Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
DIDÁCTICA DEL BALONCESTO Antonio Montero Seoane Diseño cubierta: Rafael Soria © 2016, Antonio Montero Seoane Editorial Paidotribo http://www.paidotribo.com E-mail: paidotribo@paidotribo.com 3ª reimpresión de la 1ª edición ISBN: 978-84-8019-193-7 ISBN EPUB: 978-84-9910-820-9 BIC: WSJM Fotocomposición: Editor Service, S.L. Diagonal, 299 – 08013 Barcelona http://www.paidotribo.com A Vita, mi mujer y el mejor ejemplo posible ÍNDICE Prólogo Introducción TEMA 1. LA INICIACIÓN DEPORTIVA 1.Introducción Programa deportivo Concepto de iniciación deportiva 2.La iniciación y las fases de la vida deportiva 3.Actividades complementarias TEMA 2. MODELO CONSTRUCTIVISTA PARA LA INICIACIÓN DEPORTIVA EN BALONCESTO 1.Presentación 2.Modelo para la enseñanza de los deportes de equipo 3.Técnica, táctica y estrategia en los deportes de equipo 4.Epistemología 5.Metodología 6.Tecnología 7.Enseñanza de las habilidades en el baloncesto 8.Recursos didácticos y contextuales 9.Habilidades específicas 10.Capacidades del aprendiz 11.Conclusiones Inicio de la actividad didáctica 1.Funciones del entrenador en relación con la técnica individual 2.¿Por dónde empezar? TEMA 3. LANZAMIENTO A CANASTA 1.Objetivo 2.Requisitos 3.Características 4.Coordinación 5.Notas didácticas 6.Evaluación del lanzamiento a canasta 7.Errores más habituales en el lanzamiento y su corrección 8.Actividades complementarias 9.Aplicación didáctica del tema 3 10.Notas didácticas TEMA 4. EL PASE COMO MEDIO DE COOPERACIÓN: EL DESMARQUE 1.Objetivos 2.Requisitos 3.Características 4.Coordinación 5.Tareas 6.El pase y el espacio de juego 7.Actividades complementarias TEMA 5. EL JUEGO SIN BALÓN 1.Objetivos 2.Requisitos 3.Características 4.Tareas 5.Actividades complementarias TEMA 6. EL BOTE 1.Objetivos 2.Requisitos 3.Características 4.Coordinación 5.Actividades complementarias 6.Aplicación didáctica del tema 6 TEMA 7. DESMARQUE Y MOVIMIENTOS PARA RECIBIR EL BALÓN 1.Objetivos 2.Requisitos 3.Características 4.Tareas 5.Actividades complementarias TEMA 8. LA DEFENSA (RECUPERACIÓN DEL BALÓN) 1.Objetivos 2.Requisitos 3.Características 4.Tareas 5.Actividades complementarias TEMA 9. JUEGO COLECTIVO OFENSIVO POR PAREJAS: PASAR Y CORTAR 1.Objetivos 2.Requisitos 3.Características 4.Tareas 5.Actividades complementarias TEMA 10. DEFENSA DE PASAR Y CORTAR 1.Objetivos 2.Requisitos 3.Características 4.Tareas 5.Actividades complementarias TEMA 11. EL JUEGO COLECTIVO: LOS BLOQUEOS 1.Objetivos 2.Requisitos 3.Características 4.Coordinación de las acciones colectivas: bloqueando para anotar 5.Tareas 6.Actividades complementarias TEMA 12. LA DEFENSA DE LOS BLOQUEOS (PARA RECUPERAR EL BALÓN) 1.Objetivos 2.Requisitos 3.Características 4.Clasificación de la defensa de los bloqueos 5.Tareas 6.Actividades complementarias TEMA 13. EL JUEGO LIBRE Y SUS FUNDAMENTOS 1.Objetivos 2.Requisitos 3.Características 4.Tareas 5.Actividades complementarias 6.Aplicación didáctica del tema 13 7.Pautas didácticas para la aplicación del juego libre TEMA 14. DEFENSA DE EQUIPO: LA DEFENSA INDIVIDUAL 1.Clasificación de las defensas 2.Objetivos 3.Requisitos 4.Características 5.Aplicación didáctica del tema 14 6.Tareas 7.Actividades complementarias TEMA 15. LAS DEFENSAS EN ZONA 1.Objetivos 2.Requisitos 3.Características 4.Clasificación de las defensas en zona 5.Aplicación didáctica del tema 15 6.Posición y desplazamientos básicos en las defensas en zona 7.Tareas 8.Actividades complementarias TEMA 16. EL ATAQUE A LAS DEFENSAS EN ZONA 1.Objetivos 2.Requisitos 3.Características 4.Tareas 5.Actividades complementarias TEMA 17. CONTRAATAQUE 1.Objetivos 2.Requisitos 3.Características 4.Tareas 5.Actividades complementarias Diccionario básico de baloncesto Bibliografía PRÓLOGO La evolución adecuada de un grupo deportivo en términos de iniciación y rendimiento está más relacionada con la capacidad del entrenador para transmitir su visión del baloncesto que con el volumen de información o sabiduría que posee. Antonio Montero da de lleno en la diana proporcionándonos con su libro una herramienta que nos permitirá a entrenadores-profesores conocer las estrategias adecuadas para transmitir a nuestros jugadores-alumnos el “estilo” de baloncesto que queremos poner en práctica. Inicialmente, a propuesta de su autor, el libro se convierte en un manual de utilidad en las asignaturas de Didáctica del baloncesto, y también en los procesos de iniciación a este deporte, pero desde mi punto de vista su aportación supera ampliamente estos ámbitos. Antonio consigue llegar más allá, y cualquier profesional dedicado al baloncesto encontrará en este libro una guía de referencia para el estudio y puesta en práctica de un método de trabajo eficaz, que favorece la interacción jugador-entrenador, profesor-alumno. Antonio Montero ha logrado derribar absurdos prejuicios que desde el deporte profesional tenemos respecto a los especialistas en el campo de la Educación física. Su amplia experiencia docente y su extenso conocimiento del baloncesto reflejan una sólida formación conceptual en los campos de la teoría y de la práctica. Lo mejor de su obra es que no dogmatiza ni sentencia, sino que respe-ta y propone (dando cabida a diferentes planteamientos metodológicos que potencian el carácter abierto del libro), rasgo siempre presente en la trayectoria de Montero, que ha destacado por su intención divulgativa y que incita a la reflexión y debate en sus artículos y publicaciones. A diferencia de otros libros sobre la materia, planteados habitualmente con un carácter cerrado, la obra de Montero abarca un amplio espectro de puntos de vista y conocimiento, como lo demuestran las referencias constantes a autores muchas veces antagónicos. Quiero insistir en el largo alcance de esta obra, más allá del trabajo de los técnicos de iniciación deportiva, insistiendo por mi parte en que el baloncesto de elite está necesitado de planteamientos didácticos eficaces, siendo absolutamente válida la “perspectiva constructivista” propuesta por Montero: “iniciar la propuesta de actividades por algo que ya saben hacer pero que simultáneamente representa algún tipo de reto para el aprendiz”. En el baloncesto profesional debemos asumir que los jugadores están inmersos en un proceso de aprendizaje continuo, en el cual el entrenador se convierte en profesor y el jugador en alumno. Esencialmente, este libro, con gran rigor argumental, se sitúa en un lugar intermedio entre los diversos recursos didácticos en la iniciación deportiva, entre el desarrollo de automatismos y la intelectualización del juego, abarcando desde la utilización de un método global, sin renunciar a la aplicación del método analítico, otorgando al didacta un papel activo, “eligiendo lo esencial”. Quiero destacar especialmente la magnífica propuesta de Montero a la hora de abordar la automatización o no de las habilidades específicas, necesarias para el juego: “Si las condiciones de juego son tan variables, ¿qué sentido tiene el entrenamiento mediante ensayos de las habilidades en condiciones casi idénticas? (...) Nuestra propuesta incluye únicamente dos habilidades para su automatización: el bote y el lanzamiento a media-larga distancia de la canasta”. En definitiva, estamos ante un libro extraordinario por su contenido, pero también ejemplar en cuanto a su planteamiento estructural. La propia distribución de contenidos es toda una declaración de intenciones y una lección de didáctica. Vemos cómo Montero, tras los dos primeros temas, en los que desarrolla magistralmente su propuesta, inicia con el “Lanzamiento a canasta” la exposición de los aspectos esenciales de la enseñanza-aprendizaje del baloncesto, para seguir con “El pase”, y a continuación priorizar el trabajo de “El juego sin balón” sobre el tercero de los fundamentos básicos, “El bote”. Finalmente, la estructura de cada capítulo (desarrollo teórico más tareas más actividadescomplementarias) aumenta las posibilidades didácticas del libro, estimulando en los lectores procesos de investigación, estudio y experimentación. Al leer esta obra hemos llegado a la conclusión de hallarnos ante un gran libro. Seguramente serán de la misma opinión los futuros lectores. Moncho López Ex entrenador en la liga ACB y de la Selección Española. Actual entrenador de la Selección Portuguesa de Baloncesto. INTRODUCCIÓN Este trabajo, centrado en el ámbito de la enseñanza del baloncesto, pretende servir de apoyo a los alumnos de las Facultades relacionadas con el deporte en dos aspectos: por un lado, como manual de las asignaturas de baloncesto de primer ciclo o graduación, y por otro, como pro-motor de reflexiones acerca de los procesos de enseñanza deportiva en este deporte, sistematizando su enseñanza con el objetivo declarado de facilitar la optimización de los procesos de enseñanza-aprendizaje. El baloncesto, en cuanto deporte de equipo, tiene potencialidades edu-cativas; pero éstas no han de darse por supuestas en la propia actividad, y parece necesario modificar la perspectiva desde la que se analiza el deporte, dado el empleo habitual de una visión estrecha del mismo, centrada en sus aspectos técnicos. Otro enfoque, que en nuestra opinión limita los aprendizajes, descontextualizándolos, interviene mediante una práctica que sobrevuela la actividad sin poner énfasis en una intervención pedagógica profunda, que abarque los diversos niveles de interés de las personas implicadas en la actividad. Estas personas no son exclusivamente los jugadores-alumnos y los profesores- entrenadores, sino que, cada vez más, se han de contemplar intervenciones que tengan en cuenta el currículo escolar de los aprendices, los intereses de madres y padres o los intereses de los directivos de la asociación o del colegio que participa en competiciones deportivas. De ahí que sea necesario plantear la enseñanza inicial del deporte resaltando y potenciando las posibilidades beneficiosas para todos los implicados, aunque para ello haya que articular medidas que