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La Semiotica de Peirce Charles Sanders Peirce desarrolló una obra extensa y fragmentaria, recopilada en los "Collected Papers", en la que se esforzó por construir y fundamentar una teoría de los signos como el marco para una teoría del conocimiento. La semiótica de Peirce adopta una perspectiva filosófica al constituir una teoría de la realidad y del conocimiento que se basa exclusivamente en los signos como medio de acceso a ella. Según Peirce, el único pensamiento que podemos conocer es aquel que se manifiesta en los signos. Dado que un pensamiento que no puede ser conocido no existe, todo pensamiento debe necesariamente existir en forma de signos. En otras palabras, no podemos pensar sin hacer uso de signos. Peirce equipara la semiótica con la lógica, considerándolas como equivalentes. Peirce sostiene que la semiótica es equiparable a la lógica, una visión compartida por filósofos como Aristóteles, los estoicos, los epicúreos y los escépticos. Según Aristóteles, "la lógica, en su sentido general, es, como creo haberlo demostrado, otro nombre de la semiótica, la doctrina cuasi- necesaria, o formal, de los signos". En el contexto de Peirce, la semiótica, entendida como otro nombre de la lógica, se centra en el estudio de la semiosis, concepto tomado del filósofo epicúreo Filodemo, para quien la semiosis es una inferencia a partir de signos. Peirce describe la semiosis como un proceso triádico de inferencia en el que un signo (llamado representamen) atribuye un objeto a partir de otro signo (llamado interpretante) que se refiere al mismo objeto. Por ejemplo, si alguien ve en la puerta de un negocio la imagen de una cruz verde (representamen), comprende que allí hay una farmacia (objeto) a partir de un proceso semiótico de inferencia en el que el primer signo despierta en su mente otro signo, como la palabra "farmacia" (interpretante), que lo lleva a conectar el primer signo con el objeto. La semiosis, como instrumento de conocimiento de la realidad, es siempre un proceso activo que cada individuo experimenta constantemente, mientras que la semiótica constituye la teoría formal de esa experiencia, con sus componentes formales: representamen, objeto e interpretante. El SIgno En la semiología de Charles Sanders Peirce, el concepto fundamental es el signo, al que él denomina representamen. El representamen es una entidad material, como una secuencia de letras, sonidos, formas, colores u olores, que ocupa el lugar de otra cosa, es decir, su objeto. Este representamen despierta en la mente de alguien un signo equivalente o más desarrollado, conocido como interpretante, que clarifica lo que significa el representamen y, a su vez, representa al mismo objeto. Por ejemplo, en un diccionario, la palabra "perro" es un representamen que representa un objeto (los perros), y su definición es el interpretante que establece su significado. Peirce define el signo como algo que, para alguien, representa o se refiere a algo en algún aspecto o carácter. Este proceso implica tres condiciones para que algo sea considerado un signo: El signo debe tener cualidades distintivas que permitan su reconocimiento, como un sonido particular para una palabra. El signo debe tener un objeto, pero esta relación por sí sola no es suficiente para que uno sea el signo del otro; se necesita un interpretante. La relación semiótica debe ser triádica, es decir, debe implicar un representamen que sea reconocido como el signo de un objeto a través de un interpretante. Así, según Peirce, el proceso de interpretación de los signos implica una interacción triádica entre el representamen, el objeto y el interpretante, donde el interpretante clarifica y desarrolla el significado del representamen en relación con su objeto. Esta teoría semiótica de Peirce se distingue por su enfoque lógico en lugar de psicológico, ya que se centra en la estructura formal de los signos y su interpretación. El interpretante En la semiología de Charles Sanders Peirce, el interpretante juega un papel crucial en la interpretación de los signos. Umberto Eco, en sus obras, aclara que el interpretante es otro signo, es decir, otra representación, que se refiere al mismo objeto que el representamen. El interpretante puede asumir diversas formas: Un signo equivalente de otro sistema semiótico. Por ejemplo, el interpretante de la palabra "perro" puede ser el dibujo de un perro, representación visual que pertenece a un sistema diferente al lenguaje verbal. Un gesto o señal que apunta a un objeto, como un