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EPISTEMOLOGIA Y PSICOLOGIA LA UNIDAD DIALÉCTICA DE MATERIA Y CONCIENCIA

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REVISTA CUBANA DE PSICOLOGÍA Vol.19. No.3,2002 
EPISTEMOLOGIA Y PSICOLOGIA : 
LA UNIDAD DIALÉCTICA DE MATERIA 
Y CONCIENCIA 
Diego J. González Serra.Instituto Superior Pedagógico.Enrique José Varona. 
RESUMEN 
El autor, fundamentado en las posiciones filosóficas marxistas, define los conceptos de materia y 
conciencia y critica las concepciones idealistas subjetivas y agnósticas en psicología. Plantea que la 
conciencia y el conocimiento constituyen un reflejo creador de la realidad objetiva. 
ABSTRACT 
The author, from the point of view of Marxist philosophy, defines the concepts of matter and 
consciousness and criticizes subjective idealism and agnosticism in Psychology. He posits that 
consciousness and human knowledge are creators reflexes of objective reality. 
La investigaciones epistemológicas actuales y su 
expresión en la teoría psicológica replantean una 
vieja problemática cada vez renacida en nuevas 
formas y autores y que consiste en la relación entre 
lo físico (la realidad material) y la subjetividad . En el 
presente artículo ofreceremos nuestro punto de vista 
al respecto, que parte de las posiciones de la 
filosofía marxista leninista y que conduce a la 
epistemología del reflejo creador. 
I LA RELATIVA CONTRAPOSICIÓN 
ENTRE MATERIA Y CONCIENCIA 
¿Qué es la materia, qué es la conciencia y cuál es 
la diferencia esencial entre ambas ?. 
A. La materia es la realidad objetiva. La 
conciencia es ideal y subjetiva. 
Lenin (1990, p. 120 y 251) definió la materia como 
"una categoría filosófica que sirve para designar la 
realidad objetiva que es dada al hombre en sus 
sensaciones, que es copiada, fotografiada, reflejada 
por nuestras sensaciones y que existe 
independientemente de ellas". Y más adelante 
señaló que "...la única propiedad de la materia con 
cuya admisión está ligado el materialismo filosófico 
es la propiedad de ser una realidad objetiva, de 
existir fuera de nuestra conciencia." 
Según Lenin la materia es la realidad objetiva que es 
dada en las sensaciones y que existe fuera e 
independientemente de ellas. Y para la filosofía 
marxista leninista la conciencia es una imagen ideal y 
subjetiva, una reproducción del objeto, no la cosa real 
sino su imagen. Sin embargo, A. Gramsci (1966, p. 31) 
abordó con insistencia el problema de la realidad del 
mundo externo y planteó:" la inexistencia de una 
"realidad" fija por sí misma, sino solamente en relación 
histórica con los hombres que la modifican,...". 
Analicemos estos criterios. 
En la práctica transformadora, en su esfuerzo 
consciente por predecir y transformar el mundo para 
satisfacer sus necesidades, el ser humano se 
enfrenta con el mundo externo, de los objetos 
materiales (la naturaleza, la cultura material, los 
demás hombres y su propio cuerpo biológico) y con 
sus vivencias internas, psíquicas, conscientes, (sus 
representaciones, conceptos, pensamientos, 
tendencias, proyectos, sentimientos, emociones, 
etc.) que son frutos de sí mismo o de la 
comunicación con otros. En esta práctica participan 
tanto su actividad externa, material (la acción de su 
cuerpo, de sus piernas, de sus brazos y manos), 
como la comunicación con los demás y su actividad 
interna, psíquica. En consecuencia, el ser humano 
vive a la vez en dos mundos relativamente 
diferentes: el mundo externo, material y el mundo 
interno, ideal, de la conciencia. 
Al entrar en interacción tanto con los objetos 
materiales, físicos, corpóreos, externos, como con 
los "objetos" representados en las imágenes de su 
conciencia, el sujeto descubre su diferencia esencial. 
Los objetos materiales interaccionan con la 
actividad humana material y con los demás objetos 
materiales de acuerdo con las propiedades que 
expresan de manera fenoménica y concreta en la 
percepción, o de modo esencial y abstracto en el 
pensamiento, en el concepto. Por ejemplo, una silla 
sirve para sentarse ; un árbol puede cortarse y hacer 
con él leña ; el sol emite radiaciones, calor, luz ; los 
electrones se manifiestan en la corriente eléctrica; 
los fotones en la luz ; la descomposición del núcleo 
atómico se evidencia en la radio actividad ; etc. Las 
propiedades de ¡os objetos materiales, que nosotros 
reflejamos en la sensopercepción o en el 
El presente artículo constituye un resumen de una parte de nuestro libro inédito titulado LA CONCEPCIÓN CIENTIFICA Y MORAL DEL 
MUNDO. (González, D.J., 1999) 
230 
pensamiento, son reales pues se manifiestan en las 
interacciones y cambios de tales objetos. Dichos 
objetos las poseen, pues las expresan en sus 
interacciones, en sus respuestas, y en sus 
transformaciones. 
Por el contrario, los "objetos" contenidos en las 
imágenes psíquicas (en la representación o en el 
concepto) no interaccionan con la actividad humana 
material, ni con los demás objetos materiales, de 
acuerdo con las propiedades que presentan en su 
manifestación fenoménica en la representación o en 
su expresión abstracta en el concepto, o sea, en la 
observación de las propias vivencias. Por ejemplo, el 
"árbol" que nos representamos mentalmente no se 
puede cortar ni de él hacer leña ; igualmente el "sol" 
que aparece en nuestra imaginación no nos envía 
radiaciones, calor, luz, etc.; la "mesa" que está 
contenida en el concepto de mesa no nos sirve para 
apoyarnos y comer sobre ella ; el "electrón" que está 
contenido en nuestro concepto jamás se manifestará 
en la corriente eléctrica, etc. etc. 
Señala P. V. Kopnin (1966, p. 130) que "la diferencia 
entre lo material y lo ideal es absoluta en el sentido de 
que la imagen ideal del objeto jamás puede poseer las 
propiedades del objeto que representa; su misión se 
reduce únicamente a representarlas". 
En estos objetos representados en nuestras 
imágenes psíquicas y conceptos, las propiedades 
contenidas en ellos y que son dadas en la 
introspección, no son reales y objetivas, sino irreales 
y subjetivas, pues no se manifiestan en la interacción 
con dicho "objeto", pues éste no interactua, no 
responde, según las propiedades que aparenta 
poseer. 
En los objetos materiales, las propiedades que se 
muestran externamente, en su fenómeno, y que son 
dadas en la sensación, o las propiedades visibles o 
no sensorialmente, pero que sí se reflejan 
racionalmente, se manifiestan en la interacción de 
esos objetos entre sí y con el ser humano de manera 
estable, forzosa e independiente del sujeto. Por el 
contrario, en los "objetos" contenidos en las 
vivencias introspectivas, las "propiedades" que 
muestran, no se manifiestan en la interacción de 
esos "objetos" de manera estable, forzosa, sino que, 
por el contrario, dependen fundamentalmente del 
sujeto, de cómo él combine y conciba dichos 
"objetos". El mundo material es una realidad cuyos 
nexos y propiedades no pueden ser modificados por 
el simple deseo volitivo, ni por la labor del 
pensamiento o de la interpretación subjetiva. Por el 
contrario, "el mundo y los objetos" dados en nuestro 
pensamiento, representación, emoción o 
sentimiento, o proyectos, aunque actúan en nuestra 
imagen como si fuesen reales y sus propiedades se 
manifiestan en la interacción con los otros objetos 
dados en tales imágenes, sin embargo no responden 
de acuerdo con sus "propiedades" aparentes cuando 
interactúan con los objetos materiales y pueden ser 
modificados totalmente según sean nuestros deseos 
o estados subjetivos. 