faciliten la transmisión de valores socialmente considerados como positivos e inte-gradores. Estas opciones se podrán concretar en el ámbito deportivo, caracterizado por una fuerte implicación emocional, si las medidas aplica-das tienen la coherencia y continuidad que demanda la formación a largo plazo. Otro aspecto que se ha tenido en consideración lo constituyen las orientaciones relativas al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), poniendo especial énfasis en la formación en competencias y la orientación hacia la intervención profesional. Este manual se estructura en 16 temas y, además, 5 aplicaciones didácticas de éstos. Los temas se constituyen como el núcleo del texto, aprovechando las aplicaciones didácticas para la presentación de propuestas para el aprendizaje de las habilidades específicas presentadas anteriormente. De modo más concreto, este manual apunta a dos posibilidades de uso: en primer lugar, como manual para los alumnos de las asignaturas de Didáctica del baloncesto en el ámbito de las enseñanzas universitarias, y en segundo lugar, como apoyo en los procesos de iniciación deportiva en baloncesto. Tema 1 La iniciación deportiva 1. INTRODUCCIÓN El profesor-entrenador podrá llegar por diferentes caminos a dedicar-se a la tarea de hacer aprender su deporte a diversas personas, mayoritariamente jóvenes. Sin embargo, la iniciación deportiva será considerada aquí como tal desde el momento en que hay un responsable de la planificación, organización y dirección de las diversas tareas y actividades que realizarán sus aprendices, sea exclusivamente con objetivos de aprendizaje o, de forma más habitual, con pretensiones de participar en las competiciones deportivas que organizan diversas instituciones. En ocasiones se mencionan diversos factores como decisivos en los procesos deportivo-educativos: los jugadores, el entrenador y la actividad. Otros aspectos como la metodología a emplear, los valores de las personas involucradas o los medios disponibles se sitúan en un segundo plano o, simplemente, desaparecen. Las relaciones establecidas entre las personas interesadas posibilitan múltiples combinaciones. El profesor-entrenador responsable de la organización pedagógica y didáctica de la iniciación ha de tener en cuenta las múltiples facetas e intereses de todos los implicados, en especial debido a la proximidad y relevancia otorgada a sus propias ideas, en ocasiones no explicitadas, acerca del deporte, de valores, de procesos de enseñanza-aprendizaje, etc. A lo largo del proceso de iniciación el profesor estará atento a las modificaciones que se irán produciendo para readaptar sus propuestas a las necesidades, intereses y posibilidades de los aprendices y de los adultos interesados en el proceso; procesos necesarios para cumplir un objetivo más amplio que la mera preparación y dirección de los entrenamientos y partidos, visión restrictiva e incompleta de las funciones del didacta. En sentido constructivo, la propuesta que planteamos considera la actividad deportiva como una actividad completa, casi podría decirse que total, en el sentido de que puede abarcar o influir en casi todos los aspectos de la vida de los aprendices; abierta a la participación de todos los sectores sociales interesados, implementada por profesionales empeñados en desarrollar su actividad desde el respeto a todos los implicados y con la convicción de lo necesaria que será la integración de diversas sensibilida-des en varios ámbitos. Para iniciar su actividad el profesor ha de tener en cuenta que, como en la vida cotidiana, el proceso de aprendizaje estará basado en un interés o curiosidad por parte de los aprendices, quienes desean realizar o conseguir algo, sea esto material o no. En la figura 1.1 se esquematiza un ejemplo de las personas y los factores implicados en el proceso de iniciación deportiva en baloncesto (IDB). Figura 1.1. Personas y factores a contemplar en la iniciación deportiva en baloncesto. A pesar de todo, esta curiosidad no es suficiente para desarrollar un proceso de iniciación deportiva eficaz. Así, será necesaria la inclusión de diversos aspectos relacionados con la iniciación dentro de un programa deportivo. Programa deportivo Las respuestas que otorguemos a las preguntas planteadas e incorpo-radas al esquema anterior servirán como guía a los entrenadores para desarrollar su función insertadas en un “programa deportivo”; éste se refiere “tanto a los procesos como a las personas implicadas en las diversas tareas de organización, enseñanza y comunicación que, tomando como referente el proceso de iniciación deportiva, abarcan las interacciones deportivas y socioafectivas entre dichas personas”. La formulación de un programa demandará, al menos, una serie de funciones que se indican en la figura 1.2 : a)Definir una filosofía del deporte, entendiendo la filosofía como “una visión unitaria y coherente” (Bosc y Grosgeorge, 1985:12), que delimita los valores y actitudes que se potenciarán en todas las actividades, deportivas y no deportivas, realizadas dentro del programa. b)Establecer una filosofía de juego, determinando las preferencias por una forma concreta de jugar, poniendo, por ejemplo, énfasis en la iniciativa de cada jugador o en la organización colectiva del juego, considerando las habilidades como aquellos procedimientos que permiten resolver las dificultades propuestas por los adversarios en la competición o como modelos a los que deberán aproximarse los aprendices, etc. Uno de los entrenadores de más fama en la historia del baloncesto, John Wooden (1988:13), plasmó en forma de pirámi-de 25 aspectos centrales para alcanzar el éxito. Algunos de estos aspectos están relacionados con aspectos actitudinales, de personali-dad, procedimentales y de relación con las personas, entre los que el autor destaca como soporte del éxito la capacidad de trabajo y el entusiasmo, mientras que el centro de su sistemase basa en la condición física, el dominio de las habilidades específicas y el espíritu de equipo. Estos supuestos permitirán, en lo esencial, conseguir e incrementar la credibilidad del entrenador como líder formal e infor-mal del equipo. c)Determinar los objetivos de la institución (club, equipo, colegio, …), metas que se establecerán en función de estos criterios u otros que nos puedan interesar en relación con los objetivos de la institución y las personas interesadas: 1.Plazo (corto, medio, largo). 2.Personas implicadas (individual, grupo, colectivo). 3.Deportivos (aprendizaje y rendimiento deportivo) frente a no deportivos (sociales, económicos, de impacto social, etc.). d)Consensuar con todas las personas interesadas e implicadas en el proceso la orientación de conductas en diversos ámbitos, como el rendimiento escolar y el deporte, compromisos relacionados con la participación, cooperación esperada de cada uno, etc. e)Establecer una línea de comunicación con otras personas cercanas al ámbito deportivo: periodistas y medios de comunicación, profesores, directivos del club o colegio, asociaciones de padres/madres, asociaciones de vecinos, etc. f)Implicar de forma positiva a las personas encargadas de la gestión, dirección y labores complementarias en relación con el programa deportivo, de forma que se sientan partícipes de los procesos y resultados del programa. Para ello será necesario coordinar estos aspectos con otros, no menos importantes, como las posibilidades materiales, de instalaciones y del personal que participa en dicho proyecto. Figura 1.2. Aspectos que configuran un programa deportivo. De la interacción de estos y otros factores que el didacta considere relevantes en su contexto, derivarán planes de actuación y principios de organización orientados a la consecución de los objetivos planteados. De este modo, al contemplar las actividades deportivas en un marco inclusivo, se podrá plantear una intervención más apropiada a los intereses de la sociedad y de las personas involucradas –en sentido amplio– en nuestro programa deportivo. Concepto de iniciación deportiva La iniciación deportiva es un concepto que ha tenido en nuestro contexto diversas definiciones; así, la propuesta por Contreras, De la Torre y Velázquez, mientras apunta “por una parte, al desarrollo progresivo del pensamiento táctico para resolver los problemas que surgen durante el juego al tratar de alcanzar el objetivo –¿qué hacer?, ¿para qué?–, por la otra, también supone el desarrollo paulatino de la capacidad para realizar las acciones elegidas –¿cómo hacerlo?