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libro sociologia de las organizaciones

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Sociología de las Organizaciones 
 
Influencia de las Tecnologías de la Información y la 
Comunicación 
 
A 
EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Colección Biblioteca de Ciencias de la Comunicación 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A 
EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Antonio Lucas Marín (Editor) 
 
 
Autores: 
 
Antonio Lucas Marín 
Universidad Complutense de Madrid 
 
Pablo García Ruiz 
Universidad de Zaragoza 
 
Sergio Llano Aristizábal 
Universidad de La Sabana 
 
 
 
Sociología de las Organizaciones 
Influencia de las Tecnologías de la Información y la 
Comunicación 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
	
	
EDITORIAL	
 
 
 
A 
EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su 
tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o 
por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por 
fotocopia, por registro u otros métodos sin el permiso y por 
escrito del Editor y del Autor. 
 
 
 
Director de la Colección: Ignacio Muñoz Maestre 
 
Título: Sociología de las Organizaciones. 
 Influencia de las Tecnologías de la Información y la Comunicación. 
 
Maquetación: Ariane Páez-Bravo 
 
 
 
 
 
 EDITORIAL FRAGUA 
 C/ Andrés Mellado, 64. 
 28015-MADRID 
 TEL. 915-491-806/ 915-442-297 
 FAX 915-431-794 
 E-MAIL: editorial@fragua.es 
 www.fragua.es 
 
 
 
I.S.B.N. 978-84-7074-585-0 (papel) 
 978-84-7074-586-7 (e-book) 
 
Depósito Legal: 
 
 
A 
EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
mailto:editorial@fragua.es
Contenido 
 
PRESENTACIÓN ................................................................................................................. VII 
 
1. Importancia del estudio de las organizaciones .......................................................................... 11 
 
I. HISTORIA SOCIAL DE LAS ORGANIZACIONES ......................................................... 25 
 
2. La primera revolución industrial .............................................................................................. 27 
3. Las sociedades industriales avanzadas ...................................................................................... 55 
4. De la sociedad de la información a la sociedad móvil ................................................................ 79 
 
II. TEORÍAS DE LA ORGANIZACIÓN .............................................................................. 121 
 
5. La teoría clásica de la organización ........................................................................................ 123 
6. El descubrimiento de la organización informal ....................................................................... 153 
7. La teoría de sistemas ............................................................................................................ 179 
9. Teorías institucionales .......................................................................................................... 209 
 
III. ASPECTOS CENTRALES DE LA ORGANIZACIÓN ................................................. 237 
 
9. El sistema de roles en las organizaciones ............................................................................... 239 
10. La estructura social de las organizaciones .............................................................................. 269 
11. Cultura de la organización .................................................................................................... 299 
12. La estructura material de las organizaciones........................................................................... 323 
 
IV. PROBLEMAS BÁSICOS EN SOCIOLOGÍA DE LAS ORGANIZACIONES .............. 345 
 
13. La participación en el trabajo ............................................................................................... 347 
14. El problema de la motivación ............................................................................................... 375 
15. Las nuevas tecnologías y el futuro del trabajo ......................................................................... 411 
 
V. COMUNICACIÓN EN LAS ORGANIZACIONES Y TIC ............................................. 451 
 
16. Los procesos de comunicación ............................................................................................. 453 
17. Problemas y futuro de la comunicación organizacional........................................................... 477 
18. Web 2.0, redes sociales y comunicación participativa en las organizaciones .............................. 509 
 
BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................... 545 
INDICE DE CUADROS ....................................................................................................... 556 
INDICE GENERAL ............................................................................................................. 562 
 
 
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EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
A 
EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Presentación 
 
El objetivo de este libro es dar una explicación actualizada de la realidad de las 
organizaciones y de su estudio, con una especial atención a las organizaciones económicas. 
La evolución social y tecnológica reciente ha hecho que se haya prestado una especial a la 
influencia de las tecnologías de la información y la comunicación, tan importante en las 
organizaciones y en toda la sociedad. 
La presente edición es una actualización y puesta al día del libro Sociología de las 
organizaciones publicado en el 2002 y que ha sido objeto de numerosas ediciones, una de ellas 
en inglés, en función de la continua demanda. Pero hay que tener en cuenta que una buena 
parte de su contenido se empezó a publicar con el título Sociología de la Empresa en la 
Universidad de Santander en 1978, mientras iniciaba mi carrera docente. De manera que se 
pude decir que decir que estamos ante una publicación con un recorrido de más de 35 años y 
más de una docena de ediciones, más que un libro de texto es un tratado 
En las últimas ediciones nos ha parecido pareció oportuno diferenciar los capítulos 
teniendo en cuenta la responsabilidad directa de cada autor en esa parte, para facilitar las 
actualizaciones que se vayan realizando. Además, al tener solo un editor responsable se 
facilita que se puedan incorporar con facilidad nuevos capítulos, invitando a especialistas a 
colaborar, para adaptarse a las nuevas demandas educativas. 
La sociedad moderna —compleja, muy productiva e inestable— es una sociedad de 
organizaciones, pues estas formas de agrupación humana se han convertido en el modo 
habitual de conseguir la mayoría de los objetivos importantes. Se ha hablado de las 
organizaciones como de extensiones del hombre para alcanzar objetivos difíciles. No se 
puede entender una sociedad moderna sin hacer referencia a un conjunto de organizaciones 
que constituyen como su entramado central, sin pensar en una serie de empresas privadas, 
ONGs, organizaciones estatales, instituciones religiosas, organizaciones políticas, 
asociaciones deportivas, etc. La satisfacción de una buena parte de nuestras necesidades 
básicas (agua, transporte, alimentación, energía, salud, enseñanza, ocio, sentido de la vida, 
etc.) pasa en la actualidad por la actividad de estas organizaciones. Por ello, se ha hecho 
necesario su estudio como una parte imprescindible para una comprensión adecuada de 
nuestra vida en las sociedades modernas. 
 A comienzos del siglo XX, con el advenimiento de las sociedades industriales avanzada, 
se hizo patente la necesidad de abordar el estudio científico de estas organizaciones, así lo 
hicieron autores como Weber, Taylor o Fayol, para iniciar un campo de investigación y 
enseñanza que se ha ido ampliando hasta nuestros días. Por ello, el estudio de las 
organizaciones está actualmente en las curricula de muchas Facultades universitarias, 
Escuelas Técnicas y Escuelas de Negocios. No se entiende que personas que van a dedicarseal mundo de la empresa, a la coordinación de proyectos técnicos, a la política o a participar 
en cualquier tipo de experiencias educativas no tengan un conocimiento amplio de las 
conclusiones de los estudios realizados sobre las organizaciones. 
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EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Siempre han existido organizaciones, pues los hombres han abordado con frecuencia 
desafíos muy superiores a su capacidad individual. Pero no ha sido hasta más recientemente, 
con el inicio de la industrialización y la aparición de las sociedades modernas con la primera 
revolución industrial, si se prefiere, cuando se ha ido generalizando su importancia en todos 
los campos de la vida. Primero fueron las factorías –el factory system- que durante el siglo 
XVIII invadieron el paisaje europeo, dando lugar a un tipo relaciones productivas y sociales 
nuevas, organizadas en fábricas y caracterizadas por sus chimeneas. Después fueron 
transformándose muchos de estos establecimientos productivos en empresas, donde, tras la 
segunda revolución industrial desaparece el taller y se mezcla el capital y el conocimiento 
para conseguir la productividad. Tras la revolución informacional nos encontramos con la 
pura organización, en la que elementos difícilmente tangibles como la cultura, el 
conocimiento, las redes sociales, etc. son los que dan lugar al valor añadido. 
Las organizaciones son un tipo de agrupación de los individuos muy diferente de las 
familias o los grupos primarios en general, en los que priman las personas, la afectividad, el 
sentido de pertenencia o las relaciones cara a cara. Con la asociación de tipo primario se va 
más allá de la capacidad individual, pero los objetivos a conseguir tienen unos límites bien 
determinados. 
Para alcanzar fines u objetivos realmente difíciles y complejos, se hace necesario tener 
unas propuestas racionales en que prima la división de tareas y la coordinación, que viene 
impulsada con frecuencia con motivaciones económicas. Lo que supera sin duda de las 
posibilidades de los grupos secundarios, que no tienen porque abordar necesidades centrales 
o básicas de la sociedad. 
El contenido del libro pretende conjugar, desde una experiencia pedagógica, la precisión 
teórica con algunas propuestas prácticas. Para ello, después de una breve introducción, en 
que se sitúa el estudio de las organizaciones en el amplio campo de las ciencias sociales 
abordamos en la primera parte del libro, la historia social de las organizaciones. Se toma 
como punto de partida la aparición de las fábricas (factory system) y su expansión en la primera 
revolución industrial, para detenerse en el sentido y generalización de las empresas en la 
madurez industrial. Se hace una especial referencia a la situación en las nuevas sociedades de 
la información, con la aparición de las organizaciones como red. 
En una segunda parte, se revisan las teorías de la organización, desde los planteamientos 
clásicos a las nuevas teorías institucionales, sin olvidarse de las principales aportaciones, del 
descubrimiento de la organización informal y los cambios de sensibilidad que se han ido 
produciendo. 
Teniendo en cuenta los aspectos anteriores nos hemos propuesto en una tercera parte 
revisar los aspectos centrales de la organización: los roles principales de las organizaciones 
productivas, la estructura social, la cultura de las organizaciones y la influencia de la propia 
estructura material. 
A continuación, se repasan los problemas básicos de las organizaciones: las propuestas de 
participación, la motivación en el trabajo, y los cambios que están introduciendo las nuevas 
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EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
tecnologías en el futuro del trabajo. En todos estos campos las ciencias sociales han ido 
aportando durante los últimos años racionalizaciones y propuestas que es necesario tener en 
cuenta para mantenernos con una visión clara de la sociedad y del mundo del trabajo. 
En esta edición se ha iniciado un nuevo apartado con tres capítulos finales que 
corresponde a la gran importancia que han ido adquiriendo en las organizaciones tanto la 
comunicación, como la influencia de las TIC. El primero de ellos reflexiona y explica las 
propuestas tradicionales sobre la comunicación en las organizaciones y su evolución hasta 
nuestros días. El segundo, partiendo de los problemas existentes nos sitúa en la 
comunicación digital en las organizaciones. El último capítulo nos acercamos al nuevo 
mundo de la Web y las redes sociales desde la perspectiva de la comunicación participativa 
en las organizaciones. 
Estamos ante un libro que pretende ser una guía fácil para la comprensión y actuación de 
las organizaciones y de los individuos en ellas, siguiendo las pautas evolutivas de la sociedad 
y de las nuevas tecnologías, una necesidad para todos en las nuevas sociedades. 
La edición se ha preparado para ser fundamentalmente un libro electrónico, para estar 
disponible online a todos los interesados en conseguirlo. En esto seguimos el ritmo de los 
tiempos, aunque tendremos también una solución adecuada pensando en los lectores más 
partidarios de la letra impresa. 
 
