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k&v&X*:* : III C È N T R O L A T Ì N ( > A t ò È ^ ! 1 Las opiniones y datos que figuran en este volumen son responsabilidad del autor, sin que el Centro Latinoamericano de Demografía (CELADE) sea necesariamente partícipe de ellos. CENTRO LATINOAMERICANO DE DEMOGRAFIA ,SAMT|^ÜJ1I__QHIL E-1979 _ = = = jj C'-LADc - S l T r ~.V!A DO CP AL . |í D O C U M E N T A C I O N I; :| Ü O B K E P O S ^ A C O . EN ¡i A M E R I C A LA '' CENTRO LATINOAMERICANO DE DEMOGRAFIA CELADE Edificio Naciones Unidas Avenida Dag Hammarskjóld Casilla 91, Santiago, CHILE Apartado Postal 5249 San José, COSTA RICA Este libro ha sido producido íntegramente por personal y equipo del Centro Latinoamericano de Demografía, con apoyo financiero del Fondo de las Naciones Unidas para Actividades en Materia de Población (FNUAP). © CENTRO LATINOAMERICANO DE DEMOGRAFIA (CELADE) E/CEPAL/CELADE/G. Serie E, N° 27 Santiago, Chile, 1979 DINAMICA Y ECONOMIA DE LA POBLACION PARTE I ELEMENTOS DE DEMOGRAFIA PARTE-II ELEMENTOS DE ECONOMIA DE LA POBLACION- PREFACIO Este libro está dirigido a los estudiantes de demografía de la América Latina que tengan formación en ciencias sociales y en general a todos aquellos profesionales que busquen especializarse en estudios de población con el propósito de aplicar sus conocimientos en la enseñanza, la investigación o como consultores en este campo de actividad. La obra consta de dos partes que se complementan mutuamente, aunque cada una de ellas forma una unidad expositiva relativamente autónoma. En la Parte I se estudia en siete capítulos el proceso de crecimiento de la población y de cambio en su composición y su distribución espacial. La Parte II trata en seis capítulos temas de economía y población. La presentación de los temas tratados en los siete capítulos iniciales procura lograr un justo balance entre, por un lado, la exposición de los métodos de medición y análisis formal de los hechos demográficos, y, por el otro, la discusión de la teoría explicativa de los mismos y sus connotaciones econó- micas y sociales. Ambos aspectos son igualmente importantes para el cientista social; el primero de ellos, tratado con rigurosidad y en dosis adecuada, le proporciona los conoci- mientos básicos esenciales de las técnicas cuantitativas; el segundo lo introduce en el conocimiento del contenido biológico-social-ambiental de los fenómenos demográficos y de la naturaleza interrelacionada de su estudio. A diferencia de esta primera parte donde el proceso demográfico constituye la unidad expositiva, la Parte II tiene de común denominador una temática que responde al concepto de economía de la población. Dicho en otras palabras, se presentan materias que han sido objeto de estudio 7 y sistematización en época reciente en estrecha vinculación con las tendencias y perspectivas del desarrollo y la población después de la Segunda Guerra Mundial, en particular en los países en vías de desarrollo. Son tópicos centrales de estos estudios la formación y utilización de la fuerza de trabajo; los nexos entre crecimiento económico y factores demográficos; modelos conceptuales-analíticos que vinculan variables de- mográficas y variables socio-económicas; introducción de la variable población en la planificación de los sectores sociales; desarrollo regional y asentamientos humanos; condicionantes y consecuencias del crecimiento de las grandes metrópolis. Las páginas dedicadas a estos asuntos tan actuales como importantes no representan sino un modesto intento de selección y sistematización de material disperso en una reciente y vasta literatura especializada en un campo de las ciencias sociales que se encuentra en plena etapa de gestación y donde el conocimiento empírico acumulado es todavía relativamente escaso. El autor confía en que este nuevo esfuerzo editorial del Centro Latinoamericano de Demografía contribuirá a difun- dir en la América Latina los estudios de población con perspectiva interdisciplinaría. J. C. E. 8 Parte I ELEMENTOS DE DEMOGRAFIA I. LA POBLACION 1. Tendencias modernas del crecimiento de la población y perspectivas La población del mundo ha estado creciendo en las últimas dos décadas a una tasa, sin paralelo en la historia de la humanidad, del 2 por ciento anual. Es probable que tal tendencia se mantenga todavía por 10 ó 15 años más, antes de que pueda esperarse una declinación efectiva y sostenida de ella. Este extraordinario crecimiento es la culminación de un proceso evolutivo en las condiciones de reproducción de la especie humana que se inició hace 200 años aproximadamente, durante los cuales se pueden identificar distintos períodos de auge en diferentes regiones del mundo, siendo el último y más espectacular el que comienza después de la Segunda Guerra Mundial. La población mundial pasó de 2 500 millones de personas en 1950 a más de 3 600 millones en 1970, lo que equivale a un crecimiento anual de 1,9 por ciento; dicho de otra manera, aumentó el 44 por ciento en 20 años. Esta tasa del 1,9 por ciento contrasta con un aumento de apenas el 0,5 por ciento en promedio durante el siglo XIX y de sólo un 0,8 por ciento durante la primera mitad de la presente centuria. De estas cifras se desprende que la población crece dos veces más rápido en esta segunda mitad del siglo XX que en sus primeros 50 años, y tres veces más en promedio que durante el siglo pasado. Por otra parte, los ante- cedentes disponibles indican, sin lugar a dudas, que la reproducción del siglo XIX fue más alta que la correspondiente al siglo XVIII y, por lo mismo, más alta que la alcanzada en cualquier período histórico a nivel mundial. Durante milenios el mundo se pobló con extrema lentitud. Hacia 1650, la estimación más probable arroja un total de cerca de 500 millones de habitantes,1 lo que significa un número tal vez dos veces mayor que la población que se suele calcular hacia comienzos de la Era Cristiana. Alrededor del año 1800 la población alcanzó al primer millar de Naciones Unidas, The Determinants and Consequences of Population Trends, Volumen I, Tabla II.l, (pág. 10), Nueva York, 1973. 11 millones. A partir de esta fecha bastaron unos 125 años para que se llegase al segundo millar, sólo 35 años (1960) para el tercer millar y apenas 15 años (1975) para alcanzar al cuarto millar. De proseguir las tendencias demográficas actuales, es fácil deducir la magnitud, en cifras absolutas, del efecto acumulativo del crecimiento demográfico en las próximas décadas. En el cuadro 1 se presenta la evolución histórica de la población mundial de acuerdo con las cifras consignadas en publicaciones de las Naciones Unidas. Estas estimaciones tienen carácter conjetural hasta fechas relativamente recientes, en particular las estimaciones a fechas anteriores a 1650. En verdad sólo se posee un conocimiento cierto de la población de Europa y de América del Norte para la segunda mitad del siglo XIX, época en la que se generalizó la práctica de los censos de población sobre bases modernas. Apenas unos pocos países de Asia, en particular India y Pakistán, levantaron censos universales al final del siglo pasado. Los censos modernos del Japón datan de 1920 y el primer censo de China Continental, de cobertura nacional, se realizó Cuadro I EVOLUCION HISTORICA DE LA POBLACION MUNDIAL Fecha Población (millones) Incremento anual medio (por ciento) A.C. 7000-6000 Era Cristiana 1 1650 1750 1800 1650 1900 1950 1960 1970 1980 1990 2000 5 - 200 470 629 813 128 550 2 2 3 4 5 6 - 1 - 1 - 1 486 982 632 457 438 494 10 400 545 961 125 402 762 0,4 0,4 0,5 0,5 0,8 1,8 2,0 2,0 Fuente: Hasta 1960, inclusive: Naciones Unidas, The Determinants and Conse- quences of Population Trends, Volumen I, Tabla II.1 (pág. 10), Nueva York, 1973. Desde 1970, Naciones Unidas, La Situación Demográfica en el Mundo en 1970,Cuadro 14 (pág. 52), Nueva York, 1972. 12 en 1953. En América Latina, el censo de las Américas de 1950 marcó el primer recuento moderno a nivel continental. En unos pocos países latinoamericanos (México, Chile, Argentina y Brasil, por ejemplo) se realizaron censos en las últimas décadas del siglo pasado y en las primeras del presente siglo a intervalos regulares, salvo contadas excepciones (Chile y México) en las que se levantaron periódicamente. Como se ve en el cuadro 1, de continuar las tendencias de creci- miento de post-guerra, según la proyección "intermedia" trazada por las Naciones Unidas, la población mundial llegaría a 6 500 millones de habitantes en el año 2000. 2. La población de las grandes regiones del mundo La evolución histórica de la población del mundo que se presentó en la sección precedente, puede ser analizada como una resultante de la evolución demográfica experimentada en las grandes regiones geográ- ficas que forman los continentes. Si bien estas grandes áreas del mundo abarcan países y regiones que hoy día podrían diferenciarse entre sí por su situación demográfica, no es menos cierto que en forma global definen históricamente condiciones y dinámicas de población particulares. Específicamente, las tasas de cre- cimiento de las poblaciones no han sido iguales durante los mismos períodos de tiempo en las grandes regiones, ni se han mantenido unifor- mes en cada una de ellas a través de todas las épocas. Los factores que explican las principales diferencias ínter-regionales tienen relación con el grado de desarrollo económico y social alcanzado por los países que forman parte de las regiones. Comoquiera que sea, la diferente evolución de la población de las grandes regiones sólo es posible de seguir durante los últimos 200 años. En efecto, a fines del siglo XVIII se inicia en Europa el proceso que hoy conocemos como desarrollo económico moderno, el que fue acompañado por profundos cambios científicos, tecnológicos y sociales. Como se dirá más adelante, tales cambios influyeron sobre los patrones reproductivos de las poblaciones en cuyo seno ocurrían. Al mismo tiempo las regiones más extensas e incluso más pobladas, como Asia, que no participaban de esos progresos, no vieron modificadas sus condiciones demográficas por largas décadas; sólo muy recientemente, en la postguerra, comenzaron a experimentar cambios importantes. En el curso del siglo XIX la población de Europa (excluyendo a la U.R.S.S.) y de los territorios de colonización europea (América y Oceanía)2 aumentó en un 148 por ciento. En igual período la población de Asia creció solamente un 47 por ciento y la de Africa, 2 El crecimiento de la población de América y Oceanía obedeció principalmente, en ese período, a la emigración de origen europeo. 