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ALDERETE ALEXIS Universidad del Salvador Facultad de Psicología y Psicopedagogía TÉCNICAS PSICOTERAPEUTICAS I CATEDRA: MARTINEZ ALUMNO: ALDERETE ALEXIS AÑO: 4º ALDERETE ALEXIS El campo de la psicoterapia Autor: Héctor Fernández-Álvarez La psicoterapia es un conjunto amplio y diversificado de procedimientos psicológicos destinados a brindar ayuda a las personas cuyo sufrimiento tiene origen en un padecimiento innecesario o discordante con las expectativas correspondientes a la evolución, dentro de un marco cultural determinado. La psicoterapia se vale, de recursos psicológicos para mejorar la condición de los pacientes. Así lo estableció Freud, un nuevo método terapéutico, basado en el uso de la palabra. Concibió dicho tratamiento como un procedimiento científico anclado en el territorio de las prácticas médicas. El psicoanálisis, como llamó Freud a su creación, surgió dentro del paradigma epistémico de su tiempo. Los primeros tiempos de la psicoterapia: una reseña brevísima El movimiento psicoanalítico, debió enfrentar una fuerte resistencia en la sociedad. Sufrió rápidas escisiones. Las deserciones de Adler y de Jung dieron lugar al surgimiento de nuevos enfoques terapéuticos. El primero se inclinó por una interpretación más social de la práctica, mientras que el segundo se orientó hacia una concepción más transpersonal en la que símbolos, mitos y leyendas ocuparon un lugar relevante. El movimiento psicoanalítico “oficial”, conducido por Freud, trabajando arduamente con el afán de lograr el reconocimiento académico y público en la comunidad. Dos nuevos enfoques emergieron. Moreno creó el psicodrama, un modelo que proponía estudiar la realidad humana y sus padecimientos desde la perspectiva de los roles interpersonales y que sirvió de fundamento a un método terapéutico concebido en el estilo de un acto dramático. El otro enfoque, surgió a partir de la analítica existencial de Binswanger y fue el inicio de una tradición que derivó en una potente corriente terapéutica: la terapia humanista-existencial. El movimiento humanista de la psicoterapia tomó de ese ambiente un renovado impulso que se plasmó en nuevos enfoques, como la logoterapia de Frankl. Rogers fue el artífice de un modelo convergente con el humanismo al que denominó enfoque centrado en la persona. Frankl concebía la psicoterapia como una “cura médica de almas”, mientras que en la obra de Rogers asomaba otro saber, el de la psicología. Estados Unidos encabezó un movimiento que condujo a un cambio de paradigma: la migración disciplinar de la psicoterapia. La psicología pasó a ocupar rápidamente un lugar preponderante y terminó constituyéndose en el fundamento científico de la psicoterapia, proporcionando las bases teóricas que permitieron construir sus principales técnicas y procedimientos. En la segunda mitad del siglo pasado, la psicoterapia dejó de ser una práctica médica y se transformó en una intervención psicosocial. Apareció un nuevo modelo de terapia inspirado en los principios de la psicología básica: el análisis y modificación del comportamiento. El conductismo fue su fuente y de él tomó las herramientas conceptuales fundamentales, vinculadas con el estudio delos procesos de aprendizaje y el papel del condicionamiento en la conducta humana. Psicoanálisis y terapia conductista quedaron rápidamente enfrentados en varios aspectos. El psicoanálisis se apoyaba en una explicación dinámica de los fenómenos psicopatológicos, postulaba un método de tratamiento que recurría a la libre asociación de ideas, sueños y recuerdos y se centraba en el análisis de la transferencia; otorgaba fundamental importancia a las experiencias infantiles y requería un proceso terapéutico con varias sesiones semanales que podía extenderse a través de varios años. La terapia de conducta recurría a un modelo explicativo de los síntomas centrado en los mecanismos de aprendizaje, utilizaba procedimientos educativos orientados a facilitar nuevos condicionamientos donde el terapeuta opera como un instructor, estaba centrado en el aquí y ahora de la vida del paciente y las intervenciones 1 ALDERETE ALEXIS eran de corta duración. El diván para el psicoanálisis y la conversación frente a frente marcaron las diferentes escenografías. La psicoterapia de corte existencial se posicionó de manera equidistante frente a esta contienda. Su lema era: ni psicoanálisis ni terapia conductista. El papel de las cuestiones axiológicas y los aspectos espirituales. Los terapeutas humanistas pusieron el acento en la responsabilidad personal, en la autenticidad de la experiencia y en los problemas vinculados con la búsqueda del sentido de la vida. El terapeuta existencial se perfiló como un facilitador, un practicante de la reflexión y del diálogo. La psicoterapia se expande: se multiplican las aplicaciones, proliferan los modelos Las primeras aplicaciones de la psicoterapia se habían concentrado en brindar ayuda a las personas que presentaban trastornos emocionales, fundamentalmente las perturbaciones asociadas con la depresión y la ansiedad. La psicoterapia comenzó a expandirse en gran escala porque logró aceptación en la sociedad y también fue diversificando su oferta terapéutica hacia un número más extenso de situaciones clínicas. La psicoterapia terminaría siendo un componente central de la psicología de la salud y en la actualidad es un recurso habitual para enfrentar cualquier enfermedad física. El contexto cultural es un factor fundamental a tener en cuenta cuando pensamos en psicoterapia. En primer lugar, porque los agentes sociales son quienes evalúan la naturaleza del sufrimiento, influyendo de manera decisiva en el modo de juzgar la funcionalidad de la conducta y la experiencia. Las reacciones emocionales son ejemplos muy ilustrativos. La tristeza, el llanto y otros estados asociados son signos que acompañan la experiencia vinculada con las pérdidas, los fracasos y las frustraciones bruscas o persistentes y constituyen una expresión que en determinados contextos diagnosticados como depresión. En segundo lugar, la carga cultural se hace sentir de manera muy intensa sobre el andamiaje científico y, al mismo tiempo, los desarrollos de la ciencia influyen de manera muy potente sobre la sociedad, lo que facilita la aparición de sesgos que muchas veces generan confusión entre los hallazgos y las modas. Es conveniente que los psicoterapeutas redoblen su atención para afinar los diseños terapéuticos dentro de los límites de lo razonable y de lo posible. En tercer lugar, cada grupo social establece prioridades respecto de los recursos que está dispuesto a movilizar para enfrentar las dificultades que afectan a la población. Esto vale tanto para las decisiones macro como microsociales. Por un lado tienen relevancia las políticas de salud a cargo de los organismos de gestión que fijan prioridades para la prevención y la asistencia, de las que se desprende la importancia que se le otorga a la psicoterapia en ese terreno. Por último, a nivel del espacio microsocial tiene mucho interés observar el modo en que cada grupo moldea la demanda de psicoterapia. La familia es un ámbito de observación preferencial. A través de ese foco podemos ver cómo, en algunos casos, la familia es promotora de la psicoterapia y favorece que sus integrantes recurran a un terapeuta frente a sus dificultades, mientras que otros grupos prefieren resolver los problemas dentro del propio sistema, dilatando la consulta. La familia pasó a ocupar un lugar relevante en el escenario psicoterapéutico cuando, siguiendo los principios de la teoría general de los sistemas, irrumpe en la disciplina un nuevo modelo teórico que propone un cambio radical en el abordaje terapéutico. La etapa clásica, que abarca desde los inicios hasta la década de los años 70, puede dividirse en tres momentos, cada uno de ellos correspondiendo aproximadamente a un cuarto de siglo. Los primeros 25 años fueron los de la fundación de la disciplina y los intentospor lograr su legitimación social. Entre 1925 y 1950, la psicoterapia, habiendo logrado cierto reconocimiento, logró una expansión que se tradujo en nuevas propuestas, nuevos formatos y dispositivos y nuevas aplicaciones. El psicoanálisis se fue disgregando como movimiento y dentro de él aparecieron nuevas propuestas que confrontaban el enfoque ortodoxo. 2 ALDERETE ALEXIS El tercer momento ocupa el tramo que va desde 1950 hasta mediados de la década de los 70. El consumo se multiplica ahora en forma acentuada y la psicología pasa a ocupar el rol organizador preponderante de la disciplina. Los modelos teóricos se diversifican, ya sea porque se producen nuevos desprendimientos de los modelos tradicionales o porque aparecen nuevas propuestas, a veces con cierto grado de extravagancia. La psicoterapia moderna: un semblante rápido El hallazgo de pruebas empíricas de validación, la redefinición de los propósitos terapéuticos. Durante el período clásico, el objetivo de la psicoterapia estuvo dominado por un afán “arqueológico”, tal como el mismo Freud lo describió. El psicoanálisis se proponía ayudar al paciente favoreciendo la revelación de significados ocultos que operaban en las sombras de la mente. La psicoterapia viró con rapidez hacia otra concepción respecto de sus fines. El principal objetivo pasó a ser la promoción de cambios y, a través de ello, la búsqueda por mejorar la calidad de vida. Otras dos notas distinguen el ingreso de la psicoterapia en la etapa moderna. En primer lugar, la aparición de un nuevo modelo, la terapia cognitiva, que marca una bisagra en el campo de la teoría. La terapia cognitiva fue, en primer lugar, un intento por lograr un aumento de la eficiencia terapéutica. Sus creadores, Beck y Ellis, se habían desempeñado previamente como psicoanalistas y el interés por este nuevo enfoque estuvo asociado con las limitaciones que encontraban en sus prácticas. Postular la preeminencia de los