Antonio Lucas Marín 
Madrid, 1 de julio de 2013 
ix
 
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EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Capítulo 1 
IMPORTANCIA DEL ESTUDIO 
DE LAS ORGANIZACIONES 
Antonio Lucas Marín 
 
 
 
1.1. LAS CIENCIAS SOCIALES Y LA SOCIEDAD DE LAS ORGANIZACIONES: 
La expansión de las organizaciones. La organización como objeto de estudio. 
1.2. DE LA SOCIOLOGÍA INDUSTRIAL A LA DE LAS ORGANIZACIONES: 
Cambio histórico y reflexión teórica. Conocimiento y acción. 
1.3. CUESTIONES TERMINOLÓGICAS Y CAMPOS DE ESTUDIO 
1.4. LA SOCIOLOGÍA DE LAS ORGANIZACIONES EN LA PRÁCTICA: Misión de 
la sociología en las organizaciones. Actualidad de la perspectiva sociológica en el 
mundo de la gestión. 
 
 
 
 
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EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
a existencia de las organizaciones es uno de los elementos característicos de las 
sociedades más modernas. La complejidad de la vida social y la dificultad de los 
objetivos sociales propuestos hace que el individuo tenga que asociarse con sus 
semejantes para intentar conseguirlos. No es fácil entender la vida ordinaria sin hacer 
continuas referencias a las organizaciones, que actúan como extensiones del hombre para 
lograr unas metas determinadas y difíciles de alcanzar. 
La Sociología, que fijo su atención en las fábricas desde el principio, ha seguido 
preocupándose por el estudio de las organizaciones. Vemos a ver diferentes aspectos del 
análisis que es conveniente evidenciar: la realidad de esta forma de agruparse los hombres 
para conseguir objetivos complejos, el cambio de perspectiva con la madurez del proceso da 
cambio, las consecuencias que ello tiene en la nomenclatura y finalmente algunos 
comentarios sobre la teoría y la praxis, necesarios siempre en las ciencias sociales pero en 
especial en este campo de estudio. 
 
1.1. LAS CIENCIAS SOCIALES Y LA SOCIEDAD DE LAS ORGANIZACIONES 
El estudio de las organizaciones ha sido una parte significativa del esfuerzo de las ciencias 
sociales para racionalizar la convivencia durante la última centuria y es previsible que vaya 
adquiriendo cada día más importancia. La fábrica, la empresa y la organización son las 
sucesivas formas habituales de organizar el trabajo desde el inicio de la industrialización 
hasta nuestros días. Y cada vez somos más conscientes de la importancia que tienen en 
nuestra vida las organizaciones. 
 
La expansión de las organizaciones 
La expansión de las organizaciones es, sin duda, una de las características de la sociedad 
contemporánea. La expansión es tanto de ámbito de actuación, pues pasan de una ubicación 
local a otra nacional y, finalmente, internacional; como de forma, pues inicialmente 
respondieron al esquema familiar, posteriormente se centraron en el establecimiento de 
fábricas y, posteriormente, alcanzan la forma de organizaciones multidimensionales.En 
efecto, la industrialización significó de una forma muy clara la aparición de la fábrica como 
forma generalizada de producción, con el emblema de la chimenea –nueva forma estética de 
la primera industrialización-, que significó el uso centralizado de los recursos energéticos y la 
apropiación de los medios de producción. La organización fabril acompaña, entonces, a la 
nueva fase de producción para el mercado y a la aparición de un mercado de trabajo. La 
generalización y ampliación de la fábrica da lugar a la empresa, que se convierte en el 
concepto característico de la segunda industrialización, con un sistema de roles claramente 
definidos –directivos, técnicos, mandos intermedios, empleados y obreros. La generalización 
posterior de la empresa como institución social hace que tengamos que hablar en el presente 
de organizaciones económicas, aunque podríamos prescindir de este calificativo en la medida 
en que, cada vez más, muchos de los servicios o soluciones que se dan a las personas y a 
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ANTONIO LUCAS MARÍN
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EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
toda la sociedad proceden de organizaciones e instituciones que han asimilado el modelo 
empresarial. 
La necesidad de organizaciones en la nueva sociedad surge de la creciente complejidad de 
sus problemas. Las demandas continuas, urgentes y generalizadas de abundantes bienes y 
servicios de una población en crecimiento no se pueden satisfacer a través de soluciones 
meramente individuales. El consumo de masas crecientemente sofisticado exige, a su vez, 
formas de producción de masa con su correspondiente sofisticación. Los individuos 
considerados de forma aislada van perdiendo importancia a la hora de conseguir satisfacer 
incluso las propias demandas personales más elementales. Tienen que ser, cada vez más, 
grupos organizados de personas los que respondan a las peticiones, para asegurar la eficacia y 
la permanencia de la oferta, crecientemente estandarizada. 
La complejidad de las demandas exige armonizar rutinas productivas, financieras, 
comerciales, de transporte, de utilización de recursos humanos, etc., que no se pueden 
improvisar. De forma que existen paquetes de soluciones más o menos flexibles que son 
producto de este constructo social que es cada organización: acumulación de hábitos, 
expectativas recíprocas y conocimientos teóricos más o menos armonizados en una cultura 
de la organización. Un proceso productivo moderno exige también la conexión de diferentes 
organizaciones en una red relativamente estable y armónica. Este intercambio en la red es 
fundamentalmente de información. Lo esencial en cualquiera de las grandes empresas 
multinacionales que conocemos y lo que probablemente le aporta una ventaja competitiva 
sustancial es la complejidad y capilaridad de su red interna y de sus relaciones con otras 
organizaciones y personas. 
La visión más sencilla de una organización podría reducirse a un conjunto de redes de 
comunicaciones especialmente densas e interconectadas. De la misma manera que al volar en 
un avión a gran altura, se tiene una nueva visión de la realidad en la que adquieren especial 
significado las líneas de transporte –carreteras, autopistas o caminos rurales- y una población 
o ciudad se distingue por una mayor densidad de caminos, el estudio sociológico de las 
organizaciones permite observar su estructura como una red de comunicaciones 
especialmente espesa. 
 
La organización como objeto de estudio 
La madurez de la industrialización coincidió con la aparición de diferentes esquemas teórico 
interpretativos del mundo del trabajo, que forman lo que han venido a llamarse las teorías de 
la organización laboral o teorías de la organización en el trabajo. Todas ellas parece adecuado 
clasificarlas, siguiendo un criterio tanto histórico como de la concepción subyacente que 
ofrecen acerca del ser humano, en grandes grupos o escuelas: las teorías clásicas, las teorías 
de las relaciones humanas, las teorías sistémicas y las teorías institucionales. Su repaso nos 
permitirá ver la tendencia convergente en que se mueven, lo que nos será de gran utilidad 
para situarnos en los actuales esquemas de valoración de la perspectiva innovadora acerca de 
las organizaciones como redes de comunicación e intercambio social. 
SOCIOLOGÍA DE LAS ORGANIZACIONES
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EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
El nacimiento de la sociología está enraizado en los intentos de superación del 
individualismo. El sujeto individual es incapaz de resolver muchos de los problema que se le 
plantean y debe apoyarse en otras personas que le rodean formando grupos. Las tres formas 
habituales de conseguir una interacción mutua duradera y específica son los grupos 
primarios, los grupos secundarios y las organizaciones (Lucas, 2011:276-281). Los grupos 
primarios, en los que prima la afectividad y en los que los individuos pertenecen con toda su 
personalidad, amplían indudablemente la capacidad de acción personal, pero su importancia ha 
quedado en la actualidad con frecuencia reducida en los procesos productivos a una forma 
residual. Los grupos secundarios, definido con frecuencia en contraposición a los grupos 
primarios, hacen referencia a formas de interacción decididas libremente, con una preocupación 
por lo conveniente más que por lo necesario, con lo que se alejan de buena parte del núcleo de 
interés de los procesos productivos, que quedan fuera de los límites íntimos y espontáneos 
señalados para los grupos primarios, son en definitiva asociaciones voluntarias. 
Centraremos, por consiguiente, nuestra atención en las organizaciones. De todas maneras, la 
consideración analítica de las semejanzas y diferencias entre estos tres tipos de grupos en cuanto 
tamaño, objetivos, forma predominante de sus relaciones, la estabilidad y su aparición, nos 
muestran con una cierta precisión sus posibilidades. El Cuadro 1.1 es un resumen comparativo 
interesante que compara las formas básicas de agrupamiento nos introduce, por consiguiente, en 
la realidad de las organizaciones. 
Cuadro 1.1 
Factores Diferenciales de los tipos de grupo 
 
