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III 
C È N T R O L A T Ì N ( > A t ò È ^ 
! 
1 
Las opiniones y datos que figuran en este volumen son 
responsabilidad del autor, sin que el Centro Latinoamericano de 
Demografía (CELADE) sea necesariamente partícipe de ellos. 
CENTRO LATINOAMERICANO DE DEMOGRAFIA 
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CENTRO LATINOAMERICANO DE DEMOGRAFIA 
CELADE 
Edificio Naciones Unidas 
Avenida Dag Hammarskjóld 
Casilla 91, Santiago, CHILE 
Apartado Postal 5249 
San José, COSTA RICA 
Este libro ha sido producido íntegramente por personal 
y equipo del Centro Latinoamericano de Demografía, 
con apoyo financiero del Fondo de las Naciones Unidas 
para Actividades en Materia de Población (FNUAP). 
© CENTRO LATINOAMERICANO DE DEMOGRAFIA (CELADE) 
E/CEPAL/CELADE/G. 
Serie E, N° 27 
Santiago, Chile, 1979 
DINAMICA Y ECONOMIA DE LA POBLACION 
PARTE I 
ELEMENTOS DE DEMOGRAFIA 
PARTE-II 
ELEMENTOS DE ECONOMIA 
DE LA POBLACION-
PREFACIO 
Este libro está dirigido a los estudiantes de demografía de la 
América Latina que tengan formación en ciencias sociales y 
en general a todos aquellos profesionales que busquen 
especializarse en estudios de población con el propósito de 
aplicar sus conocimientos en la enseñanza, la investigación o 
como consultores en este campo de actividad. 
La obra consta de dos partes que se complementan 
mutuamente, aunque cada una de ellas forma una unidad 
expositiva relativamente autónoma. En la Parte I se estudia 
en siete capítulos el proceso de crecimiento de la población 
y de cambio en su composición y su distribución espacial. La 
Parte II trata en seis capítulos temas de economía y 
población. 
La presentación de los temas tratados en los siete capítulos 
iniciales procura lograr un justo balance entre, por un lado, 
la exposición de los métodos de medición y análisis formal 
de los hechos demográficos, y, por el otro, la discusión de la 
teoría explicativa de los mismos y sus connotaciones econó-
micas y sociales. Ambos aspectos son igualmente importantes 
para el cientista social; el primero de ellos, tratado con 
rigurosidad y en dosis adecuada, le proporciona los conoci-
mientos básicos esenciales de las técnicas cuantitativas; el 
segundo lo introduce en el conocimiento del contenido 
biológico-social-ambiental de los fenómenos demográficos y 
de la naturaleza interrelacionada de su estudio. 
A diferencia de esta primera parte donde el proceso 
demográfico constituye la unidad expositiva, la Parte II tiene 
de común denominador una temática que responde al 
concepto de economía de la población. Dicho en otras 
palabras, se presentan materias que han sido objeto de estudio 
7 
y sistematización en época reciente en estrecha vinculación 
con las tendencias y perspectivas del desarrollo y la población 
después de la Segunda Guerra Mundial, en particular en los 
países en vías de desarrollo. Son tópicos centrales de estos 
estudios la formación y utilización de la fuerza de trabajo; los 
nexos entre crecimiento económico y factores demográficos; 
modelos conceptuales-analíticos que vinculan variables de-
mográficas y variables socio-económicas; introducción de la 
variable población en la planificación de los sectores sociales; 
desarrollo regional y asentamientos humanos; condicionantes 
y consecuencias del crecimiento de las grandes metrópolis. 
Las páginas dedicadas a estos asuntos tan actuales como 
importantes no representan sino un modesto intento de 
selección y sistematización de material disperso en una 
reciente y vasta literatura especializada en un campo de las 
ciencias sociales que se encuentra en plena etapa de gestación 
y donde el conocimiento empírico acumulado es todavía 
relativamente escaso. 
El autor confía en que este nuevo esfuerzo editorial del 
Centro Latinoamericano de Demografía contribuirá a difun-
dir en la América Latina los estudios de población con 
perspectiva interdisciplinaría. 
J. C. E. 
8 
Parte I 
ELEMENTOS DE DEMOGRAFIA 
I. LA POBLACION 
1. Tendencias modernas del crecimiento de la población 
y perspectivas 
La población del mundo ha estado creciendo en las últimas dos 
décadas a una tasa, sin paralelo en la historia de la humanidad, del 2 por 
ciento anual. Es probable que tal tendencia se mantenga todavía por 
10 ó 15 años más, antes de que pueda esperarse una declinación 
efectiva y sostenida de ella. 
Este extraordinario crecimiento es la culminación de un proceso 
evolutivo en las condiciones de reproducción de la especie humana que 
se inició hace 200 años aproximadamente, durante los cuales se pueden 
identificar distintos períodos de auge en diferentes regiones del mundo, 
siendo el último y más espectacular el que comienza después de la 
Segunda Guerra Mundial. La población mundial pasó de 2 500 millones 
de personas en 1950 a más de 3 600 millones en 1970, lo que equivale 
a un crecimiento anual de 1,9 por ciento; dicho de otra manera, 
aumentó el 44 por ciento en 20 años. 
Esta tasa del 1,9 por ciento contrasta con un aumento de apenas el 
0,5 por ciento en promedio durante el siglo XIX y de sólo un 0,8 por 
ciento durante la primera mitad de la presente centuria. De estas cifras 
se desprende que la población crece dos veces más rápido en esta 
segunda mitad del siglo XX que en sus primeros 50 años, y tres veces 
más en promedio que durante el siglo pasado. Por otra parte, los ante-
cedentes disponibles indican, sin lugar a dudas, que la reproducción del 
siglo XIX fue más alta que la correspondiente al siglo XVIII y, por lo 
mismo, más alta que la alcanzada en cualquier período histórico a nivel 
mundial. 
Durante milenios el mundo se pobló con extrema lentitud. Hacia 
1650, la estimación más probable arroja un total de cerca de 500 
millones de habitantes,1 lo que significa un número tal vez dos veces 
mayor que la población que se suele calcular hacia comienzos de la 
Era Cristiana. 
Alrededor del año 1800 la población alcanzó al primer millar de 
Naciones Unidas, The Determinants and Consequences of Population Trends, 
Volumen I, Tabla II.l, (pág. 10), Nueva York, 1973. 
11 
millones. A partir de esta fecha bastaron unos 125 años para que se 
llegase al segundo millar, sólo 35 años (1960) para el tercer millar y 
apenas 15 años (1975) para alcanzar al cuarto millar. De proseguir las 
tendencias demográficas actuales, es fácil deducir la magnitud, en 
cifras absolutas, del efecto acumulativo del crecimiento demográfico 
en las próximas décadas. 
En el cuadro 1 se presenta la evolución histórica de la población 
mundial de acuerdo con las cifras consignadas en publicaciones de las 
Naciones Unidas. Estas estimaciones tienen carácter conjetural hasta 
fechas relativamente recientes, en particular las estimaciones a fechas 
anteriores a 1650. En verdad sólo se posee un conocimiento cierto de 
la población de Europa y de América del Norte para la segunda mitad 
del siglo XIX, época en la que se generalizó la práctica de los censos de 
población sobre bases modernas. Apenas unos pocos países de Asia, 
en particular India y Pakistán, levantaron censos universales al final 
del siglo pasado. Los censos modernos del Japón datan de 1920 y el 
primer censo de China Continental, de cobertura nacional, se realizó 
Cuadro I 
EVOLUCION HISTORICA DE LA POBLACION MUNDIAL 
Fecha Población (millones) 
Incremento 
anual medio 
(por ciento) 
A.C. 
7000-6000 
Era Cristiana 
1 
1650 
1750 
1800 
1650 
1900 
1950 
1960 
1970 
1980 
1990 
2000 
5 -
200 
470 
629 
813 
128 
550 
2 
2 
3 
4 
5 
6 
- 1 
- 1 
- 1 
486 
982 
632 
457 
438 
494 
10 
400 
545 
961 
125 
402 
762 
0,4 
0,4 
0,5 
0,5 
0,8 
1,8 
2,0 
2,0 
Fuente: Hasta 1960, inclusive: Naciones Unidas, The Determinants and Conse-
quences of Population Trends, Volumen I, Tabla II.1 (pág. 10), Nueva 
York, 1973. 
Desde 1970, Naciones Unidas, La Situación Demográfica en el Mundo 
en 1970,Cuadro 14 (pág. 52), Nueva York, 1972. 
12 
en 1953. En América Latina, el censo de las Américas de 1950 marcó el 
primer recuento moderno a nivel continental. En unos pocos países 
latinoamericanos (México, Chile, Argentina y Brasil, por ejemplo) se 
realizaron censos en las últimas décadas del siglo pasado y en las 
primeras del presente siglo a intervalos regulares, salvo contadas 
excepciones (Chile y México) en las que se levantaron periódicamente. 
Como se ve en el cuadro 1, de continuar las tendencias de creci-
miento de post-guerra, según la proyección "intermedia" trazada por 
las Naciones Unidas, la población mundial llegaría a 6 500 millones de 
habitantes en el año 2000. 
2. La población de las grandes regiones del mundo 
La evolución histórica de la población del mundo que se presentó en la 
sección precedente, puede ser analizada como una resultante de la 
evolución demográfica experimentada en las grandes regiones geográ-
ficas que forman los continentes. 
Si bien estas grandes áreas del mundo abarcan países y regiones que 
hoy día podrían diferenciarse entre sí por su situación demográfica, no 
es menos cierto que en forma global definen históricamente condiciones 
y dinámicas de población particulares. Específicamente, las tasas de cre-
cimiento de las poblaciones no han sido iguales durante los mismos 
períodos de tiempo en las grandes regiones, ni se han mantenido unifor-
mes en cada una de ellas a través de todas las épocas. Los factores que 
explican las principales diferencias ínter-regionales tienen relación con 
el grado de desarrollo económico y social alcanzado por los países que 
forman parte de las regiones. Comoquiera que sea, la diferente evolución 
de la población de las grandes regiones sólo es posible de seguir durante 
los últimos 200 años. En efecto, a fines del siglo XVIII se inicia en 
Europa el proceso que hoy conocemos como desarrollo económico 
moderno, el que fue acompañado por profundos cambios científicos, 
tecnológicos y sociales. Como se dirá más adelante, tales cambios 
influyeron sobre los patrones reproductivos de las poblaciones en cuyo 
seno ocurrían. Al mismo tiempo las regiones más extensas e incluso 
más pobladas, como Asia, que no participaban de esos progresos, no 
vieron modificadas sus condiciones demográficas por largas décadas; 
sólo muy recientemente, en la postguerra, comenzaron a experimentar 
cambios importantes. 
