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marcoELE. revista de didáctica ELE / ISSN 1885-2211 / núm. 9, 2009 
 
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El presente artículo corresponde a la conferencia presentada en la XVIII edición de 
Expolingua (Madrid, 7, 8, 9 y 10 de abril de 2005). Este trabajo, inédito, ha sido revisado 
por su autora para esta edición en marcoELE. 
 
 
 
 
 
a presentación que voy a ofrecerles podría estar en un congreso de 
cualquier ámbito siempre que en él hubiera personas interesadas en 
mejorar como docentes. En estas líneas, voy a presentar y describir una 
herramienta al servicio del profesorado, el portafolio, planteado para la mejora de 
su competencia docente. A esta herramienta la denominaremos portafolio del 
profesor, de formación o del docente, indistintamente. 
 
Lo cierto es que, desde hace poco menos de una década, en la Universidad 
española se habla del portafolio como herramienta de formación y evaluación del 
profesorado. Ante esta nueva realidad emergente, son muchos los interrogantes 
que aborda al profesor y al investigador: 
 
1. ¿Qué es un portafolio? ¿Qué es el portafolio en educación? ¿Qué es y qué 
no es el portafolio de formación? 
 
2. ¿Qué fuentes teóricas convergen en el uso de esta herramienta de 
formación? 
 
3. ¿Qué distingue a los portafolios?, ¿qué diferencia un portafolio de un 
diario de aprendizaje, por ejemplo? ¿Qué aporta el portafolio docente a la 
formación de profesores? 
 
4. ¿Cuál es la estructura de un portafolio de formación? 
 
5. Si la clave del portafolio es fomentar la reflexión, ¿qué es reflexionar? ¿Con 
qué recursos cuenta el profesor para reflexionar? 
 
6. ¿Existen distintos tipos de portafolios? 
 
7. ¿Cuáles son las ventajas como instrumento de formación?, ¿y los 
inconvenientes? 
 
Este artículo pretende dar respuesta sucinta a los interrogantes planteados. Los 
tres primeros bloques corresponden a la acotación del concepto en sí, a su 
epistemología. Los cuatro últimos comportan un acercamiento a la estructura de 
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marcoELE. revista de didáctica ELE / ISSN 1885-2211 / núm. 9, 2009 
 
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dicha herramienta, hecho que se ilustrará con algunos portafolios de profesores 
en formación de diferentes instituciones.1 
 
 
1. ¿QUÉ ES UN PORTAFOLIO? ¿QUÉ ES EL PORTAFOLIO EN 
EDUCACIÓN? ¿QUÉ ES Y QUÉ NO ES EL PORTAFOLIO DE 
FORMACIÓN? 
 
En su acepción general, un portafolio es definido en cualquier diccionario de 
lengua como una carpeta. Valga como ejemplo la siguiente definición: “maletín o 
carpeta de forma rectangular y plana que se lleva en la mano y se usa para 
guardar y llevar papeles” (Diccionario Lema). A partir de esta acepción, puede 
entenderse el uso que del portafolio se realiza en algunas profesiones, como 
artistas, fotógrafos, arquitectos, etc. para los que los portafolios son los 
recipientes en los que muestran lo mejor de su trabajo. En educación, se suele 
señalar la década de los ochenta como el momento en que empieza a usarse el 
portafolio, en EEUU y Canadá, aunque en un principio relegado a los cursos de 
composición escrita. De todos modos, es de justicia subrayar que la primera 
referencia que encontré al uso del portafolios, aunque sin esta designación, es en 
el Plan de Estudios de la Segunda República (1934), pues la técnica empleada 
según el plan de estudios republicano para llevar a cabo la evaluación de los 
escritos se asemeja al uso que del portafolio harían después en los cursos de 
composición. En estos el uso del portafolio consiste en coleccionar los escritos de 
los estudiantes, donde se incluye información sobre los procesos de los estudiantes y 
sus reflexiones, recogidos con el objetivo de proveer información sobre la mejora a 
lo largo del proceso de enseñanza-aprendizaje de los mismos. Con dichas muestras 
es posible efectuar una evaluación final de tal proceso de enseñanza-aprendizaje a 
partir de valorar algunas de tales muestras (cfr. Freedman 1991). Algo semejante 
propugnaba ya el citado Plan de Estudios republicano: 
 
"Para juzgar a estos alumnos se tendrá en cuenta la labor realizada durante el 
curso, los ejercicios prácticos y los escritos. Éstos últimos se efectuarán al menos 
una vez al trimestre, sobre materias contenidas en los temas del cuestionario. 
Los ejercicios escritos trimestrales irán firmados: el Profesor los sellará y 
archivará para presentarlos al examen de la Junta de Profesores" (ibíd, 
p.1873).2 
 
A partir del MCER (2001), el portafolio pasará a plantearse como herramienta de 
autoevaluación para cualquier aprendiz de lengua. Es lo que se conoce como el 
Portfolio europeo de las lenguas. 
 
 
1 Se toman ejemplos de portafolios docentes llevados a cabo por profesores de formación inicial, 
de la Universidad Pompeu Fabra. Lucía Gil, coordinadora pedagógica del Centre per a la Qualitat i 
la Innovació Docent (CQUID, antes PQE) me permitió trabajar con tales portafolios. Otros ejemplos 
pertenecen al Máster de Formación de Profesores de Español de la UBVirtual. Agradezco a los 
formandos haberme permitido hacer públicos algunos fragmentos de su portafolio de formación. 
2 Gaceta de Madrid, nº 242, con fecha de 30 de agosto de 1934, p.1873.. 
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Es también en la década de los ochenta cuando se fragua otro uso del portafolio, 
ahora por parte del profesor. Se considera que es la Universidad de Stanford la 
que abandera el uso del portafolio del profesor como modo alternativo para 
evaluar al profesorado, como contraste a una concepción tecnócrata de la 
enseñanza, concebida como mera transmisión de conocimiento, “desde un 
punto de vista demasiado conductista, demasiado genérica y demasiado 
independiente del contexto” (Shulman 1998: 46). El portafolio nace entonces 
como una forma de dar cabida a las distintas formas en que el profesor se acerca 
a reflexionar sobre su enseñanza con el fin de descubrir su propia identidad como 
docente y de transformarla, en caso de que lo estime oportuno. Y esta parece ser 
la cualidad distintiva del portafolio del profesor, la reflexión al servicio de la toma 
de conciencia de la propia competencia docente y de la disposición al cambio. 
 
