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, h'úrieas r·on las cuales la c:lase dirigente no sólo justifica Y ~nanticnc su dominio~ sino tamhi{n logra obtener el consenso activo de los ¡_(ohernados, r·s evidente que todas las cuestiones csr'ndnles de la sodología no son más que las cuestiones de la ciencia polí tica. Sí queda algún residuo, sólo pucrle estar constituido por pro blemas falsos, vale decir, ociosos. La cuestión que se le plan teaba al autor del Ensayo Popular" era, por lo tanto, la de deter minar el!i¡m de relación que debía existir entre la ciencia política y la filosofía de la praxis; sí entre las dos existe identidad (afirma ~ión insostenible, o sostenible sólo desde el punto de vista del más grosero positivismo) o si la ciencia política es el conjun:o de prim:ípios empíricos y prúdicos <p~c se d~ducen de. una rna~ vasta concepción del mundo o filosof¡a propmmente dwha, o, Sl .,stn filosofía no es más <JUC la ciencia de los conceptos o catcgonas gcncn1lcs que nacen de la ciencia política. Si es verdad c1ue el hombre sólo puede ser concebido como hombre históricamente rlctc.rminado, es decir que se ha dcsarro llaclo y vive en ciertas condiciones, en un determinado ~omplejo sor:ial o conjunto de relaciones sociales, ¿,puede con_c<;b¡rsc a la sociología solumcntc corno el estudio de estas condrclones Y de las leyes ,1uc regulan su dcsarrollo'r Ya que no se puede pres cinJir de hl voluntad y de la iniciativa de los mismos hombres, este Limccpto no 1)ucdc menos que ser falso. Hay que plantear el pro- " T b'' " f • d d blcma de qué es ht propia "cicncía . ¿No es taro ren ac !Vl a 1)olitict( y pcnsamit•¡¡to político en cuanto tmn_sforma a los "hon; hrcs, los torna diferentes de lo que eran antes? Sr todo es poh tica'', par;l no caer en una fraseología tantol6p:ica y vacía, es pre~ ciso distinguir con nuevos conceptos la política .~¡~re co.r~~sponde a la ciencia r¡nc tradicionalmente es llamada f!losofra , de la politic<l que ,.. llama ciencia política en sentido . estricto. Si la ciencia ,,, ''descubrimiento" de '.ma rcalid:rd antes rgnorada, ¿est~ realidad no es concebida, en crertn scntHlo, como trascendente. ,;.Y no se pÍ<'HSa <!l!C existe aún algo "ignoto" y por consiguiente " Gramsci se refiere :HlllÍ a Nicobi Bnjarin y a su Hbro Teoría del mate rial~·11w histórico. Mct1111al vormfar de sacíologia marxista [trad. cas~ en Gtmdemos ,le Pasado y Pre~cntc niJ 31, Córdohn. ~H72). Debe recor urse c¡tH' e.ste libro 111otin'1 1m an;\lisis cxha~tstivll ,Y cntLc~, en otros. c.nacler~~ de Lt d 1·rr1 de ( :nm-;ci re<:opibdos ha JO el tJtulo de. r El uwt1~r~~ltsmo ts trírico lJ !11 filo.-.ofía de J1enedcuo Croce (tr:;~d. ca~t.: Nllc\·;l \ ISlOn, 13ttenos \ircs, l\Jí2, pp. 12."J-lílJ). (t'\'. d(•\ T.) 9G trascendente? ¿Y el concepto de ciencia corno "creación" no signi fica también el concepto de ciencia corno "política"? Todo con siste en ver si se trata de creación "arbitraria" o racional, es decir "útil" a los hombres para ampliar su concepto de la vida, para tornar superior (desarrollar) la vida misma. ' 6 El número y la calidad en los regímenes representativos. Uno de los lugares comunes más banales que se vienen repitiendo contra el sistema dcetivo de formación de los ór~anos estatales es éste: que el "número es en él una ley suprema" y que las "opiniones de cualquier imbécil que sepa escribir (y en ciertos países, hasta las de un analfabeto) vale, cuando se desea determinar el curso politico del Estado, exactamente lo mismo que la de qnkncs dedican al Estado y a la nación sus mejores fuerzas", etc." Pero la cierto es que tlc ninguna manera es verdad que el número sea "ley suprema" ni que el peso de la opinión de cada elector sea "exactamente" igual. Los números, también en este caso, tienen un simple valor instrumental que dan una medida y una relación y nada más. Por otro lado, ;.qué se mide? Se miele precisamente la eficacia y la capacidad de expansión y de persuasión de las opiniones de pocos, de las minorías activas, de las élites, de las van guardias, es decir, sn racionalidad, historicidad o funcionalidad concreta. Esto significa que no es verdad que el peso Je las opi niones de los individuos sea "exactamente" iguaL Las ideas y las opiniones no "nacen" espontáneamente en el cerebro de <'ada indi viduo: tuvieron un <.'Cntro de formación, írrnclíación, difusión, per suasión, un grupo de hombres o también una particular individua lidad qne las elaboró y presentó en la forma política de actualidad. La numeración de los "votos" es la manifestación final de un largo proceso en <>1 cual la intlncncia máxima corresponde justa mente a quicm" "dedícan al Estado y a In nación sns mejores :OC! A propósito del En:;ayo pop-ular y de su apéndice Teoría fl práctica, ver rn b Ntwru 1\nto!o',.!.Í(L del 16 de marzo de Ht33 la rcseñ:~. íilosófic;~ de AfrHnudo C1rliní, de b cnal resulta que 1:t ecuación: .Teoría: prftctic;<::::: malenática pura: m~lh:mútk;'l aplleada. ha ~ítJo enuoc:i<Hl.t por un in~lés (pnr \\.irtakN, ow p:1reee). :.!: La..; fornwh:.:iDne . .; son mucl1as, alg"un~ts más fdit.'es uún que las aquí mencimull:ts y extraídas de 1brio de Silva en ln Critica Fascista del 15 de agosto de 1932, pero el contenido es siempre igual. 