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identitario. Y, aI detenernos en el mundo simbólico, inevitablemente recalaremos en las estrategias de los medios masivos de comuni.:a- ción para generar novedades y operar sobre Ia rcalidad. A comienzos deI siglo XX el fútbol no formaba parte de Ia vida coti- diana de los sectores populares, pel'o hacia fines de ]a etapa estudiada en este volumen ya se había transformado en un espectáculo masivo con es- tadios llenos y jugadores profesionales. En pocos anos, el fútbol dejó de ser una novedad para ser considerado un vehículo "natural" de conexión generacional y un "natural" definidor de Ias aptitudes masculinas. A par- tir de estas acontecimientos, intentaremos detect'l.r Ia magnitud de los cambios en ia práctica dei fútbol y, en especial, en el desarroJlo deI espec- táculo futbolístico. Indagaremos también cuáles empezaron a ser sus con- tenidos una vez incorporado el f(ltbol aI mundo privado, familiar y coti- diano, así como Ia incorporación, y sobre todo Ia transmisión cotidiana, de afinidades, hábitos, gustos y fidelidades trastocados en "hinchismo". Los clubes también fueron muy importantes en ese proceso. Por un lado, por haber sido base institucional deI propio fútbol, eje de at·~n- ción de los medi os, y mediadores en Ia formación de Ia simbología que arrastró o se superpuso a Ia formación de otros imaginarios asociados. ~Cómo nacieron y crecieron? ~Fueron siempre instituciones ele fútbol? ~Qué prácticas dirigenciales hubo en su interior? (Qué grado de parti- cipación societaria existió? (Qué tipo de participación social tuvieron a 10 largo de esas décadas? En cuanto aI fútbol oficial y el espectáculo, fue impresci.ndible anali- zar los cambios operados en eluniverso de los jugadores, entre dios Ia amplitud deI "marronismo",i una de Ias características globales dei fe- nómeno futbolístico antes de Ia profesionalización y Ia institucionaliza- ción dei fútbol oficial. en algunas.revistas dedicadas a Ia actividad deportiva de principios de siglo, como Autornovilis11/o y 5.port o E~Sportsma1!. No obstante, estas pu- blicaciones, aI igual que 105 periódicos ingleses (The Standard o The Bue- nos Aires Heralâ) , no hacían referencia directa aIos sectores populares y su relación con el fútbo! hacia principios de siglo. Sin embargo, en algunas crónicas periodísticas posteriores se meneio- nan fuentes disponibles con el explícito deseo de ilustrar los comenta- rios con anécdotas curiosas y menores. Así aparece citado el periódico !:..aArgentina. Desde Ia perspectiva de Ia presente investigación, La Argen- tina se transformó en una fuente privilegiada por haber sido un actor pr_?_~~gónicoen el proceso de popularización deI fútbol a comienzos d~l siglo XX, más precisamente entre 1903 y 1908. A partir de 1908 el perió- dico La iVIaiiana, y el vespertino Última Hora unos anos más tarde, se o~-u- paron de esa franja deI fútbol que estaba aI ~argend~ ia~Úgas~ficiales. En 10 que atai1e a Ia segunda y especialmente Ia tercera década deI siglo, resultó imprescindible la lectura deI diario Critica, sobre todo clesd~ __!925, ai10 en que sumó explícitamente ai f(nbol como arma pa~a__~1 desarroIlo de su presencia hegemónica en el mercado. Tam- bién hemos consultado Ias r~vistas El Gráfico y La Cancha, Ia prensa comunista y socialista, y Ias revistas y publicaciones de Ia Orden de los Salesianos (Archivo deI Colegio Pío IX) para investigar los inicios deI fútbol en Ias instituciones políticas y Ia iglesia. Las guías metódi- cas delaactividad fisica deI Ej~rcito Argentino, así como Ia revista El lVJorzi!.qr_d~e!(!E;ç!u_c(!ció1.!Común, nos resultaron útiles para estudiar -i~ evolución deI deport~ en el marco de Ia escuela pública, en especial de Ia enseúanza primaria. Por otro lado, contamos co~ material ins- titucional de Ias asociaciones previas a Ia AFA y con algunos eje~pla- res de Ias memorias y. balances de a.lgunos clube~, o sus transcrip~io- nes en los libras institucionales. Naturalmente, hemos utilizado Ias cifras de los censos y planos hallados en el Instituto Histórico de Ia Ciudad de Buenos fures. Finalmente, y como fuentes secundarias, po- dríamos mencionar Ia historia memorialística de Buenos Aires y sus ba- rrios, Ia historia de 10s clubes, algunas autobiografias o biografías ele ju- gadores o dirigentes, y Ia historia estadística dei fútbol amateur y/ o profesionaL El orden de los temas tratados tiene una base cronológica}' sigue ~os grandes ejes: Ia práctica deI fútbol, y el espectáculo y sus actores. Con esta tónica, dividimos el trabajo en dos gr;ndes secciones. / Las principales fuentes utilizadas en este trab~o, aunque no Ias únicas, fueron los diarios y revistas de Ia época. De hecho, ios comienzos de Ia Ín- vestigación estuvieron asociados a Ia lectura de Ia abundante historia tra- dicional existente sobre el fútbol argentino. Luego iniciamos Ia búsquec1a en Ia prensa porteii.a -L.!!.!!!!.~_i~TI~La Prensa, fJDiario,. Caras )' Caretas- y ~ ~ "d C fl " ~ ~ C IJ H '"d .... ~ = t'% j O )0 00 . ~ "'t j (' ) l- l' =O ~ -C IJ f:i )000. Q .. ~ N (" C .., ~- t'% j Q . Q .. O, (" C ='"0 O lo 1 ~ ('O La primera, centrada en Ia primera década y media dei siglo XX, abarca Ia llegada elel deporte aI país de Ia mano de 105 britânicos y 105 inicios dei fútbol ya adoptado por grupos lejanos a los que 10 habían traído. Es decir, comenzamos rastreando Ias formas y los contenidos, Ias prácticas y los valores que popularizaron esta práctica, y el naci- miento dei espectáculo futbolístico en nuestro país. Luego nos concen- tramos en Ia difusión y ia adopción dei fútbol por el conjunto de lás instituciones sociales, y nos detuvimos a observar cómo los nuevos fut- bolistas intentaron crear sus propios espacios de juego y se vincularon con Ia posibilidad que les brindaba el espacio urbano. La segunda parte se ocupa de los cambios ocurridos en los anos veinte: Ias relaciones entre el fútbol-ya adaptado por ios varones de los sectores populares- y el rápido desarrollo urbano; Ia difusión de este deporte y su estrecha conexión con Ia transformación de Ia "ciudad deI vecindario" en ]a "gran urbe de los barrios"; Ia re]ación entre Ia génesis y Ia evolución de los banios portúlOs y el mundo dei fútboi, y Ia participación activa y con- vergente de los medios de comunicación; ia evoluciónde la~ _insti~ucio- nes propias dei fútbol institucionalizado; y el rol fundamental de los ac- tores centrales: los jugadores y el público, sus actitudes y creer:cias. Finalmente analizamos algunos de los cambios producidos e-nlos úl- timos ai'ios dei período, en los imaginarios locales y nacionales, asocia- dos a 105 estilos de juego y Ias creencias acerca dei jugador típico. Agradel-co a Eduardo Archetti su estímulo permanente. Desde nues- tra primera charla me hizo sentir su par. Eduardo leyá muchos de los textos que sirvieron como base para la tesis final, y siempre se preo- cupó por alentarme y apoyarme. Además fue y continúa siendo una fuente de inspiración como modelo de intelectual. Agradezco muy es- pecialmente a Pierre Lanfranchi por haber sabido combinar, durante nuestras largas conversaciones, Ia amistosa atención con Ia crítica aguda. EI respaldo dei Centro Internacional de Estudios de Deporte (CIES) :ue imprescindible para poder terminar mis investigaciones, y en este sentido debo reconocer nuevamente el apoyo de Picrre Lan- franchi, Vincent Monnier yjean-Louisjuvet. Vaya mi profundo agradecimiento ai director de mi tesis de docto- rado, juan Suriano, quien me brindó su saber, su experiencia y su tiempo. Agradezco muy especialmente su extrema paciencia para con- migo. Agradezco también a Martín Wasserman por su ayuda en Ia reco- lección de datos. Ya Pierre, Rodrigo Jeff y David por el auxilio en Ia búsqueda de imâgenes. A Rodrigo Daskal, Mariano Gruschetsky, Lía Ferrero y Daniel Sazbon, compai'ieros de! Centro de Estudios dei Deporte, Escuela de Política y Gobierno, dependiente de ]a Universidad de San Martín (UNSAM), con quienes compartí y comparto intereses y discusiones. AMarcelo Cava- rozzi, director de Ia Escuela de Política y Gobierno (EPG) de Ia misma universidad. Por diferentes razones, agradezco a Martín Sorter, Hugo jasovich, Esteban Dicovskiy y juan Facundo Laban-ca. A mis padres Lidia e Isaac, y muy especialmente a mis hermanas, Irene y Nora. A María, por su apoyo y su amor. En primeI' término agradezco a Ariel Gravano, quien hace muchos ailos me sugirió esta temática como vía de entrada aI conocimiento de Ia historia de Ia vida y Ia cultura de los sectores populares en Ia Argen- tina. También agradezco los aportes y Ia paciencia de Luis Alberto Ro- mero: sus indicaciones y críticas hicieron posible mi camino, y su ayuda me resultó imprescindible para encuadrar Ia temática y mis búsquedas. Agradezco también su invitación a publicar dentro de Ia colección que dirige, como asimismo a Siglo XXI Editores, y en especial a Cartos Díaz, Yamila Sevilla y Gabriela Vigo. En 10 atinente a Ia primera etapa de mi trabajo, me resulta imposible olvidar el apoyo de Ariel Scher, Roberto Di Giano, Tulio Guterman, Pablo Alabarces, María Graciela Rodríguez, Ángela Aisenstein y María Teresa Sirvent. Debo particular reconocimiento a Héctor Palomino por sus inteligentes y creativos comentarios sobre temas y problemas diversos, muchos de los cuales figuran en el texto. I 1. Uegada y desarrollo de los deportes ingleses EI fútbol llegó ai país hacia mediados deI siglo XIX como parte de Ia incorporación económica y cultural de Ia Argentina ai cir- cuito de los cambios globales ocurridos en Ia nación y promovidos por Ias cIases dominantes de aquel momento. Durante Ia segunda mitad deI siglo XIX, se conformó en nuestro país una colonia británica com- puesta por propietarios de tierras, empleados jerárquicos ele empresas ferroviarias y tranviarias, tiendas comerci.ales minoristas y bancos. Sin bien su peso numérico era escaso, su influencia económica, política y cultural resultó significativa. Los britânicos y sus descendientes, ade- más de practicar sus deportes típicos dentro de sus asociaciones, con- sideraban que Ia elifusión de estos tenelría una fuerte impronta civiliza- toria sobre el resto elel planeta. EI advenimiento dei fútboI a Ia ciudad de 13uenos Aires y su poste- rior desarrollo tuvieron tres vias: una mítica -Ia de los marineros-, una frustrada -Ia de Ios c1ubes- y una heroica -Ia de Ias escuelas y Ia liga-o La primera via se construyó sobre Ia leyenda de los partidos que los marineros ingleses habrían jugado en el puerto ante Ia absorta mirada de los porteii.os. Pero, si bien el sentido común y numerosos textos y crónicas de Ia historia tradicional deI fútbol dan por cierta esta hipóte- sis, cabe recordar que en realidad no dejó hueHas verificables. Sabe- mos, sí, que se jugaron partidos entre marineros y ciudacianos britâni- cos residentes en Buenos Aires, pero Ias fechas indican que los encuentros ocurrieron ya entrado el siglo XX. La segunda via -Ia frustrada- evoca el primer paJ;:1içlode fútboI que se desarrolló en el país, e120 .d.