 GRUPO PRIMARIO GRUPO SECUNDARIO ORGANIZACIONES 
TAMAÑO Pequeño Mediano o grande Todos los tamaños 
OBJETIVOS Generales Interés común Interés de los 
fundadores, pensando 
en el interés social 
FORMA 
PREDOMINANTE 
DE LAS 
RELACIONES 
Afectiva 
Cara a cara 
Racional 
Relaciones sociales 
Racional 
División del trabajo 
ESTABILIDAD Grande Regular, relacionado con 
las modas 
Mientras persista la 
respuesta a la 
necesidad 
APARICIÓN Siempre Característico de la 
modernidad 
Se han expandido 
crecientemente en la 
modernidad 
 
Las organizaciones son, así, grupos o asociaciones de personas relacionadas con las 
funciones básicas de la sociedad (comunicación, fijación de fines, producción y reparto de 
bienes y servicios, etc.). Aunque pueden alcanzar un gran tamaño las hay también de muy 
ANTONIO LUCAS MARÍN
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A 
EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
pocos miembros. Los fines propuestos en las organizaciones están determinados con relativa 
precisión: así definen el tipo de relación posible en su interior, aunque no se excluyen 
secundariamente –pero no por ello menos relevantes- otras formas de interacción social. 
Esto significa también la primacía conceptual de los objetivos racionalmente propuestos y 
socialmente aceptados, de la planificación –sobre todo en cuanto a jerarquía y división de 
funciones- y de la formalización, sobre la espontaneidad. Igualmente, los miembros actúan 
cumpliendo roles diseñados –al menos seminalmente- por los que han fundado o dirigen la 
organización, y desarrollados en la vida en común de los distintos actores, con unos canales 
inicialmente determinados de comunicación para enviar y obtener información. Son estas 
características señaladas las que hacen a las organizaciones un tipo de grupo muy diferente de 
los grupos primarios (pequeños y con relaciones básicamente afectivas y totalizadoras), las 
asociaciones voluntariaso grupos secundarios (centradas más en la participación como 
proceso que como instrumento para alcanzar resultados) o también de la masa (con unos 
canales de comunicación unidireccionales, externos y poco formalizados). 
Una organización típica es la empresa, en la que los objetivos planteados por las personas 
integradas en ella son fundamentalmente económicos. Su génesis y desarrollo, unidos a los 
del capitalismo (Weber, 1923), dan origen a una institución distintiva y expansiva de la 
modernidad, hasta el punto de que muchas otras instituciones adquieren formas 
empresariales. Pero lo más interesante es tener presente el múltiple sentido social que ha 
desarrollado, pues permite sin engaño referirnos a ella como una organización compleja, 
emblemática de las sociedades actuales. Al acercarnos a su estudio, nos encontramos con la 
existencia de una organización formal –orientada racionalmente a fines específicos-, a la que 
se superpone una organización informal –en la que priman lazos espontáneos de naturaleza 
afectiva. Ambas dimensiones coexisten en una estructura en la que se intentan satisfacer 
necesidades individuales y, además, en la que no puede dejarse de tener en cuenta el influjo 
del sistema estratificador de la sociedad. Todo ello es la empresa y lo mismo se puede decir, 
en cierto sentido, de todas las organizaciones. Se ha señalado con frecuencia que, aunque las 
cosas que suceden en las diversas organizaciones son muy distintas entre sí, no es casualidad 
el que se haya acuñado un término común –organización- para todas sus variantes. En todos 
los casos se dan unas características que definen la realidad común, que hace que 
comparezcan una serie de problemas de funcionamiento, de relaciones entre los miembros, 
etc., que son similares en todos los casos. Se pueden presentar de formas diversas pero 
esencialmente responden a los mismos fenómenos. 
En cualquier caso, la existencia de organizaciones es una de las características distintivas 
de la sociedad contemporánea, en la que su papel es facilitar la consecución de fines que 
superan las posibilidades individuales. Aparecen como actores en la vida social, con sus 
propios derechos y obligaciones, lo que nos lleva a hablar fundadamente de personas 
corporativas y personas jurídicas. En este sentido –parafraseando a McLuhan en su 
referencia a los medios de comunicación-, podríamos decir que las organizaciones son 
“extensiones del mismo hombre”, en la medida que encauzan la acción social individual, que 
es más eficaz a través de las organizaciones. Se considera de esta manera que las 
SOCIOLOGÍA DE LAS ORGANIZACIONES
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A 
EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
organizaciones constituyen el punto de intersección y de sincronización de las funciones de 
utilidad individuales: el lugar algo fortuito en que las micromotivaciones de los actores se 
transforman en macrocomportamientos individuales. Las organizaciones constituyen las 
herramientas con las que los participantes tratan de alcanzar sus metas personales 
(Abravanel, 1992:20). 
En definitiva, la evolución de la sociedad moderna, hacia una sociedad de la información, 
es también una evolución hacia la sociedad de las organizaciones, pues los seres humanos 
han aprendido de forma creciente a coordinarse para la realización de muchas tareas arduas 
en nuestro mundo complejo y desafiante. Con palabras de Kreps (1990:11): "La gente 
coordina actividades unos con otros para alcanzar sus objetivos, y en último término la 
supervivencia y la prosperidad es la principal actividad de la organización, que está basada en 
la cooperación. La cooperación no siempre se logra fácilmente. Hay que persuadir a la gente 
para que coopere, y la comunicación es una herramienta que ayuda a obtenerla. A través de 
la comunicación, la gente recoge información de otros, y se la proporciona a otros. La 
información puede determinar el que la gente coopere". 
Desde el campo de la teoría económica se ha ido acudiendo de manera creciente a la 
ayuda de planteamientos psicológicos y sociológicos que permitieran ampliar los intentos de 
racionalización de la conducta de los individuos en la actividad económica, que en nuestras 
sociedades raramente es individual sino a través de organizaciones. El enorme desarrollo 
económico de algunas sociedades ha agrandado los problemas y ha hecho necesario intentar 
su comprensión racional desde diferentes disciplinas. La sociología ha aportado una 
importante perspectiva para alcanzar nuevos hitos en esta comprensión. 
Al hablar de la aparición de las ciencias sociales en el siglo XVIII es normal hacer 
referencia a la toma de conciencia de la sociedad, que se ve como objeto de estudio, en un 
ambiente racionalista y positivista y en una atmósfera fundamentalmente liberal. En esta 
toma de conciencia, es fácil tener presente que los primeros economistas y sociólogos vieron 
a las fábricas nacientes como fermento de la modernidad. En ellas, la división del trabajo 
aparece como elemento fundamental, fuente de productividad (Smith, 1776) y de la 
necesidad de un nuevo tipo de solidaridad (Durkheim, 1897). A los primeros sociólogos no 
pasó en absoluto desapercibido el fenómeno fabril; por el contrario, fue objeto de su 
atención minuciosa y de sus afanes de aplicar el conocimiento científico a la sociedad. Así ha 
surgido la sociología de la empresa, también llamada –en su versión más moderna amplia y 
moderna- sociología de las organizaciones. 
 