En el curso del siglo XIX la población de Europa (excluyendo a la 
U.R.S.S.) y de los territorios de colonización europea (América y 
Oceanía)2 aumentó en un 148 por ciento. En igual período la 
población de Asia creció solamente un 47 por ciento y la de Africa, 
2 El crecimiento de la población de América y Oceanía obedeció principalmente, 
en ese período, a la emigración de origen europeo. 
13 
un 25 por ciento (véase el cuadro 2). Después de 1950 estas tenden-
cias se alteraron radicalmente, de tal manera que en sólo 20 años, la 
población de Asia creció más del 48 por ciento, es decir un aumento 
relativo equivalente al que requirió 100 años durante el siglo pasado. 
En igual período (1950-1970) la población de Europa (excluyendo 
la U.R.S.S.)3 apenas aumentó un 18 por ciento. 
Cuadro 2 
PRINCIPALES AREAS Y REGIONES DEL MUNDO: 
POBLACION TOTAL ESTIMADA, 1750-2000 
Principales 
áreas y regiones 
1750 1800 1850 1900 1950 1970 
(Millones de habitantes) 
1980 1990 2000 
Total mundial 791 978 1262 1 6S0 2 SIS 3 632 4 4S7 5 438 6 494 
Africa 106 107 111 133 222 344 4S7 616 818 
Aña (exduye la 
U.R.S.S.) 498 630 801 925 1381 2 056 2S81 3177 3 778 
Atia Oriental 930 1 095 126S 1424 
Región Conti-
nental 200a 323a 430» 436a 560a 765 901 1043 1176 
Japón 30 30 31 44 83 103 116 125 133 
Otras zonas de 
Asia Oriental b b b b b 61 78 97 115 
Atia Meridional 1126 i486 1 912 2 354 
Asia Meridional 
Central 190c 195c 233c 285° 434e 762 1001 1280 1565 
Otras zonas de 
Asia Meridional b b b b b 364 485 632 789 
Europa (Excluye la 
U.R.S.S.) 125 152 208 296 392 462 497 533 568 
U.R.S.S. 42 56 76 134 180 243 27/ 302 330 
América 18 31 64 1S6 328 SU 63S 799 985 
América del 
Norte 2 7 26 82 166 228 261 299 333 
América Latina 16 24 38 74 162 283 377 500 652 
Oceania 2 2 2 i 13 19 24 30 35 
Fuentes: 1750-1950: Durand, John D., "The Modem Expansión of World 
Population", en ProceedingM of the American Philoiophical Society, 
Vol. 111, N° 3, junio, 1967. 
Desde 1970: Proyecciones de las Naciones Unidas, The Determinante 
and Comequencet of Population Trendt, Vol. 1, Tabla XV. 1, pág. 564. 
Nueva York, 1973 
£ China Continental. 
Sin información. 
0 India y Pakistán. 
La exclusión de América y Oceanía obedece a que ahora, en el período consi-
derado, la emigración de origen europeo no fue un factor importante en el 
crecimiento de la población de estas dos regiones. 
14 
Cuadro 12 
PRINCIPALES AREAS Y REGIONES DEL MUNDO: 
TASAS ANUALES DE CRECIMIENTO DE LA POBLACION, 1950-2000 
Tasa media anual de crecimiento (por ciento) 
Principales • — 
áreas y regiones 1750- 1800- 1850- 1900- 1950- 1970- 1980- 1990-
1800 1850 1900 1950 1970 1980 1990 2000 
Total mundial 0,4 0,5 0,5 0,8 2.Í 2,0 1,8 
Africa 0,0 0,1 0,4 1,0 2,2 2,9 3,0 2,9 
Asia (excluye la 
U.R.S.S.) 0,5 0,5 0,3 0,8 2,0 2,3 2,1 1,7 
Asia Oriental 1,6 ¡4 1,2 
Región Continen-
¡4 
tal 1,0a 0,6a 0,0a 0,5a 1,7 1,6 1,5 1,2 
Japón 0,0 0,1 0,7 1,3 1,1 1,2 0,8 0,6 
Otras zonas de 
Asia Oriental b b b b b 2,5 2,2 1,7 
Asia Meridional 2,8 2,6 2,1 
Asia Meridional 
Central 0,1° 0,3C 0,4e 0,8C 2,2d 2,8 2,5 2,0 
Otras Zonas de Asia 
Meridional b b b b b 2,9 2,7 2,2 
Europa (excluye la 
U.R.S.S.) 0,4 0,6 0,7 0,6 0,8 0,7 0,7 0,6 
U.R.S.S. 0,6 0,6 1,1 0,6 1,5 1,1 1,1 0,9 
América 1,1 1,5 1,8 1,5 2,2 2,2 2,3 2,1 
América del Norte - 2,7 2,3 1,4 1,6 1,4 1,4 1,1 
América Latina 0,8 0,9 1,3 1,6 2,8 2,9 2,9 1,7 
Oceania - - - 1,6 1,9 2,4 2,3 1,6 
Fuentes: 1750-1950: Durand, John D., "The Modern Expansion of World 
Population", en Proceedings of the American Philosophical Society, 
Vol. I l l , N° 3, junio. 1967. 
Desde 1950: Los valores se calcularon a partir del cuadro 2. 
? China Continental. 
Sin información. 
® India y Pakistán. 
Cálculos a partir de datos publicados en Demographic Yearbook de 
las Naciones Unidas. 
El contraste es todavía más marcado si se compara la evolución 
reciente de la población de Europa con la ocurrida en América Latina 
y Africa. En efecto, en el período 1950-1970, las poblaciones de estas 
dos regiones aumentaron el 75 y el 55 por ciento, respectivamente. En 
la región de Asia Meridional habría ocurrido un crecimiento comparable 
con el de Africa, y aun más elevado todavía. 
Las nuevas tendencias iniciadas alrededor de 1950 seguramente 
serán las que prevalecerán hasta fines de siglo. A esta conclusión se 
llega después de examinar las cifras de los cuadros 2 y 3. Resumiendo, 
se pueden señalar dos grupos de regiones con crecimientos demográficos 
claramente diferentes en la segunda mitad de esta centuria: a) regiones 
de rápido aumento demográfico (América Latina, Africa y Asia 
15 
Meridional) con tasas anuales de crecimiento superiores al 2,5 por 
ciento hasta 1980 al menos y b) regiones de lento crecimiento (Europa, 
Ü.R.S.S., Oceanía, América del Norte y Japón), con tasas cercanas al 1 
por ciento, o tasas que evolucionaran probablemente hacia ese nivel 
a fines del siglo. 
Seguramente la mayor incógnita es la evolución de la población de 
la región continental de Asia Oriental constituida en su mayor 
parte por China comunista. 
3. Los factores del crecimiento demográfico moderno 
La casi totalidad de la población del mundo en la edad pre-moderna 
se caracterizaba por estar sometida a condiciones de crecimiento que 
podrían ser llamadas hoy día "naturales". La tasa de natalidad era 
elevada, quizás algo superior al 40 por mil, y la tasa de mortalidad 
probablemente cercana al 30 por mil. Estas condiciones implican un 
aumento del 10 por mil aproximadamente. Como se puede apreciar, 
muy superior al crecimiento efectivoen aquel período. La explicación 
debe buscarse en la acción de la mortalidad "excesiva" o sobremorta-
lidad provocada de tiempo en tiempo por graves epidemias (peste, 
cólera, etc.), hambres, matanzas y guerras. En consecuencia, si bien 
la población crecía en períodos de bonanza, con una tasa apreciable, 
factores de la naturaleza citada provocaban un retroceso. 
Las condiciones mencionadas de crecimiento "natural" se mantuvie-
ron hasta una época muy reciente en regiones pobladas por quizás más 
de la mitad de la población del mundo. Sin embargo, la sobremortalidad 
debida a epidemias graves y al hambre fueron mucho menos frecuentes, 
de tal modo que en el siglo presente sólo se puede citar casos aislados, 
gracias al creciente control logrado sobre la producción y la distribución 
de los alimentos y a los adelantos en la prevención de las plagas 
(erradicación de agentes vectores, vacunación y saneamiento del 
ambiente). En otras regiones, en particular en los países de Europa 
occidental, como consecuencia de cambios que tienen su origen en el 
desarrollo de la ciencia y en la tecnología, la mortalidad comenzó a 
descender y con ello la población creció a un ritmo más acelerado. En 
términos generales, se puede decir que a partir del siglo XVII ó XVm el 
equilibrio observado durante tantos siglos comenzó a romperse, primero 
en determinados países y regiones y poco a poco ese cambio se fue 
extendiendo a otros. 
Los cambios involucrados en lo que se ha dado en llamar revolución 
agrícola, revolución industrial y revolución sanitaria fueron los factores 
que a través de la disminución del nivel de la mortalidad determinaron 
el crecimiento cada vez más rápido de la población. Es indudable que 
los adelantos médicos y sanitarios fueron los factores decisivos de la 
caída de la mortalidad. En tal sentido han jugado un papel primordial 
el control de las enfermedades infecciosas y parasitarias, la higiene en la 
16 
manipulación de los alimentos, la provisión de agua potable, el descu-
brimiento de drogas y bastante recientemente de antibióticos. 
Los progresos en las condiciones de alimentación, habitación y otras 
condiciones materiales de vida también tuvieron una importante 
función, principalmente en aquellos países donde los cambios comenza-
ron a producirse primero debido a su mayor desarrollo económico, 
digamos durante el siglo XK y parte del siglo en curso. La revolución 
agrícola consistió en un constante incremento en los conocimientos 
científicos de las plantas y cría de ganado, uso de fertilizantes, rotación 
del suelo, métodos de cultivo, mecanización de las tareas y aumento de 
la capacidad y de los conocimientos por parte de los agricultores. A 
través de estos medios la producción por hectárea fue grandemente 
incrementada en Europa, América del Norte y algunos otros países. 