~jU.Iliode 1867, deI que da fe el monolito re- ferencial cercano ai actual emplazamiento deI Planeta rio Municipal, en el Parque Tres ele Febrero. Los socios de! Bl;éi10S f\.ires Cricket Club cone, vocaron aios jugaelores, ya que Ios cricheters también practicaban el fút- boI. De estas experiencias, y particularmente de Ia iniciativa de Thomas Sistema Argentino de Educación Física. Romero Brest consideró que, a diferencia de los modelos militarizados e ingleses de ensei'ianza, ,ólo este sistema cumplía con 105 requisitos científicos, sanitarios, fisiológi- cos y pedagógicos. En este esquema Ia competencia deportiva qu,~dó relegada a una etapa que podría ser cubierta posteriormente en los clubes una vez cumplidos los 18 úios de edad. El único contacto de Ias iniciativas escolares con Ia vida social extraes- colar y el deporte era Ia promoción deI asociacionismo desde Ias aulas: un horizonte común a todos 105grupos sociales. Si bien no era igual para to- dos, Ia idea y Ia práctica de reunirse, de agruparse con otras personas que tenían similares intereses, fue generalizándose. Desde la década de 1:370, 105inmigrantes comenzaron a formar instituciones de ayuda mutua que a su vez servían para enviar dinero a sus familias aI otro lado dei océano. La iniciativa de crear clubes fue legitimada desde Ia ensei'ianza pública gracias a una disposición deI Ministerio de Educación que promovia Ia formación de un club atlético dentro de cada establecimiento escolar. Mientras Ia vida extramuros era dominada por Ia competencia y el fútbol, se intentaba mantener a Ia escuela apartada de esa realidad y de identifi- caria como un reducto incontaminado por Ias sombras y oscuridades que Ia rodeaban. Al excluir de Ia escuela argentina Ia competencia de- portiva por desatar bajas pasiones y rivalidad en los jóvenes, según sus de- tractores, también ciertos gustos, deseos e intereses de los nili.os qu,~da- ron excluidos. Así 10 afirmá, en una entrevista publicada por Ia re\~sta La Cancha en febrero de 1929, un jugador de Colegiales que había asis- tido a Ia escuela primaria hacia fines de Ia primera década dei siglo XX: "En el barrio de Colegiales jugábamos con pelotas que les 'afanábarnos' [robábamos] a 105maestros, porque ellos se Ias sacaban aios alumnos, y nosotros, ni cortos ni perezosos, Ias arrebatábamos a su poder anl:e el menor descuido ". empleados estatales y de empresas extrar~eras, pequeri.os propietarios, cuentapropistas artesanos y trabajadores manuales.lO Un import."nte por- centaje estaba integrado por inmigrantes. Los recién lIegados intentaban sostener sus lazos culturales con sus respectivos países y creaban âmbitos para fomentar 105vínculos perso- nales y grupales con sus coterráneos. Sus ocupaciones eran heterogé- neas, por 10 que los jornaleros se conjugaban con los artesanos califica- dos, los vendedores ambulantes )' Ios obreros. Más aliá de esta diversidad ocupacional, Ia mayoría residía en Ia vivienda típica de aquel entonces: el conventillo. Un ascenso social más o menos rápido equivalía a obtener un trabajo estable y una casa propia, ir accediendo ai consumo masivo y a Ia escolaridad de Ios hijos. En suma, los inmi- grantes apuntalaron Ia búsqueda de una sociedad más o menos abierta y flexible que ofreciera, aunque con ciertos límites, oportunidades de movilidad horizontal}' vertical. Los inmigrantes !legados aI país eran en su mayoría hombres, y Ia so- ciabiIidad masculinaestaba asociada directamente a 105cafés. La~;cla d.~.~~;fi, d~-I~~h~~b~~s qu~ fr~cue;1tabari esosespacios, s.c:oh<lpía es- tructl~raod() b.al.O_1!ll,ª§erieodeqScligo_s.<:\elbeber:ydel j.ugar; y cabe seli.a· lar que los parroquianos 10 consideraban su ámbito propio y por ende miraban con receio aIos recién lIegados.11 El café no era ajeno a Ias ri- Ji.as diarias, donde había que demostrar por instinto que "no se era nojo" y donde más de uno percibió Ia presencia de barras formadas por "elementos quisquillosos y pendencieros". Asimismo, el café,junto ai côn~~ntlI1o, fue el universo que propiciá Ia "mixtura" enOtre~lcrioUo y el inmigrante, q~~eo~os~~~z pr~duj~ nuevas form~~~~~i-,;~i_e~ (Ota~go), teatral~s (sainete) yJil}güís~icao~JIunfardo) .12 Además, <:.It~~~r:>o'popuIary elperiodis.moJ1Jeron estructurando una tipoIogíaAe 10511.l~ev~~~_;~;~~tiop<?;·~~iollos-el bol~e~i·o:·~lc;ia~erà. el atorrante, el compadrito}' el guapo- e inmigantes -el gallego (ya fuera este verdaderamente gaUego, andaluz o catalán), el tano, e1 turco yel judío o "ruso"-. Lo cierto es que Ia construcción ele estos estereotipos o se elaborá sobre Ia base de grupos sociales y culturales caracterizados por una marcada heterogeneidad étnica, social y etaria, con Ia inten- ción de retratar, aunque lógicamente en forma genérica, el abigarrado mundo cotidiano de 105sectores populares. Si bien estas sectores dedicaban Ia mayor parte de su tiempo aI tra- bajo, hacia principios dei siglo XX se sancionó laLey de Descanso LA SOCIEDAD PORTENA HACIA FINES DEL SIGLO XIX Y PRINCIPIOSDEL XX: TIEMPO LIBRE Y RECREACIÓN Los ninos y 10sjóvenes que pertenecían a Ias lIamados sectores populares jugaban ai fútbol en Ias calles y 105baldíos. Esos sectores urbanos estaban formados por un conjunto heterogéneo que incluía a profesion:1Ies, prensa porteI1a fue apropiándose de Ia difusión dei deporte e instigó a Ia dirigencia de los clubes a Ilevar a Ia práctica coherentemente sus principios. Muchos veían una grave contradicción entre estos loables propósitos y Ia adopción de formas organizativas selectivas y elitistas. Sin embargo, para los directivos de Ia liga eso no era motivo el(: con- flicto. La masificación de Ia práctica deportiva -para benefici o dei cuerpo y el espíritu- bien podía convivir con el estilo discrecional de dirección tradicionalmente ejercido por Ia institución. Durante esos prirn~ros aI10Sparticipaban de Ia liga equip"os de '~scue- Ias inglesas, entre otras Ia BuenosAires English High Scho_ol(BAEHS) y Ia LOITlasAcaelemy. Tambiénjugaban equipos de clubes como Belgrano y Banfield. En general, los clubes ingleses eran instituciones cerradas que hacían de Ia exclusividad su razón ele ser y Ia causa y origen de su éxito. La cuota social era alta, el socio debía ser presentado por varios padrinos para ser aceptado y Ias mujeres no podían asociarse. Estas en- tidades fueron ámbitos exclusivos y excluyentes de sociabilidad mascu- lina, en cuyos salones, además de discutirse cuestiones ligadas ai de- porte, se trataban temas vinculados a Ia actualidad deI país y de Gran Bretaii.a. La AAFL determinó hacia 1900 que el nombre dei club debía ser dife- rente deI de Ia escuela. A partir de estos cambios los alumnos de Ia BAEHS decidieron l1amarseAJumni, siguiendo una tradición norteame- ricana de formación de equipos de ex alumnos (por los AJumni College). Así nacio el AJumni, un equipo que ganó diez torneos entre 1901 y 1911 Yfue considerado el máximo referente deportivo y moral por sus con- temporáneos y por los constructores de Ia mitología dei pasado d.el fút- boi y el deporte argentino. EI diario LaArgentina, enjulio de 1907,10 definió como un claro ejemplo de juego viril, sano y limpio, mientras que ELDiario-comentando, en abril de 1908, una de Ias pocas derrotas sufridas por el permanente favorito AJumni- sostenía que este "repre- senta Ia aristocracia de nuestro footbaLl' y "encarna el progreso dei juego en Ia Argentina". La construcción deI AJumni como ícono popular o "mediátic:o" (si fuese posible utilizar esta palabra) en aquellos anos se basó en Ia im- postación de valores que se consideraron adheridos a Ias prácticas de esa entidad como el compaôerismo, Ia disciplina y Ia solidaridad, ex- presada como una "comunidad contraída en los bancos de Ia escuela" y respaldada por Ia fuerza moral y Ia pl0anza deportiva. Estos valores se complemel~taban con Ias cualidades particulares de algunosjugadores, como Jorge Brown, a quien sus jóvenes compaôeros I1amaban "mi capi- tán" por haber sido el capitán de Ia selección nacional y quien además se destacaba por su magnanimidad y por una habilidad futbolística sin parangón. Las divisas dei AJumni eran El SPOTtPOTeLsport (el deporte por el deporte mismo) y Servato }idem (conservar Ia fe). Para Enrique Escobar Bavio, autor de su hagiografia y sus campaii.as deportivas, estas divisas incluían una serie de prescripciones morales que reglaban Ia práctica deportiva dei juego, como Ia "corrección implacable", "el aca- tamiento espontáneo a Ias leyes deljuego", "una conducta forjada en Ia rectitud e inspirada en el honor" y "Ia hermandad y efusión afectuosa para con el adversario". . Examinemos un poco más de cerca esos códigos morales. Las normas que separaban 10 correcto de aquello que no 10 era, en el deporte mo- derno, I1egaron junto con el fútboI y de inmediato fueron aplicadas en el país. Hacia principias elel siglo XX, Ias páginas elealgunos.diarios y revistas porteiios ç!iferenciaban aios verdaderos spoTtsml!n d~ IosCJu~,no IO"er<ll1'Por ejemplo, en Ia revista EL Sportsman se analizaban Ias perfor- mances deportivas de los círculos cercanos a Ia colonia inglesa y a los clu- bes de Ia élite dirigente criolla en Buenos Aires y se eledicaba mucho es- paci()..a}a en~eii..