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Ansiedad y 
 Estrés 
ISSN: 1134-7937 
1994, 0, 65-76 
ANSIEDAD Y ESTRÉS COMO PREDICTORES 
DEL SÍNDROME PREMENSTRUAL 
 
Fco. J. Pérez Pareja*, Carmen Borrás Sansaloni** y Alfonso L. Palmer Pol* 
 
*Dept. de Psicología. Universitat de les Illes Balears, 
 **Dept. de Psicología Clínica. TEIS (Técnicos Interprofesionales de Servicios). 
 
 
Resumen: A medida que avanza la investigación so-
bre el ciclo menstrual en general; y, sobre el síndrome 
premenstrual (SPM) y/o los cambios premenstruales 
(CPM) en particular, se acumulan evidencias de la 
importancia de la respuesta general de ansiedad, así 
como de la ansiedad manifestada ante los acontecimien-
tos de la vida cotidiana en el padecimiento de dichos 
trastornos. 
 Por otra parte, la ansiedad parece ser la única queja 
premenstrual universal, así como la más molesta y la 
que más interfiere en la vida de quienes presentan 
trastornos relacionados con el ciclo ovárico. 
 En nuestro trabajo, realizado con una muestra 
compuesta por 79 mujeres con ausencia de trastornos 
que podrían englobarse bajo el término SPM, se evalúa 
el peso específico de la respuesta general de ansiedad, 
así como de las situaciones generadoras de ansiedad en 
la manifestación de modificaciones en las respuestas de 
ansiedad a lo largo de los distintos momentos del ciclo 
ovárico. 
Palabras Clave: Respuesta general de ansiedad, Es-
trés, Cambios premenstruales emocionales negativos 
 
 
Abstract: As the study about the menstrual cycle and 
the premenstrual syndrome (PMS) and/or premen-
strual changes (CPM) is progressing, evidences about 
the important role played by tne anxiety-trait, as well as 
stress on the suffering of these disorders are acumulated. 
 On the other hand, anxiety seems to be the only uni-
versal premenstrual complaint, as well as the most un-
comfortable one and what more interferes in the life 
of women who suffer these disorders. 
 In our work, made with a sample of 79 women wit-
hout severe disorders related with the premenstrual 
phase of the cycle, we assess the weight of the anxi-
ety-trait and the situations what generate fluctuations 
in the anxiety responses through the different mo-
ments of the ovaric cycle. 
Key words: Anxiety-trait, Stress, Negative emotional 
premenstrual changes 
 
Title: Anxiety and stress as predictors of 
the premenstrual syndrome. 
Introducción 
 
 En las últimas décadas se ha incrementado el 
interés por el estudio del ciclo menstrual femenino; 
y, fundamentalmente por sus posibles efectos sobre 
el comportamiento. En este sentido, se ha sugerido 
que el ciclo menstrual es capaz de modular aspec-
tos tan dispares como la ingesta de determinados 
alimentos (Abraham, Beumont, Argall y Haywood, 
1981; Wright y Crow, 1973); la eficacia en la reali-
zación de tareas intelectuales (Broverman et al. 
1981; Moos, 1968; Rubinow y Roy-Byrne, 1984); 
el dolor (Reid, 1985; Robinson y Short, 1977; 
Webster, 1980); la visión (Ward, Stone y Sand-
 
