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132 ASISTENCIA PRIMARIA AL QUEMADO Dr. Bernardo Oliver Bernal * Dr. Iroel Hernández Álvarez ** Dra. Elvira Martínez Barreto *** Dra. Caridad Bécquer **** INTRODUCCIÓN Este trabajo tiene por objetivo dar a conocer una serie de pautas y conductas que se deben tener en cuenta a la hora de atender la emergencia del paciente quemado y no pretende más que ofrecer una ayuda para aquel que enfrente la urgencia en el lugar del accidente. Es en estos casos cuando es más importante saber, no sólo las conductas correctas, sino también qué no hacer y qué no omitir, ya que es frecuente que la comisión de errores o la omisión de actos compliquen el tratamiento futuro, si- tuación que por lo general se produce por desconocimiento o inexperiencia ante la patología. En el paciente quemado puede decirse que los prime- ros minutos y horas son decisivos en la definición de la evolución. Baste decir que un plan de hidratación inadecua- do puede generar la profundización de las lesiones, o deter- minar en el futuro un mayor riesgo de colonización bacteriana y, por ende, infección. Para todo ello es necesario recalcar las pautas de atención, no ya desde el ingreso al hospital general o de primera instancia, sino desde el mismo momen- to en que es requerida la atención pre-hospitalaria del pa- ciente que ha sufrido un accidente por quemadura. ATENCIÓN EN EL LUGAR DEL ACCIDENTE ¿Qué hacer cuando ocurre una quemadura en el sitio del accidente ya sea por fuego directo, líquidos inflamables y líquidos hirvientes? Eliminar el agente causal Cuando una persona es víctima del fuego lo primero que tenemos que hacer es apagarlo para detener su acción. Hay diferentes formas de lograrlo, esto depende de lo que tengamos a nuestro alcance. Lo ideal es quitar el oxígeno echándole preferentemente agua u otro líquido que no sea inflamable sobre la región incendiada. El mismo efecto se obtendrá envolviendo al paciente con una manta o cobija y ponerlo sobre el suelo, si éstas están mojadas mejor. Si el paciente permanece de pie y por debajo continua penetrando aire (oxígeno) aumentan las llamas prendiéndo- se la ropa del lesionado con resultados desfavorables, ya que en muchos casos los familiares piensan que han sofoca- do el fuego trayendo como consecuencia quemaduras ex- tensas y profundas. En última instancia, pues las lesiones pueden infectar- se determinando una mala evolución para el paciente, se puede apagar echándole al paciente tierra, arena, ramas ver- des, nunca secas porque pueden prenderse avivándose el fuego. Si las ropas arden el lesionado no debe permanecer de pie ni correr pues esto aumenta las llamas que al ascender pueden ocasionar quemaduras profundas en zonas impor- tantes como cara, cuello y lo que es peor en vías respirato- rias, las cuales son siempre graves. Si el lesionado se encuentra solo puede auto-ayudar- se, acostándose en el piso e ir rotando sobre el eje de su cuerpo de manera que se vaya apagando lentamente. Todo esto se hace si no tiene agua a su alcance. No se deben desprender las ropas quemadas cuando las mismas se encuentran adheridas a la piel, primero porque se debe evitar la manipulación de las quemaduras y segundo porque se puede romper la piel y crear una puerta de entrada a los gérmenes, por ambas vías el paciente puede adquirir una infección. Esto se realizará una vez llegado el paciente al hospital por personal calificado. En caso de quemaduras con líquidos hirvientes se re- tirará cualquier prenda empapada con el mismo. Neutralización del agente Una vez apagado el lesionado o retirada las prendas mojadas con líquidos calientes el segundo paso que no se debe obviar es neutralizar la intensidad del calor y reducir el tiempo de acción del mismo, esto se hace aproximadamente durante diez minutos hasta que el dolor y el ardor disminuyan echándole al paciente abundante agua u otro líquido prefe- rentemente frío. No se debe aplicar hielo porque el frío tam- bién produce quemaduras y con el mismo incrementaríamos la profundidad de las lesiones, además de aumentar el riesgo de hipotermia y shock en el gran quemado. Una vez tomadas estas medidas se deben cubrir las zonas afectadas con un tejido