~!~z.':lde Ias regIas de juego de diferentes dep~;te;. Ul~a de sus secciones, lIamada "Galería de Aficionados", incluía u~; suerte de radiografia de uno de ellos en cad~ número de Ia publicación -eon fotografias ad hoc- en Ia que se destacaban sus virtudes como sportslllan. Hacia 1906, Ia revista defenelió Ia ielea de que para practicar un deporte era neccsario ser un sporlsman, una de Ias características distintivas deI gentleman. De acuerdo con estos criterios, el 20 ele enero ele 1906 Jack D. Gardom fue elegido protagonista ele Ia "Galería ele Aficionados", no por ser un personaje popular, sino por haber demostrado aptitudes moraIes en los distintos deportes que practicaba. Sin duela, el seúor Gardom era un "spartsman de buena cepa". En este sentido, un buen sportsman era aquel que vivía con nobleza el deporte, en general aun sin haberse destacado en ninguno de ellos en particular. Se valoraban Ia "cIase" -en el sentielo de actuación distin- tiva ("tiene clase")-, Ia excelencia y Ia caballerosidael en oposición a Ia vulgarielael y Ia rusticidael. Se sugería una relación lejana, no inme- diata, entre "tener clase" y ser eficaz en el campo dejuego. Quien "te- nia cIase" podia no ser eficaz. La "clase" estaba relacionada con postu- ras corporales que evidenciaban autocontrol ya veces verdadero desin- terés o interés afectado, sumados aI fiel seguimiento de los códigos mo- rales de Ia práctica deportiva. EI sportsman era aquel que realizaba va- rias prácticas deportivas y no una sola. (Por qué era meritorio practicar varios deportes?: porque "el eclecticismo en el sport no es una cosa común ... De ahí que sea un mérito innegable". Es decir que el mérito residía en Ia poco común y en 10 selecto. Por otro lado, y apuntando aI sostenimiento a ultranza de los princi- pias de! Jair play, se intentaba desalentar Ia práctica de premiar aIos vencedores. En este pequeno mundo, el valor de los premios vivía una situación paradójica: ]a escuela inglesa los había resaltado como instru- mento destacable pero también los había equiparado con Ia caballero- siclad deportiva, que propiciaba un comportamiento poco demostrativo de Ias vencedores para con los vencidos. De allí que se dudara de Ia efi- cacia de los galardones olorgados aios individuos, aunque no aIos equi- poso La popuJaridad también entraba en conflicto con estos principios. No estaba mal visto ser popular, siempre y cuanclo Ia popularidad fuera consecuencia deI reconocimiento de determinados valores morales y cualidades físicas. Además, era flll1ci()11,,!1a Ia docencia"en Ia difusión civilizadora qu~.(:lt:~L~.c~~~cteriz"r a 105dep()r~es ingI.e:$~_s. Pero todo cambió cuando los deportistas no ingleses comenzaron a integrar Ia "Galería de Aficionados". En el número deI 19 de mayo ele 1906José Buruca Laforia,jugador deI AlUlnni, fue el protagonista. La revista El Sportsman sostenía que, a pesar de algunos elementos negati- vos como cierta "ostentación inútil", Ia "clase" mostrada por Laforia permitía que se 10 considerara un sports-man, es elecir, dueíi.o en su caso ele una "clase" aprendida y menguada. Lo cierto es que algunos tenían "clase" por naturaleza y otros por aprendizaje, ya que Ias ':'~Ql~~éticos e1el sjJortivismo y Ia caballerosidad necesarios para Ia práctica del'sj;~~;·t eran materia comunicable. Pero cuaI1Q.c:>J,?sjl,-I&'1doresse agreelían o aparecían concl.~_c_t.<!.~hostiles entre el público, segÜn iiDi~ri~'~le;~~u- bre de 1906, aflorabã'lm' "temperamento nacional" por completo ajeno a los valores asociados ai juego inglés. Además, el sportsman debía saber que eI objetivo deI deporte mo- derno era el desarrollo individual y Ia sana supeditación de 10 indivi- dual a 10 colectivo. Así l~.s.~rillI1fCls,.~.U1?qlleconsiderados importantes, en esencia queçlaQal~re.1eg.~cl()s__':~~~.pt.lI1()s~cundario,'EI deportista de- bía ser modesto frente a Ia victoria y asumir Ia derrota como una instan- 1911: Alumni enfrentando a Porteiios. La liga oficial en pleno clesarrollo. (Fuente: AGN.) cia que incentivaría Ia búsqueda de una nueva oportunidad. Si el des- arrollo individual y colectivo estaba en primer plano, el deportista ja- más abandonaría Ia iucha aun sintiéndose impotente frente a un rival ocasional. Los adversarios debían ser considerados companeros una vez terminado eljuego y leales competidores en él, y se les debía estrechar Ia mano cada vez que fuese necesario. Por último, lajuventud era un bien muy vaiorado como asimismo ia fortaleza que supuestamente ia acompaiiaba, El desarrollo individual era el objetivo a perseguir y sólo podía alcanzarse superando Ias propias limitaciones, Por io tanto, se partía deI reconocimiento de por 10 menos dos tipos ele coadunas y va- Iares: los dei spM'/SllIan y los de aquellos que no 10 eran. Los eluenos de ese saber eran pocos y debían vigilar celosamente para evitar que se des- virtuara, (Cómo se consieleraban estos preceptos en ei desarrolJo con- creto dei fútbol local? EI tenor ético de 10 que sucedía en ias canchas era seguido de cerca tanto por los aficionados como por los periódicos, que retrataban en sus páginas Ias distintas interpretaciones de una ac- titud deportiva, ya hubiera sido ominosa o, por el contrario, noble. i\hora dejaremos el mundo de los valores y Ias conductas que inten- taban cuadrar en esos ajustados moldes ideales para introducirnos en el universo ele Ia organización dei fútbol oficial,c:on ~lcambio de siajo. - ..'. , . .. . _.... . _ .. _ .. 0... Desd~ 1901 comenzaron a c1lsputarse, además elel torneo local, Ia Copa ~021]J)gÇ!lQ.~ y más tarde LaÇ_()E~!i'?I2_()r,con eql~ipostlr:Pgu9Y_Q·L)'J:0- s,?:Ei120s.Hasta 1899 exi~J(all.uasola división,p~!:.()~p~E~irde eS_2!~ha se lesumarqn laseg1Jnclaxu)1'\l10_d.e~pués Ia tercera: La liga no poseía un sistema claro ni reglado de afiliaciones ni de ascensos y descensos, y su falta de organización le valió numerosas críticas de Ia prensa. Sin embargó, lentamente, Ias instituciones fundadas fuera deI círculo so- cial ingIés o de Ia élite crioIIa fueron aceptadas y pasaron a in tegrar Ias categorías menores de Ia liga. Por este camino ll~gar:oI1_a.I~ pr.:i- mera división equipos como River PIate yIZ<icingCIlIb. DeJ:tech()1 as- c~~~d;~~~~-;la primera división Estudiantes de Buenos Air:es (1294), Barracas AC (1905) Y Argentinos de Quilmes (1906). En 1908, los cl~;b~s Porteii.()! Atlanta, Estudjaptesde lafi~~~,.p,o~aJrs'.,· êam~rian, R.\ach1JeIoY<iIgunos otras estaban afiliados alaJigaoficialy partic!pa- ban de Ia segunda o tercera categoríaP A partir de 19061a.lig~.xl!~.g~ner"ll,d.c>~lg~~I1,?S~~lS~~~_1T!e.!].J:~:;__~~ra- cráticos como los formularios oficiales para elaborar los informes de Ios partidos, Ias transferencias de jugadores por Ias que había que pa- gar un "derecho de transferencia", Ias planilIas de resultados, los cam- bios de domicilio de los clubes, Ias comunicaciones, consultas e infrac- ciones en tre otros. J)es,de 1904 se organizó Ia cuarta categoría, para men9I:~_sS!<:} 7 aüos, con el objetivo de d~r,:l;llug,~r al?~~_;,t~!4!~'ntes. Pero S1.::apari- ción trajo aparejadas grandes complicaciones porque muchos intenta- ron inscribir fraudulentamente ajugadores mayores. A fin de evitarIo, se pedía Ia "fe de bautismo" para compro bar Ia eelad deI joven y se im- ponían penas eleportivas aIos equipos que no presentaban los papeles como asimismo reprimendas a aquelIos que presentaban "certificados falsos", tal como 10 indicaba el periódico La Argentina. En aquellos aüos surgieron interrogªnt~s':'in~':II~cl()sa cuestionl~S?rga- nizativas y económicas relacionadas con el desarrollo de Ia liga. Se ,:omen- zaron a eliscutir los gastos que ocasionaban los viajes de los equipos, si de- bía o no cobrarse entr<ida aI público y, en caso d~ cobraila, cuál sería eI monto. Los debates en torno a estos temas y a Ia organización institucional elel fútbol fueron los antecedentes de lá' argentiI~izació;l de Ia liga, sobre todo a partir deI llso deI castell~l~o-~I;'I~s.·;~l~~i~~'~s(i~TIP.uestoen 1907) y Ia s~~titu,ciéJl1deI vocablo"assoeiation" por "asociación" en 1912. La prensa comenzó a reflejar, de manera recurrente, el creciente desarrolIo de Ia práctica elel fútbol entre losjóvenes porteüos. Esta insistencia presionaba sobre Ia dirección de Ia liga, que desalentaba el ingreso de los clubes. Las condiciones impuestas por esta intimidaban a muchos de los que deseaban formar parte. Para lograr su afiliación, los clubes debían tener una cancha con Iímites reglamentarios y una casilla con Ias instalaciones higiénicas necesarias para una reparadora ducha luego deI "tr3jín" deportivo. Además, para integrar Ia liga se ele- b~a p~~cticarel "tercer tiempo" como instancia de confraternización social. La introducción de los hábitos higiénicos como Ia ducha me- diante normas reglamentarias fue bastante problerüática, ya que no eran los mismos que cultivaban los jóvenes de los nuevos clubes que ac- cedieron a Ias divisiones menores de Ia liga. En definitiva, se estaba provocando una situación paradójica: Ia mayoría de los clubes que es- taban fuera de Ia liga deseaban ingresar en ella Y algunos ele los que esta- ban dentro eran expulsados, siempre en un contexto que resaltaba Ia ne- cesidad de difundir este deporte.JS Según fue aumentando Ia cantidad de público, Ias medidas organi- zativas tendieron a complejizarse, y el monto recaudado pasó de ser un símbolo y un apoyo para abonar los gastos de los clubes visitantes <\ ser un valor nada desdeüable que excedía Ias cifras de lasée:~ogaciones. EI dinero proveniente dei cobro de entradas a los partidos debía desti- narse aI mejoramiento ele los campos de juego y de Ias instalaciol1es para el público y los jugadores. Sin embargo, el tema fue eje de innu- merables debates. En 1905 y 1906, en algunas notas ele La Argentina, se eliscutió acerca de Ia moralidael ele cobrar entraela y se manifestaron eludas sobre el uso que se le daría a ese dinero. 