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Francia sin embargo, debiJo a complejas razones, posee aún una composición social bastante sana, existiendo una amplia base de pequeña y mediana propiedad agraria. En otros países, en cambio, los ~orristas están separados del mundo de la producción y del traba¡~; el ahorro es "socialmente" demasiado caro ya que es obtemdo gracias a un nivel de vida muy bajo de los trabajadores industriales y especialmente agrícola:s. Si la nueva estructura del crédito consolidase esta situación, en realidad se empeoraría la situaci?n: si gracias a la garantía del Estado d ahorro parasitario no tuVlesc que correr los riesgos del mercado normal, se reforzaría por un~ pa~e la propiedad terrateniente parasitaria y, por la otra, las o~hgacwnes industriales, a dividendo legal, pesarían sobre el traba¡o de una manera aún más aplastante. · Cicili:::aciúa norteamericana y europea. En una entrevista concedida a .corrado Al~aro (~'Italia Letteraria, 19 de abril de 1929), Luígi P1randello ahrma; El americanismo nos sumerge. Creo que un nuevo faro de civilización se ha encendido allí". "El dinero que circula en el mundo es norteamericano ( ?1) y detrás del dinero (!) corre el mundo de la vida y la cultura [esto es verdad sólo para la espuma de la sociedad y parece que Pirandello y muchos otros como él creen que el "mundo" entero está constituido por esa espuma]. ¿Los Estados Unidos tienen una cultura? [sería necesario decir: ¿tienen una cultura unitaria y centralizada?, vale decir, ¿son los Estados Unidos una nación de tipo francés, alemán o inglés?]. Tienen libros y costumbres. Estas costumbres constituyen su nueva literatura que penetra a través de las puertas más fortificadas y n:e!or defendidas. En Berlín usted no siente la separación entre la VJe¡a Y la nueva Europa, porque la estructura misma de la ciudad no ofrece resistencia [Pirandello no podría hoy decir lo mismo, de allí que sea preciso comprender que se refiere al Berlín de los cafés nocturnos]. En París, donde existe una estructura histórica y artística, donde están presentes los testimonios de una civiliza ción aut<)ctona, d anwricanismo es tan estridente como el afeite sobre el viejo rostro de una ramera". Pero el pro blcma no es el de saber sí cxis te en los Estados l~nidos una nueva civilización, una nueva cultura, aunf{ue más no >c·a en esta(lo de "faro", y si esta civilizaeíón está invadiendo o ha invadido a Europa. Si el problema debiese ser planteado así la res- 320 puesta sería fácil: no, no existe y, más aún, en los Estados Unidos sólo se rumia la vieja cultura europea. El problema es el de si los Estados Unidos, con el peso implacable de su producción econó mica (es decir, indirectamente) obligarán o están obligando a Europa a subvertir su cimiento económico-social demasiado anti cuad?, que se habría producido lo mismo, aunque con ritmo lento; pero que se presenta en lo inmediato como un contragolpe de la "prepotencia" norteamericana. En otros términos, se trata de saber si se está verificando una transformación de las bases mate riales de la civilización europea, lo que a largo andar (y no muy largo, porque en el período actual todo es más rápido que en el pasado) conducirá a un trastrocamiento de la forma de civilización existente y al nacimiento forzoso de una nueva civilización. Los elementos de "nueva cultura" y de "nueva forma de vida" que hoy se difunden bajo la etiqueta norteamericana, son apenas las primeras tentativas, hechas a tientas, debidas no ya a un "orden" que nace de un nuevo cimiento aún no formado, sino a la iniciativa superficial y simiesca de los elementos que comienzan a sentirse socialmente desplazados por la acción (todavía destruc tiva y disolvente) de estos nuevos cimientos en formación. Lo que hoy es designado . como "americanismo" es en gran parte la crítica preventiva de los viejos estratos que serían destruidos por este nuevo orden posible y que son presa de una oleada de pánico social, de disolución, de desesperación. Es la tentativa de reacción inconsciente de quienes, impotentes para reconstruir, se apoyan en los aspectos negativos del cambio. La reconstmcción no puede pro venir de los grupos sociales "condenados" por el nuevo orden, sino de aquellos que están creando, por imposición y por sufri miento propio, las bases materiales de este orden nuevo: ellos "deben" encontrar su sistema de vida "original", y no de