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Guerra Cultural en Argentina Parte V - 2

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Edgar Schmid y Vcom (R) (VGM) Horacio Ricciardelli
Guerra Cultural en Argentina – Parte V - 2
Soberanía Cultural
Para ver la clase de enemigo que tenemos, que va buscando brechas por uno y otro lado, podemos que
Cristina Kirchner el 20 de noviembre presidió los actos por la Soberanía en Vuelta de Obligado, pero 
por otro lado ya cuando estuvo en Alemania el 7 de octubre de 2010 había firmado un acuerdo con la 
propia Escuela de Frankfurt.[23]
Firma del convenio para crear una Sede de la Escuela de Frankfurt en Argentina
7 de Octubre 2010
Durante la visita oficial de la presidenta Cristina Fernández a Alemania, se firmó un acuerdo entre la 
Secretaría de Cultura de la Nación, la Biblioteca Nacional y el Instituto Social y Político de Frankfurt 
(Institut für Sozialforschung).
En el acto, estuvieron presentes la presidenta Cristina Fernández, el ministro de Educación, Alberto 
Sileone, el ministro de Ciencia y Tecnología, Lino Barañao, el canciller argentino, Héctor Timerman, 
el secretario de Cultura, Jorge Coscia, y director de la Escuela de Frankfurt, Axel Honneth.
El acuerdo con el Instituto Social y Político (Institut für Sozialforschung) más conocido como Escuela 
de Frankfurt constituirá un espacio permanente de investigación, reflexión y discusión para actualizar 
la Teoría Crítica del siglo XXI. Este nuevo ámbito fortalecerá el intercambio cultural e impulsará 
proyectos de investigación conjuntos y la traducción de obras a ambos idiomas.
La Escuela de Frankfurt nace en la Alemania de entre guerras para analizar con sentido crítico el 
avance del nazismo desde un pensamiento filosófico marxista. La teoría critica de la Escuela de 
Frankfurt es representada por nombres tan trascendentes como Teodoro Adorno, Herbert Marcuse, 
Walter Benjamin y Erich Fromm, entre otros.
Uno se sus miembros fundadores fue el argentino de origen alemán Felix Weil que además aportó en 
la organización y el financiamiento de la corriente de pensamiento. Sus principales exponentes 
padecieron la persecución y el exilio con el advenimiento del nazismo. Pero desde el exilio reanimaron
su actividad reflexiva renovando el pensamiento de su tiempo con aportes esenciales a la filosofía.
Se destacan las concepciones de Adorno en torno a la dialéctica negativa, la personalidad autoritaria y 
las teorías estéticas; en Fromm, las lecturas psicoanalíticas; en Marcuse la critica al materialismo de la
técnica en el capitalismo; y en Benjamin, la critica a la noción de progreso y civilización como 
alternativas a la barbarie.
“El gran desafío es, en un mundo donde se han derrumbado estrepitosamente las ideas, hacer honor a 
la Escuela de Frankfurt, al pensamiento crítico, y a partir de nuestras propias experiencias, y por 
nosotros mismos, formular nuevos marcos teóricos. El mundo actual necesita imperiosamente de 
nuevos marcos teóricos”, dijo Cristina Fernández.
El secretario de Cultura de la Nación, Jorge Coscia, revindico la importancia del convenio.
“La Escuela de Frankfurt ha dejado una importante huella en el pensamiento intelectual argentino” y 
agrego “si hay algo que nosotros revindicamos es el pensamiento crítico”.
Indudablemente el gobierno argentino no tiene la más mínima idea de que significa Soberanía 
Cultural, ni de que tipos de guerras culturales se libran, ni de cómo, aún una Superpotencia como fue 
la Unión Soviética cayo frente a un ataque de este tipo.
Ponemos ejemplos rusos porque recibieron terribles golpes geopolíticos pero decidieron librar la lucha
en lo cultural, libraron la lucha en el terreno de la religión que los convirtió en nación hace más de un 
milenio, y rescatando todas las tradiciones rusas que venían de la baja Edad Media. Hasta sus 
submarinos estratégicos nucleares llevan nombres de jefes guerreros que forjaban la nación entre los 
siglos XII y XIV: Yury Dolgoruky, Dimitri Donskoi, Aleksandr Nevsky.
