Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
PRODUCIR Las ciudades consumen recursos, pero ¿podrán en algún momento producir más de lo que consumen y generar una abundancia de energía, alimentos, dinero y riqueza? Demasiado a menudo se cita que más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, pero cabe añadir que estas consumen más de tres cuartas partes de la energía mundial. Si las ciudades aspiran a ser más productivas, es imprescindible superar la idea de que la energía no se produce en ellas y de que sus industrias auxiliares se encuentran también lejos. Los jardines verticales de Patrick Blanc son una provocación que invita a cuestionarnos si la producción vertical de alimentos puede integrarse en la ciudad. El trabajo de Sheila Kennedy, de KVA MATx, insinúa un futuro en el que los edificios pueden producir electricidad y, en consecuencia, necesitar menos infraestructura. La ZEDFactory de Bill Dunster es un ejemplo de cómo los principios de comisariado y productividad pueden integrarse en el desarrollo a una escala más urbana, mientras que Kongjian Yu muestra cómo la producción de alimentos en sí no es incompatible con el ocio. Ecociudad Logroño y la ecotorre La Tour Vivante son ejemplos de paisajes híbridos. Las ideas de productividad dentro de la ciudad se expresan en su forma más extrema y productiva en la múltiple estratificación de paisajes y edificios. Sub, supra e infraestructuras energéticas D. Michelle Addington Parque undimotriz Pelamis Wave Power Ltd. Showroom para CR Land Guanganmen Green Technology Vector Architects Aux fermes, citoyens! Dorothée Imbert Local River: unidad de almacenaje doméstico para peces y verduras Mathieu Lehanneur, con Anthony van den Bossche Soft Cities KVA MATx ZEDFactory Bill Dunster Ecociudad Logroño MVRDV La revolución del pie grande Kongjian Yu La Tour Vivante, ecotorre soa architectes PRODUCIR 8 PRODUCIR Sub, supra e infraestructuras energéticas D. Michelle Addington Si el “edificio de consumo energético cero” fue el grito de guerra del diseño ecológico de finales del siglo xx, el “desarrollo carbo- noneutral” es el mantra de la actual generación de diseñadores ecológicos. Desde el plan sostenible para Londres defendido por el exalcalde Ken Livingston hasta la iniciativa de la ciudad de Masdar, actualmente en vías de construcción, el plan general “sostenible” a gran escala parte de reconocer que los factores de tensión medioambiental de los sistemas ecológicos, sociológi- cos, políticos y económicos no pueden examinarse, ni mucho menos resolverse, a escala de un edificio. No obstante, muchas de esas mismas debilidades que resultan del examen de los sis- temas a esa pequeña escala siguen estando presentes a escala de la ciudad. Los sistemas, y los sistemas de base energética en par- ticular, no pueden escalarse de un modo geométrico ni tienen límites claros. De hecho, incluso si se aísla un sistema del resto, las múltiples escalas y fronteras seguirían teniendo un peso importante en él. Este ensayo se centrará en un único sistema –la producción y el abastecimiento de energía– para sugerir los tipos de fronteras “funcionales” que pueden conducir a un planea- miento ecológico más eficaz. Tradicionalmente la planificación de grandes urbanizaciones de nueva planta se ha abordado como si se tratara de una “parce- la”. La parcela consta del terreno y de los edificios y puede acce- der a una infraestructura energética mayor o producir su propia energía. Muchos de los planes más importantes recurren a esta última estrategia, y a menudo incluyen nuevas formas de pro- ducción de electricidad, generalmente mediante fuentes renova- bles, que pueden a su vez revenderse a la red regional, el llamado método plug-in, cuya premisa es que la distribución eléctrica pueda dividirse en paquetes autónomos que funcionen de mane- ra independiente y que sean capaces de sumarse a otros siste- mas regionales. Y aunque la parcelación de la producción de energía permite la instalación gradual de nuevas fuentes renova- bles, no sucede lo mismo en el caso de tener enormes pérdidas. Los sistemas conectados a la red se rigen por una mayor opera- ción de la misma, no por las exigencias energéticas locales de las respectivas parcelas. La planificación eficiente de las nuevas urbanizaciones requiere un plan exhaustivo para la producción, distribución y consumo de energía a diversas escalas espaciales y mediante múltiples sistemas. La mayor parte de las estrategias de planifi- 4 cación parceladas tratan los sistemas energéticos como si pudie- ran caer dentro de un único sistema espacial de corriente alter- na. Sin embargo, muchos recursos renovables, en especial aquellos que son fácilmente divisibles en instalaciones peque- ñas (como los paneles fotovoltaicos o las células de combustible) generan corriente directa. Al volver a conectar estos sistemas a la red de corriente alterna, su eficiencia se reduce hasta un 25 %. Peor aún, muchas de las instalaciones de los edificios funcionan de un modo mucho más eficaz con corriente directa, pero como solo se dispone de corriente alterna, pierden eficiencia. Las pér- didas de eficiencia a ambos niveles son extremadamente perju- diciales para el equilibro de los sistemas pequeños, de modo que es necesario instalar mayor número de equipos generadores. Además de los problemas obvios de su adquisición, instalación y puesta en marcha, el gran tamaño y la concentración de los siste- mas productores de electricidad de baja eficiencia tienen un fuerte impacto no solo en el microclima local, sino también para el albedo a escala regional. La diminución resultante del albedo aumenta el efecto de los gases de invernadero en el cambio cli- mático, aun cuando las fuentes de energía renovables puedan ser de por sí carbononeutrales. La planificación de las nuevas grandes urbanizaciones nos ofrece la oportunidad única de investigar los siguientes cinco temas: 1. Trazado exérgico de la producción eléctrica El mayor consumo de combustibles fósiles se produce en la generación de corriente eléctrica alterna, y el mayor consumidor de electricidad es el sector de la construcción. La corriente alter- na es el estándar de abastecimiento y puede considerarse como el “donante universal” de todas las necesidades energéticas. Ahora bien, por más equivalentes que puedan ser las cantidades de distintas formas de energía, esto no se traduce necesariamen- La producción y el consumo de energía no pueden equilibrarse o examinarse dentro de los límites de un edificio. Los sistemas de producción se optimizan y funcionan a escalas mucho mayores, y la corriente alterna opera solo en la mayor de estas. Los puntos de consumo tienen una jerarquía de interrelaciones que deben ajustarse a cada nivel. ED IF IC IO S U B TE R R Á N EO ED IF IC IO S O B R E EL N IV EL D EL S U EL O Corriente alterna Corriente directa Baja temperatura geotérmica Toma a tierra Solar (térmica no concentrada) Tipo de consumo (trazado exérgico) (Des)acoplamiento del suministro/ consumo Distribución de fuente “Minado” térmico Cantidad de consumo 5 PRODUCIR te en una calidad equivalente; 100 Wh de electricidad tienen la misma cantidad de energía que 100 Wh de calor, pero la electrici- dad es energía de mayor calidad, tiene una mayor variedad de usos y es capaz de someterse a más conversiones antes de alcan- zar su forma final de calor. Pero como no podemos disponer de electricidad de una forma natural, concentrar energía de baja intensidad para producirla se traducirá en grandes pérdidas, de modo que los 100 Wh de electricidad conllevan una gran deuda energética, incluso previa al consumo, mientras que el calor, del que sí puede disponerse de forma natural, no conlleva pérdida alguna. Existen tres tipos de necesidades energéticasen los edi- ficios: 1) la energía eléctrica para corriente e iluminación; 2) la energía mecánica para motores, compresores y equipos rotato- rios; y 3) la energía térmica para la climatización y agua caliente. Como no disponemos de medios fácilmente reproducibles para generar directamente energía mecánica a pequeña escala, toda la energía suministrada para cubrir las necesidades mecánicas de un edificio debe partir de la electricidad, dejándonos tan solo con un par de suministros: el eléctrico y el térmico. Los princi- pios de la exergía nos llevarían a adaptar las formas de suminis- tro energético a los tipos de energía requeridos, evitando así el uso de la electricidad para cubrir necesidades térmicas. Más aún, la producción de energía eléctrica cuenta también con varios niveles exérgicos que dependen del modo de producción: el hidroeléctrico conlleva las pérdidas más bajas y el fotovoltai- co las más altas. Si consideramos las pérdidas reales que implica el desajuste entre las distintas formas y calidades energéticas, tendremos una idea más precisa de las consecuencias que las deudas energéticas implican en nuestros edificios. 