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Asignatura_Sexologia_Medica_Orgasmo_y_Ey

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Asignatura: Sexología Medica 
 
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Orgasmo y Eyaculación Femenina 
 
 
 
 
 
 
Laura Morales López, Jessica Abadías Belmonte 
Dirección Dra. C. López Sosa 
 
 
 
 
 
 
Resumen 
 
La eyaculación femenina no es un tema novedoso, ya Hipócrates hablaba de semen 
femenino, posteriormente fue Galeno quien defendió la existencia de un liquido seminal, De 
Graaf postulo la existencia de la “prostatae” femenina, no obstante en tiempos modernos 
Grafenberg (1950) demostró la presencia de un área, punto G en el tercio medio de la pared 
anterior de la vagina, cuya estimulación acarrearía la emisión de un liquido en el momento del 
orgasmo. 
Existen 2 líneas de investigación sobre eyaculación femenina una es que cualquier fluido 
expulsado es producto de cierto nivel de incontinencia urinaria y la segunda que pretenden 
demostrar que las mujeres emiten algún fluido diferente de la propia lubricación vaginal durante 
la respuesta sexual. Se ha demostrado la presencia en el supuesto eyaculado femenino 
elementos presentes habitualmente en el líquido seminal masculino. Existen defensores de la 
eyaculación que parecen estar de acuerdo en que se trata de una posibilidad que solo un escaso 
número de mujeres puede lograrlo. Las mujeres se pueden dividir entra las que creen que no 
existe eyaculación, las que consideran que pierden orina cuando expelen liquido en el momento 
del orgasmo, y las que piensan que la eyaculación es un fenómeno habitual. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Asignatura: Sexología Medica 
 
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DEFINICIÓN DE ORGASMO 
 
En la actualidad existen múltiples 
definiciones para describir al orgasmo: 
“Descarga expulsiva de tensiones 
neuromusculares en el apogeo de la 
respuesta sexual” 
“Episodio breve de liberación física 
de la vasocongestión y el incremento 
miotónico desarrollados en respuesta a unos 
estímulos sexuales” ¿Qué es exactamente un 
orgasmo? Casi todo el mundo estaría de 
acuerdo en que el orgasmo es una respuesta 
intensa y agradable a la estimulación genital 
física peniana en los varones y clitoriana o 
vaginal en las mujeres. Aunque el orgasmo 
suele ser el resultado de la estimulación 
genital, hay muchos informes de que otros 
tipos de estímulos sensoriales también 
generan orgasmos, y se considera que la 
estimulación puede ser “genital” y “no 
genital”. 
 
TIPOS DE ORGASMO 
 
Punto G 
El orgasmo que una puede experimentar a 
través de la estimulación del llamado Punto 
G, una zona existente encima del hueso 
púbico. 
 
Clítoris 
Uno de las zonas más populares para las 
mujeres y que evidentemente es una fuente 
inagotable de goce y de placer, se puede 
estimular con los dedos, con algún juguete 
sexual, con la boca o a través de la 
penetración. 
 
Pechos 
Existe orgasmo de pecho, era el orgasmo 
conseguido a través de la succión, 
referenciado por las mujeres que lactan 
Se puede estimular con los dedos, así como 
también con la boca, a través de caricias 
suaves o un poquito más fuertes. 
 
El ano 
 
Si bien es muchas veces un tema tabú, lo 
cierto es que cada vez hay más mujeres que 
experimentan el sexo anal, si bien en un 
inicio se pensaba imposible, la verdad es que 
efectivamente se puede alcanzar el orgasmo 
a través de él. Lo importante es tener una 
buena estimulación previa que puede ser 
ayudada con lubricantes eróticos. 
 
Mente 
Se puede alcanzar el orgasmo con la mente, 
para ello, es importante concentrarse en 
alguna fantasía sexual favorita, sin 
estimulación física. 
 
