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Filosofia: Kant e Iluminismo

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Filosofía: Primer Parcial 
Unidad 1: Kant: 
Apuntes 
Previo a Kant: En el pensamiento griego, se buscaba determinar la naturaleza del ser, no había interés por el método 
por el cual se lograría acceder al conocimiento. 
En la Edad Media, se comenzó a pensar en Dios como la sustancia, aquella voluntad que determinaba todo. 
Llegado el Renacimiento, se derrumba la visión teológica. Se presencia una serie de descubrimientos como el 
hallazgo de nuevas civilizaciones con distinta escala de desarrollo así como también la comprobación de nuevas 
teorías como la de Copernico en el que la Tierra deja de ser el centro del universo. A partir de ello, se reconfigura la 
cosmovisión planteando un conjunto de inquietudes científicas y también cotidianas como, por ejemplo, qué es lo 
que se sabe, lo que no se sabe, lo que podemos llegar a saber, etc. Se comienzan a abrir dos corrientes de pensamiento 
que entran en disputa. 
Por un lado, aquella encabezada por Bacon en el que se hacía énfasis en el uso de las capacidades cognitivas 
limitadas del hombre para desarrollar conocimiento científico, por lo que dichos fines también resultaban ser 
limitados, pues se buscaban establecer hipótesis falsables, es decir, no intentar alcanzar la certeza última. En otras 
palabras, proponía una ciencia inductiva, observacional en la que no se pretendiera realizar generalizaciones de 
carácter universal y necesario. 
Por otro lado, la segunda corriente, cuyo pensador principal era Descartes, planteaba que el hombre sí podía 
conocer las determinaciones últimas de la realidad ya sea la existencia de Dios, del alma, etc. Proponía la duda 
metódica como medio para lograr dicho objetivo, es decir, poniendo en cuestión todo aquello que se conoce hasta 
encontrar algo indubitable. Dicha propuesta se basaba en que, según esta corriente, los sentidos engañaban al 
individuo, por ende, no se tenía que confiar en la experiencia sensible. Lo único en lo que se podía confiar era en el 
pensamiento. De allí que surgiera la Metafísica como método deductivo, racional, a partir del cual los 
conocimientos deriven en principios que se corresponden unos con otros. 
1) Empirismo (Bacon/Hume) 2) Racionalismo (Descartes) 
-La experiencia es el único medio y límite del 
conocimiento. Eso implica que conocer algunas 
cuestiones solo sea probable, y otras (como la 
metafísica), sea imposible. Los empiristas negarán las 
ideas innatas de los racionalistas. Para los empiristas la 
mente no posee contenido alguno, es como un objeto 
vacío que debe llenarse a partir de la experiencia y el 
aprendizaje. 
-Su método es la inducción, la observación y el análisis 
de los hechos. 
-La razón interviene en el conocimiento, pero es una 
razón que depende y está limitada por la experiencia. 
-El origen de nuestros conocimientos no está en la 
razón, sino en la experiencia, ya que todo el contenido 
del pensamiento, primero ha tenido que pasar por los 
sentidos. 
-La razón es el único medio para obtener conocimientos 
verdaderos, por sus propios medios y sin el concurso de 
instancias trascendentes ni de la experiencia. Los 
racionalistas admiten la existencia de ideas innatas, ideas 
que ya posee la persona desde su nacimiento. 
-Su método de conocimiento es la deducción. 
-Los racionalistas buscan un nuevo método del cual 
fiarnos para dar validez a las ciencias y a la filosofía, este 
será el método matemático. 
-Su visión del mundo es mecanicista, y propone una 
moral apoyada en la razón. 
 
 
3) Ilustración: Es la tercera corriente vigente en la Edad Moderna que tuvo su incursión en el arte, la cultura, la 
sociedad, la economía y en la política. Creía que, a través de la razón humana, era posible combatir la ignorancia y la 
superstición. La razón también ayudaría a acabar con las tiranías y a construir un mundo mejor. Tienen una fe 
absoluta en la razón humana, que se considera como unitaria, invariable e idéntica en todos los hombres, pueblos y 
culturas. 
Se caracteriza por su interés por la teoría del conocimiento. En su epistemología, Kant realiza una síntesis de 
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racionalismo y empirismo mediante la crítica de la razón, tribunal que analiza los límites y las posibilidades del 
conocimiento. Mientras que la física y las matemáticas son saberes científicos que progresan y que tienen leyes 
universales, la metafísica no puede ser una ciencia porque excede los límites del conocimiento científico. 
La Moral había estado dictada desde la teología y el absolutismo de estado. La Ilustración rechaza estas fuerzas, ya 
que la moral no debe estar supeditada a ni a la religión ni a la política, sino que las normas de conducta deben ser 
propuestas por cada individuo por medio de la razón. Es esta una ética científica, universal y necesaria. Kant 
propuso esta ética en su teoría del Formalismo moral. 
Kant, cuya filosofía se basa en un criticismo en el que se critican por medio de la razón los aspectos negativos del 
racionalismo y del empirismo: del primero, la metafísica, que deja de ser un conocimiento científico, y del segundo, 
su actitud escéptica. 
Kant explicó que su filosofía se basaba en la respuesta a cuatro preguntas: 
1º) ¿Qué puedo conocer?: esta pregunta se corresponde con su Teoría del Conocimiento (epistemología). Kant se va a 
plantear cómo se realiza el proceso de conocimiento y cuáles son los límites de éste: el conocimiento científico sólo 
lo forman la física y la matemática, la metafísica no es un saber científico, está más allá de los límites del 
conocimiento. Estas explicaciones de Kant van a dar lugar al Idealismo Trascendental, desarrollado en la Crítica de 
la Razón pura. 
2º) ¿Qué debo hacer?: con esta pregunta se plantea la Ética y la Moral. El hombre es un ser moral para Kant, que 
considera que la ética es un saber científico que trata sobre las leyes que rigen la conducta humana. Esta ética se 
basa en la razón y Kant la desarrolla en la Crítica de la Razón Práctica. 
3º) ¿Qué puedo esperar?: se corresponde con la parte dedicada a la Metafísica y la Religión. Kant va a investigar sobre 
el sentido de la vida humana, sobre la existencia de otra vida distinta a la presente, es decir, se plantea la existencia 
de Dios y la inmortalidad del alma. 
4º) ¿Qué es el hombre?: es la pregunta de la Antropología, que para Kant es la síntesis de todas las demás, o sea, a la 
que se reduce toda la filosofía, ya que el hombre es el centro del pensamiento y de la investigación filosófica. Kant 
considera que el ser humano se conoce a través de ideas o conceptos puros que no son empíricos. 
 
Prólogo de la Segunda Edición de “Crítica de la razón pura” 
Kant se plantea 2 problemas principales: 
1°) Problema del conocimiento: Implica una adecuación entre las representaciones del objeto elaboradas por el sujeto y el 
objeto mismo, Kant se pregunta por las condiciones de posibilidad para que esa adecuación sea objetiva y, por 
consiguiente, permitan fundar leyes científicas. 
2°) Problema de la articulación entre la naturaleza y la libertad: ¿Cómo es posible la libertad dentro de un mundo en el que 
todo objeto está determinado causalmente? (3era Antinomia). La razón teórica no puede demostrar la existencia de 
la libertad pues solo es capaz de alcanzar el mundo de los fenómenos, mundo en el que todo está sometido a la ley 
de causalidad, y por lo tanto en el que todo ocurre por necesidad natural. Sin embargo, desde la perspectiva de la 
razón práctica, y si queremos entender la experiencia moral, cabe la defensa de la existencia de la libertad: si, en sus 
acciones, las personas están determinadas por causas naturales, es decir, si carecen de libertad, no podemos 
atribuirles responsabilidad, ni es posible la conducta moral; de este modo, la libertad es la condición de la 
posibilidad de la moralidad, a la vez que la moralidad es lo que nos muestra o da noticia de la libertad. Así, se 
confirma que en el mundo de los fenómenos, todo es explicado causalmente, pero también es posible pensar en una 
causalibre. (págs 138 – 139) 
1°) Problema de conocimiento: RespuestaGiro copernicano (Prólogo a la II edición de la crítica de la razón 
pura), instancias del conocimiento (sensibilidad, entendimiento y razón) y juicios sintéticos a priori: 
Kant encuentra que el racionalismo y el empirismo son realistas, es decir, tienen una concepción pasiva del sujeto, 
pues idealmente el conocimiento implica la reproducción del objeto, que es contemplado por el sujeto. En otras 
palabras, el sujeto recibe impresiones del mundo, la realidad objetiva se refleja como un espejo hacia el sujeto. 