1.2. DE LA SOCIOLOGÍA INDUSTRIAL A LA DE LAS ORGANIZACIONES 
ANTONIO LUCAS MARÍN
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EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Cambio histórico y reflexión teórica 
Uno de los resultados más sobresalientes de aquellas transformaciones sociales que dieron 
lugar a la sociedad moderna fue la aparición de la industria como centro de la vida 
económica de las sociedades más avanzadas de entonces. La eficacia del sistema fabril se 
impuso rápidamente sobre los antiguos sistemas gremiales o familiares de producción de 
bienes. Además, la creciente confianza en el progreso, fundamentada en la aspiración a una 
sociedad democrática más justa y en la apreciación del conocimiento científico como arma 
principal del proceso de mejora técnica y social, favoreció un clima de optimismo 
generalizado en las nuevas formas de organización económica y social. Sin embargo, el siglo 
del industrialismo fue también un período de profundas convulsiones sociales: los beneficios 
de la industria llegaron acompañados de nuevos y dramáticos conflictos sociales. La 
sociología, que daba sus primeros pasos, centró su interés en el estudio de las realidades 
sociales que surgieron entonces, tanto en su aspecto funcional como en su dimensión 
conflictiva. Entre los pocos puntos comunes que tienen entre sí las diversas teorías de la 
sociología clásica, se encuentra la importancia concedida a la industria como núcleo de la 
organización social, tanto en sus posibilidades de desarrollo y progreso real para las 
condiciones de vida de las personas individuales, como en su aspecto de institución que 
alberga y genera conflictos nunca conocidos en épocas anteriores. Así, Comte, Marx, Weber, 
Durkheim, y otros autores clásicos, oscilan entre el optimismo y el pesimismo a la hora de 
evaluar el proceso de industrialización y sus consecuencias para las sociedades europeas de 
su tiempo (Aron, 1980). 
La sociología industrial se fue configurando poco a poco como la rama de sociología que 
se interesó por los problemas específicos de las organizaciones económicas de la sociedad 
moderna. Sus temas principales de estudio comenzaron siendo aquellas características que 
diferenciaron de una manera radical las sociedades industriales de las sociedades anteriores y 
sus consecuencias para la vida cotidiana de sus habitantes. Entre esas características se suelen 
destacar las siguientes: el crecimiento de la población, gracias a los avances de la medicina y 
de la higiene; la concentración de la población en las ciudades, en busca de puestos detrabajo en las fábricas; el auge de las comunicaciones; el aumento de la movilidad social; la 
expansión de la movilidad psíquica, por la que la gente amplía su mundo desde el ámbito 
rural en el que estaban confinados al ámbito de la nación; el progreso acelerado de la 
tecnología; la creciente masificación de la sociedad; la aceleración del cambio social. En la 
primera parte del este libro tendremos ocasión de profundizar en estos rasgos de la sociedad 
moderna. Baste ahora con esta enumeración para indicar cuáles fueron las líneas de fuerza de 
la investigación sociológica inicial. 
Por otra parte, con el paso del tiempo, la sociología industrial fue prestando una mayor 
atención no sólo a las condiciones sociales que hicieron posible la aparición y el desarrollo 
SOCIOLOGÍA DE LAS ORGANIZACIONES
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A 
EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
del sistema fabril, sino también y, muy especialmente, a lo que ocurría en el interior de las 
industrias, consideradas ahora como formas sociales de interacción, dignas de ser estudiadas 
en sí mismas. En efecto, la mayoría de las personas en la sociedad moderna emplean la parte 
principal de su tiempo en el interior de su lugar de trabajo que es, ahora sí, la organización 
industrial. Surge así, una especialidad de la investigación sociológica que comenzó a 
denominarse sociología industrial. La denominación de esta rama de estudio no ha estado 
exenta de controversias, como reflejaremos en el siguiente apartado, de acuerdo con los 
temas específicos que se propuso estudiar o con el ambiente intelectual en el que se 
desarrollaron. Sin embargo, lo que sí está claro es que se dio un interés específico de los 
sociólogos por estudiar las estructuras, procesos, conflictos y significados acaecidos en el 
contexto de las organizaciones industriales. A esta línea de investigación nos referimos 
cuando hablamos genéricamente de sociología industrial. 
 
Conocimiento y acción 
Tal vez la diferencia más importante entre la perspectiva sociológica y otras formas de 
estudiar la vida en las organizaciones fue la intención con que se llevaron a cabo esos 
estudios. En efecto, los problemas asociados a la organización industrial fueron detectados y 
analizados desde diversos puntos de vista. Entre ellos, destaca el punto de vista técnico, es 
decir, el estudio que los propios encargados de tomar decisiones y asumir responsabilidades 
en las organizaciones llevaron a cabo. O el de aquellos que buscaban ayudar a los directivos a 
mejorar los resultados de los procesos productivos. El perfil del investigador técnico es, 
lógicamente, el del ingeniero que pretende lograr una mayor eficiencia en la producción de 
los bienes y en los procedimientos propios de cada fábrica. Un buen ejemplo de esta 
perspectiva son los trabajos de F.W. Taylor, a quien dedicamos atención suficiente en la 
segunda parte del libro pues su influencia en la organización de las empresas ha sido enorme. 
La perspectiva sociológica en el estudio de las organizaciones no busca, sin embargo, de 
forma inmediata la mejora de la productividad o de la rentabilidad de la inversión industrial. 
Más bien, se interesa directamente por los procesos sociales que ocurren en su interior para 
alcanzar una comprensión más completa de la vida organizativa. No significa esto que la 
sociología industrial no tenga interés para la práctica empresarial. Muy al contrario, los 
principales avances recientes en la forma de gestionar las organizaciones son deudores en 
gran medida de planteamientos sociológicos. Es lógico que sea así, pues la perspectiva 
técnica tiende a reducir el número de variables o aspectos de la realidad que deben incluirse 
en la teoría y, por tanto, en las acciones que recomienda. En cambio, la sociología procura 
dar una explicación más global tanto de los problemas como de las oportunidades de acción 
que surgen en el contexto de las organizaciones. De todas formas, la intención de la 
perspectiva sociológica es fundamentalmente la comprensión de la organización y sólo 
secundariamente, la intervención en busca de fines específicos de carácter económico. 
La evolución dramática que ha sufrido la actividad económica a lo largo del siglo XX ha 
influido, lógicamente, también sobre la industria como centro del proceso productivo. Los 
procesos mecánicos han cedido el protagonismo al desarrollo electrónico e informático; los 
ANTONIO LUCAS MARÍN
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EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
mercados locales se han quedado pequeños en el contexto de la globalización, consecuencia 
del progreso de los medios de transporte y comunicación; los recursos invertidos en la 
producción de bienes es cada vez menor en comparación con la atención dedicada a la 
prestación de servicios y al flujo de información, etc. Estos y otros factores –que 
estudiaremos a lo largo del libro- han provocado que la industria –la fábrica- haya dejado de 
ser la institución protagonista de la sociedad actual. La mayoría de la gente no trabaja ya en 
procesos industriales –muchos se han podido robotizar- ni administrativos –que dependen 
de los ordenadores-. La riqueza de las naciones ya no depende de su riqueza productiva. La 
información, su generación, transformación y flujo son, ahora, los protagonistas de las 
decisiones económicas. Sin embargo, la organización –que ya no es preferentemente 
industrial- no ha desaparecido de los cimientos de la vida social. Es más, como hemos visto 
más arriba, nuestra sociedad se puede denominar con propiedad, sociedad de las 
organizaciones. 
El interés de la sociología se ha trasladado, por todo ello, de la industria como tema 
principal, al análisis de las organizaciones –en cualquiera de sus formas y configuraciones- 
como actor colectivo crucial para la comprensión de la sociedad contemporánea. Hay gran 
diversidad de organizaciones de acuerdo con los fines que persiguen, con las estructuras 
internas que desarrollan, con su capacidad de cambio y adaptación al entorno, etc. Pero 
todas ellas tienen en común ciertos aspectos estructurales y significativos que permiten 
investigar su funcionalidad y conflictividad de manera, al menos, análoga. El bagaje que la 
sociología –como perspectiva particular- desarrolló durante el período industrial ha resultado 
tremendamente útil y clarificador para lograr una comprensión atinada y progresiva de la 
“vida organizacional” en sus diferentes dimensiones. 
La sociología hoy en día se ocupa de las organizaciones en cualquiera de sus 
especificaciones concretas. No se limita ya a las organizaciones económicas sino que presta 
atención y tiempo al estudio de hospitales, museos, universidades, asociaciones ciudadanas, 
etc. Le es lo mismo estudiar una clínica privada (una empresa) que una clínica pública: las 
dos son organizaciones. No significa esto que se haya diversificado indefinidamente el objeto 
de estudio. Es cierto que ha habido una ampliación de los temas que interesan. Pero significa 
también que los diversos tipos de organización social se parecen cada vez más entre sí, al 
parecerse todos ellos cada vez a la forma de estructuración de la acción colectiva que 
inauguró la industria en los albores de la sociedad moderna. Por ello, la sociología de las 
organizaciones es un título que se refiere no tanto a un cambio en el objeto de estudio como 
a una evolución del propio objeto estudiado, que se ha convertido con el paso de las décadas 
en algo cada vez más complejo y generalizado, configurador no sólo de la dimensión 
económica de la vida social sino también de muchos otros aspectos de la vida cotidiana de 
las personas individuales. Por eso, la perspectiva sociológica ha recogido el reto del estudio 
de la evolución social en el centro de su dinamismo, que es en nuestros días, el estudio de las 
organizaciones actuales. 
De esta manera, la sociología de la empresa recoge hoy, a la vez que lo amplía y lo 
actualiza, lo que durante décadas fue el objeto de la sociología industrial. A continuación 
SOCIOLOGÍA DE LAS ORGANIZACIONES19
 
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EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
dedicaremos más atención a las cuestionemos terminológicas, pero adelantaremos ahora que 
el término “sociología industrial” ha quedado ya algo anticuado pues, aunque sigue 
existiendo un gran número de organizaciones esencialmente industriales, con sus 
virtualidades y problemas típicos, el tipo específico de agente colectivo en la actualidad ya no 
se puede decir que sea la industria, y no sólo por razones cuantitativas sino también 
cualitativas. Las organizaciones económicas típicas en la actualidad se configuran de maneras 
muy diversas de la que fue común en la sociedad industrial. Qué maneras son estas y que 
consecuencias tienen para la vida social es uno de los hilos conductores del presente libro 
que se va desarrollando a lo largo de los diferentes capítulos de que se compone. 
Por otra parte, a partir de los argumentos desarrollados en el estudio de las empresas 
como organizaciones se puede acceder a la investigación social en otro género de 
organizaciones no económicas. Renunciar a un campo de estudio tan importante e 
interesante no hubiera estado a la altura de la curiosidad académica y científica. Por eso, la 
sociología de la empresa ha llegado a ampliar el objeto de estudio hasta cubrir también otro 
tipo de realidades colectivas que vertebran la sociedad actual. Bien se podría haber utilizado, 
para referirnos a la materia que nos ocupa, el término breve de “sociología de las 
organizaciones”, y así lo hacen muchos autores. Nosotros hemos preferido, sin embargo, 
mantener en el título “sociología de la empresa y de las organizaciones” aludiendo así a la 
génesis de esta área del saber, así como a la centralidad de la actividad socioeconómica que 
ha actuado como motor de su desarrollo. 
 