procesos de pensamiento como precursores de los trastornos emocionales. La inversión del modelo explicativo dominante en la psicoterapia clásica y fue acompañado con una serie de decisiones instrumentales. Una intervención breve y orientada a la resolución de problemas, estructurada y directiva, que requería una activa colaboración entre el paciente y el terapeuta y donde el paciente debía involucrarse con acciones fuera de la sesión. El interés por encontrar puntos de convergencia entre los diferentes modelos tenía sus antecedentes, el más famoso de los cuales había sido la obra de Dollard y Miler, publicada en 1950, en la que presentaron un enfoque que buscaba integrar el psicoanálisis y la terapia conductista. Más allá del enfoque teórico que se utilice, deben estar presentes ciertas características de los terapeutas para lograr un resultado positivo. Llamó a estas condiciones los factores comunes, que identificó del siguiente modo: Destacan la importancia de la relación terapéutica y proveen ideas para su fortalecimiento. Brindan esperanza y ayudan a sostener las expectativas del paciente de que logrará ayuda con el tratamiento. Proveen oportunidades para el aprendizaje tanto cognitivo como experiencial, ofreciendo al paciente nueva información sobre sus problemas y posibles modos de tratar con ellos. Todas las escuelas acuerdan que el paciente necesita no sólo entender algo diferente, sino tener una nueva experiencia. Facilitan procesos de activación emocional. Esto provee la fuerza para enfrentar cambios en las actitudes y los comportamientos. El efecto terapéutico más importante es que aumentan en el paciente las sensaciones de dominio, auto-control, competencia o efectividad. Una fuente poderosa para generar esas sensaciones tiene su origen en la posibilidad de dar nombre a la propia experiencia. Todas las terapias apelan a las experiencias exitosas como refuerzo de la sensación de dominio. Animan de manera tácita o explícita a que el paciente ponga en práctica en su vida cotidiana los cambios y los logros ocurridos en el curso de las sesiones. Según Arkowitz, la integración se canalizó a través de tres direcciones: 1) La corriente de los factores comunes. 2) El eclecticismo técnico. 3) La integración teórica. 3 ALDERETE ALEXIS La primera orientación está representada por todos aquellos aportes que contribuyeron a identificar las variables comunes a todas las psicoterapias que tienen efectos positivos sobre los resultados terapéuticos. El eclecticismo técnico se refiere a los enfoques cuya propuesta terapéutica consiste en reunir elementos técnicos procedentes de diferentes modelos terapéuticos con el fin de elaborar procedimientos capaces de potenciar los efectos positivos de la intervención. La terapia multimodal de lazarus es un ejemplo muy característico. La ventaja de un enfoque ecléctico es su facilidad para organizar el diseño terapéutico, pues no requiere una redefinición teórica o la construcción de un nuevo modelo. La desventaja es que pueden aplicarse procedimientos de baja consistencia teórica, susceptibles de generar confusión en la toma de decisiones. La integración teórica, consiste en elaborar un nuevo modelo que articule, en alguna estructura teórica de orden superior, determinados principios procedentes de diferentes enfoques con el fin de formalizar un esquema de intervención más amplio, capaz de operar con una perspectiva más abarcadora en el espacio terapéutico. Su ventaja es la capacidad de abordar diferentes situaciones clínicas y diversos niveles del funcionamiento psíquico desde un punto de vista sintético, mientras que la desventaja radica en los problemas epistemológicos que implica un intento de semejante complejidad. La búsqueda de la evidencia: un nuevo escalón Aplicado al campo de la psicoterapia, el programa basado en la evidencia persigue el objetivo de elaborar programas de tratamiento que tengan pruebas metodológicamente sustentadas respecto de la eficacia que puede obtenerse con su aplicación. El fin último es brindar a los organismos de gestión en salud mental elementos para seleccionar cuáles son los métodos de tratamiento más eficientes en términos de los beneficios que pueden obtenerse y la cantidad de personas en que pueden implementarse. Para que una psicoterapia tenga estándares de calidad basados en la evidencia, es necesario que cumpla con tres requisitos: 1) Debe consistir en un programa diseñado para el tratamiento de un trastorno específico. 2) Debe aplicarse de acuerdo con un manual de tratamiento que todos los profesionales deben implementar de manera estricta. 3) Debe ser sometida a pruebas empíricas de resultados cuya calidad depende del nivel de complejidad de los requisitos observados en la investigación. Los programas más calificados son aquellos que se someten a estudios con muestras aleatorizadas y controladas y que son realizados por al menos dos grupos de investigación independientes. Una de las circunstancias que más ha contribuido a la expansión de la psicoterapia es el valor que tiene como intervención primaria en muchas situaciones críticas, tanto en el campo médico como en el terreno social y ocupacional. La psicoterapia como intervención asociada a la evolución de muchas enfermedades tiene la propiedad de reducir la cantidad de prácticas, el número de días de internación, la cantidad de medicamentos y de estudios complementarios. Los dispositivos más frecuentes son la psicoterapia individual, vincular, familia y grupal y sus posibles combinaciones. Los formatos se desdoblan en tratamientos de corta, mediana y larga duración con diseños que oscilan entre objetivos altamente focalizados hasta objetivos de gran amplitud. Las técnicas constituyen una caja de herramientas de gran vastedad. Por lo general, las técnicas se identifican con los modelos teóricos que les han dado origen. Entre los ejemplos más representativos pueden mencionarse herramientas psicodinámicas, comportamentales, experienciales, psicodramáticas, sistémicas.Principios para la unificación de la psicoterapia Es necesario que el terapeuta disponga de una adecuada cuota de empatía con el paciente y que esté en condiciones de brindarle un ambiente de seguridad y confianza que habiliten en el paciente la vivencia de 4 ALDERETE ALEXIS que es escuchado y comprendido en su demanda, como paso previo para una intervención que procure generar algún cambio en su vida. Psicoterapia centrada en el ajuste terapeuta-paciente. La psicoterapia basada en principios sostiene la necesidad de organizar diseños de intervención, más allá de cualquier modelo teórico, sobre la base de hipótesis que, atendiendo al conjunto de variables genéricas que conforman la demanda, puedan aplicarse de manera singular a cada paciente. El campo de la psicoterapia se vio tapizado por una serie de manifestaciones que contribuyeron a afianzar la integración y sentaron las bases para una eventual unificación de la disciplina: El modelo genérico. La Alianza terapéutica. El Modelo Transteórico de Cambio. Las Habilidades de Ayuda. El modelo de Supervisión basado en el Desarrollo. El Modelo Genérico La publicación de un texto, aparecido en 1971. Allen bergin (terapeuta experiencial) y Sol Garfield (investigador de orientación ecléctica), se propusieron elaborar una obra que pudiera abarcar el campo de la psicoterapia en general, tanto en lo teórico como en sus aplicaciones, en lo metodológico como en lo sustancial. Su título, Manual de Psicoterapia y Cambio de Conducta, reflejaba la importancia del concepto de cambio como objetivo central de la psicoterapia. El Modelo Genérico, es un mapa general de los componentes de la psicoterapia. Ha sido preparado como una suerte de anatomía del proceso psicoterapéutico y permite, por ende, localizar todos los elementos que intervienen en un acto de psicoterapia. La psicoterapia es un proceso en el que convergen la demanda de los pacientes que buscan ayuda con la oferta que brindan los servicios de salud respectivos y el cuerpo de profesionales especializados. El acto de la psicoterapia es una compleja trama en la que se entretejen tres componentes: un contrato entre paciente y terapeuta referido a los objetivos del tratamiento, un vínculo emocional que permite alimentar la esperanza necesaria para promover los cambios y un conjunto de operaciones que constituyen el núcleo activo de la intervención. La alianza Terapéutica La AT es un componente nuclear del Modelo Genérico y ha sido estudiada muy especialmente, pues se encontraron reiteradas pruebas de que constituye el mejor predictor de los resultados de la terapia. Bordin como la articulación entre tres elementos: 1) Un vínculo interpersonal que presenta características particulares. 2) Los objetivos del tratamiento. 