2. Sistemas de corriente directa y consumidores Como ya hemos visto, cualquiera de las fuentes de energía renova- ble a pequeña escala, entre las que se incluyen las células de com- Información correlativa térmica y del uso de tierras para Atlanta según las mediciones del satélite Landsat 6 bustibles y los paneles fotovoltaicos, generan corriente directa; conectarlas a la red de corriente alterna produce una pérdida energética de hasta un 25 %. Aun así, todos los equipos digitales funcionan con corriente directa. Además, el mayor crecimiento de la tecnología de iluminación se está produciendo en el campo de los diodos emisores, que también funcionan con corriente directa. La conversión de corriente alterna en corriente directa puede suponer otro 10 % de pérdidas. En consecuencia, no solo se produ- ce una importante pérdida de energía al reconfigurar los equipos digitales para que funcionen con una infraestructura eléctrica estándar de un edificio, sino que la ineficacia adicional de la reconversión eleva la cantidad de calor interno, ya de por sí alta, que el equipo eléctrico genera. Y esto, a su vez, implica otras con- secuencias, como que la electrónica de semiconductores pierda eficiencia al subir la temperatura ambiente. Como resultado, se crea un círculo vicioso en el que se libera aún más calor residual al Radiación térmica media a lo largo de la costa este de Estados Unidos según las predicciones del Land Information System de la NASA para el 11 de junio de 2011 7Sub, supra e infraestructuras energéticas PRODUCIR entorno, es decir, se reduce aún más la eficiencia y aumentan las cargas de climatización. A medida que construimos y expandimos las infraestructuras, los sistemas eléctricos separados nos permi- tirían adaptar mejor la producción al uso de la energía. Los siste- mas distribuidos permitirían una corriente alterna autónoma y sistemas de abastecimiento de corriente directa no solo mucho más eficientes, gracias a una mayor compatibilidad exérgica, sino también más fiables debido a su menor escala. 3. Escalado óptimo de los sistemas energéticos Las escalas espaciales para los distintos sistemas de suministro eléctrico determinan sus eficiencias operativas. Como regla general, cuanto mayor sea la calidad de la energía, más eficiente será para concentrar (centralizar) su producción y eliminar pasos repetidos, cada uno de los cuales libera un excedente de calor. La corriente eléctrica alterna, la energía de mayor calidad, se distribuye más eficazmente desde grandes instalaciones que desde instalaciones pequeñas. A medida que las tecnologías mejoran, vemos cómo empieza a reducirse la escala óptima de un nuevo sistema, aunque siga manteniéndose a la escala regional. La corriente eléctrica directa producida por células de combusti- bles o paneles fotovoltaicos –y no desde la corriente alterna– se optimiza solo a escalas muy pequeñas. Aun así, ambos sistemas operan a escalas que no guardan relación con la de un edificio, incluso en los casos donde los equipos generadores puedan ubi- carse dentro del solar de un edificio o un grupo de edificios. A diferencia de los sistemas eléctricos que no requieren guar- dar relación con el lugar, la energía geotérmica y la energía tér- mica solar de baja temperatura sí que guardan relación con él. Sin embargo, existen lugares que vienen determinados por pro- cesos naturales que no siempre coinciden con los de una propie- dad. La geotermia de baja temperatura tampoco es un recurso infinito, y debe utilizarse cuidadosamente en lo que se refiere a sus índices de reabastecimiento y su impacto en las estructuras subterráneas. La energía térmica solar es la única fuente que se encuentra dentro de los límites de un edificio; aunque su efecti- vidad, eficiencia y rentabilidad pueden mejorarse ligeramente agrupando los sistemas de captación y compartiendo las bom- bas y el almacenaje, todavía es un modo de suministro optimiza- ble fácilmente a escala de la mayor parte de proyectos edilicios. Lo más cercano hoy a una solución ideal es utilizar suministros de baja intensidad para el abastecimiento de una necesidad de la misma intensidad, sobre todo para el agua caliente sanitaria. Este también es un tipo de sistema que tiene implicaciones directas para los procesos de proyecto. 4. Disipación de calor Dado que las cargas eléctricas y lumínicas han pasado a ser las mayores ganancias internas de calor en los edificios, debemos 8 reconsiderar los métodos adecuados para disipar este exceso de calor. Los sistemas convencionales de climatización dependen de la absorción entálpica del aire en circulación para disipar el calor, diluyendo y distribuyendo las ganancias caloríficas por todo el edificio. En lugar de pensar en el edificio como un volu- men homogéneo que libera calor al entorno en invierno y lo gana en verano, deberíamos imaginarlo como un ensamblaje de fuen- tes y de disipadores de calor. Las fuentes de calor abundan en los edificios: equipos eléctricos (luminarias incluidas), cuerpos humanos, procesos de combustión en cocinas o calefacciones, el uso del agua caliente, la energía solar transmitida por las super- ficies transparentes y las masas térmicas que absorben el calor de diversas fuentes. Los disipadores de calor son menos preva- lentes, pero incluyen superficies exteriores más frías en contacto con el edificio, como el agua, el cielo o el terreno. Los edificios tampoco cuentan con disipadores naturales de calor, de modo que el aire y el agua fríos se convierten en nuestros disipadores por defecto, aunque generalmente ello conlleve pérdidas energé- ticas al exigir una reconversión de la electricidad de alta intensi- dad en calor de baja. Puesto que las fuentes de calor abundan y son relativamente pequeñas, los disipadores pasan a ser elementos con implicacio- nes a nivel arquitectónico. Las claves para el diseño de un disi- pador térmico radican en la superficie que este expone y en su altura respecto a la fuente. Para que el calor se disipe rápida- mente de una fuente térmicamente sensible, debe colocarse el disipador por encima de esta. Sin embargo, esto va contra los sistemas clásicos de climatización, que por lo general ubicarían el disipador en el techo, algo idóneo para moderar el perfil de las Diagrama de flujos que da cuenta de todos los combustibles empleados en la producción de energía. A diferencia de tantos otros diagramas que prorratean el consumo para justificar las pérdidas del sistema, este muestra las enormes pérdidas en la producción de la electricidad, cuyo mayor consumo se produce en los edificios 9Sub, supra e infraestructuras energéticas PRODUCIR temperaturas alrededor de lasfuentes a costa de elevarlo en las zonas ocupadas, de modo que requiere una climatización adicio- nal. Esto contradice también la noción tradicional que tenemos de la energía solar pasiva que se sirve de una masa térmica como fuente (como en un muro Trombe). Las grandes masas térmicas son muy eficaces como disipadores, pero difíciles de administrar como fuentes. Una vez entendida la relación entre fuentes y disi- padores, podemos reconsiderar su posición en el edificio para minimizar su impacto y maximizar su utilidad. 5. Consumo separado La separación de los sistemas de producción puede llevar a la separación del consumo dentro del edificio. Los sistemas de calefacción, ventilación, climatización e iluminación son aplica- bles al edificio y la necesidad primaria de calor no tiene que ver con el edificio en sí, sino con el cuerpo humano. El cuerpo siem- Edificios abastecidos por el sistema de distribución de agua fría de la Harvard University, que hacen patente que la frontera operativa de un sistema de barrio viene determinada por sus eficiencias funcionales más que por su partición geométrica University Planning Office March 2009 District Chilled Water Systems 135 210 2 4 New College Theatre Park Garage Soldiers Field QUADRANGLE RADCLIFFE BRI Biological Labs QUINCY HOUSE New Quincy (Old Quincy) Mather Hall HARVARD BUSINESS SCHOOL OEB Green House 38 Oxford Hilles Theological Library Andover-Harvard LISE South Knafel 59 11 Gym CGIS CGIS Zero Arrow Garage Oxford Street Gate 6 Washburn Burnham 1 Rubenstein School 16 Johnston Gate 153 Riverside Press Park ALLSTON LANDING NORTH N S W E Warren 18 46 46 46 l e s R i v e r a C h r 14 OF GR. SCHOOL DRIVE BEACON STREETO XF O RD ST M AS SA CH U SE TT S AV EN U E CAMBRIDGE STREET BROADWAY KIRKL AND S TREET MOUNT AUBURN PU TN AM A V E MEMORIAL RIVE R ST REE T WESTERN AVE NUE NORT WESTERN AV E SOLDIERS FIELD RD NO RT H HA RV AR D ST MOUNT AUBURN ST GARDEN ST BRATTLE ST CONCORD AVE LIN NA EAN ST GARDEN ST Annenberg Hall O'Donnell Field Ohiri Field 288 90 Seattle Street 84 28 1607-1615 157 Hoyt Field 9 25 224 168 114-124 125 Bunting Quadrangle 113 34 36 38 40 Astrophysics Center for Entry Baldwin School Jordan South Class of Pavilion 1414 1 44R 5 25 104 Sacramento Field One Western Ave. 124 125 Dudley House Bauer Lab 60 Oxford Hawes 23-25 MEMORIAL DRIVE SO LD IERS FIELD RO AD MASSACHUSETTS AVENUE JO HN F. KE NN ED Y ST RE ET HARVARD STREET O XFO RD STREET M AS SA CH U SE TT S Comstock Moors Cronkhite Barnard Briggs Hall 140-142 CURRIER HOUSE PFORZHEIMER HOUSE CABOT HOUSE Episcopal Divinity School St. John's Chapel Episcopal Shad Blodgett Cotting Newell 155 Hill Memorial Baptist Church 219 175 Charlesview Apartments Beren Tennis Center 141 Charles River Reservation Boat House Bright Hockey Center Palmer Dixon Courts Murr Center Pool Dillon Field House & Tennis Facility Gordon Indoor Track Briggs Cage SOLDIERS FIELD ATHLETIC AREA McCurdy Track Stadium Harvard Jordan Field Longfellow National Historic Site Longfellow Park Friends Meeting House St. Peter's R.C. Church Bingham Gilbert Botanic Gardens 21 DanielsAthletic Center Quadrangle Tuchman Faculty Row Kittredge Holmes D Observatory E B Perkin Lab A C HOUSE 17 Entrance South Guest Suites Doubletree McCulloch Dean's House Greenhill Chase 1959 Chapel Central Receiving Cumnock Burden Dillon Ludcke Morris Loeb Hamilton Gallatin Mellon Wilder Glass Boat House Weld McArthur Soldiers Field Park Baker Hall McCollum Morgan Rock Center Aldrich Kresge King School Martin Luther 381- Garage Corporal Burns Playground 41-43 8 12-12.5 6.5 CSX Easement Genzyme Baker Library PEABODY TERRACE MATHER HOUSE DUNSTER HOUSE Leverett Towers Science DIVINITY SCHOOL ADAMS HOUSE HARVARD YARD Apthorp Studios