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La aplicaci6n de Ia teoria de Piaget sobre desarrollo cognitivo a Ia educaci6n ( *) Deanna Khun Universidad de Harvard Traducci6n: Pablo del Rio Este articulo examina crlticamente los princi pales esfuerzos que se han realizado para apli car una teoria estrucrural o constructivista del desarrollo cognitivo, muy especialmente Ia de Piaget, a Ia educaci6n. Uno de los principales temas sera el de que las incertidumbres que en contramos a! intentar aplicar Ia teoria a Ia edu caci6n, son bastante reveladoras de las ambi giiedades que sedan dentro de Ia propia teoria. Resulta asi que este intento es potencialmente productivo en dos sentidos: contribuye, por un !ado a Ia clarificaci6n y el desarrollo de los fines y estrategias educativos, y contribuye, por otro, a Ia clarificaci6n, y, por tanto, desarrollo de Ia propia teoria. La tarea de confrontar Ia teoria educativa y Ia practica, presenta dos aspectos principales: 1) especificaci6n de los objetivos del proceso edu cativo, y 2) especificaci6n de los metodos con los que pueden alcanzarse los objetivos educati vos. Aunque estas dos tareas estan estrecha mente relacionadas, nos sera uti! separarlas co mo medio para plantear Ia cuesti6n de c6mo podria Ia teoria del desarrollo contribuir po tencialmente a cada una de elias. Abordaremos sucesivamente estas dos tareas en las dos prime ras partes del articulo, examinando Ia relaci6n que Ia teoria del desarrollo tiene o pudiera te ner con cada una de elias •. Contn'buciones de Ia teoria del desarrollo a Ia determinacion de los objetivos educativos Las teorias empiristas del desarrollo cognitivo rechazan explicitamente su capacidad para es pecificar los objetivos educativos. Los conducis tas proporcionan tecnicas para fomentar con ductas deseables y eliminar las indeseables, pe ro no ofrecen ninguna anal:itica racional para asignar una conducta determinada a una u otra categoria. Los conductistas desempei'ian asi el rol de tecnicos, recomendando las tecnicas me diante las que pueden alcanzarse objetivos educativos concretos, una vez que estos han si do defmidos por otros. En marcado contraste, las teorlas estrucrura les del desarrollo cognitivo, como las de Wer ner y Piaget, postulan direcciones universales o metas del desarrollo que son potencialmente adoptables para los fines educativos. «Llegar a estar educado» se equipara de este modo con el hecho de alcanzar el mas alto nivel en una se cuencia de estadios evolutivos. Esta posrura a favor de Ia adopci6n de una progresi6n a traves de una secuencia de estadios evolutivos como fin de Ia educaci6n, hizo su primera presenta ci6n explkita en un articulo de Kohlberg y Ma yer (1972), aun cuando los autores advierten (*) The Application ofPiaget's Theory of Cognitive Development to Education. HaroardEducational Re view. Vol. 49, n. 0 3, 1979. © 1979 by President and Fellows of Haroard College. © De esta traducci6n, Infancia y Aprendizaje, 1981. 145 que las raices de su postura han de hallarse en Ia filosofra educativa de Dewey. De hecho, Kohlberg y Mayer sostienen que Ia teor1a del desarrollo representa el unico medio aceptable para extraer objetivos educativos, porque supe ra el molesto problema de Ia pluralidad de va lores. Las secuencias de estadios evolutivos, constituyen fines clibres de valoraci6n• para Ia educaci6n, sostienen estos autores, puesto que estos fines representan el acrecentamiento de una progresi6n evolutiva que se da de manera natural. Una revision de los programas basados en el desarrollo Los primeros intentos que hicieron los educa dores para utilizar los estudios evolutivos como fines del curriculum, comenzaron de hecho al go antes de Ia aparici6n del articulo de Kohl berg y Mayer. Todos estos primeros esfuerzos se limitaron al nivel preescolar (Kamii, 1972; La vatelli, 1970; Wikart, 1971) y todos ellos esta ban dirigidos hacia Ia consecuci6n del estadio de las coperaciones concretas• de Piaget. Piaget observaba que los conceptos l6gicos y fisicos de los nii'ios, pasan, de un modo natural, por cam· bios cualitativos muy marcados entre las edades de cinco y siete ai'ios, transformaciones que el explicaba exponiendo el surgimiento de una estructura de razonamiento coperacional concreto•. El objetivo de curriculum de estos programas, era, pues, promocionar Ia adquisi ci6n de conceptos operacionales concretos en los nii'ios de edad preescolar. En diversos gra dos, estos programas tambien recurrieron a Ia teor1a de Piaget a Ia hora de formular las tecni cas de instrucci6n mediante las cuales debian alcanzarse estos fmes. En esa epoca, estos tres curricula originales piagetianos para preescolar, atrajeron una gran atenci6n y entusiasmo. Nin guno de ellos, sin embargo, fue mas alia de una fase experimental. Dos de ellos no tuvieron un posterior desarrollo o instrumentalizaci6n a gran escala. El tercero existe actualmente s6lo de forma radicalmente modificada (Kamii y Devries, 1977, 1978). A primera vista, Ia estrategia de evaluaci6n mas obvia para estos programas, habr1a sido el establecer si los nii'ios a los que se aplic6 el programa alcanzaron realmente lo operacional concreto. Ya existe, no obstante, un valioso caudal de datos empiricos que muestran que virtualmente todos los nii'ios adquieren las ope raciones concretas hayan asistido o no a un preescolar Piagetiano ode otro tipo. Asi, como los propios creadores del programa fueron cons tatando, no podemos sei'ialar Ia consecuci6n de las operaciones concretas por los alumnos como una indicaci6n del exito del programa. El al canzar las operaciones concretas a una edad mas temprana de Ia media, sigue siendo un ob jetivo te6ricamente posible, pero carece tam bien de una analitica racional clara • . En el programa revisado de Kamii, se renun cia al trabajo de Ia ensei'ianza de operaciones concretas sobre Ia base de que es inapropiado ensei'iar competencias que de todos modos son necesarias en el transcurso natural del de sarrollo. Kamii y Devries no han renunciado completamente, sin embargo, a los estadios piagetianos como objetivos educativos. Estas autoras citan datos que sugieren que, al contra rio que el estadio de las operaciones concretas, el estadio piagetiano mas avanzado de las ope raciones formales no consigue ser alcanzado por todos los individuos. Defienden sobre esta base Ia promoci6n del razonamiento operacional formal como un fin educativo apropiado. Por tanto, quiza simplemente cambiando el punto de mira desde el estadio de las opera ciones concretas al estadio de las operaciones formales, Ia concepci6n mas general de adoptar estadios evolutivos como objetivos educativos, siga siendo viable. El hecho es, sin embargo, que el programa revisado de Kamii y De Vries sigue centrado en el nivel preescolar, y como re sultado de ello, nose ocupa directamente de Ia promoci6n del razonamiento operacional for mal. Este se especifica simplemente como un fin a largo plazo y Kamii y De Vries se centran en otros fines a corto plazo que, como veremos en Ia segunda parte de este articulo, implican una utilizaci6n muy diferente de Ia teoria de Piaget. Sin embargo, otro grupo de educadores ha adoptado el estadio piagetiano de las opera ciones formales como un fin ·educativo explicito. Sus programas estan designados para nii'ios mayores y adolescentes y su trabajo ha se guido un avance independiente totalmente del de quienes han desarrollado el programa de preescolar. Este trabajo se inicia con el estudio Karplus para el Mejoramiento del Curriculum de Ciencias (Karplus's Science Curriculum Improvement Study: SCIS) {1974), concebido para los primeros cursos de grado elemental. 146 Algunos de los que trabajan en el grupo Karplus, extienden, sin embargo, su enfoque basta los dos niveles de bachillerato (high school) y a! hacerlo se refieren explicitamente a! es tadio piagetiano de las operaciones formalees.Su trabajo se encuentra aun en una fase temprana, pero los problemas que han tenido que afrontar son, sin duda, instructivos. El curriculum esta estructurado alrededor de actividades, siguiendo el punto de vista de Karp Ius de que este es el medio mas eficaz para que los nii'ios dominen los conceptos cientificos. Sin embargo, varios de los que tra bajan en este grupo (Lawson, 1975; Lawson, Blake y Nordland, 1975; Lawson y Renner, 1975; Lawson y Wollman, 1975), a! advertir datos de Ia investigaci6n que sugerian que muchos estudiantes de bachillerato razonaban aun a! nivel de las operaciones concretas, y que gran parte del curriculum de ciencias del bachillerato requiere un pensamiento formal, se han centrado ademas en el desarrollo de un razonamiento operacional formal, adoptandolo como objetivo educativo. El tratamiento mas detallado de este enfo que lo encontramos en Lawson (1975). A aquellos estudiantes que se supone -o se tiene certeza- han alcanzado un nivel operacional concreto de desarrollo, se les ocupa en una serie de actividades relacionadas con algunos con ceptos cientificos. En Ia fase inicial ( denomina da por Karplus cexploraci6n•) los estudiantes manipulan materiales y observan los resulta dos. El profesor introduce entonces «simbolos utiles, palabras 0 frases» (fase de «invenci6n•) para ayudar a los estudiantes a dar un nombre (a etiquetar) lo que han observado. En Ia fase final (de cdescu brimiento»), los estudiantes aplican los conceptos que han aprendido a con textos mas generales y progresivamente mas abstractos. Como ejemplo de este proceso, Lawson describe su procedimiento para Ia ensei'ianza del concepto biol6gico de «ecosistema:o. Desde el punto de vista de Lawson, se trata en este ca so de un concepto en el nivel de las operaciones formales, puesto que implica un analisis de las relaciones entre diversas clases de objetos dentro del sistema: emparentado, por tanto, con lo que Piaget describe como coperaciones sobre operaciones». En Ia fase de exploraci6n, cada equipo de estudiantes construye un ecosis tema simple: una caja de plastico dividida en dos secciones, en una de las cuales hay un acuario yen Ia otra un terrario. Los estudiantes observan despues y registran las relaciones de alimentaci6n y las pautas de conducta en am bas secciones. Lawson describe de este modo el proceso. de instrucci6n: A lo largo de una discusi6n se inven tan (se introducen) los terminos factores ambientales y ambiente. . . se inician cierto numero de experimentos especificos para examinar las relaciones entre las plantas y animales de los siste mas y los factores ambientales. Estos ex perimentos se consideran experiencias de descubrimiento en relaci6n a los con ceptos de los factores ambientales ... Despues de cierto numero de estos expe rimentos y observaciones ... se reune a los estudiantes para discutir lo que han hecho. Si se finalizara en este punto el ciclo del aprendizaje, probablemente no se apreciarian los aspectos mas generales del concepto. . . lo que se precisa es una serie de actividades adicionales... en contextos variables. Lo cual sugiere que debiamos estudiar otros ecosistemas, co mo bosques, rios, charcas ... mediante salidas al campo a las areas reales ... Este estudio de una variedad de ecosistemas permite a los estudiantes... el que puedan extraer Ia cforma:o de los concep tos a partir de las situaciones concretas y a su propio ritmo, en otras palabras, auto-regular y desarrollar Ia compren si6n formal. (Lawson, 1975, pags. 414- 415). En otro Iugar de este articulo, titulado concretamente eEl desarrollo del pensamiento formal mediante Ia ensei'ianza de Ia biologia:o, Lawson deja muy claro que el entiende por ccomprensi6n formal» el desarrollo de opera ciones formales, tal como las definen Inhelder y Piaget (1958). En otro articulo proporciona de hecho los resultados de esta medici6n de bs avances de los estudiantes en las tradicionales tareas de evaluaci6n de las operaciones formales de Inhelder y Piaget. (Lawson y Wollman, 1975). El programa de Lawson es tanto ambicioso como recomendable, si consideramos Ia manera en que se ha ensei'iado tradicionalmente Ia ciencia en el bachillerato. Como curriculum de rivado de Ia teoria del desarrollo, sin embargo, tiene cuando menos dos importantes puntos debiles. En primer Iugar se caracteriza por una 147 seria confusion entre las tecnicas que pudieran ser eficaces para la enseiianza de la ciencia y las tecnicas que pudieran ser eficaces para estimu lar el desarrollo cognitivo. Podriamos adoptar la perspectiva pragmatica de que tal confusion tiene poca importancia, puesto que las tecnicas que son buenas para una de las cosas lo seran probablemente para la otra. Pero solo una arti culacion mas precisa de las tecnicas respectivas nos permitira conftrmar que esto es asi. Quiza las tecnicas educativas basadas en la actividad sean las mas eficaces, cuestion esta de la que nos ocuparemos enseguida. Pero, .:que razones tenemos para creer que utilizando estas tecni cas con individuos que piensan en operaciones concretas, podamos inducirles a llegar a ser pensadores operacionales formales? La cuesti6n cr1tica que hay que plantearse es la de si los me todos de enseiianza defendidos por Lawson son eficaces para un subconjunto particular de es tudiantes que se encuentran en un nivel opera cional concreto de desarrollo cognitJvo, ~- si, co mo cabr1a sospechar, son simplemente metodos educativos eficaces en general, independiente mente del estatus evolutivo del alumna. En la medida que esto ultimo sea cierto, sigue sin quedar clara como y por que este programa es timula el desarrollo de los estadios. El segundo problema, muy relacionado con el prirnero, que plantea el programa de Law son, es que las caracter1sticas de pensamiento formal que intenta inducir, no estan definidas claramente. Noes preciso disputar con Lawson sabre si el concepto de cecosistema:o esta cualifi cado como un concepto operacional formal. Pe ro, .:en que contextos espedficos tendr1an los alumnos oportunidad de emplear el razona miento operacional formal, al enfrentarse con este u otro concepto similar? Mucha mas valor tendrian ejemplos de estrategias de razona miento concreto y formal, tal como pueden ob servarse en el transcurso de las actividades de los alumnos. Sin tal descripcion el observador no puede comprender la naturaleza especffica o la significacion de las competencias de pensa miento que Lawson desea estirnular, ni como y por que son adecuadas esas actividades concre tas para estimularlas. No se trata aqu1 de criticar por sus fallos programas como los de Lawson, sino de mostrar que las inadecuaciones que aparecen reflejan las ambigiiedades existentes en la teoria del de sarrollo en la cual esta basado tal programa educativo. Para construir correctamente nuestro razonarniento, debemos ahara volver a la teor"Ia y a la investigacion surgidas alrededor de los estadios evolutivos. El estatus actual de Ia teoria y de Ia investigaci6n sobre los estadios evolutivos Los psicologos y educadores americanos tu vieron reacciones divididas ante la teor1a de los estadios cuando tuvieron con ella los primeros contactos, y las opiniones siguen hoy fuerte mente divididas. Continua, asimismo, exis tiendo gran confusion sobre el tipo de eviden cia emp1rica que pueda apoyar o invalidar una teoria de los estadios (Kuhn, 1976, 1978). En esta exposicion debemos concentrarnos en el estadio cognitivo de las operaciones forrna les, debido al lugar central que ocupa en los programas educativos que acabamos de revisar. En muchos aspectos, sin embargo, las cues tiones que se han suscitado sobre las opera ciones formales, tienen un paralelo en cada uno de los estadios de la secuencia piagetiana. Las operaciones formales se definen como copera ciones sabre operaciones:o: es decir, que las or ganizacionesoperacionales concretas de clases o de relaciones, se organizan en clases o rela ciones de orden superior. Desde muy temprano en su desarrollo, al alcanzar las operaciones cconcretas:o de primer or den, el nino aprende a organizar los elementos en una clase logica ba sada en un atributo comun x y a organizar otros elementos en una clase basada en su posesion de un atributo comun y. Al alcanzar las opera ciones formales el sujeto puede seguir adelante hasta llegar a inferir que existe una relacion (de implicacion, pongamos por caso) entre la clase de elementos definida por el atributo x y la clase definida por el atributo y. Estas relaciones no pueden deducirse directamente de los ele mentos concretos: solo pueden ser construidas a partir de los resultados de las operaciones de clasificacion de primer orden (de aqu1 ~l termi no coperaciones sobre operaciones:o). Seglln la teor1a de Inhelder y Piaget (1958), la aparicion del estadio o esuUctura operacional formal, se seiiala por diversas y sorprendente mente nuevas estrategias cognitivas, especial mente el aislamiento de variables y la combina cion sistematica. Inhelder y Piaget ofrecen evi dencias, extra1das a partir de muy diversas ta reas, que indican que estas estrategias no estan 148 presentes en el razonamiento de los ninos mas pequef'ios, y que no hacen su primera aparici6n hasta, al menos, los primeros af'ios de Ia adoles cencia. Tambien ofrecen evidencias similares respecto a cierto numero de otras estrategias de las que, se sostiene, tambien se derivan de esta misma estructura, como, por ejemplo, Ia pro porcionalidad y Ia correlaci6n. El estadio piagetiano de las operaciones for males se ha visto sometido a tres crlticas prin cipales. En primer Iugar se ha dicho que el complejo modelo 16gico sobre el que Inhelder y Piaget basan te6ricamente el razonamiento operacional formal, contiene inconsistencias in ternas y errores 16gicos (Ennis, 1975 ). Aun mas frecuentemente se ha criticado al modelo por tener s6lo una conexi6n muy debil con Ia con ducta psicol6gica a Ia que se supone sieve de fundamento. En tercer Iugar, se ha criticado Ia afirmaci6n de Piaget de que las operaciones formales sef'ialan el nivel mas alto en una se cuencia universal de estadios, como algo sin fundamento y tendencioso a favor de los valo res intelectuales occidentales ( ver, por ejemplo, Riegel, 1973, y Labouvie-Vief, en prensa). A pesar de estas criticas, los psic6logos del desarrollo han vacilado mucho a Ia hora de in validar Ia obra de Inhelder y Piaget sobre las operaciones formales, especialmente por tene( en cuenta el hecho de que, desde su formula ci6n, sigue siendo Ia unica informaci6n comprensiva que tenemos del desarrollo inte lectual mas alia de Ia infancia. Sin embargo, precisamente a causa de estas crlticas, ha cobra do una importancia mas urgente elllevar a ca bo investigaciones mas