Logo Studenta

cvenatici

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

LA GUERRA DE VIETNAM 
SUS PROYECCIONES POLITICAS 
V ECONOMICAS 
Por 
Canis VENA TICI 
Armada de Chile 
la guerra de Vietnam es la de más 
larga duración habida en este siglo, en 
la que el material bélico no nuclear se 
ha utilizado y desarrollado con la más 
amp1ia generosidad e imaginación por 
ambos adversarios, y lo que es más im-
portante aún, que estos últimos, aparen-
temente irreconciliables entre sí, han com-
batido y seguirán haciéndolo con todos 
los recursos humanos y materiales dis-
ponibles, ún que el fin de este conflicto 
se vea cercano y que s·e obtenga una paz 
estable y duradera entre todos los Esta-
dos comprometidos. 
Dada la extensión de este conflicto 
en el tiempo y sus especia~es caracterís-
ticas, es pos:ble advertir que tanto el 
Norte como el Sur, denominación que 
usaremos a través de este artículo para 
mayor comodidad del lector, se hallan 
impotentes para alcanzar una decisión 
ein antes aceptar sacrificios de tal magni-
tud que afectarían los intereses de aque-
llos otros Estados que manifiestan espe-
cial preocupación por mantener sus in-
fluencias políticas en el Sudeste asiático. 
Los cambios radicales habidos en las 
rela:iones entre las Grandes Potencias-
Estados Unidos, China Popular y la 
Unión Soviética- obli~~'n a tener cautela 
y no anticipar terminantes conc!us!ones 
a futuro respecto a su pa!t'.cipa::ión di-
recta en este conflicto. 
En este caso particular, el de la gue-
rra vietnamita, pretenderemos hacer un 
examen de las consecuencias que tendría 
el desenlace de esta guerra en las rela-
ciones internacionales entre los Estado3 
interesados y que cooperan asistiendo 
militarmente a los Estados combatientes. 
Miraremos también hacía atrás y ju-
garemos un poco con aquellas posibil;da-
des estratégicas, que de uno u otro modo, 
pudieron también haber afectado el cur-
so de !os acontecimientos bélicos. 
Primeramente haremos una síntesi3 
histórica de estos Estados, Norte y Sur, 
y de las causas mediatas de esta guerra, 
para continuar con un examen geográ-
fico de todo el área comprometida y fi-
nalizar con una estimación a futuro de 
los cambios políticos en esta misma re-
gión. 
Un poco de historia 
El origen de ]os vietnameses y de sus 
primeros pasos en la Historia no son 
claros ni precisos. Según algunos antece-
694 RllVIST.\. !).P. :IL\RT~A (~OVl J;; ){ ll Rl~ -n 1 Cl J~ ~f lllll~ 
dentes chinos se estima que sus primeras 
huellas comenzaron a aparecer tres S!-
g] os a. de C. 
El primer dato importante acerca de 
ellos es la fundación del reino de Nam-
Viet, en el año 208 a. de C., el que com-
prendía parte del sur de la China ac-
tual, junto a tres provincias extremas de 
Vietnam del Norte. 
Durante la dinastía Han, Nam-Viet 
fue un reino autónomo bajo la influencia 
de China, siendo anexada por ésta en el 
año 1 1 1 a, de C. y gobernado por ella 
hasta el año 939 de nuestra Era como 
una provincia más: Giao Chi. 
Vietnam fue también conocido por 
los chinos como An Nam o "el Sur paci-
ficado" . El nombre de Vietnam, prefe-
rido por los vietnameses, fue oficialmen-
te adoptado en 1802 por el Emperador 
Gia Long. 
La historia vietnamita es más la histo-
ria de un pueblo que la de una región 
geográfica, considerando que Vi etnam 
es hoy día mucho más extenso que cuan· 
do estuvo bajo la dominación china. 
El tiempo anterior al año 9 39 estuvo 
señalado por una lenta y firme imposi-
ción de las instituciones políticas, eco-
nómicas y sociales chinas. Se introdujo 
el Confucionismo y la escritura china, 
además de la institución del mandarina-
do. En ese año obtuvieron una indepen-
dencia relativa al separarse de China, 
aprovechando la anarquía producida por 
la caída de la dinastía T' ang. 
En los siguientes cinco siglos, aunque 
nominalmente unidos bajo un reinado 
central, el país estuvo azotado por una 
serie de guerras internas. 
En todo caso, las dinastías reinantes 
tuvieron como objetivo principal, man-
tener su autoridad sobre los propios opo-
sitores internos y proteger el delta del 
río Rojo contra las invasiones chinas, 
además de expandirse hacia las ricas tie-
rras del Sur para ser habitadas por su 
propio pueblo. 
La victoria del año 19 39 no abrió, en 
todo caso, una brecha decisiva con el pa-
sado, pues, hasta la conauista realizada 
por Francia, Vietnam fue -un Estado tri-
butario de la China. 
Bajo los señores Nguyen, que estable-
cieron un principado rival al sur del río 
Gianh, cerca de la actual Hué, continua· 
ron los vietnamitas su marcha hacia el 
Sur a expensas de los Khmers, encon-
trando poca resistencia. A mediados del 
siglo XVIII, los vietnamitas habían al-
canzado hasta el Golfo de Siam, que fue 
el límite extremo de sus expansiones ha-
cia el Sur. 
Inglaterra, Francia, Ho'.anda y Portu-
gal, compitieron mutuamente entre sí 
para obtener privilegios económicos y re-
ligiosos en esta región. Francia encontró 
un motivo para intervenir en los asuntos 
internos de los vietnamitas en el año 
1840, a consecuencias del encarcelamien-
to de un grupo de misioneros franceses 
y españoles. A raíz de la posterior muer-
te de éstos, una fuerza militar franco-es-
pañola ocupó Da Nang. Francia se in-
ternó en el territorio que pensaba con· 
quistar, haciéndose de tres provincias 
más, adyacentes a Saigón, y firmaron un 
Tratado con e1 Emperador Tu Duc en 
1862, confirmando la conquista francesa 
el Almirante de la Grándiere, al ocupar 
completamente la Cochinchina en 1867. 
