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TRASTORNOS POR DÉFICIT DE ATENCIÓN EN LA INFANCIA
El problema de la inatención en el ámbito escolar es un problema relativamente frecuente aún entre los niños normales.
Los maestros describen como inatentos al 49 por 100 de los niños y al 27 por 100 de las niñas.
Los trastornos por déficit de atención propiamente dichos, ocurren entre el 3 y el 10 por 100 de la población infantil en 
edad escolar.
Las tasas de prevalencia del déficit de atención son de entre el 3 y el 20 por 100 de todos los niños en edad escolar de 
los Estados Unidos.
Las estimaciones de las que se informa con más frecuencia están en torno al 5 por 100, lo que indica que 
aproximadamente un niño por clase tendría déficit atencional. 
Al menos el 50 por 100 de los niños que son remitidos para cuidados clínicos de evaluación y tratamiento tiene déficit 
atencional y/o hiperactividad. El déficit de atención y la hiperactividad se encuentran entre los trastornos de conducta 
más frecuentes en la infancia.
No hay demasiada claridad sobre lo que sea eso que se viene llamando “hiperactividad”.
En los años setenta se enfatizaba la inquietud motora, o sobreactividad, del niño hiperactivo. La inquietud en sí misma 
considerada, no podría considerarse alarmante en los niños, pero puede ser motivo de preocupación, cuando va 
acompañada de otros síntomas que caracterizan lo que se conoce como “síndrome del niño hiperactivo”. 
Unos años después, el énfasis se desplazó hacia el déficit atencional. Sin duda, el déficit de atención es el problema 
principal. Douglas y Peters (1979): “La principal dificultad de los niños hiperactivos es su incapacidad para sostener la 
atención e inhibir las respuestas impulsivas en tareas o situaciones sociales que requieren un esfuerzo focalizado, 
reflexivo, organizado y autodirigido”.
HIPERACTIVIDAD
A. El síndrome de Hiperactividad 
El síndrome de hiperactividad designa una serie d comportamientos en los que la hiperactividad es a menudo un 
síntoma destacado, tanto más cuanto menor sea el niño.
El síndrome de hiperactividad se ha descrito como u conjunto de síntomas de intranquilidad motora, de impulsividad, de
reducida capacidad atencional, de dificultades específicas de aprendizaje (dislexia, en particular) y de inestabilidad 
emocional. El síndrome de hiperactividad es también llamado síndrome hipercinético.
La disfunción cerebral mínima (DCM) alude al mismo conjunto de síntomas que el síndrome de hiperactividad, y, lo 
mismo que aquél, este síndrome adolece de la falta de una definición precisa. La DCM significa el trastorno observado 
de conducta o el estado mental que se suponen basados en un funcionamiento anormal del cerebro. Los profesionales 
que se interesan por la conducta observable, prefieren hablar del síndrome de hiperactividad, mientras que la 
denominación de DCM es la preferida por aquellos profesionales que creen que el trastorno tiene una etiología biológica
o neurológica, por presentar los llamados “signos blancos” observados en niños diagnosticados de DCM.
La mayoría de los investigadores da una incidencia de DCM de entre un 5 y un 10 por 100 de todos los niños en edad 
escolar. Se ha observado que el síndrome hipercinético tiene una incidencia muy superior en niños que en niñas, desde 
4 veces más frecuente en niños, hasta 9 veces más.
B. El síndrome de Inmadurez 
Llaman síndrome de inmadurez al cuadro clínico más frecuente de niños con hiperactividad. Tales niños actúan como si 
tuvieran menor edad, son muy distraídos e impulsivos. Más que el exceso de actividad, lo que caracteriza a estos niños 
es ser activos en momentos inapropiados. Los tres rasgos principales de su conducta parecen ser: 
1. La inatención, debida a una vigilancia disminuida o poco tiempo mantenida;
2. La dificultad de aprendizaje;
3. Y comportamiento inadecuado, que frecuentemente no se corrige con el castigo.
EL DÉFICIT DE ATENCIÓN
El comité de Estados Unidos resumió las 10 características citadas con mayor frecuencia por los autores al describir la 
DCM:
1. Hiperactividad
2. Déficit perceptivo-motores
3. Labilidad emocional
4. Déficit en la coordinación general
5. Trastornos de atención
6. Impulsividad
7. Trastornos de memoria y de pensamiento
8. Dificultades específicas de aprendizaje:
a. De lectura
b. De aritmética
c. De escritura
d. De deletreo
9. Trastornos del habla y de la audición
10. Signos neurológicos equívocos e irregularidades en EEG.
Los criterios diagnósticos del DSM-III han influido enormemente en las definiciones actuales del TDAH.
El DSM-III de 1980 definió dos tipos de trastorno por déficit atencional: TDA con hiperactividad (H) y TDA sin H. el 
aspecto atencional de este trastorno implicaba dos clases de síntomas: inatención e impulsividad. 
Criterios diagnósticos del DSM-III-R. En la revisión de 1987 (DSM-III-R) se eliminó la distinción entre TDA con H y TDA sin 
H, debido a los pocos apoyos empíricos con que contaba tal distinción. En su lugar se decidió tratar el trastorno de 
atención como un constructo unitario, denominado trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), que 
presentaba un conjunto de manifestaciones diferentes. 
