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Metodología e investigación en la práctica del psicólogo clínico

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Metodología e investigación en la práctica del psicólogo clínico
Article · June 1992
Source: OAI
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Carmen Bragado-Álvarez
Complutense University of Madrid (1975-2021)
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Junio , nº 53 , 1992 
Copyright 1992 © Papeles del 
Psicólogo 
ISSN 0214 - 7823 
METODOLOGÍA E INVESTIGACIÓN EN LA PRÁCTICA DEL PSICÓLOGO 
CLÍNICO 
CARMEN BRAGADO ALVAREZ. 
Dpto. Personalidad, Evaluación y Psicología Clínica, Fac. Psicología. UCM 
[ Imprimir ] 
1.Introducción y objetivos 
Probablemente, uno de los aspectos que más interés puede suscitar en el 
psicólogo clínico es conocer qué tratamientos resultan más eficaces para 
resolver todos los problemas a los que debe hacer frente en el desarrollo de 
su labor profesional. Poseer un conocimiento de este tipo requiere, en 
primer lugar, que se hagan públicos los resultados obtenidos con dichos 
tratamientos, y en segundo término, que se rehace un análisis comparativo 
dé los diversos trabajos publicados a fin de averiguar el grado de éxito 
logrado, así como las dificultades y limitaciones que cada uno de los 
procedimientos, objeto de análisis, muestra en su aplicación clínica. A su 
vez, la comparación y posterior cuantificación de los datos requiere que 
éstos posan una cierta homogeneidad, lo que implica que los autores hayan 
seguido en sus trabajos una metodología similar, sin la cual todo el proceso 
anterior resultaría inviable. 
En relación con lo anterior, en este artículo pretendemos abordar ciertas 
cuestiones relacionadas con la práctica del psicólogo clínico, tales como, si 
resulta posible investigar con una metodología cuidadosa en un contexto 
clínico, y dentro la rutina de la práctica cotidiana, o si se pueden utilizar 
algunos requisitos metodológicos exigidos por los diseños experimentales 
en la práctica asistencial, sin perturbar el objetivo prioritario del clínico,. 
que es atender a sus pacientes. 
Intentaremos responder a tales cuestiones tomando como punto de partida 
los trastornos de ansiedad infantiles, dentro del marco conceptual de la 
terapia de conducta. Esta decisión no es arbitraria y responde a una serie 
de argumentos como que, el número de publicaciones respecto a este tipo 
de problemas en la infancia es considerablemente menor que entre los 
adultos; es un campo de trabajo de gran actualidad en el cada vez existe 
más evidencia sobre la contribución terapéutica de las técnicas 
conductuales (sobre todo en lo que respecta a los problemas adultos), y 
son trastornos que suceden con bastante frecuencia entre niños y 
adolescentes. 
Cuando acepté tratar este tema, que a la mayoría de los clínicos le puede 
parecer poco atractivo, perseguía una meta quizá más difícil de lograr que 
el intentar responder a las cuestiones anteriores, y que podría concretarse 
en dos objetivos: 
1.Animar e instigar a los clínicos españoles para que comuniquen sus datos 
 
a otros colegas en las revistas especializadas. A juzgar por el escaso 
número de trabajos publicados sobre el tratamiento conductual de niños 
que padecen trastornos de ansiedad, o sobre otros datos de interés como la 
prevalencia, datos demográficos, etc., de hecho trastornos en muestras 
clínicas, parece que los terapeutas infanto-juveniles profesionales muestran 
un cierto «retraimiento» a la hora de comunicar sus resultados. Los datos 
recogidos en la tabla nº 1, ilustran lo que estamos diciendo. 
 
TABLA 1 
PUBLICACIONES SOBRE EL TRATAMIENTO CONDUCTUAL DE LOS TR. 
DE ANSIEDAD INFANTILES 
TIEMPO DE REVISION Y NUMERO DE PUBLICACIONES APARECIDAS 
EN REVISTAS ESPAÑOLAS 
(Tomado de BRAGADO, 1992: pág. 17) 
REVISTAS 
REVISADAS 
ANALISIS Y 
MODIFICACION 
DE CONDUCTA 
ESTUDIOS 
DE 
PSICOLOGIA 
REV. ESPAÑOLA 
DE TERAPIA DEL 
COMPORTAMIENTO 
REV. DE 
PSICOLOGIA 
GENERAL 
APLICADA 
TOTALES 
Años 
Volumen y/o 
números 
Total 
(números) 
Nº 
Publicaciones 
(*) 
1975-1989 
1-15/1-43 
 
(43) 
5(11,63%) 
1900-1989 
-/1-40 
 
(40) 
0 
1982-1988 
0-6/- 
 
(19) 
4 (21,05%) 
1978-1989 
33-42/- 
 
(58) 
1 (1,72%) 
 
 
 
(160) 
10 (6%) 
(*) El porcentaje que figura entre paréntesis se ha obtenido dividiendo el 
número de publicaciones por el total de números revisados, con el 
propósito de obtener un indicador sobre la atención dedicada por cada 
Revista a los problemas de ansiedad en la infancia. 