* Dirigir la correspondencia a: Dr. Francisco Javier Pérez 
Pareja. Dept. de Psicología. Universitat de les Illes Balears. 
Cra. de Valldemossa, Km. 7,5 07071 Palma de Mallorca. 
© Copyright 1995: de los Editores de Ansiedad y Estrés 
Artículo recibido: 19-12-94, aceptado: 10-1-95. 
man, 1978) el olfato (Doty, Ford, Preti y Huggins, 
1975; Doty, Huggins, Snyder y Lowry, 1981); la 
conducta sexual (Bancroft, Sanders, Davidson y 
Warner, 1983; Judd y Yen, 1973; Kaplan, 1974; 
Masters y Johnson, 1966; Morris y Udry, 1970 y 
1972; Sanders y Bancroft, 1982) el sueño (Dalton, 
1984; Lee, Shaver, Giblin, y Woods, 1990); pero 
sobre todo, el estado de ánimo (Benedek y Rubins-
tein, 1939a y 1939b; Giannini, Price, Loiselle y 
Giannini, 1985; Halbreich, Endicott y Nee, 1983; 
Hallman, 1986; Logue y Moos, 1988; Paige, 1971; 
Peters, 1990; Rosen, Moghadam y Endicott, 1990). 
 Tal como recoge Reid (1985), mientras que la 
fase de ovulación -debido al incremento en los ni-
veles de estradiol- parece asociada a sensaciones 
de bienestar, los momentos perimenstruales; y, par-
ticularmente, la fase premenstrual o luteínica, pare-
ce estar relacionada con la aparición de respuestas 
66 F.J. Pérez Pareja, C. Borrás y A.L. Palmer 
emocionales negativas tales como ansiedad, ten-
sión, irritabilidad y estado de ánimo deprimido; y, 
con menor frecuencia, deseos o intentos de suici-
dio, hostilidad, falta de atención, agresividad, ira, 
apatía y letargia. Cambios que se han intentado re-
lacionar con las concentraciones en los niveles de 
progesterona y estrógeno que se producen en dicha 
fase (Frank, 1931; Dalton,1984; Green y Dalton, 
1953). 
 Sin embargo, los resultados obtenido son bas-
tante contradictorios. Mientras que en algunos tra-
bajos aparecen datos que parecen confirmar esta 
hipótesis (Bäckström y Cartensen, 1974; Green y 
Dalton, 1953); en otros, no se ha podido encontrar 
ninguna diferencia en dichos niveles entre las mu-
jeres aquejadas de SPM (síndrome premenstrual) y 
las demás mujeres que menstrúan (Fisher, Trieller 
y Napolitano, 1989; Raush y Janowsky, 1982; 
Schmidt et al. 1991). 
 En este sentido, Bäckström et al. (1983) indi-
can que pese a que la relación temporal entre los 
síntomas premenstruales y la fase premenstrual del 
ciclo es evidente, la caída en las concentraciones 
hormonales en plasma durante dicha fase no 
permite explicar la etiología del síndrome. 
 Dicho en otras palabras, aún manteniéndose la 
evidencia de que los cambios premenstruales se 
encuentran relacionados con el ciclo ovárico, sin 
embargo, esta vinculación no explica la severidad 
de la sintomatología, lo cual lleva a la conclusión 
fundamental de que la severidad de los síntomas 
tienen poco o nada que ver con el ciclo menstrual 
en sí mismo (Walker, 1992). 
 De cualquier modo, los cambios psicológicos o 
emocionales parecen constituir los síntomas más 
molestos del síndrome premenstrual (SPM), así 
como la única queja premenstrual universal (Gise, 
1988). Si bien, estos cambios, con frecuencia, cur-
san con modificaciones físicas (Abplanalp, 1983; 
Woods, 1985). 
 Por otra parte, se han encontrado correlaciones 
entre el padecimiento de cambios premenstruales 
negativos tanto físicos como emocionales y la res-
puesta general de ansiedad. De modo que las muje-
res que presentan un patrón de conducta ansioso 
parecen experimentar más cambios premenstruales 
negativos y de mayor severidad que las demás mu-
jeres (Borrás Sansaloni, Pérez Pareja y Palmer Pol, 
1993; Heilbrun y Frank, 1989; Mohan y Chopra, 
1985, 1986 y 1987; Logue y Moos, 1986; Woods, 
1985). Por tanto, es más que una mujer presente 
sintomatología premenstrual como correlato de sus 
propias características personales y de las circuns-
tancias bajo las cuales experimenta los cambios cí-
clicos, que en función de un mecanismo hormonal 
subyacente (Sanders, Warner, Bäckström y Ban-
croft, 1983). En consecuencia, en el estudio del 
SPM y/o de los cambios premenstruales (CPM), 
las fluctuaciones hormonales propias del ciclo ová-
rico deberían ser consideradas, única y exclusiva-
mente, como un sustrato biológico, pero en ningún 
caso como factor etiológico, puesto que todas las 
mujeres que menstrúan experimentan dichas fluc-
tuaciones hormonales, pero no todas presentan 
trastornos asociados al ciclo menstrual. 
 Dicha hipótesis se ve apoyada por evidencias 
tales como que la experiencia del dolor durante la 
fase luteínica, así como las conductas asociadas a 
ésta están mediadas por la historia de refuerzos de 
cada mujer (Asso, 1983; Borrás Sansaloni, Pérez 
Pareja y Palmer Pol, 1994; Fielding y Bosanko, 
1984). 
 Asimismo, autores como Morse y Dennerstein 
(1988) y Heilbrun y Frank (1989) indican que la 
ansiedad generalizada o el rasgo de personalidad 
ansioso desempeña un importante papel en la sen-
sibilización a los cambios biológicos y psicológi-
cos que tienen lugar a lo largo del ciclo menstrual, 
incrementandoel malestar sintomático. 
 Sin embargo, en principio no parece necesario 
asumir que la relación entre los síntomas premens-
truales y los denominados sensibilizadores -estrés y 
ansiedad-rasgo- sea unidireccional. Es decir, la an-
siedad anticipatoria y el estrés pueden incrementar 
el impacto de los síntomas premenstruales; y, éstos, 
a su vez, pueden actuar circularmente reforzando 
tanto la ansiedad anticipatoria como el nivel de an-
siedad generalizada (Heilbrun y Frank, 1989). 
 En consecuencia, la interacción entre las carac-
terísticas individuales, los parámetros hormonales 
y las condiciones ambientales descrita por Morse y 
Dennerstein (1988) presentaría efectos bidireccio-
nales. 
 Igualmente, a diferencia de las fluctuaciones 
hormonales, parece que ciertas características per-
sonales tales como el patrón general de ansiedad 
permiten diferenciar a las mujeres que padecen 
cambios premenstruales negativos severos o el 
SPM, de las demás mujeres (Watts, Dennerstein y 
Horne, 1980). 
Ansiedad y Estrés como predictores del Síndrome Premenstrual. 67 
 