numerosas y empiricas sobre los cambios cognitivos que se dan duran te Ia adolescencia. Constituye un prerequisite Ia identificaci6n mas precisa de Ia naturaleza de estos cambios, para poder desarrollar un mode lo satisfactorio de Ia estructura l6gica que sub yace bajo ellos o para poder emitir un juicio sobre su universalidad. lCual es, por tanto, el estatus de las investi gaciones sobre el estadio piagetiano de las ope raciones formales? Inhelder y Piaget, en el uni co volumen que dedican a este estadio, ilustra ban las estrategias de razonamiento que ellos definen como coperacional formal:•, en un con junto de tareas especificas extraidas principal mente de Ia fisica. Actualmente ha aparecido un numero bastante considerable de estudios replica, utilizando las mismas tareas. Estos es tudios confirman en todos los sentidos que en Ia adolescencia se dan cambios cualitativos muy seiialados en las pautas de respuesta, aun cuan do las correlaciones entre Ia ejecuci6n en una y otra tarea sean s6lo moderadas o mas bien ba jas. Resulta interesante que las opiniones conti nuen divididas respecto al impacto de este ulti mo balance sobre Ia teoria de los estadios. Al gunos te6ricos ven en Ia aparici6n sincr6nica de las distintas conductas indicativas de un esta dio, algo esencial de cara a validar Ia teoria. Otros adoptan Ia posici6n de que basta con que las distintas conductas aparezcan durante el mismo periodo general de edad. A pesar del hecho de que las estrategias cog nitivas en cuesti6n -el aislamiento de va riables o Ia proporcionalidad, por ejemplo son de una aplicabilidad muy amplia, sin em bargo, Ia gran mayorla de estos estudios s6lo las han confirmado en los terminos de las mismas tareas utilizadas por Inhelder y Piaget. Como resultado de esto, aun no se ha especificado exactamente c6mo se manifestarian estas estra tegias de razonamiento en otros contextos dis tintos de aquellos relacionados con Ia experi mentaci6n controlada en el campo de Ia fisica. Esta falta de definiciones operacionales comprehensivas del razonamiento formal, que se extiende a los contextos de Ia vida real en que se da de hecho este tipo de razonamiento, es probablemente el obstaculo aislado mas Serio para llegar a posteriores investigaciones empiricas fecundas en este area. Apoyan esta idea los recientes intentos para confirmar el ra zonamiento formal en poblaciones de adultos. Estos estudios indican que no todos los adultos demuestran un nivel de razonamiento opera donal formal en las tareas de Inhelder y Piaget, descubrimiento este que ha llevado a especular que, al contrario que en los estadios anteriores, este estadio final en Ia secuencia piagetiana, puede que no siempre se alcance. Lo que plan tea a su vez Ia posibilidad muy importante de que el concepto de estadio evolutivo pueda aplicarse a todo el ciclo vital, y no tan s6lo a Ia infancia o adolescencia (Kuhn, 1979). La investigaci6n de esta linea de pensamien to se presenta, sin embargo, bastante enmara i'iada por Ia falta de tecnicas apropiadas para es tablecer el nivel de razonamiento en adultos. Los investigadores que han empleado las tareas de Inhelder y Piaget con adultos medios, con fuman que estas tareas no son las mas apro piadas para que estos adultos puedan conectar facilmente. Los materiales les resultan extrafios 149 y les es difrcil a los sujetos sentir simpada por Ia fmalidad de Ia tarea. Sigue en el aire, pues, Ia cuesti6n de si el apreciable numero de adultos que da pobres resultados en las tareas de Inhel der y Piaget, carece realmente de operaciones formales, o si estos adultos poddan eviden ciarlas en situaciones familiares que irnplicaran sus propias actividades cotidianas. Una posibi lidad esta que ya sugiri6 el propio Piaget (Piaget, 1972). Algunas investigaciones iniciales confirman que el ejercicio del razonamiento operacional formal, varia considerablemente en funci6n del grado de familiaridad del area de contenido en que se presenta el problema (Sinnott, 1975). Las investigaciones que esta realizando el autor de este articulo (Kuhn y Brannock, 1977; Ca pon y Kuhn, 1979, en prensa; Cheng y Kuhn, nota 1) estan dirigidas a establecer las estrate gias de razonamiento operacional formal en contextos lo mas cerca posible de los de Ia vida real, en que tal tipo de razonamiento pudiera de hecho darse. Lo que en cualquier caso pare ce claro, es que no pueden hacerse aftrmaciones sobre el porcentaje de Ia poblaci6n adulta que ha alcanzado Ia capacidad para el razonamiento operacional formal, hasta que se desarrolle un repertorio mas completo y adecuado de tareas para su control. Para plantear Ia cuesti6n de modo significativo, debemos ser capaces de de finir y de medir el razonamiento operacional formal, en Ia variedad de contextos de Ia vida real en que de hecho se da. Pero para llegar a ser capaces de esto sera preciso llevar a cabo un gran cumulo de investigaciones cuidadosas, exploratorias y basadas en el mundo real, para las cuales lospsic6logos del desarrollo s6lo co mienzan ahora a desarrollar las necesarias tecni cas. Nuevas direcciones en teoria, investigaci6n y aplicaci6n La conexi6n entre las limitaciones que carac terizan los intentos de los educadores para utili zar una teorra de los estadios evolutivos y las li mitaciones que caracterizan Ia propia teoda, deberran alllegar aqur, aparecer ya con clari dad. Los educadores no pueden construir un curriculum seguro cuyo objetivo sea inducir de terminadas competencias cognitivas si no esta perfectamente claro cuales son estas competen cias. Ni tampoco Ia teoda puede ir demasiado lejos sin definiciones precisas y completamente generalizables de las estrategias de razona miento que caracterizan una estructura de esta dio dada. De aqur no se sigue, sin embargo, que no podamos in ten tar aplicar Ia teorra evolutiva a Ia educaci6n, o que una apropiada aplicaci6n de ba esperar a una mejor articulaci6n de Ia teorra, aun cuando este punto de vista tenga sus de fensores. La posici6n que trato de defender, por el contrario, es mas positiva, pero es tam bien mas difkil de instrumentalizar. Se trata de que educadores y psic6logos del desarrollo de ben comenzar a trabajar estrechamente en con junto, desde luego mas de lo que lo han hecho en el pasado. Los intereses y objetivos de los psic6logos investigadores y de los educadores se admite que son frecuentemente distintos (y probablemente sea un error ignorar o intentar eliminar esas diferencias). Pero deben, sin em bargo, afrontar sus respectivos prop6sitos con una mayor conciencia de los problemas, fines, y tematicas que caracterizan el campo de interes del otro. Y esto, porque ambos campos no s6lo se complementan mutuamente, sino porque en ultimo termino, se interseccionan. Por tanto, quienes diseiian un curriculum de ciencias basado en Piaget, para los alumnos de bachillerato, deben ser conscientes de que el razonamiento operacional formal no ha sido bien definido, ni te6rica ni emptricamente. Como argumentabamos antes, para que un programa como el de Lawson resista un riguro so escrutinio, y una evaluaci6n, el diseiiador del programa debe proporcionar un analisis de las estrategias de razonamiento cformales• fren te a las cconcretas•, que podrran observarse en los alumnos mientras estos estan inmersos en las actividades del programa. En otras palabras, necesitamos comprender exactamente c6mo se manifiesta el pensamiento operacional formal en el area conceptual concreta al que se dirige el diseiiador del curriculum. Una tarea asr puede parecer sencilla, pero en Ia practica re sultara probablemente muy difkil. Y a Ia inversa, los te6ricos e investigadores preocupados por el desarrollo cognitivo en Ia adolescencia o en Ia edad adulta, no pueden ig norar Ia relaci6n que existe entre su propio tra bajo y las preocupaciones de los educadores. Deben reconocer que el estadio de las opera ciones formales, si es que hade sobrevivir como un constructo de utilidad, debe definirse ope racionalmente en su forma mas amplia y comprehensiva. Mientras s6lo este definido en 150 terminos de respuestas a unos pocos problemas de fisica ode oua tematica especifica, no pue de tener una significaci6n te6rica 0 oractica amplia. Se precisa, por tanto, un cvnjunto mas comprehensive de definiciones generales de las estrategias de razonamiento formal, esto es, definiciones aplicables a toda Ia extension de areas de contenido, al tiempo que una articula ci6n de c6mo estas estrategias de razonamiento operacional formal se manifiestan en cada una de estas areas. Pero Ia consecuci6n de este obje tivo implica, por supuesto, el definir estas estrategias exactamente en los tipos de contex tos diarios de pensamiento que son importan tes para los educadores. Este es un punto, por tanto, donde se entrecruzan las tareas de los in vestigadores educacionales y evolutivos. Cada uno de ellos aporta una especializaci6n particu lar para afrontar Ia tarea, pero tambien cada uno debe ser consciente de Ia perspectiva y progresos del otro. Contribuciones de Ia teoria evolutiva a Ia implantaci6n de metodos educativos Hablabamos a! principio del articulo de al gunas de las cuestiones que se plantean a! in tentar utilizar los estadios del desarrollo cogni tive como objetivos educacionales. Indepen dientemente de Ia postura que uno adopte en