En un período de revisión que oscila entre 6-14 años, consultando un total 
de 160 números de cuatro revistas españolas, la autora (BRAGADO, 1992) 
localizó tan sólo diez artículos que versarán sobre el tratamiento conductual 
de trastornos de ansiedad en la infancia. De ellos, ocho eran estudios 
clínicos de caso, la mayoría (6), no controlados experimentalmente, 
seguían la metodología habitual de las «historias de caso», y dos un desafío 
experimental de «caso único» (diseño AB con seguimiento, GARCIA, 1982; 
y desafío de Línea de Base Múltiple entre sujetos, FUERTES y ARIAS, 
1983). Los dos restantes eran estudios análogos que utilizaban diseños de 
grupo (PELECHANO et al., 1984; LÓPEZ, 1982). 
2.El segundo objetivo pretende que los clínicos tomen contacto y se 
familiaricen con los aspectos metodológicos, incorporando algunos de ellos 
a su práctica cotidiana. De manera que las publicaciones resultantes 
consigan controlar algunos de los problemas que aquejan a los 
denominados «estudios de caso», de modo que se potencie su utilidad, al 
incrementar la credibilidad de los resultados. 
Si ambos objetivos llegaran a plasmarse contribuirían en mi opinión a 
aumentar nuestro conocimiento acerca de la naturaleza, curso y evolución 
de estos trastornos, así como a proporcionar un conocimiento más real 
respecto al tipo de tratamientos que resultan más efectivos en su 
resolución, las variaciones que tales tratamientos requieren en su aplicación 
clínica, etc. Acercando así dos ámbitos de trabajo que parecen actuar en 
direcciones opuestas, el académico y el práctico; el primero, más alejado 
de la realidad social y de losproblemas cotidianos que aquejan al clínico en 
la ejecución de su labor terapéutica, y el segundo, de los avances teóricos y 
metodológicos. 
2.Investigación análoga vs investigación clínica 
Siguiendo la terminología al uso, podemos distinguir dos estrategias de 
investigación, prototipos de dos formas diferentes de actuación 
metodológica, y que podrían considerarse «representativas» de los dos 
ambientes mencionados, la investigación análoga y la clínica. 
Normalmente, la primera se lleva a cabo con sujetos que han sido 
seleccionados en base a algún criterio, previamente establecido (por 
ejemplo: puntuaciones en un test o cuestionado); con problemas 
psicológicos de poca relevancia clínica, en el sentido de que no perturban al 
sujeto que los sufre hasta el punto de solicitar ayuda terapéutica, suelen 
ser de poca intensidad, por ejemplo, miedos moderados; utiliza diseños 
experimentales, frecuentemente de grupo, y posee un adecuado control 
que permite extraer conclusiones más fiables a partir de sus datos. Su 
mayor limitación estriba en la dificultad que existe en trasladar sus 
hallazgos a los contextos clínicos. En la tabla nº 2 hemos recogido sus 
notas más destacadas. 
TABLA 2 
CARACTERISTICAS DE LOS ESTUDIOS ANÁLOGOS 
Descripción • Investigación en condiciones análogas o 
similares a la actuación clínica respecto a: 
sujetos/conductas/terapéuticas/selección o 
variaciones de tratamiento/evaluación/situación 
terapéutica, etc. 
• Se suele emplear diseños experimentales de 
grupo. 
Objetivo • Prioritario, investigar algún aspecto prefijado. 
Ventajas • Mayor riesgo experimental. 
• Permiten investigar aspectos difíciles de abordar 
en contextos clínicos. 
• Gran parte de la información disponible sobre 
procesos y cambios de conducta proviene de este 
tipo de trabajo. 
Limitaciones • Dificultad para generalizar sus resultados a 
situaciones clínicas. 
Observaciones • La generalización será más factible en la medida 
en que las condiciones de investigación se 
aproximen a las condiciones que suceden en la 
práctica clínica 
FUENTE: Elaborada a partir de MORRIS y KRATOCHWILL (1983), y 
KRATOCHWILL y MORRIS (1985). 