2Debía elestinarse aIos clubes o a Ia liga? 2Qué sucedería en los partidos internacionales? No existía una reglamentación integral y clara sobre Ia cuestión. De he- cho, los clubes locales imponían sus conveniencias tras evaluar el posible público asistente y los gastos de 'traslado deI visitante y de pago ai reJeree oficial, así como otras erogaciones circunstanciales. EIjugaelor debía estar asociado aI c1ub y elesempeúar un papeI similar aI deI dirigente, por 10que resultaba dificil establecer una distinción fun- cional entre ambos. A estas elisposiciones formales se sumaban ciertas re- gIas sui geneJis que podían incentivar Ia participación ele otros actores más aliá de los jugadol-es. A veces sucedía que, para completar el nú- mero ele participantes requerido, algún espectador se sumaba ai equipo en minusvalía aunque formalmente no integraba su plantilla. Como co- rolario ele todo esto, Ia liga aparentaba ser una gran familia de sjJortsmen SP~~"!!!!:!21,como Automovilismo)' Sp'?rt, l1luy~_imi~ara El Sportsman. Ambas se esp~c:i;;J!z.a~ª.~1-:e)}·[~~d.;f\~~}º.~~.4~J-ª~!'~g!~~.L l<t?técl}iça~.9~portivas, );~Ifútbol no ocupaba un lugar destacado en eUas. EI diario La Algentina fue, desde 1903, un medio sumamente valioso Eªrª-.~JT0~~k~L<lJicjonaelo."Este se desarrolló fuel'a de Ia liga oficial, con s1}sligasi_I1ª~p~ml.i~.!~~~_S,._$ll$.Jº.Qfe.()§.ºrg<t11i.~.acl()spor c1ubçs YSL.IS des- afios el}tre.ç]).lbes. Y también se enc~rgócle difu11dir Ias reglaselel juego entre.aqlJelJos sectores.social.es q1Jecomç:m:f\ban a practicarlo. Durante Ia primcra década del siglo XX Ia mayoría de los medios promocionaba los distintos partidos ele ]a liga oficial en los días previos a su realización alentando aI público a que asistiera; además, varios periódicos ya publicaban el fixtllre completo de Ias encuentros. Una primera forma de hacerlo fue mostrar Ias previsibles virtudes deI es- pectáclllo, aI estilo de quicn recomiendauna obra teatral. Los periódicos inventaron controversias en forma explícita Y cons- ciente situando eI tema públicamente a fin de crear tensión, capturar Ia atención de Ios consumidores Y generar opinión sobre Ia atracción ejercida por eI espectáculo futbolístico. Así propiciaron concursos para responder a interrogantes eleI estilo de: ".:Quiénes eleben formar parte de los equipos argentinos y británicos?" (La /t1gentina, marzo de 1903). En suma, Ios diarios de la época diseilaron distintas estrategias tendien- tes a crear un espacio de opinión, de inquietuel entre los lectores yafi- cionados, que terminó por apllntalar el naciente espectáculo futbolís- tico. El perioelismo luchó por ocupar el lugar ele "Ia cátedra" y cOt1l'enirse en depositario elel saber. En ese sentido los periodistas pug- naron con los dirigentes ele Ia liga por un espacio físico propio en los estadios debido a su estatus privilegiado.21 La mayor parte de Ia prensa se consideraba abanderada deI faiT play y adalid de Ia objetividad. En esa dirección, disputaba a Ios dirigentes el mandato de velar por Ia dis- ciplina deportiva. y cuando surgía este tipo de irregularidades no se generaban conflictos. Según ElDiario deI 12 de mayo de 1908, nunca se expresaba: "una pro- testa. Se piensa que será fácil arreglar Ias cosas. Se piensa que es una for- malidad. En cualquier caso, es difícil probarlo [ya que para ello] Ia asociación debería contar con Ia nó mina de socios de los clubes". La baja instituci()na.li~.'l<:iQn:<:le:.!~.I~g~.también producía otras conse- cuencias Ilamativas y cantradictorias, como por ejemplo, Ia elección de Ias árbitros. En un principio estos eran provistos por los propios equipos y se sorteaban para Ias partidos ele los otros equipas, aunque también poclía tocarles arbitrar un encuentro en eI que participaba el suyo. Todas Ias resoluciones tomadas por Ias entidade_s rectoras ..d.~1fjJ.t- bol'~~l~~~b~n COl~Ia m~diación de algunos medios de prensa. Las no- tas peri~dísticas sobr~ eleportes comenzaron a publicarse en Inglate- rra a comienzos deI siglo XIX. En líneas generales, se ocupaban de 10 que se consideraba conveniente o no para Ias prácticas físicas se- gún los estándares deI jet set londinense. Bacia fines de ese siglo, los periódicos populares más baratos publicaban en su edición domini- cal comentarios sobre Ios eventos deportivos de los sábados, en espe- cial sobre esta práctica. Esos periódicos eran Ieídos principalmente por los obreros, que en buena proporción constitllían el público de] espectáculo .19 ~I primer media perioclístico que siguió atentamente Ia evo1uç;iól1 de I~sprãcticas deportivas en Ia Argentina fue The Sandarq, un perió- clicode: ()rigen br!tá.nicoqlle se.pu!:J.lic·al:J':I.dêscl.<:;)~d:~c:~4~(!.~J?~9'A comienzos ele 1900 el fútbol continuaba siendo objeto ele gran inte- rés para Ios diarios ingleses, he_c::.~'?9.l~~~!:_tr~~t~!?:.·lconla escasa pre- ocupación exhibida por Ia pl-ensa naci~I~::J,1:20Sin.ell1b.argo, en t~º~ aparecieron en El Paíslas prime:t.:asçról}icas el}_Cast~!la~10de parti_~_os de fútbol con los comentarias de.Roberto Le.~~illieryAngeIBob.ig.~s. En 1903 La Nación creó una pequeil.a sección específica, y 10 misrn.0 hicieron e'l n~~t~tfnoLa PI:er;say el vespertino LaAlgentina a~ aiio si- g~liente. i~pr~nsa porteila deelicaba importantes espacios a los gran- des eventos eleportivos, en especiallos partidos contra Ios equipos in- gleses que visitaban Ia ciudad, destacándoselas coberturas de Caras} Caretas, PETy Pu{gaTcito. Esas publicaciones no soIían hacer una cró- nica de 10s encuentros, sino que los utilizaban como un gran escena- rio para Ia exhibición de los miembros de Ia "alta sociedad porteiia". Tambiél~ había revi~tas_p<lr:tic!-l.i_a!Illel1te<:lestinadas aI consumo de los Bacia fines deI sigla XIX, Ia ma)'oría de Ios partidos disputados entre clu- bes ingleses y también con afgtll10s cercanos a Ia .éJite crioHa -como Çin1- nasiayEsgrima de Buenos f\jres- eran vereladeras reuniones sociales I' de 1906: ~quipode Sudáfríca en Buenos Aires enfrentando a Alumni. Uno de Ias primeros ejemplos de Ias giras d'e equipas extranjeros en el país. (Fuente: AGN.) legítimas e incluso beneficiosas para Ia calielaelelevida y el cultivo ele Ia vida social. Sea como fuere, el desarrollo deI espectáculo futbolístico resultó im- parable. La popularidac1 que fue aelquiriendo eI fútbol prodl~o proble- mas en Ia gestión de los eventos, y Ias medidas adaptadas por Ia asocia- ción resultaron poco eficientes para atender Ias necesidades, sobre todo Ias problemas relacionados con Ia asistencia masiva e impensada de espectadores. El espectáculo futbolístico fue en Ia primera década deI siglo XX un evento que convocaba a Ias persoúajes más influyentes, una de las tantas actividades eleIa alta sociedad. Sin embargo terminó por congregar a gru- pos sociales diversos que llenaron los estadios con más de 20 000 asisten- teso En los capítulos siguientes veremos cómo se produjo esa trans- formación. La opinión mayoritaria estaba a favor de Ias giras, pero algunos du- daban. En 1904, el partido entre Southampton y Alumni fue consi- derado por algunos comentaristas como un mero emprendimiento lucrativo que conllevaba el riesgo de desvirtuar Ia esencia dei de- porte. En el contexto deI creciente gusto por el fútbol de Ia élite criolla, amenazaba con transformarse en otro evento social de Iasfamilias acomodadas: E:IiI?-terésera extraordjnario. [... ] No es posible cerrar 105 ojos a Ia hermosa evidencia. Losejerc:ic:i()s,físicos han _~n- trado en Illlestrascosturnbres [Reflejo de Ia expansión de los ejercicios atléticos entre lajuventud es el éxito de Ia visita deI team inglés]. EI domingo vimos en Ia Hípica entre otras a Ias familias de Casares, Roca, Pérez Unzué, Alvear, Peers, Teza- nos Pinto, Green, Guerrico, Bunge, Vedoya, Cazón, De Bary, Marques, De Marchi, Gutiérrez, Zorraquín, Videla, Lugo, Es- trada, Madero, Martínez de Hoz, Salas, Chevallier Boutell, Macki.ntoch, Leslie, Metwen [y muchísimos más]. 22 Pero Ias tradiciones afrancesadas, fuertemente enquistadas en gran parte de Ia élite criolla, indujeron a algunos de sus integrantes a mirar con cierta d~sconfianza Ias ",avances"de Ia cultura británica; entre ellos Ia práctica de 10sd_~por.t~sy Ia asistencia aIos espectáculos deportivos. A pesar de todo, Ia creme social fue incorporándolos como actividades 2. Los jóvenes de 10s sectores populares adoptan Iapráctica deI fútboI Si bien Ias primeros clubes deportivos fueron creados por miembros de Ia colonia inglesa, también nacieron de Ia iniciativa de propietarios de empresas o integrantes de sus planteles gerenciales, fueran o no inglesas, y también de grupos de Ia élite criolla. Una de Ias características de los clubes ingleses era Ia selectividad para el ingreso de Ias sacias. De hecho, amplias sectores de Ia élite criolla no podían ser miembros de esos clubes y fue justamente por eso que decidie- ron fundar los propios, que en muchos casos no se relacionaban con Ia actividad futbolística. Cuando Ias deportes ingleses se pusieron de moda y su práctica era considerada deseable, especialmente entre los jóvenes, se crearon nu- merosas instituciones a tal efecto. La élite contaba con entidades como el qlub deI P~()gr:s(), con sus propias instalaciones deportivas. Los clu- bes más reconocidos fundados por miembros de Ia élite criolla fueron Çjmnasia y Esgrima de Buenos fures y de Ia Plata.23 El 6 de mayo de 1~'Õ'2'~~··f~~d6i"a·Asoci~~i~.f.l...C;~i~t~aIl:ade·Jóvene~'(YMCA), que contó entre sus socios a figuras como OUo Krause, Carlos Tornquist, Pedro Mihanovich, Francisco P. Moreno y Carlos Gardel. En líneas generales, se puede decir que flle un<1.i_n.s~tu~!óJ}abiertaa Ia integración de grupos y p~rsonas d~ _di.fer.~r1~~_sm~.ªio.s.so<:ial<:sy cll1tu rales. Los clubes fundados aI amparo de Ias empresas ferroviarias inglesas te- 0 __ " • __ ••••••••••• ••••• .