Los franceses, sin embargo, no estaban 
!)atisfechos, y volvieron su vista hac= a el 
extremo norte, aún no tocado, donde el 
Emperador Tu Duc todavía ejercía un 
pequ :!ño control, conquistando Hanoi en 
187 3. Se implantó un sistema de Protec-
torado po!ítico de los franceses sobre los 
vietnamitas a través del Tratado de 
1884. Se creó, entonces, la Unión Indo-
china, la que abarcó Cochinchina, Laos, 
Cambodia, Annam y Tonkin, Unión que 
fue administrada por un Res•dente Ge-
neral francés dependiente del Ministerio 
de las Colonias en París. La administra-
ción francesa, aunque introdujo un con-
junto de medidas de adelanto extraídas 
de la civilización europea, encontró fuer-
te resistencia de parte de los nacientes 
nac:onalistas vietnameses, los que abar-
caban la más amp1ia gama de las ideo-
logías políticas. 
Ya para el año 1940, se había forma-
do una coalición política cuyo largo nom-
bre poco o nada nos indica: Liga para la 
Independencia de Vietnam, o Viet Nam 
Doc Lap Dong Minh. Pero su nombre 
abrevic:do será conocido por todos y su· 
frido por algunos, especialmente por el 
Residente General francés: VIET MINH. 
La presión ejercida sobre los france-
ses al comienzo de los años cuarenta, 
l 9 í2) 
por los siameses, japoneses, más la vuel-
ta de los annamitas, produjo entre muer-
tos y heridos, unos seis mil vietnameses, 
y algunos otros miles fueron detenidos. 
Di.:rante la ocupac10n japonesa, el 
Vietminh incrementó su fuerza y su ac-
tividad clandestina, y se cuenta que en 
1943, cuando los guerrilleros del Viet-
minh establecieron contacto con algunos 
oficiales franceses y les ofrecieron su co-
laboración para combatir a los japone-
ses, los franceses replicaron: "Ustedes 
ahora desean armas para luchar a nues-
tro lado y contra los japoneses. Pero más 
tarde Uds. usarán estas mismas armas 
para combatir contra nosotros. No se las 
daremos". Presentimiento que se haría 
realidad. 
Los japoneses, dado el corto tiempo 
que duró su ocupación, no tuvieron la 
posibilidad de desarrollar una política 
colonial tan eficiente como la francesa, 
a pesar de todos sus defectos, y los na· 
tivos que colaboraron con ellos fueron 
pocos y además, ineptos. 
La derrota japonesa incrementó la ac-
tividad del Vietminh, los que obtuvieron 
sus armas recogiendo las abandonadas 
por los franceses, de ataaues a fuerzas 
japonesas aisladas y también, muy im-
portante, de la ayuda proporcionada por 
los estadounidenses a través de la fron-
tera china. 
La retirada de los japoneses significó 
la caída del Emperador Bao Daiy su 
reemplazo por un Gobierno provisional 
del Vietminh, en Hanoi, y el que apenas 
tuvo la duración de un mes. 
Partición de Vietnam 
En la Conferencia de Potsdam, los 
Tres Grandes acordaron qt.Je todo el 
Sudeste asiático estaría bajo la esfera de 
influencia de Inglaterra y controlado por 
ella, para "restablecer el orden y el im-
perio de la Ley". En la Indochina, sin 
embargo, de acuerdo a las especiales cir-
cunstancias políticas de aquellos años, 
los ingleses tuvieron que dividir su in-
fluencia con los chinos. Para los propó-
sitos de la ocupación militar, la colonia 
francesa fue dividida en la mitad a la 
altura del paralelo 16. El territorio al 
norte de esta línea se convirtió en la zo-
na china y el sur, en la inglesa. 
695 
Los franc eses, sorprendidos por los 
acontecimientos y completamente débiles 
en ese t iempo, no tuvieron posibilidades 
de elegir ni de influir. 
Tanto los chinos como los ingleses re-
cibieron idénticos mandatos: concentrar, 
desarmar y repatriar a los derrotados ja-
poneses. Pero los sucesos ocurridos en 
ambas zonas pronto mostraron cómo los 
intereses especiales de las Potencias ocu-
pantes producían diferentes interpreta-
ciones de este mandato. Y aquí aparecen 
las primeras causas que posteriormente 
tendrían especial importancia a muy cor-
to plazo. 
China, de acuerdo con sus propias ra-
zones, interpretó la frase "restablecer el 
orden y el imperio de la Ley", como el 
reconocimiento del Régimen insurgente 
annamita como a un Gobierno de facto. 
En la Zona sur, los ingleses interpreta-
ron esta misma frase como la obligación 
d e derribar al Régimen annamita y la 
restauración de la Colonia a Francia. 
Como consecuencia se produjo un 
cruento enfrentamiento entre las fuerzas 
de ocupación del Sur y el Comité del 
Pueb~o del Vietminh. Los muertos y he-
ridos por ambos bandos fue el comienzo 
y la tónica que marcarían todos los acon-
tecimientos posteriores. Los ingleses re-
husaron tratar directamente con el Go-
bierno del Vietminh e implantaron una 
serie de medidas de fuerza, como la dic-
tación de la Ley Marcial, supresión de 
los periódicos annamitas, rearmar a cinco 
mil soldados franceses que habían esta-
do internados por los japoneses, el des-
arme de las milicias del Vietminh y la 
reactivación de algunas fuerzas militares 
japonesas como colaboradores para la re-
presión militar. 
Se iniciaron las negociaciones polí ti-
cas participando en ellas los franceses. 
