Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
717 ¿Deben imponerse limitaciones a las autoridades económicas? CaPÍtULO 24 En muchos puntos de este libro hemos visto que una combinación acertada de la política fiscal y la política monetaria puede ayudar a un país a salir de una recesión, mejorar su posición comercial sin aumentar la actividad económica ni avivar la inflación, frenar una economía recalentada, estimular la inversión y la acumulación de capital, etcétera. Sin embargo, esta conclusión parece que no está en consonancia con las frecuen- tes demandas de que se limiten rigurosamente los poderes de las autoridades económicas. En Estados Unidos el primer punto del Contrato con América, pro- grama elaborado por los republicanos para las elecciones que se celebraron en Estados Unidos en 1994, era la introducción en la Constitución de una enmienda sobre el presupuesto equilibrado. En Europa los países que han adoptado el euro firmaron el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, que los obliga a mantener su déficit presupuestario por debajo de un 3% del PIB o, de lo contrario, pueden ser objeto de grandes sanciones. La política monetaria también está siendo atacada. Por ejemplo, el estatuto del Banco Central de Nueva Zelanda, redactado en 1989, establece que el papel de la política monetaria es mantener la estabilidad de los precios y excluye cualquier otro objetivo macroeconómico. Dadas las circunstancias de un contexto internacional diferente, la discusión no fue el equilibrio presupuestario, sino que el debate se centró en lo siguiente: ¿cuánto Estado?, ¿cuántas regulaciones?, ¿cuánto mercado? Sin embargo, ¿qué sucede cuando se produce un cambio de contexto? ¿Deben flexibilizarse las políticas? Concretamente, la crisis financiera internacional del 2008 dio lugar a diversos debates en relación a la falta de regulación de los mercados, la exposición al riesgo de grandes compañías e incluso se llegó a poner en tela de juicio al mismo sistema capitalista. Entre las principales discusio- nes se encontraban la globalización financiera, y la falla en los mecanismos de regulación y transmisión que permiten brindar información clara a los agentes económicos para la toma de decisiones. Los nuevos instrumentos financieros de- rivados fueron adquiriendo cada vez mayor complejidad; a tal punto, que quie- nes los poseían o calificaban, dudosamente tenían noción del verdadero valor de respaldo. Dichos instrumentos apalancaron créditos del sector inmobiliario y burbujas que generaron una explosión financiera y cambiaria con caídas de fondos y bancos de inversión, y cientos de miles de dólares creados por los ban- cos centrales para el salvataje, así como garantías del Tesoro de Estados Unidos y ministerios de Hacienda de países europeos. Es decir, los estados amplificaron sus déficit fiscales para corregir dificultades y falencias en los mecanismos de coordinación macroeconómica de la arquitectura financiera internacional. A fines de 2008 se produjeron una explosión financiera y una implosión de la actividad económica. América Latina pudo desacoplarse en parte de este fenómeno porque no existió una burbuja inmobiliaria y crediticia. No obstante, los efectos contrac- tivos de la economía real del mundo desarrollado impactaron en el precio de las 718 Macroeconomía. Aplicaciones para Latinoamérica / Olivier Blanchard • Daniel Pérez Enrri materias primas y los alimentos, y tuvieron un efecto de desaceleración de la econo- mía, pero no grandes turbulencias cambiarias, financieras, fiscales y monetarias como en otras crisis. En este apartado también compararemos algunas propuestas electorales de 1994 y 2008. Podrá observarse que hubo un cambio de paradigma. Las prioridades son la inflación, la salida de la crisis financiera y la atenuación de la desaceleración de la economía con rebaja de impuestos, caídas de las tasas de interés, políticas fiscales más expansivas en términos de gasto social, etcétera. Estos hechos estilizados muestran con evidencia empírica que, a veces, las políticas económicas de los países para el corto y el medio plazo son cambiantes según el contexto. En la Argentina, después de la crisis de la convertibilidad, se inició un nuevo ciclo con un tipo de cambio real elevado, superávit fiscal y externo (superávit gemelos) desde mediados de 2002. luego de esta primera etapa se dieron ciertas inconsistencias macroeconómicas después del año 2006 y hasta 2009 que genera- ron distorsiones e inconsistencias entre las políticas fiscal, monetaria y cambiaria por aumentos del gasto público, los subsidios, la inflación que aprecia el tipo de cambio real y ciertas correcciones exógenas en los precios internacionales de las materias primas y los alimentos. 719Capítulo 24 • ¿Deben imponerse limitaciones a las autoridades económicas? Figura 24.1 � El Contrato con América A continuación, en los 100 primeros días se someterán a votación los 10 proyectos de ley siguientes: 1. La enmienda del presupuesto equilibrado y la capacidad de veto parcial del Presidente: es hora de obligar al Esta- do a vivir de acuerdo con sus posibilidades y a restablecer el cumplimiento del presupuesto en Washington. 2. Detener la delincuencia: seamos duros y establezcamos la pena de muerte eficaz, capaz y oportuna para los vio- lentos. Reduzcamos también la delincuencia constru- yendo más instituciones penitenciarias, prolongando las condenas y poniendo más policía en la calle. 3. Reforma de la asistencia social: el gobierno debe ani- mar a la gente a trabajar, no a tener hijos fuera del matrimonio. 4. Proteger a nuestros hijos: debemos reforzar las familias dando a los padres mayor control sobre la educación, haciendo cumplir los pagos de manutención de los hijos y siendo duros con la pornografía infantil. 5. Reducir los impuestos que pagan las familias: hagamos realidad el Sueño Americano: ahorrar dinero, comprar una casa y mandar a los hijos a la universidad. 6. Una defensa nacional poderosa: necesitamos garantizar una defensa nacional poderosa restableciendo los ele- mentos esenciales de nuestra financiación de la seguri- dad nacional. 7. Elevar el límite de ingresos de los jubilados: podemos poner fin a la discriminación por edad que disuade a nuestros mayores de trabajar si lo desean. 8. Reducir la regulación pública: reduzcamos radicalmen- te las reglamentaciones que ahogan a la pequeña empre- sa y facilitemos las cosas para que la gente pueda inver- tir con el fin de crear empleo y elevar los salarios. 9. Reforma judicial de sentido común: podemos poner fin a las excesivas demandas judiciales, las demandas judi- ciales frívolas y los abogados que ponen demasiado celo en su trabajo. 10. Limitación de la duración del periodo de mandato de los congresistas: sustituyamos a los políticos profesio- nales por legisladores ciudadanos. Al fin y al cabo, la política no debe ser un empleo vitalicio. (Por favor, averigüe en el reverso si el candidato de su distrito había firmado el Contrato al 5 de octubre de 1994.) Partido rePublicano contrato con américa un Programa Para la transParencia Hemos oído vuestras preocupaciones y os oímos alto y claro. Si nos otorgáis la mayoría, el primer día de Congreso el Partido Republicano: - Obligará al Congreso a regirse por las mismas leyes que todos los demás americanos. - Eliminará uno de cada tres empleados de los comités del Congreso. - Reducirá el presupuesto del Congreso. Si romPEmoS ESTE ConTrATo, EChADnoS. Lo DECimoS En SErio. En este capítulo analizamos los argumentos a favor de la limitación del poder de la política macroeconómica. En los Apartados 24.1 y 24.2 analizamos uno de esos argumentos, a sa- ber, que es posible que los responsables de la política económica tengan buenas intenciones, pero que en vez de producir un beneficio, causan un daño. En el Apartado 24.3 analizamos el otro argumento -más cínico-, a saber, que las autoridades económicas hacen lo que más les conviene, que no es necesariamente lo mejor para el país. 720Macroeconomía. Aplicaciones para Latinoamérica / Olivier Blanchard • Daniel Pérez Enrri 24.1 La incertidumbre y la política macroeconómica Una manera directa de formular el primer argumento a favor de la imposición de restricciones a la política económica es que los que saben poco deben hacer poco. El argumento consta de dos partes. Los macroeconomistas y, por implicación, los responsables de la política económica que se basan en sus consejos saben poco; y, por lo tanto, deben hacer poco. Examinemos cada una de las partes por separado. ¿Cuánto saben realmente los macroeconomistas? Los macroeconomistas se parecen a los oncólogos. Saben mucho, pero hay mucho de lo que no saben. Pensemos en el caso de una economía que tiene un elevado desempleo y en la que el Banco Central está considerando la posibilidad de utilizar la po- lítica monetaria para aumentar la actividad económica. Estudiemos la secuen- cia de relaciones entre un aumento del dinero y un incremento de la produc- ción, y, por lo tanto, todas las cuestiones que ha de afrontar el Banco Central cuando tiene que decidir si aumenta o no la oferta monetaria y, en caso afir- mativo, cuánto: ¿Es la elevada tasa de desempleo actual superior a la tasa natural o ha au- mentado la tasa natural (Capítulos 8 y 9)? Si la tasa de desempleo está cerca de la tasa natural de desempleo, ¿no existe el riesgo de que la expansión monetaria provoque una reducción del desempleo por debajo de la tasa natural y un aumento de la inflación (Ca- pítulos 8 y 9)? ¿Cuánto bajará el tipo de interés a corto plazo como consecuencia de la variación de la oferta monetaria (Capítulo 4)? ¿Cómo afectará el descenso del tipo de interés a corto plazo al tipo de interés a largo plazo (Capítulo 15)? ¿Cuánto subirán los precios de las acciones (Capítulo 15)? ¿Cuánto se depreciará la moneda (Capítulos 20 y 21)? ¿Cuánto tardarán la bajada de los tipos de interés a largo plazo y la subida de los precios de las acciones en afectar al gasto de inversión y de consu- mo (Capítulo 16)? ¿Cuánto tardarán en dejarse sentir los efectos relaciona- dos con la curva J y cuánto tardará la balanza comercial en mejorar (Capí- tulo 19)? ¿Cuál es el riesgo de que los efectos se dejen sentir demasiado tarde, es decir, cuando la economía ya se haya recuperado? Cuando los bancos centrales –o los responsables de la política macroeconó- mica en general– evalúan estas cuestiones, no la evalúan sin tener en cuenta nada. Se basan, en particular, en modelos macroeconométricos. Las ecuaciones de estos modelos muestran cómo era antes cada una de estas relaciones. Pero cada uno de los modelos da su propia respuesta, ya que cada uno tiene su propia estructura, su propia lista de ecuaciones y su propia lista de variables. La Figura 24.2 muestra un ejemplo de esta diversidad, que procede de un estudio encargado por la Brookings Institution –centro de investigación situado en Washington, D.C.