- •• _. _ •••• ' • .., nían el objetivo explícito de fomentar "Ias ejercicios fisicosentr~ slls ern- pl~~dos aso_~i~<:10~".Enel caso de F~rrocarriJ Oeste, sus sacias eran em- pleados de todos Ias niveles de Ia empresa y entre sus dirigentes había apellidos ingleses y no ingleses.24 Todos estas clubes desarrollaban una in- tensa vida interna, y ocasionalmente organizaban torneos en Ias que par- ticipaban equipas que Ias representaban. Además de Ias ferrocarriles, Sarsfield dei Ferrocarril Oeste. La oportunidad era magní- fica para resolver un asunto que habíamos hablado rnu- chas veces: fundar un club y jugar de veras, con cancha marcada, arcos en forma y hasta camiseta. Al reconocimiento implícito dei asociativismo como práctica común y habitual, debemos sumar que uno de los objetivos básicos de esws nue- vos clubes era afiliarse a Ia AAFL y ascender a Ia primera división. De- seaban pertenecer ai mundo dei fútbol grande, de Ia competencia lide- rada por Alumni y Belgrano, entre otros. Esos jóvenes anhelaban formar parte de ese pequei'io gran universo. Para poder ingresar en Ia Association había que superar varias ins- pecciones, que prestaban particular atención a Ias condicio nes deI campo de juego reglamentario, Ia casilla-vestuario, con sus duchas, y los escalones que hacían Ias veces de tribunas mínimas. Para cumplir con esos requisitos se necesitaba energía, tiempo y, sobre todo, di- nero. El proceso más o menos penoso que llevaría ai nuevo club a Junio de 1908: Comisián Directiva dei Club Victoria. Un c\ub en sus comienzos. (Fuente: AGN.) formar parte de Ia liga oficial tenía un obligado paso intermedio: Ia participación en Ias ligas independientes. Allí sólo se pedía el pago de l;-cuôta d~ingreso y tener nombre, sello, domicílio postal y colores distintiv?s. No era necesario contar con cancha propia, y menos aún con instalaciones de algún tipo. En esa primera década, el previ o paso por Ias ligas independientes se consideraba parte dei camino obligado para cualquier nuevo club. El club se fundaba a partir de Ia existencia de un equipo y desde ese momento podía competir con otros clubes en el espacio deI fútbol afi- cionado, como paso previo para cumplir los requisitos que imponía Ia liga mayor. En este universo competitivo convivían clubes que jamás dejarían de ser equipos-clubes con otras asociaciones que contaban con cinco equipos participando en diferentes categorías. En el momento de fundarse el club, los integrantes dei equipo de fút- boI debían identificarse, llamarse a sí mismos de alguna manera. Ese acto tenía una fuerte carga simbólica y emotiva, entre otras cosas porque implicaba pensar cómo deseaban ser vistos y nombrados por los demás. Cada grupo inventó su nombre y eligió sus colores, los dotó de propieda- des morales y luego luchó por defenderlos como si un fracaso pudiera significar Ia pérdida de esos bienes preciados. Los emblemas (nombres, colores) eran los símbolos que representaban esos bienes. Yeran en LOS JÓVENES DE LOS SECTORES POPULARES ADOPTAN LA PRÁC;TICA ... 53 sobre Ia base de criterios que remitían a una fecha o un héro~ p.,:.~:~,a connotac;~~~~~~rias'~estricta~ente vinculadas ~I ~u~d~ d~·pürtivo. Sin embargo, losnombres elegidos tuvieron que ver epr.násAe:l?()o/~.?~_~s ocasiones con 105 luga~es de.residencia de los fundacl9r.e~~_J:~c_h.~.g~...<:.o- rrobora Ia influencia del universo local y territoria!.26 Es decir que esos nombres se urdieron en torno a Ia identidad forj~d~~enI<l ..~.tla.?~~~_:i-llos vecind~~i~s"y:;p;rroq0a~;; -;sfse cie~10minaba;; i~s jurisdicciones admi- nistrativas de Ia ciüdad de Buenos fures-. Por ejemplo, los fundôdores deI Cl~lb GaonaJrs. anunciaron así su creación en La Argentina deI 25 de oc- tubre de 1907: En el veeindario de la calle Gaona, el 24 de Septiembre se formó un nuevo club [... ]. Siendo Ia CD Ia siguiente: [... ] Correspondencia a Luis Riccio (hijo), Gaona 2148. El field está en Ia cal1e Gaona 1453, entre Cucha Cucha y Pujo!. Acepta desafíos para menores de 12 anos de edad, para el domingo 27 deI corriente. [El destacado es nuestro.] esta denominación a su vez marcaba Ia intención de los fundadores de crear un cli.Ib de fútbol sin aspiraciones de involucrarse en otras activi- dades atléticas y/o sociales, como fue el caso de "Club Atlético" aun-, que, como hemos visto, muchos clubes con esta denominación se dedi- caron, de hecho, a Ia práctica exclusiva deI fútboI. También encontramos evidencias de que en muchos casos los funda- dores elegían formalizar el nacimiento de Ia institución en efemérides patrias con el propósito de otorgarIe aI club una trascendencia cultural y política particular. Cuatro clubes nacieron un 25 de Mayo: River Plate en 1901, Platense en 1905, Defensores de Belgrano en 1906)' Huracán en 1907. Sin embargo, hubo otros que no adoptaron fechas patrias sino efemérides internacionales, y en algunos casos de fuerte tinte contesta- tario, como Chacarita Jrs., que nació el lº de Mayo de 1906. Los funda- dores deI club Atlanta eligieron el Día de Ia Raza, 12 de Octubre, con Ia intención de hacerIo "coincidir con una jornada resonante".28 Dentro deI co~unto de posibles denominaciones, eran desechadas aqueIlas que se relacionaban con particularidades o elementos de Ia competencia que no estaban vinculados aI Jair play. Se referían a Ia re- I~ción de rivalidad-enemistad entre los equipas-clubes y, según los mí- tICOSrelatos, fueron los nombres que surgieron en un principio y con ~ayor naturalidad. EI ejemplo más elocuente es el dei cIüb sariLà- (·re~!_o_?~~I~~_~r?.: La tradición sostiene que los jóvenes i~11d~d~';~'s habían debatido Ia elección deI nombre y manejado Ias siguientes op- ClOnes: Forzosos (o Forzudos) de Almagro, Cestos)' Canastas, El Cen- tinela de Quito, EI Almagrense, Olimpia, El Triunfador (o EI Vence- dor o EI Invencible), Penarol, EI Ariete, Alumni de Almagro, Río de Ia Plata. Cinco propuestas estaban relacionadas con el vecindario (Alma- gro y Quito, que es el nombre de una calle deI barrio), una con Ia ciu- dad (Río de Ia Plata) y otras cinco remitían a Ia competencia, pero muy especialmente a elementos rel~cionados con Ia demostración de poderío, fuerza y éxito y relativamente alejados de Ia propuesta deI Jair pla)l. Pero estas iniciativas sufrieron un giro importante como con- secuencia de los esfuer.zos deI curasalesiano Lorenzo Massa', quien además de conseguir un terreno para el cIub convenció a sus jóv~nes fund.<:Idoresdeque el n<;:>mb:emás apropiado sería el de un santo, su- mado aI deI vecindario. .... También se percibe en Ias nombres elegidos Ia defensa deI propio lu- gar sin ofender aIos adversarios, variante que tal vez pueda entenderse Junto ai nombre figuraba Ia "razón social" de Ias entidades, es decir Ia alusión a Ias objetivos sociales que Ia asociación se proponía cumplir. Por ejemplo, el Athletic Club -elegido mayoritariamente por clubes in- gleses- remitía directamente ai espíritu sportivo y aI Jair play, que es marca de origen de los deportes modernos. Con el correr dd tiempo, concretamente durante Ia primera década deI siglo XX, ambos voca- blos se tradt0eron aI castel1ano y, como lógica consecuencia, comenzó a adoptarse el "Club Atlético", nombre que adquirieron numerosos clubes nacidos en el seno de los sectores populares. EI uso masivo de este término podría atribuirse, como se indicó antes, a Ia mera traducción dei inglés !l:tJ.!~.!-J~_.Ql!ÉJ.10 que pone en evidencia Ia influencia deI modelo. Pero su uso también podría estar relacionado con Ia incidencia deI discurso oficial )' esc~l;r, -c~)'~s pilare~. fueron Ia p~.omocióIl·~I~1 higienismo y Ia actividad física regular.27 Con resp~~i:o a esta último, podría especularse que los jóvenes fundadores de los clubes empleaban Ia denominación "Club Atlético" para concordar <:on Ia pers- pectiva oficial sobre Ia educación física en Ias escuelas -aunque en reali- dad, detrás de ese nombre subyacía el deseo de jugar ai fútbol-. A diferencia deI anterior, el nombre Football Club no se traduja aI cas- tellano y fue empleado por distintos grupos durante Ia década de 1910; como una forma de contemplar Ia conflictiva convivenciaentre el dis- curso y Ia práctica dei Jair play con Ia enemistad territorial. Los nom- bres elegidos parecían denotar Ia presencia de un Jazr pia)' vergon:a~te o un espíritu de rivalidad-enemistad opacado. Sin embargo, Ia p~actlca competitiva concreta jamás consiguió borrar deI todo 1lI Ias enemlstades ni los exitismos. Vn caso sugestivo resultó ser el de BocaJrs. Sus fundadores fueron en su mayoríajóvenes estudiantes que vivían en el barrio, por 10que Ia propuesta de lIama.rse Boca fue aceptada de man:ra unánime. Pe~o ~,I nombre "no gozaba de buen aprecio en 10s demas bar nos p~rtenos , ya que La Boca era considerada un lugar difícil para cualqU1~r foras- tere que lIegara con buenas intenciones. Fue por eso que SantIago Pe- dro Sarra propuso agregarle 'Jrs." para diferenciar ai eqU1p~ de los prejuicios hacia ellugar.29 Sea cierto o no, los ejemplo~ mencIOnados dan testimonio de Ias negociaciones previas a Ia elecClon elel nombre dei c1ub. Cabe senalar que Ia tendencia general apuntó a desechar toda r~~e- . I'· f s'vo como asimismo toda alUSIOnrenCla a un 10calSmO extremo, o en I , . _. a Ia competencia disociada deI espíritu deportivo. De este modo que- daron nombres más o menos neutros, frecuentemente relacionados con ellugar de residencia de sus fundadores. Asimismo, lIamarse "Argentinos de Vélez Sarsfield" parece redun- dante. Es probable que hayan elegido ese nombre para c~iferenciarse dei peso y dei modelo inglés. Sin embargo, muchos habItantes de Ia zona oeste de Ia ciudad no habían nacido en el país. Podemos suponer que, ante esta situación, los jóvenes fundadores entrevieron en el tér- mino "Argentinos" una suerte de identificación pa~ible de s.er agre- gada ai nombre dei vecindario o Ia cuadra. En este mlsmo sentIdo, una ele Ias primeras rupturas visibles es Ia no elección de nombres V1n~ula- elos ai universo inmigrante, hecho que contrasta con Ia grancantIdad ele asociaciones'étnicasque se habían afincado en Ia ciuelaeldesde fines delsiglo XIX, Es importante sei1alar que rIo ~ub?clubes-equ~pos q.u.e aIudieran a Ias nacionalidac!