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La educación que tenemos, la educación que queremos (I)

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La educación que tenemos, la educación que queremos (I)
La educación es, indudablemente la puerta de entrada al mundo. El interés en mejorarla, desarrollarla o incluso implementarla es prácticamente global; así, como el interés de los padres en poder brindarles a sus hijos la mejor calidad educativa posible. Pero este es un sueño imposible si la educación nacional se ha estandarizado en niveles mediocres.
En el Perú, a pesar de ser un tema tan importante para el desarrollo de una nación en progreso, la situación de la educación se acerca cada vez más a lo insostenible. La inversión insuficiente, la decadente exigencia en los niveles de los maestros, la burocracia administrativa y poco interés, todos esos factores y muchos más se suman para impedirnos alcanzar un adecuado nivel educativo.
Considerando la situación actual de nuestro país – situación que lleva más de una década perpetuándose sin señales de mejorar – un sistema educativo descentralizado y actualizado según las últimas implementaciones podría considerarse una aspiración risible…Pero no por eso menos desesperada.
Más indignante aun, es el preocupante retraso que nuestro sistema educativo sufre con relación a otros países, hallándose entre los últimos lugares de aprovechamiento según estadísticas tanto latinoamericanas como globales. Tales noticias solo empeoran la moral de los estudiantes y ahondan el estereotipo que los mismos peruanos nos hemos grabado tanto silenciosa como verbalmente: Aquí ni la educación te sacará adelante.
El sistema estatal – del cual depende un aplastante porcentaje de estudiantes cursando educación primaria y secundaria – no puede darse abasto ante el exceso de alumnado que maneja con tan poco presupuesto, pues el Perú es un país en que la educación es gratuita y obligatoria hasta ese último nivel. Irónicamente, la situación se invierte en la educación universitaria pues una gran mayoría opta por matricularse en el sistema privado.
La solución a esta problemática no recae tampoco en simplemente volverse hacia la educación privada – a pesar de que, a base de sacrificios y privaciones, esta pueda verse disponible a los alumnos provenientes de hogares con escasos recursos – pues, aunque esa pueda parecer tanto la alternativa lógica, en realidad, lo único que hace es contribuir a expandir la dejadez que reina en los estratos dirigentes de nuestro sistema educativo.
Puede ser cierto que la burocracia impide un auténtico desarrollo educacional en nuestro país, pero sin iniciativa eso nunca cambiará.
El enfoque de este ensayo es evidenciar el estado de la educación en el Perú, tomando en cuenta los casos de otros países con mayor desarrollo, los factores que influyen y de qué manera afectan en el sistema educativo. También abordaremos las opciones y/o enfoques del tipo de educación que buscamos para todos nuestros compatriotas.
Actualmente, el Perú arrastra las consecuencias de nuestra lamentable carencia de una auténtica y eficiente reforma educativa. La baja comprensión de lectura, el analfabetismo funcional y el acaparamiento de la “mejor educación” en la capital son los factores más conocidos de esta problemática que acarrea otros problemas como un excesivo flujo migratorio de familias en busca de mejores oportunidades para sus hijos y un efecto centralizador en la urbe que empeora aún más la situación rural debido a la urgencia por llenar la demanda educativa al menos en Lima Metropolitana.
Uno de los grandes problemas que afronta nuestro país en temas de educación es la de sus infraestructuras en los ambientes destinados a dicha labor. La situación de numerosos colegios- estatales y privados -alrededor del país bordea lo insostenible – y en demasiados casos deberían suspenderse las clases para refaccionarlos a fondo o de plano demolerlos y reconstruirlos – esta carencia podría ser un factor determinante en el bajo rendimiento académico que se manifiesta actualmente. 
Después de todo, no podemos esperar que un alumno desarrolle su máximo potencial cuando debe fijarse cada dos minutos si una viga le caerá en la cabeza o si el suelo colapsará bajo su carpeta.
Lo que se propone no es un salón implementado con mucha tecnología-aunque no sería mala idea- pero, sí que este en buenas condiciones donde los alumnos puedan desarrollar sus actividades con normalidad y sin contratiempos. Ambientes determinados para las diferentes actividades que desarrollaran los maestros pues no todas estas requieren el mismo estilo.
