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IIIDOM MISERICORDIA

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III DOMINGO DE PASCUA
Paz y bien estimadas estudiantes: Jesucristo resucitado se hace presente verdaderamente entre nosotras; está hoy en medio de nuestra comunidad. Lo reconocemos en nosotras mismas, en su palabra que alienta e ilumina el momento que estamos viviendo, en tantas personas que se entregan en ayuda y servicio generoso a favor de los enfermos, de los pobres, de las personas que viven solas. Iniciamos nuestra oración: 
En el nombre del Padre y del y del Espíritu Santo. Amén.
Lectura del Evangelio según san Juan
“Aquel mismo día dos discípulos se dirigían a un pueblecito llamado Emaús, e iban conversando sobre todo lo que había ocurrido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se les acercó y se puso a caminar con ellos, pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran”.
Él les dijo: «¿Qué es lo que vienen conversando en el camino?» Ellos se detuvieron, con el semblante triste, y Cleofás, le respondió: «¡Tú eres el único forastero que ignora lo que pasó en estos días!». «Lo referente a Jesús, el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y en palabras delante de Dios y de todo el pueblo, y cómo nuestros sumos sacerdotes y jefes lo condenaron a muerte crucificándole. Nosotros esperábamos que fuera él quien librara a Israel. Pero ya van tres días que sucedieron estas cosas. Algunas mujeres que fueron temprano al sepulcro no hallaron su cuerpo y volvieron diciendo que se les había aparecido unos ángeles, asegurándoles que él está vivo. Jesús les dijo: «¡Hombres duros de entendimiento, ¡cómo les cuesta creer todo lo que anunciaron los profetas!... Cuando llegaron cerca a Emaús, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba». El entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron. Y se decían: «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». En ese mismo momento, se pusieron en camino y regresaron a Jerusalén y dijeron a los discípulos: «Es verdad, ¡el Señor ha resucitado y se apareció a Simón!». . Palabra del Señor. Gloria a Tí Señor Jesús
Al reflexionar este episodio vemos el ánimo de los dos discípulos y nos damos cuenta que muchas veces estamos en la misma situación. Con cuanta frecuencia nos encontramos profundamente decepcionadas y desorientadas por los eventos que pasan a nuestro alrededor, la frecuencia con la que nos enojamos y frustramos como ellos. La resurrección parece algo imprecisa, que realmente no me llena de esperanza. Aún, todavía, sentimos el profundo anhelo de conocer a Jesús, de quién hemos esperado sea la luz de nuestra vida, dándole dirección y sentido.
Como vemos esta historia ofrece una rica imagen de oración para nosotras. Empiezas por ti misma, probablemente desesperanzada, si la vida ha ido mal. Jesús viene silenciosamente; le das la bienvenida y le cuentas tu historia. Él escucha atentamente y luego arroja luz sobre lo que te ha estado molestando. La amistad crece y al final de la oración no quieres que se vaya, pero tú sabes que siempre te estará cuidando y se encontrará contigo cada mañana. Por eso juntas cada mañana podemos rezar diciendo: “Quédate conmigo, Señor, porque atardece y el día está por acabar”. Amén
Nos unimos en oración y respondemos a nuestras peticiones diciendo: R/ Quédate conmigo Señor.
Por toda nuestra comunidad, para que, caminando al paso de la humanidad, sepamos llevar a todos la esperanza gozosa de la resurrección en Cristo. Roguemos al Señor. Quédate conmigo Señor.
Por los que viven sin fe, los que caminan sin esperanza, decepcionados, como los dos de Emaús, para que el Señor Jesús camine junto a ellos, abra sus ojos y encienda sus corazones. Roguemos al Señor. Quédate conmigo Señor.
Por cada una de nosotras reunidas en comunidad, para que seamos capaces de reconocer a Cristo en el prójimo que camina a nuestro lado, en la sagrada Escritura y en la Eucaristía. Roguemos al Señor. Quédate conmigo Señor.
Elevamos nuestras manos a Dios nuestro Padre y decimos juntos: Padre Nuestro…
OREMOS
Como tus apóstoles, Señor, caminamos entre certezas y dudas. Te vemos, te sentimos, pero no acabamos de darte toda nuestra confianza. Tú nos conoces, Señor, y, como a ellos, te pedimos que nos sigas dando muestras de tu presencia y cercanía, que sigas caminando con nosotras, que sigas comiendo en nuestras mesas, que nos sigas calentando el corazón. Señor, sin tu ayuda, no podremos seguirte. Si tú no nos “abres el entendimiento”, no podremos conocerte. Quédate con nosotras Señor. Amén.
Yo te saludo ¡Oh colegio Amado! Feliz hogar de amor y de paz. En cuyo lábaro por privilegio airosa brilla nuestra Rosa del Perú (bis) 
Dentro tus aulas la luz hemos hallado. Que nuestras mentes al sol hace brillar. Y tu vida nunca habrá terminado Por donde quiera nos toque caminar. Por el saber que tú nos has entregado un nuevo mundo debiéramos lograr ¡Oh, colegio sin igual! Prometemos llevar muy en alto tu nombre en la verdad. (bis) 
Ante la patria nuestro deber sagrado es el aliento que nos impulsa a actuar Conservando nuestra alma inmaculada Seremos si cristianas de verdad. En un momento tal vez hoy ignorado. Tus enseñanzas nos toque practicar y en tu recuerdo encontrar, la alegría de vivir, y también la alegría de triunfar. (bis)
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