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Trastornos de Alimentação e Enfermagem

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Escuela Universitaria de Enfermería Casa de Salud Valdecilla 
Universidad de Cantabria 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Trabajo Fin de Grado 
Departamento de Enfermería 
Julio 2017 
Rol de enfermería en pacientes con 
Trastornos de la Conducta Alimentaria 
Nursing role in patients with eating and feeding disorders 
Autor: Jorge de la Serna Maté | Directora: Silvia González Gómez 
 
 
RESUMEN………………………………………………………………………………………………………………… 1 
 
INTRODUCCIÓN………………………………………………………………………………………………………. 2 
 
CAPÍTULO 1. Descripción de los TCA……………………………………………………………………….. 6 
 1.1. Epidemiología……………………………………………………………………………………….. 6 
 1.2. Criterios diagnósticos de los TCA…………………………………………………………… 7 
 1.2.1. Trastorno de evitación/restricción de la ingesta de alimentos.. 7 
 1.2.2. Pica………………………………………………………………………………………… 8 
 1.2.3. Trastorno de rumiación………………………………………………………….. 8 
 1.2.4. Anorexia nerviosa…………………………………………………………………... 8 
 1.2.5. Bulimia nerviosa……………………………………………………………………… 8 
 1.2.6. Trastorno por atracones…………………………………………………………. 9 
 1.2.7. Trastorno de la conducta alimentaria no especificado……………. 9 
 1.3. TCA de reciente aparición……………………………………………………………………… 10 
 1.3.1. Diabulimia……………………………………………………………………………… 10 
 1.3.2. Ortorexia nerviosa…………………………………………………………………. 10 
 1.3.3. Vigorexia………………………………………………………………………………… 11 
 1.3.4. Adicción al ejercicio………………………………………………………………… 11 
 1.3.5. Ebriorexia……………………………………………………………………………….. 11 
 
CAPÍTULO 2. Valoración clínica……………………………….……………………………………………… 12 
 2.1. Valoración…………………………………………………………………………………………….. 12 
 2.1.1. Complicaciones físicas…………………………………………………………… 12 
 2.1.2. Etiología………………………………………………………………………………… 13 
 2.1.2.1. Factores predisponentes………………………………………… 14 
 2.1.2.2. Factores precipitantes……………………………………………. 17 
 2.2. Instrumentos de cribado y de utilidad en prevención primaria……………… 18 
 2.2.1. Cuestionario SCOFF ……………………………………………………………….. 18 
 2.2.2. The Eating Attitudes Test (EAT) ……………………………………………… 18 
 2.2.3. The Restraint Scale ………………………………………………………………… 18 
 2.2.4. Cuestionario de influencias del modelo estético corporal………. 19 
 2.2.5. BULIT……………………………………………………………………………………… 19 
 2.2.6. Test APGAR……………………………………………………………………………. 19 
 2.3. Niveles de actuación……………………………………………………………………………… 19 
 2.3.1. Prevención primaria………………………………………………………………. 20 
 2.3.2. Prevención secundaria…………………………………………………………… 20 
 2.3.3. Prevención terciaria………………………………………………………………. 20 
 
 
 
 
CAPÍTULO 3. Intervenciones de enfermería………………….………………………………………… 21 
 3.1. Contribución del enfermero en el diagnóstico………………………………………. 21 
 3.2. Señales de alarma que orientan el diagnóstico……………………………………… 21 
 3.3. Manejo en Atención Primaria………………………………………………………………… 23 
 3.4. Objetivos de enfermería……………………………………………………………………….. 25 
 3.5. Intervenciones NIC asociadas a los TCA…………………………………….…………… 26 
 3.6. Organización funcional de la UTCA del HUMV……………………………………….. 27 
 
CONCLUSIONES……………………………………………………………………………………………………….. 29 
 
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS…………………………………………………………………………....... 30 
 
ANEXOS…………………………………………………………………………………………………………………… 33 
 
1 
 
 Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) están alcanzando cifras de prevalencia 
e incidencia alarmantes en un grupo de población cada vez más amplio. Muchos hablan de ellos, 
pero son pocos los que verdaderamente los conocen. Producto del desconocimiento de la 
población en general y de los profesionales sanitarios en particular, unida a la falta de conciencia 
de enfermedad de los pacientes, hace que se demore la búsqueda de atención sanitaria y, en 
consecuencia, el tratamiento se instaure tardíamente, reduciendo la probabilidad de 
recuperación, lo que provoca el aumento de la cronicidad y la pérdida de calidad de vida. 
 El profesional de enfermería es especialmente importante en la prevención y detección 
precoz de estos trastornos. Debe estar entrenado en la valoración de las esferas humanas 
afectadas –la física, mental y social– y en el uso de instrumentos de cribado sencillos y de fácil 
interpretación que apoyen o descarten el diagnóstico, agilizando la derivación al dispositivo 
asistencial correspondiente, siempre formado por un equipo multidisciplinar en el que destaca 
el rol de enfermería. 
 
Palabras clave: Trastornos de Alimentación y de la Ingestión de Alimentos, Atención de 
enfermería, Anorexia nerviosa, Bulimia nerviosa, Promoción de la salud. 
 
 
 
 Eating and feeding disorders are raising alarming amounts of prevalence and incidence 
on a broad group of population. A lot of people talk about them, but only truly know them a few 
group. Result of lack of awareness of general population and healthcare professionals, linked to 
the lack of insight of patients, cause delays in medical attention and, therefore, establish 
treatment too late, reducing the likelihood of recovery, increasing cronification and losing 
quality of life. 
 Healthcare professionals are especially important in prevention and early detection of 
these disorders. They have to practice evaluation of affected human spheres (physical, mental 
and social) and in the use of simple screening tests to support or reject diagnosis, speeding up 
patient referrals to the appropriate care device, consisting of a multidisciplinary team where 
underscored the nursing role. 
 
Key words: feeding and eating disorders, nursing care, anorexia nervosa, bulimia nervosa, health 
promotion. 
 
 
 
 
 
 
2 
 
 Estos son los diez mandamientos de las anoréxicas, difundidos en Internet1: 
“Si no estás delgada, no eres atractiva. Estar delgada es lo más importante. Compra 
la ropa adecuada, córtate el pelo, toma laxantes, muérete de hambre para parecer 
más delgada. No comerás sin sentirte culpable. No comerás comida que engorde 
sin castigarte después. Contarás calorías y limitarás tus comidas de acuerdo con 
ellas. Los designios de la báscula son los únicos importantes. Perder peso es bueno, 
engordar es malo. Nunca se está lo suficientemente delgada. Estar delgada y no 
comer demuestran la auténtica fuerza de voluntad y el nivel de éxito” (p57). 
 Es un ejemplo de la gravedad que reviste la anorexia, patología que forma parte de los 
trastornos de la conducta alimentaria (TCA). 
 Estábamos acostumbrados a oír hablar del término Trastornos de la Conducta 
Alimentaria (TCA); sin embargo, en la 5ª edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los 
Trastornos Mentales (DSM-5) se les otorga una denominación más extensa: Trastornos de la 
conducta alimentaria y de la ingestión de alimentos (TCAIA). 
 La definición proporcionada de los TCAIA en el DSM-5 es la que sigue2: 
“Los TCAIA se caracterizan por una alteración persistente en la alimentación o en 
el comportamiento relacionado con la alimentación que lleva a una alteración en 
el consumo o en la absorción de los alimentos y que causa un deterioro significativo 
de la salud física o del funcionamiento psicosocial” (p329). 
 La comida se convierte en el auténtico protagonista en torno al que gira su vida. 
 Se hace necesario reconducir y desmontar las ideas falsas relativas al significado de 
tener un cuerpo sano, dejando de asociarlo obligatoriamente a que sea muy delgado. 
 Los TCA no son una entidad que haya aparecido en los últimos años. En el caso de la 
anorexia, su origen se remonta a antes de Cristo. Para la bulimia, la primera referencia escrita 
data de 1979; sin embargo, ya desde la antigua Roma se hablaba de conductas de atracones y 
posteriores vómitos provocados3. 
 El denominador común de las personas que sufren un TCA es la demora en solicitar 
atención, al carecer de conciencia de enfermedad, sumado a su habilidad para ocultarla. Es por 
ello especialmente importante establecer herramientas y dotar de conocimientos y habilidades 
a los profesionales de enfermería para que, a su vez, empoderen a otros profesionales,a las 
familias y a la población en general, con el objetivo de que ayuden en la prevención y detección 
precoz de estos trastornos. 
 Los TCA no cesan de aumentar. La prevalencia de anorexia nerviosa (AN) en España se 
sitúa en el 0,1-1,5%, y la de bulimia nerviosa (BN) entre el 0,5-1,5%, mientras que la prevalencia 
de los TCA denominados como no especificados (TCANE) está entre el 1,7 y 3,8%. La prevalencia 
total para los TCA se sitúa entre el 4,1 y el 6,41%. Está aumentando la incidencia y la prevalencia 
de forma sorprendente en los países occidentales, sobre todo en el grupo joven de población 
femenina3. 
 Los TCA se erigen como la tercera enfermedad crónica entre la población adolescente4. 
Se analizarán los porcentajes de recuperación y mejoría, de cronicidad y los de muerte por 
inanición o suicidio. 
 