13 un 25 por ciento (véase el cuadro 2). Después de 1950 estas tenden- cias se alteraron radicalmente, de tal manera que en sólo 20 años, la población de Asia creció más del 48 por ciento, es decir un aumento relativo equivalente al que requirió 100 años durante el siglo pasado. En igual período (1950-1970) la población de Europa (excluyendo la U.R.S.S.)3 apenas aumentó un 18 por ciento. Cuadro 2 PRINCIPALES AREAS Y REGIONES DEL MUNDO: POBLACION TOTAL ESTIMADA, 1750-2000 Principales áreas y regiones 1750 1800 1850 1900 1950 1970 (Millones de habitantes) 1980 1990 2000 Total mundial 791 978 1262 1 6S0 2 SIS 3 632 4 4S7 5 438 6 494 Africa 106 107 111 133 222 344 4S7 616 818 Aña (exduye la U.R.S.S.) 498 630 801 925 1381 2 056 2S81 3177 3 778 Atia Oriental 930 1 095 126S 1424 Región Conti- nental 200a 323a 430» 436a 560a 765 901 1043 1176 Japón 30 30 31 44 83 103 116 125 133 Otras zonas de Asia Oriental b b b b b 61 78 97 115 Atia Meridional 1126 i486 1 912 2 354 Asia Meridional Central 190c 195c 233c 285° 434e 762 1001 1280 1565 Otras zonas de Asia Meridional b b b b b 364 485 632 789 Europa (Excluye la U.R.S.S.) 125 152 208 296 392 462 497 533 568 U.R.S.S. 42 56 76 134 180 243 27/ 302 330 América 18 31 64 1S6 328 SU 63S 799 985 América del Norte 2 7 26 82 166 228 261 299 333 América Latina 16 24 38 74 162 283 377 500 652 Oceania 2 2 2 i 13 19 24 30 35 Fuentes: 1750-1950: Durand, John D., "The Modem Expansión of World Population", en ProceedingM of the American Philoiophical Society, Vol. 111, N° 3, junio, 1967. Desde 1970: Proyecciones de las Naciones Unidas, The Determinante and Comequencet of Population Trendt, Vol. 1, Tabla XV. 1, pág. 564. Nueva York, 1973 £ China Continental. Sin información. 0 India y Pakistán. La exclusión de América y Oceanía obedece a que ahora, en el período consi- derado, la emigración de origen europeo no fue un factor importante en el crecimiento de la población de estas dos regiones. 14 Cuadro 12 PRINCIPALES AREAS Y REGIONES DEL MUNDO: TASAS ANUALES DE CRECIMIENTO DE LA POBLACION, 1950-2000 Tasa media anual de crecimiento (por ciento) Principales • — áreas y regiones 1750- 1800- 1850- 1900- 1950- 1970- 1980- 1990- 1800 1850 1900 1950 1970 1980 1990 2000 Total mundial 0,4 0,5 0,5 0,8 2.Í 2,0 1,8 Africa 0,0 0,1 0,4 1,0 2,2 2,9 3,0 2,9 Asia (excluye la U.R.S.S.) 0,5 0,5 0,3 0,8 2,0 2,3 2,1 1,7 Asia Oriental 1,6 ¡4 1,2 Región Continen- ¡4 tal 1,0a 0,6a 0,0a 0,5a 1,7 1,6 1,5 1,2 Japón 0,0 0,1 0,7 1,3 1,1 1,2 0,8 0,6 Otras zonas de Asia Oriental b b b b b 2,5 2,2 1,7 Asia Meridional 2,8 2,6 2,1 Asia Meridional Central 0,1° 0,3C 0,4e 0,8C 2,2d 2,8 2,5 2,0 Otras Zonas de Asia Meridional b b b b b 2,9 2,7 2,2 Europa (excluye la U.R.S.S.) 0,4 0,6 0,7 0,6 0,8 0,7 0,7 0,6 U.R.S.S. 0,6 0,6 1,1 0,6 1,5 1,1 1,1 0,9 América 1,1 1,5 1,8 1,5 2,2 2,2 2,3 2,1 América del Norte - 2,7 2,3 1,4 1,6 1,4 1,4 1,1 América Latina 0,8 0,9 1,3 1,6 2,8 2,9 2,9 1,7 Oceania - - - 1,6 1,9 2,4 2,3 1,6 Fuentes: 1750-1950: Durand, John D., "The Modern Expansion of World Population", en Proceedings of the American Philosophical Society, Vol. I l l , N° 3, junio. 1967. Desde 1950: Los valores se calcularon a partir del cuadro 2. ? China Continental. Sin información. ® India y Pakistán. Cálculos a partir de datos publicados en Demographic Yearbook de las Naciones Unidas. El contraste es todavía más marcado si se compara la evolución reciente de la población de Europa con la ocurrida en América Latina y Africa. En efecto, en el período 1950-1970, las poblaciones de estas dos regiones aumentaron el 75 y el 55 por ciento, respectivamente. En la región de Asia Meridional habría ocurrido un crecimiento comparable con el de Africa, y aun más elevado todavía. Las nuevas tendencias iniciadas alrededor de 1950 seguramente serán las que prevalecerán hasta fines de siglo. A esta conclusión se llega después de examinar las cifras de los cuadros 2 y 3. Resumiendo, se pueden señalar dos grupos de regiones con crecimientos demográficos claramente diferentes en la segunda mitad de esta centuria: a) regiones de rápido aumento demográfico (América Latina, Africa y Asia 15 Meridional) con tasas anuales de crecimiento superiores al 2,5 por ciento hasta 1980 al menos y b) regiones de lento crecimiento (Europa, Ü.R.S.S., Oceanía, América del Norte y Japón), con tasas cercanas al 1 por ciento, o tasas que evolucionaran probablemente hacia ese nivel a fines del siglo. Seguramente la mayor incógnita es la evolución de la población de la región continental de Asia Oriental constituida en su mayor parte por China comunista. 3. Los factores del crecimiento demográfico moderno La casi totalidad de la población del mundo en la edad pre-moderna se caracterizaba por estar sometida a condiciones de crecimiento que podrían ser llamadas hoy día "naturales". La tasa de natalidad era elevada, quizás algo superior al 40 por mil, y la tasa de mortalidad probablemente cercana al 30 por mil. Estas condiciones implican un aumento del 10 por mil aproximadamente. Como se puede apreciar, muy superior al crecimiento efectivoen aquel período. La explicación debe buscarse en la acción de la mortalidad "excesiva" o sobremorta- lidad provocada de tiempo en tiempo por graves epidemias (peste, cólera, etc.), hambres, matanzas y guerras. En consecuencia, si bien la población crecía en períodos de bonanza, con una tasa apreciable, factores de la naturaleza citada provocaban un retroceso. Las condiciones mencionadas de crecimiento "natural" se mantuvie- ron hasta una época muy reciente en regiones pobladas por quizás más de la mitad de la población del mundo. Sin embargo, la sobremortalidad debida a epidemias graves y al hambre fueron mucho menos frecuentes, de tal modo que en el siglo presente sólo se puede citar casos aislados, gracias al creciente control logrado sobre la producción y la distribución de los alimentos y a los adelantos en la prevención de las plagas (erradicación de agentes vectores, vacunación y saneamiento del ambiente). En otras regiones, en particular en los países de Europa occidental, como consecuencia de cambios que tienen su origen en el desarrollo de la ciencia y en la tecnología, la mortalidad comenzó a descender y con ello la población creció a un ritmo más acelerado. En términos generales, se puede decir que a partir del siglo XVII ó XVm el equilibrio observado durante tantos siglos comenzó a romperse, primero en determinados países y regiones y poco a poco ese cambio se fue extendiendo a otros. Los cambios involucrados en lo que se ha dado en llamar revolución agrícola, revolución industrial y revolución sanitaria fueron los factores que a través de la disminución del nivel de la mortalidad determinaron el crecimiento cada vez más rápido de la población. Es indudable que los adelantos médicos y sanitarios fueron los factores decisivos de la caída de la mortalidad. En tal sentido han jugado un papel primordial el control de las enfermedades infecciosas y parasitarias, la higiene en la 16 manipulación de los alimentos, la provisión de agua potable, el descu- brimiento de drogas y bastante recientemente de antibióticos. Los progresos en las condiciones de alimentación, habitación y otras condiciones materiales de vida también tuvieron una importante función, principalmente en aquellos países donde los cambios comenza- ron a producirse primero debido a su mayor desarrollo económico, digamos durante el siglo XK y parte del siglo en curso. La revolución agrícola consistió en un constante incremento en los conocimientos científicos de las plantas y cría de ganado, uso de fertilizantes, rotación del suelo, métodos de cultivo, mecanización de las tareas y aumento de la capacidad y de los conocimientos por parte de los agricultores. A través de estos medios la producción por hectárea fue grandemente incrementada en Europa, América del Norte y algunos otros países. La revolución industrial ayudó a aumentar el suministro de alimentos per cápita, principalmente a través de dos caminos: los adelantos en los medios de transportes, que hicieron posible movilizar los alimentos de los lugares de producción abundante a los lugares de consumo, pero también facilitó las migraciones a nuevas tierras y, en segundo lugar, hizo posible la mecanización de la agricultura. Los progresos en materia de salud no fueron alcanzados por igual ni al mismo tiempo en todas las regiones del mundo. Hasta una fecha tan cercana como lo es el afto 1950 existían regiones del mundo con los niveles de mortalidad prevalecientes cien años antes en países europeos. Alrededor de 1930 más del 50 por ciento de la población del mundo, formada por las que todavía siguen siendo consideradas regiones en desarrollo, que incluían gran parte de América Latina, Asia y Africa, tenían niveles de mortalidad cercanos o superiores a 30 por mil. Durante las últimas décadas, en la post-guerra, estas regiones experimen- taron un descenso rápido de la mortalidad, recorriendo en muy poco tiempo gran parte del camino que los países más desarrollados avanzaron en casi cien años. Las causas que explican esa diferente tendencia histórica son bien conocidas. Los actuales niveles de mortalidad de América del Norte, Europa y algunos otros pocos países como la Argentina, el Uruguay, Australia y Nueva Zelandia, son el resultado de un proceso de descenso iniciado hace unos ciento cincuenta años y que fue precedido por cambios en las condiciones económicas y sociales, en el progreso científico y en la difusión de informaciones. En las regiones en desarrollo obedeció principalmente a la introducción de técnicas médicas y sanitarias importadas de los países más desarrollados, a bajo costo y en gran parte hechas posible gracias a la cooperación internacio- nal y a la misma naturaleza de las técnicas modernas (DDT, antibióticos, adiestramiento de personal, etc.). Como consecuencia de este proceso descendente mucho más rápido en las regiones en desarrollo, a pesar que en las demás regiones la mortalidad siguió bajando, en la actualidad las diferencias absolutas de niveles se han reducido considerablemente. 