Estos ofrecieron garantías sobre la base 
de una extremadamente limitada autono-
mía, en la cual el control francés estaría 
debidamente asegurado. Los annamitas 
exigieron el reconocimiento de su inde-
pendencia, la restauración de ~u pos1c10n 
en Saigón y el desarme de las fuerzas 
francesas. 
Por supuesto que todas estas deman-
das annamitas fueron rechazadas de pla-
no. La represión inglesa fue extremada-
mente violenta, la que contó, como ya 
:l 
696 REVI STA DE MARINA < xovrn~run l': -ll rct r::-.IBHg 
hemos mencionado, con la ayuda mil:tar 
de los derrotados japoneses, e reimplan-
taron a los franceses en su dominio de 
la Indochina. Para la Navidad de 1945 
ya había una fuerza militar de aproxima-
damente cincuenta mil franceses en la 
Zona Sur, mientras que los ingleses se 
aprestaban a hacer efectivo su abandono 
de este territorio después de su infortu-
nada gestión pac:ficadora. 
Las Conferenc· as de Y alta y de Pots-
dam tendrían especiales repercusiones en 
el Sudeste asiático, pues, si bien se le 
otorgaba a China una esfera de influen-
cia en el extremo sur de sus fronteras, 
por otro lado se le imponían medidas ta-
les como la ocupación de la Manchuria y 
Corea por parte de la Unión Soviética. 
Cedía muchísimo más de lo que recibía. 
Las autoridades militares chinas de 
o cupación reconocieron la autoridad del 
Gobierno de facto del Victm;nh en 
Hanoi, y muchas de sus atr'buciones po-
líticas y administrativas fueron efectiva-
mente dejadas en manos del Vietminh, 
quien contaba con un líder despierto y 
fogueado en las luchas políticas: Ho Chi 
Minh. 
Quizás la China de ese tiempo pensó 
que, siendo inmensamente más grande 
que la pequeña República de Vietnam, 
podría darle esa oportunidad política 
deseada por éstos, esperando el día en 
que China pudiera realizar su capacidad 
y asumir su lugar como líder de toda 
Asia. China tenía sus problemas políti-
cos internos no muy fáciles de resolver y 
habría que esperar todavía un tiempo. 
¿Corto o largo? Eso dependería de la 
habilidad de sus gobernantes y de sus 
líderes y también de quién fuera el ven-
cedor de esa larga guerra civil que sufría 
China desde comienzos del siglo. 
Después de muy largas negociaciones, 
el Gobierno francés reconoció a la Re-
pública de Vietnam, en marzo de 1946, 
como a un Estado libre y capaz de tener 
su propio Gobierno, su Parlamento, su 
Ejército, administrar sus finanzas, pero 
formando siempre parte de la Federa· 
ción Indochina y de la Unión Francesa. 
En r elación a la unificación de Cochin-
china, Annam y T onkin, el Gobierno 
fnncés se reservaría el derecho y la de-
cisión de consultar al pueblo a través de 
un Referéndum, sin fijar anticipadamen-
te la fecha. 
Aunque para el verano de 1 94 6, los 
franceses habían reconocido a la RepÚ· 
blica Democrática de Vietnam. al Reino 
de Cambodia y al Reino de Laos, la re-
gión se mantenía sin embargo muy in-
quieta. "Independencia y unidad" fue la 
demanda que los vietnameses pusieron 
sobre la mesa de conferencias con Fran-
cia, primero en Dalat {Annam), en la 
primavera de 1946, y más tarde en Fon-
tainebleau (Francia). 
Por "unidad", los vietnameses enten· 
dían la inclusión incondicional de la Co· 
chinchina dentro de la República de Viet-
nam. Ellos reclamaban la Cochinchina 
por razones étnicas, culturales, históricas 
y también, por neces!dad econom1ca. 
Francia, sin embargo, tenía motivos po-
derosos para no desear ni menos aceptar 
esta inclusión: la división le protegería 
sus considerables intereses económicos en 
es:a región e inmovilizaría materialmen-
te al Vietnam desde su partida. 
Cochinchina, con sus grandes planta-
ciones de arroz y de caucho, era la pro-
vincia más desarrollada económica-
mente, y las 3¡ 5 partes de los intereses 
franceses en la Indochina estaban radi-
cados en la Cochinchina. Las larg as con-
ferencia s y reuniones habidas entre Fran· 
cia y Vietnam se estancaron por la opo-
sición de intereses, demasiado podzro· 
sos por ambas partes, y también, ante la 
falta de realidad y sentido de la oportu-
nidad de los Gobiernos franceses de pos-
guerra. Francia no quería ceder y se szn-
tía aparentemente fuerte para resistir las 
presiones de sus oponentes. 
Hubo un cambio oue trastornó todo 
el m apa político de Asia: la victoria de 
los comunistas en la guerra civil china en 
1949, lo que perm:tiría a Ho Chi Minh 
poder contar con un poderoso aliado a 
lo largo de una frontera común. Se trató 
de restaurar establemente al Emperador 
Bao Dc.i por parte de los franceses, pero 
esta maniobra también fracasó, aunque 
se le re!nstalara y reconociera como Em-
perador el 14 de junio de 1949, en la 
ciudad de Saigón. 
Las segundas intenciones prevalecie~ 
ron en todas las conversaciones políticas 
y diplomáticas, dando por sentado que 
la causa de Francia ya estaba perdida. 
Se presentaba un nuevo problema por re-
solver: ¿Quién ocuparía el vacío dejado 
por Franc=a al abandonar la Indochina? 
1972) LA (ltJE1H\A ng VIETXA!lr 697 
Se daba comienzo a una guerra civil 
de insospechables consecuencias, en la 
que muchos ~e adjudicarían el derecho 
de opinión y también el de intervención. 
Los rivales no fueron Bao Dai y Ho 
Chi Minh, sino que el Ejército francés y 
la República Democrática de Vietnam, 
reconocida por ellos. Se estima que alre-
dedor de ciento cincuenta mil soldados 
franceses fueron puestos en pie de gue-
rra, y que éstos significaban algo más que 
la cuarta parte del total del Ejército fran-
cés de posguerra. Además, se estaba con-
sumiendo más de la mitad del Presupues-to total militar francés en esta campaña. 
