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Ansiedad y Estrés ISSN: 1134-7937 1994, 0, 65-76 ANSIEDAD Y ESTRÉS COMO PREDICTORES DEL SÍNDROME PREMENSTRUAL Fco. J. Pérez Pareja*, Carmen Borrás Sansaloni** y Alfonso L. Palmer Pol* *Dept. de Psicología. Universitat de les Illes Balears, **Dept. de Psicología Clínica. TEIS (Técnicos Interprofesionales de Servicios). Resumen: A medida que avanza la investigación so- bre el ciclo menstrual en general; y, sobre el síndrome premenstrual (SPM) y/o los cambios premenstruales (CPM) en particular, se acumulan evidencias de la importancia de la respuesta general de ansiedad, así como de la ansiedad manifestada ante los acontecimien- tos de la vida cotidiana en el padecimiento de dichos trastornos. Por otra parte, la ansiedad parece ser la única queja premenstrual universal, así como la más molesta y la que más interfiere en la vida de quienes presentan trastornos relacionados con el ciclo ovárico. En nuestro trabajo, realizado con una muestra compuesta por 79 mujeres con ausencia de trastornos que podrían englobarse bajo el término SPM, se evalúa el peso específico de la respuesta general de ansiedad, así como de las situaciones generadoras de ansiedad en la manifestación de modificaciones en las respuestas de ansiedad a lo largo de los distintos momentos del ciclo ovárico. Palabras Clave: Respuesta general de ansiedad, Es- trés, Cambios premenstruales emocionales negativos Abstract: As the study about the menstrual cycle and the premenstrual syndrome (PMS) and/or premen- strual changes (CPM) is progressing, evidences about the important role played by tne anxiety-trait, as well as stress on the suffering of these disorders are acumulated. On the other hand, anxiety seems to be the only uni- versal premenstrual complaint, as well as the most un- comfortable one and what more interferes in the life of women who suffer these disorders. In our work, made with a sample of 79 women wit- hout severe disorders related with the premenstrual phase of the cycle, we assess the weight of the anxi- ety-trait and the situations what generate fluctuations in the anxiety responses through the different mo- ments of the ovaric cycle. Key words: Anxiety-trait, Stress, Negative emotional premenstrual changes Title: Anxiety and stress as predictors of the premenstrual syndrome. Introducción En las últimas décadas se ha incrementado el interés por el estudio del ciclo menstrual femenino; y, fundamentalmente por sus posibles efectos sobre el comportamiento. En este sentido, se ha sugerido que el ciclo menstrual es capaz de modular aspec- tos tan dispares como la ingesta de determinados alimentos (Abraham, Beumont, Argall y Haywood, 1981; Wright y Crow, 1973); la eficacia en la reali- zación de tareas intelectuales (Broverman et al. 1981; Moos, 1968; Rubinow y Roy-Byrne, 1984); el dolor (Reid, 1985; Robinson y Short, 1977; Webster, 1980); la visión (Ward, Stone y Sand- * Dirigir la correspondencia a: Dr. Francisco Javier Pérez Pareja. Dept. de Psicología. Universitat de les Illes Balears. Cra. de Valldemossa, Km. 7,5 07071 Palma de Mallorca. © Copyright 1995: de los Editores de Ansiedad y Estrés Artículo recibido: 19-12-94, aceptado: 10-1-95. man, 1978) el olfato (Doty, Ford, Preti y Huggins, 1975; Doty, Huggins, Snyder y Lowry, 1981); la conducta sexual (Bancroft, Sanders, Davidson y Warner, 1983; Judd y Yen, 1973; Kaplan, 1974; Masters y Johnson, 1966; Morris y Udry, 1970 y 1972; Sanders y Bancroft, 1982) el sueño (Dalton, 1984; Lee, Shaver, Giblin, y Woods, 1990); pero sobre todo, el estado de ánimo (Benedek y Rubins- tein, 1939a y 1939b; Giannini, Price, Loiselle y Giannini, 1985; Halbreich, Endicott y Nee, 1983; Hallman, 1986; Logue y Moos, 1988; Paige, 1971; Peters, 1990; Rosen, Moghadam y Endicott, 1990). Tal como recoge Reid (1985), mientras que la fase de ovulación -debido al incremento en los ni- veles de estradiol- parece asociada a sensaciones de bienestar, los momentos perimenstruales; y, par- ticularmente, la fase premenstrual o luteínica, pare- ce estar relacionada con la aparición de respuestas 66 F.J. Pérez Pareja, C. Borrás y A.L. Palmer emocionales negativas tales como ansiedad, ten- sión, irritabilidad y estado de ánimo deprimido; y, con menor frecuencia, deseos o intentos de suici- dio, hostilidad, falta de atención, agresividad, ira, apatía y letargia. Cambios que se han intentado re- lacionar con las concentraciones en los niveles