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I 11 60 pues nadie se enoja contra el que parece incapaz de que le alcance el castigo, ni nadie se enoja, o en menor grado, contra los que son muy superiores en fuerza. is P l a c e r e n l a s a t i s f a c c i ó n d e u n a p e t i t o . En la mayoría de los apetitos se sigue cierto placer, pues o acordándose de que los alcanzaron, o esperando que los conseguirán, se goza de algún placer; así los que en las fie bre? están dominados por la sed, gozan o acordándose de que bebieron o esperando qué han de beber. Y los enamora dos gozan hablando y escribiendo (122) y haciendo siempre 20 algo acerca del amado, pues en todo esto, acordándose, les parece como que sienten al amado. Y para todos es ese el comienzo del amor, cuando no sólo gozan con el amado presente, sino que de él se acuerdan cuando está ausente y les, nace pena de que no esté presente, e igualmente hasta 25 en los padecimientos y lágrimas resulta cierto placer, pues la pena está en la carencia, pero el placer en el recuerdo y ver de algún modo a aquél, y lo que hacía, y cómo era, y por eso con razón se ha dicho [II. X X III 108, Od. IV 183]: «Así dijo y a todos ellos se les levantó el deseo de llorar.» P l a c e r d e v e n g a r s e . También el vengarse es placentero, porque aquello que 30 es doloroso no alcanzar, alcanzarlo es placentero; y los ira cundos sufren insuperablemente cuando no se vengan, mas con la esperanza de ello gozan. P l a c e r d e v e n c e r . Y el vencer es agradable, no sólo para los malos perde dores, sino para todos; pues es imaginación de superiori dad, lo cual todos desean con menor o mayor empeño. Pues to que vencer es agradable, es forzoso que sean plácente- 35 I 11 61 t o s los juegos, lo mismo los de lucha que los de disputa, pues en ellos muchas veces sucede vencer (123), y también 1371 a los juegos de tabas y pelota y dados y damas (124). Y lo mismo en los juegos con esfuerzo, pues unos son placenteros si uno está acostumbrado, y otros son inmediatamente agradables, como la caza con perros y demás clases de caza, 5 pues donde hay competencia hay v;ctoria. Por eso la ora toria forense y de disputa es placentera para los que están acostumbrados y son hábiles. P l a c e r e n e l h o n o r . Y el honor y buena fama están entre las cosas más pla centeras, porque cada uno imagina que es tal y buena per- xo sona, y más cuando lo dicen quienes considera que dicen verdad. Tales son los cercanos más que los alejados, y los compañeros y conciudadanos, que los extraños, y los pre sentes, que los futuros, y los discretos, que los necios, y los muchos, que los pocos; pues es más verosímil que los tales digan la verdad que los contrarios, puesto que a los que 15 uno desprecia mucho, como niños o animales, nada le im porta de la estimación o juicio de ellos, al menos en cuanto a opinión, si bien podemos tenerlos en cuenta por otra causa. P l a c e r e n e l a m o r , e t c . También la persona querida es de las cosas placenteras, pues amar es cosa agradable (ya que nadie es aficionado al vino si el vino no le gusta), y también ser correspondido es placentero; también ahí existe imaginación de ser uno mis- 2# mo bueno, lo cual todos los que sienten desean; pues el ser objeto de amor es ser amado uno mismo por causa de sí. E l ser admirado es también agradable por el hecho mismo de recibir honor. Y también el ser adulado y el adulador son cosa agradable, pues aparente admirador y aparente I 11 62 amigo es el adulador. Y el hacer lo mismo muchas veces es placentero, pues lo acostumbrado lo contábamos entre lo agradable [1369 b 16]. Y el cambio es agradable, pues el cambio vuelve hacia la naturaleza, ya que lo mismo repe tido siempre causa exceso de un hábito establecido. De donde se dice [Eur. Or. 234]: «El cambio de todas las cosas es dulce» (125). Por eso también lo que es de vez en cuando es agradable, lo mismo hombres que cosas, pues el cambio saca del pre sente; y a la vez es raro lo que es a intervalos. P l a c e r e n e l a d m i r a r y a p r e n d e r . Y aprender y admirar es agradable la mayoría de las veces; pues en el admirar existe deseo, de manera que lo admirable es deseable, y en el aprender existe la vuelta a lo natural. P l a c e r e n e l b e n e f i c i o . Hacer beneficio y recibirlo es de las cosas agradables; recibir un beneficio es alcanzar lo que se desea; hacer bien, poseer y ser superior, las cuales dos cosas se desean. Pues por ser agradable hacer beneficio, también corregir a los prójimos es agradable para los hombres, y completar lo in completo (126). P l a c e r e n l a i m i t a c i ó n . Puesto que aprender es agradable y admirar también, es preciso también que sean agradables cosas tales como lo imitativo (127); así la pintura y estatuaria, y la poesía, y todo lo que está bien imitado, aun cuando lo imitado no sea placentero, pues no es el goce sobre ello mismo, sino que hay un razonamiento de que esto es aquello, de ma- 30 35 1371 b I 11 63 ñera que resulta que se aprende algo. Y son agradables las 10 peripecias y el haberse salvado por poco de los peligros, pues todas estas cosas son admirables. P la c er e n lo s e m e ja n t e . Y puesto que es placentero lo conforme a naturaleza, y los afines son entre sí conformes a naturaleza, todas las co sas congéneres y semejantes hallan entre sí agrado casi siempre, así el hombre con el hombre, y el caballo con el caballo, y el joven con el joven. Por lo cual se dice los re- 16 franes como «cada uno disfruta con el de su edad», y «siem pre se busca al semejante» [Odisea XVII 218], y «siempre conoce una fiera a la otra», y «el cuervo junto al cuervo por cierto», y otros semejantes a éstos [cf. Epicarmo 5 Diels- Kranzj. P la c e r e n l a p r o p ia e s t im a c ió n . Puesto que todo lo semejante y congénere de uno mis mo es agradable, y cada uno experimenta agrado tal ante todo de sí mismo (128), resulta necesariamente que todos tienen amor de sí mismos, en mayor o menor grado, pues 20 todas las semejanzas existen de modo especial con uno mismo. Puesto que todos se aman a sí mismos, es necesario también que lo propio sea placentero para todos, por ejem plo las obras y palabras. Por eso hay aficionados a los adu ladores en general y aficionados a [enamorados y] honores y a tener hijos, pues obra propia son los hijos. También es placentero completar las cosas incompletas, pues se con- 25 vierten ya en obra de los tales que las terminan. P la c e r e n e l m a n d o . Y puesto que mandar es agradabilísimo, también el pa recer sabio es cosa placentera, pues el tener prudencia es cosa de mando, y, por otra parte, la sabiduría es conocer
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