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ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA ARGENTINA TOMO 2 ACTAS DEL V° CONGRESO NACIONAL DE ARQUEOLOGÍA HISTÓRICA CONICET Consejo Nacional de Investigaciones, Ciencias y Técnicas. Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva. Presidencia de la Nación. CENTRO DE ARQUEOLOGÍA URBANA Instituto de Arte Americano e Investigaciones Estéticas “Mario J. Buschiazzo” Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo Universidad de Buenos Aires. PATRIMONIO E INSTITUTO HISTÓRICO Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. INDICE TOMO II Simposio: Arqueología e historia de ciudades del siglo XVI Cristina Prieto Olavarría; La presencia indígena en la ciudad de Mendoza en los silgos XVI y XVII. Análisis desde la evidencia cerámica y etnohistórica. 9 Alejandro Gámez Mendoza, Matilde Arnay de La Rosa y Guacimara Ramos Pérez; Estudios de Arqueología Moderna y Bioantropología en la Ciudad de Santa Cruz de Tenerife. 40 Horacio Chiavazza, Cristina Prieto y Valeria Zorrilla; Procesos sociales y ambientales en el sector urbano de Mendoza entre los siglos XIV-XVII. 63 Alejandro Gámez Mendoza, Matilde Arnay de La Rosa y Guacimara Ramos Pérez; La Arqueología postconquista en Canarias. Historia de un abandono. 101 Lucía Sánchez de Bustamante y Salvador Guilliem Arroyo; Tlatelolco: el Imperial Colegio de la Santa Cruz y la República de Indios. 126 Adolfo Omar Cueto; Las ciudades en Cuyo: su complejo proceso fundacional. 150 Simón Urbina Araya y Leonor Adán Alfaro; La ciudad de Valdivia y su jurisdicción: elementos para una Historia Indígena en el período Colonial Temprano (ca. 1544-1606) 175 Africanos y afroamericanos en la arqueología de América Carlos N. Ceruti; Avatares de la colección arqueológica del Arroyo Leyes (Depto. Garay, Provincia de Santa Fe, Argentina) o la objetividad científica puesta a prueba. 207 Gustavo Javier Giménez; Registros, relatos y hallazgos. Vestigios de la religiosidad afro en el Buenos Aires rosista. 236 Carlos N. Ceruti, Javier N. Gelfo y Ana Igareta; Posibles representaciones de fauna africana en las colecciones del Arroyo Leyes (provincia de Santa Fe, Argentina). 261 La(s) arqueología(s) histórica(s) en Sudamérica y su trascendencia sociopolítica Ulises Adrián Camino; San José de Flores, su evolución urbana de pueblo a barrio de mega ciudad, desde una perspectiva sistémica global. 281 Isabela Soraia Backx Sanabria; Arqueologia Brasileira: Memórias Importantes para a Compreensão de seu Desenvolvimento. 299 Ruth Alison Benítez; La importancia del desarrollo de la Arqueología en Paraguay. “Cuando los escritos faltan, las piedras hablan”. 327 Alex San Francisco Araya; La arqueología del capitalismo y la minería en el norte de Chile. 338 Federico I. Coloca y Juan Pablo Orsi; Identidades ocultadas. La arqueología histórica y los grupos subalternos de San José de Flores. 346 Estado actual de los estudios de objetos de vidrio en la arqueología histórica argentina Daniela Noemí Ávido; Los materiales vítreos del sitio La Elvira (Virrey del Pino, La Matanza, Pcia. de Buenos Aires). 373 María Soledad García, M. Fernanda Alonso, Melisa Auge, Milagros Aventín Moretti, Josefina Haidar y Pilar Martínez; “Empinando una limeta”. Análisis del material vítreo del sitio El Santuario I, partido de Magdalena (Buenos Aires). 392 Aniela R. Traba; Sobre la salud y lo cotidiano en el “Sanatorium Flores” (Buenos Aires, 1899-1969). Abordaje desde los artefactos vítreos. 412 Estudios de materiales cerámicos "tradicionales" y "avanzados" Fernanda Codevilla Soares; Dishes from Palácio do Governo de Santa Catarina, Brazil. 435 Fabián Letieri, Gabriel Cocco, Guillermo A. De la Fuente, Héctor Meletta y Carolina Alberico; La variabilidad y complejidad artefactual de la producción alfarera procedente del área de estudio correspondiente al primer asentamiento europeo en la cuenca del Río de La Plata: Fuerte Sancti Spiritus (1527-1529): un abordaje interdisciplinario. 464 Daniel J. Valencia Cruz; La producción de cerámica en una locería del siglo XVIII en Querétaro, México. 491 F. Zorzi, A. Agnolin, M. E. Crespo, M. Ruesta y L.Sosa; Consideraciones sobre algunas piezas de cerámica utilitaria en la Buenos Aires del siglo XVII. 517 Arqueología del conflicto Mariano Ramos; Una de “Las Arqueologías”: la “del conflicto” o “de la violencia”. Aspectos teóricos y epistemológicos. El caso de la Guerra del Paraná. 539 Juan B. Leoni, Lucas H. Martínez y María A. Porfidia; Arqueología de la batalla de Cepeda, 1859 (Partido de Pergamino, Prov. de Buenos Aires): metodología, expectativas arqueológicas y primeros resultados. 571 Fabián Bognanni, Emanuel Montanari y Carlos Landa; Del cielo al suelo: análisis espacial acerca de la batalla de La Verde (1874). 595 Arqueología en la industria: la actividad de los trabajadores en el registro material Daniel Schavelzon y Ana Igareta; Arqueología de los Talleres Vasena y la Semana Trágica en Buenos Aires. 615 Horacio Chiavazza; Trabajadores en el registro arqueológico: producción y materialidad en contextos del siglo XIX (Mendoza, Argentina). 626 María Amanda Caggiano; Abriendo surcos: las atahonas de Chivilcoy. 648 Daniel Schávelzon y Ricardo Orsini; Las Espitas, y de cómo abrir un barri sin que se note: Hallazgos en rescates en la arqueología de Buenos Aires. 662 Apéndice Patricia Frazzi; Lineamientos básicos para la conservación y restauración de patrimonio arqueológico histórico. 671 SIMPOSIO Arqueología e historia de ciudades del siglo XVI Coordinadores Horacio Chiavazza y Carolina Rivet La presencia indígena en la ciudad de Mendoza en los silgos XVI y XVII. Análisis desde la evidencia cerámica y etnohistórica Cristina Prieto Olavarría1 Resumen Las investigaciones desarrolladas en diversos predios del Área Fundacional de Mendoza han permitido recuperar abundante evidencia material de los grupos indígenas que habitaron el valle de Mendoza desde mediados del siglo XV hasta fines del XVII. En este acotado período las poblaciones locales, conocidas como huarpes, estuvieron sometidas a la dominación inca y española. Desde la arqueología, específicamente a partir de los estudios de la cerámica manufacturada por los indígenas, la cerámica Viluco, hemos aportado a la comprensión del origen y desarrollo de esta cultura, sobre la producción y función de la cerámica, y respecto a las relaciones sostenidas entre los huarpes y los grupos imperiales. En este trabajo reflexionamos sobre la producción y función que cumplió la alfarería Viluco en esta área del valle de Mendoza durante los siglos XVI y XVII, cuando los huarpes fueron sometidos al sistema de encomienda y varios de estos grupos se asentaron junto a los españoles en la incipiente ciudad de Mendoza. La evidencia de vasijas con atributos estilísticos incaicos junto con objetos europeos ligados al prestigio en contextos de la vida cotidiana, nos llevan a reflexionar sobre la construcción de la nueva identidad indígena en los primeros siglos de la colonia Palabras clave: Mendoza, colonia, etnia Huarpe, cerámica indígena, nuevas identidades. Abstract The research conducted in various properties of the Área Fundacional of Mendoza have recovered abundant material evidence of indigenous groups that inhabited the valley of Mendoza between the mid-fifteenth century until the late seventeenth. In this limited period the local population, known as huarpes, were subjected to two imperial powers, Inca and Spanish. From archeology, specifically based on the study of the native ceramic, Viluco pottery, we have contributed to understanding the origin and development of this culture, the production and pottery function and sustained relationships between the huarpes and the imperial groups. In this paper we reflect on the production and function of Viluco ceramic found in the Mendoza valley in the context of the sixteenth and seventeenth, when huarpes are submitted to the encomienda system and several ofthem lived with the Spanish in the new city of Mendoza. The evidence of Viluco vessels with inca stylistic attributes whit european objects associated with the prestige in contexts of everyday life, lead us to reflect on the construction of the new Indian identity in the early centuries of the colony. Key Word: Mendoza, colony, Huarpe ethnicity, native pottery, new identities. 