De aquí que los objetos materiales, los cuerpos 
que se manifiestan en la sensopercepción, o sea, en 
la observación externa u objetiva se caracterizan por 
el hecho de que sus propiedades se expresan en 
sus interacciones y cambios y son independientes de 
nuestra voluntad y estados subjetivos, mientras que 
los "objetos" contenidos en las vivencias ideales y 
subjetivas que se dan en la auto observación o 
introspección se caracterizan por que sus 
propiedades no se manifiestan en sus interacciones 
y cambios y son dependientes de nuestros deseos y 
estados subjetivos. 
En su interacción con los objetos materiales y sus 
propiasvivencias psíquicas, el ser humano va 
descubriendo la naturaleza real y distintiva de ambos. 
Llamamos realidad objetiva a aquellas 
propiedades que componen las cosas y que 
pertenecen realmente a los objetos, o sea, aquellas 
propiedades que se manifiestan en los cambios de 
estos objetos y en su interacción con los demás 
objetos y con la actividad humana y que, por tanto, 
son propias del objeto e independientes del sujeto 
que pretende conocerlas. La realidad objetiva es 
aquello cuyo reflejo cognoscitivo nos permite 
predecir y en consecuencia, transformar el mundo. 
Por el contrario, llamamos irreales y subjetivas a 
aquellas "propiedades" que aparecen en un objeto y 
que no le pertenecen realmente, pues no se 
manifiestan en los cambios de ese objeto, ni en su 
interacción con los demás objetos y con la actividad 
humana y que en realidad pertenecen al sujeto 
conocedor, pues son imágenes subjetivas. 
El objeto material es real y objetivo. Sus 
propiedades son reales y objetivas, pues se 
manifiestan en la interacción con los demás objetos 
materiales y con el hombre. De aquí se comprende 
que, como ha expresado Lenin, la materia es la 
realidad objetiva. Es decir, lo típico, lo esencial y 
distintivo de la materia es ser una realidad objetiva, 
mientras que los "objetos" representados en 
nuestras imágenes son irreales y subjetivos. 
Es decir, que sobre la base del criterio de la 
práctica que se fundamenta en la predicción, 
encontramos esta diferencia esencial: los objetos 
materiales constituyen la realidad objetiva; los 
"objetos" representados en las vivencias 
introspectivas son irreales y subjetivos. 
Sobre la base de todos los razonamientos 
anteriormente expuestos, basados en el análisis de 
los hechos de la vida humana, podemos contestar: 
sí, el mundo externo material es una realidad que 
existe fuera e independientemente de la conciencia, 
que no es conciencia. La materia es esa realidad 
objetiva que existe y existió fuera e 
independientemente de la conciencia humana. Hasta 
ahora, la ciencia ha dado una prueba inequívoca de 
ello. 
Los que se oponen al materialismo alegan que la 
física contemporánea niega la existencia de las 
cosas dadas en nuestras sensaciones y sus 
propiedades de masa, de impenetrabilidad, de 
231 
inercia y otras, tai y como son percibidas y esto 
implica la negación de la existencia de la materia. 
Ciertamente, la física actual nos ofrece un cuadro del 
microcosmos muy diferente del de las cosas que nos 
rodean y del de la física clásica. Sin embargo, es 
necesario diferenciar el concepto físico de materia, 
del concepto filosófico de materia. El concepto 
filosófico de materia que aquí hemos planteado no 
se refiere a la masa, ni a ninguna otra propiedad 
física, sino al hecho de ser una realidad objetiva, o 
sea, aquel conjunto de propiedades que se 
manifiestan en las interacciones de los objetos entre 
sí y en su decurso y modificaciones y que no 
depende de la mera voluntad o estado subjetivos. 
La onda, la energía o cualquier otra propiedad que 
ponga en tela de juicio el concepto que antes se 
tenía de la masa (como sinónimo físico de materia) 
no pueden negar el concepto filosófico de materia. 
La onda, ia energía, son materiales pues son 
propiedades que se manifiestan como tales en el 
mundo físico, en las interacciones y fenómenos 
físicos, lo cual no ocurre con el concepto o la 
representación mental de "onda" o de "energía". 
Por todo lo expresado la física moderna, la 
mecánica cuántica, no puede negar el concepto de 
materia. El concepto de materia se refiere a las 
propiedades que se manifiestan como tales en los 
cambios e interacciones de los objetos, que son 
reales y esencialmente diferentes de las ideas, de 
las representaciones, de los sentimientos o fines. El 
concepto de "átomo" o de "energía" o de "protón" o 
"electrón" que aparece en los libros o en la 
comunicación entre ios físicos es algo esencialmente 
diferente del átomo, de la energía, del protón o 
electrón que existen en la realidad física del mundo 
como realidades objetivas y que se manifiestan en 
cosas tan visibles e importantes como la electricidad 
o la radío actividad o la luz. Lo que puede hacer la 
física es profundizar de manera infinita en las 
propiedades de ese mundo material, pero de 
ninguna manera negar el mundo material ni el 
concepto filosófico de materia. La onda o la energía 
son tan materiales como la masa, pues sus 
propiedades se manifiestan como tales en el mundo 
físico. 
Ahora bien, volviendo al esclarecimiento de los 
conceptos de materia y conciencia, en sus 
Cuadernos Filosóficos V.I. Lenin (1964, p. 178) 
destacó la expresión: "Es erróneo considerar la 
subjetividad y la objetividad como antítesis fijas y 
abstractas. Ambas son totalmente dialécticas". 
Lo real y lo irreal, lo objetivo y lo subjetivo, 
constituyen pares de contrarios diferentes, pero que 
se contienen recíprocamente. 
La realidad objetiva, la materia, existe y existió 
fuera e independientemente de la conciencia, pero al 
surgir los seres dotados de psiquismo y capaces de 
conocerla se convierte en objeto para estos sujetos, 
es transformada por el hombre y es dada en las 
sensaciones y conceptos. Esto es reconocido en la 
definición leninista de materia, la cual tiene en 
cuenta la unidad de lo real y lo irreal, de lo objetivo y 
lo subjetivo que ocurre en el conocimiento de la 
materia por el hombre, por la humanidad. Lo 
subjetivo viene representado por el reconocimiento 
de que la materia es una "categoría filosófica" y de 
que "es dada al hombre en sus sensaciones". 
Nosotros percibimos cosas materiales en imágenes : 
véase S.L Rubinstein (1965 A, p. 52 y 176) y A.N. 
Leontiev (1981,p. 47) Por ello en el objeto material 
percibido e interpretado racionalmente, y en el objeto 
material pensado, se da la unidad indisoluble de lo 
real y lo irreal, de lo objetivo y lo subjetivo. Ahora 
bien, esta es una unidad o identidad de contrarios 
externos entre sí, que tienen existencia 
independiente. Esta consideración teórica permite 
comprender todo lo que hay de verdad en los 
planteamientos de A. Gramsci (1966, p. 141) sobre 
la llamada "realidad del mundo externo". 
A su vez, ¡os "objetos" contenidos en la conciencia 
son irreales y subjetivos, pero sobre la base de la 
práctica descubrimos su realidad : la conciencia es 
una imagen del mundo producida por el cerebro y 
que regula el comportamiento del hombre, 
transformando el mundo que le rodea y 
expresándose en él. En esta relación la conciencia 
es también una realidad objetiva, aunque ésta no 
sea su característica esencial y distintiva. 
Lo irreal, en la medida o relación en que 
constituye una señal o imagen producida por el 
cerebro que regula la actividad del sujeto, es una 
realidad tan cierta e importante como el mundo 
material que nos rodea. Lo subjetivo es objetivo, en 
cuanto el sujeto es también un objeto para el 
conocimiento humano. Así, lo psíquico, lo ideal, la 
conciencia, es la unidad esencial e indisoluble de lo 
irreal y lo real, de lo subjetivo y lo objetivo. Lo ideal 
es la unidad indisoluble de lo irreal y lo real, de lo 
subjetivo y lo objetivo. Por ello decimos que la 
psiquis, que la conciencia, que lo ideal, existe y es 
una realidad objetiva._Ahora bien, en este caso se 
trata de una unidad de contrarios internos, 
inseparables, que no existen independientemente. 
En Materialismo y Empiriocriticismo V.\. Lenin (1990, 
p. 233) señaló: "Que el pensamiento y la materia son 
"reales", es decir, que existen, es verdad". 
