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CARAS Y CARETAS General Tomás

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CARA^ y CARETAS 
El general Fotheringham, c u y a s "Memorias** 
Coustituypn un hermoso y emocionante libro de 
recuerdos. 
¡Atención!... En el campo 
tocan a montar. 
A caballo, soldados 
de la liberta. 
Guerra al tirano, 
carabina a la espalda 
sable a la mano I 
Ya brillan los corvos 
y las tercerolas; 
y lucen las lanzas 
lindas banderolas, 
de los valientes 
Patriotas Entre-Rianos 
y de Corrientes.' 
Vicente Fidel López al hablar de "San­
tos Vega" — la obra capital de Ascasubi — 
dijo en "El Comercio del Plata" — estas 
palabras de clarividencia: 
— "Cuando nuestros desiertos y el hom­
bre de nuestros desiertos — como los caza­
dores y tramperos de Cooper — hayan ce­
dido su lugar a la autoridad acompasada y 
material de nuestra grandeza futura, los 
cuadros y las creaciones de Ascasubi se­
rán, sin disputa, la fuente, los anteceden­
tes homéricos de nuestra literatura na­
cional." 
General Paz 
E L ejército ha dado los mejores histo­
riadores al país: Mitre, Mansilla, Sar­
miento, Paz, Lamadrid, Olascoaga, 
Fotheringham, etc. Fueron muchos los que 
al escribir sus propias memorias, constru­
yeron páginas artísticas. El general José 
María Paz, por ejemplo, nos ha dejado des­
cripciones dramáticas de una belleza insu­
perable. Mientras vivió nadie tuvo siquie­
ra la sospecha de que bajo la casaca del 
soldado culto, enérgico y valiente, podía es­
tar escondido un literato. A pesar de su 
ilustración, nadie podía suponer en él la 
habilidad de un estilista. Ni él mismo qui­
zá lo presagiara. Escribió sus memorias 
por simple pasatiempo o como él dijo — 
"para hacer justicia diciendo la verdad." 
Murió en 1854 sin darse cuenta de que de­
jaba al país un libro encantador. Sus ami­
gos y compañeros de armas conocían su 
afición a la buena lectura; pero nada más... 
Estuvo ocho años preso en Santa Fe y en 
Lujan. El único equipaje con que llegó a 
!a cárcel fué un libro: "Vidas paralelas" 
de Plutarco... 
General Tomás. Guido 
E SPÍRITU exquisito. Leyendo sus pape­
les, uno se asombra de cómo en esas 
horas salvajes y crueles de las gue­
rras por la independencia americana, los 
militares tenían tiempo de hacer hermosos 
versos y páginas magníficas de prosa. El 
general Tomás Guido, que acompañó a San 
Martín en todas sus proezas, ha dejado li­
bros y fragmentos literarios de refinada 
prosa cristalina, desperdigados entre los 
documentos administrativos del ejército. 
Hay cartas suyas que son joyas perdidas 
en el fondo de los viejos baúles. Según 
Mansilla, Guido fué el hombre que escri­
bió más cartas en la República Argentina. 
— La espada de Guido — agrega Man­
silla en "Retratos y Recuerdos" — ha es­
culpido cifras gloriosas en los picos más 
encumbrados de los Andes; su pluma ha 
trazado documentos memorables; su pala­
bra ha vibrado en nuestros congresos con 
una elocuencia soberana, en la que hay un 
rasgo peculiar, característico, como toda su 
persona intelectual y moral, su vida, tan 
intensa: la templanza, la sencillez en la 
forma, la parsimonia en el decir retórico, 
la gracia, el señorío de la cultura en el 
estilo. 
Mitre 
N o voy a hablar de Mitre como histo­
riador. Es el maestro. Pero, hay un 
Mitre menos conocido: el Mitre ena­
morado . . . 
Está en Chile. Es un muchacho y, ade­
más, soltero. Se ha enamorado locamente de 
Eugenia Vicuña. Admirable flor de aristo­
cracia. El destino de su patria lo llama. 
— Me voy. Adiós, Eugenia,

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