3 
 
 El grupo de mayor riesgo son las adolescentes y mujeres jóvenes. Sin embargo, en los 
últimos años está aumentando el número de casos de TCA en varones5. 
 Estos pacientes tienen una habilidad especial para ocultar o enmascarar sus síntomas. 
Otro gran inconveniente que retrasa la detección son los actuales ideales sociales respecto a la 
delgadez asociada al éxito y belleza, que se promueven continuamente6. 
 Se produce la búsqueda incesante de la delgadez, convirtiéndose en una obsesión1. Se 
pretende que se comprenda qué le lleva a una persona a iniciarse en un trastorno de la conducta 
alimentaria, y que se rompan mitos como los siguientes: ‘la anorexia y la bulimia son episodios 
sin importancia propios de adolecentes mimadas; no entiendo por qué se ven gordas cuando 
están esqueléticas; ellas nunca se recuperarán de esas enfermedades’. 
 Multitud de personas, sobre todo en su etapa adolescente, han tenido escarceos con las 
dietas. Con los contenidos abordados en páginas posteriores, se pretende saber cuándo las 
conductas observadas atraviesan la barrera de lo patológico, siendo indicativas de padecer un 
TCA. 
 Nos encontramos en la era digital, en la que internet se ha convertido en un auténtico 
peligro para los adolescentes que, insatisfechos con su imagen corporal, buscan métodos de 
pérdida de peso en páginas web pro-anorexia y pro-bulimia. Actualmente, a través del servicio 
de mensajería instantánea WhatsApp®, las víctimas de estos trastornos han encontrado una 
excelente vía de comunicación, formando grupos en los que comparten su evolución y 
frustraciones, ejerciendo de auténticas consejeras para continuar con el ciclo de destrucción en 
el que están inmersas. Estos son algunos escalofriantes consejos reflejados en páginas que 
realizan apología de los TCA: consumir grandes cantidades de agua muy fría o masticar hielo, de 
forma que el cuerpo consuma más calorías para mantener la temperatura corporal; incitan a la 
hiperactividad en reposo para contribuir al aumento del gasto calórico, animando a mover 
continuamente sus piernas; si sienten hambre, animan a golpearse el estómago; deben visitar 
la cocina frecuentemente, para hacer creer a su familia que está comiendo; utilizar enjuagues 
bucales fuertes antes de comer para reducir la palatabilidad de los alimentos y, por consiguiente, 
el apetito. 
 Se estima oportuno que los profesionales y la población en general tome conciencia de 
la magnitud del problema, mostrando las vías de tratamiento existentes cuando el problema 
está instaurado, evitando el fatal desenlace con el que en ocasiones nos encontramos, como es 
el suicidio. 
 A lo largo de los años, he podido escuchar a determinados profesionales sanitarios 
realizar comentarios inapropiados respecto a estos pacientes, afirmando que ellos mismos han 
elegido estar en esa situación, responsabilizándoles de la enfermedad. Esta falsa idea puede 
reducir la empatía y aumentar el rechazo hacia dichos pacientes7. Se hace necesario aumentar 
el nivel de conocimientos de los profesionales de la salud en esta área. 
 La complejidad de los TCA, dada la variedad de factores que los originan, hace necesario 
y obligatorio su abordaje por parte de un equipo multidisciplinar, con especial importancia de 
enfermería. 
 Del párrafo anterior se deriva que la prevención y el tratamiento de los TCA precisa de 
la colaboración de diferentes profesionales que atienden la salud, cuales son: médicos, 
psicólogos, enfermeros, nutricionistas, trabajadores sociales y terapeutas ocupacionales. 
 Los recursos asistenciales de que se dispone para realizar el tratamiento son la consulta 
de atención primaria, la consulta ambulatoria de Salud Mental, las unidades de hospitalización 
 
4 
 
de día o, en último lugar, la hospitalización completa. También se pretende empoderar a la 
enfermera de atención primaria para que sea capaz de prestar cuidados a pacientes aquejados 
de TCA, evitando la derivación inmediata a una Unidad de Salud Mental. 
 La experiencia vivida como alumno de enfermería en la Unidad de Trastornos de la 
Conducta Alimentaria (UTCA) del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, en el mes de 
diciembre de 2016, me despertó una batería de emociones muy dispares y nunca antes 
experimentadas, que me llevaron a querer profundizar en el conocimiento de dichos trastornos, 
plasmándolos en el presente Trabajo de Fin de Grado, que espero sea de ayuda para aquellos 
interesados en conocer o mejorar el manejo de estos pacientes. 
 El presente trabajo está constituido por tres capítulos: en el primero se hace un repaso 
de los trastornos alimentarios más conocidos, para seguidamente introducir los novedosos o de 
relativa reciente aparición; en el segundo capítulo figuran las herramientas de que nos podemos 
servir como personal de enfermería para detectar precozmente los TCAIA y las alteraciones o 
complicaciones en la salud que conllevan; y en el último, se reflejan las intervenciones de 
enfermería a realizar en pacientes que presentan dichos trastornos. 
 
OBJETIVOS 
 Definir los Trastornos de la Conducta Alimentaria clásicos, así como los de reciente 
aparición. 
 Describir los instrumentos empleados en la detección de los TCA. 
 Describir las complicaciones y la evolución de los TCA. 
 Enumerar las intervenciones de enfermería realizadas con los pacientes que padecen un 
TCA. 
 
METODOLOGÍA 
 La presente monografía está desarrollada a partir de la literatura científica publicada 
desde el año 2012 hasta el 2016. 
 Se efectuó la búsqueda bibliográfica empleando el vocabulario estructurado con los 
descriptores DeCs y MeSH, haciendo uso del operador booleano de intersección AND para 
combinarlos entre sí, bien en español, bien en inglés. Dichos descriptores son: 
 Figura 1. Descriptores empleados. 
DeCs MeSH 
Trastornos de Alimentación y de la Ingestión 
de Alimentos 
feeding and eating disorders 
Atención de enfermería nursing care 
Anorexia nerviosa anorexia nervosa 
Bulimia nerviosa bulimia nervosa 
Promoción de la salud health promotion 
Fuente: elaboración propia. 
 Las bases de datos utilizadas en la realización de las búsquedas fueron: PubMed, Dialnet, 
CuidenPlus, Web of Science y PubPsych. 
 
 
5 
 
 También hice una lectura exhaustiva de la Guía de Prevención de los Trastornos de la 
Conducta Alimentaria, publicada en 2012 por la Consejería de Sanidad y Servicios Sociales del 
Gobierno de Cantabria, y de la Guía de Práctica Clínica sobre Trastornos de la Conducta 
Alimentaria, publicada por el Ministerio de Sanidad. 
 Además, aproveché mi estancia en la UTCA del HUMV, durante el Practicum IV-Módulo 
3, perteneciente al Área de Enfermería en Salud Mental, para: obtener información de los TCA, 
participar en la consulta de enfermería responsable de la detección de nuevos casos y de la 
prevención de recaídas, comprobar la sintomatología y evolución de los pacientes en primera 
persona, aprender su abordaje terapéutico y el importante papel de la enfermería en este 
campo. 
 Finalizada la búsqueda y guardados todos los artículos, eliminé los que no tenían 
relación con el tema a estudiar,aquellos cuya información no consideré que aportara datos 
significativos, los publicados en una fecha previa al 2012, aquellos cuyo acceso precisaba la 
realización de un pago a su editorial, o los que estuvieran redactados en un idioma diferente al 
español o inglés. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
6 
 
 1.1. Epidemiología de los TCA 
 Actualmente, el principal problema de salud mental en la población joven es el de los 
Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA)8. El TCA más frecuente es el trastorno de la 
conducta alimentaria no especificado (TCANE), seguido de la bulimia nerviosa (BN) y de la 
anorexia nerviosa (AN)9. 
 La incidencia de TCA adoptó una tendencia de crecimiento en las últimas décadas, 
llegando al 5%, si bien se desconoce si esto se debe al aumento del número de casos o a la 
rapidez con la que se detectan y diagnostican10. 
 La prevalencia mundial de los TCA oscila desde el 0,5 al 3,7%10. 
 En EE.UU., una de cada 100 mujeres de 16 a 18 años presenta anorexia nerviosa10. 
 En España, la prevalencia de TCA se sitúa en el 4,1-6,41% de las mujeres de 12-21 años, 
mientras que en hombres de esa misma franja de edad está en el 0,27-0,9%11. 
 En Cantabria, del total de pacientes seleccionados para la realización del estudio de 
prevalencia por diagnósticos de TCA, atendidos en la UTCA del HUMV, se hallaron estos datos: 
en el grupo de mujeres, el 64% presentaba AN, el 27% BN y un 9% TCANE; mientras que en los 
hombres, se diagnosticó de anorexia nerviosa restrictiva al 50% y de TCANE al otro 50%. El grupo 
de edad en el que se concentraba la muestra comprendía de los 16 a los 25 años. Del estudio 
también se dedujo algo ya sabido, y es que los TCA son propios del sector femenino12. 
 La prevalencia de la AN en mujeres oscila entre 0,3% y 3,7%, mientras que para la BN, la 
prevalencia está entre el 1% y 4,2%12. La incidencia de AN es de 0,3 a 1% en mujeres, y 0,1% en 
hombres10. 
 Aunque puede diagnosticarse en menores de 13 años, presentan mayor riesgo de AN 
los adolescentes entre 15 y 19 años, que representan hasta 40% de los casos. Existen dos picos 
de incidencia: entre los 13 y 14 años, y entre los 16 y 17 años10. 
 En la población pediátrica, se estima una incidencia de 3,01 casos por 100.000 
habitantes, de los cuales aproximadamente un 37% reúne los criterios de anorexia nerviosa, un 
1.4% de bulimia nerviosa y un 43% de TCANE13. 
 Los TCA son, tradicionalmente, más prevalentes en la población femenina10. A pesar de 
que la mayoría de las personas afectadas por estos trastornos son mujeres adolescentes y 
jóvenes, la prevalencia se amplía cada vez más a hombres y adultos. La presencia de los TCA es 
cada vez más frecuente entre la población adolescente, así como de aparición más temprana9. 
 La incidencia de TCA en países no desarrollados es menor, aunque en aumento. En 
Uruguay, si bien no existen cifras oficiales, los TCA no han adquirido la dimensión que presentan 
en países desarrollados10. Si bien se decía que los TCA son característicos de países occidentales, 
los estudios confirman la inversión de esta tendencia. Así, se afirma que en las sociedades no 
occidentales, los TCA han alcanzado dimensiones muy elevadas14. 
 Los Trastornos de la Conducta Alimentaria No Especificados, conformados por aquellos 
trastornos que no reúnen todas las características requeridas para catalogarlos como anorexia, 
bulimia o trastorno por atracón, son el grupo más relevante, con una prevalencia del 2,76-
5,3%11. 
 