La investigación clínica se centra en sujetos que demandan asistencia 
terapéutica; aborda problemas significativos o severos; normalmente 
emplea la práctica habitual de las «historias o estudios de casos» 
(descripción más o menos detallada de los síntomas, del tratamiento 
utilizado y de los cambios conseguidos); muy pocos utilizan diseños 
experimentales de grupo o de caso único. Su mayor problema reside en la 
dificultad que existe para atribuir los cambios operados en la conducta 
objetivo a los efectos del tratamiento, debido a la ausencia de control 
experimental (estudios de caso). La tabla nº 3 recoge sus características 
más representativas. 
TABLA 3 
CARACTERISTICAS DE LOS ESTUDIOS CLÍNICOS 
Descripción • La investigación se realiza en condiciones 
clínicas respecto a: sujetos que demandan 
ayuda terapéutica/conductas 
problemáticas/terapeutas 
profesionales/selección y variación del 
tratamiento en función del caso/evaluación 
según posibilidades. 
• Habitualmente se emplea la metodología 
de los «estudios de caso» 
• El uso de diseños experimentales de 
grupo o de caso único es menos frecuente. 
Objetivo • El objetivo fundamental es el tratamiento. 
Ventajas • Proporcionar información, sugerencias e 
hipótesis de relevancia clínica, poco 
frecuentes o raros. 
• Los estudios de caso son fuente de 
nuevas técnicas, variaciones y 
adaptaciones terapéuticas, que permiten al 
terapeuta conocer cuáles son los límites y 
cambios que se precisan en la práctica 
clínica. 
Limitaciones • Dificultades metodológicas para atribuir 
los cambios producidos al efecto del 
tratamiento (estudios de caso). 
Observaciones • La credibilidad de los estudios de caso 
aumenta si: 
- Se recogen datos sobre la 
conducta objetivo durante la línea 
de base, tratamiento y 
seguimiento, empleando diversas 
fuentes y métodos de evaluación. 
- El cambio se produce en 
conductas, severas, crónicas y/o 
estables de las que puede 
predecirse su mantenimiento 
futuro sin intervención. 
- El efecto del tratamiento sobre la 
conducta es rápido y grande, más 
que pequeño y prolongado en el 
tiempo. 
- Réplica con más sujetos. 
FUENTE: Elaborada a partir de MORRIS y KRATOCHWILL (1983), y 
KRATOCHWILL y MORRIS (1985). 
Tal como señalábamos antes, estas dos estrategias representan prototipos, 
pero ambas pueden acercarse si cumplen algunos de los aspectos que 
hemos recogido en las tablas nº 2 y nº 3. Por ejemplo resultados 
provenientes de los estudios análogos serán más fácilmente trasladables a 
las situaciones clínicas, cuanto más semejantes sean las condiciones en las 
que se han llevado a cabo a las que acontecen en los contextos clínicos, 
sujetos con problemas de cierta intensidad que tienen interés personal en 
el tratamiento ofrecido (ejemplo: miedo intenso a hablar en público), y 
esperan curarse con él, terapeutas profesionales, posibilidad de elección 
entre diversos programas terapéuticos, etc. (KAZDIN, 1980; revisado por 
Morris y Kratochwill, 1983). 
Similarmente, los «estudios de caso» mejoran su credibilidad respecto a los 
efectos terapéuticos cuando concurren en ellos una serie de factores, tales 
como: (a) cuando se recoge la información de un modo objetivo y durante 
todo el proceso (línea de base, tratamiento y seguimiento); (b) cuando 
existe cierta constancia de que la no intervención supondría el 
mantenimiento o agravamiento del problema, tal y como parece ocurrir 
cuando los síntomas objeto de tratamiento son de larga duración, intensos, 
severos o crónicos; (c) cuando el efecto de la intervención sobre las 
conductas problema se aprecia de modo rápido y amplio, frente a un 
cambio leve y prolongado en el tiempo; y (d) cuando los resultados 
obtenidos se replican con más de un sujeto. Todos estos aspectos permiten 
establecer inferencias más acertadas respecto a los efectos del tratamiento 
(KRATOCHWILL Y MORRIS, 1985). 