Punto U 
Se habla poco de este punto. Se trata de la 
uretra, que se encuentra cerca del clítoris y 
puede ser estimulado con dedos o también a 
través del sexo oral. La intensidad del 
orgasmo logrado a través de esta zona es 
similar al del punto G. 
 
Punto K 
Se encuentra a ambos lados del clítoris, se 
trata de una zona bastante olvidada y 
muchas veces no reconocida por las 
mujeres, pero que a través de su 
estimulación se puede lograr el éxtasis. En 
los hombres también existe este punto y se 
localiza en el interior del recto, a unos 2-3 
cm del ano y en la pared anterior, hacia la 
vejiga. 
 
 
ORGASMOS ATIPICOS 
 
Hay informes sobre la existencia de una 
variedad de orgasmos que se dan en 
condiciones atípicas y, al parecer, con 
independencia de la estimulación genital 
(que genera orgasmos típicos). 
 
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DURANTE EL SUEÑO 
 
Varias líneas de investigación 
indican que, tanto en los hombres como en 
las mujeres, el encéfalo puede generar un 
orgasmo con independencia de la actividad 
sensitiva genital .Se producen cambios 
fisiológicos en el ritmo cardíaco, ritmo 
respiratorio y flujo sanguíneo vaginal. 
Estas respuestas fisiológicas no son 
respuestas reflejas a la estimulación genital, 
sino que son generadas por el cerebro 
mismo. El sueño sólo es una de los muchos 
contextos en los que el orgasmo puede darse 
con aparente independencia de una 
actividad sensitiva genital. 
 
ORGASMOS “FANTASMAS” 
 
John Money creó este concepto para 
caracterizar a los hombres y mujeres que 
sufrían una lesión medular (lesión entre 
vértebras C5 y L1) y carecen de sensación 
genital pero experimentan orgasmos durante 
el sueño. Esto constituye una prueba 
concluyente de que el erotismo cognitivo 
puede ser una variable sexual totalmente 
independiente de las sensaciones y la acción 
genitopélvica. En otras palabras, el encéfalo 
puede actuar en la generación de la 
experiencia erótica con independencia de los 
genitales, se consideran que son recuerdos 
que dejan una huella amnésica. 
 
MUJERES, DESPUÉS DE LESIÓN MEDULAR 
 
Algunos autores han propuesto que 
el orgasmo es una respuesta refleja del 
sistema nervioso autónomo, no han 
explicado cómo se puede percibir esta 
actividad si la transmisión neural entre 
genitales y el encéfalo está bloqueada por 
una lesión medular. Se cree que existe una 
explicación diferente para la explicación de 
sensaciones genitales por parte de mujeres 
con una LM completa. 
 
En casos de LM completa, sería 
posible sentir alguna sensación genital si la 
lesión medular llegara hasta la altura de la 
vértebra T11, debido a que los nervios 
hipogástricos ascienden por el tronco 
simpático y entran en la médula entre las 
vértebras T10 a T12. 
Las mujeres con una LM completa por 
debajo de T10 (Lo que permite percibir 
señales genitoespinales hasta el encéfalo) 
pueden sentir una autoestimulación 
cervical. 
 
En el caso de mujeres con LM 
completas aun nivel más elevado pueden 
sentir la estimulación vaginocervical por 
medio de los nervios vagos, que sortean la 
médula en su recorrido hasta el encéfalo 
 
 
ANTES DEL ORGASMO 
 
Cuando la excitación es más intensa 
y más próxima al orgasmo, se producen una 
serie de contracciones vaginales y anales 
que no todas las mujeres describen de igual 
manera. Para unas, estas contracciones son 
rítmicas y no se interrumpen hasta llegar al 
orgasmo. Para otras, sin embargo, se 
produce una fase de contracciones rítmicas 
fuertes y aceleradas, luego, hay una especie 
de pausa, y después se vuelven a producir 
las contracciones, cada vez más intensas, 
hasta alcanzar el punto final o el orgasmo. 
Diversos estudios realizados en 
laboratorios han llegado a registrar de 12 a 
18 contracciones con una duración de 20 a 
30 segundos. La calidad e intensidad de 
estas contracciones depende no sólo del 
grado de excitación, sino también de la 
edad, las hormonas sexuales, la calidad de la 
musculatura que rodea a la vagina y la 
capacidad de manejo voluntario de estos 
músculos vaginales por parte de la mujer. 
 
