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ción, una calificaciÓn, que las otras industrias aún no exigen, un nuevo génf~ro de calificación, una forma de consumo de fuerza de trabajo y una cantidad de fuerza consumida en el mismo tiempo medio que son más gravosas y extenuantes que en las otras empre sas y que el salario no logra compensar en todos los obreros, para reconstruir sus fuerzas en las condiciones sociales dadas. Plantea das t"stas cuestiones surge un problema; ¿el tipo de industria, de organización del trabajo y de la producción propia de Ford es "racional", vale decir, puede y debe generalizarse o se trata en cambio de un fenómeno morboso que es necesario combatir me diante la fuerza sindical y la legislación? Dicho de otra manera, ¿es posible, con la presión material y moral de la sociedad y del Estado, conducir a los obreros como masa y sufrir todo el proceso de transformación psicofísic:t para obtener <pe el tipo medio del obrero Ford se transfomw en el tipo medio del obrero moderno, o bien esto es imposible porque conduciría a la degeneración física y al deterioro de la raza, destruyendo toda fuerza de trabajo? Me parece que se puede responder que el método de F ord es "racional" y que debe generalizarse, pero pum esto es necesario un largo pro ceso, que provoca un cambio de las condiciones sociales y un cambio de las costumbres y de los hábitos individuales, lo cuai no puede ocurrir mediante la sola "coerción" sino mediante la acción equilibrada de la coacción ( autodisciplina) y de la persuasión, bajo una forma que puede ser también la de los altos salarios, vale decir tornando posible un mejor nivel de vida o quizás, más exac tamente, un nivel de vida más adecuado a las nuevas formas de producción y de trabajo, que exigen un gasto especial de energías musculares y nerviosas. En una medida limitada, p<'ro importante sin embargo, fenó menos similares a los determinados en vasta escala por el fordismo se verificaban y se verifican en ciertas ramas de la industria o en ciertos establecimientos no "fordizados". Nunca fue algo simple constituir una maestranza de fábrica organizada y bic11 articulada o un equipo de obreros especializados, Una vez constituida la maestmnza o el equipo, sus componentes o una parte de ellos, ade más de beneficiarse con un salario de monopolio, no son licenciados en caso de paralización temporánea de la producción; sería anti económico permitir que se dispc•rsaran los elementos de un todo orgánico constituido fatigosamente, porque sería casi imposible volver a reunirlos y su reconstrucción mediante elementos nuevos, tomnclos al azar, co.•taría esfuerzos y demandaría gastos importan- 316 tes. He aquí un lhnite a la ley de competencia que deriva del· ejército de reserva y de la desocupación, límite que ha estado siem pre en el origen de las formaciones de· aristocracias privilegiadas. Ya que jamás funcionó una ley de equiparación perfecta de los sistemas y de los métodos de producción y trabajo para todas las empresas de una determinada rama de la industria, es evidente que cada empresa, en una medida más o menos amplia, es «única" y se fonna una maestranza con una calificación adecuada a cada em presa particular: pequcüos secretos de fabricación y de trabajo. ~tru cos" que parecen no tener importancia pero <!UC, repetidos una infinidad de veces, pueden tener una importancia económica con siderable. Se puede estudiar uno de estos casos particulares en la organización del trabajo portuario, especialmente en aquellos donde existe un desequilibrio entre el embarque y el desembarque de mercancías v donde se verifican detenciones periódicas del trabajo y desocupa~iones estacionales. Es necesario tener un personal de maestranza qne esté siempre disponible (que no se aleje del puesto de trabajo) para asegurar el mínimo. de trabajo ~staci?.nal o d.~ otro tipo; de allí la fonuación del cqUJpo con matncula cerrada , que goza de altos salarios y de otros privilegios, en contraposición a la masa de los "auxiliares", etc. Esto se verifica también en la agricultura, en las relaCiones entre los trabajadores fijos y los jor naleros y en muchas industrias donde existe el "trabajo estacíonal", por razones inherentes a la misma industria, como la del vestido, o por la defectuosa organización del comercio al por mayor que realiza sus adquisiciones según un ciclo propio que no concuerda con el ciclo de producción, cte. Accío¡¡es, oblígaciolles, títulos del Estado. ¿Qué cambio radical producirá en la orientación del pequeño y mediano ahorro la actual depresión económica si ella, como parece probable, se prolonga todavía por algún tiempo'? Se puede observar que la caída del mercado de acciones determinó un enorme desplazamiento de rl· quezas y un fenómeno de expropiación "simultánea" del ahorro de vastísimas masas de la población, un poco en todas partes pero especialmente en los EE.UU. Es así cómo los procesos morbosos verificados a causa de la inflación en los comienzos de la posguerra se han renovado en toda una seiie de países y han operado en aquc 'nos que en el período precedente no habían conocido la inflación. El sistema que el gobierno italiano intensificó en estos años ( conti