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Coloquio de Bioquímica DeLee and Drez¨s Orthopaedic Sports Medicine, 2nd ed. 2003. Elsevier. Sección E Diabetes Mellitus Blaise A. Nemeth MD. David B. Allen M D La diabetes mellitus es un desorden metabólico crónico causado por una deficiencia absoluta o relativa de insulina; afecta a 1 de 500 niños menores de 18 años. La incidencia en el mundo varía desde 1 en 100.000 en Japón a 30 en 100.000 en Escandinavia, y la enfermedad es aproximadamente cuatro veces más común en blancos que en negros. La forma de diabetes predominante que afecta a niños es la diabetes mellitus tipo I, en esta enfermedad las células de los islotes del páncreas productoras de insulina son destruidas selectivamente por el sistema inmune. La deficiencia de insulina resultante invariablemente requiere tratamiento con insulina exógena, y es la diabetes mellitus dependiente de insulina tipo I (IDDM). La diabetes mellitus tipo 2 (Diabetes mellitus no dependiente de insulina, NIDDM) ocurre predominantemente durante la edad adulta, pero la incidencia en la adolescencia e infancia está aumentando como resultado de la resistencia insulínica asociada a la obesidad. Los niños y adolescentes pueden manifestar tanto diabetes mellitus tipo 1 como tipo 2 en asociación con síndromes genéticos (por ej, Síndrome de Down), tratamiento con drogas (por ej, glucocorticoides) u otras enfermedades sistémicas (por ej. fibrosis quística). Otras características que diferencian la IDDM de la NIDDM están listadas en la Tabla I. Tabla I Características distintivas de los dos tipos principales de Diabetes Mellitus. Característica Tipo 1 Tipo 2 Sinonimia Comienzo en la juventud, diabetes mellitus dependiente de insulina (IDDM) Comienzo en la adultez, diabetes mellitus no dependiente de insulina (NIDDM) Edad de comienzo Mas frecuente durante el crecimiento, ocasionalmente en la adultez Adultez, aumentando la incidencia en adolescencia /niñez Factores causales que contribuyen Destrucción inmunológica de las células del páncreas productoras de insulina Edad, obesidad, embarazo Anormalidad insulínica predominante Deficiencia de insulina Resistencia a insulina Respuesta al estrés, enfermedad, falla en la administración de insulina Hiperglucemia y cetoacidosis Hiperglucemia sin cetoacidosis Tratamiento con dieta y reducción de peso Eficacia insignificante Mejora esperable El ejercicio físico es tradicionalmente considerado beneficioso en el tratamiento de IDDM y es uno de los principales apoyos en el tratamiento de la NIDDM. El paciente diabético que realiza ejercicio puede alcanzar y mantener el peso corporal ideal, no solo mejorar la imagen, sino que además disminuir la hipertensión y los factores de riesgo cardiovasculares relacionados a los lípidos. Las observaciones de la reducción de la glucosa en sangre asociadas con el ejercicio han sido confirmadas por los hallazgos in vivo e in vitro donde se observa un incremento de la sensibilidad a la insulina como resultado de la unión al receptor de insulina aumentada después del entrenamiento físico, estos efectos pueden ser observados luego de una simple sesión de ejercicio en un individuo inactivo, aunque probablemente no en el mismo grado que en un individuo entrenado. Aunque el valor del ejercicio en el mejoramiento del control metabólico a largo plazo es controvertido en IDDM (los efectos en NIDDM están bien establecidos), la participación atlética de individuos jóvenes con IDDM es estimulada para obtener los mismos beneficios cardiovasculares y en salud que disfrutan los individuos deportistas no diabéticos. El manejo de estos atletas requiere el conocimiento de las respuestas metabólicas al ejercicio en individuos diabéticos. El monitoreo y el ajuste de las dosis de insulina cuidadoso y los planes de nutrición pueden hacer posible la participación segura y exitosa de pacientes con IDDM en cualquier actividad atlética. La presencia de producción de insulina endógena simplifica la regulación de la glucemia durante el ejercicio en pacientes con NIDDM. Fisiología y fisiopatología relevante. Metabolismo de la Glucosa durante el ejercicio El mantenimiento del nivel normal de glucosa en plasma durante el ejercicio depende de un balance preciso entre la movilización de las fuentes de glucosa y el uso de la glucosa por los tejidos. La fibra muscular en ejercicio puede incrementar tremendamente su velocidad metabólica y la producción de trifosfato de adenosina (ATP) con procesos oxidativos 50 veces mayores que en