Thayer Perkins Music Building Russell Wigglesworth Harvard Lampoon HarvardLoeb Drama Center Smith Hicks Advocate Coop Annex Brattle Square Littauer 79 Taubman Belfer U.S. Post Office University Green Brattle Square One Brattle House Brattle Theatre 132 126 53A 53 University Health Services Standish 60 17-19 Bryan 69 78 Harvard Square Harvard Sq. The Garage Harvard Square Theatre Coop First Church Unitarian Info Ctr.30 Presidents' Graves 32-42 26-28 5-7 1306 KENNEDY SCHOOL HARVARD 51 4-12 14 Court90 53 71-77 41 65-67 52-54 101-103 65 65R 74 WINTHROP HOUSE Randolph Lehman Straus 1430 Wadsworth Grays Weld Manter 8 Apley Art Matthews OLD YARD Cambridge Common Church of Christ, Scientist Christ Church Episcopal Congregational First Church Sheraton-Commander Hotel EDUCATION Radcliffe Yard Buckingham Putnam 83 Alumnae Nichols Read Longy School of Music 20 Dawes Island Harvard-Epworth United Methodist Church Story Westengard Radcliffe Schlesinger Greenleaf Agassiz Fay University Police 29 Hastings Lyman Austin Gannett Hemenway Gym Mower Lionel Holden Phillips Stoughton Hollis Brooks Holworthy Jefferson Littauer Paine LAW SCHOOL Commons Harkness Baker Hall Hauser Dworkin Hall Cruft Holmes Shaw Maxwell Richards Dane Ames Child Griswold Pierce Sullivan Square St. Paul's R.C. Church Crimson Hurlbut Baptist Church 33-351-2 4-6 3 9 8A Pusey Library Library Library Barker Ctr. 8 17Quincy 7 16 18 15 17 19 Cambridge Public Library Rindge & Latin School Pennypacker Broadway Garage 22 18 8-10 Westmorly 2 4-6 Loeb House Dana Palmer Emerson Morton 8 Prince 9-13A Faculty Club Carpenter Ctr. 85-95 20-20A 472-474 22-24 Robinson Houghton Lamont Sever Greenough Werner Otto Fogg Art Museum Busch-Reisinger Doebele House Cambridge Fire HQ Church of New Jerusalem 27 Busch 9 Andover Hall 5 7 Vanserg Shannon 1727 3 Converse Sparks Canaday Lowell Mallinckrodt Conant Lab GR. SCHOOL OF DESIGN 1746 34 Memorial Hall Loker Commons Sanders Theatre McKay Sackler Fairchild Biochem. Link Naito Conant Hall Yenching Library 2 Museum Semitic Lab Farlow Lippmann Haskins 13 7 11 Court Kirkland 17 38 61 Maria L. Lesley University 103 107 Graham and Parks 10 12 14-16 20 18-18A 23 27 5A 1705 53 Bertram Eliot Jordan North Wolbach Whitman Cabot Hall Terry Terrace Rockefeller Study of World Religions Palfrey American Academ Arts & Science56 Jewett Engineering Beckwith Circle Widener University Science Center Gutman HOUSE KIRKLAND Galeria Extension School J.F.K. Park Charles Square HOUSE ELIOT University Place Charles Hotel Harvard Square Hotel Malkin Athletic Center Claverly Rosovsky Hall HSA Lutheran Church LEVERETT HOUSE LOWELL Massachusetts Holyoke Center Gore 11 Riverview McKinlock Byerly Longfellow Larsen Areeda Lewis Pound Langdell Memorial Church DeWolfe St. Housing Tercentenary Theatre Inn at Harvard The Library Tozzer Library Divinity Hall University Herbaria Hoffman Lab Gund Peabody Museum Comparative Museum of MCZ Lab Zoology Boylston William James North Hall Church of Jesus Christ of Latter-Day Saints Cambridge Old Cambridge House 1033 Spangler Center Allston Branch Library Connell Bloomberg Wyss Northwest Science Gate 20 Gate 14 Sherrill 11 9 5 3 695 7 37 47 Harvard Museum of Natural History 182 1637 10 28 30 387 383 University Museum 134 3 NW Corner Building 204 Theatre ENGINEERING AND APPLIED SCIENCES SCHOOL OF 24-26 50 Station Harvard Allston RADCLIFFE INSTITUTE Riverside City Park Harvard Dance Center 30 0-2 Science Complex 15 0 770 1.540385 Pies Leyenda: Suministrada por plantas UOS Suministrada por la planta HBS Edificios de Harvard (sobre el nivel del suelo) Edificios subterráneos 10 pre genera calor y siempre debe ser capaz de disiparlo al entor- no. Si ladisipación de calor no coincide con la generación de calor del cuerpo, entonces la temperatura aumenta (cuando la disipación es demasiado lenta) o disminuye (cuando la disipa- ción es demasiado rápida). El objetivo de los sistemas construc- tivos medioambientales –mecánicos (calefacción, ventilación y climatización) o pasivos (de ventilación natural)– es proporcio- nar un gran disipador de calor homogéneo que mantenga el cuer- po en condiciones térmicas constantes, para que los altibajos en la disipación de calor del cuerpo se mantengan en un rango que pueda mitigarse con cambios fluctuantes en la temperatura de la superficie de la piel. Dicho de otro modo, los métodos actuales de diseño medioambiental subordinan el cuerpo al edificio, cuando debería hacerse lo contrario. El intercambio de calor del cuerpo se produce en una capa de no más de un centímetro de grosor de la superficie de la piel. Nuestro verdadero interés se centra en esa franja fina, pues es ahí donde puede controlarse el ritmo de transferencia de calor. Las condiciones del edificio son intrascendentes fuera de ese centímetro, y hay muchas formas de actuar directamente en esa zona, aunque la creencia de que hay que calentar y enfriar todo el edificio nos impide decidirnos por pequeñas acciones y nos hace recurrir a aparatosos sistemas de alto consumo energético. Como subgrupo del calor, la iluminación opera a menor escala de transferencia de calor, la del submicrón; a pesar de ello, los sis- temas de iluminación siguen diseñándose a escala del edificio. Cambiamos la orientación de un edificio para aprovechar mejor la luz natural, pero somos incapaces de lograr el mismo efecto con la reorientación micrónica de un material. Un cambio míni- mo y casi imperceptible en su textura puede generar un gran efecto en la recepción y el direccionamiento de la luz natural. Estas cinco fronteras “funcionales” van desde la infraestruc- tura a escala regional hasta los receptores neurológicos de cada cerebro, pero las cinco parten de la separación de los sistemas de las geometrías a escala del edificio. No obstante, precisamente al separarlos y volverlos a trazar, nos aproximamos a una genera- ción y a un consumo de energía en su nivel más eficaz. Las tecno- logías constructivas tradicionales no han cambiado mucho des- de el siglo xix y fue para dichos sistemas para los que se creó una infraestructura eléctrica en primer lugar. La rápida evolución en las tecnologías del resto de las industrias, salvo en la automo- triz, no ha afectado al entorno construido, y una de sus razones principales es nuestro prejuicio de que el edificio, y no la suma de consumidores y sistemas, sea la unidad adecuada para eva- luar el rendimiento. Otra de las razones es la creencia de que los sistemas de un edificio deben integrarse por completo. Al desa- fiar ambos prejuicios, tenemos la oportunidad de reducir mucho nuestro consumo de energía. 11Sub, supra e infraestructuras energéticas Simulación del parque undimotriz del estudio Pelamis Wave Power Ltd. (Edimburgo), que muestra el sistema de aprovechamiento de la energía generada por las mareas. PRODUCIR Parque undimotriz Pelamis Wave Power Ltd. 12 13 PRODUCIR Showroom para CR Land Guanganmen Green Technology Vector Architects Este proyecto para un showroom temporal (que se utilizará durante tres años) en Pekín está situado dentro de un proyecto residencial. La idea consiste en desarrollar una noción significativa de lo “temporal” al proyectar un edificio que pueda construirse, demolerse y reciclarse fácilmente y con el menor impacto posible. La estructura principal es de acero, de modo que los elemen- tos estructurales puedan reutilizarse después de desmontar el edificio. La fabricación de estos elementos puede producirse simultáneamente a la excavación del solar, reduciendo así los tiempos de construcción. El edificio se eleva para reducir enormemente los trabajos de exca- vación y cimentación, y para facilitar su demolición y la recuperación del sitio. Un sistema de paneles verticales cubiertos de hierba recubre el edifi- cio para reducir las pérdidas y ganancias de calor y mejorar la efi- ciencia térmica general. Los paneles de hierba también reducen la esco- rrentía de las tormentas. A pesar de haberse eliminado el césped central para hacer espacio para el edificio, se ha triplicado la superficie planta- da al hacerse uso de paneles de cés- ped en la cubierta y en las dos fachadas longitudinales. Después de demoler el edificio se prevé reubicar los paneles de hierba en la valla del complejo residencial. 