Si bien es cierto que la inversión por alumno ha incrementado considerablemente en los últimos años, eso no significa que el sistema educativo se haya visto mejorado. Los datos – tristemente irrefutables – de numerosos sondeos en diversos niveles se encargan de mostrar la pésima situación de nuestra educación nacional actual. Los estudiantes – de cualquier nivel – merecemos un trato digno, pero jamás lo obtenemos debido al desvío de fondos e inversiones hacia otros rubros que “continúan el desarrollo del país”: ¿Cómo puede un país desarrollarse cuando sus ciudadanos están confinados a una educación mediocre y se ven incapaces de acceder a métodos para mostrar su pleno potencial?
Para solucionar esta problemática – que muchos ya comienzan a considerar el estado normal de las cosas – será necesario tomar medidas cuidadosamente estratificadas, contar con planes sólidos pero a la vez flexibles para adaptarse a los sectores más alejados, cuyos entornos sociales-culturales priorizarán algunos factores o ideologías diferentes a los del habitante de la urbe. 
Por ejemplo, sería absurdo forzar a un niño Asháninca a llevar una educación bilingüe español-inglés cuando el español sería el idioma foráneo introducido en su vocabulario, siendo su lengua materna la propia de su comunidad.
Lógicamente, podemos deducir que una de las razones más directas para la total ausencia de sistemas integradores que verdaderamente se esfuercen por adaptar sus enseñanzas a su entorno en lugar de simplemente esperar los mismos resultados que los producidos por un alumno capitalino, con muy poca influencia cultural específica, es la falta de profesorado capacitado para ofrecer una educación más acorde con los lugares a los que los envíen. 
Si bien es imprescindible que el alumnado, independientemente de su etnia o lugar de origen, asimile los conocimientos básicos – leer, escribir, sumar, restar,… – siempre surgirán exigencias especiales en cada rincón del país y – dado que todos somos peruanos – es responsabilidad del Estado finalmente sacudirse su letárgico estupor y comenzar a evaluar un rumbo de acción que beneficie especialmente a aquellos que sienten haber sido olvidados o jamás haber sido tomados en cuenta.
El ausentismo escolar – otra estadística cada vez más y más alarmante – está íntimamente relacionado con el problema de la falta de docentes especializados previamente expuesto, pero también es producto de la misma visión de la gente: Mientras la sociedad capitalina puede achacarlo a un libertinaje de los alumnos, en la sierra este fenómeno parte de la rareza que resulta manifestar deseos de perseguir una educación superior. Los padres, en su mayoría, solo se preocupan de enviar a sus hijos a la escuela porque es gratis. Las concepciones de lo que es importante y lo que los lanzaría a un futuro incierto – pues el mercado laboral es despiadado en cualquiera de sus estratos – suelen detener a los estudiantes de imaginarse siquiera con un futuro más allá de su comunidad o su provincia. De aquellos pocos que fueron capaces de sacudirse las ideologías de sus lugares de origen, algunos llegaron mucho más lejos que los que en su día fueron las promesas más luminosas del sistema educativo capitalino. 
Pero esos casos de éxito no disipan los estereotipos contra la modernidad propios de un pueblo pequeño o comunidad aislada pues sus prioridades – como la subsistencia a través de su propio trabajo o la conservación de su patrimonio cultural – son distintas. En la selva, la situación es mucho más compleja debido a la existencia, aun en nuestrosdías, de comunidades no contactadas de las que apenas hemos vislumbrado destellos.
La cuestión del analfabetismo y su recientemente reconocido derivado, el analfabetismo funcional, es otro clavo en el ataúd de la educación peruana. 
Como ya mencionamos, hay escaso interés en continuar estudios más allá del nivel exigido por ley, pero eso no significa que todos los padres se molesten con enviar a sus hijos a la escuela…O que estos aprovechen verdaderamente la educación que se les brinda. Dicen que no hay peor ciego que el que no quiere ver: ¿Entonces no hay peor lector que el que lee pero no entiende?.

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