– en el que se pedía a los autores de los 12 principales modelos macroeconométricos que respondieran a una serie parecida de pre- guntas (los modelos se describen en este capítulo, en el recuadro titulado «Los 12 modelos macroeconométricos»). El objetivo del estudio era ver qué diferen- cias había entre las respuestas de los distintos modelos. Una de las preguntas 721Capítulo 24 • ¿Deben imponerse limitaciones a las autoridades económicas? era la siguiente: «Considere un caso en el que la economía de Estados Unidos está creciendo a su tasa normal y en el que el desempleo se encuentra en su tasa natural; llámelo caso de referencia. Suponga ahora que durante un año La FED aumenta el dinero más deprisa que en el caso de referencia, por lo que después de un año la cantidad nominal de dinero es un 4% mayor que en ese caso. A partir de entonces, crece a la misma tasa que en el caso de referencia, por lo que la cantidad nominal de dinero sigue siendo un 4% mayor que si no se hubiera alterado la política monetaria. Suponga, además, que los tipos de interés no varían en el resto del mundo. ¿Qué ocurrirá con la producción en Estados Unidos?». Figura 24.2 � La respuesta de la producción a una expansión monetaria: predicciones de los 12 principales modelos macroeconométricos WHARTON TAYL OR INTERLINK MCMCOMPACT VAR DRI LIVERPOOL MSG MINIMOD LINK EPAD es vi ac ió n p o rc en tu al c o n r es p ec to a la s en d a d e re fe re n ci a 3,5 3,0 2,5 2,0 1,5 1,0 0,5 0,0 0,5 0,1 3210 4 Años 5 6 7 Aunque los 12 modelos predicen que la producción aumentará durante un tiempo en respuesta a una expansión monetaria, existe una amplia variedad de estimaciones sobre la magnitud y la duración de la respuesta. La Figura 24.2 muestra la desviación de la producción del caso que hemos utilizado como referencia, según las predicciones de cada uno de los 12 mo- delos. Todos predicen que la producción aumentará durante un tiempo tras el incremento de la cantidad de dinero. Después de un año, la desviación media de la producción es positiva. Pero la variedad de respuestas es significativa: van desde ninguna variación hasta un aumento del 3%; incluso dejando de lado la predicción más extrema, el intervalo de variación aún es de más del 1%. Dos años más tarde, la desviación media es del 1,2%; una vez más, pres- cindiendo de la predicción más extrema, el intervalo de variación aún es del 2%. Y seis años más tarde, la desviación media es del 0,6% y las respuestas oscilan entre el −0,3 y el 2,5%. En suma, si medimos la incertidumbre por medio de la diversidad de respuestas de esta serie de modelos, existe un grado de incertidumbre considerable sobre los efectos de la política económica. 722 Macroeconomía. Aplicaciones para Latinoamérica / Olivier Blanchard • Daniel Pérez Enrri ¿Debería la incertidumbre llevar a las autoridades económicas a intervenir menos? ¿Debería la incertidumbre sobre los efectos de la política económica llevar a las autoridades económicas a intervenir menos? En general, la respuesta es afirmativa. Consideremos el siguiente ejemplo, basado en las simulaciones que acabamos de analizar. Supongamos que la economía de Estados Unidos se encuentra en una rece- sión. La tasa de desempleo es del 7% y la FED está considerando la posibilidad de recurrir a la política monetaria para aumentar la producción. Para centrar la atención en la incertidumbre sobre los efectos de esa medida, supongamos que Los 12 modelos macroeconométricos El conjunto de modelos utilizados en el proyecto de la Brookings institution es representativo de los diferentes ti- pos de modelos macroeconómicos que se emplean para predecir y simular la política económica: Dos modelos, el Dri (Data Resources Incorporated) y el WhArTon, son modelos comerciales. Se utili- zan para realizar y vender predicciones económi- cas a empresas e instituciones financieras. Cinco modelos se emplean para realizar prediccio- nes y ayudar a elaborar la política macroeconómi- ca. El mCm (Multi Country Model, o sea, modelo internacional) lo emplea La FED para gestionar la política monetaria de Estados Unidos; el inTErLinK es utilizado por la oCDE en París; el ComPACT es utilizado por la Comisión de la Unión Europea en Bruselas; el EPA es empleado por la agencia japo- nesa de planificación. Cada uno de estos cuatro modelos ha sido elaborado por un equipo de inves- tigadores que han realizado todo el trabajo, es de- cir, han elaborado submodelos de países o grupos de países y los han relacionado por medio del co- mercio y de los movimientos financieros. En cambio, el quinto, el LinK, está formado por modelos de distintos países, elaborados en cada uno de ellos por investigadores de ese país, que luego se han vinculado por medio del comercio internacional y de las relaciones financieras. La ventaja de este en- foque estriba en que los investigadores de un país probablemente comprenderán muy bien ese país; el inconveniente radica en que los diferentes modelos de paísespueden tener estructuras muy distintas y puede ser difícil establecer relaciones entre ellos. Cuatro modelos contienen explícitamente expecta- tivas racionales: el LiVErPooL, realizado en inglaterra; el minimoD, utilizado por el Fondo monetario internacional; el mSG, desarrollado por Warwick mcKibbin y Jeffrey Sachs, profesores de la Universidad de harvard; y el TAYLor –que vi- mos en el Capítulo 7, Tema concreto “Cuánto du- ran los efectos reales del dinero?”, desarrollado por John Taylor, profesor de la Universidad de Stan- ford. Como es técnicamente difícil resolver grandes modelos con expectativas racionales, normalmente son modelos más pequeños, que contienen menos detalles que los antes citados. Pero son mejores para recoger los efectos que producen distintas medidas en las expectativas. El último, el VAr (por Vector Autorregresivo, que es la técnica de estimación que se utiliza para elaborar el modelo), desarrollado por Christopher Sims y ro- bert Litterman, profesores de la Universidad de min- nesota, es muy diferente del resto. no es un modelo estructural, sino, más bien, un resumen estadístico de las relaciones entre las diferentes variables, sin una interpretación económica explícita. Su punto fuerte se halla en que se ajusta muy bien a los datos con un mínimo de restricciones teóricas. Su punto débil es que se trata, esencialmente, de una caja negra (muy grande). Para una descripción de los modelos y del estudio, véase ralph Bryant et al., Empirical Macroeconomics for Interdependent Economies, Washington, D.C., Bro- okings institution, 1988. El estudio muestra los efectos no sólo de la política monetaria, sino también de la política fiscal (algunos de los modelos utilizados en el estudio de Brookings ya no se utilizan; otros han cam- biado de nombre, aunque la tipología presentada en este recuadro sigue siendo válida). TEMA CONCRETO 723Capítulo 24 • ¿Deben imponerse limitaciones a las autoridades económicas? la FED conoce todo lo demás con certeza. Basándose en sus predicciones, sabe que si no altera la política monetaria, el desempleo seguirá siendo del 7% el próximo año. Sabe que la tasa natural de desempleo es del 5% y que, por lo tanto, la tasa de desempleo es un 2% superior a la natural. También sabe por la ley de Okun que un 1% más de crecimiento de la producción durante un año provoca una reducción de la tasa de desempleo del 0,4%. Partiendo de estos supuestos, la FED sabe que, si pudiera utilizar la políti- ca monetaria para conseguir un 5% más de crecimiento de la producción el año que viene, la tasa de desempleo sería dentro de un año menor en 0,4 multiplicado por 5% = 2%, por lo que habrá retornado a su tasa natural, que es del 5%. ¿Cuánto debe aumentar la FED la oferta monetaria? Tomando la media de las respuestas de los diferentes modelos que muestra la Figura 24.2, un aumento de la oferta monetaria del 4% provoca un incre- mento de la producción del 0,85% en el primer año. En otras palabras, un aumento de la oferta monetaria del 1% provoca un aumento de la producción de 0,85/4 = 0,21%. Supongamos que la FED considera que esta relación media se cumple con certeza. Lo que debería hacer en ese caso es fácil. Para que la tasa de desem- pleo retorne a la tasa natural en un año, es necesario que la producción crez- ca un 5% más. Y para que la producción crezca un 5%, la FED tiene que au- mentar el dinero un 5%/0,21 = 23,8%. Por lo tanto, la FED debe aumentar la oferta monetaria un 23,8%. Si la respuesta de la economía es igual a la res- puesta media de los 12 modelos, este aumento del dinero retornará a la eco- nomía a la tasa natural de desempleo al final del año. Supongamos que la FED aumenta realmente el dinero un 23,8%. Pero ahora tengamos en cuenta la incertidumbre, medida por la variedad de res- puestas de los diferentes modelos que muestra la Figura 24.2. Recuérdese que la diversidad de respuestas de la producción