17 El nivel de la mortalidad se expresa con más exactitud mediante la esperanza de vida al nacer. Alrededor del año 1700 es probable que » en los países más adelantados ella fuera de 30 a 35 años. Actualmente, en los mismos países, es de alrededor de 70 años. Hace apenas. 30 años aquel nivel de 30-35 años estaba vigente en la India y en otros países de Asia; hacia 1940, en muchos países de América Latina, incluyendo Chile y México, la esperanza de vida era de unos 40 años y en la actua- lidad, en América Latina, es cercana o superior a los 60 años, variando según los países. ¿Qué consecuencias ha tenido este descenso de la mortalidad en los dos últimos siglos, en particular en los últimos cien años? An- tes de contestar esta pregunta es necesario señalar que la mortalidad es sólo uno de los factores cuya variación influye en el crecimiento de la población. El otro factor es la natalidad. Un tercer factor, las migra- ciones internacionales, no ha tenido una influencia decisiva en los tiempos modernos, excepto, claro está, en los movimientos de coloni- zación de América y de Oceanía. Pero esta influencia se hizo sentir principalmente cuando sus poblaciones eran todavía relativamente pequeñas y sólo en la segunda parte del siglo XIX y el primer cuarto del siglo actual. En los países del Norte y Oeste de Europa y en los Estados Unidos, la natalidad comenzó a descender durante el siglo XIX; primero, lenta- mente pero más adelante, a fines del siglo pasado y en las primeras décadas del actual, el proceso se aceleró y extendió a otros países de cultura europea y en la postguerra también al Japón. Esta tendencia de la natalidad compensó en parte el efecto del descenso de la morta- lidad sobre el crecimiento de la población en las regiones que experimentaron tempranamente ese proceso. De esta suerte, la tasa de crecimiento en los países más desarrollados fue apenas un poco su- perior al 10 por mil, y en algunos casos entre el 10 y el 15 por mil. En otras partes del mundo, en América Latina, Asia y Africa, con la excepción de unos pocos países, la natalidad apenas ha variado, de tal modo que los rápidos cambios de la mortalidad en las últimas décadas han provocado un crecimiento sin precedentes de su población. En la actualidad la mayoría de los países de América Latina y varios de Asia están creciendo con una tasa superior al 25 por mil y en algunos casos hay evidencias de que la tasa es del orden del 30 por mil. La causa inmediata del descenso de la natalidad en los países desarrollados fue el control voluntario del número de hijos dentro del matrimonio, iniciado en las clases medias y altas y más tarde extendido a las clases bajas. Solamente una pequeña parte de la disminución de la fecundidad en Europa occidental ocurrida en la segunda parte del siglo XIX y primeras décadas del presente siglo, podría atribuirse a la in- vención de técnicas anticonceptivas modernas.La disminución más importante observada en algunos países es anterior a su invención o a la manufactura comercial de artificios anticonceptivos. Por ejemplo, hay 18 antecedentes de que antes de la Segunda Guerra Mundial, la mitad de las parejas en la Gran Bretaña controlaba la natalidad practicando el coitus interruptus, y existen evidencias de que algo similar ocurría en otros países europeos. Se sabe, por otra parte, que la mayoría de las poblaciones han practicado y practican intensivamente el aborto como método de control de la natalidad. En los países en desarrollo la natalidad no ha descendido, vincu- lándose esta situación con el hecho de que una elevada proporción de su población ha mejorado relativamente poco sus condiciones mate- riales de vida y su nivel de instrucción. Las prácticas anticonceptivas efectivas (tradicionales o modernas, diferentes al aborto) suponen un cambio en los hábitos culturales transmitidos durante centurias, en particular, de modificaciones en el comportamiento sexual de las parejas. Esta interpretación responde a la hipótesis de la "transición" demográfica, según la cual la industrialización y la modernización de las sociedades conlleva una evolución desde un estado con altos niveles a otro estado con bajos niveles de mortalidad y de fecundidad, hipóte- sis que en cierto grado se ha verificado históricamente en los países hoy desarrollados. Según este enfoque debería pensarse que la población de la mayoría de los países y regiones en desarrollo se encuentra pasando por la fase inicial de la "transición" demográfica -descenso de la mortalidad-, en tanto que la fase de descenso de la fecundidad debería esperar algún tiempo hasta que se alcanzasen las condiciones económicas y sociales necesarias para precipitar dicho descenso. Sin llegar a negarse la verdad intrínseca que encierra la hipótesis de la "transición" demográfica, este mecanismo automático carecería de suficiente eficacia práctica para lograr, a corto o mediano plazos, una reducción significativa de la fecundidad y, por consiguiente, del crecimiento demográfico en los países en desarrollo. Como alternativa y/o complemento de los efectos implícitos en el desarrollo económico y social, en los últimos 20 años se han adoptado políticas y puesto en práctica programas de acción directa tendientes a reducir la fecundidad. En la actualidad, en un gran número de países funcionan programas de planificación de la familia, a través de los cuales se prestan diversos servicios -tales como información, educación sexual, atención en clínicas y provisión gratuita de anticonceptivos, y otros destinados al control de la natalidad- a las mujeres que los solicitan. Aunque la cobertura de. población de estos programas es relativamente limitada en la mayoría de los países en que se han establecido,4 sus efectos y otras actividades (por ejemplo, información y comercialización de anticonceptivos) se han dejado sentir en un buen número de países.5 4 Entre los países con programas de amplia cobertura se pueden méncionar India, Formosa y Corea del Sur. 5 Por ejemplo, en Costa Rica y Chile, en América Latina. 19 4. Nuevo interés y polémica sobre la población Dos hechos de postguerra han contribuido mucho a colocar el asunto de la población dentro del primer plano en la preocupación de cientí- ficos y políticos. El primero tiene relación con la nueva orientación de la comunidad internacional y, en particular, de ciertos países respecto del papel fundamental de los gobiernos en la creación de las condieiones necesarias para elevar el bienestar de los pueblos' y la toma de conciencia de esa posibilidad mediante acciones de planificación de la economía y del cambio social. El segundo hecho, percibido sólo posteriormente, es el rápido crecimiento demográfico a nivel mundial y, más dramática- mente, en los países en vías de desarrollo, así como las perspectivas sobre esta tendencia en un futuro relativamente próximo. Durante una época la planificación estuvo fuertemente orientada por objetivos y metas de naturaleza económica (por ejemplo, creci- miento del producto nacional a una tasa determinada, políticas de desarrollo industrial de substitución de importaciones, construcción de obras de infraestructura, etc.). El poco éxito de muchas experien- cias para resolver satisfactoriamente los principales problemas inheren- tes al crecimiento económico y, sobre todo, para mejorar substan- cialmente el nivel de vida de la mayoría de la población en los países de débil economía, determinaron la revisión de los principios que orientaban las políticas y los planes de desarrollo. Surgió en ese momento un nuevo enfoque que otorga un importante papel a la planificación de los llamados sectores sociales (salud, educación, vivienda, seguro social, etc.) y que entre los objetivos del desarrollo explícita y pone énfasis en los relativos al empleo y a una distribución más equitativa del ingreso nacional entre los distintos grupos de perceptores. Al mismo tiempo que ganaba consenso la tesis de que no podía haber desarrollo si no se tomaban en cuenta los aspectos sociales inherentes al proceso de modernización y crecimiento de la economía, en ciertos sectores científicos y de opinión pública se comenzó a llamar la atención sobre el obstáculo que significaba el rápido crecimiento demográfico para alcanzar los objetivos del desarrollo económico y social. En sus términos más simples el obstáculo de una elevada tasa de crecimiento demográfico fue presentado como una carrera entre el tamaño de la población y el monto del producto nacional. Partiendo del supuesto que en los países en desarrollo el capital es el factor limitante del crecimiento económico y que, por el contrario, la mano de obra (población) es el factor redundante, cualquier esfuerzo por aumentar el producto nacional es en gran parte neutralizado por el aumento numérico de la población, de suerte que se cierran las posibilidades de mejorar substancialmente el ingreso per cápita y, por consiguiente, el