7 
 
 La BN es un trastorno que se da principalmente en mujeres (solo entre el 5-10% de los 
afectados son varones), y el grupo con mayor incidencia son las adolescentes entre 15 a 19 
años14. 
 La AN es una enfermedad grave, con mortalidad entre 7-10%. El 50% de las defunciones 
tiene relación con la desnutrición y 24% son por suicidio. Los estudios a largo plazo muestran 
que 15-25% evoluciona a cronicidad, 25% mantiene dificultades psicológicas invalidantes como 
depresión, fobias y retraimiento social, y 30% pueden evolucionar a BN10. 
 En un estudio realizado a 1306 estudiantes universitarios españoles, presentaron 
criterios de susceptibilidad de un TCA 255, lo que se traduce en una prevalencia del 19,5%, 
siendo más frecuente en las mujeres que en los hombres (21,2% vs 15,0%). A nivel de España, 
se han encontrado prevalencias de riesgo en población universitaria del 19%. Sin embargo, a 
nivel internacional, las prevalencias de riesgo muestran una gran variabilidad en esta población 
oscilando de valores del 39,7% en Grecia y Colombia, al 5,8% de México8. 
 En un estudio realizado sobre familiares de pacientes con TCA, se concluyó que existe 
mayor prevalencia de AN en familiares de pacientes con AN (3%-12%) en comparación con 
familiares de controles (0%-4%). El riesgo de BN en familiares de primer grado de pacientes con 
BN está entre 4,4 y 9,6 veces más que en el caso de los familiares de controles. Así, se puede 
confirmar que los TCA se dan más en familiares de pacientes con TCA que en familiares de 
controles15. 
 Los TCA son trastornos multidimensionales generados por un conjunto de factores 
fisiológicos, emocionales, familiares y socioculturales16. 
 Son trastornos que en ocasiones cronifican, que asocian importante morbi-mortalidad 
y que frecuentemente se presentan con múltiples recaídas10. 
 El tratamiento requiere la participación de un equipo multidisciplinario, sin claras 
evidencias que indiquen la efectividad de diversas estrategias terapéuticas. Su evolución es muy 
caótica, con episodios de remisión de duración variable, tentativas de suicidio frecuentes y 
complicaciones somáticas severas10. 
 Los TCA cuentan además con la tasa de mortalidad más elevada de todos los trastornos 
psiquiátricos, causada principalmente por fallo cardiaco o suicidio. Por ello, es prioritario el 
diagnóstico y tratamiento temprano de estos trastornos13. 
 
 1.2. Criterios diagnósticos de los TCA 
 Los trastornos de la conducta alimentaria se clasifican en: trastorno de 
evitación/restricción de la ingesta de alimentos, anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, trastorno 
por atracones y trastorno de la conducta alimentaria no especificado. 
 1.2.1. Trastorno de evitación/restricción de la ingesta de alimentos 
 Se trata de un trastorno evidenciado por el fracaso continuado en el cumplimiento de 
unas adecuadas necesidades energéticas y/o nutritivas, vinculadas a estos hechos: pérdida de 
peso, deficiencia nutritiva, recurrir frecuentemente a alimentación enteral o suplementos 
nutritivos y afectación de la esfera psicosocial. En este TCA se aprecia una pérdida de interés en 
comer, que puede verse motivada por las propiedades de los alimentos (presencia, coloración, 
aromas que desprenden, textura, temperatura o sabor). No existe una distorsión de la imagen 
corporal que explique la aparición del trastorno2. 
 
8 
 
 1.2.2. Pica 
 Se denomina así al trastorno caracterizado por la ingestión de sustancias que carecen 
de aporte nutricional, como papel, jabón, ropa, pelo, cuerdas, lana, tierra, tiza, pintura, chicles, 
metales, guijarros, carbón vegetal, barro o hielo. Dicha ingestión no es propia conforme al grado 
de desarrollo del individuo que lo presenta (por lo que el diagnóstico no se establece en niños 
de edad inferior a dos años) ni a la cultura del grupo. El tiempo de consumo debe ser al menos 
de un mes2. 
 1.2.3. Trastorno de rumiación 
 Consiste en la regurgitación repetida de alimentos, después de comer, durante al menos 
un mes. Una vez deglutido el alimento, que puede estar parcialmente digerido, se devuelve a la 
boca aparentemente sin náuseas, arcadas involuntarias ni desagrado, para seguidamente volver 
a tragarla o desecharla. El trastorno no aparece en el contexto de una afección gastrointestinal 
como reflujo gastroesofágico o estenosis pilórica, y no se produce exclusivamente durante el 
curso de una AN, BN, un trastorno de atracones o un trastorno de evitación/restricción de la 
ingestiónde alimentos2. 
 1.2.4. Anorexia nerviosa 
 El significado etimológico de anorexia es inapetencia, es decir, falta de apetito. 
 Es una distorsión de la imagen corporal que conduce a un trastorno alimentario. En esta 
alteración, el paciente considera tener mayor peso del que en realidad posee, o aprecia algunas 
partes de su cuerpo deformes o excesivas (sobremanera el abdomen, glúteos y piernas), lo que 
le lleva a desear adelgazar, y a presentar conductas destinadas a conseguir dicho objetivo. Así, 
la anorexia nerviosa se caracteriza por el rechazo a ingerir determinados alimentos o a limitar la 
ingesta, que actúa como respuesta a conflictos psíquicos. Ello conduce a un peso corporal 
significativamente bajo, aunque el trastorno hace que puedan llegar a sentirse con sobrepeso17. 
 Existen dos formas de presentación de la anorexia nerviosa. En el tipo restrictivo, la 
pérdida de peso corporal se explica por el seguimiento de una dieta, el ayuno y/o el ejercicio 
físico excesivo, sin acontecer atracones o purgas. Por el contrario, en la AN con atracones o 
purgas, la persona ha recurrido al uso de laxantes, diuréticos, enemas o se ha provocado el 
vómito18. 
 Para determinar la gravedad, se emplea el IMC en los adultos y el percentil del IMC en 
niños y adolescentes. Una AN es catalogada como leve cuando el paciente tiene un IMC de 17 
kg/m2, moderado si es de 16-16,99, grave en caso de IMC de 15-15,99 y extremo si resulta 
menor de 152. 
 En los adultos, se considera un IMC de 18,5 kg/m2 como límite inferior del peso corporal 
normal. Se consideraría un peso significativamente bajo en un individuo con un IMC menor de 
17,0 kg/m22. 
 El miedo a engordar hace que quieran tener perfectamente controlado su peso corporal. 
De esta forma, las veces que suben a la báscula son numerosas. Además, miden el perímetro 
abdominal, braquial y del muslo principalmente17. 
 1.2.5. Bulimia nerviosa 
 La bulimia significa literalmente hambre muy intensa o hambre de buey. 
 Psicopatología caracterizada por el descontrol alimentario, donde se suceden atracones 
y ayunos de manera exagerada. Estos atracones, reales o subjetivos, son vividos con gran 
 
9 
 
malestar y culpa, lo que obliga al individuo a compensarlos mediante vómitos o diarreas en las 
formas purgativas, y con ejercicio-ayuno en las no purgativas. Habitualmente existe un peso 
normal o sobrepeso, y se reserva el término anorexia purgo-bulímica para aquellas que cursan 
con bajo peso. Presentan vergüenza por miedo al descontrol en su vida17. 
 La bulimia se caracteriza por la combinación de atracones seguidos de comportamientos 
compensatorios para evitar el consiguiente aumento de peso. Un atracón consiste en ingerir, en 
un breve periodo de tiempo, una cantidad de alimentos claramente superior al que una persona 
sería capaz de ingerir en el mismo espacio temporal, acompañado de la pérdida de control para 
detener la ingesta o controlar la cantidad o el tipo de alimentos consumidos. Los 
comportamientos compensatorios corresponden a la práctica del vómito sobre uno mismo, o al 
uso de laxantes, diuréticos u otros fármacos, incluso instaurar el ayuno posteriormente o 
practicar ejercicio físico de forma excesiva. Estos hechos deben producirse al menos una vez a 
la semana durante tres meses para que puedan catalogarse de bulimia2. 
 
 El hecho de comer en pequeñas cantidades durante todo el día, popularmente conocido 
como picotear, no se puede definir como un atracón. Los atracones ocurren a espaldas del 
entorno del paciente, que procura por todos los medios que no se percaten de lo que sucede2. 
 Los alimentos ingeridos en los atracones no pertenecen a un grupo concreto. Difieren 
entre los individuos que los padecen, pero puede afirmarse que suelen comer alimentos que 
tienden a evitar2. 
 1.2.6. Trastorno por atracones 
 Se denomina así el trastorno en el que una persona ingiere de manera compulsiva una 
gran cantidad de alimentos. Después de este ataque, aparece un espacio de restricción 
alimentaria y de disminución del estado de ánimo, en la que hay una gran necesidad de comer. 
Hasta que no se da un nuevo atracón, la persona siente ansiedad y un estado de ánimo bajo. En 
estos episodios, la persona se siente culpable y reconoce que tiene una falta de autocontrol, 
hecho que olvida cuando comienza el siguiente atracón19. 
 El trastorno por atracones, del inglés binge eating, se caracteriza por episodios 
recurrentes de atracones, los cuales se asocian a tres (o más) de los hechos siguientes: comer 
mucho más rápidamente de lo normal, hasta sentirse desagradablemente lleno, grandes 
cantidades de alimentos cuando no se siente hambre físicamente; comer en soledad debido a 
la vergüenza que se siente por la cantidad que se ingiere, o sentirse después a disgusto con uno 
mismo, deprimido o muy avergonzado. La persona con este trastorno padece un malestar 
intenso respecto a los atracones. Estos hechos ocurren, al menos, una vez a la semana durante 
tres meses. Lo significativo y distintivo respecto a la bulimia, es que en el trastorno por atracones 
no tienen lugar comportamientos compensatorios2. 
 El perfil de persona que habitualmente se encuentra con este trastorno responde a 
aquellos con un IMC normal o sobrepeso, o incluso con obesidad. No debe establecerse una 
comparación de igualdad entre la obesidad y el trastorno por atracones. Muchos obesos no 
tienen atracones. Las consecuencias sobre la salud y condiciones de vida de aquellos con el 
trastorno revisten mayor gravedad y peor calidad de vida19. 
 1.2.7. Trastorno de la conducta alimentaria no especificado 
 Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas 
característicos de un trastorno de la conducta alimentaria o de la ingesta de alimentos que 
causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas 
importantes del funcionamiento, pero que no cumplen todos los criterios de ninguno de los 
trastornos en la categoría diagnóstica de los TCA2. 
 