limpio, sábanas, fundas, pa- ñuelos, etc. en dependencia de la extensión de las lesiones y * Especialista de I Grado en Cirugía Plástica y Caumatología. Verticalizado en Tera- pia Intensiva. Profesor Asistente. Hospital Pediátrico Universitario “Paquito González Cueto”, Cienfuegos ** Especialista I Grado en Cirugía Plástica y Caumatología. Verticalizado en Terapia Intensiva Profesor Instructor. Hospital Pediátrico Universitario “Paquito González Cueto”, Cienfuegos *** Especialista I Grado en Cirugía Plástica y Caumatología. Verticalizado en Tera- pia Intensiva Profesora Instructora. Hospital Pediátrico Universitario “Paquito González Cueto”, Cienfuegos **** Especialista I Grado en Cirugía Plástica y Caumatología. Profesora Instructo- ra. Hospital Universitario “Gustavo Aldereguía Lima”, Cienfuegos Correspondencia a: Dr. Bernardo Oliver Bernal. Hospital Pediátrico Universitario “Paquito González Cueto” Calle 39 No 3602, Cienfuegos 55100. Cuba 133 proceder al traslado del paciente a un centro de salud ya sea consultorio, policlínico u hospital para su valoración por personal calificado que es el que determina su traslado a un servicio de caumatología. El edema es un signo clínico inevitable de las quema- duras de segundo grado que conlleva al aumento de tamaño de la zona lesionada, el mismo se produce después del trau- ma térmico por lo que el personal de la salud que recibe al quemado debe retirar todo objeto que se encuentre en la zona quemada, aretes, cintos, anillos, pulsas, pues las mis- mas se ciñen y se dificulta su retirada. Cuando el paciente llega al cuerpo de guardia si es un niño quemado con lesiones extensas de 10 % o más, es cana- lizar inmediatamente una vena periférica o profunda (si hay medios) y ponerle una venoclisis de 1000 ml por m2 de super- ficie corporal de una solución electrolítica a un goteo de acuerdo con el peso de 10 a 40 gotas por minuto. Después de iniciada la hidratación por la vena canali- zada debe administrarse benadrilina y duralgina según dosis y peso además se administrará oxígeno por catéter o careta a razón de 5 L por minuto lavado en agua. Luego se envuelve al lesionado en una sábana estéril procediéndose a su traslado a un centro que tenga servicio de quemados lo más pronto posible. ¿Qué no debemos hacer? · No despojar de las ropas quemadas adheridas a la piel. · No echar pasta de diente, manteca, lociones grasas y ungüentos, esto no se debe hacer porque no contribuye al enfriamiento, más bien preserva el calor, aparte de que puede infectar las lesiones por la manipulación. · No romper las ampollas ya que se deja una zona abier- ta a la contaminación ambiental además de manipular las lesiones con las manos que son transportadoras de gérme- nes patógenos contribuyendo a la infección. · No debe hacerse el traslado del paciente en vehícu- los descubiertos (motocicletas) pues las lesiones corren el riesgo de infectarse con el polvo del camino y el humo que emite el vehículo, de tener que hacerlo debe cubrirse muy bien las lesiones · No usar ningún medicamento de base grasa ni mercurocromo ni rojo aseptil pues dificulta la valoración clí- nica de la profundidad de las lesiones además de producir dolor al tratar de retirarlo. CONCLUSIONES Un número importante de los pacientes que sufren lesiones por quemaduras en el hogar no reciben un trata- miento adecuado por sus familiares o en los centros asistenciales no especializados antes de su remisión. Los primeros auxilios en el lugar del accidente y la terapéutica inicial aplicada por el personal de salud no especializado son decisivos en la evolución y pronóstico de los lesionados por quemaduras, por lo que es necesario elevar sus conoci- mientos. BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA • Molina F. Víctor A. Castillo H. M. Tratamiento doméstico tópi- co de las quemaduras infantiles. Pediatría (Santiagode Chile). 1991; 34 (2): 98-100. • Canales R P. Asistencia nutricional del paciente pediátrico que- mado. Pediatr 2000; 16 (2): 116-9. • Valdés Pacheco E., Ferrer Liranza N., Ferrer Liranza A. Cadentes en los niños, un problema de salud actual. Rev. Cub. de Med. Gen. Int. 1996; 12 (3): 279-83. • Lauretti T G, Reis PH, Silva RFG. 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