~.sJli I,:\s,regi()nesy Ios pue blos ongmarIOS de 10sifll~;Ú~,~~~~,:E~~~ncordancia, podría aseverarse ~ue I~sjóvenes no se hicieron eco de los referentes asociados a Ias patnas leJanas aun- que sí adoptaron de buen grado los símbolos patrios, territoriales (ba- rrio, vecindario, cuadra) e ingleses, todos ellos elementos permeados por el discurso higienista. Los jóvenes que popularizaron Ia práctica dei fútbol lIevaban, en su amplia mayoría, apellidos italianos y espai1oles. Formaban parte ele una generación de argentinos cuyos padres habían sido transplantados a iJI1ã"ç}:I,~Çi~cl.,~I()nCle.rri~s4e Ia mitád de 16sádultos erari extralljer~s.:., " .--"- . Estas jóvenes tenían un origen ocupacional heterogéneo: podían ser dependientes de comercios dei centro, trabajadores de los talleres de los ferrocarriles ingleses, empleados públicos, cadetes ele pequei10s al- macenes o aprendices de talleres. Al mismo tiempo, el juego también se propagó rápidamente entre los estudiantes secundarios, en los claus- tros universitarios y enlos cuarteles. Así fue como los hijos de profesio- nales y ele empleados jerárquicos dei aparato estatal compartieron Ia dedicación ai fútbol con los hijos de familias trabajadoras. EI club Almagro, fundado en 1911, reconoce una historia asociada a jóvenes reunidos por su lugar de residencia -hecho que se reprodlUo con ciertas similitudes UI1a1'í.oantes con los jóvenes elePalermo que 01'- ganizaban excursiones ai Delta dei Tigre y decidierol1 formar un club para jugar. ai fútbol, el Club Atlético Excursionistas-.3o Naturalmente, estosjóvenes eran también estudiantes y/ o trab<0adores, pero a la hora de crear el c1ub se nuc1earon sobre Ia base de Ia vielasocial compartida en ellugar de residencia. Algunos de los ejemplos más conocidos son River Plate y BocaJrs., nacidos en La Boca entre 1901 y 1905; Argenti- nos Jrs. en 1904, en 10que posteriormente sería el barrio de Paternal; Atlanta (1904) en Villa Crespo; San Teimo (1904) y Chacarita (1906) en Ia barriada homónima; San Lorenzo de Almagro (1908), Vélez Sars- field (1910), Nueva Chicago (1911) en Matacleros, AlI Boys en Floresta (1913), Sportivo Barracas (1913) en Barracas, y muchos atros. También había clubes-equipos de jóvenes trabajadores que se reu- nían en su tiempo libre a jugar ai fútbol. Esta afirmación ha quedado retratada en Ia conocida versión de Ia fundación dei C. A. Indepen- diente, que cuenta que: En Ia tarde dei 4 de enero de 1904 ocho jóvenes cuyas eda- des oscilaban entre los 14 y los 17 anos se encuentran en un bar de Ios alrededores de Ia entonces llamada calle Victoria, entre Ias de Perú y Bolívar. 50n cadetes y medio vendedores de Ia tienda "A Ia ciudad de Londres" y pertenecen ai c1ub Maipú, organizado por empleados de dicha empresa. 51 EI mundo deI fútbol aficionado, reflejado primero en Ias páginas de La Argentina y luego en Ias de otros periódicos, incluía Ias partidos "amisto- sos", Ias "desafios por objetos de arte", y Ias "torneos" organizados por clubes o instituciones y por Ias ligas independientes. La mayoría de Ias clubes-equipos participaba simultáneamente en más de una de estas com- petencias.33 ~Cómo se organizaban estas encuentros? En sus inicias, en 1903 el çlia~iCJ.!.:c:~:rs"e::ti~(1.~1.1~~<I_b<lo:J()s.c.1:lJb~.sapu blicar. avis()splan't~'~ndo '~11- ~0.~r5).~.qll~ tradicionalmente constaban de partido .~r~val;cha. E~'to suponía escribir a La Argentina y propol~er uu desafío a u~'oo ~ varias clubes, o simplemente avisar que se estaba dispu esta a recibirlos y espe- rar el consiguiente aviso de algún adversario aceptando el reto. Los avi- sos sólo podían ser publicados por Ias integrantes de un club que tu- viera sus correspondientes signos identificatorios: nombre, sello, datos eleIsecretario y dirección ele Ia secretaría, que en realidad era eI domi- cilio donde se recibía Ia correspondencia, generalmente Ia residencia eleIsecretario deI club. Luego de acordado el matcil -generalmente por intermedio de La Argentina- los. clubesseepviabaI~ "cartas desafios" recíprocas, en Ias que notificaban expresamcnte el compromiso y Ia lista de jugadores que participarían de Ia competencia. Este dato era necesario para resguardar Ia buena fe dei adversario y no llegar aI encuentro con un equipo formado por jugadores desconocidos. Esta forma de or- gani~~.r~osenc.uentros -siempre a~r~vé~ de La Ari~n~i~ta- p'er'd~l~ó ~as~a}~º~:l.2º§,Ç1.l.~!1d() ap<lr~cieron Ias ligas independientes. EIgrado de organización más alto '~;a'el de Ias íig;~ formaci~s a imagen y semejanza de Ia liga mayor, pero adaptadas a su media de desarrollo. ~abe recordar que, para ingresar en una liga independiente, se reque- na tener un nombre identificatorio, un seJlo, un domicilio que hiciera Ias veces ele secretaría, doce casacas deI mismo colar y abonar Ia ins- cripción, aunque no era necesario poseer cancha propia. La liga independiente liamaba a los clubes a afiliarse y, a partir de sus afiliaciones, preparaba el fixture o cronograma de partidos dei torneo. Los clubes confeccionaban una "lista de buena fe" con Ias datos perso- nales de sus jugadores, lista que debía respetarse a rajatabla para evitar Ia inclusión improvisada u oportunista de jugadores en el equipo. Las ligas tenían reglamentos que Ias clubes debían conocer antes de inscribirse, aunque a menudo modificaban sus artículos en eI transcurso dei campeonato. Estas reglamentos fijaban el funciona- miento de Ia liga; establecían Ia formación de Ias divisiones de acuerdo a Ia edad de los jugadores -que obligaban a certificar me- diante Ia documentación pertinente: fes de bautismo o partidas de EI trabajo infantil había tendido a descender desde principios dei si- glo XX y Ias cifras de esco!arización habían aumentado sistemática- ~.e.~1~~.Pa~';-~l'estado', eini~o' de bí; e~~;r~~~b;j~~d;-;d~,jicad;a tarcas apropiadas a su edad como Ias educativas, y no abandonado en Ia calle, ya que esta último violaba Ia norma y 10 aceptable.Una vez cumplida Ia etapa de Ia escolaridad primaria, el trabajo era una opción frecuente y el tiempo libre se transformaba en un problema central. 32 Por otro lado, Ia extensión de lajornadalaboral tendió a disminuir lentamente por decto de un conjunto de circunstancias, al~_lI1asaso- ciables a modificaciones económicas básicas y otras vinculadas a Ia lu- cha pofreivindicaciones'sociales como Ia reducción de Iajornada labo- ral a acho horas. A raíz de estos cambias Ia situación tendió 8 mejorar y muchos jóvenes comenzaron a reunirse después de cumplidos sus ho- rarios laborales para discutir Ia marcha de Ias asuntos de Ias clubes de fútbol creados por ellos mismos, quedando Ias domingos para Ia prác- tica dei deporte preferido. Así, el fútbol fue integrándose a un conjunto de nuevas experiencias de sociabilidad, en este caso asociadas sólo a Iajuventud masculina. La adopción de Ia práctica futbolística por Ias jóvenes de los seetores po- pulares quedó indisolublemente ligada ai esparcimiento,junto a expe- riencias que iban más aliá de Ia mera utilización dei tiempo libre. EI fútbol fue, desde un principio, algo más que jugar con el trompa o Ias bolitas, algo diferente que ir ai circo, aI teatro o ai cine; fue un compro- miso corporal y afectivo mayor, cuya práctica e identidad se forjaron en torno a Ias lugares de residencia, trabajo o educación de sus practican- tesoEI fútbol fue una actividad que Ia juventud adoptó y comtituyó en práctica distintiva, tanto en relación con Ia escuela pública camo con sus padres, en su mayoría inmigrantes. nacimiento-; regulaban normas para Ias planillas de los partidos, el Tefereey el respeto de los horarios prefijados (por ejemplo, los 15 mi- nutos de espera), e imponían Ias condiciones mínimas de las can- chas -medidas, arcos y líneas-, el orden general a seguir durante el partido y Ia pelota con Ia que clebíajugarse. EI reglamento también preveía situaciones particulares: si un juga- dor deseaba cambiar de club, su pase debía ser aprobado por Ia liga; Ias amenazas, insultos o violencias contra el ac1versario o el uf'eree po- dían ser causa de expulsión de Ia liga; y también decidía qué hacer en caso de lluvia o campo de juego en mal estado. Las ligas independientes necesitaban tener una constancia de cada partido jugado, que debía incluir Ia fecha y el horario dei encuentro, Ia formación de Ias equipos participantes, y Ias firmas de los capitanes y el árbitro. Las firmas de esas planillas generaron numerosos inconve- nientes: por cjemplo, si un equipo creía haber sido perjudicado podía impugnar el partido escribiendo Ia paI abra "protesto". Cuando Ull equipo recurría a ese procedimiento, tenía que abonar una suma de dinero para elevar el pleito a Ia Comisión de Protestas de Ia liga, Ia que, a su leal entender, podía fallar a favor deI reclamante -devolviéndole el dinero y actuanclo sobre el caso- o, ele 10contrario, quedarse con el de- pósito pagado y engrosar Ias arcas de Ia liga en cuestión. La llamada Comisión ele Protesta de cada liga era Ia encargada ele ad- ministrarjusticia en casos ele paI-tidos protestados, edad de los jugadores, jugadores de otros equipos, retiros de clubes, horarios no cumplidos y ár- bitros impugnados, entre otras cuestiones. Si Ia liga ~ra una inst\~~lci~n democrática, estaba integrada por 10spropi9s ~E.lb~sparticipantes ..~~~o había algunas excluyentemente dirigi das por sus organizadores, qu~ ..