1 CONICET, Instituto de Arqueología y Etnología, Facultad de Filosofía y Letras Universidad Nacional de Cuyo - Centro de Investigaciones Ruinas de San Francisco. Municipalidad de Mendoza. cristiprieto@gmail.com Presentación A partir de los estudios arqueológicos realizados en el Área Fundacional de la ciudad de Mendoza se ha recuperado un gran cúmulo de evidencia material que ha permitido investigar el pasado humano en el valle desde hace aproximadamente 2.000 años AP. Las investigaciones realizadas desde el Centro de Investigaciones Ruinas de San Francisco (CIRSF), dirigidas por el Dr. Horacio Chiavazza, han profundizado el conocimiento de este sector del valle a partir de la excavación de diversos puntos arqueológicos. Su ubicación en un ecosistema apto para al establecimiento de poblaciones que practicaron la agricultura y su cercanía a ciénagas ricas en recursos los hacen buenos casos de estudio para evaluar los procesos vividos por las poblaciones indígenas a partir de la llegada de los imperios Inca y español (Chiavazza y Prieto 2001). La abundancia de cerámica Viluco en el Área Fundacional ha permitido analizar desde la arqueología la presencia huarpe en el valle de Mendoza en contextos datados entre los siglos XV y XVII (Chiavazza 2005; Prieto Olavarría 2010a, 2010b; Prieto Olavarría y Chiavazza 2009, 2010). Esta alfarería es el material diagnóstico al momento de definir las ocupaciones de grupos locales durante el período de dominación Inca y colonial en el sur de San Juan, norte y centro de Mendoza. Su presencia en cementerios coloniales indígenas en los valles de Uco-Jaurúa, Mendoza y en contextos domésticos en diversos ecosistemas del norte de Mendoza (noreste árido, piedemonte, piedemonte alto y precordillera), ha llevado a caracterizar este conjunto desde la primera mitad del siglo XX. En las primeras investigaciones se enfatizó el tema del origen de esta cerámica y las influencias foráneas presentes en su manufactura (Boman 1920; Canals Frau 1946; Rusconi 1962). Posteriormente Lagiglia (1978) definió la Cultura Viluco y en base a las influencias estilísticas de la cerámica y otros datos contextuales propuso dos fases de desarrollo cultural. En las últimas décadas creció el interés por caracterizar tecnológica y tipológicamente este conjunto cerámico y se ha definido con mayor precisión el origen y desarrollo de Viluco en base a sus atributos y contextos de asociación (García 1996; Cahiza 2001; Ots 2007; Prieto y Chiavazza 2009, 2010; Prieto Olavarría 2010a, 2010b). A partir de la investigación centrada en la definición de los estilos tecnológicos de la cerámica Viluco, su producción y función, fue posible hacer aportes a la comprensión de la organización social huarpe, su movilidad y las relaciones sostenidas con incas y españoles (Prieto Olavarría 2010a). La profundización en el conocimiento de las prácticas de manufactura alfareras y la contextualización en su marco histórico y social, marcado por el ingreso de dos imperios al área, nos lleva a pensar sobre el rol que cumplieron estos objetos dentro de una sociedad local diezmada por el nuevo de sistema de trabajo impuesto, la encomienda, y la transformación de los contextos de uso, consumo de las vasijas que condujo a la incorporación de nuevas tecnologías. Desde esta perspectiva, el objetivo de este trabajo es reflexionar sobre la presencia de grupos indígenas en la ciudad de Mendoza durante los siglos XVI y XVII, a partir de la evidencia etnohistórica y arqueológica. Nos centramos en los estudios documentales abordados por historiadores y arqueólogos, y en los materiales y contextos de los puntos arqueológicos Ruinas de San Francisco (RSF), Alberdi e Ituzaingó (AeI) y Edificio Plaza Huarpe (EPH). Desde esta evidencia sugerimos ideas sobre la producción alfarera indígena, la apropiación de la mano de obra artesanal, la incorporación de nuevas tecnologías y la pervivencia de otras incorporadas durante el incario, aspectos que dan luces sobre la construcción de las nuevas identidades que se desarrollaron a partir de la imposición de un sistema que llevó a la desestructuración social, política y económica de estos grupos. Marco conceptual El marco conceptual desde el que abordamos el estudio cerámico permite comprender al conjunto artefactual en su marco histórico y social, marcado por el ingreso de incas y españoles. Entendemos la tecnología como un fenómeno cultural dinámico e integrado a las manifestaciones sociales de cada grupo humano, involucrando todos los procesos de acción sobre la materia (Lemonnier 1992). En base a esto basamos el análisis en la definición de las elecciones tomadas por los artesanos en el proceso de manufactura (desde la preparación de las pastas, la elaboración de las formas, hasta la decoración y la cocción) aspectos que están regidos por el conocimiento tradicional, la disponibilidad de las materias primas y el contexto sociocultural de los artífices (Dietler y Herbich 1998). Las opciones adoptadas por los artesanos son el resultado del proceso de aprendizaje tradicional y de la interacción social, los que afectan los contextos de producción y consumo de las vasijas, por lo cual el estilo es un fenómeno politético, donde los diferentes componentes no reflejan los mismos aspectos culturales, ya que estos pueden surgir de procesos muy distintos debido a los fenómenos de contacto y cambio en los contextos de uso y consumo (Gosselain 1998). Para nuestra perspectiva de análisis y al período comprendido, es relevante la investigación realizada por López en la Quebrada de Humahuaca, ya que se centra en el estudio de la evidencia material del período de contacto hispano indígena, especialmente del registro cerámico (López 2006). La autora incorpora al análisis la evidencia material los datos etnohistóricos con el objetivo de plantear hipótesis relacionadas con la funcionalidad y significado de la cerámica recuperada en contextos arqueológicos de los siglos XVI y XVII, considerando su rol en el nuevo estado de situación o el proceso de etnogénesis en desarrollo (López 2006). Básicamente postula que durante los procesos de etnogénesis ocurridos en la Quebrada de Humahuaca en el período de contacto se presentan en la cerámica representaciones figurativas y geométricas que habrían estado ligadas tanto a lo incaico como a lo que denomina “imágenes post contacto” luego del ingreso español (López 2006: 194). En este sentido, la representación de un adorno de prestigio incaico como el topo en grandes fuentes destinadas a los convites como la hallada en La Huerta, evidenciaría que en las relaciones sostenidas entre los indígenas y los españoles, los primeros adoptaron símbolos relacionados con el imperio Inca como forma de identificación con ese grupo. Desde esta perspectiva, contextos donde se asocian objetos con imágenes asociadas al mundo inca (topo, estrellados concéntricos, zigzags, ajedrezados), elementos de prestigio incaico (topos, vinchas, cerámica Inca provincial) y español (como las cuentas Aggri Perlen que fueron relevantes en las redes de intercambio con los indígenas durante los primeros años de la conquista), serían manifestación del “surgimiento de nuevos actores sociales, lo que algunos autores denominan etnogénesis (Bawden 2005) a través de una cultura material vinculada a ellos que, junto al fenómeno de resistencia, articularía ambos mundos, cosmovisiones y esquemas de representación en un nuevo contexto histórico” (López 2006: 194). Si bien la cerámica y contextos arqueológicos recuperados paraeste lapso en Humahuaca no tienen directa relación con la evidencia de Cuyo, existen elementos de la cultura material europea y herramientas de dominación aplicadas por los españoles que fueron empleadas más allá de la distancia. Por otra parte, en base a nuestras investigaciones de la cerámica indígena hemos detectado que ciertos atributos tecnológicos y plásticos fueron parte de las estrategias de los grupos locales para connotar aspectos relacionados con la pertenencia a grupos de identidad y que estaría ligados a la anterior dominación incaica (Prieto Olavarría 2010b, 2010c; Prieto Olavarría y Chiavazza 2010). Antecedentes. Hacia una reflexión sobre la presencia indígena local en la ciudad de Mendoza. Antecedentes generales. Los huarpes se asentaron entre el sur de la Provincia de San Juan hasta el centro de Mendoza (desde el río Jáchal-Zanjón hasta el río Diamante en Mendoza) y entre la cordillera de Los Andes por el Oeste y el río Desaguadero por el Este (Canals Frau 1946; Lagiglia 1978). Las dataciones obtenidas en las últimas décadas han posibilitado definir su rango cronológico entre mediados del siglo XV a fines del XVII, cuando se asentaron en el área los imperios inca y español (Bárcena 2001; Chiavazza 2005; Prieto Olavarría y Chiavazza 2010). Las investigaciones