La revolución industrial ayudó a aumentar el suministro de alimentos 
per cápita, principalmente a través de dos caminos: los adelantos en los 
medios de transportes, que hicieron posible movilizar los alimentos de 
los lugares de producción abundante a los lugares de consumo, pero 
también facilitó las migraciones a nuevas tierras y, en segundo lugar, 
hizo posible la mecanización de la agricultura. 
Los progresos en materia de salud no fueron alcanzados por igual 
ni al mismo tiempo en todas las regiones del mundo. Hasta una fecha 
tan cercana como lo es el afto 1950 existían regiones del mundo con los 
niveles de mortalidad prevalecientes cien años antes en países europeos. 
Alrededor de 1930 más del 50 por ciento de la población del mundo, 
formada por las que todavía siguen siendo consideradas regiones en 
desarrollo, que incluían gran parte de América Latina, Asia y Africa, 
tenían niveles de mortalidad cercanos o superiores a 30 por mil. 
Durante las últimas décadas, en la post-guerra, estas regiones experimen-
taron un descenso rápido de la mortalidad, recorriendo en muy poco 
tiempo gran parte del camino que los países más desarrollados 
avanzaron en casi cien años. 
Las causas que explican esa diferente tendencia histórica son bien 
conocidas. Los actuales niveles de mortalidad de América del Norte, 
Europa y algunos otros pocos países como la Argentina, el Uruguay, 
Australia y Nueva Zelandia, son el resultado de un proceso de descenso 
iniciado hace unos ciento cincuenta años y que fue precedido por 
cambios en las condiciones económicas y sociales, en el progreso 
científico y en la difusión de informaciones. En las regiones en 
desarrollo obedeció principalmente a la introducción de técnicas 
médicas y sanitarias importadas de los países más desarrollados, a bajo 
costo y en gran parte hechas posible gracias a la cooperación internacio-
nal y a la misma naturaleza de las técnicas modernas (DDT, antibióticos, 
adiestramiento de personal, etc.). Como consecuencia de este proceso 
descendente mucho más rápido en las regiones en desarrollo, a pesar que 
en las demás regiones la mortalidad siguió bajando, en la actualidad las 
diferencias absolutas de niveles se han reducido considerablemente. 
17 
El nivel de la mortalidad se expresa con más exactitud mediante 
la esperanza de vida al nacer. Alrededor del año 1700 es probable que » 
en los países más adelantados ella fuera de 30 a 35 años. Actualmente, 
en los mismos países, es de alrededor de 70 años. Hace apenas. 30 años 
aquel nivel de 30-35 años estaba vigente en la India y en otros países de 
Asia; hacia 1940, en muchos países de América Latina, incluyendo 
Chile y México, la esperanza de vida era de unos 40 años y en la actua-
lidad, en América Latina, es cercana o superior a los 60 años, 
variando según los países. 
¿Qué consecuencias ha tenido este descenso de la mortalidad en 
los dos últimos siglos, en particular en los últimos cien años? An-
tes de contestar esta pregunta es necesario señalar que la mortalidad 
es sólo uno de los factores cuya variación influye en el crecimiento de 
la población. El otro factor es la natalidad. Un tercer factor, las migra-
ciones internacionales, no ha tenido una influencia decisiva en los 
tiempos modernos, excepto, claro está, en los movimientos de coloni-
zación de América y de Oceanía. Pero esta influencia se hizo sentir 
principalmente cuando sus poblaciones eran todavía relativamente 
pequeñas y sólo en la segunda parte del siglo XIX y el primer cuarto 
del siglo actual. 
En los países del Norte y Oeste de Europa y en los Estados Unidos, 
la natalidad comenzó a descender durante el siglo XIX; primero, lenta-
mente pero más adelante, a fines del siglo pasado y en las primeras 
décadas del actual, el proceso se aceleró y extendió a otros países de 
cultura europea y en la postguerra también al Japón. Esta tendencia 
de la natalidad compensó en parte el efecto del descenso de la morta-
lidad sobre el crecimiento de la población en las regiones que 
experimentaron tempranamente ese proceso. De esta suerte, la tasa de 
crecimiento en los países más desarrollados fue apenas un poco su-
perior al 10 por mil, y en algunos casos entre el 10 y el 15 por mil. 
En otras partes del mundo, en América Latina, Asia y Africa, con la 
excepción de unos pocos países, la natalidad apenas ha variado, de tal 
modo que los rápidos cambios de la mortalidad en las últimas 
décadas han provocado un crecimiento sin precedentes de su población. 
En la actualidad la mayoría de los países de América Latina y varios de 
Asia están creciendo con una tasa superior al 25 por mil y en algunos 
casos hay evidencias de que la tasa es del orden del 30 por mil. 
La causa inmediata del descenso de la natalidad en los países 
desarrollados fue el control voluntario del número de hijos dentro del 
matrimonio, iniciado en las clases medias y altas y más tarde extendido 
a las clases bajas. Solamente una pequeña parte de la disminución de la 
fecundidad en Europa occidental ocurrida en la segunda parte del siglo 
XIX y primeras décadas del presente siglo, podría atribuirse a la in-
vención de técnicas anticonceptivas modernas.La disminución más 
importante observada en algunos países es anterior a su invención o a la 
manufactura comercial de artificios anticonceptivos. Por ejemplo, hay 
18 
antecedentes de que antes de la Segunda Guerra Mundial, la mitad de 
las parejas en la Gran Bretaña controlaba la natalidad practicando el 
coitus interruptus, y existen evidencias de que algo similar ocurría en 
otros países europeos. Se sabe, por otra parte, que la mayoría de las 
poblaciones han practicado y practican intensivamente el aborto como 
método de control de la natalidad. 
En los países en desarrollo la natalidad no ha descendido, vincu-
lándose esta situación con el hecho de que una elevada proporción de 
su población ha mejorado relativamente poco sus condiciones mate-
riales de vida y su nivel de instrucción. Las prácticas anticonceptivas 
efectivas (tradicionales o modernas, diferentes al aborto) suponen un 
cambio en los hábitos culturales transmitidos durante centurias, en 
particular, de modificaciones en el comportamiento sexual de las 
parejas. Esta interpretación responde a la hipótesis de la "transición" 
demográfica, según la cual la industrialización y la modernización de 
las sociedades conlleva una evolución desde un estado con altos niveles 
a otro estado con bajos niveles de mortalidad y de fecundidad, hipóte-
sis que en cierto grado se ha verificado históricamente en los países 
hoy desarrollados. 
Según este enfoque debería pensarse que la población de la 
mayoría de los países y regiones en desarrollo se encuentra pasando 
por la fase inicial de la "transición" demográfica -descenso de la 
mortalidad-, en tanto que la fase de descenso de la fecundidad 
debería esperar algún tiempo hasta que se alcanzasen las condiciones 
económicas y sociales necesarias para precipitar dicho descenso. 
Sin llegar a negarse la verdad intrínseca que encierra la hipótesis 
de la "transición" demográfica, este mecanismo automático carecería 
de suficiente eficacia práctica para lograr, a corto o mediano plazos, 
una reducción significativa de la fecundidad y, por consiguiente, del 
crecimiento demográfico en los países en desarrollo. Como alternativa 
y/o complemento de los efectos implícitos en el desarrollo económico 
y social, en los últimos 20 años se han adoptado políticas y puesto en 
práctica programas de acción directa tendientes a reducir la fecundidad. 
En la actualidad, en un gran número de países funcionan programas de 
planificación de la familia, a través de los cuales se prestan diversos 
servicios -tales como información, educación sexual, atención en 
clínicas y provisión gratuita de anticonceptivos, y otros destinados al 
control de la natalidad- a las mujeres que los solicitan. Aunque la 
cobertura de. población de estos programas es relativamente limitada 
en la mayoría de los países en que se han establecido,4 sus efectos 
y otras actividades (por ejemplo, información y comercialización de 
anticonceptivos) se han dejado sentir en un buen número de países.5 
4 Entre los países con programas de amplia cobertura se pueden méncionar 
India, Formosa y Corea del Sur. 
5 Por ejemplo, en Costa Rica y Chile, en América Latina. 
19 
4. Nuevo interés y polémica sobre la población 
Dos hechos de postguerra han contribuido mucho a colocar el asunto 
de la población dentro del primer plano en la preocupación de cientí-
ficos y políticos. El primero tiene relación con la nueva orientación de 
la comunidad internacional y, en particular, de ciertos países respecto 
del papel fundamental de los gobiernos en la creación de las condieiones 
necesarias para elevar el bienestar de los pueblos' y la toma de conciencia 
de esa posibilidad mediante acciones de planificación de la economía y 
del cambio social. El segundo hecho, percibido sólo posteriormente, es 
el rápido crecimiento demográfico a nivel mundial y, más dramática-
mente, en los países en vías de desarrollo, así como las perspectivas 
sobre esta tendencia en un futuro relativamente próximo. 
Durante una época la planificación estuvo fuertemente orientada 
por objetivos y metas de naturaleza económica (por ejemplo, creci-
miento del producto nacional a una tasa determinada, políticas de 
desarrollo industrial de substitución de importaciones, construcción 
de obras de infraestructura, etc.). El poco éxito de muchas experien-
cias para resolver satisfactoriamente los principales problemas inheren-
tes al crecimiento económico y, sobre todo, para mejorar substan-
cialmente el nivel de vida de la mayoría de la población en los países 
de débil economía, determinaron la revisión de los principios que 
orientaban las políticas y los planes de desarrollo. Surgió en ese 
momento un nuevo enfoque que otorga un importante papel a la 
planificación de los llamados sectores sociales (salud, educación, 
vivienda, seguro social, etc.) y que entre los objetivos del desarrollo 
explícita y pone énfasis en los relativos al empleo y a una distribución 
más equitativa del ingreso nacional entre los distintos grupos de 
perceptores. Al mismo tiempo que ganaba consenso la tesis de que no 
podía haber desarrollo si no se tomaban en cuenta los aspectos sociales 
inherentes al proceso de modernización y crecimiento de la economía, 
en ciertos sectores científicos y de opinión pública se comenzó a llamar 
la atención sobre el obstáculo que significaba el rápido crecimiento 
demográfico para alcanzar los objetivos del desarrollo económico y 
social. 
