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Miel
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Miel en un moderno envase de cristal y un dosificador (rodillo de miel)
La miel es un fluido dulce y viscoso producido por abejas del género Apis, principalmente la abeja doméstica, a partir del néctar de las flores o de secreciones de partes vivas de plantas o de excreciones de insectos chupadores de plantas (áfidos). Estas sustancias son recogidas por las abejas, luego transformadas al combinarlas con sustancias propias, depositadas, deshidratadas y almacenadas en los panales para su maduración.1​2​3​4​
La intervención del hombre en el proceso de explotación de los panales de la colmena es conocida como apicultura.5​
La miel es utilizada desde hace miles de años en todo el mundo, ya sea como saborizante de brebajes, alimento o medicamento. Su composición es variable sin embargo su principal componente son carbohidratos en la forma de monosacáridos como la fructosa y la glucosa, así como disacáridos tales como la maltosa, la isomaltosa, la maltulosa, la sucrosa y la turanosa. Estos ingredientes son los responsables del intenso dulzor de la miel. Además contiene oligosacáridos como la anderosa y la panosa; enzimas como la amilasa, peróxido oxidasas, catalasa y fosforilasa ácida; además contiene aminoácidos, algunas vitaminas B, C, niacina, ácido fólico, minerales como hierro y zinc, y antioxidantes.6​7​
La producción mundial media de miel es aproximadamente de 1 200 000 tn. Los principales países productores son China, Turquía, Argentina, Ucrania, México y Estados Unidos. Los principales importadores a nivel mundial son la Unión Europea y Estados Unidos.6​
El origen botánico de las mieles define también la mayor o menor facilidad de éstas a cristalizar
Cuando una abeja llega a una flor, los elementos que compondrán la miel más adelante, son absorbidos por las recolectoras y son guardados en el buche, una pequeña cavidad elástica que poseen a parte del aparato digestivo, donde se mezclan con unas enzimas que provienen de las glándulas salivares, y que inician el proceso de transformación de las sustancias melíferas en la preciada miel. Luego rápidamente, las abejas vuelven a la colmena, y dentro de la misma la recolectora regurgita el contenido del buche pasándoselo a otras abejas que rápidamente se ponen a trabajar para convertir el néctar y las demás sustancias en miel.
Esa papilla que generan, cumple la función de alimentar a las larvas durante cierto período de su desarrollo. Pero no es la misma abeja que ha recolectado los materiales la que los trabaja, otras abejas terminan el largo proceso de conversión pasando la bola de néctar de una a otra abeja de modo que lo enriquecen con más enzimas, y rebajan el porcentaje de humedad del néctar del 60 % con el que entra en la colmena, hasta el 16 ó 18 % con el que acaba en las celdillas. Es un proceso largo y laborioso en el que intervienen muchas abejas y que puede durar varios días, dependiendo tanto de la humedad como de la temperatura del exterior de la colmena.
Una vez que se ha alcanzado prácticamente el estado optimo de evaporación y densidad en cada celdilla, las abejas la sellan con una fina capa de cera, que impedirá que la miel que contiene se deteriore. Una vez operculadas las celdas, pueden mantenerse durante años selladas sin que la miel sufra alteración alguna.
Es sorprendente el laborioso trabajo que estos pequeños insectos, tan organizados y metódicos tienen que llevar a cabo para producir la miel. Los humanos nos dimos cuenta hace mucho del potencial de este elixir, y hay indicios de que ya recogíamos la miel de las colmenas desde el año 10.000 a.C., así que es ya mucho tiempo aprovechándonos de estos pequeños insectos.  
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