Frente a dicha postura, Kant va plantear un cambio en la concepción del conocimiento utilizando con una analogía 
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de la revolución copernicana. En astronomía, Copérnico comprendió que no se podía entender el movimiento de 
los objetos celestes con la tesis según la cual la Tierra está en el centro del Universo y el Sol y los demás objetos 
celestes giran a su alrededor, comprendió que para entender el movimiento de los objetos celestes era necesario 
cambiar la relación poniendo al Sol en el centro y suponiendo que es la Tierra la que gira a su alrededor. Kant 
considerará que en filosofía es preciso una revolución semejante a la copernicana: en filosofía el problema consiste 
en explicar el conocimiento sintético a priori; la filosofía anterior a Kant suponía que en la experiencia de 
conocimiento el Sujeto cognoscente es pasivo, que el objeto conocido influye en el Sujeto y provoca en él una 
representación fidedigna. Con esta explicación podemos entender, en todo caso, el conocimiento empírico, pero no 
el conocimiento a priori pues lo extraordinario de este último es que con él podemos saber algo de las cosas antes 
de experimentarlas, es decir, antes de que puedan influir en nuestra mente. Kant propone darle la vuelta a la relación y 
aceptar que en la experiencia cognoscitiva el Sujeto cognoscente es activo, que en el acto de conocimiento el Sujeto cognoscente modifica la 
realidad conocida. Según Kant, podemos entender el conocimiento sintético a priori si negamos que nosotros nos 
sometemos a las cosas, si aceptamos que son más bien las cosas las que se deben someter a nosotros: dado que para 
conocer un objeto antes ha de someterse a las condiciones de posibilidad de toda experiencia posible, es decir, a las 
condiciones formales –a priori– impuestas por la estructura de nuestras facultades cognoscitivas, es posible saber a 
priori alguno de los rasgos que ha de tener cuando esté presente ante nosotros, precisamente los rasgos que 
dependen de dichas condiciones. Por ejemplo, a priori no podemos saber nunca si la figura que vamos a ver en la 
pizarra es un triángulo, ni las características contingentes de dicha figura (como su tamaño, su forma concreta, etc) 
pero sí podemos saber a priori que si es un triángulo ha de poseer todas las propiedades descritas por la geometría, 
ya que –según Kant– éstas son una consecuencia de la peculiar estructura de nuestra mente, y a ellas se debe 
someter todo objeto del cual podamos tener experiencia. Estas ideas las resume Kant con la siguiente frase: sólo 
podemos conocer a priori de las cosas aquello que antes hemos puesto en ellas. En resumen, el giro copernicano 
hace mención al hecho de que sólo podemos comprender el conocimiento a priori si admitimos que sólo 
conocemos los fenómenos y no las cosas en sí mismas o noúmenos, si admitimos el Idealismo Trascendental como 
la filosofía verdadera. (págs 132-133). 
Toda la filosofía anterior a la modernidad, mantiene una concepción realista del mundo: los objetos, sus 
propiedades y relaciones existen independientemente de la experiencia que podamos tener de ellos. Pero con Kant 
aparece la concepción idealista: no sabemos cómo puede ser el mundo independientemente de nuestra 
experiencia de él; todo objeto del que tenemos experiencia ha quedado influido por la estructura de nuestro aparato 
cognoscitivo. Estas ideas llevan a los conceptos de Noúmeno y de Fenómeno: Noúmeno (o Cosa en sí) es la 
realidad tal y como pueda ser en sí misma, independientemente de nuestra experiencia de ella; Fenómeno es la 
realidad dependiente del Sujeto Trascendental (el sujeto no empírico del cual se predican las formas aprióricas, es la 
realidad estructurada por las formas de la Sensibilidad y las categorías del Entendimiento). El sujeto no deja intacta 
la realidad conocida, la constituye en el propio acto del conocimiento. Por ello, el Idealismo Trascendental se puede 
resumir en la afirmación de que sólo conocemos fenómenos. 
+Crítica de Kant al empirismo: El empirismo no puede hacer ciencia, no puede establecer leyes científicas porque 
se encuentra a merced de los objetos que observa/experimenta. 
+A priori y a posteriori: En general, “a priori” es lo que no tiene su origen ni mediato ni inmediato en la 
experiencia, y “a posteriori” es lo que tiene un origen empírico pues descansa en la experiencia, y, en último 
término, en la percepción. El siguiente esquema representa los elementos a priori y a posteriori más importantes: 
1) Elementos, estructuras o principios a priori: 
a) En el ámbito del conocimiento: 
-en el nivel de la intuición: las formas a priori de la Sensibilidad (espacio y tiempo); 
-en el nivel de la conceptualización: los conceptos puros del Entendimiento (categorías); 
-en el nivel del razonamiento: las ideas de la Razón (alma, Dios y Mundo); 
-los principios y tesis de la matemática y de la Física racional (física de Newton). 
b) En el ámbito moral: los imperativos categóricos. 
2) Elementos, estructuras o principios a posteriori: 
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a) En el ámbito del conocimiento: 
-en el nivel de la intuición: las sensaciones; 
-en el nivel de la conceptualización: los conceptos empíricos (“mesa”, “perro”, etc.); 
-en el nivel del razonamiento: cualquier argumento con datos tomados de la experiencia; 
-la mayor parte de principios y tesis de las ciencias empíricas; 
b) En el ámbito moral: los imperativos hipotéticos. 
+Los límites del Conocimiento: 
Kant va a realizar en su obra Crítica de la Razón Pura un análisis del proceso epistemológico, indicando cómo se 
realiza el conocimiento y cuáles son los límites de éste. El conocimiento para Kant tiene tres grados o niveles, y 
todo conocimiento se compone de Materia y Forma (en este aspecto se puede observar la síntesis entre empirismo 
y racionalismo). La materia es lo empírico, lo sensible. La Forma la componen una serie de condiciones subjetivas, 
universales y necesarias que están en el sujeto que conoce y que éste aporta al proceso de conocimiento para poder 
realizarlo. Kant las llamó formas puras a priori, y están vacías de contenido empírico. 
1) Sensibilidad: Es el primer grado básico del conocimiento, es la facultad o capacidad de recibir impresiones 
sensibles. La materia de la sensibilidad son las impresiones (color, forma, sabor) y la forma la componen los 
fenómenos del espacio y el tiempo, que son aportados subjetivamente por el sujeto para poder percibir esas 
impresiones. Entonces, toda experiencia supone la impresión sensible limitado en el tiempo y en el espacio, 
establece un condicionado. 
La Estética Trascendental es la parte de la Crítica de la Razón Pura donde Kant analiza el conocimiento sensible. 
También indaga sobre las condiciones científicas de la matemática, y llega a la conclusión de que es una ciencia 
porque utiliza juicios sintéticos a priori y además reúne las condiciones de materia y forma: la geometría son las 
formas puras a priori del espacio y la aritmética las del tiempo. 
2) Entendimiento: Es el segundo nivel del conocimiento, que consiste en la capacidad de elaborar 
juicios a partir de fenómenos y mediante conceptos. La materia de este conocimiento son los fenómenos 
y los conceptos empíricos. La forma la constituyen las categorías o conceptos puros, que son conceptos 
no empíricos puestos por el individuo y necesarios para poder comprender la realidad de los fenómenos. Las 
categoríasestán vacías de contenido empírico, y sólo pueden ser utilizadas legítimamente por la ciencia cuando las 
aplicamos a fenómenos empíricos. 
Hay que diferenciar fenómenos de nóumenos. Nosotros conocemos de la realidad fenómenos, que son 
aquellas impresiones sensibles de las cosas que percibimos en un tiempo y un espacio. Sin embargo no 
sabemos cómo son las cosas en sí, sino que sólo las conocemos desde nuestra perspectiva (el conocimiento es 
subjetivo). A lo en sí del objeto, a lo incógnito, es a lo que se llama nóumeno. 
La Analítica Trascendental es la parte de la Crítica de la Razón en la que Kant analiza el entendimiento, y además 
examina las condiciones científicas de la física, llegando a la conclusión de que es ciencia porque utiliza juicios 
sintéticos a priori y cumple las condiciones de materia y forma ya que aplica de manera válida unas categorías 
(formas o conceptos puros) a unos fenómenos empíricos. 
3) Razón: Último nivel del conocimiento, es la capacidad de llegar a razonamientos mediante juicios, o también la 
capacidad de unificar juicios hasta llegar a ideas universales. 
La razón opera con Ideas, que son formas puras a priori, pero que tienen un uso regulativo, ya que no construyen la 
realidad como sí lo hacen el espacio y el tiempo y las categorías, sino que la regulan. Las ideas fundamentales son: 
Dios, como suprema unificación de materia y espíritu; Alma, como unificación de los datos interiores y Mundo, 
unificación de los datos procedentes de la realidad externa. La razón no puede evitar preguntarse por la causa de la 
causa y llegar así a lo incondicionado. La razón les exige a la sensibilidad y el entendimiento toda la serie de causas 
pero estos dos últimos no pueden llegar a ella al solo trabajar sobre los objetos de la experiencia. 
La Dialéctica Trascendental es la parte de la Crítica de la Razón Pura donde Kant analiza la razón y además estudia las 
condiciones científicas de la metafísica, llegando a la conclusión de que no es una ciencia, ya que sobrepasa los 
límites del conocimiento. Esto se debe a que la razón opera con las ideas antes mencionadas, que son formas puras 
a priori, pero no hay fenómenos empíricos sobre los que aplicarlas. Por lo tanto Dios, Alma y Mundo son ideas que 
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no se refieren a fenómenos, sino a cosas que nunca podremos conocer de manera científica. 
Para Kant la metafísica es una ilusión trascendental dogmática que cae en errores de razonamiento llamados por 
Kant paralogismos, que son argumentos mal construidos y que no aplican bien la lógica, y antinomias que son 
contradicciones que no se pueden resolver. 
Kant extrae como conclusión dos aspectos de la metafísica, uno negativo y otro positivo. El negativo es que las 
ideas de la metafísica racional, Dios, Alma y Mundo no pueden ser tratadas científicamente, ya que exceden los 
límites del conocimiento. El aspecto positivo es que tampoco pueden ser negados científicamente porque no tienen 
contenido fenoménico o empírico. Esto acaba en un agnosticismo en el que no se puede afirmar ni negar nada 
sobre los temas metafísicos, especialmente la religión y la existencia de Dios. 
+Juicios analíticos y sintéticos: 
Los juicios son enunciados científicos que se componen de un sujeto y un predicado, y que son de varios tipos 
según la ciencia a la que sirvan. Hume consideraba que había dos tipos de conocimientos científicos: las ciencias 
formales, que se basan en las relaciones entre ideas, tales como las matemáticas y la lógica, y las ciencias empíricas, 
que se basan en los hechos, como la historia, la ética, la política, etc. Las ciencias formales se basan en juicios 
analíticos mientras que las empíricas utilizan juicios sintéticos. 
