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l Señor sale a nuestro encuentro ibro de os padres rquidiócesis de ahía lanca ibro de os padres ítulo de la obra: El Señor sale a nuestro encuentro - Libro de los padres 2 ISBN 978-987-1931-21-7 Primera edición, agosto de 2013 Primera reimpresión, marzo de 2014 Segunda reimpresión, abril de 2015 ercera reimpresión, enero de 2016 © 2012, INPAS © 2012, PPC Argentina S.A. Puede imprimirse Monseñor Guillermo José Garlatti Arzobispo de la Arquidiócesis de Bahía Blanca 11 de Marzo de 2013 C Cono Sur Av. Callao 410, 2º piso C1022AAR | Ciudad Autónoma de Buenos Aires | República Argentina t: +54 11 4000.0400 / f: +54 11 4000.0429 www.ppc-editorial.com.ar e-mail de contacto: ventas@ppc-editorial.com.ar Esta tirada de 880 ejemplares se terminó de imprimir en el mes de enero de 2016 en FP Compañía Impresora S.A. - Beruti 1560 - Florida (1602) - Buenos Aires - Argentina Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723. Libro de edición argentina / ade in Argentina Impreso en Argentina / Printed in Argentina No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier otro medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. mpr sa asociada a la cámara arg ntina d l libro Instituto Pastoral Apóstol Santiago El señor sale a nuestro encuentro : Libro de los padres 2. - 1a ed. - Buenos Aires : PPC Cono Sur, 2013. 128 p. ; 19,5x27,5 cm. - (Catequesis de iniciación cristiana; 7) ISBN 978-987-1931-21-7 1. Catequesis Familiar. CDD 268.4 resentación on gran satisfacción y fuerte esperanza presento a nues- tra Arquidiócesis de Bahía Blanca la implementación del programa catequístico l Señor sale a nuestro encuentro. Se trata de un proyecto de catequesis familiar de iniciación a la vida eucarística, propuesta en dos etapas, constituida por ocho libros en total (libro de los niños, libro del catequista de niños; libro de los padres y libro del catequista de los padres, para cada etapa) y enriquecida por una gran cantidad de re- cursos y contactos a través de internet e instancias formativas permanentes de distinto tipo. on ello estaremos dando un paso importante en el ca- mino trazado por los pastores reunidos en la Vª onferencia General del Episcopado Latinoamericano y del aribe en Apa- recida. Allí se señala que Se impone la tarea irrenunciable de ofrecer una modalidad operativa de iniciación cristiana que, además de marcar el qué, dé también elementos para el quién, el cómo y el dónde se realiza. Así, asumiremos el desafío de una nueva evangelización, a la que hemos sido reiteradamente con- vocados» (287). atequesis y nueva evangelización: éstos son los ejes y desafíos. Tenemos entre manos una posibilidad de evange- lizar que, como respuesta a los nuevos tiempos y en sintonía con la enseñanza de los Pastores, se propone como objetivo general “desarrollar una Catequesis de Iniciación a la Vida Eucarística en la que la familia viva un proceso de en- cuentro y de amistad con Jesucristo, en el que reconozca la invitación que Él nos hace a la conversión y a vivir en la Iglesia el discipulado y la misión” (ibd). Al respecto la Exhortación Apostólica Verbum domini se- ñala que “un momento importante de la animación pastoral de la Iglesia en el que se puede redescubrir adecuadamente el puesto central de la Palabra de Dios es la catequesis, que, en sus diversas formas y fases, ha de acompañar siempre al Pueblo de Dios” (74). En línea con lo propuesto en la Catechesi tradendae, “la acción catequética de la familia tiene un carácter peculiar y — en cierto sentido— insustituible”, algo que ha sido subrayado con razón por la Iglesia, especialmente por el oncilio Vatica- no II. “Esta educación en la fe, impartida por los padres —que debe comenzar desde la más tierna edad de los niños— se realiza ya cuando los miembros de la familia se ayudan unos a otros a crecer en la fe por medio de su testimonio de vida cris- tiana, a menudo silencioso, mas perseverante a lo largo de una existencia cotidiana vivida según el Evangelio” (68). La catequesis familiar, en efecto, precede, acompaña y enriquece toda otra forma de catequesis. Y no pocas veces la “iglesia doméstica” es el único ámbito en donde los niños pueden recibir una auténtica catequesis. A propósito de la importancia de la “calidad” de la cate- quesis para la nueva evangelización y el desarrollo armó- nico de la vida de la fe, la Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi pone de manifi esto que “el esfuerzo de evangeli- zación será grandemente provechoso … si los catequistas disponen de textos apropiados, puestos al día sabia y competentemente, bajo la autoridad de los obispos. Los métodos deberán ser adaptados a la edad, a la cultura, a la capacidad de las personas, tratando de fi jar siempre en la me- moria, la inteligencia y el corazón las verdades esenciales que deberán impregnar la vida entera” (44). Afortunadamente, l Señor sale a nuestro encuentro constituye un proyecto catequístico muy rico y probado, vivo, potente, fundado en la experiencia de comunidades en per- manente actitud crítica y renovación metodológica, sensible a los cambios socioculturales, y atenta a los signos de los tiempos. Un proyecto que cuenta ya con cincuenta años de historia. “Ante todo, es menester preparar buenos catequistas”, afi rma la Evangelii Nuntiandi; catequistas parroquiales, ins- tructores y padres, deseosos de perfeccionarse en este “arte superior, indispensable y exigente que es la enseñanza religio- sa” (ibd). on enorme alegría pongo en manos de los catequistas, padres de familia y agentes de pastoral este atecismo, diri- gido principalmente a la Arquidiócesis de Bahía Blanca, pero ofrecido también como un servicio a quienes estén dispues- tos a asumir el compromiso de hacer realidad el mandato Jesús: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia” (Mc. 16,15). + Monseñor Guillermo José Garlatti Arzobispo de Bahía Blanca INICIO DE LA CELEBRACIÓN a) Motivación Inicial: Guía: Les damos una afectuosa bienvenida a cada uno de ustedes. Nos re-encontramos nuevamente para continuar el proceso de iniciación a la vida eucarística. Hemos vivido momentos importantes para la vida de fe, para la experiencia de ser discípulos misioneros, para encontrarnos vitalmente con Jesucristo, el Señor de la Vida. Con estos sentimientos iniciemos este encuentro cantando. anto b) Saludo: El que preside: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. odos: Amén. El que preside: Queremos seguir caminando con Jesús; ya que deseamos profundizar en el seguimiento del Señor. A la luz de este encuentro quisiera preguntarles: ¿qué acontecimientos vivieron en este último tiempo?, ¿cómo estuvieron las vacaciones?, los niños ¿crecieron en estatura?, ¿durante el verano experimentaron la presencia de Jesús en sus vidas?, ¿extrañaron algo de la catequesis?, ¿participaron de la Eucaristía, de la vida de oración? ) ORA IÓN: El que preside: Oremos: Señor, caminamos por la vida como los discípulos de Emaús: queremos reconocerte al partir el pan, concédenos amar y conocer tu Palabra, para hacer de nuestras vidas una ofrenda agradable a ti y puesta al servicio de nuestros hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor. odos: Amén. LITURGIA DE LA ALABRA Guía: Permanecemos de pie y nos disponemos a escuchar la Palabra de Dios, que nos vivifi ca y nos anima a mirar nuestra vida a la luz del Señor. Lo hacemos con un corazón atento, y dispuesto. Acogemos esta Palabra cantando. anto El que preside: Les anuncio el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Lucas (24,1 - 5: os discípulos de Emaús). Todos: Gloria a i, Señor. Guía: Tomen asiento. Dejemos unos minutos de silencio para que la Palabra de Dios penetre en nuestro ser. Te invi-tamos a leer el texto una vez más, en forma personal y pausada. Marcá las frases que te llaman la atención, encerrá en un círculo los personajes y en un rectángulo los verbos. COM ARTIR EN FAMILIA Guía: Los invitamos a encontrarse de a dos familias, para compartir lo que la Palabra ha suscitado en cada uno. Les proponemos las siguientes preguntas para profundizar, en especial les pedimos tener presentes las preguntas 2 y : 1.- ¿Qué frases me llamaron más la atención? 2.- ¿Qué hizo el Señor en mi vida durante el primer año de la Catequesis? .