– de manera cada vez más eficaz” (2001:94). Por su parte, Blázquez, retomando una cita de su propia obra de 1986, señala que la iniciación deportiva es “el período en el que el niño empieza a aprender de forma específica la práctica de uno o varios deportes” (1995:19), afirmación que, en principio, no añade ninguna precisión al intento por definir el proceso de iniciación. Otro autor, Sánchez Bañuelos (1992:181), plantea una definición funcional de la iniciación deportiva, señalando que “un individuo está iniciado cuando es capaz de tener una operatividad básica sobre el conjunto global de la actividad deportiva en la situación de juego o competición”. Esta definición funcional ofrece una perspectiva más útil para nuestro trabajo con el fin de enfatizar, a partir de ella, los diversos grados de iniciación posible y, más aún, las condiciones de contexto que definirán la iniciación deportiva como un proceso didáctico programado y dirigido por personas con objetivos de aprendizaje específicos de un deporte o grupos de deportes. En relación con los elementos que participan del proceso de iniciación deportiva, cabe señalar la propuesta de Beunard y Dersoir (1992:15-17), quienes indican la existencia de una “unidad lógica a partir de una con-frontación de tres lógicas: •lógica de la actividad. •lógica del alumno. •lógica del enseñante”. La primera de estas lógicas se centra en la esencia de la actividad, señalando su fin para “comprender el sentido en relación con todos los componentes de la actividad (objetivo, organización, reglas del juego, etc.) y articulándolos por medio de uniones funcionales” o “haciendo aparecer con claridad las particularidades propias de la actividad ense-ñada con el fin de priorizar el tratamiento, pero también identificar las correspondencias y correlaciones con otros apoyos (actividad física y deportiva) para conservar la coherencia en la educación física y deportiva”. Por su parte, la lógica del alumno está determinada por lo que éste sa-be, lo que comprende y lo que espera de dicha actividad; en síntesis, por las representaciones que tiene de ésta. De modo que, en la medida en que nuestra posición se puede definir como constructivista, no cabe confor-marse con el seguimiento de las soluciones conocidas por el didacta, puesto que, dadas las condiciones de interacción del baloncesto, es necesario para Gréhaigne (2003:82) que “los aprendizajes se realicen bajo el efecto de restricciones internas o externas que demanden del jugador el ajuste de su actividad”. En tercer lugar, la lógica del profesor contempla algunas limitaciones relevantes para su actividad. Así, tendrá que integrar las referidas al contexto, a la especificidad del baloncesto, en este caso, y a las capacidades de sus alumnos, integrándolas para alcanzar dos objetivos centrales: por un lado, el mejor acoplamiento posible entre la enseñanza y el aprendizaje, al tiempo que logra la mejor gestión del proceso aprender a aprender, básico en todas las etapas, aunque todavía más importante, si nos referimos a futuros docentes. De las cuatro definiciones apuntadas (una, centrada en los aspectos de ejecución- toma de decisión; la segunda, orientada de modo genérico a la actividad del deportista; la tercera enfocada a la consecución de cierto grado de funcionamiento, y la cuarta referida a los principios operativos), se podría afirmar que demandan alguna característica que complete esas capacidades para situarlas en un contexto más inclusivo, más global. Además, según Mérand, citado por Vandevelde (2003:69), y dado que el baloncesto demanda una “gestión de los desplazamientos en situaciones de circulación con alto grado de incertidumbre y fuertes limitaciones temporales”, cabe esperar que estas limitaciones condicionen diversos aspectos del proceso pedagógico deportivo. En consecuencia, el inicio de una actividad deportiva exige concretar numerosas disposiciones condicionadas por cuestiones epistemológicas e históricas, personales y colectivas, lo que se expresará mediante la selección de los elementos necesarios para la intervención. Uno de los aspectos más importantes a decidir, sin duda, se refiere a ¿por dónde empezar? Esta decisión puede orientarse por los argumentos que plantea Pouillart (1989), quien, mediante diversas preguntas referidas al proceso de enseñanza, busca que cada didacta proponga sus respuestas acerca de cómo afrontar las dificultades que encuentra en su actividad. Algunas de las cuestiones que plantea este autor servirán también como activadores de los principios de la filosofía del juego; por ejemplo: •¿qué es lo esencial? •¿qué es lo prioritario? •¿qué es lo más fácil? Y todo ello, procurando ser coherentes, tanto en relación con los objetivos pedagógicos, como en la continuidad entre los valores, procedimientos y actitudes de los implicados en el proceso de iniciación deportiva y, en especial, en su relación con los aprendices y el papel que éstos desempeñan en dicho proceso. 2. LA INICIACIÓN Y LAS FASES DE LA VIDA DEPORTIVA La iniciación deportiva se ubica como una de las etapas en la vida deportiva de una persona (figura 1.3.). En la figura se muestra una secuencia con las denominaciones de las diversas fases que es posible diferenciar. Pese a todo, cuando tomamos contacto con el aprendiz, no podemos afirmar que estemos ante un proceso de iniciación motriz –al menos considerado en sus aspectos más elementales.Por ello, incluimos en nuestro modelo una diferenciación de los momentos anteriores a ese contacto for-mal inicial bajo la denominación de etapa en la que se aprenden y aplican las “habilidades y destrezas básicas”, entendiendo éstas como aquellas que permiten la realización, por especialización, de las propias de la actividad que nosotros les haremos practicar. Figura 1.3. Fases de la vida deportiva (Montero, 2002). Desde el momento en que se realiza un contacto formal, con pretensiones de formación deportivo-motriz, afirmamos que estamos en la etapa de aprendizaje y aplicación de las “habilidades y destrezas específicas”, es decir, la fase de iniciación deportiva en baloncesto. Centraremos nuestra propuesta en esta etapa. En esta fase no siempre finaliza la vida deportiva de un practicante, sino que en ocasiones continúa hacia niveles de dominio más elevados, ya que, según Le Boulch (1991:49), “el éxito en todos los deportes pasa por un número limitado de aptitudes funcionales”, las cuales pueden ser combinaciones diversas de habilidades básicas o específicas. Denomina-remos especialización a esta fase consecutiva a la de iniciación, puesto que el practicante, ante el reto de mejorar sus prestaciones, tiende a optimizar determinados recursos que le permitan conseguir sus objetivos. Posteriormente, si el deportista continúa la práctica deportiva, alcan-zará una meseta en sus niveles de aprendizaje que podrían estabilizar su rendimiento. Para afrontar estas situaciones, en los deportes de equipo se suele buscar un complemento a las habilidades practicadas en anteriores etapas. En la mayoría de los deportes se concretan estas prácticas con el entrenamiento de habilidades correspondientes a funciones desarrolladas habitualmente por otros compañeros. Denominamos a este período la etapa del puesto complementario, que podría prolongarse en el tiempo hasta el final de la fase competitiva del jugador. El inicio de una intervención formal, no puntual y con objetivos determinados previamente, es decir, la etapa de iniciación deportiva cuando nos referimos a una especialidad determinada, o de habilidades y destrezas específicas (HDE), supone que debemos proponer nuestras razones y las respuestas en las diversas dimensiones que contempla dicha actuación didáctica. 3. ACTIVIDADES COMPLEMENTARIAS 1. Lectura de los textos: •Peterson D. (1991). Mi credo baloncestístico. Madrid. Federación de Baloncesto de Madrid, 57-81. •Ontoria P.A. (1994). Mapas conceptuales: una técnica para aprender. Madrid, Narcea. •Novak D.J. y Gowin B. (1989). Aprendiendo a aprender. Barcelona, Martínez Roca. 2. Elabora tu mapa conceptual del baloncesto, para lo cual: a)Determina los conceptos centrales y secundarios del mapa. b)Detalla los niveles de análisis. c)Establece las relaciones de conexión entre aquéllos. Posteriormente, realiza el gráfico que exprese tu visión del baloncesto en la actualidad. 3. Busca y compara dos definiciones de técnica planteadas en relación con cada uno de estos grupos: deportes de equipo y deportes individuales, indicando los criterios empleados para elaborar dichas definiciones. 4. Entrevista a un entrenador de un deporte de equipo, preferiblemente baloncesto, para averiguar su “definición” de técnica, táctica y estrategia, y su “filosofía de juego” (señalando los aspectos centrales de ésta). A continuación elabora su mapa conceptual y compáralo con el que has realizado previamente, resaltando las similitudes y las diferencias. Tema 2 Modelo constructivista para la iniciación deportiva en baloncesto 1. PRESENTACIÓN El deporte y su enseñanza plantean numerosas variables; esta diversidad se multiplica en los deportes de equipo. En este sentido, Pouillart (1988:13) inicia su obra con esta afirmación: “Existen miles de maneras de aprender, y ninguna de no aprender.” Por ello, durante el proceso de iniciar a jóvenes deportistas o alumnos en uno de esos deportes debemos estar dispuestos a cuestionar los fundamentos de nuestra actuación. Una de las cuestiones a plantear se refiere a la eficacia de la enseñanza y, sobre todo, del aprendizaje; así, para lograr una enseñanza eficaz podemos seguir las orientaciones que proponen Sánchez Bañuelos (1992:5) y Pouillart (ibíd.), referidas a: •la velocidad de aprendizaje, •la eficacia en el aprendizaje, •la extensión al mayor número de aprendices y •el logro de un mejor ambiente de práctica. Estas condiciones conllevan un principio de inclusión y, en consecuencia, un principio de individualización, así como la exigencia de que los aprendices desarrollen su aprendizaje, para lo cual el didacta debe con-feccionar situaciones que lo posibiliten y, en una aplicación ideal, lo faciliten. La propuesta constructivista se apoya en la posibilidad de conducir las acciones de los aprendices mediante la rápida identificación y diferenciación de las conductas que logran el resultado previsto (Ripoll, 1988:322) o, aunque no se consiga éste, si el aprendiz es capaz de identificar las causas de dicha performance; de este modo, “el alumno estructura la tarea estruc-turándose él mismo” (ibíd., 328). Haciendo un brevísimo repaso por diversas propuestas pedagógicas, se comprueba que se sustentan sobre “modelos teóricos que implican unos mecanismos subyacentes que se diferencian radicalmente” (Ripoll, 1988, 315). De este modo, encontramos tanto modelos centrados en la transferencia (Bayer, 1986) mediante un análisis estructural y funcional de los “deportes sociomotores” (Parlebas, 1986) como una propuesta que propugna un aprendizaje comprensivo como el de Bunker y Thorpe (1983), posteriormente desarrollada en España por otros autores como Devís (1996). En los últimos años se han multiplicado las propuestas de intervención en la iniciación deportiva, aunque en pocas ocasiones se indican las bases sobre las que se apoyan. Este manual no pretende solventar estos problemas y menos aún desde un discurso cerrado. Para ello, intentamos describir los orígenes, alcance y limitaciones que encontramos en aquélla para que nuestra reflexión sirva como punto de debate. Queremos afirmar, en primer lugar, el peso importante de la intervención del didacta en todo el proceso, lo que incluye fases de contacto con los aprendices y otras donde planifica, evalúa y somete a crítica o intercambio sus actuaciones y opiniones. En este sentido, sus preferencias, lo que en el campo del entrenamiento deportivo se denomina filosofía del juego, tendrán un peso central en su actuación. Nuestra declaración de intenciones didácticas señala la preferencia por una iniciación deportiva en la cual los objetivos de rendimiento a largo plazo habrán de sustituirse por “logros lo más cercanos posible” para conseguir una implicación de los aprendices y, además, para dar sentido a sus propias prácticas. Este interés por la motricidad no pretende olvidar otros aspectos básicos de nuestra actuación, como los valores de los implicados en el proceso, entre los que cabe destacar –nuevamente– la necesidad de hacer explícitos los del entrenador-profesor para todos los participantes. 