Ia controversia sobre los estadios evolutivos co mo objetivo de Ia educaci6n, Ia teoria puede contribuir en cualquier caso a Ia educaci6n pro porcionando ideas sobre los cprocesos• del aprendizaje y el desarrollo cognitive. Tales ideas podrian muy bien servir de importante ayu da para los educadores de cara a Ia formulaci6n de estrategias de instrucci6n para Ia consecu ci6n de los objetivos educativos. De esta posibi lidad nos ocupamos en esta segunda parte del articulo. Una revision de los programas evolutivamente fundamentados Precisamente hacia esta direcci6n que acaba mos de sugerir, han cambiado los mas nuevos curricula de preescolar basados en Piaget (For many Kuschner, 1977; Furth y Wachs, 1974; Kamii y Devries, 1977, 1978), sostienen que es Ia teoria de Piaget sobre los mecanismos del de sarrollo intelectual, y no sus estadios, lo que tiene Ia mayor relevancia para los educadores. Nos sera de gran utilidad ocuparnos mas de cerca del programa de Kamii y Devries, como representative de un cierto numero de este ti po. La 16gica que subyace en el programa de Ka mii y Devries ( 1977) deriva de Ia perspectiva de Piaget de que el conocimiento es un acto del sujeto sobre los objetos y de que por tanto el desarrollo intelectual s6lo tiene Iugar como re sultado de Ia propia actividad constructiva del individuo. De acuerdo con esto, los educadores deberian preocuparse por implantar el tipo de entorno educative que sea rico en oportunida des para una actividad de este tipo. Los objetivos del programa de Kamii y Devries son sorprendentemente simples com parades con los objetivos, basados en los esta dios de Piaget, que caracterizaban el anterior programa de Kamii (1972), y mucho mas complejos, detallados y altamente estructura dos. En sus programas, solo enumeran dos ob jetivos cognitivos para el nino: «1) Plan tear ideas, problemas y cuestiones interesantes, y 2) po ner en relaci6n cosas y darse cu<;nta de similari dades y diferencias». Ademas, enumeran tres objetivos socio-emocionales para el nino: «1) sentir seguridad en una relaci6n no coercitiva con los adultos; 2) respetar los sentimientos y los derechos de los demas y comenzar a coordi nar diferentes puntos de vista, y 3) ser indepen dientes, estar alerta y curioso, utilizar Ia iniciati va al perseguir el objeto de Ia curiosidad, tener confianza en Ia propia capacidad para compren der las cosas por s:i rnismo y decir lo que se piensa con convicci6n• (Karnii y Devries, 1977, pags. 394-399). La finalidad mas general del programa de Kamii y DeVries es el de conseguir niiios que a corto plazo sean intelectualmente cactivos, cu riosos, e independientes» y que tengan de sarrolladas, a largo plazo, a! maximo, sus capa cidades intelectuales y su competencia. El ideal es que los niiios entren en Ia edad adulta equipados con el espiritu y las capacidades inte lectuales precisas para abordar nuevos proble mas con fuerza y creatividad. Expresado en las palabras de Eleanor Duckworth, a quien citan Kamii y DeVries frecuentemente: cCuanto mas podamos ayudar a los niiios a tener sus propias ideas maravillosas, y a sentirse bien por ello, tanto mas probable sera que den alg(ln dia con 151 ideas maravillosas con las que nadie habla dado antes» (Duckworth, 1972, pag. 231). Con un esplritu similar, Furth y Wachs (1974) citan como objetivo primario de su programa el que el nino adquiera eel habito de un pensamiento independiente, creativo». Furth y Wachs construyen su curriculum alre dedor de un conjunto de cjuegos depensar» que creen estan perfectamente adaptados para implicar a! nino en una actividad cognitiva pro ductiva. Por otra parte, Kamii y DeVries basan su curriculum en lo que elias denominan eel tradicional curriculum de desarrollo del nino», que incluye actividades tales como Ia construe cion con bloques, pintura, juego sociodramati co, escucha de narraci6n de historias, cuidado de animales y plantas, canto y uso de instru mentos musicales, cocina, juegos con agua y arena, y rompecabezas. Este curriculum tradi cional, segiin elias creen, es muy rico en posibi lidades para el desarrollo intelectual. Estas autoras lo critican (inicamente por su falta de una anal1tica racional explkita y se plantean el analisis de las vias por las que pueden impul sarse los objetivos evolutivos basados en Piaget mediante estas actividades tradicionales. Sorprende observar hasta que punto los programas de preescolar piagetianos han cam biado de rumbo en los pocos anos de su exis tencia, desde Ia defensa de un curriculum alta-· mente estructurado en que se prescriben los contenidos, a Ia defensa de que se deje de hecho solos a los ninos (para que estos dirijan su propia actividad en un entorno cognitiva mente rico que les brinde apoyo). Sin embar go, los objetivos subyacentes a este tipo de programa no son, de hecho, totalmente disimi lares. AI menos, ambos aceptan implkitamente que Ia finalidad de los ninos es el avance en terminos de una secuencia evoluti va de estadios piagetiana. Los primeros progra mas intentaban alcanzar esta finalidad admi nistrando un curriculum muy especffico y alta mente estructurado dirigido hacia Ia consecu ci6n de las competencias que caracterizan un estadio evolutivo concreto. Los programas mas nuevos adoptan el punto de vista de que s6lo los propios ninos pueden lograr este desarrollo a traves de su propia actividad autodirigida. El educador iinicamente puede proporcionar el entorno 6ptimo para que este desarrollo pueda darse. A pesar del cuidadoso detalle con que Kamii y DeVries intentan describir su programa y explicar su fundamentaci6n en Ia teorla del de sarrollo, este, y otros programas de este tipo, se caracterizan todavla por una seria ambigiiedad. Esta ambigiiedad, como veremos, se hace evi dence tanto para el psic6logo evolutivo que pu diera plantearse el proporcionar una justifica ci6n te6rica del programa, como para el profe sional que intenta instrumentarlo en Ia practi ca. La primera fuente de ambigiiedad son los objetivos del programa. Por una parte, Kamii y DeVries defienden el progreso de estadio en es tadio como una finalidad, esto es, desarrollar a! maximo las habilidades y competencias intelec tuales del nino (1977). Por otra parte, tambien desean sacar ninos que sean intelectualmente cactivos, curiosos e independientes». No queda claro si desean fomentar estas iiltimas caracterlsticas a causa de que estas llevan a! ob jetivo a largo plazo del progreso a traves de los estadios, o bien simplemente, debido a que es tas caracterlsticas cognitivas son deseables por sus propios meritos. Esta distinci6n es algo mas que academica. Si lo que se fomenta son las caracterlsticas cognitivas por sus propios meri tos, entonces el programa pierde su foco evolu tivo. La afirmaci6n de que estas caracterlsticas hacen de camino para avanzar de estadio en es tadio, es, por otra parte, susceptible de ser dis cutida: podrlamos identificar probablemente una significativa proporci6n de Ia poblaci6n adulta capaz de funcionar a un nivel opera cional formal de desarrollo cognitivo, pero que no estarla caracterizada como intelectualmente activa, curiosa, o independiente. La instrumentaci6n del programa de Kamii y Devries tambien tiende a estar pobremente de finida. Por ejemplo, len que consiste Ia cactivi dad autodirigida»? lSe refiere a! descubrimien to de Ia soluci6n de problemas por uno mismo? lO se refiere a! descubrimiento de los proble mas de uno mismo? llmplica el redescubri miento de soluciones existences o el inventar otras nuevas? Lo que claramente nose pretende dar a en tender, es Ia manipulaci6n flsica simple de objetos materiales, como algunos interpretes de Piaget han asumido ingenuamente. Los ni nos pueden manipular los materiales flsicos de un modo pasivo e irreflexivo, y al otto extremo, pueden estar cimplicados mentalmente de una manera activa• aiin cuando no esten haciendo nada con sus propias manos. De hecho, un logro evolutivo crltico, segiin Piaget, es Ia cin teriorizaci6n» de los esquemas senso-motores, 152 de modo que el nino no esta ya limitado a ope car sobre objetos materiales, sino que tambien puede operar sobre sus propias representa ciones internalizadas. Sigue, sin embargo, sien do problematico lo que significa ccognitiva mente activo• y c6mo identificar este estado en una clase de preescolar. Tambien queda indefinido cual debe ser el papel concreto del maestro en el fomento de Ia a~tividad autodirigida del nino. Una interpre taci6n, a Ia que nos referimos como Ia estrate gia del cdesajuste 6ptimo•, es Ia de que el maes tro diagnostica el nivel del desarrollo del nino en un area determinada y fomenta despues aquellas actividades que resulten estimulantes 6ptimamente. Dicho en palabras de Furth y Wachs (1974), Ia tarea del maestro es propor cionar las actividades «que sean evolutivamente apropiadas para estimular el pensamiento del nino, pero no demasiado dificiles como para provocar su fracaso. Este es el principio de Ia ex periencia de calto nivel•, donde Ia palabra cal to• estara en funci6n del estado evolutivo de ca da nino ... En este asunto, Ia tarea del maestro es conocer el tipo general de actividades que son potencialmente de alto nivel para los ninos de su clase» (Furth y Wachs, 1974, pag. 45). Sin embargo, en otro Iugar, Furth y Wachs de fienden algo muy