El portafolio del profesor puede ser por tanto definido como una carpeta docente 
en que se recoge una selección de materiales, llamados muestras o evidencias, 
con la intención de dar cuenta del aprendizaje realizado en cuanto docente a lo 
largo de un proceso de formación a partir de reflexionar sobre lo que dichas 
muestras representan y evaluarlo. Dicho de otro modo, y siguiendo a Shulman 
(1998), los portafolios son un reflejo especialmente genuino de un proceso de 
aprendizaje. Por eso, más que una nueva forma de evaluar, puede entenderse 
como un modo de entender el complejo proceso de enseñanza-aprendizaje. Esta 
autora se refiere al portafolios como un acto teórico, como una metáfora que 
cobra vida en la medida en que la incluimos dentro de la orientación teórica o 
ideológica que nos resulta más valiosa para nuestra práctica educativa. Asimismo, 
destaca que el modelo del portafolio representa una evolución, no un fin en sí 
mismo, puesto que el portafolio --como proceso que exige reflexión permanente 
sobre la enseñanza y el aprendizaje-- contiene la promesa, aunque frágil, de 
obligar a una reflexión más amplia sobre la educación de los propios docentes y 
su desarrollo profesional. En el caso que nos ocupa, la enseñanza del español 
como segunda lengua, en la etapa denominada como posmétodo, urge la figura 
de un profesional que sea consciente de por qué y para qué actúa de un 
determinado modo. El portafolio, como herramienta, puede ayudar a canalizar 
esa toma conciencia, esa reflexión. Puede potenciar la autonomía, conun 
compromiso y con una actitud autocrítica. Si los docentes se autoevalúan, 
aprenden a conocerse, por consiguiente a saber cuáles son sus debilidades y 
fortalezas. Y a mayor conocimiento, mayor amplitud de criterios. El portafolio es 
entendido pues como un instrumento de evaluación procesual, formativa e 
interactiva, que responde al enfoque constructivista de la cognición. Por otra 
parte, la autoevaluación que implica el portafolio está ligada a una visión de la 
enseñanza, del aprendizaje y, por ende, de la evaluación. 
 
Definido de este modo el portafolio de formación, cabe presentarlo también por 
lo que no es. Un portafolio no es una versión redactada de un currículum vitae, ni 
una recopilación de apuntes o complicados álbumes de recortes, ni mucho menos 
un cúmulo de vanidad, una exhibición de logros, pero tampoco una ocasión para 
lamentarse de lo mal docente que uno puede llegar a verse; tampoco un diario 
del profesor, herramienta con la que más tarde lo compararemos. 
 
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2. ¿QUÉ FUENTES TEÓRICAS CONVERGEN EN EL USO DE ESTA 
HERRAMIENTA DE FORMACIÓN? 
 