2. MODELO PARA LA ENSEÑANZA DE LOS DEPORTES DE EQUIPO La enseñanza debe estar al servicio del aprendizaje de los alumnos. Así, en nuestra propuesta definimos 3 perspectivas y 3 niveles. Las primeras están determinadas por las fases de la acción motriz en las situaciones de interacción planificada, es decir, “técnica”, táctica y estrategia. Por su parte, los tres niveles de análisis definidos son el epistemológico, el metodológico y el tecnológico. En relación con los niveles de análisis planteados, éstos se representan en la figura 2.1 con las cuestiones centrales de cada uno de ellos. Figura 2.1. Niveles de análisis y cuestiones centrales en la iniciación deportiva. Este modelo pretende recoger la importancia del contexto y de la complejidad de las situaciones de enseñanza-aprendizaje en los deportes de equipo. En él se establecen estos niveles en función de la cercanía a los fundamentos sociales del conocimientoo a la aplicación de instrumentos –pedagógicos en esta ocasión– para resolver los problemas planteados. Dichos niveles están relacionados entre sí mediante la intervención del didacta, quien, para hacerlo de manera más consciente y eficaz, debe intentar responder, entre otras cuestiones, las incluidas en la figura 2.1. Por tanto, ha de especificar los motivos y la finalidad de la intervención, así como la mayor o menor centralidad de los actores en el proceso en el primer nivel. En una segunda fase, el profesor se centrará en determinar los contenidos a considerar y la forma de articularlos para lograr la enseñanza más eficaz. Finalmente, en el nivel más cercano a la intervención, ha de seleccionar y/o construir las herramientas adecuadas para facilitar los procesos didácticos. A continuación expondremos los fundamentos de nuestro modelo de forma “interactiva”, tomando en cuenta cada perspectiva y/o nivel de forma cruzada, en la consideración de que ambas tipologías podrían de algún modo asimilarse, aunque ofrezcan matices diferenciados. Así, tomando como posición de análisis el deporte, la técnica podría ser entendida como un modelo cerrado, tomado directamente de la alta competición deportiva y, en el supuesto ideal, trasladada directamente a los aprendices, quienes deben imitarla en su totalidad. En el baloncesto a veces se pretende que las ejecuciones de ciertos jugadores, con unas capacidades motrices excepcionales, pasen a formar parte del repertorio de aprendices muy jóvenes, sin detenerse a analizar las capacidades de unos y otros. Desde el nivel metodológico, la técnica, en su afán por detallar y perfeccionar los rendimientos, insiste en el estudio de cada movimiento o subhabilidad que intervenga en la ejecución. En este sentido, ha sido muy frecuente la enseñanza del deporte como una suma de movimientos que posteriormente debían ser contextualizados y enlazados unos con otros. En el nivel epistemológico se plantean ciertas condiciones que consi-deran al aprendiz como alguien dependiente de las soluciones, que conoce el “técnico”, suponiendo una intercambiabilidad continua de los aprendices. En este sentido, el “técnico”, además de ser un excelente ejecutante de las habilidades que han de copiar los alumnos, será el encargado de definir las situaciones y de evaluar los procedimientos que considere oportunos. Desde una perspectiva táctica, es decir, que pretenda responder al contexto de aplicación de los procedimientos, se realiza una propuesta cerra-da, bien definida, que, partiendo de las soluciones aportadas, trata de solventar las dificultades surgidas en la interacción. En el nivel metodológico, y dados unos objetivos de juego, serán los jugadores quienes tengan que adaptar sus recursos para el logro de aquéllos, disponiendo para ello de unos márgenes para decidir respecto a los procedimientos, aunque no respecto a los objetivos. En el plano epistemológico se presenta al equipo como un conjunto de elementos intercambiables, que están a su servicio. Este supuesto permite igualmente la provisión de continuidad del equipo y el ajuste de éste a los sistemas decididos por el “técnico”. Desde la perspectiva estratégica, y a nivel epistemológico, se presenta-rán enlazados diversos procedimientos, de ejecución y decisión, que habrían de permitir el logro de las metas previstas. A nivel metodológico, la perspectiva estratégica exige la adaptación de las dificultades a las capacidades e intereses de los alumnos. Finalmente, en el nivel epistemológico la estrategia toma una nueva perspectiva: la temporal y el contexto. Esto representa que el didacta tendrá en cuenta las diversas trayectorias de los aprendices, de las relaciones entre éstos y de sus interacciones con las personas implicadas. En la tabla 2.1 se sintetizan las posiciones anteriormente comentadas. Tabla 2.1. Perspectivas y niveles en la iniciación deportiva 3. TÉCNICA, TÁCTICA Y ESTRATEGIA EN LOS DEPORTES DE EQUIPO Las habilidades más habituales en los deportes de equipo, entre ellos el baloncesto, son una manifestación de una motricidad especializada, marcada por las exigencias de rendimiento en la competición. Otro aspecto relevante del debate se refiere a la relación entre la habilidad para resolver un problema, motriz en esta ocasión, y los conceptos de modelo y estilo. No se pretende zanjar la cuestión con esta breve alusión, más bien lo contrario, dejarla abierta para resaltar los matices a considerar en cada contexto. Así, si entendemos la habilidad en los deportes de equipo como la capacidad para superar los obstáculos que plantea una oposición inteligente, encontraremos que diversos jugadores desarrollan mecanismos diferenciados para resolver dichos proble-mas; de este modo las pautas habituales de resolución de cada jugador definen su estilo de juego prioritario. Por supuesto, dicho estilo no per-manece inalterable, ya que los actores implicados se encontrarán inmersos en una red compleja de relaciones de diversos aspectos (condicionales, motrices, informacionales y psicológicos) que, por su dificultad para modificaciones rápidas en deportistas con numerosas horas de práctica y entrenamiento, pudieran parecer inalterables; nada más lejos de la realidad. Otro concepto más tradicional, el de técnica (entendida como modelo de ejecución), que se podría definir como la formulación expresa de una serie de movimientos orientados a la consecución del objetivo del deporte, considero que no es de aplicación a las necesidades de los deportes de equipo. En ese sentido, el modelo sería la manifestación colectiva de esas pautas; pautas que corresponden a las tendencias que dominan el panorama de un deporte; corresponden al ideal de un momento y con el transcurso del tiempo se modifican, como podemos apreciar al revisar imáge-nes de deportistas que practicaban la especialidad desde hace varias décadas. La habilidad deportiva específica ha de entenderse en los deportes de equipo dentro de un contexto de aplicación determinado por un triple eje: habilidad, táctica y estrategia, como se muestra en la tabla 2.2. Así, la habilidad siempre está sujeta a su manifestación táctica: no se puede concretar de otro modo en condiciones de interacción. Pero esta manifestación táctica, aun con diversos grados de conciencia, se puede y debe conectar con otro nivel de preparación menos visible para el profano: el estratégico, en el que se pretende ver la mano del entrenador, del estratega; del que prepara los mecanismos y actuaciones más favorables para sus intereses. Por tanto, en el baloncesto todas las actuaciones de los jugadores en la cancha están condicionadas simultáneamente por ese triple eje motor-táctico-estratégico. Un aspecto básico del entrenamiento en un deporte de equipo como el baloncesto se refiere a la automatización de las habilidades necesarias para el juego. Si, como se apuntaba anteriormente, las condiciones de juego son tan variables, ¿qué sentido tiene el entrenamiento mediante ensayos de las habilidades en condiciones casi idénticas? La necesaria automatización se aplica en los casos en que se exige una atención permanente a la variación de las condiciones para controlar el balón sin mirarlo y, además, tener un mecanismo de lanzamiento bien definido cuando se ha tomado la decisión de realizar un lanzamiento a canasta. Por ello nuestra propuesta incluye únicamente dos habilidades para su automatización: el bote y el lanzamiento a media-larga distancia de la canasta. En los temas correspondientes se apuntan algunas indicaciones para el aprendizaje y entrenamiento de estas habilidades. Tabla 2.2. Fases del acto deportivo y operación central en cada una de ellas. NIVEL ↔ OPERACIÓN ESTRATEGIA ↔ PLANIFICACIÓN ↕ ↕ TÁCTICA ↔ DECISIÓN ↕ ↕ HABILIDAD ESPECÍFICA↔ EJECUCIÓN En cualquier caso, el aprendizaje necesariamente contextualizado de las habilidades para jugar al baloncesto no tiene pautas bien definidas ni para su inicio ni para su finalización; es más, las pautas de relación entre los diversos aspectosse modifican en función de otras variables, entre las que