 
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ORGASMO FEMENINO 
 
- Fase de excitación: imagen, fantasía, 
recuerdo, estímulos sensoriales. 
- Fase de meseta: aumento del riego 
sanguíneo de la vagina, dilatación vaginal, 
lubricación vaginal. 
- Fase de respuesta o de orgasmo: 
contracción de los músculos inferiores del 
ano y de los músculos pélvicos inferiores, 
contracciones del útero, contracciones de 
la vagina (orgasmo). 
-Fase de resolución: satisfacción, distensión 
(el riego sanguíneo de los órganos 
sexuales disminuye y el tono muscular se 
relaja), euforia. 
 
El modelo original de la respuesta sexual 
de las mujeres es decir, los acontecimientos 
corporales que desembocan en el orgasmo y 
que lo incluyen – fue propuesto por Masters 
y Johnson (1966): 
 
Más adelante esta caracterización fue 
modificada y ampliada, de modo que la 
fase de meseta dejó de ser una etapa aparte 
y pasó a ser una etapa final de la fase de 
excitación (Robinson, 1976), a la que 
también se añadió una etapa anterior de 
“deseo” (Kaplan, 1979) que había sido 
descrita por primera vez por Lief (1977). 
 
Más adelante el concepto de deseo 
sexual se diferenció en las clases 
diferentes: deseo espontáneo y deseo 
inducido por excitación física (Lewin, 
2002). 
 
No hace mucho, Giuliano, Rampin y 
Allard (2002) ampliaron la descripción de 
las fases de meseta y orgasmo. Describen la 
“respuesta sexual genital femenina” como 
una “combinación de sucesos 
vasocongestivos y neuromusculares en el 
tracto genital y el fondo pélvico que 
incluyen la tumescencia de la vagina y la 
erección del clítoris. Las estructuras 
genitales que experimentan los cambios 
vasculogénicos son los labios vaginales, el 
grande o bálano periuretral, la uretra y la 
fascia de Halban. Primero se ensancha el 
lumen vaginal interior a lo que se sigue un 
aumento progresivo de la presión vaginal 
luminal (espacio tubular) desde la excitación 
sexual hasta el orgasmo. Esto culmina en 
una serie de contracciones crónicas 
(repetitivas) de los músculos estriados (o 
“voluntarios”, como el fondo pélvico) y 
lisos (o “involuntarios”, como los músculos 
vaginales) en el orgasmo”. Maravilla y 
otros (2005) describen en una secuencia la 
tumescencia de los labios vaginales y del 
clítoris durante la excitación sexual. 
En la estimulación erógena inicial, 
aumenta el riego sanguíneo de los órganos 
sexuales internos y externos, incluyendo el 
clítoris y los labios vaginales, que se 
hinchan de sangre. La lubrificación y 
tumescencia genital que se producen durante 
la excitación sexual se pueden reducir en las 
mujeres que han sufrido una histerectomía 
total (extirpación del útero y cérvix) si 
también se han extirpado los ligamentos 
laterales anteriores y posteriores que 
sostienen el útero y el cérvix. 
 