Para fines de 1949 la situación de F ran-
c;a en la Indochina ·era sumamente gra-
ve, ya que ni su política ni su Ejército 
habían sido capaces de obtener éxito pa-
ra lograr la paz en ese territorio. 
Francia no ignoraba que la pérdida de 
Indochina acarrearía la pérdida de sus 
Colonias en el Norte de Africa, y basa-
da en esto pidió la ayuda militar a los 
Estados Unidos, 
Intervención de los Estados Unidos 
Después de muchas consideraciones y 
de acuerdo a la situación política reinan-
te en Europa, derivada principalmente 
del bloqueo de Berlín, y el peligro de 
transformar una guerra fría en otra ca-
liente, los estadounidenses sugirieron que 
el mejor camino y el más razonable, era 
el de buscar la paz. 
Los esfuerzos de los estadounidenses 
para contener al comunismo en el Sud-
este asiático, o lo que sería lo mismo, 
contener la eventual expansión continen-
tal de la China Comunista, se tradujeron 
después de un tiempo, en una ayuda mi-
litar y en el reconocimiento político del 
régimen de Bao Dai. 
Con la ruptura de las hostilidades en 
19 5 O en la Península de Corea, el Presi-
dente Truman anunció-: " la aceleración 
en completar la asistencia militar a las 
fuerzas francesas y a sus Estados asocia-
dos en la Indochina y en despachar una 
misión militar para proveer una estrecha 
colaboración con esas fuerzas, sería una 
buena medida de contención' . También 
podría haber sido la primera señal de pá-
nico político. 
Había una gran duda: ¿Podría distin-
guir Estados Unidos entre la asistencia 
militar a Francia y aquella que se podría 
suponer iría a parar directamente a las 
manos de Bao Dai ~ 
Decimos esto pensando en que los se-
guidores de Bao Dai podrían haber apro-
vechado esta ayuda militar para comba-
tir precisamente a los franceses si las 
condiciones políticas y estratégicas se 
daban favorables a sus intereses, y al 
mismo tiempo derrocar a su Emperador, 
al que tampoco deseaban como gober-
nante. 
Una fuerte y victoriosa ofensiva viet~ 
namesa, lanzada entre septiembre y oc-
tubre de 1950, obligó a Francia a obser-
var la nueva situación con atención y ra-
pidez. Ya se sabía en ese entonces que 
muchas unidades de combate vietname-
sas estaban siendo equipadas y entrena-
das por los chinos, y que su comporta-
miento en la guerra era tal, que habían 
obligado a los franceses a abandonar po-
siciones claves sobre la frontera china, 
con la cual ésta se abría para ayudar a 
los vietnameses del Norte sin mayores 
dificultades. 
Los esfuerzos económicos aue estaba 
haciendo Francia eran muy gr~ndes para 
sostener una causa que se llevaba con una 
concepción política obsoleta. Se estaban 
imponiendo duras obligaciones al pueblo 
francés para solventar una guerra s;n des-
tino para ellos, y ya para 1954, los Es-
tados Unidos habían costeado aproxima-
damente e1 ochenta por ciento de los 
gastos militares franceses, es decir, una 
suma superior a un mil cuatrocientos 
millones de dólares, lo que significaba 
que el endeudamiento francés y los com-
promisos políticos que ello suponía, com-
prometerían su futura posición como Po-
tenda y calidad de negociadora. 
En agosto de 1950, Ho Chi Minh, ha-
blando al pueblo vietnamita, con oca-
sión del quinto aniversario de su revo-
lución, dijo que: "Unos pocos años de 
resistencia han traído para nuestro pue-
blo el mayor éxito en la historia de Viet· 
nam; el reGonocimiento de la República 
Democrática de Vietnam como a una 
igual en la familia democrática mundial, 
por los dos países más grandes del mun-
do: la Unión Soviética y la China Popu· 
lar. Esto significa que definitivamente 
698 RE,.ISTA DE MARINA (l\OVI~~M 1rn E-D l CIKMB l1l~ 
perteneceremos al lado democrático y al 
bloque anti-imperialista de ochocientos 
millones de personas". 
En abril de 1954, y quizás recordando 
los tiempos del Presidente Roosevelt, el 
entonces Secretario de Estado, J ohn F os-
tes Dulles, citó a una Conferencia secre-
ta a cinco Senadores y a tres Represen-
tantes. Uno de los primeros era Lyndon 
B. J ohnson. El Secretario de Estado no 
estaba solo, pues lo acompañaban en esa 
ocasión, el Almirante Arthur W. Rad-
ford, el Sub-Secretario de Defensa, el 
Secretario de Marina y el Asistente del 
señor Dulles. Detrás del asiento de éste 
colgaba un gran mapamundi como ad-
vertencia para sus visitas de que el tema 
a tratar era trascendental. 
Fue claro y preciso para hablar: de-
seaba que el Congreso permitiera a l Pre-
sidente usar las fuerzas navales y aéreas 
en Indochina, y que tal vez esta resolu-
ción fuera innecesaria usarla, pero que el 
Presidente deseaba se cons;derara y que 
el Congreso tuviera el mismo sentimien-
to presidencial respecto a la crisis de In-
dochina. 
El Almirante Radford estaba profun-
damente consciente del deterioro de la 
situación, señalando de paso la impor-
tante situación estratégica de Indochina 
con respecto al Pacífico, agregando que 
las fuerzas francesas estaban al borde del 
colapso y que no podrían resistir más 
allá de tres semanas en el refugio de 
Dien Bien Phu. En lugar de tres sema-
nas, la heroica resistencia militar france-
sa duraría cinco semanas. 