se encuentran las intenciones que tiene el jugador en su interacción con el adversario. Así, el jugador debe aprovechar las diferentes opciones que le permite el reglamento para tomar una decisión acerca de las acciones a ejecutar; proceso que ha de tener en cuenta sus preferencias, así como las habilidades que ya domine. En este sentido, la táctica puede definirse desde dos puntos de vista: individual y colectivo. La táctica individual está referida a los procesos de toma de decisión de un jugador en una situación de juego precisa. Cierta-mente, es posible establecer la pauta habitual de un jugador a lo largo de diversos encuentros. Sin embargo, la táctica individual compete a las tomas de decisión de cada jugador en relación con la planificación prevista y de las condiciones de juego en que se toman. Un ejemplo de esta situación se daría cuando un jugador elige realizar un lanzamiento desde un área en la que tiene un porcentaje bajo cuando en otra zona del terreno de juego se da una situación de ventaja de altura cerca del aro por parte de un compañero suyo respecto a su defensor. El tercer nivel del proceso competitivo, la estrategia, hace mención mayoritaria – aunque no exclusivamente– a las actuaciones previas a la competición mediante las que se preparan y planifican secuencias agru-padas de tomas de decisión referidas, por ejemplo, a la distribución de las asignaciones en una defensa individual o la organización de las habilidades específicas en un sistema para anotar canasta. Esta planificación puede referirse a varias fases: una lejana a la situación competitiva, otra inmediatamente anterior a la misma y una tercera ya inmersa en la competición. Un ejemplo de lo indicado se plantearía si un jugador, aun estando en situación de ventaja para realizar un lanzamiento de alto porcentaje de acierto, con valor de 2 puntos y 17 segundos de posesión para su equipo, decide no ejecutarlo puesto que la situación de empate en el marcador y el tiempo de juego –faltan 19 segundos– permitirían al equipo contrario superar los dos puntos conseguidos si encestan un tiro con valor de 3 puntos. Estas fases de la estrategia se diferencian por sus objetivos; así, la fase más alejada de la competición exige precisar las bases de los sistemas de juego, definiendo la filosofía del juego y del deporte del entrenador y las personas implicadas directamente en el deporte. Una segunda fase, anterior a la competición, permite la definición de los parámetros generales acerca del baloncesto en relación con las condiciones de juego: lesiones, ausencias, etc., que puedan demandar ajustes de las pautas definidas con anterioridad. Finalmente, a lo largo de la competición, y teniendo en cuenta la actuación concreta de los jugadores de ambos equipos, es posible la introducción a última hora de estrategias que, mediante diversos mecanismos, permitan alcanzar los objetivos planteados. Sin embargo, a pesar de estas diferencias, las fases se presentan unidas en la situación de juego, de modo que un jugador ha de tener en cuenta este triple nivel cuando participa en la competición. En consecuencia, para realizar el estudio de la ejecución de una habilidad específica como el pase o el lanzamiento, hay que considerar esta triple dimensión, con especial interés en los momentos finales del encuentro y con un marcador ajustado entre los equipos. 4. EPISTEMOLOGÍA Diversos autores (Pouillart [1988:64-67], Hotz [1994:14] e Imbernon [1994:39]), han enfatizado algunas de las preguntas que debemos responder antes de plantear el inicio de nuestra intervención. Así, la dimensión más general, que denominaremos epistemológica, se refiere a los objetivos pedagógicos en el sentido más amplio posible; se puede traducir en preguntas como: ¿por qué y para qué actuamos?, y sobre todo ¿para quién lo hacemos? Las bases del conocimiento aplicable a la didáctica de los deportes de equipo tienen un fundamento ideológico y pedagógico que debemos recordar cuando comencemos nuestra andadura. Así, los valores y creen-cias de los participantes en ese proceso se transformarán, implícita o ex-plícitamente, en actuaciones concretas, en métodos de enseñanza y en formas de observar, comprender e intervenir en el mundo. En este sentido, “la verdadera esperanza de cambio no reside en descubrir el correcto objeto pedagógico, sino en actuar sobre el correcto objeto político” (Grif-fin, 1985: 165), entendiendo por político no sólo la intervención en las con-tiendas electorales sino, sobre todo en esta ocasión, la actuación pública para alcanzar los objetivos relacionados con el poder, el control y la jerarquía social. Los valores que se otorgan al deporte no podrían por sí mismos justifi-car una intervención que pretenda una educación basada en la búsqueda de la empatía y la comprensión de los demás a partir de su práctica. Es más, algunos estudios señalan la dirección opuesta, ya que el deporte (como es entendido mayoritariamente) conlleva actuaciones orientadas a potenciar nuestros propios objetivos y valores en detrimento de los de nuestros compañeros de juego (Bredemeier y Shields, 1994:179). A pesar de la dificultad para precisar los límites y el alcance de los fundamentos epistemológicos de la didáctica en la iniciación deportiva, ésta es una de las etapas que necesita estudios más profundos para lograr una intervención más ajustada a las necesidades y expectativas de nuestros aprendices y de las personas responsables de su formación. Aun a riesgo de simplificar nuestra posición, deseamos que consten nuestras preferencias en la intervención docente. Así, consideramos que la presencia de aprendices, especialmente de los más jóvenes, no debe ha-cernos presumir que desean seguir los cauces del deporte con acento competitivo por encima de todo. En este sentido, la intervención del didacta se centrará en la consecución de un clima de práctica positivo donde se refuercen las posibilidades de dominio de la actividad en colaboración, lo que representa, en síntesis, el ideal de un deporte de equipo. Cierto que esta pretensión es sobre todo una aspiración a la que todavía le faltan numerosas condiciones para concretarse; ahí estará nuestra intervención programando y orientando las actividades desde el interior del grupo, tomando parte en sus actividades e implicándose en su funcionamiento y objetivos para lograrlo. 5. METODOLOGÍA El segundo nivel en nuestro modelo se centra en la búsqueda de respuestas a preguntas orientadas a definir las estrategias para el logro de los objetivos planteados. Así, las cuestiones que hemos de responder en esta etapa son: ¿qué hacer?, o ¿cómo coordinar y articular las actividades entre sí? Si el anterior nivel está habitualmente abandonado en las propuestas acerca de la enseñanza de los deportes de equipo, en éste encontramos propuestas desde las posiciones analíticas hasta las globales; extremos que se corresponden a visiones centradas, en el primer caso, en la reproducción del modelo de los campeones adultos o, por otra parte, en la presun-ción de que las actividades jugadas o en forma de juego habrán de servir para alcanzar los objetivos pedagógicos y educativos propuestos. El didacta se encuentra en el paradigma analítico como el centro, el experto o técnico que detecta y asigna las dificultades de aprendizaje y relación, al tiempo que prescribe las soluciones a los mismos; en consecuencia, la “autoridad de la técnica es en realidad una técnica de la autoridad” (Berthaud,1972, citado por Blázquez, 1986:14). De ahí que tengamos que reconducir constantemente nuestras intervenciones para mantener la coherencia entre los fines planteados y las actuaciones concretas y, de este modo, enriquecer en la medida adecuada las conductas de nuestros aprendices. Por su parte, la perspectiva global parece haber encontrado un amplio apoyo en base a diversos argumentos. Por un lado, los programas escola-res: ampliamente indeterminados y, en ocasiones, impartidos por no especialistas,potencian la consideración global del deporte eliminando sus aspectos más específicos. Por otra parte, la falta de medios materiales ayuda en otros casos al diseño de programas y tareas que no insistan en la necesidad del dominio de las habilidades específicas del deporte. Finalmente, otros profesores insisten en priorizar los conocimientos en el ámbito decla-rativo. En síntesis, esta perspectiva insiste en modelos de transferencia horizontal, de modo que la práctica de actividades y deportes diferentes permita lograr los objetivos pedagógicos propuestos. No es habitual que un profesor adopte únicamente una perspectiva; de hecho, cada didacta toma posiciones y selecciona tareas para la práctica que incluyan posiciones comprendidas entre ambos polos: el global y el analítico. Las respuestas propuestas a las cuestiones anteriores señalan, en primer lugar, que hemos de plantear actividades que sean fáciles y, simultáneamente, básicas en la actividad. Existen actividades que claramente cum-plen en los deportes de equipo con estas condiciones: las de finalización, las de consecución del objetivo, gol o punto; ya que negar la fijación del aprendiz en la consecución del blanco “es negar el proyecto del niño” (Piquard, 1988:19), mientras que otras propuestas corresponden a un patrón de rendimiento en deporte de alta competición, con pases y juego sin balón entre otras prioridades, quizá lejanas a las posibilidades de los aprendices en ese momento. Dicho logro se puede alcanzar por diversos caminos; ahí estará el didacta para aportar la coherencia entre los logros inmediatos y otros que, por pretender alcanzarlos en períodos de tiempo alejados de la sesión concreta, pudieran entrar en conflicto con ellos. Esta habilidad específica, central en la práctica deportiva, puede pro-porcionar un gran placer y se constituye como elemento central en su motivación de práctica y, simultáneamente, como medio para perfeccionar la coordinación psicomotriz (Dechavanne,1985:55). Sobre este núcleo se desarrollarán los demás