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Urbanismo ecológico. Volumen 6, Producir - Mohsen Mostafavi (editor)_ Gareth Doherty (editor) - (2014)

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PRODUCIR
Las ciudades consumen recursos, pero ¿podrán en algún momento 
producir más de lo que consumen y generar una abundancia de 
energía, alimentos, dinero y riqueza? Demasiado a menudo se cita 
que más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, pero 
cabe añadir que estas consumen más de tres cuartas partes de la 
energía mundial. Si las ciudades aspiran a ser más productivas, 
es imprescindible superar la idea de que la energía no se produce 
en ellas y de que sus industrias auxiliares se encuentran también 
lejos. Los jardines verticales de Patrick Blanc son una provocación 
que invita a cuestionarnos si la producción vertical de alimentos 
puede integrarse en la ciudad. El trabajo de Sheila Kennedy, de 
KVA MATx, insinúa un futuro en el que los edificios pueden producir 
electricidad y, en consecuencia, necesitar menos infraestructura. 
La ZEDFactory de Bill Dunster es un ejemplo de cómo los principios 
de comisariado y productividad pueden integrarse en el desarrollo 
a una escala más urbana, mientras que Kongjian Yu muestra cómo 
la producción de alimentos en sí no es incompatible con el ocio. 
Ecociudad Logroño y la ecotorre La Tour Vivante son ejemplos de 
paisajes híbridos. Las ideas de productividad dentro de la ciudad 
se expresan en su forma más extrema y productiva en la múltiple 
estratificación de paisajes y edificios.
 
Sub, supra e infraestructuras energéticas
D. Michelle Addington
Parque undimotriz
Pelamis Wave Power Ltd.
Showroom para CR Land Guanganmen Green Technology
Vector Architects
Aux fermes, citoyens!
Dorothée Imbert
Local River: 
unidad de almacenaje doméstico para peces y verduras
Mathieu Lehanneur, con Anthony van den Bossche
Soft Cities
KVA MATx
ZEDFactory
Bill Dunster
Ecociudad Logroño
MVRDV
La revolución del pie grande
Kongjian Yu
La Tour Vivante, ecotorre
soa architectes
PRODUCIR
 
 
8
 
PRODUCIR
Sub, supra e infraestructuras 
energéticas
D. Michelle Addington
Si el “edificio de consumo energético cero” fue el grito de guerra 
del diseño ecológico de finales del siglo xx, el “desarrollo carbo-
noneutral” es el mantra de la actual generación de diseñadores 
ecológicos. Desde el plan sostenible para Londres defendido por 
el exalcalde Ken Livingston hasta la iniciativa de la ciudad de 
Masdar, actualmente en vías de construcción, el plan general 
“sostenible” a gran escala parte de reconocer que los factores de 
tensión medioambiental de los sistemas ecológicos, sociológi-
cos, políticos y económicos no pueden examinarse, ni mucho 
menos resolverse, a escala de un edificio. No obstante, muchas 
de esas mismas debilidades que resultan del examen de los sis-
temas a esa pequeña escala siguen estando presentes a escala de 
la ciudad. Los sistemas, y los sistemas de base energética en par-
ticular, no pueden escalarse de un modo geométrico ni tienen 
límites claros. De hecho, incluso si se aísla un sistema del resto, 
las múltiples escalas y fronteras seguirían teniendo un peso 
importante en él. Este ensayo se centrará en un único sistema –la 
producción y el abastecimiento de energía– para sugerir los tipos 
de fronteras “funcionales” que pueden conducir a un planea-
miento ecológico más eficaz.
Tradicionalmente la planificación de grandes urbanizaciones 
de nueva planta se ha abordado como si se tratara de una “parce-
la”. La parcela consta del terreno y de los edificios y puede acce-
der a una infraestructura energética mayor o producir su propia 
energía. Muchos de los planes más importantes recurren a esta 
última estrategia, y a menudo incluyen nuevas formas de pro-
ducción de electricidad, generalmente mediante fuentes renova-
bles, que pueden a su vez revenderse a la red regional, el llamado 
método plug-in, cuya premisa es que la distribución eléctrica 
pueda dividirse en paquetes autónomos que funcionen de mane-
ra independiente y que sean capaces de sumarse a otros siste-
mas regionales. Y aunque la parcelación de la producción de 
energía permite la instalación gradual de nuevas fuentes renova-
bles, no sucede lo mismo en el caso de tener enormes pérdidas. 
Los sistemas conectados a la red se rigen por una mayor opera-
ción de la misma, no por las exigencias energéticas locales de las 
respectivas parcelas.
La planificación eficiente de las nuevas urbanizaciones 
requiere un plan exhaustivo para la producción, distribución y 
consumo de energía a diversas escalas espaciales y mediante 
múltiples sistemas. La mayor parte de las estrategias de planifi-
4
 
cación parceladas tratan los sistemas energéticos como si pudie-
ran caer dentro de un único sistema espacial de corriente alter-
na. Sin embargo, muchos recursos renovables, en especial 
aquellos que son fácilmente divisibles en instalaciones peque-
ñas (como los paneles fotovoltaicos o las células de combustible) 
generan corriente directa. Al volver a conectar estos sistemas a 
la red de corriente alterna, su eficiencia se reduce hasta un 25 %. 
Peor aún, muchas de las instalaciones de los edificios funcionan 
de un modo mucho más eficaz con corriente directa, pero como 
solo se dispone de corriente alterna, pierden eficiencia. Las pér-
didas de eficiencia a ambos niveles son extremadamente perju-
diciales para el equilibro de los sistemas pequeños, de modo que 
es necesario instalar mayor número de equipos generadores. 
Además de los problemas obvios de su adquisición, instalación y 
puesta en marcha, el gran tamaño y la concentración de los siste-
mas productores de electricidad de baja eficiencia tienen un 
fuerte impacto no solo en el microclima local, sino también para 
el albedo a escala regional. La diminución resultante del albedo 
aumenta el efecto de los gases de invernadero en el cambio cli-
mático, aun cuando las fuentes de energía renovables puedan ser 
de por sí carbononeutrales.
La planificación de las nuevas grandes urbanizaciones nos 
ofrece la oportunidad única de investigar los siguientes cinco 
temas:
1. Trazado exérgico de la producción eléctrica
El mayor consumo de combustibles fósiles se produce en la 
generación de corriente eléctrica alterna, y el mayor consumidor 
de electricidad es el sector de la construcción. La corriente alter-
na es el estándar de abastecimiento y puede considerarse como 
el “donante universal” de todas las necesidades energéticas. 
Ahora bien, por más equivalentes que puedan ser las cantidades 
de distintas formas de energía, esto no se traduce necesariamen-
La producción y el consumo de 
energía no pueden equilibrarse o 
examinarse dentro de los límites 
de un edificio. Los sistemas de 
producción se optimizan y 
funcionan a escalas mucho 
mayores, y la corriente alterna 
opera solo en la mayor de estas. 
Los puntos de consumo tienen una 
jerarquía de interrelaciones que 
deben ajustarse a cada nivel.
ED
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Corriente alterna
Corriente directa
Baja temperatura geotérmica
Toma a tierra
Solar (térmica no concentrada)
Tipo de consumo (trazado exérgico)
(Des)acoplamiento del suministro/
consumo
Distribución de fuente
“Minado” térmico
Cantidad de consumo
5
 
PRODUCIR
te en una calidad equivalente; 100 Wh de electricidad tienen la 
misma cantidad de energía que 100 Wh de calor, pero la electrici-
dad es energía de mayor calidad, tiene una mayor variedad de 
usos y es capaz de someterse a más conversiones antes de alcan-
zar su forma final de calor. Pero como no podemos disponer de 
electricidad de una forma natural, concentrar energía de baja 
intensidad para producirla se traducirá en grandes pérdidas, de 
modo que los 100 Wh de electricidad conllevan una gran deuda 
energética, incluso previa al consumo, mientras que el calor, del 
que sí puede disponerse de forma natural, no conlleva pérdida 
alguna. Existen tres tipos de necesidades energéticasen los edi-
ficios: 1) la energía eléctrica para corriente e iluminación; 2) la 
energía mecánica para motores, compresores y equipos rotato-
rios; y 3) la energía térmica para la climatización y agua caliente. 
Como no disponemos de medios fácilmente reproducibles para 
generar directamente energía mecánica a pequeña escala, toda 
la energía suministrada para cubrir las necesidades mecánicas 
de un edificio debe partir de la electricidad, dejándonos tan solo 
con un par de suministros: el eléctrico y el térmico. Los princi-
pios de la exergía nos llevarían a adaptar las formas de suminis-
tro energético a los tipos de energía requeridos, evitando así el 
uso de la electricidad para cubrir necesidades térmicas. Más 
aún, la producción de energía eléctrica cuenta también con 
varios niveles exérgicos que dependen del modo de producción: 
el hidroeléctrico conlleva las pérdidas más bajas y el fotovoltai-
co las más altas. Si consideramos las pérdidas reales que implica 
el desajuste entre las distintas formas y calidades energéticas, 
tendremos una idea más precisa de las consecuencias que las 
deudas energéticas implican en nuestros edificios.
2. Sistemas de corriente directa y consumidores
Como ya hemos visto, cualquiera de las fuentes de energía renova-
ble a pequeña escala, entre las que se incluyen las células de com-
Información correlativa térmica y 
del uso de tierras para Atlanta 
según las mediciones del satélite 
Landsat
6
 
bustibles y los paneles fotovoltaicos, generan corriente directa; 
conectarlas a la red de corriente alterna produce una pérdida 
energética de hasta un 25 %. Aun así, todos los equipos digitales 
funcionan con corriente directa. Además, el mayor crecimiento 
de la tecnología de iluminación se está produciendo en el campo de 
los diodos emisores, que también funcionan con corriente directa. 
La conversión de corriente alterna en corriente directa puede 
suponer otro 10 % de pérdidas. En consecuencia, no solo se produ-
ce una importante pérdida de energía al reconfigurar los equipos 
digitales para que funcionen con una infraestructura eléctrica 
estándar de un edificio, sino que la ineficacia adicional de la 
reconversión eleva la cantidad de calor interno, ya de por sí alta, 
que el equipo eléctrico genera. Y esto, a su vez, implica otras con-
secuencias, como que la electrónica de semiconductores pierda 
eficiencia al subir la temperatura ambiente. Como resultado, se 
crea un círculo vicioso en el que se libera aún más calor residual al 
Radiación térmica media a lo largo 
de la costa este de Estados Unidos 
según las predicciones del Land 
Information System de la NASA 
para el 11 de junio de 2011
7Sub, supra e infraestructuras energéticas
 
