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1 La Arqueología por primera vez María Cecilia Manrique Torres 27/01/2016 Los túmulos de Thomas Jefferson Siempre he tenido un particular interés por conocer más acerca de la historia personal de los llamados Padres Fundadores, los hombres que hicieron posible la formación de los Estados Unidos como país libre. Por un azar del destino una lectura es asignada en una clase: la materia, Arqueología, el libro El Primer Americano de C.W.Ceram. Como era de esperarse la lectura resulta fascinante, inesperada y particularmente reveladora. El protagonista se devela de inmediato: Thomas Jefferson es su nombre y su más grande afición, lo que se conocerá como Arqueología en el futuro. El destacado político no es experto sino aficionado pero su pasión por el tema lo conduce necesariamente al éxito. Jefferson, sin proponérselo, traza el camino para lo que será el método de excavación estratigráfico, es decir, la deducción a partir de las posiciones de los estratos que determinará la edad cronológica de todo lo que se encuentre en ellos. Con sus excavaciones en los túmulos, Jefferson intuyó acertadamente la relevancia de ir capa por capa y de documentar cada capa con sus artefactos por separado. Usando esta metodología el novel arqueólogo realiza una descripción minuciosa del sitio revelando con asombrosa precisión los detalles más dramáticos de su hallazgo: “Empecé (…) por cavar superficialmente en varios lugares del túmulo y a profundidades diversas, entre los 15 y 19 cm, y topé con montones de huesos humanos…” (Ceram, p.21). La genialidad de este hombre pareciera estar concentrada en su afinada curiosidad dirigida por una disciplina metódica con rigurosidad científica que le proveyó de las herramientas necesarias para llevar a feliz término una tarea como tantas otras cruzadas extraordinarias que se propuso en su vida. La historia de la Arqueología no le da un sitial de honor por aquel encuentro fortuito a la final, pero algunos de renombre han reconocido su valor y su posición vanguardista frente al tema de la Estratigrafía como método de excavación arqueológico eficaz. Jefferson se comporta como un verdadero científico dando un paso a la vez en sus 2 procedimientos. La observación del terreno, acompañada de una reflexión profunda lo llevan a reconocer la relevancia de excavar en los túmulos aun cuando por detrás de su decisión hay cierto escepticismo con respecto al tema de los monumentos indios y su autenticidad. Ceram advierte con un fervor entusiasta que lo que le importará a la arqueología de ahora en adelante no es lo que norteamericano descubrió sino la forma en que lo hizo, la manera como llegó a las conclusiones en el mismo terreno considerando dos aspectos sustantivos para la Arqueología como son el tiempo y la evolución. En el cuaderno de campo de Jefferson las notas del hallazgo siguen un orden: el número de huesos; la posición de cada uno; la presencia de los estratos diferentes; el hecho curioso que los estratos de una parte del túmulo no se corresponden exactamente con los de otra parte cualquiera; los grados de alteración diferentes de los huesos en cada estrato donde se da cuenta que eso indica que corresponden a fechas diferentes de inhumación; haber encontrado huesos de niños. Y es esta serie de datos los que le dan a Jefferson el toque de genialidad que lo catapulta, sin saberlo, al éxito arqueológico porque acaba de sentar las bases para el desarrollo del método estratigráfico. Tanto así que es él quien lo “nombra” por primera vez como tal cuando utiliza reiteradas veces el vocablo estrato en lugar de capa, de donde se derivará el nombre del método de excavación tiempo después. Muy a pesar de toda esta extraordinaria coincidencia, de toda esta práctica de aficionado que da con los resultados correctos, Thomas Jefferson es el gran ausente en los anales de Arqueología. Solamente Sir Mortimer Wheeler, contemporáneo excavador en Inglaterra y la India reconoce su importancia y la de su trabajo como arqueólogo: “…describe el estado del túmulo en función de su ambiente natural y de las evidencias de ocupación humana…” (Ceram, p.23). El hecho que Jefferson haya descubierto restos humanos trae a colación obligada la cuestión del primer americano, asunto al que también responde el político con adelantada precisión argumentando que este primer hombre pudo haber venido de Asia por los caminos del Norte, pero la demostración de su razón llevará años de discusión y serán otros los que confirmarán su posición. José María Cruxent y el Poblamiento Temprano Nos habíamos quedado en el deseo por confirmar la ruta por la llegó el primer americano y cuándo llegó. En Venezuela quien se ha ocupado de demostrar ese evento fue 3 el explorador y arqueólogo J.M. Cruxent, español de origen y venezolano de vocación; este ilustre investigador emprendió también una cruzada arqueológica con el fin de demostrar el momento más preciso del poblamiento temprano en suelo americano. Para ello realizó excavaciones y extraordinarios descubrimientos en los famosos yacimientos de El Jobo, Muaco y Taima-Taima, todos ubicados en las cálidas tierras falconianas. Estas excavaciones llevaron a Cruxent y a su equipo a “elaborar una detallada cronología de los yacimientos arqueológicos en Venezuela…” (Morón, p.3), así como también a establecer una división de los períodos prehistóricos venezolanos como son el Mesoindio (5.000 a.C.- 1.000 a.C.); el Neoindio (1.000 a.C.-1.500 d.C.) y el Indohispano (1.500 a.C.-hasta el presente). Para sustentar toda esta propuesta, Cruxent, al igual que Jefferson, realiza minuciosas y exhaustivas excavaciones que demuestren sus argumentos. Así reseña y registra todos los testimonios cerámicos y líticos que dan fe de sus afirmaciones. Los describe, los dibuja y los clasifica estableciendo las áreas de localización y los distintos órdenes o períodos a los que pertenecen: Saladoide, Barrancoide, Dabajuroide, Tocuyanoide, Arauqinoide, Ocumaroide, Tierroide, Memoide y Valencioide. La tenacidad y la rigurosidad científica permiten a Cruxent, como se lo permitieron a Jefferson en su momento, documentar manifestaciones de arte rupestre en tierras venezolanas, material que es debidamente registrado para su estudio más detallado y que constituye otra evidencia del poblamiento temprano, ocurrido, según la posición cruxentana, entre 15.000 o 20.000 a. C. En Falcón se tiene registro de 20 estaciones de petroglifos, con una estación más ubicada en Pecaya, municipio Sucre, de pintura rupestre. Todas estas manifestaciones de presencia humana están impregnadas de espiritualidad ancestral, hecho reconocido y exaltado por Morón cuando advierte sobre la importancia de la cerámica tradicional, la huella eterna del artesano en la “evolución natural del arte” y la innegable amalgama entre tradición y modernidad visibilizada en cada pieza modelada con las técnicas tradicionales y la chispa de la modernidad.