recursos didácticos para la intervención que proponemos. En todas estas propuestas, y como principio general, se pretende lograr un equilibrio entre las posibilidades del aprendiz o de un equipo y las dificultades o el grado de oposición con que se encuentran (Dechavanne, 1985:13). El papel del profesor ha de ser, pues, el de un mediador en el aprendizaje (Le Boulch, 1991:37) (elaborador de medios didácticos) y constructor de situaciones de aprendizaje (Pouillart, 1988:69). Como síntesis de estas propuestas se puede consultar las que realizan Fourquet (1989:7-10), Le Boulch, (1991:52) o Konzag, Döbler y Herzog (1995:30), quienes reflejan la exigencia de adaptación y reajuste de las tareas propuestas a las capacidades de los alumnos y a las condiciones que demandan el contexto y el deporte. Para ello utilizarán una atención selectiva que permita la anticipación, perceptiva y cognitiva, de las acciones de los adversarios y compañeros. Como afirman Konzag et al. (ibíd.), el nivel de exigencia en las situaciones propuestas ha de ser “tan complejo como sea posible y tan elemental como sea necesario”. Así, el entrenador no podrá determinar un orden cerrado en su trabajo sobre el terreno (Dechavanne, 1985:14), minimizando los efectos del debate acerca de por dónde se debe comenzar el proceso de iniciación, sea mediante estrategias globales o de otras que presenten menos elementos de la situación real de juego. Esta propuesta metodológica ha de traducirse, además, en la necesidad de considerar otros elementos a dominar en situaciones facilitadas. Entre ellos incluimos las habilidades (específicas-individuales-ciclo) que corresponden, por ejemplo, a la: 1.Recepción-bote, recepción-pase. 2.Bote-parada-arrancada. 3.Parada-apoyos. 4.Arrancada-dribling-pase-lanzamiento. 6. TECNOLOGÍA Una vez decidido el objetivo de aprendizaje prioritario, será necesario tomar decisiones acerca del planteamiento didáctico. Obviamente, y dados los objetivos de apoyo a la intervención didáctica, este apartado estará sobredimensionado respecto a los anteriores, lo que no reduce su importancia, sino que, al contrario, queda resaltada, aunque el desarrollo de sus contenidos se realice en otro momento. Una de las formas de definir un modelo técnico en la IDB podría tomar como referencia a un jugador experto para intentar que los alumnos alcancen, con las adaptaciones necesarias, dicho objetivo en los primeros ensayos. Sin embargo, en nuestro caso realizaremos una propuesta que incluya dos ejes de análisis: uno derivado de los principios epistemológicos y metodológicos apuntados; y otro derivado de los aspectos que se indican en el apartado siguiente: recursos didácticos y contextuales, capacidades del aprendiz y habilidades y destrezas específicas del baloncesto. 7. ENSEÑANZA DE LAS HABILIDADES EN EL BALONCESTO A continuación, en la tabla 2.3. se representan los pasos y relaciones que se pretende desarrollar a lo largo de las lecciones siguientes. De este modo, los objetivos que pretendemos lograr están condiciona-dos por varios grupos de factores. Iniciaremos nuestra exposición por los principales recursos didácticos y contextuales a tomar en cuenta para la labor didáctica. Finalmente, se desarrollarán las habilidades y destrezas específicas propias del deporte y los factores limitantes y posibilitadores de una ejecución adecuada a las condiciones de juego, para finalizar indicando las potencialidades del aprendiz en relación con las demandas del deporte. A continuación se expondrán con mayor detalle estos factores y las relaciones entre ellos. Tabla 2.3. Aspectos a contemplar en los procesos de enseñanza de las habilidades en baloncesto Recursos didácticos y contextuales –Marco implícito –Marco explícito –Estrategias de enseñanza-aprendizaje: •Global •Situación-problema •Analítico –Estilos de enseñanza –Contenidos de aprendizaje 8. RECURSOS DIDÁCTICOS Y CONTEXTUALES Dentro de los aspectos didácticos se incluyen no sólo los mejores medios para enseñar un objeto bien definido y cerrado de conocimiento, sino, como señala Vergnaud citado por Vendevelde (2003:66), para “cuestionar profundamente los contenidos teóricos y las prácticas de enseñanza y los métodos y procedimientos asociados a ellos”. En la figura 2.2 es posible apreciar una representación de las relaciones entre los diversos elementos que, desde nuestra perspectiva, condicionan en mayor medida la intervención del didacta. Comenzando la revisión de fuera adentro, resaltamos que el marco implícito es de especial interés para el desarrollo de las actividades de enseñanza. Dicho marco está delimitado por aspectos tan amplios y en ocasiones indeterminados como la ideología, los valores y las expectativas de los implicados acerca del potencial de la actividad desempeñada. En este sentido, el intento de obviar este nivel de análisis no sirve sino para desempeñar actividades con un bajo nivel de autocrítica, al que se añade un cierto determinismo al considerar el deporte como una actividad con pro-piedades esenciales y que, por tanto, no es necesario discutir ni consensuar en su aplicación. En un nivel de menor generalidad, el marco explícito de enseñanza es el definido por las: Figura 2.2. Recursos didácticos en la IDB. E = enseñanza; A = aprendizaje. •Instituciones educativas de la Unión Europea, Ministerio de Educación y las correspondientes de las comunidades autónomas, señalando objetivos que se pueden agrupar en tres apartados: declarati-vo, actitudinal y procedimental. •Instituciones deportivas como las federaciones deportivas de diver-so ámbito territorial, que suelen aportar criterios técnicos de realización, junto con apartados de evaluación con el fin de jerarquizar a los jóvenes en función de su eficacia deportiva. •Programas deportivos específicos desarrollados por colegios, clubes y asociaciones deportivas donde, en ocasiones, se precisan ciertos valores y objetivos asociados a sus fines declarados. •Proyectos didácticos creadospor los propios docentes, cuando son éstos quienes han de proponer un programa deportivo, bien sea de cara a su implantación, bien sea documento de base para su nego-ciación con los implicados en el proceso. Otro aspecto a considerar entre los recursos didácticos en la iniciación deportiva en baloncesto se refiere a las estrategias de enseñanza-aprendizaje. Éstas se organizarán en tres niveles: 1. Práctica global. Las tareas propuestas bajo este epígrafe contienen los elementos básicos de un deporte de equipo con participación simultánea y espacio de intervención conjunto. Así, en estas actividades se incluirán ejercicios con la participación mínima de 3 jugadores en cada equipo parti-cipante, puesto que éste es, por un lado, el número mínimo de jugadores para hacer posibles todas las interacciones de la situación de competición y, por el otro, como señala Peterson (1991:112), “el juego de tres es el límite del juego de equipo”. La definición de la situación exigirá determinar su objetivo, por ejemplo, juego 5 x 5 en todo el campo durante 10 minutos o hasta que un equipo consiga 3 canastas consecutivas. 2. Situación-problema. Aquí, como señalan Beunard y Dersoir (1992: 25), se propone a los aprendices la realización de una tarea para resolver un problema central para el nivel de juego en que se encuentren los jugadores, de modo que intenten superar el obstáculo planteado con la intención de provocar su desarrollo cognitivo, afectivo y motor, aunque el didacta no determinará la estrategia a utilizar para la resolución del problema planteado. Las normas a plantear en el dictado de dichas propuestas precisarán diversas condiciones que contendrán, al menos, información acerca de: •Jugadores participantes (indicando en primer lugar el número de jugadores que persiguen el objetivo de la tarea), por ejemplo 3 (atacantes) x (contra) 3 (defensores). •Otros jugadores que colaboran, por ejemplo, uno que sólo podrá pasar a lo largo de una secuencia de juego. •Espacio a emplear en el desarrollo de la tarea, por ejemplo, 1/2 campo. A lo largo de los temas del presente libro encontraréis ejemplos de espacios de juego definidos en función del objetivo que se pretende. •Tiempo propuesto para el desarrollo de la actividad, en el que se supone lograrán el objetivo de aprendizaje previsto. •Otras reglas o limitaciones: –Genéricas, referidas a todos los jugadores y a todo el desarrollo de la tarea indicando, por ejemplo, que no está permitido botar el balón, lo que conllevará la pérdida de su control y la entrega al equipo contrario. –Referidas a una situación del juego, donde sólo se podrá realizar el bote fuera de la zona restringida de juego. –Centradas en un jugador, orientada sobre todo a la adecuación de la dificultad de la tarea a sus capacidades y/u objetivos actuales, por ejemplo, impidiéndole el bote con la mano más hábil. Así, una tarea definida en todos sus parámetros podría ser la siguiente: 3 x 3 en 1/2 campo + 1 pasador, no está permitido botar durante 10 mi-nutos; el jugador C (equipo A) no podrá lanzar desde dentro de la zona y todos los jugadores del otro equipo (B) deben controlar el balón antes de realizar un lanzamiento. De esta forma pretendemos limitar la clara ventaja que tiene el jugador C del equipo A frente a todos sus adversarios, al tiempo que le facilitamos la realización de otras habilidades que ha aprendido en las sesiones anteriores. Por otra parte, al proponer que todos los jugadores del equipo B se pasen el balón, planteamos situaciones que potencien el juego colectivo. De todos modos es necesario recordar que, a efectos de aplicación, si los jugadores conocen todas las condiciones impuestas por el didacta, podría variar la exigencia en la realización de la tarea; de ahí que sea necesario cuestionarse el interés de dicho conocimiento o si, por el contrario, las normas sólo las ha de conocer el didacta y los componentes del equipo respectivo. 