97 fuerzas" (cuando son tales). Si este presunto grupo de caciques, no obstante las incontables fuerzas materiales que posee, no obtiene el consenso de la mayoría, habrá que juzgarlo como inepto o como representativo de los intereses "nacionales", los cuales no pueden dejar de prevalecer entre los elementos que impulsan la voluntad nacional más en un sentido que en otro. "Desgraciada mente", cada uno es llevado a confundir lo propio "particular" con el interés nacional y por consiguiente a encontrar "horrible" que la "ley del número" sea la que decida; es ciertamente mucho mejor llegar a élite por decreto. No se trata por lo tanto de quien "tiene mucho" intelectualmente y se siente reducido al nivel del último analfabeto, sino de quien pr~snme que tiene mucho y quiere quitar al hombre "común" incluso aquella fracción inifinite simal de poder que posee para decidir sobre el curso de la vi da estat<1l. De la crítica (de origen olígárquico y no de élítc) al régimen parlamentario (es extraño que éste no haya sido criticado porque la racionalidad historicL~ta del consenso )1uméríco es falsificada sistemáticamente por b influencia de la riqueza), estas afirma ciones triviales fueron extendidas a todo sistema representativo, aunque no fuese parbnH::ntario ni fonnado según los cánones de la democracia formal. C\tucho menos exactas son aquí estas afir maciones. En estos otros regímenes el consenso no tiene en c1 momento del voto una fase terminal; todo lo contrario." El con senso es supuesto como permanentemente activo, hasta tal punto que quienes consienten podrían ser considerados con1o "'funciona rios"' del Estado y las elecciones como un modo de enrolamiento voluntario de funcionarios estatales de un típn especial, que hasta cierto punto podria vincularse (en planos diferentes) al selfgo cemment. Las elecciones, al no efectuarse sobre la ba;;c de pro gramas vagos y generales, a partir de un trabajo concreto inme diato, impulsan a quienes consienten en comprometerse a efec tuarlas, a hace!" algo más que el común ciudadano legal. Los im pulsa a ser una vanguardia de trabajo activo y responsable. El elemento "voluntariedad" en la iniciativa no podría ser estimu lado de otra manera entre las más vastas multitudes. Y cuando éstas no estén formadas por ciudadani>s amorfos, sino por elcmen- !S Alusión al sistema soviético del contwi pcrm:mcnte de los electores so bre los electos. {N, del E.) 98 to:. productivos calificados, se podrá entender la importancia que puede adquirir la manifestación del voto." Analizar la proposrcron de que "la sociedad no se plantea pro blemas para cuya solución no existan ya las premisas materia les", De ella depende en forma inmediata el problema de lafor mación de una voluntad colectiva. Analizar en forma crítica el significado de la proposición importa precisamente investigar cómo se forman las voluntades colectivas permanentes y de qué modo tales voluntades se proponen fines concretos inmediatos y media tos, es decir, una línea de acción coleetiva. Se trata de procesos de desarrollo más o menos amplios y raramente de explosiones "sintéticas'" improvisadas. La~ "explosiones" sintéticas también se verifican, pero, si se observa más detenidamente, se ve entonces que se trata más de destmir que de reconstruir, de remover obs táculos mecánic:os y exteriores al desarrollo autóctono y espontá neo; así, puede tomarse como ejemplo il Vespro sicilirmo. Se podría estudiar en concreto la formación <le un movimiento histórico colectivo, analizándolo en todas sus fases moleculares. lo que habitualmente no se hace porque tomaría pesado el aná lisis. Se toman, en cambio, las corrientes de opinión ya constituidas en torno a un grupo o a una personalidad dominante. Es el pro,. blema que modernamente se expresa en términos de partido o de coaliciones de partidos afüws: cómo se inicia la constitución de un partido, de qué modo se desarrolla su fuerza organizada y su influencia social, etc. Se trata de un proceso molecular minucioso ' ' de análisis extremo, capilar, cuya documentación está constituida por una cantidad interminable de libros y folletos, de artículos de revistas y de periódicos, de conservaciones y debates orales que se repiten infinidad de veces y que en su conjunto gigantesco representan este lento trabajo del cual nace una voluntad colec tiv~ con cierto grado de homogeneidad, con el grado necesario y sufrcrcnte para detcrnlinar una acción coordinada y simultánea en el tiempo y en el espacio geográfico en el que se verifica el hecho histórico. · :: 9 Estas observacionc~ podrían ser desarrolladas m<is amplia y orgánica mente, poniendo también de relieve otras diferencías entre !os dh"ersos tipos de el.~cciones, según que cambien las relaciones generales sociales y pol;ticas: relac10n entre~ funcionaríos electivos y funcionarios de carreta, etc. 99
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