3) Los medios a través de los cuales se esperan alcanzar dichos objetivos. El carácter integrativo del concepto de AT se manifiesta en que todos los modelos teóricos la contemplan como un elemento indispensable. Las diferencias que subsisten entre las diferentes orientaciones están relacionadas con la manera de definirla. El modelo Transteórico de Cambio Un tercer aporte al movimiento de integración es el Modelo Transteórico de Cambio, creado por Prochaska y desarrollado con la colaboración de Di Clemente y Norcross. Fue elaborado inicialmente con el propósito de identificar la disposición al cambio de las personas afectadas por adicciones como el alcoholismo y el tabaquismo, pero luego se desarrolló como un modelo general para describir los estadios de cambio por los que atraviesan las personas, tanto en la vida cotidiana como en las situaciones que reciben la ayuda de un terapeuta. Es un modelo transteórico, es decir que puede aplicarse a cualquier 5 ALDERETE ALEXIS enfoque teórico. Las personas atraviesan una serie de estadios sucesivos de disposición para el cambio y que la capacidad para concretar dicho cambio depende de que el individuo se encuentre en el escalón adecuado de esta serie. Cuando ello no ocurre, la persona no conseguirá cambiar, aun cuando los demás compartan la opinión de que es algo muy conveniente para ella. El modelo identifica seis estadios, el primero de los cuales corresponde a la fase precontemplativa y señala el momento en que el individuo no está preparado para emprender ningún cambio, aun cuando esté frente a grandes dificultades o se encuentre en un estado clínico muy perturbado. Las personas que se encuentran en esa situación suelen no ser conscientes de la perturbación que los aqueja y rechazan la oferta de ayuda terapéutica cuando se les sugiere. Esta decisión puede resultar poco comprensible, en primera instancia, para otros, pero el terapeuta debe mantenerse firme esperando que se presente una ocasión más favorable. Las etapas siguientes. Comienza con la fase contemplativa, donde el paciente toma conciencia de su dificultad o su trastorno y piensa que un cambio puede ser positivo para él, pero no se ve todavía en condiciones de enfrentar la situación. Las fases siguientes son las de preparación, acción y mantenimiento, que expresan de manera sucesiva la disposición a enfrentar un cambio, la puesta en marcha de las acciones para lograrlo y el momento en que se debe encarar la prevención de las eventuales recaídas. El último estadio, la terminación, señala el momento en que la persona desarrolla la vivencia de haber superado plenamente su problema. Los principios básicos del método apuntan a: 1) Expresar empatía. 2) Desarrollar discrepancias entre la conducta actual y los objetivos buscados. 3) Dar un giro a la resistencia aprovechando la información contenida en la ambivalencia al cambio. 4) Fomentar la autoeficacia. La entrevista motivacional no es, en sentido estricto, una psicoterapia, sino un conjunto de procedimientos para facilitar el compromiso del paciente con la terapia. Las Habilidades de Ayuda La perspectiva integrativa es la de la formación y el entrenamiento de terapeutas. Durante muchos años, el acento se puso en el dominio de la teoría y en las características del paciente. El entrenamiento se centraba en el paciente y en las reacciones que éste podía presentar al tratamiento. Una nueva concepción se ha ido imponiendo recientemente, donde el foco se centra en el terapeuta y en su capacidad para adquirir habilidades que le sirvan para brindar ayuda en distintos niveles y esferas de la práctica. Hill contempla tres instancias en el entrenamiento: aprender habilidades de exploración de facilitación para el insight y de preparación para la acción. La idea central de estos programas es que no existe una manera universal de entrenamiento y que la formación debe ajustarse a las condiciones singulares del entrenado. La puesta en marcha de un programa de formación supone varios niveles: la instrucción o formación teórica, el empleo de ejemplos vicariantes que sirvan para el modelado, la práctica en contextos clínicos reales y la devolución del modo en que se desempeña el entrenado sobre la base de las observaciones realizadas. Las dos últimas son más potentes y sus efectos modulan más las competencias adquiridas. La Supervisión El campo de la supervisión ha recibido, en el último periodo, un significativo impulso orientado a formular modelos que responden a un espíritu de integración. Es el modelo basado en el desarrollo del supervisado. Este modelo son dos: 1) En consonancia con el giro de los programas de entrenamiento, propone que el enfoque de supervisión se centre en e supervisado, en sus necesidades y requerimientos más que en las intervenciones y en seguir e ejemplo del supervisor. 6 ALDERETE ALEXIS 2) Propone un esquema de supervisión basado en tres niveles de desarrollo del supervisado, aplicable para todos los enfoques de psicoterapia. Los momentos de la Psicoterapia Se reconocen tres momentos en toda psicoterapia: 1) La preparación del paciente para el cambio (asociada con la tarea psicoeducativa). 2) La intervención propiamente dicha. 3)La prevención de recaídas, que busca sostener los resultados una vez concluido el tratamiento. Psicoeducación, un término que describe las acciones llevadas a cabo por los terapeutas para explicar al paciente la situación clínica en que se encuentra y el tratamiento que habrá de recibir. Se basa en el modelo explicativo que sostiene su enfoque teórico, procurando que el paciente conozca la lógica del procedimiento que se propone con su intervención. El modelo sistémico ha descrito con riqueza las operaciones con que las personas teorizan sobre su propio malestar, el modo en que suelen aferrarse a esas explicaciones y las limitaciones que ello le impone para cambiar. La psicoeducación se ha propagado especialmente gracias a la influencia de la terapia cognitiva, que la considera un elemento crucial de todo tratamiento. Al otorgarle al paciente una explicación sobre su trastorno y cómo superarlo, éste suele reducir la ansiedad que le produce su perturbación y moviliza recursos disponibles que no implementaba hasta ese momento. Esto es llevar la psicoterapia en una dirección donde se prioriza favorecer en el paciente el desarrollo de sus propios recursos, apelar a sus capacidades y fuerzas positivas en lugar de luchar contra los aspectos patológicos o las deficiencias. En la psicoterapia moderna, los terapeutas no basan sus intervenciones exclusivamente en lo que ocurre dentro de la sesión. La sesión orienta al paciente hacia la realización de tareas que debe realizar entre uno y otro encuentro con el terapeuta. Este formato instala, la idea de que la psicoterapia es un proceso continuo que el paciente debe llevar a cabo durante el tratamiento y, por otro lado, apela a obtener por ese medio un elemento que potencie las fuerzas de cambio del paciente para lograr los objetivos que pretende el tratamiento. Las tareas intercesión forman parte integral, en la actualidad, de muchos programas de tratamiento cognitivo-comportamentales, pero también han ido siendo incorporadas por otros enfoques terapéuticos. Las tareas intercesión aumentan la efectividad de los resultados y ayudan, al mismo tiempo, a sostener los logros de un tratamiento. Se han identificado características generales para la implementación de las tareas intersesión y las mismas pueden considerarse otro principio integrativo de la disciplina. Aproximaciones a la psicoterapia Autor: Guillem Feixas Modelos psicodinámicos El término “psicodinámico” se suele identificar con el psicoanálisis y, por extensión, con aquellas concepciones en las que el conflicto intrapsíquico tiene un papel central. El psicoanálisis fue el primer sistema integrado de la psicoterapia moderna. Abarca una teoría de la estructura y el desarrollo de la personalidad, así como de la psicopatología, la relación terapéutica y el proceso terapéutico. Es también algo más que un modelo psicoterapéutico. Los puntos de vista de Freud sobre la naturaleza humana han contribuido a cambiar profundamente la imagen que el hombre occidental 7 ALDERETE ALEXIS tenía de sí mismo. En el psicoanálisis el ser humano no sólo no es un ser racional, sino que a duras penas resulta razonable. El hombre es un animal gobernado por fuerzas instintivas que desconoce. Desde el punto de vista clínico, Freud fue un pionero, en el sentido de que planteó preguntas desde una nueva perspectiva. Desarrollo histórico La evolución del pensamiento de Freud S. Freud nació en Freiberg (Moravia) en 1856 y murió en Londres en 1939. El psicoanálisis no fue, en modo alguno, una creación ex nihilo de la cabeza de Freud, sino una síntesis creativa de elementos presentes en su época. Etapa Prefundacional (1886-1895): Abarca desde cuando Freud abre su consulta privada hasta la publicación de Los estudios sobre la histeria. Etapa Fundacional (1895-1900): La adopción de la asociación libre y el abandono de la teoría de la seducción son rasgos muy estacados de esta etapa. El término psicoanálisis aparece por primera vez en algunos escritos de 1896 en conexión con la adopción del método de la asociación libre como piedra angular de la investigación y el tratamiento. Freud toma como punto de partida la idea de Breuer de que la histeria está determinada por experiencias traumáticas, cuyo recuerdo inconsciente reaparece de forma simbólica en los síntomas de la enfermedad y que se puede curar trayendo el recuerdo a la conciencia. Freud propuso una clasificación etiológica de las neurosis, en la que distinguía entre “neurosis reales”, que tienen su origen en la vida sexual actual del paciente, y “psiconeurosis”, cuyo origen reside en la vida sexual pasada. Entre estas últimas figuran la histeria, que se considera el producto de un abuso sexual perpetrado por un adulto y sufrido en la infancia pasivamente, y las neurosis obsesivas, que tiene idéntico rigen, con la diferencia de que el niño jugó un rol más activo y llegó a sentir placer. Freud sostiene que el inconsciente no distingue entre realidad y fantasía, de modo que la reconstrucción de los sucesos del pasado y la exploración de las fantasías de sus pacientes se convierten en las dos caras de una misma moneda. Psicología del Ello (1900-1914). En esta etapa se desarrolla el edificio teórico del psicoanálisis, en torno al concepto de libido. La libido es la energía de la pulsión sexul, que no debe entenderse en un sentido genital, sino como la fuente esencial de la energía psíquica. Las pulsiones libidinales pueden descargarse, reprimirse, sublimarse o tramitarse, mediante formaciones reactivas. Las transformaciones de la libido modulan la elección de objeto y la formación de la estructura del carácter. La obra más importante de este período destaca La interpretación de los sueños. Las innovaciones más interesantes introducidas por Freud en el análisis de los sueños residen en: 1) La aplicación de la asociación libre como método para analizar los sueños. 