PRODUCIR
entorno, es decir, se reduce aún más la eficiencia y aumentan las 
cargas de climatización. A medida que construimos y expandimos 
las infraestructuras, los sistemas eléctricos separados nos permi-
tirían adaptar mejor la producción al uso de la energía. Los siste-
mas distribuidos permitirían una corriente alterna autónoma y 
sistemas de abastecimiento de corriente directa no solo mucho 
más eficientes, gracias a una mayor compatibilidad exérgica, sino 
también más fiables debido a su menor escala.
3. Escalado óptimo de los sistemas energéticos
Las escalas espaciales para los distintos sistemas de suministro 
eléctrico determinan sus eficiencias operativas. Como regla 
general, cuanto mayor sea la calidad de la energía, más eficiente 
será para concentrar (centralizar) su producción y eliminar 
pasos repetidos, cada uno de los cuales libera un excedente de 
calor. La corriente eléctrica alterna, la energía de mayor calidad, 
se distribuye más eficazmente desde grandes instalaciones que 
desde instalaciones pequeñas. A medida que las tecnologías 
mejoran, vemos cómo empieza a reducirse la escala óptima de un 
nuevo sistema, aunque siga manteniéndose a la escala regional. 
La corriente eléctrica directa producida por células de combusti-
bles o paneles fotovoltaicos –y no desde la corriente alterna– se 
optimiza solo a escalas muy pequeñas. Aun así, ambos sistemas 
operan a escalas que no guardan relación con la de un edificio, 
incluso en los casos donde los equipos generadores puedan ubi-
carse dentro del solar de un edificio o un grupo de edificios.
A diferencia de los sistemas eléctricos que no requieren guar-
dar relación con el lugar, la energía geotérmica y la energía tér-
mica solar de baja temperatura sí que guardan relación con él. 
Sin embargo, existen lugares que vienen determinados por pro-
cesos naturales que no siempre coinciden con los de una propie-
dad. La geotermia de baja temperatura tampoco es un recurso 
infinito, y debe utilizarse cuidadosamente en lo que se refiere a 
sus índices de reabastecimiento y su impacto en las estructuras 
subterráneas. La energía térmica solar es la única fuente que se 
encuentra dentro de los límites de un edificio; aunque su efecti-
vidad, eficiencia y rentabilidad pueden mejorarse ligeramente 
agrupando los sistemas de captación y compartiendo las bom-
bas y el almacenaje, todavía es un modo de suministro optimiza-
ble fácilmente a escala de la mayor parte de proyectos edilicios. 
Lo más cercano hoy a una solución ideal es utilizar suministros 
de baja intensidad para el abastecimiento de una necesidad de la 
misma intensidad, sobre todo para el agua caliente sanitaria. 
Este también es un tipo de sistema que tiene implicaciones 
directas para los procesos de proyecto.
4. Disipación de calor
Dado que las cargas eléctricas y lumínicas han pasado a ser las 
mayores ganancias internas de calor en los edificios, debemos 
8
 
reconsiderar los métodos adecuados para disipar este exceso de 
calor. Los sistemas convencionales de climatización dependen 
de la absorción entálpica del aire en circulación para disipar el 
calor, diluyendo y distribuyendo las ganancias caloríficas por 
todo el edificio. En lugar de pensar en el edificio como un volu-
men homogéneo que libera calor al entorno en invierno y lo gana 
en verano, deberíamos imaginarlo como un ensamblaje de fuen-
tes y de disipadores de calor. Las fuentes de calor abundan en los 
edificios: equipos eléctricos (luminarias incluidas), cuerpos 
humanos, procesos de combustión en cocinas o calefacciones, el 
uso del agua caliente, la energía solar transmitida por las super-
ficies transparentes y las masas térmicas que absorben el calor 
de diversas fuentes. Los disipadores de calor son menos preva-
lentes, pero incluyen superficies exteriores más frías en contacto 
con el edificio, como el agua, el cielo o el terreno. Los edificios 
tampoco cuentan con disipadores naturales de calor, de modo 
que el aire y el agua fríos se convierten en nuestros disipadores 
por defecto, aunque generalmente ello conlleve pérdidas energé-
ticas al exigir una reconversión de la electricidad de alta intensi-
dad en calor de baja.
Puesto que las fuentes de calor abundan y son relativamente 
pequeñas, los disipadores pasan a ser elementos con implicacio-
nes a nivel arquitectónico. Las claves para el diseño de un disi-
pador térmico radican en la superficie que este expone y en su 
altura respecto a la fuente. Para que el calor se disipe rápida-
mente de una fuente térmicamente sensible, debe colocarse el 
disipador por encima de esta. Sin embargo, esto va contra los 
sistemas clásicos de climatización, que por lo general ubicarían 
el disipador en el techo, algo idóneo para moderar el perfil de las 
Diagrama de flujos que da cuenta 
de todos los combustibles 
empleados en la producción de 
energía. A diferencia de tantos 
otros diagramas que prorratean 
el consumo para justificar las 
pérdidas del sistema, este muestra 
las enormes pérdidas en la 
producción de la electricidad, cuyo 
mayor consumo se produce en 
los edificios
9Sub, supra e infraestructuras energéticas
 
PRODUCIR
temperaturas alrededor de lasfuentes a costa de elevarlo en las 
zonas ocupadas, de modo que requiere una climatización adicio-
nal. Esto contradice también la noción tradicional que tenemos 
de la energía solar pasiva que se sirve de una masa térmica como 
fuente (como en un muro Trombe). Las grandes masas térmicas 
son muy eficaces como disipadores, pero difíciles de administrar 
como fuentes. Una vez entendida la relación entre fuentes y disi-
padores, podemos reconsiderar su posición en el edificio para 
minimizar su impacto y maximizar su utilidad.
5. Consumo separado
La separación de los sistemas de producción puede llevar a la 
separación del consumo dentro del edificio. Los sistemas de 
calefacción, ventilación, climatización e iluminación son aplica-
bles al edificio y la necesidad primaria de calor no tiene que ver 
con el edificio en sí, sino con el cuerpo humano. El cuerpo siem-
Edificios abastecidos por el sistema 
de distribución de agua fría de la 
Harvard University, que hacen 
patente que la frontera operativa de 
un sistema de barrio viene 
determinada por sus eficiencias 
funcionales más que por su 
partición geométrica
University Planning Office
March 2009
District Chilled Water Systems
135
210
2
4
New College
Theatre
Park Garage
Soldiers Field
QUADRANGLE
RADCLIFFE
BRI
Biological Labs
QUINCY
HOUSE
New Quincy
(Old Quincy)
Mather Hall
HARVARD BUSINESS SCHOOL
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Green House
38 Oxford
Hilles
Theological Library
Andover-Harvard
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59
11
Gym
CGIS
CGIS
Zero Arrow
Garage
Oxford Street
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Washburn
Burnham
1
Rubenstein
School
16
Johnston Gate
153
Riverside Press Park
ALLSTON LANDING NORTH
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Annenberg Hall
O'Donnell Field
Ohiri Field
288
90 Seattle Street
84
28
1607-1615
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Hoyt Field
9
25
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168
114-124
125
Bunting Quadrangle
113
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36
38
40
Astrophysics
Center for Entry
Baldwin School
Jordan South
Class of
Pavilion
1414
1
44R
5
25
104
Sacramento Field
One Western Ave.
124
125
Dudley House
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60 Oxford
Hawes
23-25
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Comstock
Moors
Cronkhite
Barnard
Briggs Hall
140-142
CURRIER HOUSE
PFORZHEIMER HOUSE
CABOT HOUSE
Episcopal Divinity School
St. John's
Chapel Episcopal
Shad
Blodgett
Cotting
Newell
155
Hill Memorial
Baptist Church
219
175
Charlesview Apartments
Beren Tennis Center
141
Charles River
Reservation
Boat House
Bright Hockey Center
Palmer Dixon Courts
Murr Center
Pool
Dillon Field House
& Tennis Facility
Gordon Indoor Track
Briggs Cage
SOLDIERS FIELD ATHLETIC AREA
McCurdy Track
Stadium
Harvard
Jordan Field
Longfellow National
Historic Site
Longfellow Park
Friends Meeting House
St. Peter's R.C.
Church
Bingham
Gilbert
Botanic Gardens
21
DanielsAthletic Center
Quadrangle
Tuchman
Faculty Row
Kittredge
Holmes
D
Observatory
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B
Perkin
Lab
A
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HOUSE
17
Entrance
South
Guest Suites
Doubletree
McCulloch
Dean's House
Greenhill
Chase
1959 Chapel
Central
Receiving
Cumnock
Burden
Dillon
Ludcke
Morris
Loeb
Hamilton
Gallatin
Mellon
Wilder Glass
Boat House
Weld
McArthur
Soldiers Field Park
Baker
Hall
McCollum
Morgan
Rock Center
Aldrich
Kresge King School
Martin Luther
381-
Garage
Corporal Burns
Playground
41-43
8
12-12.5
6.5
CSX Easement
Genzyme
Baker Library
PEABODY TERRACE
MATHER
HOUSE
DUNSTER
HOUSE
Leverett Towers
Science DIVINITY SCHOOL
ADAMS HOUSE
HARVARD YARD
Apthorp
Studios
Thayer
Perkins
Music Building
Russell
Wigglesworth
Harvard Lampoon
HarvardLoeb Drama Center
Smith
Hicks
Advocate
Coop Annex
Brattle Square
Littauer
79
Taubman
Belfer
U.S. Post Office
University Green
Brattle Square
One
Brattle House
Brattle Theatre
132 126
53A
53
University
Health Services
Standish
60
17-19
Bryan
69
78
Harvard Square
Harvard Sq.
The Garage
Harvard Square
Theatre
Coop
First Church
Unitarian
Info Ctr.30
Presidents' Graves
32-42 26-28
5-7
1306
KENNEDY SCHOOL
HARVARD
51
4-12
14
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53
71-77
41
65-67
52-54
101-103
65
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74
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Randolph
Lehman
Straus
1430
Wadsworth
Grays
Weld
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Matthews
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Cambridge Common
Church of
Christ, Scientist
Christ Church
Episcopal
Congregational
First Church
Sheraton-Commander
Hotel
EDUCATION
Radcliffe Yard
Buckingham
Putnam
83
Alumnae
Nichols
Read
Longy School of Music
20
Dawes Island
Harvard-Epworth United
Methodist Church
Story
Westengard
Radcliffe
Schlesinger
Greenleaf
Agassiz
Fay
University Police
29
Hastings Lyman
Austin
Gannett
Hemenway
Gym
Mower
Lionel
Holden
Phillips
Stoughton
Hollis
Brooks
Holworthy
Jefferson
Littauer
Paine
LAW SCHOOL
Commons
Harkness
Baker Hall
Hauser Dworkin
Hall
Cruft
Holmes
Shaw
Maxwell
Richards
Dane
Ames
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Griswold
Pierce
Sullivan Square
St. Paul's R.C. Church
Crimson
Hurlbut
Baptist Church
33-351-2
4-6
3
9
8A
Pusey
Library
Library
Library
Barker Ctr.
8
17Quincy
7
16
18
15
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19
Cambridge
Public Library
Rindge & Latin School
Pennypacker
Broadway
Garage
22
18
8-10
Westmorly
2
4-6
Loeb House
Dana Palmer
Emerson
Morton
8
Prince
9-13A
Faculty Club
Carpenter Ctr.
85-95
20-20A
472-474
22-24
Robinson
Houghton
Lamont
Sever
Greenough
Werner Otto
Fogg Art Museum
Busch-Reisinger
Doebele
House
Cambridge
Fire HQ
Church of
New Jerusalem
27
Busch
9
Andover Hall
5
7
Vanserg
Shannon
1727
3
Converse
Sparks
Canaday
Lowell
Mallinckrodt
Conant
Lab
GR. SCHOOL
OF DESIGN
1746
34
Memorial Hall
Loker Commons
Sanders Theatre
McKay
Sackler
Fairchild
Biochem.
Link
Naito
Conant
Hall
Yenching
Library
2
Museum
Semitic
Lab
Farlow
Lippmann
Haskins
13
7
11
Court
Kirkland
17
38
61
Maria L.
Lesley University
103
107
Graham and Parks
10
12
14-16 20
18-18A
23 27
5A
1705
53
Bertram
Eliot
Jordan North
Wolbach
Whitman
Cabot
Hall
Terry Terrace
Rockefeller
Study of World Religions
Palfrey
American Academ
Arts & Science56
Jewett
Engineering
Beckwith Circle
Widener
University
Science Center
Gutman
HOUSE
KIRKLAND
Galeria
Extension School
J.F.K. Park
Charles Square
HOUSE
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University
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Charles Hotel
Harvard Square
Hotel
Malkin
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Claverly
Rosovsky
Hall
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Lutheran
Church
LEVERETT
HOUSE
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Massachusetts
Holyoke
Center
Gore
11 Riverview McKinlock
Byerly
Longfellow
Larsen
Areeda
Lewis
Pound
Langdell
Memorial Church
DeWolfe St.
Housing
Tercentenary
Theatre
Inn at Harvard
The
Library
Tozzer Library
Divinity Hall
University
Herbaria
Hoffman Lab
Gund
Peabody Museum
Comparative
Museum of
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Lab
Zoology
Boylston
William James
North Hall
Church of Jesus Christ
of Latter-Day Saints
Cambridge
Old Cambridge
House
1033
Spangler Center
Allston
Branch Library
Connell
Bloomberg
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Northwest
Science
Gate 20
Gate 14
Sherrill
11
9 5
3
695
7
37
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Harvard Museum
of Natural History
182
1637
10
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387
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University Museum
134
3
NW Corner Building
204
Theatre
ENGINEERING AND
APPLIED SCIENCES
SCHOOL OF
24-26
50
Station
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RADCLIFFE INSTITUTE
Riverside
City
Park
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Dance Center
30
0-2
Science Complex
15
0 770 1.540385
Pies
Leyenda:
Suministrada por plantas UOS
Suministrada por la planta HBS
Edificios de Harvard
(sobre el nivel del suelo)
Edificios subterráneos
10
 