1.3. CUESTIONES TERMINOLÓGICAS Y CAMPOS DE ESTUDIO 
Una enumeración de los temas tratados por la sociología de la empresa y de las organizaciones 
incluiría fundamentalmente los siguientes: los problemas históricos relativos al industrialismo y 
su evolución hacia la sociedad de la información; las diferentes teorías sobre las relaciones 
sociales en el trabajo; el estudio de la empresa como sistema e institución social y de los roles 
que la componen; los problemas relativos a la motivación y a la satisfacción en el trabajo; los 
problemas relacionados con el control social de la organización; así como la participación y un 
amplio conjunto de temas relativos al entorno exterior en que la actividad empresarial se 
mueve: conflictos, sindicatos, ocio, cambio social de la comunidad, etc. La experiencia indica 
que este mismo temario es tratado con otros títulos genéricos como: Sociología del Trabajo, 
Relaciones Industriales, Teoría de las Organizaciones, también todavía como Sociología 
Industrial, e incluso Sociología Económica, sin faltar quienes utilizan formas de compromiso 
como Sociología Industrial y de la Empresa, Sociología del Trabajo y el Ocio, etc. 
Sin preocuparnos excesivamente por la cuestión, pues las discusiones terminológicas suelen 
añadir poco en lo científico y son más bien reflejo de problemas personales de supremacía de 
escuelas y autores, vale la pena repasar las denominaciones más importantes que nos pueden 
servir como muestrario de los diferentes enfoques que han predominado en la disciplina: 
a) Sociología industrial. El término Industrial Sociology es posiblemente el que más se ha 
utilizado en todo el mundo durante décadas y se corresponde con la preponderancia en 
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investigación y docencia de la sociología norteamericana. Sus estudios se han dedicado 
especialmente a los problemas humanos en el interior de las fábricas, con una clara 
preocupación por la productividad. Pero en buena medida se han olvidado de un tema 
vital, como es la necesidad de tratar las consecuencias sociales de industrialismo, sobre 
todo en sus vertientes más críticas y menos conformistas. Por otra parte –como es 
obvio- las actividades profesionales y de servicios, privados o públicos, donde se realiza 
una actividad productiva, también son objeto de estudio, aunque por el título 
"industrial" pudieran parecer marginadas. 
b) Relaciones industriales. Es una derivación de la sociología industrial, que centra sus estudios 
especialmente en las relaciones entre asalariados y propietarios, entre empleados y 
directivos; y más concretamente en lo relativo a la negociación de los convenios de 
trabajo (salarios, duración de la jornada, participación, etc.). Con este título han 
proliferado en Europa y América departamentos de investigación y docencia en las 
universidades, cuya actividad se enmarca claramente en nuestro campo de estudio, 
aunque intentan reducir a un aspecto muy concreto su campo de interés. 
c) Sociología de las organizaciones. Es una denominación muy actual del estudio de las 
colectividades en función de su organización, que se considera como un sistema de 
actividades o fuerzas personales y estructurales conscientemente coordinadas (Perrow, 
1991). También se interesa por los efectos emergentes de los distintos tipos de 
organización. La amplitud del objeto marcado como campo de estudio hace que junto a 
empresas quepan corporaciones cuyo fin no es económico, por ejemplo, las 
organizaciones públicas, las asociaciones no lucrativas, las Iglesias, etc. En este sentido la 
sociología de las organizaciones coincide en los problemas de su interés (comunicación, 
participación, relaciones formales e informales, etc.) y en su misma metodología, con la 
sociología de la empresa, aunque aborda explícitamente otro género de actores 
colectivos de índole no económica.. 
d) Sociología Económica. Estudia las diferentes instituciones económicas, entre las que 
sobresale la empresa, pero sin circunscribirse tampoco a la sociedad industrial tal y 
como la hemos descrito (Smelser y Swedberg, 1994). Realmente una buena parte del 
campo de interés de esta disciplina coincide con el de la sociología de la empresa, 
aunque tenga otros apartados que a este le interesan sólo marginalmente (por ejemplo, 
los problemas del subdesarrollo) o como elementos ambientales (por ejemplo, el 
consumismo). 
e) Sociología del trabajo. Es una denominación típicamente francesa, con raíces en la tradición 
durkheimiana. La Sociologie du travail estudia "todas las colectividades humanas que se 
constituyen con motivo del trabajo: una empresa industrial lo mismo que un 
trasatlántico o una lancha de pesca, una gran explotación de agricultura intensiva o la 
finca del pequeño agricultor donde trabajan algunos empleados con la familia del 
agricultor, una gran tienda de departamentos o un pequeño comercio que sólo emplea a 
algunos vendedores, un taller de artesano y la oficina de una delegación de policía, el 
equipo de un avión que se constituye a intervalos regulares en una línea aérea o el 
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personal de una automotora de los ferrocarriles" (Friedmann, 1977:28). Quizás hagan 
más hincapié en el estudio de los problemas más directamente relativos al trabajo como 
tarea humana genérica y en aspectos más ideológicos (alienación, conflicto, sindicatos), 
desde un punto de vista explícitamente crítico. 
f) Sociología de la empresa. Es la denominación que surgió y se ha mantenido especialmente 
en la tradición alemana como "ciencia sociológica de los problemas sociales planteados 
por la empresa" (Dahrendorf, 1974:10). Algunos autores han intentado durante las 
décadas pasadas distinguir su ámbito del de la sociología industrial, pero –en nuestra 
opinión- son intentos vanos en que no vale la pena entrar, una vez que ya hemos 
comentado nuestra postura al respecto. 
Con todo lo dicho puede concluirse que la sociología de la empresa, la industrial, la del 
trabajo, la económica, la de las organizaciones y el estudio de las relaciones industriales tienen 
en esencia –junto con todos los vocablos híbridos que también se hanutilizado- un mismo 
contenido, pues objeto y métodos coinciden y los enfoquen son muy similares. Por nuestra 
parte utilizaremos el término Sociología de las Organizaciones que nos parece fácilmente 
inteligible, incluso para los no especialistas en los campos de interés que nos ocupan, sin 
renunciar en momentos determinados a usar las demás expresiones. 
 
1.4. LA SOCIOLOGÍA DE LAS ORGANIZACIONES EN LA PRÁCTICA 
La sociología de las organizaciones intenta, como cualquier ciencia, racionalizar el mundo de 
nuestra experiencia, y se ocupa de problemas que afectan diariamente a muchos individuos. 
Por eso es lógico suponer el interés práctico de sus conclusiones. Sin embargo, la sociología 
no tiene como propósito descubrir los mecanismos ocultos –desconocidos- de la vida social 
para que puedan ser utilizados por "ingenieros sociales". Su objetivo es, más bien, difundir en 
la sociedad la comprensión del modo en que las relaciones sociales están establecidas, persisten 
o pueden ser modificadas, pero no tanto la acción o intervención sobre estas relaciones. 
 