Los juicios analíticos tienen las siguientes características: 
-Son explicativos, es decir el predicado es una explicación del sujeto, no dice nada nuevo, sino algo que está 
contenido, implícito en el sujeto. No amplían el conocimiento. 
-La verdad de estos juicios es necesaria y universal, válida siempre. 
-Por último, son juicios a priori, que no precisan de la experiencia, es decir, no hay que experimentar la verdad del 
juicio para comprobarla, sino que son verdaderos a priori. 
Los juicios sintéticos se caracterizan por lo siguiente: 
-Son extensivos, o sea, el predicado amplía o extiende el contenido del sujeto, dice algo que no está contenido en el 
sujeto. Por tanto estos juicios amplían el conocimiento. 
-Su verdad no es universal ni necesaria, sino contingente, es decir posible, que sólo se cumple en determinados 
casos. 
-Son juicios a posteriori, que dependen de la experiencia, es decir, hay que comprobar su verdad 
experimentalmente. 
Kant consideró esta clasificación y pretendió superar el escepticismo de Hume para conseguir una ciencia universal, 
ya que para Kant la ciencia existe como saber verdadero, universal y seguro, y que además se refiere a la experiencia. 
Esta ciencia tenía que fundamentarse en una clase de juicios que no podían ser ni analíticos ni sintéticos, ya que los 
primeros son universales y a priori, siempre verdaderos y que no dependen de la experiencia, pero no amplían el 
conocimiento, y por tanto si la ciencia se basara en ellos, no progresaría. Los sintéticos amplían el saber y son a 
posteriori, se basan en la experiencia, pero no son universalmente verdaderos, sino probables, de manera que si la 
ciencia se basara en ellos no podría tener leyes universales. 
Por tanto para Kant la ciencia tiene que fundamentarse en unos juicios con los que avance el conocimiento, es 
decir, que sean sintéticos, pero que además no dependan de la experiencia, o sea, que sean a priori, para que sean 
universalmente verdaderos y den lugar a leyes necesarias. Son entonces unos Juicios Sintéticos a Priori. El problema 
que aparecía para la fundamentación de la ciencia era cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en las 
ciencias. 
Resumen texto: 
Kant comienza exponiendo que algunas clases de conocimientos han entrado en “el camino seguro de la ciencia” 
(los de lógica, matemática, física); no así los conocimientos referidos a la Metafísica ya que estos, a diferencia de los 
conocimientos de las ciencias ya nombradas, son conocimientos especulativos de la Razón que nada toma de la 
experiencia y sólo se sirven de conceptos donde la razón debe ser su “propio discípulo”. Se pone aquí ya de 
manifiesto el carácter propedéutico de la Crítica, en la medida en que con ella se pretende describir el alcance y los 
límites de la razón, para asegurar su correcto proceder. 
A modo de paréntesis, Kant establece en el texto la distinción entre el uso teórico de la razón y el uso práctico. 
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Diferenciando ambas modalidades de la razón, teórica y práctica, por la distinta relación que tienen con su objeto: 
una lo determina y la otra lo constituye. Y resaltando la conveniencia de exponer la parte pura de ambas antes de su 
posible aplicación práctica, no sea que por no conocer su verdadero, alcance las posibilidades de la razón cuando la 
vayamos a utilizar. 
Volviendo a la Metafísica, según Kant, esta no pudo entrar en el seguro camino de una ciencia, ya que el camino 
que ella traza no es seguro, prueba de esto es el constante andar y desandar delos metafísicos basándose sólo en 
conceptos. Reconoce Kant, que la Metafísica ha intentado regular los conocimientos por el objeto de análisis 
(postura realista); y que siendo su objeto de estudio algo que está más allá dela experiencia sensible –por lo cual no 
lo podemos conocer-, es necesario hacer un giro y aceptar que “los objetos sean los que deban reglarse por nuestros 
conocimientos”. Esto pudo hacerse con la Metafísica en lo relacionado a la intuición de los objetos. Porque si la 
intuición se regla por la naturaleza de nuestra facultad intuitiva, se podrá saber algo de ella a priori. El ser humano 
solamente puede tener seguridad en sus conocimientos que traten sobre los fenómenos, pero cuando intenta 
conocer la “cosa ensí”, no puede tener la seguridad con la que conoce algún fenómeno cualquiera, ya que la “cosa 
en sí” se escapa a la sensibilidad. Y lo que nos impulsa a ir más allá de los límites de la experiencia y de todos los 
fenómenos es lo incondicionado –que la razón pide, con “justa razón” para lo condicionado; exigiendo la serie 
completa de condiciones-.Negada la posibilidad de un conocimiento de la “cosa en sí” para la razón especulativa, 
sólo le queda reconocer a Kant que los conocimientos de la Metafísica son válidos para la razón práctica. Esto 
puede en principio parecer una limitación, pues le impide a la razón ocuparse con fruto de aquello a lo que 
naturalmente tiende: lo incondicionado, la cosa en sí, aquello de lo que por definición carecemos de experiencia. 
Pero más que una limitación es una delimitación y por ello es positivo, pues al poner una frontera al conocimiento 
deja abierta la posibilidad para que sea un uso distinto de la razón (la razón práctica) quien ocupe el campo que la 
razón teórica no alcanza. 
Entonces, las cosas en sí, si bien no podemos conocerlas, al menos podemos pensarlas. Pero como el pensar es muy 
amplio y para que la razón, en su búsqueda incesante de lo incondicionado, no marche por cualquier camino, el 
límite que Kant pone a la facultad de la razón es la de no pensar algo que sea contradictorio. Si no hiciésemos la 
distinción entre “conocer” y “pensar” caeríamos en la contradicción que se derivaría de aplicar a los objetos 
sólo pensables características propias de los cognoscibles. Y así, en el tema del alma tendríamos que afirmar 
contradictoriamente a la vez que no es libre (cuando la sometemos a las exigencias de un objeto cognoscible conforme 
a las leyes naturales) y que es libre (en cuánto objeto pensable como postulado necesario que hace posible a la ética, 
cuya existencia en el hombre es innegable). Esos mismos criterios son aplicables a la idea de Dios y a la de la 
inmortalidad del alma. Se limita con ello a la razón su pretensión de conocimientos exagerados, que da lugar a la 
metafisica dogmática, pero se le abre la puerta que posibilita la extensión práctica de la razón pura: "tuve, pues, que 
suprimir el saber para hacer sitio a la fe" 
Finalmente, La Crítica de la Razón Pura permitirá encaminar la metafísica hacia el camino seguro de la ciencia, 
afirmando como necesarios (para la razón práctica) los postulados morales y religiosos (la libertad humana, la 
existencia de Dios y el alma) 
Ejemplo de pregunta parcial: A partir del “Prólogo” a la segunda edición de Crítica de la razón pura, explique en 
qué consiste el famoso “giro copernicano” propuesto por Immanuel Kant, señalando las razones que lo llevan a ese 
planteo y las consecuencias que según el autor se siguen de él. En qué sentido diría usted que este planteo es propio 
de “una época de Ilustración”. 
RPTA: La metáfora del “Giro Copernicano” en Kant hace alusión a la revolución que en Astronomía realizó 
Copérnico al formular la teoría heliocéntrica y clocar al sol como centro del sistema solar. Si bien Kant en ningún 
momento menciona la metáfora, sí se refiere a que el cambio de método que debe sufrir la metafísica es similar al 
que Copérnico le dio a la Astronomía, de ahí que pasara a la historia con ese nombre. Para el autor el problema 
consistía en la pasividad que las teorías hasta ese entonces suponían en el sujeto, por lo que su giro consiste 
precisamente en situar al Ser Racional como sujeto cognoscente activo que modifica la realidad. De allí que acuñe el 
término sintético a priori, para identificar los juicios de este sujeto activo frente al objeto a conocer, es decir pone 
las condiciones formales (a priori) de posibilidad del conocimiento. 
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En el afán de explicar en qué consiste el “Giro Copernicano”, es necesario remitirnos a los motivos que lo llevan a 
plantearse tal concepto en el momento histórico en el cual escribe el Prólogo a la segunda edición de Crítica a la 
Razón Pura. Hasta ese momento, el pensamiento tradicional se encontraba ante una dicotomía de teorías del 
conocimiento que no permitían el avance de la ciencia. El autor plantea, entonces, por un lado una crítica al 
racionalismo dogmático, representado en el texto por la Filosofía tradicional descriptiva, que proponía que 
solamente mediante el razonamiento deductivo podía alcanzarse el conocimiento, sirviéndose de juicios a priori. 
Esta teoría sostiene que únicamente el razonamiento deductivo da la certeza necesaria para lograr el conocimiento, 
pero, por ser deductivo, este tipo de razonamiento no agrega nada al concepto del cual parte. Por lo tanto, no 
permitiría aumentar los conocimientos ni el avance de la ciencia. 
Por otro lado, también critica la postura empirista, la cual considera que el conocimiento debe ser alcanzado 
siempre por el método propio de la Física, es decir, a partir de la observación y experimentación. Esto implica 
confiar en las impresiones de los sentidos, las cuales no pueden considerarse lo suficientemente seguras. La postura 
racionalista considera que sólo los razonamientos analíticos a priori son lo suficientemente confiables, en 
contraposición con los razonamientos sintéticos a posteriori que las ciencias fácticas como la física emplean. 