 En este sentido, la mayor parte de los trabajos 
han demostrado que las mujeres aquejadas de SPM 
presentan mayores niveles de ansiedad a lo largo 
de todo el ciclo que las mujeres que no experimen-
tan modificaciones premenstruales (Halbreich y 
Kas, 1977; Hart y Russell, 1986; Mohan y Chopra, 
1986; Metcalf, Livesey, Wells y Braiden, 1989). 
 Igualmente, autores como Metcalf et al. (1990) 
han encontrado que la denominada "disforia pre-
menstrual" no constituye un preludio universal de 
la hemorragia menstrual, sino que únicamente se 
observa en aquellas mujeres aquejadas de SPM. 
 Por otra parte, autores como Ganon, Luchetta, 
Pardie y Rhodes (1989) y Picone y Kirkby (1990) 
indican que el estrés constituye el mayor y más 
consistente predictor de los cambios perimenstrua-
les. Si bien dichos estresores no se refieren a situa-
ciones límite tales como la muerte de un ser queri-
do, el divorcio, la pérdida de empleo, etc., sino que 
se encuentran adscritos a acontecimientos de la vi-
da cotidiana. 
 En general, se ha tendido a considar el estrés 
como un factor capaz de predisponer a las mujeres 
a padecer cambios relacionados con el ciclo ovári-
co, así como a exacerbarlos (Halbreich y Kas, 
1977; Sampson, 1983 y 1984). 
 Sin embargo, no hay duda que el estrés produ-
cido por los efectos del SPM, igualmente incide 
sobre todos los aspectos de la vida de las mujeres 
que lo padecen (Dalton, 1984); así como que la 
exposición a estresores ambientales parece predis-
poner a las mujeres a tener actitudes negativas 
hacia la menstruación (Woods, 1985). 
 Autores como Wilcoxon, Schreider y Sherif 
(1976) enfatizan la influencia de los estresores de 
la vida cotidiana en la manifestación y curso de 
trastornos físicos y emocionales. No obstante, si 
bien existen trabajos como el realizado por Miguel 
Tobal y Cano Vindel (1991) que apoyan la hipóte-
sis según la cual las personas que padecen trastor-
nos psicosomáticos perciben un gran número de si-
tuaciones como amenazantes, reaccionando ante 
ellas de modo ansioso, el conocimiento sobre la 
naturaleza exacta de la relación entre los estresores 
de la vida cotidiana y enfermedad sigue siendo 
muy limitado (Schmidt, Grover, Hoban y Rubi-
now, 1990). En consecuencia, dados los problemas 
que presenta el estudio de los cambios asociados 
con el ciclo ovárico, el papel desempeñado por los 
estresores de la vida cotidiana en el padecimiento 
de síntomas emocionales y físicos durante la fase 
premenstrual, constituye un área todavía más con-
fusa. 
 Aún así, la mayoría de los estudios han asumi-
do que si existe una asociación entre el estrés y la 
fase premenstrual, son los cambios asociados a ésta 
los que causan el estrés y no viceversa (Clare, 
1985). 
 En esta línea, Spencer-Gardner, Dennerstein y 
Burrows (1983) sugieren que la ansiedad que pue-
den provocar los síntomas premenstruales pueden 
incrementar la predisposición de las mujeres a res-
ponder a las situaciones estresantes con mayor an-
siedad, de modo que la recurrencia de los síntomas 
premenstruales podría llegar a generar modifica-
ciones emocionales que podrían producir trastor-
nos tanto físicos como funcionales. 
 Igualmente, Carr (1990), en un estudio en el 
cual comparó un grupo de mujeres con SPM con 
otro grupo de mujeres con sintomatología pre-
menstrual de intensidad media, en términos de an-
siedad, depresión, capacidad de concentración, to-
lerancia a la frustración, rendimiento subjetivo y 
peso corporal, encontró que ambos grupos diferían 
en cuanto a las puntuaciones de ansiedad, depre-
sión, experiencia subjetiva del dolor y tolerancia a 
la frustración durante la fase premenstrual. 
 Sin embargo, la intensidad del estrés durante la 
fase premenstrual parece ser igual entre las mujeres 
con y sin sintomatología premenstrual, si bien las 
mujeres que no presentan modificaciones premens-
truales significativas presentan una mayor reduc-
ción subjetiva del estrés durante la fase postmens-
trual que las mujeres con SPM (Kirsch y Geer, 