 
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Estos ligamentos constituyen la vía 
anatómica para los nervios autónomos 
pélvicos que unen el útero y el cérvix con la 
médula espinal (Maas y otros, 2003) 
 
EYACULACION FEMENINA 
 
La eyaculación femenina no es un 
tema novedoso, ya Hipócrates hablaba de 
semen femenino, posteriormente fue Galeno 
quien, no ateniéndose a las tesis 
aristotélicas, defendió la existencia de un 
liquido seminal femenino. De Graaf (1672) 
postulaba la existencia de la “próstatae” 
femenina o “corpus glandulosum” que, 
según él, segregaba un jugo que hacia la 
mujer más libidinosa (pp 103-104). No 
obstante, en tiempos modernos, la apuesta 
más importante la realizo Grafenberg 
(1950), quien quiso demostrar la presencia 
de un área, punto G, en el tercio medio de la 
pared anterior de la vagina cuya 
estimulación acarrearía la emisión de un 
liquido en el momento del orgasmo. Sin 
embargo, fue el trabajo de Ladas, Whipple y 
Perry sobre el punto G en 1982 el que más 
contribuyo a la difusión social del tema, 
generándose una nueva etapa en la 
investigación de la respuesta sexual 
femenina. 
La posible estructura anatómica de la 
supuesta eyaculación sería la siguiente: tal 
como apuntan Testud y Latarjet (1975), 
alrededor de la uretra se disponen 
abundantes glándulas uretrales y 
parauretrales a las que nominan en su 
conjunto “próstata femenina”. Esta misma 
denominación ha sido asumida por otros 
(Johnson 1922, Huffman 1948, Sevely y 
Bennett 1978, Zaviacic y Whipple, 1990, 
Gittes y Namakura, 1996, etc.). 
 
Existe también la teoría de que sea 
tejidos ectópicos, tratando de explicar esto 
como la existencia de la endometriosis. 
 
La identificación de 
adenocarcinomas ductales cuyas células 
reaccionaban a anticuerpos de antígeno 
prostático especifico (PSA) y de fosfatasa 
acida prostática (Ebisuno, Miyai y 
Nagareda, 1995), han venido a reforzar la 
idea, incluso en algunos casos, que la 
presencia de estos tumores han venido 
acompañada por altos niveles en sangre de 
PSA que han remitido tras la extirpación 
quirúrgica (Dodson et al, 1994). 
Las glándulas uretrales drenan en la 
propia uretra, diferenciándose de las 
parauretrales en que estas últimas 
desembocan en el vestíbulo, alrededor del 
meato urinario. 
Histológicamente son similares a las 
glándulas prostáticas masculinas (Testud y 
Latarjet 1975, Tepper et al, 1984), si bien 
predomina el tejido ductal sobre el 
glandular. 
Además de las glándulas 
parauretrales, existen según la misma fuente, 
los denominados conductos yuxtauretrales o 
también conductos de Skene, los cuales 
desembocan debajo del meato urinario, en la 
posición 4 y 8 de la circunferencia del reloj. 
Con todo, los defensores de la eyaculación 
femenina parecen estar de acuerdo en que se 
trata de una posibilidad que alcanza a un 
escaso número de mujeres, 10% para 
Whipple y Perry (1981), un 14% en todos 
los orgasmos y un 54% alguna vez para 
Bullough et al. (1984) y un 40% para 
Darling, Davidson y Conway Welch (1990). 
 
Las mujeres se pueden dividir entre 
las que creen que no existe eyaculación 
(entendida como propulsión de un fluido 
durante el orgasmo, o sentir una mayor 
sensación de humedad genital que llegue a 
chorrear en el momento del clímax), las que 
consideran que pierden orina cuando 
expelen liquido en el momento del orgasmo 
y las que piensan que la eyaculación 
femenina es un fenómeno habitual, al punto, 
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de haber acudido a consulta refiriendo que 
eran anorgásmicas en base a que no 
eyaculaban. 
La aparición de literatura sobre la 
eyaculación femenina, ha permitido en cierta 
medida tranquilizar a quienes se 
consideraban incontinentes, pero ha creado 
en determinados ambientes una cierta 
tensión de búsqueda y provocación de la 
eyaculación, tal como sucediera en su 
momento con la multiorgasmia. 
 