S.L. Rubinstein (1965 A, p. 63, 64, 79, 420) afirma 
que lo psíquico es una realidad objetiva. Dice (1965 
B, p. 215): "...el concepto de ser es mas general que 
el de materia o ser material: no sólo existe la 
materia, existe también la conciencia." 
Para nosotros resulta una verdad indudable que la 
conciencia social y la de otras personas existe fuera 
e independientemente de nuestra conciencia 
individual y que constantemente la asimilamos. 
Cienciascomo la psicología y la sociología van 
dirigidas a descubrir las leyes objetivas que rigen los 
fenómenos psíquicos, la psicología y la conciencia 
social. Esto implica aceptar que estos fenómenos 
subjetivos que estudian constituyen realidades que 
existen fuera e independientemente de los 
investigadores científicos. 
232 
Sin embargo, aunque la conciencia es una 
realidad objetiva, es diferente de la realidad objetiva 
material y esta diferencia nos conduce a designarla 
como una realidad subjetiva. 
El mundo que vivimos es la unidad indisoluble de 
la realidad objetiva (la materia) y la realidad subjetiva 
(la conciencia). Nos oponemos a reducir la realidad 
sólo a la materia y ver la conciencia sólo como lo 
irreal y subjetivo. 
La conciencia es la realidad (la imagen producida 
por el cerebro que regula la actividad del ser 
humano) (ntima e indisolublemente unida a lo irreal 
(el "objeto" representado en la imagen). Ser una 
imagen constituye la realidad de la conciencia, pero 
la imagen tiene inexorablemente como contenido un 
"objeto" irreal. Sin "objeto" irreal la imagen no existe, 
pues precisamente el rasgo fundamental de la 
imagen consiste en ser un reflejo, una copia del 
objeto, pero no el objeto mismo. La imagen es 
aquello que se presenta como otra cosa o 
representa a otra cosa sin serlo. El "objeto" irreal no 
existe como tal y en realidad es una imagen. El 
"objeto" irreal es el contenido de la imagen. 
Lo subjetivo es objetivo en la relación en que la 
conciencia pertenece realmente al sujeto y éste es 
también un objeto y una realidad para el 
conocimiento científico. En esta acepción de lo 
subjetivo decimos que la conciencia es una realidad 
subjetiva, se habla del factor subjetivo en la 
sociedad, etc. Por el contrario, la conciencia es 
subjetiva en el sentido de no real, de irreal, en la 
relación en que el sujeto, sus fenómenos psíquicos, 
se presentan como si fuesen el objeto que reflejan. 
En este sentido subjetivo quiere decir no real, 
ilusorio, falso. 
En conclusión. Lo ideal, la conciencia, la 
subjetividad, es la señal, la imagen, la unidad 
inseparable y esencial de lo irreal y lo real, de lo 
subjetivo y lo objetivo. Lo material, la materia, es la 
realidad objetiva pura, que no contiene lo irreal como 
naturaleza esencial e intrínseca. 
B. La materia es lo primario. La conciencia es lo 
secundario. 
Hasta aquí hemos visto las categorías de materia y 
conciencia en la dimensión de lo real y lo irreal, de lo 
objetivo y lo subjetivo. Falta analizarlas y diferenciarlas 
en la dimensión de lo primario y lo secundario. 
Los datos de la ciencia nos llevan a la convicción 
de que la materia es lo primario, de que existió antes 
de la conciencia y de que sólo en virtud del 
desarrollo de la naturaleza surgió el psiquismo 
animal que condujo a la aparición del hombre y su 
conciencia socio histórica, la cual es una función del 
cerebro y un reflejo subjetivo creador de la cultura 
material y espiritual. 
Esto significa que la materia es el fundamento de 
todo lo existente, el substrato único de toda la 
realidad. Expresando esta verdad Engels (1963, p. 
58) dijo que "la unidad del mundo radica en su 
materialidad", puesto que todo lo que existe es 
materia o tiene como fundamento la materia. 
Para nosotros, la concepción materialista del 
mundo es un producto del desarrollo científico de la 
humanidad, es algo a posteriori y no algo a priori. 
Los hechos son los que la determinan. Si algún día 
los hechos indicasen en un sentido contrario, 
tendríamos que modificar nuestra concepción del 
mundo. Para nosotros el materialismo no es un punto 
de partida sino de llegada, no es un a prion 
metodológico o moral valorativo, sino un resultado de la 
interpretación de los hechos aportados por la práctica 
basada en la predicción. 
Nuestros fundamentos metodológicos básicos e 
irrenunciables son : la unidad de lo científico y lo 
moral valorativo, y dentro de la concepción científica 
los fundamentos de todo el conocimiento son la 
unidad de teoría y práctica y el método dialéctico. La 
concepción materialista es sólo un resultado de la 
aplicación de estos fundamentos metodológicos 
básicos. 
La filosofía científica, la que se fundamenta en los 
hechos logrados por la ciencia en el decurso de 
cientos de años, tiene que ser forzosamente, un 
monismo materialista, pero un monismo materialista 
dialéctico. 
El monismo materialista dialéctico declara que lo 
primario es un solo principio: la materia, y la 
conciencia es algo secundario, pero que la 
conciencia también existe y tiene una característica 
específica, no es materia, no es material sino ideal, 
es una propiedad de la materia más altamente 
desarrollada: el cerebro humano. Y la dialéctica 
plantea que los contrarios se transforman el uno en 
el otro, entonces lo primario se convierte en lo 
secundario y viceversa. Si somos dialécticos también 
debemos afirmar que en un segundo momento la 
conciencia engendra, crea a la materia, en cuanto 
objeto percibido o pensado y cultura material. 
Dentro de los filósofos materialistas existe una 
tendencia que se aprecia en mayor o menor medida, 
más en unos que en otros, a concebir la conciencia 
simplemente como un reflejo reactivo o reproductivo 
del mundo material, es decir, como una respuesta 
subjetiva determinada por la materia y que repercute 
sobre ella, minimizando la consideración de las 
contradicciones internas, del carácter creador de 
estas y del auto movimiento superior que operan en 
la conciencia. Este punto de vista no es plenamente 
dialéctico pues olvida que en la conciencia actúan 
contradicciones internas y un auto movimiento, una 
auto determinación predominantes que la convierten 
en activa y creadora. Este punto de vista olvida que 
la materia determina en última instancia a la 
conciencia actuando a través de sus contradicciones 
internas y de su auto determinación predominantes, 
en virtud de lo cual la conciencia se crea a sí misma 
y al mundo de la cultura material que la determina 
externamente. 
Expresa A. Hart (2,000): "En la historia de 
occidente los métodos metafísicos en el análisis de 
lo espiritual impidieron encontrar un fundamento 
científico del socialismo en el terreno de la 
233 
subjetividad. No se remedió este problema cardinal 
porque se trazó una distancia infranqueable entre lo 
ético y lo económico; la política socialista del siglo 
XX, al no superar ni teórica ni prácticamente esta 
dicotomía, cayó en una trampa". 
Por ello, frente a aquel criterio que sólo enfatiza 
su carácter reflejo debemos destacar que la 
conciencia es un reflejo activo y creador de si misma y 
del mundo material conocido y transformado por el ser 
humano. 
¿En qué consiste el carácter creador de la 
conciencia ?. 
La función creadora de la conciencia radica en : 
1) el descubrimiento y abstracción de la esencia y el 
reflejo creador de la compleja y multilateral realidad 
en virtud de la abstracción de la esencia, y que se da 
en lo concreto pensado ; 2) la creación, en virtud de 
la palabra y de la abstracción que ella supone, de 
necesidades y tendencias superiores que no existen 
en el animal ni en el niño pequeño; 3) el 
descubrimiento y la realización de la posibilidad de 
nuevas relaciones entre esencias que no existían 
anteriormente en el medio y que se expresan en la 
creación de la cultura y en los proyectos y planes del 
sujeto individual y colectivo. (Véase D.J. González, 
1997, p. 171) 
Tanto Marx como Lenin señalaron que la 
conciencia es un reflejo creador. 