1988). 
 En este sentido, cabe señalar que la mayoría de 
los trabajos realizados sobre las respuestas de an-
siedad y ciclo menstrual describen un incremento 
de dichas respuestas durante la fase premenstrual 
respecto a la intermenstrual (Golub, 1976; Hal-
breich y Kas, 1977; Lahmeyer, Miller y DeLeon-
Jones, 1982; Mohan y Chopra, 1985, 1986 y 1987; 
Van der Ploeg, 1987; Schmidt et al. 1990; Pérez 
Pareja, 1991). Lo cual sugiere que las respuestas de 
ansiedad manifestadas durante la fase premenstrual 
son función de este momento del ciclo. 
 No obstante, según el modelo de los estados 
emocionales de Wolf (1987), el cual postula que 
un estado emocional representa un patrón discreto 
y auto-organizado de variables experienciales, su-
68 F.J. Pérez Pareja, C. Borrás y A.L. Palmer 
poniendo cada una de estas variables un "contí-
nuum"; y, pudiendo existir una dimensión de seve-
ridad diferente para cada una de ellas, así como 
que el estado emocional no está determinado por la 
intensidad de ninguna variable aislada, sino por el 
patrón o grupo de estas variables; los cambios 
emocionales producidos durante la fase premens-
trual podrían explicarse mediante el repertorio bá-
sico de conductas (RBC) (Staats, 1975, 1980 y 
1981). 
 Es decir, según este modelo, la ansiedad pre-
menstrual no dependería de las respuestas emitidas 
ante un determinado estímulo -la fase premens-
trual- en un momento aislado, sino de la historia de 
refuerzos de cada mujer. Asimismo, la experincia 
del ciclo menstrual de cada mujer no puede aislarse 
de los demás aspectos de su vida, sino que debe ser 
considerada teniendo en cuenta el contexto biopsi-
cosocial en el cual está inmersa (Asso, 1983). En 
consecuencia, las respuestas de ansiedad durante 
las diferentes fases del ciclo ovárico dependerían 
del modo en que se responde a otros estresores; es 
decir, de su repertorio básico de conducta. 
 En este sentido, parece que los cambios pre-
menstruales positivos -los cuales, pese a que pre-
sentan una incidencia equivalente a la observada en 
el SPM (Asso, 1983), no han recibido la misma 
atención que la prestada a los cambios negativos, 
debido, principalmente a la tendencia a enfatizar 
los aspectos clínicos del ciclo-, son función de las 
circunstancias satisfactorias de la vida cotidiana en 
interacción con un estado inespecífico de activa-
ción, de modo que se ha sugerido que las mujeres 
que presentan dificultades ante dichas situaciones 
interpretan esta activación inespecífica como un es-
tado negativo (Parlee, 1980, 1982). En consecuen-
cia, factores contextuales tales como las situaciones 
de la vida cotidiana de la mujer, y su historia social 
y cultural se presentan como factores capaces de 
modular las modificaciones perimenstruales. 
 Es decir, la activación que caracteriza a la fase 
perimenstrual puede servalorada positiva o negati-
vamente dependiendo de factores contextuales 
(Koeske, 1976). 
 Por todo lo anteriormente expuesto, este traba-
jo, parte de la hipótesis según la cual las modifica-
ciones producidas en las respuestas de ansiedad a 
lo largo de las distintas fases del ciclo ovárico -
intermenstrual, premenstrual, menstrual y post-
menstrual- vienen explicadas, fundamentalmente, 
por la respuesta general de ansiedad. En este senti-
do, pretendemos determinar el peso específico de 
la respuesta general de ansiedad manifestada en los 
tres sistemas de respuesta -cognitivo, fisiológico y 
motor-, así como de las situaciones generadoras de 
ansiedad en la predicción de respuestas de ansie-
dad en los distintos momentos del ciclo. 
 Es decir, hipotetizamos que el patrón general 
de ansiedad, o ansiedad rasgo, sería responsable de 
las respuestas de ansiedad a lo largo de los distin-
tos momentos del ciclo menstrual, así como de sus 
posibles modificaciones a lo largo del mismo. En 
consecuencia, el supuesto incremento de las res-
puestas de ansiedad en los momentos perimens-
truales estaría asociado al patrón general de ansie-
dad. 
 
