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Notas sobre Maquiavelo, sobre política v sobre el estado moderno (71)

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tran la difusión de la concepción deportiva del sexo también en 
la campaña y en las relaciones sexuales entre elementos de la mis­
ma clase. 
La función económica de la reproducción: no es solamente 
un hecho general, que interesa a toda la sociedad en su conjunto, 
que reclama una cierta proporción entre las diversas edades a Jos 
fines de la producción y del mantenimiento de la parte pasiva de 
la población (pasiva de una manera normal, a causa de la edad 
invalidez, ·etc.), sino también un hecho "molecular", que se en~ 
cuentra en el seno de los más pequeños agregados económicos, 
tales corno la familia. La expresión "el sostén de la vejez" muestra 
la conciencia instintiva de la necesidad económica de que exista 
una cierta relación entre jóvenes y viejos en to!ia el área social. 
El esp':"'~ácu~o d~ có':'o. son maltratados en los pueblos los viejos 
Y las. VIe¡as sm ~¡os, mc1ta a las parejas a desear la prole (el pro­
verbio de que una madre alimenta cien hijos y cíen hijos no 
sostienen una madre" muestra otro aspecto de la cuestión) : los 
:¿ejos sin ,~ijos, en las clases populares, son tratados corno los 
bas~ardos . ~os progresos de la higiene, que han elevado el pro­
medio de la Vlda humana, plantean cada vez más la cuestión sexual 
como un aspecto fundamental y autónomo de la cuestión econó­
mica, aspecto tan importante que a su vez puede llegar a plantear 
complejos problemas del tipo de "superestructura". El aumento 
del pro~edio de vida en Francia, con la escasa natalidad y con 
las neces1dades de hacer funcionar un aparato de producción muy 
rico Y complejo, plantea ya hoy algunos problemas ligados a la 
cuestión nacionaL Las viejas generaciones se encuentran en rela­
ci?nes cada vez más anonnales con las generaciones jóvenes de la 
mlSma cultura nacional, y las masas trabajadoras son engrosadas 
por elementos extranjeros inmigratorios que modifican su base: se 
verifica r_a.' como en EE. UU,,, una cierta división del trabajo ( em­
pleos califiCados para los autoctonos, además de las funciones de 
d?"ección y organización; empleos no calificados para los inmi­
grantes). 
Una relación similar, pero con consecuencias antieconórnicas 
muy importantes, se establece en toda una serie de países entre 
las ?iudades ~dustrJ_ales _de baja natalidad y la campaña prolífica: 
la Vlda de la mdustrm eJOge un aprendizaje general, un proceso de 
adaptación psicofisica a determinadas condiciones de trabajo nu­
trición, habitación, costumbres, etc., que no es algo innato ":.atu­
ral", sino que debe ser "adquiridon, mientras los caracter:s urba-
300 
nos adquiridos se transmiten de manera hereditaria o son absor­
bidos en el curso de la infancia y de la adolescencia. Así, la baja 
natalidad urbana exige un gasto continuo e importante para el 
aprendizaje de los nuevos elementos urbanizados y comporta un 
perpetuo cambio de h composición polítieosocial de la ciudad, 
planteando permanentemente sobre nuevas bases el problema de 
la hegemonía. 
La cuestión ético-civil más importuntc ligada a la cuestión se-
:mal es la de la fonnación de una nueva personalidad femenina. 
Hasta que b mujer no haya alcanzado, además de una real inde­
pendencia frente al hombre, un nuevo modo de concebirse a sí 
misma y de concebir su papel en las relaciones sexuales, la cuestión 
sexual seguirá plagada de caracteres morbosos y será necesario ser 
muy cauto en toda innovación legislativa. Toda crisis de coerción 
unilateral en el campo sexual conduce a-un desenfreno "romántico" 
que puede ser agravado por la abolición de la prostitucjón Ieg>}.L 
y organizada. ~Todos estos,,elt?rpe;!.tos complican y torn~~!!!~.iJk'~' 
sima cada reglamentación' del hecho sexual y cada tentativa de 
·.crear una nueva ética sexuaC;;C:mforrne ·a' los-nÚcvos métodos· de~"" 
1 
. 11roducción y de~trabajo. ,Pgr otro l¡tdg es gt¡'~~~#i():.íroceder a ' 
ti,¡ réglaincllta:éión y á la crea~ús; d((una nueva étic~."'E!<· digno . 