Marx, (1965, p. 109) expresó: "...así como la 
sociedad misma produce al hombre en cuanto a tal, 
así la sociedad es producida por él...". Y Lenin (1964, 
p. 204) dijo: "La conciencia del hombre no sólo 
refleja el mundo objetivo, sino que lo crea." 
La materia es lo primario, pero la conciencia es lo 
superior, y lo inferior actúa a través de lo superior para 
determinarlo y lo superior constituye el determinante 
rector y fundamental de su auto desarrolloy de sus 
interacciones con el mundo exterior. 
Este enfoque nos lleva a replantear la correlación 
entre la materia como lo primario y la conciencia 
como lo secundario. 
Una vez surgidos, los niveles superiores 
repercuten sobre los inferiores y los penetran y 
transforman y se establece una interacción de la 
conciencia con el mundo material. Esto ocurre tanto 
en el individuo como en el micro y macro grupos y en 
la sociedad. 
Si bien resulta esencial que la materia es lo 
primario, la repercusión de la conciencia sobre ella 
hace que, en sus relaciones de interacción con la 
conciencia individual y social, la materia sea la unidad 
dialéctica de lo primario y lo secundario, pues aunque 
ella engendra y determina a la conciencia y existe 
fuera e independientemente de ella, a su vez, recibe 
su influencia que la convierte en objeto del 
conocimiento y de la valoración afectiva y en cultura 
material. 
Si bien la conciencia es esencialmente lo 
secundario, en sus relaciones de interacción con el 
mundo material, la conciencia es la unidad dialéctica 
de lo secundario y lo primario, pues, aunque ella es 
engendrada y determinada por la materia, a su vez 
repercute creadoramente sobre ella y la transforma. 
D. La definición dialéctica de materia y de 
conciencia 
Concluyendo todo lo dicho en este epígrafe 
sobre la diferencia y la definición de la materia y la 
conciencia podríamos expresar la siguiente, 
definición de materia. 
Definimos la materia como la categoría filosófica que 
sirve para designar la realidad objetiva pura, existente 
en los objetos materiales, corpóreos, en los cuales sus 
propiedades se manifiestan en sus interacciones y 
cambios, que es dada al hombre en sus sensaciones e 
interpretaciones racionales y que por ello, aunque existe 
fuera e independientemente de las sensaciones y 
conceptos y es reflejada y copiada por ellos, se 
presenta al sujeto inseparablemente unida a su 
interpretación sensorial y racional, ideal y subjetiva. 
La materia dada al hombre en sus sensaciones, 
interpretaciones racionales y conceptos, 
constituye (sólo en la medida en que es conocida 
por el ser humano, por la humanidad, en un plano 
exclusivamente gnoseológico y no ontológico) la 
unidad indisoluble de lo real y lo ideal, de lo 
objetivo y lo subjetivo, en la cual lo real y objetivo 
constituyen sus características esenciales. Pero 
esta unidad indisoluble es una mediación o 
contradicción externa de dos cosas diferentes, 
pues la materia existe fuera e independientemente 
de la conciencia. 
La materia es lo primario, el substrato, la 
sustancia de todo lo existente y la que en su 
desarrollo engendra a la conciencia, pero a su vez 
recibe la influencia de la conciencia que la convierte 
en objeto del conocimiento y de la valoración afectiva 
y en cultura material. Por ello, en sus relaciones de 
interacción y coexistencia con la conciencia la materia 
es la unidad dialéctica de lo primario y lo secundario, en 
la cual, aunque lo primario es su esencia, resulta 
secundaria en cuanto se convierte en objeto para un 
sujeto, en objeto percibido, pensado, valorado y en 
bienes culturales, o sea, en un producto o efecto de la 
actividad subjetiva y material del ser humano, de la 
sociedad, en un producto del desarrollo histórico. 
Veamos ahora la definición de conciencia. 
La conciencia es la categoría filosófica que sirve para 
designar la unidad esencial e indisoluble de lo irreal y lo 
real, de lo subjetivo y lo objetivo, dada al hombre en los 
"objetos" representados en sus vivencias subjetivas, en 
los cuales sus propiedades no se manifiestan en sus 
interacciones y cambios, pues se presentan como 
objetos y no lo son, pero que tienen una realidad 
objetiva (que mejor llamamos subjetiva), pues son 
imágenes o reflejos del mundo producidos y 
engendrados por el cerebro del ser humano, que 
regulan su actividad y crean la propia subjetividad y la 
cultura material y espiritual. 
La conciencia, lo ideal, es la unidad indisoluble de 
lo irreal y lo real, de lo subjetivo y lo objetivo, en la 
cual lo irreal y subjetivo constituyen sus 
234 
características esenciales y específicas. Y esta 
contradicción es interna, pues en ella lo objetivo no 
existe sin lo subjetivo, ni lo irreal sin lo real. La 
conciencia existe, es una realidad objetiva, que tiene 
una enorme importancia en la vida del ser humano y 
de la sociedad. 
La conciencia es lo secundario, es socio histórica, 
producto del desarrollo de la materia y del 
surgimiento de la sociedad humana, una propiedad 
del cerebro humano y un reflejo subjetivo del mundo 
material, pero en la medida en que la conciencia 
repercute sobre la materia y sobre sí misma constituye 
la unidad dialéctica de lo secundario y lo primario, en la 
cual, aunque lo secundario es su esencia, ella a su vez 
engendra a la materia, ajustándose a sus leyes, en 
cuanto objeto de conocimiento y de valoración y 
producto cultural.^ 
Por ello definimos la conciencia como un reflejo 
creador que es determinado por el mundo material a 
través del auto movimiento y auto determinación de 
la conciencia, la cual es la creadora de sí misma y 
del medio material que la rodea en cuanto objeto del 
conocimiento y de la valoración y producto cultural. 
Decir que la conciencia es un reflejo creador precisa 
su doble carácter secundario y primario. 
Finalmente: la materia es la realidad objetiva 
pura dada en nuestras percepciones y conceptos y 
es lo primario que se transforma en secundario. La 
conciencia, lo ideal, es la unidad esencial e 
indisoluble de lo irreal y lo real, de lo subjetivo y lo 
objetivo, es lo secundario que pasa a ser primario. 
Tanto en la materia conocida por el hombre, 
como en la conciencia, se da la unidad de lo real y lo 
irreal, de lo objetivo y lo subjetivo, pero en la materia 
esta contradicción es externa, mientras que en la 
conciencia es interna. 
D. Critica del agnosticismo y del idealismo 
subjetivo 
El idealismo subjetivo niega la existencia de una 
realidad material externa que determine desde fuera 
a la subjetividad, la realidad siempre es interna a la 
subjetividad, forma parte de ella o es ella misma. 
F.L González, {1997, p. 85) dice: "Los objetos, 
fenómenos y hechos de la realidad social no afectan 
el desarrollo subjetivo desde su condición externa, 
sino por su expresión en términos subjetivos..." 
Algunos autores constructivistas actuales asumen 
posiciones totalmente agnósticas. Este es el caso de 
H. Maturana y de E. von Glasersfeld (citado por 
F.L.González, 1997, p. 19) quien expresa : "Estamos 
atrapados, pues, en una paradoja. Queremos creer 
que somos capaces de conocer algo sobre el mundo 
externo, pero jamás podemos decir si dicho 
conocimiento es o no verdadero, ya que para 
establecer esa verdad deberíamos hacer una 
comparación que simplemente no podemos hacer. 
No tenemos manera de llegar al mundo extemo si no 
es a través de nuestra experiencia de él..." 
Los agnósticos se basan en la idea de que el 
hombre no puede conocer el mundo exterior a su 
conciencia puesto que a nuestra mente no puede ser 
nunca accesible nada más que la imagen o la 
percepción y que los sentidos tan solo son canales 
por los que estas imágenes son transportadas, no 
siendo capaces de establecer ninguna relación 
directa entre la mente y el objeto. Según los 
agnósticos sólo tenemos nuestra experiencia 
subjetiva y, por lo tanto, no podemos conocer lo que 
esta más allá. 