Método 
 
Sujetos 
 
 La muestra objeto de estudio estuvo compuesta 
por 79 mujeres, con edades comprendidas entre los 
18 y 53 años de edad. 
 
Instrumentos 
 
 Con el objeto de evaluar la respuesta general 
de ansiedad, utilizamos el ISRA -Inventario de Si-
tuaciones y Respuestas de Ansiedad- (Miguel To-
bal y Cano Vindel, 1988), puesto que este instru-
mento permite medir la respuesta general de ansie-
dad autoinformada en función del triple sistema de 
respuesta -cognitivo, fisiológico y motor- (Lang, 
1971) de modo independiente, así como conocer 
las situaciones que generan dichas respuestas. 
 Por otra parte, para evaluar las respuestas de 
ansiedad en las distintas fases del ciclo -
intermenstrual, premenstrual, menstrual y post-
menstrual- utilizamos el ISRA específico (Miguel 
Tobal y Cano Vindel, 1988). Este inventario, eva-
lúa la ansiedad autoinformada en función de una 
situación o momento específico, que, en nuestro 
caso, es cada una de las fases del ciclo ovárico. 
 
 
Procedimiento 
 
 El ISRA fue contestado por cada mujer inde-
pendientemente del momento del ciclo antes de 
evaluar las respuestas de ansiedad en cada una de 
las fases del mismo. 
Ansiedad y Estrés como predictores del Síndrome Premenstrual. 69 
 
 En este sentido, cabe señalar que las distintas 
fases fueron determinadas siguiendo las recomen-
daciones de la "Society for Menstrual Cycle Re-
search" (SMCR) (1986) (cit. en Asso, 1988, p. 15). 
Es decir, la menstruación se consideró como punto 
de referencia para establecer la duración de cada 
una de las fases, siendo el día 1 del ciclo el día en 
el cual se inicia la hemorragia menstrual. 
 Igualmente, de acuerdo con la SMCR (1986) 
utilizamos los términos intermenstrual, premens-
trual, menstrual y postmenstrual, dado que se re-
comienda que los términos folicular y luteínica se 
reserven para aquellos casos en los cuales las fases 
sean determinadas mediante medidas biológicas di-
rectas. 
 En consecuencia, los criterios según los cuales 
se debía contestar el ISRA específico fueron los si-
guientes: 
a) Cada mujer debía contestar dicho instrumento 
en cada una de las fases del ciclo: fase intermens-
trual (día 14, que vendría a coincidir con la ovula-
ción o la fase periovulatoria); fase premenstrual 
(día 25 del ciclo); la fase menstrual (día 2-3 del ci-
clo); y, postmenstrual (día 7). 
 En este sentido, es importante hacer notar que 
pese a que se estima que la duración media del ci-
clo ovárico es de 29,5 días (Cutler, 1980; Cutler, 
Garcia y Krieger, 1979a, 1979b y 1980; Gunn, 
Jenkin y Gunn, 1937), siguiendo los convenciona-
lismos establecidos, hemos considerado una dura-
ción media de 28 días. 
b) La contestación del ISRA específico se distribu-
yó de forma aleatoria a lo largo de un período de 
tres ciclos menstruales completos, de modo que 
cada mujer inició sus mediciones en fases mens-
truales distintas, realizando un total de 12 medi-
ciones de sus respuestas de ansiedad. De manera 
que la respuesta de ansiedad específica se evaluó 
tres ocasiones en la fase intermenstrual, otras tres 
durante la fase premenstrual, tres la menstrual y 
tres más la intermenstrual. 
 Esta forma de proceder, según la cual la dura-
ción del período de evaluación fue de tres ciclos 
ováricos, se debe a que la mayoría de los autores 
señalan la necesidad de evaluar las modificaciones 
de modo prospectivo (Halbreich y col. 1993; Live-
sey et al.. 1989; Van der Ploeg y Lodder, 1993), así 
como a que se recomienda la evaluación de más de 
un ciclo -preferiblemente tres- y considerar el valor 
medio de las puntuaciones obtenidas en los distin-
tos ciclos, dada la elevada variabilidad y baja con-
sistencia sintomática interciclos. 
 Es decir, para evitar los efectos que pueden dis-
torsionar la respuesta de ansiedad en los distintos 
momentos del ciclo, se recomienda realizar medi-
das repetidas al menos durante tres ciclos mens-
truales completos y considerar su valor medio co-
mo valor de dicha respuesta. 
 Dicho en otras palabras, con la utilización de 
medidas repetidas se pretende, por un lado minimi-
zar los efectos de la sobrevaloración y/o de la in-
fravaloración de las modificaciones en las respues-
tas de ansiedad a lo largo de los distintos momen-
tos del ciclo; y, por otro, al evaluar la recurrencia 
de dichas respuestas a lo largo de tres ciclos mens-
truales, reducir la posibilidad de que la aparición de 
la sintomatología y la menstruación se deba al azar, 
permitiendo determinar la relación temporal entre 
los síntomas y las distintas fases del ciclo 
 
Resultados 
 
 En primer lugar, las mujeres de la muestra 
presentaron una respuesta general de ansiedad 
media situada en el nivel de ansiedad de modera-
da a marcada en los tres sistemas de respuesta, 
según el perfil que se establece a partir de las 
puntuaciones obtenidas en el ISRA (figura 1): 
 
 
0
10
20
30
40
50
Cogn. Fisiol. Motor
Sistema de Respuesta
 
Figura 1. Representación gráfica de las puntuaciones de 
ansiedad manifestadas en los distintos sistemas de res-
puesta (Cognitivo, Fisiológico y Motor). 
 
Sistema Cognitivo (C): P.D. = 79,38; P.C. = 50; 
Sistema Fisiológico (F): P.D. = 40,05; P. C. = 50; 
Sistema Motor (M): P.D. = 42,01; P. C. = 30. 
 
70 F.J. Pérez Pareja, C. Borrás y A.L. Palmer 
 De modo que el rasgo general de ansiedad me-
dio fue de 161, 4545 (P.C. = 40), el cual se corres-
ponde con niveles de ansiedad de moderada a mar-
cada. 
 Asimismo, en cuanto a las situaciones genera-
doras de ansiedad, o áreas situacionales contem-
pladas en el ISRA, obtuvimos puntuaciones situa-
das, igualmente, en el nivel de ansiedad de mode-
rada a marcada (figura 2): 
0
10
20
30
40
50
60
FI FII FIII FIV
Áreas Situacionales
 
 
 
Figura 2. Representación gráfica de las puntuaciones de 
ansiedad ante las distintas área situacionales contempla-
das en el ISRA. F1: Ansiedad ante la evaluación; FII: An-
siedad interpersonal; FIII: Ansiedad fóbica; FIV: Ansie-
dad ante las situaciones de la vida cotidiana. 
 