En sus términos más simples el obstáculo de una elevada tasa de 
crecimiento demográfico fue presentado como una carrera entre el 
tamaño de la población y el monto del producto nacional. Partiendo 
del supuesto que en los países en desarrollo el capital es el factor 
limitante del crecimiento económico y que, por el contrario, la mano 
de obra (población) es el factor redundante, cualquier esfuerzo por 
aumentar el producto nacional es en gran parte neutralizado por el 
aumento numérico de la población, de suerte que se cierran las 
posibilidades de mejorar substancialmente el ingreso per cápita y, por 
consiguiente, el nivel de vida de los habitantes dé aquellos países. 
Esta argumentación extrema ha sido rebatida por sectores que 
20 
esgrimen explicaciones igualmente tajantes. La causa del subdesarrollo 
y de los males sociales correlativos tienen su origen en las instituciones 
humanas, por lo que la única solución es el cambio de las estructuras 
jurídicas, económicas y sociales. Los recursos naturales son abundantes 
pero están mal explotados, o permanecen ociosos, la población no tiene 
acceso a ellos. Los conocimientos disponibles y la tecnología moderna 
son suficientes para asegurar la subsistencia de una población mundial 
decenas de veces más numerosa que la actual. En las condiciones 
demográficas prevalecientes en los países subdesarrollados (alta fecun-
didad y relativamente baja mortalidad), el rápido crecimiento de la 
población tiene su raíz en la situación de pobreza, ignorancia y falta de 
participación social de una importante mayoría de la población. 
Comparando países con distintos niveles de desarrollo, con fre-
cuencia se presenta la correlación estadística inversa entre la tasa de 
crecimiento demográfico y diversos indicadores económicos y sociales, 
como evidencia empírica de las ventajas que ofrece una población que 
aumenta a una tasa relativamente baja. En aparente contradicción con 
este resultado, análisis históricos de la evolución del producto y la 
población en muchos países hoy industrializados, durante el siglo 
XIX y las tres primeras décadas del siglo presente, no arrojan ninguna 
prueba concluyente sobre la naturaleza de la relación entre ambas 
variables. En todo caso, en los países más representativos del proceso 
de industrialización el crecimiento sostenido del producto per cápita 
coincidió con una clara expansión de su población. También se podrían 
mencionar países de América Latina (México, el Brasil, Venezuela, 
Panamá) en los que tasas demográficas del orden de2,5 por ciento y 
más altas todavía, no fueron obstáculo para que el producto creciera 
a tasas anuales superiores al 6,0 por ciento durante las dos últimas 
décadas, un nivel bastante superior al alcanzado en países de lento 
crecimiento demográfico, de la región y de otras partes del mundo. 
Existen importantes lagunas en el conocimiento de las relaciones 
entre el tamaño, crecimiento y características de la población, por una 
parte, y los principales problemas del desarrollo económico y social, 
por otra. Ello puede atribuirse en gran medida a la naturaleza compleja 
de tales relaciones, a la insuficiencia de datos sobre aspectos importantes 
del comportamiento económico y demográfico de las familias y de los 
individuos, a la diversidad estructural interna de cada país, al momento 
histórico en que se insertan los acontecimientos y, seguramente, a la 
riqueza de recursos y otras ventajas naturales de cada territorio. No 
obstante se ha progresado suficientemente como para comprender que 
las relaciones son recíprocas, de suerte que el estado y la dinámica de la 
población influyen sobre el desarrollo a través de múltiples avenidas, a 
la vez que el desarrollo económico y social es requisito necesario para el 
cambio demográfico. Así, no podría afirmarse que "el problema de la 
población"sea la causa del subdesarrollo, pero tampoco podría ignorarse 
que un crecimiento más lento de la población permitiría a muchos 
21 
países encarar con mejores probabilidades de éxito sus propios 
problemas económicos y sociales. 
Los países hoy industrializados basaron su desarrollo en una serie 
de condiciones favorables. Sacaron ventajas de una revolución tecno-
lógica que aumentó considerablemente la productividad en las manu-
facturas y en la agricultura, haciendo posible una enorme acumulación 
de capital y, al mismo tiempo, permitió elevar el nivel de vida de la 
población que vivía en esos países. El tipo de tecnología desarrollado 
fue apto para absorber la creciente mano de obra urbana constante-
mente alimentada por la migración rural, en tanto que la agricultura 
mantuvo un nivel conveniente de productividad. La explotación de los 
recursos naturales de las colonias de ultramar y la relación de depen-
dencia de los mercados de estas últimas también fueron factores deci-
sivos en la expansión económica de las metrópolis. Por último, el 
crecimiento demográfico de los países industrializados, en las épocas 
de auge, apenas alcanzó a la mitad del nivel prevaleciente en los países 
en desarrollo durante el período 1950-1970. 
La situación frente a la que se encuentran hoy día los países en 
desarrollo es diferente en muchos aspectos. Si bien estos países son 
herederos del conocimiento acumulado y la tecnología desarrollada 
por los países ricos, su aprovechamiento en favor del desarrollo está 
fuertemente condicionado por factores institucionales, económicos, 
culturales y de dependencia. Por ejemplo, la tecnología moderna en 
razón de que requiere fuertes inversiones y que al mismo tiempo ahorra 
trabajo, no ofrece una buena solución a dos problemas básicos del 
desarrollo en estos países: la formación de capital y el empleo produc-
tivo. En las regiones más pobladas del globo, la elevada densidad ya 
alcanzada es factor de presión sobre los recursos naturales disponibles 
en particular sobre el agua y la tierra arable. En los países en desarrollo 
el ingreso per cápita disponible es notoriamente insuficiente para soste-
ner un estándar de vida compatible con los adelantos alcanzados por el 
hombre y menos aún con el estilo de vida moderno característico de 
los países ricos. Por otra parte, las posibilidades de un rápido 
progreso, a tono con las expectativas crecientes de aquellos pueblos, 
parecen alejarse cada vez más ya que la brecha del ingreso de ambos 
grupos de países está aumentando y con bastante certeza se espera que 
esta tendencia se mantendrá en los próximos 20 años. 
5. Implicaciones del crecimiento de la población 
Las características de la población y su dinámica tienen implicaciones 
en casi todas las facetas de la vida económica, social y política de un 
país. Por cierto hay determinados campos críticos en los que la relación 
es más natural o evidente, tales como son la producción de alimentos, 
el uso y agotamiento de los recursos naturales, la conservación del 
ambiente, el pleno empleo, la provisión de vivienda adecuada y de 
22 
servicios educativos y de salud. Problemas de esta naturaleza no serán 
resueltos influyendo solamente sobre las tendencias demográficas, en el 
sentido que las políticas de población no son un substituto sino parte 
integrante de las políticas generales. Sin embargo, en razón de que la 
población está tan íntimamente relacionada con tales problemas, hay 
fuertes razones para pensar que una tasa de crecimiento demográfico 
más baja, combinada con determinadas condiciones y políticas econó-
micas y sociales, favorecería el logro de los objetivos del desarrollo 
en la mayoría de los países económicamente atrasados. 
Para comprender mejor la naturaleza de las interrelaciones entre el 
crecimiento demográfico y el desarrollo es conveniente, primero, 
hacer un rápido examen de las condiciones básicas que sirven de 
sustento a la vida del hombre sobre la tierra, vale decir de los recursos 
naturales y del ambiente que lo rodea. 
Ambiente y Recursos Naturales 
Tendría poco sentido discutir el problema del ambiente y los recursos 
naturales si no se reconociera que el hombre vive hoy día en un 
mundo cada vez más interdependiente, y que el crecimiento de la 
población es a corto o largo plazos un problema global. Por cierto, los 
problemas del agotamiento de recursos naturales y deterioro del 
ambiente tienen connotaciones distintas en cada país. Así, en tanto que 
en los países altamente industrializados la clase, la forma y el volumen 
de producción son fuentes de contaminación ambiental y de agota-
miento de recursos, en los países económicamente atrasados la 
explotación incontrolada de los recursos disponibles, la utilización de 
tecnologías irracionales y la pobreza generalizada son igualmente fac-
tores de contaminación, de empobrecimiento del suelo y de rápido 
desgaste de algunas importantes reservas minerales. De la misma 
manera no son comparables las situaciones entre países en desarrollo 
con distintas densidades de población y dotaciones de recursos 
naturales, ni entre países industrializados que tienen diferente grado de 
dependencia externa respecto del suministro de combustibles y de 
materias primas. No obstante, a causa de la fuerte interdependencia de 
las economías nacionales, la crisis de recursos naturales es un problema 
que afecta directa o indirectamente, en menor o mayor medida, a todos 
los países del mundo. 
Cabe preguntarse: ¿cuál será el impacto futuro del crecimiento de la 
población sobre los recursos naturales y el ambiente? Es obvio que ese 
crecimiento tiene límites dado el hecho que el hombre vive en un 
mundo finito. Por otra parte, hay cierto consenso en que la población 
no podría seguir aumentando como hasta ahora, por mucho tiempo, 
bajo las condiciones de crecimiento económico de los países des-
arrollados. Aunque se admite que los límites de aquel crecimiento son 
relativos porque cambian con la tecnología, la humanidad no sólo 
confronta el problema de un consumo cuantitativa y cualitativamente 
23 
en aumento, tanto en los países desarrollados como en los que están 
en la etapa del desarrollo, sino que también el más grave a largo plazo 
de la calidad de la vida. Para poder sostener y mejorar el nivel de 
consumo deberá producirse en proporciones considerablemente mayo-
res que ahora, con el consiguiente agotamiento de recursos naturales 
limitados y no renovables y deterioro del ambiente con efectos adversos 
para el hombre de orden biológico, climático, sanitario y mental. 
Muestras de este último peligro ya son una realidad en las grandes 
ciudades como consecuencia de la contaminación delagua y del aire 
provocada por las descargas de las industrias químicas, metalúrgicas, y 
de alimentos; por gases y otras substancias nocivas expelidas por los 
automóviles; por el hacinamiento y la falta de servicios sanitarios 
adecuados de los asentamientos precarios periféricos y de los barrios 
de tugurios; por la contaminación de las aguas y los alimentos derivados 
del uso excesivo y/o indiscriminado de pesticidas; así como las tensiones 
síquicas y sentimientos de frustración de un sistema de vida que 
progresivamente impone limitaciones a los individuos en el uso de su 
tiempo, en la disponibilidad de espacio para vivienda y en acceso a 
áreas exteriores de recreación. 