de progesterona y estrógeno que se producen en dicha fase (Frank, 1931; Dalton,1984; Green y Dalton, 1953). Sin embargo, los resultados obtenido son bas- tante contradictorios. Mientras que en algunos tra- bajos aparecen datos que parecen confirmar esta hipótesis (Bäckström y Cartensen, 1974; Green y Dalton, 1953); en otros, no se ha podido encontrar ninguna diferencia en dichos niveles entre las mu- jeres aquejadas de SPM (síndrome premenstrual) y las demás mujeres que menstrúan (Fisher, Trieller y Napolitano, 1989; Raush y Janowsky, 1982; Schmidt et al. 1991). En este sentido, Bäckström et al. (1983) indi- can que pese a que la relación temporal entre los síntomas premenstruales y la fase premenstrual del ciclo es evidente, la caída en las concentraciones hormonales en plasma durante dicha fase no permite explicar la etiología del síndrome. Dicho en otras palabras, aún manteniéndose la evidencia de que los cambios premenstruales se encuentran relacionados con el ciclo ovárico, sin embargo, esta vinculación no explica la severidad de la sintomatología, lo cual lleva a la conclusión fundamental de que la severidad de los síntomas tienen poco o nada que ver con el ciclo menstrual en sí mismo (Walker, 1992). De cualquier modo, los cambios psicológicos o emocionales parecen constituir los síntomas más molestos del síndrome premenstrual (SPM), así como la única queja premenstrual universal (Gise, 1988). Si bien, estos cambios, con frecuencia, cur- san con modificaciones físicas (Abplanalp, 1983; Woods, 1985). Por otra parte, se han encontrado correlaciones entre el padecimiento de cambios premenstruales negativos tanto físicos como emocionales y la res- puesta general de ansiedad. De modo que las muje- res que presentan un patrón de conducta ansioso parecen experimentar más cambios premenstruales negativos y de mayor severidad que las demás mu- jeres (Borrás Sansaloni, Pérez Pareja y Palmer Pol, 1993; Heilbrun y Frank, 1989; Mohan y Chopra, 1985, 1986 y 1987; Logue y Moos, 1986; Woods, 1985). Por tanto, es más que una mujer presente sintomatología premenstrual como correlato de sus propias características personales y de las circuns- tancias bajo las cuales experimenta los cambios cí- clicos, que en función de un mecanismo hormonal subyacente (Sanders, Warner, Bäckström y Ban- croft, 1983). En consecuencia, en el estudio del SPM y/o de los cambios premenstruales (CPM), las fluctuaciones hormonales propias del ciclo ová- rico deberían ser consideradas, única y exclusiva- mente, como un sustrato biológico, pero en ningún caso como factor etiológico, puesto que todas las mujeres que menstrúan experimentan dichas fluc- tuaciones hormonales, pero no todas presentan trastornos asociados al ciclo menstrual. Dicha hipótesis se ve apoyada por evidencias tales como que la experiencia del dolor durante la fase luteínica, así como las conductas asociadas a ésta están mediadas por la historia de refuerzos de cada mujer (Asso, 1983; Borrás Sansaloni, Pérez Pareja y Palmer Pol, 1994; Fielding y Bosanko, 1984). Asimismo, autores como Morse y Dennerstein (1988) y Heilbrun y Frank (1989) indican que la ansiedad generalizada o el rasgo de personalidad ansioso desempeña un importante papel en la sen- sibilización a los cambios biológicos y psicológi- cos que tienen lugar a lo largo del ciclo menstrual, incrementandoel malestar sintomático. Sin embargo, en principio no parece necesario asumir que la relación entre los síntomas premens- truales y los denominados sensibilizadores -estrés y ansiedad-rasgo- sea unidireccional. Es decir, la an- siedad anticipatoria y el estrés pueden incrementar el impacto de los síntomas premenstruales; y, éstos, a su vez, pueden actuar circularmente reforzando tanto la ansiedad anticipatoria como el nivel de an- siedad generalizada (Heilbrun y Frank, 1989). En consecuencia, la interacción entre las carac- terísticas individuales, los parámetros hormonales y las condiciones ambientales descrita por Morse y Dennerstein (1988) presentaría efectos bidireccio- nales. Igualmente, a diferencia de las fluctuaciones hormonales, parece que ciertas características per- sonales tales como el patrón general de ansiedad permiten diferenciar a las mujeres que padecen cambios premenstruales negativos severos o el SPM, de las demás mujeres (Watts, Dennerstein y Horne, 1980). Ansiedad y Estrés como predictores del Síndrome Premenstrual. 