a un aumento del dinero del 4% después de un año oscila entre el 0 y el 3%; en otras palabras, un aumento del dinero del 1% provoca toda una variedad de respuestas de la producción com- prendidas entre el 0 y el 0,75%, las cuales implican que un aumento del dine- ro del 23,8% provoca en todos los modelos una respuesta de la producción situada entre el 0 y el 17,9% (23,8% x 0,75). Estas cifras de la producción implican, a su vez, una disminución del desempleo que oscila entre el 0 y el 7%. En otras palabras, la tasa de desempleo podría encontrarse, pues, dentro de un año ¡entre un 7 y un 0%! La conclusión está clara. Dado el grado de incertidumbre sobre la repercusión de la política monetaria en la producción, sería insensato aumentar el dinero un 23,8%. Si el dinero influye en la producción tanto como sugiere uno de los 12 modelos, el desempleo podría ser a finales de año un 5% inferior a la tasa natural, lo que provocaría enormes presiones inflacionistas. Dada esta incertidumbre, la FED debería aumentar el dinero mucho menos de un 23,8%. Por ejemplo, si lo incrementara un 10%, el desempleo se encontraría dentro de un año en un inter- valo comprendido entre el 7 y el 4%, que es claramente más seguro. La incertidumbre y la limitación del poder de las autoridades económicas Resumiendo, existe un grado considerable de incertidumbre sobre los efectos de la política macroeconómica, que debería llevar a las autoridades económi- cas a ser más cautas y a recurrir menos a las medidas activas. Estas deberían En el mundo real, por supuesto, la FED no sabe nada de eso con seguridad. Sólo puede hacer predicciones. no conoce el valor exacto de la tasa natural de desempleo ni el coeficiente exacto de la ley de okun. La introducción de estas fuentes de incer tidumbre reforzaría nuestra conclusión básica. Este ejemplo se basa en el concepto de incertidumbre multiplicativa, que es la idea de que, como los efectos de la política económica son incier- tos, las medidas más activas generan más incertidumbre. Véase William Brainard, «Uncertainty and the effective- ness of policy», American Economic Review, mayo de 1967. 724 Macroeconomía. Aplicaciones para Latinoamérica / Olivier Blanchard • Daniel Pérez Enrri destinarse, en términos generales, a evitar las recesiones prolongadas, a frenar las expansiones y a evitar las presiones inflacionistas. Cuanto más alto sea el nivel de desempleo o de inflación, más activas deben ser las medidas. Pero no deben intentar ni mucho menos acercarse al ajuste perfecto, que consiste en tratar de conseguir un desempleo constante o un crecimiento constante de la producción. Estas conclusiones habrían sido controvertidas hace veinte años. Entonces hubo un acalorado debate entre dos grupos de economistas. Uno de ellos, encabezado por Milton Friedman, profesor de la Universidad de Chicago, sos- tenía que era probable que las medidas activas hicieran más mal que bien debido a sus largos y variables retardos. El otro, encabezado por Franco Modi- gliani, profesor del MIT, acababa de elaborar la primera generación de grandes modelos macroeconométricos y creía que los conocimientos que tenían los economistas comenzaban a ser suficientemente buenos para poder ajustar de una manera cada vez más perfecta la economía. Actualmente, la mayoría de los economistas reconocen que existe una notable incertidumbre sobre los efectos de la política económica. También aceptan la implicación de que esta incertidumbre debe llevar a adoptar medidas menos activas. Obsérvese, sin embargo, que lo que hemos expuesto hasta ahora es un argumento a favor de la moderación de los propios responsables de la política económica, no a favor de que se les impongan restricciones. Si estos compren- den las implicaciones de la incertidumbre –y no hay razones para pensar que no–, adoptarán por su cuenta medidas menos activas. No hay razón alguna para imponer mayores limitaciones, como la condición de que el crecimiento del dinero sea constante o de que el presupuesto esté equilibrado.Pasemos ahora a analizar los argumentos a favor de la imposición de limitaciones a los responsables de la política económica. 24.2 Las expectativas y la política macroeconómica Una de las razones por las que los efectos de la política macroeconómica son inciertos es la interrelación de esta última con las expectativas. La forma en que funciona una medida macroeconómica, si funciona, depende no sólo de cómo afecte a las variables actuales, sino también a las expectativas sobre el futuro (este era el tema principal del Capítulo 17). Sin embargo, la importancia de las expectativas para la política macroeconómica va más allá de la incertidumbre sobre sus efectos. Esta conclusión nos lleva a un análisis basado en los juegos. Hasta hace veinte años, la política macroeconómica se veía de la misma forma que el control de una complicada máquina. Para elaborar la política macroeconómica, cada vez se utilizaban más los métodos de control óptimo, desarrollados inicialmente para controlar y dirigir los cohetes. Los economistas ya no piensan de esa manera. Ha quedado patente que la economía es absolu- tamente distinta de una máquina, incluso de una máquina complicada. A dife- rencia de una máquina, la economía está formada por personas y empresas que tratan de prever lo que harán las autoridades económicas, que reaccionan no sólo a la política actual, sino también a las expectativas sobre la política futura. Por lo tanto, la política macroeconómica debe concebirse como un juego entre los responsables de la política económica y la economía, más concretamente, las personas y las empresas de la economía. Así pues, cuando analizamos la política, lo que necesitamos no es la teoría del control óptimo, sino la teoría de los juegos. Friedman y modigliani son los dos mismos economistas que desarrollaron cada uno por su cuenta la teoría moderna del consumo que vimos en el Capítulo 16. incluso las máquinas son cada vez más inteligentes. hAL, el robot de la película 2001: Odisea del espacio, de 1968, comienza pre- viendo lo que harán los seres humanos en la nave espacial. El resultado no es positivo (véase la película). 725Capítulo 24 • ¿Deben imponerse limitaciones a las autoridades económicas? Advertencia: cuando los economistas utilizan la palabra juego, no se refie- ren a entretenimiento, sino a las interacciones estratégicas entre los jugadores. En el contexto de la política macroeconómica, los jugadores son las autoridades económicas, por un lado, y las personas y las empresas, por otro. Las interac- ciones estratégicas están claras. Lo que hacen los individuos y las empresas depende de lo que esperan que hagan las autoridades económicas, y lo que hacen estas depende de lo que ocurra en la economía. La teoría de los juegos ha dado a los economistas muchas ideas y a menu- do explica por qué una conducta aparentemente extraña cobra sentido cuando se comprende el juego. Entre estas ideas hay una especialmente importante para nuestro análisis de las restricciones: a veces pueden obtenerse mejores resultados en un juego renunciando a algunas opciones. Para ver por qué, comencemos con un ejemplo ajeno a la economía, a saber, la actitud de los gobiernos hacia las personas que toman rehenes. La toma de rehenes y las negociaciones La mayoría de los gobiernos tienen la política declarada de no negociar con quienes toman rehenes. La razón es evidente: reducir los incentivos para tomar rehenes con el fin de que no sea atractivo. Supongamos que, a pesar de esta política, una persona es tomada como re- hén. Una vez que ocurre, ¿por qué no negociar? Cualquiera que sea la demanda de los autores, probablemente tendrá menos costes que la probabilidad de que el rehén sea asesinado. Por lo tanto, parece que la política mejor es anunciar que no se va a negociar, pero si alguien es tomado como rehén, negociar. Basta una reflexión para ver que sería realmente una mala política. Las decisiones de los que toman rehenes no dependen de la política anunciada, sino de lo que esperen que ocurra realmente si toman un rehén. Si saben que se negociará, considerarán con razón que la política anunciada es irrelevante. Y tomarán rehenes. ¿Cuál es, pues, la política mejor? A pesar de que, una vez que se han to- mado rehenes, las negociaciones normalmente dan un resultado mejor, la política mejor para los gobiernos es comprometerse a no negociar. Renuncian- do a esta opción, probablemente evitarán que se tomen rehenes. Este enfoque de la teoría de los juegos es ilustrativo para lo sucedido en el año 2008 con la caída de un gran número de grupos financieros, bancos y fondos de inversión, entre otros. Lo que inicialmente comenzó como una crisis hipotecaria en Estados Uni- dos pronto sacudió a todos los mercados financieros del mundo. En marzo del año 2008 se produjo la quiebra del tradicional banco de inversiones Bear Sterns, que fue absorbido por otro banco privado. En septiem- bre, le siguieron las dos mayores agencias hipotecarias, Fannie Mae y Freddie Mac, luego, Lehman Brothers y la aseguradora AIG. La lista continuó. En el primer caso, la FED no intervino. Sí salió al rescate de Fannie Mae y Freddy Mac, estatizándolas. En el caso de Lehman Brothers, no intervino y este fue a la quiebra. Le tocó el turno a la aseguradora AIG, que corrió mejor suerte y fue rescatada. Esta sucesión de eventos, junto con la actuación tardía y discrecio- nal de las autoridades, sólo logró aumentar la incertidumbre a través de señales poco claras y contradictorias. La teoría de los juegos se ha convertido en un importante instrumento en todas las ramas de la economía. En 1994, se concedió el Premio nobel de Economía a tres teóricos de los juegos: John nash, profe- sor de Princeton, John harsanyi, profesor de Berkeley, y reinhard Selten, profesor alemán (la vida de John nash se relata en la pelí- cula Una mente maravillosa). 