nivel de vida de los habitantes dé aquellos países. Esta argumentación extrema ha sido rebatida por sectores que 20 esgrimen explicaciones igualmente tajantes. La causa del subdesarrollo y de los males sociales correlativos tienen su origen en las instituciones humanas, por lo que la única solución es el cambio de las estructuras jurídicas, económicas y sociales. Los recursos naturales son abundantes pero están mal explotados, o permanecen ociosos, la población no tiene acceso a ellos. Los conocimientos disponibles y la tecnología moderna son suficientes para asegurar la subsistencia de una población mundial decenas de veces más numerosa que la actual. En las condiciones demográficas prevalecientes en los países subdesarrollados (alta fecun- didad y relativamente baja mortalidad), el rápido crecimiento de la población tiene su raíz en la situación de pobreza, ignorancia y falta de participación social de una importante mayoría de la población. Comparando países con distintos niveles de desarrollo, con fre- cuencia se presenta la correlación estadística inversa entre la tasa de crecimiento demográfico y diversos indicadores económicos y sociales, como evidencia empírica de las ventajas que ofrece una población que aumenta a una tasa relativamente baja. En aparente contradicción con este resultado, análisis históricos de la evolución del producto y la población en muchos países hoy industrializados, durante el siglo XIX y las tres primeras décadas del siglo presente, no arrojan ninguna prueba concluyente sobre la naturaleza de la relación entre ambas variables. En todo caso, en los países más representativos del proceso de industrialización el crecimiento sostenido del producto per cápita coincidió con una clara expansión de su población. También se podrían mencionar países de América Latina (México, el Brasil, Venezuela, Panamá) en los que tasas demográficas del orden de2,5 por ciento y más altas todavía, no fueron obstáculo para que el producto creciera a tasas anuales superiores al 6,0 por ciento durante las dos últimas décadas, un nivel bastante superior al alcanzado en países de lento crecimiento demográfico, de la región y de otras partes del mundo. Existen importantes lagunas en el conocimiento de las relaciones entre el tamaño, crecimiento y características de la población, por una parte, y los principales problemas del desarrollo económico y social, por otra. Ello puede atribuirse en gran medida a la naturaleza compleja de tales relaciones, a la insuficiencia de datos sobre aspectos importantes del comportamiento económico y demográfico de las familias y de los individuos, a la diversidad estructural interna de cada país, al momento histórico en que se insertan los acontecimientos y, seguramente, a la riqueza de recursos y otras ventajas naturales de cada territorio. No obstante se ha progresado suficientemente como para comprender que las relaciones son recíprocas, de suerte que el estado y la dinámica de la población influyen sobre el desarrollo a través de múltiples avenidas, a la vez que el desarrollo económico y social es requisito necesario para el cambio demográfico. Así, no podría afirmarse que "el problema de la población"sea la causa del subdesarrollo, pero tampoco podría ignorarse que un crecimiento más lento de la población permitiría a muchos 21 países encarar con mejores probabilidades de éxito sus propios problemas económicos y sociales. Los países hoy industrializados basaron su desarrollo en una serie de condiciones favorables. Sacaron ventajas de una revolución tecno- lógica que aumentó considerablemente la productividad en las manu- facturas y en la agricultura, haciendo posible una enorme acumulación de capital y, al mismo tiempo, permitió elevar el nivel de vida de la población que vivía en esos países. El tipo de tecnología desarrollado fue apto para absorber la creciente mano de obra urbana constante- mente alimentada por la migración rural, en tanto que la agricultura mantuvo un nivel conveniente de productividad. La explotación de los recursos naturales de las colonias de ultramar y la relación de depen- dencia de los mercados de estas últimas también fueron factores deci- sivos en la expansión económica de las metrópolis. Por último, el crecimiento demográfico de los países industrializados, en las épocas de auge, apenas alcanzó a la mitad del nivel prevaleciente en los países en desarrollo durante el período 1950-1970. La situación frente a la que se encuentran hoy día los países en desarrollo es diferente en muchos aspectos. Si bien estos países son herederos del conocimiento acumulado y la tecnología desarrollada por los países ricos, su aprovechamiento en favor del desarrollo está fuertemente condicionado por factores institucionales, económicos, culturales y de dependencia. Por ejemplo, la tecnología moderna en razón de que requiere fuertes inversiones y que al mismo tiempo ahorra trabajo, no ofrece una buena solución a dos problemas básicos del desarrollo en estos países: la formación de capital y el empleo produc- tivo. En las regiones más pobladas del globo, la elevada densidad ya alcanzada es factor de presión sobre los recursos naturales disponibles en particular sobre el agua y la tierra arable. En los países en desarrollo el ingreso per cápita disponible es notoriamente insuficiente para soste- ner un estándar de vida compatible con los adelantos alcanzados por el hombre y menos aún con el estilo de vida moderno característico de los países ricos. Por otra parte, las posibilidades de un rápido progreso, a tono con las expectativas crecientes de aquellos pueblos, parecen alejarse cada vez más ya que la brecha del ingreso de ambos grupos de países está aumentando y con bastante certeza se espera que esta tendencia se mantendrá en los próximos 20 años. 5. Implicaciones del crecimiento de la población Las características de la población y su dinámica tienen implicaciones en casi todas las facetas de la vida económica, social y política de un país. Por cierto hay determinados campos críticos en los que la relación es más natural o evidente, tales como son la producción de alimentos, el uso y agotamiento de los recursos naturales, la conservación del ambiente, el pleno empleo, la provisión de vivienda adecuada y de 22 servicios educativos y de salud. Problemas de esta naturaleza no serán resueltos influyendo solamente sobre las tendencias demográficas, en el sentido que las políticas de población no son un substituto sino parte integrante de las políticas generales. Sin embargo, en razón de que la población está tan íntimamente relacionada con tales problemas, hay fuertes razones para pensar que una tasa de crecimiento demográfico más baja, combinada con determinadas condiciones y políticas econó- micas y sociales, favorecería el logro de los objetivos del desarrollo en la mayoría de los países económicamente atrasados. Para comprender mejor la naturaleza de las interrelaciones entre el crecimiento demográfico y el desarrollo es conveniente, primero, hacer un rápido examen de las condiciones básicas que sirven de sustento a la vida del hombre sobre la tierra, vale decir de los recursos naturales y del ambiente que lo rodea. Ambiente y Recursos Naturales Tendría poco sentido discutir el problema del ambiente y los recursos naturales si no se reconociera que el hombre vive hoy día en un mundo cada vez más interdependiente, y que el crecimiento de la población es a corto o largo plazos un problema global. Por cierto, los problemas del agotamiento de recursos naturales y deterioro del ambiente tienen connotaciones distintas en cada país. Así, en tanto que en los países altamente industrializados la clase, la forma y el volumen de producción son fuentes de contaminación ambiental y de agota- miento de recursos, en los países económicamente atrasados la explotación incontrolada de los recursos disponibles, la utilización de tecnologías irracionales y la pobreza generalizada son igualmente fac- tores de contaminación, de empobrecimiento del suelo y de rápido desgaste de algunas importantes reservas minerales. De la misma manera no son comparables las situaciones entre países en desarrollo con distintas densidades de población y dotaciones de recursos naturales, ni entre países industrializados que tienen diferente grado de dependencia externa respecto del suministro de combustibles y de materias primas. No obstante, a causa de la fuerte interdependencia de las economías nacionales, la crisis de recursos naturales es un problema que afecta directa o indirectamente, en menor o mayor medida, a todos los países del mundo. Cabe preguntarse: ¿cuál será el impacto futuro del crecimiento de la población sobre los recursos naturales y el ambiente? Es obvio que ese crecimiento tiene límites dado el hecho que el hombre vive en un mundo finito. Por otra parte, hay cierto consenso en que la población no podría seguir aumentando como hasta ahora, por mucho tiempo, bajo las condiciones de crecimiento económico de los países des- arrollados. Aunque se admite que los límites de aquel crecimiento son relativos porque cambian con la tecnología, la humanidad no sólo confronta el problema de un consumo cuantitativa y cualitativamente 23 en aumento, tanto en los países desarrollados como en los que están en la etapa del desarrollo, sino que también el más grave a largo plazo de la calidad de la vida. Para poder sostener y mejorar el nivel de consumo deberá producirse en proporciones considerablemente mayo- res que ahora, con el consiguiente agotamiento de recursos naturales limitados y no renovables y deterioro del ambiente con efectos adversos para el hombre de orden biológico, climático, sanitario y mental. Muestras de este último peligro ya son una realidad en las grandes ciudades como consecuencia de la contaminación delagua y del aire provocada por las