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Aristoteles Retorica-páginas-18

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XXXIX
to de partida contra' los defensores del carácter apócrifo de 
esta obra, es señalar que como falsificación es demasiado 
diferente de la Retórica y de la evolución de ideas en ella 
reflejadas. «¿Cómo—se pregunta Gohlke, p. 113, sin seguir 
más allá su demostración—podía hacer verosímil el falsifi­
cador que esta Retórica a Alejandro hubiese sido escrita por 
Aristóteles?» Así, pues, esta obra representa una etapa se­
mejante a la de la Retórica Teodectea, si nos atenemos a lo 
que parece deducirse de la carta preliminar, 1421 b 2: περι-
τεύξ-fl Sé δυσΙ τούτοις βιβλΐοις· ών το μέν έστιν έμύν έν ταΤς ύπ’ έμοΟ τέχναις 
Θεοδέκτγ) γραφείσοας· το δ’ ετερον Κόρακος.
De cómo era esa Retórica hace algunas hipótesis Gohl­
ke, basándose en la evolución de la dialéctica: el τεκμήριον 
faltaba en esa forma primitiva, y en cuanto al entimema, 
tenía una importancia muy reducida. Esa situación preci­
samente es la que aparece en la Retórica a Alejandro (1).
La Retórica de Aristóteles y la posteridad.
La ruina de la literatura antigua no nos impide compro­
bar la importancia que ha tenido la Retórica ele Aristóteles 
en la tradición posterior. Teofrasto sigue las huellas de su 
maestro (2), si bien el peripatetismo abandona luego las 
huellas de los escritos esotéricos del maestro para vivir más 
de los de la primera época (3).
Sin embargo, la Estoa, que veía en la Retórica una rama 
de la lógica (4), se apoya en Aristóteles, y lo mismo el maes­
tro Hermágoras, con su doctrina de los cuatro planteamien­
(1) Véase el pasaje de Zürcher antes aducido.
(2) Estudió el asunto J , iStroux De Theophrasti uirtutibus dicendi, Leipzig 
1912; cf. Solmsen A JPh LX II, p. 45 ss.
(3) E. Bignone L ’ Aristotele perdido e la formazione filosófica di Epicuro, í, 
pp. 17, 36 ss.
(4) Christ-Sclimid Gesch. der gr. Lit. I I 1, p. 67.
XL
tos de una cuestión. Si bien la escuela estoica emprende 
pronto su camino y establece que la Retórica debe estar so­
metida a la moral.
Aún vemos que estudia el texto de Aristóteles el primer 
teorizante del aticismo, Cecilio de Caleacte, y lo cita el anó­
nimo tratadista De lo sublime, mientras que Dionisio de 
Halicarnaso lo extracta en sus obras, pero se ha señalado 
que la obra atribuida a Demetrio, a pesar de sus contactos 
con el peripatetismo, ya no conoce nuestro texto sino a 
través de referencias indirectas. Lo mismo ocurre con los 
latinos: tanto Cicerón (1) como Quintiliano, desconocen en 
lectura directa esta obra del Estagirita. En el campo de la 
retórica, Teofrasto mismo desplazó a su maestro. Sin em­
bargo, no se debe negar la gran influencia del pensamiento 
peripatético sobre los escritos retóricos de Cicerón (2).
Después hay una etapa en que el peripatetismo cae en 
desuso. Hermógenes, el clásico de la Retórica de escuela (si­
glo ix), apenas conoce a Teofrasto y Aristóteles. Entre los 
retóricos tardíos es Siriano el que mejor lo conoce.
Y, sin embargo, cosas tan importantes como la distin­
ción de las tres famosas clases de oratoria y sus fines (3) y 
el valor de la dialéctica en la teoría retórica (4), son un le­
gado aristotélico que la humanidad ha conservado durante 
milenios. Es Aristóteles el que hizo la síntesis de los opues­
tos que veíamos personalizados en Platón e Isócrates.
Los comentaristas que reflejan el creciente interés que 
desde los finales del siglo n se despertó por Aristóteles, y 
que salvó para entrar en la Edad Media bizantina, árabe y
(1) Cf. Solmsen Glass. Philol. X X X III, p. 401.
(2) Cf. Solmsen A JP h LX II, p. 190..
(3) Solmsen AJP h LXII, p. 42.
(4) Solmsen A JP h LXII, p. 174 señala cómo los τόποι prearisto bélicos, por 
ejemplo, sobrevivían todavía en época imperial, compitiendo con la doctrina de 
tradición aristotélica; y también nos muestra que sobrevivían los conceptos pre- 
aristotélicos de σημεία, είκότα, etc., así como la organización de la retórica par­
tiendo de las «partea del discurso».

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