 Ansiedad ante la evaluación (FI): P.D. = 77,25; 
P.C. = 45; Ansiedad interpersonal (FII): P.D. = 18, 
45; P.C. = 50; Ansiedad fóbica (FIII): P.D. = 
36,56; P.C. = 50; Ansiedad ante las situaciones de 
la vida cotidiana (FIV): P.D. = 16,88; P. C. = 55. 
 En segundo lugar, en cuanto a las puntuaciones 
obtenidas en el ISRA específico en las distintas fa-
ses del ciclo, se obtuvieron las siguientes puntua-
ciones medias (figura 3): 
 TAINTER (total de respuestas de ansiedad 
medidas durante la fase intermenstrual): 
X = 8,772 TAPRE (total de respuestas de ansiedad 
medidas durante la fase premenstrual): X = 9,680. 
 TAMENS (total de respuestas de ansiedad me-
didas durante la fase menstrual) X = 10,731 
TAPOST (total de respuestas de ansiedad medidasdurante la fase postmenstrual) X = 9,594. 
 
0
2
4
6
8
10
12
TAINTE TAPRE TAMEN TPOST
Fase del Ciclo Menstrual
 
Figura 3. Representación gráfica del total de respuestas 
de ansiedad medidas en los distintos momentos del ciclo 
menstrual 
 
 Asimismo, se analizó si existían diferencias 
significativas entre las respuestas de ansiedad en 
función de los distintos momentos del ciclo ovári-
co -intermenstrual, premenstrual, menstrual y post-
menstrual-, obteniendo una F = 2,6595 (P<.05), lo 
cual indica la existencia de diferencias estadística-
mente significativas. Por tanto, se aplicó el análisis 
de la variancia -comparaciones múltiples- (tabla 1), 
mediante el cual se determinó que existen 
diferencias significativas entre las respuestas de 
ansiedad medidas en la fase menstrual y las 
evaluadas en la fase postmenstrual del ciclo (t = 
2,59909; (P<.05)). 
Tabla 1: Análisis de la variancia. Comparaciones múltiples. 
 
 TAINTER 
X = 8,772 
TAPRE 
X = 9,680 
TAMENS 
X = 10,731 
TAPOST 
X = 9,594 
 
TAINTER N.S. 
TAPRE N.S. 
TAMENS 
 2,59909 
(P<.05) 
t 
Sig. 
 
 
Siendo: TAINTER: total de respuestas de ansiedad medidas durante la fase intermenstrual, 
 TAPRE: premenstrual; TAMENS: menstrual; y TAPOST: postmenstrual 
Ansiedad y Estrés como predictores del Síndrome Premenstrual. 71 
 
 Estos resultados, en contra de lo indicado por 
Dalton (1964), que describe el SPM y/o los CPM y 
la dismenorrea como entidades fenomenológica y 
etiológicamente separadas, señalando que la seve-
ridad de la dismenorrea es inversamente propor-
cional a la intensidad de los síntomas del SPM; 
apoyan la idea de que las modificaciones premens-
truales y menstruales, habitualmente se solapan 
(Clare, 1983), lo cual dificulta la determinación de 
los cambios que pertenecen al SPM y cuales for-
man parte de la dismenorrea. Por tanto, tal como 
señala Taylor (1979) parece más correcto hablar de 
síntomas o cambios perimenstruales. 
 Por otra parte, el que no aparezcan diferencias 
significativas entre las respuestas de ansiedad du-
rante la fase intemenstrual y la premenstrual aporta 
evidencias en contra de la supuesta sensación de 
bienestar debida al pico de estradiol durante la fase 
periovulatoria de la que habla Reid (1985). 
 En otro orden de cosas, la aplicación del mode-
lo de regresión múltiple, método "stepwise" sugie-
re que las respuestas de ansiedad-rasgo manifesta-
das en el sistema motor constituyen las respuestas 
de mayor peso en la predicción de las respuestas de 
ansiedad en los distintos momentos del ciclo ovári-
co, explicando el 26,4% de la variancia observada 
en las respuestas de ansiedad en el total de las fases 
intermenstruales evaluadas (TAINTER); el 23,8% 
de la variancia observada en el total de las fases 
premenstruales (TAPRE); el 31,2% de la observa-
da en el total de fases menstruales (TAMENS); y, 
finalmente, el 25,5% de la variancia observada en 
las respuestas de ansiedad evaluadas en la fase 
postmenstrual (TAPOST) (tabla 2). 
 
Tabla 2: Modelo de regresión múltiple. Método "stepwise" 
 
TAINTER = 1,427211 + 0,175844 * M R2 = .26429 
TAPRE = 2,203463 + 0,180926 * M R2 = .23815 
TAMENS = 1,600514 + 0,210900 * M R2 = .31265 
TAPOST = 2,252005 + 0,176178 * M R2 = .25770 
 
Siendo: TAINTER: total de respuestas de ansiedad medi-
das durante la fase intermenstrual; premenstrual (TAPRE); 
menstrual (TAMENS); postmenstrual (TA-POST); M: res-
puestas de ansiedad manifestadas en el sistema de respuesta 
motor. 
 