distinto: hay que dejar que cada nino trabaje el solo en Ia estructura de su propio nivel, a su propio ritmo, y segun su esti lo personal• (Furth y Wachs, 1974, pag. 45). Kamii y DeVries se inclinan por este ultimo punto de vista: En general, nosotras deducimos a par tir de Ia teoda de Piaget, Ia moral de que es inutil intentar espec:ificamente organizar contenidos para el nino. Cual quier cosa que digamos o mostremos a los ninos, esta destinada a ser asimilada de maneras distintas a las concepciones de los adultos. Mortunadamente el ni no pequeno organiza las cosas por si mismo, porque intenta continuamente comprender el sentido de su mundo. Si se le alienta a estar alerta y curioso, nos estara haciendo preguntas durante todo el dia hasta cansarnos. Estas preguntas salen de ely estan enraizadas en su mo do de pensar. La informaci6n concreta que le demos en esos momentos, tiene significados muy distintos de los que nosotros podriamos imponerles a traves de nuestra iniciativa adulta. (Kamii y DeVries, 1977, pag. 406, cursivas del original). Esto representa un cambio significativo res pecto a! punto de vista que habia expresado Kamii anteriormente: eEl rol del maestro en una escuela piagetiana ... es ayudar al nino a construir su propio conocimiento guiando sus experiencias ... Este rol es ... extremadamente dificil, 'porque (el maestro) tiene que ocuparse constanterriente de diagnosticar el estado emo cional de cada nino, el nivel cognitivo y los in tereses• (Kamii, 1973, pags. 212-213). Furth y Wachs caracterizan su escuela como ca medio camino entre una escuela abierta en que se deja a los ninos que hagan lo que quieran, y un programa altamente estructura do, en que esta programada cada respuesta del nino» (1974, pag. 44). Pero claramente y a un nivel operacional, Ia tarea del maestro sigue es tando indefinida. c:Deberia intentar el maestro en Ia clase proporcionar a cada nino indivi dualmente y en cada momento Ia experiencia precisa que estuviera c6ptimamente desajusta da• en relaci6n con su nivel de funcionamientoactual? Es este un empeno, si no imposible, claramente ambicioso. El maestro debeda para ello conocer intimamente las competencias concretas de cada nino, y los terminos de Ia se cuencia en que el nino se desarrolla en cada area. El maestro precisaria decidir entonces cual podda ser el 6ptimo nivel de desajuste dentro de esta secuencia, y tener un medio disponible a mano para instrumentar Ia presentaci6n de este nuevo nivel. c:O el maestro deberia, por otra parte, unicamente tratar de proporcionar un entorno intelectual rico, tal como sostienen Kamii y DeVries, en el que los ninos seleccio nadan sus propias actividades y construirian gradualmente sus propias estructuras cognitivas mas avanzadas? Supongamos, por seguir el argumento, que es esta ultima interpretaci6n Ia correcta y volva mos a Ia cuesti6n mas central de todas: c:C6mo poddamos juzgar sobre los meritos de la posi ci6n de Kamii y DeVries en cuanto aconsejable o no para Ia educaci6n temprana? La respuesta, como las propias Kamii y De Vries aclaran, nose encuentra en los acostumbrados estudios empiricos de evaluaci6n de programas. Los ob jetivos de los programas, sostienen Kamii y DeVries, exigen una evaluaci6n a largo plazo y no a corto plazo, pero si esto es asi, es posible que no se deba simplemente a los efectos 153 crepresivos• de las escuelas tradicionales en que entran los ninos tras el programa de preescolar y que borran sus efectos positivos. En cualquier caso, tal como hemos senalado antes, no esta claro cuales podrian ser estas caracterlsticas a largo plazo, adultas, o c6mo podriamos identi ficarlas si es que aun fueran evidentes. Por otra parte, quiza, los puntos de vista de Karnii y DeVries sobre la educaci6n temprana, pueden ser evaluados por sus propios meritos, sin recurrir a sus resultados a largo plazo para su validaci6n. La recomendaci6n de que se cde je solo• al nino en un entorno rico cognitiva mente para que pueda dirigir su propio apren dizaje, noes ciertamente nueva: puede seguir se su castro hasta una sorprendente variedad de teorias psicol6gicas, filosof1as educativas y valo res culturales. Los observadores de los centros de preescolar ingleses, por ejemplo, describen c6mo en ellos se fomenta la actividad intelec tual libre y espontanea del nino en terminos sorprendentemente similares a los que utilizan los escritores americanos para caracterizar las es cuelas piagetianas, aun cuando las personas pr6ximas a los centros ingleses, atribuyen mas valor a John Dewey y Susan y Nathan Isaacs co mo fuentes de su sabiduria educativa, que a Piaget (Weber, 1971). Quiza la puntualizaci6n mas importante que haya de hacerse respecto a las prescripciones de Kamii y de DeVries para la educaci6n tempra na, es que, teniendo sobre todo en cuenta sus inciertas rakes te6ricas, depende vitalmente de la adecuaci6n de nuestro conocimiento psicol6- gico sobre lo que en realidad hacen los ninos cuando se les cdeja solos•, refuiendo esta expre si6n al aspecto intelectual. cC6mo se compor tan los ninos en entornos intelectualmente de sestructurados? cCuales son las caractedsticas estructurales y funcionales de las actividades que los ninos eligen para irnplicarse en elias y cual es la naturaleza de los cambios cognitivos que se dan durante el transcurso de estas activi dades autodirigidas? cDe que modos lleva esta actividad al desarrollo intelectual? La fuerza del citado punto de vista de Kamii y DeVries de que ces esteril intentar especfficamente organi zar el contenido para los ninos ... los ninos or ganizan las cosas por si mismos, porque conti nuamente tratan de hallar un sentido a su pro pio mundo•, depende de lo que sepamos sobre c6mo hacen los nii'ios esto, en realidad. Puesto que en general no sabemos sobre ello dema siado, la recomendaci6n de que se deje solos a los nii'ios para dirigir su propia actividad de aprendizaje, puede ser atractiva como tal con cepto, pero corre el riesgo de resultar una prescripci6n educativa sin sentido. Y esto tanto mas, por supuesto, si tenemos en cuenta las multiples e inciertas rakes te6ricas de una prescripci6n asi, y la cvuelta a la sabiduria po pular• irnplicita en la aprobaci6n que Kamii y Devries hacen del tradicional curriculum de de sarrollo infantil. Para poder invocar la teoria e investigaci6n psicol6gicas modernas en apoyo de la practica tradicional (y no seria este' por supuesto, el primer caso), la evidencia debe ser comprensiva y la causa bien argumentada. Tal como declarabamos en la primera parte de este articulo, el prop6sito de nuestra revisi6n de los programas de educaci6n evolutivamente fundamentados, no es tanto criticar los propios programas, como el ilustrar el paralelo que existe entre los desafios criticos ante la teoria y los desafios criticos ante su aplicaci6n en un contexto educativo. En nuestro caso concreto, las cuestiones que se plantean -cual e~ la na turaleza de la actividad cognitiva autodirigida y cual es la naturaleza del proceso, en el sentido de que es lo que lleva al desarrollo cognitivo que parecerian ser, a prirnera vista, exactamente el tipo de cuestiones al que los te6ricos e inves tigadores evolutivos poddan contribuir con sus respuestas. Volvamos, por tanto, a lo que pueden decir los psic6logos evolutivos sobre los mecanismos y procesos que subyacen en el de sarrollo cognitivo. Piaget (1971) define especfficamente la cequilibraci6n•, a veces denominada cauto regulaci6n•, como el proceso critico por el que el sistema de acciones mentales u operacionales del individuo se reorganiza en una estructura nueva y mas avanzada. Sus escritos sobre este tema han sido lo suficientemente oscuros como para permitir toda una variedad de interpreta ciones de este aspecto de su teoria. Una de elias, a la que nos referiremos como la oria del desajuste 6ptirno, estii irnplicita en algunos de sus primeros escritos, especialmente en sus escritos sobre la irnitaci6n (1951), y fue favore cida por algunos de los prirneros interpretes de Piaget, como Hunt (1961) y Bruner (1960). Las ocasiones apropiadas para el cambio evolutivo, seg(In este punto de vista, son aquellas en que se expone al individuo a materiales con un ni vel estructural 6ptirnamente desajustado res pecto al nivel estructural existente del propio individuo, esto es, con un nivel estructurallige- 154 ramente mas avanzado que el nivel existente, pero no tan avanzado que no pueda ser asimi lado. La teoda del desajuste 6ptimo se ha aceptado de una manera amplia en los circulos educati vos. Proporciona una elegance analitica racional te6rica para Ia opini6n popular de que los curri cula deben hacerse a medida, para el nivel de competencias concreto de cada nino. Pero Ia teoria del desajuste 6ptimo, en cuanto explica ci6n del mecanismo por el que se da el cambio evolutivo, es, sin embargo, a Ia vez vaga e in completa . .!Que uso hace un individuo de Ia es timulaci6n concreta del entorno en un determi nado momento, aiin suponiendo que Ia esti mulaci6n esta 6ptimamente desajustada? lSe trata de un simple mecanismo de imitaci6n o de interiorizaci6n del material 6ptimamente desajustado, o es algo mas complejo? .!Es un estirnulo externo el que esta 6ptimamente de sajustado, o son las propias acciones del indivi duo, externas o mentales, las que estan 6pti