10 
 
 La categoría del TCANE se utiliza en situaciones en las que el clínico opta por no 
especificar el motivo de incumplimiento de los criterios de un trastorno de la conducta 
alimentaria y de la ingesta de alimentos específico, e incluye presentaciones en las que no existe 
suficiente información para hacer un diagnóstico más específico (p. ej., en servicios de 
urgencias)2. 
 
 1.3. TCA de reciente aparición 
 Si bien el DSM-5 no recoge estos trastornos, que hasta el momento no se consideran 
propiamente como trastornos de la conducta alimentaria, se estima importante hacer una 
reseña sobre los mismos, definirlos y darlos a conocer a consecuencia de su incremento. 
 1.3.1. Diabulimia 
 La diabulimia consiste en la conjunción de dos patologías: bulimia nerviosa y diabetes 
mellitus insulinodependiente. La persona que la padece evita de forma parcial o total la 
autoadministración de insulina, además de comer cantidades excesivas de comida para 
posteriormente provocarse el vómito, e incluso hacer uso de laxantes o diuréticos. Con ello 
pretende controlar el peso. Mediante el control de la insulina refieren facilitar la pérdida de peso 
que esta puede generarles, pues saben que su organismo, ante la ausencia o déficit de glucosa, 
utilizará los depósitos lipídicos almacenados para obtener la energía necesaria20. 
 Existe una prevalencia mundial del 20% de este trastorno en mujeres diabéticas, 
mientras que los hombres presentan una relación frente a las mujeres de 1:10 respectivamente. 
El perfil de edad corresponde a personas jóvenes, si bien se encuentran también pacientes de 
mayor edad con un TCA crónico desde su juventud20. 
 Se constata que algunos diabéticos aprovechan que lo son como medio de 
adelgazamiento. Las exigencias requeridas en pacientes que deben inyectarse insulina pueden 
llevarles a pensamientos que desencadenan en alteraciones en la alimentación. El ejercicio físico 
excesivo también es otra de las medidasadoptadas para conseguir llegar a la delgadez 
absoluta20. 
 1.3.2. Ortorexia nerviosa 
 La ortorexia nerviosa consiste en una fijación patológica por comer la cantidad de 
alimento precisa y saludable. La dependencia psicológica recae en la calidad de los alimentos, el 
equilibrio del menú y la rigidez en los horarios. Comer a la manera ortoréxica requiere de una 
cantidad importante de tiempo y dinero. 
 Las actividades cotidianas giran en torno a la planificación, la compra y la preparación 
de las comidas. Su incumplimiento conduce a un estado de ansiedad y malestar psicológico. Por 
lo tanto, encontramos a personas con dietas altamente restrictivas, y que se aíslan 
socialmente21. 
 En sus menús no tienen cabida los alimentos que contengan colorantes artificiales, 
sabores, agentes conservantes o alimentos transgénicos, las grasas hidrogenadas, los alimentos 
con excesiva sal o azúcar. Además, el método y menaje utilizados a la hora de cocinar los 
alimentos también forman parte del ritual obsesivo21. 
 La prevalencia de ortorexia nerviosa en la población general es del 6,9%. Los 
profesionales de la salud presentan una prevalencia de 35 a 57,6%, lo que es indicativo de un 
elevado riesgo para su salud mental y física, lo que invita a la reflexión y a dedicar esfuerzos en 
su prevención21. 
 
11 
 
 1.3.3. Vigorexia 
 Este trastorno se caracteriza por individuos excesivamente centrados en tener un estado 
muscular tonificado y deshacerse de la mayor cantidad de grasa posible que rodea sus músculos. 
Ello lo consiguen con una estricta rutina de ejercicios junto a unas pautas nutricionales 
determinadas, actividades que se convierten en el eje central en torno al que gira su vida y sus 
pensamientos. Además, lo complementan con la ingesta de anabolizantes22. 
 A pesar de que los demás les vean como personas fuertes por su estado físico, los 
vigoréxicos presentan una distorsión de su imagen corporal, sienten vergüenza por su físico, que 
aprecian como pequeño y débil. La consecuencia fatal puede ser el suicidio. Otras 
denominaciones que recibe este trastorno son anorexia inversa y dismorfia muscular22. 
 1.3.4. Adicción al ejercicio 
 Una práctica excesiva de ejercicio físico puede provocar adicción, suponiendo una 
afectación en las esferas física y psicológica. 
 La adicción al ejercicio se divide en primaria y secundaria. La adicción primaria no se 
asocia con TCA, pero en la secundaria sí que está presente algún trastorno de la conducta 
alimentaria y la práctica excesiva de ejercicio es uno de los síntomas del TCA23. 
 Otro autor estima la prevalencia para las deportistas de élite en un 50%. La incidencia 
de TCA en el deporte en general se sitúa en el 4,2-39,2%24. 
 1.3.5. Ebriorexia 
 Este trastorno consiste en dejar de comer para compensar las calorías obtenidas 
después de consumir alcohol. Suele darse en personas entre los 18 y 30 años. Además del abuso 
de bebidas alcohólicas, la ebriorexia se conjuga con otras conductas dañinas como realizar 
atracones, para luego provocarse el vómito. De ahí que se afirme que es una extraña 
combinación entre anorexia, bulimia y adicción al alcohol25. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
12 
 
 Ante la sospecha de un TCA, se elaborará la historia clínica completa del paciente. El 
principal obstáculo para el diagnóstico de estos trastornos recae en la mentira y ocultación de 
síntomas. Es por ello que se debe crear una atmósfera de confianza, asegurándole la 
confidencialidad de cuanta información confiese al profesional sanitario, quien evitará formular 
preguntas directas que puedan intimidarlo. Su papel será la motivación, la comprensión y el 
apoyo6. 
 La entrevista clínica se vertebrará en dos ejes: por un lado se halla la valoración de 
posibles trastornos físicos, emocionales, conductuales y cognitivos; y por otro, el cribado 
mediante cuestionarios que miden síntomas y conductas de riesgo que ayudan en la detección 
de posibles casos de TCA. 
 2.1. Valoración 
 La valoración que realice el profesional de enfermería mostrará especial atención a los 
siguientes apartados16: 
 Su insight, es decir, si tiene conciencia respecto a su problema. 
 Empleo de fármacos para controlar el apetito, inducir el vómito, aumentar la digestión 
o la motilidad intestinal mediante laxantes, aumentar la diuresis. Y consumo de 
sustancias tóxicas. 
 Los hábitos alimentarios del paciente, detectando el nivel de control ejercido sobre la 
dieta (alimentos permitidos y prohibidos). Recomendar elaborar un diario de 
alimentación de semanas completas, anotando los pensamientos relacionados con las 
ingestas. 
 Actitudes hacia el peso, recogiendo su historia de pérdida o ganancia de peso 
(sospechando de las pérdidas de origen desconocido), la metodología empleada para el 
control de ingestión. 
 Su nivel de actividad y actitud hacia el ejercicio. 
 Pertenencia a grupos de riesgo (modelos, atletismo, etc.). 
 Autoimagen, pidiéndole que se describa físicamente y cómo cree que le ven los demás, 
y su posible distorsión. 
 Nivel de autoestima; patrón cognitivo y de afrontamiento del estrés. Miedos. Existencia 
de conductas de autoagresión. 
 Estado de sus relaciones familiares, apoyo recibido, y grado de interacción con el 
entorno social. 
 Nivel de ansiedad. 
 Sexualidad. Presencia de amenorrea, incidencias en sus primeros contactos sexuales, 
abusos, grado de satisfacción. 
 Preguntar por su ideal de belleza y su idea de perfección. 
 2.1.1. Complicaciones físicas 
 La exploración física es fundamental en la valoración de una enfermedad mental de esta 
magnitud. La información objetiva obtenida mediante esta vía se considera determinante en el 
grado de evolución, favorable o desfavorable, del trastorno alimentario. A continuación se 
muestran los posibles hallazgos físicos en la AN y BN. 
 
 
 
13 
 
 Tabla 1. Signos y síntomas de AN y BN10. 
Metabólicos 
 Disminución del 
metabolismo basal 
 Hipoglucemia 
 Hipercarotineamia 
 Hipercolesterolemia 
 Distermias 
 Alcalosis metabólica 
 Alteraciones 
hidroelectrolíticas 
Cardiovasculares 
 Bradicardia 
 Hipotensión 
 Arritmias 
Óseos 
 Osteopenia 
 Retraso en la 
maduración 
ósea 
 Osteoporosis 
 
Endocrinológicos 
 Hipogonadismo 
hipogonadotrófico 
 Amenorrea 
 Aumento enzimas 
hepáticas 
Hematológicos 
 Pancitopenia 
 Hipoplasia de 
médula ósea 
Renales 
 Uremia prerrenal 
 Fallo renal 
agudo/crónico 
Dermatológicos 
 Piel seca 
 Lanugo 
 Callosidades a nivel 
dorsal de 
articulaciones 
interfalángicas (signo 
de Russell) 
 Fragilidad capilar 
Gastrointestinales 
 Gastroparesia 
 Estreñimiento 
 Distensión 
abdominal 
 Erosión del 
esmalte dental 
 Gingivitis 
 Hipertrofia de 
glándulas 
parotídeas 
 Esofagitis 
 Rotura esofágica 
Cognitivos y del 
comportamiento 
 Depresión 
 Dificultad de 
concentración 
 Obsesión por la 
comida 
 
 En el caso del trastorno de atracón, el aspecto corporal más frecuente es el sobrepeso 
o la obesidad. Cuando ambas condiciones se dan conjuntamente, también se observan las 
complicaciones ligadas a la obesidad como problemas cardiocirculatorios, respiratorios, 
endocrinos y osteoarticulares. 
 