DuHes reafirmó lo mstentado por Rad-
ford, diciendo que si Indoch na caía, 
ello acarrearía la pérdida para el Occi-
dente de todo el Sudeste asiático, y que 
los Estados Unidos podrían, eventual-
mente, ser forzados a regresar a Hawai, 
como en el tiempo anterior a la Segunda 
Guerra Mundial. Con esto se demostra-
ba que estaba a punto de iniciarse la par-
ticipación activa de los Estados Un=dos 
en el conflicto vietnamés, aceptando los 
riesgos de un enfrentamiento bélico con 
China y la Unión Soviética, a pesar de 
los sacrificios que ya le habían ~ignifica­
do la guerra de Corea, la crisis de Gre-
cia, Berlín, Turquía, la derrota de la Chi-
na nacionalista y el creciente despertar 
del Cercano Oriente. 
Eran muchos y muy graves los proble-
mas como para resolverlos atinadamente 
y con proyecciones futuras. Se tomarían 
soluciones de emergencia para salir del 
paso, esperando que se obraran milagros 
que cambiaran la marea internacional. 
Estas reuniones de tan alto nivel, en 
las que también participaron Churchill, 
Bidault y Eden, llevaron al final a la 
creación del SEATO (South East Asia 
Treaty Organization), que era mucho y 
poco al mismo tiempo. Mucho, porque 
involucraba a todos los Estados del área 
comprometida, con Occidente, y en de-
fem~a de un territorio dominado por una 
Potencia europea, como era Francia. Po-
co, porque en nada camb:aría la situa-
ción político-estratégica de esa región y 
en ese tiempo, ya que era indudable que 
toda ella volvería a ser de dominio ex-
clusivo de los asiáticos sin interferencias 
occidentales. No estaban en juego ideo-
logías o credos políticos, como se pensó 
en un principio. 
Se creyó que una doctrina política de-
terminada, al pintar un mapa con su pro-
pio color de combate, podría llamar a 
espanto a los occidentales. No era así. 
Si bien es cierto que esa doctrina se tra-
taba de irradiar desde un país euroasiá-
tico, no era menos cierto que aquellos 
otros países que se identificaban con 
ella gozaban de mucho más independen-
cia que la que se les suponía. Era nor-
mal la aspiración de los asiáticos, de que 
sus países fueran gobernados por ellos y 
no por los países occidentales. 
Si los juristas internacionales procla-
maban que todos los pueblos eran libres 
y soberanos de elegir su propio destino, 
guardaban silencio cuando algu!en suge-
ría que estas reglas del Derecho se apli-
caran a las Colonias de sus países cen-
trales. Para sortear el obstáculo, hubo 
de darles a aquellas Colonias un nombre 
elegante e indoloro políticamente: Pro-
vincias de Ultramar. 
Los países comprometidos en el 
SEATO fueron Australia, Francia, Pa-
kistán, Filipinas, Tailandia, Gran Breta-
ña y los Estados Unidos. Este Tratado 
fue la consecuenc!a de la derrota de F ran-
cia y su po~terior abandono del territorio 
de la Indochina y una respuesta a la 
Conferenciade Ginebra de 1954. No 
disponemos de espacio para describir, ya 
19i2) LA GUEHTL\ DE VIETXAC.I 699 
que sería materia de un estudio indepen-
diente, las maniobras y los compromisos 
que originó esta Conferencia , la que ori-
ginalmente fue organizada para solucio-
nar el problema de Corea y a la que se 
le agregó este otro, no menos grave, y 
que a la postre, sería muchísimo más 
explosivo: la guerra de Vietnam. 
El cese del fuego implicaba que ha-
brían de respetarse los términos del Tra-
tado y para ello nada más adecuado, 
que una inspección sobre el terreno por 
parte de una Potencia neutral y sin in-
tereses en la región. Para esta misión se 
eligió a los Estados Unidos. Los organis-
mos estadounidenses llamados a ejercer 
este control tuvieron diferentes nombres 
y funciones: MAAG, TERM, TRlM y 
CATO. 
Pasarían algunos años en los que el 
Régimen del Sur viviría altibajos dramá-
ticos en una paz aparente, sólo rota por 
disturbios internos en oue hubo muertos 
y heridos, y en los que- a pesar del cam-
bio del sistema de Gobierno a través de 
la llegada al Poder de Ngo Dinh D"em 
y su posterior derrocamiento y asesinato, 
rnceso que fue acompañado de no siem-
pre claros comentarios y rumores de al-
guna participación extranjera en estas 
maniobras políticas para no perder e! 
control político de este país, no fue po-
sible obtener esa paz tan ansiada por 
muchos. La teoría del juego del dominó 
empezaba a proyectarse claramente. 
La Influencia de la Geografía en Eurasia 
Hubo ocasiones en años anteriores, en 
que se llegó a admltir que esta guerra, de 
carácter local y estabilizada geográfica-
mente, fuera el inicio de la Tercera Gue-
rra Mundial, dadas las experiencias simi-
lares habidas en los Balcanes a comien-
zos de siglo y que fueran el preludio de 
la Primera Guerra Mundial, y aquellas 
otras de fines de los años treinta: Etio-
pía, Manchuria y España, las que fueron 
un anticipo cruento de la 11 Guerra Mun-
dial. En esta guerra, lo pensamos así, ha 
habido ya una lección que aprender y es 
aquella que, y a pesar de la ayuda mili-
tar recibida, el Norte ha mostrado una 
capacidad para organizar, en un medio 
poco favorable, una fuerza militar capaz 
de disputar el mejor derecho a imponer 
su voluntad a otra fuerza, extraordina-
riamente superior en recursos y de una 
tradición militar hasta ahora siempre 
victoriosa. Ha mostrado, también, un 
mando flexible que inteligentemente ha 
adaptado su estrategia y rn táctica a la 
debilidad de su armamento y que du-
rante su campaña ha puesto en algunas 
ocasiones en situac;ón extremadamente 
difícil a su adversario del Sur. 