14 15 PRODUCIR Aux fermes, citoyens! Dorothée Imbert Una vez más, la comida se ha vuelto un asunto claramente políti- co. El huerto orgánico de la familia Obama en la Casa Blanca mar- ca el retorno simbólico a la forma típica del alarde paisajístico de Estados Unidos, el prado delante de la casa, para la produc- ción de alimentos. Y este es solo uno de entre los diversos acon- tecimientos mediáticos que tienen que ver con la salud alimenta- ria y la vegetación de Estados Unidos. El vínculo entre alimento y responsabilidad medioambiental ha pasado a ocupar un pri- mer plano en el pensamiento académico y popular. Escritores, políticos y chefs fomentan la “revolución sabrosa”, donde “la comida de verdad”, la slow food y la comida de proximidad redu- cirán nuestras huellas de carbono y nuestros michelines. Rela- cionado con este interés por la comida aparece el interés renova- do por la agricultura urbana. Redescubierta como un equivalente ligero y de bajo coste de una arquitectura sostenible de lujo y técnicamente centrada, la agricultura urbana es una ideología vagamente definida con una larga historia. La hibridación de la segunda naturaleza (la agricultura) y la tercera (el jardín) ha tenido un impacto perdurable en el imagi- nario del paisajismo, que va desde la ferme ornée rural, o granja ornamentada en la que los prados se utilizaban como pasto para ovejas y sembrar maíz, hasta el jardín urbano.1 En el Versalles de Luis XIV, el arte de comer era un tema importante. El rey no solo se ocupaba de cultivar la estética del poder, sino también del prestigio de su cocina. Para proporcionar un abastecimiento continuo de productos refinados, Jean-Baptiste La Quintinie creó el potager du roi (huerto del rey), un jardín ornamental de nueve hectáreas con parterres donde se cultivaban hortalizas en huertos cercados.2 Los muros de protección, los frutales en espaldera y los invernaderos satisfacían el apetito real de higos, guisantes, fresas y espárragos, incluso fuera de temporada. Actualmente pueden detectarse dos tendencias principales en el avance de la agricultura sostenible y la vida sana en Estados Unidos: una que viene desde arriba y otra desde abajo. La prime- ra es el tan publicitado reclamo por la reforma de la producción alimentaria, que tiene como portavoces a figuras como Alice Waters y Michael Pollan, y que no ha pasado desapercibido al mundo de los negocios. El mensaje encuentra sus raíces en la memoria colectiva nostálgica de ideales agrarios de Thomas Jefferson y en el mito de la vieja Europa, sobre todo Francia e Italia. La autosuficiencia y la autosatisfacción van de la mano: si 16 no cultivamos nuestros cardos y hacemos compost de nuestras cáscaras, al menos cojamos nuestra canasta de mimbre para ir al mercado local a comprar productos frescos a campesinos son- rientes. En el otro extremo del espectro social se encuentran los numerosos movimientos de base –como Growing Power en Milwaukee, Urban Farming en Detroit y City Farm en Chicago– que, al reclamar solares abandonados y patios traserosinfrauti- lizados, intentan transformarlos en experiencias urbanas y ali- menticias. Sus objetivos van desde el empleo de la población inmigrante y del cinturón de pobreza, a la educación infantil y acabar con el hambre en el planeta. Estas organizaciones utili- zan métodos de cultivo de baja tecnología, adecuados a las con- diciones urbanas actuales y que tienen su paralelismo en la agri- cultura de subsistencia de América Latina, Asia y África. La autosuficiencia es un impulso típico de tiempos inciertos; así surgieron los huertos de autoconsumo durante las dos gue- rras mundiales y se volvieron nuevamente populares a princi- pios de la década de 1970. Ese mismo deseo también evoca las políticas medioambientales de contracultura del Whole Earth Catalog, un compendio de “herramientas” para ayudar a que la gente viva y dé forma a un entorno “fuera del sistema”, lejos del alcance de los gobiernos y los grandes negocios. Estas herra- mientas iban desde libros de jardinería orgánica hasta el mapa Dymaxion de Richard Buckminster Fuller, que “hacía lo máximo con lo mínimo”. El Whole Earth Catalog también reflejaba un deseo de alejar al medioambientalismo de lo silvestre y del Sie- rra Club para adoptar una visión más amplia de la naturaleza que pudiera conciliarse con la modernidad y la tecnología. La “tecnología adecuada” de finales de la década de 1960 intentaba mejorar las condiciones de vida de los países menos desarrolla- dos evitando los daños al medio ambiente causados por la indus- trialización. Los métodos y objetivos de la agricultura urbana actual encajan con esta descripción de una tecnología adecuada: “Bajo coste de inversión, simplicidad organizativa, alta adapta- bilidad a entornos sociales o culturales específicos, uso modera- do de recursos naturales y un alto potencial para generar empleo”.3 Lo que es importante observar en nuestra búsqueda La primera dama, Michelle Obama, y el horticultor de la Casa Blanca, Dale Haney, trabajan junto a estudiantes de la escuela Bancroft de Washington para arar un huerto en la Casa Blanca, 20 de marzo de 2009. Peral en espaldera del huerto del rey, Versalles 17 PRODUCIR Nuevo huerto de la reina de Inglaterra en el palacio de Buckingham, Londres, Reino Unido. Sunday Times, Londres, 14 de junio de 2009 18 contemporánea de la autosuficiencia y de una dieta mejor parece encontrarse tanto fuera como dentro del sistema. A primera vista, la agricultura urbana presenta una paradoja: las ciudades son urbanas y la agricultura es rural. En el escenario simplista de ciudad contra campo, el desarrollo ha echado fuera a la granja y, con ella, la conexión que tenían los urbanitas con las estaciones y la tierra. Ante esta situación, los alimentos de las ciu- dades se traen desde lejos y con un gran coste energético (trasla- dar una lechuga desde California hasta Nueva York consume 36 veces más calorías de las que tiene la propia lechuga). A los niños que viven en las ciudades hay que enseñarles que la leche viene de las vacas, salvo que vivan en el Upper East Side de Manhattan, donde pueden aprender cómo hacer mozzarella de búfala de la mano de un artisan fromager. No obstante, existen nuevos tipos de intercambio entre la ciudad y el campo, y el collage de usos de la tierra que puede apreciarse hoy en zonas urbanizadas de Euro- pa permite una infraestructura agrícola multifuncional como, por ejemplo, las operaciones agrícolas de los límites de París, donde se mezclan el ocio y el cultivo de cereales. Otras granjas han pasado a ser lugares productivos en zonas suburbanas y abastecen a sus vecinos inmediatos; otras son de naturaleza más temporal y se arriendan a emigrantes, como en el caso del proyecto New Farmer Development de Nueva York. A la inversa, la agricultura intensiva de pequeños terrenos ha pasado a ser un transformador o coloni- zador viable de las parcelas urbanas vacías. El cultivo de solares abandonados o infrautilizados ofrece muchos beneficios ecológi- cos, económicos, sociales y para la salud. Como herederos tanto de tradiciones agrícolas urbanas como rurales, los arquitectos del paisaje están especialmente prepara- dos para articular una visión especial de la agricultura urbana y reavivar la estética de la tercera naturaleza y adaptarla a la segunda naturaleza urbana. Aunque serán pocos quienes argu- menten en contra del valor que la agricultura urbana tiene para los fundamentos morales, quisiera explorar el papel que desem- peña la arquitectura del paisaje en ayudar a proporcionar una dirección a la agricultura urbana como estrategia de proyecto. Los siguientes ejemplos están organizados en torno a temas como el paliativo, la recuperación y la proyección y, aun no sien- do exhaustivos, sí intentan identificar tendencias históricas o contemporáneas en la integración de la arquitectura del paisaje, el urbanismo y la agricultura. Paliativo Durante la primera mitad del siglo xx se presentaba a menudo el jardín, y en especial su parcelación, como un antídoto contra la urbanización, además de como un elemento que ayudaba a la estabilidad moral y económica de la sociedad moderna. El pai- sajista alemán Leberecht Migge, quien colaboró con Ernst May, Adolf Loos y Martin Wagner, fue un prolífico activista del jardín 19Aux fermes, citoyens! PRODUCIR C. Th. Sørensen, huertos de alquiler, Nærum, cerca de Copenhague, Dinamarca, 1948. Una codificación estricta rige el mantenimiento de los setos 20 productivo como una componente integral en la planificación de las Siedlungen. En sus polémicas de 1918 y 1919 abogó por una autosuficiencia generalizada y lanzó su “manifiesto verde”. Migge defendía la producción individual de alimentos como herramienta para la reforma agraria y en contra de la superpo- blación urbana.4 La plantación era el único antídoto posible a lo que él entendía como una ciudad contemporánea despilfarrado- ra con hectáreas de calles y viviendas en barbecho. A diferencia de la ciudad caótica y debilitante, el jardín pro- ductivo se organizaba racionalmente según las necesidades de la familia, sacando el mayor provecho de su cosecha mediante el uso de dimensiones estándar y el control del clima. Los cultivos intensivos, como los tomates y otras verduras, que requerían menos espacio y mayor atención, se plantaban cerca de la casa, mientras que los vecinos compartían las instalaciones de com- postaje, el estanque y un prado. Los frutales crecían en espalde- ras a lo largo de los muros y, de ser necesario, de noche se prote- gían con pantallas. El deseo de Migge de conexión, tanto física como simbólica, con la tierra fue una preocupación constante para los paisajistas del siglo xx. En Dinamarca, las parcelas de jardines formaron par- te del sistema de espacios abiertos y fueron pensadas como estructuras paisajísticas permanentes. Para C. Th. Sørensen, dichos jardines ofrecían una cura para los habitantes de los edifi- cios de apartamentos modernos que habían roto sus vínculos con la tierra. En Nærum, a las afueras de Copenhague, dispuso una serie de jardines ovalados a lo largo de una ladera, donde cada óvalo estaba cercado por un seto. Como Migge, Sørensen confiaba en el trabajo individual para el interés del grupo, y en formas y en dimensionamientos estándar, aunque el efecto espacial de los óvalos de Nærum no podría ser más distinto. Las formas sensua- les y la composición dinámica contrastaban con el orden ortogo- nal de las ciudades y de la parcelación típica de los jardines. Leberecht Migge, unidad de jardín productivo autosuficiente según el tamaño de la familia, 1919 21Aux fermes, citoyens! PRODUCIR Sørensen estableció siete páginas de directrices, sobre todo en lo que se refería a los setos, que podrían ser de espino blanco, esca- ramujo, manzana silvestre o lilas; podados o no,debían ser lo suficientemente altos como para garantizar la privacidad. Dentro de los respectivos óvalos, los jardineros podían hacer lo que qui- sieran, cultivar verduras o grosellas. Como los óvalos estaban situados en una