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Lettieri 14: ¿Aislacionismo o maquiavelismo?, la Política exterior de los Estados Unidos (1900-1945) A principios de 1918, los primeros batallones norteamericanos se enfrentaron con las tropas de las potencias de Europa Central, precediendo la llegada de más de 2 millones de efectivos que aseguraron la derrota en poco tiempo de la Alemania imperial y sus aliados. Desde mediados del siglo xix, los EE.UU, iniciaron una marcha acelerada para convertirse en una potencia mundial, utilizando una estrategia diferente al del resto de los imperialismos holandés, francés, británico. En el caso de EE.UU no se habría buscado obtener un dominio directo de nuevos territorios, sino un control indirecto, fundamentalmente financiero y comercial, que les garantizase el acceso a materias primas baratas y nuevos mercados en el exterior, una vez concluido el proceso de colonización de las últimas tierras libres en el continente norteamericano. Los postulados de la doctrina Monroe, pronunciada en 1823,y la interpretación formulada por el presidente Theodore Roosevelt en 1904 no solo definieron a América Latina como ámbito territorial sometido a la influencia exclusiva de los EE.UU, sino que cuestionaron la capacidad de autogobierno de los latinoamericanos, y postularon el derecho de los EE.UU, de intervenir militarmente para corregir sus desaciertos, juzgando que ellos podrían significar una amenaza para la seguridad estratégica norteamericana. Antes de 1918: Antecedentes generales A partir de 1865 la política exterior norteamericana dio paso a la expansión económica en América Latina y el Pacífico. El congreso autorizó en 1883 la construcción de los primeros cruceros acorazados. En 1900 los EE.UU se habían convertido en la tercera potencia naval del mundo. Hasta los inicios de la Gran Guerra (1914-1918) la mayor parte del comercio exterior de los EE.UU era con Europa. La presión de comerciantes e industriales estimuló la búsqueda de nuevos mercados, así como una redefinición de la doctrina Monroe. Esta doctrina implicaba la negación del derecho de las potencias europeas a extender su dominio territorial al hemisferio occidental, a partir de 1904 pasó a interpretarse como una afirmación del derecho de los EE.UU a intervenir en la política de América Latina. El nuevo imperialismo comercial era esencialmente antibélico y anticolonial, y no debían emprenderse iniciativas que pusieran en riesgo la seguridad de los EE.UU o supusieran un precio excesivo para su economía. Los intereses económicos tuvieron un peso decisivo en el diseño de la política exterior hasta fines de la Gran Guerra, se comprueba en la adopción de la política de puertas abiertas para China, impulsada en 1899, que encontró el respaldo de todas las potencias importantes, a excepción de Rusia. En 1903 la diplomacia de Roosevelt posibilitó el acuerdo para la construcción del canal de Panamá, que aportó notables ventajas comerciales y estratégicas. En 1917 los EE.UU entraron en la guerra europea, con el objetivo de obtener un lugar en la conferencia de paz y ser considerados, como una potencia de primer nivel en el futuro. El ingreso respondía a consideraciones de tipo económico. En 1918 el presidente Woodrow Wilson difundió los objetivos de guerra de EE.UU, prometía a todos los pueblos del mundo el derecho a elegir libremente la nación a la que querían pertenecer; la justicia internacional sería garantizada por una Sociedad de las Naciones, y se manifestaba la rechazaron las bases sobre las que se habían llevado adelante las negociaciones, y declararon que los EE.UU se mantendrían fuera de la sociedad de las naciones. Características de la política exterior latinoamericana de los EE.UU. El común denominador de la política norteamericana ha sido su aspiración de salvaguardar y acrecentar sus intereses y propiedades en la región, para lo cual se ha intentado excluir a cualquier poder extracontinental capaz de desafiarla. Los EE.UU han considerado al imperialismo estrictamente como una forma de dominación política directa, excluyendo de esa definición a la explotación económica de pueblos supuestamente inferiores. En los casos en que los EE.UU ocuparon de manera violenta el territorio de diversas naciones del Caribe y de América Latina en general, se ha argumentado el carácter temporal y benévolo de la iniciativa y su naturaleza preventiva frente a eventuales intervenciones de las potencias europeas. A fines del siglo xix los EE.UU afianzaron su hegemonía sobre América Latina. La penetración económica de los EE.UU en América central les permitió ejercer una influencia política mucho mayor en los asuntos internos de los países, sobre todo en la región del Caribe. Al entrar los EE.UU en la primera guerra mundial, sus relaciones con América Latina eran bastante tensas. La política fundada en la doctrina Monroe y el corolario Roosevelt habían producido muchas intervenciones en la región del Caribe: nacía una