Misión de la sociología en las organizaciones 
La actividad del sociólogo en la sociedad de las organizaciones no es, principalmente, dar 
normas de conducta, recetas para resolver los problemas concretos, sino difundir racionalidad, 
ofrecer conocimientos, hacer más comprensibles los procesos sociales del grupo como un 
todo, con sus subgrupos y grupos de referencia. Podrá así contribuir al funcionamiento 
óptimo, pero no es su tarea inmediata decir en qué consiste este funcionamiento o cómo se 
consigue. Su interés por los problemas económicos –productividad, estabilidad, pérdidas por 
conflictos, etc.- es indirecto. Aunque en estos campos sus aportaciones, con base en 
investigaciones realizadas en diferentes grupos, puedan ser muy prácticas para comprender 
realmente el problema y plantear correctamente su solución. 
Por otra parte, el interés del punto de vista sociológico no se refiere a la estructura humana 
concreta de una empresa especifica, es decir, a las personas individuales que trabajan en ella y al 
modo como se relacionan personalmente con quienes les rodean. Es la psicología la que puede 
ANTONIO LUCAS MARÍN
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EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
dar racionalizaciones o consejos prácticos sobre la conducta de los individuos; por eso en 
cualquier empresa, sin importar su tamaño, puede ser conveniente contar con la colaboración 
de un psicólogo que ayude en los procesos de selección, de adaptación a las tareas y de 
solución a los pequeños conflictos cotidianos. 
La sociología de las organizaciones tiene más importancia en el contexto de las grandes 
empresas o instituciones, donde los procesos de grupos adquieren una entidad difícilmente 
abarcable, e incluso inabarcable a simple vista, o por pura intuición. El sociólogo se podrá 
ocupar de esta forma de las causas estructurales del conflicto, de las funciones y conflictos del 
sistema de comunicaciones, de los grupos informales, de los prejuicios que impiden la 
cooperación y otros temas afines, cuya repercusión en la vida cotidiana de la empresa es 
evidente. También en la pequeña empresa estos problemas tienen su importancia, con 
frecuencia por los condicionamientos externos del entorno sociopolítico en el que se 
encuentran. 
En cualquier caso, como indicaba acertadamente Dahrendorf (1974:18), "sería deseable que 
todo aquel que ocupa en una empresa o en una agrupación económica un puesto de 
responsabilidad se ocupara alguna vez de la problemática de la sociología de la empresa", y es 
éste el sentido que tienen los cursos intensivos organizados con frecuencia para directivos o 
líderes sindicales. La perspectiva sociológica puede aportar una visión de las organizaciones a 
sus direcciones que enriquezca su manera de plantear y enfocar los problemas cotidianos o los 
extraordinarios. En este sentido, Morales (1997) aduce algunas razones que hacen convenientes 
el estudio de la dinámica de las organizaciones para los responsables de la acción. Esas razones 
son: a) necesitan una visión global de las organizaciones, y no sólo un conocimiento específico 
de alguna de sus partes; b) una mejor comprensión de los fenómenos organizativos puede 
redundar en una mejora de las funciones que desarrollan en su área de responsabilidad; c) si la 
innovación técnica es determinante para la competitividad, la innovación organizativa es 
imprescindible para una adecuada adaptación al entorno. Se requiere un esfuerzo en el estudio 
de las organizaciones para innovar en este sentido. 
Pero no debemos olvidar que la sociología de la empresa, como saber específico, no 
proporciona a los hombres de acción recetas sino conocimientos; por eso, su tarea no es 
determinar qué opción resulta más conveniente en un momento concreto para una empresa 
determinada; pero tampoco puede perjudicar a las decisiones prácticas que los que han de 
decidir se dejen enriquecer con mayores y pertinentes conocimientos. En este sentido, es 
pertinente recordar la distinción que propuso Max Weber (ver Cuadro 1.2.) entre las tareas del 
político y del científico (1919-1986), así como el consejo que da al científico de evitar la 
tentación de ir más lejos. Para Weber, “una ciencia empírica no puede enseñar a nadie qué debe 
hacer sino únicamente qué puede hacer y, en determinadas circunstancias, qué quiere; jamás 
puede ser tarea de una ciencia empírica proporcionar normas o ideales obligatorios, de los 
cuales puedan derivarse preceptos para la práctica” (1973:44). 
 
 
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EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Cuadro 1.2 
Conocimiento teórico y vida práctica 
“Ustedes preguntarán, por último: ‘Si todo esto es así, ¿qué es lo que de realmente positivo aporta la ciencia 
para la vida práctica y personal?’. Con esto nos encontramos de nuevo ante el problema de su vocación. Por de 
pronto, la ciencia proporciona conocimientos sobre la técnica que, mediante la previsión, sirve para dominar la 
vida, tanto las cosas externas como la propia conducta de los hombres. Dirán ustedes que por ese camino nos 
encontramos simplemente con la verdulera del muchacho americano; esa es también mi opinión. Pero, en 
segundo lugar, y esto ya es algo que la verdulera no hace en modo alguno, la ciencia proporciona métodos para 
pensar, instrumentos y disciplina para hacerlo. Tal vez me objeten ustedes todavía que aunque eso no son 
verduras, no pasan de ser medios para procurárselas. Aceptado; por hoy podemos dejarlo así. Felizmente 
tampoco con eso concluye, sin embargo, la aportación de la ciencia y aún podemos mostrar un tercer resultado 
importante de la misma, la claridad. Suponiendo, naturalmente, que el profesor la posea. Si este supuesto se da, 
nosotros, los profesores, podemos hacer ver claramente a quienes nos escuchan que frente al problema de valor 
de que se trate cabe adoptar tales o tales posturas prácticas (les ruego a ustedes que, para simplificar, piensen en el 
ejemplo de los fenómenos sociales). Si se adopta tal postura, la experiencia científica enseña que se han de utilizar 
tales y tales medios para llevarla a la práctica. Si, por casualidad, esos medios son de tal índole que ustedes se 
sienten obligados a rechazarlos, se verán forzados a elegir entre el fin y los inevitables medios. ¿Resultan o no los 
medios santificados por el fin?” 
Fuente: Max Weber (1919-1986:221-222) 
 
Actualidad de la perspectiva sociológica en el mundo de la gestión 
Desde que en el año 1929 se iniciaron los experimentos de Hawthorne, punto de partida 
inmediato de la sociología de la empresa contemporánea, el interés por nuestra disciplina tuvo 
un auge creciente, truncado a finales de los años cincuenta. La crisis –como el esplendor- 
provino de las consecuencias prácticas sacadas por Mayo en Hawthorne, que dieron lugar al 
movimiento de "relaciones humanas". Sus discípulos quisieron utilizar algunas de sus 
conclusiones como si fueran una receta universalmente aplicablepor los encargados en las 
industrias de mantener el clima de trabajo. Pero los resultados no fueron buenos –no podían 
serlo, pues no era ese su objetivo-. Así pues, las primeras experiencias de llevar a la práctica 
sistemáticamente los resultados incipientes de la sociología de la empresa, terminaron en un 
fracaso que hizo temer por su misma continuación como disciplina científica. Sin embargo, los 
avatares de la dirección de empresas en las últimas décadas han puesto nuevamente de relieve 
la importancia de una comprensión profunda de la dimensión social de las organizaciones, 
como se puso de manifiesto, por ejemplo, desde la recepción entusiasta de libros tan conocidos 
como Teoría Z de Ouchi, o En busca de la excelencia, de Peters y Waterman. El éxito de estos 
gurús de la gestión no hizo sino subrayar la importancia que para la vida real de las 
corporaciones grandes y de las organizaciones pequeñas tienen temas como la cultura 
compartida, el desarrollo de valores comunes, la flexibilidad estructural de la comunicación 
interna, los cauces de los procesos de decisión, etc., temas todos ellos que pertenecen al acervo 
tradicional de esta disciplina. Actualmente los estudios de gestión de empresas privadas y de la 
administración pública, entre otras técnicas de intervención práctica, se benefician de diversas 
maneras de los conocimientos básicos desarrollados en el ámbito de la sociología. Esperamos 
que el estudio de los temas incluidos en el presente libro sea también de utilidad para el lector. 
 
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I 
HISTORIA SOCIAL 
DE LAS ORGANIZACIONES 
 
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EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Capítulo 2 
LA PRIMERA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL 
Antonio Lucas Marín 
 
 
 
2.1. CLAVES DE UN PROCESO HISTÓRICO: Etapas del crecimiento económico. 
Características económicas de la sociedad preindustrial 
2.2. LA APARICIÓN DE LA INDUSTRIA: Un cambio ni revolucionario ni industrial. 
Extensión de la industrialización. 
2.3. CARACTERÍSTICAS ECONÓMICAS Y SOCIALES DE LA 
INDUSTRIALIZACIÓN: Características económicas de la primera industrialización. 
Características sociales de la industrialización inicial 
2.4. EL FRACASO DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL EN ESPAÑA: Intentos 
baldíos de industrialización. Causas del fracaso. 
2.5. EL MOVIMIENTO OBRERO Y LA ORGANIZACIÓN DE LOS 
TRABAJADORES: Los orígenes del sindicalismo anglosajón. El sindicalismo 
continental. 
 
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EDITORIAL
 
 
 
 
 
 
 
 
 
a Sociología de la Empresa se propone estudiar las relaciones sociales que se 
constituyen alrededor de las organizaciones económicas, consideradas como la 
institución característica de la Sociedad Industrial. Max Weber, en su Historia económica 
general (1923), explica cómo uno de los elementos constituyentes decisivos de la empresa 
moderna es la apropiación del taller, de los instrumentos, fuentes de energía y materias primas 
en una misma mano, la del empresario, de manera que el proceso seguido en el trabajo o los 
instrumentos empleados, tienen una importancia secundaria. 
La existencia de la empresa o fábrica moderna supone desde el punto de vista económico la 
posibilidad de ventas en gran escala y con carácter permanente, con una organización 
productiva abocada fundamentalmente al mercado e independiente del autoconsumo; y esto 
sólo es posible en una sociedad de economía monetaria y donde las técnicas permitan una 
producción relativamente barata. Desde el punto de vista del orden social, la empresa moderna 
sólo surge cuando es posible contar con una mano de obra libre, barata y abundante –aunque 
para algunos la experiencia parece demostrar lo contrario-, situación sólo alcanzable mediante 
la disolución del orden gremial que enmarcaba las relaciones productivas en la Edad Media. 
 