arqueológicas y etnohistóricas han estado ligadas desde el comienzo de los estudios en el área a principios del siglo XX y la propuesta más generalizada es la correlación entre los grupos huarpes y la Cultura Viluco (Canals Frau 1946; Lagiglia 1978; García 1996; Bárcena 2001; Cahiza y Ots 2005; Chiavazza y Prieto 2010). Los estudios desarrollados durante la primera mitad del siglo XX permitieron conocer los materiales rescatados de las excavaciones del cementerio de Viluco (Dpto. de San Carlos) y aunque se hicieron exhaustivas descripciones de los materiales indígenas de diversa procedencia y europeos, no se detallaron las asociaciones contextuales de las tumbas (Boman 1920). Posteriormente Rusconi (1961) aportó gran cantidad de información, incluido el rescate de las piezas del cementerio de Barrancas (Dpto. de Maipú) y desde una orientación difusionista intentó definir el desarrollo cultural de los huarpes. Fueron los trabajos de Canals Frau los que marcaron las principales líneas de interpretación sobre al origen y desarrollo de los huarpes. Desde una perspectiva histórico-cultural centró sus estudios en la etnohistoria, la lingüística y las complementó con el registro arqueológico. Planteó que estos grupos se asentaron en Cuyo desde la mitad del siglo XVI hasta su extinción en la primera parte del siglo XVIII. Consideró las influencias de varias culturas tales como ‘Tihuanaco’, Chincha e Inca. Enfatizó el origen huarpe de Viluco y no Diaguita como sostenía Boman (1908) y propuso que la cultura Viluco habría sido más elevada que otras del área debido al sedentarismo y la práctica agrícola influenciados por la dominación inca (Canals Frau 1946). Otro cambio de perspectiva fueron los trabajos de Lagiglia, que definió la Cultura Viluco en base al análisis contextual y la caracterización de los materiales extraídos de diversos cementerios de Mendoza y San Juan. Su organización tipológica de la cerámica Viluco fue fundamental para las posteriores investigaciones. Planteó que su origen y desarrollo habría estado marcado por diversas influencias debido a su pertenencia al Área Andina Meridional y que habrían pasado al área desde Chile Central: influjo proveniente desde la Puna de Atacama e influenciada por Tiwanaku Expansivo. Dividió la Cultura Viluco en dos períodos de desarrollo: ‘Viluco I’ (Antiguo) (1300 d.C. al 1450 d.C.) o desarrollo local con influencias de Chile central y ‘Viluco II’ (1450 d.C. al 1650 d.C), que integró las influencias incas, hispanas y araucanas (Lagiglia 1978). En los últimos años las investigaciones han permitido consensuar que la cerámica Viluco se comenzó a producir luego del ingreso incaico en Mendoza (García 1996; Cahiza 2001; Ots 2007; Prieto Olavarría y Chiavazza 2010). También se han realizado nuevas propuestas sobre la subsistencia de estos grupos. Contrariamente a lo planteado hasta hace pocos años, las recientes investigaciones postulan que los huarpes no eran grupos agrícolas, si no que desarrollaron una economía mixta (Cahiza y Ots 2005; Chiavazza y Mafferra 2007; Prieto y Chiavazza 2006), lo que se ajusta con el modelo propuesto inicialmente para estos grupos: agricultura en los valles del piedemonte; pesca y caza en las ciénagas y lagunas del norte mendocino; caza y aprovisionamiento de materias primas líticas en la precordillera y pampas altas; recolección en la llanura noreste (Prieto 2000 [1983]). Sobre la organización social huarpe, todos los autores proponen que se organizaban por línea paterna, mientras que sobre la organización política hay diversas propuestas. Canals Frau plantea que los huarpes establecieron una sociedad cacical, cargo que era heredado por el primogénito por línea masculina sin la existencia de caciques generales (Canals Frau 1946). Luego se planteó que estos grupos se encontraban en una etapa de organización social cercana a la conformación de señoríos, ya que la propiedad de la tierra y el derecho al uso del sistema de irrigación permitió que algunos caciques tuvieran más poder (Michieli 1983). Prieto postula la organización política en tribus ligadas por el parentesco (familias unidas patrilocales) y los caseríos eran gobernados por un jefe dueño de las tierras cultivables y los algarrobales (Prieto 2000 [1983]). Parisii por su parte, menciona la organización en jefaturas, definidas como unidades político administrativas de base social y económica que conformaban las jerarquías locales de poder (Parisii 2003). Un aspecto destacado es la elasticidad del sistema social huarpe que reconocía el lado paterno y materno de filiación, lo cual posibilitaba la movilidad de las personas entre grupos asentados en diferentes ecosistemas (Prieto 2000 [1983]). Ese sistema de organización cognática del parentesco2 y la bilocalidad habría sido la base para la introducción de los mecanismos de conquista que concluyeron con la enajenación de las tierras y la apropiación de la mano obra indígena (Parisii 2003). Esta idea ha sido criticada por García (1999) y propone que estas fueron situaciones coyunturales impulsadas por los grupos dominantes que requerían mano de obra y tierras, sin que influyera el sistema de organización indígena. Finalmente hay que destacar que la evidencia de los cementerios del centro y norte provincial han sido relevantes para definir la Cultura Viluco y los procesos ocurridos en el área de frontera hispano indígena entre los siglos XVI y XVIII en el valle de Uco-Jaurúa. Los contextos de los cementerios de Viluco, Agua Amarga, Barrrancas y Cápiz Alto se caracterizan la asociación de objetos de diversa procedencia ligados al prestigio indígena y europeo como por ejemplo: galones de algodón cobre y oro, medallas religiosas (una de San Ignacio), cuentas de vidrio entre las que destacan las Aggri Perlen3, puntas de lanzas de hierro y espuelas, alfileres o topo, pendientes, vasijas Viluco con atributos de la cerámica incaica y otras vasijas de diverso origen, adorno cefálico de bronce, collares con gran cantidad de conchas de molusco de origen Atlántico y Pacífico (Boman 1920; Lagiglia 1978, 1983; Durán y Novellino 2003) Las recientes investigaciones sistemáticas en el cementerio de Cápiz Alto han permitido conocer en detalle los contextos funerarios de las poblaciones indígenas coloniales 4 y aunque no se ha confirmado el carácter multiétnico del valle de Jaurúa entre los siglos XVI y XVII, se plantea que las diferencias observadas en los ajuares funerarios reflejarían una sociedad jerarquizada en la cual los bienes de prestigio fueron depositados como marcadores de las diferencias existentes dentro del grupo (Novellino etal. 2003). Esto manifestaría las desigualdades sociales impuestas por los españoles, los que necesitados de justificar las encomiendas, reestructuraron social y políticamente a las comunidades locales con la finalidad de establecer cacicazgos en la zona (Durán y Novellino 2003). Los estudios de la cerámica del cementerio de Cápiz han permitido considerar que las identidades se construyen relacional y situacionalmente (Prieto Olavarría 2010c). Se sugiere que el desequilibrio demográfico, movilización, desarticulación social y política que sufrieron los grupos indígenas locales, fueron claves en la conformación de identidades no sólo ligadas a lo étnico, sino que también a grupos de poder o jerarquías surgidas la interacción con las nuevas fuerzas dominantes. La integración de gran diversidad de los bienes de diverso origen geográfico y cultural en los ajuares de Cápiz Alto, tal como ocurre en otros cementerios indígena coloniales, parecen fundir las fronteras entre los actores sociales más que funcionar como demarcadores étnicos. El registro material pudo jugar un rol como demarcador de estatus (p.e. en los entierros infantiles) o de 2 La filiación cognaticia bilateral toma la línea de sucesión masculina y femenina (Parisii 2003). 