 2.1.2. Etiología 
 Si hay algún trastorno que precise adoptar un enfoque multifactorial y dimensional, es 
el caso de los TCA, que son el producto final de un conjunto de fuerzas que interactúan como 
factores predisponentes, precipitantes y perpetuantes. Los factores predisponentes inciden en 
una persona vulnerable, que podrá desarrollar un TCA (factores precipitantes) y que se 
prolongará en el tiempo a causa de los factores perpetuantes o de mantenimiento. Estos tres 
tipos de factores pueden estar influenciados por factores biológicos, socio-culturales, 
psicológicos y cognitivos. No podemos hablar de la causa, sino que hay que analizar las distintas 
dimensiones involucradas para que el trastorno alimentario finalmentese desarrolle26. 
 Se decide centrar la atención en los factores predisponentes y precipitantes, de especial 
importancia para enfermería, ya que sobre ellos puede ejercer mayor control mediante su 
función preventiva. 
 
 
 
 
14 
 
 2.1.2.1. FACTORES PREDISPONENTES 
 Los factores predisponentes hacen referencia a las variables que contribuyen a hacer a 
las personas más vulnerables a padecer un TCA. Dentro de ellos se encuentran factores 
individuales, familiares y socioculturales25. 
 a. Factores individuales 
 Vulnerabilidad genética y biológica. 
Hay una clara contribución genética tanto a la AN como a la BN, e incluso últimamente 
también se empiezan a acumular evidencias sobre el trastorno de atracón. El riesgo de 
padecimiento de una AN es 11 veces más probable en familiares de primer grado. Las tasas 
de transmisión hereditaria varían entre 40-88% para la AN, de 28-83% para la BN y entre 40-
82% para el trastorno de atracón27. 
 En un estudio se refleja un número significativo de pacientes presentaba antecedentes 
personales de problemas psiquiátricos en la infancia o antecedentes familiares de algún TCA. 
Se sostiene que la genética puede ser responsable en la pubertad de hasta el 50-85% de los 
factores de riesgo para desarrollar TCA, superando a esta edad a los factores ambientales13. 
 Quizá lo que se herede no sea el trastorno en sí mismo, sino una cierta predisposición a 
la inestabilidad emocional o a un escaso control de los impulsos, que combinado con los 
factores ambientales, puede desencadenar un TCA25. 
 Historia premórbida de sobrepeso u obesidad. 
Está presente tanto en casos de AN (7-20%) como de BN (18-40%). Constituye un factor de 
riesgo por la presión social que incita a la delgadez, lo que conduce a la insatisfacción 
corporal y realización de dieta, pero no constituye un factor de riesgo que favorezca 
directamente el desarrollo o mantenimiento de un TCA25. 
 
 Poseer rasgos de carácter que pueden predisponer al desarrollo de un TCA. 
Estos son no aceptarse como persona, tener escasas habilidades comunicativas y de 
interrelación, poseer poco autocontrol y una elevada dependencia afectiva, tener una 
elevada autocrítica, ser demasiado tímido e introvertido, o tener baja autoestima. Así, la 
autoestima alta actúa como factor protector para evitar desarrollar alteraciones en el 
comportamiento alimentario19,27. 
 
 Tener tendencias depresivas. 
Este hecho puede conllevar a sufrir trastornos de alimentación, pues favorece la 
insatisfacción corporal y el consumo de calorías. 
 
 Estas pacientes suelen contar con una historia de críticas, burlas y situaciones negativas 
relacionadas con el cuerpo, lo que les podría llevar a formarse actitudes negativas y 
creencias disfuncionales sobre su cuerpo25. 
 
 Un estudio reciente muestra que las personas con TCA se caracterizan por alteraciones 
en la afiliación y el apego (apego inseguro, bajo cuidado parental percibido y elevada 
sobreprotección paternal), en la comunicación social (alteración en el reconocimiento y 
comunicación de las expresiones faciales y evitación facial elevada), en la percepción y 
comprensión de sí mismo (reducida agencia del sí mismo, autoevaluación negativa y 
alexitimia elevada), en la percepción y comprensión de los otros (baja comprensión de los 
estados mentales) y en la dominancia social (inferioridad social)25. 
 
 Haber elegido una afición o profesión que conceda gran importancia a la imagen 
corporal, como son el culturismo, la danza, las modelos, gimnasia artística, azafatas, etc. Las 
deportistas destacan por una elevada predisposición a los TCA, pues obtienen puntuaciones 
 
15 
 
elevadas en obsesión por la delgadez, insatisfacción corporal, baja autoestima, alienación 
personal, inseguridad interpersonal, desconfianza interpersonal y perfeccionismo28. 
 
 El temperamento, determinado genéticamente, es una variable a tener en cuenta. 
Las personas que padecen un TCA muestran una respuesta a la estimulación ambiental y un 
nivel de actividad que oscila desde una posición extremadamente evitadora en el caso de la 
AN, hasta la necesidad continua de estímulos novedosos e impulsividad en el caso de la BN25. 
 
 Respecto a la personalidad, el perfeccionismo es un factor de riesgo para la patología 
bulímica y un factor de mantenimiento para la patología alimentaria más general. En 
general, los rasgos de personalidad que se han asociado con vulnerabilidad a los TCA son: 
perfeccionismo, neuroticismo, emocionalidad negativa y evitación del daño. Se plantea que 
las pacientes con AN se caracterizan por baja búsqueda de novedad, alta persistencia y 
elevada restricción, mientras que las pacientes con BN se caracterizan por alta impulsividad, 
búsqueda de sensaciones, búsqueda de novedad y rasgos de personalidad límite25. 
 
 Haber sido víctima de bullying. 
 
 Insatisfacción corporal (IC). 
La insatisfacción con el propio cuerpo suele ser un sentimiento muy habitual en nuestra 
cultura, por lo que esta disforia corporal parece ser un factor necesario en los TCA, aunque 
no suficiente. 
 Un estudio reciente considera la IC como una de las características nucleares de los TCA, 
actuando como un factor predisponente, desencadenante y perpetuante, que influye 
significativamente en el pronóstico y curso del tratamiento. Otros estudios han encontrado 
correlaciones significativas y positivas entre la IC y la depresión, los sujetos que mostraron 
altos niveles de síntomas depresivos percibieron fuertes influencias de los medios y de los 
compañeros sobre la imagen corporal. También se han encontrado correlaciones 
significativas y negativas entre la IC y la autoestima, los resultados muestran que la IC reduce 
la autoestima. Estudios donde se compara la IC en los distintos tipos de TCA, informan que 
los bulímicos reportaron más insatisfacción con la imagen corporal que los anoréxicos29. 
 
 Dificultades de reconocimiento emocional. 
Uno de los factores con mayor peso respecto al desarrollo de los TCA son los problemas 
emocionales que padecen las pacientes y sus dificultades de reconocimiento emocional. 
Cuando las emociones negativas se reconsideran y se reinterpretan de forma positiva, 
aumenta el bienestar. Sin embargo, la negación o represión de dichas emociones negativas, 
provoca el incremento en la excitación de algunas estructuras cerebrales y una disminución 
de la sensación de bienestar. Diversos modelos teóricos sugieren que los comportamientos 
patológicos sirven como evitación de emociones negativas, o como mecanismo para 
regularlas. La restricción alimentaria serviría para reducir las emociones negativas a través 
de un mecanismo de control que adquiere propiedades de refuerzo negativo. El atracón se 
utilizaría como medio de distracción o alivio de dichas emociones negativas. Incluso la 
intensidad de la gravedad de los trastornos se ha relacionado con la gravedad de las 
dificultades emocionales15. 
 
 Estudiantes universitarios. 
La población universitaria española está sujeta a una serie de cambios sociológicos y 
culturales. 
 En las mujeres, hay una relación estadísticamente significativa entre el riesgo de TCA y 
estudiar una carrera distinta a las ciencias de la salud (23.4%/17.1%), ser fumadoras 
(29,0%/18,6%) y el uso de internet de forma problemática (36.5%/20.1%)8. 
 
16 
 
 En ambos sexos, la prevalencia del estado de “percepción de la salud regular, mala y 
muy mala” es mayor en aquellos estudiantes que presentaban riesgo de TCA respecto a los 
que no, tanto en hombres (28,3% / 12,0%;) como en mujeres (37,1% / 20,0%). En la 
población femenina se apreció también que haber padecido depresión a lo largo de la vida 
es más elevada en aquellas que presentaban riesgo de TCA en comparación a las que no 
presentaban riesgo (24,8% / 10,3%;), lo que no se observó en los hombres. Además, la 
prevalencia de padecer dolores menstruales es mayor en las mujeres que presentaban 
criterios de padecer TCA que en aquellasque no lo presentaban (38,6% / 22,4%)8. 
 En las personas con un trastorno alimentario, se aprecia mayor prevalencia de 
problemas de abuso y adicción a drogas como el tabaco, cannabis o alcohol. Las personas 
diagnosticadas con un TCA tenían 3 veces más probabilidad de sentir la pérdida de control 
por el alcohol. En cuanto al consumo de tabaco, se ha observado que aquellas personas que 
consumen tabaco presentan prevalencias más elevadas de TCA. Algunos autores han puesto 
de manifiesto cómo el fumar es utilizado por las mujeres para mantener el peso y la forma 
corporal8. 
 