reposo, y la entrada de glucosa es 35 veces mayor que los niveles basales. Las fuentes primarias de energía incluyen grasas y carbohidratos presentes en músculo y la glucosa liberada desde el hígado como resultado de la degradación y movilización del glucógeno almacenado (glucogenólisis) Las contribuciones relativas de esas fuentes varía con la duración e intensidad del ejercicio. Al comienzo de la actividad física, la energía deriva predominantemente de la degradación anaeróbica del glucógeno muscular para formar lactato. El metabolismo aeróbico de la glucosa derivada del hígado y de los ácidos grasos del tejido adiposo, aporta la mayor cantidad de energía después de 20 a 30 minutos de actividad. En ejercicios prolongados (60 a 90 minutos), los ácidos grasos libres constituyen la principal fuente de energía, aunque el glucógeno sigue siendo un combustible importante, la depleción del glucógeno muscular coincide con el momento de máximo agotamiento. La intensidad del ejercicio es medida por el porcentaje del consumo de oxígeno individual máximo (VO2 max) requerido para el uso del combustible. Durante el ejercicio de alta intensidad predomina la oxidación de la glucosa, con ejercicio menos intensos se prefiere el uso de las grasas. El entrenamiento físico permite al atleta realizar el mismo trabajo en un porcentaje de VO2max La insulina es una hormona anabólica que tiene importantes efectos sobre el metabolismo de carbohidratos, proteínas y grasas. Una concepción errónea común es que la insulina ejerce su principal efecto sobre la glucosa sanguínea incrementando la entrada de glucosa a los tejidos como el músculo. La principal forma por la cual la insulina disminuye la glucemia es suprimiendo la producción de glucosa por el hígado. La insulina inhibe la degradación de proteínas, favorece el crecimiento y evita la pérdida de peso y la degradación del tejido. El uso de las grasas para energía (lipólisis) es altamente sensible a los efectos inhibitorios de la insulina, y la aparición de cuerpos cetónicos derivados de las grasas en sangre y orina en el paciente diabético indica una marcada deficiencia de insulina. mas bajo y conservar la glucosa y mejorar su rendimiento usando una mayor proporción de ácidos grasos libres. El suministro de combustible durante el ejercicio es orquestado por una variedad de respuestas hormonales. En individuos no diabéticos en ejercicio (Fig 7E-1), la secreción de insulina es inhibida por aumento de la actividad del sistema nervioso simpático (α- adrenérgico). Esta supresión de la liberación de insulina endógena y aumento de la secreción de hormonas que se oponen a las acciones de la insulina (hormonas contraregulatorias), como glucagón, epinefrina (adrenalina) y norepinefrina (noradrenalina), permite que aumente la producción de glucosa hepática, satisfaciendo la demanda del músculo en ejercicio. (Tabla II). La disminución de la concentración de insulina en suero facilita la lipólisis y la liberación de los ácidos grasos libres y glicerol (usados junto con el lactato, piruvato y alanina como precursores de gluconeogénesis) La estimulación de la entrada de la glucosa al músculo esquelético independiente de insulina durante el ejercicio compensa la disminución de las concentraciones de insulina y facilita la entrega del sustrato a los tejidos en ejercicio. El mecanismo exacto por el cual el ejercicio estimula el transporte de glucosaen el músculo de manera independiente parece estar relacionado al aumento en el número de transportadores de glucosa de la membrana plasmática, aunque el estímulo preciso para este aumento se desconoce. El entrenamiento físico aumenta la sensibilidad de los atletas a la insulina, un efecto que predomina en el músculo esquelético más que en el hígado. Se ha demostrado que después de períodos cortos de entrenamiento físico se incrementa la unión de la insulina a su receptor, debido al aumento del número de receptores y al aumento de la afinidad por el receptor. Las reducciones en el tejido adiposo corporal contribuyen a un mayor efecto de la insulina después de un entrenamiento prolongado. Los cambios en la sensibilidad a la insulina se correlacionan directamente con el mejoramiento en VO2 max Fig 7-E-1 Respuesta al ejercicio en individuos sanos y en diabéticos insulino dependientes. Cuando la insulina plasmática está normal o levemente disminuida, la producción de glucosa hepática se incrementa marcadamente, como también el uso de glucosa por el músculo esquelético, mientras que la glucosa