- ¿Por qué le doy gracias al Señor? Como fruto del diálogo, se elaboran oraciones de ac- ción de gracias que serán compartidas en el momento siguiente de la celebración. anto FRUTOS DE LA CELEBRACIÓN Guía: Luego de este compartir, los invitamos a recoger los fru- tos de la celebración. El que preside: a) Somos asamblea, comunidad reunida hoy para ELEBRA IÓN: “SEGUIMOS AMINANDO ON JESÚS” 5 continuar el camino a la vida eucarística. Por eso en forma espontánea y libre, los invito a que podamos decir en voz alta: ¿Qué hizo el Señor en mi vida durante el primer año de la Catequesis? b) Y ¿por qué queremos dar gracias? c) Queremos presentarle al Señor nuestras oraciones... SIGNO: Entrega de los libros de Catequesis de segundo año y un par de sandalias. Guía: Para sellar este momento, los invitamos a los Catequistas a traer los libros de Catequesis de segundo año “El Señor sale a nuestro encuentro” y la bandeja con sandalias. Les pedimos ahora que se acerquen los padres junto a sus hijos para recibir los libros de Catequesis de Se- gundo Año, junto con un par de sandalias. Se acompaña este momento con las siguientes palabras u otras que se elijan: Les entregamos estas sandalias para hacer presen- te que es JESUCRISTO, el Señor de la Vida, el Señor que se ofrece en la Eucaristía, el que camina junto a ustedes. Para hacer presente, también, que son sus FAMILIAS, núcleo de encuentro, de diálogo, de amor, de esperanza, parte importante en este peregrinar y que la COMUNIDAD acompaña sus pasos en la formación a la iniciación de la vida eucarística. El que preside: Con los libros y las sandalias en sus manos, los invitamos a hacer juntos la siguiente oración. Quédate con nosotros, Señor.... para que no se apague nues- tra fe, ni se oculte tu rostro. Quédate con nosotros, Señor... en los momentos de difi cultad, para que no nos falte ilusión, fortaleza en el dolor y luz en los momentos de confusión. Quédate con nosotros, Señor... para que nuestro corazón arda al calor del tuyo. Quédate con nosotros, Señor... para que nuestro amor se manifi este, nuestra entrega se afi ance y podamos acogerte en cada hermano. Quédate con nosotros, Señor... para que vivamos con esperanza. Quédate con nosotros, Señor... en Tu palabra y en estos li- bros de catequesis para que sigamos profundizando en la fe. anto El que preside: Somos hijos de un mismo Padre. Por eso decimos jun- tos: Padre nuestro… BENDICIÓN FINAL El que preside: Felices de re-encontrarnos, de haber vivido esta cel- ebración como miembros de un solo cuerpo y de la alegría de tener junto a nosotros a Jesucristo, los invito a dar testimonio de lo que hemos celebrado, a participar con entusiasmo en los próximos encuentros y a dejar que el Señor transforme nuestras vidas en su amor. El Señor esté con ustedes. odos: Y con tu espíritu. El que preside: El Padre, que es bueno y misericordioso, nos acompañe como familia en este encuentro con el Señor de la Vida en este segundo año de catequesis y que Él nos bendiga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. odos: Amén. Guía: Finalizamos nuestra celebración cantando a nuestra madre: anto 6 unidad 7 Jesús nos amó hasta el extremo I. ACOGIDA «LA ÚLTIMA CENA: CELEBRACIÓN DE LA NUEVA ALIANZA» «He deseado ardientemente comer esta ascua con ustedes antes de mi asión.» ( c 22,15) ración inicial Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. Invoquemos la presencia y compañía del Espíritu de Jesús cantando “Espíritu Santo, ven aquí”: Espíritu Santo, ven aquí... Espíritu Santo, ven a mí... Quiero vivir, quiero ser feliz. con tu poder dentro de mí. (2 veces) Recemos juntos un extracto del Salmo 137, con el que el Pueblo de Israel oraba dando gracias al Señor. SALMO 137 “ e doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tocaré para ti, me postraré hacia tu santuario, daré gracias a tu nombre. Por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera tu fama; cuando te invoqué, me escuchaste, acrecentaste el valor en mi alma. Cuando camino entre peligros me conservas la vida; extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo, y tu derecha me salva.” Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ENCUENTRO 19 9 III. APRENDIENDO A VIVIR EN LA FE II. NUES RO CAMINO A. Síntesis del encuentro anterior ¿Qué me resultó signifi cativo de la Celebración “Seguimos caminando con Jesús”? B. Encuentro con la familia ¿Qué fue lo más importante para tu familia del proceso de Catequesis que vivieron hasta aquí? ¿Cómo vivieron en familia durante las vacaciones lo que hemos ido descubriendo en la Catequesis? ¿Qué enseñanza de Jesús nos ayudó a caminar como familia? ¿Cómo integramos la Eucaristía en nuestra vida familiar? C. Lo que hoy queremos hacer En la celebración de la semana pasada nos reencontramos para iniciar el segundo año del proceso de catequesis familiar y agradecer la posibilidad de ir profundizando la Buena Noticia de Jesús. oy que- remos descubrir en la Última Cena el signo que anticipa, prepara y da sentido al acontecimiento de la muerte y Resurrección de Jesús. 1. Experiencia de vida Quizás, a lo largo de nuestras vidas hemos experimentado situaciones que nos agobiaron, que nos entristecieron, o que por alguna razón nos limitaron en nuestras posibilidades. ambién hemos vivido el gozo de vernos libres de esas situaciones. e invito a completar el siguiente cuadro: ¿Qué sentimientos y/o actitudes experimenté mientras atravesaba por esa situación concreta? ¿Qué sentimientos y/o actitudes experimenté al superar esa situación? EXPRESÁ CON UNA SOLA PALABRA LO QUE SIGNIFICÓ SUPERAR AQUELLA SI UACIÓN. 10 † Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Lucas 22,7-20: 2. Dios nos habla por medio de su Palabra Escuchemos ahora la Palabra de Jesús que, como siempre, viene a iluminar nuestros encuentros y a dar sentido a nuestras vidas. «Llegó el día de los Ácimos, en el que se debía inmolar la víctima pascual. Jesús envió a Pedro y a Juan, diciéndoles: “Vayan a prepararnos lo necesario para la comida pascual”. Ellos le preguntaron: “¿Dónde quieres que la preparemos?” Jesús les respondió: “Al entrar en la ciudad encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo hasta la casa donde entre, y digan a su dueño: El maestro manda preguntarte: ¿Dónde está la sala en que podré comer la Pascua con mis discípulos? Él les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones: preparen allí lo necesario”. Los discípulos partieron, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua. Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los Após- toles y les dijo: “He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión, porque les ase- guro que ya no la comeré más hasta que llegue a su ple- no cumplimiento en el reino de Dios”. Y tomando una copa, dio gracias y dijo: “ omen y com- pártanla entre ustedes. Porque les aseguro que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios”. Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: “Esto es mi Cuerpo, que seentrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”. Después de la cena hizo lo mismo con la copa, diciendo: “Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre, que se derrama por ustedes.”» ARA REFLEXIONAR Y COM ARTIR: A partir de la lectura del texto nos preguntamos: 1) El texto habla de una Nueva Alianza: ¿Cuál era la Antigua? ¿Qué signifi caba? 2) ¿Qué quería celebrar Jesús con sus discípulos? 3) ¿Qué gestos y palabras de Jesús en el texto son signo de su entrega por nosotros? 4) ¿Cuál es la Nueva Alianza que Jesús sella con su Cuerpo y con su Sangre? 5) ¿Cuál es el signo de esta Nueva Alianza? 11 Para profundizar: El acontecimiento de la Alianza quedó grabado a fuego en el corazón y en la mente de los israelitas. Cada año con la Cena Pascual, celebraban el “paso” (Pascua) de la esclavitud a la libertad. La experiencia de opresión, de esclavitud, de abandono que vivieron en Egipto, se transforma en experiencia de liberación para todo un pueblo. Esta liberación es signo vivo del compromiso de Dios con ellos. Jesús envía a sus discípulos a preparar el lugar para celebrar con ellos la cena pascual. Se sienta entre amigos y en este contexto de amistad, celebra una Última Cena como signo que anticipa la realización de la nueva y eterna Alianza que acontecerá en su muerte y resurrección. En la nueva Pascua, Jesús pasa de la muerte a la vida, abriendo el camino a nuestro “paso” defi nitivo del pecado que esclaviza a la libertad del amor pleno. Su Pascua dará sentido para siempre a todas nuestras pascuas. Nada que nos agobie, nos entristezca o nos esclavice tendrá la última palabra sobre nuestras vidas. El camino de la catequesis familiar es un itinerario que nos ayuda a descubrir que en cada Eucaristía damos gracias a Dios por este acontecimiento de salvación. Jesús anticipa y da sentido a su muerte como entrega de su vida al Padre y a nosotros y nos invita a celebrar esto en cada Eucaristía. Con ayuda del Espíritu hacemos presente, actualizamos esta salvación en nuestras vidas comprometiéndonos a una entrega alegre y generosa en el servicio de todos nuestros hermanos, especialmente los que viven algún tipo de esclavitud y amargura. reguntas: 1) ¿En qué hechos de mi vida he experimentado el amor y la entrega de Cristo por nosotros? 2) ¿En qué situaciones soy signo de amor y entrega para los demás? 3. La Iglesia actualiza la Palabra Juan ablo II, Ecclesia de Eucharistia, 3. “Del misterio pascual nace la Iglesia. Precisamente por eso la Eucaristía, que es el sacramento por excelen- cia del misterio pascual, está en el centro de la vida eclesial. La institución de la Eucaristía, en efecto, anticipaba sacramentalmente los acontecimientos que tendrían lugar poco más tarde, a partir de la ago- nía en Getsemaní. La sangre, que poco antes había entregado a la Iglesia como bebida de salvación en el Sacramento eucarístico, comenzó a ser derramada; su efusión se completaría después en el Gólgota, convir- tiéndose en instrumento de nuestra redención.” 