dedo índice que señala hacia un perro al escuchar la palabra "perro". Una definición formulada en el mismo sistema de comunicación, como traducir la palabra "sal" al término "cloruro de sodio". La traducción del término a otra lengua, como la palabra "dog" en inglés como interpretante de la palabra "perro" en español. La traducción del término a otro de la misma lengua mediante un sinónimo, como "remedio" para "medicamento". Una asociación emotiva con un valor específico, como el interpretante emocional "fidelidad" para la palabra "perro". Peirce distingue tres tipos de interpretantes en la interpretación de un signo: a. El interpretante inmediato es el concepto o significado que el signo lleva consigo, independientemente de su contexto o circunstancias de uso. Es una abstracción que representa una posibilidad de interpretación. b. El interpretante dinámico es el efecto particular que un signo provoca en la mente de un intérprete en una situación específica de enunciación. Es un evento singular y real, como una emoción, un pensamiento o una acción. c. El interpretante final es el hábito o la regularidad en la disposición a actuar que el signo genera en su intérprete. Es el resultado interpretativo al que cada intérprete está destinado a llegar cuando el signo es suficientemente considerado. Estos tres tipos de interpretantes funcionan simultáneamente en un acto de semiosis, contribuyendo a la comprensión y significación de los signos en diferentes niveles. El principio del pragmatismo El principio del pragmatismo, según Charles Sanders Peirce, se refiere a la idea de que la creencia en la verdad de un concepto determina hábitos de conducta. Inicialmente, Peirce utilizó el término "pragmatismo" para expresar este principio. Sin embargo, el filósofo William James adoptó esta palabra para describir una propuesta filosófica que Peirce consideraba opuesta a la "sana lógica", lo que llevó a Peirce a reemplazarla por "pragmaticismo". Según Peirce, la comprensión completa de un concepto implica reconocerlo en todas sus formas y realizar un análisis exhaustivo del mismo. Pero incluso después de este proceso, es posible que no se tenga una comprensión completamente viva del concepto. Para Peirce, la creencia en la verdad de un concepto desarrolla hábitos de conducta específicos, los cuales son reveladores de su verdadero significado. Por ejemplo, la creencia en la verdad del concepto de estufa como objeto que proporciona calor enfrío desarrolla el hábito de encender una estufa cuando hace frío. Para Peirce, el interpretante inmediato de todo pensamiento propio es la conducta, y el pragmatismo implica que el significado lógico de los conceptos se manifiesta en hábitos generales de conducta. Desde esta perspectiva, el pragmatismo sugiere que lo que pensamos debe entenderse en términos de nuestras disposiciones para actuar, lo que lleva a Peirce a argumentar que la lógica, como la doctrina de lo que deberíamos pensar, debe ser una aplicación de la ética, que adquiere su verdadero significado a través de su relación con la lógica. El objeto El objeto, según Charles Sanders Peirce, es un elemento fundamental en la teoría semiótica. Para Peirce, un signo debe "representar" a otro elemento llamado su Objeto. Este concepto de representación implica que el signo está en una relación con otro elemento de tal manera que, para ciertos propósitos, se puede tratar como si fuera ese otro elemento. Peirce reconoce queun signo puede tener más de un objeto y sugiere el término "objeto complejo" para describir esta situación. Peirce distingue dos tipos de objeto: el objeto inmediato y el objeto dinámico. El objeto inmediato es aquel que es representado por el signo mismo, mientras que el objeto dinámico es la realidad que determina cómo el signo se relaciona con su representación. Peirce ilustra esta distinción con el ejemplo del planeta Venus, que puede ser representado de diversas maneras (por ejemplo, como "el lucero matutino" o "el lucero vespertino"), pero sigue siendo el mismo objeto dinámico. Para que un signo pueda representar un objeto dinámico, el objeto debe ser conocido por el intérprete, ya sea directamente o a través de experiencias pasadas de semiosis. Peirce argumenta que, en última instancia, tanto el objeto dinámico como el objeto inmediato tienen la naturaleza de un signo, ya que son elementos que pueden ser interpretados y relacionados en el proceso semiótico. En resumen, según Peirce, el objeto en la teoría semiótica es un elemento que tiene una existencia independiente de la semiosis, pero