descargas de las industrias químicas, metalúrgicas, y de alimentos; por gases y otras substancias nocivas expelidas por los automóviles; por el hacinamiento y la falta de servicios sanitarios adecuados de los asentamientos precarios periféricos y de los barrios de tugurios; por la contaminación de las aguas y los alimentos derivados del uso excesivo y/o indiscriminado de pesticidas; así como las tensiones síquicas y sentimientos de frustración de un sistema de vida que progresivamente impone limitaciones a los individuos en el uso de su tiempo, en la disponibilidad de espacio para vivienda y en acceso a áreas exteriores de recreación. Dado un estilo de vida, el crecimiento de la población es uno de los principales factores que afectan la demanda de recursos y la calidad del ambiente, y su importancia crece cuanto más lejos se sitúa el futuro. Es cierto que la mayoría de los países, con rápido o moderado creci- miento demográfico, pueden y seguramente serán capaces de encontrar salida a los problemas de desarrollo que conlleva ese crecimiento, pero tales soluciones comprometen un conjunto particular de otros proble- mas de lenta pero inexorable gestación cuyas consecuencias y posibili- dades de control a futuro son impredecibles. La atención de estos problemas acarreará una dependencia tecnológica cada vez mayor y seguramente una sociedad más imaginativa y regulada. El agua y la superficie del suelo figuran entre los elementos esenciales de la vida humana. Los minerales y las fuentes de energía constituyen la base de la economía moderna. Todos estos elementos están sujetos actualmente a una fuerte presión, ya sea por la densidad demográfica como por el crecimiento económico. Por ejemplo, la tecnología para obtener combustibles y aquélla para su conversión en energía, son asuntos críticos; por una parte las reservas de combustibles fósiles son limitadas en volumen físico y en términos de explotación a costos económicos y, por otra, será necesario desarrollar fuentes limpias de producción de energía como requisito para mantener condiciones ambientales seguras. Los requerimientos de agua para consumo humano, uso industrial y riego agrícola, ya exceden las disponibilidades de algunas regiones, esperándose que prevalecerá una relativa escasez en decenas de países en un futuro próximo. Actualmente el uso de agua es virtualmente libre o a costos que no constituyen una restricción a su empleo indis- 24 criminado. Tan solo el aumento de la población y su incidencia en el desarrollo de la economía, tarde o temprano impondrá un mayor control sobre ese elemento, afectando el uso particular y motivando cambios tecnológicos en industrias claves, en las técnicas de riego y en los métodos y especies vegetales cultivadas. Durante las últimas décadas el crecimiento de la producción agrícola ha dependido casi exclusivamente de la mayor productividad por unidad de tierra cultivada, mediante el uso de fertilizantes, riego, nuevas variedades vegetales y métodos más racionales de cultivo. No obstante algunas estimaciones optimistas sobre el aprovechamiento de suelos, que ahora por razones técnicas o económicas no son aprovechables, la situación de la agricultura en la mayoría de los países indica que existe poco margen para aumentar la producción mediante la extensión de las fronteras agrícolas. Aparte de que la incorporación de tierras de baja calidad, o no utilizables con métodos tradicionales, impone pesadas inversiones de capital, la política de restringir el uso indiscriminado de fertilizantes químicos y pesticidas, basada en argumentos de calidad ambiental, probablemente también será un freno a la productividad. Población y Economía No es necesario señalar que en la actualidad ya nadie sostiene que los problemas del subdesarrollo se pueden superar exclusivamente por el control de la población. A la inversa, también es insostenible el pensa- miento de que el tamaño y el crecimiento de la población son, por sí mismos, factores favorables al desarrollo. El estado del conocimiento en esta materia no ofrece argumentos teóricos definitivos ni pruebas empíricas concluyentes sobre las ventajas para el desarrollo de una tasa de crecimiento anual de la población de, por ejemplo, 2,8 por ciento sobre otra de 1,8 por ciento y tampoco para lo contrario. Para llegar a alguna conclusión habría que examinar cada caso en particular y para un momento histórico dado. Desde un punto de vista nacional el rápido crecimiento de la población de un país podría ser defendido por razones políticas o ideológicas. Las grandes potencias son identificadas históricamente con poblaciones numerosas. Los países con escasa densidad geográfica de población y con extensos territorios vírgenes, pueden proponerse un mayor poblamiento por motivos geopolíticos y/o para sacar mejor partido de sus riquezas naturales. En fin, el tamaño del mercado y las economías de escala en la producción, son argumentos que se esgrimen ocasionalmente a favor de una población numerosa. En todo caso es evidente que el poderío económico y político, la ampliación del poder comprador del mercado interno o el racional aprovechamiento de los recursos naturales no se logran con el aumento de la población si éste no va acompañado por el desarrollo de condiciones extrademográficas favorables. Precisamente una clase de desarrollo que, en opinión de 25 aquéllos que sostienen la tesis op.uesta, sería trabado por el rápido crecimiento de la población, como se dice a continuación. Las ventajas que tendría una disminución en el ritmo de creci- miento demográfico, para el desarrollo de la economía, son debatidas a nivel de países y en particular de países económicamente atrasados. A nivel mundial y a largo plazo (20, 30 ó 50 años) los problemas propios del agotamiento de los recursos naturales y del deterioro del ambiente dominan la escena. En situaciones típicas de los países en desarrollo la población tiene una estructura por edades "relativamente joven", debido a la alta fecundidad prevaleciente. En consecuencia la relación entre "dependien- tes" y población adulta en edad de trabajo es mayor que en los países de fecundidad relativamente baja. La disminución de la tasa de creci- miento, vía descenso de la fecundidad, mejoraría la relación de productores a consumidores a través de dos caminos: el cambio ya mencionado en la estructura de edades y las mayores posibilidades de las mujeres -a causa de un menor número de hijos- para participar en la fuerza de trabajo. Como no hay ninguna razón para que disminuya la productividad por trabajador ni, a mediano plazo, para que la población en edades activas no siga creciendo a la misma tasa que antes, la conclusión lógica es que cambios puramente demográficos tendrán como efecto elevar el ingreso per cápita. La demanda sobre determinados bienes y servicios es directamente afectada por la tasa de crecimiento de la población, como ocurre por ejemplo con los alimentos, la vivienda, la educación, la atención médica y otros servicios públicos. Por consiguiente, el rápido creci- miento demográfico obstaculiza las políticas gubernamentales con objetivos económicos y de bienestar social de los grupos de población de bajos ingresos. La atención de las crecientes necesidades impone una pesada carga sobre el presupuesto de gastos corrientes y, de igual manera, sobre las inversiones públicas en infraestructura social. En su doble función de productora de alimentos y de fuente de trabajo para una importante fracción de la población, la tierra agrícola sufre la fuerte presión de un elevado crecimiento demográfico. Los resultados son, por un lado, la emigración en mayor escala desde el área rural y, por otra, la elevación de los precios de los alimentos y materias primas industriales de primera necesidad y, con bastante frecuencia, la necesidad de importarlos. Bien conocida es la exagerada centralizacióngeográfica de la economía y, con ello, de la población en los países en desarrollo. Las principales metrópolis están creciendo a tasas superiores al 5 por ciento anual por la combinación de un crecimiento vegetativo y un flujo migratorio que son, ambos, expresión de condiciones generalizadas de rápido aumento demográfico. En tales condiciones de crecimiento el uso del suelo urbano y otros problemas de hábitat cobran dimensiones que los vuelven casi incontrolables, aparte de los problemas sociales que 26 se originan principalmente en las condiciones prevalecientes de empleo productivo insuficiente (pobreza, marginalidad, delincuencia, tradicio- nalismo cultural, elevadas tasas de mortalidad y de fecundidad, etc.). Como consecuencia de un descenso de la tasa de crecimiento de la población, la economía y el bienestar individual no se verían afectados negativamente. A corto y mediano plazos, los principales factores del crecimiento económico son independientes de los cambios que pueden ocurrir en la dinámica demográfica. En efecto, los individuos que formarán parte de la fuerza de trabajo en los próximos 20 años ya han nacido en este momento. Por otro lado, un cambio cualitativo en los futuros trabajadores (educación y salud) compensará fácilmente dentro de algunas décadas un crecimiento más bajo. Si se tomaran en cuenta las perspectivas respecto a la futura participación de la mujer, la situación sería aún más favorable. La demanda de bienes y servicios tampoco sería afectada negativa- mente. A corto y mediano plazos probablemente disminuirá el ritmo de aumento de la demanda de los bienes y servicios que consumen los niños (alimentos, servicios médicos, etc.). Por otra parte, los efectos favorables sobre el ingreso per cápita, originados en el crecimiento más lento de la población, deberían permitir mejorar cualitativamente la demanda de la población infantil, y también por la misma causa debería tender a cambiar ventajosamente la estructura de la