726 Macroeconomía. Aplicaciones para Latinoamérica / Olivier Blanchard • Daniel Pérez Enrri El dilema de intervenir o no intervenir, en tiempo y forma, por parte del gobierno mediante políticas fiscales y la banca central con políticas moneta- rias, es un tema central de la política económica. La credibilidad de esta de- pende de la sucesión y fortaleza política para crear (aplicar) reglas de juego claras y convincentes que atenúen la incertidumbre y lleve a los agentes eco- nómicos a actuar, colectivamente, en forma más coordinada y racional evitan- do de esta manera comportamientos en manada. En el caso de referencia, los costes por no actuar en tiempo y forma fueron mayores que los esperados. Quizás un ejemplo en el campo de la estrategia y la táctica militares sea el caso en el cual se envían los soldados de a uno para cuidar un gran ejército en lugar de atacar en conjunto por el flanco más débil. Salvar a cada una de las instituciones financieras con una lenta inyección de liquidez sin una secuencia ni coordinación a nivel global amplificó los costes presentes y futuros de la crisis (véase en el capítulo 5 el Tema Concreto “la crisis hipotecaria estadounidense del 2008”). Pasemos ahora a examinar un ejemplo macroeconómico basado en la re- lación entre la inflación y el desempleo. Como veremos, el razonamiento es exactamente el mismo. Reconsideración de la inflación y el desempleo Recordemos la relación entre la inflación y el desempleo que establecimos en el Capítulo 8 [Ecuación (8.9) con los índices temporales omitidos para simpli- ficar el análisis]: (24.1) La inflación, π, depende de la inflación esperada, πe, y de la diferencia entre la tasa efectiva de desempleo y la natural, un. El coeficiente α recoge el efecto que produce el desempleo en la inflación, dada la inflación esperada. Cuando el desempleo es superior a la tasa natural, la inflación es menor de lo esperado; cuando es inferior a la tasa natural, la inflación es mayor de lo esperado. Supongamos que la FED anuncia que seguirá una política monetaria acor- de con unainflación nula. Suponiendo que el público cree el anuncio, la in- flación esperada (πe) incorporada a los convenios colectivos es cero, y La FED se enfrenta a la siguiente relación entre el desempleo y la inflación: (24.2) Si la FED mantiene su política anunciada, elegirá una tasa de desempleo igual a la tasa natural; de acuerdo con la Ecuación (24.2), la inflación es igual a cero, que es lo que el Banco Central ha anunciado y el público esperaba. Lograr una inflación nula y una tasa de desempleo igual a la tasa natural no es un mal resultado. Pero parece que la FED puede obtener, en realidad, incluso unos resultados mejores: Recuérdese que en el Capítulo 8 vimos que, en Estados Unidos, el término α es aproximadamente igual a 1. Por lo tanto, la Ecuación (24.2) implica que, aceptando una inflación del 1% solamente, la FED puede conseguir una tasa de desempleo un 1% inferior a la natural. Supongamos que la FED –y todos los demás agentes económicos– encuentra atractivo el intercam- bio y decide reducir el desempleo un 1% a cambio de una tasa de inflación Este ejemplo fue desarrollado por Finn Kydland, miembro de la Carnegie mellon, y Edward Prescott, que enton- ces era profesor de la Universidad de minnesota y hoy lo es de la Universidad Estatal de Arizona, en «rules rather than discretion: the inconsistency of optimal plans», Journal of Political Economy, 85-3, junio de 1977. Kydland y Prescott recibieron el Premio nobel de Economía en 2004. recordatorio: dada la situa- ción del mercado de trabajo y dadas sus expectativas sobre los precios, las empre- sas y los trabajadores fijan los salarios nominales. Dados los salarios nominales que tienen que pagar, las empre- sas fijan los precios. Por lo tanto, los precios dependen de los precios esperados y de la situación del mercado de trabajo. En otras pala- bras, la inflación de precios depende de la inflación esperada de precios y de la situación del mercado de tra- bajo. Esa idea es lo que recoge la Ecuación (24.1). Para simplificar el análisis, suponemos que la FED puede elegir exactamente la tasa de desempleo y, por implica- ción, la tasa de inflación. De esa forma prescindimos de la incertidumbre sobre los efec- tos de la política. Este era el tema del Apartado 24.1, pero no es importante aquí. 727Capítulo 24 • ¿Deben imponerse limitaciones a las autoridades económicas? del 1%. Este incentivo para alejarse de la política anunciada, una vez que el otro jugador ha movido –en este caso, una vez que los encargados de fijar los salarios los han fijado–, se conoce en la teoría de los juegos con el nombre de incoherencia temporal de la política óptima. En nuestro ejem- plo, la FED puede mejorar el resultado este periodo alejándose de su polí- tica anunciada de inflación nula. Aceptando alguna inflación, puede con- seguir una reducción significativa del desempleo. Desgraciadamente, ahí no acaba todo. Al observar que la FED ha aumen- tado el dinero más de lo anunciado, es probable que los encargados de fijar los salarios se den cuenta y comiencen a esperar una inflación positiva del 1%. Si la FED sigue queriendo conseguir una tasa de desempleo un 1% inferior a la natural, tiene que lograr una inflación del 2%. Sin embargo, si la logra, es probable que los encargados de fijar los salarios esperen una inflación aun más alta, y así sucesivamente. Probablemente, el resultado final será una inflación elevada. Como los encargados de fijar los salarios comprenden los motivos de la FED, la infla- ción esperada da alcance a la inflación efectiva, por lo que el Banco Central acaba fracasando en su intento de conseguir un desempleo inferior a la tasa natural. En suma, sus intentos de mejorar las cosas acaban empeorándolas. La economía termina teniendo la misma tasa de desempleo que habría habido si la FED hubiera seguido su política anunciada, pero con una infla- ción mucho mayor. ¿Hasta qué punto es relevante este ejemplo? Es muy relevante. Vuelva al Capítulo 8. Podemos considerar que la historia de la curva de Phillips y el aumento de la inflación de los años setenta se deben precisamente a los inten- tos de la FED de mantener el desempleo por debajo de la tasa natural, provo- cando una inflación esperada y efectiva cada vez más alta. Desde esa perspec- tiva, el desplazamiento de la curva original de Phillips puede considerarse como el ajuste de las expectativas de los encargados de fijar los salarios a la conducta del Banco Central. ¿Cuál es, pues, la mejor política en este caso? Que la FED se comprometa de una manera creíble a no tratar de reducir el desempleo por debajo de la tasa natural. Renunciando a la opción de desviarse de su política anunciada, puede conseguir un desempleo igual a la tasa natural y una inflación nula. La analogía con el ejemplo de la toma de rehenes es evidente. Comprometiéndose de una manera creíble a no hacer algo que parece deseable en ese momento, los res- ponsables de la política económica pueden conseguir un resultado mejor: nin- guna toma de rehenes en nuestro ejemplo anterior, ninguna inflación en este. Cómo ganarse la credibilidad ¿Cómo puede comprometerse un Banco Central a no desviarse de su política anunciada y ser creíble? El Banco Central puede ganarse la credibilidad renunciando a su poder –o siendo despojado de él por ley– para elaborar la política económica. Por ejem- plo, el mandato del Banco Central puede definirse en la legislación por medio de una sencilla regla, como la fijación del crecimiento del dinero en un 0% indefinidamente (una alternativa que analizamos en el Capítulo 21 es adoptar una fijación rígida, como una caja de conversión o incluso la dolarización, en cuyo caso, el Banco Central, en lugar de renunciar a su capacidad para utilizar el crecimiento del dinero, renuncia a su capacidad para utilizar el tipo de cambio y el tipo de interés). Si α = 1, la Ecuación (24.2) implica que π = −(u − un). Si π = 1%, entonces (u − un) = −1%. recuérdese que la tasa natu- ral de desempleo no es ni natural ni la mejor en ningún sentido (véanse los Capítulos 6 y 8). Puede ser razonable que la FED y todos los demás miembros de la economía prefieran una tasa de desem- pleo inferior a la tasa natural. 728 Macroeconomía. Aplicaciones para Latinoamérica / Olivier Blanchard • Daniel Pérez Enrri Esa ley resuelve sin lugar a dudas el problema de la incoherencia temporal. Sin embargo, esa rigurosa restricción es como matar moscas a cañonazos. Queremos impedir que el Banco Central elija una tasa demasiado alta de cre- cimiento del dinero en un intento de reducir el desempleo por debajo de la tasa natural. Pero –con las restricciones analizadas en el Apartado 24.1– segui- mos queriendo que pueda expandir la oferta monetaria cuando el desempleo sea muy superior a la tasa natural y contraerla cuando sea inferior. Esas medi- das son imposibles con una regla de crecimiento constante del dinero. Existen realmente soluciones mejores para resolver el problema de la incoherencia temporal. En el caso de la política monetaria, nuestro análisis sugiere varias soluciones para resolver este problema. Un primer paso es declarar independiente al Banco Central. Los políticos, que se enfrentan a frecuentes reelecciones, probablemente quieren que el des- empleo sea más bajo hoy, aunque genere una inflación más adelante. Declaran- do independiente al Banco Central y reduciendo las posibilidades de que los políticos despidan a su gobernador, es más fácil para el Banco Central resistir las presiones políticas para reducir el desempleo por debajo de la tasa natural. Sin embargo, eso puede no ser suficiente. Aunque el Banco Central no sea objeto de presiones políticas, tendrá la tentación de reducir el desempleo por debajo de la tasa natural, ya que de esa forma los resultados son mejores a corto plazo. Por lo tanto, el segundo paso es dar incentivos a los responsables del