de hacer notar cómo· los industriales (especialmente Ford) se 
han intemsado por las relaciones sexuales entre sus dependientes 
y, en general, por la iastalaci6n de sus familiares: las apariencias 
de "puritanismo" que asumió este interés (como en el caso del 
prohibicionismo) no debe conducirnos a error; .la :verdad es·-que · ¡1' 
'no puede desarroll!'rse el nuevo tipo de ho~J;~ 7-~igi<,l? : P?,(l~,:J' 
·raciorialización de la prog_uceión y d~ltraba¡o nuentráiFel mso ~· 
'tinto sexual nohaya sido regulado de acuerdo con esta raciona­
lización, no baya sido él también racionalizado. 
Feminismo u "macl•ismo'', Fragmento de la recensión que A. De 
Pictri Tonelli ha publicado <?n la Revista di Política Economica 
(febrero de 1930) del libro de Anthony .\1. Ludovici, Waman. 
A vindication ( 2~ ed., Londres, 1929): "Cuando las cosas var¡ mal 
en la estructura social de una nación a causa de la decadencia 
de las capacidades fundamentales de sus hombres -afirma Ludo­
vici- dos tendencias distintas parecen siempre tornarse impor­
tantes: la primera es la de interpretar cambios que son pura y 
simplemente signos de la decadencia y de la ruina de viejas y 
sanas (1) ' ¡· · . . •OS Itucwnes como síntomas de 
deb1da a la justificada pérdida d , . progreso; la segunda, 
nante, es la de dar a cada nno ten e conf,anza en. la clase gober­
la seguridad de ser a to a;a h ga 0 no las cual1dadcs deseadas, 
arreglar las cosas" ( Lpa tp d ~cer un esfuerzo con el fin de 
· ra uccwn es 'f 
e inexacta). El autor hace del f . . maru Jestamente incierta 
segunda tendencia y exige emJ 0.'
5
';'
0 una expresión de esta 
un renacimiento del " hi , 
margen de toda otra consideración de .•. mac smo . Al 
que el texto de De Piet:ri To 11. • ~alar, dífJCil de hacer por-
d . ne 1 es mcJCrto hay b 
ten enc~a antifeminísta y "machista" E •. que. su rayar la 
de la legislación anglosa¡·o t f. s precJSO estudmr el origen 
. · na an avorable a ¡ · 
sene de conflictos "sentimentales" o d . a mu¡er en una 
de una tentativa de regular la ti. seu osentimentales. Se tra tn 
cosa seria pero me pare cues Ion sexual, de hacer de ella una 
' ce que no ogró s b' · . 
morbosas desviadones "f .. t , us 0 Je!Jvos: dw lugar a em,ms as en se fd . 
creado a la mujer (de las ¡ 1 ) 11 1 o peyorativo y ha 
e ases a tas una posición social paradojal. 
"Animalidad" e industrialismo L· 1 ·. . . 
siempre (y lo es ]JO d , · a nstona del mdustrialísmo fue 
· Y e una mmwra más acentuad · ) 
una continua lucha contra el elemento " . . .~ y ngurosa 
un proceso ininterrumpido, frecuente , ammalidad del ho~Jbre, 
de sojnzgamicnto de los instint·os ( ¡·mt entlc dolordoso. y sangnento. 
• • • , • ) J a ura C';., es ecir a . I , . 
pnmttnos a rpgJa.s síenl¡)rc H'!"' . ,. d , ' ' ruma es ) .. d· . . . ' 'vas, u a vez mas co 1 . . 
ngJ as, y a habttos de orden cx·H:titucl y . . • mp e¡as y 
si bies las foruJas'.,iemr)J'C n¡a·s' "O' 1 . dpwcJSwn que tornen po-. 