A partir de tales críticas, Kant propone una conciliación que permita finalmente el avance de la ciencia, realizando 
un tratado del método que permita compatibilizar los procedimientos empíricos con los valores promovidos por la 
Ilustración [1], fundamentalmente, la razón. La Ilustración planteaba al sujeto como protagonista del conocimiento 
y lo impulsa salir conscientemente de la minoría de edad, Kant refiere este concepto para definir la incapacidad del 
hombre de entender por sí mismo el mundo que lo rodea, sin que nadie le diga qué ni cómo pensar. En palabras del 
propio autor se ve reflejado: “¡Sapereaude! ¡Ten valor de servirte de tu propio entendimiento! He aquí la divisa de la 
ilustración!”(Kant, 2012, pág. 23). ([1] Ilustración hace referencia al movimiento intelectual y cultural que se 
originó con la revolución Francesa en la Europa del XVII y que se extendió hasta el s. XIX, si bien tuvo 
características particulares en cada país, tuvo su eje central en la razón humana como clave para desarrollo positivo 
de la ciencia, el arte y la sociedad en su conjunto) 
Kant nos propone que a través del uso práctico de la Razón podamos conocer aquellos fenómenos que son objetos 
producto de la experiencia necesariamente condicionados por el tiempo y el espacio como formas de la sensibilidad, 
son sensibilidad más entendimiento. A su vez la observación de la relación causal de la sustancia o sus atributos 
puede estar categorizada dentro del entendimiento por su cantidad, calidad, relación o modalidad, en otras palabras, 
puede demostrar su posibilidad. Este análisis de las condiciones de los fenómenos nos delimita que es lo que puede 
conocerse y es a lo que la razón debe limitarse. De esta misma definición parte la concepción de noúmeno que son 
aquellas cosas en sí, que no pueden conocerse. El fenómeno se produce en la mente del sujeto cognoscente a partir 
de las impresiones de los sentidos al tomar contacto con el objeto que no podemos conocer en sí mismo y las 
categorías que están en la razón. 
Los razonamientos, para Kant, están compuestos de juicios, lo que hoy llamaríamos, enunciados. Éstos son 
sintéticos a priori, que quiere decir que son extensivos, universales y necesarios. Comulga de esta manera los juicios 
analíticos a priori que no aportaban nuevos conceptos y los sintéticos a posteriori que sí lo hacían pero de modo 
poco confiable. 
La consecuencia lógica del “Giro Copernicano” de Kant aplicado al uso de la razón no es más que lo que el autor 
describe “(…) no podemos conocer esos objetos como cosas en sí, que queda reservado que, por lo menos, pueden 
pensarse” (Kant, 2007, pág. 138) Hay conceptos que sólo pueden pensarse, entre los que encontramos a Dios, a la 
libertady al mundo, es decir, los noúmenos; y otras que se convierten en fenómenos. 
Kant es uno de los representantes del Iluminismo más importantes, como consecuencia de su giro y el foco puesto 
en la razón, se marca un punto de inflexión en la filosofía y la manera de conocer. Filósofos y científicos modernos 
se vieron influenciados por esta nueva forma de entender la realidad. 
Prolegómenos 
Prólogo: 
"Estos prolegómenos no son para el uso de escolares, sino de futuros maestros, a quienes les tienen que servir no 
para ordenar la exposición de una ciencia ya existente, sino, ante todo, para forjar esta ciencia misma". Así comienza 
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el prólogo, señalando la finalidad de la obra: dar las pautas para elaborar la metafísica como ciencia. A continuación 
se lamenta del estado en el que la metafísica ha permanecido durante siglos, "mientras las demás ciencias progresan 
sin cesar, sea ésta, que pretende ser la sapiencia misma, cuyo oráculo todos consultan, donde se esté 
permanentemente en un punto muerto". 
Señala como punto decisivo en la historia de la metafísica el ataque de Hume al concepto de causalidad, en 
particular; y a los conceptos de la razón, en general: "Hume demostró irrefutablemente que a la razón le es 
absolutamente imposible concebir a priori y por medio de conceptos una relación semejante (causalidad)". Aquí 
vemos cómo niega la posibilidad de que la razón conciba este tipo de relaciones, lo que implica la imposibilidad de 
la metafísica, por ser todos sus conceptos de este tipo. 
Kant se lamenta de que Hume no fue comprendido por sus contemporáneos, ya que de lo contrario, su crítica 
hubiese sido un estímulo para acelerar la necesaria reforma de la metafísica. Las críticas a Hume se centraron en el 
"sentido común", pues resulta evidente que el concepto de causa es el más usado por el hombre en todos los niveles 
de conocimiento. Esto para Kant era desenfocar el tema, ya que la propuesta de Hume se centraba en tomo al 
origen del concepto; no se refería a su realidad ni a su uso. 
"En primer lugar intenté ver si la objeción de Hume era válida en general, y pronto descubrí que la noción de 
relación de causa y efecto estaba lejos de ser la única relación por medio de la cual el entendimiento establecía a 
priori relaciones de las cosas e, incluso más, descubrí que la metafísica consiste única y exclusivamente en esto". En 
este texto vemos cómo es Hume el que centra la temática del estudio kantiano sobre el origen de los conceptos de 
la razón. 
A continuación, Kant arremete contra los detractores de su "Crítica de la razón pura" (obra donde lleva a cabo un 
estudio exhaustivo de la razón y todos sus "productos"; con el fin de establecer si es posible la metafísica como 
ciencia). Dichas críticas se centraban en la oscuridad de sus términos, así como en lo árido de la exposición. Kant 
califica de superficiales estas críticas, y argumenta que la empresa de cimentar una ciencia rigurosa, requería la 
utilización de vocablos precisos, etc. Pero una vez culminada su obra cumbre, en la que no sólo expone un método 
o un proyecto para la metafísica, sino que realiza paso a paso la revisión de dicha ciencia; en "Prolegómenos" 
pretende satisfacer a sus críticos, dando una síntesis asequible de todo el desarrollo de la "Crítica de la razón pura". 
Por último, invita —a aquellos que con esta simplificación no consigan entenderlo— a que abandonen los estudios 
metafísicos. 
¿Cómo es posible el conocimiento procedente de la razón pura? (2da parte del cap I): 
S5: En la primera parte del capítulo, se había establecido la diferencia entre juicios analíticos y sintéticos, así como la 
necesidad de proposiciones sintéticas a priori para elaborar la ciencia. El modo en que plantea Kant en esta obra el 
problema de la posibilidad de la metafísica como ciencia es, en verdad, un modelo de investigación filosófica. El 
punto del que parte es el examen de los tipos de juicios que habría de contener esta ciencia. De este modo, Kant 
divide en dos grandes grupos las proposiciones que componen el saber humano. Según su contenido, las 
proposiciones son analíticas, si el predicado ya está contenido en el concepto del sujeto, o sintéticas, si el predicado 
añade un nuevo concepto a lo que se piensa en el sujeto. Esta clasificación se completa con otra que atiende a un 
nuevo criterio: el del origen de estas proposiciones. De esta manera, toda proposición analítica es a priori, pero no 
toda proposición sintética es a posteriori, pues, según Kant, la síntesis de dos conceptos no nos la enseña 
únicamente la experiencia; también puede concebirse a priori. Las ciencias racionales, entre las que se cuenta la 
matemática pura, la ciencia pura de la naturaleza y, al menos en su pretensión, la metafísica misma, no pueden 
contener sino juicios sintéticos a priori. ¿Cómo son, pues, posibles estos juicios en estas ciencias? ¿Son realmente 
posibles estas proposiciones en la metafísica? Al hilo de la discusión ordenada de estas cuestiones consigna Kant los 
resultados principales que le ofrece el examen del uso puro de la razón y, a la luz de estos hallazgos, emite su juicio 
sobre la posibilidad de la metafísica como ciencia discutiendo las tesis y los argumentos principales que de esta 
ciencia ofrecían los filósofos racionalistas de su época. 
Por lo tanto, Kant, en la segunda parte del capítulo I, plantea que hay que verificar la existencia y posibilidad de los 
juicios sintéticos a priori, aunque no es la primera tarea a llevar a cabo dado el carácter analítico del método. Así, lo 
primero que se tiene que estudiar es: cómo es posible un conocimiento semejante —sintético puro— por parte de 
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la razón, para deducir a partir de los principios que lo hacen posible, las condiciones de su uso, su alcance y sus 
límites. 
Toda filosofía que no responda previamente a este problema es totalmente inútil. Toda la metafísica anterior 
ignoraba toda esta problemática; sólo Hume intuyó, y no con la profundidad que aquí se expone, este tema. Hume 
planteó cómo de un concepto dado se podía derivar otro que no estuviera contenido en el primero (causa-efecto), 
de modo que el segundo parecía formar parte necesariamente del primero. Para Hume sólo la experiencia puede 
suministrar semejantes vinculaciones, y desechó el principio de causalidad, afirmando que el supuesto conocimiento 
a priori, no era más que una extendida "costumbre". 
Tras "suspender en sus funciones" a todos los metafísicos en tanto no hayan resuelto este problema, Kant pasa a 
explicar lo que entiende por "filosofía trascendental": "Es la que precede necesariamente a toda metafísica (...) la 
resolución íntegra de la pregunta aquí formulada en un orden sistemático y con minuciosidad". Kant concluye que 
no ha existido hasta entonces ninguna filosofía trascendental, ya que lo que había recibido este nombre con 
anterioridad, no era más que una parte de la metafísica no científica. Mientras que tal como lo plantea Kant, debe 
ser una disciplina previa, que justifique la posibilidad de la Metafísica como ciencia. 
Termina el capítulo haciendo una nueva referencia al método analítico, en el que se parte de un presupuesto: "que 
estos conocimientos que provienen de la razón pura son reales". Partiendo de los conocimientos de este tipo que 
utilizan la Matemática pura y la Ciencia natural pura, remontándonos desde éstos, al estudio del fundamento de su 
posibilidad. 
Por último distingue dos conceptos de metafísica: 
a) la Metafísica como ciencia; 
b) la metafísica como conocimiento "a priori" surgido de un modo natural, aunque "no exento de dudas respecto a 
su verdad". 
Para solucionar la crisis de ésta última, es necesario responder a la pregunta trascendental, la cual puede dividirse a 
su vez en otras cuatro preguntas: 
l) ¿Cómo es posible la matemática pura? 