Al hablar de portafolios son muchas las cuestiones que surgen desde el punto de 
vista teórico. Ahondar en la pregunta que abre este apartado supone dibujar un 
mapa que recoja sucintamente las posibles herencias, raíces e influencias 
epistemológicas y procedimentales en dicha herramienta. 
Debemos retrotraernos hasta Lewin (1946) para empezar a rastrear el hilo de 
Ariadna que lleva al uso actual del portafolio como herramienta de formación. Se 
debe a este psicólogo social la acuñación del término investigación-acción, con el 
que se quiere describir un sistema de investigación que liga el enfoque 
experimental de la ciencia social con programas de acción social que respondan a 
problemas concretos. Desde esta perspectiva social, el concepto es transferido al 
ámbito de la educación por Stenhouse (1975), con que se caracterizan entonces 
los acercamientos metodológicos que aúnan praxis y teoría. La investigación en la 
acción aplicada a educación propugna que el docente pueda llevar a cabo una 
investigación sistemática sobre su propia acción educativa con el objetivo de 
mejorarla. Desde esta óptica, el docente es también, por tanto, investigador y 
observador. El docente, en tanto que investigador, se plantea un problema que 
quiera observar y resolver en su acción pedagógica, y propone acciones que él 
mismo observa en su quehacer pedagógico y las analiza con el fin de resolver el 
problema planteado. Estas fases adquieren forma de una constante espiral, 
puesto que es un método de trabajo en el que cada respuesta aporta nuevos 
interrogantes, esto es, nuevos aspectos sobre los que reflexionar. En este sentido, 
la investigación-acción es longitudinal, ya que, una vez se ha seguido este 
proceso, se continúa con el replanteamiento del problema, lo que desencadena 
un nuevo ciclo. Por otra parte, el docente puede disponer de diferentes 
instrumentos para recoger, sistematizar y contrastar la información recabada, 
como pueden ser diarios del profesor, registros de clase, planificaciones, 
revisiones, evaluaciones de los estudiantes, grabaciones de aula, etc. (cfr. Richards 
& Lockhart 1994). El portafolio de formación se va a nutrir de este planteamiento 
epistemológico y metodológico, pero se alimenta también de los presupuestos 
teóricos de la práctica reflexiva, heredera a su vez de los enfoques metodológicos 
de la investigación en la acción. 
Schön (1983), en su teoría de la práctica-reflexiva, construye la figura de un 
docente que reflexiona de modo permanente sobre su práctica de enseñanza con 
el fin de transformarla, y considerando que la investigación está al servicio de la 
docencia. Esta premisa es quizá la clave desde la que debe entenderse el actual 
apogeo del portafolio como instrumento de formación, desde el momento en 
que supone un giro en el rol del profesor, tradicionalmente dedicado a enseñar 
los contenidos que otros expertos elaboran. Se aboga por un docente reflexivo 
que, desde la docencia, indague en las teorías existentes, denominada teoría con 
mayúsculas, para acercarlas a la problemática observada, de modo que la teoría 
se torna necesariamente aplicada -es la llamada teoría con minúsculas- por lo que 
se rompe la relación vertical entre ambas. Así pues, el proceso es inverso al 
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tradicionalmente considerado: es la docencia la que busca respuestas en la teoría, 
y no la teoría la que busca incidir sobre la docencia, entendiendo de este modo 
que teoría y práctica se retroalimentan. Esta forma de concebir al docente lo 
capacita, como ya había propugnado la investigación en la acción, para identificar 
sus problemas o dificultades profesionales y reflexionar sobre ellos: qué ocurre, 
por qué, qué importancia tiene, qué consecuencias, cuál es su origen, etc. Es de 
este modo que el docente es el verdadero protagonista de la creación de 
conocimiento docente y es quien, mediante la reflexión sobre la práctica, puede 
crear y recrear, construir y co-construir ese conocimiento pedagógico, por un 
lado, en el diálogo que mantiene con la teoría y, por otro, y muy especialmente, si 
lo comparte su reflexión con otros colegas o un mentor que guíe su proceso. El 
portafolio se convierte en la herramienta en que canalizar esa observación y 
reflexión sobre la práctica docente. 
La existencia de este diálogo subraya la necesaria hermandad, desde un punto de 
vista epistemológico, del portafolio de formación con una visión constructivista 
del aprendizaje. La visión que subyace del docente está acorde con una 
concepción de la enseñanza centrada en los procesos cognitivos, en el papel 
activo de los protagonistas del proceso de enseñanza-aprendizaje para la 
construcción de un nuevo conocimiento, en la concepción de la evaluación como 
un instrumento formativo y de mejora. Asimismo, puede asentirse que con el 
portafolio se construyen aprendizajes significativos en tanto que enlazan 
sustantivamente con los conocimientos previos del docente, con sus experiencias, 
con sus intereses y con sus necesidades. Se puede, asimismo, elaborar procesos 
de andamiaje, pues el portafolio permite e invita, como se ha apuntado, a la 
existencia de un mentor que guíe el proceso de construcción de ese nuevo 
conocimiento. Del mismo modo, el portafolio invita a la interacción con otros 
colegas, de forma que el conocimiento se construya en cooperación con otros, tal 
y como preconiza el interaccionismo social. 
 
Atendiendo a la herramienta fundamental para abordar el portafolio, la escritura, 
puede asentirse que, cognitivamente, el portafolio es heredero de una 
concepción de la escritura como formativa, heurística y epistémica (cfr. Britton et 
al. 1975). Quiere esto decir que la escritura tiene un importante papel formativo en 
la creación de conocimiento, por lo que puede afirmarse que texto y conocimiento 
establecen una relación de doble dirección (cfr. Vigotsky 1934, Beaugrande 1984, 
entre otros). Como señala Beaugrande (1984), que es en el proceso de composición 
llevado a cabo por el escritor experto donde puede hablarse de función formativa de 
la escritura, y esto es lo que propugna el portafolio como herramienta básica de 
formación. Ahora bien, no se concibe dicho proceso en solitario, como labor 
introspectiva, sino, como ya se ha mencionado líneas arriba, busca tender puentes 
que permitan la co-construcción del conocimiento, al discutir lo construido 
personalmente con otros colegas o con un mentor. La escritura, en cualquier caso, 
se convierte, por cuanto tiene de función heurística y epistémica, en el utensilio más 
eficaz para alcanzar lo propugnado, esto es, dibujar la propia identidad como 
docente, reflexionar sobre ello y construir conocimiento. En relación también con 
tales funciones que supone la escritura, cabe señalar la relevanciaque el portafolio 
en su esencia concede al proceso, no sólo de composición textual, sino también de 
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aprendizaje. Evidentemente, el producto final es básico en la evaluación de 
conocimientos pero el proceso para conseguirlo también. El portafolio es 
precisamente una herramienta que permite observar el proceso y por lo tanto, 
debe entroncarse con el interés desarrollado por la psicología cognitiva por los 
procesos cognitivos implicados tanto en el aprendizaje como en la composición 
escrita. 
 
Por último, la esencia misma del portafolio y su finalidad buscan ahondar en la 
explicitación de las creencias propias sobre lo que es enseñar y aprender para, una 
vez hechas conscientes, poder transformarlas si cabe. Por tanto, debe 
considerarse que el portafolio se alimenta también de las investigaciones en torno 
a creencias, representaciones o el concepto mismo de currículo oculto. Así, debe 
relacionarse el portafolio con el apogeo de las historias de vida (cfr. Goodson 
2004), cuyo fin es permitir a los docentes comprender la incidencia que sus 
valores y sus creencias tienen en la interpretación de sus situaciones educativas. 
Lo que surge de este proceso es el intercambio de ideas y el debate sobre lo que 
hasta ahora permaneció oculto a la vista, es decir, un diálogo abierto sobre “qué 
es la buena docencia” (cfr. Lyons 1998: 65). 
 