demanda de las personas adultas (por ejemplo, más servicios y menos bienes). Los cambios en la producción que signifiquen mayor utilización de mano de obra (servicios versus producción fabril) y menor uso de recursos no renovables, o disponibles en cantidades limitadas, favorecerán el crecimiento económico con desarrollo social. Líderes nacionalistas de muchos países y ciertos círculos de intelectuales rechazan la premisa según la cual el descenso del creci- miento de la población tendría efectos favorables para el futuro desarrollo de los pueblos. Sostienen que una política de control de la población, por el contrario, sólo serviría para desviar la atención de las verdaderas raíces de los problemas económicos y sociales que agobian a la humanidad; que tales políticas se ofrecen como una falsa alterna- tiva de los cambios estructurales que sería necesario realizar para conseguir un auténtico desarrollo económico-social. Además, el control de la población de los países en desarrollo sería una maniobra de las grandes potencias industriales para asegurarse el dominio de la econo- mía mundial y un equilibrio político favorable. Incluso se piensa que la política de control de la natalidad debilitará, con grave riesgo para la humanidad, la vitalidad de la población. Paralelamente a esta línea de pensamiento, se especula con el supuesto de que el ritmo de aumento de la población de los países en desarrollo comenzará a disminuir automáticamente cuando los grupos mayoritarios obtengan mejoras substanciales en su nivel de vida. Si se elimina la igno- rancia y la pobreza, la respuesta obvia será el descenso de la fecundidad. 27 Es verdad que, históricamente, el proceso de transición de una alta fecundidad a una baja ocurrió en los países hoy desarrollados durante el siglo XIX y comienzos del presente siglo, pero como se ha dicho en páginas anteriores, tomó tiempo y se llevó a cabo con una dinámica demográfica radicalmente diferente de la que prevalece en la actualidad en los países en desarrollo. De ahí que el problema no es lo que eventualmente sucederá en el futuro, sino cuándo y a qué velocidad se producirán esos cambios. Respecto de muchos países se podría dar buenas razones para defender la tesis de que todavía no llegó el momento de frenar el crecimiento demográfico; cuando se den las condiciones propicias el crecimiento comenzará a disminuir, o bien cuando las circunstancias indiquen su conveniencia habrá llegado el momento de aplicar políticas de control. Este planteamiento olvida una característica intrínseca de la diná- mica demográfica: la inercia del proceso de crecimiento. Para decidir si hoy debería comenzarse a aplicar una política de control, es indis- pensable considerar un horizonte de 30, 50 y más años. Aunque una política de control pueda aplicarse con éxito desde el comienzo, sus efectos sobre el crecimiento demográfico serán débiles en las primeras dé- cadas. Para comprender qué es y qué efectos tiene la inercia del crecimien- to es necesaria una explicación. De ello se ocupa la próxima sección. 6. Crecimiento cero de la población La población crece en la medida que los nacimientos exceden a las muertes. En los países en desarrollo, los primeros son tres y hasta cuatro veces más numerosos que las muertes, en tanto que en muchos países económicamente avanzados la relación no alcanza a ser de 2 a 1. Cuando esa relación vale 1 la población deja de crecer: la tasa de crecimiento es cero. En la época moderna ninguna población impor- tante ha dejado de crecer, al menos en tiempo de paz, y sólo ahora en estos últimos años algunos países de Europa se están acercando al nivel estacionario. El número de nacimientos y muertes ocurridos durante un año u otro período de tiempo son el producto, sin embargo, de condiciones del momento y de ninguna manera reflejan necesariamente las condi- ciones y tendencias intrínsecas de la mortalidad y de la fecundidad. Para revelar la naturaleza intrínseca de la reproducción humana es necesa- rio introducir un tercer elemento: la estructura etaria de la población. En efecto, como se verá en otros capítulos de este libro, en cualquier población existe una importante relación entre la "estructura etaria y el nivel general de natalidad y de mortalidad. De una manera breve y simplificada se puede decir lo siguiente:6 6 Para mayores detalles sobre la composición etaria, véase la sección 7 de este capítulo. 28 i) Las poblaciones que han mantenido durante un tiempo más o menos largo una elevada fecundidad, se caracterizan por tener una proporción relativamente grande de individuos en edades jóvenes (por ejemplo, por debajo de los 15 años) y una proporción relativamente pequeña de individuos en edad avanzada (por ejemplo, sobre 60 años), en tanto que la situación inversa se encuentra en poblaciones con baja fecundidad prevaleciente. ii) En igualdad de condiciones específicas de mortalidad, las poblaciones que por su composición etaria son "relativamente jóvenes", tienen una menor proporción de muertes (tasa bruta) que las poblaciones "relativamente viejas". iii) En igualdad de condiciones específicas de fecundidad, las poblaciones "relativamente jóvenes" pueden tener una propor- ción de nacimientos ligeramente menor o mayor (tasa bruta), pero esa proporción mejora durante el período de transición hacia una población "relativamente vieja", en virtud del porcen- taje de mujeres en edad de procrear (15 a 44 años). El punto iii) es más bien hipotético, ya que en la realidad no se encuentran poblaciones con iguales condiciones específicas de fecun- didad y al mismo tiempo composiciones etarias muy diferentes. De cualquier manera la conclusión debe ser que la composición etaria en un momento dado del tiempo constituye un elemento importante del crecimiento de la población. Pero justamente por ser una situación del momento, y seguramente transitoria si se anticipa un cambio en la fecundidad específica, nodice nada sobre el futuro número de nacimientos y muertes; ni en consecuencia sobre el crecimiento de la población. Una importante conclusión práctica que se desprende de lo anterior podría formularse así: el descenso de la fecundidad de las mujeres en los países en desarrollo, espontáneo o incentivado por medidas de política, tendría en los próximos 30 ó 50 años, según la intensidad del cambio, un efecto sobre el crecimiento de la población menor al que de otro modo se habría logrado, como consecuencia de una variación en la composición etaria que favorece un mayor número de nacimientos. Por esta característica de la dinámica demográfica, se puede decir que los países hoy en desarrollo poseen un elevado potencial de crecimiento, comparado con el potencial de los países desarrollados. Aclarada la importancia que tiene la composición etaria sobre el potencial de crecimiento de la población se examinará ahora el problema central, esto es el camino y el tiempo necesario para alcanzar el estado estacionario o crecimiento cero. El camino a seguir es el descenso de la fecundidad hasta alcanzar el nivel de reemplazo, manteniéndose en adelante invariable. Nivel de reemplazo significa que nacen los niños que son necesarios para reemplazar exactamente a la generación de sus padres. En términos técnicos esto significa una tasa neta de reproducción (TNR) igual a 29 1; en términos corrientes equivale a un promedio un poco por arriba de 2 hijos por familia completa, vale decir al final del período reproduc- tivo de la pareja. Nótese que este tamaño de familia no es muy inferior al que se da en muchos países industrializados, y en todo caso coincide aproximadamente con el tamaño deseado por la mayoría de las parejas en esos países. El tiempo necesario para que la TNR alcance el valor de 1 depende del nivel actual de la fecundidad y de la velocidad a la que ésta descienda anualmente. Entre 5,5 y 6,5 niños es el tamaño de la familia completa en la mayoría de los países en desarrollo. La TNR bien podría situarse entre 2,4 y 2,8. Quiere decir que para alcanzar el nivel de reemplazo, la fecundidad deberá descender en aquellos países a menos de la mitad, con mayor precisión, en un 60 por ciento. Experiencias recientes (Japón, Formosa, Singapur) registran descen- sos del orden del 50 por ciento en períodos de 10 a 15 años. En otros casos, aunque no se alcanzaron estas cifras, el descenso en los últimos 10 años fue igualmente espectacular (por ejemplo, Costa Rica). Sin embargo, los especialistas no son tan optimistas en cuanto a las pers- pectivas de lograr metas similares a muy corto plazo en los países en desarrollo de mayor población, exceptuándose probablemente China Continental. Una perspectiva algo más realista parece ser la meta de alcanzar el nivel de reemplazo al final del presente siglo, en el mundo y en las grandes regiones. Ello significaría reducir cada 10 años entre 2 y 2,5 hijos el tamaño de la familia completa, sobre la base de un tamaño de aproximadamente 6 hijos en 1970. Una tercera perspectiva que tiene mayores visos de verosimilitud que las anteriores, consiste en alcanzar la meta de TNR= 1 alrededor del año 2025. El cuadro 4 contiene los resultados de tres proyecciones de población, según otras tantas hipótesis de evolución de la fecundidad. La evolución de fecundidad llamada "intermedia" supone que el nivel de reemplazo se alcanza en el período 2000-2005. La proyección correspondiente arroja para esa época una población mundial de 5 922,4 millones, es decir un 62 por ciento sobre la población de 1970. En los países en desarrollo el aumento relativo es mayor todavía: 79 por ciento; y en América Latina tanto como el 91 por ciento. Se puede observar en el cuadro 4 que la población no dejará de crecer en el año 2000. Por efecto de la inercia demográfica el estado estacionario recién se alcanzaría para el mundo cincuenta años más tarde, con una población de 8 388,5 