12 IV. PREPARANDO LA CA EQUESIS FAMILIAR C. Propuesta de Catequesis Familiar Como familia, nos reunimos en torno al altar familiar. El/la catequista comienza su encuentro en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Confeccionamos, entre todos una línea o camino que contemple los dos años de preparación de la Catequesis Familiar. En una parte del camino marcamos acciones, acontecimientos, recuerdos que fueron importantes de lo vivido hasta aquí. Uno (o más) de los integrantes de nuestra familia está cada vez más cerca de celebrar la cena pascual con Jesús, la misma en la que el Señor anticipó su entrega por amor a todos nosotros. Nuestro hijo(a) recibirá a Jesús por primera vez a través de la comunión de su Cuerpo y Sangre. ¿Cómo podemos expresar nuestro amor y entrega hacia los demás, tal como lo hizo Jesús? Conversemos brevemente. Después que cada uno comparte, podemos rezar: “Jesús, cuando hago el bien a los demás, renuevo mi amor contigo.” A. Con la Virgen María, guardemos en el corazón A ti, Virgen aría, que fuiste testigo de la entrega de tu Hijo, te pedimos, que al igual que tú lo hiciste, nos enseñes a acompañarlo siempre en el servicio gene- roso a los hermanos. Escribí aquello que descubriste como lo más importante de este encuentro. María guardaba en el corazón todas las enseñanzas de Jesús. Presentá a María el fruto de este encuentro para que ella te ayude a guar- darlo en el corazón. B. ¿Cómo transmitirlo a nuestros hijos e hijas? ¿Cómo podemos transmitir a nuestros hijos lo que aprendimos en este encuentro? 1 Marquemos ahora, en otra parte de nuestro camino, lo que nos comprometemos a vivir para que la Primera Comunión de …………………… sea un acontecimiento realmente importante y signifi cativo para nuestra familia. Mirando nuestro camino, recemos juntos al Padre de todos diciendo: Padre nuestro…. Mientras lo hacemos, un integrante de nuestra familia coloca el cirio o la vela encendida en medio del camino. Para fi nalizar, recemos juntos por nuestra catequesis familiar: Dios y Padre nuestro, concédenos como familia, saber escuchar tus enseñanzas, alimentarnos de tu Eucaristía, y permanecer siempre unidos en tu amor. Amén. ración de envío Dispongámonos a agradecer al Señor su entrega sin límites por cada uno de nosotros, por cada hombre y mujer de nuestra tierra. Fijemos nuestra atención en la imagen de Jesús, pensemos en su entrega sin límites, en la Alianza que sella para nosotros en su muerte y resurrección. Agradezcamos su amor, respondiendo a cada frase: Bendito seas por siempre Señor. Por llamarnos a ser tu pueblo elegido... Por sellar tu Alianza con nosotros... Por amarnos hasta el extremo... Por enseñarnos a darnos a los otros como ú lo hiciste... Por esperarnos en cada Eucaristía... Por estar en nuestras vidas y en nuestros hogares... Para fi nalizar, recemos juntos un cántico de alabanza: Por eso, Dios nuestro, nosotros te damos gracias, alabando tu nombre glorioso”. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. “Bendito eres, Señor, Dios de nuestro Padre Israel, por los siglos de los siglos. Tuyos son, Señor, la grandeza y el poder, la gloria, el esplendor, la majestad, porque tuyo es cuanto hay en cielo y tierra, Tú eres rey y soberano de todo. 14 I. ACOGIDA «LA ASIÓN Y MUERTE DE JESÚS» «Dijo Jesús: “Todo se ha cumplido”. E inclinando la cabeza, entregó su espíritu.» (Jn 19,30) ración inicial En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Canto Ponemos la mirada en Jesús crucifi cado. Consideramos que cuelga de la cruz por amor a nosotros, a todos, a la humanidad entera. Meditamos con gran respeto el siguiente himno: En esta tarde, Cristo del Calvario1 En esta tarde, Cristo del Calvario, vine a rogarte por mi carne enferma; pero al verte, mis ojos van y vienen de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza. ¿Cómo quejarme de mis pies cansados, cuando veo los tuyos destrozados? ¿Cómo mostrarte mis manos vacías, cuando las tuyas están llenas de heridas? ¿Cómo explicarte a Ti mi soledad, cuando en la cruz alzado y solo estás? ¿Cómo explicarte que no tengo amor, cuando tienes rasgado el corazón? Ahora ya no me acuerdo de nada, huyeron de mí todas mis dolencias. El ímpetu del ruego que traía se me ahoga en la boca pedigüeña. Y sólo pido no pedirte nada, estar aquí, junto a tu imagen muerta, ir aprendiendo que el dolor es sólo la llave santa de tu santa puerta. Amén. Elijan una frase que les quede resonando. Compártanla en voz alta con los demás. Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. 1 . Oración tomada de la “Liturgia de las horas”. Calvario o Gólgota es el nombre dado al monte en las afueras de Jerusalén donde Jesúsfue crucifi cado. ENCUENTRO 20 15 III. APRENDIENDO A VIVIR EN LA FE II. NUES RO CAMINO A. Síntesis del encuentro anterior Ideas fundamentales del encuentro anterior. B. Encuentro con la familia ¿Qué descubrimos como familia al compartir acerca del amor y la entrega de Jesús? ¿Cómo expresamos como familia nuestro amor y entrega a los demás, tal como lo hizo Jesús? ¿Cuáles fueron los principales logros y difi cultades al compartir con nuestros hijos lo que aprendimos en el encuentro anterior? C. Lo que hoy queremos hacer En el encuentro anterior aprendimos que la última Cena es el signo que anticipa, prepara y da sen- tido al acontecimiento de la muerte y resurrección de Jesús. oy queremos descubrir el amor de Jesús llevado hasta el extremo, en fi delidad a la misión recibida del Padre. 1. Experiencia de vida José Gabriel del Rosario Brochero nació el 16 de marzo de 1840 en Santa Rosa de Río Primero, Córdoba. Se lo conoce como “el Cura Gaucho, un sacerdote ejemplar, porque su vida entera estuvo consagrada a servir a sus hermanos más necesitados, y a trabajar por la promo- ción espiritual y humana de su pueblo. Fue ordenado sacerdote con 26 años, y al poco tiempo socorrió a los enfermos y moribundos de una grave epi- demia de cólera confi rmando plenamente cuál sería el tono de su apostolado. Construyó numerosos iglesias, una Casa de Ejercicios Espirituales y el llamado Cami- no de las altas cumbres con el consurso de sus vecinos y proclamó el Evangelio, no solo de casa en casa al lomo de una inconfundible mula sino en los únicos medios de prensa de su época, con famosas cartas y artículos es- critos con el lenguaje popular que lo caracterizaba. Ya anciano, enfermó de lepra y quedó sordo y ciego, pero nunca lo estuvo al llamado de Dios que lo llevó a su pre- sencia en la misma tierra donde había nacido en el año 1914. 16 † Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 19,17-30: Leemos en pareja estos dos textos, y compartimos lo que nos dicen acerca del Amor de Jesús. “Para llorar como hombre, como puedo llorar yo... Para sufrir persecu- ciones como hombre, como puede sufrirlas cualquiera de ustedes... Para padecer hambre, sed, tristeza... Para experimentar los desprecios de la va- nidad, la indiferencia del orgullo, las burlas de la impiedad... Para beber la hiel de la calumnia... Para apurar las heces de la maledicencia... Para sufrir en su persona... todo cuanto debía padecer el hombre, a fi n de que el hombre experimentase las riquezas de su misericordia y las dulzuras de su amor, apareció entre nosotros el Hijo de Dios, hecho hombre para asimilarse perfectamente al hombre, a fi n de que el hombre se hiciese Dios y pudiese participar de su infi nito amor.” (Cura Brochero) “No somos cristianos por una idea o una decisión ética sino por encontrarnos con Jesucristo.” (Cura Brochero) 2. Dios nos habla por medio de su Palabra «Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado “Gólgota”. Allí lo crucifi caron; y con Él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en el medio. Pilato redactó una inscripción que decía: “Jesús el Nazareno, rey de los judíos”, y la hizo poner sobre la cruz. Muchos judíos leyeron esta inscripción, porque el lugar donde Jesús fue crucifi cado quedaba cer- ca de la ciudad y la inscripción estaba en hebreo, latín y griego. Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: “No escribas: “El rey de los judíos”, sino: “Éste ha dicho: Yo soy el rey de los judíos”. Pilato respondió: “Lo escrito, escrito está”. Después que los soldados crucifi caron a Jesús, tomaron sus vestidu- ras y las dividieron en cuatro partes, una para cada uno. omaron tam- bién la túnica, y como no tenía costura, porque estaba hecha de una sola pieza de arriba abajo, se dijeron entre sí: “No la rompamos. Vamos a sortearla, para ver a quién le toca”. Así se cumplió la escritura que dice: Se repartieron mis vestiduras y sortearon mi túnica. Esto fue lo que hicieron los soldados. 17 Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, Ma- ría, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”. Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre”. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa. Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el fi nal, Jesús dijo: “ engo sed.” Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca. Después de beber el vinagre, dijo Jesús: “ odo se ha cumplido”. E inclinando la cabe- za, entregó su espíritu.» ARA REFLEXIONAR Y COM ARTIR: 1) ¿Cómo se expresa en el texto el amor de Jesús hasta el extremo? 2) ¿Qué signifi ca en el texto la frase de Jesús: “ odo se ha cumplido… y entregó su Espíritu”? 