Ambos tipos de metodología han proporcionado importantes contribuciones 
a la investigación en el ámbito clínico. Gran parte de la información que 
poseemos respecto a la efectividad de ciertos procedimientos terapéuticos, 
a la influencia que ejercen determinadas variables, a los procesos de 
cambio, etc., provienen de los resultados obtenidos con investigaciones 
análogas. Por ejemplo, en relación a las técnicas de modelado, sabemos 
que la utilización de un modelo de «enfrentamiento» versus uno de 
«dominio» es más efectivo; que el modelado participante consigue mejores 
efectos que el modelado simbólico, aunque este último parece útil en el 
terreno preventivo o de preparación ante ciertas actuaciones médicas 
productoras de ansiedad (intervenciones quirúrgicas, extracciones dentales, 
inyecciones, etc.). Paralelamente, los estudios de caso ofrecen importantes 
sugerencias para la práctica clínica; a partir de ellos, parece que la 
Desensibilización Sistemática (DS) en imaginación es menos efectiva que la 
DS en vivo, resulta difícil de emplear con niños menores de once años, o 
que, en estas mismas edades es aconsejable utilizar respuestas inhibidoras 
de la ansiedad, distintas de la relajación muscular. 
Podría concluirse, pues, que ambas formas de investigación se 
complementan entre sí. La investigación análoga permite investigar 
aspectos imposibles de abordar en contextos cínicos, mientras que la 
investigación clínica, suscita nuevos problemas, genera hipótesis y 
proporciona información acerca de los límites y cambios que se presentan 
en la aplicación práctica de ciertos métodos terapéuticos. 
3. Diseños de caso único 
Varios autores (OLLENDICK, 1979; VELLS y VITULANO, 1984; OLLENDICK 
y FRANCIS, 1988; BRAGADO, SOLANO Y CRESPO, 1990) han constatado 
que, en el campo de los trastornos de ansiedad infantiles, el número de 
estudios clínicos controlados experimentalmente es escaso, la mayoría de 
los trabajosque utilizan controles experimentales son análogos. Sin 
embargo, cabe constatar que desde mediados de los 80 se viene 
produciendo un lento, pero interesante incremento de publicaciones sobre 
casos clínicos que han utilizado diseños experimentales de caso único. 
Siendo los más empleados los diseños de línea de base múltiple, y el de AB 
con seguimiento. 
Muy brevemente, comentamos los aspectos metodológicos más 
significativos de estos diseños que, aunque no exentos de dificultades en su 
utilización clínica, permiten corregir gran parte de los inconvenientes de los 
estudios de caso, resultando una herramienta de trabajo interesante en la 
investigación clínico-experimental. 
Como señala MARTINEZ ARIAS (1992), la lógica seguida en los diseños de 
caso único es similar a la de los diseños de grupo. En éstos se analiza el 
efecto de un determinado tratamiento, comparando los resultados 
obtenidos por distintos grupos de sujetos que han sido asignados a 
condiciones diferentes (por ejemplo: tratamiento versus placebo) de 
manera aleatoria. En los diseños de caso único las inferencias, relativas al 
efecto del tratamiento, se realizan también comparando los resultados 
logrados en distintas condiciones, pero en este caso tales condiciones se 
han aplicado al mismo sujeto. Para que ello sea posible deben de reunir 
una serie de requisitos que hemos recogido en la tabla nº 4. 
Tales requisitos se resumen básicamente en la necesidad de efectuar una 
evaluación continuada de la conducta objetivo a lo largo del tiempo, tanto 
en la línea de base como durante el período de tratamiento, con el fin 
comparar los cambios operados en la conducta problema a partir de las 
observaciones registradas antes de la intervención; sólo de este modo 
podría concluirse que el cambio producido en la conducta es resultado del 
efecto del tratamiento empleado. La estabilidad de la conducta durante la 
línea de base es otro aspecto clave para poder establecer inferencias 
respecto a la influencia del tratamiento utilizado. Si la conducta presenta 
mucha variabilidad o si muestra una cierta tendencia por ejemplo, a 
aumentar o disminuir su frecuencia, en el período de línea de base, la 
interpretación de los resultados conseguidos puede resultar problemática 
(MARTINEZ ARIAS, 1992). 
TABLA 4 
REQUISITOS GENERALES EN LOS DISEÑOS DE CASO UNICO 
1. Evaluación continuada en el tiempo: 
• Medidas repetidas de la conducta objetivo antes de 
la intervención (LB) y durante la misma. 
• Las medidas deben efectuarse a diario o varias veces 
a la semana. 
• La evaluación continuada es imprescindible para 
observar los efectos del tratamiento en el transcurso 
del tiempo. 