2) ¿Cómo son posibles las ciencias naturales puras? 
3) ¿Cómo es en general posible la metafísica? 
4) ¿Cómo es posible la Metafísica en cuantociencia? 
El método de exposición de Kant es el sintético (que en filosofía no procede, como en matemática, desde los 
primeros axiomas hacia las proposiciones particulares, sino desde los elementos distinguibles en un concepto 
confuso hasta la reconstrucción clara y distinta de ese concepto, expresable en la definición). El método sintético no 
presupone nada, sino que va demostrando la necesidad de cada paso que avanza y de cada elemento nuevo que 
introduce. 
En su aplicación concreta en los Prolegómenos, el método analítico consiste en admitir la existencia efectiva de la 
matemática y de la ciencia de la Naturaleza, para preguntarse en seguida cómo son posibles estas ciencias: cuáles 
son sus condiciones de posibilidad. Se halla que dependen de las formas de la sensibilidad, y de las acciones 
sintéticas del entendimiento pensadas en las categorías. Gracias a la universalidad de estas condiciones, se pueden 
formular juicios sintéticos a priori que forman el cuerpo de esas ciencias. Y puesto que ésas son las condiciones que 
hacen posibles los juicios sintéticos a priori, podríamos pensar que se aplican también a la metafísica, la que, en 
tanto que es ciencia, deberá estar constituida también por tales juicios. Pero la aplicación del método analítico en la 
metafísica no es sencilla, porque carecemos de una metafísica científica cuya existencia efectiva pudiera servirnos de 
punto de partida. Por ello, la realidad de la que partimos es de la metafísica como disposición natural. Por otra 
parte, entre las condiciones que hacen posibles los juicios sintéticos a priori está la sensibilidad, una condición 
inadmisible en metafísica, donde se trata de lo suprasensible. 
En la obra de Kant aparecen cuatro sentidos fundamentales de Metafísica: 
1) Metafísica como disposición natural: refiere al destino singular de la razón humana de hallarse acosada por cuestiones 
que ella misma se plantea sobre objetos que están más allá de la experiencia y de responder a dichas cuestiones del 
mejor modo que puede. La disposición de la razón humana hacia la Metafísica no necesita ser demostrada, según 
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Kant: es natural en el sentido de que se halla enraizada en la misma naturaleza de la facultad cognoscitiva superior y 
aun se identifica con dicha facultad. Es, por tanto, una disposición inevitable. Esta natural disposición hacia la 
Metafísica tiene su origen no tanto en la admiración sino en la índole moral del hombre. Según Kant, en efecto, ante 
las cuestiones metafísicas la razón no tiene apenas un interés especulativo, sino sobre todo un interés práctico. «El 
propósito final al que en último término apunta la especulación de la razón en el uso trascendental se refiere a tres 
objetos: la libertad de la voluntad, la inmortalidad del alma y la existencia de Dios. Respecto de todos los tres, el 
interés meramente especulativo de la razón es sólo mínimo. [...] Por tanto, si estas tres proposiciones cardinales no 
nos hacen ninguna falta para el saber, y no obstante nuestra razón nos las recomienda con insistencia, su 
importancia sólo debe afectar propiamente a lo práctico. [...] El propósito último de una naturaleza que nos ha 
dotado sabiamente al construir nuestra razón no apunta propiamente nada más que a lo moral». La necesidad de 
satisfacer esta disposición natural de la razón humana ha dado lugar a la búsqueda de la Metafísica como ciencia; y 
el hecho de que la razón caiga en contradicciones al responder a las inevitables preguntas que se plantea ha 
ocasionado que la Metafísica haya recorrido distintas etapas en su desarrollo, en razón del método seguido: la etapa 
dogmática, la etapa escéptica y la etapa crítica. 
2) Metafísica en sentido dogmático-teórico: Es la metafísica racionalista de Wolff en la que Kant se formó intelectualmente 
y que luego rechaza. 
3) Metafísica como el sistema de razón pura: Es la Metafísica construida a tenor de los resultados de la crítica de la razón 
pura. 
4) Metafísica en sentido dogmático-práctico: Se trata de la nueva Metafísica, nunca antes intentada, inaugurada por Kant, 
llamada así porque en ella se sostienen proposiciones teóricas sacadas del uso práctico puro de la razón y válidas tan 
sólo con propósito práctico. 
Tercera parte de la principal cuestión trascendental: ¿cómo es posible la metafísica en general? 
S40 -45: La matemática pura se basa en su propia evidencia y la ciencia natural pura, en la experiencia y en la 
constante ratificación de ésta; por tanto por ninguna de ellas sería necesario llevar a cabo una deducción como la 
que aborda esta obra. 
Pero como la Metafísica, además de los conceptos de la naturaleza —procedentes de la experiencia— se ocupa 
también de los conceptos de la razón, que no proceden de la experiencia, ni de suyo son evidentes —como los 
conceptos matemáticos—; por tanto sus contenidos no pueden ser comprobados por medio de ninguna 
experiencia. Pero por otro lado, esta parte de la metafísica es la culminación de toda la obra de la razón. Sin ella 
sería imposible la síntesis de conocimientos, hacia la que la razón tiende de modo natural. 
Cada experiencia singular es solo una parte de la esfera total de su dominio; pero la totalidad absoluta de toda la 
experiencia posible no es, ella misma, una experiencia, y es sin embargo un problema necesario para la razón, la 
cual, sólo para representárselo, necesita otros conceptos diferentes de aquellos conceptos puros del entendimiento 
cuyo uso es sólo inmanente, es decir, se refiere a la experiencia en la medida en que ésta puede ser dada, mientras 
que los conceptos de la razón se refieren a la integridad, esto es, a la unidad colectiva de toda la experiencia posible 
y, por eso sobrepasan toda experiencia dada y se tornan trascendentes. 
Entonces, del mismo modo que el entendimiento necesitó de las categorías para unificar y ordenar los 
datos de la experiencia; así, la razón requiere de las ideas para alcanzar la síntesis final de toda 
experiencia, de ahí que este conocimiento sea trascendente, por rebasar el campo de toda experiencia 
posible. 
Estas ideas se hallan en la naturaleza de la razón, igual que las categorías lo están en la del entendimiento. Podría 
ocurrir que llevasen en sí una cierta capacidad de engaño o ilusión, pero esto es lo que se debe impedir mediante el 
conocimiento de la razón en su uso trascendente. Así quedarán al descubierto, si existen, los errores en los que la 
razón incurre, al aplicar al objeto en sí, lo que únicamente concierne al propio sujeto. 
A continuación pasa a diferenciar las "ideas" de las "categorías". Todos los conocimientos puros de entendimiento 
se dan en la experiencia, y sus principios son confirmados por ella. Los conocimientos trascendentales de la razón, 
ni se dan en la experiencia, ni sus proposiciones son jamás confirmadas por ella. 
Esta distinción entre categoría e idea es uno de los máximos objetivos de Kant en la "Crítica de la razón pura", así 
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como diferenciar los tipos de conocimiento, y todos los conceptos pertenecientes a cada uno de ellos, para por 
último determinar con total seguridad su uso correcto. 
Kant sitúa el origen de las "categorías" en las cuatro funciones lógicas de todo juicio del entendimiento. Y el 
origen de las "ideas" en las tres funciones de los silogismos. De ahí que a los tres tipos de silogismos (categóricos, 
hipotéticos y disyuntivos) les correspondan las tres ideas de la razón: 
l) La idea psicológica: la idea de "sujeto completo", como síntesis de todos los fenómenos subjetivos. 
2) La idea cosmológica: el mundo, síntesis de todos los fenómenos de la naturaleza. 
3) La idea teológica: como síntesis total de todo lo posible. 
Con todo esto Kant concluye como ya lo había hecho en la Crítica de la razón pura, que las ideas de la razón son 
conceptos a los que no corresponde objeto alguno procedente de los sentidos. De donde se deriva que no 
es posible el conocimiento científico de los objetos propios de la metafísica.Pero, por otro lado, dichas 
ideas tienen como tarea la de unificar el conocimiento disperso, procedente del entendimiento. Y esta 
función unificadora es necesaria, además de ser una tendencia innata en el hombre. 
Recoge en este capítulo las contradicciones a las que se llega, al analizar racionalmente las tres ideas de la razón. 
Citando los paralogismos de la razón pura que surgen a partir del análisis de la idea psicológica; las antinomias 
resultantes de la idea cosmológica; y por último critica el ideal de la razón pura (la idea de Dios). 
S56: El capítulo finaliza con una "observación general sobre las ideas trascendentales", en la que vuelve a resaltar 
que la finalidad de éstas es dotar de unidad al conocimiento de la inteligencia (entendimiento). Pero esa unidad no 
procede de los objetos que conocemos, es un producto de la razón. 
Capítulo III: CONCLUSIÓN: De la determinación de los límites de la razón pura. 
S57- 60: Kant comienza el capítulo afirmando que sería absurdo pretender conocer más de lo que pertenece a la 
experiencia. De manera que si se diese el caso de aplicar los conceptos puros del entendimiento sobre algún objeto, 
que no procediese de la intuición sensible y de la experiencia, dichos conceptos perderían toda significación. 
Tan absurdo es el no admitir la cosa en sí, como afirmar que nuestra experiencia es el único modo de 
conocer, extremos en los que racionalistas y empiristas incurrieron, respectivamente. 
El escepticismo, al que llegan los empiristas, y en especial Hume, se debe a la indisciplina que reinaba en la 
metafísica. El uso incorrecto de los principios a priori de la razón originó los excesos del racionalismo, y la 
correspondiente reacción empirista. Frente a esto, Kant recomienda una actitud crítica, que sin caer en el 
escepticismo, señale los límites dentro de los que se debe usar la razón. 