Creemos no equivocarnos, por tanto, al 
afirmar que la aparición de estudios acerca 
de la eyaculación femenina, al igual que 
sobre el punto G, han venido a engrosar la 
lista de mitos y problemas sexuales, más que 
a optimizar la sexualidad de la mujer. Se han 
demostrado claramente la existencia de un 
tejido glandular uretral y parauretral que es 
funcional y no supone un vestigio 
histológico atrofiado. Así mismo, existen 
mujeres que emiten una cierta cantidad de 
fluido en el momento del orgasmo. 
No obstante, solamente un número 
limitado de mujeres poseen la capacidad de 
eyacular. Puesto que en general todas las 
mujeres poseen “próstata femenina”, nuestra 
hipótesis conceptual radica en la idea de que 
las mujeres con aptitud orgásmica eyaculan, 
existiendo variaciones en la cantidad de 
liquido emitido y/o posiblemente en la 
dirección de la emisión, es decir, creemos 
muy posible que aquellas que no percibe 
ningún tipo de eyección de fluido en el 
orgasmo, sea a causa de que el producto de 
su “próstata” sea muy escaso o porque el 
liquido se dirija retrógradamente hacia la 
vejiga tal como ocurre en la eyaculación 
retrograda de algunos varones. 
Nuestra hipótesis experimental 
(Grafenberg, 1950; Sevely y Bennet, 1978; 
Belzer, 1981; Perry y Whipple, 1981; 
Zaviacic et al, 1984; Addiego et al, 1981; 
Sensabaugh y Kahane, 1982; Golberg et al., 
1983; Pollen y Dreilinger, 1984; Zaviacic et 
al., 1984; Stifter, 1987; Schubach, 1997; 
etc.). Presupone que de aparecer antígeno 
prostático especifico en la orina 
postorgasmica, quedarían confirmados uno 
de los siguientes supuestos: La orina emitida 
después del orgasmo arrastra el producto 
secretorio de la “próstata femenina” a supaso por la uretra. 
 
 
La orina postorgasmica lleva diluido el 
PSA producido en la “próstata femenina” 
que pudiera haber caído a vejiga por 
incompetencia del esfínter vesical en el 
momento del orgasmo (en teoría el esfínter 
vesical se debe de cerrar), o porque el 
esfínter vesical se relaje con las 
contracciones orgásmicas y la fuerza de la 
gravedad empuje la secreción hacia la vejiga 
en la mujer en decúbito supino (esta 
explicación se nos ocurre como 
consecuencia de haber observado que 
aquellas mujeres que eyaculan hacia el 
exterior, es decir, emiten algún liquido hacia 
fuera en el momento del orgasmo, refieren 
que este resulta ser mucho más abundante en 
la postura en cabalgada o estando de pie, 
posturas que obviamente favorecen la ley de 
la gravedad). 
 