 b. Factores socioculturales 
 Los factores sociales pueden jugar un papel muy importante en los trastornos 
alimentarios. Los medios de comunicación, por ejemplo, nos bombardean continuamente con 
ideas en relación a la belleza y al cuidado del cuerpo. Estos asocian el éxito a las personas que 
son atractivas, que tiene un físico cuidado, hecho que no atribuyen a los individuos con un 
aspecto más descuidado a los que se les llega a asociar con el fracaso a nivel personal y social. 
 La explotación de esta imagen responde a una estrategia comercial de sectores muy 
diferentes: el agroalimentario (con productos dietéticos), el de la moda, el de la salud 
(tratamientos, cirugías, implantes, medicación, etc.) e incluso el del deporte (fitness, 
proliferación de gimnasios)30. 
 La presión social a estar delgada fomenta la internalización de la delgadez como ideal y 
la insatisfacción corporal, pudiendo llevar a la realización de dieta y al riesgo de sufrir una 
patología alimentaria. Asimismo, se ha resaltado que la objetificación del cuerpo femenino 
contribuye al riesgo de enseñar a las chicas que tienen que ser valoradas primeramente por su 
apariencia, reforzando la necesidad de perseguir el atractivo físico. 
 Ante esta situación en la que el culto al cuerpo se ha convertido en un fenómeno social, 
están los adolescentes, especialmente el sector femenino. Los cambios fisiológicos y 
psicológicos que experimentan, producto del desarrollo de los caracteres sexuales secundarios, 
dan lugar a un aumento del tejido adiposo, que provoca en algunas adolescentes insatisfacción 
con su imagen corporal, apareciendo en este momento el riesgo de desarrollar un TCA. 
Asimismo, las adolescentes tienen una imagen corporal poco definida e inestable, por lo que 
son más sensibles a la manipulación. Tienden a definirse comparando su apariencia física con la 
de otros y no poseen los recursos psíquicos necesarios como protección25. 
 
 c. Factores familiares 
 La familia y la organización de esta es otro de los factores influyentes en que una persona 
sea más vulnerable a sufrir algún tipo de TCA. Las familias sobreprotectoras provocan que 
cuando sus hijos han de enfrentarse a situaciones problemáticas, no saben resolver estos 
conflictos, haciéndoles más vulnerables. Otros factores que también pueden influir en la 
persona son: que algún miembro de la familia sea obeso o, por el contrario, que padezca o haya 
padecido algún trastorno de la alimentación; que existan problemas de depresión, el consumo 
 
17 
 
excesivo de alcohol o violencia de género. Además, también ha de tenerse en cuenta los 
antecedentes de familiares con trastornos depresivos. Debe valorarse si en el hogar del paciente 
se da mucha importancia a la apariencia física y al peso, a la autovalía y al éxito personal25. 
 Sin embargo, se apunta que no hay un tipo de familia asociada invariablemente con un 
TCA. Hay que evitar culpabilizar a la familia. Es más beneficioso desde el punto de vista 
terapéutico investigar cómo las familias pueden afrontar el problema, que intentar 
patologizarlas, es decir, los familiares deben ser valorados como recursos de ayuda25. 
 
 2.1.2.2. FACTORES PRECIPITANTES 
 Se refieren a situaciones y condiciones que inducen a la aparición del trastorno en un 
momento dado. Los más relevantes se reseñan a continuación. 
 
 a. Dificultades y eventos vitales adversos 
 Un TCA se inicia en un contexto de cambio que demanda un mayor nivel de 
responsabilidad y madurez por parte de la persona. Suelen ser factores desencadenantes del 
problema los antecedentes de sobrepeso, los cambios físicos propios de la pubertad, padecer 
una enfermedad, irse a vivir fuera de casa de los padres, haber recibido críticas por el aspecto o 
haber sufrido algún acontecimiento vital que implique un cambio brusco en la vida de la 
persona. Los problemas familiares, la presencia de psicopatología en los padres y una historia 
de abuso sexual y físico se han planteado como factores de riesgo de los TCA. Otras veces, el 
inicio del trastorno alimentario ocurre tras la experimentación de algún tipo de fracaso 
personal25. 
 b. Insatisfacción corporal 
 La insatisfacción corporal es el predictor de riesgo más potente en el desarrollo y 
mantenimiento de la patología alimentaria. La presión sociocultural por conseguir la delgadez 
ideal, promovida por los medios de comunicación, se ha relacionado de manera robusta con la 
insatisfacción corporal en las mujeres. Se indica que existen tres fuentes primarias de influencia 
que ejercen influencia en la insatisfacción corporal: los iguales, los padres y los medios de 
comunicación. Aunque la insatisfacción corporal es un factor necesario para el desarrollo del 
TCA, no es suficiente, siendo necesarios otros factores, como la realización de dieta25. 
 c. Realización de dieta 
 La asociación más citada en las teorías relacionadas con la etiología de estos trastornos 
es la realización de dieta. Se ha sugerido que la realización de dieta favorece la patología 
alimentaria porque los atracones compensan los efectos de la privación calórica. La realización 
de dieta produce una bajada de triptófano, que incrementa la probabilidad de comer alimentos 
ricos en carbohidratos para restaurar dichos niveles de triptófano. La dieta puede favorecer el 
atracón debido a la violación de las reglas estrictas de alimentación. También la realización de 
dieta puede contribuir a aumentar el efecto negativo, incrementando las posibilidades de que 
un individuo tenga la ingesta de comida para mejorar su estado de ánimo25. 
 Algunos autores consideran que el antecedente más importante que explica el 
desarrollo de un TCA es tomar la decisión de hacer dieta, con el propósito de modificar la 
apariencia y sentirse bien. 
 
 
 
 
 
18 
 
 2.2. Instrumentos de cribado y de utilidad en prevención primaria 
 Es necesario contar con instrumentos que permitan detectar y orientar a un diagnóstico 
temprano, que eviten complicaciones posteriores, para que los profesionales que trabajan en 
atención primaria puedan, de forma relativamente rápida, identificar personas concretas que 
presentan actitudes y conductas de riesgo de un TCA. De esta forma, el diagnóstico se 
confirmará con la entrevista clínica y la valoración física. 
 2.2.1. Cuestionario SCOFF 
 Este cuestionario –The Sick, Control, Out weight, Fat, Food Questionnaire, SCOFF– en 
referencia al constructo evaluado en cada uno de sus cinco ítems. Autoinforme breve y sencillo 
de cribado de TCA, que consta de cinco ítems dicotómicos (Sí/No; valores 1/0 respectivamente), 
que miden pérdida de control sobre la ingesta e insatisfacción corporal. El rango de puntuación 
oscila de 0 a 5 puntos; una puntuación total de 2 o más identifica personas en riesgo de TCA. 
Posee una sensibilidad del 98% y especificidad del 94%. Su uso se recomienda a partir de los 11 
años de edad (anexo 1). 
 2.2.2. The Eating Attitudes Test (EAT) 
 Su versión original consta de 40 ítems, pero hay una versión reducida de 26 ítems que 
es la más utilizada (anexo 2). 
 En la versión EAT-26 los ítems se distribuyen en tres factores: hacer dieta (evitación de 
alimentos altos en calorías y preocupación de estar más delgada), bulimia y preocupación por la 
comida (creencias relacionadas con comida e indicadores de bulimia; correlaciona con un mayor 
rango de peso y es indicativo de un peor pronóstico)y control oral (autocontrol en la conducta 
de comer y presión percibida que ejercen los demás para que la persona gane peso; este factor 
se asocia a un menor peso y a un mejor pronóstico). La puntuación de corte en el sumatorio de 
la puntuación total en el EAT-26 es de 20 o superior, puntuación en la que se detectan en la 
población general a personas que tienen dificultades importantes relacionadas con los TCA. En 
definitiva, el EAT es un buen instrumento para discriminar entre grupos clínicos TA (bien sea de 
AN, BN o trastorno de atracón) y población general; sin embargo, no es un instrumento capaz 
de diferenciar entre grupos de AN y BN31. 
 La sensibilidad del EAT-26 adaptado al español es del 59%, la especificidad del 93% y el 
porcentaje de bien clasificados del 92%31. 
 Por último, es necesario comentar que este instrumento es sensible al cambio y refleja 
los cambios en la sintomatología de los pacientes recuperados, por lo que además de un buen 
instrumento de cribado, es un muy útil con pacientes como indicativo de su gravedad y control 
de su evolución31. 
 También existe una versión del EAT para niños, denominado ChEAT (children versión of 
the EAT), adaptado al lenguaje de niños entre 8 hasta 13 años. Es una versión compuesta de 26 
ítems y una puntuación total igual o superior a 20 indicaría posible presencia de TA (anexo 3)31. 
 2.2.3. The Restraint Scale (RS) 
 El constructo restricción se define como la intención que tiene la persona de limitar 
voluntariamente su ingesta con el fin de mantenerse o alcanzar el peso deseado. Cuando la 
persona rompe, o cree romper su restricción, contrarregula, es decir, paradójicamente empieza 
a comer de manera excesiva. Sin embargo, aquellas personas que no suelen restringir su ingesta, 
no manifiestan este patrón31. 
 
19 
 
 La RS se diseñó para identificar a aquellas personas que hacen dieta siempre y, por tanto 
sin éxito, rompen su restricción con atracones periódicos y ganan peso. La escala consta de 10 
ítems que rastrean conductas de dieta, la preocupación por el peso y el comer y las fluctuaciones 
de peso en diferentes periodos de tiempo. Los ítems se contestan en una escala de elección 
múltiple de 5 o 4 puntos dependiendo de los ítems (el rango de puntuación de los ítems es de 0 
a 4, o de 0 a 3). La puntuación de corte para diferenciar entre comedores restrictivos de los que 
no los son es 16. Consta de dos factores: fluctuación en el peso e implicación en la dieta31. 
 Este instrumento se ha utilizado como alternativa al EAT como cribado de población 
subclínica y especialmente útil para cuando se buscan poblaciones de riesgo con importantes 
oscilaciones de peso (anexo 4)31. 
 2.2.4. Cuestionario de influencias del modelo estético corporal (CIMEC) 
 El cuestionario de influencias del modelo estético corporal fue diseñado para medir las 
influencias socioculturales que contribuyen a que los adolescentes se impliquen en prácticas 
que les lleven a adelgazar debido a la internacionalización del modelo corporal. Existe una 
versión reducida de 26 ítems, que se compone de 5 factores: preocupación por la imagen 
corporal, influencia de la publicidad, influencia de los mensajes verbales, influencia de los 
modelos sociales e influencia de las situaciones sociales31. 
 Aunque como se ha dicho, es un instrumento para evaluar la influencia del modelo 
estético corporal de la delgadez en adolescentes, lo cierto es que es capaz también de 
discriminar entre población general y pacientes con TCA, especialmente con AN. La puntuación 
de corte para este cuestionario es de 17-1831. 
 2.2.5. BULIT - Test de bulimia 
 El BULIT es un cuestionario empleado en la detección de casos de bulimia nerviosa. 
Consta de 32 ítems (más cuatro ítems informativos en referencia al abuso de laxantes y 
diuréticos, así como sobre amenorrea) que se distribuyen en cinco áreas: atracones o descontrol 
de las comidas, malestar, vómitos, tipo de alimento y oscilaciones en el peso. Cada ítem se 
puntúa mediante una escala de Likert de 5 puntos (de 1 a 5). Tiene una puntuación de corte de 
88. Detecta adecuadamente al 90% de las personas con BN, al tiempo que clasifica 
correctamente al 100% de personas sin TCA, datos que apoyan ampliamente su uso como 
instrumento de cribado (anexo 5)32. 
 2.2.6. Test APGAR (Adaptability, Partnertship, Growth, Affection, Resolve). 
 Es un breve cuestionario unidimensional formado por cinco preguntas con escala Likert 
(0-2 puntos) que sirve para evaluar la funcionalidad o disfunción familiar. Una puntuación 
superior a seis puntos indica una buena funcionalidad familiar, mientras que una puntuación 
menor o igual a seis puntos indica una disfunción moderada-grave (anexo 6)33. 
 