67 En este sentido, la mayor parte de los trabajos han demostrado que las mujeres aquejadas de SPM presentan mayores niveles de ansiedad a lo largo de todo el ciclo que las mujeres que no experimen- tan modificaciones premenstruales (Halbreich y Kas, 1977; Hart y Russell, 1986; Mohan y Chopra, 1986; Metcalf, Livesey, Wells y Braiden, 1989). Igualmente, autores como Metcalf et al. (1990) han encontrado que la denominada "disforia pre- menstrual" no constituye un preludio universal de la hemorragia menstrual, sino que únicamente se observa en aquellas mujeres aquejadas de SPM. Por otra parte, autores como Ganon, Luchetta, Pardie y Rhodes (1989) y Picone y Kirkby (1990) indican que el estrés constituye el mayor y más consistente predictor de los cambios perimenstrua- les. Si bien dichos estresores no se refieren a situa- ciones límite tales como la muerte de un ser queri- do, el divorcio, la pérdida de empleo, etc., sino que se encuentran adscritos a acontecimientos de la vi- da cotidiana. En general, se ha tendido a considar el estrés como un factor capaz de predisponer a las mujeres a padecer cambios relacionados con el ciclo ovári- co, así como a exacerbarlos (Halbreich y Kas, 1977; Sampson, 1983 y 1984). Sin embargo, no hay duda que el estrés produ- cido por los efectos del SPM, igualmente incide sobre todos los aspectos de la vida de las mujeres que lo padecen (Dalton, 1984); así como que la exposición a estresores ambientales parece predis- poner a las mujeres a tener actitudes negativas hacia la menstruación (Woods, 1985). Autores como Wilcoxon, Schreider y Sherif (1976) enfatizan la influencia de los estresores de la vida cotidiana en la manifestación y curso de trastornos físicos y emocionales. No obstante, si bien existen trabajos como el realizado por Miguel Tobal y Cano Vindel (1991) que apoyan la hipóte- sis según la cual las personas que padecen trastor- nos psicosomáticos perciben un gran número de si- tuaciones como amenazantes, reaccionando ante ellas de modo ansioso, el conocimiento sobre la naturaleza exacta de la relación entre los estresores de la vida cotidiana y enfermedad sigue siendo muy limitado (Schmidt, Grover, Hoban y Rubi- now, 1990). En consecuencia, dados los problemas que presenta el estudio de los cambios asociados con el ciclo ovárico, el papel desempeñado por los estresores de la vida cotidiana en el padecimiento de síntomas emocionales y físicos durante la fase premenstrual, constituye un área todavía más con- fusa. Aún así, la mayoría de los estudios han asumi- do que si existe una asociación entre el estrés y la fase premenstrual, son los cambios asociados a ésta los que causan el estrés y no viceversa (Clare, 1985). En esta línea, Spencer-Gardner, Dennerstein y Burrows (1983) sugieren que la ansiedad que pue- den provocar los síntomas premenstruales pueden incrementar la predisposición de las mujeres a res- ponder a las situaciones estresantes con mayor an- siedad, de modo que la recurrencia de los síntomas premenstruales podría llegar a generar modifica- ciones emocionales que podrían producir trastor- nos tanto físicos como funcionales. Igualmente, Carr (1990), en un estudio en el cual comparó un grupo de mujeres con SPM con otro grupo de mujeres con sintomatología pre- menstrual de intensidad media, en términos de an- siedad, depresión, capacidad de concentración, to- lerancia a la frustración, rendimiento subjetivo y peso corporal, encontró que ambos grupos diferían en cuanto a las puntuaciones de ansiedad, depre- sión, experiencia subjetiva del dolor y tolerancia a la frustración durante la fase premenstrual. Sin embargo, la intensidad del estrés durante la fase premenstrual parece ser igual entre las mujeres con y sin sintomatología premenstrual, si bien las mujeres que no presentan modificaciones premens- truales significativas presentan una mayor reduc- ción subjetiva del estrés durante la fase postmens- trual que las mujeres con SPM (Kirsch y Geer, 1988). En este sentido, cabe señalar que la mayoría de los trabajos realizados sobre las respuestas de an- siedad y ciclo menstrual describen un incremento de dichas respuestas durante la fase premenstrual respecto a la intermenstrual (Golub, 1976; Hal- breich y Kas, 1977; Lahmeyer, Miller y DeLeon- Jones, 1982; Mohan y Chopra, 1985, 1986 y 1987; Van der Ploeg, 1987; Schmidt et al. 1990; Pérez Pareja, 1991). Lo cual sugiere que las respuestas de ansiedad manifestadas durante la fase premenstrual son función de este momento del