Dejando a un lado a los dos Vietnam, 
es innegable C!Ue, y no sería razonable 
omitirlo, hay dos Potencias frente a fren-
te: una continental y otra marítima. Es 
decir, una que trata de extender su in-
fluencia a los Estados vecinos apoyán-
dose en su poúción continental central, 
y la otra, que le niega esa posibilidad 
por cuanto la afectaría perder la influen-
cia política sobre erns posiciones geográ-
ficas y que debilitarían su dominio del 
mar en esa región considerada. Ya he-
mos dicho que jugaremos con posib!lida-
des estratégicas y en lo que a continua-
ción sigue, excluiremos la situación ac-
tual, para situarnos en un marco general 
y de más amplio alcance. 
Existen y han existido estrategas que 
sostienen el principio de C!Ue las expan-
siones iniciales de una Potencia de con-
cepción continental no presentan mayo-
res dificultades, bien conquisten de mo-
do directo o a través de Estados satéli-
tes aquellos territorios que aparte de 
alejar de sus propias fronteras el espec-
tro de la guerra, le proporcionarían re-
cursos económicos necesarios para man-
tener su poderío. El conquistador, sacan-
do provecho de su posición central, de 
una u otra manera, habría de empujar a 
los Estados a que quiere someter, hacia 
afuera, o lo que es lo mismo, hacia las 
regiones costeras. 
Pero la extensión geográfica . tiene un 
alto costo para la Potencia continental. 
Las líneas terrestres se alargan produ-
ciendo su consecuente debilitamiento. No 
es lo mismo apoyar fuerzas de combate 
a cien kilómetros de sus bases que a mil 
kilómetros. El Estado que ha debido sos-
tener su ddensa junto al mar, no tarda-
rá en recibir ayuda de alguna Potencia 
marítima interesada en apoyarla, ya sea 
por coincidencia en el pensamiento polí-
tico, o simplemente, por interés en esa 
posición geográfica que también puede 
ser estratégica. 
700 Rl~VISTA DE !>rARIX,\ 
Para una Potencia continental la situa-
ción se complica, por cuanto rara será 
la ocas:ón en que esa expansión sea uni-
direccional. No faltarán, y la Historia así 
lo demuestra, las presiones centrípetas 
provenientes de los Estados periféric·os. 
Y si estas presiones se ejercen a través 
de zonas marítimas, la situación se torna 
tanto más grave para el continental, por 
cuanto las costas son vulnerables a las 
ofensivas provenientes de desembarcos 
anfibios y que podrían originar manio-
bras por las alas o ataques hacia la reta-
guardia. En Vietnam no se han efectua-
do grandes desembarcos anfibios, simi-
lares a los efectuados durante la guerra 
de Corea por la retaguardia norcoreana, 
y que hubieran podido paralizar al Nor-
te, aprovechando la oportunidad que és-
te daba en el hecho de que no domina-
ba el aire y, fundamentalmente, el mar. 
Los Estados Unidos, disponiendo en 
forma casi absoluta del dominio aerona-
val, no se sintió capaz de hacerlo, qui-
zás atemorizado por la difícil geografía 
local. 
Puede suponerse que la Potencia ma-
rítima, en un comienzo, sufrirá fuertes 
reveses cuando ataque frontalmente a la 
Potencia continental. Pero a partir del 
instante en que esté en cond~ciones de 
poner en tierra firme a una fuerza capaz 
de sostenerse y de disputar el terreno al 
adversario, éste se sentirá tocado ante la 
dificultad de defender un frente Jejano 
de su posición central y deberá retirarse, 
reduciendo su extensión territorial. 
Una Potencia continental que ejerza 
efectivamente su influenc;a sobre territo-
rios vecinos que la provean en casi todo 
lo que ella necesita para subsistir, apa-
rentemente no necesitará del mar. Sería 
cuestión de lograr un acuerdo de intere-
ses políticos con algunos Estados para 
no tener que depender del mar para sus 
abastecimientos. 
Los defensores del Poder marítimo 
ante el Poder continental sostienen, y 
dan los ejemplos, que durante Carlos V, 
Felipe II, Luis XIV, Napoleón, Guíller-
mo lI e Hitler, fueron derrotados por el 
Poder marítimo. A primera vista esta 
demostración es abrumadora, pero no 
hay que olvidar que ella abarca apenas 
cuatro siglos y la Historia de la humaní-
dad es mucho más que esto. Tiene mu-
cho de cieito, pero no alcanza a ser la 
verdad absoluta. 
La posición central de una Potencia 
continental no avala a su Gobierno un 
resultado favorable en sus expansiones 
externas o periféricas. O lo que sería ca-
si lo mismo, la ventaja de las comunica-
ciones interiores sobre las exteriores, 
Hasta ahora no ha habido ocasión de 
verificar esta superioridad, por cuanto los 
conflictos bélicos ocurridos, si bien es 
cierto han abarcado grandes extensiones 
de territorios, esta extensión no ha sido 
tan enorme como para descartar a las 
comunicaciones marítimas. 
Napoleón, Guillermo 11, Hitler, y tam-
bién Stalin al finalizar la Segunda Gue-
rra Mundial, buscaron y trataron de 
aprovechar su posición geográfica cen-
tral para batir, sucesivamente, a sus ad-
versarios, uno tras otro. Sólo Stalin con-
siguió en parte su propósito, sin ser de-
rrotado militarmente, pero cediendo a 
través de las negociaciones diplomáticas, 
los territorios ocupados de la Manchuria 
y Corea. Este éxito aparente de las Po-
tencias centrales se basa en el hecho de 
la escasa coordinación de las fuerzas mi-
litares de los Estados periféricos adver· 
~arios debido a su incorrecta conducción 
política, como consecuencia de la casi 
inevitable divergencia en los intereses po-
líticos que sustentan sus respectivosGo-
biernos. 