que debe ser conocido por el intérprete para que el signo pueda representarlo adecuadamente. Además, tanto el objeto dinámico como el objeto inmediato son considerados como signos en el análisis lógico de la semiosis. El fundamento Peirce introduce el concepto del "fundamento" como un elemento crucial en la teoría semiótica. Según Peirce, un signo representa a su objeto no en todos los aspectos, sino solo con referencia a una suerte de idea, que él llama el fundamento del representamen. Este fundamento se refiere a uno o varios rasgos o atributos del objeto que permiten identificarlo, es decir, los aspectos distintivos que lo diferencian de otros objetos. Tomando como ejemplo las expresiones "el lucero matutino" y "el lucero vespertino" para representar al planeta Venus en diferentes momentos del día, vemos cómo cada representamen selecciona distintos rasgos del objeto (Venus) como fundamento para construir su objeto inmediato. En este caso, el fundamento del representamen establece qué aspectos del objeto son relevantes para la construcción del objeto inmediato del signo. Eco sugiere que el fundamento no solo es un componente formal, sino que también puede considerarse como parte del significado del signo. Para Eco, el fundamento, el significado y el interpretante de un signo están intrínsecamente relacionados, ya que los rasgos semánticos que caracterizan el contenido del significado del signo son también los atributos distintivos que constituyen su fundamento. Desde esta perspectiva, el fundamento, el significado y el interpretante de un signo se entrelazan, ya que definir uno implica necesariamente referirse a los otros en un proceso semántico complejo. En resumen, el fundamento del representamen es el conjunto de rasgos o atributos del objeto que son seleccionados para construir su objeto inmediato en el proceso semiótico. Este concepto es crucial para comprender cómo los signos representan a sus objetos y cómo se relacionan entre sí en el análisis semiótico. La semiosis infinita La semiosis infinita, según Peirce, se refiere al proceso en el cual los componentes formales de la semiosis (representamen, objeto e interpretante) están intrínsecamente entrelazados en una cadena interminable. En esta cadena, cada elemento es a la vez interpretante del signo anterior y objeto del signo siguiente, formando así una secuencia continua de referencias semánticas. Peirce describe un signo como cualquier cosa que determina a otra cosa (su interpretante) a referirse a un objeto al cual ella también se refiere (su objeto), y este interpretante a su vez se convierte en un nuevo signo, dando lugar a una cadena semiótica interminable. En otras palabras, un signo nunca está aislado, sino que forma parte de una cadena de referencias semánticas en constante evolución. Según Peirce, todos los pensamientos son signos y, por lo tanto, se remiten unos a otros en una red interconectada de significados. Esta interdependencia entre los signos implica que todo conocimiento está determinado por otros conocimientos previos, ya que cada signo se basa en los signos que lo preceden. La teoría de Peirce sobre la semiosis infinita tiene implicaciones profundas en la epistemología contemporánea. Según Magariños de Morentín, el conocimiento siempre se relaciona con otros conocimientos previos, nunca con una realidad pura e independiente del pensamiento. Esta idea subraya la importancia del concepto de signo como vehículo fundamental para la comprensión y la construcción del conocimiento. Es importante distinguir entre la semiosis humana, que es potencialmente infinita, y la "semiosis en acto", que marca un punto de cierre provisional en la cadena semiótica cuando un interpretante final designa el objeto de un representamen en un acto semiótico particular. Aunque la semiosis en acto establece un límite temporal, la semiosis humana sigue siendo virtualmente infinita debido a la naturaleza continua y evolutiva del proceso de significación. Las Ramas de la semiotica Las ramas de la semiótica, según Peirce, se derivan de la conexión entre cada representamen y tres elementos fundamentales: el fundamento, el objeto y el interpretante. Estas ramas son: Gramática pura: Su objetivo es investigar qué características debe tener un representamen para que pueda transmitir un significado válido. En otras palabras, la gramática pura busca determinar cómo debe ser estructurado un representamen para que pueda encarnar un significado de manera efectiva. Lógica propiamente dicha: Esta rama se enfoca en estudiar lo que es