En definitiva, el portafolio no nace como algo aislado, sino que son muchos los 
planteamientos subyacentes de los que se nutre y que lo han hecho posible en un 
momento en que el docente debe profesionalizarse y crear su propia identidad 
como tal. Valga el siguiente gráfico (fig.1) para ilustrar el mapa conceptual del 
portafolio de formación: 
 
 
Fig. 1. Mapa conceptual del portafolio de formación 
 
PORTAFOLIO 
Currículo 
oculto 
Estudios 
 sobre 
creencias 
Práctica 
reflexiva 
Investigación 
en la acción 
Escritura 
formativa 
Enfoque 
constructivista 
de la cognición 
 
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3. ¿QUÉ DISTINGUE A LOS PORTAFOLIOS? ¿QUÉ DIFERENCIA UN 
PORTAFOLIO DE UN DIARIO DEL PROFESOR, POR EJEMPLO? ¿QUÉ 
APORTA EL PORTAFOLIO DOCENTE A LA FORMACIÓN DE 
PROFESORES? 
 
Para poder alcanzar el nivel deseado de formación en cuanto a contenidos, el 
profesor puede valerse de la formación teórico-práctica que se ofrecen a través de 
cursos, seminarios, talleres o lecturas, entre otras posibilidades. Asimismo, para 
saber más de su propia actitud y poder iniciar cambios en ella o potenciar 
aspectos positivos de la misma es conveniente partir de la observación, la 
reflexión, la introspección y por último la autoevaluación. Para poder alcanzar 
todo ello es necesario encontrar una herramienta que propicie procesos reflexivos 
y que ayude a recoger y sistematizar esos procesos que han de conducir al 
desarrollo profesional del docente. El portafolio parece hacerlo posible, al 
caracterizarse por el interés por reflejar la evaluación de un proceso de 
aprendizaje; por estimular la experimentación, la reflexión y la investigación: por 
potenciar el diálogo con los problemas y los logros, por focalizar la atención en los 
momentos claves del proceso y por reflejar el punto de vista personal de los 
protagonistas. 
 
Ahora bien, llegados a este punto, cabe preguntarse qué distingue al portafolio, 
como instrumento de evaluación, de otros afines, como pudiera ser el diario del 
profesor. Cabe señalar dos grandes diferencias. Por un lado, en otros recursos o 
instrumentos, no cobra tanta relevancia la incorporación de la teoría como 
recurso fundamental para llevar a cabo la reflexión sobre el proceso de 
enseñanza-aprendizaje. El portafolio, a diferencia del diario del profesor, hace 
especial hincapié en la necesaria imbricación entre la teoría elaborada 
externamente más la teoría elaborada internamente (que tiene que ver con las 
creencias del profesor) más la acción del profesor. Además, y esta sería la segunda 
gran diferencia, el portafolio permite incorporar todo el proceso, no sólo el de la 
enseñanza, sino también el de aprendizaje, con lo que las muestras o los objetos 
de reflexión no quedan reducidos a la acción pedagógica en clase. 
 
 
4. ¿CUÁL ES LA ESTRUCTURA DE UN PORTAFOLIO? 
 
La naturaleza del portafolio depende de la disciplina y del contexto de que se 
trate. No hay una forma única de crear un portafolio, sino que son documentos 
altamente personalizados, igual que una huella dactilar; es nuestro retrato como 
profesor, en él dibujamos nuestra identidad como docente. Por tanto, el 
portafolio docente no tiene una estructura preconfigurada; no presenta un 
formato cerrado. De todos modos, hay autores que adoptan criterios 
eminentemente técnicos, pautando todos y cada uno de los elementos que habrá 
de constituir el portafolio. Otros, en cambio, otorgan libertad más amplia en lo 
que se refiere a su contenido. En cualquier caso, lo más importante de un 
portafolio tiene que ser su dimensión ética y moral, sin que se tecnifique y en 
consecuencia se acabe convirtiendo en un instrumento vacío de sentido. En 
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realidad, para ser considerado como portafolio, deberá al menos tener dos 
componentes esenciales, a los que ya hemos hecho alusión en las páginas 
precedentes: 
 
1. Muestras o evidencias de enseñanza-aprendizaje (no únicamente de 
actuaciones del profesor). 
 
2. Y sobre todo, una reflexión sobre lo que dicha muestra supone para el 
profesor, en su concepción de la enseñanza-aprendizaje. 
 
Además de estos dos componentes básicos, el portafolio suele tener una 
presentación personal, donde el escritor del mismo efectúa una descripción 
propia, como si de un autorretrato se tratase, antes de iniciar el proceso de 
reflexión e introspección. Esa presentación inicial o punto de partida da respuesta 
a cuestiones como: 
 
1. Qué he estudiado: cuál es mi formación inicial o específica 
 
2. Qué inquietudes tengo 
 
3. Qué imagen tengo de mí mismo como profesor, cuáles son mis puntos 
débiles y mis puntos fuertes como profesor 
 
4. Por qué me pongo a reflexionar sobre mí mismo como docente 
 
5. Cuál es mi visión actual de la enseñanza-aprendizaje. 
 
etc. 
 
Por otra parte, suelen tener también los portafolios un apartado final, donde el 
escritor da cuenta de las metas alcanzadas y de las nuevas propuestas, iniciando a 
partir de ahí un nuevo proceso de reflexión. Por esta razón, el portafolio es un 
documento vivo y dinámico, en constante evolución, como quiere recogerse en el 
siguiente gráfico (fig. 2): 
 
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Fig. 2. Estructura dinámica del portafolio 
 
 
El portafolio pretende ser una ventana, una publicación (en el sentido de hacer 
público, de «hacer patente») -ante sí mismo y ante otros- aquello que se produce 
en la propia práctica docente y formativa. «Hacer patente» significa aportar 
muestras -que puedan verificarse- de lo que el profesor hace en sus clases o de lo 
que significa para él enseñar-aprender. El fin es que el titular del portafolio recoja 
pruebas, muestras, evidencias de aspectos sobre los que quiera reflexionar con el 
objetivo último de tomar conciencia de su identidad y en caso de que lo considere 
oportuno, transformarla. Por tanto, tiene una proyección hacia el futuro, por 
cuanto sirve de base para que el titular del portafolio se marque objetivos en 
relación con un cambio o mejora o simplemente pueda tomar de conciencia de su 
competencia docente. 
 