2) La introducción del análisis de los sueños como instrumento terapéutico. Además utilizando el mismo esquema interpretativo, Freud analiza los lapsus o actos cotidianos llamados parapraxias, en la Psicopatología de la vida cotidiana. Psicología del Yo (1914-1939). Concibe la metapsicología como un sistema que describiría los hechos psicológicos desde el punto de vista topográfico (distinción entre inconsciente, preconsciente y consciente), dinámico (fuerzas psíquicas en conflicto) y económico (regulación de las fuerzas psíquicas por medio del principio del placer-displacer). En 1920 Freud publica Más allá del principio del placer, en el que se reconoce que el principio del pacer está limitado por el principio de realidad y que los impulsos originariamente placenteros, una vez reprimidos, pierden esa cualidad. En el Ego y el Id, Freud formula la “segunda tópica2, en la que propone las instancias psíquicas del Ello, Yo y Superyó. Las neurosis se 8 ALDERETE ALEXIS contemplan como un conflicto entre instancias psíquicas y el propósito del psicoanálisis se define como aliviar al Yo de las presiones tanto del Ello como del Superyó y ayudarle a adquirir fuerza. Freud introduce cambios importantes en su teoría pulsional. Introduce la noción de pulsión de muerte que entiende como la tendencia fundamental de todo ser vivo a volver al estado inorgánico. Conceptos básicos El psicoanálisis ha sido definido por Laplanche y Pontalis en función de los tres niveles siguientes: 1) Un método de investigación, que consiste esencialmente en evidenciar la significación inconsciente de las palabras, actos y producciones imaginarias (sueños, ensueños, fantasías) de un individuo y que utiliza la observación natural y la inferencia inductiva. 2) Un método psicoterapéutico, basado en esta investigación y caracterizado por la interpretación contralada de la resistencia, de la transferencia y del deseo. 3) Un conjunto de teorías psicológicas y psicopatológicas, en las que se sistematizan los datos aportados por el método psicoanalítico de investigación y tratamiento.Los conceptos básicos del psicoanálisis se encuentran formulados en, al menos, cinco modelos distintos de las estructuras psíquicas que se han llegado a distinguir en la obra de Freud. Estos son: Modelo topográfico: La mente humana se concibe como una estructura compleja que funciona en niveles diferentes. Distingue tres niveles de conciencia: el inconsciente, el preconsciente y el consciente. El primero, el inconsciente, es el nivel más determinante de la conducta, especialmente de la conducta patológica. En él se almacenan los recuerdos e imágenes no accesibles al sujeto en estado normal de vigilia. Los procesos gobernados por principios inconscientes se llaman procesos primarios, para distinguirlos de los secundarios, que son ordenados y conscientes. Modelo Dinámico: Este modelo entiende los fenómenos mentales como el resultado de fuerzas en conflicto. Los conflictos surgen de la necesidad de reducir (descargar) la tensión generada por las presiones instintivas sexuales y agresivas, por un lado, y, por otro, por las defensas construidas para inhibir la expresión consciente de estos instintos. Modelo Económico: Este modelo se ocupa de la distribución, transformación y gasto de energía que regula la conducta y la vida psíquica. El elemento básico de este modelo es el concepto de libido, que sufrió varios cambios a lo largo de la obra de Freud. Modelo genético: Este modelo se ocupa del desarrollo de los fenómenos psíquicos y concibe la formación de la personalidad a través de unas fases o estadios del desarrollo psicosexual. Las fases propuestas por Freud son las siguientes: La Fase Oral (primer año): La zona erógena es la boca y en esta fase se incluyen las actividades de chupar relacionadas con aquélla. La fijación en este estadio producirá comportamientos adultos relacionados con actividades orales tales como comer, beber, fumar. La Fase Anal (segundo año): El centro de gratificación libidinal es la zona anal y las funciones de expulsión y retención de heces conectadas con ella. La fijación en este estadio producirá problemas relacionados con el exceso o defecto de control de los impulsos fisiológicos o de rasgos de conducta simbólicamente equivalente (avaricia, despilfarro). La Fase Fálica o Edípica (entre los tres y cinco años): La zona más gratificante son los genitales y su estimulación es el principal centro de placer. Éste es uno de los estadios ás centrales y controvertidos de la teoría de Freud. Se postula que de la correcta superación de esta fase, que entraña el complejo de Edipo, depende el ajuste a los miembros del sexo opuesto. Las fijaciones en esta etapa pueden conducir a problemas de identidad sexual. La Fase Genital: Constituye el estadio psicosexual adulto y se caracteriza por el desarrollo de la capacidad orgásmica y la posibilidad de acompañar las sensaciones generadas en la relación sexual con sentimientos de afecto, ternura, entrega, etc. 9 ALDERETE ALEXIS Modelo estructural: El aparato psíquico se divide en varias unidades funcionales que se desarrollan a partir de la maduración biológica y la interacción social. Las estructuras básicas que propone son el Ello, el Yo y el Superyó. El ello es la instancia psíquica más antigua, tanto desde el punto de vista filogenético como ontogenético. El superyó surge del proceso de socialización, por medio de la internalización de las normas y valores paternos. Su finalidad es la adaptación a los imperativos morales del medio. En su función de conciencia moral retoma tareas que, en principio, ejercían los padres, tales como vigilar y castigar las actividades que nacen del Ello. El Yo es una instancia situada entre el Ello y el Superyó y su función es llegar a compromisos entre ambas, es decir, satisfacer las necesidades emocionales básicas, por un lado, y tomar en cuenta las restricciones necesarias para no entrar en conflicto grave con las normas existentes, por otro. En consecuencia, el Yo opera a través del principio de realidad y cumple funciones de decisión y control. Para ilustrar la relación entre el Yo y el Ello se ha utilizado la imagen de un jinete sobre un caballo, imagen que recuerda a la utilizada por Parménides. El Ello es totalmente inconsciente, el Yo es consciente y el Superyó puede ser parcialmente inconsciente, debido a que gran parte de las demandas y valores sociales se aceptaron en la primera infancia. Los elementos y el encuadre de la situación analítica Para poder trabajar con los mecanismos conflictivos que subyacen a las formaciones de compromiso es necesario colocar a los sujetos en una situación determinada, que favorezca su emergencia, a saber, la situación analítica. Esta situación empieza a delimitarse con el establecimiento de un contrato analítico en el que se configura el encuadre externo de la situación. Este contrato debe especificar cuestiones como la frecuencia de las sesiones, su duración, el lugar donde se llevan a cabo, la puntualidad, los honorarios y su forma de pago, la ausencia de relación con el terapeuta fuera de la sesión, la incompatibilidad con otros tratamientos psicoterapéuticos simultáneos, los periodos de vacaciones, fiestas, etc. Los clientes en la situación analítica deben atenerse a las siguientes reglas: Regla fundamental (o básica): Los sujetos deben expresar todos los pensamientos y sentimientos tal como les vengan a la cabeza, sin ninguna exclusión o selección. Regla de asociación libre: En la cual el sujeto tiene que ir asociando a partir de ciertos elementos que le propone el analista y que se han extraído de su propio discurso. El psicoanalista, por su parte, debe atenerse a las siguientes reglas, que delimitan su actitud o lo que en ocasiones se llama “encuadre interno”: Regla de Abstención (o abstinencia): el psicoanalista no debe satisfacer las demandas del paciente ni desempeñar los papeles que éste intenta imponerle. “en el curso de un análisis correcto el paciente llega a comprobar que no sólo se le niegan el consuelo, la simpatía, el apaciguamiento, el aplacamiento o el alivio, sino también las órdenes y las prohibiciones, los consejos y las insinuaciones, la manifestación de las opiniones y convicciones privadas”. Esta regla supone, pues, que el psicoanalista deberá evitar tener influencia personal sobre el paciente. Regla de la Atención Flotante (u homogénea): como manifestación de su actitud de neutralidad, el analista debe de atender a todo el material a interpretar de un modo homogéneo, sin privilegiar ningún sector. Debe tener una actitud receptiva ante este material que incluye tanto la apertura intelectual como la capacidad de resonancia empática, permitiendo que sus procesos inconscientes incidan adecuadamente. La relación terapéutica en sí misma constituye el principal elemento curativo del psicoanálisis. Desde este punto de vista, el aspecto más importante de la relación terapéutica reside en la noción de transferencia. La transferencia se funda en el hecho de que el paciente, que lo desconoce, influido por los motivos adicionales de las características de la situación, manifiesta al analista modos de conductas que vienen a ser “simples reimpresiones” o refundiciones de anteriores forma de relación. 