mamente desajustadas respecto a algiin reper torio de acciones previamente existente? Aiin mas, practicamente no existen datos empiricos relevantes respecto a Ia teoria del desajuste 6p timo, aiin cuando en principio Ia teor'ia seda bastante facil de comprobar; por ejemplo, lprestan los niiios de hecho mas atenci6n a estirnulos que se sitiien a un nivelligeramente mas avanzado que el propio, a estirnulos a un nivel inferior o a un nivel considerablemente por encima del propio? y lesta asociada esta atenci6n que prestan con avances en su de sarrollo? Otra interpretaci6n, esta mas estricta,de Ia teoria de Piaget sobre los mecanismos de Ia transici6n evolutiva por estadios, es Ia de que los estirnulos de un estadio superior (de cual quier nivel), no desempeiian en el proceso un papel determinante. Mas bien, el individuo construye literalmente de nuevo cada una de las mas avanzadas estructuras, sobre Ia base de lo que aprende mediante las acciones que refle jan una organizaci6n esttuctural inferior y me nos adecuada. Cada nuevo estadio aparece por que es el equilibria mas probable que puede emerger de un desequilibrio producido por las acciones en el estadio inferior (Piaget, 1971). Por tanto, segiin esta interpretaci6n, es el dese quilibrio producido por el funcionamiento en un estadio inferior, mas que Ia estimulaci6n proporcionada por modelos externos de un es tadio superior, Ia fuente del cambio evolutivo. Las dos alternativas que acabamos de perfilar son, claramente, totalmente distintas, aunque a pesar de ello se ha hecho poco esfuerzo por distinguirlas, y muchos te6ricos del desarrollo son ambivalences a Ia hora de optar por una de elias. Kohlberg y sus colaboradores, por ejemplo, al discutir Ia transici6n a traves de es tadios en el desarrollo moral, da Ia impresi6n de que a veces habla en terminos de un proceso genuinamente cconstructivo:. y que otras veces se adscribe al concepto de desajuste 6ptimo en cuanto a Ia exposici6n de un estadio mas alto como parte determinante del proceso. Colby, Kohlberg, Fenton, Speicher-Dubin y Lieber man (1976), al interpretar los resultados de un estudio de intervenci6n afirman, por ejemplo: « ... esto se amolda a Ia teoda del desarrollo que postula que el conflicto de estadios de razona miento y Ia exposici6n al pr6ximo estadio supe rior, es necesaria para que se de movimiento:. (pag. 103). La estructura de un estadio supe rior, f!Se inventa desde dentro como medio para resolver el conflicto que se ha presentado, o se adopta desde fuera como una soluci6n dispo nible que se ajusta a Ia necesidad? Noes esta, sin duda, una distinci6n de caracter trivial. Tampoco resulta dificil el reconocer un para lelismo entre esta incertidumbre en el frente te6rico y Ia incertidumbre que discut'iamos an teriormente respecto al rol conveniente para el maestro en los programas de educaci6n tempra na, basados en Ia actividad del tipo de los de Kamii y DeVries o Furth y Wachs. Sin duda,la cuesti6n de c6mo se produce exactamente el desarrollo intelectual se halla 1ntimamente re lacionada con Ia cuesti6n de como podr1a inter venir el maestro de una manera 6ptima en este proceso. Enunciada mas formalmente, Ia cues ti6n que sigue sin resolver, tanto en Ia teoria educativa como en Ia evolutiva, es Ia naturaleza del proceso mediante el cuallos esquemas cog nitivos de un individuo establecen contacto o interactiian con las estructuras existentes en el entorno externo y lo hacen en concreto de aquellos modos determinados que conducen a cambios en esos esquemas. Y a esta cuesti6n, ni el punto de vista constructivista estricto ni el de desajuste 6ptimo, proporcionan una soluci6n satisfactoria. La formulaci6n del desajuste 6pti mo no logra explicar de que modo los modelos ambientales de un estadio superior provocan el cambio evolutivo. Y el planteamiento cons tructivista estricto, por otra parte, implica que tales modelos o bien estan ausentes del proce- 155 so, o son para el irrelevantes. Consideremos, por ejemplo, el caso del desarrollo a traves de estadios de razonamiento moral. Las personas estan expuestas a una fuerte dosis de moraliza cion diariamente. El seiialar esta abundancia de modelos de estadios superiores (e inferiores) no equivale a sugerir que el razonamiento que tales modelos reflejan, se haya interiorizado de un modo simple y directo. De todos modos, es practicamente cierto que los juicios discrepan tes (as! como coincidentes), propios de un esta dio, son asimilados y comprendidos de alguna manera por el individuo, y es mucho mas improbable que sean ignorados sistematica mente. Cualquier teorla del proceso de transi cion evolutiva debe proporcionar una explica cion del proceso de interacci6n indudablemen te complejo, que tiene Iugar entre estas estruc turas ambientales y las estructuras cognitivas internas propias del individuo en desarrollo. Es interesante destacar que en Ia mas recien te exposicion que hace Piaget (1977) sobre el proceso de equilibracion, plantea el problema central de una manera similar. cCual es Ia na turaleza del proceso coordinativo que inter viene entre aquellas caracteristicas inherentes a! objeto y aquellas otras inherentes a! sujeto? Mientras que anteriormente, afirma Piaget, el ha podido considerar a este vinculo entre el su jeto y el objeto como algo mas directo de lo que es en realidad, ahora cree que ambos solo sere lacionan mediante un complejo proceso de re gulaciones sucesivas. En este trabajo reciente, Piaget describe los diversos pasos que el consi dera constituyen el proceso. Lo que en un prin cipio es una alteraci6n provocada desde el exte rior, da Iugar a regulaciones simples y despues a reacciones compensatorias mas complejas. Estas compensaciones alcanzan eventualmente una forma dotada de una compleja simetrla y lo que inicialmente eran alteraciones pasan a ser agentes sistematicos de transformacion dentro del sistema. En otras palabras, conducen a otra estructura enriquecida y mas altamente dife renciada. Una caracteristica de esta formulaci6n, que deberiamos mencionar aqur, es Ia de que inclu so para lo que es habitual en Piaget esta cons truida en terminos de un modelo especialmen te abstracto y formal. Aun cuando este modelo, como afuma Piaget, se base en una recoleccion de observaciones emplricas de toda una vida, incorpora todavla menos observaciones emplricas sobre Ia conducta cognitiva de los ni- iios de lo que ha venido siendo caracteristico en sus otros escritos. Resulta asr de Ia mayor importancia el clarifi car el papel que Ia investigacion emplrica debe jugar en nuestra comprension de Ia transicion evolutiva. Los investigadores que desean inves tigar los mecanismos del cambio evolutivo, piensan habitualmente en terminos de algunas de las formas del metodo experimental. Los psicologos evolutivos americanos de los anos se senta se apoyaron fundamentalmente en lo que ha venido a conocerse como ctraining study:.. Probablemente, Ia unica afirmacion que puede hacerse sin miedo a equivocarse sobre Ia no table afluencia de ctraining studies• americanos aparecidos durante el lapso de quince aiios comprendido entre 1960 y 1975, es Ia de que Ia interpretacion de estos estudios resulta contro vertida. Los ultimos libros de texto de psicologla evolutiva escritos por psicologos ex perimentales norteamericanos, hacen afuma ciones en el sentido de que se ha establecido emplricamente que pueden ser enseiiados con ceptos piagetianos como el de conservacion. Por otra parte, los piagetianos tienden a conti nuar con su escepticismo respecto a Ia posibili dad de que Ia mayorla de estos estudios hayan de hecho provocado un autentico cambio estructural. Los criterios para decidir este punto estan cargados de ambigtiedad. Sin embargo el problema de interpretacion llega aun mas hon do. Incluso aunque llegaramos a garantizar que los cambios provocados experimentalmente fueran autenticos, no estarian todavla claras las inferencias que podrlan hacerse a partir de esta observaci6n justificadamente. Si se observa en el laboratorio que A produce B no se sigue de ello que A sea siempre, o incluso algunas veces, el antecedente causal de B cuando esta aparez ca en el transcurso normal de los hechos. En otras palabras, no tenemos seguridad de hasta que punto el mecanismo experimentalmente demostrado se parece al mecanismo natural: es decir, no sabem<>s si el estudio tiene una vali dez externa (Kuhn, 1974). Es justo decir, por tanto, que el paradigma del ctrainingstudy• se halla en una situacion de incertidumbre en cuanto instrumento de investigacion en Ia psicologla evolutiva. Otro enfoque para el estudio experimental del cambio evolutivo fue presentado por lnhel der, Sinclair y Bovet (1974) en Learning and the Development of Cognition. Las nuevas estructuras, sostienen, se forman mediante Ia 156 integraci6n y coordinaci6n de esquemas ya exis tentes. El motivo para que se produzca esta in tegraci6n es el conflicto que surge cuando se ex tienden esquemas existentes o nuevos contex tos donde estos esquemas se encuentran con otros esquemas existentes con los que son in compatibles. Denuo de este andamiaje conceptual que ellos denominan una epistemologla de ccons uuctivismo evolutivo•, la analitica racional ex perimental, aunque no es compleja, merece una cuidadosa atenci6n. El intento de los auto