Dado un estilo de vida, el crecimiento de la población es uno de los 
principales factores que afectan la demanda de recursos y la calidad del 
ambiente, y su importancia crece cuanto más lejos se sitúa el futuro. 
Es cierto que la mayoría de los países, con rápido o moderado creci-
miento demográfico, pueden y seguramente serán capaces de encontrar 
salida a los problemas de desarrollo que conlleva ese crecimiento, pero 
tales soluciones comprometen un conjunto particular de otros proble-
mas de lenta pero inexorable gestación cuyas consecuencias y posibili-
dades de control a futuro son impredecibles. La atención de estos 
problemas acarreará una dependencia tecnológica cada vez mayor y 
seguramente una sociedad más imaginativa y regulada. 
El agua y la superficie del suelo figuran entre los elementos esenciales 
de la vida humana. Los minerales y las fuentes de energía constituyen 
la base de la economía moderna. Todos estos elementos están sujetos 
actualmente a una fuerte presión, ya sea por la densidad demográfica 
como por el crecimiento económico. Por ejemplo, la tecnología para 
obtener combustibles y aquélla para su conversión en energía, son 
asuntos críticos; por una parte las reservas de combustibles fósiles son 
limitadas en volumen físico y en términos de explotación a costos 
económicos y, por otra, será necesario desarrollar fuentes limpias de 
producción de energía como requisito para mantener condiciones 
ambientales seguras. 
Los requerimientos de agua para consumo humano, uso industrial 
y riego agrícola, ya exceden las disponibilidades de algunas regiones, 
esperándose que prevalecerá una relativa escasez en decenas de países 
en un futuro próximo. Actualmente el uso de agua es virtualmente 
libre o a costos que no constituyen una restricción a su empleo indis-
24 
criminado. Tan solo el aumento de la población y su incidencia en 
el desarrollo de la economía, tarde o temprano impondrá un mayor 
control sobre ese elemento, afectando el uso particular y motivando 
cambios tecnológicos en industrias claves, en las técnicas de riego y en 
los métodos y especies vegetales cultivadas. 
Durante las últimas décadas el crecimiento de la producción agrícola 
ha dependido casi exclusivamente de la mayor productividad por unidad 
de tierra cultivada, mediante el uso de fertilizantes, riego, nuevas 
variedades vegetales y métodos más racionales de cultivo. No obstante 
algunas estimaciones optimistas sobre el aprovechamiento de suelos, 
que ahora por razones técnicas o económicas no son aprovechables, la 
situación de la agricultura en la mayoría de los países indica que existe 
poco margen para aumentar la producción mediante la extensión de las 
fronteras agrícolas. Aparte de que la incorporación de tierras de baja 
calidad, o no utilizables con métodos tradicionales, impone pesadas 
inversiones de capital, la política de restringir el uso indiscriminado de 
fertilizantes químicos y pesticidas, basada en argumentos de calidad 
ambiental, probablemente también será un freno a la productividad. 
Población y Economía 
No es necesario señalar que en la actualidad ya nadie sostiene que los 
problemas del subdesarrollo se pueden superar exclusivamente por el 
control de la población. A la inversa, también es insostenible el pensa-
miento de que el tamaño y el crecimiento de la población son, por sí 
mismos, factores favorables al desarrollo. El estado del conocimiento 
en esta materia no ofrece argumentos teóricos definitivos ni pruebas 
empíricas concluyentes sobre las ventajas para el desarrollo de una 
tasa de crecimiento anual de la población de, por ejemplo, 2,8 por 
ciento sobre otra de 1,8 por ciento y tampoco para lo contrario. Para 
llegar a alguna conclusión habría que examinar cada caso en particular 
y para un momento histórico dado. 
Desde un punto de vista nacional el rápido crecimiento de la 
población de un país podría ser defendido por razones políticas o 
ideológicas. Las grandes potencias son identificadas históricamente con 
poblaciones numerosas. Los países con escasa densidad geográfica de 
población y con extensos territorios vírgenes, pueden proponerse un 
mayor poblamiento por motivos geopolíticos y/o para sacar mejor 
partido de sus riquezas naturales. En fin, el tamaño del mercado y las 
economías de escala en la producción, son argumentos que se esgrimen 
ocasionalmente a favor de una población numerosa. En todo caso es 
evidente que el poderío económico y político, la ampliación del poder 
comprador del mercado interno o el racional aprovechamiento de los 
recursos naturales no se logran con el aumento de la población si éste 
no va acompañado por el desarrollo de condiciones extrademográficas 
favorables. Precisamente una clase de desarrollo que, en opinión de 
25 
aquéllos que sostienen la tesis op.uesta, sería trabado por el rápido 
crecimiento de la población, como se dice a continuación. 
Las ventajas que tendría una disminución en el ritmo de creci-
miento demográfico, para el desarrollo de la economía, son debatidas 
a nivel de países y en particular de países económicamente atrasados. A 
nivel mundial y a largo plazo (20, 30 ó 50 años) los problemas propios 
del agotamiento de los recursos naturales y del deterioro del ambiente 
dominan la escena. 
En situaciones típicas de los países en desarrollo la población tiene 
una estructura por edades "relativamente joven", debido a la alta 
fecundidad prevaleciente. En consecuencia la relación entre "dependien-
tes" y población adulta en edad de trabajo es mayor que en los países 
de fecundidad relativamente baja. La disminución de la tasa de creci-
miento, vía descenso de la fecundidad, mejoraría la relación de 
productores a consumidores a través de dos caminos: el cambio ya 
mencionado en la estructura de edades y las mayores posibilidades 
de las mujeres -a causa de un menor número de hijos- para participar 
en la fuerza de trabajo. Como no hay ninguna razón para que disminuya 
la productividad por trabajador ni, a mediano plazo, para que la 
población en edades activas no siga creciendo a la misma tasa que antes, 
la conclusión lógica es que cambios puramente demográficos tendrán 
como efecto elevar el ingreso per cápita. 
La demanda sobre determinados bienes y servicios es directamente 
afectada por la tasa de crecimiento de la población, como ocurre por 
ejemplo con los alimentos, la vivienda, la educación, la atención 
médica y otros servicios públicos. Por consiguiente, el rápido creci-
miento demográfico obstaculiza las políticas gubernamentales con 
objetivos económicos y de bienestar social de los grupos de población 
de bajos ingresos. La atención de las crecientes necesidades impone una 
pesada carga sobre el presupuesto de gastos corrientes y, de igual 
manera, sobre las inversiones públicas en infraestructura social. 
En su doble función de productora de alimentos y de fuente de 
trabajo para una importante fracción de la población, la tierra agrícola 
sufre la fuerte presión de un elevado crecimiento demográfico. Los 
resultados son, por un lado, la emigración en mayor escala desde el 
área rural y, por otra, la elevación de los precios de los alimentos y 
materias primas industriales de primera necesidad y, con bastante 
frecuencia, la necesidad de importarlos. 
Bien conocida es la exagerada centralizacióngeográfica de la 
economía y, con ello, de la población en los países en desarrollo. Las 
principales metrópolis están creciendo a tasas superiores al 5 por ciento 
anual por la combinación de un crecimiento vegetativo y un flujo 
migratorio que son, ambos, expresión de condiciones generalizadas de 
rápido aumento demográfico. En tales condiciones de crecimiento el 
uso del suelo urbano y otros problemas de hábitat cobran dimensiones 
que los vuelven casi incontrolables, aparte de los problemas sociales que 
26 
se originan principalmente en las condiciones prevalecientes de empleo 
productivo insuficiente (pobreza, marginalidad, delincuencia, tradicio-
nalismo cultural, elevadas tasas de mortalidad y de fecundidad, etc.). 
Como consecuencia de un descenso de la tasa de crecimiento de la 
población, la economía y el bienestar individual no se verían afectados 
negativamente. A corto y mediano plazos, los principales factores del 
crecimiento económico son independientes de los cambios que pueden 
ocurrir en la dinámica demográfica. En efecto, los individuos que 
formarán parte de la fuerza de trabajo en los próximos 20 años ya han 
nacido en este momento. Por otro lado, un cambio cualitativo en los 
futuros trabajadores (educación y salud) compensará fácilmente dentro 
de algunas décadas un crecimiento más bajo. Si se tomaran en cuenta 
las perspectivas respecto a la futura participación de la mujer, la 
situación sería aún más favorable. 
La demanda de bienes y servicios tampoco sería afectada negativa-
mente. A corto y mediano plazos probablemente disminuirá el ritmo de 
aumento de la demanda de los bienes y servicios que consumen los 
niños (alimentos, servicios médicos, etc.). Por otra parte, los efectos 
favorables sobre el ingreso per cápita, originados en el crecimiento más 
lento de la población, deberían permitir mejorar cualitativamente la 
demanda de la población infantil, y también por la misma causa debería 
tender a cambiar ventajosamente la estructura de la demanda de las 
personas adultas (por ejemplo, más servicios y menos bienes). Los 
cambios en la producción que signifiquen mayor utilización de mano 
de obra (servicios versus producción fabril) y menor uso de recursos 
no renovables, o disponibles en cantidades limitadas, favorecerán el 
crecimiento económico con desarrollo social. 
Líderes nacionalistas de muchos países y ciertos círculos de 
intelectuales rechazan la premisa según la cual el descenso del creci-
miento de la población tendría efectos favorables para el futuro 
desarrollo de los pueblos. Sostienen que una política de control de la 
población, por el contrario, sólo serviría para desviar la atención de las 
verdaderas raíces de los problemas económicos y sociales que agobian a 
la humanidad; que tales políticas se ofrecen como una falsa alterna-
tiva de los cambios estructurales que sería necesario realizar para 
conseguir un auténtico desarrollo económico-social. Además, el control 
de la población de los países en desarrollo sería una maniobra de las 
grandes potencias industriales para asegurarse el dominio de la econo-
mía mundial y un equilibrio político favorable. Incluso se piensa que la 
política de control de la natalidad debilitará, con grave riesgo para la 
humanidad, la vitalidad de la población. 
Paralelamente a esta línea de pensamiento, se especula con el supuesto 
de que el ritmo de aumento de la población de los países en desarrollo 
comenzará a disminuir automáticamente cuando los grupos mayoritarios 
obtengan mejoras substanciales en su nivel de vida. Si se elimina la igno-
rancia y la pobreza, la respuesta obvia será el descenso de la fecundidad. 