2. Estabilidad de la conducta en la línea de base. 
• Se requiere poca variabilidad y que no existen 
tendencias muy marcadas en los datos. 
FUENTE: Martínez Arias. 
3.1.Diseño a b: 
Es la estrategia experimental más sencilla de llevar a cabo, pero exige 
como hemos dicho, medidas repetidas en la fase A (LB) y en la B 
(tratamiento). Este diseño permite corregir algunas de las deficiencias de 
los estudios de caso, pero no con total garantía; en realidad, algunos 
autores se refieren a él como un diseño cuasi-experimental, aunque 
reseñan que, en aquellos casos, en que no es posible otro tipo de 
experimentación, el diseño AB resultaría de mayor utilidad que la ausencia 
total de control (BARLOW y HERSEN, 1988). El problema fundamental 
estriba en que con este tipo de estrategia resulta imposible determinar cuál 
hubiera sido la evolución de la conducta problema si no se hubiera tratado. 
La fase A debe prolongarse hasta que la conducta objetivo se estabiliza o 
resulta evidente que no mejora con el paso del tiempo. Esto permite 
controlar el impacto que pueda haber tenido la actuación inicial del 
terapeuta. Recordamos que esta fase cumple dos funciones importantes, 
describir el nivel de la conducta y predecir que ocurriría en un futuro si no 
se interviene. 
El gráfico nº 1 (figura 2) ejemplifica este modo de actuar en un caso de 
enuresis nocturna (BRAGADO y RUIZ DE ARCAUTE, 1981), donde una niña 
de siete años y dos meses de edad fue tratada con métodos conductuales. 
Como puede observarse en la figura 2, la conducta (número de noches que 
moja la cama por semana) muestra una marcada estabilidad durante la 
fase A (línea de base) que, por razones ajenas al terapeuta (en ese 
momento no se disponía de un aparato de alarma para iniciar el 
tratamiento), se registró durante un período de cinco meses. La instalación 
del tratamiento(fase B), entrenamiento en cama seca, tuvo un drástico 
efecto sobre la enuresis que se eliminó en cuatro semanas, manteniéndose 
durante un seguimiento de seis meses. 
3.2. Diseños alternantes 
Este tipo de diseño examina el efecto de una determinada intervención 
terapéutica alternando dos fases en el tiempo, la fase A (línea de base) y la 
fase B (tratamiento) (MARTINEZ ARIAS, 1992). Puede adoptar varias 
formas, cuando se sigue el proceso A-B-A, suele denominarse «diseño de 
retirada» (BARLOW y HERSEN, 1988). En este supuesto se controlaría el 
problema que hemos mencionado en los diseños AB, ya que la retirada del 
tratamiento (B) y la vuelta a la fase A (línea de base) permite observar los 
cambios generados en la conducta. Esta forma de operar no sería la más 
adecuada en la práctica clínica, puesto que dejaríamos al sujeto intratado. 
Pero el efecto es claro si la conducta objetivo mejora con la intervención y 
retorna a los niveles de línea de base con su retirada. La forma más 
correcta de utilización es que el diseño contenga al menos cuatro fases, A-
B-A-B. Esto nos proporciona una secuencia más acertada acerca de los 
cambios conductuales, cada vez que se implanta el tratamiento. 
Existen diversas variaciones de este diseño en función de una serie de 
factores: Orden de las fases, número de ellas; número de intervenciones; 
aunque en todos los supuestos se sigue la misma lógica (MARTINEZ ARIAS, 
1992). El origen se invierte en ocasiones por imperativo del caso, por 
ejemplo, cuando la conducta a cambiar es muy severa y requiere pasar 
inmediatamente a la intervención, se suele comenzar por la fase B. Otras 
veces se usa más de una intervención, adoptando la forma A-B-C-A, donde 
A y B son dos tratamientos diferentes. Su principal problema puede ser de 
naturaleza ética, debido al requisito de inversión. 
La figura 1 del gráfico (enuresis) ilustra esta forma de actuación; en la 
primera parte se sigue una estrategia A-B-A, y, siguiendo la secuencia 
temporal completa de todo el proceso de intervención, recogida en las 
figuras 1 y 2, podemos apreciar el siguiente formato, A-B-A-C-B + C-A, en 
el que se aplican dos tratamientos diferentes (B, C), solos, y combinados (B 
+ C). En este caso no se programó previamente el diseño a seguir, pero el 
curso de la intervención ocurrió en la forma representada en el gráfico, 
permitiendo su posterior adecuación al tipo de diseño señalado. El cambio 
de tratamiento de B (entrenamiento en retención + entr. en limpieza) a C 
(práctica positiva + entr. en limpieza), y la combinación de ambos (ß + C) 
nos permite observar como la introducción de la práctica positiva modifica 
la conducta problema, por lo que podemos inferir que éste es el elemento 
más activo del procedimiento, aunque los efectos obtenidos no se 
mantienen después de su retirada (ver figura 1 y 2, conjuntamente). 