pre genera calor y siempre debe ser capaz de disiparlo al entor-
no. Si ladisipación de calor no coincide con la generación de 
calor del cuerpo, entonces la temperatura aumenta (cuando la 
disipación es demasiado lenta) o disminuye (cuando la disipa-
ción es demasiado rápida). El objetivo de los sistemas construc-
tivos medioambientales –mecánicos (calefacción, ventilación y 
climatización) o pasivos (de ventilación natural)– es proporcio-
nar un gran disipador de calor homogéneo que mantenga el cuer-
po en condiciones térmicas constantes, para que los altibajos en 
la disipación de calor del cuerpo se mantengan en un rango que 
pueda mitigarse con cambios fluctuantes en la temperatura de la 
superficie de la piel. Dicho de otro modo, los métodos actuales de 
diseño medioambiental subordinan el cuerpo al edificio, cuando 
debería hacerse lo contrario.
El intercambio de calor del cuerpo se produce en una capa de 
no más de un centímetro de grosor de la superficie de la piel. 
Nuestro verdadero interés se centra en esa franja fina, pues es 
ahí donde puede controlarse el ritmo de transferencia de calor. 
Las condiciones del edificio son intrascendentes fuera de ese 
centímetro, y hay muchas formas de actuar directamente en esa 
zona, aunque la creencia de que hay que calentar y enfriar todo 
el edificio nos impide decidirnos por pequeñas acciones y nos 
hace recurrir a aparatosos sistemas de alto consumo energético. 
Como subgrupo del calor, la iluminación opera a menor escala de 
transferencia de calor, la del submicrón; a pesar de ello, los sis-
temas de iluminación siguen diseñándose a escala del edificio. 
Cambiamos la orientación de un edificio para aprovechar mejor 
la luz natural, pero somos incapaces de lograr el mismo efecto 
con la reorientación micrónica de un material. Un cambio míni-
mo y casi imperceptible en su textura puede generar un gran 
efecto en la recepción y el direccionamiento de la luz natural.
Estas cinco fronteras “funcionales” van desde la infraestruc-
tura a escala regional hasta los receptores neurológicos de cada 
cerebro, pero las cinco parten de la separación de los sistemas de 
las geometrías a escala del edificio. No obstante, precisamente al 
separarlos y volverlos a trazar, nos aproximamos a una genera-
ción y a un consumo de energía en su nivel más eficaz. Las tecno-
logías constructivas tradicionales no han cambiado mucho des-
de el siglo xix y fue para dichos sistemas para los que se creó una 
infraestructura eléctrica en primer lugar. La rápida evolución en 
las tecnologías del resto de las industrias, salvo en la automo-
triz, no ha afectado al entorno construido, y una de sus razones 
principales es nuestro prejuicio de que el edificio, y no la suma 
de consumidores y sistemas, sea la unidad adecuada para eva-
luar el rendimiento. Otra de las razones es la creencia de que los 
sistemas de un edificio deben integrarse por completo. Al desa-
fiar ambos prejuicios, tenemos la oportunidad de reducir mucho 
nuestro consumo de energía.
11Sub, supra e infraestructuras energéticas
 
Simulación del parque 
undimotriz del estudio Pelamis 
Wave Power Ltd. (Edimburgo), 
que muestra el sistema de 
aprovechamiento de la energía 
generada por las mareas.
PRODUCIR
Parque 
undimotriz
Pelamis Wave Power Ltd.
12
 
13
 
PRODUCIR
Showroom para CR Land Guanganmen 
Green Technology
Vector Architects
Este proyecto para un showroom 
temporal (que se utilizará durante 
tres años) en Pekín está situado 
dentro de un proyecto residencial. 
La idea consiste en desarrollar una 
noción significativa de lo “temporal” 
al proyectar un edificio que pueda 
construirse, demolerse y reciclarse 
fácilmente y con el menor impacto 
posible. La estructura principal es 
de acero, de modo que los elemen-
tos estructurales puedan reutilizarse 
después de desmontar el edificio. 
La fabricación de estos elementos 
puede producirse simultáneamente 
a la excavación del solar, reduciendo 
así los tiempos de construcción. 
El edificio se eleva para reducir 
enormemente los trabajos de exca-
vación y cimentación, y para facilitar 
su demolición y la recuperación 
del sitio.
Un sistema de paneles verticales 
cubiertos de hierba recubre el edifi-
cio para reducir las pérdidas y 
ganancias de calor y mejorar la efi-
ciencia térmica general. Los paneles 
de hierba también reducen la esco-
rrentía de las tormentas. A pesar de 
haberse eliminado el césped central 
para hacer espacio para el edificio, 
se ha triplicado la superficie planta-
da al hacerse uso de paneles de cés-
ped en la cubierta y en las dos 
fachadas longitudinales. Después 
de demoler el edificio se prevé 
reubicar los paneles de hierba en 
la valla del complejo residencial.
14
 