Si en Argentina tuviésemos un submarino que se llamase “Cid Campeador” (contemporáneo de esos 
guerreros) no faltarían los “progres” que salieran a objetar que es una referencia a “la España feudal y 
oscurantista”. Y esto nos demostraría que estos “progres” destrozan las raíces de la nación en lugar de 
reivindicarla.
Esta es una guerra de nuevo tipo. Ya no sirve la soberanía territorial sin soberanía cultural. Ya no se 
trata de controlar como en noviembre de 1845, el territorio a orillas del Paraná. Se trata de controlar 
el pensamiento y cultura de quienes viven a orillas del Paraná.
“El campo de batalla más importante es la mente del enemigo” Mao Tse Tung
Intelectuales, la tierra fértil del kirchnerismo
Un ejemplo concreto del empleo de “intelectuales orgánicos” por el kirchnerismo es descripto en el 
trabajo de Beatriz Sarlo para LA NACION[24] aparecido el Miércoles 24 de noviembre de 2010 en la
edición impresa: 
Ninguna encuesta los registra. Sin embargo, muchos están preocupados porque existen. No es una 
adivinanza. Es el kirchnerismo de intelectuales, académicos, profesionales, escritores, artistas, 
periodistas. Si se piensa la política sólo con los grandes números, se obtiene una "opinión pública" en 
la que ellos están ausentes porque no pesan como fracción encuestable. Se pierde, así, una zona 
extraordinariamente activa del mapa ideológico.
Cuando se habla de ellos fuera de la discusión política se reconoce la importancia de las capas 
intelectuales y se reclama que sus ideas sean atendidas. En abstracto, como cuestión de principios, casi
todos piensan que los intelectuales y artistas tienen algo que decir sobre la sociedad en la que viven. 
Incluso en épocas en que la televisión parece definir el mundo y sus alrededores y se ha discutido 
mucho sobre la crisis del "intelectual tradicional" que le habla a la sociedad y la sociedad escucha; 
incluso cuando, en verdad, esa figura ya no es la que era en algunos lugares y en otros tiempos, ellos, 
los miembros de la capa intelectual, han seguido existiendo, pese al vaticinio posmoderno que los daba
por muertos.
Afirmar que sus votos no sirven para ganar elecciones es una pobre tautología. Es obvio que, en 
términos cuantitativos, su número no pesa en los padrones. Pero las cosas no son tan sencillas. De 
pronto algo, que no es una novedad de las últimas horas, comienza a ser un tema de conversación 
política. Debería haber ocupado esa conversación antes, porque la experiencia de las últimas décadas 
indica que grupos minoritarios pero ideológicamente activos, dispuestos a invertir su energía no sólo 
en las preocupaciones más inmediatas, fueron decisivos en los cambios que finalmente llegaron a la 
llamada "opinión pública". Ejemplos: quienes rodearon a Raúl Alfonsín cuando, a comienzos de los 
años 80, marchó para ganar el partido radical; otro ejemplo: las organizaciones de derechos humanos; 
por si se necesita otro ejemplo: los que primero se ocuparon del medio ambiente y de las cuestiones 
relacionadas con la igualdad de derechos de las minorías.
Ninguno de esos grupos formaba una opinión pública encuestable. Todos, en un determinado 
momento, lograron anclar en la política.
No tengo idea de qué puede pasar con el kirchnerismo intelectual. Son el resultado de una victoria de 
Néstor Kirchner que parecía improbable en 2003. Durante el conflicto con el campo, para poner una 
fecha que, como toda periodización, con el tiempo podrá ser corregida, sucedieron dos movimientos 
de sentido inverso dentro de las capas medias. Por un lado, las decenas de miles que, sin tener nada 
que ver con el campo, se movilizaron porque no acordaron con la forma exasperada en que el 
Gobierno tradujo ese conflicto como un nuevo enfrentamiento de la oligarquía y el pueblo. Por otro 
lado, quienes interpretaron ese conflicto como el ataque a un gobierno que, después de años de crisis, 
había restablecido algunos ejes políticos con los que podían identificarse y defendía a los "pobres" 
contra los "ricos".