3) ¿Por qué Jesús acepta morir en la cruz? Para profundizar: Jesús pasó haciendo el bien. En su predicación y en su práctica, privilegió siempre a los más pobres y desposeídos llamándolos bienaventurados. Se preocupó de aliviar las cruces y las cargas de la vida de los demás. Entregó su vida al proyecto de su Padre: el Reino de los cielos. Su muerte en la cruz es consecuencia de su vida y de su práctica. Es consecuencia de la fi delidad a su misión de pasar haciendo el bien. Jesús es fi el a sí mismo, a sus opciones; es fi el a su Padre Dios, al Reino que anunciaba y a las personas en las que suscitó esperanzas radicales. Las palabras «tenía que morir», era «necesario que padeciese» son expresión de su fi delidad radical. Anunció la buena nueva de la Vida y del Amor. Se entregó por ella. El mundo se cerró a Él, y lo levantó en el madero de la cruz. Como anticipaba en la Última Cena, Jesús da su vida voluntariamente. Convierte el dolor y la condenación a muerte, en un acto de libertad y de amor que se entrega a sí mismo, en un camino de encuentro con Dios y su proyecto; en un encuentro con aquellos que lo rechazaban, a través del perdón. Vivió el perdón dolorosamente como expresión del amor hasta el extremo. Se entrega confi adamente, descentrándose de sí mismo para centrarse en el Padre, en su amor y en su Reino. Por su entrega alcanza sentido verdadero su muerte en la cruz. Vivir y ser crucifi cado así, por causa de la justicia y por causa de Dios, es vivir. Eso se nos manifestará plenamente en la realidad de su Resurrección. En cada Celebración Eucarística se revive el sacrifi cio de Cristo en la Cruz. Él se ofrece amorosamente por nosotros al Padre y nos regala su Cuerpo y su Sangre como comida y bebida para nuestro caminar. 18 IV. PREPARANDO LA CA EQUESIS FAMILIAR reguntas: 1) ¿Qué signifi ca para mí que Cristo se haya entregado por todos nosotros? 2) ¿En qué debería crecer para llegar a ‘amar hasta el extremo’ como lo hizo Jesús? 3. La Iglesia actualiza la Palabra A. Con la Virgen María, guardemos en el corazón A la Virgen aría, fi el discípula al pie de la cruz, le pedimos que nos ayude a descubrir el amor de su Hijo llevado hasta el extremo y a comprometernos con Él en el amor a los hermanos. Escribí aquello que descubriste como lo más importante de este encuentro. Santa Teresa de Los Andes, Carta 121. “Amemos locamente a Dios, ya que Él en su eternidad nos amó. Sin necesidad de no- sotros, nos creó. Toda la obra de su poder fue dirigida para el hombre. Todo lo puso a disposición de nosotros. Continuamente nos sostiene y alimenta. Y para no separarse de nosotros en la eternidad, nos dio a su Hijo único. Dios se hizo criatura. Padeció y murió por nosotros. Dios se hizo alimento de sus criaturas. ¿Has profundizado alguna vez esta locura infi nita de amor?” Presenta a María el fruto de este encuentro para que ella te ayude a guardarlo en el corazón. B. ¿Cómo transmitirlo a nuestroshijos e hijas? María guardaba en el corazón todas las enseñanzas de Jesús. ¿Cómo podemos transmitir a nuestros hijos lo que aprendimos en este encuentro? 19 C. Propuesta de Catequesis Familiar Para este encuentro es necesario conseguir algunos diarios o revistas. ambién un pliego de papel de envolver o cartulina con el que hacer una cruz grande que estará en el lugar central del encuentro familiar. Comienza este momento de oración: En el nombre del padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. Se puede iniciar también con un canto. Invitar a los miembros de la familia a buscar en revistas y diarios, imágenes o artículos que hablen de situaciones de dolor y sufrimiento de las personas que atenten contra su bienestar, su dignidad, su felicidad. Se recortan y se pegan en la cruz de papel y se invita a los padres a anotar, también, situaciones de la propia familia. Jesús pasó por este mundo haciendo el bien. Se preocupó siempre de aliviar las cruces y las cargas de la vida de los demás. Hoy sigue siendo crucifi cado en todas las situaciones de dolor, de pobreza, de indignidad y muerte que vivimos o que viven muchos hermanos nuestros en el mundo entero. Pero también Jesús sigue hoy redimiendo y sanando a través de nosotros, sus testigos. ¿Qué podemos hacer concretamente para aliviar el sufrimiento de alguien que conozcamos, que está cerca, que necesita apoyo? ¿En qué situaciones podemos colocarnos en el lugar del otro para ayudarlo, acompañarlo, amarlo? Asumamos estas acciones como una misión que Jesús encomienda a nuestra familia para vivir en la semana. Finalicemos haciéndonos la señal de la cruz unos a otros, mientras decimos: “La cruz de Jesús sea para ti fuente de vida”. ración de envío Contemplemos nuevamente a Jesús Crucifi cado y dejemos que broten sentimientos de gratitud en nuestro interior. Libremente expresemos en voz alta aquello que queremos decir o agradecer al Señor. Después que un miembro del grupo exprese su oración, decimos todos: “Gracias, Jesús, por amarnos hasta el extremo”. Para fi nalizar recemos juntos la oración “ALMA DE CRISTO”: “Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh, buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo malo, defi éndeme. En la hora de mi muerte, llámame, y mándame ir a Ti, para que con tus santos te alabe, por los siglos de los siglos”. Amén. Expresando el amor de Cristo que se entrega por nosotros, despidámonos haciendo la señal de la cruz en la frente unos a otros mientras decimos: “La pasión y muerte de Jesucristo nos ha salvado”. 20 I. ACOGIDA «LA RESURRECCIÓN DE JESÚS» «¿ or qué buscan entre los muertos al que está vivo?» ( c 24,5b) ración inicial En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Canto: “RESUCI Ó”. Resucitó, resucitó, resucitó, aleluya. Aleluya, aleluya, aleluya, resucitó. La muerte, ¿dónde está la muerte? ¿Dónde está mi muerte? ¿Donde su victoria? Alegría, alegría hermanos, que si hoy nos queremos es que resucitó. Salmo 117 Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo. Den gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Que lo diga la casa de Israel, es eterna su misericordia. Que lo diga la casa de Aarón, es eterna su misericordia. Que lo digan los fieles del Señor, es eterna su misericordia. Lee en silencio el Salmo 117. Este Salmo lo canta jubilosa toda la Iglesia el día que celebra la Resurrección del Señor. Escuchen, hay cantos de victoria, en la tienda de los justos. La diestra del Señor es poderosa, es eterna la diestra del Señor. Abran las puertas del triunfo y entraré para dar gracias al Señor. Esta es la puerta del Señor, los vencedores entrarán por ella. Yo no he de morir, yo viviré para cantar las hazañas del Señor. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. ENCUENTRO 21 21 III. APRENDIENDO A VIVIR EN LA FE II. NUES RO CAMINO Ideas fundamentales del encuentro anterior A. Síntesis del encuentro anterior C. Lo que hoy queremos hacer En el encuentro anterior refl exionamos acerca del amor de Jesús llevado hasta el extremo de la cruz, en fi delidad a la misión recibida del Padre. oy queremos comprender que, en Jesús Resucitado, Dios ha vencido toda muerte y nos abre a la esperanza de una vida plena. B. Encuentro con la familia ¿Qué situaciones de dolor o de sufrimiento reconocimos? ¿Qué nos propusimos hacer para aliviar el dolor de quienes sufren? ¿Cómo nos resultó compartir con nuestros hijos lo que descubrimos en el encuentro? 1. Experiencia de vida Hoy, como si fuéramos cantantes o poetas, vamos a proclamar nuestro convencimiento de que la vida es bella, que merece la pena vivirla, que tenemos tantas cosas por las que dar gracias. Formamos tres grupos. Cada uno de ellos preparará una presentación que hable de la vida y la esperanza. De acuerdo al sorteo, cada grupo prepara una canción, una noticia, un sketch o representación de hecho de vida. Presentamos nuestras creaciones que cantan a la vida y a la esperanza. 22 2. Dios nos habla por medio de su Palabra «El primer día de la semana, al amanecer, las mujeres fueron al sepulcro con los perfumes que habían preparado. Ellas encontraron removida la piedra del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resuci- tado. Recuerden lo que Él les decía cuando aún estaba en Galilea: Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucifi cado y que re- sucite al tercer día”. Y las mujeres recordaron sus palabras. Cuando regresaron del sepulcro, refi rieron esto a los Once y a todos los demás. Eran María Magdalena, Juana y María, la madre de Santiago, y las demás mujeres que las acompañaban. Ellas contaron todo a los Apóstoles, pero a ellos les pareció que deliraban y no les creyeron. Pedro, sin embargo, se levantó y corrió hacia el sepulcro, y al asomarse, no vio más que las sábanas. Entonces re- gresó lleno de admiración por lo que había sucedido.» † Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Lucas 24,1-12: ARA REFLEXIONAR Y COM ARTIR: 1) ¿Por qué las mujeres están llenas de temor? 2) ¿Qué signifi ca en el texto la frase: “Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?” 3) ¿Qué palabras de Jesús recuerdan las mujeres? 4) ¿Qué hacen las mujeres cuando se dan cuenta de que Jesús está vivo? 2 IV. PREPARANDO LA CA EQUESIS FAMILIAR Para profundizar: Las mujeres van al sepulcro llevando los perfumes que no han podido ofrecer al Señor en su sepultura. Pero se encuentran con el sepulcro vacío y se llenan de temor. Buscaban a Jesús entre los muertos. Pero no está allí. Se les anuncia entonces que está vivo. Recordaron entonces las promesas de Jesús, comprendieron que había resucitado tal como les había dicho y, llenas de alegría, fueron a contárselo a los demás discípulos. El anuncio de la Resurrección se convierte en himno de esperanza para la humanidad. El Padre, que aceptó la ofrenda de su Hijo Jesús en la cruz, no lo abandonó en ella. Él mismo lo ha resucitado de entre los muertos. El poder de la muerte y de las tinieblas ha sido vencido para siempre por el designio de vida y plenitud que Dios regala a toda la humanidad en su Hijo Jesucristo. Esta realidad de la vida nueva nos llena de alegría. Eso es lo que tenemos que comunicara otros como lo hacen las mujeres: ¡Cristo ha Resucitado!, está vivo para siempre y nos llama a ser testigos de la vida y la esperanza. En cada Eucaristía celebramos la presencia de Jesús vivo en medio nuestro. Cada domingo, celebramos el día del Señor, el primer día de la semana en que Cristo resucitó. En cada Eucaristía recibimos nueva vida alimentándonos de su Palabra, de su Cuerpo y de su Sangre. Compartimos la noticia que resonó por todos los rincones de la tierra: ¡CRIS O HA RESUCI ADO, LA MUER E HA SIDO VENCIDA PARA SIEMPRE! reguntas: 1) ¿En qué situaciones o hechos de mi vida descubro que Cristo ha resucitado, que está vivo? 2) ¿De qué modo comunico a otros que Cristo vive? 3) ¿Cómo promuevo la vida en cualquiera de sus formas? 