~o daban espacio a los clubes para hacer oír suvoz. En esos casos Ia Comi- sión de Protestas estaba integrada por Ios propios dirigentes de Ia liga. Naturalmente, Ia justicia en Ias canchas quedaba a cargo deI referee que cada club proponía antes de empezar el torneo; pero era Ia liga Ia que se encargaba de designarIo para Ias distintos partidos, 10 que generaba in- numerables conflictos. También existían njerees oficiales aI margen de Ias clubes, designados por Ia liga a pedido de los capitanes de los equipos a enfrentarse y cuyos viáticos debían abonarse aparte. Es indudable que Ia organización de Iajusticia dentro y fuera de Ia cancha fue una larea tan dificultosa como Ia incorporación de Ia teoría y práctica de Ia adaptación de todos los participantes a una serie de regias. La aceptación de Ias regias que 10 constituyen es condición necesa- ria para Ia existencia de cualquier deporte, y sólo si se cumple esta pre- misa es posible practicarlo. Sin embargo, en Ia organización de! de- porte competitivo existe otro tipo de normas que estab!ecen Ias condiciones que deben poseer 10s participantes para poder acceder a Ia competencia, Ia que a su vez debe contar necesariamente con un marco organizativo. Varios estudiosos han sugerido que, a partir deI análisis de Ias rela- ciones que cada sociedad establece con Ias regIas (en este caso dei fút- boi), el observador estaría en condiciones de ver aI deporte como me- táfora de Ia vida social. En el deporte existe una raíz democrática, vinculada con uno de 10s elementos que explican su popularidad: Ia existencia de regIas que valen para todos por igual, 10 que a su vez se relaciona con nociones igualitaristas y de cierto valor de Iajusticia. Por ejemplo, Ia competencia legitima Ias posiciones deI ganador y dicta- mina quién es el perdedor a través dei resultado y el desempei10 de- portivo, y aI mismo tiempo ubica en un nuevo lugar a Ia individualidad destacando los méritos de quienes hayan demostrado poseerlos en el desarrollo deI encuentro.34 En el desarrollo y Ia difusión dei deporte moderno funcionaron los dos tipos de normas. En cuanto a Ias primeras, todos los hombres que Ias aceptaron pasaron a estar en Ia misma relación con ellas, es decir que pasaron a ser iguales ante Ias regIas. En cuanto a Ias segundas, his- tóricamente presentaron un ámbito de aplicación más restringido, no universal, y además quedaron ceiiidas a la evolución de Ias instituciones que Ias idearon yaplicaron.35 (Pero qué sucedió, y qué sucede, con este segundo tipo de regIas? En el fútbol aficionado portei1o de Ias primeras décadas elel siglo XX existía una permanente disputa por Ia construcción ele ámbitos organi- zativos para Ia competencia futbolística. Era habitual que, a través de Ias páginas de La Argentina, se tramaran debates sobre situaciones de infracción ele Ias normas que regulaban Ia compctencia entre los distintos equipos participantes de cada liga. .. Tomaremos lU1 caso a manera de ejemplo. En julio ele 1906, en el seno de Ia Liga Central de Football, se discutió y se LU\'O que tomar una decisión acerca dei cumplimiento o Ia violación de 10s reglamentos por parte de uno de los participantes en el certamen una vez que este ya había comenzado. Los jóvenes integrantes deI Club lvIariano Moreno habían cometido una falta reglamentaria: en un partido de Ia catego- ría C habían incluido jugadores de Ia categoría B, infracción que les había permitido obtener resultados exitosos. Habían violado Ia norma que establecía que debíanjugar con Ias integrantes de Ia lista de buena fe, ·lista que el Mariano Moreno tampoco había presentado en tiempo y forma. La situación fue descubierta y los infractores intentaron re- componerla llevando a Ia casa dei secretario de Ia liga un sobre preda- tado con Ia lista sin que él o su esposa los vieran, pero Ias pescaron in fmganti. EI secretario elevó el caso aIos tribunales de Ia liga r, durante los días previos a Ia asamblea que habría de juzgarlos, eI hec ho se de- batió en Ia sección de lectores de La A1gentina. EI mundo deI iútbol afi- cionado se sintió vivamente conmovido por el caso y dia Sll opinión desde Ias páginas dei diario. Algunos sostuvieron, en defensa de los acusados, que sólo habían actuado con "picardía" y por 10 tanto mere- cían una sanción leve. Otros opinaron, dentro de la misma tesitura, que se Ios quería culpar debido aI resentimiento causado por haber ga- nado el partido. A pesar de estas opiniones favorables aI clu b, Ia reu- nión general de clubes sancionó ai Mariano Moreno con Ia cxpulsión por un solo voto de diferencia. En definitiva,Ia decisión se adoptó en una asamblea plenaria de Ia que participaron todos Ias delegados de los clubes integrantes de Ia liga. Fue una lucha por ocupar un lugar destacado en Ia escenificación dei drama competitivo representado por el desarrollo de un torneo futbolís- tico. Si bien es importante no generalizar, no obstante podemos afirmar que Ia cuestión reglamentaria fue el eje que articuló el debate y Ia lucha por Ia visibilidad. Es decir, el protagonismo mediado por Ia posibilidad de incidir sobre el establecimiento de Ias normas que regulaban Ias tor- neos y sobre el desempeno de quienes Ias aplicaban. Desde entonces se abrió una veta, una tensión permanente: Ias re- gias deljuego debían ser universalmente conocidas y aceptadas, pero Ia creación de un consenso acerca de aquellas creadas para organizar Ia competencia futbolística requería, en el mejor de 105casos, Ia delibe- ración de Ias instituciones. La posibilidad de modificar 105formatos de Ias competencias se transformó, a partir de ese momento, en arena de conf1icto, debate y choque de intereses entre Ias clubes y 10:; dirigen- tes -que, recordemos, en Ia etapa de popularización dei fútbol eran a Ia vez jugadores y socios-. Los ingresantes en este nuevo mundo construido por Ias jugadores afi- cionados debían cumplir con una serie de requisitos: contar con tiempo disponible, tener dinero para costearse Ia cuota mensual )' ser parte de un equipo con formato de club. Asociándose se pasaba a ser un sociojugador o jugador-socio, figura que caracterizó a esta etapa de Ia naciente franja de Ia práctica futbolística. Elm::l:~~ ..~eJ().s ~qll,ipo:s.~~lllbes era flexible y permitía el const'lnte !~_o\fÍD.1j~.!ltçui.~Josjugadores .de uno a otro, Estas cambiaban de club, los capitanes de los equipos anunciaban su renuncia con Ia simultánea asun- ción de una secretarÍa en otro club, los vocales se retiraban para apare- cer de inmediato como capitanes de otra institución. Lo~ clubes~quip()s convocaban ~J~venes jugadores para integrar sus filas, con una única y excluyentecondiçió.n: debían saberjugar ai fútbol. En La Argentina dei 7 de ma)'o de 1907 se publicó 10 siguiente: "EI Club FC Honor )' Libertad hace saber a todos los aficionados ai viril juego dei football, que s~ r~- ciben adhesiones para ingresar como socios de este club, s~J~ref!:ere que seal~ _~~~.~~jY.K'!9_QL~S. Se necesitan bueoos jugadores para completar el II team, uo goal keeper, tres halfback.sy dosfarwards". Como se puede apreciar, entre Ia masa de participantes o sociosju- gadores se advertía un pequel10 ejército de "mercenarios", para quie- nes Ia competencia solía aparecer como un fIO atractivo en sí mismo y ai margen de los colores que se defendían, cosa que podía modificarse en cualquier momento. Sin embargo, así como ofrecí(lnu.n)llg<.lX,JOs clubes demandaban y exigían. Por ejemplo, aplicabal~ sanc.~o~(:~.a los socios que no pagaban sus cuotas o que violaban Ias normas.<';,!ltll.l\ga- rias, pero Ias penas tambiénrecaían sobreaquellos que Se cp.!s.e.!1.tª.\J_gn e_l~.u.l~J?~rtid<:,.x _d..c:j~lJ~I~_a.le..q~;P9eu inferioridad numérica, hecho que implicaba su exclusión dei team en Ias siguientes partidos, tal como se publicaba en La Argentina el 6 de septiembre de 1907: "EI cluD Tro- vador i\rgentino informa que los componentes dei team que milita en laLiga Pellissiei deben reunirse en determinado lugar a una hora indi- cada para ir a Ia cancha dei contrario. Nota de Ia redacción: todo aquel socio que faltase se le eliminará dei team quedando suplente, en los partidos siguientes (o posteriores)". Eo este período apareció Ia categoria .delos simpati~antes: personajes quê õ.~integrabal~ los equipos y que los clubes congreg;b~~: Atmque Ia figura deI simpatizante dentro deI mundo futbolístico era diferente a Ia deI sociojugador en aIgunos casos, parece haber sido en otros un paso previo a ser jugador. Buena parte de aquellos jóvenes tenían Ia sensación de formar parte de algo y de haber encontrado un lugar que 10s:tobGãb'a, de allí que se esforzaran por participar y crear algo nuevo bajo el influjo de Ias j~.~a.s difundidas por Ia e~cuel~ y, sin duda, por el modelo competitivo inglés. A par~ir de ~~ta experiencia, tenía sentido "militar" (actuar, formar parte). En cierta forma, muchos sociosjugadores exhibían una notable vocación de servicio para alcanzar un objetivo que consideraban fun- damental: que .'lU club se incorporara a Ia liga oficial. Los "militantes" de los clubes participaban en Ia organización de Ias ligas independientes que estaban democráticamente organizadas. En ese marco, de bían asistir a Ias asambleas, donde se trataban temas como Ia constitución de Ias secciones a Ias que se integrarían Ios equi- pos parajugar Ias torneos, elfixtllre, Ios rejerees; es decir, todo 10relativo a Ia organización de Ios torne os. Además cumplían, en cierto modo, una función ligaela a Ia logística ele Ia organización deI partido, ya que elebían acordar cómo encontrarse y hacer que el visitante !legara a Ia cancha deI local sin tener necesidad de vincularse a través eleI diario, que como se recordará había sido eI primer moelo ele hacerlo. Las energías estaban puestas en materializar Ia competencia organizando Ios campeonatos, tarea que insumía un tiempo consielerable y que incluso poelía impedir que el jugador que Ia realizaba participara deI encuentro. De este modo, aIgunos jugadores se vieron obligaelos a asumir tareas organizativas, obviamente menos placenteras para ellos pel'o no obstante fundamentales para eI funcio- namiento deI club. Antes de asociarse a una liga, Ios noveles dirigentes leían sus esta- tutos, Ios comparaban con otros y decidían. En La Argentina eleI 1º de septiembre de 1907 se lee 10siguiente: "La CD deI Defensores de Belgrano FBC comunica a IasLígas Sigló -X-X};Viflit Crespo que le es im~osible afiliarse a Ias misrr~;"S'põrn-o estar de acuerelo con Ios re- gIamentos". La militancia también impIicaba estar aI tanto de Ia información apareciela en Ia sección deportiva ele los medios periodísticos, en es- pecial La