Quienes vencieron en el conflicto con el campo se disgregaron; el frente agrario se deshizo, como era 
muy evidente quesucedería; la súbita popularidad de Cobos ya no entusiasma sino a los cobistas y a 
las zonas más inertes de la opinión, porque no había nada más allí que el voto de una noche y una 
pelea entre radicales. Kirchner, que perdió en el conflicto con el campo, ganó a minorías intelectuales 
activas.
La ley de medios audiovisuales fue el capítulo donde se consolidaron esas adhesiones. Siempre pensé 
que ganar esas minorías representaba una victoria cultural que no debía subestimarse, porque 
cualquier gobierno, en cualquier parte del mundo, no prescinde de ellas. Probablemente, hubo un solo 
momento en la historia argentina en que un gobierno pudo prescindir de (casi todos) los intelectuales: 
el primer gobierno de Perón, donde la fuerza plebiscitaria era de tal calibre que vencía por fuera de 
todas las reglas.[25] Pero después de esos años que transcurren hasta el golpe de Estado de 1955, 
siempre, de Frondizi a Cámpora, los elegidos estuvieron rodeados de una densa trama de discursos 
producidos por intelectuales. Una de las más patéticas debilidades de Arturo Illia fue precisamente el 
activismo de una opinión intelectual y periodística golpista y una gran movilización estudiantil en su 
contra.
El kirchnerismo intervino, creo que sin demasiada conciencia de lo que estaba haciendo, en esa batalla
cultural. Néstor Kirchner no era un político interesado en ganarla, hasta que descubrió que esa victoria
era importante porque se trataba de gente dispuesta a llevar su línea a los medios, no para convencer al
público de los noticieros prime time, sino para consolidar, al costado de los noticieros, una fracción de
las capas medias donde ellos, los kirchneristas, hasta ese momento tenían muy poco capital. Visitó las 
reuniones de Carta Abierta. Habilitó económicamente la utilización de medios públicos para 
convertirlos en órganos de gobierno. Sobre todo, les dio un reconocimiento material, en términos de 
salarios y apoyo a la investigación, a los universitarios de todo el país, con una gestión de ciencia y 
técnica tan buena como fue débil y errática la gestión educativa. Puso dinero y discurso donde había 
que ponerlos.
Nunca los universitarios tuvieron mejores condiciones. Y no fue defraudado. Pero esto no explica la 
victoria, aunque la refuerce y le dé condiciones materiales. Quizá los grandes nombres de las ciencias 
sociales estén divididos entre kirchneristas y no kirchneristas; pero, en la segunda línea, la 
implantación kirchnerista es importante.
El otro rasgo de esta victoria es que ha interesado a gente que antes no había mostrado ni la menor 
inclinación por la política. No digo esto para señalar un déficit de los recién llegados, sino para 
subrayar la novedad de esas adhesiones (actrices, celebrities) que amplían el círculo más tradicional de
entendidos. Es cierto que la calidad del discurso político no sube con estas incorporaciones. Pero 
quedarse con este juicio sería mezquino. Los cambios políticos se producen siempre con la llegada de 
aquellos que antes no estaban. De los dirigentes depende la calidad del ámbito que encuentren.
En un círculo característico, los intelectuales se dieron a sí mismos las razones de su apoyo a Kirchner.
Una síntesis de estas razones puede leerse en los documentos de Carta Abierta y sus principales 
cabezas, que son textos sencillos en los que se desarrollan tres temas: el regreso de la política después 
de la crisis; el carácter popular de la gestión social de la pobreza; el restablecimiento de una noción de 
soberanía nacional. Esos tres puntos obviamente no incluyen ni la corrupción institucional, ni las 
presiones sobre la Justicia, ni los delitos económicos, ni el gerenciamiento clientelístico de la miseria, 
ni el acuerdo con los representantes más típicos del caudillismo provincial o municipal y el 
sindicalismo mafioso (los apellidos pueden variar).
