aires, realizada el 8 de mayo de 2000 
 
http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1130-52742008000100006

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