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Aristoteles Retorica-páginas-51

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pues nadie se enoja contra el que parece incapaz de que le 
alcance el castigo, ni nadie se enoja, o en menor grado, 
contra los que son muy superiores en fuerza. is
P l a c e r e n l a s a t i s f a c c i ó n d e u n a p e t i t o .
En la mayoría de los apetitos se sigue cierto placer, pues 
o acordándose de que los alcanzaron, o esperando que los 
conseguirán, se goza de algún placer; así los que en las fie­
bre? están dominados por la sed, gozan o acordándose de 
que bebieron o esperando qué han de beber. Y los enamora­
dos gozan hablando y escribiendo (122) y haciendo siempre 20 
algo acerca del amado, pues en todo esto, acordándose, les 
parece como que sienten al amado. Y para todos es ese el 
comienzo del amor, cuando no sólo gozan con el amado 
presente, sino que de él se acuerdan cuando está ausente 
y les, nace pena de que no esté presente, e igualmente hasta 25 
en los padecimientos y lágrimas resulta cierto placer, pues la 
pena está en la carencia, pero el placer en el recuerdo y ver 
de algún modo a aquél, y lo que hacía, y cómo era, y por 
eso con razón se ha dicho [II. X X III 108, Od. IV 183]:
«Así dijo y a todos ellos se les levantó el deseo de llorar.»
P l a c e r d e v e n g a r s e .
También el vengarse es placentero, porque aquello que 30 
es doloroso no alcanzar, alcanzarlo es placentero; y los ira­
cundos sufren insuperablemente cuando no se vengan, mas 
con la esperanza de ello gozan.
P l a c e r d e v e n c e r .
Y el vencer es agradable, no sólo para los malos perde­
dores, sino para todos; pues es imaginación de superiori­
dad, lo cual todos desean con menor o mayor empeño. Pues­
to que vencer es agradable, es forzoso que sean plácente- 35
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t o s los juegos, lo mismo los de lucha que los de disputa, 
pues en ellos muchas veces sucede vencer (123), y también 1371 a 
los juegos de tabas y pelota y dados y damas (124). Y lo 
mismo en los juegos con esfuerzo, pues unos son placenteros 
si uno está acostumbrado, y otros son inmediatamente 
agradables, como la caza con perros y demás clases de caza, 5 
pues donde hay competencia hay v;ctoria. Por eso la ora­
toria forense y de disputa es placentera para los que están 
acostumbrados y son hábiles.
P l a c e r e n e l h o n o r .
Y el honor y buena fama están entre las cosas más pla­
centeras, porque cada uno imagina que es tal y buena per- xo 
sona, y más cuando lo dicen quienes considera que dicen 
verdad. Tales son los cercanos más que los alejados, y los 
compañeros y conciudadanos, que los extraños, y los pre­
sentes, que los futuros, y los discretos, que los necios, y los 
muchos, que los pocos; pues es más verosímil que los tales 
digan la verdad que los contrarios, puesto que a los que 15 
uno desprecia mucho, como niños o animales, nada le im­
porta de la estimación o juicio de ellos, al menos en cuanto 
a opinión, si bien podemos tenerlos en cuenta por otra 
causa.
P l a c e r e n e l a m o r , e t c .
También la persona querida es de las cosas placenteras, 
pues amar es cosa agradable (ya que nadie es aficionado al 
vino si el vino no le gusta), y también ser correspondido es 
placentero; también ahí existe imaginación de ser uno mis- 2# 
mo bueno, lo cual todos los que sienten desean; pues el ser 
objeto de amor es ser amado uno mismo por causa de sí.
E l ser admirado es también agradable por el hecho mismo 
de recibir honor. Y también el ser adulado y el adulador 
son cosa agradable, pues aparente admirador y aparente
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amigo es el adulador. Y el hacer lo mismo muchas veces es 
placentero, pues lo acostumbrado lo contábamos entre lo 
agradable [1369 b 16]. Y el cambio es agradable, pues el 
cambio vuelve hacia la naturaleza, ya que lo mismo repe­
tido siempre causa exceso de un hábito establecido. De 
donde se dice [Eur. Or. 234]:
«El cambio de todas las cosas es dulce» (125).
Por eso también lo que es de vez en cuando es agradable, 
lo mismo hombres que cosas, pues el cambio saca del pre­
sente; y a la vez es raro lo que es a intervalos.
P l a c e r e n e l a d m i r a r y a p r e n d e r .
Y aprender y admirar es agradable la mayoría de las 
veces; pues en el admirar existe deseo, de manera que lo 
admirable es deseable, y en el aprender existe la vuelta a 
lo natural.
P l a c e r e n e l b e n e f i c i o .
Hacer beneficio y recibirlo es de las cosas agradables; 
recibir un beneficio es alcanzar lo que se desea; hacer bien, 
poseer y ser superior, las cuales dos cosas se desean. Pues 
por ser agradable hacer beneficio, también corregir a los 
prójimos es agradable para los hombres, y completar lo in­
completo (126).
P l a c e r e n l a i m i t a c i ó n .
Puesto que aprender es agradable y admirar también, 
es preciso también que sean agradables cosas tales como lo 
imitativo (127); así la pintura y estatuaria, y la poesía, y 
todo lo que está bien imitado, aun cuando lo imitado no 
sea placentero, pues no es el goce sobre ello mismo, sino 
que hay un razonamiento de que esto es aquello, de ma-
30
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1371 b
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ñera que resulta que se aprende algo. Y son agradables las 10 
peripecias y el haberse salvado por poco de los peligros, 
pues todas estas cosas son admirables.
P la c er e n lo s e m e ja n t e .
Y puesto que es placentero lo conforme a naturaleza, y 
los afines son entre sí conformes a naturaleza, todas las co­
sas congéneres y semejantes hallan entre sí agrado casi 
siempre, así el hombre con el hombre, y el caballo con el 
caballo, y el joven con el joven. Por lo cual se dice los re- 16 
franes como «cada uno disfruta con el de su edad», y «siem­
pre se busca al semejante» [Odisea XVII 218], y «siempre 
conoce una fiera a la otra», y «el cuervo junto al cuervo por 
cierto», y otros semejantes a éstos [cf. Epicarmo 5 Diels- 
Kranzj.
P la c e r e n l a p r o p ia e s t im a c ió n .
Puesto que todo lo semejante y congénere de uno mis­
mo es agradable, y cada uno experimenta agrado tal ante 
todo de sí mismo (128), resulta necesariamente que todos 
tienen amor de sí mismos, en mayor o menor grado, pues 20 
todas las semejanzas existen de modo especial con uno 
mismo. Puesto que todos se aman a sí mismos, es necesario 
también que lo propio sea placentero para todos, por ejem­
plo las obras y palabras. Por eso hay aficionados a los adu­
ladores en general y aficionados a [enamorados y] honores 
y a tener hijos, pues obra propia son los hijos. También es 
placentero completar las cosas incompletas, pues se con- 25 
vierten ya en obra de los tales que las terminan.
P la c e r e n e l m a n d o .
Y puesto que mandar es agradabilísimo, también el pa­
recer sabio es cosa placentera, pues el tener prudencia es 
cosa de mando, y, por otra parte, la sabiduría es conocer

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