3 Cuentas de posible procedencia veneciana (siglos XV a XIX). También se han encontrado en el cementerio de Viluco, en Lagunas del Rosario (Lavalle), San Rafael, Malargue, San Juan y Barrancas (Lagiglia 1978) y el punto arqueológico AeI del Área Fundacional de la ciudad de Mendoza. Este tipo de cuentas fueron importantes en las redes de intercambio entre la población indígena y los españoles durante los primeros años de la conquista (Boman 1920). pertenencia a grupos de identidad surgidos en el contexto del cambio y disolución de las estructuras sociales indígenas (Prieto Olavarría 2010c). La población indígena en el valle de Mendoza A partir de los estudios etnohistóricos que existen para el área es posible tener una idea respecto de las poblaciones que habitaban el valle de Huentota en la segunda mitad del siglo XVI. La fundación jurídica de la ciudad en el año 1561, por parte del capitán Pedro del Castillo, no implicó el inmediato establecimiento hispano en el valle, ya que los españoles habitaban un pucara, posiblemente estructuras de origen incaico que se localizaban en el valle de Mendoza (Bárcena 1994). En base a la información de las Actas Capitulares de Mendoza, se propuso que el asiento de la ciudad se realizó sobre el poblado de los naturales, para lo cual fueron trasladados a un lugar donde estaban ‘mejor acomodados’ (Bárcena 1994: 34). Los datos que sustentan este hecho es la gran cantidad de indios y caciques presentes el día del acto de posesión de las tierras y la mención de los traslados y relocalizaciones que se hizo de algunos grupos como sucedió con Goaimalle y sus indios (Bárcena 1994). La primera etapa de adjudicación de las tierras se completó hacia 1567 y se repartió selectivamente al este de la traza y posiblemente alguna del ejido, hasta cabecear la acequia de Guaymaye, ‘sin perjuicio de los naturales’ (Bárcena 1994: 38). La segunda adjudicación se completó en 1574 como consecuencia de la Junta de Caciques e implicó la desaparición de los reparos y condicionamientos que existieron para proteger las propiedades de los caciques y se otorgaron “las tierras vacas de Goiamalle” cesión que hizo el propietario, el señor del valle Esteve (Bárcena 1994). En base a la información de la Crónica de Mariño de Lovera Escobar se plantea que a la llegada de Pedro del Castillo a Huentota salieron a recibirlo los caciques del valle: Ocoyunta, Allalme, Gueymare (Goaimaye) y Tabaleste (Tabalque) (Parisii 2003). Tabalque habría sido el propietario de las tierras donde se fundó Mendoza y fue encomendado a Lope de Peña 5 . Este cacique había sido el Principal de una unidad 4 Los fechados obtenidos de dos ollas del entierro 6 lo sitúan cronológicamente desde mediados del siglo XVI a principios del XVII: 450±45-1550 d. C. -UCTL 1292- y 380±40- 1615 d.C. -UCTL 1291 (Durán y Novellino 2003). 5 Su viuda las donó a los jesuitas en 1608, donde hoy se encuentran las Ruinas de San Frnacisco mayor – posiblemente generada a partir de la conquista incaica - de la cual fue deslindado al ser encomendado y trasformado en cacique. A partir del establecimiento en las tierras de Tabalque, se produjo luego una rápida expansión a las tierras de Allalme y Goaymaye (Parisii 2003). Luego del asentamiento hispano y hasta 1610, se produjo el estrecho contacto entre ambo grupos, lo que originó la mezcla biológica y cultural. En el valle de Mendoza los asentamientos indígenas se situaban a continuación y entre las tierras de los españoles, ya que no existía separación precisa entre los dominantes y dominados, incluso los españoles sembraban en las tierras de los caciques (Prieto 2000 [1983]). El cambio social y la encomienda en Mendoza Un aspecto analizado por los etnohistoriadores es el cambio social producido a partir del ingreso de incas y españoles en el corto lapso de 80 años. Canals Frau fundó las bases al plantear la continuidad que se dio entre el sistema de dominación Inca y el español. Sostuvo que el servicio de encomienda impuesto por los españoles en 1552, nueve años antes de la fundación de Mendoza, se explica por el sedentarismo de estos grupos que ya estaban acostumbrados a servir a los incas (Canals Frau 1946). Este sistema funcionaba como mita, ya que los indios debían cruzar anualmente la cordillera para cumplir con el servicio debido a la necesidad de mano de obra en la explotación minera en Santiago y La Serena (Canals Frau 1946). Posteriormente Prieto planteó el proceso de aculturación de los huarpes (Prieto 1980). La población nativa (huarpes, puelches y pehuenches) fue sometida a un proceso de dominación en el que los vencidos fueron despojados de sus tierras, sometidos al pago de tributo y servidumbre, en tanto se les imponían las pautas culturales de occidente tardomedieval y cristiano. Los principales agentes del proceso de aculturación fueron las normas de la Corona, la encomienda, la iglesia y el permanente contacto entre los individuos (Prieto et al. 2004). Por otra parte, Parisii sostiene que durante los siglos XVI y XVII el recambio de las jefaturas locales fue fundamental para el sistema colonial, ya que el distanciamiento social en el interior de los grupos locales y el posicionamiento de algunos caciques dueños de las tierras funcionales al nuevo sistema, condujo a que estas fueran donadas a la elite española, quedando finalmente subordinados a las necesidades del nuevo sistema económico (Parisii 2003). Respecto a la encomienda, su objetivo fue la organización del régimen de trabajo y la creación de excedentes. Esta fue la principal herramienta que incidió en la cultura material, la organización social y política del grupo dominado e intensificó el intercambio cultural entre ambos pueblos. Cada encomienda incluyó diversas parcialidades asentadas en distintos puntos geográficos, siendo las más grandes las de los valles pedemontanos y de las lagunas del NE provincial, mientras que las más pequeñas fueron las bandas nómadas puelches (Prieto 2000 [1983]). Debido a la situación de aislamiento y marginalidad de la ciudad de Mendoza, la encomienda y la política indígena mendocina fueron dependientes de lo que sucedía en Santiago de Chile. Durante el período de contacto (1551-1561) la mano de obra de los indígenas de Cuyo se encomendó a los vecinos de Santiago y se utilizó compulsivamente para el trabajo en las minas de Chile en base al cumplimiento de la mita. Durante este período los huarpes adoptaron algunos elementos foráneos, especialmente los avances tecnológicos y la simplificación de las técnicas para la producción de alimentos. Luego de la fundación de la ciudad en 1561, la encomienda se repartió entre los encomenderos mendocinos y se quitóel goce a los de Santiago, aunque no fue hasta fines del siglo XVII que se prohibió el trabajo en Chile. Los primeros años se caracterizaron por la inestabilidad y la baja densidad del asentamiento de los encomenderos en la nueva ciudad, situación que comenzó a regularizarse a partir de 1567. Entre 1561 y -1610 el trabajo se organizó sobre la base de una economía de subsistencia: el cultivo de las huertas familiares y de las pequeñas parcelas ubicadas a las afueras de la ciudad (chacras, sementeras y viñas) (Prieto [1983] 2000). La situación de convivencia de indios y españoles en la ciudad se debió a la presencia de asentamientos indígenas interdigitados con las tierras pertenecientes a españoles. Cada encomendero tenía yanaconas asentados en sus chacras, habitando rancherías apartadas de las acequias principales y trabajando en la siembra, cosecha (se introdujo trigo, cebada, frutales), cría de ganado, construcción de viviendas, producción de vino y labores como el tejido y trabajo del cuero. Por su parte, la obligación del encomendero consistió en compensarlos con dos vestidos de lana por año, alimentación y adoctrinamiento. Otros indios vivían como personal de servicio en habitaciones separadas de la casa principal, se ocupaban de las tareas domésticas y todas las labores de mantenimiento y cuidado de las casas del encomendero. El pago consistía en comida y vestidos (o lana para tejer sus ropas). Los contratos libres de trabajo se dieron principalmente con indios de la araucanía, del Perú y en menor medida con huarpes (Prieto 2000 [1983]; Prieto et al. 2004). Hacia fines del siglo XVI, la producción de excedentes de trigo, la producción de vino a pequeña escala y la venta de frutas secas ayudó al desarrollo económico de Mendoza. El intercambio de estos productos, a principios del siglo XVII, con ciudades como Córdoba Tucumán, Santiago del Estero y Buenos Aires, llevaron a la diversificación del trabajo y la especialización en oficios relacionados con la nueva producción, como botijeros y toneleros. La prohibición del traslado de indios a Chile y la devolución de los que se encontraban al otro lado de la cordillera produjo el aumento de población indígena, lo cual se refleja en la mayor cantidad de indios tributarios hacia 1698. Esta situación se revirtió a mediados del siglo XVIII cuando la mayoría de los indígenas huyeron masivamente hacia el sector de las lagunas o hacia la frontera sur (Prieto et al. 2004). Análisis cerámico y propuestas sobre el origen y desarrollo de Viluco A partir del estudio de la cerámica Viluco y los contextos de procedencia recuperados en los puntos arqueológicos