ladera, a menudo los setos se superponían o parecían formar una curva continua, donde los espacios interme- dios hacían las veces de amortiguador y zona de juegos. Recuperación Las prácticas agrícolas, ya sean cultivos o árboles, ofrecen posi- bilidades para hacer a las ciudades sostenibles desde la perspec- tiva de la recuperación, convirtiendo solares abandonados o des- cuidados en lugares para la inversión pública. La idea de una recuperación puntual capaz de transformar la experiencia de la ciudad queda perfectamente ejemplificada en los parques de jue- go del Ámsterdam de la posguerra que Aldo van Eyck diseñó para el Departamento de Urbanismo, liderado por Cornelis van Eesteren. Los cientos de parques de juego pensados para cada lugar y ensamblados mediante una serie finita de elementos estándar repararon el tejido de la ciudad tanto desde el punto de vista moral como físico, al tiempo que proporcionaron una alter- nativa al modelo de urbanismo “de arriba abajo” de los CIAM, Corredor agrícola bajo líneas de alta tensión, Cantinho do Céu, São Paulo, Brasil, jardines comunitarios en Providence, Rhode Island, Estados Unidos 22 con pequeños lugares intersticiales que responden a condiciones locales y modifican el conjunto. La agricultura urbana puede aprender mucho de esto: trabajando con escalas y medios modes- tos, variedad en las permutaciones, sensibilidad hacia la activi- dad humana, una aproximación sistemática y capacidad para diseñar mejorando las condiciones de vida. No se trataba, pues, de un proceso de planeamiento “de abajo arriba”, sino de un pro- ceso iterativo que transformó los lugares de mosaicos de vacíos a mosaicos de lugares, donde las diminutas partes separadas formaban una nueva red social dentro de la ciudad. La práctica contemporánea del paisajismo examina constan- temente el concepto de naturaleza urbana. Aunque los lugares puedan ser tóxicos, estar abandonados o comprometidos de alguna manera, el conflicto entre la vegetación y los terrenos urbanos es permanente. Aunque diversos proyectistas hayan explorado el potencial de cultivar alimentos en la densidad urba- na de las granjas verticales, donde la hidroponía forma parte integral de la estructura de los edificios, otros han buscado pre- cedentes de baja tecnología para establecer sistemas paisajísti- cos productivos. De este modo, la estrategia gradual de “paisajes urbanos productivos continuos” –una red de espacios abiertos que conecta los jardines interiores a la ciudad con los parques existentes y la periferia– se construye a partir del estudio de caso de la agricultura urbana en Cuba,5 donde la escasez que siguió a la caída de la Unión Soviética condujo a un reajuste de los sistemas agrícolas estatales mediante el cultivo orgánico y semiprivado de las tierras baldías urbanas y periurbanas. Este modelo, aplaudido por ser sostenible, es factible desde un punto de vista económico y redentor desde un punto de vista social. Su consumo de energía es mínimo y presenta numerosas ventajas, sobre todo en lo que se refiere a su reutilización adaptativa. A menudo la agricultura urbana implica un acto desafiante, bien esté agenciándose de una calle o un corredor ferroviario, o apropiándose de tierras ajenas, como sucedía con el movimiento de “jardinería de guerrilla”.6 Abundan los ejemplos de paisajes ornamentales reapropiados para otros fines, sobre todo cuando se encuentran relacionados la salvaguarda del hogar y del país. En el París de 1940, los parterres de los Jardines de Luxemburgo frente al Senado francés se vaciaron para sembrar comida, y las ovejas pastaron en los prados de la Casa Blanca mucho antes de la reciente siembra de arúgula. Proyección Existe un enorme potencial en considerar la agricultura urbana como un medio para estructurar el desarrollo. En varios de sus proyectos, el paisajista francés Michel Desvigne ha abogado a favor de una infraestructura paisajística anterior a la arquitectu- ra. Desvigne defiende algo que podría llamarse “ecología proyec- tiva” (en contraposición a la proteccionista), donde el paisaje no Schweingruber Zulauf, receptáculos colonizadores autosostenibles, Zug, Suiza, 1999 23Aux fermes, citoyens! PRODUCIR Michel Desvigne y Jean Nouvel, proyecto Lisières, París, Francia, 2009 Michel Desvigne, jardines agrícolas (primera fase), Île Seguin, Boulogne- sur-Seine, Francia, 2009 Michel Desvigne y Jean Nouvel, proyecto Lisières, París, Francia, 2009. Detalle de una franja con invernaderos, huertos de alquiler, setos y hortalizas Michel Desvigne, jardines agrícolas (primera fase), Île Seguin, Boulogne- sur-Seine, Francia, 2009 24 25Aux fermes, citoyens! PRODUCIR solo desempeñe un papel ecológico en lo que se refiere a la ges- tión del agua o la biodiversidad, sino que cree un marco espacial para el futuro desarrollo urbano. En la ribera derecha de Bur- deos, plantar árboles en aparcamientos abandonados y espacios sobrantes permite recuperar la superficie industrial, que cada vez va a menos. Desvigne insiste en que su acción no es un plan general, sino un sistema espacial de sólidos con vegetación y vacíos para la circulación que anticipan la urbanización que se producirá en las siguientes siete décadas. Este paisaje en franjas se convierte en el generador del proceso de construcción, más que en su producto derivado. Otros proyectos desarrollados en Nueva York y París evocan paisajes híbridos de producción y ocio. Las prácticas agrícolas en la Governors Island ofrecen un modelo para la gestión de suelo y una estrategia para el desarrollo por fases. De modo similar, la recuperación de Île Seguin –el lugar que antiguamente ocupaba una fábrica de Renault– presenta un diagrama de figura y fondo sin edificios, donde los jardines, cam- pos de cultivo y parcelas conforman una primera capa de sólidos previa a la plantación de árboles y la arquitectura. En cierto sen- tido, la agricultura es un tropo tanto para la memoria como para la eficiencia. La disposición racional, los resultados rápidos, la mejora del suelo, el compostaje y la gestión del agua interpelan a una naturaleza urbana sostenible completamente artificial, pero aun así capaz de desencadenar una conexión con los alimentos, la tierra y el paisaje rural. A una escala regional, esta postura doble se explora aún con mayor profundidad en la propuesta de 2009 preparada por Jean Nouvel para el Gran París.7 En respuesta a la llamada que Nicolas Sarkozy hiciera de visiones ecológicas y de transporte para la ciudad, Desvigne y el equipo de Nouvel inge- niaron una codificación urbanoagrícola para la lisière (término que describe el borde de un bosque o una unión) de la periferia. El encuentro entre París y la zona agrícola circundante pasa a ser una costura de 800 km de longitud y de anchura variable, en la que los restos de un paisaje agrícola hace tiempo desaparecido articulan un nuevo tipo de sistema productivo de espacios abier- tos. Vuelven a aparecer los setos, las acequias, los matorrales y los caminos dentro de una infraestructura de invernaderos, par- celas de jardines, reciclaje, producción de energía, compostaje y campos deportivos. Aunque está estrictamente codificada, esta franja no apela a la protección o la nostalgia, sino al intercambio y la experimentación como medios para hacer que el paisaje sea accesible a todo tipo de usuarios. En este escenario, la indetermi- nación planificada confina la suburbanización de la campiña y permite que la agricultura vuelva a entrar en la ciudad. Con un último ejemplo cambiaré un poco de discurso, para sugerir cómo una aproximación proyectivaa la agricultura urba- na puede ayudar a dar forma al desarrollo. El campus Allston de la Harvard University presenta un conjunto único de condiciones ecológicas, sociales y espaciales sobre las que poder ensayar Dorothée Imbert y Scheri Fultineer (con Megumi Aihara, Tzufen Liao y Takuma Ono), cinco buenas razones para tener granjas en el campus de Allston, Harvard University, Cambridge (Massachusetts), Estados Unidos, 2007 26 ideas de agricultura urbana.8 La interconexión entre un paisaje productivo didáctico y los espacios urbanos ayudaría a demos- trar el compromiso de la universidad con el desarrollo ecológica- mente consciente, al tiempo que contribuiría a impulsar el urba- nismo y el paisajismo en una nueva dirección. El cultivo de alimentos en un entorno urbano tiene algo de preciosamente rea- lista e incongruente. Si llegamos a considerarlo un paisaje que funciona dentro del campus, esto llevaría a la idea de agricultura urbana más allá de lo cosmético, lo técnico o lo nostálgico, y nos invitaría a reflexionar sobre el papel que desempeña el paisaje en el proceso de planificación (cosa nada inverosímil, dada la actual crisis económica y el parón de la implementación del campus). Si puede considerarse la comida como una medida de poder, podría servir también como decodificador de jerarquías académi- cas. Aunque queden pocos, los profesores todavía ejercen actual- mente su derecho al pastoreo en los prados de la Harvard Univer- sity, y bien podrían ganarse un “bonus productivo”, cortesía de las granjas del campus Allston. Uno podría imaginarse una ver- sión actualizada del “huerto del rey” de Luis XIV, algo así como el “huerto de los presidentes” del campus de Allston. Los invernade- ros proporcionarían suculentos tomates en invierno a los gana- dores del Nobel; al llegar la primavera, los profesores de mayor edad recibirían mizuna tierna y espárragos blancos y, en otoño, una canasta de manzanas Roxbury Russet, la primera manzana cultivada en Estados Unidos y típicas de la zona desde mediados del siglo xvii. Y tras dar la vuelta al compost y controlar las pobla- ciones de gusanos, los profesores jóvenes podrían disfrutar de un refrescante té orgánico, cortesía del herbario medicinal. Cuarta razón para tener granjas en el campus de Allston: reciclar. Perspectiva de Tzufen Liao, 2007 1 Para una definición de la ferme ornée del siglo xviii: Switzer, Stephen, Ichnogra- phia Rustica or the Nobleman, Gentleman, and Gardener’s Recreation, Londres, 1a ed. 1718; 2a ed. revisada 1742, vol. 1, pág. xvii; vol. III, pág. 10. “La jardine- ría extensiva y rural”, aseguraba Switzer, era “no solo la más rentable, sino [también] la más agradable”. 