cuasi-necesariamente verdadero en los representamenes de cualquier inteligencia científica para que puedan ser considerados válidos para algún objeto. Es la ciencia formal que examina las condiciones de verdad de las representaciones. En resumen, la lógica propiamente dicha aborda la cuestión de cómo un representamen puede ser verdadero en relación con un objeto específico. Retórica pura: La retórica pura busca establecer las leyes que rigen la generación de nuevos signos a partir de otros signos, especialmente cómo un pensamiento da origen a otro pensamiento en cualquier inteligencia científica. Esta rama se centra en el proceso lógico de aumento del conocimiento y en cómo los signos conducen a la generación de nuevos significados y pensamientos. En resumen, estas tres ramas de la semiótica abordan diferentes aspectos del proceso de significación y comunicación, desde la estructura y la validez de los representamenes hasta la generación y el desarrollo del conocimiento mediante los signos. Las categorias Las categorías de la semiótica, según Peirce, se derivan de la división triádica de las categorías, que son el objeto de reflexión de lo que Peirce denomina fenomenología, faneroscopía o ideoscopía. Primeridad: En esta categoría, se considera algo tal como es, sin referencia a ninguna otra cosa. Se relaciona con la idea de libertad, posibilidad e indeterminación. Por ejemplo, la cualidad tomada independientemente de cualquier realización existente, como la dureza o el color rojo. En el signo, el representamen corresponde a la categoría de primeridad. Segundidad: Esta categoría implica considerar algo tal como es, pero en relación con otra cosa, estableciendo una relación diádica. Se vincula con la existencia y los hechos brutos. Por ejemplo, la caída de una piedra en relación con la tierra, siendo un asunto exclusivo de la piedra y la tierra en un momento determinado. En el signo, el objeto se corresponde con la categoría de segundidad. Terceridad: Es la categoría que hace posible la ley y la regularidad. Introduce una progresión regular no azarosa mediante una ley. En el signo, el interpretante se corresponde con la categoría de terceridad, ya que constituye una ley que relaciona el representamen con el objeto, y él mismo está en relación con el objeto. Esta relación triádica entre el signo, su objetoy el pensamiento interpretador es esencial para entender el proceso de significación. El interpretante, como tercero, establece una auténtica relación triádica, relacionando el representamen con el objeto, su propia relación con el objeto, y la relación entre el objeto y el interpretante. Estas categorías tricotomizan los tres constituyentes de la semiosis, dando lugar a nueve tipos de signos según Peirce. Tipos de signo Peirce establece una clasificación de los signos según la naturaleza del representamen, dividiéndolos en cualisigno, sinsigno y legisigno. Cualisigno: Correspondiente a la categoría de primeridad, el cualisigno es una cualidad en sí misma, como un color o una forma, que representa una mera posibilidad hasta que se manifiesta en un sinsigno, un signo existente. Sinsigno: Se relaciona con la categoría de segundidad y es cualquier cosa existente que funciona como un signo. El sinsigno es una manifestación del cualisigno y adquiere significado gracias a un legisigno, que es un tipo general del que el sinsigno es una instancia específica. Legisigno: Corresponde a la categoría de terceridad y es una ley que actúa como un signo, integrado en un sistema organizado. El legisigno otorga significado a los sinsignos, las manifestaciones específicas de la ley. Por ejemplo, consideremos una palabra escrita en una pizarra por un maestro. El cualisigno sería la blancura y textura de la tiza, el sinsigno sería la palabra escrita en la pizarra como una manifestación específica, y el legisigno sería la palabra como parte del sistema de la lengua española, que otorga significado a la palabra en el contexto del lenguaje. Peirce también menciona la importancia de los signos en la comunicación verbal y no verbal, como las señales de tráfico, que representan tipos generales (legisignos) y se manifiestan como señales específicas (sinsignos) en lugares y momentos concretos. En resumen, todas estas manifestaciones, ya sean tipos generales o manifestaciones específicas, son consideradas símbolos debido a la asociación de su significado con los objetos que representan. Icono ,indice y simbolo Los íconos son un tipo de signo según Peirce, que establecen una relación de semejanza o analogía