del Área Fundacional, piedemonte alto y precordillera hemos realizado aportes sobre su producción, función y hemos planteado hipótesis sobre la organización social huarpe, su movilidad y las relaciones sostenidas con incas y españoles (Prieto Olavarría y Chiavazza 2009, 2010; Prieto Olavarría 2010b). El análisis de la cerámica se orientó a la definición de los estilos tecnológicos en base al estudio de las elecciones de manufactura (morfometría, tratamiento de superficie, cocción, pastas y decoración) para lo cual relevamos las vasijas enteras y reconstruidas recuperadas de los contextos funerarios indígenas coloniales del norte y centro mendocino6 6 Se analizaron los fragmentos de los sitios del valle de Mendoza: RSF, AeI y EPH. Del piedemonte alto: Vaquería Gruta 1 y Vaquería Gruta 2. De la precordillera: Rincón de Los Helados. Las piezas enteras y reconstruidas se encuentran depositadas en diversas instituciones públicas de la provincia y se relevaron 39 piezas enteras de diversos cementerios de norte y centro de Mendoza: Viluco y Cápiz (Dpto. de San Carlos); Barrancas (Dpto. de (Prieto Olavarría 2010b). En base a los resultados propusimos que la manufactura de la cerámica Viluco es de origen local y se habrían dado una forma de producción centralizada y otra descentralizada, dependiendo del control ejercido por los grupos imperiales asentados en los valles del piedemonte mendocino (Prieto Olavarría 2001a). Respecto a los dos tipos Viluco definidos por Lagiglia (1978) - uno preincaico y otro con influencias incaicas e hispanas – estos no presentan diferencias en las elecciones tecnológicas tomadas por los artesanos7, lo cual evidencia una idea común de cómo hacer la cerámica, la que fue compartida por los diversos grupos huarpe y le otorgó el aspecto homogéneo que caracteriza al conjunto. El conocimiento tecnológico común, la relación contextual de ambos tipos en los sitios estudiados y las dataciones obtenidas permitieron adherir a la propuesta de García (1996) sobre el origen de la cerámica Viluco a partir del ingreso incaico al área (Prieto Olavarría y Chiavazza 2010). Las interacciones entre diferentes grupos sociales y los cambios producidos por el ingreso incaico y el hispano provocaron la adopción de nuevas opciones estilísticas (Figura 1), como los atributos de forma y decoración de los tipos cerámicos que circularon con la expansión imperial: aribaloides, aisana, pie de compotera, decoración modelada de los apéndices de las escudillas; y tecnológicos como el uso de materias primas ricas en inclusiones piroclásticas 8. Estas prácticas acrecentaron y Maipú); Agua Amarga (Dpto. de Tupungato); Tacuarí y 20 de Junio (Dpto. de Godoy Cruz); calle Olascoaga (Dpto. de Las Heras) 1967); La Arboleda (Dpto. de Tupungato). 7 Esta cerámica se caracteriza por la mayoritaria presencia de vasijas anaranjadas con superficies alisadas (interiores y exteriores); cocción oxidante; decoración monocroma, especialmente de color rojo o tonalidades violáceas (bicromas y policromas son escasas); y pastas con inclusiones minerales de diverso origen, pero que poseen características compartidas relacionadas con la textura, porosidad, granulometría y la presencia de ciertas inclusiones como opacos y microtiestos (Prieto Olavarría 2010a y b, Prieto Olavarría y Chiavazza 2010). 8 Las inclusiones piroclásticas (vitropumíceas) definidas para la cerámica Viluco recuperada en estos puntos son especialmente abundantes en los tiestos de AeI. También las hallamos en una escudilla de Cápiz Alto (Prieto Olavarría 2010c). Propusimos que su incorporación está relacionada con las nuevas tecnologías alfareras llegadas al norte de Mendoza con el ingreso incaico (Prieto Olavarría 2010b, Prieto Olavarría et al. 2010). Esto se relaciona con lo planteado para algunas áreas meridionales del imperio, donde esta tecnología habría ingresado con un grupo étnico en particular (Chicha) o con vasijas que circularon durante el incario y su adopción por parte de los grupos locales se asoció a que estos tipos estaban ligados a la legalidad y estatus incaico (Beierlien 2008; Cremonte 2001; D’Altroy et al. 1994; Páez y Arnosio 2009). modificaron el acervo de los huarpes, por lo cual la cerámica Viluco surgida y desarrollada en el marco de presiones sociales, políticas, económicas y simbólicas, debe entenderse como un fenómeno politético, donde los diferentes componentes no reflejan los mismos aspectos culturales, ya que estos surgieron de procesos diferentes debido a los fenómenos de contacto y cambio introducidos en los contextos de producción y consumo (Prieto Olavarría y Chiavazza 2010). Los atributos ligados a la cerámica incaica, estuvieron connotados de legalidad y estatus, por lo cual las vasijas Viluco que los portaron funcionaron como dispositivos simbólicos, definiendo los límites sociales entre las jerarquías. Esta idea se relaciona con el modo en que se configuró la producción cerámica en sectores alejados del centro estatal, donde los tipos imperiales eran escasos, se ejerció poco control sobre la calidad de los productos y las vasijas fueron usadas por la población local para mejorar su propio estatus (D’Altroy et al. 1994). En base a esto, la reorganización de las estructuras de autoridad tradicional y los sistemas de prestigio social,habrían estimulado su producción (Prieto Olavarría 2010b, Prieto Olavarría et al. 2010). Basándonos en los resultados obtenidos del análisis funcional, huellas de uso y en la propuesta sobre la relevancia que habría tenido durante el Tawantinsuyu la relación de la alfarería, la comida y la bebida (Bray 2003; Williams et al. 2005), propusimos que la cerámica Viluco cumplió una función activa en contextos de consumo de alimentos. Concretamente un rol de mediador visual dentro de los grupos locales y entre estos y los dominadores, incas y españoles. En el Área Fundacional de Mendoza registramos vasijas ligadas al servicio de alimentos en contextos relacionados con actividades domésticas: escudillas de diversos tamaños (especialmente de gran volumen); platos; jarras de capacidades reducidas usadas para servir líquido y de gran volumen para almacenarlos (Prieto Olavarría 2010b). Hay que tener presente que la cerámica Viluco se encuentra asociada a tiestos de cerámica que ha sido definido como indeterminada u ordinaria (Lagiglia 1978), la cual se caracteriza por la abundante presencia de huellas de ahumado, hollín y que hipotéticamente consideramos fueron estas las vasijas usadas para cocinar (Prieto Olavarría 2010b). La presencia de abundante cerámica Viluco en contextos de los siglos Las Ruinas de San Francisco Las Ruinas de San Francisco (RSF) son parte del conjunto arquitectónico original de la orden Jesuita en Mendoza, el que ocupó toda la manzana ubicada al NO de la plaza fundacional (Plaza Pedro del Castillo). Las primeras noticias provienen del acta de fundación en la que se le otorga el predio al encomendero Capitán Lope de Peña y el que originalmente pertenecía al cacique Tabalque. En el año 1608 se fundó en el solar la residencia de la Compañía de Jesús, luego de la donación realizada por la esposa de Lope de Peña. Los jesuitas habrían ocupado una de las dos construcciones existentes en el predio, la que habría sido remodelada para crear la capilla e instalar el colegio (Schávelzon 1998). La primera iglesia se inauguró el año 1645 y a partir de los daños producidos por el aluvión de 1716, se proyectó la construcción de otro edificio o segunda iglesia, inaugurado en 1731, corresponde a la actual iglesia en ruinas. Luego de la expulsión de los jesuitas en 1767 fue ocupada esporádicamente por el ejército. En el año 1798 las instalaciones se traspasaron a la orden Franciscana. Su abandono definitivo ocurrió luego del terremoto de 1861 (Schávelzon 1998). En base a los contextos, las características estratigráficas y las dataciones absolutas se estableció una secuencia de aproximadamente 2000 años de ocupación (Chiavazza 2005). Durante la primera etapa de excavaciones que se desarrollaron entre los años 1995 y 2000 se excavaron los siguientes sectores de RSF: Atrio Norte, Atrio Sur, Crucero, Margen Norte Tercera Capilla Colateral Sur, Pilastra K, Pilastra N, Fachada, Margen Norte Segunda Capilla Colateral Sur, Presbiterio, Trinchera Colegio (en adelante los denominamos como “diversos sectores”). En estos sectores se recuperaron 815 tiestos Viluco (769 tiestos ensamblados), los que se concentran especialmente en el sector del Crucero: 83,3%. Este tipo se encuentra ampliamente representado en toda la secuencia estratigráfica pero