Pero debe preguntarse a los agnósticos: ¿ de 
dónde surge la idea de "sensación", de "experiencia 
subjetiva" ?, ¿ cómo podemos llegar a este 
concepto.? 
Podríamos responder a idealistas subjetivos y 
agnósticos diciendo que llegamos al concepto de 
experiencia subjetiva y de sensación al mismo 
tiempo que llegamos al concepto de materia como 
dos realidades distintas. No podemos descubrir lo 
que es la sensación sin descubrir lo que es la 
materia, puesto que ambos conceptos se 
presuponen, se engendran recíprocamente, a partir 
de los datos de lapráctica transformadora basada en 
la predicción. Pues precisamente es en la 
contraposición de los objetos materiales y los 
representados en ias imágenes subjetivas donde 
surge el concepto de conciencia, de experiencia, en 
íntima unidad al de materia, como dos cosas que 
existen y son diferentes. Si no conociéramos la 
materia no podríamos llegar tampoco al concepto de 
conciencia y de experiencia subjetiva. La materia no 
es la conciencia. Sabemos lo que es la experiencia 
precisamente porque sabemos lo que es la materia, 
porque descubrimos esta relativa contraposición. La 
realidad objetiva está compuesta por las 
propiedades de los cuerpos y no dependen del 
sujeto, sino que son inherentes al objeto. 
Descubrimos que la materia es el conjunto de 
propiedades de los objetos que se manifiestan en las 
interacciones y cambios de dichos objetos, mientras 
que la conciencia es el conjunto de propiedades de 
los "objetos" que aunque se presentan ante el sujeto, 
no se expresan en sus interacciones y cambios, lo 
cual ocurre en la imagen. 
Cuando percibimos algo sabemos que el objeto 
real, material, es eso que vemos y comprobamos en 
la práctica basada en la predicción. Cuando 
cerramos los ojos desaparece lo que tenemos 
delante. Sabemos que no desaparece el objeto, 
pues sus manifestaciones las constatamos por otros 
hechos y vías sensoriales, pero que sí hemos 
eliminado la imagen visual en que se daba el objeto 
material y a través de la cual nos llegaba. 
En el análisis de las percepciones distinguimos las 
certeras de las erróneas (errores perceptuales, 
ilusiones, alucinaciones). Y el criterio para distinguir 
unas de otras es precisamente diferenciar aquellas 
percepciones que nos dan un conjunto de 
propiedades que se manifiestan en las interacciones 
y cambios de los objetos percibidos, de aquellas que 
nos dan propiedades que no se manifiestan en las 
interacciones y cambios de los objetos percibidos. 
Este criterio nos sirve para diferenciar las 
235 
percepciones certeras de las erróneas. Aqui surge 
precisamente la diferencia esencial entre lo objetivo, 
lo real (o sea, la materia) y lo subjetivo (o sea, la 
conciencia, la experiencia, la percepción.). Si 
perdemos de vista esta diferencia no sabremos 
cómo surge el concepto de sensación, de vivencia 
subjetiva. En consecuencia, el objeto no es un 
conjunto de sensaciones sino la realidad objetiva que 
determina desde fuera nuestras sensaciones y 
representaciones. 
El análisis teórico realizado de los hechos de la 
práctica nos lleva a la conclusión indudable de que 
nuestro pensamiento es capaz de conocer el mundo 
externo real y en consecuencia rechazamos las 
pretensiones idealistas subjetivas y agnósticas de 
reducir el mundo material a las sensaciones, a la 
experiencia subjetiva. 
II. LA UNIDAD DIALÉCTICA DE MATERIA 
Y CONCIENCIA EN LA RELACIÓN 
SUJETO - OBJETO 
Lenin (1964, p. 354) señaló que la desdicha 
fundamental del materialismo "metafísico" es su 
incapacidad para aplicar la dialéctica a la teoría del 
reflejo, al proceso y desarrollo del conocimiento. 
El realismo representativo, de Descartes, Locke y 
sus discípulos, contrapone la imagen al objeto, 
separa la imagen del objeto, cerrándose en el mundo 
interior de la conciencia y desarrollando un dualismo 
entre las imágenes como fenómenos de conciencia y 
las cosas en sí, entre el mundo espiritual y el 
material, entre la experiencia interna y la externa. 
Si aplicamos el principio lógico de la unidad de 
los contrarios al estudio de la relación entre la 
imagen consciente y el objeto material, descubrimos 
que existe una diferencia, una relativa contraposición 
entre ambas, pues son esencialmente diferentes. La 
imagen consciente es ideal. Elobjeto material es una 
realidad objetiva, es materia y existe fuera e 
independientemente de la conciencia. Pero la 
imagen subjetiva es una copia, una "fotografía" del 
objeto material y, por lo tanto, lo "contiene" a un nivel 
subjetivo, cognoscitivo y afectivo, en forma ideal. La 
conciencia contiene una unidad de contrarios: la 
imagen subjetiva y su contenido objetivo. A su vez, 
los cuerpos materiales, en la medida o relación en 
que son reflejados por el sujeto, se convierten en 
objetos valorados, es decir, reflejan la acción 
cognoscitiva y afectiva del sujeto, influyen sobre éste 
y participan en la interacción cognoscitiva. Sin 
embargo, el cuerpo material existe 
independientemente del sujeto, aunque no sea 
objeto valorado para un sujeto. El objeto material 
conocido conlleva una unidad de contrarios: el 
cuerpo material y su condición de objeto valorado, o 
sea, su interacción y unidad con el sujeto. 
De este modo, la imagen psíquica (el concepto, el 
juicio, la representación, la vivencia afectiva) y el 
objeto material, constituyen los dos polos externos y 
extremos de esta contradicción. Pero entre ellos 
existe una mediación, la cual ocurre en el 
conocimiento sensorial y en su interpretación 
racional. La imagen sensorial aparece irrealmente en 
el lugar del objeto y como si fuese éste, y el objeto 
material se da en la imagen. 
Aquí radica el carácter ideal de la imagen 
sensorial. En presentarse como un objeto y no serlo 
consiste el carácter ideal de ambos tipos de 
imágenes: la imagen sensorial de un lado y el 
concepto y la representación del otro. Pero la 
diferencia radica en que mientras la imagen 
sensorial se presenta en el lugar del objeto real, 
material y como si fuese éste, la representación y el 
concepto aparecen sólo como "objetos" ideales en el 
plano interior de la conciencia. Ahora bien, en la 
interpretación racional de los objetos dados en la 
imagen sensorial, la representación y el concepto 
son proyectados al campo perceptual y se funden 
con el objeto material. 
Carlos Marx (1965, p. 117) en sus años de 
juventud dijo: "...porque la naturaleza inmediata, 
sensorial para el hombre, es, inmediatamente, 
sensorialidad humana...". Y más adelante (p. 170) 
expresó : "...que la conciencia (el conocer en cuanto 
a conocer, el pensar en cuanto a pensar) pretende 
ser directamente otra que ella misma - ser el mundo 
de los sentidos, el mundo real, la vida -...". 
En la interacción recíproca del objeto material y su 
imagen sensorial surge la identidad de ambos polos : 
nosotros reflejamos objetos materiales en imágenes 
sensoriales (véase S.L. Rubinstein, 1965 A, p. 52 y 
A.N. Leontiev 1981, p. 47), lo cual supone la unidad 
indisoluble - sólo en el proceso cognoscitivo - de dos 
cosas diferentes y externas la una a la otra : el objeto 
externo, material, y la imagen sensorial interna, 
subjetiva, que se presenta en el lugar del objeto 
material y como si fuese el objeto mismo que ella 
copia o refleja. En la unidad o identidad del objeto 
material y la imagen sensorial existe una diferencia 
contradictoria entre ellos: el objeto material existe 
fuera de la imagen y la engendra en su interacción 
con el sujeto. 