sanguínea se mantiene sin cambios. , aunque esto puede reflejar principalmente la frecuencia de ejercicio más que su aptitud per se. Regulación de la Glucosa durante el ejercicio en atletas con Diabetes Mellitus Dependiente de insulina. Después de la implementación de la terapia con insulina, se observó que la actividad física podría reducir los requerimientos de insulina de los pacientes con IDDM y que la disminución de la glucemia después de la inyección de insulina se magnificaba por el ejercicio subsiguiente. En contraste al efecto de la supresión de insulina observada en atletas no diabéticos, la absorción de insulina administrada exógenamente es aumentada por el ejercicio en los pacientes con IDDM (Fig 7 E-2). Este efecto se pronuncia cuando la insulina es administrada 60 minutos antes del ejercicio y, para la mayoría de las actividades, es mayor cuando la inyección se realiza en una pierna (en vez de un brazo). El aumento de los niveles de insulina en suero inhibiría la producción de glucosa hepática y la lipólisis periférica. Al mismo tiempo, la continua captación de glucosa independiente de insulina por el músculo en ejercicio agota los depósitos de energía. La deficiencia de las hormonas contraregulatorias como glucagón (común) y epinefrina (menos común) desarrollada en muchos pacientes con IDDM limitan la disponibilidad posterior de combustible durante el ejercicio. En el atleta diabético durante el ejercicio el balance entre el suministro y el uso de energía puede estar interrumpido por un efecto desregulado de la insulina (ya sea excesivo o insuficiente) y un antagonismo variable de la insulina por las hormonas contraregulatorias. Tabla II. Acciones de las principales hormonas contraregulatorias Hormona Mecanismo del efecto hiperglucémico Glucagón * Activa la glucogenolisis y la gluconeogénesis hepática. Epinefrina* Estimula la producción de glucosa hepática, limita el uso de glucosa periférica, suprime la secreción de insulina Hormona de Crecimiento Luego del efecto de disminución inicial, limita el transporte de glucosa a las células, moviliza las grasas y provee los sustratos gluconeogenicos (glicerol) Cortisol Inicialmente inhibe la utilización de glucosa; con el tiempo, moviliza sustratos (aminoácidos y glicerol) para gluconeogénesis. * Hormonas importantes en la recuperación de la hipoglucemia aguda. Fig 7 E-2 Respuesta al ejercicio en diabéticos insulino dependientes hiperinsulinemicos. Cuando la insulina en plasma está aumentada, la utilización de la glucosa en el músculo esquelético durante del ejercicio se incrementa de marcadamente, pero el aumento en la producción de glucosa hepática es menor a lo normal. Los niveles de glucosa en sangre disminuyen. Consecuencias del efecto del exceso de insulina durante el ejercicio. La supresión de la glucogenólisis por acción excesiva de la insulina combinada con una captación de glucosa independiente de insulina por los músculos en ejercicio puede resultar en hipoglucemia durante, inmediatamente después, o varias horas después del ejercicio. La falla en programar la intensidad y duración del ejercicio y por lo tanto no ajustar apropiadamente la dosis de insulina y la ingesta calórica es responsable de muchas instancias de hipoglucemia durante la actividad. Muchos pacientes diabéticos conocen el efecto del ejercicio sobre la glucosa sanguínea y alteran su plan nutricional y de insulina diario adecuadamente. Esta precaución, combinada con algunos efectos hiperglucémicos del ejercicio extenuante explica que la hipoglucemia durante el ejercicio o 1-2 hs después del mismo sea relativamente rara. Un acontecimiento más común pero quizás menos reconocido es el desarrollo de hipoglucemia 6 a 15 hs después de una actividad extenuante. Un estudio de dos años prospectivo de 300 niños y adolescentes con IDDM reveló que 48 (16%) han experimentado hipoglucemia de inicio tardío post-ejercicio. Las características clínicas distintivas se resumen en la Tabla III. Además de esta aparición tardía, la hipoglucemia de inicio tardío post-ejercicio se distingue por su severidad. Durante el episodio es relativamente común la aparición de estupor, coma y convulsiones, y los cuidados para impedir la hipoglucemia a menudo están ausentes. La edad del paciente, la duración de la IDDM y el estricto control metabólico no están relacionados con la probabilidad de experimentar hipoglucemia de inicio tardío post-ejercicio. Un factor de predisposición es la intensidad o la duración asociadas al ejercicio, considerado