se concentran en torno a dos picos, entre los 210 y 250 cm y entre los 150 y 200 cm del sector Crucero (Gráfico 1). Entre los 350 cm y 273 cm de profundidad se definió un potente hiato de sedimentos aluvionales con poco material arqueológico, entre los que destacan algunos tiestos de cerámica Viluco y restos óseos de fauna. Entre los 225 cm y los 273 cm se recuperó gran cantidad de tiestos Viluco y se registró un rasgo ocupacional cuya datación radiocarbónica se encuentra entre principios y fines del siglo XVI: carbón, 440 ± 40AP, URU0279 (Chiavazza y Prieto 2001). La datación TL que obtuvimos de un fragmento de escudilla Viluco recuperada de este contexto se corresponde con la 14C, ya que se extiende en el lapso comprendido entre la dominación incaica y el contacto con los españoles: 490 ± 45 AP, 1510 D.C., UCTL 1645 (Prieto Olavarría y Chiavazza 2010). El rasgo, denominado Crucero Fogón, corresponde a un piso arcilloso de 400 cm de diámetro en cuyo centro se recuperaron restos de un fogón rodeado de improntas de poste y entre otros materiales destaca: restos de arqueofauna de origen autóctono e introducida (Romero et al 2002), cáscara de huevo, fragmentos de quincha, cerámica Viluco y material lítico (dos puntas de proyectil y desechos de talla) (Chiavazza 2005). Este contexto es una de las escasas evidencias primarias domésticas de la Cultura Viluco, donde la presencia de artefactos líticos, cerámicos y la evidencia de restos animales autóctonos y alóctonos permiten proponer una ocupación de contacto hispano-indígena anterior a la fundación de la ciudad9. Entre los 125 y 110 cm de profundidad se recuperó gran cantidad de restos Viluco asociados a material colonial como restos de fauna introducida. En el sector del Crucero a los 110 cm de profundidad se encontraron en posición primaria los restos de un piso de baldosas hexagonales vidriadas características del siglo XVII (piso del primer templo jesuita de principios del siglo XVII) y a los 80 cm se hallaron baldosas cuadrangulares sin recubrimiento (piso del segundo templo, primera mitad del siglo XVIII). Los porcentajes de cerámica Viluco hallados son bajos en omparación con los niveles más profundos. Hay que destacar que el conjunto de materiales ubicados entre los 100 cm y 140 cm de profundidad fueron alterados por las remociones generadas por la construcción del templo y la excavación de tumbas (Chiavazza 2005). 9 Situación que está documentada etnohistóricamente. El ganado caprino fue introducido por los españoles por lo menos diez años antes del primer asentamiento hispano (Prieto y Wuilloud 1986). representan el 3,3% de la cerámica Viluco. En los “diversos sectores” se hallaron 12 tiestos de platos de los cuales el 75% se recuperó en el sector Crucero. Los tiestos se distribuyen entre los 140 y 340 cm de profundidad y la mayor concentración se registra entre los 140-150 cm con cinco fragmentos. A mayor profundidad, entre los 310 y 340 cm, sólo se halló un tiesto en el borde de un cimiento, por lo cual consideramos que se encuentra tan profundo producto de la remoción de tierra. A pesar de la escasa representación de esta forma es interesante destacar que tiestos de platos sólo se concentran en los niveles de ocupación colonial y no fueron hallados en el contexto Crucero Fogón, único contexto doméstico anterior al establecimiento de la ciudad. En Pilastra NO se recuperaron 25 fragmentos de plato, los que se distribuyen entre los 220 y 410 cm de profundidad y las mayores concentraciones están entre los 290-310 cm. En el caso de este sector no podemos inferir aspectos vinculados a la posición estratigráfica, ya que la construcción de la Pilastra en la primera mitad del siglo XVIII implicó el impacto de casi cinco metros por debajo de la superficie. Figura 2. Dibujo de perfiles de platos; fragmento de borde y cuerpo (Pilastra NO); fragmento con huellas de torno (Crucero). Las escalas son de 1cm. Alberdi e Ituzaingó Este punto corresponde al solar ubicado frente a la esquina suroeste de la plaza Pedro del Castillo, a 100 m al sur de RSF. Este sector constituyó un área doméstica desde la fundación de la ciudad en 1561, probablemente un solar relevante debido a la ubicación privilegiada respecto a la plaza fundacional. Su intervención se realizó en dos fases: en los años 1998-1999 se realizaron excavaciones sistemáticas en un sector que durante la colonia funcionó como un área doméstica (Chiavazza y Tamiozzo 2002); en el año 2005 se intervino a partir de un rescate arqueológico debido a las obras a la construcción de un edificio de departamentos y la actividad se concentró en larecuperación y registro del gran pozo de cimentación. De ambas etapas de excavación se registraron ocupaciones continuas con usos diferenciados del espacio a través del tiempo que se extienden desde el piso actual hasta el período de contacto hispano-indígena (Chiavazza y Tamiozzo 2002). De un basurero en cubeta se recuperaron fragmentos Viluco, un tiesto Agrelo, restos arqueofaunísticos y arqueobotánicos autóctonos e introducidos. Se obtuvo una datación 14C que extiende entre el período Agroalfarero tardío y el de contacto hispano- indígena: carbón, 470±70 AP, 1480±70 D.C., INGEIS AC1610 (Chiavazza y Maferra 2007). Esta fecha y los contextos se corresponden con la datación radiocarbónica del contexto Crucero Fogón de RSF, anterior a la fundación de la ciudad de Mendoza en 1561. En el año 2005 se relevó la secuencia ocupacional del sector oeste del predio en función del perfil expuesto por una retroexcavadora. Este tenía una longitud de aproximadamente 14 metros de largo y 320 cm de profundidad. Desde la base del contrapiso de la casa actual hasta los 100 cm se relevó un escombral que se encontraba sobre los restos de un cimiento de una construcción post terremoto. Entre los 100 cm y 230 cm se halló una matriz limo arcillosa marrón, con las misma características de los finos sedimentos aluvionales de RSF, en los que se hallaron asociados algunos fragmentos de loza, cerámica vidriada y restos de arqueofauna correspondientes a las ocupaciones anteriores al terremoto de 1861. Entre los 230 cm y 240 cm se encontró un rasgo de matriz limo arcillosa semi- compacta con gran cantidad de carbón y formando una franja que ocupaba una superficie aproximada de 4m2, en este contexto se halló una concentración de desechos del período Agroalfarero Tardío y colonial temprano. Las características de este rasgo no se corresponden con otros encontrados en el Área Fundacional, ya que se trata de un contexto de basura cerrado donde se recuperaron materiales excepcionales. Preliminarmente se consideró que podía tratarse de un basurero colonial temprano con tiestos de cerámica Viluco únicos en la provincia - bordes de escudillas con apéndices zoomorfos (cabezas de camélido) y un pie de compotera (Figura 3) - lascas, fragmentos de cerámica colonial temprana (cerámica roja, mayólica y del tipo Carrascal) (Puebla et al. 2008), restos de fauna tanto autóctona como de origen euroasiático, abundantes restos de trigo, cáscaras de huevo, cuentas de collar de tipo colonial temprano entre las que se destaca una Aggri- perlen (Chiavazza 2005, Chiavazza 2006, Chiavazza et al. 2007). El resultado de la datación obtenida se encuentran en un rango que está entre la primera mitad y fines del siglo XVII, en pleno período colonial: 230 ± 60 AP, 1641 A.D: 1699 A.D., LP 2073 (Prieto Olavarría y Chiavazza 2010). Finalmente, entre los 240 cm y los 320 cm se identificó una matriz limo arcillosa marrón-rojiza compacta en la que sólo se hallaron restos de fragmentos de cerámica Viluco. Gráfico 2. Ael, fragmentos Viluco por Nivel Figura 3. De izquierda a derecha: pie de compotera; bordes de escudilla con apéndices zoomorfos (cabeza de camélido); borde de escudilla usado como alisador. En este punto se recuperó un total de 657 fragmentos Viluco (542 tiestos ensamblados), los que se concentran casi exclusivamente con un 78,7% de los tiestos- en la franja carbonosa hallada entre los 230 y 240 cm de profundidad (Gráfico 2). Sólo un tiesto corresponde a un fragmento de plato, el que se halló en la primera etapa de excavaciones en un pozo entre los 230-240 cm de profundidad. Por otra parte, en este punto registramos la presencia de un alisador confeccionado con el borde de escudilla Viluco (Figura 3), lo cual podría interpretarse como indicador de manufactura alfarera en el punto. Edificio Plaza Huarpe Este predio se ubica frente a RSF, en la esquina al noroeste de la Plaza Pedro del Castillo, siendo otro de los solares destacados dentro del trazado de la