La victoria cultural se apoya precisamente en esos olvidos. No es necesario explicar que son 
significativos porque le dan un orden a lo que se recuerda. Al pasar por alto los rasgos mencionados se
establece una jerarquía de valores: lo que importa y lo que no importa. Precisamente, restituir un lugar
significativo a la política es discutir esa jerarquía que el kirchnerismo intelectual acepta como límite. 
Es un gran momento para hacer esa discusión. Están los interlocutores y los temas; no vivimos en una 
crisis; y, sobre todo, del presente no se sale hacia atrás ni por repetición. No se sale construyendo 
fetiches historicistas. En algún momento próximo el duelo por Kirchner terminará. Su nombre será el 
de un gobierno sobre el que es posible hacer balances completamente distintos, criticar o defender. 
Pero será un nombre que designa el pasado, salvo que la Argentina quiera volver a un escenario 
poblado por fantasmas y aparecidos.
En ese momento, es posible abrir otra discusión. El verdadero “cerebro” de esta operación es Horacio 
Verbitsky, y como hombre de Inteligencia supo ver más allá de lo que en su momento veía Néstor 
Kirchner, siempre concentrado en lo inmediato. Supo convocar un primer grupo de intelectuales a los 
que fue convirtiendo en “orgánicos” rentados.
Claro que no sólo con colectas se financia este grupo que ha prohijado las iniciativas oficiales más 
polémicas, como la Ley de Radiodifusión y acusar de "destituyente" al campo. De hecho, nada menos 
que 18 de sus miembros reciben actualmente sueldos como empleados del Estado.
Así por ejemplo, Tristan Bauer (presidente del Sistema de Medios Públicos), José Pablo Feinmann 
(integrante inorgánico del espacio y conductor de programas en la TV pública), Horacio González 
(Director de la Biblioteca Nacional), David "Coco" Blaustein (cineasta), Ricardo Rouvier 
(encuestador), Carlos Girotti (sociólogo e investigador del CONICET), Jaime Sorín (decano de la 
Facultad de Arquitectura) y Damián Loreti (vicedecano de Ciencias Sociales).
A estos deben sumarse Federico Schuster (decano de Ciencias Sociales), Héctor Trinchero (decano de
Filosofía y Letras), Ana María Zubieta (vicedecana de Filosofía y Letras), Leonor Acuña (secretaría 
de Asuntos Académicos de Filosofía y Letras de la UBA), Guillermo Wierzva (director del Centro de 
Economía y Finanzas para el Desarrollo) , Jorge Bernetti (director de comunicaciones del ministerio 
de Defensa), Eduardo Jozami [26](director del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti, ex 
ESMA), Miguel Talento (cónsul en Miami), Eduardo Anguita (periodista del Grupo Szpolsky de 
medios oficialistas) y Alejandro Kaufman (director de la Facultad de Ciencias de la Comunicación).
Pero repetimos, el único que tendría un objetivo estratégico a Mediano Plazo sería Horacio Verbistky,
no por ser kirchnerista sino por ser ante todo un hombre de Fundación Ford, Human Right Watch 
(Soros) o British Council, los que piensan a Mediano Plazo.
Los demás “intelectuales” se limitan a cobrar sus sueldos y hacer apologías. Lo que Perón llamaba 
“amanuenses”.  
Final
Esta es una situación totalmente opuesta a la que vivió San Agustín cuando escribía “Un nuevo 
cristianismo viene con los bárbaros” Lo que vivía San Agustín era una Roma llena de corrupción por 
un lado, y por otro la llegada de pueblos que eran bárbaros pero no corruptos. Del bárbaro se puede 
hacer – y se hizo – buenos cristianos. Con los corruptos no se puede hacer nada. De los bárbaros 
convertidos al cristianismo surgieron las actuales naciones de la Europa cristiana.