con su objeto. Peirce los clasifica en tres tipos: imágenes, diagramas y metáforas. Imágenes: Son íconos que comparten cualidades simples con su objeto, como color, forma o tamaño. Ejemplos de íconos imágenes incluyen dibujos, fotografías y onomatopeyas que representan sonidos de manera icónica. Diagramas: Estos íconos establecen relaciones entre las partes del signo y las partes del objeto mediante analogías. Por ejemplo, un organigrama de una empresa o un diseño de infografía son ejemplos de íconos diagramas. Metáforas: Peirce considera las metáforas como íconos que guardan un paralelismo o similitud con su objeto. Aunque algunas teorías interpretan las metáforas en términos de similitud entre referentes o entre los contenidos de expresiones, Peirce destaca que siempre implican una relación de semejanza. Es importante destacar que un ícono sigue siendo un signo incluso si su objeto no existe físicamente. Por ejemplo, un dibujo de una figura geométrica en papel representa una idea geométrica, aunque la figura en sí misma no tenga existencia física. Peirce distingue los íconos de los índices y los símbolos en que no tienen una conexión dinámica con su objeto, sino que simplemente comparten cualidades similares que evocan sensaciones análogas en la mente del observador. Indice Los índices son un tipo de signo según Peirce, que establecen una relación existencial con su objeto. A diferencia de los íconos, los índices no se basan en la semejanza con su objeto ni en operaciones intelectuales como los símbolos. Peirce identifica tres características principales de los índices: Carecen de parecido significativo con su objeto: A diferencia de los íconos, los índices no comparten cualidades visuales con su objeto. Su significado no se basa en la similitud física, sino en la relación existencial con el objeto. Se refieren a entidades individuales: Mientras que los símbolos designan clases de objetos, los índices se refieren a entidades individuales, unidades o conjuntos unitarios de unidades. Esto implica una conexión directa con experiencias específicas. Dirigen la atención de manera compulsiva: Los índices llaman la atención del observador de forma casi automática, mediante asociaciones por contigüidad. Su acción depende de la percepción sensorial más que de la interpretación intelectual. Peirce proporciona numerosos ejemplos para ilustrar los índices en la vida cotidiana: Observar el andar balanceado de una persona y deducir que es un marinero. Identificar a un jinete por su vestimenta y postura. Utilizar un reloj de sol para conocer la hora del día. Interpretar golpecitos en una puerta cerrada como una señal de que alguien está detrás. Reconocer la dirección del viento observando el movimiento de una veleta. Utilizar la estrella polar como guía para encontrar el norte. Peirce también menciona ejemplos más abstractos, como los pronombres demostrativos y las instrucciones detalladas que ayudan a orientarse en el espacio o a entender ciertas situaciones. Además, considera los síntomas médicos, los cuantificadores y los nombres propios como ejemplos de índices en el lenguaje natural. En resumen, los índices son signos que establecen una conexión directa con su objeto, basada en la experiencia sensorial y la contigüidad, más que en la similitud o la interpretación intelectual. El simbolo Los símbolos, según Peirce, son representaciones que se refieren a su objeto dinámico por convención, hábito o ley. Peirce explora el significado etimológico de la palabra "símbolo" para explicar su concepto. En su análisis, encuentra que la palabra se usaba frecuentemente en la antigüedad griega para referirse a contratos o convenios, lo que sugiere una asociación con la convención o el acuerdo. En este sentido, todos los signos que forman parte de un sistema convencional, regidos por una ley que les asigna un significado y los relaciona con un objeto, pueden considerarse símbolos. Esto incluye los signos de la escritura, los sistemas de señalización, así como los símbolos utilizados en diversas disciplinas como la química, la física y el álgebra, entre otros. Los símbolos se caracterizan por denotar clases de objetos en lugar de referirse a entidades individuales, como lo hacen los índices. Peirce destaca que para hacer una afirmación factual, es necesario recurrir a algún signo que actúe como índice, ya que los símbolos no pueden referirse a cosas particulares, sino que representan categorías generales. Para que un símbolo pueda referirse a un objeto específico, debe combinarse con un índice, como en