15
 
PRODUCIR
Aux fermes, citoyens!
Dorothée Imbert
Una vez más, la comida se ha vuelto un asunto claramente políti-
co. El huerto orgánico de la familia Obama en la Casa Blanca mar-
ca el retorno simbólico a la forma típica del alarde paisajístico 
de Estados Unidos, el prado delante de la casa, para la produc-
ción de alimentos. Y este es solo uno de entre los diversos acon-
tecimientos mediáticos que tienen que ver con la salud alimenta-
ria y la vegetación de Estados Unidos. El vínculo entre alimento 
y responsabilidad medioambiental ha pasado a ocupar un pri-
mer plano en el pensamiento académico y popular. Escritores, 
políticos y chefs fomentan la “revolución sabrosa”, donde “la 
comida de verdad”, la slow food y la comida de proximidad redu-
cirán nuestras huellas de carbono y nuestros michelines. Rela-
cionado con este interés por la comida aparece el interés renova-
do por la agricultura urbana. Redescubierta como un equivalente 
ligero y de bajo coste de una arquitectura sostenible de lujo y 
técnicamente centrada, la agricultura urbana es una ideología 
vagamente definida con una larga historia.
La hibridación de la segunda naturaleza (la agricultura) y la 
tercera (el jardín) ha tenido un impacto perdurable en el imagi-
nario del paisajismo, que va desde la ferme ornée rural, o granja 
ornamentada en la que los prados se utilizaban como pasto para 
ovejas y sembrar maíz, hasta el jardín urbano.1 En el Versalles de 
Luis XIV, el arte de comer era un tema importante. El rey no solo 
se ocupaba de cultivar la estética del poder, sino también del 
prestigio de su cocina. Para proporcionar un abastecimiento 
continuo de productos refinados, Jean-Baptiste La Quintinie 
creó el potager du roi (huerto del rey), un jardín ornamental de 
nueve hectáreas con parterres donde se cultivaban hortalizas 
en huertos cercados.2 Los muros de protección, los frutales en 
espaldera y los invernaderos satisfacían el apetito real de higos, 
guisantes, fresas y espárragos, incluso fuera de temporada.
Actualmente pueden detectarse dos tendencias principales en 
el avance de la agricultura sostenible y la vida sana en Estados 
Unidos: una que viene desde arriba y otra desde abajo. La prime-
ra es el tan publicitado reclamo por la reforma de la producción 
alimentaria, que tiene como portavoces a figuras como Alice 
Waters y Michael Pollan, y que no ha pasado desapercibido al 
mundo de los negocios. El mensaje encuentra sus raíces en la 
memoria colectiva nostálgica de ideales agrarios de Thomas 
Jefferson y en el mito de la vieja Europa, sobre todo Francia e 
Italia. La autosuficiencia y la autosatisfacción van de la mano: si 
16
 
no cultivamos nuestros cardos y hacemos compost de nuestras 
cáscaras, al menos cojamos nuestra canasta de mimbre para ir al 
mercado local a comprar productos frescos a campesinos son-
rientes. En el otro extremo del espectro social se encuentran los 
numerosos movimientos de base –como Growing Power en 
Milwaukee, Urban Farming en Detroit y City Farm en Chicago– 
que, al reclamar solares abandonados y patios traserosinfrauti-
lizados, intentan transformarlos en experiencias urbanas y ali-
menticias. Sus objetivos van desde el empleo de la población 
inmigrante y del cinturón de pobreza, a la educación infantil y 
acabar con el hambre en el planeta. Estas organizaciones utili-
zan métodos de cultivo de baja tecnología, adecuados a las con-
diciones urbanas actuales y que tienen su paralelismo en la agri-
cultura de subsistencia de América Latina, Asia y África.
La autosuficiencia es un impulso típico de tiempos inciertos; 
así surgieron los huertos de autoconsumo durante las dos gue-
rras mundiales y se volvieron nuevamente populares a princi-
pios de la década de 1970. Ese mismo deseo también evoca las 
políticas medioambientales de contracultura del Whole Earth 
Catalog, un compendio de “herramientas” para ayudar a que la 
gente viva y dé forma a un entorno “fuera del sistema”, lejos del 
alcance de los gobiernos y los grandes negocios. Estas herra-
mientas iban desde libros de jardinería orgánica hasta el mapa 
Dymaxion de Richard Buckminster Fuller, que “hacía lo máximo 
con lo mínimo”. El Whole Earth Catalog también reflejaba un 
deseo de alejar al medioambientalismo de lo silvestre y del Sie-
rra Club para adoptar una visión más amplia de la naturaleza 
que pudiera conciliarse con la modernidad y la tecnología. La 
“tecnología adecuada” de finales de la década de 1960 intentaba 
mejorar las condiciones de vida de los países menos desarrolla-
dos evitando los daños al medio ambiente causados por la indus-
trialización. Los métodos y objetivos de la agricultura urbana 
actual encajan con esta descripción de una tecnología adecuada: 
“Bajo coste de inversión, simplicidad organizativa, alta adapta-
bilidad a entornos sociales o culturales específicos, uso modera-
do de recursos naturales y un alto potencial para generar 
empleo”.3 Lo que es importante observar en nuestra búsqueda 
La primera dama, Michelle Obama, 
y el horticultor de la Casa Blanca, 
Dale Haney, trabajan junto a 
estudiantes de la escuela Bancroft 
de Washington para arar un huerto 
en la Casa Blanca, 20 de marzo 
de 2009.
Peral en espaldera del huerto 
del rey, Versalles
17
 
PRODUCIR
Nuevo huerto de la reina de Inglaterra 
en el palacio de Buckingham, Londres, 
Reino Unido. Sunday Times, Londres, 
14 de junio de 2009
18
 
contemporánea de la autosuficiencia y de una dieta mejor parece 
encontrarse tanto fuera como dentro del sistema.
A primera vista, la agricultura urbana presenta una paradoja: 
las ciudades son urbanas y la agricultura es rural. En el escenario 
simplista de ciudad contra campo, el desarrollo ha echado fuera a 
la granja y, con ella, la conexión que tenían los urbanitas con las 
estaciones y la tierra. Ante esta situación, los alimentos de las ciu-
dades se traen desde lejos y con un gran coste energético (trasla-
dar una lechuga desde California hasta Nueva York consume 36 
veces más calorías de las que tiene la propia lechuga). A los niños 
que viven en las ciudades hay que enseñarles que la leche viene de 
las vacas, salvo que vivan en el Upper East Side de Manhattan, 
donde pueden aprender cómo hacer mozzarella de búfala de la 
mano de un artisan fromager. No obstante, existen nuevos tipos 
de intercambio entre la ciudad y el campo, y el collage de usos de 
la tierra que puede apreciarse hoy en zonas urbanizadas de Euro-
pa permite una infraestructura agrícola multifuncional como, por 
ejemplo, las operaciones agrícolas de los límites de París, donde se 
mezclan el ocio y el cultivo de cereales. Otras granjas han pasado a 
ser lugares productivos en zonas suburbanas y abastecen a sus 
vecinos inmediatos; otras son de naturaleza más temporal y se 
arriendan a emigrantes, como en el caso del proyecto New Farmer 
Development de Nueva York. A la inversa, la agricultura intensiva 
de pequeños terrenos ha pasado a ser un transformador o coloni-
zador viable de las parcelas urbanas vacías. El cultivo de solares 
abandonados o infrautilizados ofrece muchos beneficios ecológi-
cos, económicos, sociales y para la salud.
Como herederos tanto de tradiciones agrícolas urbanas como 
rurales, los arquitectos del paisaje están especialmente prepara-
dos para articular una visión especial de la agricultura urbana y 
reavivar la estética de la tercera naturaleza y adaptarla a la 
segunda naturaleza urbana. Aunque serán pocos quienes argu-
menten en contra del valor que la agricultura urbana tiene para 
los fundamentos morales, quisiera explorar el papel que desem-
peña la arquitectura del paisaje en ayudar a proporcionar una 
dirección a la agricultura urbana como estrategia de proyecto. 
Los siguientes ejemplos están organizados en torno a temas 
como el paliativo, la recuperación y la proyección y, aun no sien-
do exhaustivos, sí intentan identificar tendencias históricas o 
contemporáneas en la integración de la arquitectura del paisaje, 
el urbanismo y la agricultura.
Paliativo
Durante la primera mitad del siglo xx se presentaba a menudo 
el jardín, y en especial su parcelación, como un antídoto contra 
la urbanización, además de como un elemento que ayudaba a la 
estabilidad moral y económica de la sociedad moderna. El pai-
sajista alemán Leberecht Migge, quien colaboró con Ernst May, 
Adolf Loos y Martin Wagner, fue un prolífico activista del jardín 
19Aux fermes, citoyens!
 
PRODUCIR
C. Th. Sørensen, huertos de alquiler, 
Nærum, cerca de Copenhague, 
Dinamarca, 1948. Una codificación 
estricta rige el mantenimiento 
de los setos
20
 
productivo como una componente integral en la planificación de 
las Siedlungen. En sus polémicas de 1918 y 1919 abogó por una 
autosuficiencia generalizada y lanzó su “manifiesto verde”. 
Migge defendía la producción individual de alimentos como 
herramienta para la reforma agraria y en contra de la superpo-
blación urbana.4 La plantación era el único antídoto posible a lo 
que él entendía como una ciudad contemporánea despilfarrado-
ra con hectáreas de calles y viviendas en barbecho.
A diferencia de la ciudad caótica y debilitante, el jardín pro-
ductivo se organizaba racionalmente según las necesidades de la 
familia, sacando el mayor provecho de su cosecha mediante el 
uso de dimensiones estándar y el control del clima. Los cultivos 
intensivos, como los tomates y otras verduras, que requerían 
menos espacio y mayor atención, se plantaban cerca de la casa, 
mientras que los vecinos compartían las instalaciones de com-
postaje, el estanque y un prado. Los frutales crecían en espalde-
ras a lo largo de los muros y, de ser necesario, de noche se prote-
gían con pantallas.
El deseo de Migge de conexión, tanto física como simbólica, 
con la tierra fue una preocupación constante para los paisajistas 
del siglo xx. En Dinamarca, las parcelas de jardines formaron par-
te del sistema de espacios abiertos y fueron pensadas como 
estructuras paisajísticas permanentes. Para C. Th. Sørensen, 
dichos jardines ofrecían una cura para los habitantes de los edifi-
cios de apartamentos modernos que habían roto sus vínculos con 
la tierra. En Nærum, a las afueras de Copenhague, dispuso una 
serie de jardines ovalados a lo largo de una ladera, donde cada 
óvalo estaba cercado por un seto. Como Migge, Sørensen confiaba 
en el trabajo individual para el interés del grupo, y en formas y en 
dimensionamientos estándar, aunque el efecto espacial de los 
óvalos de Nærum no podría ser más distinto. Las formas sensua-
les y la composición dinámica contrastaban con el orden ortogo-
nal de las ciudades y de la parcelación típica de los jardines. 
Leberecht Migge, unidad de jardín 
productivo autosuficiente según el 
tamaño de la familia, 1919
21Aux fermes, citoyens!
 