Lo que hoy nos amenaza no es la barbarie sino la corrupción de los valores. Esta corrupción apunta a 
la raíz de la misma forma en que se apunta a la raíz del árbol que se quiere secar y derribar para 
convertir en leña.
El capitalismo que se nos viene encima – como el tsunami – se originó en el pecado de la codicia y 
avaricia. Pero esos dos originan al resto de los pecados.
Quizás lo peor es que no es una corrupción espontánea sino planificada.
No basta en absoluto que una élite – llámense obispos o intelectuales – se encierre en su Torre de 
Marfil y desde lo alto vean comola corrupción arrasa a la masa del pueblo argentino. Es como dejar 
de evangelizar al pueblo. Es justamente a la masa popular a quien debemos advertir sobre el peligro 
que viene y a quien debemos alentar a tomar parte en esta guerra.
Y decimos guerra porque lo principal de esta no es la cantidad de pólvora que se quema sino que su 
objetivo de quebrar la voluntad del adversario.
La guerra no es en blanco y negro: si se escucha artillería es guerra y si no es paz. Hay toda una zona 
gris donde no se escucha artillería y sin embargo hay guerras políticas, es decir, el enemigo está 
actuando en las Guerras Ideológicas, Guerras de Inteligencia, de Organización, de Masas, guerras 
Psicológicas, de Estratagemas. A estas les llamamos Guerras Políticas.
Con Clausewitz – la guerra es la continuación de la política - podemos llegar a un pensamiento lineal 
totalmente obsoleto en la época actual. La experiencia de la URSS – toda una superpotencia con un 
gran aparato de seguridad y militar, debe llamarnos a la reflexión. En este tipo de guerra ya no sirven 
los grandes arsenales.
Pero sirve de experiencia que no sólo el pueblo ruso lo sufrió en carne propia, no sólo lo vieron los 
aparatos de inteligencia y militares, sino también lo vio la Iglesia Ortodoxa Rusa.
Fue la coalición de tres tipos de intelectuales orgánicos – de sotana, de uniforme, de civil – para 
reconstituir una Hegemonía Nacional lo que pudo lograr una recuperación. Y los tres tipos de 
intelectuales coincidieron en defender las raíces religiosas de la nación.  
La Guerra Fría ha terminado pero los vencedores – EEUU-G Bretaña-Israel – siguen usando el arma 
que les permitió la victoria – el ataque cultural y de inteligencia – pero esta vez contra el resto del 
mundo.
Sus objetivos son el reemplazo de los grandes Estados nacionales por un Mercado donde reine una 
cultura basada en el individualismo y hedonismo. Para ello, junto con los Estados-Nación también 
necesitan el reemplazo de las grandes religiones por tener valores incompatibles con los de ellos.
Son muchos – especialmente aquellos que crecieron en los años de guerra fría – que siguen pensando 
en términos completamente obsoletos, no sólo respecto al comunismo sino a naciones e iglesias a salvo
de ataques. Estas están ahora bajo ataque de los grandes centros del capitalismo global.
Mientras tanto, ¿Dónde están los obispos y capellanes cuando se retiran los crucifijos de los hospitales 
militares?
Cuando los obispos omiten defender las raíces católicas de la nación no sólo ponen en peligro la 
nación sino también ponen en peligro la propia Iglesia que debe vivir en esta nación.
De nuevo – volviendo a San Agustín – la Iglesia podía sobrevivir con los bárbaros pero no con los 
corruptos. No habrá Iglesia en naciones de corruptos. Los obispos son los herederos de una Historia 
que comenzó a forjarse hace 500 años, y en el ínterin tenemos una Patria Grande en formación. 
Ambas cosas vienen unidas: Iglesia y Patria Grande.
[1] http://www.webdianoia.com/aristoteles/aristoteles_polis.htm
[2] “La era tecnotrónica” o “Between two ages”
[3] Multilateral Agreement of Investments
[4] http://www.mov-condor.com.ar/Liu/liu-estado-fall.htm
[5] Basil Lidell Hart
[6] Der Totale Krieg
[7] Colmar von der Goltz “Das Volk im Waffen”
[8] “Estrategia – Aproximación Indirecta” Círculo Militar.