Esta ausencia de intereses comunes se-
ría más importante e influiría indirecta-
mente, en que la Potencia central dis-
pondría del tiempo necesario para utili-
zar sus comunicaciones inter;ores con 
mayor celeridad en relación a las exte-
riores, que corresponderían a los Esta-
dos periféricos, si se considera el hecho 
de que una demora en la toma de deci-
siones se acentuaría peligrosamente, y 
sin omitir el factor físico de la longitud 
de estas vías de comunicaciones. 
Considerando que la capacidad de 
transporte terrestre, cualquiera sea el fac-
tor de multiplicación, nunca estaría en 
condiciones de igualar a la capacidad de 
transporte marítimo, además del hecho 
importante de que .las vías terrestres son 
estáticas y las marítimas son dinámicas, 
señalarían la dificultad más importante 
para una Potencia ·central al enfrentarse 
1972) LA GUERRA DE VIETNAM 701 
a los Estados periféricos. Al mencionar 
estos dos términos para calificar a las 
vías terrestres y marítimas, pensamos 
que las primeras son estáticas y las se-
gundas, dinámicas, en cuanto a la ame-
naza del Poder aéreo que las afligiría 
durante un conflicto. Las primeras, ob-
viamente, mantendrán sus pos:ciones fi-
jas a partir de la iniciación del conflicto, 
mientras que las segundas buscarán siem-
pre la oportunidad y el lugar adecuado, 
según las circunstancias. 
La guerra vietnamesa ratifica la im-
poi:ibi!idad para someter a toda As=a por 
parte del dueño del Heartland, por cuan-
to se ha demostrado que al desplazarse 
algunos miles de kilómetros desde la po-
sición central hacia la periferia, inevita-
blemente se producirá el funesto resul-
tado de las distancias recorridas y las 
extensiones ocupadas. Por lo demás, y 
esto rige para ambos adversarios, el con-
tinente asiático no es un territorio que 
pueda ser ocupado militarmente con arre-
glo a las normas clásicas. La ocupación, 
en caso de producirse, será de tipo po-
lítico: dándole independencia interna a 
los Estados comprometidos, pero sin 
abandonar la línea de conducta aue les 
imponga la Potencia rectora en la~ re1a-
ciones internacionales. 
Quizás por primera vez la aviación ha 
podido ejercer tal presión sobre las lí-
neas de comunicaciones, que el despla-
zamiento terrestre se ha visto detenido 
pero sin llegar a la eliminación física de 
los combatientes. El dominio aéreo ha 
sido vital para mantenerse en posición 
defensiva, pero no ha sido decisivo en la 
obtención de los objetivos. 
Las Potencias continentales tendrían 
la tendencia a ocupar las islas o puntos 
adyacentes que controlaran las vías de 
comunicaciones marítimas, de acuerdo a 
las experiencias de las últimas guerras, en 
las que estaría afianzándose el procedi-
miento, quizás no de modo categórico, 
de que no se puede dominar con tran-
quilidad a un continente mientras no se 
dominen previamente estos puntos geo-
gráficos, que bien podrían servir para 
una defensa temprana, o también, un 
punto de apoyo para las ofensivas ad-
versarias. 
Estas necesidades las sufren China y 
la Unión Soviética en el área del Sudeste 
aúático. Las quejas contra los Estados 
Unidos por la ocupación de algunas islas 
cercanas a este continente y su perma-
nencia en Vietnam no son intrascenden-
tes. Son serias. Desde ellas podría lan-
zarse un ataque o efectuar una demos-
tración militar en contra de los chinos, 
pakistanos o coreanos, bloqueando a los 
chinos y dejando al descubierto a los so-
viéticos en la región del Pacífico, debi-
litándolos en el frente europeo. Tanto 
los unos como los otros, están frente a 
una amenaza mutua y que deberán sor-
tear con éxito en beneficio de sus pro-
pias políticas. 
A pesar de las diferentes etapas por 
las que ha pasado esta guerra, ella se ha 
caracterizado por la falta de decisión en 
atacar por el aire a los centros vitales de 
uno de los adversarios, ya que por tie-
rra y a pesar de las cortas distancias, 
ello no será posible por la compleja geo-
grafía local. En más de una ocasión ha 
quedado flotando la duda de si el 
Norte, y eventualmente también China, 
aceptarían correr el riesgo de una des-
trucción de todos sus centros vitales del 
área en conflicto, con el fin de atraer a 
los sureños hacia las profundidades del 
continente con el fin de producir su de-
bilitamiento. 
Hacia el Futuro 
Aparentemente los chinos se encuen-
tran en mejor posición, por estar en el 
centro del área en disputa, para domi-
nar a un Océano cada vez más atractivo. 
Respecto a esto último, queremos agre-
gar que en los primeros cinco años de 
post-guerra se pensó que a consecuencias 
del conflicto de Corea y al triunfo de 
Mao T se T ung en la guerra civil china, 
se colocaría a toda Asía bajo la esfera de 
la influencia soviética. 
No ocurrió de este modo. 
Pensamos que los soviéticos están su-
friendo de los mismos males aue los ale-
manes a fines del siglo pasado- y comien-
zos de éste: que los soviéticos están lle-
gando demasiado tarde en la nueva re-
ordenación de las áreas de influencia, 
pues, como las Colonias ya no existen, 
hay que buscar Estados afines política-
mente, Estas adhesiones no se obtienen 
702 REV.CSTA DE )!AlUXA (XOVH:?.IIm E - Dl.Cll~ MBIU: 
en las mesas de Conferencias sino que a 
través del trato dire1::to, presionándolos 
para que colaboren con el interesado, o 
p e.ra que se mantengan neutrales en caso 
de desacuerdos. 
Los soviéticos necesitan de muchos 
puntos de apoyo para su cada vez más 
fuerte Marina. ¿Dónde encontrarlos se·· 
gura y establemente? 
En el Cercano Oriente no han tenido 
éxito y están en una situación demasiado 
descubierta allí, y también en el Indico. 