1 ' e mp CJáS C VId 1 , · a consc<:uencia ncce>ar¡'a d 1 d . 11 a co eetiva que son 
1 h · • e e:>arro o del i d t · 1· ~ 
uc a es impuesta desde el . . 1 n us na lS!nn. Esta 
obtenido.>, sí bien tt'"nen ' cxtcnor y] lasta ahora los resultados 
~ 10 gnn v·t or p · t' · · 
en gran parte pur;.uncnte meeá~i . . . . rae u:o lnmediato, son 
una "scgllmla naturale:ct" l'ero teo¡~' no se han tnmsformado en 
h · 1 ( • oc <t nmn<:·ra nue · d · · a Sl(.o siempre durant, ,· , · \·a e VIVIr ¿no 
' l tm Cierto twmpo ¡ lt l d 
compr~ión nieeánica',J I r . . . - . ' C' res!I a< o e UlJa 
. · _.( ~ 1msn1os tnshntos que ho , 
supetar por demasiado "a . 1 ., . Y es necesano mma es constltuy lid 
progreso notable sobre los a t .: . d er.on en rea ad un 
Q 
. , n ctunes, to av1a n ? • • •• 
¿ uwn podrb describir el "costo·· en vid3s h JUS pnmthvos. 
msos sojuzgamicntos de los instintos del a~~ 'e umanas y en dolo­
a la vida sedentaria y agrícola'" _,"' , P l 
1
de la .ehipa nómade 
d 1 . , · ->qu¡ entran as pnmer· , f 
e ese avJtlld de la gleba v d ,1 r· . ' as armas 
• J e o teJO cte. Hasta h d 
cambms en el modo de ser de .:. '.. a ora to os los 
coen·ión brutal, es decir, medi~nte 0~
1<~1; oe~rrJ1eron mediante la 
. 'rmmo e e un grupo soeial 
302 
sobre todas las fuerzas pro<Juctivas. de la sociedad:. la selección 
o "educación" sé,l h~mbre adaptado a los nuevos tipos de-Ci'4Jizá~::jw 
. ~i6n,.vale deeir a las nuevas formas de producción y détraba.jqéha 
ocurrido mediante el empleo de inauditas brutalidades, lanzando 
al infierno del desclasamiento a los débiles y a los refractarios o 
eliminándolos del todo. En cada aparición de nuevos tipos de 
civilización, o en el curso del proceso de desarrollo, se han pro­
ducido crisis. ¿Pero quién se vio implicado en estas crisis? r\o 
las masas trabajadoras, sino las clases medias y una parte de la 
misma clase dominante, que había sentido también la presión coer­
citiva, que necesariamente era ejercida sobre toda el área social. 
Las crisis de libertina¡e fueron numerosas: cada época histórica ha 
tenido alguna. 
Cuando la presión coercitiva es ejercida sobre todo el comple­
jo social (y esto ocurre especialmente después de la caída de la 
esclavitud y el advenimiento del cristianismo) se desarrollan ideo­
logías puritanas que confieren al empleo intrínseco de la fuerm 
la forma exterior de la persuasión y del consenso; pero una vez 
que se ha alcanzado el resultado, al menos en dcrta medida, la 
presión se dispersa (históricamente, esta fractura se verifica de ma­
m·ras muy diferentes. ('(Jffi() es natural, ya que la presión siempre 
asumió formas origioales, frecuentemente personales: se ha identi­
ficado con un movimiento religioso, creó un aparato propio que 
se personificó en determinados estratos o castas, tomó el nombre 
de Cromwell o de Luis XV, ct('.;. y advieue la crisis de libl?rtinaje 
(la crisis francesa despu(·s de la muerte de Luis XV, por ejemplo. 
no puede ser comparada con la crisis norteamericana después de la 
llegada de Roosevelt, ni d prohibiciouismo tiene equivalente en las 
épocas precedentes, con su secuela de bandidaj<', cte.) que sin 
embargo sólo roza superfich1lmentc o. las masas trabajadoras o las 
toca indirectamente porque dcpraw a sus mujeres. En efecto, esta> 
masas o bien adquicn'n ya los lt;íbitos y las costumbres necesarias 
para los 1mcvos sistcmns de vida y de trabajo o bien continúa¡¡ 
sintiendo la presión cn!'rcitiYa por las necesidades elementales de 
su oistencíu (el mismo antiproltihicionísmo no fue deseado por 
los obreros y la ('Orrupción que d col!\rabandu y el bandidaje aca­
JTCÓ estaba dífumlída entre las clases s~tperiores). 
En la posguerra se ha verificado una crisis de las costum­
bres de una extensión y de una profundidad inaudita, pero esta 
crisis se ha manifestado contra una forma de coerción que no 
había sido impuesta para crear los hábitos acordes con una nueva 
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