excepcional para todos los pacientes afectados. Los atletas diabéticos que están haciendo la transición desde un estado no-entrenado a entrenado son más susceptibles de padecer la hipoglucemia de inicio tardío post-ejercicio. Tabla III Características clínicas de l hipoglucemia de inicio tardío post-ejercicio. Ocurre usualmente 6-15 hs después de un ejercicio extenuante o prolongado (frecuentemente nocturno) Con frecuencia grave No relacionada a la edad del paciente o duración de la diabetes No relacionada al control metabólico estricto o a la administración de insulina excesiva al atardecer Intuitivamente, se podría esperar que el efecto hipoglucémico del ejercicio desapareciera pocas horas después de la actividad. De hecho, la aparición de hipoglucemia nocturna después de una comida y ocasionalmente en ausencia de insulina exógena nocturna indica que los efectos del ejercicio agudo sobre el metabolismo de la glucosa persisten varias horas. El aumento de la captación de la glucosa y de la síntesis del glucógeno por el músculo, el aumento de la sensibilidad del músculo a la insulina, y el incremento de la unión de la insulina a monocitos, se combinan para mejorar la tolerancia a la glucosa en sujetos no entrenados hasta 18 horas después del ejercicio. Este aumento de la sensibilidad a la insulina, combinada con la ávida extracción de la glucosa de la circulación para la recuperación de los depósitos de glucógeno del hígado y músculo agotados durante el ejercicio, explican en muchos casos la aparición nocturna de hipoglucemia de inicio tardío post-ejercicio. Los pacientes diabéticos con respuestas disminuidas de glucagón, epinefrina y cortisol a la hipoglucemia, tienen un riesgo adicional de experimentar hipoglucemia tardía. La contrarregulación deficiente contribuye a la carencia de signos de alarma y a un aumento en la severidad de la hipoglucemia de inicio tardío post-ejercicio y puede explicar su aparición en pacientes que no se administran insulina con un pico de actividad en la noche o en la mañana temprano. Consecuencia de los efectos de la insuficiencia de insulina durante el ejercicio El ejercicio de alta intensidad y de corto tiempo normalmente está asociado con aumentos transitorios en los niveles de glucosa plasmática, con picos5-15 minutos después del ejercicio y retorna a su nivel basal dentro de los 40 a 60 minutos. La supresión de la secreción de insulina, la estimulación del sistema nervioso simpático, la liberación de las hormonas contrarregulatorias y la estimulación de la producción de glucosa hepática mayor a la captación de glucosa por los tejidos periféricos, se combinan para producir esta respuesta glucémica. Después de terminar el ejercicio, la secreción de insulina es inmediatamente estimulada en presencia de niveles elevados de glucosa en plasma y disminuye la concentración de epinefrina (adrenalina). En consecuencia, los niveles transitoriamente elevados de glucosa en plasma retornan rápidamente al nivel normal. En el atleta con IDDM el aumento de los niveles de insulina en plasma post-ejercicio no ocurre, y la hiperglucemia después del esfuerzo intenso puede ser sostenida y ser de mayor magnitud. Este efecto es exagerado cuando hay deficiencia de insulina pre-ejercicio (antes del ejercicio) y las concentraciones de glucosa en plasma son elevadas (Fig 7 E-3). La deficiencia severa de insulina resulta en una lipólisis acelerada y cetogénesis y se evidencia (en ayuno) por cetonuria. En este escenario, el ejercicio lleva a un mal uso posterior de la glucosa, aumento de la lipólisis y estimulación de la producción de la glucosa hepática y cetogénesis. Además del rápido incremento de la concentración de la glucosa en sangre, la depuración periférica deficiente de los cuerpos cetónicos lleva a un rápido deterioro del estado metabólico ya comprometido. Fig 7 E-3 La respuesta al ejercicio en diabéticos insulino dependientes. Cuando la insulina plasmática disminuye marcadamente, la producción de glucosa hepática se incrementa de forma marcada durante el ejercicio pero el incremento del uso de la glucosa en el músculo esquelético es menor que bajo circunstancias normales. Los niveles de glucosa en sangre aumentan. Coloquio Diabetes Mellitus Bioquímica 2012 Tabla I Características distintivas de los dos tipos principales de Diabetes Mellitus. Fisiología y fisiopatología relevante. Metabolismo de la Glucosa durante el ejercicio Figuras diabetes mellitus Figuras diabetes mellitus 2
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