ciclo. No obstante, según el modelo de los estados emocionales de Wolf (1987), el cual postula que un estado emocional representa un patrón discreto y auto-organizado de variables experienciales, su- 68 F.J. Pérez Pareja, C. Borrás y A.L. Palmer poniendo cada una de estas variables un "contí- nuum"; y, pudiendo existir una dimensión de seve- ridad diferente para cada una de ellas, así como que el estado emocional no está determinado por la intensidad de ninguna variable aislada, sino por el patrón o grupo de estas variables; los cambios emocionales producidos durante la fase premens- trual podrían explicarse mediante el repertorio bá- sico de conductas (RBC) (Staats, 1975, 1980 y 1981). Es decir, según este modelo, la ansiedad pre- menstrual no dependería de las respuestas emitidas ante un determinado estímulo -la fase premens- trual- en un momento aislado, sino de la historia de refuerzos de cada mujer. Asimismo, la experincia del ciclo menstrual de cada mujer no puede aislarse de los demás aspectos de su vida, sino que debe ser considerada teniendo en cuenta el contexto biopsi- cosocial en el cual está inmersa (Asso, 1983). En consecuencia, las respuestas de ansiedad durante las diferentes fases del ciclo ovárico dependerían del modo en que se responde a otros estresores; es decir, de su repertorio básico de conducta. En este sentido, parece que los cambios pre- menstruales positivos -los cuales, pese a que pre- sentan una incidencia equivalente a la observada en el SPM (Asso, 1983), no han recibido la misma atención que la prestada a los cambios negativos, debido, principalmente a la tendencia a enfatizar los aspectos clínicos del ciclo-, son función de las circunstancias satisfactorias de la vida cotidiana en interacción con un estado inespecífico de activa- ción, de modo que se ha sugerido que las mujeres que presentan dificultades ante dichas situaciones interpretan esta activación inespecífica como un es- tado negativo (Parlee, 1980, 1982). En consecuen- cia, factores contextuales tales como las situaciones de la vida cotidiana de la mujer, y su historia social y cultural se presentan como factores capaces de modular las modificaciones perimenstruales. Es decir, la activación que caracteriza a la fase perimenstrual puede servalorada positiva o negati- vamente dependiendo de factores contextuales (Koeske, 1976). Por todo lo anteriormente expuesto, este traba- jo, parte de la hipótesis según la cual las modifica- ciones producidas en las respuestas de ansiedad a lo largo de las distintas fases del ciclo ovárico - intermenstrual, premenstrual, menstrual y post- menstrual- vienen explicadas, fundamentalmente, por la respuesta general de ansiedad. En este senti- do, pretendemos determinar el peso específico de la respuesta general de ansiedad manifestada en los tres sistemas de respuesta -cognitivo, fisiológico y motor-, así como de las situaciones generadoras de ansiedad en la predicción de respuestas de ansie- dad en los distintos momentos del ciclo. Es decir, hipotetizamos que el patrón general de ansiedad, o ansiedad rasgo, sería responsable de las respuestas de ansiedad a lo largo de los distin- tos momentos del ciclo menstrual, así como de sus posibles modificaciones a lo largo del mismo. En consecuencia, el supuesto incremento de las res- puestas de ansiedad en los momentos perimens- truales estaría asociado al patrón general de ansie- dad. Método Sujetos La muestra objeto de estudio estuvo compuesta por 79 mujeres, con edades comprendidas entre los 18 y 53 años de edad. Instrumentos Con el objeto de evaluar la respuesta general de ansiedad, utilizamos el ISRA -Inventario de Si- tuaciones y Respuestas de Ansiedad- (Miguel To- bal y Cano Vindel, 1988), puesto que este instru- mento permite medir la respuesta general de ansie- dad autoinformada en función del triple sistema de respuesta -cognitivo, fisiológico y motor- (Lang, 1971) de modo independiente, así como conocer las situaciones que generan dichas respuestas. Por otra parte, para evaluar las respuestas de ansiedad en las distintas fases del ciclo - intermenstrual, premenstrual, menstrual y post- menstrual- utilizamos el ISRA específico (Miguel Tobal y Cano Vindel, 1988). Este inventario, eva- lúa la ansiedad autoinformada en función de una situación o momento específico, que, en nuestro caso, es cada una de las fases del ciclo ovárico. Procedimiento El ISRA fue contestado por cada mujer inde- pendientemente del momento del ciclo antes de evaluar las respuestas de ansiedad en cada una de las fases del mismo. Ansiedad y Estrés como predictores del Síndrome Premenstrual. 