 2.3. Niveles de actuación 
 La actividad preventiva se distribuye en tres niveles: una prevención primaria dirigida a 
la reducción del riesgo de padecer la enfermedad, una prevención secundaria cuya finalidad es 
la reducción de la duración de la enfermedad, su diagnóstico precoz y su tratamiento efectivo, 
y una prevención terciaria volcada a evitar la aparición de secuelas, complicaciones y rehabilitar 
al sujeto para su reinserción social17. 
 
 
 
20 
 
 2.3.1. Prevención primaria 
 Centra sus intenciones en el abordaje y actuación sobre el motivo de los problemas, 
ayudando a la adquisición de comportamientos saludables, a la vez que facilita una disminución 
de todos aquellos factores de riesgo que pueden afectar negativamente al individuo. Con esta 
estrategia de intervención se pretende anticiparse para evitar todos aquellos eventos 
indeseados, reduciendo la incidencia de los TCA. 
 Las intervenciones de prevención primaria más frecuentes son: psicoeducativas, ayudar 
a formar actitudes críticas hacia los medios de comunicación, técnicas de inducción y disonancia, 
intervenciones dirigidas a eliminar los factores de riesgo de los TCA y en empoderar a la 
población susceptible. A través de la educación para la salud, la enfermera abordará las esferas 
biológica, psicológica y social de las personas17,32. 
 
 2.3.2. Prevención secundaria 
 La prevención secundaria engloba todas aquellas acciones orientadas a detener la 
evolución de la enfermedad en la fase preclínica, momento embrionario en el que los síntomas 
y signos no son aparentes. Esta situación permite realizar una detección rápida y prematura del 
proceso de la enfermedad, favoreciendo el establecimiento de diferentes medidas que procuran 
bloquear la evolución a estadios más avanzados. Su objetivo fundamental es la disminución de 
la prevalencia, proporcionando una serie de actividades, como pueden ser la detección y el 
diagnóstico precoz, a lo que seguirá la derivación al dispositivo competente para un tratamiento 
especializado17. 
 
 2.3.3. Prevención terciaria 
 La prevención terciaria facilita el aprendizaje de conductas que evitan las recaídas 
posteriores a las intervenciones terapéuticas, que procurarán ir orientados a: informar y formar 
con respecto a los signos-síntomas que puedan ser indicativos de aviso a nivel médico y 
psicológico; acercar herramientas que procuren un manejo integral del individuo enfermo a los 
miembros que componen su entorno; asesorar con respecto a los recursos y dispositivos de los 
que se dispone dentro de la red asistencial y social; valoración-control del desarrollo de la 
psicopatología y sus posibles complicaciones; seguimiento de todas aquellas posibles conductas 
de riesgo a nivel alimentario, conductual y psicológico, fortaleciendo la concepción de su propia 
imagen y la autoestima ; y, por último, promocionar una dieta equilibrada17. 
 
 
21 
 
 3.1. Contribución del enfermero en el diagnóstico 
 El enfermero desempeña un papel fundamental en la detección de signos y síntomas 
clínicos relacionados con el TCA, como la amenorrea, la osteoporosis, el hallazgo analítico casual 
de un descenso de los niveles de potasio, una alteración llamativa en su curva ponderal o el 
retraso del crecimiento34.Estos signos pueden ser la primera señal de alarma de que existe un TCA subyacente. Su 
identificación y la explicación que hagamos al paciente y a su familia pueden ayudar a la 
comprensión de la enfermedad y a la toma de conciencia necesaria para que el paciente acepte 
iniciar un tratamiento especializado. Así, vemos cómo la formación de los diversos profesionales 
respecto a los TCA es fundamental para su identificación precoz y para el inicio de un 
tratamiento especializado, que será de mayor eficacia que los tratamientos que se inicien de 
forma tardía34. 
 Sin embargo, la formación no debe limitarse a los profesionales de la salud. Especial 
importancia tiene la enfermería en el ámbito comunitario, donde desarrolla una función 
preventiva respecto a los TCA, con especial mención al personal docente de los centros 
escolares, que están al lado de los adolescentes durante años, comprobando su desarrollo físico 
y mental, ya que es una población altamente susceptible de padecer un TCA por las 
características propias de una etapa de especial vulnerabilidad, como es la adolescencia. De esta 
forma, la enfermería será la encargada de la alfabetización en este campo para que sepa 
reconocer: 
 Las características de los TCA y las graves consecuencias que conllevan. 
 Los factores predisponentes y precipitantes de los TCA. 
 Los signos de alarma que pueden hacer sospechar la existencia de un TCA en fases 
precoces y favorecer la solicitud de valoración sanitaria. 
 
 3.2. Señales de alarma que orientan el diagnóstico 
 Las personas afectadas de un TCA no suelen ser conscientes de la gravedad de su 
enfermedad, principalmente en fases iniciales, y no suelen solicitar ayuda. En este sentido, es 
muy importante el papel de los familiares y amigos de la persona que padece un TCA, con el 
objetivo de favorecer la toma de conciencia de su padecimiento y la necesidad de solicitar ayuda 
profesional. 
 Los cambios característicos que se aprecian en las personas que padecen anorexia 
nerviosa son34: 
 Cambios en la conducta alimentaria en forma de enlentecimiento del ritmo de ingesta, con 
tendencia a juguetear y desmenuzar los alimentos y a dejar siempre el plato con comida. 
Acostumbran a aumentar la ingesta de líquidos. 
 
 Controlan la cantidad de calorías y la proporción de grasas y azúcares de los alimentos. 
Suelen elegir alimentos light, que suelen calificar como sanos, a pesar de que su 
alimentación es claramente insuficiente. 
 
 Hablan continuamente sobre la comida y se aficionan a cocinar para la gente que les rodea. 
Preparan platos hipercalóricos que ellos no comerán. 
 
 Suelen aumentar mucho su actividad física para aumentar el gasto de energía y favorecer 
la pérdida de peso, tanto en forma de actividad deportiva como en sus actividades 
cotidianas. Por ejemplo, se desplazan andando a todos los sitios, suben muchas escaleras, 
etc. 
 
22 
 
 A pesar de la pérdida de peso progresiva, los pacientes siguen haciendo comentarios sobre 
su vivencia de sobrepeso e insatisfacción corporal, influenciados claramente por la 
percepción distorsionada que tienen de sí mismos. 
 
 En ocasiones, visten con prendas que destacan la silueta, aunque habitualmente tienden a 
vestir ropa muy ancha para disimular la extrema delgadez. 
 
 También es habitual que se centren en los estudios de forma obsesiva y muestren unos 
elevados niveles de exigencia y unos planteamientos claramente perfeccionistas. 
 
 Suele observarse un cambio de carácter, con reacciones de irritabilidad y clara tendencia 
al aislamiento social. Huyen de las personas cercanas que intentan relacionarse con ellas, 
se muestran calladas y tienen una expresión emocional muy aplanada, sin oscilaciones 
frente a los estímulos ambientales. 
 
 Pueden aparecer rituales relacionados con el orden y la limpieza. Los pacientes ordenan 
sus ropas de una forma estricta según colores, tejidos, etc., sin permitir que nadie 
modifique esta organización. Estas conductas también pueden afectar a sus hábitos de 
higiene personal, al orden de la cocina, etc. 
 
 Si alguien invade su espacio personal y modifica su orden o no permite que realice sus 
rituales, la reacción del paciente es de intensa ansiedad e irritabilidad, presentando claras 
dificultades para controlar su reacción emocional. 
 
 Les cuesta adaptarse a los cambios y necesitan tener todas sus actividades programadas. 
 Por otra parte se hallan los cambios característicos en las personas que padecen bulimia 
nerviosa34: 
 
 Este tipo de pacientes muestran una gran preocupación por la comida, su peso y su imagen 
corporal, los cuales son también sus principales temas de conversación. 
 
 No suelen perder tanto peso como en el caso de la anorexia, pero sí son frecuentes las 
variaciones de peso, tanto al alza como a la baja. 
 
 En las comidas que están acompañados, suelen mostrarse comedidas con la ingesta, o 
incluso ayunar, justificando que han comido anteriormente. 
 
 Suelen comer a un ritmo muy acelerado y parece que engullen más que comen. 
 
 Los atracones suelen llevarlos a cabo cuando están solos. Una señal de alarma será la 
desaparición de grandes cantidades de comida de la nevera y la despensa, lo cual no cuadra 
con la aparente dieta que sigue el paciente. 
 
 Tras las comidas acostumbran a ir al lavabo, donde pasan bastante tiempo, ya que es 
entonces cuando suelen vomitar o purgarse. 
 
 Podemos observar también una tendencia al desorden o al caos en la planificación de sus 
actividades, sus relaciones sociales, el orden de sus enseres. 
 
 Suele apreciarse una disminución en su rendimiento académico o laboral. 
 