marca norteamericana, para que se transforme en "libertad" lo que hoy es "necesidad". El criterio de que tanto las reacciones intekctnales y morales frente al establecimiento de un nuevo método productivo, como las exaltaciones superficiales del amcricanismo, son debidas a los de tritus de las viejas capas en el camino de su destrucción y no a los grupos cuyo destino está ligado a un desarrollo ulterior del nuevo método, es extremadamente importante y explica cómo algunos ele mentos responsables de la política moderna, que basan su fmtuna en la organización del conjunto del estrato medio, no quieran tomar posiciones pero se mantienen neutrales "te6ricamenteD, resol viendo los problemas prácticos mediante el método tradicional del empirismo y del oportunismo (analizar las diversas interpretaciones del ruralismo dadas por Ugo Spirito, que qtúere "urbanizar~ el campo, y por los otros que tocan la flauta de Pan). . En el caso del americatúsmo, entendido no s6lo como VIda de café sino también como ideología del Rotary Club, la afir mación de que no se trata de un nuevo tipo de civilización se evidencia en el hecho de que nada ha cambiado en el carácter y en las relaciones de los grupos fundamentales: se trata de una prolongación orgánica y de una intensificación de la civilizac~6n europea, que en el clima americano adqtúrió sólo una nueva p1el. La observación de Pirandello sobre la oposición que encuentra el americanismo en Pads (!¿pero también en Creusot?) y sobre la acogida inmediata que habría encontrado en Berlín, prueba, en todo caso, que no existe diferencia de naturaleza con el "eu~o peísmo': sino únicamente de grado. En :3erl~n las. clases n;ed1as habían sido ya arruinadas por la guerra y la mflac~ón, y la mdus tria berlinesa en su conjunto tiene caracteres muy diferentes de la parisina: las clases medias francesas no sufrieron las crisis oca sionales, como la inflación alemana, ni la crisis orgánica de 1929, con el mismo ritmo acelerado de Alemania. De allí que sea verdad que en Pads el americanismo aparezca como un afeite, como una supeificial moda extranjera. 322 Rotary Club, masonería y católicos Rotary Club. Actitud contraria, aunque con algunas reservas, de los jesuitas de la Civilta Cattolica. La Iglesia como tal todavía no ha tomado posición con respecto al Rotary Club. Los jesuitas reprochan al Rotary sus vínculos con el protestantismo y con la masonería: ven en él un instrumento del amerícanismo y, por ende, de una mentalidad anticatólica. El Rotary sin embargo no quiere ser confesional ni masónico; en sus filas pueden entrar todos: masones, protestantes, católicos; en algunos lugares se ad hirieron también arzobispos católicos. Su programa esencial pa rece ser la difusión de un nuevo espíritu capitalista, es decir, la idea de que la industria y el comercio, más que un negocio, cons tituyen un servicio social o, mejor, son y pueden ser un negocio en cuanto son previamente un "servicio". El Rotary desearía que fuese superado "el capitalismo de rapiña" y que se instaurase un nuevo hábito, más propicio al desarrollo de las fuerzas económicas. La exigencia que expresa el Rotary se manifestó recientemente en los Estados Unidos en forma muy grave, mientras que en In· glaterra había sido ya superada, creando un cierto promedio de '11onestidad" y «lealtad" m los negocios. ¿Por qué fuera de los Estados Unidos se ha difundido el Rotary Club y no otra de las tantas formas de asociaciones que allí pululan y que constituyen una superación positiva de las viejas formas religiosas?La causa debe ~er buscada en los mismos Estados U nidos, quizás porque el Rotary organizó la campaña por el Open Shop y, por consi guiente, por la racionalización. Del artículo ''Rotary Club e mas· sonería" (en la Civilttl Cattolica.del 21 de julio de 1928) extraigo algunas informaciones: el Rotary, surgido corno institución nacio- 323 =1 en 1910, se constituyó en asociación internacional con una entrega de capital sin derecho de reembolso, realizada de acuerdo con las leyes del Estado de Illinois. El presidente del Rotary in ternacional es mister Harr Rogers. El presidente de los clubs ita lianos es Felice Seghezza. L'Osserootore Romano y Tribuna se plantearon el problema de si el Rotary era una emanación ma sónica. Seghezza envió una carta (Tribuna del 18 de febrero de 1928) protestando y declarando infundada toda sospecha. Comen tando dicha carta Tribuna escribe, entre