3. La Iglesia actualiza la Palabra apa Juan ablo II, Mensaje de ascua para el nuevo milenio. «Hoy el cielo y la tierra cantan “el nombre” inefable y sublime del crucifi cado resuci- tado. Todo parece como antes, pero, en realidad, nada es ya como antes. Él, la Vida que no muere, ha redimido y vuelto a abrir a la esperanza a toda existencia humana. “Pasó lo viejo, todo es nuevo” (2 Cor 5, 17). Todo proyecto y designio del ser humano, esta noble y frágil creatura, tiene hoy un nuevo “nombre” en Cristo resucitado de en- tre los muertos, porque “en Él hemos resucitado todos.”» A. Con la Virgen María, guardemos en el corazón A la Virgen aría, primera en participar en el gozo de la resurrección, le pedimos que nos ayude a gozar de la vida plena que su Hijo Jesús nos regaló. 24 María guardaba en su corazón todas las enseñanzas de Jesús. B. ¿Cómo transmitirlo a nuestros hijos e hijas? Escribí aquello que descubriste como lo más importante de este encuentro. Presentá a María el fruto de este encuentro, para que ella te ayude a guardarlo en el corazón. ¿Cómo podemos transmitir a nuestros hijos lo que aprendimos en este encuentro? C. Propuesta de Catequesis Familiar Con anticipación a la actividad, la familia que acoge en su hogar prepara lo necesario. Después de saludar y acoger a las familias visitantes, invita a comenzar el encuentro en torno al Altar familiar: Nos reunimos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo: Hoy nos convoca Jesús Resucitado. Por eso una de las familias que visitan este hogar va a encender el cirio mientras apagamos las otras luces, para quedar iluminados sólo con la luz que representa a Jesús. Miramos la luz de este cirio que representa a Cristo resucitado y compartimos lo que cada uno piensa o siente acerca de lo que signifi ca esta luz en medio de la oscuridad. Escuchémonos con atención. En una noche que la Iglesia denomina “Santa” los cristianos celebramos la Resurrección de Jesús: el triunfo de la vida sobre la muerte. En esa noche se bendice el Cirio Pascual representando a Jesús, luz que vence a las tinieblas y derrota para siempre a la muerte, tal como nos relata el pregón que se proclama en la Vigilia Pascual. 25 Invitamos a un miembro de cada una de las familias visitantes a encender un cirio usando el que está ya encendido, para compartir la luz de Jesús resucitado. Recordemos y escuchemos parte del Pregón Pascual. Los niños de cada familia hacen a coro la lectura: “Esta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo. ¡Qué asombroso benefi cio de tu amor por nosotros! ¡Qué incomparable ternura y caridad! ¡Para rescatar al esclavo entregaste al hijo! ¡Qué noche tan dichosa! Sólo ella conoció el momento en que Cristo resucitó de entre los muertos. ¡Qué noche tan dichosa en que se une el cielo con la tierra, lo humano y lo divino!” Credo Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa aría Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilatos; fue crucifi cado, muerto y sepultado. Descendió a los infi ernos. Al tercer día resucitó de entre los muertos. Subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia Católica, la comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén. Finalicemos nuestro encuentro con un canto. Si es posible, sería bueno terminar compartiendo entre todos una comida para celebrar la Resurrección del Señor. ración de envío: Miren la cruz y el Cirio encendido, que es signo de Jesucristo vivo y resucitado. Enciendan la vela desde el cirio, según las instrucciones del catequista. Portando la misma luz de Jesús, proclamen en comunidad y con mucha fuerza aquello que creen, diciendo en voz alta la oración que la Iglesia conoce como “Credo”. Vuelvan a sus hogares y a todas sus realidades cotidianas con el compromiso de compartir esta alegre noticia: ¡Cristo ha resucitado; vive en medio nuestro! Recemos todos juntos el Credo, confesando que creemos en Cristo Vivo, que ha muerto y resucitado por amor a nosotros. 26 INICIO DE LA CELEBRACIÓN MOTIVA IÓN INI IAL: Guía: Hemos caminado con Jesús en la experiencia más radical de su vida, amarnos hasta el extremo en fi delidad a la misión recibida del Padre. En Jesús Resucitado, Dios ha vencido toda muerte y nos abre a la esperanza de una vida plena. Por eso tenemos en medio de esta celebración el cirio Pascual, signo de esta presencia de Cristo Resucitado. SALUDO Y SEÑAL DE LA CRUZ El que preside: Alegres de esta experiencia compartida, los invito a iniciar esta celebración con la Señal de la Cruz. Les pedimos a los padres realizar la Señal de la Cruz a sus hijos, y éstos a sus Padres diciendo: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Guía: Acompañamos este signo con un canto. Oración: Señor, todo lo hemos recibido de tu amor, Tú nos entregas el don de la fe y nos incorporas a tu pueblo. Gracias por las personas que nos han ayudado en nuestro caminar de fe, por los Sacerdotes, Religiosas, Diáconos, por nuestros Abuelos, Padres, Hermanos, Hijos. Gracias, Señor, porque somos tus hijos por el sacramento del Bautismo, porque nos invitas a ser hombres nuevos, que caminan en la esperanza de una vida plena. Por nuestro Señor Jesucristo. Todos: Amén. ELEBRA IÓN: “RENOVA IÓN DEL BAUTISMO, ENTREGA DEL REDO Y BAUTISMO DE NIÑOS” DESDE LA VIDA Experiencia del Bautismo El que preside: Los invito a recordar los acontecimientos que marcaron el sacramento del Bautismo recibido. Han traído a esta celebración algunos recuerdos de este sacramento. Seguramente tienen junto a ustedes fotos, recuerdos; los invito a que los saquen y los vuelvan a mirar. ¿Qué les contaron sus padres sobre su bautismo?, ¿dónde fueron bautizados?, ¿qué recuerdos tienen de sus padrinos?, ¿aún viven?, ¿cuáles son sus nombres?, ¿qué sentimientos les provoca este re- cuerdo? Los invito a compartir en forma espontánea y libre lo que estos recuerdos suscitan en su corazón. A partir de estos hermosos testimonios, demos gracias al Señor por las maravillas que obra en cada uno de nosotros a través del sacramento del Bautismo. Cantemos. anto. LITURGIA DE LA ALABRA Guía: Tomen asiento. La Palabra de Dios es Palabra viva. Siempre actúa si le abrimos el corazón. Escuchemos lo que el Señor nos dice con una actitud de acogida a lo que Él quiere hacer en nosotros. Lector: Lectura de la carta de san Pablo a los Efesios 4,17- 24. Guía: Disponemos todo nuestro ser, especialmente nuestros oídos y nuestro corazón, para acoger la Palabra de Dios tomada del Evangelio de Mateo. VIDA DE DIOS 27 Lo hacemos cantando. anto. El que preside: Les anuncio el Evangelio de nuestro Señor Jesu- cristo según san Mateo (Mt 19,1 -15: “Dejen que los niños se acerquen a mí”). odos: Gloria a Ti, Señor. Guía: Después de profundizar en la Palabrade Dios, can- temos a Dios como un solo Señor, una sola fe, un solo Bautismo, para prepararnos al siguiente mo- mento. anto. SIGNO DEL AGUA Guía: Luego de haber re-vivido nuestra experiencia del Bautismo, de haber escuchado la Palabra de Dios, los invitamos a poner atención a los signos propios del bautismo. Están presentes en el altar: • La cruz. • El aceite. • El agua. • La vestidura o manta blanca. • La vela. Todos estos elementos son los signos que se utili- zan en el sacramento del Bautismo. El que preside: Fijemos la mirada en el agua. Ella es signo de purifi cación, signo que nos invita a dejar el hombre viejo para revestirnos del hombre nuevo, a renacer por acción del Espíritu Santo. Hay dispuestas varias fuentes con agua. Los invitamos a acercarse, por familia, hacia alguna de las fuentes y les proponemos que cada integrante sumerja las manos en la fuente. Al hacer este gesto, el/la celebrante pregunta: ¿A qué quieres morir? y ¿A qué deseas renacer? Guía: Mientras las familias se acercan, invocamos al Es- píritu de Jesús cantando. anto. ENTREGA DEL CREDO Guía: A la luz de este signo —el agua, que nos renueva en las implicancias que tiene el bautismo para cada uno— queremos hacer entrega del Credo, la oración que contiene las verdades de nuestra fe. Los invitamos a pasar por familia a recibir el Credo y, al momento de hacerlo, encender la vela que recibieron, mientas cantamos “Un solo Señor, una sola fe, un solo Bautismo”. El que preside: El bautismo es el sacramento de aquella fe por la que los hombres, iluminados por la gracia del Espíritu Santo, responden al Evangelio de Cristo y que provoca la adhesión al mismo Cristo. Por eso hoy, en sintonía con lo que hemos celebrado, entregaremos el Credo, que profesa la fe que nos hace discípulos misioneros del Señor. Los invitamos a rezar juntos el Credo. El que preside: Esta es nuestra fe en Cristo Jesús, el que vive y reina por los siglos de los siglos. odos: Amén. BENDICIÓN FINAL El que preside: Padre