69 En este sentido, cabe señalar que las distintas fases fueron determinadas siguiendo las recomen- daciones de la "Society for Menstrual Cycle Re- search" (SMCR) (1986) (cit. en Asso, 1988, p. 15). Es decir, la menstruación se consideró como punto de referencia para establecer la duración de cada una de las fases, siendo el día 1 del ciclo el día en el cual se inicia la hemorragia menstrual. Igualmente, de acuerdo con la SMCR (1986) utilizamos los términos intermenstrual, premens- trual, menstrual y postmenstrual, dado que se re- comienda que los términos folicular y luteínica se reserven para aquellos casos en los cuales las fases sean determinadas mediante medidas biológicas di- rectas. En consecuencia, los criterios según los cuales se debía contestar el ISRA específico fueron los si- guientes: a) Cada mujer debía contestar dicho instrumento en cada una de las fases del ciclo: fase intermens- trual (día 14, que vendría a coincidir con la ovula- ción o la fase periovulatoria); fase premenstrual (día 25 del ciclo); la fase menstrual (día 2-3 del ci- clo); y, postmenstrual (día 7). En este sentido, es importante hacer notar que pese a que se estima que la duración media del ci- clo ovárico es de 29,5 días (Cutler, 1980; Cutler, Garcia y Krieger, 1979a, 1979b y 1980; Gunn, Jenkin y Gunn, 1937), siguiendo los convenciona- lismos establecidos, hemos considerado una dura- ción media de 28 días. b) La contestación del ISRA específico se distribu- yó de forma aleatoria a lo largo de un período de tres ciclos menstruales completos, de modo que cada mujer inició sus mediciones en fases mens- truales distintas, realizando un total de 12 medi- ciones de sus respuestas de ansiedad. De manera que la respuesta de ansiedad específica se evaluó tres ocasiones en la fase intermenstrual, otras tres durante la fase premenstrual, tres la menstrual y tres más la intermenstrual. Esta forma de proceder, según la cual la dura- ción del período de evaluación fue de tres ciclos ováricos, se debe a que la mayoría de los autores señalan la necesidad de evaluar las modificaciones de modo prospectivo (Halbreich y col. 1993; Live- sey et al.. 1989; Van der Ploeg y Lodder, 1993), así como a que se recomienda la evaluación de más de un ciclo -preferiblemente tres- y considerar el valor medio de las puntuaciones obtenidas en los distin- tos ciclos, dada la elevada variabilidad y baja con- sistencia sintomática interciclos. Es decir, para evitar los efectos que pueden dis- torsionar la respuesta de ansiedad en los distintos momentos del ciclo, se recomienda realizar medi- das repetidas al menos durante tres ciclos mens- truales completos y considerar su valor medio co- mo valor de dicha respuesta. Dicho en otras palabras, con la utilización de medidas repetidas se pretende, por un lado minimi- zar los efectos de la sobrevaloración y/o de la in- fravaloración de las modificaciones en las respues- tas de ansiedad a lo largo de los distintos momen- tos del ciclo; y, por otro, al evaluar la recurrencia de dichas respuestas a lo largo de tres ciclos mens- truales, reducir la posibilidad de que la aparición de la sintomatología y la menstruación se deba al azar, permitiendo determinar la relación temporal entre los síntomas y las distintas fases del ciclo Resultados En primer lugar, las mujeres de la muestra presentaron una respuesta general de ansiedad media situada en el nivel de ansiedad de modera- da a marcada en los tres sistemas de respuesta, según el perfil que se establece a partir de las puntuaciones obtenidas en el ISRA (figura 1): 0 10 20 30 40 50 Cogn. Fisiol. Motor Sistema de Respuesta Figura 1. Representación gráfica de las puntuaciones de ansiedad manifestadas en los distintos sistemas de res- puesta (Cognitivo, Fisiológico y Motor). Sistema Cognitivo (C): P.D. = 79,38; P.C. = 50; Sistema Fisiológico (F): P.D. = 40,05; P. C. = 50; Sistema Motor (M): P.D. = 42,01; P. C. = 30. 