ciudad fundacional. Se realizaron las excavaciones en diciembre del año 2006 en el marco de un rescate arqueológico por la construcción del edificio “Plaza Huarpe”. Las características de los contextos recuperados han permitido definir ocupaciones en las que se desarrollaron actividades domésticas que van desde la transición entre el período Agroalfarero tardío y colonial temprano, pasando por ocupaciones de los siglos XVII, XVIII, XIX y XX. Entre los contextos excavados destacan dos rasgos carbonosos dispuestos en una matriz limo-arcillosa de color marrón oscuro, que comenzaron a descubrirse aproximadamente a los 150 cm de profundidad y tenían su mayor concentración entre los 160 cm y 170 cm. Estos rasgos corresponden a depósitos de basura que contienen gran cantidad de restos coloniales con cronologías relativas van desde el siglo XVI hasta el XVIII: mayólica, cerámica roja, clavos forjados, cerámica Viluco, restos arqueofaunísticos. Debajo de los 170 cm y hasta los 180 cm de profundidad se halló una matriz limo-arcillosa marrón rojiza, cuyas características corresponden a sedimentos aluvionales y se recuperó gran cantidad de material perteneciente a los siglos XVI y XVII: cerámica colonial (mayólica, fragmentos de tinajas), cerámica Viluco, piedras de chispa y restos de fauna introducida. Entre los 180 cm y 195 cm de profundidad el registro se redujo considerablemente, manteniendo la asociación cerámica Viluco con elementos coloniales tempranos. Se realizaron dos dataciones 14C, una para el rasgo carbonoso ubicado entre los 160 cm y 170 cm de profundidad, en el que la única evidencia indígena es la cerámica Viluco. La datación obtenida, 300 ± 60 años AP, 1504 A.D.: 1589 A.D., LP-2052 (Prieto Olavarría y Chiavazza 2010), se encuentra entre el período de dominación incaica y los primeros años de la colonia, lo cual es coherente con el registro recuperado en el contexto. Por otra parte, la datación del contexto hallado entre los 170 cm y 180 cm de profundidad, sector con alta concentración de carbón y abundantes restos coloniales y cerámica Viluco, se extiende en pleno siglo XVII, muy parecida a la obtenida para Alberdi e Ituzaingó y es coherente con el contexto: 240 ± 70 AP, 1635 A.D.: 1699 A.D., LP-2082 (Prieto Olavarría y Chiavazza 2010). En este punto se recuperó un total de 1.406 fragmentos Viluco (1.254 ensamblados). Estos se concentran entre los 120 y 190 cm de profundidad, con una máxima concentración entre los 170 y 180 cm, con un 24,5% del total de fragmentos recuperados (Gráfico 3). Veinte tiestos corresponden a platos, distribuyéndose entre los 130 y 200 cm de profundidad y concentrándose entre los 170 y 180 cm, lo cual se relaciona con la evidencia de RSF y correspondería a la ocupación colonial. En este sitio a diferencia de RSF, no pudimos profundizar las excavaciones debido al carácter de rescate arqueológico en el cual trabajamos, por lo cual no tenemos certeza de su presencia en niveles más profundos. Gráfico 3. EPH, fragmentos Viluco por nivel. Discusión y comentarios finales Los antecedentes etnohistóricos y arqueológicos permiten tener un panorama general de la población huarpe que se asentó en el valle de Mendoza entre los siglos XVI y XVII. Los estudios documentales brindan un idea acabada de la forma en que se sostuvieron las relaciones entre indios y españoles durante estos siglos, período en que la formación de la ciudad no fue tarea fácil debido a las malas condiciones climáticas, escasos recursos y la consecuente monopolización de la mano de obra indígena – el recurso más importante de la zona - por parte de los encomenderos asentados en Santiago de Chile. En este contexto, la nueva organización del trabajo implementada a través de la encomienda basada en el anterior dominio impuesto por los incas, produjo el desequilibrio demográfico y desarticulación la estructura social y política de las poblaciones locales. En este complejo proceso deinteracción, entendido siempre bajo la relación dominante-dominado, consideramos que la evidencia arqueológica del Área Fundacional es clave para entender la coexistencia de ambos grupos en la incipiente ciudad de Mendoza. Los estudios etnohistóricos registran que los indígenas adoptaron nuevos conocimientos tecnológicos introducidos por los españoles, especialmente aquellos ligados a la producción de alimentos, pero no hay menciones sobre aspectos ligados a la producción artesanal como la alfarería. Desde esta perspectiva y si bien las investigaciones etnohistóricas son acuciosas, la disciplina arqueológica permite aportar al conocimiento de las tecnologías foráneas incorporadas por los indígenas, el mantenimiento de prácticas anteriores, la apropiación de la mano de obra indígena para la producción artesanal y el modo en que estos grupos materializaron los procesos de cambio, recreándose a partir de objetos que fueron utilizados como símbolos visuales en un período de redefinición de las identidades. En este sentido la evidencia cerámica indígena recuperada en los puntos arqueológicos del Área Fundacional es fundamental para comenzar a analizar estos procesos, ya que la gran cantidad de alfarería Viluco hallada en contextos de los siglos XVI y XVII permiten sostener que la presencia de estos grupos fue relevante en la ciudad tal como plantean los estudios documentales. Por otra parte, el marco teórico que adoptamos para analizar la cerámica permitió estudiar los artefactos en su marco histórico, social y se entiende a la tecnología como un fenómeno cultural dinámico y al estilo como un fenómeno politético (Lemonnier 1992, Gosselain 1998). Como se observa en la revisión de los puntos arqueológicos, la evidencia de alfarería indígena es importante en contextos donde los materiales asociados y las dataciones absolutas la sitúan entre los siglos XVI y XVII. En RSF los dos picos de mayor densidad de cerámica se hallan, uno en el período de contacto hispano-indígena (entre 275 y 225 cm) y otro en el colonial, concretamente debajo del piso de baldosas vidriadas hexagonales de la iglesia jesuita del siglo XVII (debajo de los 110cm). En AeI los tiestos Viluco se concentran (78,7%) en la franja carbonosa recuperada entre los 230-240cm, que posee material excepcional y fue datada para el siglo XVII. En EPH los fragmentos Viluco se encuentran mayormente entre los 120 y 190 cm, pero el 24,5% se concentra entre los 170 y 180cm, correspondiente al rasgo carbonoso donde esta cerámica se asocia a materiales de los siglos XVI, XVII y la datación radiocarbónica es concordante. El rasgo que destacamos es la franja carbonosa de AeI. La asociación de materiales únicos para el valle de Mendoza como la cuenta Aggri-perlen, lascas, dos bordes de escudillas con cabezas modeladas de camélidos, un pie de compotera, cerámica colonial temprana, mayólica, abundantes restos de trigo, entre otros, llevan a pensar en la relevancia de la cerámica Viluco con atributos decorativos ligados a la dominación incaica cuando ya habían pasado varios años de la fundación de la ciudad. Las características del contexto y la particularidad de los materiales asociados, algunos de los cuales se han hallado en cementerios indígenas coloniales (cuentas Aggri Perlen), están siendo analizados con el objetivo de definir si se trata de un depósito con una función distinta a la de basurero (Chiavazza com. pers). En trabajos anteriores hemos sostenido que la manufactura de la cerámica Viluco es de origen local y se habrían dado dos formas de producción, centralizada y descentralizada, dependiendo del control ejercido por los grupos imperiales asentados en los valles del piedemonte mendocino (Prieto Olavarría 2001b). Concretamente, sobre la producción de alfarería indígena durante la colonia, hay varios aspectos a considerar. Por una parte, no hay que perder de vista que algunas vasijas pudieron ser conservadas durante décadas por lo cual muchas piezas representadas en los contextos pudieron manufacturarse durante el período de contacto o el anterior. Por otra parte, y aunque no existan menciones documentales sobre la producción de cerámica de tradición indígena durante la colonia, no podemos desestimar su manufactura por las siguientes razones: su abundancia en los contextos de la ciudad de los siglos XVI y XVII; la mención documental sobre el uso de vasijas cerámicas por parte de los indios como ofrendas funerarias en el siglo XVII (Prieto 2000 [1983]); la necesidad de producirlas para la preparación y consumo de alimentos, ya que no hay antecedentes de que este tipo de productos u otros recipientes fueran proveídos