Mientras el conocimiento de la razón es homogéneo no se pueden pensar límites determinados de él. En la 
matemática y en la ciencia de la naturaleza, la razón humana reconoce limitaciones, pero no límites; esto es, 
reconoce que hay algo fuera de ella, a lo cual nunca puede llegar, pero no admite que ella misma vaya a estar nunca 
acabada en ningún punto de su propio desarrollo interno. 
La metafísica nos conduce a límites en los intentos dialécticos de la razón pura (intentos que la naturaleza 
misma de la razón empuja a ellos); y las ideas trascendentales, precisamente porque no se puede eludirlas, 
y porque, a pesar de ello, jamás se pueden realizar, sirven no sólo para mostrarnos los límites de la razón 
sino también para mostrarnos el modo de determinarlos; y esta es la finalidad y utilidad de esta 
disposición natural de nuestra razón, de la cual ha nacido la metafísica. 
Kant niega que la experiencia sensible sin más sea la única fuente fiable de conocimiento; ya que la experiencia de 
por sí no satisface la curiosidad natural humana. La razón tiene como finalidad unificar los datos procedentes de la 
sensibilidad. Pero no le es lícito a la razón tener por objeto aquello que no proceda previamente de la intuición 
sensible. Esta es la limitación fundamental de la razón, que de suyo tiende a plantearse temas que rebasan estos 
límites. 
Las ideas trascendentales, son los límites de la razón. Kant plantea una posibilidad, el uso trascendente de la 
razón: "ya que nunca podremos conocer estos seres del entendimiento por lo que ellos pueden ser en sí, es decir de 
un modo exacto, pero no obstante debemos admitirlos en relación al mundo sensible y combinarlos a éste por 
medio de la razón, por eso podemos por lo menos concebirlos (...) por medio de sus propiedades, que están 
tomadas del mundo sensible, entonces no es más que un ser del entendimiento, se concibe como uno de los 
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fenómenos y pertenece al mundo sensible". Pone como ejemplo el concepto deísta de Hume. En este concepto se 
elabora la idea de Dios —como concepto racional totalmente puro— pero partiendo de un antropocentrismo, que 
es lo que Hume critica; ya que la idea de Dios se elabora aplicándole nuestra noción de entendimiento, voluntad, 
etc. Conceptos todos ellos inadecuados para Dios, ya que tanto el entendimiento como la voluntad humanas 
requieren de la experiencia sensible, y esto no es aplicable a Dios. 
Contra esta crítica de Hume, Kant afirma que se puede dar un deísmo que no caiga en estos errores. Propone un 
antropomorfismo moderado o simbólico, que no concierne al objeto del que se habla sino solamente al lenguaje 
empleado. Justifica la posibilidad de este conocimiento de la siguiente manera: "Si limitamos nuestro juicio a la 
relación que el mundo puede tener con un ser cuyo concepto mismo esté fuera de todo este conocimiento del que 
somos capaces dentro del mundo". 
Un conocimiento como el anterior es un conocimiento por analogía, no en el sentido empleado por autores 
anteriores, que entendían por analogía una semejanza imperfecta, entre dos cosas. Para Kant la analogía significa 
una semejanza perfecta de dos relaciones, entre cosas totalmente diferentes. Gracias a esta analogía podemos 
obtener un conocimiento bastante determinado del Ser Supremo. 
Afirma que, con este argumento, los ataques que Hume dirige al deísmo, no atañen a esta nueva elaboración. A 
continuación plantea cómo de este deísmo se puede pasar al teísmo, ya que nada nos impediría atribuir al Ser 
Supremo una causalidad respecto al mundo. Con todo esto, lo que sea el Ser Supremo en sí, nos sigue siendo 
desconocido; por tanto no hemos sobrepasado los límites de la razón, pues sólo hemos abordado la relación de 
dicho Ser con el mundo, lo que entra dentro del campo de la experiencia posible. 
Así Kant se sitúa en una postura intermedia entre el dogmatismo, combatido por Hume, y el escepticismo en el que 
este autor cae. 
A continuación Kant se detiene a considerar la noción de límite aplicada al conocimiento racional. Señala tres 
campos del conocer humano: la sensibilidad, el entendimiento y la razón. La última abarca los dos anteriores. La 
sensibilidad, aunque parte de la experiencia, no se limita a ella (utiliza formas a priori), de manera que sus límites son 
"exteriores" a ella misma. Kant define esta noción: "un límite es algo positivo que pertenece tanto a lo que está 
incluido en este límite como al espacio que le rodea exteriormente". 
La teología natural es un concepto, situado en el límite de la razón humana, que para orientarse adecuadamente en 
su conocimiento de los fenómenos —cuyo conocimiento obtiene por medio de la experiencia sensible— se ve 
obligada a "elevar su mirada hasta la idea de un Ser Supremo"; no para determinar algo respecto a dicho Ser, sino 
para ordenar su conocimiento del mundo sensible, dotándolo de una unidad que de otra manera no existiría. La 
unidad a la que se refiere, es la dependencia que todo lo sensible tiene respecto al Ser Supremo como causa última. 
El resultado de toda la crítica se resume: "la razón con todos sus principios a priori nunca nos enseña más que 
objetos de experiencia posible, y de éstos, tampoco nos enseña más que lo que puede ser conocido en la 
experiencia; pero esta limitación precedente no impide que la razón nos lleve hasta el límite objetivo de la 
experiencia, es decir, a la relación con algo que no debe ser objeto de la experiencia, pero sí, sin embargo, el 
principio supremo de todos estos objetos de experiencia posible, sin darnos a conocer, no obstante, nada del objeto 
en sí, sino sólo en relación al propio uso íntegro de la razón encaminado a fines más elevados." 
Por último, plantea la inutilidad de la metafísica, en lo que respecta al conocimiento de la naturaleza. Pero como 
reconoce que es una tendencia natural que se da en el hombre, y asegura que en la naturaleza no hay nada que sea 
absolutamente inútil, afirma que "continúa siendo un problema digno de investigar, el descubrir los fines de la 
naturaleza a los que pueda servir esta disposición de nuestra razón". 
"Cuando examino todaslas ideas trascendentales, cuya esencia constituye el problema propiamente dicho (...) creo 
descubrir que esta disposición natural aspira a liberar nuestro concepto de las cadenas de la experiencia y de las 
limitaciones de la mera observación de la naturaleza (...) sino para que los principios prácticos que (...) no podrían 
alcanzar esta universalidad que necesita absolutamente la razón para su fin moral" (p. 76). Con esto Kant relega a 
la metafísica al campo de la razón práctica negando su calidad de conocimiento científico, justificando su 
existencia como necesaria pero exclusivamente para justificar el comportamiento moral. La metafísica, 
como conocimiento del ser real de la realidad, es rechazada. 
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Además su finalidad es fundamentalmente "defensiva": la idea psicológica nos aparta del materialismo; las ideas 
cosmológicas sirven para apartarnos del naturalismo, que quiere hacernos ver la naturaleza como suficiente a sí 
misma; la idea teológica libera del fatalismo, y nos plantea el concepto de una causa libre y de una inteligencia 
suprema. 
Así, las ideas trascendentales sirven, no para instruirnos positivamente en el conocimiento de la naturaleza, pero sí 
para suprimir el materialismo, el naturalismo y el fatalismo. Y con esto le "hacen un sitio a las ideas morales (...) y 
esto me parece que explicaría, en cierto modo, esta disposición natural. La utilidad práctica que puede tener una 
ciencia puramente especulativa está fuera de los límites de esta ciencia; por tanto se puede considerar simplemente 
como un escollo (...) el uso especulativo de la razón en la metafísica debe necesariamente formar una unidad con su 
uso práctico en la moral" (p. 77). Por tanto, la metafísica se justifica en base a la moral, no a la ciencia. 
Consigna parcial domiciliario: 
Teniendo en cuenta tanto la selección estudiada de los “Prolegómenos” como el “Prólogo” a la 2da ed. de la Crítica 
de la Razón Pura de Kant, explique en qué consiste el “giro copernicano” (desarrolle). Luego indique qué resulta 
para “la metafísica” de esta “revolución” en el punto de vista. (Recuerde que el autor usa la palabra “metafísica” 
asignándole diversos sentidos. Para responder tendrá que distinguirlos y caracterizarlos.) Finalmente, explique por 
qué –según los textos- la metafísica como “disposición natural” no puede ser anulada y cómo hemos de 
relacionarnos con sus problemáticas desde un punto de vista “crítico”. 
Respuesta: El giro copernicano de Kant consiste en un cambio en la concepción del conocimiento a raíz del 
descubrimiento astronómico de Copérnico, quien comprendió que, para entender el movimiento de los objetos 
celestes, era necesario cambiar la relación poniendo al Sol en el centro y a la Tierra como uno de los planetas que 
gira a su alrededor. Análogamente, Kant considerará que la filosofía precisa de una revolución de ese tipo, pues las 
corrientes previas a él suponían que el sujeto cognoscente era pasivo en la experiencia del conocimiento, es decir 
que el objeto influía en el sujeto generando una representación fidedigna de lo que experimentaba. Según Kant, 
dicha explicación permite entender, en todo caso, el conocimiento empírico, pero no el conocimiento a priori pues 
con este último se puede saber algo de los objetos antes de que estos sean dados. Aquí es cuando Kant propone 
invertir la relación y aceptar que, en la experiencia cognoscitiva, el sujeto es activo, pues en el acto de conocimiento, 
modifica la realidad conocida. Por lo tanto, si es el sujeto el que determina las condiciones del objeto, se podrá 
saber del mismo algunos datos antes de que el objeto se le presente. Por otra parte, tales condiciones que hacen 
posible la experiencia, siendo previas a la misma, son condiciones a priori, universales y necesarias, generadas por la 
propia estructura cognoscitiva del sujeto. En efecto, según Kant, esta estructura de conocimiento se compone de 
tres facultades de la razón, que poseen todos los seres humanos por igual. En un primer nivel, se encuentra la 
sensibilidad, donde la experiencia supone la impresión sensible de la realidad limitada bajo las formas de tiempo y 
espacio. En segundo lugar, está el entendimiento como la facultad de elaborar juicios sobre los fenómenos a través 
de categorías o conceptos. Por último, en un nivel superior, se ubica la razón como la capacidad de unificar los 
juicios hasta llegar a Ideas universales, que regulan la realidad. Sin las formas de la sensibilidad y sin las categorías 
del entendimiento, la experiencia no sería posible. Estas condiciones, en definitiva, son las que explican por qué el 
sujeto es quien determina la experiencia como conocimiento objetivo. Asimismo, al sostener Kant que todo objeto 
de la experiencia está influido por la estructura cognoscitiva del ser humano, admite entonces que no se puede 
conocer el llamado “noúmeno”, es decir, la realidad en sí misma, independientemente de la experiencia que se tenga 
de ella. Por consiguiente, solo se pueden conocer los fenómenos, lo que nos es dado por la experiencia. 