PRODUCIR
Sørensen estableció siete páginas de directrices, sobre todo en lo 
que se refería a los setos, que podrían ser de espino blanco, esca-
ramujo, manzana silvestre o lilas; podados o no,debían ser lo 
suficientemente altos como para garantizar la privacidad. Dentro 
de los respectivos óvalos, los jardineros podían hacer lo que qui-
sieran, cultivar verduras o grosellas. Como los óvalos estaban 
situados en una ladera, a menudo los setos se superponían o 
parecían formar una curva continua, donde los espacios interme-
dios hacían las veces de amortiguador y zona de juegos.
Recuperación
Las prácticas agrícolas, ya sean cultivos o árboles, ofrecen posi-
bilidades para hacer a las ciudades sostenibles desde la perspec-
tiva de la recuperación, convirtiendo solares abandonados o des-
cuidados en lugares para la inversión pública. La idea de una 
recuperación puntual capaz de transformar la experiencia de la 
ciudad queda perfectamente ejemplificada en los parques de jue-
go del Ámsterdam de la posguerra que Aldo van Eyck diseñó 
para el Departamento de Urbanismo, liderado por Cornelis van 
Eesteren. Los cientos de parques de juego pensados para cada 
lugar y ensamblados mediante una serie finita de elementos 
estándar repararon el tejido de la ciudad tanto desde el punto de 
vista moral como físico, al tiempo que proporcionaron una alter-
nativa al modelo de urbanismo “de arriba abajo” de los CIAM, 
Corredor agrícola bajo líneas 
de alta tensión, Cantinho do Céu, 
São Paulo, Brasil, jardines 
comunitarios en Providence, 
Rhode Island, Estados Unidos
22
 
con pequeños lugares intersticiales que responden a condiciones 
locales y modifican el conjunto. La agricultura urbana puede 
aprender mucho de esto: trabajando con escalas y medios modes-
tos, variedad en las permutaciones, sensibilidad hacia la activi-
dad humana, una aproximación sistemática y capacidad para 
diseñar mejorando las condiciones de vida. No se trataba, pues, 
de un proceso de planeamiento “de abajo arriba”, sino de un pro-
ceso iterativo que transformó los lugares de mosaicos de vacíos 
a mosaicos de lugares, donde las diminutas partes separadas 
formaban una nueva red social dentro de la ciudad.
La práctica contemporánea del paisajismo examina constan-
temente el concepto de naturaleza urbana. Aunque los lugares 
puedan ser tóxicos, estar abandonados o comprometidos de 
alguna manera, el conflicto entre la vegetación y los terrenos 
urbanos es permanente. Aunque diversos proyectistas hayan 
explorado el potencial de cultivar alimentos en la densidad urba-
na de las granjas verticales, donde la hidroponía forma parte 
integral de la estructura de los edificios, otros han buscado pre-
cedentes de baja tecnología para establecer sistemas paisajísti-
cos productivos. De este modo, la estrategia gradual de “paisajes 
urbanos productivos continuos” –una red de espacios abiertos 
que conecta los jardines interiores a la ciudad con los parques 
existentes y la periferia– se construye a partir del estudio de 
caso de la agricultura urbana en Cuba,5 donde la escasez que 
siguió a la caída de la Unión Soviética condujo a un reajuste de 
los sistemas agrícolas estatales mediante el cultivo orgánico y 
semiprivado de las tierras baldías urbanas y periurbanas. Este 
modelo, aplaudido por ser sostenible, es factible desde un punto 
de vista económico y redentor desde un punto de vista social. Su 
consumo de energía es mínimo y presenta numerosas ventajas, 
sobre todo en lo que se refiere a su reutilización adaptativa.
A menudo la agricultura urbana implica un acto desafiante, 
bien esté agenciándose de una calle o un corredor ferroviario, o 
apropiándose de tierras ajenas, como sucedía con el movimiento 
de “jardinería de guerrilla”.6 Abundan los ejemplos de paisajes 
ornamentales reapropiados para otros fines, sobre todo cuando 
se encuentran relacionados la salvaguarda del hogar y del país. 
En el París de 1940, los parterres de los Jardines de Luxemburgo 
frente al Senado francés se vaciaron para sembrar comida, y las 
ovejas pastaron en los prados de la Casa Blanca mucho antes de 
la reciente siembra de arúgula.
Proyección
Existe un enorme potencial en considerar la agricultura urbana 
como un medio para estructurar el desarrollo. En varios de sus 
proyectos, el paisajista francés Michel Desvigne ha abogado a 
favor de una infraestructura paisajística anterior a la arquitectu-
ra. Desvigne defiende algo que podría llamarse “ecología proyec-
tiva” (en contraposición a la proteccionista), donde el paisaje no 
Schweingruber Zulauf, 
receptáculos colonizadores 
autosostenibles, Zug, Suiza, 1999
23Aux fermes, citoyens!
 
PRODUCIR
Michel Desvigne y Jean Nouvel, 
proyecto Lisières, París, 
Francia, 2009
Michel Desvigne, jardines agrícolas 
(primera fase), Île Seguin, Boulogne-
sur-Seine, Francia, 2009
Michel Desvigne y Jean Nouvel, 
proyecto Lisières, París, Francia, 
2009. Detalle de una franja con 
invernaderos, huertos de alquiler, 
setos y hortalizas
Michel Desvigne, jardines agrícolas 
(primera fase), Île Seguin, Boulogne-
sur-Seine, Francia, 2009
24
 
25Aux fermes, citoyens!
 
PRODUCIR
solo desempeñe un papel ecológico en lo que se refiere a la ges-
tión del agua o la biodiversidad, sino que cree un marco espacial 
para el futuro desarrollo urbano. En la ribera derecha de Bur-
deos, plantar árboles en aparcamientos abandonados y espacios 
sobrantes permite recuperar la superficie industrial, que cada 
vez va a menos. Desvigne insiste en que su acción no es un plan 
general, sino un sistema espacial de sólidos con vegetación y 
vacíos para la circulación que anticipan la urbanización que se 
producirá en las siguientes siete décadas. Este paisaje en franjas 
se convierte en el generador del proceso de construcción, más que 
en su producto derivado. Otros proyectos desarrollados en Nueva 
York y París evocan paisajes híbridos de producción y ocio. Las 
prácticas agrícolas en la Governors Island ofrecen un modelo 
para la gestión de suelo y una estrategia para el desarrollo por 
fases. De modo similar, la recuperación de Île Seguin –el lugar 
que antiguamente ocupaba una fábrica de Renault– presenta un 
diagrama de figura y fondo sin edificios, donde los jardines, cam-
pos de cultivo y parcelas conforman una primera capa de sólidos 
previa a la plantación de árboles y la arquitectura. En cierto sen-
tido, la agricultura es un tropo tanto para la memoria como para 
la eficiencia. La disposición racional, los resultados rápidos, la 
mejora del suelo, el compostaje y la gestión del agua interpelan a 
una naturaleza urbana sostenible completamente artificial, pero 
aun así capaz de desencadenar una conexión con los alimentos, la 
tierra y el paisaje rural. A una escala regional, esta postura doble 
se explora aún con mayor profundidad en la propuesta de 2009 
preparada por Jean Nouvel para el Gran París.7 En respuesta a la 
llamada que Nicolas Sarkozy hiciera de visiones ecológicas y de 
transporte para la ciudad, Desvigne y el equipo de Nouvel inge-
niaron una codificación urbanoagrícola para la lisière (término 
que describe el borde de un bosque o una unión) de la periferia. El 
encuentro entre París y la zona agrícola circundante pasa a ser 
una costura de 800 km de longitud y de anchura variable, en la 
que los restos de un paisaje agrícola hace tiempo desaparecido 
articulan un nuevo tipo de sistema productivo de espacios abier-
tos. Vuelven a aparecer los setos, las acequias, los matorrales y 
los caminos dentro de una infraestructura de invernaderos, par-
celas de jardines, reciclaje, producción de energía, compostaje y 
campos deportivos. Aunque está estrictamente codificada, esta 
franja no apela a la protección o la nostalgia, sino al intercambio 
y la experimentación como medios para hacer que el paisaje sea 
accesible a todo tipo de usuarios. En este escenario, la indetermi-
nación planificada confina la suburbanización de la campiña y 
permite que la agricultura vuelva a entrar en la ciudad.
Con un último ejemplo cambiaré un poco de discurso, para 
sugerir cómo una aproximación proyectivaa la agricultura urba-
na puede ayudar a dar forma al desarrollo. El campus Allston de 
la Harvard University presenta un conjunto único de condiciones 
ecológicas, sociales y espaciales sobre las que poder ensayar 
Dorothée Imbert y Scheri Fultineer 
(con Megumi Aihara, Tzufen Liao 
y Takuma Ono), cinco buenas 
razones para tener granjas 
en el campus de Allston, 
Harvard University, 
Cambridge (Massachusetts), 
Estados Unidos, 2007
26
 