27 
Es verdad que, históricamente, el proceso de transición de una alta 
fecundidad a una baja ocurrió en los países hoy desarrollados durante el 
siglo XIX y comienzos del presente siglo, pero como se ha dicho en 
páginas anteriores, tomó tiempo y se llevó a cabo con una dinámica 
demográfica radicalmente diferente de la que prevalece en la actualidad 
en los países en desarrollo. De ahí que el problema no es lo que 
eventualmente sucederá en el futuro, sino cuándo y a qué velocidad se 
producirán esos cambios. Respecto de muchos países se podría dar 
buenas razones para defender la tesis de que todavía no llegó el 
momento de frenar el crecimiento demográfico; cuando se den las 
condiciones propicias el crecimiento comenzará a disminuir, o bien 
cuando las circunstancias indiquen su conveniencia habrá llegado el 
momento de aplicar políticas de control. 
Este planteamiento olvida una característica intrínseca de la diná-
mica demográfica: la inercia del proceso de crecimiento. Para decidir 
si hoy debería comenzarse a aplicar una política de control, es indis-
pensable considerar un horizonte de 30, 50 y más años. Aunque una 
política de control pueda aplicarse con éxito desde el comienzo, sus 
efectos sobre el crecimiento demográfico serán débiles en las primeras dé-
cadas. Para comprender qué es y qué efectos tiene la inercia del crecimien-
to es necesaria una explicación. De ello se ocupa la próxima sección. 
6. Crecimiento cero de la población 
La población crece en la medida que los nacimientos exceden a las 
muertes. En los países en desarrollo, los primeros son tres y hasta 
cuatro veces más numerosos que las muertes, en tanto que en muchos 
países económicamente avanzados la relación no alcanza a ser de 2 a 1. 
Cuando esa relación vale 1 la población deja de crecer: la tasa de 
crecimiento es cero. En la época moderna ninguna población impor-
tante ha dejado de crecer, al menos en tiempo de paz, y sólo ahora en 
estos últimos años algunos países de Europa se están acercando al 
nivel estacionario. 
El número de nacimientos y muertes ocurridos durante un año u 
otro período de tiempo son el producto, sin embargo, de condiciones 
del momento y de ninguna manera reflejan necesariamente las condi-
ciones y tendencias intrínsecas de la mortalidad y de la fecundidad. 
Para revelar la naturaleza intrínseca de la reproducción humana es necesa-
rio introducir un tercer elemento: la estructura etaria de la población. 
En efecto, como se verá en otros capítulos de este libro, en 
cualquier población existe una importante relación entre la "estructura 
etaria y el nivel general de natalidad y de mortalidad. De una manera 
breve y simplificada se puede decir lo siguiente:6 
6 Para mayores detalles sobre la composición etaria, véase la sección 7 de este 
capítulo. 
28 
i) Las poblaciones que han mantenido durante un tiempo más o 
menos largo una elevada fecundidad, se caracterizan por tener 
una proporción relativamente grande de individuos en edades 
jóvenes (por ejemplo, por debajo de los 15 años) y una 
proporción relativamente pequeña de individuos en edad avanzada 
(por ejemplo, sobre 60 años), en tanto que la situación inversa 
se encuentra en poblaciones con baja fecundidad prevaleciente. 
ii) En igualdad de condiciones específicas de mortalidad, las 
poblaciones que por su composición etaria son "relativamente 
jóvenes", tienen una menor proporción de muertes (tasa bruta) 
que las poblaciones "relativamente viejas". 
iii) En igualdad de condiciones específicas de fecundidad, las 
poblaciones "relativamente jóvenes" pueden tener una propor-
ción de nacimientos ligeramente menor o mayor (tasa bruta), 
pero esa proporción mejora durante el período de transición 
hacia una población "relativamente vieja", en virtud del porcen-
taje de mujeres en edad de procrear (15 a 44 años). 
El punto iii) es más bien hipotético, ya que en la realidad no se 
encuentran poblaciones con iguales condiciones específicas de fecun-
didad y al mismo tiempo composiciones etarias muy diferentes. De 
cualquier manera la conclusión debe ser que la composición etaria en 
un momento dado del tiempo constituye un elemento importante del 
crecimiento de la población. Pero justamente por ser una situación 
del momento, y seguramente transitoria si se anticipa un cambio en la 
fecundidad específica, nodice nada sobre el futuro número de 
nacimientos y muertes; ni en consecuencia sobre el crecimiento de la 
población. 
Una importante conclusión práctica que se desprende de lo anterior 
podría formularse así: el descenso de la fecundidad de las mujeres en 
los países en desarrollo, espontáneo o incentivado por medidas de 
política, tendría en los próximos 30 ó 50 años, según la intensidad del 
cambio, un efecto sobre el crecimiento de la población menor al que 
de otro modo se habría logrado, como consecuencia de una variación 
en la composición etaria que favorece un mayor número de nacimientos. 
Por esta característica de la dinámica demográfica, se puede decir que 
los países hoy en desarrollo poseen un elevado potencial de crecimiento, 
comparado con el potencial de los países desarrollados. 
Aclarada la importancia que tiene la composición etaria sobre el 
potencial de crecimiento de la población se examinará ahora el 
problema central, esto es el camino y el tiempo necesario para 
alcanzar el estado estacionario o crecimiento cero. 
El camino a seguir es el descenso de la fecundidad hasta alcanzar el 
nivel de reemplazo, manteniéndose en adelante invariable. Nivel de 
reemplazo significa que nacen los niños que son necesarios para 
reemplazar exactamente a la generación de sus padres. En términos 
técnicos esto significa una tasa neta de reproducción (TNR) igual a 
29 
1; en términos corrientes equivale a un promedio un poco por arriba 
de 2 hijos por familia completa, vale decir al final del período reproduc-
tivo de la pareja. Nótese que este tamaño de familia no es muy inferior 
al que se da en muchos países industrializados, y en todo caso 
coincide aproximadamente con el tamaño deseado por la mayoría de 
las parejas en esos países. 
El tiempo necesario para que la TNR alcance el valor de 1 depende 
del nivel actual de la fecundidad y de la velocidad a la que ésta 
descienda anualmente. 
Entre 5,5 y 6,5 niños es el tamaño de la familia completa en la 
mayoría de los países en desarrollo. La TNR bien podría situarse entre 
2,4 y 2,8. Quiere decir que para alcanzar el nivel de reemplazo, la 
fecundidad deberá descender en aquellos países a menos de la 
mitad, con mayor precisión, en un 60 por ciento. 
Experiencias recientes (Japón, Formosa, Singapur) registran descen-
sos del orden del 50 por ciento en períodos de 10 a 15 años. En otros 
casos, aunque no se alcanzaron estas cifras, el descenso en los últimos 
10 años fue igualmente espectacular (por ejemplo, Costa Rica). Sin 
embargo, los especialistas no son tan optimistas en cuanto a las pers-
pectivas de lograr metas similares a muy corto plazo en los países en 
desarrollo de mayor población, exceptuándose probablemente China 
Continental. 
Una perspectiva algo más realista parece ser la meta de alcanzar el 
nivel de reemplazo al final del presente siglo, en el mundo y en las 
grandes regiones. Ello significaría reducir cada 10 años entre 2 y 2,5 
hijos el tamaño de la familia completa, sobre la base de un tamaño de 
aproximadamente 6 hijos en 1970. Una tercera perspectiva que tiene 
mayores visos de verosimilitud que las anteriores, consiste en alcanzar 
la meta de TNR= 1 alrededor del año 2025. 
El cuadro 4 contiene los resultados de tres proyecciones de 
población, según otras tantas hipótesis de evolución de la fecundidad. 
La evolución de fecundidad llamada "intermedia" supone que el 
nivel de reemplazo se alcanza en el período 2000-2005. La proyección 
correspondiente arroja para esa época una población mundial de 
5 922,4 millones, es decir un 62 por ciento sobre la población de 
1970. En los países en desarrollo el aumento relativo es mayor 
todavía: 79 por ciento; y en América Latina tanto como el 91 por 
ciento. 
Se puede observar en el cuadro 4 que la población no dejará de 
crecer en el año 2000. Por efecto de la inercia demográfica el estado 
estacionario recién se alcanzaría para el mundo cincuenta años más 
tarde, con una población de 8 388,5 millones, pero todavía habría que 
esperar una o dos décadas más para que los países en desarrollo, en 
conjunto, se estabilicen sobre los 6 700,0 millones. 
Analizando ahora la proyección "alta", la que supone que TNR= 1 
en el período 2020-2025, nótese el efecto sobre el crecimiento de la 
30 
Cuadro 12 
PROYECCION DE LA POBLACION DEL MUNDO SEGUN 
TRES ALTERNATIVAS DE EVOLUCION 
DE LA FECUNDIDAD, 1970-2100 
Región Evolución de la fecundidad a ^ 
Año 
Región Evolución de la fecundidad a ^ 1970 1980 2000 2050 2100 
(Millones de habitantes) 
"baja" 3 645,0 4 212,8 5 115,6 6 286,2 6 416,8 
Mundo "intermedia" 3.645,0 4 387,1 5 922,4 8172,2 8 388,5 
"alta" 3 645,0 4 436,3 6 422,1 10473,2 11 168,8 
"baja" 2 529,9 3 023,3 3 763,8 4 762,5 4 910,6 
Países en desarrollo "intermedia" 2 529,9 3 185,2 4 528,0 6 525,4 6 763,2 
"alta" 2 529,9 3 230,6 5 015,0 8 838,7 9 571,9 
"baja1 1122,2 1 204,3 1 335,8 1 481,8 1 488,0 
Países desarrollados "intermedia" 1122,2 1 216,7 1 388,1 1 610,3 1 623,2 
"alta" 1 122,2 1 220,2 1 416,8 1 735,7 1 775,8 
América Latínac "intermedia" 238,2 366,7 539,7 797,3 823,4 
Fuente: Frejka, Thomas, The Future of Population Growth, John Wiley and 
Sons, 1973, Apéndice 2, págs. 219-249. 
a La proyección "baja" supone un descenso lineal de la fecundidad 
hasta alcanzar el nivel de reemplazo (TNR = 1) en el período 1980-
1985; la "intermedia", una disminución de la fecundidad hastn. 
alcanzar el nivel de reemplazo en el período 2000-2005; la pro-
yección "alta", un descenso igualmente lineal de la fecundidad 
, hasta alcanzar el nivel de reemplazo en el período 2020-2025. 