[9] Between two ages
[10] La Elite del Poder – Wright Mills – Ed Paidós
[11] Siete ensayos – El factor religioso - 
http://www.yachay.com.pe/especiales/7ensayos/ENSAYOS/Ensayo5A.htm
[12] http://www.metholferre.com/detalle_de_pagina.php?entidad=libro&pagina=20
[13] Zapata impulsó el Plan de Ayala, de reivindicación las tierras comunales, pero a su vez este estaba
inspirado en los pueblos-hospital, institución comunal de los franciscanos desde 1550 
aproximadamente que luego inspiró a las Misiones Jesuitas. En este caso Zapata no sería un 
revolucionario sino un restaurador.
[14] http://www.mov-condor.com.ar/documentos/El%20Informe%20Kissinger.htm
[15] Sun Tzu: El arte de la guerra
[16] idem.
[17] http://www.vidahumana.org/index.html
[18] La América Latina del siglo XXI
[19] Zbigniew Brzezinski, Fuera de control, Lasser Press, Ciudad de México, 1993, pp. 232.
[20] «La advertencia expresada por Milosz apunta al peligro histórico de que los desacreditados meta-
mitos de la utopía coercitiva pudieran continuarse por el vacío espiritual de la cornucopia permisiva. La
palabra “cornucopia” se deriva del cuerno mitológico que amamanta al Dios Zeus. Tiene la capacidad 
milagrosa de llenarse de sus propios deseos. El término “cornucopia permisiva” puede aplicarse así a 
una sociedad  en la cual todo está permitido y todo se puede tener», op. cit., p. 73.
[21] «Hay ciertas bases para tener la preocupación seria y legítima de que la cornucopia permisiva de 
las sociedades democráticas avanzadas y ricas está dominando y definiendo cada vez más tanto el 
contenido como las metas de la existencia individual. La noción de “cornucopia permisiva” implica 
esencialmente una sociedad en la cual el progresivo declinar en la centralización de los criterios 
morales está emparejado con una preocupación intensificada por la autogratificación material y 
sensual. A diferencia de la utopía coercitiva, la cornucopia permisiva no prevé un estado eterno de 
felicidad social para los redimidos, sino que se enfoca principalmente en la satisfacción inmediata de 
los deseos individuales en un sistema en el cual el individuo y el hedonismo colectivo llegan a ser el 
motivo dominante para la conducta. La combinación de la erosión del criterio moral en definir la 
conducta personal junto con el énfasis en los bienes materiales, da como resultado la permisividad en el
nivel de la acción y la codicia material en el nivel de la motivación (...) “La codicia es buena” -el grito 
de batalla de los yuppies norteamericanos de finales de los ochenta- es la consigna apropiada para la 
cornucopia permisiva», op. cit., p. 73.
[22] «Una cultura cada vez más permisiva, que explota el principio de separación de la Iglesia y el 
Estado, excluye el factor religioso pero sin sustituirlo por cualquier “imperativo categórico” secular 
transformando por lo tanto el código moral interior en un vacío. Este vacío moral define el significado 
esencial de la noción de vacío espiritual; un vacío que parece ser cada vez más penetrante en mucho de 
lo que se ha llamado la civilización occidental. Es una paradoja inquietante que la mayor victoria de la 
propuesta de que “Dios está muerto” haya tenido lugar no en los estados dominados por el marxismo, 
que propagaron políticamente el ateísmo, sino en las sociedades democráticas liberales de Occidente 
que han alimentado culturalmente la apatía moral», op. cit., p. 73.
[23] http://www.cultura.gov.ar/prensa/index.php?info=noticia&id=1111
[24] http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1327611
[25] Pero después de 1955 hubo que dar la gran lucha cultural con Scalabrini, Jauretc he, JM Rosa, 
Abelardo Ramos, Castellani, etc.
[26] “La columna Jozami no aparece” Diario del Che.
	Edgar Schmid y Vcom (R) (VGM) Horacio Ricciardelli
	Guerra Cultural en Argentina – Parte V - 2

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