ideas de agricultura urbana.8 La interconexión entre un paisaje 
productivo didáctico y los espacios urbanos ayudaría a demos-
trar el compromiso de la universidad con el desarrollo ecológica-
mente consciente, al tiempo que contribuiría a impulsar el urba-
nismo y el paisajismo en una nueva dirección. El cultivo de 
alimentos en un entorno urbano tiene algo de preciosamente rea-
lista e incongruente. Si llegamos a considerarlo un paisaje que 
funciona dentro del campus, esto llevaría a la idea de agricultura 
urbana más allá de lo cosmético, lo técnico o lo nostálgico, y nos 
invitaría a reflexionar sobre el papel que desempeña el paisaje en 
el proceso de planificación (cosa nada inverosímil, dada la actual 
crisis económica y el parón de la implementación del campus).
Si puede considerarse la comida como una medida de poder, 
podría servir también como decodificador de jerarquías académi-
cas. Aunque queden pocos, los profesores todavía ejercen actual-
mente su derecho al pastoreo en los prados de la Harvard Univer-
sity, y bien podrían ganarse un “bonus productivo”, cortesía de 
las granjas del campus Allston. Uno podría imaginarse una ver-
sión actualizada del “huerto del rey” de Luis XIV, algo así como el 
“huerto de los presidentes” del campus de Allston. Los invernade-
ros proporcionarían suculentos tomates en invierno a los gana-
dores del Nobel; al llegar la primavera, los profesores de mayor 
edad recibirían mizuna tierna y espárragos blancos y, en otoño, 
una canasta de manzanas Roxbury Russet, la primera manzana 
cultivada en Estados Unidos y típicas de la zona desde mediados 
del siglo xvii. Y tras dar la vuelta al compost y controlar las pobla-
ciones de gusanos, los profesores jóvenes podrían disfrutar de un 
refrescante té orgánico, cortesía del herbario medicinal.
Cuarta razón para tener granjas 
en el campus de Allston: reciclar. 
Perspectiva de Tzufen Liao, 2007
1 Para una definición de la ferme ornée 
del siglo xviii: Switzer, Stephen, Ichnogra-
phia Rustica or the Nobleman, Gentleman, 
and Gardener’s Recreation, Londres, 1a 
ed. 1718; 2a ed. revisada 1742, 
vol. 1, pág. xvii; vol. III, pág. 10. “La jardine-
ría extensiva y rural”, aseguraba Switzer, 
era “no solo la más rentable, sino [también] 
la más agradable”.
2 De Courtois, Stéphanie, Le Potager du 
roi, Actes Sud/École Nationale Supérieure 
du Paysage, Versalles, 2003.
3 Kirk, Andrew, “Appropriate Technology: 
The Whole Earth Catalog and Counterculture 
Environmental Politics”, Environmental History, 
vol. 6, núm. 3, julio de 2001, págs. 374-394.
4 Migge, Leberecht, Jedermann Selbst- 
versorger! Eine Lösung der Siedlungs- 
Frage durch neuen Gartenbau, Diederichs, 
Jena, 1918; y “Das grüne Manifest”, 1919. 
Para más sobre la polémica de Migge, 
véase: Haney, David, “Leberecht Migge’s 
‘Green Manifesto’: Envisioning a Revolution 
of Gardens”, Landscape Journal, vol. 26, 
núm. 2, 2007, págs. 201-218.
5 Viljoen, André y Howe, Joe, “Cuba: 
Laboratory for Urban Agriculture”, en Vil-
joen, André (ed.), CPULs: Continuous Pro-
ductive Urban Landscapes, Elsevier, 
Oxford, 2005.
6 Reynolds, Richard, On Guerrilla Garde-
ning: A Handbook for Gardening without 
Boundaries, Bloomsbury, Nueva York, 2008.
7 Desvigne, Michel, “Épaissir les lisières”, 
en Nouvel, Jean; Duthilleul, Jean-Marie y 
Cantal-Dupart, Michel (eds.), Naissances et 
renaissances de mille et un bonheurs pari-
siens, Les Éditions du Mont-Boron, París, 
2009, págs. 148-175.
8 “Cinco razones para tener granjas en 
Allston”, el prospecto para introducir la 
agricultura urbana en el campus de la Har-
vard University fue el resultado de una cola-
boración con Scheri Fultineer, Megumi 
Aihara, Tzufen Liao y Takuma Ono en 2007.
27Aux fermes, citoyens!
 
PRODUCIR
El proyecto Local River anticipa la 
influencia creciente de este grupo 
(la palabra ‘locávoro’ fue recogida por 
primera vez por un diccionario esta-
dounidense en 2007) al proponer una 
unidad de almacenaje doméstico para 
peces de agua dulce y un minihuerto 
de verduras. Esta piscifactoría “hága-
lo usted mismo” con huerto se basa 
en el principio de la acuapónica, 
al que se le suma el intercambio e 
interdependencia de dos organismos 
vivientes: plantas y peces. Las plantas 
extraen nutrientes del excremento 
rico en nitratos de los peces, y funcio-
nan como un filtro natural que purifica 
el agua y mantiene un equilibrio vital 
para el ecosistema donde estos viven. 
Esta misma técnica se utiliza a mayor 
escala en las piscifactorías acuapóni-
cas de vanguardia, que crían tilapias 
(peces del Lejano Oriente) y cultivan 
lechugas en bandejas que flotan 
sobre la superficie de los estanques.
Los locávoros aparecieron en San 
Francisco en 2005, y se definieron a 
sí mismos como un “grupo de aven-
tureros culinarios que consumen ali-
mentos producidos dentro de un 
radio de 160 km de su ciudad”. Con 
ello intentaban reducir el impacto 
medioambiental inherente al trans-
porte de alimentos, al tiempo que 
aseguraban su rastreo.
Local River: 
unidad de almacenaje doméstico 
para peces y verduras
Mathieu Lehanneur, con Anthony van den Bossche
Este proyecto responde a las necesi-
dades diarias de alimento fresco 
completamente rastreable. Apuesta 
por el retorno de la piscicultura 
(de truchas, anguilas, percas, carpas, 
etc.), dado que la oferta de muchas 
especies marinas es cada vez menor 
debido a su sobreexplotación. Final-
mente, demuestra la capacidad de 
los piscicultores para entregar sus 
productos vivos como garantía de 
óptima frescura, cosa imposible en 
el caso de especies de agua salada 
pescadas con red. Local River inten-
ta sustituir al acuario tipo “televisor” 
por otro tipo “frigorífico”, funcional y 
no menos decorativo. En este esce-
nario cohabitan los peces y las ver-
duras durante un corto período de 
tiempo en una unidad de almacenaje 
doméstico antes de ser consumidos 
por sus cuidadores, últimos actores 
en este ciclo de intercambios dentro 
de un ecosistema controlado.
28
 
29
 
PRODUCIR
Soft Cities
KVA MATx
Esta iniciativa urbana explora el diseño de una red de energía 
limpia. Esta red operaría entre la gran escala de los sistemas 
energéticos urbanos y centralizados y las múltiples escalas más 
pequeñas y estructuras de propiedad de las unidades de vivien-
da propias de un tejido urbano denso. El proyecto Soft Cities crea 
un nuevo modelo de abastecimiento de energía limpia que inclu-
ye un abanico de sistemas textiles altamente adaptables para 
captar energía con nanomateriales solares de espesores finísi-
mos. Al operar en los campos del urbanismo, la arquitectura, la 
ingeniería y las ciencias materiales, el proyecto Soft Cities explo-
ra las posibilidades técnicas, espaciales y estéticas de los mate-
riales fotovoltaicos orgánicos, un nuevo tipo de polímeros sinte-
tizados fotorreactivos que pueden imprimirse o depositarse en 
sustratos flexibles mediante un eficaz proceso de fabricación 
R2R. Los materiales fotovoltaicos orgánicos presentan un curio-
so juego de paradojas para el proyecto arquitectónico que desa-
fían los prejuicios creados por la industria de la construcción en 
torno a las tecnologías solares.
La estrategia de diseño de Soft Cities se construye a partir de 
una paradójica combinación de exceso generoso e ineficiencia 
radical, y compromete las limitaciones y los atributos de los 
materiales fotovoltaicos orgánicos en términosdel proceso pro-
ductivo, el factor de flexibilidad de las formas, la estética de la 
transparencia y las características de la captación de energía en 
el tiempo. La forma convencional de despliegue de los paneles 
solares multifacetados de vidrio se sustituye por cintas solares 
plegables, diseñadas para ser muy largas y delgadas. Con ello se 
aumenta la flexibilidad del material y se reducen las conexiones 
eléctricas. Al utilizar equipos actuales para la manufactura tex-
til computerizada, las cintas solares conforman un tejido híbrido 
que es en parte arquitectura, en parte mobiliario móvil y en parte 
superficie para la captación de energía, listas para funcionar de 
forma innovadora.
Los materiales fotovoltaicos orgánicos se fabrican con altas 
tasas de transferencia: buena parte del material superficial pue-
de fabricarse en poco tiempo, a bajo coste y con una huella de 
carbono reducida. En este tipo de producción, los materiales 
fotovoltaicos orgánicos utilizan mucha menos energía solar 
incorporada que los paneles solares de vidrio poli o monocrista-
linos. Estos materiales pueden parecer ineficaces, puesto que 
convierten en electricidad solo entre un 3 y 4 % de la luz que cap-
Soft Cities: vista desde la cubierta 
del barrio de Casa Burguesa, 
Oporto, Portugal
30
 
31
 
tan, y requieren grandes superficies. Aun así, su capacidad de 
captación de luz natural de una forma continua en el tiempo 
en un amplio ángulo de 120º transforma las cifras tradicionales 
de “eficiencia pico” de la industria solar para un rango limitado de 
horas en una de energía total que se capta a lo largo del día. El 
bajo costo de la producción en serie, la superficie lo bastante 
grande como para generar espacio y la capacidad de captación 
de energía durante el día, junto a un amplio espectro de orienta-
ciones solares, crea un paradigma de energía limpia capaz para 
adaptarse ampliamente en barrios densos.
Con el patrocinio del MIT Energy Initiative y del Gobierno de 
Portugal, se están preparando prototipos de tejidos para la cap-
tación de energía que intentan reducir la presión medioambien-
tal y acelerar la reocupación sostenible de 25.000 casas, que 
datan de entre los siglos xvii y xix, en el barrio de Casa Burguesa, 
en Oporto. El objetivo es conseguir que cada casa ahorre más de 
un 60 % de la energía diaria mediante el uso de tejidos de 15 m2, o 
de un 10 % de la superficie de cubierta.
El proyecto piloto Soft Cities abastece a cada casa con un pro-
medio de 6,5 kWh/día de media, con un modelo de suministro de 
energía limpia que combina nanomateriales polímeros avanza-
dos con los sistemas tradicionales de ventilación y los espacios 
iluminados con luz natural propios de la tipología de viviendas 
dominante en el barrio (larga y estrecha en planta y plantas ser-
vidas por una escalera interior iluminada por un lucernario a 
más de veinte metros de altura). Este pozo interior, perceptible 
solo en sección desde el interior, se reocupa. Es decir, la zona se 
emplea en la instalación de un sistema de distribución domésti-
co de energía limpia, eficiente y directa, diseñado para reducir el 
coste total de los equipos solares al rebajar o eliminar los costes 
asociados a su instalación, la necesidad de ingeniería especiali-
zada y equipos transformadores.
PRODUCIR
Prototipo textil para la recolección 
de energía blanda
32
 