J-b-gentina, cuyas páginas se transformaron en material de es- tuelio indispensabIe para manejar eI movimiento global deI fútbol amistoso. En este sentido, Ias'C::~I!l.isjº_n.e~_çl.i;~~c_ti.vâ,sCt:i?) ele los clu- bes necesitaban conocer exhaustivamente eI ambiente para poder elegir a sus adversarios y Ias competencias en Ias cuales participar. ütra tarea que requería mucha atención era Ia vigiIancia deI cumpli- miento propio y ajeno de Ias regIas deljuego y de Ia organización de Ia competencia. Para cumplir con estos objetivos era imprescindible eI sistemático ejercicio, Ia permanente puesta a prueba deI concepto y Ios valores de 10 que se consideraba justo, 10 cual generaba eternas discu- siones re~Ial11entarias. La constante y excesiva atención a Ias formas y los reglamentos po- c1ría entenderse como un macio de hacer que 10 extraordinario y 10 nuevo alcanzaran consenso y habitualidad. EI aprendizaje ele Ias regIas eleljuego puede observarse en una carta deI Club Independencia, publicada eI 15 de septiembre de 1903 en La Argentina, en Ia que acu- saba aI CIub General Las Heras de varias irregularidades y criticaba Ia parcialidael deI árbitro: Pero nosotros, como en ese momento no teníamos elerecho de protestar, pues cn eI momento deljuego eljuez es el que manda, pedimos ahora que se haga justicia y por eso quere- mos que se anule el mateh y que efectúe el elía 27 dei co- rriente en eI gTOund deI Inc1ependencia que posee en Ia calIe Segurola y Hermes. La mención a Ia prohibición de protestar en presencia eleljuez sugiere que esos jóvenes habían estudiado el reglamen to an tes de jugar el par- tido. Así, este primeI' momento de difusión remite a un apego algo for- zado y poco natural a Ia letra por parte ele Ios jóvenes, quienes aI mismo tiempo debían fiscalizar Ia forma en que otro novato -eljuez- aelministraba justicia. Ahora bien, (en qué consistía eI reglamento? Se elenominaba así tanto aI conjunto de regias que clefinían eljuegopropiamente dicho como aI estatuto que pautaba Ia organización interna de los clubes y sus relaciones en Ias ligas. La mayoría de los participantes 10 enten- día como una unidad. Esta relación unívoca era, según parece, con- secuencia deI estrecho vínculo entre 105fenómenos de difusión ele Ia práctica deI deporte y Ia necesaria fundación de un club para poder jugarlo. Además deI estudio y debate reg[amentario, Ias jóvenes a,umieron voluntariamente una serie de responsabilidades surgidas de Ia necesi- dad de proveer de bienes materiales a sus clubes. A esta se sumó ei aprendizaje y entrenamiento en las prácticas democráticas de funcio- namiento, en Ias que no escaseaban conflictos ni enfrentamientos. Los militan tes dedicaban mucha energía a cubrir necesidades varias, entre otras Ia de disponer de recursos mínimos (cobro de cuotas men- suales, cuotas de ingreso, rifas). Los clubes cobraban cuotas mensuales cuyos valores oscilaban entre $0,30 y $1,50 por mes. Por ejoemplo, el ~iub Estudiantil PorteJ'ío cobraba una cuota social mensual ele $0,30 y el Columbia FC una de $0,50. La mayoría de Ias clubes no Ia hacía, con el propósito de atraer más adherentes. La organización d~ rif.?-s,de bienes danados era una tradicional fuente de ingresos. Las donaciones eran abiertamente solicitadas o llegaban por medio de un particular, como sucedió, por ejemplo, cuando en 1908 un socio donó aI club BocaJrs. 1.1ngramófono, que fue el premio mayor de una rifa ai que se sumaron dos relojes también danados. A raíz de esto, se vendieron 1000 números a $ 0,30 cada uno. Boca Jrs. y muchos otros clubes orga- rlizaban bailes cuya funciónsocial es difícil de calcular y que, graciãS'ai cobro de Ias entradas, sumaban dinero a Ias arcas de Ias en tidades. Sin duda alguna, el pedido a Ias vecinos caracterizados deI barrio. e~.gene- ral comerciantes, era otro de [os mecanismos a los que apelaban losjó- venes necesitados de dinero. La escasez de recursos financieros fue una de Ias cuestione~; más pro- blemáticas que debieron afrontar muchos clubes de fútbol. Por ejem- plo, en La Argentina deI 17 de octubre de 1907 se lee que el S')uthamp- ton atravesaba una terrible crisis económica, que 10 había jJevado aI extremo de no tener dinero ni siquiera para comprar un sdlo, Fun- dado en 1910, un al10 más tarde Vélez Sarsfield, tenía 73 SOClOS Yatra- vesaba serios problemas. económicos. Para resolver Ia situación acordó con Ia céntrica Librería deI Colegio que esta le aportaría $100 y a cam- bio el club aceptaría a sus empleados como socios y cambiarÍl su nom- bre por "Librería deI Colegio Athletic Club". Pero el acuerdo duró muy poco. En algunas ocasiones los pequeil0s campeonatos eran organizados por esta clase de protoclubes y el dinero recaudado con Ia inscripción de Ias equipos no llegaba a cubrir Ias gastos de compra de [05premias prometidos, de allí Ia necesidad de contar con una entrada económica extra. EI club Albión -organizador de un torneo homónimo en julio de 1906- invitaba a Ias clubes participantes, desde las páginas de La AT- gentina, a concurrir a una proyección cinematográfica con e[ fin de recaudar fondos, La ayuda de "pad,riI.10s"tam?i.~l1 se convirtió en una importante fuente de financiamiento para Ia supervivencia de los clubes. Es cono- ci'd'~era-p~y~ d~Jorge Newery a Ias jóvenes deI CA H~lr~~án en su in- tento por afiliarse a Ia liga oficial y conseguir un terreno, entidad que también r~currió a otros '.'~-c-~n·as)p-ara comprar pelotas y solventar Ias viáticos deI equipo.36 L~~p~d-;;nos formaban parte de un ámbito cercano aunque externo aI club. Pel'o esta distinción no impedía que 1.1npadrino pudiese, en algún caso, ocupar una destacada posición ins- titucional dentro de este. Esa escabrosa cuestión se ventiló en La Algen- tina, desde cuyas páginas se planteó Ia posibilidad de que alguien que no fuera socio de un club, como un padrino, participara en Ias reunio- nes de su Comisión Directiva. El interrogante pareció aclararse cuando uno de ellos expulsó de una reunión de su Comisión Directiva a uno de Ias presentes aduciendo que no era sacio y el tema concitó el inte- rés de Ia sección deportiva de La Argentina deI 5 de julio de 1906, que advirtió, en tono admonitorio, que: "en un meeting de un cl1.1bno pueden entrar personas que no son sacias. La expulsión fue justa". Con respecto a Ia cantidad de socios de esos clubes-equipos era sa- bido que, en julio de 1908, el club A..nacletoSaravia tenía tres equipos y 32 sacias ... o sea, ~o, !.12,t.~c_~.<?s..rn.ª'~H~ºcio_s_q\lc::j~g~clor:~~-socio~.Sin e~??-!go, otrosclubes como Boca,yRiver parecen haber.~e!1,iq9,cÍ~~,~e ~u~inicio_sJ:I.lu<:hosmás sacias que jugadores. EI incremento de aque- 1l0si~pJicaba el cre~imien.to del~l~lb, así c~mo una mayor compleji- dad interna, que en algunos casos producía Ia superposición de funcio- nes entre socios yjugadores. Para demarcar claramente [as funciones de Ias miembros, e131 dejulio de 1906 Ia redacción de La Argentina sostuvo que: "el tesorero en un club 'manda' en cuanto ai dinero. EI se- cretario, aI sello, y eI capitán, a Ia pelota". La dirección de Ias acciones dei club se decidía en Ias reuniones de Ia Comisión Directiva y en [as asambleas de socios. Los temas inclui dos en [a orden deI día de esas reuniones solían estar relacionados con el cobro de Ia cuota, Ia inscripción en Ias campeonatos, Ia formación de los equipos, Ia cancha, Ias cuestiones estatutarias y Ia elección de [os miembros de Ia comisión. E[ club Southampton liamaba el 7 de junio Los clubes implementaban distintas estrategias para consolidarse, en- tre ellas Ia gestión de diversas formas de obtener recursos y Ia construc- ción de nuevos rituales y sentidos para establecer y sostener un vinculo "afectivo" con Ia institución. AI poco tiempo de ser creados [os clubes, los socios ya fomentaban Ia construcción de relatos épicos conectados con Ia celebración de los aniversarios y Ia realización de eventos que los conmemoraran.37 Por otro lado, aunque en un plano más informal, el fútbol aficio- nado generaba su propio protoespectáculo, sobre todo enórcunst;otn- cias especiales comolasfinales de los torneos articuladas.pºu~sasligas, que atraían mucho público y requerían una buena organización. En estos casos incluso se llegaba a alquilar estadios, como ocurrió en el GEBA, según aparece en La Argentina deI 31 de octubr'~ de 1907. (Quiénes conformaban el público dei fútbol aficionado? Algunosjuga- dores de Ia liga oficial iban a ver jugar aios aprendices, pero sin duda Ia mayor parte dei público que asistía a este tipo de encuentros estaba integrada por una franja cercana aios jugadores, que comúnmente era denominada como "los simpatizantes". Los simpatizantes nutrieron de socios y futuros jugadores a los clubes. Los periódicos fueron el medio elegido por los jóvenes para hacer oír sus voces. Yentre ellos La Argentina les brindó un espacio que Ia hizo insustituible entre los militantes futboleros. De hecho, Ia sección.._,~- ,". "_ •... - ..... deportiva de e§e diario se tr~nsformó poco a POCQ en una entiia.d su~ perior muchas veces consultada como juez supremo. Si lo~;jugadores necesitaban saber a quién correspondían los puntos ganados en un partido amistoso, sabían que el diario computaba todo 10 jugado y fun- cionaba como un regulador de Ias actuaciones de los clubes. En otras palabras, el periódico erajuez y a Ia vez funcionaba como medio para que cada c1ub fuerajuzgado por sus pares, ai tiempo que imponía cier- tas condiciones formales aios torneos y sus participantes cuando, por ejemplo, exigía que los textos a ser publicados en su sección fuesen legibles y tuvieran el sello dei c1ub.38 Hemos seiíalado el interés del periódico por practicar una política de trato directo con sus lectores. Pero, con el tiempo, esta voc3.ción se fue modificando por el interés de asemejarse aios diarios de Ia gran prensa porteiia, más distantes, formales y pedagógicos.39 En este sentido, Ios pe- riodistas comenzaron a fijar límites y regias, y en ciertas oca:;iones
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