forma de intervención gracias a la cual EE.UU llegaría a tener el dominio de República Dominicana, Nicaragua y Haití. Entreguerras: Crisis y depresión Cambios en la situación internacional de los EE.UU. Al finalizar la primera guerra mundial, los EE.UU se habían convertido en la primera potencia económica mundial. Su fracaso en la mesa de negociaciones de Versalles significó un duro golpe para sus pretensiones de reconocimiento como una de las potencias mundiales. EE.UU. se convirtió en 1918 en el principal acreedor del mundo. Esta condición tuvo algunos efectos negativos iniciales sobre el comercio y las finanzas de posguerra, no solo se produjo una dislocación del comercio internacional y se redujo la capacidad de compra de muchos países, sino que muchas economías europeas comenzaron a instalar industrias, protegiéndolas de la competencia externa, aunque los precios de ésta fueran bajos. EE.UU. en 1918 se encontraba en condiciones de producir bienes industriales y alimentos más baratos, no había nada que necesitaran importar, por lo que comenzaron a acumular enormes cantidades de oro. Durante la década de 1920, los EE.UU. acumularon un considerable superávit comercial y prestaron grandes sumas de dinero para que otros países pudieran importar sus productos y financiar la reconstrucción de sus economías. Al subir las cotizaciones de Wall Street , muchos de los créditos golondrina fueron retirados y al iniciarse la crisis, en 1930 y 1931, las inversiones fueron repatriadas a los EE.UU. La rápida expansión de la crisis a nivel internacional prácticamente acabó con el comercio libre y el sistema multilateral de pagos. La mayor parte de los países abandonaron el patrón oro, solo alcanzaron a celebrarse algunos acuerdos comerciales bilaterales. EE.UU. y Latinoamérica después de la Gran guerra La depresión de la posguerra colocó a los países latinoamericanos en una grave situación, ya que Europa no estaba en condiciones de satisfacer su demanda de manufacturas. Si bien algunas naciones latinoamericanas habían llevado adelante, un proceso de sustitución de importaciones, la necesidad de importar bienes manufacturados elaborados y obtener recursos financieros para impulsar sus alicaídas economías colocaron a los EE.UU. en situación de adquirir un considerable poderío más allá de la zona del Caribe. La depresión mundial subrayó la dependencia latinoamericana de sus exportaciones de materias primas agrícolas y minerales, así como el grado en que sus economías estaban bajo el dominio de empresas extranjeras. La política de los EE.UU consistía en limitar, en la medida de lo posible, la entrada de intereses financieros y económicos europeos en América Latina, para quedarse así con el control de los recursos de la región. La “buena vecindad” y los planes new deal La política del “buen vecino” estuvo vinculada con el New Deal, cuyo objetivo primordial fue la recuperación económica de los Estados Unidos. En el programa de Roosevelt, América Latina tenia asignado un papel fundamental como proveedora de materias primas a bajo precio, como mercado para la exportación de losproductos de la industria pesada norteamericana y como un terreno provechoso para sus inversiones de capital. Si bien los EE.UU colaboraron con el moderado crecimiento de algunas economías latinoamericanas, la condición fue la reciprocidad que imponía la reducción de tarifas aduaneras y una liberalización del control de cambios, facilitando de este modo la penetración económica norteamericana en la región. A medida que aumentaba la subordinación de América Latina en relación con los EE.UU, la capacidad de conceder ayuda económica se convirtió en instrumento importante de la política norteamericana. Al estallar la guerra en Europa, los EE.UU exigieron la dirección de una acción continental concertada. Se recomendó a todos los gobiernos americanos tomar medidas para combatir las ideas subversivas en el hemisferio occidental. La influencia moral de los EE.UU sobre América Latina se incrementaba. Alegando razones de seguridad, los EE.UU lograron sustituir los intereses comerciales del Eje en la América Latina por los suyos, con importantes beneficios económicos y financieros. Incrementaron su incidencia en los sectores estratégicos de comunicaciones y servicios, y comenzaron a desempeñar un papel preponderante en el entrenamiento de los militares y de las fuerzas de seguridad. Los latinoamericanos veían con temor la creciente participación de los EE.UU en la guerra, que esto implicaba una amenaza para su propia neutralidad. Para garantizar la cooperación latinoamericana, el gobierno de Roosevelt impulsó la cooperación económica. Los EE.UU. necesitaban materias primas estratégicas, y los productores latinoamericanos tenían cada vez mayores dificultades para vender sus productos. El gobierno de EE.UU. intentó asegurar la oferta de artículos manufacturados a precios razonables, e impulsó nuevas líneas de producción latinoamericanas para la que se