2 De Courtois, Stéphanie, Le Potager du roi, Actes Sud/École Nationale Supérieure du Paysage, Versalles, 2003. 3 Kirk, Andrew, “Appropriate Technology: The Whole Earth Catalog and Counterculture Environmental Politics”, Environmental History, vol. 6, núm. 3, julio de 2001, págs. 374-394. 4 Migge, Leberecht, Jedermann Selbst- versorger! Eine Lösung der Siedlungs- Frage durch neuen Gartenbau, Diederichs, Jena, 1918; y “Das grüne Manifest”, 1919. Para más sobre la polémica de Migge, véase: Haney, David, “Leberecht Migge’s ‘Green Manifesto’: Envisioning a Revolution of Gardens”, Landscape Journal, vol. 26, núm. 2, 2007, págs. 201-218. 5 Viljoen, André y Howe, Joe, “Cuba: Laboratory for Urban Agriculture”, en Vil- joen, André (ed.), CPULs: Continuous Pro- ductive Urban Landscapes, Elsevier, Oxford, 2005. 6 Reynolds, Richard, On Guerrilla Garde- ning: A Handbook for Gardening without Boundaries, Bloomsbury, Nueva York, 2008. 7 Desvigne, Michel, “Épaissir les lisières”, en Nouvel, Jean; Duthilleul, Jean-Marie y Cantal-Dupart, Michel (eds.), Naissances et renaissances de mille et un bonheurs pari- siens, Les Éditions du Mont-Boron, París, 2009, págs. 148-175. 8 “Cinco razones para tener granjas en Allston”, el prospecto para introducir la agricultura urbana en el campus de la Har- vard University fue el resultado de una cola- boración con Scheri Fultineer, Megumi Aihara, Tzufen Liao y Takuma Ono en 2007. 27Aux fermes, citoyens! PRODUCIR El proyecto Local River anticipa la influencia creciente de este grupo (la palabra ‘locávoro’ fue recogida por primera vez por un diccionario esta- dounidense en 2007) al proponer una unidad de almacenaje doméstico para peces de agua dulce y un minihuerto de verduras. Esta piscifactoría “hága- lo usted mismo” con huerto se basa en el principio de la acuapónica, al que se le suma el intercambio e interdependencia de dos organismos vivientes: plantas y peces. Las plantas extraen nutrientes del excremento rico en nitratos de los peces, y funcio- nan como un filtro natural que purifica el agua y mantiene un equilibrio vital para el ecosistema donde estos viven. Esta misma técnica se utiliza a mayor escala en las piscifactorías acuapóni- cas de vanguardia, que crían tilapias (peces del Lejano Oriente) y cultivan lechugas en bandejas que flotan sobre la superficie de los estanques. Los locávoros aparecieron en San Francisco en 2005, y se definieron a sí mismos como un “grupo de aven- tureros culinarios que consumen ali- mentos producidos dentro de un radio de 160 km de su ciudad”. Con ello intentaban reducir el impacto medioambiental inherente al trans- porte de alimentos, al tiempo que aseguraban su rastreo. Local River: unidad de almacenaje doméstico para peces y verduras Mathieu Lehanneur, con Anthony van den Bossche Este proyecto responde a las necesi- dades diarias de alimento fresco completamente rastreable. Apuesta por el retorno de la piscicultura (de truchas, anguilas, percas, carpas, etc.), dado que la oferta de muchas especies marinas es cada vez menor debido a su sobreexplotación. Final- mente, demuestra la capacidad de los piscicultores para entregar sus productos vivos como garantía de óptima frescura, cosa imposible en el caso de especies de agua salada pescadas con red. Local River inten- ta sustituir al acuario tipo “televisor” por otro tipo “frigorífico”, funcional y no menos decorativo. En este esce- nario cohabitan los peces y las ver- duras durante un corto período de tiempo en una unidad de almacenaje doméstico antes de ser consumidos por sus cuidadores, últimos actores en este ciclo de intercambios dentro de un ecosistema controlado. 28 29 PRODUCIR Soft Cities KVA MATx Esta iniciativa urbana explora el diseño de una red de energía limpia. Esta red operaría entre la gran escala de los sistemas energéticos urbanos y centralizados y las múltiples escalas más pequeñas y estructuras de propiedad de las unidades de vivien- da propias de un tejido urbano denso. El proyecto Soft Cities crea un nuevo modelo de abastecimiento de energía limpia que inclu- ye un abanico de sistemas textiles altamente adaptables para captar energía con nanomateriales solares de espesores finísi- mos. Al operar en los campos del urbanismo, la arquitectura, la ingeniería y las ciencias materiales, el proyecto Soft Cities explo- ra las posibilidades técnicas, espaciales y estéticas de los mate- riales fotovoltaicos orgánicos, un nuevo tipo de polímeros sinte- tizados fotorreactivos que pueden imprimirse o depositarse en sustratos flexibles mediante un eficaz proceso de fabricación R2R. Los materiales fotovoltaicos orgánicos presentan un curio- so juego de paradojas para el proyecto arquitectónico que desa- fían los prejuicios creados por la industria de la construcción en torno a las tecnologías solares. La estrategia de diseño de Soft Cities se construye a partir de una paradójica combinación de exceso generoso e ineficiencia radical, y compromete las limitaciones y los atributos de los materiales fotovoltaicos orgánicos en términosdel proceso pro- ductivo, el factor de flexibilidad de las formas, la estética de la transparencia y las características de la captación de energía en el tiempo. La forma convencional de despliegue de los paneles solares multifacetados de vidrio se sustituye por cintas solares plegables, diseñadas para ser muy largas y delgadas. Con ello se aumenta la flexibilidad del material y se reducen las conexiones eléctricas. Al utilizar equipos actuales para la manufactura tex- til computerizada, las cintas solares conforman un tejido híbrido que es en parte arquitectura, en parte mobiliario móvil y en parte superficie para la captación de energía, listas para funcionar de forma innovadora. Los materiales fotovoltaicos orgánicos se fabrican con altas tasas de transferencia: buena parte del material superficial pue- de fabricarse en poco tiempo, a bajo coste y con una huella de carbono reducida. En este tipo de producción, los materiales fotovoltaicos orgánicos utilizan mucha menos energía solar incorporada que los paneles solares de vidrio poli o monocrista- linos. Estos materiales pueden parecer ineficaces, puesto que convierten en electricidad solo entre un 3 y 4 % de la luz que cap- Soft Cities: vista desde la cubierta del barrio de Casa Burguesa, Oporto, Portugal 30 31 tan, y requieren grandes superficies. Aun así, su capacidad de captación de luz natural de una forma continua en el tiempo en un amplio ángulo de 120º transforma las cifras tradicionales de “eficiencia pico” de la industria solar para un rango limitado de horas en una de energía total que se capta a lo largo del día. El bajo costo de la producción en serie, la superficie lo bastante grande como para generar espacio y la capacidad de captación de energía durante el día, junto a un amplio espectro de orienta- ciones solares, crea un paradigma de energía limpia capaz para adaptarse ampliamente en barrios densos. Con el patrocinio del MIT Energy Initiative y del Gobierno de Portugal, se están preparando prototipos de tejidos para la cap- tación de energía que intentan reducir la presión medioambien- tal y acelerar la reocupación sostenible de 25.000 casas, que datan de entre los siglos xvii y xix, en el barrio de Casa Burguesa, en Oporto. El objetivo es conseguir que cada casa ahorre más de un 60 % de la energía diaria mediante el uso de tejidos de 15 m2, o de un 10 % de la superficie de cubierta. El proyecto piloto Soft Cities abastece a cada casa con un pro- medio de 6,5 kWh/día de media, con un modelo de suministro de energía limpia que combina nanomateriales polímeros avanza- dos con los sistemas tradicionales de ventilación y los espacios iluminados con luz natural propios de la tipología de viviendas dominante en el barrio (larga y estrecha en planta y plantas ser- vidas por una escalera interior iluminada por un lucernario a más de veinte metros de altura). Este pozo interior, perceptible solo en sección desde el interior, se reocupa. Es decir, la zona se emplea en la instalación de un sistema de distribución domésti- co de energía limpia, eficiente y directa, diseñado para reducir el coste total de los equipos solares al rebajar o eliminar los costes asociados a su instalación, la necesidad de ingeniería especiali- zada y equipos transformadores. PRODUCIR Prototipo textil para la recolección de energía blanda 32 Soft Cities explora la intersección entre los usos programáticos de la energía limpia y su impacto político y estético a escala urbana y doméstica. La experiencia cotidiana de captar energía con tejidos solares crea una nueva infraestructura compartida que conecta el espacio urbano horizontal de las cubiertas con el sistema de circulación vertical de los edificios. Durante el día, un toldo en cubierta expande el espacio habitable y abastece de energía con un juego estriado y cambiante de luces y sombras; por la noche, los ligeros tejidos solares pueden enrollarse y guar- darse en el lucernario. La energía captada se utiliza para la ilu- minación interior y para abastecer a