2.1. CLAVES DE UN PROCESO HISTÓRICO 
Se considera normalmente que es la Revolución Industrial la que está en el origen de la 
Sociedad Industrial y del concepto moderno de empresa. Más adelante abordaremos con más 
precisión las causas y efectos de dicha revolución, ahora sólo resaltaremos que sus comienzos 
coinciden con los inicios del capitalismo y que, como precisaba Max Weber (1904-1981), existe 
el capitalismo donde quiera que se realiza la satisfacción de necesidades de un grupo humano, 
con carácter lucrativo y por medio de empresas, cualquiera que sea la necesidad de que se trate. 
De manera que hablar de los inicios del capitalismo, de la Revolución Industrial y del concepto 
moderno de empresa, es hablar de una misma realidad. 
Al intentar aclarar el anclaje decisivo del capitalismo algunos autores centran su atención en 
la existencia del mercado; así, por ejemplo, Simmel (1977) considera que el capitalismo es 
fundamentalmente una economía monetaria, pues lo importante es la difusión del medio de 
intercambio, el dinero, y sus actitudes mentales concomitantes: el cálculo racional y la 
exteriorización de las propiedades y posesiones personales; y en la misma línea, para Sombart 
(1930) el alma del capitalismo es el cálculo racional de las ganancias. 
Sin embargo, Karl Marx y Max Weber coinciden en que lo realmente importante es la 
forma de la producción; para Marx, sobre todo es importante la oferta de trabajo y la necesidad 
de explotar el ejército de desocupados; para Weber, el trabajo monótono y pesado se inicia en 
un ascetismo motivado por la religión, pues no es suficiente el afán de lucro que existía 
anteriormente –por ejemplo, entre los comerciante chinos (Gerth y Mills, 1977:128-130). 
Indica Weber (1923) que el capitalismo se ha presentado de diferentes maneras en los 
diversos períodos de la historia, pero la satisfacción de las necesidades cotidianas basadas en 
técnicas capitalistas sólo es peculiar de Occidente, y aún en los países del mismo resulta cosa 
natural desde la segunda mitad del siglo XIX. La premisa más general para la existencia del 
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capitalismo moderno es la contabilidad racional del capital como norma para todas las grandes 
empresas lucrativas que se ocupan de la satisfacción de las necesidades cotidianas. Las 
condiciones para que existan esas empresas son: 
1. Apropiación por las empresas de los bienes de producción como propiedad de libre 
disposición; 
2. Libertad de mercado; 
3. Técnica racional contabilizable; 
4. Derecho racional, calculable, con actuación previsible de los tribunales; 
5. Trabajo libre, es decir, personas jurídica y económicamente obligadas a vender 
libremente su actividad en un mercado; 
6. Comercialización de la economía, con uso general de títulos de valor transferibles para 
los derechos de participación en las empresas. 
En este marco teórico que vamos perfilando inicia su andadura la empresa industrial 
moderna. Pero antes de estudiar el caso concreto de Inglaterra -prototipo y primer ejemplo 
histórico de proceso de industrialización- vamos a ver genéricamente las etapas por las que se 
considera debe pasar este proceso. Parece, en este sentido, muy adecuado el análisis secuencial 
de Rostow sobre el desarrollo económico. 
 
Etapas del crecimiento económico, según Rostow 
Corresponde la aportación de Rostow a un intento de relacionar las diferentes fuerzas: 
económicas, políticas y sociales, que inciden en el funcionamiento de una sociedad integral. Las 
bases para una teoría del crecimiento económico las busca en la Historia Económica. 
El punto de partida de Rostow, expresado en su libro Las etapas del crecimiento económico 
(1973), es que es posible identificar las sociedades, en sus dimensiones económicas, dentro de 
una de estas cinco categorías: la sociedad tradicional, las condiciones previas para el impulso 
inicial, el impulso inicial, la marcha hacia la madurez y la era del gran consumo en masa. Estos 
son los pasos que de una forma más o menos rápida han seguido todos los países que 
actualmente llamamos desarrolladosy el itinerario señalado para los que están en un proceso 
de desarrollo. Vamos a repasar escuetamente el sentido que para Rostow tienen esas cinco 
etapas. 
1. La sociedad tradicional. Se caracteriza porque su nivel de producción per cápita no aumenta, 
debido a que las posibilidades científicas y técnicas modernas no se pueden aplicar de 
forma regular y sistemática. En términos generales, las limitaciones a la productividad 
que caracterizan esta etapa hacen que la sociedad tenga que dedicar una gran parte de 
sus recursos a la agricultura. Tienen gran importancia los nexos familiares y el sistema de 
valores contiene una alta dosis de fatalismo a largo plazo. 
2. Condiciones previas para el impulso inicial. Esta segunda etapa se corresponde con el período 
en que se desarrollan las condiciones previas para el impulso inicial, pues requiere 
tiempo defenderse de los rendimientos decrecientes y gozar de los beneficios y opciones 
SOCIOLOGÍA DE LAS ORGANIZACIONES
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debidos al progreso a ritmo de interés compuesto. Se dieron estas condiciones en la 
Europa occidental de fines del siglo XVII y principios del XVIII, y especialmente en 
Inglaterra, favorecida por unos recursos naturales y una estructura política y social 
flexibilizada. A esta situación preparatoria la denominó Rostow, siguiendo el argot de la 
aviación, como warming up (calentamiento de motores antes del despegue). 
3. En otras sociedades, este paso se ha iniciado más por influencia externa que por 
factores endógenos. Para Rostow significa en concreto esta etapa: el afianzamiento de la 
idea de que es posible el progreso, la extensión de la educación, aparición de 
instituciones para el manejo del capital, inversiones en transportes y comunicaciones. Y 
sobre todo una serie de cambios en el terreno político que se pueden resumir en la 
construcción de un Estado nacional centralizado y efectivo. Con todo ello, la economía 
sigue todavía con los métodos tradicionales de baja productividad, con unos valores 
inalterables. 
4. El impulso inicial. Es el paso definitivo en opinión de Rostow. En esta fase se superan 
todos los obstáculos y resistencias contrarios a un crecimiento permanente. 
Continuando con el argot de la aviación, Rostow llama a esta etapa take off, el despegue 
propiamente dicho. Las fuerzas tendentes al progreso se expanden, de forma que el 
crecimiento llega a ser condición normal. El estímulo inmediato es esencialmente 
tecnológico ya sea en la agricultura o en la industria; y supone tanto la formación de un 
capital social fijo, como la aparición en el poder público de un grupo preparado para 
aceptar la modernización económica como asunto trascendental y de gran categoría 
política. 
5. La aparición de nuevas industrias produce una acumulación de bienes disponibles en la 
sociedad. El incremento de ingresos produce un aumento de ahorro (del 5 al 10 por 
ciento del ingreso nacional) que al invertirse da lugar a un proceso de crecimiento 
realimentado. Con lo que la estructura económica y política se transforma de tal manera 
que en lo sucesivo puede sostenerse con regularidad un ritmo fijo de crecimiento. 
6. La marcha hacia la madurez. Consiste en un progreso sostenido durante un largo intervalo 
de manera que la tecnología moderna empieza a abarcar todo el frente de la actividad 
económica de la sociedad. De esta manera, indica Rostow, al reinvertirse del 10 al 20 
por ciento del ingreso nacional los incrementos de la producción sobrepasan los 
aumentos de población. Históricamente este proceso parece necesitar unos sesenta años 
de mejoras permanentes, de forma que: sea posible que crezca el monto del capital, y se 
realice la absorción de la tecnología moderna por la sociedad, al menos por tres 
generaciones acostumbradas al crecimiento como estado normal; aunque lógicamente es 
factible pensar en un acortamiento progresivo de la etapa siguiendo la experiencia de 
otras sociedades ya industrializadas. 
7. La era del consumo de masas. Esta última etapa está caracterizada porque los principales 
sectores productivos se orientan hacia los bienes y servicios duraderos de consumo. En 
estas sociedades el alto nivel de ingresos per cápita permite satisfacer no sólo las 
necesidades básicas en grado elevado, sino la búsqueda de la seguridad (servicios 
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sociales) y el bienestar (productos estándar de consumo distribuidos en gran escala, muy 
representativo de ellos es el coche). 
 
Cuadro 2.1 
Etapas del crecimiento económico, según Rostow 
 
 
La existencia de estas etapas le parece a Rostow importante para establecer términos 
comparativos entre los distintos pueblos y para colocar las diferentes sociedades en su 
momento evolutivo concreto. Las críticas que se le han realizado han sido en buena parte 
asumidas por Rostow, pues no han sido tan radicales como para descartar metodológicamente 
una progresión de este tipo en el crecimiento económico. 
Finalmente, merece la pena situarnos en el siguiente gráfico de Rostow, que nos puede 
servir como síntesis de sus ideas acerca de la evolución temporal de las distintas sociedades 
contemporáneas con base en la experiencia histórica. Desde esta perspectiva vamos a abordar 
más profundamente el sentido que tiene la llamada primera Revolución Industrial en Inglaterra, 
partiendo de la descripción de la situación previa. 
 