de Bondad, que hiciste nacer en estos niños y en sus padres el deseo de llegar a ser cristianos perfectos, concedeles que, avanzando siempre en su camino hacia Ti por la fe, experimenten que sus deseos y nuestras súplicas han sido escuchados. Por Jesucristo, nuestro Señor. Recemos juntos la oración que nos hace hijos de un mismo Padre y hermanos: Padre nuestro… Guía: Finalizamos nuestra celebración cantando a nues- tra Madre. anto. 28 unidad 8 Jesús nos invita a participar de su vida I. ACOGIDA «HAGAN ESTO EN MEMORIA MÍA» «Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido.» (1Cor 11,23) ración inicial En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Canto: “IGLESIA PEREGRINA”: Todos unidos, formando un solo Cuerpo, un pueblo que en la Pascua nació, miembros de Cristo en sangre redimidos, Iglesia peregrina de Dios. Vive en nosotros la fuerza del Espíritu que el Hijo desde el Padre envió. Él nos impulsa, nos guía y alimenta; Iglesia peregrina de Dios. Somos en la tierra semilla de otro reino, somos testimonio de amor; paz para las guerras y luz entre las sombras, Iglesia peregrina de Dios Rugen tormentas y a veces nuestra barca parece que ha perdido el timón, miras con miedo, no tienen confianza. Iglesia peregrina de Dios. Una esperanza nos llena de alegría, presencia que el Señor prometió. Vamos cantando... Él viene con nosotros. Iglesia peregrina de Dios. Todos nacidos en un solo Bautismo, unidos en la misma comunión; todos viviendo en una misma casa, Iglesia peregrina de Dios. Todos prendidos en una misma suerte, ligados a una misma salvación, somos un Cuerpo y Cristo la cabeza. Iglesia peregrina de Dios. Respondemos a cada invocación diciendo: Ayudanos, Señor Jesús. 1. Ayudanos a reconocernos como pueblo que camina de tu mano al encuentro con el Padre. 2. Ayudanos a buscar tu Palabra, como luz que guíe nuestros pasos. 3. Ayudanos a vivir la alegría de tu presencia y compañía. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. ENCUENTRO 22 1 III. APRENDIENDO A VIVIR EN LA FE II. NUES RO CAMINO Ideas fundamentales del encuentro anterior A. Síntesis del encuentro anterior B. Encuentro con la familia ¿Qué fue lo más signifi cativo de la Catequesis Familiar? ¿Acudieron al encuentro las familias invitadas? ¿Cómo resultó el encuentro? C. Lo que hoy queremos hacer En el encuentro anterior comprendimos que, en Jesús Resuci- tado, Dios ha vencido toda muerte y nos abre a la esperanza de una vida plena. oy queremos agradecer la invitación de Jesús a vivir la Eucaristía como actualización de su entrega en favor de toda la humanidad. 1. Experiencia de vida Leemos el Salmo 88: “El amor del Señor por siempre cantaré, su fidelidad proclamaré de siglo en siglo; yo digo: tu favor es eterno, al hacer el cielo, pusiste en él tu fidelidad. Una alianza hiciste con tu preferido, le juraste a David, tu servidor: ‘Establecí tu linaje para siempre, asenté tu trono de siglo en siglo’. Señor, los cielos celebran tus maravillas, y tu fidelidad, la asamblea de los santos.” 2 Así como el pueblo de Israel recordaba las acciones de Dios en su historia, recordemos, “hagamos memoria” de la propia vida y del paso de Dios por ella. Anotamos en la línea de tiempo momentos especiales en que hemos experimentado la presencia de Dios en nuestra vida. Quizás algunos fueron momentos de dolor, otros de alegría, etc. Una vez que los marcamos, contemplamos nuestra vida y hablamos de ella con el Señor. 2. Dios nos habla por medio de su Palabra † De la primera carta de San Pablo a los Corintios 11,23-25: «Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente: El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, dio gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”. De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: “Esta copa es la Nueva Alianza que se sella con mi sangre. Siempre que la beban, háganlo en memoria mía.”» Nací el: ARA REFLEXIONAR Y COM ARTIR: 1) ¿Qué es lo que transmite San Pablo como recibido del Señor? 2) ¿Qué signifi ca la frase: “Hagan esto en memoria mía”? ¿Quiénes deben hacerlo? 3) ¿Qué hace Jesús antes de partir el pan? Para profundizar: Hacer memoria no es un mero recordar el pasado. Celebrar la Eucaristía en memoria de Jesús, es celebrar el misterio que anuncia y actualiza su muerte y Resurrección. Es revivir su fuerza y efi cacia. La invitación de Jesús es una llamada a revivir su entrega hasta el extremo. Es su vida entregada, resumida en el gesto de darnos su Cuerpo y su Sangre, lo que Jesús quiere que nosotros revivamos. Hacer memoria de su entrega signifi ca hacerlo presente a través de la propia existencia amando como Jesús lo hizo. Las palabras de Cristo, son dirigidas a toda la Iglesia. odos celebramos la Eucaristía como acción de gracias. Los sacerdotes, como continuadores del ministerio de los apóstoles, presiden a la asamblea que celebra. A ellos, Jesús encarga la acción, que acaba de realizar, de transformar el pan en su Cuerpo y el vino en su Sangre, la acción con la que Él mismo se nos manifestó como sacerdote y víctima. Celebrar juntos la Eucaristía como memorial requiere nuestra gratitud y el deseo de com- prometernos a actualizar la entrega de Jesús. Su donación se convierte en nuestra misión, es decir, en el compromiso de prolongar en la historia el acontecimiento de la salvación de Cristo. Participar de la Eucaristía implica acoger la salvación ofrecida por el Señor y también vivir de acuerdo a lo que celebramos: entregar la vida por amor. reguntas: 1) ¿En qué situaciones de mi vida me entrego por amor como Jesús lo hizo? 2) ¿Qué le quiero pedir al Señor para poder vivir amando como Él? 3. La Iglesiaactualiza la alabra «Con el mandato “Hagan esto en conmemoración mía” Jesús nos pide corresponder a su don y representarlo sacramentalmente. Por tanto, el Señor expresa con estas palabras, por decirlo así, la esperanza de que su Iglesia, nacida de su sacrifi cio, acoja este don, desarrollando bajo la guía del Espíritu Santo la forma litúrgica del Sacramento. En efecto, el memorial de su total entrega no consiste en la simple repetición de la última Cena, sino propiamente en la Eucaristía, es decir, en la novedad radical del culto cristiano. La Eucaristía nos adentra en el acto oblativo de Jesús. No recibimos solamente de modo pasivo la persona del Verbo encarnado, sino que nos implicamos en la dinámica de su entrega. Él nos atrae hacia sí.» apa Benedicto XVI, Exhortación Apostólica ostsinodal Sacramentum caritatis. 4 A. Con la Virgen María, guardemos en el corazón “Hagan lo que Él les diga”. Estas palabras de la Virgen aría refl ejan la confi anza fun- damental que ella tenía en Jesús, su Hijo y Señor. Acudamos a su intercesión para que nos ayude a vivir confi ados en su Palabra y nos enseñe a ponerla por obra en medio de nuestros hermanos. Escribí aquello que descubriste como lo más importante de este encuentro. María guardaba en su corazón todas las enseñanzas de Jesús. Presentá a María el fruto de este encuentro para que ella te ayude a guardarlo en el corazón. B. ¿Cómo transmitirlo a nuestros hijos e hijas? ¿Cómo podemos transmitir a nuestros hijos lo que aprendimos en este encuentro? C. Propuesta de Catequesis Familiar Se reúne la familia en torno al altar familiar. Sugerimos tener un diccionario o conexión a internet y una cartulina para el trabajo. Se invita a cantar juntos un canto de alabanza. Un miembro de la familia escribe con letras grandes la palabra EUCARIS ÍA en el papel y otro busca la palabra en el diccionario o en internet y lee su defi nición. IV. PREPARANDO LA CA EQUESIS FAMILIAR 5 1. Puede ser una cartulina, un papel café de envolver u otro recurso gráfi co. Conversan en torno a las siguientes preguntas: ¿Por qué la Eucaristía es una acción de gracias? ¿A quién se da gracias? ¿Por qué? ¿Vivimos la Eucaristía de cada domingo como acción de gracias? Comparten algunas situaciones familiares que trajeron alegría y en las cuales se expresa el amor entregado. En la misma cartulina, bajo la palabra Eucaristía, escriben tres acciones con que la familia se compromete a dar gracias a Jesús, durante la semana. (Ofrecer esas acciones en la Eucaristía dominical.) Agradecen a Jesús rezando en voz alta la siguiente oración: Te damos gracias, Jesús, por compartir la vida de nuestra familia. Por quedarte como nuestro alimento en la Eucaristía, dándonos fuerza para seguirte cada día con mayor entusiasmo. Ayudanos a mirar nuestra vida para ir descubriendo tu presencia siempre cercana y cariñosa. Que podamos vivir lo que en la Eucaristía celebramos y volver a la Eucaristía a celebrar lo que vivimos. Amén. Llevar la lámina para compartir con los otros papás en el próximo encuentro. ración de envío Contemplemos la imagen de Jesús y, en silencio, agradezcamos su presencia en nuestras vidas. Como lo hace la Iglesia cada domingo en la Eucaristía, glorifi quemos espontáneamente a Jesús por los dones que nos regala. Cada uno lo glorifi ca, le da gracias por algo, por ejemplo: “Gracias, Señor Jesús, por mi familia”. Los demás respondemos: ¡Gracias, Señor Jesús! Después que hemos glorifi cado espontáneamente, digamos juntos: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Despidámonos con el deseo que brota de participar en la Eucaristía: ir al encuentro de los hermanos, crecer en el compromiso de construir la nueva ciudad que no se acaba. Jesús, estoy aquí. Jesús ¿qué esperas de mí? Mis manos están vacías. ¿Qué puedo ofrecerte? Sólo sé que quiero ser diferente. Jesús estoy aquí. Jesús ¿qué esperas de mí? Mis ojos temen al mirarte. Quisiera poder enfrentarte. Amar como tú amas. Sentir como tú sientes. irar a través de tus ojos, Jesús. Contigo mi camino es difícil, me exiges abrir un nuevo horizonte, en la soledad de mi noche, Jesús. No, no puedo abandonarte. Jesús, en mí penetraste, me habitaste, triunfaste y hoy vives en mí. Amar como Tú amas. Sentir como Tú sientes. irar a través de tus ojos, Jesús. 