los aparatos digitales de las oficinas domésticas, y puede venderse como fuente de ingresos extra para cargar motos eléctricas, expandiendo así el flujo de peatones necesario para revitalizar la vida económica y cultural del barrio, así como el rango de movilidad urbana que permite el metro de Oporto. El impacto político y urbano de este sistema de energía limpia es capaz de alterar la demografía del barrio mediante la moder- nización sostenible del interior doméstico, ya que permitiría la copropiedad de una sola casa y fomentaría la diversidad de espacios habitables y de trabajo en el denso centro de Oporto. De noche, gracias a la iluminación exterior, el impacto colectivo de las múltiples fuentes distribuidas va más allá de lo doméstico y refuerza su papel como expresión urbana definitiva de un medioambientalismo renovado en el centro de la ciudad. Soft Cities presenta una visión en la que el tendedero de cubierta genera energía autónoma: una red efímera, aunque transgresora, de tejidos performativos que deriva de la tradición portuguesa de pérgolas sombreadas y de la privacidad y porosi- dad de los visillos de encaje. En este paisaje de cubiertas activo se descubren nuevas reciprocidades urbanas a medida que se deja ver la profundidad en sección del interior de las casas y se vuelca hacia afuera, lo que permite que los tejidos solares se carguen. El modelo de abastecimiento energético de Soft Cities es lo sufi- cientemente adaptable como para poder extenderse y cubrir la necesidad de modernización de los barrios densos de muchos lugares del mundo. Equipo del proyecto: Sheila Kennedy, Kyle Barker, Eletha Flores, Patricia Gruits, Alexander Hayman, Sloan Kulper, Murat Mutlu y Adnan Zolj Agencia Arquitectura Thenasie & Valentim, Oporto MIT Energy Initiative Facultad de Arquitectura, Universidade do Porto (FAUP) Facultad de Ingeniería, Universidade do Porto (FEUP) Agência de Energia do Porto (AdE) Iluminación del proyecto piloto de Casa Burguesa, Oporto, Portugal 33Soft Cities PRODUCIR ZEDFactory Bill Dunster La población mundial es directamente proporcional a la disponi- bilidad de combustibles fósiles baratos. El cambio climático se está acelerando exponencialmente, y si la economía, con su infraestructura agrícola y urbana, sigue cre- ciendo desenfrenadamente, es posible que la temperatura suba entre cuatro y cinco grados de media, lo que se traduciría en la pérdida de dos tercios de las tierras cultivables del planeta. Esto podría conducir a un auge masivo de refugiados climáticos, a conflictos por tierras fértiles y agua dulce y, en última instancia, a miles de millones de muertes. Los picos de petróleo, gas y ener- gía nuclear podrían producirse durante los próximos quince a veinte años. Se impondría el imperativo cultural de cambiar nuestra infraestructura económica: los recursos extractivos fini- tos de los que depende deberían sustituirse por recursos renova- bles antes de que la inestabilidad económica excluya cualquier acción significativa. Este es el reto cultural más importante: construir un nuevo estilo de vida y de trabajo en el marco de la economía actual para que la mayor parte de la población del pla- neta pueda disfrutar de la democracia y evitar los conflictos por poseer un capital natural cada vez más escaso. Evitar la huella de carbono se ha convertido en la nueva mone- da de cambio que influye en el diseño de una tetera, un muro con cámara de aire, una manzana y hasta un plan regional. El próxi- mo paso consiste en debatir si esta responsabilidad recae en los individuos –quienes planifican sus dietas bajas en carbono en el contexto de su justo derecho a contaminar la atmósfera del plane- ta–, en el Estado “gran hermano” legislador o en alguna compleja amalgama de ambos. Puede pensarse en ello comouna elección entre el racionamiento voluntario –que viene acompañado de un ejercicio de reestructuración del estilo de vida–, como un ecofas- cismo que dicta las decisiones clave a un Estado paternalista o como el interés particular del mundo de los grandes negocios financiado por el gran capital. Tengo claro cuál de ellos prefiero. El gran debate actual pasa por ver si adoptamos los sistemas de energías renovables integrados en el lugar o si exportamos el problema e invertimos en proyectos de ingeniería renovable a gran escala. En realidad este diálogo se traduce en una sencilla respuesta personal al problema del cambio climático. ¿Reduci- mos nuestras necesidades energéticas hasta el punto en que podamos satisfacerlas con unos pocos paneles solares en nues- tras cubiertas o balcones, o pagamos a alguien para que vaya a 34 otra parte y satisfaga esos requerimientos de alguna otra mane- ra? El problema es que todo el mundo quiere acaparar el cupo limitado de oportunidades de las soluciones externas, exportan- do así sus problemas. Resulta evidente que la producción de ener- gías renovables no está lo suficientemente desarrollada como para satisfacer la demanda. Deben racionarse los recursos reno- vables nacionales de modo que cada ciudadano tenga derecho a cierta cantidad de electricidad proveniente de una red ecológica, combustible de biomasa y biocombustible. Quienes vivan o tra- bajen en edificios históricos ineficientes, pero importantes desde el punto de vista histórico, necesitarán más recursos nacionales escasos y renovables; he aquí la diferencia entre los “antiguos” y los “nuevos verdes”: los primeros todavía creen que existen reser- vas ilimitadas de energías renovables y abogan por una gran inversión en infraestructuras centralizadas con el patrocinio de grandes multinacionales, mientras que los segundos entienden la importancia de reducir la demanda debido a las frágiles reservas de energías renovables de los países, con apoyo de la micropro- ducción financiada por microcréditos cuando sea posible. Además, la concesión de créditos también ha cambiado sus reglas: ningún promotor inmobiliario puede costear la inversión de grandes infraestructuras de bajo consumo. Las reservas de dinero, que podrían haberse invertido en megaproyectos de inge- niería pública conectados a una red “verde”, se han gastado en la lucha por los combustibles fósiles fuera del país o en estrategias preventivas para apoyar al sistema bancario y evitar así el colap- so social. No habrá suficientes molinos de viento marinos, par- ques mareomotrices o huertos solares en el desierto para cubrir más que una pequeña fracción de nuestra demanda de energía actual. Todos los fondos tendrán que invertirse en servicios básicos, como la agricultura y el transporte público. El único dinero que queda es el que un hogar medio utilizaría para sus gastos básicos de todos los meses: agua, calefacción y electrici- dad. Sin embargo, este dinero podría desviarse y en lugar de emplearlo en mantener instalaciones que dependen de combus- tibles fósiles, podría invertirse en microcréditos para la instala- ción de sistemas de energías renovables en los edificios. Año P ob la ci ón (m ile s de m ill on es ) 6 5 4 3 2 1 0 0 500 1000 1500 2000 2500 Primer pozo de petróleo ? La población mundial es directamente proporcional a la disponibilidad de combustibles baratos. 35 PRODUCIR El precio medio del combustible ha aumentado entre un 15 y un 17 % en los últimos cinco años. Puesto que los picos de petróleo, de gas y de energía nuclear afectan a la oferta de recursos limita- dos –las reservas no renovables–, es probable que el precio anual de combustibles aumente un 8 % en la próxima década. A este ritmo, volver a invertir en paneles fotovoltaicos monocristrali- nos llevará unos doce años. Es perfectamente posible redirigir el dinero que antes se utilizaba para pagar la cuota mensual de electricidad para cubrir las cuotas del préstamo para la compra de los paneles. Con el CO2 incorporado que se utiliza en la pro- ducción y transporte de paneles en unos tres años –el préstamo estaría saldado en doce años y los paneles duran entre veinticin- co y cuarenta años–, esta tecnología podría ayudar a diseñar nuevos edificios y renovar el tejido urbano existente. La misma lógica puede aplicarse a todo un abanico de recursos: – ¿Conviene pagar las costosas plantas de tratamiento de agua de una ciudad, o es preferible instalar electrodomésticos que ahorren agua y recojan agua de lluvia? – ¿Es preferible construir una planta de tratamiento de residuos de última tecnología o diseñar inodoros sin agua que produz- can compost en los suburbios? – ¿Vale más invertir en costosas calderas centrales a escala de barrio o aislar e instalar recolectores de energía solar para apenas necesitar calefacción adicional? – ¿Invertimos en la construcción de una planta nuclear o insta- lamos paneles solares eléctricos en nuestros balcones y cubiertas? Cada una de estas preguntas tiene una respuesta diferente según la densidad urbana y el clima. Este es justamente el reto al que se enfrenta la profesión de la arquitectura: ¿podemos manejarnos con soltura dentro de una economía que evita el efecto del carbono de una forma lo sufi- cientemente rápida como para trascender la mera lógica ingenie- ril darwiniana y desarrollar un entorno construido carbononeu- tral con el que poder trabajar? Veamos lo que sucederá dentro de veinte años. Cuando los vuelos de bajo coste no sean más que historia popular, cuando compartir coche sea normal y nos detengamos en fondas vegetarianas para comer, el Reino Unido tendrá que sobrevivir a costa de las reservas limitadas de energía renovable de las que dispone dentro de sus fronteras. Aunque cada aparato de generación de energía se conec- tara a la red eléctrica más ecológica jamás soñada por un ingeniero de infraestructuras