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DON JOSE CARRION Y MARFIL, OBISPO DE TRUJILLO 47 iglesias principales del Obispado, se contaban las de Piura, Jaén de Bracamoros, Chachapoyas, Moiobamba y Cajamarca. Pronto, el señor Carrión adquirió gran prestigio en su obis pado de Trujillo y fué sin duda la autoridad más respetada y poderosa de la Intendencia, y desde luego la más adicta a Es paña y a la Corona, como más adelante se dirá. Sus virtudes cristianas, unidas a su energía extraordinaria, le consiguieron el am or y el respeto de sus diocesanos, a los que atendió con so licitud en sus frecuentes visitas pastorales a través de aquel ex tensísimo territorio. Viajaba muy a menudo en compañía de sus familiares y esclavos en pintorescos convoyes de muías, bien pertrechados y provistos de armas para la caza a la que era muy aficionado, montando él en su mansa “ mullta-borriquita” , de la que tendremos ocasión de volver a hablar. Pero no por estas imperativas tareas pastorales olvidó a sus familiares malagueños de la península, con los que mantenía cordiales relaciones epistolares e incluso mercantiles. En plena dominación francesa envió a su primo, don José Villalengua y Marfil, vecino de Málaga, dos mil pesos, por conducto de don Antonio García de Quesada, de ilustre familia jaenesa que dió varios marinos a nuestra armada, comandante y maestre en tonces del navio de guerra “San Pedro de Alcántara” . Y poco después, en la fragata “ Nilocasa” , mandaba al mispo pariente seis cajones de cascarilla (quina de Loja) y canchalaga (planta medicinal de América). Además, en marzo de 1816, remitía veinte mil reales a don José Lobo, cura de Estepona, su pueblo natal. Vuelto Fernando VII al trono de España, premió la leal tad del obispo de Trujillo, y “ atendiendo a los particulares mé ritos y servicios que Vos habéis contraído en la defensa de mis derechos en América” , le concedió la G ran Cruz de la Real Or den Americana de Isabel la Católica, por Real Decreto de 23 de febrero de 1818, y expidió el artístico título en 16 de marzo siguiente. El domingo 16 de enero de 1820 se celebró con el má ximo esplendor una solemne misa en la catedral de Trujillo, con asistencia de todas las autoridades y numerosa concurren cia de fieles, en la que fué investido con todas las insignias de la Gran Cruz, traídas de Córdoba, y desde entonces adquirió el Instituto de Estudios Giennenses. Boletín del Instituto de Estudios Giennenses : órgano oficial de la institución. N.º 15, 1/1958. Página 48
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