millones, pero todavía habría que esperar una o dos décadas más para que los países en desarrollo, en conjunto, se estabilicen sobre los 6 700,0 millones. Analizando ahora la proyección "alta", la que supone que TNR= 1 en el período 2020-2025, nótese el efecto sobre el crecimiento de la 30 Cuadro 12 PROYECCION DE LA POBLACION DEL MUNDO SEGUN TRES ALTERNATIVAS DE EVOLUCION DE LA FECUNDIDAD, 1970-2100 Región Evolución de la fecundidad a ^ Año Región Evolución de la fecundidad a ^ 1970 1980 2000 2050 2100 (Millones de habitantes) "baja" 3 645,0 4 212,8 5 115,6 6 286,2 6 416,8 Mundo "intermedia" 3.645,0 4 387,1 5 922,4 8172,2 8 388,5 "alta" 3 645,0 4 436,3 6 422,1 10473,2 11 168,8 "baja" 2 529,9 3 023,3 3 763,8 4 762,5 4 910,6 Países en desarrollo "intermedia" 2 529,9 3 185,2 4 528,0 6 525,4 6 763,2 "alta" 2 529,9 3 230,6 5 015,0 8 838,7 9 571,9 "baja1 1122,2 1 204,3 1 335,8 1 481,8 1 488,0 Países desarrollados "intermedia" 1122,2 1 216,7 1 388,1 1 610,3 1 623,2 "alta" 1 122,2 1 220,2 1 416,8 1 735,7 1 775,8 América Latínac "intermedia" 238,2 366,7 539,7 797,3 823,4 Fuente: Frejka, Thomas, The Future of Population Growth, John Wiley and Sons, 1973, Apéndice 2, págs. 219-249. a La proyección "baja" supone un descenso lineal de la fecundidad hasta alcanzar el nivel de reemplazo (TNR = 1) en el período 1980- 1985; la "intermedia", una disminución de la fecundidad hastn. alcanzar el nivel de reemplazo en el período 2000-2005; la pro- yección "alta", un descenso igualmente lineal de la fecundidad , hasta alcanzar el nivel de reemplazo en el período 2020-2025. Todas las proyecciones suponen un descenso sostenido de la mortali- dad, de manera que a mediados del siglo XXI la esperanza de vida de las mujeres sería del orden de 74,0 años en los países en desarrollo. c Catorce países solamente: Brasil, Colombia, Perú, Venezuela, México, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Argentina, Chile, Cuba, República Dominicana, Puerto Rico y Trinidad-Tobago. población. Las diferencias hacia el año 2000 respecto de la proyección "intermedia" son del orden de los 500 millones, tanto para el mundo como para el conjunto de los países en desarrollo. Respecto de estos últimos, el crecimiento entre los años 1970 y 2000 sería de casi 100 por ciento, contra 79 por ciento según la proyección intermedia. Naturalmente los efectos acumulativos de la proyección "alta" se harán sentir más fuertes más allá del año 2000. Así, en los países en des- arrollo y en el año 2050, la diferencia entre las proyecciones "intermedia" y "alta" es de 2 300 millones de seres. Otra consecuencia de la proyección "alta" es que la población se estabilizará alrededor del año 2100, sobre los 11 000 millones de seres, o sea tres veces la población del mundo en 1970. Una observación final: en cualquiera de las hipótesis de proyección, el crecimiento de la población será bastante débil hasta el año 2000 en el conjunto de los países desarrollados (por ejemplo, un 20 por ciento). 31 Hacia el año 2050 y en la situación extrema de la proyección "alta", el crecimiento relativo respecto de la población de 1970 será del 55 por ciento, lo que en cifras representa un aumento no despreciable de 514 millones de seres. 7. La estructura de la población por sexo y edades La composición de la población según el sexo y la edad de los individuos que la forman constituye su cualidad esencial. La dinámica del crecimiento demográfico depende, dentro de ciertos límites, del equilibrio entre ambos sexos y de la relación entre los subgrupos de población de diferentes edades, en la medida que la mortalidad y la fecundidad son funciones de esos dos atributos. Por otra parte, el sexo y la edad de los individuos están relacionados con casi todas las características de la población, como son el estado civil, la escolaridad, las características económicas,, la movilidad geográfica, el lugar de residencia, la posición en la familia, etc. En general, la composición por sexoy edades proporciona la información necesaria para estimar el número de niños en edad escolar, la fuerza de trabajo potencial, los efectivos para la defensa nacional, el número de personas en edad de retiro profesional, la población en edad de procrear, etc. y, en una primera aproximación, estimar las necesidades de viviendas, de alimentos, de servicios médicos y de otros servicios sociales. Por esta razón la mayoría de las tabulaciones censales y de otras fuentes de datos demográficos se suelen presentar cruzando los diferentes atributos investigados con el sexo y la edad. Sexo. La igualdad aproximada entre el número de individuos de ambos sexos es un carácter orgánico de cualquier población capaz de asegurar su reproducción biológica. La regularidad en el equilibrio por sexo puede observarse en todas las poblaciones numerosas. En poblaciones pequeñas, y en poblaciones afectadas por ciertas condiciones locales particulares pueden encontrar- se desequilibrios relativamente importantes. Así, la población urbana acusa generalmente una mayor proporción de mujeres, en tanto que en la población rural acontece lo contrario, como consecuencia en ambas situaciones de la naturaleza selectiva por sexo de los movimientos migratorios. A nivel nacional las proporciones de hombres y mujeres son determinadas por el índice de masculinidad de los nacimientos y por las diferenciales por sexo de la mortalidad. Aproximadamente, nacen entre 104 y 106 niños por cada 100 niñas. Excepto en el primer año de la vida, la mortalidad masculina excede a la mortalidad femenina, y tal diferencia se acentúa al aumentar la edad. Estos dos efectos se balancean bastante, de tal modo que en la mayoría de los países el 32 índice de masculinidad es ligeramente inferior a 100.7 Desviaciones significativas pueden ser provocadas por la migración internacional y por conflictos armados. Por ejemplo, los países americanos y los de otras regiones del mundo que recibieron fuertes contingentes de migrantes presentaron índices de masculinidad por arriba de 100, como es el caso de la Argentina (105,2 en 1947), Canadá (105,2 en 1941), o Venezuela (102,8 en 1950). En cambio y como consecuencia de la guerra, Japón (89,0 en 1945) y Francia (90,0 en 1946) tuvieron en el pasado índices extraordinariamente bajos. El cuadro 5 presenta los índices de masculinidad estimados de las grandes áreas y regiones del mundo. Se comprueba que en general los hombres exceden a las mujeres en los países de inmigración y en los países en desarrollo, mientras que el número de mujeres es mayor en los países desarrollados. Esta última situación es particularmente acentuada en los países europeos, incluyendo a la Unión Soviética. En el mismo cuadro se confirma lo dicho respecto del efecto de la mortalidad según avanza la edad: por debajo de los 15 años el índice se mantiene sobre 100,8 y por arriba de los 65 años hay un claro predominio de las mujeres. Edad. Para la mayoría de los usos corrientes en demografía, la compo- sición etaria de la población se presenta en grupos quinquenales. Frecuentemente la distribución de la población por grupos de edades se expresa en cifras relativas, en porcentajes, lo cual no solamente faci- lita las comparaciones entre distintas poblaciones sino que también permite reconocer el tipo de población.(Véase el cuadro 6). En condiciones que podrían llamarse naturales, de fecundidad no controlada, cada año nace un número creciente de niños. Por este hecho y porque además cada generación de recién nacidos se irá desgastando en el tiempo por muerte de sus componentes, la distribución de la población por edades en un momento del tiempo es una función decreciente de la edad. En efecto, de dos generaciones sucesivas, la más joven será más numerosa, primero porque inicial- mente lo era y, segundo, porque la generación más vieja habrá sufrido mayor cantidad de muertes ya que estuvo expuesta a este riesgo durante más años de vida.10 Esta es la explicación de que haya más población, Honores x 1 Q 0 Mujeres 8 El excedente de mujeres sobre hombres en las primeras edades en varias regio- nes de Africa podría tener su explicación en una elevada sobremortalidad masculina. 9 En las edades avanzadas, a menor mortalidad más bajo índice de masculinidad, debido a que en esas condiciones las diferenciales de mortalidad son más importantes. 1 0 Si se toma en consideración que la mortalidad ha estado descendiendo en todos los países, la sobrevivencia de las generaciones más jóvenes también es favorecida por ese hecho. 