10 ALDERETE ALEXIS En estrecha conexión con el concepto de transferencia se encuentra el concepto de contratransferencia, que ha sido definido como “el conjunto de reacciones inconscientes del analista frente a la persona del analizado y, especialmente, frente a la transferencia de éste”. Relación terapéutica: La relación racional y relativamente no neurótica entre paciente y analista. El proceso terapéutico Apertura del análisis: Se inicia con la primera sesión y su extensión oscila entre los dos y los tres meses. Se caracteriza por los ajustes entre las expectativas del paciente y el analista. Etapa intermedia: Es la más larga y creativa. Comienza cuando el paciente ha comprendido y aceptado las reglas de juego (las suyas y las del analista). Su duraciónes variable y se extiende hasta que la neurosis original (a través de su réplica en la neurosis de transferencia) ha desaparecido. Se caracteriza por continuas oscilaciones, entre progresión y regresión, reguladas por el nivel de resistencia. Terminación del análisis: Es la etapa más breve y su característica esencial es el conflicto de separación que incluye los sentimientos de dependencia del paciente con el terapeuta, los cuales pueden activar las resistencias y la recaída. Ambas cosas pueden superarse mediante la adecuada interpretación por parte del analista. Recursos técnicos Para la producción de material: Asociación libre, reacciones transferenciales y resistencias. Para el análisis del material: confrontación, aclaración, interpretación y construcción. Procedimientos no analíticos: catarsis, sugestión y manipulación Asociación libre: consiste en que el paciente trate de dejar venir las ideas a la mente y decirlas tal y como salgan, sin importarle el orden y la lógica. Al dejar que las ideas vengan a la mente, se producirá una regresión al servicio del Yo en la que salen a la luz los derivados del Yo inconsciente, del Ello y del Superyó. Análisis de las reacciones transferenciales: se pueden clasificar de modo muy diverso, según el objeto de la primera infancia a que deben su origen, según la fase libidinal de la que se deriven y según el punto de vista estructural. Análisis de las resistencias: Se centra en las fuerzas que desde dentro del paciente se oponen a los procedimientos y procesos de la labor psicoanalítica. La resistencia puede ser consciente, preconsciente o inconsciente, y puede expresarse por medio de emociones, actitudes, ideas, impulsos, pensamientos, fantasías y acciones. Las resistencias se pueden clasificar de diferentes formas, pero la más importante es la división entre: Resistencia egosintónica: Se caracteriza por parecer racional, familiar y objetiva. Suelen ser normas habituales del comportamiento del paciente y rasgos del carácter. Resistencia egodistónica: aparece como extraña y ajena al Yo razonable del paciente. Normalmente se comienza con estas resistencias y sólo después de que el paciente ha logrado formar una buena alianza de trabajo es posible buscar las resistencias egosintónicas y trabajar en ellas. El análisis de las resistencias y su reconocimiento es una de las técnicas más importantes del proceso analítico. Confrontación: con ella se muestra al paciente dos cosas opuestas con la intención de colocarlo ante un dilema, para que advierta la contradicción. A menudo lleva al paciente a apreciar aspectos que se le pasaban por alto y que el analista considera importantes. Clarificación: Consiste en la reformulación de un episodio que ha narrado el cliente desde un punto de vista distinto, más focalizado, de forma que se resalta algún aspecto específico. Busca iluminar 11 ALDERETE ALEXIS algo que el individuo sabe, pero no de forma diferenciada. Es un reordenamiento de la información. Interpretación: Comunicación hecha al paciente para hacer consciente un fenómeno inconsciente, y hacer consciente el significado, origen, historia, modo o causa inconsciente de un determinado suceso psíquico. Al interpretar, el analista va más allá de lo directamente observable, por lo que es necesario ver las reacciones de los pacientes para determinar la validez de la interpretación. La interpretación daría al paciente una nueva conexión de significado, otra significación a la experiencia. Insight: concepto de “ver o mirar a dentro” o lograr el reconocimiento cognoscitivo de la naturaleza del propio funcionamiento psíquico, así como el propio comportamiento. Está relacionado con la realidad de lo que fue pensado lo que es presente, con lo que es real y lo que es fantasía. Construcción: Elaboración del analista más extensa y distante del material que la interpretación destinada esencialmente a reconstruir en sus aspectos, tanto reales como fantaseados, una parte de la historia infantil del sujeto. Se trata de un tipo especial de interpretación histórica, por medio de la cual se trata de recuperar una situación pasada, con sus efectos, sus personajes y sus ansiedades, en la forma más compleja y fidedigna posible. Indicación del tratamiento y criterios de éxito terapéutico Características que resultan deseables en el paciente de psicoanálisis: 1) Capacidad para reconocer que los síntomas son de naturaleza psicológica. 2) Tendencia a la introspección y a relatar con sinceridad las dificultades. 3) Deseos de participar activamente en la situación analítica. 4) Curiosidad por uno mismo. 5) Deseos de cambiar y experimentar. 6) Esperanzas realistas sobre la terapia. Criterios de éxito terapéutico, propuestos por Lagache: 1) Liberación de la angustia de frustración, entendida como la capacidad para producir y tolerar tensiones elevadas y reducirlas de un modo satisfactorio. 2) Supresión de las inhibiciones y capacidad para realizar las propias posibilidades: normalización sexual, liberación de la agresividad constructiva y de la afectividad y la imaginación. 3) Ajuste de las aspiraciones a las posibilidades del sujeto y la realidad. 4) Capacidad de trabajar en la persecución de su propio plan de vida. 5) Facilitación de las relaciones con los demás. 6) Abandono de las actitudes exageradamente conformistas o destructivas y conciliación entre las fuerzas creadoras y conservadoras. Corrientes fundamentales en psicoterapia Autor: Jurgen Kriz Psicoanálisis (Freud) Freud mismo no concibió el “psicoanálisis” como corriente terapéutica exclusivamente, sino que el concepto abarcaba, tres campos deslindables: Una teoría psicológica general de la vivencia y la acción humanas. A ella pertenecen la doctrina de las pulsiones, la teoría de la personalidad, la psicología del desarrollo y la doctrina de las neurosis. A los aspectos teóricos puros de estos abordajes, Freud los caracteriza con el término “metapsicología”. 12 ALDERETE ALEXIS Un método de investigación de procesos psíquicos, método ligado al “encuadre” psicoanalítico, cuyo núcleo de lo constituyen a la asociación libre y la interpretación de sueños. Un procedimiento para tratar perturbaciones psíquicas, que está también relacionado con el “encuadre” y cuyos núcleos son los fenómenos de las trasferencia y de la constratrasferencia, el análisis de las resistencias y las técnicas de interpretación. La teoría del trauma (hasta 1900 aproximadamente) Breuer se habituó a escuchar simplemente a “Anna O.”, quien en estado de hipnosis asociaba espontáneamente en lengua inglesa. Esta producción asociativa de una gran cantidad de material, que la paciente misma llamó “cura por la palabra” o “limpieza de chimenea”, en general producía la pronta desaparición de los síntomas o, al menos, su alivio. Era entonces claro que las asociaciones producidas guardaban alguna con la enfermedad. Pareció atinado buscar la causa de los síntomas en un trauma temprano. La hipótesis central fue que la causa genuina del efecto terapéutico se situaba en el recuerdo y la revivencia de experiencias traumáticas. Según esa hipótesis, se podía abreaccionar por las vías normales un afecto descaminado y “estrangulado”. Freud abandonó pronto también este “método catártico”. Por un lado, percibió una contradicción entre la hipnosis, como método que tiende a encubrir, y el recuerdo y actuación de los afectos, como método que tiende a descubrir. Por otro lado, la proliferación de contenidos íntimos sexuales en las asociaciones de algunos de sus pacientes, que demostró el importante papel que se debía atribuir al vínculo del cliente con el terapeuta, lo llevó a esbozar su teoría de la libido: Freud recondujo los afectos segregados a vivencias y traumas sexuales tempranos. El padecer pasivo (la seducción) era sustituido por un vivencias activo de la sexualidad en la primera infancia: el violentamiento por el padre dejaba sitio al “conflicto edípico”. Con este método de asociaciónlibre, en que el paciente se acostaba en el diván y declaraba todo cuanto se le ocurría sin ejercer sobre ello censura, se había descubierto uno de los pilares del tratamiento psicoanalítico. La génesis del psicoanálisis (1900-1920) Una perspectiva central del trabajo analítico es la “resistencia” de un paciente a hacer consciente lo inconsciente y tramitarlo en el proceso de la cura. Otra idea fue la “transferencia2 de vivencias afectivas y pautas de conducta del cliente sobre el terapeuta. Llamó “libido” a esta energía de la pulsión sexual. La libido pasa por fases muy determinadas en el desarrollo infantil. Freud trazó una distinción importante entre neurosis actuales y psiconeurosis; las neurosis actuales tienen, una etiología somática porque su causa es la insuficiente o inadecuada descarga de la energía sexual. En cambio, la formación de síntoma en las psiconeurosis (histeria, neurosis obsesiva) es una expresión simbólica de conflictos de la temprana infancia en conexión con el desarrollo libidinal. Sus causas, no se sitúan en el ámbito somático sino en el psíquico. De la perspectiva energética a la estructural (después de 1920) En Más allá del principio de placer, Freud postuló una pulsión de muerte junto a la libido. El segundo modelo tópico de Freud, hizo que el “yo” se situara en el centro de la consideración psicoanalítica: las neurosis quedaron referidas al conflicto entre “provincias” (o “instancias”) psíquicas del “aparato anímico”, el “ello”, el “yo” y el “superyó”. El propósito del psicoanálisis fue definido entonces por Freud así: “Donde Ello era, debo Yo devenir”. El yo, que debe mediar entre los deseos pulsionales del ello y las exigencias del superyó (conciencia moral) y lograr una adaptación a la realidad, es ahora decisivo respecto de la angustia. También la significación del conflicto edípico queda muy relativizada, sino desechada por completo. 