Entendemos la identidad de los contrarios como el 
momento o lugar del tránsito de un contrario al otro o 
de interacción entre ambos (el salto cualitativo, el 
límite) en que un opuesto se convierte o se identifica 
con el otro. Sin embargo, aún en esta identidad 
ambos contrarios luchan, siguen siendo diferentes y 
opuestos entre sí. Además, es necesario diferenciar 
la identidad que opera en la contradicción externa 
(en el límite entre dos opuestos), de la que se 
produce en ía contradicción interna (el salto 
cualitativo de un opuesto al otro). En el caso de la 
contradicción interna, la identidad está compuesta 
por opuestos inseparables, pues lo nuevo y lo viejo 
pertenecen a un mismo objeto y no pueden ser 
separados. En el caso de la contradicción externa, la 
identidad es la unidad indisoluble de dos cosas 
perfectamente separables. Por ejemplo, la actividad 
es la interacción del sujeto y el objeto. Para la 
actividad son inseparables el objeto y el sujeto, pero 
cuando cesa la actividad el sujeto y el objeto existen 
236 
de manera separada e independienteel uno del otro. 
Así ocurre con el objeto percibido y pensado. Él en sí 
mismo es la unidad indisoluble del objeto y su 
imagen subjetiva proyectada sobre él. Pero fuera de 
esta relación cognoscitiva el sujeto y el objeto 
existen independientemente el uno del otro. 
Hemos destacado anteriormente que la 
conciencia, que lo ideal, constituye la unidad esencial 
e indisoluble de lo irreal y lo real, de lo subjetivo y lo 
objetivo. Y a continuación hemos dicho que la 
materia, la realidad objetiva pura, es dada al ser 
humano en sus sensaciones e interpretaciones 
racionales y por lo tanto, indisolublemente unida a lo 
ideal y subjetivo. O sea, que tanto en el caso de la 
conciencia, como en el de la materia, hemos 
enfatizado la unidad indisoluble de lo irreal y lo real. 
Pero es necesario destacar una distinción 
importantísima de cómo se da esta unidad en la 
conciencia y cómo se da en la materia. En la 
conciencia se trata de una contradicción interna y 
esencial a la conciencia misma, que la define y que 
consiste en la unidad inseparable de lo real y lo 
irreal. En la materia percibida y pensada se trata de 
la mediación entre contrarios externos, que son 
diferentes y separables entre sí y que sólo en la 
mediación cognoscitiva entre sujeto y objeto 
aparecen irrealmente en una indisoluble unidad. 
La imagen de la percepción podría compararse con 
la de un cristal transparente a través del cual podemos 
ver un objeto material situado fuera. En este caso, allí 
donde se presente irrealmente la imagen, se encuentra 
el objeto real que existe fuera de la imagen. Por el 
contrario, la representación y el concepto son imágenes 
similares a las que produce un espejo. Allí donde 
aparece el "objeto" se encuentra y se presenta sólo la 
imagen y el espejo que la produce. 
Si bien esta es una diferencia importante entre 
ambos tipos de imágenes, también ocurre que el 
sujeto puede tomar conciencia de su percepción en 
cuanto imagen, sobre todo cuando interpreta, en el 
plano de la representación o del concepto, la 
naturaleza real de la materia y la compara con el 
contenido de sus percepciones, cuando corrige sus 
defectos sensoriales, sus ilusiones perceptivas, y las 
limitaciones del conocimiento sensorial. Asimismo, la 
representación y el concepto, que normalmente se 
presentan como imágenes, pueden aparecer ante el 
sujeto como la realidad material misma cuando este 
pretende descubrir el mundo que se encuentra más 
allá de los objetos percibidos directamente: por 
ejemplo, la tierra antes del hombre, las partículas 
elementales, el macrocosmos, la vida en otros 
lugares y países, etc. En este caso, en virtud de la 
actividad del sujeto, la imagen de la representación y 
del concepto se presentan irrealmente en el lugar del 
objeto real y aparecen como si fuesen éste y ocurre 
que allí donde se presenta irrealmente la imagen 
(cuando este reflejo es adecuado), se encuentra el 
objeto material que existe fuera de la imagen. 
De acuerdo con esta transformación recíproca de 
la imagen sensorial, de un lado, (que pasa a ser 
percibida como un componente interno, subjetivo) y 
el concepto y la representación, del otro, (que se 
proyectan sobre la realidad material como si le 
pertenecieran) la conciencia se presenta ante el 
sujeto de dos maneras distintas que se transforman 
recíprocamente: 
a) como imágenes de la percepción, de la 
representación, del concepto, etc. cuando el 
sujeto toma conciencia de sus propias vivencias 
psíquicas: de sus proyectos, conocimientos y 
características psíquicas (la imagen de sí 
mismo); 
b) como si fuesen el mismo mundo externo reflejado 
y contenido en la imagen : cuando el sujeto toma 
conciencia del mundo material y social que lo 
rodea, cuando reflejamos cosas materiales en 
imágenes. 
En el primer caso la conciencia se presenta ante 
el sujeto principalmente en su aspecto real, o sea, 
como imágenes producidas por el sujeto, 
pertenecientes al sujeto. En el segundo caso, la 
conciencia se presenta preponderantemente ante el 
sujeto en su faceta irreal, pues su contenido aparece 
como si fuese el mismo mundo que refleja, como 
algo subjetivo que pretende ser "objetivo", que 
pretende pertenecer al objeto, que se "encuentra" en 
el objeto como si le perteneciera. Pero en ambos 
casos la conciencia, lo ideal, es la unidad indisoluble 
de lo real y lo irreal. En el primer caso, cuando la 
conciencia se presenta como una imagen, se aprecia 
en un primer plano su carácter real, aunque allí 
también se encuentra el "objeto" irreal representado 
por la imagen. En el segundo caso, cuando la 
conciencia se presenta como el mismo mundo que 
refleja, pasa a un primer plano su carácter irreal y 
subjetivo, aunque no por ello deja de ser una imagen 
psíquica y real producida por el cerebro humano. 
En la relación cognoscitiva aparecen como 
inseparables lo objetivo y lo subjetivo. Así, la realidad 
de la conciencia (la señal, la imagen, la 
personalidad) es dada al hombre siempre mediante y 
en indisoluble unidad con la interpretación subjetiva 
que el propio sujeto logra de esta. A su vez, la 
conciencia que se presenta irrealmente ante el 
sujeto como si fuese el propio objeto externo 
material, aparece como íntima e indisolublemente 
"unida" a la realidad objetiva de este. 
De este modo, la interpretación subjetiva de 
nuestros propios procesos conscientes y de nuestra 
personalidad (que aparece en el lugar de estos y 
como si fuesen estos) y las imágenes del mundo 
externo (que ilusoriamente se presentan ante el 
sujeto en el lugar de ese mundo y como si fuesen 
ese mundo), participan en la regulación psíquica de 
la actividad del sujeto en la cual intervienen la 
realidad subjetiva (el sujeto) y la realidad objetiva (la 
materia), pero mediadas por la interpretación 
subjetiva que se presenta como si fuese la realidad 
misma. . En esta constante ilusión radica una 
importante faceta de la regulación del 
237 
comportamiento humano. O sea, el reflejo consciente 
(e inconsciente) regula la actividad del ser humano al 
presentarse ante el sujeto como si fuese la misma 
realidad que refleja. 
El error del idealismo es presentar como una 
realidad esta ilusión de nuestro proceso 
cognoscitivo, destacándola unilateralmente, 
convirtiendo la conciencia en el substrato del mundo. 
Por otro lado, la desdicha del materialismo 
metafísico es su incapacidad para aplicar la 
dialéctica a la teoría del reflejo, al proceso y 
desarrollo del conocimiento. 
Hasta aquí hemos visto la unidad de materia y 
conciencia en un plano estrictamente cognoscitivo. 
Sin embargo, es totalmente justo plantearla también 
en una dimensión afectiva, emocional y motivacional. 
El mundo material, la comunicación con otros y la 
vivencia de sí mismo engendran en el sujeto y en su 
interacción con ellos, no sólo conocimientos sino 
también valores, motivos, vivencias afectivas, 
sentimientos y proyectos hacia la acción. 
El ser, la realidad, se convierte en objeto para el 
sujeto en la medida en que es conocida por éste, 
pero pasa a ser un valor, adquiere valor afectivo para 
él en dependencia de cómo se relacione con las 
necesidades del sujeto. (DJ. González, 2000) 
Distinguimos el "valor objetivo" del "valor subjetivo". 