pudieran encontrar mercados nuevos y complementarios en los EE.UU. o en otros países del hemisferio occidental. Los Estados Unidos ante la Segunda Guerra Mundial Ingreso de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial Hacia fines de 1941, el gobierno norteamericano demoraba su decisión de convertirse en una nación beligerante. El ataque japonés sobre Pearl Harbor relevó a Roosevelt de la pesada responsabilidad de declarar la guerra. El conflicto de intereses entre Japón y los EE.UU era anterior, se había agudizado a lo largo de la década del ’30. Los japoneses intentaban crear y controlar por la fuerza una zona económicamente autárquica, en Asia Oriental. Esta expansión sobre el sudeste asiático era resistida por los empresarios y autoridades de la colonia americana de Filipinas, así como por los comerciantes y productores norteamericanos que tenían una participación decisiva en los mercados comerciales, y que controlaban las ricas fuentes de materias primas de la región. El avance de sus aliados alemanes en Francia y su probable victoria en la URSS animaron a los japoneses a dirigirse hacia el sur, yen 1941 se anexionaron la Indochina francesa. Los EE.UU, Gran Bretaña y los Países Bajos reaccionaron bloqueando el total de las ventas de chatarra y petróleo al Japón, y se congelaron las propiedades japonesas en los EE.UU. El 7 de diciembre de 1941 la aviación japonesa destruyó gran parte de la flota americana estacionada en Pearl Harbor, en las islas de Hawai. El 8 de diciembre, el congreso norteamericano aprobó la guerra contra Japón. Alemania, e Italia, de acuerdo con lo dispuesto en su tratado con Japón, declararon la guerra a los EE.UU. La política latinoamericana de los Estados Unidos en tiempos de la Segunda Guerra Mundial En 1942 se realizó una reunión consultiva de ministros de relaciones exteriores; para entonces habían declarado la guerra a las potencias del Eje, EE.UU, los nueve países centroamericanos y del Caribe, en tanto México, Colombia y Guatemala habían roto sus relaciones diplomáticas con ellas. Las demás repúblicas latinoamericanas habían proclamado su no beligerancia. El objetivo más importante de los EE.UU consistía en imponer la ruptura de relaciones de toda América Latina con las potencias del Eje. Al término de la conferencia, todas las naciones latinoamericanas, con excepción de de la Argentina y Chile, habían roto relaciones con el Eje. Los EE.UU. nos buscaron el apoyo militar activo de sus vecinos del sur, pero sí su cooperación para combatir las actividades del Eje en el hemisferio. Los principales objetivos de la política económica de los EE.UU. consistía en asegurarse un creciente abastecimiento de materias primas estratégicas, fortalecer las economías de los países latinoamericanos en interés de su propio esfuerzo bélico y eliminar del hemisferio los intereses del Eje. El problema de la Argentina siguió poniendo en tensión a la asociación en tiempos de guerra, y a fines de 1943 se produjo una crisis, tras la concreción del golpe nacionalista del G.O.U. Las relaciones entre Argentina y EE.UU empeoraron y esta situación no mejoró, a pesar de que el gobierno de Ramírez decidió romper relaciones con el Eje en 1944. A la cuestión argentina se sumó un creciente malestar en diversos países latinoamericanos. El establecimiento de bases militares, las acciones de agentes del F.B.I en busca de agentes subversivos, los cuerpos de administradores y hombres de negocios dirigiendo todo tipo de cooperación, implicaban una forma de intervención cada vez mayor en los asuntos internos de las naciones. Los programas estadounidenses de colaboración habían aumentado la fuerte dependencia tradicional de las economías latinoamericanas respecto de la producción de unas pocas materias primas, cuya demanda decrecería con el fin de la guerra. Algunos países del hemisferio habían acumulado importantes reservas de dólares porque los EE.UU no habían podido venderles las mercancías que necesitaban. Una reflexión sobre la política exterior de los EE.UU. El periodo comprendido entre 1917 y 1945 marca el fin de la extensa etapa europeísta del sistema diplomático internacional, cuya vigencia se extendía desde la finalización de las guerras de Religión. Una vez concluida la segunda guerra mundial, dos nuevas potencias, EE.UU y la Unión Soviética heredaron la tarea de establecer un nuevo equilibrio a escala mundial, que se mantendría hasta el derrumbe del Muro de Berlín en 1989. Los EE.UU. tradicionalmente importadores de capital, no se esforzaron por modificar sus estrategias una vez, que a causa de la guerra, se convirtieron en acreedores del mundo. Lo mismo puede decirse de su decisión de reclamar el pago de las deudas de la Gran Guerra, considerándolas independientes de las reparaciones, al tiempo que se frenaban las importaciones de productos europeos en el mercado norteamericano, a las que se aplicaban gravosos derechos de aduana.
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