por los encomenderos a sus indios. En relación a los platos Viluco con huellas que indican del uso del torno, permiten pensar en la manufactura de esta cerámica durante la colonia. Su presencia casi exclusiva en los contextos del Área Fundacional, lugar donde se centralizó la presencia hispana, sumado al uso de las mismas materias primas con que fueron manufacturadas las demás formas Viluco, conduce a considerar que su producción estuvo concentrada en manos de los grupos indígenas asentados en este valle durante los primeros siglos de la colonia. Hay que tener presente que su ausencia en los contextos de los cementerios indígenas coloniales (Viluco, Cápiz, Agua Amarga, Barrancas y otros de la ciudad), permite pensar que esta forma no fue seleccionada como parte del repertorio de vasijas Viluco ofrendadas en los contextos funerarios, por lo cual no habrían tenido la connotación simbólica que si tuvieron vasijas cuyos atributos decorativos se inspiraron en la cerámica que circuló durante el imperio inca (keros, escudillas con apéndices, aribaloides, aisana, jarras con ajedrezados y escalerados, entre otros). En los últimos trabajos hemos planteado la discusión respecto al origen colonial de los platos Viluco (Prieto Olavarría 2010b, Prieto Olavarría y Chiavazza 2009). En base a la datación TL obtenida y que la sitúa antes del ingreso español (fragmento de plato Viluco de RSF - UCTL 1971-), propusimos que estas formas pudieron ser manufacturadas antes del ingreso hispano y durante la colonia, aunque entendemos que queda por realizar mayor cantidad de dataciones. En este sentido, han sido los atributos de forma que remiten a los platos de mayólica (sin paralelo con vasijas prehispánicas presentes en áreas vecinas) y las huellas de torno evidentes en algunos casos, los que nos han llevado a pensar en el control de su producción por parte de los españoles durante los primeros años de la colonia (Prieto Olavarría 2010b). Si consideramos los antecedentes etnohistóricos, es claro que al incorporarse de forma estable una cultura dominante como la española los grupos locales estuvieron sometidos a grandes cambios en los contextos de uso y consumo de las vasijas, por lo cual las nuevas pautas afectaron la producción alfarera indígena incorporándose nuevas tecnologías como el torno. Si efectivamente la producción de platos fue controlada por los españoles, es un tema que aun no podemos definir y que requiere profundizar en el análisis documental en busca de información sobre el uso de la mano de obra indígena en labores artesanales, especialmente bajo control de las órdenes religiosas. En resumen, proponemos que la cerámica Viluco: posee atributos decorativos y tecnológicos asociados a la cerámica de prestigio que circuló durante el imperio incaico; fue utilizada para el servicio y consumo de alimentos, no para cocinar; fue parte relevante en las ofrendas depositadas en los cementerios indígenas coloniales; en el Área Fundacional de Mendoza se ha encontrado en contextos de los siglos XVI y XVII y asociada a materiales excepcionales relacionados con las redes de intercambio hispano indígenas. En base a esta evidencia hemos planteado una hipótesis que sugiere que la cerámica Viluco habría cumplido un rol como mediador visualen procesos sociales y políticos asociados al incario y que esta función se habría proyectado durante la colonia, ya que algunos atributos continuaron estando ligados a los símbolos visuales de la anterior dominación (Prieto Olavarría 2019b). A la luz de nuestros planteos sobre la función de esta cerámica en los contextos funerarios y domésticos del Área Fundacional, sumado a los antecedentes existentes para otras áreas meridionales del imperio español (López 2006), es que reflexionamos sobre el modo en el cual la materialidad refleja la construcción de las nuevas identidades desarrolladas por los grupos huerpes a partir de la imposición de un sistema que los desestructuró social, política y económicamente. Teniendo en cuenta las características decorativas y tecnológicas de la cerámica Viluco utilizada durante la colonia, es posible pensar que estas pudieron ser parte de las “imágenes postcontacto” (López 2006: 194) posteriores al ingreso hispano. La presencia de atributos como apéndices zoomorfos en el borde de las escudillas, el pie de compotera y el uso de inclusiones piroclásticas en la cerámica hallada en los contextos de los primeros siglos de la ciudad de Mendoza, evidencia que los indígenas usaron esta alfarería para identificarse frente a los españoles con símbolos ligados la anterior dominación incaica en contextos de la incipiente ciudad. Por lo tanto estos objetos tuvieron relevancia en las relaciones cotidianas sostenidas entre indígenas y españoles, y no sólo en los contextos funerarios, articulando en el día a día lo que se ha denominado las “cosmovisiones y esquemas de representación en el nuevo contexto histórico” (López 2006). Este es un primer paso para analizar desde la arqueología el proceso de etnogénesis ocurrido durante el contacto y los primeros años de la colonia en Mendoza. En el futuro, el análisis de nuevos materiales y la profundización en el estudio de ciertos tópicos en la evidencia documental, permitirán continuar conociendo los complejos procesos de transformación y el surgimiento de nuevos actores sociales durante los primeros años de la colonia mendocina. La idea del desarrollo de nuevas identidades indígenas se suma a los conceptos de integración, aculturación, cambio social y resistencia, lo cual a nuestro modo ver enriquece la discusión sobre el pasado indígena en Mendoza. Bibliografía BÁRCENA, J. R. - 1994 [1991-1992]. Datos e interpretación del registro documental sobre la dominación incaica en Cuyo. Xama 4-5: 11-49, Mendoza. - 2001. Prehistoria del Centro-Oeste Argentino. Cricyt, Unidad de Antropología INCIHUSA, Mendoza, Separata de Historia Argentina Prehispánica, editado por E. Berberián y A. Nielsen. Editorial Brujas, Córdoba. BAWDEN, G. - 2005. Ethnogenesis at Galindo, Perú. Us and them. Archaeology and ethnicity in the Andes. 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Estudios de Arqueología Moderna y Bioantropología en la Ciudad de Santa Cruz de Tenerife Alejandro Gámez Mendoza1, Matilde Arnay de La Rosa2 y Guacimara Ramos Pérez3 El rico come, el pobre se alimenta. Francisco de Quevedo y Villegas Resumen El presente trabajo se encuentra inserto en la línea de investigación de la denominada. En los últimos años se han realizado múltiples y variados trabajos sobre este ámbito de la arqueología, teniendo muchos de ellos como eje fundamental los diferentes restos localizados en la Iglesia de La Concepción de Santa Cruz de Tenerife. Este espacio sepulcral resulta de gran interés debido a que el siglo XVIII es el momento de despegue económico del puerto de Santa Cruz, produciéndose un importante incremento poblacional en la ciudad a pesar de ser constantemente asolada por distintas epidemias. Una parte importante de este trabajo se ha centrado en el análisis de los dientes con el fin de conocer diferentes aspectos sobre su dieta y condición de vida. Los resultados de los análisis bioantropológicos confirman los datos que aparecen en la documentación escrita en relación a la dieta consumida, con una fuerte presencia de productos vegetales, tanto en población adulta como infantil. También a partir de los materiales dentarios se han podido realizar estudios con procedimientos de la genética molecular y conocer los diferentes linajes de la población recuperada en la iglesia. Los datos arqueológicos y antropológicos y la documentación analizada en este trabajo nos indican la importancia que tuvo la llegada de colonizadores europeos así como de la esclavitud doméstica negra en el Puerto de Santa Cruz de Tenerife. Las condiciones de vida también se hacen especialmente evidentes en los restos humanos. A través del estudio de los coprolitos se confirman las precarias condiciones de higiene que aparecen reflejadas en la documentación de este siglo. A su vez, el estudio del sarro, de componentes químicos y la presencia de pipas confirman el intenso hábito de fumar en esta población, manifestada también en la bibliografía analizada. Palbras claves: Arqueología Moderna, Arqueología Colonial, Santa Cruz de Tenerife, Siglo XVIII, Modos de Vida. Abstract This work belongs to the so-called modern archeology research. In recent years several studies have been performed on archaeological remains dug out in the church of La Concepción 1 Departamento de Prehistoria, Antropología e Hª Antigua.