13 ALDERETE ALEXIS El modelo estructural de la personalidad El aparato psíquico, se divide en tres ámbitos (instancias o provincias psíquicas): el ello, el yo y el superyó. En el ello se agitan las pulsiones biológicas originarias en su forma animal, no socializada. Se trata, de las necesidades elementales y los impulsos primarios, que ya no admiten ulterior análisis. El ello es la instancia más antigua. Como el ello recibe toda su energía de los órganos interiores y no mantiene contacto directo con el mundo exterior, las necesidades básicas esfuerzan hacia una satisfacción desconsiderada e inmediata; esto, si las otras dos instancias no lo corrigieran. El superyó representa, las ideas valorativas morales y éticas, las normas y la moral de la sociedad por lo tanto incluye el ámbito normativo de mandamientos y prohibiciones, y tiene función de conciencia moral. Por eso la conciencia moral, que no integra el mundo exterior sino el mundo interior, retoma tareas que al comienzo eran propias de personas del mundo exterior (sobre todo los padres). El yo tiene que producir una síntesis entre esas dos instancias en la forma de un compromiso, a saber: procurar a las necesidades básicas emocionales y a los impulsos pulsionales un cumplimiento acorde con la realidad, pero al mismo tiempo tomar en cuenta las restricciones provenientes del superyó y cuidar de que la persona no entre en conflictos muy serios con las normas del mundo circundante. El yo está entonces encargado de mantener el vínculo con la realidad; para esto es la instancia central de decisión y el administrador del obrar consciente en la forma de autocontroles situados entre los deseos caóticos del ello y las limitaciones normativas del superyó. La tarea yoica de encontrar una síntesis acorde con la realidad entre las exigencias del ello y las del superyó corresponde a la conciencia; para esto, en efecto, el yo se vale de los movimientos voluntarios, de la percepción, de la memoria, etc. También son conscientes partes de la trama normativa de mandamientos y de las representaciones valorativas de índole moral, que pertenecen al superyó. Como preconsciente caracteriza Freud aquel material que si no es consciente siempre, empero puede ser reproducido y recordado casi a voluntad. Es entonces un material “susceptible de conciencia”, que no ha sido reprimido sino que por el momento se ha retraído de la conciencia actual. Los contenidos de lo inconsciente, en particular las porfías animales primitivas del ello, son convenientemente alejadas de la conciencia por el organismo porque la dimensión de las exigencias pulsionales sería demasiado temible. La doctrina de las pulsiones El núcleo de nuestro ser, dice Freud, es el ello, al que le interesa satisfacer de la manera más perentoria sus necesidades, que trae constitucionalmente desde el nacimiento. Llama pulsiones a las fuerzas supuestas tras las tensiones de necesidad del ello; extraen su energía de fuentes de naturaleza fisiológica. Dos pulsiones fundamentales. Eros corporiza el principio de placer y sirve también a la reproducción. Meta de Eros es producir y conservar unidades cada vez más grandes por medio de ligazones. Tánatos persigue la meta de disolver conexiones y de este modo destruir las cosas. Esas dos pulsiones fundamentales se conjugan y, en diversas combinaciones, producen la variedad de los fenómenos de la vida. La energía que está en la base de Eros se llama libido (para la energía de Tánatos no existe denominación). En cuanto a la idea de la pulsión de destrucción o de muerte, Freud la desarrolló bajo la fuerte impresión de la Primera Guerra Mundial. “compulsión de repetición” como estrategia de solución del problema que el paciente ha elegido inconscientemente. Tánatos aspira a la resolución total de las tensiones, es decir, a retrotraer el ser vivo al estado inorgánico. También la libido conoce transformaciones en el curso del desarrollo del individuo: al comienzo, en el narcisismo primario absoluto, la libido total se vuelca sobre el yo propio; después el yo empieza a investir con libido representación de objetos; es decir que la libido narcisista se ha trasformado en libido de objeto, proceso este llamado “investidura”. Lo típico de la investidura libidinal de los objetos es, según Freud, la 14 ALDERETE ALEXIS gran movilidad con que la libido pasa de un objeto a otro. En el caso positivo sobreviene después su trasposición al ámbito espiritual o artístico: la sublimación. En el caso desfavorable, produce diversos síntomas que se manifiestan psíquicamente, en forma de neurosis, o corporalmente, como “conversión”. Fuentes de la libido son diversos órganos y lugares del cuerpo, o sea, las “zonas erógenas”. El modelo de las fases del desarrollo psicosexual Freud distingue: entiende la vida sexual en un sentido esencialmente más amplio, a saber, como la función global de la ganancia de placer desde las zonas del cuerpo. “Sexualidad” abarca, la organización total de la libido. Fases infantiles de la libido El modelo de las fases postula que diferentes órganos, entran en escena unos después de otros como zonas erógenas: primero la boca (fase oral), después el ano (fase anal), luego el genital (masculino: fase fálica) y, trascurrida una fase de latencia, en la pubertad, los genitales. En cada fase la ganancia de placer se concentra en variedades bien determinadas, que son definidas como fijaciones. Hasta esas fijaciones se retrocederá posteriormente, sobre todo en situaciones de crisis; estos retrocesos reciben el nombre de regresiones. En paralelismo con estas fases se vivencia el complejo de Edipo, confrontación específica con el progenitor del mismo sexo y el del sexo opuesto, que empero alcanza su punto culminante en la fase anal. La fase oral, por todo el primer año de vida. Su zona erógena es la boca y la satisfacción se liga al comienzo principalmente con la toma de alimento. Se configura además el primer vínculo de objeto. Desde la segunda mitad del primer año de vida estas exteriorizaciones pulsionales orales cobran fuerte autonomíay en lo sucesivo se pueden satisfacer también de manera autoerótica. De acuerdo con las actividades de mamar y de morder, se distingue por añadidura una ase oral temprana (mamar) y una fase oral-sádica (morder). Fase anal (sádico-anal), que va del segundo al tercer año de vida, la función de la excreta y la satisfacción de las agresiones. El sadismo es considerado aquí como una mezcla pulsional de Eros y Tánatos. En esta fase interesa, el entrenamiento para la limpieza: el ejercicio de poder por parte de los padres, ligado a esa educación, se contrapone a la vivencia del propio poder, por el hecho de que el niño puede dar o rehusar. Fase fálica, del cuarto al sexto año de vida, tiene eficacia sobre todo el genital masculino (el falo). En la fase de latencia que sigue a estas tres fases psicosexuales infantiles, los impulsos sexuales no desempeñan casi papel alguno; se configuran impulsiones sociales. Sólo en la fase genital que empieza con la pubertad vuelve a activarse plenamente la vida sexual. El complejo de Edipo El supuesto de Freud de que el pene es el único órgano genital en la fase fálica tiene mucha importancia para ciertos modelos explicativos del psicoanálisis. La niña vive su “falta de pene” y desarrolla una “envidia del pene”. En cambio, el varón desarrolla angustias de castración: “El inicia el quehacer manual con el pene, junto a unas fantasías simultaneas sobre algún quehacer sexual de este pene en relación con la madre, hasta que el efecto conjugado de una amenaza de castración y la visión de la falta de pene en la mujer le hacen experimentar el máximo trauma de su vida”. En esta línea se sitúa el “complejo de Edipo”. El varoncito, desde muy pequeño, establece una ligazón libidinosa con la madre; del padre, en cambio, se apodera al comienzo por vía de identificación. El complejo de Edipo se desarrolla por el refuerzo de los deseos sexuales dirigidos a la madre y el conocimiento de que el padre los contraría: la identificación-padre adquiere entonces una tonalidad hostil, nace “el deseo de eliminar al padre para sustituirlo ante la madre” y poder realizar su “aspiración tierna de objeto”. A causa de las angustias de castración y de la inviabilidad de los deseos edípicos, el complejo de Edipo se disuelve para reanimarse en la pubertad. 15 ALDERETE ALEXIS Relaciones de objeto y narcisismo Si las mencionadas fases infantiles de la organización de la libido se caracterizan por el predominio determinada zona erógena, de manera parecida se puede tomar como eje la relación de objeto. Se trata del objeto (persona o cosa) al que se dirige la libido. Con el término “autoerotismo” se suele designar la fase inicial: la libido está dirigida sobre el cuerpo propio y se encuentra satisfacción en la misma zona erógena sin necesitar de un objeto exterior. En fases posteriores se registra también esta autosatisfacción con independencia del objeto, el autoerotismo entendido como “placer de órgano”. Entre autoerotismo y amor de objeto interpone Freud la fase de desarrollo del narcisismo. La libido está aquí dirigida por entero a la persona propia, y por cierto que al yo propio. En el autoerotismo este yo aún no está configurado y la libido se relaciona sólo con la zona erógena propia; en el narcisismo, en cambio, se trata de “libido yoica”, de la investidura del yo propio con libido. En los trabajos posteriores de Freud, la diferencia entre “autoerotismo” y “narcisismo” fue sustituida en buena parte por la diferencia entre “narcisismo primario” y “narcisismo secundario”. El primero designa un estadio del desarrollo que es anterior a la formación del yo, y cuyo modelo es la vida intrauterina, la total inmersión en el cuerpo materno. Conflicto, formación de síntoma y neurosis Las diversas fases de desarrollo de las funciones sexuales no se superponen y coexisten. Este proceso de desarrollo no siempre ocurre sin tropiezos. En este contexto, la perspectiva del “conflicto” es central para la teoría psicoanalítica de las neurosis. El núcleo de