Soft Cities explora la intersección entre los usos programáticos 
de la energía limpia y su impacto político y estético a escala 
urbana y doméstica. La experiencia cotidiana de captar energía 
con tejidos solares crea una nueva infraestructura compartida 
que conecta el espacio urbano horizontal de las cubiertas con el 
sistema de circulación vertical de los edificios. Durante el día, un 
toldo en cubierta expande el espacio habitable y abastece de 
energía con un juego estriado y cambiante de luces y sombras; 
por la noche, los ligeros tejidos solares pueden enrollarse y guar-
darse en el lucernario. La energía captada se utiliza para la ilu-
minación interior y para abastecer a los aparatos digitales de las 
oficinas domésticas, y puede venderse como fuente de ingresos 
extra para cargar motos eléctricas, expandiendo así el flujo de 
peatones necesario para revitalizar la vida económica y cultural 
del barrio, así como el rango de movilidad urbana que permite el 
metro de Oporto.
El impacto político y urbano de este sistema de energía limpia 
es capaz de alterar la demografía del barrio mediante la moder-
nización sostenible del interior doméstico, ya que permitiría la 
copropiedad de una sola casa y fomentaría la diversidad de 
espacios habitables y de trabajo en el denso centro de Oporto. 
De noche, gracias a la iluminación exterior, el impacto colectivo de 
las múltiples fuentes distribuidas va más allá de lo doméstico y 
refuerza su papel como expresión urbana definitiva de un 
medioambientalismo renovado en el centro de la ciudad.
Soft Cities presenta una visión en la que el tendedero de 
cubierta genera energía autónoma: una red efímera, aunque 
transgresora, de tejidos performativos que deriva de la tradición 
portuguesa de pérgolas sombreadas y de la privacidad y porosi-
dad de los visillos de encaje. En este paisaje de cubiertas activo 
se descubren nuevas reciprocidades urbanas a medida que se deja 
ver la profundidad en sección del interior de las casas y se vuelca 
hacia afuera, lo que permite que los tejidos solares se carguen. El 
modelo de abastecimiento energético de Soft Cities es lo sufi-
cientemente adaptable como para poder extenderse y cubrir la 
necesidad de modernización de los barrios densos de muchos 
lugares del mundo.
Equipo del proyecto:
Sheila Kennedy, Kyle Barker, Eletha Flores, 
Patricia Gruits, Alexander Hayman, 
Sloan Kulper, Murat Mutlu y Adnan Zolj
Agencia Arquitectura Thenasie & Valentim, 
Oporto
MIT Energy Initiative
Facultad de Arquitectura, Universidade do 
Porto (FAUP)
Facultad de Ingeniería, Universidade do 
Porto (FEUP)
Agência de Energia do Porto (AdE)
Iluminación del proyecto piloto de 
Casa Burguesa, Oporto, Portugal
33Soft Cities
 
PRODUCIR
ZEDFactory
Bill Dunster
La población mundial es directamente proporcional a la disponi-
bilidad de combustibles fósiles baratos.
El cambio climático se está acelerando exponencialmente, y si 
la economía, con su infraestructura agrícola y urbana, sigue cre-
ciendo desenfrenadamente, es posible que la temperatura suba 
entre cuatro y cinco grados de media, lo que se traduciría en la 
pérdida de dos tercios de las tierras cultivables del planeta. Esto 
podría conducir a un auge masivo de refugiados climáticos, a 
conflictos por tierras fértiles y agua dulce y, en última instancia, 
a miles de millones de muertes. Los picos de petróleo, gas y ener-
gía nuclear podrían producirse durante los próximos quince a 
veinte años. Se impondría el imperativo cultural de cambiar 
nuestra infraestructura económica: los recursos extractivos fini-
tos de los que depende deberían sustituirse por recursos renova-
bles antes de que la inestabilidad económica excluya cualquier 
acción significativa. Este es el reto cultural más importante: 
construir un nuevo estilo de vida y de trabajo en el marco de la 
economía actual para que la mayor parte de la población del pla-
neta pueda disfrutar de la democracia y evitar los conflictos por 
poseer un capital natural cada vez más escaso.
Evitar la huella de carbono se ha convertido en la nueva mone-
da de cambio que influye en el diseño de una tetera, un muro con 
cámara de aire, una manzana y hasta un plan regional. El próxi-
mo paso consiste en debatir si esta responsabilidad recae en los 
individuos –quienes planifican sus dietas bajas en carbono en el 
contexto de su justo derecho a contaminar la atmósfera del plane-
ta–, en el Estado “gran hermano” legislador o en alguna compleja 
amalgama de ambos. Puede pensarse en ello comouna elección 
entre el racionamiento voluntario –que viene acompañado de un 
ejercicio de reestructuración del estilo de vida–, como un ecofas-
cismo que dicta las decisiones clave a un Estado paternalista o 
como el interés particular del mundo de los grandes negocios 
financiado por el gran capital. Tengo claro cuál de ellos prefiero.
El gran debate actual pasa por ver si adoptamos los sistemas 
de energías renovables integrados en el lugar o si exportamos el 
problema e invertimos en proyectos de ingeniería renovable a 
gran escala. En realidad este diálogo se traduce en una sencilla 
respuesta personal al problema del cambio climático. ¿Reduci-
mos nuestras necesidades energéticas hasta el punto en que 
podamos satisfacerlas con unos pocos paneles solares en nues-
tras cubiertas o balcones, o pagamos a alguien para que vaya a 
34
 
otra parte y satisfaga esos requerimientos de alguna otra mane-
ra? El problema es que todo el mundo quiere acaparar el cupo 
limitado de oportunidades de las soluciones externas, exportan-
do así sus problemas. Resulta evidente que la producción de ener-
gías renovables no está lo suficientemente desarrollada como 
para satisfacer la demanda. Deben racionarse los recursos reno-
vables nacionales de modo que cada ciudadano tenga derecho a 
cierta cantidad de electricidad proveniente de una red ecológica, 
combustible de biomasa y biocombustible. Quienes vivan o tra-
bajen en edificios históricos ineficientes, pero importantes desde 
el punto de vista histórico, necesitarán más recursos nacionales 
escasos y renovables; he aquí la diferencia entre los “antiguos” y 
los “nuevos verdes”: los primeros todavía creen que existen reser-
vas ilimitadas de energías renovables y abogan por una gran 
inversión en infraestructuras centralizadas con el patrocinio de 
grandes multinacionales, mientras que los segundos entienden la 
importancia de reducir la demanda debido a las frágiles reservas 
de energías renovables de los países, con apoyo de la micropro-
ducción financiada por microcréditos cuando sea posible.
Además, la concesión de créditos también ha cambiado sus 
reglas: ningún promotor inmobiliario puede costear la inversión 
de grandes infraestructuras de bajo consumo. Las reservas de 
dinero, que podrían haberse invertido en megaproyectos de inge-
niería pública conectados a una red “verde”, se han gastado en la 
lucha por los combustibles fósiles fuera del país o en estrategias 
preventivas para apoyar al sistema bancario y evitar así el colap-
so social. No habrá suficientes molinos de viento marinos, par-
ques mareomotrices o huertos solares en el desierto para cubrir 
más que una pequeña fracción de nuestra demanda de energía 
actual. Todos los fondos tendrán que invertirse en servicios 
básicos, como la agricultura y el transporte público. El único 
dinero que queda es el que un hogar medio utilizaría para sus 
gastos básicos de todos los meses: agua, calefacción y electrici-
dad. Sin embargo, este dinero podría desviarse y en lugar de 
emplearlo en mantener instalaciones que dependen de combus-
tibles fósiles, podría invertirse en microcréditos para la instala-
ción de sistemas de energías renovables en los edificios.
Año
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0 500 1000 1500 2000 2500
Primer pozo de petróleo ?
La población mundial es 
directamente proporcional 
a la disponibilidad de 
combustibles baratos.
35
 
PRODUCIR
El precio medio del combustible ha aumentado entre un 15 y un 
17 % en los últimos cinco años. Puesto que los picos de petróleo, 
de gas y de energía nuclear afectan a la oferta de recursos limita-
dos –las reservas no renovables–, es probable que el precio anual 
de combustibles aumente un 8 % en la próxima década. A este 
ritmo, volver a invertir en paneles fotovoltaicos monocristrali-
nos llevará unos doce años. Es perfectamente posible redirigir el 
dinero que antes se utilizaba para pagar la cuota mensual de 
electricidad para cubrir las cuotas del préstamo para la compra 
de los paneles. Con el CO2 incorporado que se utiliza en la pro-
ducción y transporte de paneles en unos tres años –el préstamo 
estaría saldado en doce años y los paneles duran entre veinticin-
co y cuarenta años–, esta tecnología podría ayudar a diseñar 
nuevos edificios y renovar el tejido urbano existente. La misma 
lógica puede aplicarse a todo un abanico de recursos:
– ¿Conviene pagar las costosas plantas de tratamiento de agua 
de una ciudad, o es preferible instalar electrodomésticos que 
ahorren agua y recojan agua de lluvia?
– ¿Es preferible construir una planta de tratamiento de residuos 
de última tecnología o diseñar inodoros sin agua que produz-
can compost en los suburbios?
– ¿Vale más invertir en costosas calderas centrales a escala de 
barrio o aislar e instalar recolectores de energía solar para 
apenas necesitar calefacción adicional?
– ¿Invertimos en la construcción de una planta nuclear o insta-
lamos paneles solares eléctricos en nuestros balcones y 
cubiertas?
Cada una de estas preguntas tiene una respuesta diferente según 
la densidad urbana y el clima.
Este es justamente el reto al que se enfrenta la profesión de la 
arquitectura: ¿podemos manejarnos con soltura dentro de una 
economía que evita el efecto del carbono de una forma lo sufi-
cientemente rápida como para trascender la mera lógica ingenie-
ril darwiniana y desarrollar un entorno construido carbononeu-
tral con el que poder trabajar?
Veamos lo que sucederá dentro de veinte años. Cuando los vuelos 
de bajo coste no sean más que historia popular, cuando compartir 
coche sea normal y nos detengamos en fondas vegetarianas para 
comer, el Reino Unido tendrá que sobrevivir a costa de las reservas 
limitadas de energía renovable de las que dispone dentro de sus 
fronteras. Aunque cada aparato de generación de energía se conec-
tara a la red eléctrica más ecológica jamás soñada por un ingeniero 
de infraestructuras y tuviéramos molinos de viento marinos colo-
cados a pequeños intervalos a lo largo de toda la placa continental, 
aun así, apenas alcanzaríamos a cubrir el 25 % de nuestra deman-
da actual de energía. Se necesitaría de toda nuestra capacidad de 
producción externa solo para abastecer a nuestro parque de queri-
36
 