Banco Central para que adopten una perspectiva a largo plazo,es decir, para que tengan en cuenta los costes a largo plazo de un aumento de la infla- ción. Una manera de lograrlo es prolongar su mandato, a fin de que tengan un largo horizonte y los incentivos necesarios para ganarse la credibilidad. El tercer paso podría ser nombrar un gobernador conservador, una persona a la que le desagrade mucho la inflación y que, por lo tanto, esté menos dis- puesta a aceptar más inflación a cambio de una reducción del desempleo cuando este se encuentre en su tasa natural. Cuando la economía se halla en la tasa natural, ese tipo de gobernador simplemente tendrá menos tentaciones de embarcarse en una expansión monetaria, por lo que disminuirá el problema de la incoherencia temporal. Estos son los pasos que han seguido muchos países en las últimas dos dé- cadas. Han dado más independencia a los bancos centrales y han prolongado el mandato de sus gobernadores. Y los gobiernos normalmente han nombrado gobernadores más conservadores que ellos, a los que parece que les preocupa más la inflación y menos el desempleo que a los gobiernos. La Figura 24.3 induce a pensar que este enfoque ha tenido éxito. El eje de ordenadas indica la tasa anual media de inflación de 18 países de la OCDE en el periodo 1960-1990. El de abscisas muestra el valor de un índice de indepen- dencia del Banco Central, elaborado examinando algunas disposiciones lega- les de los estatutos de los bancos, por ejemplo, si el gobierno puede destituir al gobernador y, en su caso, de qué forma. Existe una notable relación inversa entre las dos variables, como muestra la recta de regresión. A mayor indepen- dencia del Banco Central, menor inflación. Advertencia: la Figura 24.3 muestra una correlación, no necesariamente una causali- dad. Puede ser que los paí- ses a los que les desagrada la inflación tiendan tanto a dar más independencia a su Banco Central como a tener menos inflación. 729Capítulo 24 • ¿Deben imponerse limitaciones a las autoridades económicas? Figura 24.3 � La inflación y la independencia del Banco Central Grecia España Ta sa a n u al d e in fl ac ió n ( % ), 1 96 0- 19 90 18 16 14 12 10 8 6 4 2 3 5 7 Índice de independencia del Banco Central Menos independiente Más independiente 9 11 13 Irlanda Francia Dinamarca Austria Bélgica Reino Unido Japón ItaliaNueva Zelanda Canadá Estados Unidos Alemania Suiza Países Bajos Australia Portugal En los países de la oCDE, cuanto mayor es el grado de independencia del Banco Central, menor es la tasa de inflación. Fuente: Vittorio Grilli, Donato masciandaro y Guido Tabellini, «Political and monetary institutions and public financial policies in the industrial countries», Economic Policy, octubre de 1991, págs. 341-392. La incoherencia temporal y la limitación del poder de las autoridades económicas Resumamos lo que hemos aprendido en este apartado. Hemos examinado los argumentos para limitar el poder de las autoridades económicas, basados en la cuestión de la incoherencia temporal. Hemos analizado el caso de la política monetaria. Pero también surgen cuestiones similares en el caso de la política fiscal. Por ejemplo, en el Capítu- lo 26 analizaremos la cuestión de la suspensión del pago de la deuda –la po- sibilidad de que el gobierno incumpla sus obligaciones con respecto a la deuda– y veremos que las conclusiones son parecidas a las del caso de la po- lítica monetaria. Cuando las cuestiones de incoherencia temporal son relevantes, la impo- sición de rigurosas restricciones a los responsables de la política económica –como el establecimiento de una regla de crecimiento fijo del dinero en el caso de la política monetaria– puede ser una solución aproximada. Pero tiene grandes costes, ya que impide totalmente utilizar la política macroeconómi- ca. Normalmente es mejor diseñar mejores instituciones (como un Banco Central independiente) que puedan reducir el problema de la incoherencia temporal y permitir al mismo tiempo utilizar la política monetaria para esta- bilizar la producción. 730 Macroeconomía. Aplicaciones para Latinoamérica / Olivier Blanchard • Daniel Pérez Enrri 24.3 La política y la política macroeconómica Hasta ahora, hemos supuesto que las autoridades económicas son benevolen- tes, es decir, tratan de hacer lo que es mejor para la economía. Sin embargo, una gran parte de los debates actuales ponen en cuestión ese supuesto. Se dice que los políticos o las autoridades económicas hacen lo que es mejor para ellos, que no es siempre lo mejor para el país. El lector ya habrá oído los argumentos. Los políticos evitan las decisiones difíciles, hacen el juego al electorado, la política de partidos provoca la para- lización total y al final nunca se hace nada. El análisis de los fallos de la de- mocracia queda fuera del alcance de este libro. Lo que podemos hacer aquí es ver brevemente cómo se aplican estos argumentos a la política macroeco- nómica, examinar la evidencia empírica y ver qué aporta sobre la cuestión de la imposición de restricciones a las autoridades económicas. Los juegos entre las autoridades económicas y los votantes Muchas medidas macroeconómicas obligan a sopesar las pérdidas a corto plazo y las ganancias a largo plazo, o, por el contrario, las ganancias a corto plazo y las pérdidas a largo plazo. Tomemos, por ejemplo, el caso de la reducción de los impuestos. Una reducción de los impuestos significa por definición pagar menos impuestos hoy. También es probable que aumenten durante un tiempo la actividad eco- nómica y, por lo tanto, la renta antes de impuestos. Pero, a menos que se re- duzca en la misma cuantía el gasto público, una reducción de los impuestos provoca un aumento del déficit presupuestario y la necesidad de subir los impuestos en el futuro. Si los votantes son cortos de miras, la tentación de los políticos de bajar los impuestos puede ser irresistible. La política puede gene- rar déficit sistemáticos, al menos hasta que el nivel de la deuda pública sea tan alto que los políticos se asusten y cambien de política económica. Pasemos ahora de los impuestos a la política macroeconómica en general. Supongamos de nuevo que los votantes son cortos de miras. Si el objetivo princi- pal de los políticos es agradarles y conseguir ser elegidos de nuevo, ¿qué mejor política que aumentar la demanda agregada antes de las elecciones y conseguir así un crecimiento mayor y una disminución del desempleo? Es cierto que un crecimiento superior a la tasa normal no puede mantenerse, por lo que la econo- mía debe acabar retornando al nivel normal de producción. Un aumento del crecimiento debe ir seguido más tarde de un crecimiento menor. Pero si se toma la medida en el momento oportuno y los votantes son miopes, un aumento del crecimiento puede llevar a ganar las elecciones. Por lo tanto, cabría esperar la existencia de un claro ciclo económico de origen político, en el que el creci- miento sea más alto, en promedio, antes de las elecciones que después. Los argumentos que acabamos de exponer son conocidos; seguramente, el lector los habrá oído antes de una u otra forma. Y su lógica es convincente. La cuestión es en qué medida se corresponden con los hechos. Pensemos, en primer lugar, en el caso de los déficit y la deuda. El argumen- to anterior nos llevaría a pensar que siempre ha habido y siempre habrá déficit presupuestarios y una deuda pública elevada. La Figura 24.4, que representa la evolución del cociente entre la deuda pública y el PIB de Estados Unidos desde 1900, muestra que la realidad es más compleja. Según la ley de okun, un crecimiento de la producción mayor de lo normal provoca una disminución de la tasa de desempleo por debajo de la natural. A medio plazo, sabemos que la tasa de des- empleo debe volver a aumen- tar hasta ser igual a la natu- ral, para lo cual es necesario que el crecimiento de la pro- ducción sea menor de lo nor- mal durante un tiempo. Véase el Capítulo 9. 731Capítulo 24• ¿Deben imponerse limitaciones a las autoridades económicas? Figura 24.4 � Evolución del cociente entre la deuda y el PIB de Estados Unidos desde 1900 De vuelta a la política macroeconómica De vuelta a la política macroeconómica C o ci en te e n tr e la d eu d a y el P IB 1,4 1,2 1,0 0,8 0,6 0,4 0,2 0,0 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000 Las tres grandes escaladas de la deuda de Estados Unidos registradas desde 1900 han estado relacionadas con la Primera Guerra mundial, la Gran Depresión y la Segunda Guerra mundial. La escalada registrada desde 1980 parece de carácter diferente. Fuente: Historical Statistics of the United States, Department of Commerce, y Economic Report of the President. Obsérvese, en primer lugar, la evolución del cociente entre la deuda y el PIB desde 1900 hasta 1980. Se verá que cada una de las tres escaladas de la deuda, representadas por las áreas sombreadas, se produjo en unas circunstan- cias muy especiales: la Primera Guerra Mundial en el caso de la primera, la Gran Depresión en el caso de la segunda y la Segunda Guerra Mundial en el caso de la tercera. Fueron momentos de gastos militares excepcionalmente altos o de reducciones excepcionales de la producción. En cada uno de estos tres episodios, los elevados déficit y el consiguiente aumento de la deuda no se debieron a que se hizo el juego a los votantes, sino claramente a circuns- tancias adversas. Obsérvese también que en todos los casos la escalada fue seguida de una continua disminución de la deuda. En concreto, obsérvese que el cociente entre la deuda y el PIB, que había llegado a ser del 130% en 1946, disminuyó ininterrumpidamente hasta alcanzar un mínimo del 33% en 1979. Sin embargo, los datos más recientes concuerdan mucho mejor con el ar- gumento de que los votantes son miopes y los políticos les hacen el juego. Desde principios de los años ochenta, los elevados déficit han provocado un gran aumento del cociente entre la deuda y el PIB. El breve retorno a los supe- rávit presupuestarios a finales de la década de 1990 provocó una disminución de la tasa de endeudamiento durante unos años. Pero, desde 2001, los déficit han vuelto a ser muy altos y el cociente entre la deuda y el PIB está aumentan- do de nuevo. A diferencia de lo que ocurrió en las tres escaladas anteriores de la deuda, estos aumentos no se han debido principalmente a circunstancias La relación entre la evolución de los déficit, la deuda y el cociente entre la deuda y el PiB se analiza detalladamente en el Capítulo 26. De mo mento, lo único que nece- sitamos saber es que los défi- cit elevan la deuda. 