De los 14 síntomas, unos se refieren a Inatención, otros a Conducta impulsiva y otros a Sobreactividad. Al menos deben 
estar presentes 8 de los 14 síntomas. 
Los criterios del borrador del DSM-IV (APA, 1993) ofrecen una revisión de los criterios del DSM-III-R respecto a los 
trastornos de conducta perturbadores. En lo que se refiere al trastorno por déficit de atención con hiperactividad, o 
TDAH, éste puede reunir unos criterios de predominio de la Hiperactividad-Impulsividad, o bien reunir en un tipo 
combinado los criterios de los dos primeros tipos.
HIPERACTIVIDAD Y OTROS TRASTORNOS DEL DESARROLLO
A. Hiperactividad y dificultades de aprendizaje 
Un niño con trastorno de atención puede tener estos grupos de problemas (que con frecuencia se dan juntos): 
dificultades específicas de aprendizaje, TDAH y problemas secundarios socioemocionales.
Las dificultades específicas de aprendizaje (DEA) se consideran trastornos neurológicos que influyen en los procesos 
psicológicos básicos implicados en la comprensión o en el uso del lenguaje hablado o escrito, en una imperfecta 
capacidad para escuchar, pensar, hablar, leer, escribir, deletrear o calcular.
El TDAH se considera un trastorno neurológico que influye en la capacidad para controlar el nivel de actividad motora 
(hiperactividad), para determinar qué estímulos externos son relevantes o no relevantes (distraibilidad), y para 
reflexionar antes de actuar (impulsividad).
Entre el 15 y el 20 por 100 de las DEA se acompañan de TDAH, y la mayoría de los niños con DEA desarrollan problemas 
adicionales de tipo socioemocional. 
Los problemas socioemocionales son para algunos, consecuencia de la experiencia de fracaso en el aprendizaje, 
mientras que para otros tienen también origen en alguna disfunción del sistema nervioso. 
Del 40 al 50 por 100 de los niños con TDAH también poseen DEA.
Los niños con TDAH presentan más problemas de memoria, mientras que los niños con DEA (disléxicos, en concreto) 
presentan más problemas con factores lingüísticos, particularmente en denominación automatizada rápida.
EVALUACIÓN DEL DÉFICIT DE ATENCIÓN
A. Escalas de comportamiento infantil (ECI) 
El marco conceptual de Barkley (1981, 1990) da cuenta de síntomas primarios y síntomas secundarios del trastorno por 
déficit de atención. Entre los síntomas primarios se incluyen escasa amplitud de la atención, impulsividad y distraibilidad
(o concentración pobre). Serían síntomas secundarios las pobres relaciones sociales, el escaso progreso académico (a 
pesar de su inteligencia normal) y la agresión.
Una definición de hiperactividad derivada de los supuestos de Barkley, o definición de TDAH, pede ser la siguiente: Un 
trastorno evolutivo de la atención, del control de impulsos y de la conducta regida por reglas, que surge en edades 
tempranas del desarrollo, tiene carácter generaly crónico, sin que se pueda atribuir a retraso mental, déficit sensorial o 
neurológico grave ni a alteración emocional severa.
Entre las aproximaciones conductuales a la evaluación del TDAH se halla el uso de escalas de calificación de conductas 
(rating scales), en las que se pide a los informantes (maestros, padres) que puntúen ciertas conductas del niño 
observadas en el pasado. Las escalas de calificación de conductas son estrategias de evaluación indirectas. Se contestan 
en muy poco tiempo y muy fácilmente, pudiéndose obtener datos de muy diversas situaciones en las que el niño se 
manifiesta de modo más espontáneo y habitual.
La medición de la hiperactividad a través de escalas de calificación de conductas ha sido ampliamente utilizada en 
investigación y en situaciones de aplicación clínica. Las calificaciones de los maestros han sido las más utilizadas, 
seguidas de las escalas de padres; también se puede recabar el informe a los compañeros y al propio sujeto 
(autocalificación).
Entre las medidas de atención se hallan las citadas escalas de calificación de conductas, tests psicométricos y medidas de
laboratorio, así como los sistemas de observación directa.
Se han hecho muy populares las escalas de comportamiento infantil (escalas de calificación de conductas o listas de 
chequeo), que sirven para evaluar ciertas dimensiones de la conducta de los niños, ya sea para la investigación o bien 
para la práctica clínica. En torno al 70 por 100 de los psicólogos clínicos infantiles y al 60 por 100 de los psicólogos 
escolares están empleando como medida de rutina en la actualidad, en su evaluación de niños con TDA, escalas de 
calificación.
Las limitaciones de las escalas pueden provenir de los propios datos normativos y de su elaboración, de la subjetividad 
del calificador, así como también de la ambigüedad en la interpretación de los ítems. A pesar de tales limitaciones 
inherentes a las escalas, es indudable su utilidad, tanto en el ámbito clínico como en el investigador, para evaluar el 
trastorno por déficit atencional infantil.

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