el caso de las expresiones que utilizan pronombres demostrativos o posesivos. Peirce ejemplifica esto con frases como "este pájaro" o "nuestro matrimonio", donde los pronombres funcionan como índices que establecen una conexión entre el símbolo y su objeto. Peirce también relaciona los símbolos con los conceptos, afirmando que pensamos mediante signos mentales que tienen una naturaleza mixta, donde los símbolos representan conceptos. Además, señala que los símbolos pueden cambiar de significado con el tiempo y el uso, ya que su interpretación está sujeta a la experiencia y al contexto social e histórico. En resumen, los símbolos son signos que se refieren a su objeto por convención, hábito o ley, representando clases de objetos y desempeñando un papel fundamental en la comunicación y el pensamiento humano. Su interpretación está influenciada por el uso y la experiencia, y su significado puede evolucionar con el tiempo. La distinción entre íconos, índices y símbolos es funcional y depende del análisis de la semiosis en un contexto específico. Rema, dicente, argumento La semiología, según Peirce, clasifica los signos en tres categorías: rema, dicente y argumento, mediante la división fenoscópica del interpretante.Un rema es un signo considerado de manera aislada, sin relación con otro, que no es ni verdadero ni falso en sí mismo, como la mayoría de las palabras. Se corresponde con un término, que es simplemente un nombre correspondiente a una clase. Los nombres comunes y los nombres propios son ejemplos de remas. Estos representan posibilidades cualitativas, es decir, se entiende que representan una clase de objetos posibles a través de cualidades generales. Por ejemplo, el rema "perro" se asocia con cualidades como "animal", "mamífero" y "canino", que son posibilidades inherentes a la categoría de perro. El dicente, también conocido como dedsigno, corresponde a una proposición, como "Todo perro es un animal". Se considera un signo de existencia real en relación con su objeto. A diferencia del rema, una proposición puede ser verdadera o falsa, dependiendo de su correspondencia con la realidad. El argumento, por otro lado, se corresponde con lo que comúnmente se entiende como razonamiento. Es un proceso de pensamiento que busca inducir una creencia específica en el intérprete. Un argumento consta de premisas que conducen a una conclusión. La conclusión, aunque represente al intérprete, es esencial para la expresión completa del argumento. Los argumentos se dividen en tres tipos según el tipo de inferencia en la que se basan: abducción, deducción e inducción. Estos tipos de argumentos se explorarán más adelante en el texto. En resumen, la clasificación de los signos en rema, dicente y argumento proporciona un marco para entender cómo se comunican ideas y se construyen argumentos en la semiología de Peirce. La combinación de las tres tricotomias La combinación de las tres tricotomías de los signos, según Peirce, origina veintisiete clases de signos. Sin embargo, basándose en dos principios fundamentales, Peirce excluye combinaciones semánticamente imposibles y establece diez clases de signos: 1. Cualísigno remático icónico: Representa cualquier cualidad como un signo, interpretado como un rema o un signo de esencia. Ejemplo: un matiz de rojo utilizado para connotar "cardenal". 2. Sinsigno remático icónico: Es cualquier objeto que determina la idea de otro objeto a través de una cualidad, interpretado como un rema o un signo de esencia. Ejemplo: un diagrama individual, como el triángulo que representa el signo según la concepción de Peirce. 3. Sinsigno indicial remático: Es un objeto de la experiencia directa que señala la presencia de otro objeto, interpretado como un rema y una réplica de un legisigno. Ejemplo: un grito espontáneo como "¡Coche!" para indicar la aparición de un automóvil. 4. Sinsigno indicial dicente: Representado por un objeto que indica una información fáctica, como una veleta que señala la dirección del viento. 5. Ícono remático: Es el tipo general del que el sinsigno icónico remático es una réplica, como un diagrama sin considerar su individualidad. 6. Legisigno indicial remático: Ejemplificado por pronombres demostrativos que confieren existencia e identifican un individuo en una clase de objetos representada por un rema. 7. Legisigno dicente indicial: Representa al tipo del que el sinsigno dicente indicial es una réplica, como una veleta codificada culturalmente. 8. Símbolo remático legisigno: Ejemplificado por un nombre común que se conecta con su objeto mediante una ley y un concepto general. 