 Se asocian otras conductas impulsivas, como compra compulsiva, tendencia a la 
sustracción de objetos, abuso de alcohol y otras drogas, desinhibición sexual, etc. 
 Las recomendaciones en cuanto a la actitud a seguir con los pacientes con TCA son34: 
 
 Estos cambios en la manera de comportarse de las personas afectadas de un TCA 
provocarán en su entorno la vivencia de que la persona ha cambiado. Para conseguir que 
su familiar o amigo se conciencie de la importancia de su problema, es muy importante 
transmitirle su preocupación respecto a los cambios observados. Este proceso debe ser 
muy cuidadoso y nada agresivo, y debe transmitir sensación de seguridad y apoyo. 
 
 
23 
 
 Es muy difícil para la persona que padece un TCA compartir sus temores y dificultades, y 
además suele percibir que el TCA le aporta control y seguridad. Por lo tanto, el 
acercamiento debe ser cuidadoso y fomentar siempre la seguridad de la persona en sí 
misma y en las personas que le rodean. 
 
 Es frecuente que la persona que padece el TCA se muestre distante y rechace hablar del 
tema, o muestre una reacción de irritabilidad. Serán necesarios varios intentos de 
acercamiento hasta que consigamos una respuesta favorable y la persona afectada del TCA 
pueda hablar de sus dificultades y acepte iniciar un tratamiento. 
 
 Aunque las personas del entorno tengan la sensación de que el paciente rechaza su ayuda 
repetidamente, esto no debe desanimarles, porque hay que entender que muchas veces 
este proceso de toma de conciencia es lento y hay que persistir en nuestra intención y 
buscar distintos momentos para abordar el problema. En ocasiones, el profesional 
sanitario puede ser un buen interlocutor para abordar el problema más fácilmente y con 
menos carga emocional que los familiares o amigos del paciente. 
 
 3.3. Manejo en Atención Primaria 
 La enfermera puede encontrarse con pacientes con un TCA en una consulta de atención 
primaria, de atención especializada o en una unidad de hospitalización de pacientes agudos. Los 
profesionales de atención primaria deben seguir estas pautas de actuación32: 
 Identificar a las personas con riesgo de padecer un TCA, realizando el diagnóstico lo más 
rápidamente posible. 
 Elegir el lugar de seguimiento y/o tratamiento: atención primaria o atención especializada. 
Los criteriosque orientarán la elección serán: la clase de TCA de que se trata, la edad del 
paciente, su nivel de gravedad y conciencia de enfermedad, y su estado físico y mental. 
 Tomada la decisión de tratar al paciente en atención primaria, comenzará el tratamiento 
nutricional: conseguir el control ponderal, corregir la malnutrición, controlar o tratar las 
complicaciones médicas, realizar educación nutricional con el objetivo de corregir los 
patrones dietéticos disfuncionales, en el paciente y su familia, y prevenir o controlar las 
recaídas. 
 En el seguimiento de pacientes con AN se les pedirá el registro diario de la ingesta, nivel 
de hiperactividad, uso de laxantes y diuréticos; se le prohibirá pesarse y se procederá al 
registro semanal del peso en la consulta, sin que el paciente pueda acceder al mismo. 
 En la BN, se valorará la presencia o el cese de atracones y/o purgas, el autoconsumo de 
fármacos, y se incidirá en la prevención de recaídas 
 Informar de manera clara y veraz a las personas afectadas y familiares sobre los TCA. 
 Los familiares que conviven con el paciente precisan de intervenciones para saber qué 
hacer, qué no hacer y el curso esperado de la enfermedad. 
 Efectuar control de las complicaciones físicas. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
24 
 
 Figura 2. Actuación ante la sospecha de un TCA. 
 
 Fuente: Guía de Práctica Clínica sobre TCA32. 
 
 Asimismo, se considera clave en la actuación de enfermería en Atención Primaria con 
estos pacientes las siguientes acciones35: 
 Reforzar las conductas positivas. 
 Conseguir alto grado de empatía y confianza. 
 Determinar la evolución de la paciente como un todo: ponderal-psicológica-social-
afectiva. 
 Mantener una postura firme sin criticar ni menospreciar. 
 
25 
 
 Integrar a la familia (padres, pareja) en la actuación diaria, asesoramiento y seguimiento 
personalizado. 
 3.4. Objetivos de enfermería en los TCA 
 La enfermería, como miembro del equipo multidisciplinar, se encarga de proporcionar 
cuidados que difieren considerablemente de los cuidados tradicionales proporcionados en una 
unidad clásica de hospitalización, dejando apartado el componente más técnico de la enfermería 
para atender las esferas psicosocial y emocional del ser humano. 
 El proceso de atención de enfermería es un procedimiento válido para estructurar el 
ejercicio profesional. Desde una perspectiva científica, el proceso de enfermería requiere tener 
en cuenta una serie de aspectos relacionados con los marcos de actuación y el tipo de 
profesionales con los que interactúa. Estos aspectos son el conocimiento profesional, el respeto 
por la interdisciplinariedad, el uso del método científico y el diseño de instrumentos de registro, 
protocolos y programas de intervención. Los conocimientos, las habilidades y las actitudes 
constituyen el núcleo de la calidad en el proceso enfermero. 
 Debido a que esta enfermedad afecta a todas las esferas del ser humano, es necesaria 
una formación específica que junto con la experiencia clínica asegure la capacitación para 
anticiparse a los problemas y garantizar unos cuidados de calidad36. 
La atención y asistencia de enfermería debe estar dirigida hacia36: 
 Recuperación física: obtener un IMC acorde a su constitución; recuperación 
hidroelectrolítica; solucionar las complicaciones físicas; uso del proceso de ayuda 
enfocado hacia la necesidad de modificación de la dieta. 
 Recuperación conductual: ofrecer alternativas a las conductas de ingesta/eliminación 
ya presentes; control de comportamientos compulsivos; enseñar hábitos nutricionales 
sanos, facilitar normas sobre actividad física y evitar el consumo de tóxicos. 
 Recuperación cognitiva: ayudar a establecer una percepción realista de la imagen 
corporal; incrementar la autoestima y la confianza; reforzando sus valores, creencias y 
sentimientos frente a los estereotipos sociales de moda. 
 Recuperación emocional: prevenir la posible asociación entre estados emocionales 
alterados y las conductas alimentarias, control de otras psicopatologías asociadas; dar 
seguridad y ánimo en situaciones críticas. Trabajar la personalidad, buscar mecanismos 
o alternativas de defensa más maduras, tratar de definir la identidad y el autocontrol. 
 Recuperación familiar y social: resolución de conflictos presentes en su entorno; mejora 
de las habilidades sociales; superación del aislamiento social. 
 
 La enfermera debe mostrar actitudes que favorezcan la evolución del paciente con 
TCA17: 
 minimizar cualquier comentario relacionado con la alimentación. 
 mantener conductas coherentes que hagan hincapié en su valor como ser humano 
durante la interrelación para evitar la presencia de comportamientos o actitudes 
manipuladoras. 
 establecer metas u objetivos de manera clara, implicando al individuo en el tratamiento, 
esencial para reforzar su sentimiento de autocontrol y el aumento de la confianza en los 
profesionales. 
 mostrarse disciplinados frente a determinadas conductas que pueda presentar el 
individuo, reforzando positivamente todas aquellas que manifiesten cooperación por su 
parte. 
 
26 
 
 confrontar al individuo con el papel que desempeña cada vez que muestre algún tipo de 
comportamiento que se pueda considerar negativo. 
 favorecer el reconocimiento de las sensaciones corporales que el individuo pueda 
presentar. 
 hacerle entender la necesidad de supervisar en todo momento que el programa 
terapéutico se cumple correctamente. 
 3.5. Intervenciones NIC asociadas a los TCA 
 Dentro de las intervenciones NIC de enfermería tenemos que destacar el manejo de los 
trastornos de la alimentación. Se define como la prevención y el tratamiento de restricciones 
severas en la dieta, el ejercicio excesivo y los atracones y purgas de alimentos y líquidos. Dentro 
de las actividades que engloba esta intervención, podemos destacar36,37: 
 Enseñar y reforzar los conceptos de alimentación equilibrada y cantidad de actividad 
física tanto al paciente como a las personas con las que convive. 
 Animar al paciente a que realice anotaciones diarias en las que registre sus sentimientos, 
así como las circunstancias del entorno relacionadas con los síntomas que presenta y 
con las comidas. 
 Mediante el trabajo con los registros o diarios de alimentación, la enfermera puede 
tratar con el paciente varios aspectos: 
 En cuanto a una alimentación equilibrada, las dudas y/o distorsión en cuanto a 
cantidad, variedad y forma de preparación; se pueden clarificar mediante ayudas 
visuales como imágenes, vajillas de control o, simplemente, comparando las 
raciones de alimentos con la palma de la mano, una cajetilla de tabaco, etc. 
 Las fotografías realizadas por el paciente que muestran qué cantidades toma, cómo 
las prepara y qué vajilla utiliza, son útiles para valorar el cumplimiento en su 
domicilio y hacerle una devolución de los aspectos que debe mejorar. 
 Dado que la independencia con relación a la necesidad de nutrición no solamente 
supone la elección de una dieta equilibrada en cuanto a cantidad y variedad, sino que 
además la persona debe ser capaz de cocinar y de adquirir los alimentos, se hace 
necesario detectar este tipo de necesidades y ayudar muchas veces a organizar las 
compras y a elegir recetas. 
 Con relación a posibles déficits de conocimientos del paciente relacionados con el 
funcionamiento de su cuerpo e interpretaciones erróneas de sensaciones corporales 
como el hambre, la saciedad y plenitud; es de suma importancia que estas cuestiones 
sean exploradas y abordadas mediante la educación para la salud con una información 
clara, sencilla y adaptada a las necesidades de cada individuo. Para ello nos valemos de 
vídeos y dibujos. 
 Otros aspectos que quedan plasmados en los registros son el emocional y el cognitivo. 
El estilo de pensamiento rígido y negativo, la dificultad para reconocer las propias 
emociones, ese “sentirse tan mal consigo mismo” característicos de los trastornos

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