70 F.J. Pérez Pareja, C. Borrás y A.L. Palmer De modo que el rasgo general de ansiedad me- dio fue de 161, 4545 (P.C. = 40), el cual se corres- ponde con niveles de ansiedad de moderada a mar- cada. Asimismo, en cuanto a las situaciones genera- doras de ansiedad, o áreas situacionales contem- pladas en el ISRA, obtuvimos puntuaciones situa- das, igualmente, en el nivel de ansiedad de mode- rada a marcada (figura 2): 0 10 20 30 40 50 60 FI FII FIII FIV Áreas Situacionales Figura 2. Representación gráfica de las puntuaciones de ansiedad ante las distintas área situacionales contempla- das en el ISRA. F1: Ansiedad ante la evaluación; FII: An- siedad interpersonal; FIII: Ansiedad fóbica; FIV: Ansie- dad ante las situaciones de la vida cotidiana. Ansiedad ante la evaluación (FI): P.D. = 77,25; P.C. = 45; Ansiedad interpersonal (FII): P.D. = 18, 45; P.C. = 50; Ansiedad fóbica (FIII): P.D. = 36,56; P.C. = 50; Ansiedad ante las situaciones de la vida cotidiana (FIV): P.D. = 16,88; P. C. = 55. En segundo lugar, en cuanto a las puntuaciones obtenidas en el ISRA específico en las distintas fa- ses del ciclo, se obtuvieron las siguientes puntua- ciones medias (figura 3): TAINTER (total de respuestas de ansiedad medidas durante la fase intermenstrual): X = 8,772 TAPRE (total de respuestas de ansiedad medidas durante la fase premenstrual): X = 9,680. TAMENS (total de respuestas de ansiedad me- didas durante la fase menstrual) X = 10,731 TAPOST (total de respuestas de ansiedad medidasdurante la fase postmenstrual) X = 9,594. 0 2 4 6 8 10 12 TAINTE TAPRE TAMEN TPOST Fase del Ciclo Menstrual Figura 3. Representación gráfica del total de respuestas de ansiedad medidas en los distintos momentos del ciclo menstrual Asimismo, se analizó si existían diferencias significativas entre las respuestas de ansiedad en función de los distintos momentos del ciclo ovári- co -intermenstrual, premenstrual, menstrual y post- menstrual-, obteniendo una F = 2,6595 (P<.05), lo cual indica la existencia de diferencias estadística- mente significativas. Por tanto, se aplicó el análisis de la variancia -comparaciones múltiples- (tabla 1), mediante el cual se determinó que existen diferencias significativas entre las respuestas de ansiedad medidas en la fase menstrual y las evaluadas en la fase postmenstrual del ciclo (t = 2,59909; (P<.05)). Tabla 1: Análisis de la variancia. Comparaciones múltiples. TAINTER X = 8,772 TAPRE X = 9,680 TAMENS X = 10,731 TAPOST X = 9,594 TAINTER N.S. TAPRE N.S. TAMENS 2,59909 (P<.05) t Sig. Siendo: TAINTER: total de respuestas de ansiedad medidas durante la fase intermenstrual, TAPRE: premenstrual; TAMENS: menstrual; y TAPOST: postmenstrual Ansiedad y Estrés como predictores del Síndrome Premenstrual. 71 Estos resultados, en contra de lo indicado por Dalton (1964), que describe el SPM y/o los CPM y la dismenorrea como entidades fenomenológica y etiológicamente separadas, señalando que la seve- ridad de la dismenorrea es inversamente propor- cional a la intensidad de los síntomas del SPM; apoyan la idea de que las modificaciones premens- truales y menstruales, habitualmente se solapan (Clare, 1983), lo cual dificulta la determinación de los cambios que pertenecen al SPM y cuales for- man parte de la dismenorrea. Por tanto, tal como señala Taylor (1979) parece más correcto hablar de síntomas o cambios perimenstruales. Por otra parte, el que no aparezcan diferencias significativas entre las respuestas de ansiedad du- rante la fase intemenstrual y la premenstrual aporta evidencias en contra de la supuesta sensación de bienestar debida al pico de estradiol durante la fase periovulatoria de la que habla Reid (1985). En otro orden de cosas, la aplicación del mode- lo de regresión múltiple, método "stepwise" sugie- re que las respuestas de ansiedad-rasgo manifesta- das en el sistema motor constituyen las respuestas de mayor peso en la predicción de las respuestas de ansiedad en los distintos momentos del ciclo ovári- co, explicando el 26,4% de la variancia observada en las respuestas de ansiedad en el total de las fases intermenstruales evaluadas (TAINTER); el 23,8% de la variancia observada en el total de las fases premenstruales (TAPRE); el 31,2% de la observa- da en el total de fases menstruales (TAMENS); y, finalmente, el 25,5% de la variancia observada en las respuestas de ansiedad evaluadas en la fase postmenstrual (TAPOST) (tabla 2). Tabla 2: Modelo de regresión múltiple. Método "stepwise" TAINTER = 1,427211 + 0,175844 * M R2 = .26429 TAPRE = 2,203463 + 0,180926 * M R2 = .23815 TAMENS = 1,600514 + 0,210900 * M R2 = .31265 TAPOST = 2,252005 + 0,176178 * M R2 = .25770 Siendo: TAINTER: total de respuestas de ansiedad medi- das durante la fase intermenstrual; premenstrual (TAPRE); menstrual (TAMENS); postmenstrual (TA-POST); M: res- puestas de ansiedad