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ΧΧΙΠ en Atenas con motivo de la muerte en guerra del hijo de Jenofonte, y sirven de tema inicial al diálogo aristotélico. Es evidente que aún en los tiempos de la vejez de Pla tón, en la Academia se consideraba como el texto definiti vo del maestro contra la retórica el Gorgias. El Gorgias ini cia (1) una larga polémica, que a través del Grilo sigue por Epicuro, Diógenes de Babilonia, Critolao, Carnéades, Cli- tómaco, Cármadas, Hagnón, Atenodoro, hasta quedar fija da para nosotros en los testimonios de Filodemo, Sexto Empírico, Cicerón y Quintiliano. Naturalmente que Quin tiliano, al decirnos excogitauit, señala la originalidad con que el joven Aristóteles disponía y ordenaba los argumen tos del Gorgias platónico. Las objeciones principales que contenía el Grilo (y de las que más tarde el propio Estagiri- ta habría de buscar una salida) son que la retórica carece de campo propio y no háce sino entrar en conflicto con las otras artes y ciencias en cuyo campo penetra con intención de persuadir; por otra parte repetía Aristóteles que la re tórica se mueve sólo en el terreno de la δόξα, no de la ver dad. Sin duda que ya aquí Aristóteles señalaba el inconve niente que la retórica tiene de poder persuadir los contra rios (2), lo cual había de explicar más adelante como coinci dencia con la dialéctica (Rei. I 1, 1355 a 29), pero en el fondo provenía (3), y como una objeción, de Platón (Fe- dro 261 d). Aristóteles en el Grilo señalaba el inconveniente moral de la retórica capaz de defender las dos opiniones opuestas sobre cualquier punto (4), de poder ex ulraque par te dicere (5), lo cual era inadmisible para un platónico, cuyo (1) Solmsen Die Entwicklung, p. 201. (2) Solmsen, p. 203. (3) Véase Spengel .cit. en R. Hirzel Ueber das Rhetorische und seine Bedeu- lung bei Píalo, p .5 . ' · (4) Un eco de ello ve Solmsen Die Entwicklung, p. 203, n. 4 en Quintiliano Inst. I I 17, 30: nullam esse artem sibi contrariam, rethoricen esse sibi contrariam. (5) Quintil. I I 17, 31. XXIV único interés era la filosofía, la busca de la verdad. Señala ba también que la retórica no podía ser enseñada. Aristóteles en esta publicación no cabe duda que era el representante de la Academia entera. Y la polémica iba di rigida sin duda contra Isócrates (1). También en el Pro- Iréptico se enfrentó con el mismo enemigo (2), rival de la filosofía en cuanto que disputaba a ésta la primacía en la educación y osaba dar el propio nombre de filosofía a su enseñanza. Ante el ataque del Grilo los isocrateos reaccionaron. Fué Cefisodoro el encargado de responder (3), y considerando sin duda que Aristóteles respondía en nombre de su maes tro, contra Platón mismo dirigió los tiros. Cefisodoro emprendía, según parece, la defensa de la re tórica precisamente contra los reparos morales que a ella oponían los académicos. La obra del discípulo de Isócrates tuvo éxito, y Dionisio de Halicarnaso aún la cita como «muy admirable» (De Isocr. 18, p. 86 Usener-Raderma- cher), lo cual indica que también en el aspecto estilístico estaba muy cuidada. Por lo demás el problema general de las relaciones de Aristóteles con los isocrateos en general es muy complicado, y se relaciona con el tema su amistad con Teodectes (4). Después de la publicación de este escrito (5) Aristóteles debió, continuando en la lucha, desarrollar un curso siste mático sobre retórica. De él procede posiblemente el μεθο δικόν a del catálogo (6), si lo consideramos como un eco de este curso. Es probable que desde ese momento tengamos que empezar a suponer iniciado el desarrollo que llevaría a (1) Solmsen Die EntwicHung, p. 204·. (2) Jaeger Arist., p. 55 ss. {71 ss. de la trad. esp.). (3) Numenio en Euseb. Pracp. Éuang. XIV 6; I)ion. Hal. Ad. Pomp. 1, 16» página 226 Usener-Radermacker. (4) Cf. infra, p. XXXV ss. (5) Solmsen Die EntwicHung, p. 207 la sitúa hacia 357. (6) Moraux Lea lisies, p. 97 s., Solmsen, p. 208,
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