todo conflicto está formado en principio por dos o más demandas o apetencias opuestas originadas en distintos ámbitos de la interioridad del individuo. Aquí defensa se debe entender como el conjunto de los procesos físicos y psíquicos destinados a eliminar en lo posible los riesgos para la integridad del individuo y para el sentimiento de su propio valer. Si el conflicto es demasiado grande o si la dinámica defensiva se malogra, aquello que fue objeto de la defensa se manifiesta en forma desfigurada como síntoma neurótico. En consecuencia, la formación de síntoma se debe concebir hasta cierto punto como un proceso específico de autocuración porque restablece un equilibrio de fuerzas: es verdad que en un nivel reducido y con un resultado que en definitiva es insatisfactorio. Por medio de estas fijaciones/regresiones es explicada toda una serie de perturbaciones psíquicas, por ejemplo la histeria y la neurosis de angustia como una regresión a la fase fálica, la neurosis obsesiva y de persecución como una regresión a la fase anal, la depresión como una regresión a la fase oral tardía, y la esquizofrenia, a la fase oral temprana. En correspondencia con la fijación a determinadas fases, se pueden distinguir los siguientes tipos (ideales) de estructura de la personalidad y de maneras de enfrentar las crisis. El tipo oral tiene una actitud exigente, apasionada, insaciable. Actividades orales, en particular comer, beber, fumar, pero también formas raras de hablar o movimientos amanerados de la boca se observan en medida no habitual. El tipo anal experimenta una pasión compulsiva por la limpieza y un exagerado sentido del orden. Es pedante, pone el acento en los bienes materiales, habla circunstanciadamente y con detalles que no vienen al caso, y detrás de una adaptación sólo superficial esconde una resistencia pasiva y una oculta hostilidad a la intromisión de otros. El tipo fálico se caracteriza por su ambición y su actividad osada e impulsiva. 16 ALDERETE ALEXIS Es preciso distinguir entre perturbación narcisista primaria y secundaria. En el primer caso, el individuo tiene a una conducta esquizoide, a no carecer de fronteras yoicas claras, a idealizaciones de la persona con la que está vinculado; por último, a la depresión y la despersonalización. Los narcisistas secundarios se caracterizan por la superficialidad de sus vínculos, por su actitud delatora, su tenencia fálico- exhibicionista y su afán de imponerse. Los conflictos infantiles son entonces los que llevan a un debilitamiento del yo, a las posturas defensivas y represiones características, y son ellos los que se reactivan en la formación del síntoma neurótico. Anna Freud, ofreció una enumeración y descripción de los mecanismos de defensa. 1) Represión. 2) Regresión. 3) Formación reactiva: Es una conducta que representa la reacción a un deseo reprimido de significado contrario (p.ej., vergüenza como reacción a deseos exhibicionistas). 4) Aislamiento: Segregación de ciertos pensamientos o conductas del resto de la persona. 5) Anulación de lo acontecido: obrar como si ciertos pensamientos, deseos, acciones, etc., no hubieran acontecido; se suele asociar con acciones obsesivas y rituales (de significado contrario), p.ej., compulsión de lavarse. 6) Proyección: Atribuir a otro los propios sentimientos, deseos, pensamientos (él me odia). 7) Introyección: Lo opuesto de 6; incorporación de objetos, de pensamientos ajenos, etcétera. 8) Vuelta sobre la persona propia: sustitución de un objeto ajeno por la persona propia, p.ej., agresión dirigida a uno mismo. 9) Trastorno en lo contrario: mudanza de la meta de una pulsión en su contrario con inversión de actividad/pasividad, p.ej., vuelta del sadismo en masoquismo. 10) Sublimación: desplazamiento de deseos/recuerdos sobre otros objetos. La situación terapéutica El terapeuta se alía con el yo del paciente, que está debilitado por el ello y el superyó, a fin de liberar lo reprimido; estoconduce al “pacto” que se establece sobre la base de la llamada “regla fundamental”. El núcleo de este pacto que el terapeuta establece con el yo del paciente, la persona debe exteriorizar todo lo que se le vaya ocurriendo, no importa si le parece trivial, insensato o penoso, ni tampoco si los contenidos se refieren a la situación terapéutica misma, a vivencias del pasado a temores para el futuro. En el “encuadre” típico, e paciente yace en un diván, con el analista sentado detrás. El paciente no puede ver al analista y se encuentra en una posición distendida, semejante a la de un niño pequeño; esto persigue el propósito de facilitar las tendencias regresivas, el recuerdo del material correspondiente, la declaración de asociaciones aunque sean penosas y agobiantes, así como, lo que es muy importante, el desarrollo de la transferencia. El terapeuta en lo posible sale al encuentro del “material” del paciente con una “atención parejamente flotante”, es decir, se mantiene receptivo hacia todos los aspectos por igual. Sueño e interpretación Freud presupone que el ello inconsciente tiene una participación esencial en la formación del sueño; en particular, en este se reproducen impresiones de la primera infancia y otras escenas parcialmente olvidadas, si bien desfiguradas la mayoría de las veces. El sueño es caracterizado por Freud como “guardián del dormir”: el yo contrapone un cumplimiento de deseo inocente a necesidades y exigencias que lo obligarían a despertar. Los diversos mecanismos por los cuales “el pensamiento onírico latente primario” es trasformado por medio de aquella desfiguración en “el contenido onírico manifiesto”, son: 1) Desplazamiento: un elemento de una situación es sustituido por otro, casi siempre más “neutro”. 17 ALDERETE ALEXIS 2) Condensación: un elemento del sueño manifiesto suele absorber a varios elementos de los pensamientos oníricos latentes. 3) Composición ilógica y figural: con frecuencia detalles inconciliables desde el punto de vista lógico coexisten o se vuelven manifiestos como símbolos figurales. En el proceso de interpretación, paciente y terapeuta colaboran para dilucidar el significado inconsciente. Se trata más de una reconstrucción e intelección de la dinámica del conflicto de la temprana infancia, base de la perturbación. Además de: 1) Las interpretaciones, las intervenciones más importantes del terapeuta en el análisis 2) Instrucciones sobre el procedimiento analítico. 3) Confrontaciones por medio de las cuales se obtiene que el paciente se dé cuenta de su conducta. 4) Esclarecimientos en que el tema es elaborado por medio de preguntas precisas, semejantes a la confrontación. 5) Reelaboraciones, que introducen el cambio tras la intelección que el paciente obtiene de cierto nexo. 6) Reconstrucciones de lagunas en el material del paciente, de algo que está reprimido pero que corresponde, sin embargo, al cuadro total del conflicto y de sus síntomas. Resistencia, trasferencia y constratrasferencia La resistencia en la terapia se vale comúnmente de aquellas pautas que son características de la organización defensiva general del paciente, puesto que su fin es el mismo: evitar que el conflicto reprimido se haga consciente. Entonces, la forma de las resistencias proporciona importantes indicios sobre el conflicto que está en la base de la neurosis y sobre sus contenidos reprimidos. Se incluyen entre las resistencias “medidas de boicot” (inconscientes) específicas de la terapia: guardar silencio, llegar tarde, decir lo importante al final de la sesión, en el momento de partir, etcétera. La “trasferencia”, se trata de unos sentimientos del paciente hacia el analista que no están fundados en la situación real sino que provienen de vínculos anteriores y se reaniman simplemente en la situación analítica. Complementaria de la transferencia es la llamada contratransferencia: sobre la base de la “actitud analítica” exigida del terapeuta hacia el paciente. Es la reacción no neurótica del analista a la trasferencia de sus pacientes. También la “regla de abstinencia” cobra realce a la luz de la constratrasferencia: precave al psicoanalista de actuar hacia el paciente siguiendo motivaciones propias a aun modelos patógenos e conducta, o de adoptar un rol que aquel pudiera querer imponerle. La psicología individual (Adler) Se singularizo por destacar los aspectos sociopsicológicos del desarrollo y la variabilidad de las perturbaciones psíquicas. Lo que él pretendió al adoptar aquella designación fue deslindarse de abordajes en los que la personalidad era descompuesta en elementos singulares, es decir se quiso deslindar del psicoanálisis. La psicología individual insiste en la unidad y la totalidad invisible de la persona, y en la singularidad del individuo. El desarrollo de la personalidad, se consuma según Adler dentro del campo de tensión que opone las dotes individuales y las exigencias sociales. El sentimiento de inferioridad y afán de hacerse valer 18 ALDERETE ALEXIS Lo “inconsciente” aparece poco en Adler como sustantivo; las más de las veces es sólo atributo, en expresiones compuestas como “plan inconsciente de vida”. Adler daba interpretación simbólica a los recuerdos sexuales infantiles de que Freud informa con relación a sus pacientes. Según él, los síntomas neuróticos se desarrollan a modo de defensa frente a reclamos del ambiente. Su punto de partida es el sentimiento de inferioridad. Ya el recién nacido, venido a un mundo de adultos más fuertes, experimenta su desvalimiento a causa de su impotencia y pequeñez. Este sentimiento no hace sino reforzarse al comienzo, cuando el niño aprende a distinguir entre él y los objetos, y a comprender el mundo exterior: comprueba cada vez con más frecuencia que sus recursos raramente alcanzan para servirse de esos objetos en la medida de sus deseos. En su comparación con el adulto, experimenta entonces su debilidad y su dependencia de quienes lo cuidan. A esta vivencia de inferioridad se contrapone la tendencia simultánea a