res era el de acelerar bajo condiciones controla das el proceso de integraci6n y coordinaci6n. Y realizaban esto ofreciendo situaciones que se pareclan de un modo natural a las que se dan de hecho, pero que tambien proporcionaban al nino cOportunidades 6ptimas para la interac ci6n• entre los esquemas existentes y entre estos esquemas y la realidad externa. Para conseguir esto, la intervenci6n hade ser capaz de acelerar el desarrollo preservando al mismo tiempo sus caracteristicas naturales. A nivel metodol6gico, se debe primero averiguar los esquemas que se aplican en una situaci6n determinada y disefiar despues los problemas que activan tales es quemas. Despues de ellos, puede intentarse provocar el conflicto presentando el problema que activa varios esquemas y pidiendo a los su jetos que comparen e integren sus soluciones. Los datos que se recogen consisten en las obser vaciones de las conductas de los sujetos durante las propias sesiones del experiment a. Inhelder, Sinclair y Bovet utilizan estos datos como me clio para recoger informacion sobre los procesos de coordinaci6n habitualmente inobservables que elias piensan constituyen Ia construcci6n evolutiva. El enfasis de esta investigaci6n, en agudo contraste con el «training study• uadi cional, se encuenua entonces en la propia in tervenci6n mas que en los cambios de pre-test a post-test. Otro reciente trabajo ginebrino de Inhelder y sus colaboradores, sigue esta misma estrategia cmicrogenetica•: el investigador intenta captu rar en un breve intervalo de tiempo los procesos evolutivos que habitualmente se dan a lo largo de un periodo prolongado. lnhelder se refiere a estos experimentos como los cestudios de pro cesos• ginebrinos. En un articulo de Karmiloff Smith e Inhelder (1975) hallamos uno de los pocos ejemplos de este trabajo facilmente dis ponible en ingles. El enfoque experimental que hemos adopta- do en nuestro propio uabajo (Kuhn y Hi, en prensa; Kuhn, Hoy Adams, en prensa; Kuhn y Phelps, en prensa) es similar al de Inhelder en cuanto a los objetivos y la esuategia. La princi pal diferencia esta en que no hemos intentado comprimir el proceso evolutivo en s6lo dos o tees sesiones experimentales. Al igual que Inhelder y sus colaboradores, nuestro objetivo es el de acelerar el proceso evolutivo natural, sin alterar significativamente sus caracteristicas esenciales, como un media para observarlo mas de cerca. Las sesiones experimentales tienen Iu gar una o dos veces a la semana, a lo largo de un periodo de varios meses. El enfasis se pol}e en Ia observaci6n de los cambios en las estrate gias de resoluci6n de problemas de los sujetos a lo largo de series de sesiones, cambios que en el curso normal del desarrollo se darlan probable mente a lo largo de varios alios. Nose pretende modelar, o ensefiar de otra manera nuevas estrategias de resoluci6n de problemas, sino simplemente proporcionar a los sujetos la opor tunidad de ejercitarse, y al hacerlo, quiza de re estructurar sus estrategias de razonamiento existentes. La caracteristica mas importante de esta investigaci6n, es, desde nuestro punto de vista, que observamos el cambia evolutivo auto-generado. Proporcionamos el entorno del problema, pero Ia unica retro-alimentaci6n que reciben los sujetos, es lade sus propias acciones sobre los materiales fisicos. Utilizamos los problemas de quimica de Inhelder y Piaget (1958), como punto de parti da para construir una serie de problemas. En el problema inicial, uno de cinco liquidos eti quetados con letras distintas (B, C, D, E, F) produce, al ser afiadido a! cliquido de mezcla• (A), una reacci6n quimica (bien un cambia de color o un precipitado). Se demuestra esta reac ci6n para que Ia vea el sujeto, a quien luego se invita a intentar cdiversas maneras de hacerlo• para determinar que liquido causa la reacci6n. Se anima a los sujetos a hablar de sus hip6tesis despues de preparar los experimentos, aunque antes de realizarlos de hecho ( cque deseubriras al intentarlo de esa manera?•). Despues se ani ma a los sujetos a interpretar lo que han obser vado y a plantearse c6mo lo harlan si tuvieran que realizar el experimento la proxima vez («(que piensas sobre c6mo ha salida?, (que has descubierto?:.). En ningiln momenta se su gieren estrategias para resolver los problemas. Nuestros sujetos estaban extraidos de dife rentes edades cronologicas (adultos avanzados, 157 adultos j6venes y pre-adolescentes) que no hablan mostrado competencia en los pretests en los esquemas <k razonamiento preopera cional formal de aislamiento de variables o de combinaci6n sistematica de elementos. Asl, al enfrentarse con los problemas de qulmica, estos sujetos no mostraban inicialmente capacidad para combinar sistematicamente los llquidos o para aislar Ia variable efectiva. El sujeto dpico, por ejemplo, anadla los Irquidos B. C y D al llquido de mezcla, observaba Ia reacci6n y concluia que eran necesarios los Ires para pro ducirla (aun cuando s6lo uno lo era en reali dad: el error 16gico de Ia falsa conclusi6n). Sin embargo, gradualmente los sujetos revisaban sus estrategias de experimentaci6n y Ia natura leza de sus inferencias. Este era el proceso de cambio que nos interesaba. Nuestros datos iniciales sugieren que esta estrategia de investigaci6n puede proporcionar ideas iitiles sobre Ia naturaleza de los mecanis mos de Ia transici6n evolutiva (Kuhn y Phelps, en prensa). En primer Iugar, los datos confir man que las estrategias de razonamiento de los sujetos experimentan una transformaci6n sus tancial durante los muchos meses que las obser vamos. En cuanto a Ia naturaleza de este proce so de transici6n, los datos han dejado claro que el cambio objeto de observaci6n no es, ni Ia acumulaci6n continua, ni Ia brusca reorganiza ci6n cualitativa que caracterizan los modelos. conductistas y estructuralistas respectivamente en sus formas puras y simplistas. Mas bien, el que observamos es un- proce'so' muy iento, gra dual, accidentado, que quiza se podrla descri bir bien como una espiral. El sujeto alcanza un equilibrio momentaneo, regresa y vuelve a avanzar; se encuentra y los resuelve con conflic tos y contradicciones y no una, sino muchas ve ces, aun cuando en el contexto de cambio progresivo general. Otra observaci6n, creemos que muy importante, es que, de una manera contraria a Ia que hablamos previsto respecto al desarrollo, pareda que el obstaculo mas drficil con el que se enfrentaban los sujetos, no era el dominio de nuevas estrategias, sino Ia capaci dad para abandonar las menos adecuadas. La estrategia que mas dificultad en desechar tenian los sujetos, pareda ser Ia cfalsa inclu si6n• (Ia idea de que cualquier cosa que este presente contribuye al resultado). Una estrate gia de experimentaci6n tlpica, consistla en unas pocas variaciones mlnimas en un experimento con exito (una de elias produda el resultado) ejecutado de tal manera que Ia hip6tesis del su jeto no pudiera ser refutada. Incluso, silos su jetos generaban experimentos que pudieran re futar Iahip6tesis, muchas veces ignoraban los datos contradictorios simplemente. Por ejemplo, un sujeto que inicialmente estableci6 Ia hip6tesis de que B y C eran los elementos efectivos, (cuando iinicamente C era efectivo en realidad), realiz6 los siguientes experimen tos: (1) B + C; (2) B + C + E; (3) B + F; (4) C + D. Por tanto, el sujeto tenia al menos los rudimientos de una estrategia de comproba ci6n de hip6tesis y, de hecho, el sujeto comen t6 antes de realizar las mezclas: cintento des cubrir si B + F precisa C, y si C + D precisa B•. Sin embargo, despues de llevar a cabo el ex perimento, ignor6 simplemente Ia (cuarta) ob servaci6n contradictoria, sin llegar a ver que no se habra confumado su hip6tesis inicial, y concluy6, cB + F precisa C para enturbiarlo, necesitamos juntar B y C•. A pesar de Ia persistencia de estas estrategias autofrustrantes tan formidables, los sujetos consegulan, sin embargo, hacer progresos. De los quince sujetos preadolescentes cuyos proto colos hemos analizado en detalle, doce fueron, efectivamente, capaces de aislar variables ope rativas aisladas, antes de finalizar el perlodo de once semanas y de pasar a un problema mas difkil. Pero lomas interesante, sin embargo, es que las mas avanzadas estrategias de aislamien to de variables, tambien aparedan en algiin momento en que los protocolos de los demas sujetos, aun cuando nunca consiguieron llevar estas estrategias hasta el final, alcanzando una soluci6n completa del problema. Lo que su giere que estos sujetos enuaban en Ia capacidad de las estrategias de nivel mas elevado, pero que, al contrario que los sujetos con mas exito, eran incapaces de abandonar sus estrategias an teriores. Nuevas direcciones en Ia teoria, Ia investigaci6n y Ia aplicaci6n A pesar de algunas de sus caracterlsticas iini cas, Ia investigaci6n que acabamos de describir se mantiene, en muchos de sus aspectos esen ciales, en Ia uadici6n de Ia investigaci6n experi mental de laboratorio. Se saca a los sujetos in dividuales de su entorno natural para afrontar una situaci6n no familiar y alejada de su vida cotidiana. Resulta claro, por tanto, que los pro cesos evolutivos investigados en este estudio de- 158 ben ser examinados en su momento en am bientes mas naturales, especialmente en am bientes educativos, si es que queremos