6 I. ACOGIDA II. NUES RO CAMINO ración inicial: Ideas fundamentales del encuentro anterior «EL ES ÍRITU SANTO HACE RESENTE LA SALVACIÓN» «El Espíritu Santo les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.» (Jn 14,26) En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén Canto: Espíritu Santo, ven aquí. Espíritu Santo, ven a mí. Quiero vivir, quiero ser feliz con tu poder dentro de mí. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén A. Síntesis del encuentro anterior ENCUENTRO 23 7 ¿Qué láminas pudieron hacer? ¿Con qué acciones se comprometieron a dar gracias a Jesús? ¿Qué resultó más fácil y qué más difícil de la Catequesis Familiar? III. APRENDIENDO A VIVIR EN LA FE B. Encuentro con la familia C. Lo que hoy queremos hacer En el encuentro anterior agradecimos la invitación de Jesús a vivir la Eucaristía como actualización de su entrega en favor de toda la humanidad. oy vamos a descubrir que, gracias a la acción del Espíritu, el pan y vino se transforman en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, y nuestra propia vida es transformada también por Él. 1. Experiencia de vida Anotamos el nombre y las características de: Una persona que haya producido una transformación positiva en mi vida. Una persona que haya producido una transformación positiva en la vida de la Iglesia. Una persona que haya producido una transformación positiva en la vida del país. 8 ARA REFLEXIONAR Y COM ARTIR: 1) ¿Por qué Cristo nos quiere dejar un defensor? 2) ¿Cuál es la misión del Espíritu Santo? ¿Qué hará Él en nosotros? 1. En este momento, el sacerdote actúa representando a la persona de Cristo. Para profundizar: Jesús prometió que su Espíritu Santo estará siempre con nosotros para que vivamos como sus verdaderos hijos. El Espíritu nos recuerda todo lo que Jesús nos enseñó y nos cuida para que no nos apartemos de Él. Por eso Jesús lo llama también el “Defensor”, es decir, quien nos protege, nos acompaña, nos cuida y nos transforma para poder amar como lo hizo Jesús. En la Eucaristía ¡Cristo está realmente presente en el pan y el vino por la acción del Espíritu Santo! El Espíritu está presente en toda la celebración de la Eucaristía y actúa muy especialmente a través del Sacerdote en la consagración. Por eso cuando el Sacerdote toma el pan y el vino lo hace en el nombre y en la persona de Jesús1 diciendo: “Esto es mi Cuerpo... Esta es mi Sangre”. Al celebrar juntos la Eucaristía, el Espíritu anima nuestra vida de comunidad, nos ayuda a comprender las palabras y las acciones de Jesús, nos impulsa a acoger su salvación y a comprometernos a testimoniar aquello que celebramos: Jesús está vivo en medio nuestro, es compañía y defensa, ánimo y protección. De igual forma, el Espíritu transforma nuestra existencia, convirtiéndonos en discípulos y capacitándonos para ser testigos de la salvación que Jesús nos regala. Nos impulsa a dar testimonio constante de su amor, a vivir conforme a su Palabra, a entregarnos en la medida de su entrega. Estamos llamados a reconocer permanentemente su presencia en nosotros y a dejarnos transformar por Él. † Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 14,15-17a.23b-26: «Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y Él les dará otro Defensor para que esté siempre con ustedes: el Espíritu de la Verdad. El que me ama será fi el a mi palabra,y mi Padre lo amará; iremos a Él y habitare- mos en Él. El que no me ama no es fi el a mis palabras. La palabra que ustedes oyeron no es mía, sino del Padre que me envió. Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Defensor, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todo y les recor- dará lo que les he dicho.» 2. Dios nos habla por medio de su Palabra 9 IV. PREPARANDO LA CA EQUESIS FAMILIAR reguntas: 1) ¿Cómo se manifi esta la presencia del Espíritu de Jesús en mí? 2) ¿Qué quisiera que el Espíritu Santo transforme en mí, para vivir amando como Jesús? 3) ¿A través de qué o de quiénes actúa hoy el Espíritu Santo para enseñarnos todo y recordarnos lo que Jesús nos ha dicho? Cf. S. Agustín, Sermón LXXII A,2 3. La Iglesia actualiza la alabra «Cuando el Espíritu Santo habita en ti, te llena, te conduce, te frena para el mal, te mueve para hacer el bien. Sólo el Espíritu Santo te llenará de bienes.» Escribí aquello que descubriste como lo más importante de este encuentro. María guardaba en su corazón todas las enseñanzas de Jesús. Presentá a María el fruto de este encuentro para que ella te ayude a guardarlo en el corazón. B. ¿Cómo transmitirlo a nuestros hijos e hijas? ¿Cómo podemos transmitir a nuestros hijos lo que aprendimos en este encuentro? A. Con la Virgen María, guardemos en el corazón Virgen y adre aría, tú la llena de gracia, habitada por el Espíritu Santo, enséñanos a abrirnos a su acción en nuestras vidas, para acoger y testimoniar a tu Hijo Jesús, el Salvador. 40 C. Propuesta de Catequesis Familiar Se reúne la familia en torno al altar familiar y enciende una vela o cirio. Invocan al Espíritu Santo cantando: “Espíritu Santo ven”. Un integrante de tu familia lee en voz alta esta pequeña historia, tomada de la vida real: Un periódico de Tokio publicaba la noticia de una donante anónima que había entregado 10 millones de yens a la Cruz Roja para ayudar a los refugiados de Camboya en Tailandia. La donante explicó así su gesto: “Hoy, al ver en la televisión la noticia gráfi ca de la situación de hambre y desnutrición de tantos niños, un primer plano mostraba a un niño famélico alargando la mano pidiendo comida. i nietecito se ha quitado el «onochi» (pastel de arroz) de la boca y se ha ido a la pantalla de la televisión para dárselo al niño hambriento. Él no habla porque es muy pequeño; yo hago este donativo con su corazón.” Conversen en torno a la siguiente pregunta: ¿Qué los impresiona del relato? ¿Qué mueve a la mujer a actuar así? El Espíritu de Jesús quiere actuar en nuestras vidas, para imprimir en nosotros la imagen, las actitudes, las palabras del Señor. No sólo transforma el pan y el vino en su Cuerpo y su Sangre, sino que quiere transformar constantemente nuestras vidas, para gozar de la plenitud y la verdad de la salvación que nos ofrece Jesús. En este proceso de Catequesis que estamos viviendo ¿cómo podemos, en familia, abrirnos a la acción del Espíritu Santo para que Él transforme nuestra vidas y poder vivir amando como Jesús? ¿A qué transformaciones nos invita el Espíritu Santo? Asuman uno o dos compromisos para vivir esta transformación. Finalicen rezando juntos y en voz alta la siguiente oración: “Ven, Espíritu Santo, llena nuestros corazones de tu presencia y enciende en nosotros el fuego de tu amor. ración de envío Hagamos silencio e invoquemos al Espíritu de Jesús con el mismo canto que hicimos al comienzo. En silencio invoquemos al Espíritu de Jesús, pidamos su luz y su verdad. Pidámosle que nos dé sed de buscarlo y encontrarlo en la Eucaristía y de testimoniarlo en medio de los hermanos. Digamos juntos: Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Ven, Espíritu Santo, ilumínanos con tu presencia, haznos dóciles a tus inspiraciones, enséñanos a gustar del bien que nos regalas.” Amén. 41 I. ACOGIDA «NOS HACEMOS UNO CON CRISTO Y SU MISIÓN» « ermanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes.» (Jn 15,4) ración inicial: El nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Escribamos nuestros nombres en los papeles con forma de hojas. Mientras cantamos, los vamos colocando junto al dibujo de la parra y los racimos. Cantamos: “Seamos uno para que el mundo crea”. Mirando el dibujo de la parra y los racimos, nos preguntamos: ¿Por qué los racimos se mantienen unidos a la parra? Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. II. NUES RO CAMINO Ideas fundamentales del encuentro anterior A. Síntesis del encuentro anterior ENCUENTRO 24 42 III. APRENDIENDO A VIVIR EN LA FE ¿Qué fue lo más signifi cativo de la catequesis familiar? ¿A qué transformaciones los invita el Espíritu Santo? ¿Cuáles fueron los elementos más positivos del encuentro y cuáles fueron las difi cultades? B. Encuentro con la familia C. Lo que hoy queremos hacer En el encuentro anterior descubrimos que, gracias a la acción del Espíritu, el pan y vino se transfor- man en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, y nuestra propia vida es transformada también por Él. oy queremos acoger la invitación a hacernos uno con Cristo, para así vivir en plenitud y contribuir a la vida del mundo. 1. Experiencia de vida Pensamos en un cambio positivo que se haya produ- cido en nuestra vida o en la de nuestra familia, durante este proceso de Catequesis Familiar. Luego lo anotamos en uno de los círculos que están delante de la imagen de Jesús. Con todos los círculos que hemos escrito formamos un racimo de uva que unire- mos al tronco, adornándolo con las hojas que tienen nuestros nombres. 4 † Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Juan 15,1-2.4-5: ARA REFLEXIONAR Y COM ARTIR: 1) ¿Qué quiere decir Jesús al afi rmar que Él es la vid y nosotros los sarmientos? 