SECRECIÓN VAGINAL 
 
El aumento y la reducción cíclicos del 
epitelio vaginal, cervical y uterino (la capa 
de células que recubren las paredes internas 
de estos órganos) y su riego sanguíneo están 
controlados por el aumento y la disminución 
de los estrógenos y la progesterona, unas 
hormonas esteroides secretadas 
principalmente por los ovarios. 
Aunque el epitelio vaginal no es 
glandular y, en consecuencia, no secreta 
ninguna sustancia, produce un lubricante 
vaginal. En respuesta a la liberación de 
péptido intestinal vasoactivo por parte de 
las terminaciones nerviosas de la vagina, 
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este fluido lubricante pasa de la sangre de 
los vasos capilares al canal vaginal a través 
de las células de las paredes vaginales. 
Este proceso, que recibe el nombre 
de “trasudación “, es radicalmente distinto 
de los sistemas de lubricación más 
conocidos basados en secreciones 
glandulares (Levin, 1998). Otro 
neuropéptido, el neuropéptido Y, puede 
contribuir a la trasudación, además de un 
neurotransmisor que se ha identificado hace 
relativamente poco, el NO (el mismo 
neurotransmisor que estimula la erección 
pelviana) (Hoyle y otros, 1996). 
Este proceso neurotransmisor 
también aumenta el riego sanguíneo y la 
sensación de congestión de la vagina, y su 
acción amortiguadora neutraliza la acidez 
inicial de la vagina, favoreciendo así el 
metabolismo, la motilidad y supervivencia 
del semen (Levin, 1998). 
Durante la excitación sexual, el canal 
vaginal se distiende y se dilata, y el músculo 
liso del tejido conjuntivo unido a la pared 
anterior de la vagina (es decir, la región más 
cercana a la superficie del abdomen) tira de 
esa pared expandiendo el canal vaginal, un 
fenómeno que recibe el nombre de tenting 
(Levin, 1998, 2002). 
Levin señala que este tenting tiene 
dos funciones. En primer lugar, puede 
reducir la fricción entre la vagina y el pene, 
retrasando la eyaculación y ofreciendo la 
oportunidad de que las inserciones del pene 
aumenten la estimulación y la magnitud del 
tenting vaginal. Alzate y Londono (1984) 
propusieron una consecuencia posible del 
tenting de la vagina durante el coito. 
 Hallaron que el 60% de sus sujetos 
femeninos nunca o casi nunca había 
experimentado el orgasmo coital lo que 
indicaba que “el coito es un método 
ineficiente para inducir el orgasmo 
femenino”. 
Lo explicaron sobre la base de que si 
la mujer alcanza una etapa avanzada de 
excitación sexual, la dilatación (es decir, el 
tenting) de la parte superior de la vagina 
podría impedir todo contacto posterior entre 
el glande peneano y la zona erógena si el 
coito se realiza en la postura de misionero. 
Sin embargo, si el coito se lleva a cabo 
adoptando la postura “del perrito” o con la 
mujer a horcajadas sobre el varón, es mucho 
más probable que el pene estimule con 
eficacia la pared vaginal anterior 
(Gräfenberg, 1950) y pueda provocar el 
orgasmo. Otros investigadores no han 
observado tenting cuando se estimula la 
pared vaginal anterior (y, por lo tanto, el 
punto G) y las mujeres experimentan 
orgasmos. 
 
CONCLUSIONES 
 
Podemos resumir que durante el 
acontecimiento orgásmico, la denominada 
próstata femenina no es ajena al evento, 
emitiendo mayor o menor cantidad de 
líquido glandular, lo cual supone que gran 
parte de las mujeres emiten algún fluido a la 
luz uretral. El que unas mujeres detecten el 
mencionado fluido en el momento 
orgásmico y otras no, dependerá de la 
cantidad del mismo o la dirección de 
eyección, pero de cualquier forma es 
detectable al ser eyaculado arrastrado por la 
orina postorgasmica. Todas las mujeres 
eyaculan durante la experiencia orgásmica 
variando la percepción subjetiva de la 
emisión y la cantidad de la misma. 
 
BIBLIOGRAFIA 
 
1. F. Cabello (1998). Nuevas perspectivas 
en el estudio de la eyaculación femenina; 
Cuadernos de Medicina Psicosomática y 
Psiquiatría de enlace (48): 52-56. 
 
2. Grafenberg, 1950; Sevely y Bennet, 
1978; Belzer, 1981; Zaviacic et al, 
1984; Addiego et al, 1981; Sensabaugh y 
Asignatura: Sexología Medica 
 
8 
 
Kahane, 1982; Golberg et al., 1983; 
Pollen y Dreilinger, 1984; Stifter, 1987; 
Schubach. 
 
3. Barry R. komisaruk, Carlos Beyer-
flores, Beverly Whipple. La ciencia del 
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Páginas: 40-46 / 205-210, 2008. 
 
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Comprender la sexualidad femenina; 
Edit: Amat; Páginas 49-50/ 56, 2009. 
 
5. Existen registros gráficos en web sobre 
el tema: 
a. http://secretosdeungigolo.com/blog/2
007/12/21/como-hacer-eyacular-a-una-
mujer/ 
b. http://www.youporn.com/watch/3426
17/wonderful-
squirt/?from=search_full&pos=7