En cuanto a la selección de pruebas o muestras, no existe un formato específico al 
respecto, pero es importante que el bloque constituya una selección consciente y 
representativa de todo lo que constituye la práctica docente y formativa del 
titular. Ello significa que no se trata de incluir únicamente los aspectos más 
positivos ni tampoco, enel otro extremo, lo que no funciona, sino todo aquello 
que realmente documente la toma de conciencia de su competencia profesional, 
el desarrollo y el cambio. 
 
Presentación 
personal Metas 
Muestras 
Reflexión 
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Asimismo, como se ha dicho anteriormente, las muestras pueden ser tanto un 
producto de la acción docente como un componente del proceso de aprendizaje 
del formando. Así, del primer tipo, cabe enumerar las siguientes, entre otras: los 
planes de clase preparados por el profesor, las actividades de enseñanza llevadas 
a cabo en el aula, programaciones de cursos, resultados de aprendizaje de sus 
alumnos; objetivos de la asignatura que imparte, muestras del tipo de evaluación, 
registro de sesiones de clase, observación de clases, un extracto de un plan de 
acción nacido de una investigación en la acción, etc. En cuanto a las muestras 
resultantes del proceso de aprendizaje del formando, pueden señalarse, a modo 
de ejemplo, las siguientes: las lecturas especializadas para ampliar información 
sobre aspectos concretos de su profesión, notas de seminarios o congresos, actas 
de reuniones entre colegas o institucionales, extractos del diario del profesor, 
actividades extracurriculares, asistencia a cursos, seminarios, talleres, relacionados 
con la docencia. 
 
Valgan los siguientes ejemplos como representativos de lo que es una muestra: 
 
 
a.1. ELECCIÓN DE LA MUESTRA 
 
Evidencia: resultados de una prueba de diagnóstico de los estudiantes. 
 
Problemática asociada a la docencia en primer curso de la Ingeniería en 
Telecomunicaciones (especialidad telemática) 
 
Justificación 
La heterogeneidad en el nivel de conocimientos de los alumnos de primer curso es 
muy dispar, […]. Existen estudiantes con un nivel excelente en disciplinas como 
las matemáticas y sin apenas conocimientos sobre aplicaciones a problemas 
prácticos de laboratorio,[…]. El origen de esta problemática se halla en la 
disparidad de lugares de donde provienen los estudiantes. […] 
 
Esto representa un gran reto personal en la realización de las clases, pues la 
situación ideal sería que el máximo número de estudiantes llegaran mantener un 
nivel medio no demasiado alto para los que se pierden ni demasiado bajo para los 
alumnos más aventajados ya que podrían aburrirse. 
[….]. 
 
Muestra 1 
 
 
 
Muestra: fragmento de un trabajo presentado para una asignatura. 
Reflexión personal sobre la figura del profesor 
 
Ha sido muy ilustrativo incursionar en las distintas corrientes pedagógicas de la 
historia e ir observando cómo de cada una de ellas, sin saberlo, tomamos 
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elementos que van forjando nuestro hacer y ser como profesores. Analizar estas 
concepciones y aplicarlas directamente a la enseñanza de las lenguas, es tal vez 
uno de los pasos esenciales para llegar a entrar con mayor profundidad en la 
etapa del profesor como profesional reflexivo, que propone Williams y Burden, 
basándose en la teoría de Schön (Williams y Burden 1999:63) 
 
Reconozco que los métodos evolucionan y por ende también el papel del 
profesor, pero creo que hay conceptos esenciales que de alguna manera se 
repiten, aunque sean abordados con diferente énfasis o términos, en las distintas 
corrientes teóricas. La idea, por ejemplo, del profesor como mediador y del 
alumno como eje central del proceso enseñanza-aprendizaje que propone el 
interaccionismo social, ¿no coincide en parte con el constructivismo y su 
propuesta de un profesor que ayuda al aprendiz a construir su propio 
conocimiento basándose en los conocimientos previos y en la experiencia que el 
alumno trae?; ¿no hay, en ello, algo de semejanza con el cognitivismo, donde el 
profesor pone el acento en los procesos mentales del alumno y contribuye al 
desarrollo de los mismos con idoneidad? [...] 
 
Creo que en lo que todos podemos estar de acuerdo es en la complejidad y la 
importancia del proceso educativo. El profesor, como elemento imprescindible 
dentro del mismo, debe entender esta complejidad y debe tratar de englobar en 
su práctica docente los aspectos más ricos y eficaces de cada teoría. 
Personalmente reconozco que siempre he tendido más a capacitarme en mi 
especialización, que a prestar atención a los componentes relacionados con la 
capacidad de intervenir en la gestión del aprendizaje. En este sentido, veo ahora, 
que el tema que nos ocupa es fundamental para seguir avanzando en la práctica 
docente. Atenta a mis futuras actuaciones en el campo de la enseñanza, 
considero de mucho valor, trabajar sobre el nuevo enfoque reflexivo que se está 
desarrollando. En este sentido quiero cerrar mi trabajo haciéndome eco de lo que 
Mercedes Rodríguez propone basándose en Richards y Lockhart el enfoque 
reflexivo de la enseñanza, iniciado y dirigido por el propio profesor, requiere que 
los profesores mismos se observen a sí mismos, recopilen datos sobre sus propias 
clases y el papel que ejercen en ellas y, utilicen dichos datos como base para la 
autoevaluación, el cambio y, consecuentemente, el perfeccionamiento 
profesional (Rodríguez 2004). 
 