manifestadas en el sistema de respuesta motor. Igualmente, el FIV -ansiedad ante las situa- ciones de la vida cotidiana- es el área situacional que participa significativamente en la predicción de la manifestación de respuestas de ansiedad, en todas las fases del ciclo (tabla 3). Tabla 3: Modelo de regresión múltiple. Método "step- wise". ¡Error! Marcador no definido.TAINTER = 1,856501 + 0,425974 * FIV R2 = .40308 TAPRE = 3,017455 + 0,409970 * FIV R2 = .32472 TAMENS = 2,795560 + 0,455150 * FIV R2 = .38055 TAPOST = 2,620371 + 0,397842 * FIV R2 =.36743 Siendo: TAINTER: total de respuestas de ansiedad medi- das durante la fase intermenstrual; premenstrual (TAPRE); menstrual (TAMENS); postmenstrual (TA-POST); FIV: respuestas de ansiedad manifestadas ante las situaciones de la vida cotidiana. Tabla 4: Correlaciones entre el total de las respuestas de ansiedad a lo largo de diversas fases del ciclo menstrual. C F M TAINTER .3690 (P<.01) .1361 .4534 (P<.01) .2055 .5141 (P<.01) .2642 r Sig. r2 TAPRE .3388 (P<.01) .1147 .4021 (P<.01) .1616 .4880 (P<.01) .2381 r Sig. r2 TAMENS .3788 (P<.01) .1434 .4651 (P<.01) .2116 .5591 (P<.01) .3126 r Sig. r2 TAPOST .3174 (P<.05) .1007 .4594 (P<.01) .2110 .5076 (P<.01) .2577 r Sig. r2 Siendo las fases: intermenstrual (TAINTER), premenstrual (TAPRE), menstrual (TAMENS) y postmenstrual (TAPOST)- y la respuesta general de ansiedad manifestada en el triple sistema de respuesta -cognitivo (C), fisiológico (F) y motor (M)-. Al respecto cabe destacar que la ansiedad manifestada ante las situaciones de la vida coti- diana explica el 40,3% de la variancia observada en las respuestas de ansiedad evaluadas en la fase intermenstrual (TAINTER); el 32,4% de la va- riancia observada en las respuestas de ansiedad en las tres fases premenstruales evaluadas (TAPRE); el 38% de la variancia observada en 72 F.J. Pérez Pareja, C. Borrás y A.L. Palmer las respuestas de ansiedad medidas en la fase menstrual (TAMENS); y, por último, el 36,7% de la variancia observada en las respuestas de ansie- dad evaluadas en la fase postmenstrual de los tres ciclos menstruales considerados (TAPOST). Asimismo, si bien las respuestas de ansiedad manifestadas en el sistema motor, así como las respuestas de ansiedad manifestadas ante las si- tuaciones de la vida cotidiana participan signifi- cativamente en la predicción de las respuestas de ansiedad en los distintos momentos del ciclo, de- bemos tener en cuenta, tal como se muestra en la tabla 4, que la ansiedad expresada en el sistema de respuesta cognitivo y fisiológico, igualmente intervienen en dichas respuestas. Del mismo modo, el FI -ansiedad ante la eva- luación- y el FII -ansiedad interpersonal- partici- pan de manera significativa en tales respuestas. Sin embargo, hay que señalar que el FIII - ansiedad fóbica- no presenta ninguna significa- ción en la predicción de los cambios observados en las respuestas de ansiedad a lo largo de las dis- tintas fases del ciclo ovárico (tabla 5). Tabla 5: Correlaciones entre el total de las respuestas de ansiedad medidas en los distintos momentos del ciclo mens- trual. FI FII FIII FIV TAINTER .4753 (P<.01) .2259 .3824 (P<.01) .1462 N.S. .6349 (P<.01) .4030 r Sig. r2 TAPRE .4448 (P<.01) .1978 .3473 (P<.01) .1206 N.S. .5698 (P<.01) .3247 r Sig. r2 TAMENS .5359 (P<.01) .2871 .4193 (P<.01) .1758 N.S. .6167 (P<.01) .3805 r Sig. r2 TAPOST .4704 (P<.01) .2212 .4166 (P<.01) .1735 N.S. .6062 (P<.01) .3674 r Sig. r2 Siendo las fases: -intermenstrual (TAINTER), premens- trual (TAPRE), menstrual (TAMENS) y postmenstrual (TAPOST) y las respuestas de ansiedad manifestadas ante las distintas áreas situacionales -FI: ante la evaluación; FII: interpersonal; FIII: fóbica; FIV: ante las situaciones de la vida cotidiana-. Conclusiones En primer lugar, nuestros datos señalan que, a excepción de la fase menstrual en la cual se pro- duce un incremento significativo en las respues- tas de ansiedad, en la ansiedad parece mantenerse constante en los demás momentos. A partir de estos resultados, podemos con- cluir: 1º Al contrario de lo señalado por Moos (1969) Reid (1985) y Rossi y Rossi (1977), la fase in- termenstrual no sería la única que puede apare- cer asociadaa respuestas subjetivas de bienes- tar. 2º Igualmente y en contra de lo indicado por au- tores como Dalton (1964) y Mortola (1992), que defienden la idea según la cual con el ini- cio de la hemorragia menstrual se produce una remisión de la sintomatología