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Aristoteles Retorica-páginas-81

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II lé 129
como de lo útil desprecian el buen parecer. Y son difíciles 
para la esperanza, por causa de su experiencia, pues la ma- 5 
yoría de las cosas salen mal, ya que todo en general va a 
lo peor, y además por causa de su cobardía. Y viven más 
con la memoria que con la esperanza, porque de la vida lo 
que les queda es poco y lo pasado mucho, y la esperanza 
es del futuro, mas la memoria del pasado. Lo cual es causa 
de su charlatanería, pues pasan su tiempo hablando del 10 
pasado, porque con los recuerdos gozan. Y sus enojos son 
agudos, pero débiles, y sus pasiones, las unas los han aban' 
donado, las otras son débiles, de manera que no son apa­
sionados ni obran según las pasiones, sino según su prove­
cho. Por eso parecen temperantes los que son de tal edad, 
pues sus pasiones han cedido y ellos sirven al provecho. Y ib. 
viven más conforme a cálculo que conforme a su carácter, 
porque el cálculo es de lo que conviene y el carácter es de 
virtud. Y sus faltas las cometen por maldad, no por inso­
lencia. Compasivos lo son los viejos también, mas no por 
la misma razón que los jóvenes, pues los unos lo son por 
humanidad, los otros por debilidad, ya que creen que todo 20 
está cerca de pasarles, y ésto era, decíamos [1386 a 24, 29], 
lo propio del compasivo. Por lo cual son llorones (62) y no 
alegres ni risueños, ya que el llorón es lo contrario del 
risueño.
De los jóvenes y de los viejos tales son los caracteres, 
de modo, pues, que según se admiten todos los discursos 20 
dirigidos al carácter de los oyentes y adecuados, bien claro 
está cómo quienes de los discursos se sirven habrán de pre­
sentarse ellos mismos y sus discursos.
3) C a r á c t e r d e l h o m b r e m a d u r o . i 4
Los que están en la plenitud es evidente que estarán 
por su carácter entre éstos, quitando de unos y otros el ex­
ceso: ni demasiado confiados (porque eso es la temeridad), 30
II 15 130
ni demasiados temerosos, sino en buen ánimo para lo uno 
y para lo otro; ni fiándose de todos ni de todos desconfian­
do, sino más bien juzgando conforme a lo verdadero; y no 1390 b 
viviendo sólo para el bien ni sólo para lo útil, sino para 
ambas cosas; ni tampoco para el ahorro ni para la prodi­
galidad, sino para lo adecuado. De modo semejante en lo 
que se refiere a la pasión y a la concupiscencia. Y son tem­
perantes con valor y valientes con templanza. Así, pues, 
entre los jóvenes y los viejos se distribuyen estas cualida- 5 
des de modo que los jóvenes son valerosos e intemperantes, 
los viejos temperantes y cobardes. Por decirlo en general, 
cuanto de bueno se reparte entre la juventud y la vejez lo 
poseen los que están en la madurez, y lo que tienen unos y 
otros de exceso o de defecto, de esto tienen lo moderado y 
adecuado. ' 10
El cuerpo está en la flor desde los treinta años hasta 
los treinta y cinco, y el alma alrededor de los cuarenta y 
nueve (63).
Acerca de la juventud y la vejez y la plenitud y los ca­
racteres de cada edad, quede esto dicho.
b ) D e l o s c a r a c t e r e s e n r e l a c i ó n c o n l a f o r t u n a . 15
Acerca de los bienes que proceden de la fortuna, al me­
nos por cuáles de ellos ciertos caracteres resultan en los 15 
hombres, digamos a continuación:
1) N o b l e z a .
Carácter de nobleza es que el que la posee sea ambicio­
so, pues todos, cuando algo poseen, tienden a acrecentarlo, 
y la nobleza es un honor por los antepasados. Y también 
tienen tendencia a ser despreciativos, aun de los semejantes 20 
a los propios antepasados, porque de lejos las mismas co­
sas son más honrosas y propias para jactarse que de cerca.

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