mmndo una tradición ya existente, aunque en escala más pequeña) parece ser el más racional y orgánico, al menos para un grupo de países. Pero ¿qué consecuencias acarreará? Diferencia entre accio nes comunes y acciones privilegiadas, entre éstas y las obligaciones y entre acciones y obligaciones del mercado libre y obligaciones o títulos del Estado. La masa de los ahorristas trata de deshacerse completamente de las acciones de todo tipo, desvalorizadas de una manera prodigiosa; prefiere las obligaciones a las acciones, pero prefiere los títulos del Estado a todo otro tipo de inversión. Se puede decir que la masa de los ahorristas quiere romper toda ligazón directa con el conjunto del sistema capitalista privado, pero no rehúsa su confianza al Estado: quiere participar en la activi dad económica, pero a través del Estado, que garantiza un interés módico pero seguro. El Estado es así investido de una función de primer orden en el sistema capitalista, corno empresa (holding estatal) que coneentra el ahorro a disposición de la industria y de la actividad privada, y como inversor a mediano y largo ténnino (creación en Italia de las distintas Instituciones de Créditos mobi liarios, de reconstmcción industrial, etc.; transfonnación del Banco Comercial, consolidación de las Cajas de Ahorro, creación de nue vas formas de ahorro postal, etc.). Pero una vez <>sumida esta fun ción debido a imperiosas necesidades económicas, ¿puede el Estado desinteresarse de la organización de la producción y del cambio? ¿Puede dejarla como antes en manos de la competencia y de la iniciativa privada? Sí t'>to ocurriese, la desconfianza que hoy afecta a la industria y al comercio privado alcanzaría también al Estado. Se produciría una situación tal que obligaría al Estado a desvalo rizar su títulos (mediante la inflación o en otra forma) como se han desvalorizado las acciones privadas, todo lo cual sería catas trófico para el conjunto de la organización ecnómico-social. El Es tado es así obligado neccsarimncntc a intcrvPnir para controlar si las inversiones realizadas por su intermedio son bien administra das, hecho que pe1mítc comprender al menos un aspecto de las discusiones teóricas sobre el régimen corporativo. Pero el simple control no es suficiente. En efecto, no se trata sólo de conservar el aparato productivo en el estado en que está en un momento dado; se trata de reorganizarlo para desarrollarlo paralelamente al aumen to de la población y de las necesidades colectivas. Es precisamente en este desarrollo necesario donde existe el mayor riesgo de la 318 iniciativa privada y debe ser mayor la intervención esta~al, aun cuando ella no esté exenta de peligros, sino todo lo contrariO. · Estos elementos son ciertamente los más orgánicosy esenciales; pero existen también otros que conducen a la interve~ción estatal, o la justifican teóricamente: la agravación de los reg1menes. adua neros y de las tendencias autárquicas, los premios, el dumpmg, la salvación de las grandes empresas amenazadas de muerte o en pe ligro, o sea, tal corno se ha dicho, la "nacionalización de las pér didas y de los déficit industriales", etc. Si el Estado se propusiese imponer una dirección cconó,;nica mediante la cual la producción del ahorro, en lugar de ser fun~ ción" de una clase parasitaria, se convirtiese en funció~ del mismo organismo productivo, estos hipotéticos desarrollo~ ser~n ¡:>;og_rcSJ vos, podrían entrar en un vasto proyecto de raewnahzac1~n Inte gral. Sería necesario para ello promover una reforn1a agrana (con la abolición de la renta agraria como renta de una clase no traba jadora y su incorporación al organismo pr~~uctivo, como ahorro colectivo que sería dedicado a la reconstruccwn y a nuevos progre sos) y una reforma industrial a fin de que todas las r~ntas sean dirigidas hacia las necesidades técnico-industriales y d~Jen de ser la consecuencia jurídica de un simple derecho de propiedad. De este conjunto de exigencias, no siempre coDfcsadas, nace la justificación histórica de las llamadas tenden~~as corporativas, que se manifiestan preferentemente como cxaltacwn del Estado en ge neral, concebido corno algo absoluto, y como desconfianza y av.er sión a las fomms tradicionales del capitalismo. De aquí denva el hecho de que teóricamente el Estado parezca tener su base políticosocial en "los pequeños burgueses" y en los intelectu~les, mientras que en la realidad su estructura permanece plutocratica y no logra romper las ligazones con el gran capital financiero. Por otro lado, es d mismo Estado el que se convierte en el más gran de organismo plutocrático, el holding de las grandes, ~1asas de aho rros de los capitalistas pequeños. (El Estado Jesmtico del Para guay podría ser utilizado útilmente corno modelo de muchas ten dencias contemporáneas.) :-lo es, por otro lado, absolutan;~nte con tradictoria la existencia de un Estado que se base pohhcarnente en la plutocracia y en la piccola gente al mismo tiempo, como lo prueba el ejemplo característico de Fran~a, ~aís donde n~ . se comprendería el dominio del cápital fmancwro sm la base pol:tlca de una democracia de rentistas pequeñoburgueses y earnpesmos. 319
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