3.3. Línea de base múltiple 
En este caso el efecto del tratamiento se demuestra aplicándolo a diversas 
líneas de base (relativas a conductas diferentes o a varios sujetos que 
padecen el mismo problema) en distintos momentos a lo largo del tiempo. 
El procedimiento implica tomar varias líneas de base a la vez, por ejemplo, 
de dos conductas (ver gráfico nº 2), cuando el nivel es estable en todas 
ellas, se aplica el tratamiento a una mientras se siguen tomando medidas 
en el resto. Si la primera conducta tratada cambia mientras las otras 
permanecen sin modificaciones,puede concluirse que probablemente la 
intervención es responsable del cambio (BARLOW y HERSEN, 1988; 
MARTINEZ ARIAS, 1992). Al igual que el anterior puede adoptar distintas 
variantes según se aplique a personas, conductas y/o situaciones. Pero 
tales variaciones no las comentaremos aquí. 
MATSON (1983) empleó este método (gráfico nº 2) con una niña, de tres 
años de edad, que manifestaba un fuerte temor a los perros y a los gatos, 
no quería ir al parque por si había algún perro, cuando veía uno de estos 
animales la niña se quedaba paralizada y adoptaba una posición fetal, 
visiblemente alterada. Fue tratada con modelado participante. Como se 
observa en el gráfico, el autor tomó diferentes medidas conductuales para 
evaluar el miedo ante estos animales. Comienza tratando el temor a los 
perros, mientras sigue registrando los indicadores conductuales de la otra 
conducta problema (miedo a los gatos). Se concluye el efecto del 
tratamiento, dado que la conducta tratada se modifica mientras la otra 
permanece sin cambios. 
4.Sugerencias finales 
Finalmente, y suponiendo que he logrado alguno de mis objetivos iniciales, 
me gustaría sugerir al lector que tenga en cuenta ciertas consideraciones 
metodológicas, relativas al tipo de información que debería incluir, cuando 
decida publicar sus datos. 
1.Sujeto: 
Describir detalladamente todas las características necesarias que permitan 
agrupar los resultados procedentes de otros estudios, edad, sexo, 
condiciones familiares, nivel sociocultural de la familia, grado de 
escolarización, quien lo remite, etc. 
2.Descripción del problema: 
Describir e identificar claramente la/s conducta/s problema, enumerando 
cuidadosamente los síntomas, su duración, severidad, grado de 
perturbación que provocan en el propio niño y/o en su entorno inmediato, 
otros problemas relevantes, tratamientos anteriores y resultados obtenidos 
con ellos, etc. 
3.Evaluación: 
Detallar los criterios (frecuencia, duración, intensidad, etc.) y métodos de 
evaluación (entrevistas, cuestionarios, observación, autoinformes, etc.) 
utilizados para medir la conducta objeto de tratamiento. Señalar la 
duración de la línea de base y la tasa de conducta en esta fase. 
4.Tratamiento: 
Explicar pormenorizadamente el procedimiento terapéutico, técnicas 
utilizadas, dónde y quién lo lleva a cabo, variaciones introducidas respecto 
a los métodos estándar; duración temporal, número de sesiones, duración 
e intervalo entre ellas; criterios y métodos de evaluación durante su 
desarrollo; criterios iniciales de éxito para su retirada; metodología 
utilizada en el caso (estudio de caso, diseño experimental, etc.); resultados 
obtenidos. 
5.Seguimiento: 
Duración, métodos y criterios de evaluación en este período, forma de 
efectuar el seguimiento, mantenimiento o no de los logros conseguidos en 
la fase del tratamiento. 
Independientemente del tipo de metodología seguida por el terapeuta, el 
seguimiento de las indicaciones anteriores haría posible la comparación 
entre estudios, facilitaría la réplica de los resultados obtenidos por otros 
profesionales, y permitiría la acumulación de datos, aspecto clave para el 
avance del conocimiento en la investigación clínica. 
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 Gráfico 
1. 
 Diseños A , B y variaciones 
 Gráfico 
2. 
 Diseños de línea de base multiple 
 
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