En el mismo encuentro, Rodríguez propone una serie de preguntas con las cuales 
uno puede iniciarse en este camino de autoconocimiento, en relación con la 
profesión docente. Las incluyo aquí, como sugerencia de un primer paso que 
encierra gran potencial de desarrollo. 
 
1. ¿En qué principios y puntos de vista se basa mi práctica docente?¿Se ven 
siempre reflejados en mis clases o hay contradicciones en mi forma de enseñar? 
2. ¿Qué es para mí una enseñanza eficaz? 
3. ¿Cuáles son para mí las cualidades del buen profesor? 
4. ¿Cuáles son mis cualidades como profesor de lengua?¿ y mis 
limitaciones?¿Qué tipo de profesor soy?¿Qué papel asumo en mis clases? 
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5. ¿Cómo puedo mejorar mi forma de enseñar?¿Qué cambios debería llevar a 
cabo en mi labor docente? 
6. ¿Qué espero yo de mis alumnos?¿Sé o me interesa saber, qué esperan ellos de 
mí, como profesor? 
7. ¿Cuáles son los aspectos más gratificantes de mi trabajo? (Rodríguez 2004) 
 
 
Muestra 2 
 
Muestra: comentario en el foro 
La muestra, como se ilustra en estos ejemplos, debe permitir reflejar el 
aprendizaje del formando así como sus creencias sobre lo que es enseñar y 
aprender, para a partir de ahí, mediante la reflexión, tomar conciencia y 
transformarlas, si es pertinente. 
 
 
5. SI LA CLAVE DEL PORTAFOLIO ES FOMENTAR LA REFLEXIÓN, ¿QUÉ 
ES REFLEXIONAR? ¿CON QUÉ RECURSOS CUENTA EL PROFESOR 
PARA REFLEXIONAR? 
 
Todos tenemos una idea intuitiva de lo que es reflexionar y podemos, en algunos 
contextos, aceptarlo como sinónimo de pensar. En el imaginario colectivo, la 
acción de pensar la asociamos a un estado estático, mental. Una imagen 
culturalmente establecida de un pensador sería la escultura de El pensador, de 
 
 
Muestra 3 
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Rodin, en que el artista representó a un hombre sentado, reclinado, con la cabeza 
ladeada hacia abajo, en una postura de pensamiento, pasividad, soledad, 
preocupación, etc. Sin embargo, la concepción de reflexión que sustenta el 
portafolio no es pasiva, sino activa, pues el docente ha de ser capaz de indagar en 
sus propias ideas para encontrar la razón que justifique o censure su actuación, y 
de este modo actuar en consecuencia, reajustando y transformando su actuación. 
Al poner en relación el pensamiento con la práctica docente, lo que hace el autor 
del portafolio es permitir que afloren sus creencias, sus saberes o conocimientos y 
sus rutinas sobre el proceso de enseñanza y aprendizaje. Es por tanto una 
reflexión que conlleva una acción. La reflexión se proyecta, pues, hacia atrás y 
hacia delante. Quiere esto decir que es un procedimiento orientado no 
únicamente hacia el pasado (su función no se agotaen el mero registro de lo que 
se ha hecho), sino que tiene, como ya se ha subrayado, una proyección hacia el 
futuro, puesto que, a raíz de la reflexión, el formando se propone la consecución 
de nuevos objetivos para mejorar su docencia a corto y largo plazo. Asimismo, las 
metas se pueden convertir luego en el nuevo punto de partida del proceso del 
portafolio, pues, como se ha apuntado ya, es este un proceso cíclico, en espiral, 
constante y dinámico. 
 
La definición de qué se entiende por reflexión puede ofrecerse pues a partir de la 
acción que esta genera: 
 
1. Ser consciente del sistema de creencias propio. 
 
2. Explicitar ese conocimiento tácito y compartirlo. 
 
3. Observar dicho sistema de creencias a la luz de la acción. 
 
4. Dar sentido a lo que se hace. 
 
5. Reajustar dicho sistema de creencias con la experiencia propia pasada y con las 
reflexiones que hacen otros. 
 
6. Construir una identidad concreta del tipo de profesor que queremos ser e 
intentar reproducirla en nuestras actividades diarias. 
 
Se transcriben a continuación algunos fragmentos de las reflexiones que 
suscitaron las muestras anteriormente presentadas: 
 
 
a.2. Reflexión 
 
La heterogeneidad en cuanto a nivel de conocimientos presentaba un problema 
así que con la ayuda de los cursos de PQE decidí poner en práctica dinámicas de 
grupos para la resolución de problemas. 
 
Así que en la primera clase de problemas, aleatoriamente organicé grupos de 
cuatro en una clase de cuarenta, con lo que tenía 10 grupos. Entregaba material 
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en formato papel con cuestiones y problemas de manera que al final de la clase 
debían estar resueltos de una manera en consenso en el grupo. Esto último ha 
sido lo más complicado de manejar, pues no están acostumbrados a colaborar (no 
es una opinión mía sino que tras la entrevista con varios alumnos muchos 
prefieren hacer los trabajos en solitario) para llevar a cabo una tarea y suelen 
competir, así que dejé un margen para aquellos casos en los cuales hubiese una 
polarización en cuanto a la determinación de dar una única respuesta. Les ofrecí 
la oportunidad de poner en el informe, en caso de disconformodidad de algún 
miembro del equipo, aquellos razonamientos que se hubiesen llevado a cabo de 
manera diferente por estudiantes del mismo grupo. 
Durante dichas sesiones, asistía a cuantas dudas surgiesen en cada grupo 
tratando de resolverlas tanto individualmente como para todo el grupo en 
general con la ayuda de la pizarra. 
Para mi ha sido una experiencia tremendamente satisfactoria, un poco 
extenuante a veces, pues obliga a repetir muchas veces lo mismo, pero de esta 
manera tengo una información de inmenso valor, pues sé si las clases de teoría las 
están entendiendo. 
Es muy importante para extraer el máximo rendimiento posible de estas sesiones 
preparar ejercicios con objetivos muy claros, como por ejemplo: trabajar temas 
desde diferentes puntos de vista para cerciorarse de si ha existido comprensión. 
 