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Características económicas de la sociedad preindustrial 
Si nos fijamos en las sociedades menos desarrolladas de nuestro siglo, para colocarnos 
imaginativamente antes de la industrialización, podemos concretar las características de su 
economía en las siguientes: pobreza, lentitud del ritmo de desarrollo económico, fuerza de 
trabajo no especializada y disparidades regionales. El análisis separado de cada una de estas 
características nos servirá para situar el punto en que se encontraba una sociedad preindustrial 
como Inglaterra a mediados del siglo XVIII y señalar las pautas de actuación que caracterizan 
el proceso de industrialización o de desarrollo económico. Phillips Deane (1975) expone de 
manera acertada los rasgos principales de las economías preindustriales: 
1. La pobreza. Es difícil saber la situación de pobreza o riqueza de un pueblo como el inglés 
en el siglo XVIII. En primer lugar, por el carácter relativo del término pobreza, que 
hace necesaria la elección de una entre las distintas medidas posibles, y en segundo 
lugar, porque las series de datos disponibles no siempre son muy fiables. Para medir el 
grado de riqueza podemos utilizar la renta per cápita, que se acepta normalmente como 
índice más común. 
En opinión de Deane la renta per cápita de Inglaterra a finales del siglo XVIII podría ser 
entre 8 y 9 libras anuales, en 1750 el promedio se situaría entre las 12 y las 13 libras anuales per 
cápita y a finales del siglo XVIII había pasado a 22 libras. Las 12 libras anuales de 1750 pueden 
equivaler a unas 70 de 1950, cifra superior a las rentas per cápita anuales de muchos países 
subdesarrollados, y similar a la que podían tener a mediados del siglo XX muchos países de 
América Central y del Sur. 
Posiblemente Inglaterra estaría en el siglo XVIII entre los tres países más ricos del mundo –
con Francia y Holanda- y sus habitantes tenían un nivel de vida superior en comida, vestido y 
alojamiento que el resto de sus contemporáneos. Pero todavía el nivel de vida era muy 
vulnerable a los desastres climáticos y epidemias; con unos excedentes en bienes alimenticios 
en circunstancial normales, pero siempre al borde de la catástrofe. 
2. El estancamiento. Es ésta una de las características fundamentales de la sociedad 
preindustrial, que su nivel de vida está relativamente estancado o estable. Los cambios 
económicos se realizan de manera lenta y pueden ser de crecimiento o de decrecimiento. 
Como certeramente indica Deane, refiriéndosea los ingleses de principios del XVIII: 
“Consideraban que la población, los precios y la productividad podían fluctuar tanto 
hacia arriba como hacia abajo, y que no había razón alguna para esperar que fueran en 
una dirección y no en otra" (1975:17). De manera que la economía lo mismo decaía que 
se desarrollaba, y el crecimiento –cuando existía- era tan lento que el hombre medio no 
tenía sensación de vivirlo, pues la mejora conseguida durante un período (nunca 
superior al 1 por ciento anual) podía ser destruida por una cosecha, por una epidemia o 
por una guerra. Hay incluso indicios para pensar que el nivel de renta del inglés del siglo 
XVIII era inferior al de finales del siglo XV, jugando un papel importantísimo las 
variaciones en el aumento de la población. En definitiva, el círculo vicioso de la pobreza 
es una situación relativamente estable cuya ruptura permite iniciar procesos de 
desarrollo socioeconómico (Cuadro 2.2). 
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3. La dependencia de la agricultura. En las sociedades tradicionales el modo de vida es de 
subsistencia, de forma que cada familia debe conseguir sus propios medios de 
alimentación. Y lo habitual es que más del 80 por ciento de la población tenga en la 
agricultura su dedicación fundamental. 
La situación inglesa a finales del siglo XVII entraba en este cuadro; puede calcularse que un 
68 por ciento de las familias tenían en la agricultura su dedicación primaria. Y que para 1750, 
aunque había empezado una cierta expansión industrial y de comercio con ultramar, 
probablemente más del 66 por ciento de la población trabajaban en el sector agrícola, aunque 
pudieran algunos dedicar parte de su tiempo a la industria de la lana o el algodón. En cualquier 
caso, la mayoría de los habitantes de Inglaterra en el siglo XVIII vivían en zonas rurales, y sólo 
una de cada cinco personas habitaba en una gran ciudad. 
4. La falta de especialización profesional. La economía moderna se caracteriza por la 
especialización en la producción, de manera que ésta se realiza en un proceso en el que 
intervienen diferentes individuos especializados en la realización de una parte (una sola 
operación normalmente). Por el contrario el trabajador tradicional es un hombre para 
todo. 
La situación de Inglaterra a finales del siglo XVIII no era de una gran especialización, 
aunque existían numerosas fábricas en que la división del trabajo se había realizado hasta el 
extremo. Puede calcularse que a principios del siglo XVII la renta nacional correspondiente a 
salarios o sueldos era más o menos de un tercio del total; y que hacia mediados de siglo la 
proporción de los salarios pasaría a ser superior a la mitad. En cambio, actualmente, en 
regiones poco industrializadas, como por ejemplo Nigeria, la proporción de salarios sobre el 
total de la renta nacional no alcanza el 15 por ciento. Pero sobre todo en Inglaterra se habían 
ido desarrollando en el siglo XVII una serie de instituciones económicas (comerciales, de 
seguros y monetarias) que formaban un sistema más conexo que el que puede darse 
actualmente en casi todos los países subdesarrollados o de renta baja. 
5. El escaso grado de integración geográfica. La falta de integración de las diferentes regiones, 
debida a un sistema deficiente de comunicaciones caracteriza también a la economía 
preindustrial. De manera que difícilmente se puede hablar de economía nacional sino de 
una amalgama de economías regionales. 
En la economía inglesa del siglo XVIII todavía se puede hablar de diversos mercados 
donde los precios, niveles de salarios y procesos productivos tienen tendencias dispares. Por 
eso, al intentar aunar los diferentes agregados regionales para darse una idea de la cualidad y 
ritmo del cambio económico, los resultados pueden no ser significativos. Y cabe pensar que las 
posibilidades tecnológicas actuales en este campo dan una cierta ventaja a los países ahora en 
desarrollo. 
Resumiendo todo lo dicho, puede afirmarse que en la economía británica de mediados del 
siglo XVIII se observan rasgos todavía típicos de una sociedad preindustrial, pero los cambios 
estructurales eran ya patentes. La población había iniciado en 1740 un proceso de crecimiento 
continuo, y antes incluso de que el sector textil y el siderúrgico hicieran su cambio definitivo, la 
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expansión de los ingresos reales empezó a ser lo bastante importante como para que los 
contemporáneos tuvieran conciencia de ella. 
 
Cuadro 2.2 
Círculo vicioso de la pobreza y modelo de desarrollo socioeconómico 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
En la economía inglesa del siglo XVIII todavía se puede hablar de diversos mercados 
donde los precios, niveles de salarios y procesos productivos tienen tendencias dispares. Por 
eso, al intentar aunar los diferentes agregados regionales para darse una idea de la cualidad y 
ritmo del cambio económico, los resultados pueden no ser significativos. Y cabe pensar que las 
posibilidades tecnológicas actuales en este campo dan una cierta ventaja a los países ahora en 
desarrollo. 
Resumiendo todo lo dicho, puede afirmarse que en la economía británica de mediados del 
siglo XVIII se observan rasgos todavía típicos de una sociedad preindustrial, pero los cambios 
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estructurales eran ya patentes. La población había iniciado en 1740 un proceso de crecimiento 
continuo, y antes incluso de que el sector textil y el siderúrgico hicieran su cambio definitivo, la 
expansión de los ingresos reales empezó a ser lo bastante importante como para que los 
contemporáneos tuvieran conciencia de ella. 
 
2.2. LA APARICIÓN DE LA INDUSTRIA 
Es un lugar común a todos los historiadores económicos que el camino hacia una sociedad 
moderna pasa a través de la industrialización. Se necesita un proceso continuo de crecimiento 
económico que permita a cada generación superar la producción y el consumo de las 
precedentes, y esto sólo es posible mediante la industrialización. Adam Smith fue uno de los 
primeros autores que impulsaron esta nueva forma de entender el desarrollo económico (ver 
Cuadro 2.3). 
Hablar de industrialización es hablar de revolución industrial, pues la experiencia, realizada 
en los diferentes países de formas muy diversas, consiste en pasar en unas pocas décadas de 
unos niveles de vida estabilizados a otros muy superiores y progresivos en su crecimiento. La 
transformación fundamental en la organización económica que supone la revolución industrial 
viene definida, en opinión de Deane (1975), por una serie de cambios –interrelacionados entre 
sí- entre los que cabe incluir los siguientes: 
 
1. Aplicación amplia y sistemática de la ciencia moderna y del conocimiento empírico al 
proceso de producción para el mercado; 
2. Especialización de la actividad económica en la producción para los mercados 
nacionales e internacionales, más que para el uso familiar o local; 
3. Movimiento de población de las comunidades rurales hacia las urbanas; 
4. Ampliación y despersonalización de la unidad típica de producción: para fundarse más 
en la empresa pública y privada y menos en la familia o clan; 
5. Movimiento de la mano de obra a las actividades relacionadas con la producción de 
bienes manufacturados y servicios; 
6. Uso intensivo y extensivo de los recursos de capital como sustitutivo y complementario 
del esfuerzo humano; 
7. Aparición de nuevas clases sociales y profesionales determinadas por la propiedad de 
medios de producción que no sean la tierra, es decir, el capital. 
 
Todos estos cambios, en efecto, al producirse conjuntamente, y acompañados por un 
incremento de la población y un aumento de la producción de bienes y servicios, constituyen 
una revolución industrial. 
 
 
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Cuadro 2.3 
Ventajas de

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