compensar ese sentimiento: El Afán de Hacerse Valer. Se trata de una tendencia a afirmar la autoestima, de una aspiración hacia lo alto, que brota de una protesta contra el sentimiento de inferioridad. Esta compensación es por lo tanto un proceso humano universal, no patológico. Ciertas disminuciones físicas pueden llevar al individuo a producir particulares logros como sobrecompensación, para reafirmar su habilidad. Pero el sentimiento de inferioridad puede ser reforzado además por factores sociales o económicos. Influyen en esto la situación material y el estatus de la familia, que instilan en el niño el deseo de hacerse valer y de “ser mejor”. Por la otra, Adler atribuye un papel importante a la posición dentro de la serie de hermanos: el primogénito ha podido hacer la experiencia de que es más grande, más inteligente o más fuerte que los otros. Por eso tiende a ser equilibrado y propende a actitudes conservadoras. El segundo hijo presenta una marcada tendencia a cotejarse con el mayor y después desarrolla la necesidad de medir fuerzas con un contrincante o bien, desengañado, se refugia en el papel del envidioso. El más pequeño tiene que alcanzar a los otros. A las posiciones dentro de la serie de los hermanos se suma como elemento diferenciador el papel de los sexos. Estilo de vida, líneas rectoras y plan de vida Desde las constelaciones de la primera infancia se pueden desarrollar pautas y representaciones básicas para situarse frente al mundo y superar el sentimiento primario de inferioridad según las posibilidades dadas. A juicio de Adler, hacia el cuarto o quinto año ya se ha establecido esta forma de abordaje de las demandas del ambiente y del sentimiento de inferioridad: a esto llamó “Estilo de Vida”. El estilo de vida, se mira por su función y su fin. El estilo de vida permite al individuo alcanzar su meta, o sea, la imagen rectora para el dominio de las exigencias de su ambiente, y sentirse entonces dueñode sí. La conducta de los individuos y su específica manera de elaborar selectivamente las percepciones según “su conveniencia” están al servicio de su necesidad de afirmación. Son las “líneas rectoras” de su conducta las que se expresan en el estilo de vida. Estas líneas rectoras, a su vez, representan otros tantos principios de acción para el cumplimiento de un plan básico de vida, por el cual el individuo orienta toda su existencia. El plan de vida es inconsciente en la mayoría de los casos, o sea que no es el fruto de una planificación consciente. El estilo de vida es entonces el movimiento concreto del individuo a lo largo de estas líneas rectoras. Nosotros vemos en la superficie, en cada situación específica, una variada mezcla de comportamientos concretos, pero tras estos se esconde siempre el estilo de vida. La psicología individual se puede caracterizar entonces como una “psicología comprensiva profunda”. Intenta reconstruir su obrar (y su patología) remitiéndolo como un todo a su propio sistema de referencias, el estilo de vida. 19 ALDERETE ALEXIS El estilo de vida en verdad abarca dos sistemas de referencias: 1) El Sistema de Referencia Primario: Se desarrolla en la primera infancia, es privado, subjetivo, prejudicativo, centrado en el sentimiento, se vale con preferencia de símbolos analógicos, se singulariza por juicios extremos y conclusiones generalizadoras y, de este modo, constituye la base de la conducta egoísta y el afán de superioridad personal. Es “el niño pequeño en nosotros”. 2) El Sistema de Referencia Secundario: Se adquiere sólo en el curso de la socialización por obra del compañero social. Es convencional, intersubjetivo, acorde a reglas, lógico y racional, se vale sobre todo de símbolos digitales. Está “descentrado de la esfera de la “egoidad” inmediata” y de este modo constituye en su conjunto la base del sentimiento de comunidad. Se puede caracterizar como “el adulto en nosotros” o como “conciencia moral”. Sentimiento de comunidad y voluntad de poderío “La investigación del estilo de vida, presupone en primer término tomar noticia de los problemas vitales y las exigencias que estos plantean al individuo. Se verá que su solución requiere cierto grado de sentimiento de comunidad, una adhesión a la vida en su conjunto, una capacidad de colaborar y convivir con el prójimo”. Este sentimiento de comunidad es una noción central. “El desarrollo pleno del ser humano en lo corporal y espiritual [es] asegurado del mejor modo cuando el individuo se inserta en el marco de la comunidad ideal, a la que es preciso aspirar, como miembro afanoso y activo”. Adler considera que el sentimiento de inferioridad es enteramente positivo en la medida en que suscita el afán de superación; es “comparable con una tensión dolorosa que aspira a su solución”. Del sentimiento de inferioridad se engendra, la fuerza impulsora para todo progreso y todo logro cultural del ser humano. “Los miembros afanosos construyen y contribuyen al bienestar de la humanidad”. Tiene expresión concreta en el interés demostrado por los asuntos del prójimo, por el trato y la colaboración con este en un pie de igualdad. Las posibilidades para el desarrollo de este sentimiento de comunidad están dadas, en el alma de todo niño. Lo esencial para esto es ante todo la relación con la madre, que es el primer “tú” con quien el niño construye un vínculo social. Pero existen también niños insuficientemente preparados. Es el caso sobre todo de: 1) Niños malqueridos, descuidados y sobreexigidos; pero también. 2) Aquellos que presentan grandes disminuciones de órgano. 3) Los malcriados, mimados, que a menudo están mal preparados para la vida: en los dos últimos casos, el niño puede concebir acerca de él mismo la idea “No estoy a la altura del mundo que me rodea, los adultos me tienen que ayudar”, lo que lo volverá incapaz de asumir responsabilidades por sí mismo y de afirmarse. En el primero de los casos enumerados puede ocurrir que la imagen rectora lleve a aspirar a un papel en que el niño se equipara con el adulto, domina y es cruel; entonces, de la aspiración positiva de hacerse valer al servicio de la comunidad se llega a la “voluntad de poderío”, con la aspiración de superioridad personal. En estos casos de desarrollo fallido se vivencia un sentimiento reforzado de inferioridad que no admite la compensación usual. Se genera, un complejo de inferioridad que se intenta disimular, por sobrecompensación, con un complejo de superioridad. Este último, núcleo del hombre animado por la voluntad de poderío, aspira siempre a hacer brillar al individuo por encima de la comunidad. La voluntad de poderío: es producto de una defectuosa compensación del complejo de inferioridad; por medio de esta concepción Adler desenmascaro las ideologías dominantes de su época y a sus poderosos jefes. La meta de la superioridad en estos casos esta del “lado universalmente estéril”, con la “voluntad de parecer”, la ficción del heroísmo o la semejanza con Dios como meta rectora del desarrollo. 20 ALDERETE ALEXIS El arreglo de los síntomas neuróticos Un síntoma no “se genera” inmediatamente, se lo forma y se lo ejercita porque resulta acorde a una determinada línea de vida y contribuye a la realización de aquello hacia lo cual esta se encamina de manera secreta, a veces incluso consciente. Los síntomas tienen, la tarea de impedir que la presunta inferioridad sea desenmascarada. La “apercepción tendenciosa”, con la que también el no neurótico asegura sus líneas rectoras, alcanza en el neurótico una dimensión extrema: productos de la fantasía y ficciones se le corroboran, la efectiva realidad comunitaria se le difumina y se le presenta cada vez más bajo su pura interpretación subjetiva. Como lo expusimos ya a raíz de la “voluntad de poderío”, la inferioridad y la tendencia a la superioridad guardan relación estrecha. Individuo + Vivencias + Medio + Exigencias de la vida: Neurosis La pregunta vital del neurótico “¿Cómo tengo que organizar mi vida para satisfacer mi tendencia a la superioridad, para hacer que mi inalterable sentimiento de inferioridad se trasforme en el de parecerme a Dios?”. El único punto estable o que se piensa como algo fijo es “el ideal de personalidad”. El afán de superioridad y de poderío, que en este caso sirve a fines privados, va unido a la angustia de no lograrlo. La inseguridad soterrada permanece y en definitiva lleva a una crisis más honda porque el retiro a la privacidad. Los síntomas se expresan entonces en diversos arreglos que al cabo están siempre dirigidos contra los otros, en el intento de dominarlos y subordinarlos a los fines privados. La neurosis, según la formulación de Adler, es la explotación de los síntomas sin conocimiento del propio paciente. Principios de la terapia A juicio de Adler, una educación que prepare adecuadamente al niño para las tareas de la vida ahorrará en definitiva toda terapia. Para esto hace falta, en la primera infancia, calmar el hambre de ternura, amparo y calidez del recién nacido. En el período siguiente el principio capital de la educación es el amor (nunca el “mimo”, que daña severamente la confianza del niño en sus propias fuerzas y, como ya dijimos, es uno de los principales responsables de un eventual desarrollo neurótico). Es preciso infundir en la persona confianza en sus capacidades y su valía, y promover estas; la “valía de la persona” va siempre encaminada hacia la comunidad. Para investigar el plan de vida es preciso averiguar la constelación familiar, registrar problemas y conductas actuales, y evocar vivencias tempranas. Interesa lo actual de las experiencias expuestas aquí y ahora porque desde ellas se trasluce el plan de vida con más claridad que en las situaciones reales. Otro procedimiento para averiguar el plan de vida, el estilo de vida y el “esquema de apercepción individual” ligado a aquellos, en resumen: el sistema de referencias en su totalidad, es pesquisar los recuerdos de la
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