732 Macroeconomía. Aplicaciones para Latinoamérica / Olivier Blanchard • Daniel Pérez Enrri económicas adversas o al gasto en defensa. El aumento inicial de principios de los años ochenta se debió sobre todo a las grandes reducciones de los impuestos llevadas a cabo durante la administración Reagan. El nuevo aumento registrado desde 2001 se debe principalmente a las grandes reducciones de los impuestos llevadas a cabo por la administración Bush. ¿Explican mejor los déficit resultantes y el aumento de la deuda aquel argumento que dice que los políticos hacen el juego a los votantes miopes? Más adelante, afirmamos que la respuesta probable- mente es negativa y que la explicación no se encuentra en un juego entre los políticos y los votantes, sino en el juego entre los partidos políticos. Pero antes volvamos al argumento basado en el ciclo económico de origen político, de que las autoridades económicas tratan de conseguir un elevado crecimiento de la producción antes de las elecciones con el fin de ser elegidas de nuevo. Si el ciclo económico de origen político fuera importante, sería de esperar que el crecimiento fuera más rápido antes de las elecciones que des- pués. La Tabla 24.1 muestra las tasas de crecimiento del PIB correspondientes a cada uno de los cuatro años de cada administración estadounidense desde el presidente Truman en 1948. El crecimiento ha sido realmente mayor, en promedio, durante el último (cuarto) año de cada administración. Sin embar- go, la diferencia media entre los distintos años es pequeña: 3,7% en el último año de una administración y 3,1% en el primero (la tabla contiene otras carac- terísticas interesantes, como la diferencia entre las administraciones republi- canas y las demócratas; enseguida volveremos a examinar esta cuestión). Exis- ten pocas pruebas de que se manipule la macroeconomía –o, al menos, de que se manipule con éxito– para ganar las elecciones. Los juegos entre los políticos Existe otro argumento que no centra la atención en los juegos entre los políti- cos y los votantes, sino en los juegos entre los políticos. Supongamos, por ejemplo, que el partido en el poder quiere reducir el gasto, pero se encuentra con la oposición en el Congreso. Una manera de presionar tanto al Congreso como a los futuros partidos en el poder es bajar los impuestos y crear déficit. Como la deuda aumenta con el paso del tiempo, las crecientes presiones para reducir los déficit pueden muy bien obligar al Congreso y a los futuros partidos en el poder a reducir el gasto, algo a lo que no habrían estado dispuestos de no ser así. O supongamos que, por la razón que acabamos de ver o por cualquier otra, el país tiene un elevado déficit presupuestario. Los dos partidos del Con- greso quieren reducirlo, pero discrepan sobre la forma. Uno de ellos quiere reducirlo principalmente subiendo los impuestos; el otro quiere reducirlo prin- cipalmente recortando el gasto. Ambos partidos pueden aguantar confiando en que ceda el otro primero. Sólo cederá uno de ellos cuando la deuda haya aumentado lo suficiente y sea urgente reducir el déficit. Los teóricos de los juegos llaman a estas situaciones guerras de desgaste. La esperanza de que el otro ceda provoca largos y, en general, caros retrasos. Estas guerras a menudo se producen en el contexto de la política fiscal y a menudo el déficit se reduce mucho después de lo que debería. Las guerras de desgaste surgen en otros contextos macroeconómicos, por ejemplo, durante los episodios de hiperinflación. Como vimos en el Capítulo 23, la hiperinflación se debe a la creación de dinero para financiar grandes déficit presupuestarios. Aunque la necesidad de reducirlos normalmente se reconoce Esta estrategia tiene el feo nombre de dejar morir de hambre a la bestia. La recesión de principios de los años ochenta contribuyó a los déficit de principios de la década de 1980. La rece- sión de 2001 contribuyó a los déficit de principios de la década de 2000. En ambos casos, sin embargo, la causa principal de los continuos déficit fueron las reducciones de los impuestos. 733Capítulo 24 • ¿Deben imponerse limitaciones a las autoridades económicas? 733 pronto, normalmente también sólo se apoya un programa de estabilización –que comprende la eliminación del déficit– cuando la inflación ya ha alcanzado tales niveles, que la actividad económica ha resultado gravemente afectada. Tabla 24.1 El crecimiento durante las administraciones demócratas y republicanas (porcentaje anual) Primero Segundo Tercero Cuarto Demócrata Truman 0,0 8,5 10,3 3,9 Kennedy/Johnson 2,6 5,3 4,1 5,3 Johnson 5,8 5,8 2,9 4,1 Carter 4,7 5,3 2,5 –0,2 Clinton I 2,7 4,0 2,7 3,6 Clinton II 4,4 4,3 4,1 4,1 Media: demócrata 3,4 5,5 4,4 3,5 Republicana Eisenhower I 4,0 –1,3 5,6 2,1 Nixon 2,4 –0,3 2,8 5,0 Nixon/Ford 5,2 –0,5 –1,3 4,9 Reagan I 1,9 –2,5 3,6 6,4 Reagan II 3,6 3,0 2,7 3,0 Bush (George H.) 2,5 1,2 –0,7 2,6 Bush (George W.) 0,5 2,2 3,1 4,4 Media: republicana 2,9 0,3 2,2 4,0 Media 3,1 2,7 3,2 3,7 Fuente: Alberto Alesina, «macroeconomics and Politics», nBEr macroeconomics Annual, 1988, págs. 13-61, Tabla 4. Actualizado Estos juegos explican en gran medida el aumento que ha experimentado el cociente entre la deuda y el PIB en Estados Unidos desde principios de la década de 1980. Apenas existen dudasde que uno de los objetivos de la ad- ministración Reagan, cuando bajó los impuestos entre 1981 y 1983, fuera frenar el crecimiento del gasto público. Tampoco existen apenas dudas de que, a mediados de 1985, los responsables de la política económica coincidían en general en que había que reducir los déficit. Pero, como consecuencia de las discrepancias entre los demócratas y los republicanos sobre el método –prin- cipalmente, una subida de los impuestos o una reducción del gasto–, hasta finales de la década de 1990 no se logró reducirlos. Los motivos por los que la administración Bush bajó los impuestos a principios de la década de 2000 parecen similares a los de la administración Reagan. Ahora que hay déficit, es evidente que a los republicanos les gustaría reducirlos recortando el gasto, otro ejemplo que no tiene nada que ver con la econo- mía: piénsese en la huelga que protagonizó la nBA en 1998 en Estados Unidos, en la cual se canceló más de la mitad de la temporada por- que los propietarios y los jugadores no se ponían de acuerdo. Véase, en el Capítulo 20, el análisis en el recuadro titu- lado «Una contracción mone- taria y una expansión fiscal: Estados Unidos a principios de los años ochenta». 734 Macroeconomía. Aplicaciones para Latinoamérica / Olivier Blanchard • Daniel Pérez Enrri mientras que los demócratas están más abiertos a una subida de los impuestos. En el momento de escribir este libro, existen todos los elementos de una nue- va guerra de desgaste y, según la mayoría de las predicciones, habrá déficit durante el resto de la década. Otro ejemplo de juego entre los partidos políticos es el de los movimientos de la actividad económica provocados por la alternancia de los partidos en el poder. Normalmente a los republicanos les preocupa más la inflación y menos el desempleo que a los demócratas. Por lo tanto, es de esperar que en las adminis- traciones demócratas el crecimiento sea mayor –y, por lo tanto, que haya menos desempleo y más inflación– que en las republicanas. Esta predicción parece que se corresponde bastante con los hechos. Veamos de nuevo la Tabla 24.1. Donde más llama la atención la diferencia entre las tasas de crecimiento es en el segun- do año de cada administración. Durante el segundo año de cada administración demócrata desde Truman, el crecimiento ha sido muy alto. Durante el segundo año de cada administración republicana, el crecimiento ha sido muy bajo. En cuatro de las seis administraciones republicanas, ha sido negativo. Eso suscita una intrigante pregunta: ¿por qué es el efecto mucho mayor en el segundo año de la administración? La teoría del desempleo y la inflación que presentamos en el Capítulo 9 sugiere una hipótesis razonable. Existen retardos en los efectos de la política, por lo que una nueva administración tarda alrededor de un año en influir en la economía. Y el mantenimiento de un crecimiento superior al normal durante demasiado tiempo elevaría la infla- ción, por lo que ni siquiera una administración demócrata querría mantener un crecimiento más alto durante todo su mandato. Por lo tanto, las tasas de crecimiento tienden a ser mucho más parecidas durante la segunda mitad de las administraciones demócratas y republicanas que durante la primera. La política y las restricciones fiscales Si la política a veces provoca grandes y prolongados déficit presupuestarios, ¿es posible establecer unas reglas para limitar estos efectos negativos? La introducción de una enmienda constitucional para equilibrar el presu- puesto, como la que se propuso en 1994 en Estados Unidos (véase la Figura 24.1), eliminaría sin lugar a dudas el problema de los déficit. Pero, al igual que una regla de crecimiento constante del dinero en el caso de la política mone- taria, impediría utilizar la política fiscal como instrumento de la política ma- croeconómica. Es un precio demasiado alto. Una solución mejor es establecer reglas que limiten los déficit o la deuda. Sin embargo, eso es más difícil de lo que parece. Las reglas, como la limitación del cociente entre el déficit y el PIB o del cociente entre la deuda y el PIB, son más flexibles que la del presupuesto equilibrado, pero aun así pueden no ser lo suficientemente flexibles si la economía sufre perturbaciones especialmen- te negativas, como han puesto de manifiesto los problemas con los que se ha encontrado el Pacto de Estabilidad y Crecimiento y que se analizan más exten- samente en este capítulo, en el recuadro titulado «El Pacto de Estabilidad y Crecimiento: una breve historia». Las reglas más flexibles o más complejas, como las que tienen en cuenta las circunstancias especiales o las que tienen en cuenta la situación de la economía, son más difíciles de formular y espe- cialmente de aplicar. Por ejemplo, para permitir que el déficit sea más alto si la tasa de desempleo es superior a la natural, es necesario poder calcular de una manera sencilla e inequívoca la tasa natural, tarea que es casi imposible. 