premenstrual, en lugar de una reducción de la intensidad de las respuestas de ansiedad durante la fase mens- trual, en nuestro trabajo se ha encontrado que dichas respuestas se incrementan, precisamen- te, en la fase menstrual, para volver a decre- mentar hasta los niveles previos en la fase postmenstrual. En conclusión, en un principio, nuestros re- sultados estarían de acuerdo con lo indicado por Dalton (1982) Green y Dalton (1953) y Mortola (1992), que sugieren que el padecimiento del SPM y/o CPM se caracteriza por una vuelta a la normalidad durante la fase postmenstrual. Sin embargo, hay que destacar que las puntuaciones de ansiedad obtenidas en la fase postmenstrual son muy similares a las obtenidas en la fase in- termenstrual y premenstrual. En consecuencia, cabría hipotetizar que la menstruación, al menos para algunas mujeres, actúa como un estresor (Blechman, 1983, 1988); y, con la finalización de ésta -al eliminar el estresor- es cuando se produce el retorno a la normalidad y no antes. Por otra parte, los resultados obtenidos sugie- ren que los cambios producidos en las respuestas de ansiedad a lo largo del ciclo menstrual, depen- den en gran medida del patrón básico de conduc- ta ansiosa, así como de las situaciones y estreso- res de la vida cotidiana con los que enfrenta cada mujer. En este sentido, cabe hipotetizar que si una mujer ya presenta un nivel de ansiedad ante las situaciones de la vida cotidiana de moderado a Ansiedad y Estrés como predictores del Síndrome Premenstrual. 73 marcado, el inicio de la menstruación implica la adición de otro estresor, igualmente perteneciente a la vida cotidiana de la mujer, de modo que se incrementarían dichas respuestas. En tal caso, los incrementos en las respuestas de ansiedad duran- te la fase premenstrual podrían atribuirse a la an- ticipación del estresor, lo cual se encuentra en concordancia con el modelo bioconductual de Blechman (1983, 1988), según el cual, cuando la hemorragia menstrual constituye una experiencia aversiva -bien debido al dolor experimentado, bien debido a que puede ser percibida como un hecho vergonzoso o molesto por algunas muje- res-, una mujer puede generar miedo hacia sus hemorragias menstruales, de modo que se hace vulnerable al aprendizaje tanto de padecimiento de síntomas como de hábitos de evitación inadap- tativos, de forma que las mujeres más vulnerables evolucionarían, mes a mes, hacia una conducta caracterizada por la presencia de respuestas de ansiedad y depresión, así como por una vulnera- bilidad física. Dicho en otras palabras, la anticipación de la hemorragia menstrual, considerada como un es- tímulo aversivo, puede manifestarse en forma de respuestas de ansiedad, irritabilidad y tensión; es decir, los síntomas premenstruales más comunes. En definitiva, y a modo de conclusión, cabe indicar que los cambios o fluctuaciones en las respuestas de ansiedad a lo largo del ciclo mens- trual no dependerían, ni exclusiva ni fundamen- talmente, de las variaciones producidas en las concentraciones hormonales, sino que se explica- rían mejor atendiendo a factores tales como la respuesta general de ansiedad (Borrás Sansaloni, Pérez Pareja y Palmer Pol, 1993, 1994; Mohan y Cophra, 1986, 1987; Pérez Pareja, Borrás Sansa- loni y Palmer Pol, 1992; Pérez Pareja, Palmer Pol y Borrás Sansaloni, 1992) y las expectativas ne- gativas acerca de la fase perimenstrual (Borrás Sansaloni, Pérez Pareja y Palmer Pol, 1992a y 1992b; Parlee, 1974, 1982). Aspectos que pensamos deberían tenerse en cuenta a la hora de establecer cualquier tratamiento de los cambios premenstruales y/o del SPM). Referencias bibliográficas Abplanalp, J.M. (1983). Psychologic components of the premenstrual syndrome: evaluating the research and choosing the treatment. Journal of Reproductive Medicine, 28, 517- 524. Abraham, S.F., Beumont, P.J.V., Argali, W.J. y Haywood, P. (1981). Nutrient intake and the menstrual cycle. Aus- tralian and New Zeland Journal of Medicine, 11, 210-211. Asso, D. (1983). The real menstrual cy- cle. Chichester: Wliley. Asso, D. (1988). Physiology and psy- chology of the normal menstrual cy- cle. En M.G. Brush y E.M. Goudsmit (eds). Functional Disor- ders of the menstrual cycle (pp. 15- 36) Chichester: Wiley. Bäckström, T. y Carstersen, H. (1974) Estrogen and progesterone in plasma in relation to premenstrual tension. Journal of Steroid Biochemical, 5, 257-260. 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