 
Reflexión correspondiente a la muestra 1 
 
 
 
Una de las primeras actividades de la asignatura de Metodología I, nos invitaba a 
reflexionar sobre la figura del profesor de E/LE […]. Considero muy apropiado 
elegir dicha actividad, para incluirla en mi portafolio porque creo que lo que en 
ella se propone es un ejercicio que debe acompañarnos permanentemente en 
nuestra actividad profesional. […]Nunca había hecho antes la reflexión 
propuesta, con la profundidad merecida. 
Es una realidad que muchas veces entre colegas, hablamos de la clase ideal, de las 
actitudes de algunos alumnos, de las condiciones que necesitamos para dar las 
clases, de los errores de las instituciones en las que trabajamos, etc., etc., pero 
pocas veces hacemos esta mirada introspectiva de reflexionar sobre nosotros 
mismos. Es que ¿podemos cambiar todos esos componentes del hacer educativo, 
sin comenzar por cambiarnos a nosotros mismos?, ¿podemos contribuir al 
desarrollo de una mejora continua en los procesos de enseñanza-aprendizaje, sin 
empezar a observar y reflexionar sobre cuál es el papel que nosotros 
desempeñamos y cómo lo desempeñamos? Y entonces como dice Mafalda, 
“¿por qué antes de empezar a hacer lo que tenemos que hacer, no hacemos lo 
que tendríamos que haber hecho?” Entonces es aquí donde nos debemos 
detener primero: en nosotros mismos 
Esta actividad vino a completar mi “Punto de Partida” y por eso la elijo. 
Incluyéndola en mi portafolio, pretendo no olvidarme, que debo reflexionar 
permanentemente sobre mi actuación docente y que, además, lo debo hacer 
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científicamente, apoyándome en conceptos y criterios enriquecidos por las 
diferentes concepciones y corrientes psicológicas y pedagógicas que avalan mis 
errores o mis éxitos profesionales. La investigación y los avances en la enseñanza 
de las L2, son continuos y tengo la responsabilidad de estar atenta a ellos, si 
quiero ser un verdadero profesional de la enseñanza de las L2. 
También quiero destacar aquí que cuando terminé de escribir la muestra elegida, 
me sentía muy satisfecha con ella, pensando que había sido, bastante completa. 
Sin embargo, cuando recibí los comentarios generales de la profesora 
relacionados con esta muestra, pude darme cuenta de que había dejado de lado 
algunos aspectos, que ella señalaba como importantes. Este hecho, lejos de 
desanimarme, me reafirmó aún más en mi decisión, porque corroboré que la 
reflexión puede tener muchos senderos y que nunca debemos darla por cerrada. 
[…] 
Los profesores debemos ser conscientes de las creencias que sostenemos acerca 
de la enseñanza y del aprendizaje. La reflexión permanente sobre el rol que 
desempeñan todos los componentes del proceso, PERO ESPECIALMENTE NOSOTROS LOS 
PROFESORES, debe estar en nuestra diaria labor. Esto nos ayudará a tomar 
decisiones fundamentadas, a crecer en conocimiento y a mantenernos en 
constante búsqueda de lo mejor para nuestras clases y alumnos. 
 
 
Reflexión correspondiente a la muestra 2 
 
 
 
Esta muestra la he seleccionado, porque aún siendo muy breve y tal vez 
insignificante desde el punto de vista conceptual e informativo, despertó en mí 
una conciencia de las distintas realidades profesionales que he vivido a lo largo de 
mi vida en diferentes partes del mundo y me condujo a reflexionar sobre algunos 
puntos relacionados a esas experiencias. Creo que ante situaciones como las del 
ejemplo de este profesor en ..., más que indignarnos como le pasó a […], 
debemos reflexionar sobre la gran diversidad de situaciones que presenta la 
didáctica del E/LE en todo el mundo. El desarrollo de las corrientes pedagógicas, la 
metodología y el uso de herramientas propias de la enseñanza del español como 
segunda lengua no es igual en todas partes. Europa, por su realidad multilingüe -
que incluye al español-, tiene recorrido un largo camino en la investigación, tanto 
a nivel teórico como práctico, sobre la enseñanza de las lenguas, y esto se refleja 
en los profesionales formados en este ámbito o, sin ir más lejos, en la existencia 
del Marco Común Europeo de Referencia para la enseñanza y el aprendizaje de 
lenguas. (MCER), que unifica criterios y señala distintas posibilidades en la 
aproximación a la enseñanza de las L2 . ¿Pero si nos movemos a EE.UU., por 
ejemplo?¿Cuál es la realidad? Trabajar como profesor de español en un 
departamento de lenguas romances en una universidad de EE.UU., no tiene nada 
que ver con la realidad de un aula de E/LE de una universidad en España, o de una 
universidad en [….], como es el caso que ha despertado nuestra reflexión. El 
material que se utiliza, los conceptos que se manejan académicamente están 
totalmente influenciados por el entorno educativo, que viene determinado por la 
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cultura educativa del lugar en el que se produceel aprendizaje. La cultura de 
enseñanza que define el aprendizaje en un lugar es única y por más teorías y 
corrientes contemporáneas que uno trate de incorporar, hay esquemas que son 
muy difíciles de cambiar. Basta considerar, por ejemplo, el poco tiempo que llevan 
las universidades japonesas utilizando el enfoque comunicativo en la enseñanza 
del español y cómo algunas, aún siguen con el método tradicional de la gramática 
y la traducción. […] 
¿Este profesor de la anécdota, ha sido preparado para enseñar una E/LE? Es 
importante reconocer que la mayoría de los profesores de español no hemos sido 
preparados para abordar la enseñanza del español con extranjeros – razón por la 
cual muchos de nosotros nos hemos embarcado en este master-. Hace muy pocos 
años que se han incorporado a los planes de estudio de Filología Hispana las 
asignaturas relacionadas con la adquisición del lenguaje y la metodología de 
enseñanza de una L2. 
Personalmente, tal vez si a mí alguien me hubiera hecho la misma pregunta que a 
este profesor, antes de emprender este master, mi respuesta hubiera sido un 
tanto parecida. Por eso creo que debemos ser prudentes a la hora de observar a 
otros colegas, que desarrollan su tarea fuera de Europa y también debemos 
prepararnos adecuadamente, para ser portadores de los avances didácticos que 
se van dando en nuestra especialidad. 
 