Para entender cómo afecta el giro copernicano en la metafísica, primero se debe tener en cuenta que Kant le asigna 
varios sentidos a la misma. Por un lado, se refiere a la metafísica en un sentido dogmático, esto es, como 
conocimiento científico de los objetos suprasensibles. Según el autor, esta metafísica ha hecho un uso especulativo 
de la razón pues utilizaba conceptos que no podían corroborarse empíricamente para explicar la realidad. Kant 
propone revisar esta acepción de la metafísica a través de la crítica de la razón ya que todavía no se han establecido 
los límites de su conocimiento. Al mismo tiempo, duda de su carácter científico y cree que la solución para que 
entre en el camino seguro de la ciencia es que cambie su método, siguiendo el giro copernicano que experimentaron 
la Física y las Matemáticas. Para lograrlo, Kant primero se pregunta cómo es posible la existencia de las ciencias de 
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la Naturaleza y de la Matemática. Ante esta cuestión, él encuentra que dependen de las formas de la sensibilidad y 
de las acciones sintéticas del entendimiento pensadas en las categorías. Gracias a que estas condiciones son 
universales, se pueden formular juicios sintéticos a priori que forman el cuerpo de esas ciencias. Los juicios 
sintéticos a priori son enunciados científicos que generan más conocimiento y que no dependen de la experiencia, 
de esa manera se vuelven universalmente verdaderos y dan lugar a leyes necesarias. Se puede pensar que resultan 
aplicables dichas condiciones también a la metafísica, la que, en tanto que es ciencia, deberá estar constituida 
también por tales juicios. Pero Kant considera que la aplicación del método analítico en la metafísica no es sencilla, 
porque no se cuenta con una metafísica científica cuya existencia efectiva pudiera servir de punto de partida, 
contrariamente a lo que sucede en las ciencias de la Naturaleza y de la Matemática. 
Por ello, en segundo lugar, Kant analiza la metafísica como disposición natural de la razón humana que la impulsa 
inevitablemente a hacerse preguntas por cuestiones ajenas a la experiencia y que exceden sus facultades. Esta 
tendencia natural tiene su origen en la moral del hombre, pues, ante las cuestiones metafísicas, la razón tiene un 
interés práctico. Ella opera con Ideas trascendentales tales como la existencia de Dios, la libertad de la voluntad y la 
inmortalidad del alma. Kant reconoce que estas ideas no ofrecen ningún conocimiento pero tienen un uso 
regulativo ya que unifican los conocimientos del entendimiento. En este uso, las Ideas trascendentales señalan, 
negativamente, los límites que el conocimiento no puede traspasar, y, positivamente, impulsan al hombre a seguir 
investigando, tratando de encontrar una mayor unificación y coherencia entre todos sus conocimientos. De allí a 
que Kant admita que, si bien no se puede conocer los noúmenos, al menos se puedepensarlos. De modo que la 
metafísica como disposición natural no puede ser anulada, porque lo que lleva al hombre traspasar los límites de la 
experiencia es la búsqueda de lo incondicionado, exigida por la razón para explicar lo condicionado. Para evitar 
admitir la posibilidad de conocer la cosa en sí y también la suposición de que la experiencia sea el único modo de 
conocimiento, Kant recomienda adoptar una actitud crítica que, sin caer en el escepticismo, señale los límites dentro 
de los cuales se debe usar la razón. Por ende, Kant relega a la metafísica al campo de la razón práctica negando su 
calidad de conocimiento científico, justificando su existencia como necesaria pero exclusivamente para justificar el 
comportamiento moral. Además, Kant argumenta que la finalidad de la metafísica es más que nada defensiva, ya 
que la idea psicológica, la idea del sujeto completo, aparta al hombre del materialismo; las ideas cosmológicas, del 
mundo, sirven para apartarlo del naturalismo, que quiere hacerle ver la naturaleza como suficiente a sí misma; la 
idea teológica, síntesis total de todo lo posible, lo libera del fatalismo, y plantea el concepto de una causa libre y de 
una inteligencia suprema. En síntesis, respecto a la metafísica, Kant niega que sea una ciencia en sentido dogmático 
porque el ser humano no posee intuición alguna de los objetos de estudio de la metafísica, no puede conocer las 
cosas en sí mismas y, aparte de ello, para el autor, la experiencia sensible constituye el límite del conocimiento 
posible. Sin embargo, Kant considera que la metafísica es inevitable como tendencia natural y tiene una función 
reguladora. 
Tercera antinomia de la Razón Pura 
ANTINOMIA = CONFLICTO DE LA RAZÓN 
Para Kant, la antinomia de la razón pura consiste en el uso de ideas transcendentales con el fin de obtener 
conocimientos sobre el cosmos empírico. 
La antinomia se compone de dos partes opuestas: tesis y antítesis. La tesis respecto de la antítesis es contradictoria 
[una negación]. 
Tesis → particular afirmativo 
Antítesis → universal negativo 
La tesis se prueba por la refutación de la antítesis y viceversa. 
Kant expone cuatro: 
1. Tesis: el mundo tiene comienzo temporal y límites en el espacio. 
Antítesis: el mundo no tiene ni comienzo ni límites. 
2. Tesis: toda substancia consta de partes simples, y no existe sino lo simple o lo compuesto desde lo simple. 
Antítesis: nada del mudo se compone de partes simples. 
3. Tesis: existe libertad en el sentido trascendental de la posibilidad de un comienzo absoluto e incausado de una 
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serie de efectos. 
Antítesis: todo sucede según leyes naturales (está determinado). 
4. Tesis: el mundo tiene como parte de él o como su causa, un ser necesario. 
Antítesis: no existe un ser necesario ni como parte ni como causa del mundo. 
La tesis sostiene que la causalidad según leyes naturales no basta para explicar los fenómenos, es preciso admitir una 
causalidad incondicionada o libre. 
La antítesis niega tal causalidad libre: todo acontece en el mundo según leyes naturales. La libertad trascendental, 
como facultad de obrar con independencia de las leyes de la naturaleza, se opone a la ley de causalidad. 
El esquema de solución consiste entonces en declarar que la antítesis vale para los fenómenos y la tesis para las 
cosas en sí. 
Un mismo acto puede considerarse desde dos perspectivas distintas: fenoménico (del entendimiento → unidad de 
la experiencia, causa de la naturaleza) y nouménico (de la razón → no unidad, causa de la libertad) 
“Sólo pueden concebirse dos clases de causalidad con respecto a aquello que sucede: según la naturaleza o a base de 
la libertad. La primera es el enlace de un estado con otro anterior en el mundo de los sentidos, al cual sigue aquél 
según una regla. Ahora bien, (...) la causalidad de la causa de lo que sucede o nace, nació también y según el 
principio del entendimiento necesita a su vez una causa. En cambio, por libertad en sentido cosmológico entiendo 
yo la facultad de comenzar un estado por sí mismo, cuya causalidad, pues, no esté a su vez según la ley natural bajo 
otra causa que la determine por el tiempo. En este sentido, la libertad es una idea trascendental pura que, en primer 
lugar, no contiene nada tomado de la experiencia y, en segundo lugar, cuyo objeto tampoco puede darse 
concretamente en experiencia alguna porque es ley universal – aún de la posibilidad de toda experiencia – que todo 
cuanto sucede debe tener a su vez una causa (...) la razón se crea la idea de una espontaneidad que pueda empezar 
por sí misma a obrar, sin necesidad de que la preceda otra causa (...)”. 
[causalidad natural: enlace de un estado con otro anterior, según una regla (todo necesita una causa) ≠ causalidad 
libre: facultad de comenzar un estado por sí mismo (no necesita de una causa precedente)] 
El orden fenoménico no es libre pues todos sus eventos están interrelacionados conforme a leyes naturales 
inmutables, sin embargo el hombre es causa de eventos fenoménicos sin estar sujeto a esas leyes. Esto se explica 
desde la doble naturaleza (fenoménica y noumenal) que lo caracteriza. Por ello la razón crea la idea de cierta 
espontaneidad capaz de actuar por sí misma lejos de los enlaces causales, de una voluntad independiente respecto 
de la imposición de los impulsos de la sensibilidad; es la idea de libertad, idea pura trascendental, que sirve de base 
para definirla en sentido práctico. Así, hablamos de causalidad por libertad o de efectos que poseen causas 
inteligibles.[inteligible = lo que no es fenómeno en un objeto de los sentidos] 
“(...) si lo que en el mundo de los sentidos debe considerarse como fenómeno, tiene en sí mismo una facultad que 
no puede ser objeto de la intuición sensible pero gracias a ella puede ser causa de los fenómenos, la causalidad de 
ese ente puede considerarse de dos lados: como inteligible por el acto, como cosa en sí, y como sensible por los 
efectos de éste como fenómeno en el mundo de los sentidos” [Kant: 587]. 