Por "valor objetivo" entendemos aquella propiedad 
de los objetos materiales y de la conciencia social 
que por afectar positiva o negativamente las 
necesidades del sujeto (individuo, grupo o sociedad) 
engendra en éste una orientación afectiva o 
motivacional de aproximación o evitación respecto a 
la misma. 
Por "valor subjetivo" entendemos el reflejo 
cognoscitivo ( en percepciones, representaciones, 
conceptos, proyectos y tendencias) del valor objetivo 
en la personalidad o en la psicología social del grupo 
como una orientación afectivo - motivacional. 
Por ejemplo, cuando decimos valor objetivo nos 
referimos a la Patria como realidad objetiva, a 
nuestra nacionalidad. Cuando decimos valor 
subjetivo nos referimos al reflejo del valor objetivo en 
el sujeto,o sea, en qué medida un determinado 
sujeto es patriota y responde a este valor. Cuando se 
habla de "formación de valores" por lo general 
estamos aludiendo precisamente al valor subjetivo. 
Es necesario tener en cuenta que el valor surge y 
existe sólo en la interacción sujeto - objeto, pues el valor 
objetivo debe su aparición a la presencia de un sujeto 
(individual o colectivo) que se orienta hacia él y a su vez 
el valor subjetivo surge en virtud del reflejo del objeto 
externo (o sea, del valor objetivo). Sólo si el objeto real 
(natural o social) satisface necesidades del sujeto se 
convierte en valor. Sólo si el sujeto refleja al objeto que 
le satisface y se orienta afectiva y motivacionalmente 
hacia él, convierte a ese objeto en un valor. Así el valor 
objetivo y el subjetivo se engendran recíprocamente en 
la interacción sujeto - objeto. 
Decía S.L. Rubinstein (1965 A, 82 - 83): "El ser 
existe, también, independientemente del sujeto, mas 
en calidad de objeto se correlaciona con el sujeto. 
Las cosas que existen independientemente del 
sujeto se convierten en objetos a medida que aquél 
entra en relación con ellas y las cosas se incorporan 
al proceso cognoscitivo y de acción del hombre 
como cosas para nosotros". 
En consonancia con esta idea de Rubinstein 
podríamos decir igualmente que el ser, la realidad, 
existe independientemente del sujeto, más en 
calidad de valor objetivo se correlaciona con el 
sujeto. Las cosas que existen independientemente 
del sujeto se convierten en valores a medida que el 
sujeto entra en relación con ellas y las cosas se 
incorporan al proceso afectivo y volitivo del hombre 
como valores para nosotros. 
Si la categoría objeto se refiere a la dimensión 
cognoscitiva, la categoría valor objetivo se refiere a 
la dimensión afectiva y motivacional del ser, de la 
realidad objetiva. 
La realidad objetiva percibida y pensada incluye 
tanto los objetos conocidos como los valores 
afectivos de dichos objetos, que son engendrados 
por las necesidades del sujeto. Ahora bien, la función 
creadora de la conciencia se manifiesta en la 
construcción de una "realidad valorativa" (filosófica, 
religiosa, artística, etc.), que, en virtud de sus 
convicciones y creencias, al presentarse ante el 
sujeto como si fuese la misma realidad objetiva, 
permite satisfacer las necesidades en un plano 
puramente subjetivo y orientar la conducta. 
III. LA EPISTEMOLOGÍA 
DEL REFLEJO CREADOR. 
La aplicación de los dos principios metodológicos 
básicos (la unidad de teoría y práctica y la unidad de 
ios contrarios) al problema de la relación entre 
materia y conciencia y en consecuencia a la relación 
sujeto - objeto en el conocimiento científico, nos lleva 
a la epistemología del reflejo creador. 
El criterio de la práctica conduce inexorablemente 
a la afirmación de que el conocimiento humano es 
un reflejo de la realidad objetiva. Pero el método 
dialéctico de la unidad de los contrarios nos lleva a 
investigar también en una dirección opuesta y sobre 
la base de los hechos concluimos que el 
conocimiento humano es un creador de la realidad 
objetiva para el sujeto. De esta manera la praxis 
dialéctica y la concepción sobre el carácter 
secundario y primario de la conciencia, nos 
encamina a la epistemología del reflejo creador. 
La realidad objetiva y la realidad para la ciencia. 
Para nosotros el conocimiento es un reflejo de la 
realidad objetiva (material e ideal), pero el 
conocimiento también es una construcción, una 
creación de los científicos investigadores, y en 
consecuencia, una creación subjetiva de la realidad 
dada a nosotros en nuestro conocimiento científico. 
De lo anterior se comprende que distinguimos la 
realidad objetiva de la realidad para la ciencia. 
La realidad para la ciencia es aquella parte o 
aspecto de la realidad objetiva (material e ideal) que 
238 
es reflejada y contenida en el conocimiento científico, 
el cuai se presenta irrealmente como si fuese dicha 
realidad y en el lugar en que ella se encuentra, y 
que, por lo tanto, en la relación gnoseológica, la 
realidad para la ciencia siempre aparece 
inseparablemente unida a éste conocimiento 
científico, a su carácter relativo, aproximado, parcial 
y a los errores o falsedades que contiene en un 
determinado momento histórico. Por lo tanto, la 
realidad para la ciencia es la unidad (indisoluble en 
un plano gnoseológico, pero no en el ontológico) de 
una parte de la realidad objetiva y su reflejo 
subjetivo, aproximado, en el conocimiento científico, 
el cual se presenta irrealmente como si fuese la 
misma realidad que refleja. Es la unidad 
gnoseológica indisoluble de la realidad objetiva más 
su conocimiento científico que se presenta 
irrealmente como si fuese dicha realidad. 
La ciencia, al reflejar y conocer la realidad 
objetiva, la crea y construye como realidad para sí. 
El conocimiento científico es un reflejo, una 
copia, una reproducción, relativa, aproximada, pero 
cierta, (que contiene una parte de la verdad 
absoluta), respecto a la realidad objetiva del mundo. 
Pero la ciencia, la actividad teórico - práctica 
conjunta de los hombres, es la creadora, la 
constructora, del conocimiento científico y en 
consecuencia, de la realidad para la ciencia. En un 
plano gnoseológico, la ciencia no crea, ni construye la 
realidad objetiva, sino que la refleja, la copia, la 
reproduce. Pero la ciencia sí crea, si construye, en su 
dimensión subjetiva, la realidad para la ciencia. 
El proceso histórico del conocimiento científico 
es un resultado de la contradicción externa entre dos 
polos: 1) la realidad objetiva que se manifiesta en 
los hechos ; y 2) la actividad teórico - práctica de los 
científicos. Como resultado de dicha interacción se 
produce el reflejo de la realidad objetiva en el 
conocimiento científico y surge una mediación entre 
ambos polos que es la realidad para la ciencia. Esta 
mediación (en su faceta subjetiva) participa en la 
contradicción interna de la conciencia científica que 
es la fuente de su desarrollo. Los investigadores 
siempre parten de la realidad para la ciencia, 
descubren nuevos hechos o interpretan de manera 
novedosa los ya conocidos y elaboran sus teorías, 
modifican, construyen, una nueva realidad para la 
ciencia, la cual se convierte a su vez en un nuevo 
punto de partida. Así, la contradicción interna que 
mueve a la ciencia radica en la unidad dialéctica de 
estos dos opuestos que son la realidad para la 
ciencia (en su faceta subjetiva) y la actividad teórico -
cognoscitiva de los científicos. De aquí se 
comprende que la realidad para la ciencia es 
histórico social, pues resulta del desarrollo histórico 
de la ciencia. Pero no es posible confundir o 
identificar la realidad objetiva con la realidad para la 
ciencia, pues la segunda es, en parte, un reflejo 
subjetivo de la primera. 