 
Reflexión correspondiente a la muestra 3 
 
 
6. ¿EXISTEN DIFERENTES TIPOS DE PORTAFOLIO? 
 
El portafolio del docente puede considerarse desde tres puntos de vista: 
 
a) Como una credencial, como conjunto de documentos y datos que convalidan 
la propia autoridad docente. En este caso puede considerarse como un modo de 
evaluación docente, el proceso por el cual se evalúa a un docente novato o 
experto mediante un conjunto de criterios y se lo considera responsable o no para 
estar al frente de una clase. Pero es mucho más interesante verlo en sus dos otras 
funciones. 
 
b) Como un conjunto de premisas sobre la enseñanza-aprendizaje. ¿Qué 
concepción de la docencia subyace en un portafolio? 
 
c) Como la posibilidad de realizar una experiencia de aprendizaje genuina y 
reflexiva. Es una oportunidad para reflexionar sobre el propio aprendizaje y para 
descubrir la propia identidad como docente. Desde este punto de vista, el 
portafolio es un retrato sumamente individualizado de una persona como 
profesional, que a veces puede implicar riesgos personales para quien lo 
construye. Aquí el portafolio cumple su propósito más importante: como 
andamiaje para una formación docente reflexiva. En lugar de exhibir títulos y 
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diplomas, el docente se sitúa en el centro de su propio proceso de enseñanza-
aprendizaje, y desde ahí define y defiende la autoridad de un título. 
 
 
7. ¿CUÁLES SON SUS VENTAJAS COMO INSTRUMENTO DE 
FORMACIÓN? ¿Y SUS INCONVENIENTES? 
 
A pesar de las múltiples ventajas que se han ido apuntado a lo largo de este 
escrito acerca del uso del portafolio como herramienta de formación, también se 
han de tener en cuenta algunos inconvenientes que los expertos ya han señalado. 
Como señala Lee Shulman (1998: 59) el peligro del portafolio es que este se 
convierta en una mera exhibición. Por otro lado, algunas personas se sienten 
incómodas, y con razón, si se les pide que confeccionen una especie de aviso 
publicitario sobre ellas mismas, que se muestren. Asimismo, se corre el peligro de 
que se lleve a cabo una estandarización insensata, con lo que el portafolio se 
convertiría en el cazador cazado, pues sería un uso más sofisticado y peligroso de 
una visión tecnócrata de la evaluación. Del mismo modo, existe el peligro de 
trivialización, de documentar cosas sobre las que ni siquiera vale la pena 
reflexionar, con una consiguiente interpretación inadecuada de lo que debe ser 
(influida por la acepción general de portafolio), convertidos en recopilaciones de 
apuntes, o complicados álbumes de recortes. No es eso. En sentido técnico el 
portafolio tiene que superar esta primera acepción.En cuanto a los usuarios, los 
dos grandes inconvenientes, además del ya señalado de que los profesores 
pueden sentirse expuestos, sería la cantidad de tiempo que supone su gestión así 
como que no todos participan fácilmente de la reflexión 
 
En cualquier caso, a modo de síntesis de esta lectura en voz alta, cabe recoger 
ahora la grandes ventajas del uso del portafolio, que no son otras que las 
características que lo definen (cfr. Martín Peris 2003): el portafolio está orientado 
hacia el formando. Quiere esto decir que es el profesor quien lo elabora a partir 
del reconocimiento o conciencia de su estado actual y de los objetivos que se 
propone alcanzar. Está orientado hacia la práctica, puesto que más que evaluar 
conocimientos, documenta y, consecuentemente, hace transparentes las 
decisiones pedagógicas y formativas del titular. Está orientado hacia el proceso, 
ya que acompaña todo el proceso de desarrollo de formación y el cambio que en 
él experimenta el docente. Está orientado hacia el futuro, pues mueve al docente 
a fijarse nuevos objetivos a partir de la reflexión sobre la consecución de los 
anteriormente fijados, en una espiral formativa. 
 
En definitiva, un buen criterio para saber si su portafolio cumple con el propósito 
para el que fue creado es constatar si realmente usted queda retratado como 
docente en él. Dicho de otro modo, si su portafolio es un fiel retrato de usted 
mismo y, aunque no le guste lo que vea en él, esté dispuesto a cambiarlo. 
 
 
 
 
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