735Capítulo 24 • ¿Deben imponerse limitaciones a las autoridades económicas? TEMA CONCRETO El Pacto de estabilidad y crecimiento: una breve historia El Tratado de maastricht, negociado por los países miembros de la Unión Europea en 1991, establece una serie de criterios de convergencia que tenían que cumplir los países para poder adoptar el euro (para más informa- ción sobre la historia del euro, véase en el Capítulo 21 el recuadro titulado «El euro: una breve historia»). Entre ellos había dos restricciones sobre la política fiscal. En primer lugar, el cociente entre el déficit presupuestario y el PiB del país tenía que ser inferior a un 3%. En segundo lugar, el cociente entre su deuda y el PiB tenía que ser inferior a un 60% o, al menos, aproximarse a este valor a un ritmo satisfactorio. En 1997, los futuros miembros de la zona del euro acordaron convertir algunos de estos criterios en condi- ciones permanentes. El Pacto de Estabilidad y Crecimien- to (PEC) firmado en 1997 obligaba a los miembros de la zona del euro a seguir las siguientes reglas fiscales: Los países se comprometen a equilibrar su presu- puesto a medio plazo: presentan programas a las autoridades europeas, que especifican sus objetivos para ese año y para los tres siguientes con el fin de mostrar los progresos que están realizando para al- canzar el objetivo a medio plazo. Los países deben evitar tener déficit excesivos, salvo en circunstancias excepcionales. Siguiendo los crite- rios del Tratado de maastricht, se considera que un déficit es excesivo si representa más de un 3% del PiB y que las circunstancias son excepcionales si el PiB disminuye más de un 0,75%. Se impondrán sanciones a los países que tengan un déficit excesivo. Estas sanciones podrían ir desde un 0,2% del PiB hasta un 0,5%, por lo que, en el caso de un país como Francia, ¡podrían llegar a ser de unos 10.000 millones de dólares! La Figura 1 (a) representa la evolución de los déficit presupuestarios desde 1990 en la zona del euro en su conjunto. obsérvese que, desde 1993 hasta 2000, los saldos presupuestarios fueron desde un déficit del 5,8% del PiB de la zona del euro hasta un superávit del 0,1%. Los resultados de algunos de los países miembros fueron especialmente impresionantes: Grecia redujo su déficit de un 13,4% del PiB a un 1,4% (aunque en 2004 nos enteramos de que el gobierno griego había manipulado las cifras de su déficit y que la mejora efectiva, aunque impresionante, era algo inferior a la declarada); italia eliminó su déficit, pasando del 10,3% del PiB en 1993 a un superávit de 0,7% en 2000. La Figura 1 (b) repre- senta la evolución de los déficit presupuestarios en Es- paña que ha sido uno de los países que ha reducido su déficit presupuestario por debajo del 3% del PiB que exige el PEC. España pasó de un déficit presupuestario en 1990 del 5,4 al 2,3% del PiB en 1996, año a partir del cual el déficit presupuestario continúa dismi- nuyendo hasta alcanzar valoresinferiores al 1% del PiB en casi todos los años posteriores ¿Puede atribuirse toda la mejora a los criterios de maastricht y a las re- glas del PEC? Al igual que en el caso de la reducción del déficit de Estados Unidos durante ese mismo perio- do, la respuesta es negativa. El descenso de los tipos de interés nominales, que redujo los intereses que había que pagar por la deuda, y la fuerte expansión de fina- les de los años noventa desempeñaron ambos un im- portante papel. Pero, de nuevo, al igual que en Estados Unidos, las reglas fiscales también desempeñaron un papel significativo. La zanahoria –el derecho a conver- tirse en miembro de la zona del euro– era suficiente- mente atractiva para llevar a algunos países a adoptar duras medidas para reducir su déficit. Sin embargo, la situación dio un giro en 2000. Desde ese año, los déficit han venido aumentando. El cociente entre el déficit y el PiB de la zona del euro era de un 2,3% en 2003 y se preveía que fuera de un 2,7% en 2004. La razón principal es el bajo crecimiento que ha experimentado la producción desde 2001, como consecuencia del cual los ingresos fiscales han sido ba- jos. Aunque el déficit de la zona del euro en su conjunto es inferior al límite del 3%, no ocurre así en algunos de los países miembros. El primero que sobrepasó el límite fue Portugal en 2001, con un déficit del 4,4%. Los dos siguientes fueron Francia y Alemania, ambos con un dé- ficit de más del 3% del PiB desde 2002. En todos los casos, el gobierno del país decidió que era más impor- tante evitar una contracción fiscal que podía reducir aun más el crecimiento de la producción que cumplir las re- glas del PEC. España es uno de los países que desde 1996 hasta la actualidad ha mantenido un déficit por debajo del 3% del PiB y ha alcanzado desde 2003 valores próximos al 0% del PiB. Ante estos claros déficit excesivos (y sin la excusa de la existencia de circunstancias excepcionales, ya que el 735Capítulo 24 • ¿Deben imponerse limitaciones a las autoridades económicas? 736 Macroeconomía. Aplicaciones para Latinoamérica / Olivier Blanchard • Daniel Pérez Enrri crecimiento de la producción era bajo en cada uno de estos países, pero positivos), las autoridades europeas se encontraron ante un dilema. La iniciación de un pro- cedimiento contra Portugal, un país pequeño, por tener un déficit excesivo podría haber sido viable desde el punto de vista político, aunque es dudoso que Portugal hubiera estado dispuesto a pagar la sanción. La inicia- ción de ese mismo procedimiento contra los dos mayo- res miembros de la zona del euro, Francia y Alemania, resultó imposible desde el punto de vista político. Tras una lucha interna entre las dos principales autoridades europeas, la Comisión Europea y el Consejo Europeo –la Comisión Europea quería iniciar el procedimiento por déficit excesivo, mientras que el Consejo Europeo, que representa a los estados, no quería–, el procedi- miento se suspendió. Desde 2003, el estatus jurídico del PEC ha estado en el limbo y su credibilidad se ha visto seriamente afec- tada. Esta crisis ha puesto de manifiesto que las reglas eran demasiado rígidas. romano Prodi, presidente de la Comisión Europea, lo admitió. En una entrevista realiza- da en octubre de 2002, declaró: «Sé muy bien que el Pacto de Estabilidad es una estupidez, como todas las decisiones que son rígidas». Y las actitudes tanto de Francia como de Alemania han demostrado sencillamen- te que no era creíble la amenaza de imponer elevadas sanciones a los países que tienen un déficit excesivo. La Comisión Europea ha tratado, pues, de mejorar las reglas para que sean más flexibles y, por implica- ción, más creíbles. Las propuestas actuales son mante- ner las cifras de un déficit del 3% y una deuda del 60% como objetivos deseables, pero fijarse menos en las cifras de un año específico y más en la senda de las previsiones sobre la deuda para el medio plazo. Las sanciones no se consideran creíbles, por lo que el plan es hacer advertencias públicas pronto, así como recurrir a las presiones de otros países de la zona del euro. Ya hemos visto antes en este capítulo los problemas que pueden acarrear esas presiones. Las reglas flexibles son más difíciles de interpretar y más susceptibles de generar discrepancias. Y las adver- tencias públicas y las presiones de los países miembros no van muy lejos. Es difícil encontrar las reglas correctas, y no está claro si el PEC sobrevivirá ni cómo lo hará. (a) Los déficit presupuestarios de la zona del euro, en porcentaje del PIB desde 1990 (b) Los déficit presupuestarios en Espa- ña, en porcentaje del PIB desde 1990 1 0 1 4 3 2 5 6 (a) (b) 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004 6 5 4 3 2 1 0 1 Fuente: oCDE, Economic Outlook, diciembre de 2005. 