 Igualmente, el FIV -ansiedad ante las situa-
ciones de la vida cotidiana- es el área situacional 
que participa significativamente en la predicción 
de la manifestación de respuestas de ansiedad, en 
todas las fases del ciclo (tabla 3). 
 
Tabla 3: Modelo de regresión múltiple. Método "step-
wise". 
 
¡Error! Marcador no 
definido.TAINTER = 1,856501 + 
0,425974 * FIV 
R2 = .40308 
TAPRE = 3,017455 + 0,409970 * FIV R2 = .32472 
TAMENS = 2,795560 + 0,455150 * FIV R2 = .38055 
TAPOST = 2,620371 + 0,397842 * FIV R2 =.36743 
 
 
Siendo: TAINTER: total de respuestas de ansiedad medi-
das durante la fase intermenstrual; premenstrual (TAPRE); 
menstrual (TAMENS); postmenstrual (TA-POST); FIV: 
respuestas de ansiedad manifestadas ante las situaciones de 
la vida cotidiana. 
 
Tabla 4: Correlaciones entre el total de las respuestas de 
ansiedad a lo largo de diversas fases del ciclo menstrual. 
 C F M 
 
TAINTER 
.3690 
(P<.01) 
.1361 
.4534 
(P<.01) 
.2055 
.5141 
(P<.01) 
.2642 
r 
Sig. 
r2 
 
TAPRE 
.3388 
(P<.01) 
.1147 
.4021 
(P<.01) 
.1616 
.4880 
(P<.01) 
.2381 
r 
Sig. 
r2 
 
TAMENS 
.3788 
(P<.01) 
.1434 
.4651 
(P<.01) 
.2116 
.5591 
(P<.01) 
.3126 
r 
Sig. 
r2 
 
TAPOST 
.3174 
(P<.05) 
.1007 
.4594 
(P<.01) 
.2110 
.5076 
(P<.01) 
.2577 
r 
Sig. 
r2 
 
Siendo las fases: intermenstrual (TAINTER), premenstrual 
(TAPRE), menstrual (TAMENS) y postmenstrual 
(TAPOST)- y la respuesta general de ansiedad manifestada 
en el triple sistema de respuesta -cognitivo (C), fisiológico 
(F) y motor (M)-. 
 
 Al respecto cabe destacar que la ansiedad 
manifestada ante las situaciones de la vida coti-
diana explica el 40,3% de la variancia observada 
en las respuestas de ansiedad evaluadas en la fase 
intermenstrual (TAINTER); el 32,4% de la va-
riancia observada en las respuestas de ansiedad 
en las tres fases premenstruales evaluadas 
(TAPRE); el 38% de la variancia observada en 
72 F.J. Pérez Pareja, C. Borrás y A.L. Palmer 
 
las respuestas de ansiedad medidas en la fase 
menstrual (TAMENS); y, por último, el 36,7% de 
la variancia observada en las respuestas de ansie-
dad evaluadas en la fase postmenstrual de los tres 
ciclos menstruales considerados (TAPOST). 
 Asimismo, si bien las respuestas de ansiedad 
manifestadas en el sistema motor, así como las 
respuestas de ansiedad manifestadas ante las si-
tuaciones de la vida cotidiana participan signifi-
cativamente en la predicción de las respuestas de 
ansiedad en los distintos momentos del ciclo, de-
bemos tener en cuenta, tal como se muestra en la 
tabla 4, que la ansiedad expresada en el sistema 
de respuesta cognitivo y fisiológico, igualmente 
intervienen en dichas respuestas. 
 Del mismo modo, el FI -ansiedad ante la eva-
luación- y el FII -ansiedad interpersonal- partici-
pan de manera significativa en tales respuestas. 
Sin embargo, hay que señalar que el FIII -
ansiedad fóbica- no presenta ninguna significa-
ción en la predicción de los cambios observados 
en las respuestas de ansiedad a lo largo de las dis-
tintas fases del ciclo ovárico (tabla 5). 
 
Tabla 5: Correlaciones entre el total de las respuestas de 
ansiedad medidas en los distintos momentos del ciclo mens-
trual. 
 FI FII FIII FIV 
 
TAINTER 
.4753 
(P<.01) 
.2259 
.3824 
(P<.01) 
.1462 
 
N.S. 
.6349 
(P<.01) 
.4030 
r 
Sig. 
r2 
 
TAPRE 
.4448 
(P<.01) 
.1978 
.3473 
(P<.01) 
.1206 
 
N.S. 
.5698 
(P<.01) 
.3247 
r 
Sig. 
r2 
 
TAMENS 
.5359 
(P<.01) 
.2871 
.4193 
(P<.01) 
.1758 
 
N.S. 
.6167 
(P<.01) 
.3805 
r 
Sig. 
r2 
 
TAPOST 
.4704 
(P<.01) 
.2212 
.4166 
(P<.01) 
.1735 
 
N.S. 
.6062 
(P<.01) 
.3674 
r 
Sig. 
r2 
 
 
Siendo las fases: -intermenstrual (TAINTER), premens-
trual (TAPRE), menstrual (TAMENS) y postmenstrual 
(TAPOST) y las respuestas de ansiedad manifestadas ante 
las distintas áreas situacionales -FI: ante la evaluación; FII: 
interpersonal; FIII: fóbica; FIV: ante las situaciones de la 
vida cotidiana-. 
 