Todas las proyecciones suponen un descenso sostenido de la mortali-
dad, de manera que a mediados del siglo XXI la esperanza de vida de 
las mujeres sería del orden de 74,0 años en los países en desarrollo. 
c Catorce países solamente: Brasil, Colombia, Perú, Venezuela, México, 
El Salvador, Honduras, Costa Rica, Argentina, Chile, Cuba, República 
Dominicana, Puerto Rico y Trinidad-Tobago. 
población. Las diferencias hacia el año 2000 respecto de la proyección 
"intermedia" son del orden de los 500 millones, tanto para el mundo 
como para el conjunto de los países en desarrollo. Respecto de estos 
últimos, el crecimiento entre los años 1970 y 2000 sería de casi 100 
por ciento, contra 79 por ciento según la proyección intermedia. 
Naturalmente los efectos acumulativos de la proyección "alta" se harán 
sentir más fuertes más allá del año 2000. Así, en los países en des-
arrollo y en el año 2050, la diferencia entre las proyecciones 
"intermedia" y "alta" es de 2 300 millones de seres. Otra consecuencia 
de la proyección "alta" es que la población se estabilizará alrededor del 
año 2100, sobre los 11 000 millones de seres, o sea tres veces la 
población del mundo en 1970. 
Una observación final: en cualquiera de las hipótesis de proyección, 
el crecimiento de la población será bastante débil hasta el año 2000 en 
el conjunto de los países desarrollados (por ejemplo, un 20 por ciento). 
31 
Hacia el año 2050 y en la situación extrema de la proyección "alta", el 
crecimiento relativo respecto de la población de 1970 será del 55 por 
ciento, lo que en cifras representa un aumento no despreciable de 
514 millones de seres. 
7. La estructura de la población por sexo y edades 
La composición de la población según el sexo y la edad de los 
individuos que la forman constituye su cualidad esencial. La dinámica 
del crecimiento demográfico depende, dentro de ciertos límites, del 
equilibrio entre ambos sexos y de la relación entre los subgrupos de 
población de diferentes edades, en la medida que la mortalidad y la 
fecundidad son funciones de esos dos atributos. 
Por otra parte, el sexo y la edad de los individuos están relacionados 
con casi todas las características de la población, como son el estado 
civil, la escolaridad, las características económicas,, la movilidad 
geográfica, el lugar de residencia, la posición en la familia, etc. En 
general, la composición por sexoy edades proporciona la información 
necesaria para estimar el número de niños en edad escolar, la fuerza de 
trabajo potencial, los efectivos para la defensa nacional, el número de 
personas en edad de retiro profesional, la población en edad de 
procrear, etc. y, en una primera aproximación, estimar las necesidades 
de viviendas, de alimentos, de servicios médicos y de otros servicios 
sociales. Por esta razón la mayoría de las tabulaciones censales y de 
otras fuentes de datos demográficos se suelen presentar cruzando los 
diferentes atributos investigados con el sexo y la edad. 
Sexo. La igualdad aproximada entre el número de individuos de ambos 
sexos es un carácter orgánico de cualquier población capaz de asegurar 
su reproducción biológica. 
La regularidad en el equilibrio por sexo puede observarse en todas 
las poblaciones numerosas. En poblaciones pequeñas, y en poblaciones 
afectadas por ciertas condiciones locales particulares pueden encontrar-
se desequilibrios relativamente importantes. Así, la población urbana 
acusa generalmente una mayor proporción de mujeres, en tanto que en 
la población rural acontece lo contrario, como consecuencia en ambas 
situaciones de la naturaleza selectiva por sexo de los movimientos 
migratorios. 
A nivel nacional las proporciones de hombres y mujeres son 
determinadas por el índice de masculinidad de los nacimientos y por 
las diferenciales por sexo de la mortalidad. Aproximadamente, nacen 
entre 104 y 106 niños por cada 100 niñas. Excepto en el primer año 
de la vida, la mortalidad masculina excede a la mortalidad femenina, y 
tal diferencia se acentúa al aumentar la edad. Estos dos efectos se 
balancean bastante, de tal modo que en la mayoría de los países el 
32 
índice de masculinidad es ligeramente inferior a 100.7 Desviaciones 
significativas pueden ser provocadas por la migración internacional y 
por conflictos armados. Por ejemplo, los países americanos y los de 
otras regiones del mundo que recibieron fuertes contingentes de 
migrantes presentaron índices de masculinidad por arriba de 100, como 
es el caso de la Argentina (105,2 en 1947), Canadá (105,2 en 1941), o 
Venezuela (102,8 en 1950). En cambio y como consecuencia de la 
guerra, Japón (89,0 en 1945) y Francia (90,0 en 1946) tuvieron en el 
pasado índices extraordinariamente bajos. El cuadro 5 presenta los 
índices de masculinidad estimados de las grandes áreas y regiones del 
mundo. Se comprueba que en general los hombres exceden a las 
mujeres en los países de inmigración y en los países en desarrollo, 
mientras que el número de mujeres es mayor en los países desarrollados. 
Esta última situación es particularmente acentuada en los países 
europeos, incluyendo a la Unión Soviética. En el mismo cuadro se 
confirma lo dicho respecto del efecto de la mortalidad según avanza 
la edad: por debajo de los 15 años el índice se mantiene sobre 100,8 y 
por arriba de los 65 años hay un claro predominio de las mujeres. 
Edad. Para la mayoría de los usos corrientes en demografía, la compo-
sición etaria de la población se presenta en grupos quinquenales. 
Frecuentemente la distribución de la población por grupos de edades 
se expresa en cifras relativas, en porcentajes, lo cual no solamente faci-
lita las comparaciones entre distintas poblaciones sino que también 
permite reconocer el tipo de población.(Véase el cuadro 6). 
En condiciones que podrían llamarse naturales, de fecundidad no 
controlada, cada año nace un número creciente de niños. Por este 
hecho y porque además cada generación de recién nacidos se irá 
desgastando en el tiempo por muerte de sus componentes, la 
distribución de la población por edades en un momento del tiempo es 
una función decreciente de la edad. En efecto, de dos generaciones 
sucesivas, la más joven será más numerosa, primero porque inicial-
mente lo era y, segundo, porque la generación más vieja habrá sufrido 
mayor cantidad de muertes ya que estuvo expuesta a este riesgo durante 
más años de vida.10 Esta es la explicación de que haya más población, 
Honores x 1 Q 0 
Mujeres 
8 El excedente de mujeres sobre hombres en las primeras edades en varias regio-
nes de Africa podría tener su explicación en una elevada sobremortalidad 
masculina. 
9 
En las edades avanzadas, a menor mortalidad más bajo índice de masculinidad, 
debido a que en esas condiciones las diferenciales de mortalidad son más 
importantes. 
1 0 Si se toma en consideración que la mortalidad ha estado descendiendo en 
todos los países, la sobrevivencia de las generaciones más jóvenes también es 
favorecida por ese hecho. 
33 
Cuadro 12 
PRINCIPALES AREAS Y REGIONES DEL MUNDO: 
INDICES DE MASCULINIDAD ESTIMADOS DE LA POBLACION, 1965 
(Hombres por 100 mujeres) 
Principales áreas y regiones Menores de 15 afios 15-64 años 
65 años 
y más Total 
Total mundial 103,5 98,9 74,8 99,2 
Regiones en desarrollo 103,2 102,3 87,8 102,2 
Regiones más desarrolladas 104,3 92,8 65,6 93,0 
Africa 100,3 99,6 82,6 99,4 
Africa Occidental 99,5 102,9 84,8 100,9 
Africa Oriental 99,3 96,9 79,1 97,4 
Africa Central 97,8 93,6 77,7 94,8 
Africa Septentrional 103,6 100,8 88,1 101,6 
Africa Meridional 99,4 102,4 78,8 100,2 
Asia (excluyendo la U.R.S.S.) 
Asia Oriental 102,8 100,2 80,9 100,3 
Región Continental 102,7 100,9 82,1 100,8 
Japón 103,7 95,6 78,6 96,4 
Reato de Asia Oriental 103,3 101,1 70,8 100,9 
Asia Meridional 104,6 104,8 95,7 104,4 
Asia Meridional Central 105,5 107,2 103,2 106,3 
Asia Sud-Oñental 102,0 98,7 81,3 99,6 
Asia Sud-Occidental 104,6 105.4 80,5 104,1 
Europa (excluyendo la U.R.S.S.) 104,8 95,3 66,6 94,1 
Europa Occidental 104,5 96,0 63,7 93,4 
Europa Meridional 105,0 93,8 71,8 94,4 
Europa Oriental 104,7 93,2 66,6 93,2 
Europa Septentrional 105,1 99,4 65,9 96,0 
América Latina 103,0 99,4 89,2 100,5 
América del Sur tropical 102,3 99,9 36,9 100,5 
América Central (continental) 104,4 97,8 93,4 100,7 
América del Sur templada 103,1 99,9 87,7 100,2 
Caribe 102,7 99,0 93,7 100,3 
América del Norte 103,8 97,6 78,4 97,5 
Oceanfa 105,3 105,5 74,6 102,8 
Australia y Nueva Zelandia 104,9 104,3 72,5 101,4 
Melanesia 107,1 112,3 105,7 109,9 
Polinesia y Micronesia 105,4 108,2 107,7 106,9 
U.R.S.S. 104,2 81,3 45,1 84,3 
Fuente: Naciones Unidas, The Determinants and Consequences of Popuíation 
Trends, Vol. I, Nueva Yoik, 1973, Tabla VIII.l, pág. 263. 
por ejemplo, en el grupo de edades de 20 a 24 años que en el grupo de 
25 a 29 años. 