736 Macroeconomía. Aplicaciones para Latinoamérica / Olivier Blanchard • Daniel Pérez Enrri 737Capítulo 24 • ¿Deben imponerse limitaciones a las autoridades económicas? Una solución complementaria es establecer unos mecanismos para redu- cir los déficit, si surgen. Consideremos, por ejemplo, un mecanismo que redu- ce automáticamente el gasto cuando el déficit es demasiado alto. Supongamos que es demasiado alto y que es deseable reducir globalmente el gasto un 5%. A los congresistas les resultará difícil explicar a su electorado por qué su pro- grama de gasto favorito se ha recortado un 5%. Supongamos ahora que el déficit desencadena una reducción automática y general del gasto de un 5% sin la intervención del Congreso. Sabiendo que otros programas se recortarán, los congresistas aceptarán más fácilmente los recortes de su programa favorito. También les resultará más fácil disculparse por los recortes. Los congresistas que consigan limitar las reducciones de sus programas favoritos, por ejemplo, a un 4% (convenciendo al Congreso de que reduzca más algunos otros para mantener el nivel total más bajo de gasto), pueden volverse a su electorado y afirmar que han conseguido impedir que los recortes fueran aun mayores. Esta es de hecho la solución general que se utilizó para reducir los déficit en Estados Unidos en la década de 1990. La Budget Enforcement Act, aproba- da en 1990 y ampliada con nuevas medidas legislativas en 1993 y en 1997, introdujo dos grandes normas: Impuso restricciones sobre el gasto. Este se dividió en dos categorías: gasto discrecional (aproximadamente, gasto en bienes y servicios, incluida la defensa) y gasto obligatorio (aproximadamente, las transferencias a indivi- duos). Se impusieron restricciones, llamadas topes de gasto, sobre el gasto discrecional para los cinco años siguientes, de tal manera que este debía experimentar una reducción pequeña, pero continua (en términos reales). Se establecieron unas cláusulas explícitas para los casos de emergencia. Por ejemplo, el gasto realizado en la operación Tormenta del Desierto du- rante la Guerra del Golfo de 1991 no estaba sujeto a esos topes. Sólo podía adoptarse un nuevo programa de transferencias si se demostra- ba que no iba a aumentar los déficit en el futuro (bien recaudando nuevos ingresos o reduciendo el gasto en otro programa existente). Esta regla se conoce con el nombre de regla PAYGO (pay-as-you-go, que quiere decir sistema de pagos con cargo a los ingresos corrientes). El énfasis en el gasto y no en el propio déficit tenía una importante impli- cación. Si había una recesión y, por lo tanto, una disminución de los ingresos, el déficit podía aumentar sin desencadenar una disminución del gasto. Es lo que ocurrió en 1991 y 1992, cuando aumentó el déficit como consecuencia de la recesión, a pesar de que el gasto satisfacía las restricciones impuestas por los topes. Este énfasis en el gasto tuvo dos consecuencias positivas. Permitió que el déficit fiscal fuera mayor durante las recesiones, algo bueno desde el punto de vista de la política macroeconómica, y redujo las presiones para infringirlas reglas durante las recesiones, algo bueno desde el punto de vista político. En 1998, los déficit habían desaparecido y, por primera vez desde hacía veinte años, el presupuesto federal tenía un superávit. No toda la reducción del déficit se debió a las normas de la Budget Enforcement Act. La disminución de los gastos militares como consecuencia del fin de la Guerra Fría y el gran au- mento de los ingresos fiscales debido a la fuerte expansión de la segunda mitad de la década de 1990 fueron importantes factores. Pero se piensa en general que las reglas contribuyeron significativamente a garantizar que las reducciones de los gastos militares y los aumentos de los ingresos fiscales se utilizaban para reducir el déficit y no para aumentar otros programas de gasto. Sin embargo, ni bien hubo superávit presupuestarios, el Congreso se mos- tró cada vez más dispuesto a romper sus propias reglas. Se saltaron sistemáti- camente los topes de gasto y se permitió que la regla PAYGO expirara en 2002. Macroeconomía. Aplicaciones para Latinoamérica / Olivier Blanchard • Daniel Pérez Enrri738 La burbuja inmobiliaria estadounidense y las expectativas «más de un año después del estallido de la crisis hipote- caria, el panorama financiero estadounidense atraviesa su mayor transformación desde la Gran Depresión. Y, al igual que hace ochenta años con la mayor crisis de la historia económica moderna, la onda expansiva alcan- za a la economía global. muchas entidades financieras se hundieron en el pantano de la crisis inmobiliaria esta- dounidense, hasta que el mercado finalmente se derrum- bó». «Los operadores especularon con papeles hipoteca- rios de dudoso respaldo que siguen aún representando un riesgo incalculable y pérdidas astronómicas». Estos son algunos párrafos sobre las noticias que ocuparon las primeras planas de los diarios de todo el mundo. Cuando las expectativas empeoran con el paso del tiempo y la incertidumbre aumenta, los efectos negativos se desparraman hacia otros mercados y el mal no sólo sigue propagándose entre los agentes económicos, sino que también se instala, generando una desaceleración en la economía. Los agentes se vuelven más precavidos y tienden a disminuir su nivel de gasto, mientras que las empresas revisan a la baja sus niveles de inversión y producción. Esto es, en parte, lo que sucedió en Estados Unidos, especialmente durante el año 2008. La vertigi- nosa caída en el valor de las propiedades desató la denominada crisis hipotecaria y sumió a los mercados financieros en una inmensa incertidumbre, a pesar del esfuerzo realizado por la FED para revertir esta situación. Para septiembre de 2008 ya habían desaparecido o habían sido adquiridos tres de los cinco mayores bancos del país, la principal compañía aseguradora y los dos más grandes fondos de retiro. El gobierno tuvo que salir al rescate del sistema con un paquete de medidas que implicaban un salvataje de 700 billones de dólares. A medida que los distintos analistas comenzaron a vislumbrar la amplitud y la complejidad de la crisis finan- ciera, la incertidumbre y la especulación invadieron los mercados, ¡que en algunos casos experimentaron varia- ciones diarias de hasta un 25%! La burbuja inmobiliaria provocó grandes caídas en los principales índices bursátiles tanto en Estados Unidos como en Europa, Asia y América Latina. En la peor jor- nada bursátil de la historia de Wall Street, el lunes 29 de septiembre de 2008, los mercados mundiales se des- plomaron: nASDAQ −9,14% FTSE −5,36% BoVESPA −9,36% (tuvo que suspender las operaciones durante el día) mErVAL −8,68% hang Seng −4,29% Bolsa de méxico −6,40% El efecto contagio no tardó en reflejar las virulentas expectativas sobre la economía real a medida que se difundían los indicadores: el aumento en los pedidos de subsidios por desempleo alcanzó un nivel máximo en siete años; las órdenes de compra a las fábricas descen- dieron más de un 4% en sólo un mes; las ventas de au- tomóviles cayeron, en algunos casos, cerca de un 30%. La caída en el nivel de actividad, la contracción del crédito y el shock de desconfianza por parte de los aho- rristas, junto a la merma de la riqueza de los consumido- res, entre otros factores, llevaron a la desaceleración de la economía. El debilitamiento de la economía estadounidense y de la Unión Europea, principalmente, generó una des- aceleración a nivel global. Se estima que la variación de la producción mundial en el año 2008 disminuyó entre el 1 y el 2%, mientras que los efectos del trance se senti- rán con mayor fuerza durante el año 2009. En cuanto a las economías latinoamericanas que fueron parte del motor impulsor del crecimiento, entraron en una fase de crecimiento mucho más moderada (alre- dedor de un 4,5%). Algunos ejemplos de los efectos de dicha crisis: la caída de las remesas mexicanas desde Estados Unidos, que representan la segunda fuente de entrada de divisas luego del petróleo, descendieron a niveles del año 1995. En la Argentina, el riesgo país superó los 1.000 puntos básicos. TEMA CONCRETOTEMA CONCRETO Macroeconomía. Aplicaciones para Latinoamérica / Olivier Blanchard • Daniel Pérez Enrri 739Capítulo 24 • ¿Deben imponerse limitaciones a las autoridades económicas? Desde entonces, los déficit han sido altos y se prevé que continuarán siéndolo durante un largo tiempo. Es evidente que, aunque los topes de gasto y las re- glas PAYGO fueron esenciales en la reducción de los déficit durante la década de 1990, no han impedido que volviera a haber grandes déficit en la década de 2000. Eso está llevando a algunos economistas y responsables de la política económica a extraer la conclusión de que al final no hay nada, salvo una en- mienda constitucional, que pueda evitar los déficit. La cuestión volverá a ocupar probablemente el primer plano en los debates sobre la política fiscal en un futuro cercano. Los efectos de la política macroeconómica siempre son inciertos, lo cual debe llevar a las autoridades económicas a ser más cautas y a utilizar menos me- didas activas. Estas deben ir encaminadas en general a evitar las recesiones prolongadas, a frenar las ex- pansiones y a evitar las presiones inflacionistas. Cuanto más alto es el nivel de desempleo o de in- flación, más activas deben ser las medidas. Pero no deben llegar al ajuste perfecto, es decir, a tratar de mantener constante el desempleo o el crecimiento de la producción. Utilizar la política macroeconómica para controlar la economía es totalmente diferente de controlar una máquina. La economía, a diferencia de una má- quina, está formada por personas y empresas que tratan de prever lo que harán los responsables de la política económica y que reaccionan no sólo a la política actual, sino también a las expectativas sobre la política futura. En este sentido, la política ma- croeconómica puede concebirse como un juego entre las autoridades económicas y los miembros de la economía. Cuando se participa en un juego, a veces es mejor renunciar a algunas opciones. Por ejemplo, cuando se toman rehenes, lo mejor es negociar con los autores. Pero un gobierno que se compromete de una forma creíble a no negociar –que renuncia a esta opción– en realidad tiene más probabilidades de disuadir de que se tomen rehenes. Este argumento también se aplica a algunos aspectos de la política macroeconómica. Comprometiéndose de una manera creíble a no utilizar la política mone- taria para reducir el desempleo por debajo de la tasa natural, un Banco Central puede reducir el temor a que el crecimiento monetario sea elevado y reducir, al mismo tiempo, tanto la inflación esperada como la efectiva. Cuando las cuestiones de incoherencia tem- poral son relevantes, la imposición de rigurosas res- tricciones a los responsables de la política económica –por ejemplo, una regla de crecimiento constante de la cantidad nominal de dinero en el caso de la políti- ca monetaria– puede ser, de hecho, una solución
Compartir