Conclusiones 
 
 En primer lugar, nuestros datos señalan que, a 
excepción de la fase menstrual en la cual se pro-
duce un incremento significativo en las respues-
tas de ansiedad, en la ansiedad parece mantenerse 
constante en los demás momentos. 
 A partir de estos resultados, podemos con-
cluir: 
 
1º Al contrario de lo señalado por Moos (1969) 
Reid (1985) y Rossi y Rossi (1977), la fase in-
termenstrual no sería la única que puede apare-
cer asociadaa respuestas subjetivas de bienes-
tar. 
 
2º Igualmente y en contra de lo indicado por au-
tores como Dalton (1964) y Mortola (1992), 
que defienden la idea según la cual con el ini-
cio de la hemorragia menstrual se produce una 
remisión de la sintomatología premenstrual, en 
lugar de una reducción de la intensidad de las 
respuestas de ansiedad durante la fase mens-
trual, en nuestro trabajo se ha encontrado que 
dichas respuestas se incrementan, precisamen-
te, en la fase menstrual, para volver a decre-
mentar hasta los niveles previos en la fase 
postmenstrual. 
 
 En conclusión, en un principio, nuestros re-
sultados estarían de acuerdo con lo indicado por 
Dalton (1982) Green y Dalton (1953) y Mortola 
(1992), que sugieren que el padecimiento del 
SPM y/o CPM se caracteriza por una vuelta a la 
normalidad durante la fase postmenstrual. Sin 
embargo, hay que destacar que las puntuaciones 
de ansiedad obtenidas en la fase postmenstrual 
son muy similares a las obtenidas en la fase in-
termenstrual y premenstrual. En consecuencia, 
cabría hipotetizar que la menstruación, al menos 
para algunas mujeres, actúa como un estresor 
(Blechman, 1983, 1988); y, con la finalización de 
ésta -al eliminar el estresor- es cuando se produce 
el retorno a la normalidad y no antes. 
 Por otra parte, los resultados obtenidos sugie-
ren que los cambios producidos en las respuestas 
de ansiedad a lo largo del ciclo menstrual, depen-
den en gran medida del patrón básico de conduc-
ta ansiosa, así como de las situaciones y estreso-
res de la vida cotidiana con los que enfrenta cada 
mujer. 
 En este sentido, cabe hipotetizar que si una 
mujer ya presenta un nivel de ansiedad ante las 
situaciones de la vida cotidiana de moderado a 
Ansiedad y Estrés como predictores del Síndrome Premenstrual. 73 
 
marcado, el inicio de la menstruación implica la 
adición de otro estresor, igualmente perteneciente 
a la vida cotidiana de la mujer, de modo que se 
incrementarían dichas respuestas. En tal caso, los 
incrementos en las respuestas de ansiedad duran-
te la fase premenstrual podrían atribuirse a la an-
ticipación del estresor, lo cual se encuentra en 
concordancia con el modelo bioconductual de 
Blechman (1983, 1988), según el cual, cuando la 
hemorragia menstrual constituye una experiencia 
aversiva -bien debido al dolor experimentado, 
bien debido a que puede ser percibida como un 
hecho vergonzoso o molesto por algunas muje-
res-, una mujer puede generar miedo hacia sus 
hemorragias menstruales, de modo que se hace 
vulnerable al aprendizaje tanto de padecimiento 
de síntomas como de hábitos de evitación inadap-
tativos, de forma que las mujeres más vulnerables 
evolucionarían, mes a mes, hacia una conducta 
caracterizada por la presencia de respuestas de 
ansiedad y depresión, así como por una vulnera-
bilidad física. 
 Dicho en otras palabras, la anticipación de la 
hemorragia menstrual, considerada como un es-
tímulo aversivo, puede manifestarse en forma de 
respuestas de ansiedad, irritabilidad y tensión; es 
decir, los síntomas premenstruales más comunes. 
 En definitiva, y a modo de conclusión, cabe 
indicar que los cambios o fluctuaciones en las 
respuestas de ansiedad a lo largo del ciclo mens-
trual no dependerían, ni exclusiva ni fundamen-
talmente, de las variaciones producidas en las 
concentraciones hormonales, sino que se explica-
rían mejor atendiendo a factores tales como la 
respuesta general de ansiedad (Borrás Sansaloni, 
Pérez Pareja y Palmer Pol, 1993, 1994; Mohan y 
Cophra, 1986, 1987; Pérez Pareja, Borrás Sansa-
loni y Palmer Pol, 1992; Pérez Pareja, Palmer Pol 
y Borrás Sansaloni, 1992) y las expectativas ne-
gativas acerca de la fase perimenstrual (Borrás 
Sansaloni, Pérez Pareja y Palmer Pol, 1992a y 
1992b; Parlee, 1974, 1982). 
 Aspectos que pensamos deberían tenerse en 
cuenta a la hora de establecer cualquier 
tratamiento de los cambios premenstruales y/o 
del SPM). 
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