Así cobra sentido la distinción entre fenómeno y noúmeno en la resolución del tema de la libertad, es decir, en la 
posibilidad de conciliar la causalidad por libertad con la ley universal de la necesidad de la naturaleza. 
La solución al problema de la (supuesta) antinomia causalidad por naturaleza y causalidad por libertad es declarar a 
la disyunción exclusiva como aparente, pues se trata del funcionamiento conjunto de las dos dimensiones de cada 
ser.“(...) la libertad y la naturaleza, cada una en su cabal acepción, se encontrarían al propio tiempo y sin el menor 
conflicto exactamente en los mismos actos, según se los compare con su causa inteligible o sensible” [Kant: 589]. 
La voluntad como causa tiene sus efectos en el orden del fenómeno. Sin embargo, estos efectos se ordenan según lo 
rige la causalidad de la naturaleza y en este sentido no hay ningún desajuste entre este efecto y su causa intelectual y 
este mismo efecto como fenómeno según las leyes naturales inmutables. Esto es así porque el hombre es fenómeno 
y por ser tal produce, como causa, efectos que se ajustan a la regularidad de la naturaleza y porque en relación con 
ciertas facultades, es también objeto inteligible. 
Aunque sus efectos se ordenen según la regularidad natural, la voluntad no está determinada por el orden 
fenoménico ya que la razón, condición permanente de todos los actos voluntarios, no es fenómeno ni está sometida 
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a las condiciones de la sensibilidad. La razón no es origen de ciertos fenómenos según el tiempo pues no participa 
de él. “La razón pura, como facultad meramente inteligible, no está sometida a la forma del tiempo y, en 
consecuencia, tampoco a las condiciones de sucesión en el tiempo” [Kant: 595]. Esta dimensión atemporal del 
sujeto que funciona como causa inteligible es la razón práctica: condición empíricamente incondicionada. La razón 
es el origen (causa) pero no el comienzo de ciertos fenómenos entanto constituye una facultad en virtud de la cual 
comienza la condición sensible de una serie empírica de efectos. Así, la libertad de la razón no debe sólo pensarse 
como independencia de las condiciones empíricas (sentido negativo) sino también como capacidad de iniciar por sí 
misma una serie de acontecimientos (sentido positivo). 
Prólogo de Crítica de la Razón Práctica 
El concepto de libertad, en la medida en que su realidad pueda demostrarse mediante una ley apodíctica de la razón 
práctica, constituye la coronación de todo el edificio de un sistema de la razón pura, aun de la especulativa, y todos 
los demás conceptos (Dios y la inmortalidad) que en ésta carecen de apoyo como meras ideas, se enlazan con este 
concepto, y con él y gracias a él adquieren existencia y realidad objetiva, es decir, que su posibilidad se demuestra 
por el hecho de que la libertad es real, pues esta idea se revela mediante la ley moral. 
La libertad es la ratio essendi (condición) de la ley moral y la ley moral la ratio cognoscendi de la libertad. Las Ideas 
no son condiciones de la ley moral sino condiciones del objeto necesario de una voluntad determinada por esa ley 
moral, es decir, del uso meramente práctico de nuestra razón pura 
No conocemos la realidad de las ideas de Dios y la inmortalidad ni siquiera su posibilidad, pero son las condiciones 
de aplicación de la voluntad determinada por un objeto que le es dado a priori: el Bien Supremo. Por consiguiente, 
su posibilidad puede y debe ser admitida en esta relación práctica, sin conocerla y penetrarla, sin embargo, 
teóricamente. Para la última exigencia basta, en el sentido práctico, que no contengan ninguna imposibilidad 
(contradicción) interna. 
La razón práctica por sí misma proporciona realidad a un objeto suprasensible de la categoría de la causalidad: la 
libertad. Y confirma así por medio de un hecho, lo que allí solo podía ser pensado. 
Se trata de una necesidad "legal" de suponer la existencia de Dios y la inmortalidad del alma si se quiere ser libre, 
puesto que el Bien Supremo que es lo único que mueve a la voluntad, sólo la mueve si suponemos que existe y que 
juzgará nuestras acciones después de la muerte. 
No se trata de una hipótesis que es necesario admitir si se quiere alcanzar la perfección del uso de la razón 
especulativa, sino para el uso práctico del obrar libre. 
Si no hubiera libertad no existiría la ley moral y nuestro obrar sería mecánico. Si hay libertad es porque queremos el 
Bien Supremo, es decir la realización de toda posibilidad. No hace falta que lo entendamos basta con que actuemos 
como si existiese. 
Es imposible obrar sin producir algo nuevo. Debo pues, aplicar la categoría del entendimiento "causalidad" para 
cualquier acción. La acción libre causa el objeto de mi querer y es libre, precisamente, porque es previa al fenómeno 
que produce, el cual no es "demostrado" por el entendimiento sino sólo producido. 
Mi acción libre, en cuanto obra lo que quiero y lo produzco, se mueve por el Bien Supremo que no es un objeto 
fenoménico sino una Idea que mueve a mi voluntad a realizarlo. 
En definitiva, la razón pura en su uso especulativo "explica" los fenómenos mediante la categoría causalidad, la 
razón pura práctica los "produce" mediante la misma categoría en su uso práctico. 
Teoría y práctica 
I. De la relación de la teoría con la práctica en la moral en general: 
De un modo provisional, y en tanto introducción, he definido la moral como una ciencia que enseña no cómo 
debemos ser felices, sino cómo debemos ser dignos de la felicidad. Tiene que hacer entera abstracción de esa 
consideración cuando sobreviene la orden del deber. Y esto se logra en la medida en que se representa el deber 
ligado más bien con los sacrificios que cuesta su observación (la virtud) que con las ventajas que nos reporta. 
Ese concepto de deber no necesita poner como fundamento fin particular alguno, sino que más bien suscita otro 
fin para la voluntad humana, a saber: el de contribuir con todo su poder al bien supremo posible en el mundo. En 
ese ideal de la razón pura ese concepto obtiene un objeto.* [ no todo fin es moral (por ejemplo, no lo es el de la 
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propia felicidad), sino que este fin tiene que ser desinteresado; y la exigencia de un fin final propuesto por la razón 
pura y que abarca al conjunto de todos los fines bajo un principio (un mundo como el bien supremo posible 
también mediante nuestra colaboración) es una exigencia de la voluntad desinteresada que se extiende más allá de la 
observación de la ley formal hasta la producción de un objeto (el bien supremo)] 
Frente a un estado de colisión entre ciertos fines míos y la ley moral del deber, soy consciente de preferir este 
último, que no es simplemente un estado mejor, sino el único bueno en sí: se trata de la mera forma de legitimidad 
universal de su máxima, lo que constituye el fundamento de determinación de dicho arbitrio. Por tanto, no se puede 
decir que todo estado que yo prefiera frente a otros modos de existencia sea preferido en función de cálculos sobre 
la felicidad que podría traerme, pues primero tengo que estar seguro de que no actúo contra mi deber, solo después 
me está permitido atender a mi felicidad y ver en qué medida puedo conciliarla con mi estado moralmente (no 
físicamente) bueno. 
La voluntad ha de tener motivos; pero estos no son ciertos objetos referidos al sentimiento físico, propuestos como 
fines, sino nada más que la ley incondicionada misma; y la disposición de la voluntad a encontrarse bajo la ley, como 
coacción incondicionada, se llama sentimiento moral; el cual es efecto de la determinación de la voluntad, y del cual no 
tendríamos en nosotros la menor percepción si esa coacción no lo precediera 
Con respecto al punto que nos concierne, propiamente aquí, a saber: establecer y probar mediante ejemplos el 
presunto interés contradictorio entre la teoría y la práctica en filosofía. 
Ningún hombre puede tener conciencia de haber ejercido su deber de modo totalmente desinteresado, pues esto 
pertenece a la experiencia interna, y para tener conciencia del estado de la propia alma habría que tener una 
representación perfectamente clara de todas las representaciones accesorias y de todas las consideraciones que la 
imaginación, el hábito y la inclinación asocian al concepto de deber. Pero que un hombre sí es claramente 
consciente de que tiene que ejercer su deber de manera completamente desinteresada y separar totalmente su anhelo 
de felicidad del concepto de deber, para tenerlo así totalmente puro. Por tanto a la máxima de tender a aquella 
pureza: de esto es capaz; y esto es también suficiente para su observación del deber. En cambio, hacerse una 
máxima de favorecer el influjo de tales motivos, con el pretexto de que la naturaleza humana no permite semejante 
pureza (lo que sin embargo el hombre no puede afirmar con certeza) es la muerte de toda moralidad. 
La historia de las máximas prueba, desgraciadamente, que la mayoría de ellas provienen del egoísmo; sino la 
experiencia, que sólo puede ser interna, de que ninguna idea eleva más al ánimo humano y lo activa hasta la 
exaltación, que justamente la de una pura disposición moral que venera el deber sobre todas las cosas, lucha con los 
innumerables males de la vida e incluso con sus más seductoras tentaciones y sin embargo triunfa sobre ellos (como 
con derecho admitimos que el hombre es capaz de ello). Que el hombre es consciente de que él puede esto porque 
él lo debe: esto revela en él un fondo de disposiciones divinas que le hacen experimentar una especie de escalofrío 
sagrado ante la grandeza y sublimidad de su verdadera destinación. Y si el hombre atendiera a ello con más 
frecuencia, si se lo acostumbrara a despojar enteramente a la virtud de toda la riqueza de su botín de ventajas 
procuradas por la observación del deber, y a representársela en su total pureza; si el uso constante de ella se volviera 
un principio en la enseñanza privada y pública

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