y tuviéramos molinos de viento marinos colo- cados a pequeños intervalos a lo largo de toda la placa continental, aun así, apenas alcanzaríamos a cubrir el 25 % de nuestra deman- da actual de energía. Se necesitaría de toda nuestra capacidad de producción externa solo para abastecer a nuestro parque de queri- 36 dos, pero ineficientes, edificios históricos, y tendríamos apenas unos 500 kg de biomasa por persona si cultiváramos nuestros bos- ques de una forma sostenible y comprimiéramos los desechos agrícolas sin que ello afecte a la producción de alimentos, dejándo- nos unos 250 kg de biomasa por persona para hacer funcionar una casa; a esto lo llamo “cuota nacional de biomasa”. Esta pequeña cantidad es lo que se necesita para cubrir los gas- tos domésticos de agua caliente durante el invierno en una casa superaislada ZED (Zero Energy Development; desarrollo de ener- gía cero) con paneles solares para proporcionar agua caliente durante todo el verano. Instalar paneles fotovoltaicos monocrista- linos que cubran la mitad de los tejados orientados a sur genera suficiente cantidad de energía como para cubrir la demanda de electricidad anual en densidades de hasta cincuenta viviendas por hectárea, con un excedente de energía solar en verano que solven- taría la reducción de la captación de los molinos de viento mari- nos. Esta densidad representa el 70 % de los hogares británicos, y sugiere que no es realista ni sensato exigir capacidad de produc- ción externa a nuestros nuevos edificios, pues estaríamos privan- do a una comunidad ya existente de su derecho a funcionar con energías renovables en el futuro. Es importante que todos enten- damos la futura escasez en la oferta de energía renovable, nacional e internacional, pues necesitamos aprovechar cada oportunidad de captación, tanto in situ como de manera deslocalizada, si lo que queremos es un futuro democrático, equitativo y manejable.1 La gran idea que tuvimos en BedZED2 consistióen no dejarse llevar por los cambios de estilo de vida coactivos, sino cambiar a una dieta baja en carbono atractiva y conveniente. BedZED tam- bién incluye espacios de trabajo bajos en carbono y podría pro- ducir fácilmente escuelas EdZED y hospitales MedZED. La actual legislación va en la línea de estos mismos estándares de rendi- miento medioambiental en edificios públicos. En BedZED hay BedZED, Londres. Vista desde el jardín en cubierta; densidad: 120 viviendas/ha Vista en sección de la urbanización de usos mixtos BedZED con espacios de trabajo a la sombra de las viviendas, con jardines en cubierta 37ZEDFactory PRODUCIR quienes han adoptado un estilo de vida ecológico, pues muchos residentes creen que la ingeniería social bajo la tutela de instruc- tores de estilo resulta un tanto condescendiente, y prefieren adoptar estas ideas a su ritmo. Los críticos tienen razón al poner el énfasis en que la huella de carbono que deja una fresa transportada en avión es mayor que el ahorro de carbono que permite el tejido edilicio superaislado de BedZED. Sin embargo, los hábitos de consumo cambiarán rápidamente cuando el pico de petróleo haga que el coste del combustible se dispare, lo que de por sí podría verse como un éxito temprano en la campaña por lograr un estilo de vida de car- bono cero. Dejar a un lado los ridículos patrones de consumo no ayudará a que la familia media de 2050 supere un invierno con raciones mínimas de combustible, ni a mantener las luces encen- didas cuando la red eléctrica sea cada vez más intermitente. Parece que nos hemos olvidado de que los edificios duran mucho tiempo, y que en 2050 el precio de los combustibles hará que habitar una casa media sea impagable. La lección más importante de BedZED es la idea del comercio de carbono como contrapartida a los avances urbanísticos. El proyec- to ha demostrado que es posible aumentar las densidades de ocu- pación urbana al tiempo que se mejora cuantitativamente la cali- dad general de vida, comparada con lo que se obtiene aplicando los estándares del promotor británico. El proyecto ha demostrado que es posible lograr el objetivo gubernamental de 3,5 millones de viviendas nuevas utilizando las reservas de terrenos industriales en desuso, proporcionando al tiempo un jardín a cada casa y reduciendo la demanda de reservas renovables limitadas del país. Los proyectos piloto dan confianza a los políticos para cambiar los marcos legislativos medioambientales. Lentamente, cada año los edificios se vuelven más diversos, más sofisticados técnicamente, y las excusas para no ofrecer a la población una regeneración urbana carbononeutral son cada vez más inconsis- tentes. 1 Para una estrategia de diseño alterna- tiva que adopte estilos de vida ecológicos y aumente la eficiencia energética mediante la generación in situ, véase: Dunster, Bill; Simmons, Craig y Gilbert, Bobby, The Zed Book: Solutions for a Shrinking World, Taylor & Francis, Nueva York, 2008. 2 Beddington Zero Energy Development, un plan pionero de viviendas ecológicas cerca de Wallington, Reino Unido, dise- ñado por el autor y construido entre 2000 y 2002. Una solución de viviendas de bajo costo, carbononeutrales, desconectadas de la red eléctrica central y protegidas por la tierra con el propósito expreso de ocu- par lotes abandonados. Solución de viviendas de bajo coste, carbononeutrales y enterradas, especialmente pensada para terrenos industriales 38 Ampliación de la ciudad de Tongshan, China. Los parques lineales y ondulantes, espacios comerciales, aparcamientos y oficinas proveen una red de espacios verdes seguros para los niños entre las viviendas orientadas al sur. Un muro contra inundaciones, carbononeutral y autofinanciado con un tranvía solar sobre el dique. Muchas ciudades están construidas sobre terrenos inundables. ZEDfactory está produciendo viviendas flotantes carbononeutrales agrupadas en torno a un atrio solar común. En el futuro, la calle típica del este de Londres quizá tendría que subir y bajar con la marea. 39ZEDFactory PRODUCIR Logroño, la ecociudad diseñada por MVRDV en colaboración con GRAS en la provincia española de La Rioja, comprende la construcción de 3.000 viviendas y un programa com- plementario. Sobre las colinas de Montecorvo y Fonsalada, el solar, de 56 ha, justo al norte de la ciudad, goza de unas vistas sobre esta, así como sobre unas extensas laderas orientadas a sur. El coste total del proyecto es de 388 millones de euros, de los cuales 40 se invertirán en tecnologías de energías renovables. El plan general es compacto, de modo que el proyecto solo ocupa un 10 % del solar. La urbanización lineal serpentea por el paisaje, proporcio- nando vistas sobre la ciudad a cada vivienda. Las instalaciones deporti- vas, comerciales, restaurantes, infraestructurales y los jardines públi- cos y privados forman parte del plan. El paisaje restante se convierte en un ecoparque, una mezcla de parque y centro de producción de energía. Toda la demanda energética de la ciudad se genera in situ gracias a una combinación de energía eólica y solar: un tapiz de células fotovoltaicas cubre las laderas orientadas a sur, y en la cima de las colinas los molinos sirven como hitos para la urbaniza- ción. Un circuito de aguas grises y depuradoras de agua in situ también forma parte del plan, que combina densidad urbana con mejoras ecoló- gicas. Estas características harán que el proyecto sea carbononeutral y merecerán la calificación más alta para el ahorro energético en España. Al construir lo más compactamente posible (siguiendo los puntos más altos de la colina), se reducen los cos- tes. Otra parte del plan consiste en construir un funicular de acceso a un museo y un mirador escondido en la cima de Montecorvo, que también alojará un centro para la investigación y promoción de la tecnología de ener- gías renovables y ecoeficientes. La producción de energía limpia y la cali- dad de la construcción se traducirá en un ahorro anual de más de 6.000 toneladas de emisiones de CO2. Ecociudad Logroño MVRVD 40 41 PRODUCIR La revolución del pie grande Kongjian Yu El “urbanismo de pie pequeño” Durante más de un milenio las jóvenes chinas estaban obligadas a vendarse los pies para poder casarse con los miembros de las elites urbanas. Se consideraba que los pies “grandes”, sanos y naturales, eran toscos y propios de las clases rurales. En cambio, se consideraban “bellos” aquellos deformes, de ciudad, poco aptos para su función y malolientes. El vendado de pies (junto a otras prácticas de deformación del cuerpo de tantas otras cultu- ras) constituía un rito de urbanidad. La urbanización comenzó de la mano de una clase privilegiada que sacrificaba la funcionalidad a cambio de valores decorativos y cosméticos. La minoría urbana privilegiada utilizó este mismo sistema de valores de los pies pequeños para construir ciudades y paisajes. Por definición, el “urbanismo de pie pequeño” es el arte de la gentrificación y de la cosmética, y su superficialidad sustituye a los paisajes más caóticos, fértiles y funcionales pro- pios de un pueblo productivo y sano. En la actualidad “vendamos” los pies mediante el uso de zapatos de tacón estrechos y a la moda para andar por la ciu- dad, y construimos diques de hormigón contra inundaciones que duren quinientos años para que rodeen la ciudad y la man- tengan alejada del agua. Construimos un sistema completa- mente controlado para la gestión de tormentas que impide que el agua vuelva a infiltrarse en el acuífero antes de desembocar en el mar; sustituimos las plantas “desordenadas”, los mato- rrales y los cultivos autóctonos por elegantes flores que no dan fruto, que no dan soporte a otras especies
Compartir