9. Símbolo dicente legisigno: Representado por una proposición que está conectada con su objeto a través de una asociación de ideas generales. 10. Argumento simbólico legisigno: Es la forma abstracta de un razonamiento, como un silogismo. Determinar la clasificación de un signo en esta taxonomía puede ser complicado, ya que los signos pueden asumir características diversas según su uso y contexto específico. Conocimiento de la realidad y tipos de interferencia El conocimiento de la realidad y los tipos de inferencia según Peirce: Peirce sostiene que todo conocimiento remite a otro conocimiento, y el objeto del signo es también un signo pensado en semiosis anteriores. Esto implica una cadena infinita de semiosis, que no es exclusiva del proceso de conocer, sino también una propiedad de lo real. Aunque estas afirmaciones podrían tener resonancia idealista, Peirce enfatiza que el mundo no depende de nuestra interpretación subjetiva. Para Peirce, lo real es el acuerdo o consenso de una comunidad sobre lo que es considerado verdadero, lo que determina los hábitos de conducta. Asimismo, sostiene que no hay nada absolutamente incognoscible, y lo que se piensa en las cogniciones verdaderas es lo real tal como es. Peirce distingue entre cogniciones verdaderas, cuyos objetos son reales, y cogniciones falsas, cuyos objetos son irreales. Además, considera que los universales existen en las cosas, y su existencia está determinada por el pensamiento que los conoce. En cuanto a los tipos de inferencia, Peirce postula tres: Abducción: Se corresponde con la primeridad y con la iconicidad. Consiste en plantear una hipótesis explicativa como base de un razonamiento. Es un proceso de conjetura que no brinda certeza, pero es fundamental para guiar la conducta futura de manera racional. Deducción: Se corresponde con la segundidad y con la indicialidad. Parte de una ley general para derivar consecuencias específicas. Es un proceso deductivo que establece una relación lógica entre premisas y conclusiones. Inducción: Se corresponde con la terceridad y con el símbolo. Presupone que lo que es verdad de un conjunto también es verdad de un número de casos del mismo conjunto, tomados aleatoriamente. Es un proceso inductivo que generaliza a partir de observaciones específicas. Peirce rechaza el postulado positivista de la primacía de la inducción en el proceso de conocimiento y sostiene que todas las ideas novedosas de la ciencia surgen gracias a la abducción, cuyo fruto es la postulación de una ley. El progreso científico es para Peirce una prueba de que la mente humana está en armonía con la verdad de las cosas. Peirce y el post-estructuralismo La teoría de los signos de Peirce, especialmente su noción de semiosis infinita, ha sido retomada por el post-estructuralismo. Este movimiento, según el crítico Jonathan Culler, se diferencia del estructuralismo al enfocarse en la imposibilidad final de sus proyectos y exploraciones. Mientras que el estructuralismo busca desarrollar "gramáticas" que expliquen la forma y el significado de las obras literarias, el post-estructuralismo investiga cómo se subvierten estos proyectos debido a los funcionamientos propios de los textos. Jacques Derrida, uno de los principales representantes del post- estructuralismo, apela a la teoría de los signos de Peirce en su propuesta filosófica llamada deconstrucción. Derrida rechaza la idea de un significado definitivo atribuible a un texto y concibe al texto como una máquina significante que produce un infinito diferimiento del significado. Esta postura se opone al "logocentrismo" y la "metafísica de la presencia", que buscan fijar un significado trascendental. Para Derrida, Peirce señala que toda remisión de signo a signo es indefinida, lo que lleva a la conclusión de que "la cosa misma" siempre es un signo inserto en una cadena de semiosis ilimitada. Sin embargo, Umberto Eco critica la lectura de Derrida sobre Peirce, argumentando que toda semiosis está determinada por un objeto dinámico que contribuye a determinar al signo, y que el proceso de interpretación, aunque virtualmente ilimitado, se detiene provisionalmente con el interpretante final. En resumen, los debates actuales sobre la interpretación y sus límites demuestran la vigencia y la fecundidad de la teoría de los signos de Peirce. Semiologos y analistas del discurso se remontan a Peirce para fundamentar muchas de sus propuestas sobre la construcción social del sentido y la realidad.
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