3. Práctica analítica. Aunque, en ocasiones, se presente este tipo de práctica de un modo negativo, consideramos imprescindible su realización a lo largo de esta etapa de iniciación deportiva. Así, será necesario que se incluyan en este tipo de prácticas ciertos elementos de contexto tanto para facilitar referencias al ejecutante, como para incor-porar otras que posibilitarán una transferencia más rápida y positiva para afrontar el conjunto de problemas que representa la situación global de juego. En síntesis, y como principio básico a la hora de implementar las tareas propuestas, se deben tener en cuenta, según Labiche (1990:149), ciertas condiciones: •La búsqueda del rendimiento en todos los participantes. •El equilibrio de los aprendices o equipos participantes. •Una cierta estabilidad en la composición de los grupos. •Las relaciones afectivas entre los componentes de cada grupo. •La homogeneidad del grupo. De esta propuesta se puede concluir la exigencia de una consideración global de la actividad, de modo que todos participen incluidos en grupos que tengan cierta continuidad, lo que, además de potenciar relaciones más estrechas entre algunos aprendices, permitirá la rotación de funciones en la actuación deportiva: básicamente, como jugadores, entrenadores, árbitros u organizadores. En síntesis, las tareas propuestas han de buscar el ajuste de la dificultad planteada a las posibilidades de los aprendices, de forma que se pueda lograr el objetivo propuesto en los primeros ensayos o, al menos, que no haya mucha distancia entre aquél y el rendimiento logrado; para ello, se modularán los diferentes componentes que definen la situación para alcanzar la exigencia pretendida. Se buscará igualmente que los aprendices desarrollen los aspectos cognitivos básicos relacionados con su actuación en el juego. Sin duda, los objetivos relacionados con esta aplicación supondrán una intervención orientada a largo plazo, visión que habrá de complementarse –simultáneamente– con la consideración de lo que ocurra aquí y ahora, teniendo en cuenta las posibilidades e intereses de los alumnos en relación con el conjunto de la intervención didáctica. Finalmente, los contenidos de aprendizaje serán seleccionados de acuerdo con una serie de criterios: •Número de contenidos (habilidades específicas y contextos de ejecución donde deberían ser realizadas). •Secuenciación de los contenidos, determinando cuáles podrán ser enseñados antes, para lo que será necesario plantear las ventajas y dificultades que supondrán las diferentes alternativas. •Conexión con el conjunto de la actividad competitiva de estas habilidades, estableciendo para ello su programación e interacción. 9. HABILIDADES ESPECÍFICAS Para facilitar los procesos de aprendizaje, planteamos el proceso en varios niveles, que intentan responder a las cuestiones ¿cómo hacer? o ¿qué hace falta aprender a ejecutar?, para lo que se han establecido cuatro fases en el proceso de enseñanza de las habilidades específicas: 1.Objetivos. 2.Requisitos. 3.Características. 4.Coordinación. La estrategia propuesta para la enseñanza de las habilidades específicas en el baloncesto se desarrolla en 5 fases o momentos, como se puede observar en la figura 2.3. Figura 2.3. Conceptos relevantes para facilitar el aprendizaje de las habilidades específicas en el baloncesto. Nuestra posición se centra en dos aspectos esenciales, referidos a la búsqueda de una autonomía progresiva de los aprendices en la toma de decisiones para la consecución simultánea de sus objetivos, individuales y colectivos, para lo que será necesario establecer situaciones que potencien el logro de competencias por los aprendices para superar las dificultades que les plantea el reto deportivo. Estas líneas para configurar el es-cenario del aprendizaje motor incluirán, además, los valores que alumbran nuestra actuación didáctica. Los objetivos definen aquellas metas o conductas que se pretende alcanzar. Para ello será necesario precisar en cierta medida ¿cómo, cuándo y en qué condiciones actuar?, de modo que sean posiblesuna planificación y una programación de la acción. De ahí el interés de plantear proposiciones en la forma “si ... entonces”, teniendo en cuenta que la función docente supone el enfrentamiento de situaciones problemáticas contextualizadas (Imbernón, 1994:39). Esta definición de los objetivos requiere una actuación del didacta que, como señala Le Boulch (1991:52), conlleva: 1.Seleccionar las situaciones y contextos en función de las presuntas posibilidades del alumno. 2.Reajustarlas en función de las respuestas observadas. 3.Orientar la atención del alumno sobre el objetivo y los principios más que sobre las acciones y la forma de solucionar los problemas perceptuales, decisionales y de ejecución dados en la situación actual, en el aquí y ahora. 4.Orientar la atención de los aprendices sobre los signos anticipato-rios más relevantes del contexto deportivo. En este sentido, en el baloncesto los objetivos del juego son básicamente dos: anotar o recuperar el balón, según controlemos o no el móvil. Por su parte, la enseñanza de las habilidades necesarias para considerar que un aprendiz ya puede funcionar en una situación global de juego se organizará a lo largo de este manual tomando en consideración dos aspectos: 1.Uno de ellos son los requisitos que señalan las condiciones que posibilitan o facilitan la realización de una determinada habilidad. Estos requisitos pueden ser observables directamente o, de modo más habitual, permanecen ocultos a la mirada de los no expertos. 2.En un segundo momento describiremos las habilidades específicas señalando las características, que son los elementos mínimos que determinan la eficiencia en la realización de una habilidad, y están referidas a las manifestaciones observables de la ejecución que pueden operativizarse con vistas a plantear una evaluación de la ejecución en cualesquiera de sus manifestaciones (motriz, de toma de decisión o estratégica). Así, por ejemplo, para que el balón entre directamente en la canasta ha de llevar una trayectoria determinada en relación con el aro; de este modo, el margen entre este ángulo y la entrada perpendicular del balón (90º) servirá como indicador de la probabilidad de enceste, en relación con los márgenes de error del tiro. Aunque en esta ocasión es fácilmente compro-bable la cercanía de la trayectoria del tiro respecto a todas las posibilidades, en otras habilidades tendremos que insistir en los aspectos centrales de la ejecución y de las consignas que, como entrenadores, deseamos enfatizar. Este grupo de requisitos-características está asociado a una serie de coordinaciones específicas que sirven como orientación y secuenciación de la ejecución para los aprendices, señalando sobre todo cuestiones referidas a las formas de enlazar los movimientos de los diferentes segmentos corporales para el desarrollo más eficaz de los requisitos y las características indicados. Todos los aspectos teóricos de nuestra actuación han de concretarse en una propuesta de actividades, de tareas que tienen que poner en práctica los aprendices para lograr los objetivos. Como se ha indicado con anterioridad, el didacta ha de combinar diversos aspectos de los tres niveles del modelo de IDB propuesto para lograr los objetivos planteados. En los siguientes apartados se incluirán los puntos básicos a tener en cuenta para la elaboración de las tareas. Posteriormente, se plantearán algunas tareas que posibiliten la práctica de las habilidades específicas. En este volumen, con vistas a facilitar la formación de profesores-entrenadores, se incluyen algunas actividades complementarias, relacionadas con la observación y el análisis de las habilidades específicas, además de la lectura y recensión de algunos textos básicos relacionados con el tema previsto. 10. CAPACIDADES DEL APRENDIZ Por su parte, las capacidades del aprendiz para desarrollar las acciones anteriormente apuntadas podrían agruparse en torno a tres aspectos: los socioafectivos, los cognitivos y los motores. Acerca de las potencialidades socioafectivas, es necesario indicar que los aprendices podrán desarrollar todas sus posibilidades a raíz de la comprensión e interiorización de las limitaciones que impone todo proyecto colectivo, frente a la pretensión de alcanzar el resultado del juego mediante acciones estrictamente individuales. De ahí que las afirmaciones de que un equipo es la suma de las capacidades de sus componentes ha de matizarse para resaltar la exigencia de coordinación de todos los componentes, al tiempo que se recalcan los aspectos afectivos que toda situación competitiva y de evaluación social provoca en los jóvenes aprendices. La actuación del didacta debe ponderar la incidencia de estos aspectos en todas sus dimensiones a la hora de plantear su intervención. Otras capacidades relacionadas con el aprendizaje son las cognitivas, en la medida en que cada uno de los aprendices ha de conocer determinadas reglas deportivas y no deportivas que ordenarán sus actuaciones en los diversos ámbitos de la IDB. Finalmente, las capacidades motrices de los deportistas servirán para poner en práctica los recursos necesarios para alcanzar los objetivos propuestos. Sirve también la manifestación de estas capacidades como base para la expresión de ciertas capacidades cognitivas, por ejemplo, sobre la necesidad de avanzar el balón en un tiempo determinado o, en relación con los aspectos socioafectivos, para posibilitar la realización de determinadas acciones que implican a varios jugadores, como bloqueos o pases. En la figura 2.4 se indican las relaciones entre las capacidades del aprendiz implicadas en los procesos de enseñanza-aprendizaje. Figura 2.4. Capacidades del aprendiz. 