otras cosas, lo siguiente: "Son las incertidumbres de todas las organizaciones internaciona les, las cuales tienen con frecuencia una apariencia perfectamente inocua y legítima, pero pueden también asumir contenidos muy diferentes. La sección italiana del Rotary puede sentirse perfec tamente libre de masonería y plenamente de acuerdo con el Régimen; pero esto no significa que el Rotary en otros lugares no sea distinto. Y si Jo es, y otros lo afirman, no podemos ni debemos dejar de ignorarlo". El código moral rotariano. En el congreso general realizado en 1928 en St. Lonis se discutió este principio: rtEl Rotary es funda mentalmente una filosofía de la vida que trata de conciliar el eterno conflicto existente entre el deseo del beneficio propio y el deber y el consiguiente impulso de servir al prójimo. Esta filosofía es la filosofía del servício: dar de sí antes de pensar en sí, funda da sobre aquel principio moral: quien me¡or sirve 1'/UÚ; gana". El mismo congreso resolvió que todos los socios del Rotary deben aceptar "sin juramento secreto, sin dogma ni fe, pero cada uno a su modo, tal filosofía rotariana del servicio". La Civilta Cattolica toma este fragmento del rotariano Mercurio de ll Rotary {pp. 97- 98), que dice citado, mas no lo es, en este número (no sé si Mer curio es italiano ni si I! Rotary es una publicación italiana, además de Realta, dirigida por Bevione) : "De esta manera se hizo de la honestidad un interés y se creó esa nueva figura del hombre de negocios que sabe asociar en todas sus actividades profesionales, industriales, comerciales, su interés propio con el interés general, que es en el fondo el verdadero y gran fin de toda actividad, porque todo hombre noblemente activo aun inconscientemente sirve por sobre todo a la utilidad general". El carácter primordial dado por el Rotary a la actividad prác tica aparece en otras citas truncas y alusivas de la Civilta Catto• 324 lica. En el Programa del Rotary: ~ ... Un Rotary Club es un gru· po de representantes de los negocios y de .}as profesiones, los cua les, sin juramentos secretos, ni dogmas, ni credo. . . aceptan la filosofía del servicio". Se publica un Annwrio italiano del Rotary, editado en Milán por la Soc. A. Coop. Il Rotary. Se publicó al menos el Annuario 1927-28. Filippo Tajani escribió en el Corriere della Sera del 22 de junio de 1928 que el Rotary está entre "las instituciones internacionales que tienden, por vías amistosas, a la solución de los problemas económicos e industriales comunes". Sobre 2.639 clubes rotarianos existentes (en el momento de la aparición del artículo) 2.088 estaban en Estados Unidos, 254 en Inglaterra, 85 en Canadá, 18 en Italia, 13 en Francia, 1 en Ale mania, 15 en España, 10 en Suiza, 20 en Cuba, 15 en Australia, 19 en Méjico y muchos menos en otros países. El Rotary Club no puede ser confundido con la masonería tradicional, especial mente con la de los países latinos. Es una superación orgániC"a de la masonería y representa intereses más concretos y precisos. Ca racterística fundamental de la masonería es la democracia peque fioburguesa, el laicismo, el anticlericalismo, etc. El Rotary es una organización de las clases altas y no se dirige al pueblo, sino in directamente. Es un tipo de organización esencialmente moderna. Es posible y probable que existan interferencias entre la masonería y el Rotary, pero esto no es lo esencial: el Rotary, desarrollándose, tenderá a dominar a todas las otras organizaciones y también a la Iglesia católica asf como en América domina a todas las otras Igle sias protestantes. La Iglesia católica, por cierto, no podrá ver de buen grado al Rotary desde un punto de vista "oficial", pero me parece difícil que asuma frente a él una actitud como la asu mida contra la masonería; puesto que en ese caso debería entonces enfrentar al capitalismo, etc. El desarrollo del Rotary es intere sante bajo muchos aspectos: ideológicos, prácticos, organizativos, etc. Será preciso, sin embargo, analizar si la depresión económica norteamericana y mundial no dará un golpe al prestigio del ame ricanismo y por ende al Hotary. Analizar en la Civilta Cattolica del 16 de febrero de 1929 el ar tículo Ancora Rotary Club e :rnassoneria. Los argumentos de los jesuitas para poner en guardia. tontra el carácter masónico del Rotary se agotaron. La "sospeeha~ es de dos grados: 1) de que
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