El modelo de distribución que acábase de describir corresponde a la 
distribución real que se observa en los países en desarrollo, en los 
cuales la fecundidad se ha mantenido alta a través del tiempo. Es el 
caso de la población de América Latina. (Véase el cuadro 6). En los 
países industrializados y en general en aquellos en los cuales la 
34 
fecundidad ha disminuido en los últimos 20, 30 ó 50 aftos, la estructura 
natural sufrió importantes alteraciones. El efecto del descenso de la 
fecundidad se refleja en el estrechamiento de la base de la población, 
esto es en el número de personas de menos de 15 años de edad. También 
se refleja en el aumento de la importancia relativa de la población en 
edades avanzadas, lo que se pone de manifiesto para las edades sobre 
40 o sobre 50 años, pero sobre todo por encima de los 60 años. Las 
edades centrales no son afectadas mayormente por los cambios de 
estructura originados en la caída de la fecundidad, de manera que la 
población comprendida entre los 15 y 44 años de edad oscila alrededor 
del 40 por ciento de la población total. Sin embargo, cuando se 
considera el intervalo más amplio de 15 a 64 años, la caída de la 
fecundidad tiene el efecto de aumentar la importancia relativa de 
Cuadro 6 
DISTRIBUCION RELATIVA DE LA POBLACION DE ALGUNOS PAISES, 
AMBOS SEXOS, 1970 
País y año 
Grupos de 
edades América 
Latina Argentina Brasil Nicaragua Francia 
1970 1970 1970 1970 1968 
Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 
0- 4 16,4 10,1 16,3 19,3 7,0 
5- 9 14,2 9,7 14,0 15,9 8,4 
10-14 12,2 9,4 12,4 13,4 8,315-19 10,4 9,0 10,8 11,3 8,5 
20-24 8,4 8,1 8,6 8,4 7,6 
25-29 7,0 7,1 7,2 6,7 5,8 
30-34 6,0 6,6 6,1 5,3 6,3 
35-39 5,2 6,6 5,2 4,5 6,8 
40-44 4,6 6,6 4,7 3,7 6,7 
45-49 3,9 6,0 3,9 3,1 6,2 
50-54 3,2 5,2 3,1 2,5 3,9 
55-59 2,7 4,6 2,7 2,0 5,6 
60-64 2,1 3,8 1,9 1,5 5,4 
65-69 1,6 3,0 1,4 1,0 4,8 
70-74 1,1 2,0 0,9 0,7 3,6 
75-79 0,6 1,3 0,5 0,4 2,5 
80 y más 0,4 0,9 0,3 0,3 2,6 
Fuentes: Para América Latina, Argentina, Brasil y Nicaragua: CELADE, Boletín 
Demográfico N° 13, cuadro 2. 
Para Francia: Naciones Unidas, Démographie Yearbook, 1974. 
35 
Cuadro 12 
PRINCIPALES REGIONES DEL MUNDO Y ALGUNOS PAISES 
SELECCIONADOS: DISTRIBUCION POR EDADES DE LA POBLACION 
(Estimaciones alrededor de 1965) 
Distribución en porcentajes Relaciones de 
Regiones y países P o r grandes grupos de edades dependencia3 
Menos de 
15 años 
15-64 
años 
65 años 
y más 
Menos de 
15 años 
65 años 
y más 
Nicaragua!» 48,6 49,0 2,4 99,2 4,9 
Africa 43,5 53,7 2,8 81,0 5,2 
Asia Meridional 43,0 54,0 3,0 79,5 5,5 
América Latina** 42,8 53,5 3,7 80,0 6,9 
Brasil^ 42,7 54,2 3,1 78,8 5,7 
Oceanía 32,8 59,9 7,3 54,7 12,2 
América del Norte 31,0 59,8 9,2 51,9 15,3 
Unión Soviética 30,5 62,1 7,4 49,2 11,9 
Japón 25,8 67,9 6,3 38,0 9,3 
Europa (excluyendo la 
U.R.S.S.) 25,4 64,1 10,5 39,6 16,3 
Francia0 23,7 62,8 13,5 37,7 21,5 
Resumen 
Mundo 37,4 57,6 5,0 64,8 8,7 
Regiones en desarrollo 41,6 55,1 3,3 75,4 5,9 
Regiones desarrolladas 28,1 63,0 8,9 44,6 14,2 
Fuente: Naciones Unidas, The Determinants and Consequences of Population 
Trends, Nueva York, 1973. Tomado de la Tabla VIII-2, pág. 265. 
a Proporción de personas en las edades indicadas por cada 100 en el 
grupo 15-64 años. 
b Estimaciones para 1970 publicadas en CELADE, Boletín Demográfico, 
NQ 13,1974. 
c Corresponde al aflo 1968. Tomado de Naciones Unidas, Demographic 
Yearbook, 1974. 
este grupo de población desde cerca del 50 por ciento a más del 60 por 
ciento.1 
A base de la distribución en grandes grupos de edades se suele 
caracterizar el tipo de población. Llámanse poblaciones "relativamente 
jóvenes" aquellas en las cuales la proporción de individuos de menos de 
15 años de edad es del orden del 40 ó 45 por ciento, mientras que la 
población de más de 65 años sólo representa el 3 ó 4 por ciento del 
11 El descenso de la mortalidad afecta poco a la estructura por edades. 
36 
total. En cambio son "relativamente viejas" las poblaciones en las cuales 
alrededor del 25 por ciento de los habitantes tienen menos de 15 aflos, 
y alrededor del 10 por ciento están por arriba de los 60 años de edad. 
El cuadro 7 ilustra varias situaciones que varían entre valores 
extremos de relativo envejecimiento. Naturalmente, las poblaciones 
que ya han completado la transición demográfica de una alta fecundi-
dad a una baja son las que presentan una estructura "relativamente 
vieja", como se puede observar en el conjunto de los países des-
arrollados. En cambio en los países que no comenzaron dicha 
transición, o que recorren apenas la primera etapa, la estructura es 
"relativamente joven". Oceanía, América del Norte y la U.R.S.S., por 
ejemplo, se encuentran en situaciones intermedias. El gráfico 1 presenta 
tres poblaciones con diferentes niveles de envejecimiento relativo, 
donde se puede observar el estrechamiento de la base de la población 
a medida que se avanza en este proceso de envejecimiento. 
Probablemente una de las implicaciones más significativas del 
envejecimiento relativo de la población es el aumento de la "carga de 
dependencia", esto es la relación de personas de menos de 15 años y de 
más de 65 años, respecto del grupo 15-64. Aunque todas las personas 
comprendidas en este último intervalo de edades no forman parte de 
la fuerza de trabajo y que esa participación es variable de un país a otro, 
aquella relación representa un índice aproximado del número de 
personas dependientes que soporta cada trabajador. Como se puede 
ver en el cuadro 7, la "carga de dependencia" es mucho más alta en 
los países relativamente jóvenes: por ejemplo, 104,1 en Nicaragua, 
contra 47,3 en Japón. Nótese que la situación de Japón es muy 
favorable debido a una doble circunstancia: la caída rápida de la 
fecundidad después de 1950, cuyo efecto fue reducir la carga de la 
población de menos de 15 años, y al hecho de que el proceso de 
envejecimiento todavía no ha concluido por el poco tiempo trans-
currido desde entonces. Compárase con Francia, país donde la carga 
de dependencia de las personas de edad avanzada es dos veces la del 
Japón. En resumen, en los países de población "relativamente joven" 
la "carga de dependencia" es alta y se debe en su mayor parte a la 
población menor de 15 años; en los países de población "relativamente 
vieja" esa carga es menor, pero al mismo tiempo aumenta la parte de 
ella que corresponde a las personas de edad avanzada. Dado que las 
necesidades de todas clases son distintas en los niños que en los 
ancianos, el nivel y la composición de la carga de dependencia tienen 
un importante significado económico y social. 
Hasta aquí, solamente se ha considerado la tendencia secular de la 
fecundidad como factor de cambio en la estructura por edades. 
Corresponde hacer un breve comentario sobre similares efectos de la 
mortalidad y de la migración y de aquellas alteraciones de corta 
duración de la fecundidad, la mortalidad y la migración que tiene 
origen en acontecimientos económicos, militares y políticos. 
37 
Gráfico 1 
DISTRIBUCION SEGUN SEXO Y EDADES DE TRES POBLACIONES 
SELECCIONADAS, 1965 
México 
Edad 
Hombres Moeres 
Porcentaje 
Japón 
Edad 
Hombres Moeres 
(continúa) 
Gráfico 3 
DISTRIBUCION SEGUN SEXO Y EDADES DE TRES POBLACIONES 
SELECCIONADAS, 1965 
Hombres Mujeres 
Porcentaje 
Fuente: Naciones Unidas, The Determinante and Consequences of Population 
Trends, Vol. I, Nueva York, 1973. Tomado de: gráfico I, pág. 267. 
Después de 1940 la alta mortalidad prevaleciente en los países en 
desarrollo tuvo un descenso importante y sostenido, el que se tradujo 
én un ligero aumento de la población menor de 15 años, en razón de 
que la mortalidad infantil experimentó un cambio más rápido que la 
mortalidad general. Por otro lado, en los países que pueden exhibir 
los niveles más bajos de mortalidad, cualquier reducción adicional 
importante deberá producirse en las edades avanzadas y ello tendrá el 
efecto de aumentar la proporción de personas de más de 50 ó 60 años de 
edad. 
Las migraciones internacionales influyen sobre la estructura de edad 
de la población recipiente incrementando el número en las edades 
centrales. En efecto, la mayoría de los inmigrantes son adultos jóvenes, 
de modo que si la migración es un proceso continuo y sostenido la 
población tendrá la forma descrita. En cambio, si después de un 
período más o menos largo el proceso migratorio se detiene o disminuye 
considerablemente, en el curso de algunas décadas la población sufrirá 
un paulatino envejecimiento. En los países de emigración se producirá 
el fenómeno inverso: los grupos de edades centrales serán los más 
erosionados por el proceso. 
39 
Similares consideraciones pueden hacerse en relación con la migra-
ción interna. En los momentos actuales la migración interna tiene 
implicaciones más importantes que las corrientes internacionales. 
Bastaría observar la distribución por edades que exhiben en casi todos 
los países las grandes metrópolis y en general la población urbana. El 
incremento numérico de los grupos centrales es la característica 
común; en cambio, en la zona rural se comprueba lo contrario. 
Comenzando con la Primera Guerra Mundial (1914-1918), una 
serie de acontecimientos militares, económicos y políticos han provo-
cado hondas perturbaciones en la dinámica demográfica de los países 
industrializados. Las dos guerras mundiales ocasionaron cuantiosas 
pérdidas de vidas humanas de manera selectiva por sexo y edades; la 
fecundidad también se vio afectada durante los años de contienda 
armada; por otra

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