11. CONCLUSIONES Son las ideas que orientan la intervención didáctica las que realmente se han de cuestionar para acercarse a las condiciones de una enseñanza eficaz, como apuntamos al inicio de este trabajo; condiciones que siempre exigirán una actuación a medida, la presencia e intervención de un profesor que conozca las expectativas y posibilidades de cada uno de los aprendices y de la interacción entre todos los participantes. El modelo propuesto está basado en la elaboración de un proyecto colectivo a partir de los intereses y posibilidades de los aprendices. Dichos intereses se articulan, afor-tunadamente en los deportes de equipo, alrededor de las habilidades específicas, lo que permite un desarrollo de las mismas en relación con las exigencias tácticas que demandan y, al mismo tiempo, posibilitan este tipo de deportes. INICIO DE LA ACTIVIDAD DIDÁCTICA 1. Funciones del entrenador en relación con la técnica individual El entrenador, en cuanto pedagogo, ha de jerarquizar las habilidades para incidir en las más relevantes para facilitar el juego. Además, para llevar a cabo esta función, debe conocer los requisitos necesarios para su desarrollo y los diversos componentes (o subhabilidades) que la forman, así como estrategias de aprendizaje diversas para cada uno de estos aspectos. Igualmente, el entrenador debe ser capaz de realizar un diagnóstico de las capacidades de los aprendices a su cargo no sólo en el momento presente, sino completándolo con un pronóstico de lo que podrán realizar en breve lapso con o sin ayuda, o incluso a un plazo más largo. Finalmente, estas habilidades se han de aplicar en un contexto de colaboración con sus compañeros, por lo que el profesor debe conocer cómo actuar sobre los déficits detectados, individuales o colectivos, y los objetivos previstos en los períodos de tiempo señalados. En síntesis, el profesor tendrá que conocer los requisitos, las estrategias de enseñanza, diagnosticar las potencialidades de sus alumnos y aplicar estos conocimientos para lograr los objetivos de aprendizaje en los plazos previstos. De este modo, el inicio de la interacción didáctica vendrá determinado por algunos aspectos, por lo que será necesario cuestionarse cómo realizar la introducción del deporte. Cuando se plantea el inicio de una actividad de enseñanza deportiva,es necesario conocer la penetración y la consideración de ese deporte en el conjunto de la sociedad y, más concretamente, en el grupo de aprendices que tenemos ante nosotros. En el caso concreto del baloncesto, tanto su origen vinculado al ámbito escolar, como la introducción dentro de los programas educativos oficiales y la amplia difusión de que es objeto por los medios de comunicación, hace innecesarias explicaciones detalladas acerca del objetivo del juego y de sus reglas básicas. En consecuencia, no propondremos en este instante actividades que incidan en el análisis de dichos aspectos. Sin embargo, si proponemos una actividad similar a la desempeñada en la competición formal, o sea, 5 jugadores por cada equipo en el terreno de juego, probablemente los alumnos encontrarán problemas para hacer llegar el balón a un compañero, acercarse a la canasta o encestar algún lanzamiento. Si a ello añadimos otros aspectos formales necesarios para la competición, como la presencia de árbitros y de varias personas para llevar el registro de las acciones de juego y de las faltas, se podrá comprobar la dificultad para tomar como referencia única la situación de juego propia de la competición en estos primeros instantes de la enseñanza deportiva. Para solventar esta dificultad se han ido aplicando diversos modos de iniciar en el deporte a los aprendices. En este sentido, el proceso de iniciación se ha planteado en la denominada “pedagogía del botar, pasar y tirar”, centrado en el dominio de habilidades específicas del juego como el pase, el bote, la defensa o el lanzamiento. Esta propuesta considera que, dada la dificultad para el dominio de todas las habilidades necesarias para el juego, es necesaria una reducción de aquélla mediante la práctica de diversos movimientos estandarizados, normalmente tomados de la competición deportiva del máximo nivel. En consecuencia, el aprendiz tendría que dominar sucesivamente las diversas habilidades, entrenándolas por separado para, poco a poco, inte-grarlas en las situaciones de juego mediante una práctica global orientada al logro de estos objetivos. Cuando se presentan dificultades para mejorar el rendimiento, se simplificarán las situaciones que afrontan los alumnos mediante una reducción del número de participantes o la vuelta a la práctica preferentemente analítica empleada para el dominio de las habilidades específicas. De este modo, el aprendiz desempeña una función básicamente pasiva en las fases iniciales del aprendizaje, mientras que la etapa de integración de las habilidades demandará una mayor implicación cognitiva. La actuación central en este período está marcada por la exigencia de adaptación a un modelo exterior y muy alejado de las posibilidades actuales de la mayoría de los aprendices. Son posibles otras opciones en la enseñanza inicial del deporte. Una de ellas considera, además de las habilidades específicas del juego (individuales y colectivas), las necesarias para arbitrar, organizar y dirigir a sus compañeros. La conjunción de estos dos tipos de habilidades permitirá una mejor comprensión del deporte y de las oportunidades para fomentar valores positivos en la práctica deportiva, como aceptar las propias limitaciones, reconocer la superioridad o inferioridad en determinados aspectos del juego, respetar a todos los participantes en éste, etc. De este modo, la integración progresiva de todos los aspectos del baloncesto con los intereses de los implicados constituye la parte central del proceso de iniciación deportiva, de forma que posibilite la continuidad en el juego de acuerdo con valores de respeto y confianza mutua. En este sentido, y para plantear la iniciación de la enseñanza del baloncesto, tomaremos como eje las preguntas que propone Pouillart (1989:64) para desarrollar dicho proceso. a) Elegir lo más fácil De hecho, se ha planteado como un paradigma educativo la consigna de “ir de lo más fácil a lo más difícil”. Suponiendo que se pudiera aplicar una jerarquía de dificultad de todas las tareas, tendríamos que considerar que cada uno de los aprendices que están “ahí” poseen trayectorias, aprendizajes e intereses en cierta medida diferentes respecto a sus compañeros. Además, la búsqueda de lo más fácil puede resultar paradójicamente complicada, ya que deberíamos llegar a los aspectos más detallados de cada habilidad con el fin de, posteriormente, enseñarlas en ese mismo orden. Por eso, y desde una perspectiva constructivista, iniciaremos la propuesta de actividades por algo que ya saben hacer, pero que simultáneamente representa algún tipo de reto para el aprendiz. Así, frente a la propuesta de partir de lo más fácil, será más eficaz y coherente con nuestra propuesta la exigencia que respete tanto sus puntos débiles como la exigencia en aquellos aspectos que domine. b) Elegir lo esencial Lo esencial, para Pouillart (1989:66), es “lo que constituye la originali-dad de la actividad física que se va a emprender”; por ello, como didac-tas, estamos obligados a elegir y, así, en el baloncesto como deporte de equipo se puede considerar numerosos aspectos, referidos a los procesos informacionales requeridos para desempeñar el juego con eficiencia, las diversas fuentes energéticas demandadas a lo largo de un partido, las numerosas restricciones reglamentarias referidas a la utilización del espacio y del tiempo de juego o las amplias posibilidades de movimiento en contextos diversos. Las respuestas a esta pregunta podrán centrarse en diversos niveles: unos que enfatizan los aspectos tácticos y colectivos, como la planteada por el modelo TGfU (Teaching Games for Understanding), que proponen –en lo esencial– el inicio desde la tarea global y, a partir de la detección orientada de las necesidades, comenzar los aprendizajes “más específicos e individuales” para superar los problemas planteados en el juego. Frente a esta propuesta se sitúan algunas centradas en el aprendizaje de las diversas habilidades específicas para engarzarlas posteriormente entre sí y, de este modo, pasar al dominio progresivo de situaciones más globales. Nuestra posición, similar a la de Vincent (2004:11), se sitúa en un lugar intermedio entre los señalados, partiendo de la consideración de que el aspecto más original y diferenciador del baloncesto respecto a los demás deportes de equipo es el lanzamiento a canasta. Posteriormente se aporta-rán razones para la elección de esta habilidad básica como punto de partida para la enseñanza del baloncesto. c) Elegir lo que es prioritario La prioridad variará, por supuesto, en función de los implicados en el proceso. Sin embargo, este apartado pretende recoger los aspectos relacionados con un proceso de iniciación deportiva: material, instalaciones, intereses de los jugadores, padres, directivos, profesores y entrenador, etc., que pueden articularse dentro de un programa deportivo. Un aspecto imprescindible para determinar lo prioritario es el establecimiento de los objetivos generales, de las actividades a realizar y de su programación en relación con las posibilidades del contexto en el que trabajamos. d) Elegir de manera coherente La coherencia buscada se ha de plantear en diversos aspectos: •Del conjunto de la programación. •Del aprendizaje de las habilidades específicas y su interrelación. •De los objetivos planteados en diversos aspectos y niveles (procedimentales, actitudinales y de ejecución), lo que conllevará intervenciones dirigidas a la de aceptación del resultado, a colaborar con los árbitros y organizadores, manteniendo la limpieza de la instalación y el orden del material empleado, etc. Por ello, el didacta se encargará de supervisar los diversos aspectos que puedan incidir en el disfrute y aprendizaje de sus aprendices, tomán-dolos en cuenta para organizar su actividad. 2. ¿Por dónde empezar? Aun después de tener en cuenta el contexto de actuación y de efectuar una propuesta de intervención, tenemos que afrontar la cuestión de por dónde iniciar nuestras actividades. El lanzamiento a canasta,
Compartir