33 Cuadro 12 PRINCIPALES AREAS Y REGIONES DEL MUNDO: INDICES DE MASCULINIDAD ESTIMADOS DE LA POBLACION, 1965 (Hombres por 100 mujeres) Principales áreas y regiones Menores de 15 afios 15-64 años 65 años y más Total Total mundial 103,5 98,9 74,8 99,2 Regiones en desarrollo 103,2 102,3 87,8 102,2 Regiones más desarrolladas 104,3 92,8 65,6 93,0 Africa 100,3 99,6 82,6 99,4 Africa Occidental 99,5 102,9 84,8 100,9 Africa Oriental 99,3 96,9 79,1 97,4 Africa Central 97,8 93,6 77,7 94,8 Africa Septentrional 103,6 100,8 88,1 101,6 Africa Meridional 99,4 102,4 78,8 100,2 Asia (excluyendo la U.R.S.S.) Asia Oriental 102,8 100,2 80,9 100,3 Región Continental 102,7 100,9 82,1 100,8 Japón 103,7 95,6 78,6 96,4 Reato de Asia Oriental 103,3 101,1 70,8 100,9 Asia Meridional 104,6 104,8 95,7 104,4 Asia Meridional Central 105,5 107,2 103,2 106,3 Asia Sud-Oñental 102,0 98,7 81,3 99,6 Asia Sud-Occidental 104,6 105.4 80,5 104,1 Europa (excluyendo la U.R.S.S.) 104,8 95,3 66,6 94,1 Europa Occidental 104,5 96,0 63,7 93,4 Europa Meridional 105,0 93,8 71,8 94,4 Europa Oriental 104,7 93,2 66,6 93,2 Europa Septentrional 105,1 99,4 65,9 96,0 América Latina 103,0 99,4 89,2 100,5 América del Sur tropical 102,3 99,9 36,9 100,5 América Central (continental) 104,4 97,8 93,4 100,7 América del Sur templada 103,1 99,9 87,7 100,2 Caribe 102,7 99,0 93,7 100,3 América del Norte 103,8 97,6 78,4 97,5 Oceanfa 105,3 105,5 74,6 102,8 Australia y Nueva Zelandia 104,9 104,3 72,5 101,4 Melanesia 107,1 112,3 105,7 109,9 Polinesia y Micronesia 105,4 108,2 107,7 106,9 U.R.S.S. 104,2 81,3 45,1 84,3 Fuente: Naciones Unidas, The Determinants and Consequences of Popuíation Trends, Vol. I, Nueva Yoik, 1973, Tabla VIII.l, pág. 263. por ejemplo, en el grupo de edades de 20 a 24 años que en el grupo de 25 a 29 años. El modelo de distribución que acábase de describir corresponde a la distribución real que se observa en los países en desarrollo, en los cuales la fecundidad se ha mantenido alta a través del tiempo. Es el caso de la población de América Latina. (Véase el cuadro 6). En los países industrializados y en general en aquellos en los cuales la 34 fecundidad ha disminuido en los últimos 20, 30 ó 50 aftos, la estructura natural sufrió importantes alteraciones. El efecto del descenso de la fecundidad se refleja en el estrechamiento de la base de la población, esto es en el número de personas de menos de 15 años de edad. También se refleja en el aumento de la importancia relativa de la población en edades avanzadas, lo que se pone de manifiesto para las edades sobre 40 o sobre 50 años, pero sobre todo por encima de los 60 años. Las edades centrales no son afectadas mayormente por los cambios de estructura originados en la caída de la fecundidad, de manera que la población comprendida entre los 15 y 44 años de edad oscila alrededor del 40 por ciento de la población total. Sin embargo, cuando se considera el intervalo más amplio de 15 a 64 años, la caída de la fecundidad tiene el efecto de aumentar la importancia relativa de Cuadro 6 DISTRIBUCION RELATIVA DE LA POBLACION DE ALGUNOS PAISES, AMBOS SEXOS, 1970 País y año Grupos de edades América Latina Argentina Brasil Nicaragua Francia 1970 1970 1970 1970 1968 Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 0- 4 16,4 10,1 16,3 19,3 7,0 5- 9 14,2 9,7 14,0 15,9 8,4 10-14 12,2 9,4 12,4 13,4 8,315-19 10,4 9,0 10,8 11,3 8,5 20-24 8,4 8,1 8,6 8,4 7,6 25-29 7,0 7,1 7,2 6,7 5,8 30-34 6,0 6,6 6,1 5,3 6,3 35-39 5,2 6,6 5,2 4,5 6,8 40-44 4,6 6,6 4,7 3,7 6,7 45-49 3,9 6,0 3,9 3,1 6,2 50-54 3,2 5,2 3,1 2,5 3,9 55-59 2,7 4,6 2,7 2,0 5,6 60-64 2,1 3,8 1,9 1,5 5,4 65-69 1,6 3,0 1,4 1,0 4,8 70-74 1,1 2,0 0,9 0,7 3,6 75-79 0,6 1,3 0,5 0,4 2,5 80 y más 0,4 0,9 0,3 0,3 2,6 Fuentes: Para América Latina, Argentina, Brasil y Nicaragua: CELADE, Boletín Demográfico N° 13, cuadro 2. Para Francia: Naciones Unidas, Démographie Yearbook, 1974. 35 Cuadro 12 PRINCIPALES REGIONES DEL MUNDO Y ALGUNOS PAISES SELECCIONADOS: DISTRIBUCION POR EDADES DE LA POBLACION (Estimaciones alrededor de 1965) Distribución en porcentajes Relaciones de Regiones y países P o r grandes grupos de edades dependencia3 Menos de 15 años 15-64 años 65 años y más Menos de 15 años 65 años y más Nicaragua!» 48,6 49,0 2,4 99,2 4,9 Africa 43,5 53,7 2,8 81,0 5,2 Asia Meridional 43,0 54,0 3,0 79,5 5,5 América Latina** 42,8 53,5 3,7 80,0 6,9 Brasil^ 42,7 54,2 3,1 78,8 5,7 Oceanía 32,8 59,9 7,3 54,7 12,2 América del Norte 31,0 59,8 9,2 51,9 15,3 Unión Soviética 30,5 62,1 7,4 49,2 11,9 Japón 25,8 67,9 6,3 38,0 9,3 Europa (excluyendo la U.R.S.S.) 25,4 64,1 10,5 39,6 16,3 Francia0 23,7 62,8 13,5 37,7 21,5 Resumen Mundo 37,4 57,6 5,0 64,8 8,7 Regiones en desarrollo 41,6 55,1 3,3 75,4 5,9 Regiones desarrolladas 28,1 63,0 8,9 44,6 14,2 Fuente: Naciones Unidas, The Determinants and Consequences of Population Trends, Nueva York, 1973. Tomado de la Tabla VIII-2, pág. 265. a Proporción de personas en las edades indicadas por cada 100 en el grupo 15-64 años. b Estimaciones para 1970 publicadas en CELADE, Boletín Demográfico, NQ 13,1974. c Corresponde al aflo 1968. Tomado de Naciones Unidas, Demographic Yearbook, 1974. este grupo de población desde cerca del 50 por ciento a más del 60 por ciento.1 A base de la distribución en grandes grupos de edades se suele caracterizar el tipo de población. Llámanse poblaciones "relativamente jóvenes" aquellas en las cuales la proporción de individuos de menos de 15 años de edad es del orden del 40 ó 45 por ciento, mientras que la población de más de 65 años sólo representa el 3 ó 4 por ciento del 11 El descenso de la mortalidad afecta poco a la estructura por edades. 36 total. En cambio son "relativamente viejas" las poblaciones en las cuales alrededor del 25 por ciento de los habitantes tienen menos de 15 aflos, y alrededor del 10 por ciento están por arriba de los 60 años de edad. El cuadro 7 ilustra varias situaciones que varían entre valores extremos de relativo envejecimiento. Naturalmente, las poblaciones que ya han completado la transición demográfica de una alta fecundi- dad a una baja son las que presentan una estructura "relativamente vieja", como se puede observar en el conjunto de los países des- arrollados. En cambio en los países que no comenzaron dicha transición, o que recorren apenas la primera etapa, la estructura es "relativamente joven". Oceanía, América del Norte y la U.R.S.S., por ejemplo, se encuentran en situaciones intermedias. El gráfico 1 presenta tres poblaciones con diferentes niveles de envejecimiento relativo, donde se puede observar el estrechamiento de la base de la población a medida que se avanza en este proceso de envejecimiento. Probablemente una de las implicaciones más significativas del envejecimiento relativo de la población es el aumento de la "carga de dependencia", esto es la relación de personas de menos de 15 años y de más de 65 años, respecto del grupo 15-64. Aunque todas las personas comprendidas en este último intervalo de edades no forman parte de la fuerza de trabajo y que esa participación es variable de un país a otro, aquella relación representa un índice aproximado del número de personas dependientes que soporta cada trabajador. Como se puede ver en el cuadro 7, la "carga de dependencia" es mucho más alta en los países relativamente jóvenes: por ejemplo, 104,1 en Nicaragua, contra 47,3 en Japón. Nótese que la situación de Japón es muy favorable debido a una doble circunstancia: la caída rápida de la fecundidad después de 1950, cuyo efecto fue reducir la carga de la población de menos de 15 años, y al hecho de que el proceso de envejecimiento todavía no ha concluido por el poco tiempo trans- currido desde entonces. Compárase con Francia, país donde la carga de dependencia de las personas de edad avanzada es dos veces la del Japón. En resumen, en los países de población "relativamente joven" la "carga de dependencia" es alta y se debe en su mayor parte a la población menor de 15 años; en los países de población "relativamente vieja" esa carga es menor, pero al mismo tiempo aumenta la parte de ella que corresponde a las personas de edad avanzada. Dado que las necesidades de todas clases son distintas en los niños que en los ancianos, el nivel y la composición de la carga de dependencia tienen un importante significado económico y social. Hasta aquí, solamente se ha considerado la tendencia secular de la fecundidad como factor de cambio en la estructura por edades. Corresponde hacer un breve comentario sobre similares efectos de la mortalidad y de la migración y de aquellas alteraciones de corta duración de la fecundidad, la mortalidad y la migración que tiene origen en acontecimientos económicos, militares y políticos. 37 Gráfico 1 DISTRIBUCION SEGUN SEXO Y EDADES DE TRES POBLACIONES SELECCIONADAS, 1965 México Edad Hombres Moeres Porcentaje Japón Edad Hombres Moeres (continúa) Gráfico 3 DISTRIBUCION SEGUN SEXO Y EDADES DE TRES POBLACIONES SELECCIONADAS, 1965 Hombres Mujeres Porcentaje Fuente: Naciones Unidas, The Determinante and Consequences of Population Trends, Vol. I, Nueva York, 1973. Tomado de: gráfico I, pág. 267. Después de 1940 la alta mortalidad prevaleciente en los países en desarrollo tuvo un descenso importante y sostenido, el que se tradujo én un ligero aumento de la población menor de 15 años, en razón de que la mortalidad infantil experimentó un cambio más rápido que la mortalidad general. Por otro lado, en los países que pueden exhibir los niveles más bajos de mortalidad, cualquier reducción adicional importante deberá producirse en las edades avanzadas y ello tendrá el efecto de aumentar la proporción de personas de más de 50 ó 60 años de edad. Las migraciones internacionales influyen sobre la estructura de edad de la población recipiente incrementando el número en las edades centrales. En efecto, la mayoría de los inmigrantes son adultos jóvenes, de modo que si la migración es un proceso continuo y sostenido la población tendrá la forma descrita. En cambio, si después de un período más o menos largo el proceso migratorio se detiene o disminuye considerablemente, en el curso de algunas décadas la población sufrirá un paulatino envejecimiento. En los países de emigración se producirá el fenómeno inverso: los grupos de edades centrales serán los más erosionados por el proceso. 39 Similares consideraciones pueden hacerse en relación con la migra- ción interna. En los momentos actuales la migración interna tiene implicaciones más importantes que las corrientes internacionales. Bastaría observar la distribución por edades que exhiben en casi todos los países las grandes metrópolis y en general la población urbana. El incremento numérico de los grupos centrales es la característica común; en cambio, en la zona rural se comprueba lo contrario. Comenzando con la Primera Guerra Mundial (1914-1918), una serie de acontecimientos militares, económicos y políticos han provo- cado hondas perturbaciones en la dinámica demográfica de los países industrializados. Las dos guerras mundiales ocasionaron cuantiosas pérdidas de vidas humanas de manera selectiva por sexo y edades; la fecundidad también se vio afectada durante los años de contienda armada; por otra
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