La realidad para la ciencia está afuera y adentro 
de la conciencia de los científicos que la estudian, 
pues ella está compuesta por dos partes 
perfectamente separables y que constituyen una 
contradicción externa: 1) una externa, que es la 
realidad objetiva que la integra y que actúa sobre los 
investigadores a través de su expresión en los 
hechos; 2) y otra interna, que es el conocimiento 
científico sobre ella que se presenta como si fuese la 
realidad, como su naturaleza interna. No se puede 
decir que la realidad para la ciencia, como un todo, 
sea objetiva en una relación y subjetiva en otra. Es 
necesario hablar de dos partes diferentes y 
ontologicamente separables, una objetiva, otra 
subjetiva. 
La realidad objetiva se refleja en los 
conocimientos científicos y en virtud de este reflejo 
subjetivo, de inmediato, la realidad objetiva se 
convierte en realidad para la ciencia, la cual es 
externa e interna al conocimiento. Es externa en 
cuanto la realidad objetiva que la compone esta 
fuera del conocimiento que la refleja. Es interna en 
cuanto el conocimiento científico sobre dicha 
realidad se presenta como si fuese ella. 
Primero,la realidad objetiva está afuera y 
produce el reflejo cognoscitivo, el cual se proyecta 
sobre ella y la engendra como realidad para la 
ciencia, que entonces, en virtud del reflejo 
cognoscitivo, está afuera y adentro de dicho reflejo. 
¿Y qué sentido hemos dado aquí a los términos 
externo e interno ?. Decimos que la realidad objetiva 
es externa al conocimiento porque el conocimiento 
científico no es la realidad misma, sino su reflejo, su 
imagen. La realidad objetiva es aquella que se 
manifiesta en los hechos. Por ejemplo, la realidad 
objetiva que designamos con el término personalidad 
se evidencia en la conducta de un ser humano y está 
dentro de él. Por el contrario, el concepto científico 
de personalidad es solo un reflejo abstracto y mental 
del científico y no la realidad misma, no la 
personalidad misma que siempre existe en un 
individuo concreto. 
Trataremos de ilustrar lo dicho de la siguiente 
manera. La realidad objetiva desconocida por la 
humanidad es el mundo en la oscuridad, aunque se 
manifiesta en los hechos que sí son parcialmente 
visibles. Existe, pero no la vemos. A partir de los 
hechos que se le ofrecen y que él obtiene, el 
científico elabora un reflejo cognoscitivo, una 
representación, un sistema de conceptos, una teoría, 
que actúa como si fuese un reflector que ilumina una 
nueva porción de la realidad objetiva. Ahora, en 
virtud del reflejo cognoscitivo, sí la vemos, pues está 
iluminada. Así surge la realidad para la ciencia, que 
es aquella parte de la realidad objetiva que está 
iluminada por el reflector de nuestro conocimiento. 
Ahora bien, dicho reflector contiene impurezas, 
limitaciones y manchas, que nosotros vemos como 
si fuesen la realidad misma y no lo son, pues 
pertenecen al reflector que la está iluminando. 
Los términos aquí utilizados de realidad objetiva 
y realidad para la ciencia nos traen a la mente los 
criterios de E. Kant sobre la "cosa en sí" y la "cosa 
239 
para nosotros". Para Kant podemos conocer la cosa 
para nosotros dada en nuestra experiencia, pero no 
la cosa en sí, que existe más allá de nuestra 
experiencia. Esto es agnosticismo. Y nosotros 
pensamos que la cosa en sí es la realidad objetiva, 
el mundo externo al conocimiento y que 
indudablemente la conocemos. Rechazamos el 
agnosticismo. Sin embargo, un materialismo no 
plenamente dialéctico, que sólo enfatiza el carácter 
reflejo del conocimiento humano, no ve la diferencia 
entre la cosa en sí y la cosa para nosotros, entre el 
objeto real y el objeto real percibido. Y realmente 
entre ambos existe una importante diferencia que es 
el reflejo psíquico, pues la cosa en sí, el objeto real, 
engendra el reflejo psíquico y este último a su vez 
crea, construye, la cosa para nosotros, con todas las 
imágenes fieles, falsedades y limitaciones subjetivas 
que le superpone y añade. La cosa en sí es 
totalmente objetiva, la cosa para nosotros es, en 
parte objetiva, en parte subjetiva. Por lo tanto, la 
diferencia entre ambas es importante. 
De todo lo dicho queda claro que el reflejo, la 
imagen, la copia, de la realidad objetiva o de la cosa 
en sí, es la que engendra la realidad para la ciencia, 
o la cosa para nosotros y que el conocimiento 
humano es un reflejo creador. 
Pues si somos materialistas decimos que el 
objeto engendra el reflejo psíquico, y si somos 
dialécticos añadimos que el reflejo psíquico crea al 
objeto, en cuanto objeto percibido y pensado. 
El conocimiento es un reflejo y una creación subjetiva. 
El conocimiento es un reflejo o imagen de la 
realidad objetiva y a la vez una construcción 
subjetiva de la ciencia. Solo en virtud de que es una 
creación y construcción subjetiva puede reflejar cada 
vez más profundamente la realidad objetiva. 
El científico parte de los hechos y descubre en 
ellos una nueva ley, una nueva relación entre 
hechos. Aquella parte de la realidad objetiva 
inicialmente desconocida se manifiesta a través de 
los hechos que primeramente se le ofrecen al 
investigador y en segundo lugar en los hechos que él 
mismo descubre como resultado de sus 
interpretaciones e hipótesis. Entonces tenemos que 
es la realidad objetiva, que se manifiesta a través de 
los hechos, la que determina el contenido del 
conocimiento de la ciencia y por esto decimos que el 
conocimiento es un reflejo, una copia de la realidad 
objetiva. Sin embargo este reflejo es, en sí mismo, 
una creación subjetiva. Los hechos por sí solos no 
producen directamente el conocimiento, el cual no 
constituye un reflejo directo e isomorfo de los 
hechos. Entre los hechos y el conocimiento se 
intercala la labor subjetiva y constructiva del 
investigador que crea la hipótesis, la interpretación 
de ios hechos que predice nuevos hechos aún no 
conocidos y esta hipótesis se confirma o no en el 
curso de la investigación empírica ulterior. En la 
hipótesis o interpretación se encuentra la creación 
subjetiva del investigador que es producto de su 
pensamiento, de la labor de análisis, síntesis, 
abstracción y generalización. La elaboración teórica 
de la ciencia y la esencia que contiene no es un reflejo 
directo de los hechos, es algo muy distinto de ellos, es 
una construcción del científico a partir de los hechos y 
sin embargo constituye un descubrimiento, una imagen, 
un reflejo, de la naturaleza íntima y esencial de los 
propios hechos. 
La realidad objetiva se manifiesta a través de los 
hechos. Pero ellos por sí mismos no nos dan la esencia 
de la realidad objetiva, sino solo el fenómeno, su 
apariencia extema. El descubrimiento de la esencia es 
una creación o construcción del investigador, de su 
subjetividad, es algo nuevo, algo distinto de los hechos 
mismos y sin embargo es el reflejo más fiel y profundo 
de la realidad objetiva, la cual determina de manera 
mediata el conocimiento, o sea, a través de los hechos 
y de su elaboración subjetiva y creadora por parte del 
investigador. 
Sin la subjetividad humana la realidad objetiva 
permanece en la oscuridad y solo se manifiesta en 
los hechos a los cuales responde el animal y el 
conocimiento sensorial del ser humano en virtud de 
su reflejo superficial, fenoménico, que sí es una 
reproducción directa, lineal o isomórfica de los 
hechos. Es la aparición del hombre y su psiquismo 
específico y superior, en virtud del proceso de la 
antropogénesis, del trabajo con herramientas y de la 
comunicación verbal, la que conlleva el surgimiento 
de la potencialidad innata de pensar racionalmente, 
de descubrir la esencia. Pero esta potencialidad 
humana surge y se desarrolla tanto en la 
antropogénesis como en el crecimiento del ser 
humano en virtud del reflejo de su medio cultural y 
natural. Y este reflejo en el ser humano, a diferencia 
de lo que ocurre en el animal, es un reflejo creador, 
descubridor de la esencia y de nuevas formas 
culturales. 
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