Esta pregunta es extraordinariamente importante.
Y la buena noticia es que tiene una clara respuesta: no hace falta comprobarlo todo. Basta con saber a ciencia cierta que podrías comprobarlo, si tuvieras tiempo y posibilidad.
Te pongo un ejemplo: yo no he visto nunca un virus, pero creo en su existencia, y eso no es fe, es conocimiento. ¿Por qué? Pues porque no se basa en informes subjetivos de gente que afirma haberlos visto, sino que existen procedimientos y aparatos para poder observarlos.
También creo que existen los átomos, y ni no lo he comprobado directamente ni los ha visto nadie (1). Y tampoco es fe, sino conocimiento. ¿Por qué? Pues porque existe un acopio de evidencia suficiente. No necesito repetir personalmente los experimentos de Ruthenford y subsiguientes para aceptar la existencia de átomos: otros lo han hecho por mi, y se han sometido al dictamen de sus pares.
La respuesta a tu pregunta es que es el acopio de evidencia lo que diferencia el conocimiento de la fe. El conocimiento es siempre parcial, mejorable, susceptible de cambio, la fe es inconmovible y sin base alguna salvo ella misma. Son dos cosas muy fáciles de diferenciar.
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(1) Esto no es exactamente así: hay fotografías con microscopios de efecto túnel que han fotografiados átomos individuales, en redes cristalinas y en moléculas orgánicas. Usando lo que se denomina una ventana de una cámara de vacío, en la Universidad de Oxford.
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História e Filosofia da Ciência / Filosofia da Ciência
Direitos Humanos e Direitos Humanos Fundamentais
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