fiarnos de Ia generalidad de nuestras inferencias. Aun cuando se han hecho algunos esfuerzos en esta direcci6n, han estado aquejados de su perficialidad. Goldbeck, Willis y Readdick (Nota 2), por ejemplo, observaron Ia actividad autodirigida del nino en un programa de prees colar de Kamii y DeVries, pero no llegaron mas alia de clasificar el porcentaje de tiempo que empleo cada nino en las diversas actividades, por ejemplo, pintura con agua, pintura'con !a pices, lectura, juego sociodramatico. Linn, Chen y Thier (1976, 1977) fueron en sus estu dios algo mas lejos; se trataba de estudios sobre preadolescentes aplicados a una investigacion de libre eleccion en un «centro de enriqueci miento cientifico~. pero Ia mayoria de sus ana lisis se refieren a los informes escritos de los es tudiantes sobre lo que han alcanzado, una vez completada su actividad, mas que a observa ciones sobre Ia actividad segun esta tenia Iugar. Ademas, las observaciones eran frecuentemen te superficiales, como por ejemplo anotar las piezas del aparato mas frecuentemente investi gadas y Ia cantidad media de tiempo que dedi caban los estudiantes a una actividad concreta. Desarrollar estrategias' de investigacion que vayan mas alia de este nivel rudimentario sigue siendo una tarea formidable. Pero lo que ya es ta claro es que para conseguirlo los psic6logos del desarrollo y los educadores deben realizar su trabajo en una estrecha comunicacion mu tua. El argumento es paralelo al que antes exponiamos respecto a las estructuras evolutivas de estadios. Para poder comprender totalmente los mecanismos de transici6n evolutiva, debe mos estudiar estos mecanismos a traves de toda Ia amplia gama de contextos en que estos ope ran. Esto significa que hay que estudiarlos tan to en los ambientes altamente controlados de laboratorio con sujetos individuates, caracteristicos de Ia investigaci6n psicologica, como en los ambientes naturales e incontrola dos de grupo, de interes prioritario para los educadores. Por tanto, y tal como defendiamos en Ia pri mera parte del articulo, los esfuetzos de investi gaci6n de los psic6logos evolutivos y de los educadores deben comenzar por complemen tarse e informarse mutuamente. Solo cuando se haya llevado a cabo este abanico de investiga ciones y cuando se hagan los esfuerzos necesa- rios para trabajar con plena conciencia de elias, y para intentar integrar los resultados de las in vestigaciones abarcando estos contextos dispa res, podremos alcanzar una comprensi6n completa y totalmente generalizable, del pro ceso del desarrollo cognitivo. La integraci6n de los objetivos evolutivos y educativos En los dos anteriores epigrafes de este articulo me he ocupado de los retos a los que debe responder una teoria constructivista del desarrollo si se aplica en contextos educativos, subrayando como tema de primer rango, el pa ralelismo existente entre los retos que tienen planteada Ia propia teoria y aquellos que se lanzan a su aplicacion a Ia educaci6n. Esta dis cusion ha evitado hasta el momento una cues tion critica: Ia de hasta que punto deberia invo carse Ia teoria del desarrollo al tomar decisiones en politica o practica educativa. No es esta simplemente una cuesti6n academica, puesto que es clara Ia gran tension existente entre los programas educativos tradicionales y «evoluti vamente fundamentados». En su programa piagetiano para los primeros grados elementales, por ejemplo, Furth y Wachs (1974) se muestran reacios a abandonar los tradicionales objetivos de curriculum. Y afiaden a una lista de cuatro objetivos de curri culum piagetianos, un quinto: clas destrezas academicas basicas de Ia lectura, escritura y arit metica,.. En su libro describen los conflictos que surgen entre los administradores y los padres, que mostraban su preocupacion por que los nifios pudieran no recibir suficiente ins trucci6n en las destrezas basicas. Yen Ia mane ra de construir su programa de tres afios, reve lan tambien su propia ambivalencia: «Lectura aritmerica y ciencia» (y no aparece ninguna in dicacion de que se aborden estas materias sino de un modo tradicional) ocupan el15 por cien to del dia escolar en el Primer grado, ocupando el resto las «actividades de pensamiento» de Furth y Wachs; en el tercer grado estas activida des ocupan el cuarenta y cinco por ciento. Un planteamiento opuesto al de Furth y Wachs se refleja en un informe a las autorida des escolares comisionadas para dar cuenta del catastrofico fallo de un intento para institu cionalizar un curriculum cprogresivo• en una escuela londinense de 2. o curso de EGB (ju nior): cSe dio demasiada libertad a nifios de- 159 masiados j6venes y con demasiada debil prepa raci6n para poder aprovecharla ... (Antes) debe equiparseles en los instrumentos basicos, las destrezas para leer, escribir, expresarse y comprender las matematicas basicas• (Auld, 1976, p. 4). lCu:il es el resultado final de esta tensi6n que hemos venido describiendo? lDebemos elegir realmente entre nifios que sean intelec tualmente independientes y curiosos, y nifios que esten habilitados en lectura y matemati cas? Las afirmaciones que hemos hecho en los dos anteriores eplgrafes del articulo pueden ayudar hasta cierto punto en Ia resoluci6n de esta tensi6n. En Ia primera parte del articulo abogabamos por Ia necesidad de definir las competencias que caracterizan un estadio evo lutivo de un modo que fuera totalmente gene ralizable, en otras palabras, definirlas de tal manera, que sus aplicaciones fueran claras y aparentes en cualquier situacion. Mientras los estadiosevolutivos no esten totalmente defini dos, Ia recomendaci6n de que el curriculum se base en ellos, es una recomendacion vada. En Ia segunda parte del articulo hemos sostenido Ia necesidad de definir, igualmente con Ia ma yor generalidad, Ia naturaleza de Ia actividad intelectual autodirigida, y el proceso mediante el que esta se transforma evolutivamente. Sin tal conocimiento no existe base suficiente en Ia que sustanciar Ia afirmacion de que el entorno educativo ideal es aquel en el que se permite a los estudiantes elegir y dirigir sus propias activi dades. Como hemos sostenido, son estas tareas en Notas las que tanto los psic6logos evolutivos como los educadores, pueden y deben contribuir. A me dida que se logren, las tensiones entre las pos turas de curriculum tradicional y curriculum cevolutivo•, podran disminuir o en todo caso hacerse mas aparentes que reales. No hay nada intrinseco en Ia teoria evolutiva que exija el abandono de las preocupaciones del curriculum tradicional. Se ha dado una tendencia desafor tunada entre los innovadores educativos evolu tivamente orientados, para enzarzarse en una condena general de Ia educacion tradicional, sin conseguir a menudo diferenciar los objeti vos de los metodos utilizados para.instrumenta lizarlos. No existe tampoco ninguna raz6n para condenar el deseo de una sociedad de que se exponga a sus jovenes, por ejemplo, a Ia histo ria o literatura de tal sociedad, aun cuando ta les objetivos puedan no derivarse de una teorla del desarrollo cognitivo. Y, de cualquier modo, los metodos utilizados para implicar al nino en Ia literatura y en Ia historia pueden ser mejora dos por Ia investigaci6n y Ia teorla evolutivas. No hay ninguna razon para pensar que Ia ex posicion a un contenido culturalmente valora do, el dominio de las destrezas de comunica cion basicas, y el fomento de Ia curiosidad inte lectual, de Ia iniciativa, y de estrategias de pen samiento de un orden superior, sean objetivos incompatibles. A medida que aumenta nuestra comprension de los procesos y direcciones del desarrollo cognitivo, deberia desaparecer cual quier apariencia de incompatibilidad y hacerse mas evidente Ia manera de alcanzar Ia integra cion de estos objetivos. (•) Aun cuando esta exposici6n y ana/isis se limiten a estas dos tareas, nose supone por ello que sean elias las dos iinicas cuesttones en que Ia teoria de Piaget puede tener alguna relevancia para los educadores. Otra utilidad de importancia, es lo que podriamos denominar como el empleo descnptivo, o clfnico, por los profe sionales de ejercicio priictico. Un maestro puede recurrir a lo que saben los psic6logos evolutivos sobre los con ceptos que genera/mente dominan los niflos de una determinada edad o, aun miis ambiciosamente, abordar una diagnosis evolutiva individual como ayuda para juzgar laadecuaci6n de actividades determinadas o de un material concreto. En este caso, sin embargo, Ia teoria del desarrollo no contribuye a las decisiones sobre el propio proceso educativo como, por ejemplo, Ia determinacion de objetivos de curriculum o de tecnicas para alcanzarlas. Este articulo se ocupa de este ultimo uso de Ia teoria. ( • •) F1 grupo de Weikart (1971) ademiis de adoptar Ia finalidad de enseflar operaciones concretas, incluye como parte de su cum'culum, lo que han abstraido a partir de Ia teoria de Piaget como el desarrollo de <niveles sucesivamente miis avanzados de representaci6m (esto es, desde el objeto a/ index, sfmbolo y signo). F1 objeti vo e.r el impulsar el paso des de un nivel a/ siguiente en Ia secuencia evolutiva supuesta. Claramente, sin embar go, este objetivo es vulnerable a Ia misma critica que comentamos en el texto. 160 1. CHENG, K., y KUHN, D. 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