2) ¿Qué fruto podemos dar si estamos unidos a Jesús? 2. Dios nos habla por medio de su Palabra «Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Él corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid y ustedes los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer.» Para profundizar: Cuando Jesús llama a sus discípulos, los invita a formar comunidad. Con la imagen de la viña y los racimos, San Juan nos invita a mirar esta comunidad como un grupo en expansión: unidos a Jesús, como los racimos a la viña, todos tenemos un crecimiento que efectuar y una misión que cumplir. Estamos llamados a dar fruto comunicando la vida que recibimos de Jesús.Entre Jesús y cada uno de nosotros existe una íntima unión: la misma savia de vida circula en Él y en nosotros. Por eso es tan importante vincularnos a Él en la Eucaristía, comulgar con Él que es la fuente de nuestra vida: escuchar sus palabras, comer su carne y beber su sangre. Si rechazamos el amor que Él nos regala, de alguna manera estamos renunciando a tener vida verdadera. Nuestro compromiso como cristianos es vivir el dinamismo de una experiencia de amor, fraternidad y servicio que busca comunicarse. Si estamos unidos a Jesús y al Espíritu que Él infunde, esto se refl ejará necesariamente en nuestra manera de ser y de comportarnos. Creceremos como personas, haremos crecer a la comunidad y nos esforzaremos porque toda forma de vida crezca más en la humanidad. reguntas: 1) ¿En qué experiencias de la vida me siento más unido a Jesús? 2) ¿Qué puedo hacer para unirme más a Jesús y asumir su misión? 3) ¿Qué me invita a vivir la Eucaristía como expresión de mi unión con Cristo? 44 IV. PREPARANDO LA CA EQUESIS FAMILIAR Documentode Aparecida, 131. 3. La Iglesia actualiza la alabra A. Con la Virgen María, guardemos en el corazón Acudamos humildemente a la Virgen aría, para que nos enseñe a vivir unidos a su Hijo Jesús y a dejarnos transformar por Él. Habiendo acogido la vida divina en su vien- tre, permanece siempre unida a su Hijo y no duda en anunciarlo para que sea fuente de vida y salvación para otros. Presentá a María el fruto de este encuentro para que ella te ayude a guardarlo en el corazón. Escribí aquello que descubriste como lo más importante de este encuentro. María guardaba en su corazón todas las enseñanzas de Jesús. B. ¿Cómo transmitirlo a nuestros hijos e hijas? «El discípulo experimenta que la vinculación íntima con Jesús en el grupo de los suyos es participación de la Vida salida de las entrañas del Padre, es formarse para asumir su mismo estilo de vida y sus mismas motivaciones (cf. Lc 6,40b), correr su misma suerte y hacerse cargo de su misión de hacer nuevas todas las cosas.» ¿Cómo podemos transmitir a nuestros hijos lo que aprendimos en este encuentro? 45 C. Propuesta de Catequesis Familiar Se reúne la familia en torno al Altar familiar. Se comienza el encuentro cantando. Vuelven a leer el texto bíblico del Encuentro (Juan 15,1-2.4-5). Completan entre todos los siguientes cuadros: ¿Qué nos une como familia? (cosas, acontecimientos, personas, sentimientos, lugares, etc.) ¿Qué podemos vivir o hacer de aquí en adelante para permanecer más unidos? ¿Cuáles son los frutos de esta unión? ¿Qué nos une a Jesús? ¿Cuáles son los frutos de esa unión? ¿Qué podemos vivir o hacer para permanecer más unidos a Jesús? 46 Finalizan rezando en voz alta la siguiente oración Señor Jesús, sos la vid verdadera y nosotros somos las ramas; ayudanos a entender y asumir, que sin Vos no podemos hacer nada. Derramá, Señor, tu Espíritu Santo, para que reconozcamos tu presencia, y nos haga tomar conciencia de que sólo teniéndote a Vos podremos producir los frutos que el Padre espera de cada uno de nosotros, en la vida del mundo y de nuestra familia. Ayudanos, Señor, a permanecer unidos a Vos para recibir tu misma vida y hacer nuestra tu misión. Amén. ración de envío Contemplemos nuevamente la imagen de la parra y los racimos. Imaginemos la savia que corre por su tronco, por las hojas, por los brotes y como llega a granar en fruto. Agradezcamos a Jesús la savia de vida que nos regala; pidámosle perdón por no permanecer unidos a Él y comprometámonos a recibir su vida en la Eucaristía. Escribamos, en silencio, nuestra propia oración, aquello que brota en nuestro corazón y que queremos expresar a Dios, nuestro Padre. El que desee puede compartirla en voz alta. erminemos nuestro encuentro cantando: Todos unidos, formando un solo cuerpo, un pueblo que en la Pascua nació. iembros de Cristo en sangre redimidos, Iglesia peregrina de Dios. Vive en nosotros la fuerza del Espíritu que el Hijo desde el Padre envió. Él nos empuja, nos guía y alimenta, Iglesia peregrina de Dios. Somos en la tierra semilla de otro Reino, somos testimonio de amor. Paz para las guerras y luz entre las sombras, Iglesia peregrina de Dios. 47 unidad 9 La Iglesia vive de la Eucaristía «JESÚS ES AN DE VIDA» «El que viene a mí jamás tendrá hambre.» (Jn 6,35) I. ACOGIDA ración inicial En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. “Vive Dios” Cuando sientas que se queman tus entrañas por amor, y te entregas al llamado sin temor. Cuando están en armonía voluntad y corazón, te iluminas y en tu cuerpo vive Dios. Vive Dios, por siempre vive Dios, en tu vida y en tu historia vive Dios. Vive Dios, por siempre vive Dios. Por tu muerte y por tu gloria vive Dios. Cuando estás en la penumbra aguardando lo peor, y desprecias la existencia y su valor. Si no encuentras un sentido, anda y busca en tu interior y verás que aún en tu cuerpo vive Dios. Vive Dios, por siempre vive Dios… A cada frase respondemos: “ or siempre vive Dios”. - En todo lo creado… - En lo profundo de nuestra existencia… - En la vida de nuestras familias… - En la historia cotidiana… - En la vida de nuestra Iglesia… - En los testigos de la fe… - En los hombres y mujeres… - En el servicio a los hermanos… - En la Eucaristía… II. NUES RO CAMINO A. Síntesis del encuentro anterior Ideas fundamentales del encuentro anterior ENCUENTRO 25 51 III. APRENDIENDO A VIVIR EN LA FE ¿Qué fue lo más signifi cativo de la catequesis familiar? ¿Qué expresaron cuando hablaron sobre la unidad en la familia y la unidad con Jesús? ¿Qué se propusieron hacer para estar más unidos a Jesús? B. Encuentro con la familia C. Lo que hoy queremos hacer En el encuentro anterior acogimos la invitación a hacernos uno con Cristo, para vivir en su plenitud y contribuir a la vida del mundo. oy queremos agradecer a Jesús que se ha hecho alimento para que tengamos vida en plenitud. 1. Experiencia de vida Vamos a acercarnos al testimonio que nos da San Agustín acerca de su búsqueda de Dios. Luego, completamos el cuadro y lo compartimos con los demás integrantes de nuestro grupo. San Agustín nació el año 354 en agaste, África. Fue un joven muy inquieto en todos los aspectos de su vida. Buscó incansablemente la felicidad experimentando todo lo que pudiese brindársela, aunque, a veces, fuese por caminos equivocados y reñidos con el mensaje de Jesús. Esas búsquedas equivocadas no hicieron más que dejarlo con un sentimiento de insatisfacción, acrecentando su deseo de encontrar verdadera plenitud y felicidad. Experimentó “hambre” de algo o alguien que hiciera su vida más plena. Afanosamente, buscó respuestas a sus grandes inquietudes por el camino del conocimiento y los estudios fi losófi cos. En el año 387, a los 33 años de edad, se encontró con la persona de Jesús y su mensaje y se convirtió al cristianismo. Después de esto, llevó una vida de entrega, según el mensaje del Evangelio, llegando incluso a ser nombrado obispo de la ciudad de Hipona, en África. Poco a poco fue convirtiéndose para muchos en modelo del seguimiento de Jesús. Los conocimientos que adquirió en la fi losofía se profundizaron y potenciaron desde su vivencia cristiana, llegando a convertirse en uno de los grandes pensadores del cristianismo. Sus estudios y refl exiones teológicas y fi losófi cas, marcaron profundamente el desarrollo de la espiritualidad y el pensamiento cristiano. En uno de sus escritos más famosos, llamado Confesiones, podemos leer el testimonio que él mismo dio sobre su conversión: 52 “¡Tarde te amé, Hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no estaba contigo. e retenían lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no existirían. e llamaste y clamaste, y quebrantaste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y curaste mi ceguera; exhalaste tu perfume, y lo aspiré, y ahora te anhelo; gusté de ti, y ahora siento hambre y sed de ti; me tocaste, y deseé con ansia la paz que procede de ti.” Confesiones, Libro 7,10.18, 27. Refl exionemos en silencio y contestemos las siguientes preguntas: ¿Cuáles son hoy, mis búsquedas? ¿Qué inquieta mi corazón a nivel personal, familiar, laboral, social? 2. Dios nos habla por medio de su alabra «La gente preguntó a Jesús: “¿Qué signos haces para que veamos y crea- mos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como dice la escritura: Les dio de comer el pan bajado del cielo”. Jesús respondió: “Les aseguro que no es Moisés el que les dio el pan del cielo; mi Padre les da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que desciende del cielo y da Vida al mundo”. Ellos le dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan”. Jesús
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