dos, pero ineficientes, edificios históricos, y tendríamos apenas 
unos 500 kg de biomasa por persona si cultiváramos nuestros bos-
ques de una forma sostenible y comprimiéramos los desechos 
agrícolas sin que ello afecte a la producción de alimentos, dejándo-
nos unos 250 kg de biomasa por persona para hacer funcionar una 
casa; a esto lo llamo “cuota nacional de biomasa”.
Esta pequeña cantidad es lo que se necesita para cubrir los gas-
tos domésticos de agua caliente durante el invierno en una casa 
superaislada ZED (Zero Energy Development; desarrollo de ener-
gía cero) con paneles solares para proporcionar agua caliente 
durante todo el verano. Instalar paneles fotovoltaicos monocrista-
linos que cubran la mitad de los tejados orientados a sur genera 
suficiente cantidad de energía como para cubrir la demanda de 
electricidad anual en densidades de hasta cincuenta viviendas por 
hectárea, con un excedente de energía solar en verano que solven-
taría la reducción de la captación de los molinos de viento mari-
nos. Esta densidad representa el 70 % de los hogares británicos, y 
sugiere que no es realista ni sensato exigir capacidad de produc-
ción externa a nuestros nuevos edificios, pues estaríamos privan-
do a una comunidad ya existente de su derecho a funcionar con 
energías renovables en el futuro. Es importante que todos enten-
damos la futura escasez en la oferta de energía renovable, nacional 
e internacional, pues necesitamos aprovechar cada oportunidad 
de captación, tanto in situ como de manera deslocalizada, si lo que 
queremos es un futuro democrático, equitativo y manejable.1
La gran idea que tuvimos en BedZED2 consistióen no dejarse 
llevar por los cambios de estilo de vida coactivos, sino cambiar a 
una dieta baja en carbono atractiva y conveniente. BedZED tam-
bién incluye espacios de trabajo bajos en carbono y podría pro-
ducir fácilmente escuelas EdZED y hospitales MedZED. La actual 
legislación va en la línea de estos mismos estándares de rendi-
miento medioambiental en edificios públicos. En BedZED hay 
BedZED, Londres. Vista desde 
el jardín en cubierta; densidad: 
120 viviendas/ha
Vista en sección de la urbanización 
de usos mixtos BedZED con 
espacios de trabajo a la sombra 
de las viviendas, con jardines 
en cubierta
37ZEDFactory
 
PRODUCIR
quienes han adoptado un estilo de vida ecológico, pues muchos 
residentes creen que la ingeniería social bajo la tutela de instruc-
tores de estilo resulta un tanto condescendiente, y prefieren 
adoptar estas ideas a su ritmo.
Los críticos tienen razón al poner el énfasis en que la huella de 
carbono que deja una fresa transportada en avión es mayor que 
el ahorro de carbono que permite el tejido edilicio superaislado 
de BedZED. Sin embargo, los hábitos de consumo cambiarán 
rápidamente cuando el pico de petróleo haga que el coste del 
combustible se dispare, lo que de por sí podría verse como un 
éxito temprano en la campaña por lograr un estilo de vida de car-
bono cero. Dejar a un lado los ridículos patrones de consumo no 
ayudará a que la familia media de 2050 supere un invierno con 
raciones mínimas de combustible, ni a mantener las luces encen-
didas cuando la red eléctrica sea cada vez más intermitente. 
Parece que nos hemos olvidado de que los edificios duran mucho 
tiempo, y que en 2050 el precio de los combustibles hará que 
habitar una casa media sea impagable.
La lección más importante de BedZED es la idea del comercio de 
carbono como contrapartida a los avances urbanísticos. El proyec-
to ha demostrado que es posible aumentar las densidades de ocu-
pación urbana al tiempo que se mejora cuantitativamente la cali-
dad general de vida, comparada con lo que se obtiene aplicando 
los estándares del promotor británico. El proyecto ha demostrado 
que es posible lograr el objetivo gubernamental de 3,5 millones de 
viviendas nuevas utilizando las reservas de terrenos industriales 
en desuso, proporcionando al tiempo un jardín a cada casa y 
reduciendo la demanda de reservas renovables limitadas del 
país. Los proyectos piloto dan confianza a los políticos para 
cambiar los marcos legislativos medioambientales. Lentamente, 
cada año los edificios se vuelven más diversos, más sofisticados 
técnicamente, y las excusas para no ofrecer a la población una 
regeneración urbana carbononeutral son cada vez más inconsis-
tentes.
1 Para una estrategia de diseño alterna-
tiva que adopte estilos de vida ecológicos 
y aumente la eficiencia energética 
mediante la generación in situ, véase: 
Dunster, Bill; Simmons, Craig y Gilbert, 
Bobby, The Zed Book: Solutions for a 
Shrinking World, Taylor & Francis, 
Nueva York, 2008.
2 Beddington Zero Energy Development, 
un plan pionero de viviendas ecológicas 
cerca de Wallington, Reino Unido, dise-
ñado por el autor y construido entre 2000 
y 2002.
Una solución de viviendas de bajo costo, 
carbononeutrales, desconectadas de la 
red eléctrica central y protegidas por 
la tierra con el propósito expreso de ocu-
par lotes abandonados.
Solución de viviendas de bajo 
coste, carbononeutrales y 
enterradas, especialmente 
pensada para terrenos industriales
38
 
Ampliación de la ciudad de 
Tongshan, China. Los parques 
lineales y ondulantes, espacios 
comerciales, aparcamientos y 
oficinas proveen una red de espacios 
verdes seguros para los niños entre 
las viviendas orientadas al sur.
Un muro contra inundaciones, 
carbononeutral y autofinanciado con 
un tranvía solar sobre el dique.
Muchas ciudades están construidas 
sobre terrenos inundables. ZEDfactory 
está produciendo viviendas flotantes 
carbononeutrales agrupadas en torno 
a un atrio solar común. En el futuro, la 
calle típica del este de Londres quizá 
tendría que subir y bajar con la marea.
39ZEDFactory
 
PRODUCIR
Logroño, la ecociudad diseñada por 
MVRDV en colaboración con GRAS 
en la provincia española de La Rioja, 
comprende la construcción de 
3.000 viviendas y un programa com-
plementario. Sobre las colinas de 
Montecorvo y Fonsalada, el solar, 
de 56 ha, justo al norte de la ciudad, 
goza de unas vistas sobre esta, así 
como sobre unas extensas laderas 
orientadas a sur. El coste total del 
proyecto es de 388 millones de 
euros, de los cuales 40 se invertirán 
en tecnologías de energías 
renovables.
El plan general es compacto, de 
modo que el proyecto solo ocupa un 
10 % del solar. La urbanización lineal 
serpentea por el paisaje, proporcio-
nando vistas sobre la ciudad a cada 
vivienda. Las instalaciones deporti-
vas, comerciales, restaurantes, 
infraestructurales y los jardines públi-
cos y privados forman parte del plan.
El paisaje restante se convierte en un 
ecoparque, una mezcla de parque y 
centro de producción de energía. 
Toda la demanda energética de la 
ciudad se genera in situ gracias a 
una combinación de energía eólica y 
solar: un tapiz de células fotovoltaicas 
cubre las laderas orientadas a sur, 
y en la cima de las colinas los molinos 
sirven como hitos para la urbaniza-
ción. Un circuito de aguas grises y 
depuradoras de agua in situ también 
forma parte del plan, que combina 
densidad urbana con mejoras ecoló-
gicas. Estas características harán 
que el proyecto sea carbononeutral 
y merecerán la calificación más alta 
para el ahorro energético en España.
Al construir lo más compactamente 
posible (siguiendo los puntos más 
altos de la colina), se reducen los cos-
tes. Otra parte del plan consiste en 
construir un funicular de acceso a un 
museo y un mirador escondido en 
la cima de Montecorvo, que también 
alojará un centro para la investigación 
y promoción de la tecnología de ener-
gías renovables y ecoeficientes. La 
producción de energía limpia y la cali-
dad de la construcción se traducirá 
en un ahorro anual de más de 6.000 
toneladas de emisiones de CO2.
Ecociudad Logroño
MVRVD
40
 
41
 
PRODUCIR
La revolución del pie grande
Kongjian Yu
El “urbanismo de pie pequeño”
Durante más de un milenio las jóvenes chinas estaban obligadas 
a vendarse los pies para poder casarse con los miembros de las 
elites urbanas. Se consideraba que los pies “grandes”, sanos y 
naturales, eran toscos y propios de las clases rurales. En cambio, 
se consideraban “bellos” aquellos deformes, de ciudad, poco 
aptos para su función y malolientes. El vendado de pies (junto a 
otras prácticas de deformación del cuerpo de tantas otras cultu-
ras) constituía un rito de urbanidad.
La urbanización comenzó de la mano de una clase privilegiada 
que sacrificaba la funcionalidad a cambio de valores decorativos 
y cosméticos. La minoría urbana privilegiada utilizó este mismo 
sistema de valores de los pies pequeños para construir ciudades 
y paisajes. Por definición, el “urbanismo de pie pequeño” es el 
arte de la gentrificación y de la cosmética, y su superficialidad 
sustituye a los paisajes más caóticos, fértiles y funcionales pro-
pios de un pueblo productivo y sano.
En la actualidad “vendamos” los pies mediante el uso de 
zapatos de tacón estrechos y a la moda para andar por la ciu-
dad, y construimos diques de hormigón contra inundaciones 
que duren quinientos años para que rodeen la ciudad y la man-
tengan alejada del agua. Construimos un sistema completa-
mente controlado para la gestión de tormentas que impide que 
el agua vuelva a infiltrarse en el acuífero antes de desembocar 
en el mar; sustituimos las plantas “desordenadas”, los mato-
rrales y los cultivos autóctonos por elegantes flores que no dan 
fruto, que no dan soporte a otras especies

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