Se encuentran demasiado lejos de sus 
bases. Y las que los soviéticos desean, se 
las niegan los chinos, por ser éstos los 
dueños de la región decisiva, y también, 
aunque en menor e~cala, los Estados Uni· 
dos, por sus bases isl,eñas, en las que es-
tán esta::ionados sus aviones. y la avia-
ción tienta irresistiblemente al continen· 
tal para obligar a éste a extender sus 
brazos hacia los archipiélagos y penÍn· 
sulas, ya para cortar las vías de comu-
nicaciones marítimas, ya para extender 
su límite de seguridad. 
En relación a la influencia china, se 
ha advertido aue la conducción estraté-
gica de las fue~zas militares del Norte se 
ha basado en ese principio brillante, pe-
ro que ya cuenta con algunos fracaso s en 
Corea, pero que si es bien llevado a ia 
práctica, puede dar excelentes resulta-
dos: "Que el enemigo avanza, nos bati-
mos en retirada que el enemigo se 
atrinchera, le hostigamos / que el enemi-
go se debilita, le atacamos / que el ene-
migo se retira, le perseguimos". 
El Norte, aparentemente, no ha dado 
ocasión al adversario para ~ue le obli-
guen a res istir a ultranza en un punto de-
terminado; el Norte avanza o retrocede, 
sintiendo un desprecio casi total por el 
terreno que deja atrás en sus retiradas, 
pero esta maniobra conduce a todas sus 
fuerzas a un punto de reunión favorable 
para la concentración, anticipo de sus 
contraofensivas aplastantes, no porque 
dispongan de más re::ursos que el Sur, 
sino porque aplican la movilidad y la 
sorpresa de un modo casi perfecto, con-
duciendo a su adversario a una situación 
moral tal, que hay instantes en que éstos 
no saben contra Quién luchar ni contra 
quién defenderse .. 
Por último, pensamos que los chinos 
podrán aprovechar los factores del suelo 
y del hombre asiático mucho mejor que 
los soviéticos y los estadounidenses. Na-
die mejor que los chinos para explotar 
la realidad geográfica y su influencia en 
el hombre. 
Y que también se hará uso de la po-
lítica para ampliar aquellos mercados que 
excluyan a los soviéticos y a los estado-
unidenses de esta región. Es posible que 
un mayor entendimiento entre Japón y 
China, la reunificación de Vietnam y ba-
jo el mandato del Norte, la reunifica-
ción de Corea, la que quedaría como ele-
mento equilibrador entre los chinos, so-
viéticos y japoneses, den forma a un des-
arrollo político-económico insospechado 
a todaAsia. 
China necesita tecnología para lle nar 
el vacío dejado por la ayuda soviética, 
y también productos terminados de ba-
jo costo. Japón puede y está en condi-
ciones de proporcionárselos. Podría lle-
i;arse incluso, y nos parece que no está 
lejano el día, a que se haga realidad el 
Mercado Común Asiático, que podría 
superar a su similar europeo, y que ten-
dría que influir quizás de modo decisivo 
en la vida de todos los Estados que dan 
l.a cara al Pacífico en el continente ame-
ricano. 
Esto traería como consecuencia el em-
pequeñecimiento de los Estados Unidos y 
de la Unión Soviética. ¿Lo aceptarán tan 
fácilmente? Creemos que no. Que a con-
secuencias de esto, casi inevitablemente 
se originarán conflictos por la terquedad 
en no ceder posiciones y se conservarán 
lé>.S antiguas herencias de otros tiempos, 
en que los países débiles necesariamente 
debían aceptar la protección de sus ma-
yores para surgir, y en algunas ocasiones, 
para sobrevivir. 
Por último, volviendo a la realidad, 
tenemos siempre presente el caso de 
Vietnam. Son demasiados los años en 
que se está combatiendo sin que se vis-
lumbre una salida. A pesar de todos los 
avances sin trabas en el pensamiento del 
Hombre, los grandes dirigentes aún no 
encuentran el tiempo y la oportunidad 
para permitir, y ceder, que aquellos más 
pequeños decidan su propio destino . 
Y quizás sea esta guerra uno de los 
ejemplos más claros de los últimos tiem-
pos, en el sentido de que la política y 
LA CiUEnJU. DJ~ VlETX,UI 703 1972) 
la guerra, esta última al servicio de la 
primera, si confunden los princ1p1os por 
los que deben regirse, só]o conducen al 
caos. Y en este caso, sólo puede espe-
rarse una paz de compromiso que podría 
llevar a esa región a divergencias políti-
cas mayores y de peores consecuencias. 
BIBLIOGRAFIA 
"Gowrment and Politics of South East Asia" 
Roy Jumper :rnd :Marjorie Weiuer Nonnaud, 
Comell Univcrsity, 1964. 
"No Peace for Asia", Harold Isaacs, Stan-
ford, 1947. 
"How The Unitecl States Got Involved In 
Vietnam", Thc Center For Thc Study Of De-
mocratic Iustitutions, 1965. 
"The Etat.e Of Asia: A Coutemporary Survey" 
Edited by I .. awrence K. Rosinger. American 
Tn!!titute Of Pacific He la tions, 1951. 
"Geopolítica'', J. Vircns Vives, Edit.orial Teide 
1956. 
"Obras Escogidas", :Mao Tse Tung, Tomos III 
y IV, Editorial del Pueblo, Pekín, 1968. 
' 'Asían Dilemma: Unitc<1 States, Japan an<l 
China", Edited by Elaiue H. Burnell. The Cen· 
ter For The Study Of Democratics Institutions, 
1968. 
"Paz y Guerra entre las Xaciones", H.nymond 
Aron, Hcvista de Oeeidcnk, 1963. 
	venatici6 1
	venatici6 2
	venatici6 3
	venatici6 4
	venatici6 5
	venatici6 6
	venatici6 7
	venatici6 8
	venatici6 9
	venatici6 10
	venatici6 11
	venatici6 12
	venatici6 13

Continuar navegando